Una Economia para El Futuro
Una Economia para El Futuro
Una Economia para El Futuro
Vivimos en un mundo donde cada vez hay más información, y menos signi-
ficado.
Jean Baudrillard
1
El artículo original fue publicado por la revista Ecological Economics, vol. 169 (marzo de 2020):
https://www.sciencedirect.com/science/Artículo/pii/S0921800919310067 con una licencia
Creative Commons BY-NC-ND https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/deed.es. Ha
sido traducido y reproducido con permiso del autor.
2
C.L. Quéré, R.M. Andrew, P. Friedlingstein, S. Sitch, et al., «Global carbon budget 2018», Earth
System Science Data, núm. 10, 2018, pp. 2141-2194.
Nathan J. Hagens
como en los 10.000 años precedentes. ¿Es inevitable semejante escenario? ¿Es
posible?
Al mismo tiempo, todos los días recibimos avisos de que la economía mundial no
está funcionando como solía,3 por ejemplo el aumento de la desigualdad en la ri-
Por evitar afrontar las queza y los ingresos, la abultada dependencia con
consecuencias de respecto a la deuda y las garantías públicas, movi-
nuestra realidad mientos políticos populistas, el auge de la apatía,
biofísica, estamos de la tensión y de la violencia y la decadencia eco-
logrando crecer de lógica. Para evitar afrontar las consecuencias de
formas cada vez nuestra realidad biofísica, estamos consiguiendo
más insostenibles crecer de formas cada vez más insostenibles. El
mundo desarrollado está recurriendo a las finanzas para facilitar la extracción de
cosas que de otra forma no nos podríamos permitir extraer, para producir a su vez
cosas que de otro modo no podríamos permitirnos consumir.
Con este telón de fondo, ¿qué tipo de sistemas económicos futuros son factibles
actualmente? ¿Qué coreografía podría posibilitar su aparición? En pleno Antropo-
ceno, ¿qué conclusiones podemos extraer sobre nuestro futuro si analizamos de-
tenidamente las relaciones entre los ecosistemas y los sistemas económicos en su
sentido más amplio? La Economía Ecológica se adelantó a su tiempo cuando re-
conoció la importancia fundamental de los servicios de la naturaleza y las bases
biofísicas de las economías humanas. ¿Se puede diseñar ahora, partiendo de ella,
un plan de “reconstrucción” que nos guíe por el camino que tenemos que seguir?
3
B. Stokes, «2. Public Divided on Prospects for the Next Generation», Pew Research Center’s Global Attitudes
Project, 5 de junio de 2017, disponible en https://www.pewresearch.org/global/2017/06/05/2-public-divided-
on-prospects-for-the-next-generation/.
Introducción
Durante la mayor parte de los últimos 300.000 años, los seres humanos vivimos
en grupos sostenibles, igualitarios y nómadas, para los que la inestabilidad climá-
tica y los bajos niveles de CO2 hacían improbable el éxito de la agricultura.4 Hace
unos 11.000 años el clima comenzó a hacerse más cálido, para acabar estabili-
zándose en niveles más cálidos que en los 100.000 años anteriores (fig. 1). Esa
estabilidad posibilitó el desarrollo de la agricultura al menos en siete lugares dife-
rentes a lo largo y ancho del mundo. Por primera vez, varios grupos de humanos
comenzaron a organizarse en torno al excedente físico: una producción que ex-
cedía las necesidades calóricas inmediatas del grupo. Gracias a que una parte de
la población ya no tenía que dedicar su tiempo a cazar y recolectar, este excedente
hizo posible el desarrollo de nuevas ocupaciones, jerarquías y complejidad.5 Esta
dinámica novedosa dio lugar a la extensión de la agricultura y de las sociedades
estatales de gran escala a lo largo de los milenios inmediatamente posteriores.6
Fig. 1. Registro de 50.000 años de temperaturas (ºC) en la superficie del hielo en Groenlandia7
Ensayo
4
P. Richerson, R. Boyd y R. Bettinger, «Was Agriculture Impossible during the Pleistocene but Mandatory during
the Holocene?», A Climate Change Hypothesis, núm. 66, 2001, pp. 1-50.
5
J. Gowdy y L. Krall, «The ultrasocial origin of the Anthropocene», Ecological Economics, núm. 95, 2013, pp.
137-147.
6
J. Gowdy y L. Krall, «Agriculture as a major evolutionary transition to human ultrasociality», Journal of
Bioeconomics, núm. 16, 2014, pp. 179-202.
7
B. Hansen, «Holocene - History of Earth’s Climate», 2013, disponible en: http://www.dandebat.dk/eng-
klima7.htm.
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En el siglo XIX, este proceso se aceleró a raíz del descubrimiento a gran escala
del carbono fósil y de la invención de tecnologías para utilizarlo como combustible.
El carbono fósil proporcionó a los seres humanos una fuente de energía extrema-
damente densa (aunque finita) que podían extraer al ritmo que quisieran, a dife-
rencia del flujo de luz solar fijo y sumamente difuso de las eras anteriores.
Este botín energético hizo posible que el siglo XX fuese un periodo único en la
historia humana: 1) la disponibilidad de más recursos (y más baratos) dio lugar a
un aumento pronunciado de la productividad y a un crecimiento económico sin
precedentes; 2) un sistema financiero basado en una deuda libre de las ataduras
físicas permitió que el crédito expansivo y el consumo asociado se acelerasen; y
3) todo ello alimentó los excedentes de recursos que hacían posible que las so-
ciedades fuesen más diversas y ricas.
Comportamiento humano
Los humanos somos únicos, pero de la misma forma que también lo son las ranas
arbóreas o los hipopótamos. Seguimos siendo mamíferos, concretamente prima-
tes. Nuestras características físicas (esclerótica ocular, boca pequeña, falta de
[desarrollo de] los caninos, etc.) son el resultado de la evolución de nuestro pasado
social en grupos pequeños.8,9 Sin embargo, nuestros cerebros y comportamientos
también son el resultado de lo que funcionaba en nuestro pasado. No vamos por
la vida aumentando al máximo nuestra adecuación biológica de una manera cons-
8
Y. Bullet, Y. Emes, B. Aybar y S. Yalcin, «On the evolution of human jaws and teeth: a review», Bulletin of the
International Association for Paleodontology, núm. 5, 2011.
9
H. Kobayashi y S. Kohshima, «Evolution of the Human Eye As a Device for Communication», en T. Matsuzawa
(ed.): Primate Origins of Human Cognition and Behavior, Springer, 2008, pp. 383-401.
ciente, sino que actuamos como “ejecutores de adaptación” que buscan replicar
los estados emocionales cotidianos de nuestros exitosos antepasados.10 Los hu-
manos tenemos una capacidad impresionante para procesar información, coope-
rar y descubrir cosas, que es lo que nos ha permitido alcanzar el estado de
organización y la riqueza actuales. Pero nuestras mentes de la Edad de Piedra
están respondiendo a la tecnología moderna, a la abundancia de recursos y a los
grupos sociales grandes y fluidos, de maneras novedosas. Estos comportamientos
–que se resumen más adelante– están detrás de muchos de los atolladeros pla-
netarios y culturales que estamos experimentando actualmente.11
Ensayo
de 1900, la clasificación de cada persona según sus ingresos es lo que predice la
satisfacción vital, y no sus ingresos absolutos.15 Para quienes no son “ganadores”,
la falta de estatus percibido lleva a la depresión, al alcoholismo, al acopio de armas
de fuego y otros comportamientos nocivos.16,17 Una vez que las necesidades bá-
10
J.H. Barkow, L. Cosmides y J. Tooby, «The adapted mind: evolutionary psychology and the generation of
culture», en J.H. Barkow, L. Cosmides y J. Tooby (eds.), The Adapted Mind: Evolutionary Psychology and
the Generation of Culture, Oxford University Press, Nueva York, 1992.
11
P. Whybrow, American Mania: When More Is Not Enough, W.W. Norton and Company, Nueva York, 2013.
12
J. Gowdy, Limited Wants Unlimited Means: A Reader On Hunter-Gatherer Economics and The Environment,
Island Press, Washington DC, 1998.
13
C.R. von Rueden, A.V. Jaeggi, «Men’s status and reproductive success in 33 nonindustrial societies: effects
of subsistence, marriage system, and reproductive strategy», Proceedings of the National Academy of
Sciences, núm. 113, 2016, pp. 10824-10829.
14
S. Erk, M. Spitzer, A.P. Wunderlich, L. Galley y H. Walter, «Cultural objects modulate reward circuitry»,
Neuroreport, núm. 13, 2002, pp. 2499-2503.
15
C.J. Boyce, G.D.A. Brown y S.C. Moore, «Money and happiness: rank of income, not income, affects life
satisfaction», Psychological Science, núm. 21, 2010, pp. 471-475.
16
S.V. Katikireddi, E. Whitley, J. Lewsey, L. Gray y A.H. Leyland, «Socioeconomic status as an effect modifier
of alcohol consumption and harm: analysis of linked cohort data», Lancet Public Health, núm. 2, 2017, pp.
e267-e276.
17
F.C. Mencken y P. Froese, «Gun culture in action», Social Problems, núm. 66, 2019, pp. 3-27.
103
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La psicología ha identificado cientos de sesgos cognitivos con los que los com-
portamientos humanos comunes se desvían de la racionalidad económica, por
18
N. Hagens, «The Psychological Roots of Resource Overconsumption», Fleeing Vesuvius, 2011, disponible
en http://fleeingvesuvius.org/2011/05/10/the-psychological-roots-of-resource-overconsumption/.
19
W. Schultz, P. Dayan y P.R. Montague, «A neural substrate of prediction and reward», Science, núm. 275,
1997, pp. 1593-1599.
20
J.T. Mark, B.B. Marion y D.D. Hoffman, «Natural selection and veridical perceptions», Journal of Theoretical
Biology, núm. 266, 2010, pp. 504-515.
21
Y.N. Harari, «Yuval Noah Harari extract: “Humans have always lived in the age of post-truth. We’re a post-
truth species”», The Guardian, 5 de agosto de 2018, disponible en:
https://www.theguardian.com/culture/2018/aug/05/yuval-noah-harari-extract-fake-news-sapiens-homo-deus.
22
M. Gazzaniga, Who’s in charge?: Free will and the science of the brain, Ecco, Nueva York, 2012.
Ensayo
los hombres (en comparación con las mujeres) tienden a descontar más brusca-
mente los sucesos o asuntos futuros.26
Por desgracia, la mayoría de nuestros retos modernos están ubicados “en el fu-
turo”. Reconocer que el futuro existe y que nosotros somos parte de él es algo
que surge de una estructura cerebral relativamente moderna: el neocórtex. No
tiene una conexión directa con los centros motivacionales del cerebro profundo
que comunican urgencia. Cuando se le pide a alguien que planifique un tentempié
para la siguiente semana, eligiendo entre chocolate o fruta, elige fruta el 75% de
23
D. Hoffman, The Case Against Reality: Why Evolution Hid the Truth From Our Eyes, W.W. Norton & Co.,
Nueva York, 2019.
24
N. Hagens y H. Kunz, «Applying Time to Energy Analysis», The Oil Drum, 2010, disponible en
http://theoildrum.com/node/7147.
25
D. Laibson, A. Repetto y J. Tobacman, «Estimating Discount Functions With Consumption Choices Over the
Lifecycle», Social Science Research Network, Rochester, NY, 2007.
26
C.F. Chabris, D.I. Laibson y J.P. Schuldt, «Intertemporal choice» en S.N. Durlauf, L.E. Blume (Eds.),
Behavioural and Experimental Economics, The New Palgrave Economics Collection, Palgrave Macmillan,
Londres, 2010, pp. 168-177.
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las veces. Cuando hay que elegir el tentempié para hoy, el 70% escoge el choco-
late. Si hay que elegir una película para ver la próxima semana, el 63% elige un
documental educativo pero cuando hay que elegir una película para esta noche,
el 66% escoge una comedia o una película de ciencia-ficción.27 Tenemos grandes
intenciones para el futuro, hasta que el futuro se convierte en presente. Nuestro
neocórtex puede imaginar los asuntos a largo plazo como el cambio climático o el
agotamiento de la energía, pero somos emocionalmente ciegos a ellos. Desde el
punto de vista emocional, el futuro no es real.
Lo que pasó a comienzos del 1500 fue excepcional de verdad, algo que no había ocu-
rrido nunca ni volverá a ocurrir. Dos experimentos culturales, desarrollados con inde-
pendencia el uno del otro a lo largo de 15.000 años o más, se encontraban por fin cara
a cara. Pero lo más sorprendente es que después de tanto tiempo, cada uno fuese
capaz de entender las instituciones del otro. Cuando Cortés desembarcó en México en-
contró calles, canales, ciudades, palacios, escuelas, tribunales, mercados, obras de
riego, reyes, sacerdotes, templos, campesinos, artesanos, ejércitos, astrónomos, mer-
27
D.J. Read, G. Loewenstein y S. Kalyanaraman, «Mixing Virtue and Vice: Combining the Immediacy Effect
and the Diversification Heuristic», Journal of Behavoiral Decision Making, 12 (4), 1999.
28
D.S. Wilson y E.O. Wilson, «Rethinking the theoretical foundation of sociobiology», Quarterly Review of
Biology, núm. 82, 2008, pp. 327-348.
29
J. Haidt, The Righteous Mind: Why Good People Are Divided by Politics and Religion (Reimpresión), Vintage,
Nueva York, 2013.
30
E. Pennisi, «Our egalitarian Eden», Science, 344 (6186), 2014, pp. 824-825.
31
C. Boehm et al., «Egalitarian Behavior and Reverse Dominance Hierarchy», Current Anthropology, 34 (3)
(1993), pp. 227-254, disponible en: https://www.unl.edu/rhames/courses/current/readings/boehm.pdf
caderes, y también deportes, teatro, arte, música y libros. Civilizaciones avanzadas, di-
ferentes en los detalles, pero parecidas en lo esencial, habían evolucionado indepen-
dientemente en confines separados de la Tierra.32
Los seres humanos somos una de las pocas especies extremadamente sociales.
Por nuestro fenotipo somos primates, pero por nuestro comportamiento nos pa-
recemos más a los insectos sociales.35 Nuestra ultrasocialidad nos permite fun-
cionar a escalas mucho mayores que como individuos. A escalas mayores, la
evolución cultural se produce a un ritmo mucho más rápido que la evolución ge-
nética.36 Por medio de la evolución cultural que comenzó con la agricultura, los
humanos nos hemos convertido en una civilización mundial interconectada, “des-
plazando” otros modelos económicos humanos por el camino, para convertirnos
de facto en un “superorganismo”.37 Un superorganismo puede definirse como
“una colección de agentes que pueden actuar en concierto para producir fenó-
menos regidos por el colectivo”.38 Por medio de la cooperación (y de la coordina-
ción), la adecuación se trasfiere de los niveles más bajos de la organización a
los más altos.39 Las necesidades de esta entidad de nivel superior (hoy en día
Ensayo
para los humanos, la economía mundial) moldean el comportamiento, la organi-
zación y las funciones de las entidades de nivel más bajo (el comportamiento hu-
mano individual).40 Así, el comportamiento humano queda restringido y
32
R. Wright, Breve historia del progreso (2006 [2004]); N. del T.: La cita corresponde a las pp. 50-51 de la
edición en lengua inglesa, y ha sido tomada de la edición española, p. 57, en traducción de J. A. Bravo
(Urano, Barcelona, 2006). El resto de citas del ensayo han sido traducidas para la ocasión.
33
D.T. Campbell, «‘Downward causation’ in hierarchically organised biological systems» en F.J. Ayala, T.
Dobzhansky (Eds.), Studies in the Philosophy of Biology: Reduction and Related Problems, Macmillan
Education, Londres, 1974, pp. 179-186.
34
N. del T.: Según amable aclaración del autor, la cita original es de Campbell pero el motivo de la doble
referencia es que fue popularizada en: J. Gowdy & L. Krall, op. cit.
35
J. Haidt, op. cit.
36
P. Richerson y R. Boyd, «Not By Genes Alone: How Culture Transformed Human Evolution», Bibliovault OAI
Repository, the University of Chicago Press, 2005.
37
B. Hölldobler y E.O. Wilson, The Superorganism: The Beauty, Elegance, and Strangeness of Insect Societies
(1ª ed.), W.W. Norton & Company, Nueva York, 2008.
38
K. Kelly, Out of control: the new biology of machines, social systems, and the economic world, Perseus Books,
Reading, Massachusetts, 1994, p. 98.
39
R.E. Michod y A.M. Nedelcu, «On the reorganization of fitness during evolutionary transitions in individuality»,
Integrative and Comparative Biology, núm. 43, 2003, pp. 64-73.
40
S. Kesebir, «The Superorganism Account of Human Sociality: How and When Human Groups Are Like
Beehives», Social Science Research Network, Rochester, Nueva York, 2011.
107
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Energía
41
D.T. Campbell, op. cit.
42
N. del T.: A lo largo del texto se utiliza el concepto jurídico de título en el sentido de derecho (a un pago)
sobre algo.
43
J. Gowdy y L. Krall, op. cit.
44
J. Gowdy, 2019, en preparación.
Ensayo
maximizan la potencia útil suelen desplazar a los que no lo hacen.51
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53
IIER, «Green Growth - an Oxymoron?», 2011, disponible en: http://www.iier.ch/content/green-growth-
oxymoron.
54
N.J. Hagens, «Energía, deuda y el fin del crecimiento», en Worldwatch Institute, La situación del mundo
2015: Un mundo frágil. Hacer frente a las amenazas a la sostenibilidad, Icaria/FUHEM Ecosocial, Barcelona,
2015.
55
C.J. Cleveland, R. Costanza, C.A. Hall y R. Kaufmann, «Energy and the U.S. Economy: a biophysical
perspective», Science, núm. 225, 1984, pp. 890-897.
Ensayo
veces más!57. Los habitantes de EEUU, gracias a su subsidio energético, tienen
en la actualidad un metabolismo físico de primates de 30 toneladas.58,59
56
IIER, op. cit.
57
M. Lindgren, GDP Per Capita by Purchasing Power Parities for Countries and Territories, 2011.
58
J.H. Brown, «Gasoline and fertility», Nautilus, 29 de abril de 2013, disponible en: http://nautil.us/issue/1/what-
makes-you-so-special/gasoline-and-fertility.
59
T. Patzek, «Energy throughput defines metabolism of societies», Life Itself, 7 de marzo de 2011, disponible
en: https://patzek-lifeitself.blogspot.com/2011/03/energy-flow-and-metabolism-of-societies.html.
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60
EIA, «The Cement Industry Is the Most Energy Intensive of All Manufacturing Industries», Today in Energy,
U.S. Energy Information Administration (EIA), 1 de julio de 2013, disponible en:
https://www.eia.gov/todayinenergy/detail.php?id=11911.
61
M. Kingsley-Jones, «Emirates Begins Parting Out Its A340-500s», Flight Global, 2013, disponible en:
https://www.flightglobal.com/news/Artículos/emirates-begins-parting-out-its-a340-500s-390832/.
Sustituibilidad energética. La teoría económica moderna considera que todos los in-
puts son fungibles y sustituibles. Si el precio de un input sube demasiado, el mercado
generará una alternativa. Sin embargo, la energía hace caso omiso de esta teoría,
ya que las diferentes fuentes de energía presentan diferencias críticas en cuanto a
su calidad, densidad, almacenabilidad, excedente, transportabilidad, impacto am-
biental y otros factores. Así, por ejemplo, existen cientos de procesos industriales
de media o alta temperatura (para la fabricación de tejidos, productos químicos, ce-
mento, acero, etc.) que utilizan combustibles fósiles y que no tienen actualmente (ni
siquiera en desarrollo) alternativas que empleen tecnología baja en carbono.62 La
energía solo puede sustituirse por una energía de forma/calidad similar.
Ensayo
comenzó a usar la deuda y la mundialización económica para aumentar el acceso
a la energía que se necesitaba para mantener el crecimiento del PIB. Se ha ha-
blado mucho acerca del declive a largo plazo de la intensidad energética. Así, de
1965 a 2012 el número de megajulios utilizados para generar un dólar de PIB mun-
dial se redujo de 11 a 8, lo que pone de relieve que se produjo un desacopla-
miento. Sin embargo, si tomamos la media anual durante esos años, la correlación
entre energía y PIB se mantuvo en un estrecho 99,4%.65
62
N. Khanna, D. Fridley, N. Zhou, N. Karali, J. Zhang y W. Feng, «China’s Trajectories Beyond Efficiency: CO2
Implications of Maximizing Electrification and Renewable Resources Through 2050», 2017.
63
C.A.S. Hall y K.A. Klitgaard, Energy and the Wealth of Nations: Understanding the Biophysical Economy (ed.
de 2012), Springer, Nueva York, 2011.
64
C.J. Cleveland, op. cit.
65
Energy & Stuff, «Drivers behind our success: energy and natural resources», Energy And Stuff, IIER, 2019
[disponible en: https://www.energyandstuff.org/en/drivers-behind-our-success-energy-and-natural-resources.
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Hoy en día la energía continúa tratándose como si fuese otro input más de nuestro
sistema económico: se considera que 10 dólares de gasolina contribuyen de la
misma manera al output humano que 10 dólares de cartas de Pokemon, a pesar
de que: a) se necesita la energía para crear y transformar todos los inputs mate-
riales; y b) la energía solo puede ser sustituida por otra energía.
66
M.W. Gilliland, «Energy Analysis and Public Policy: the energy unit measures environmental consequences,
economic costs, material needs, and resource availability», Science, núm. 189 1975, pp. 1051-1056.
67
Energy & Stuff, op. cit.
68
R.M. Solow, «Perspectives on growth theory», Journal of Economic Perspectives, núm. 8, 1994, pp. 45-54.
69
R. Kümmel y D. Lindenberger, «How energy conversion drives economic growth far from the equilibrium of
neoclassical economics», New Journal of Physics, núm. 16, 2014.
70
R.U. Ayres, J.C.J.M. van den Bergh, D. Lindenberger y B. Warr, «The underestimated contribution of energy
to economic growth», Structure Change and Economic Dynamics, núm. 27, 2013, pp. 79-88.
71
Bank of America Merrill Lynch, «Glencore - BAML, 2019 global metals», Mining & Steel Conference
presentation, Glencore, 2019.
Ensayo
eficiente (mejoras en las centrales eléctricas, mayor eficiencia en combustible para
vehículos) o inventa nuevas fuentes de energía (solar o geotérmica). La tecnología
de Tipo 2 consiste en mecanismos que reemplazan el trabajo manual humano
(motosierras, coches) o en nuevas formas para que utilicemos la energía (Face-
book, Candycrush).
72
T.J. Garrett, «No way out? The double-bind in seeking global prosperity alongside mitigated climate change»,
Earth System Dynamics Discussion, núm. 3, 2012, pp. 1-17.
73
B. Warr, «Insead Alumni Energy Network 22nd October 2011 by Benjamin Warr», 2011.
74
S. Keen, R.U. Ayres, R. Standish, «A note on the role of energy in production», Ecological Economics, núm.
157, 2019, pp. 40-46.
75
J. Santos, T. Domingos, T. Sousa y S. Aubyn, «Useful exergy is key in obtaining plausible aggregate
production functions and recognizing the role of energy in economic growth: Portugal 1960–2009», Ecological
Economics, núm. 148, 2018, pp. 103-120.
76
Algunas personas dedicadas a la investigación biofísica llevan el papel de la energía en la función de
producción demasiado lejos, hasta una completa “teoría energética del valor”. Aunque el capital y el trabajo
son ambas variables dependientes de la energía, son las dos esenciales por derecho propio. Si no tienes
suficiente capital (esto es, fábricas), puedes quemar tanto petróleo y carbón como quieras, pero no obtendrás
producción. Y si no tienes mano de obra formada para hacer el trabajo, obtendrás una pobre productividad
de los recursos.
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77
K. De Decker, «Bedazzled by Energy Efficiency», Low-Tech Magazine, 2018, disponible en:
https://www.lowtechmagazine.com/2018/01/bedazzled-by-energy-efficiency.html.
78
A.S.G. Andrae y T. Edler, «On global electricity usage of communication technology: trends to 2030»,
Challenges, núm. 6, 2015, pp. 117-157.
79
P. Brockway, Peak Exergy and the Exergy Multiplier Effect: Results and Implications of 1900-2010 Exergy
Efficiency Studies for the UK, US and Japan, International Energy Workshop, 2013.
80
J.A. Tainter y T. Patzek, Drilling Down: The Gulf Oil Debacle and Our Energy Dilemma, Springer, Nueva York,
2012.
81
J.R. Schramski, D.K. Gattie y J.H. Brown, «Human domination of the biosphere: rapid discharge of the earth-
space battery foretells the future of humankind», Proceedings of the National Academy of Sciences, núm.
112, 2015, pp. 9511-9517.
82
S. Mohr, J. Wang, G. Ellem, J. Ward y D. Giurco, «Projection of world fossil fuels by country», Fuel, núm.
141, 2015.
83
K. Fustier, G. Gray, C. Gunderson y T. Hilboldt, «Global oil supply. Will mature field declines drive next supply
crunch?», HSBC Global Research, 2016.
84
M. Masnadi y A. Brandt, «Energetic productivity dynamics of global super-giant oilfields», Energy and
Environmental Science , 10 (1493), 2017.
85
N. del T.: Respetamos la terminología del autor a lo largo de todo el texto, aunque en rigor se trata de
extracción y no de producción.
Ensayo
86
T. Robinson, Frac Sand – New Volume Impact, Frac Sands Conference, 2014.
87
U.S. Bureau of Labor Statistics, Producer Price Index by Industry: Drilling Oil and Gas Wells: Drilling Oil, Gas,
Dry, or Service Wells (DISCONTINUED), Federal Reserve Bank of St. Louis (FRED), 2018, disponible en:
https://fred.stlouisfed.org/series/PCU21311121311101.
88
S. Rassenfoss, «Oilfield Flares Provide a Glaring Reminder of the Drive To Produce More Oil», 2019,
disponible en: https://www.spe.org/en/hsenow/hse-now-Artículo-page/?art=5573.
117
PAPELES-151.qxp_Maquetación 1 29/10/20 12:06 Página 118
Nathan J. Hagens
El cobre es un producto básico industrial que resulta clave para aumentar la escala
de las tecnologías basadas en energías renovables, como los vehículos eléctri-
cos.93 En la fig. 5 aparece la producción anual de cobre en Chile en 2001 (en gris
oscuro). La energía total utilizada para procesar la mena y sobrecarga de cobre
aparece en gris claro. Los minerales de menor ley necesitan más energía (y agua),
lo que permite prever que en la próxima década habrá una menor cantidad de
cobre disponible94 al tiempo que aumenta su demanda.
Fig. 5. Consumo de energía y producción de cobre (Comisión Chilena del Cobre, 2018)
Ensayo
93
A. García-Olivares y J. Ballabrera-Poy, «Energy and mineral peaks, and a future steady state economy»,
Technological Forecasting and Social Change, núm. 90, 2015, pp. 587-598.
94
Comisión Chilena del Cobre, Anuario de Estadísticas del Cobre y Otros Minerales 1999–2018, 2018.
119
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Nathan J. Hagens
La misma “lejanía energética” tiene lugar en relación con otros recursos clave,
como el auga, el litio y los alimentos. Utilizamos aproximadamente 2 calorías de
combustible fósil para cultivar una caloría de alimento en nuestro sistema agrícola
moderno, pero llegan a ser entre 8 y 12 calorías fó-
No estamos ante "el fin" siles adicionales para la elaboración, el embalaje,
del petróleo, del cobre o el envío, el almacenamiento y el cocinado de la co-
del agua, sino ante unos mida moderna.95 En el mundo natural, eso es in-
costes de extracción sostenible. Los organismos que necesitan más
cada vez mayores energía para conseguir alimento que la que con-
tiene dicho alimento, no sobreviven. Nosotros nos
libramos de esto porque nuestras instituciones y políticas tratan el subsidio ener-
gético de los hidrocarburos fósiles como si fuera el interés y no el capital principal.
Todo lo que hacemos se encarecerá si no reducimos el consumo energético de
los procesos industriales a un ritmo más rápido que el aumento de los precios.
Energía y deuda. Dado que el dinero es un título sobre la energía,101 la deuda es,
por tanto, un título sobre futura energía. Las escuelas de negocios enseñan que
95
J. Bradford, The Future is Rural: Food System Adaptations to the Great Simplification, Post Carbon Institute,
Corvallis, Oregon, 2019.
96
F. Soddy, Wealth, Virtual Wealth and Debt, Britons Publishing, 1933.
97
Z. Jakab y M. Kumhof, «Banks Are Not Intermediaries of Loanable Funds – and Why This Matters» (No.
529), Bank of England Working Papers, Bank of England, 2015.
98
M. McLeay y A. Radia, «Money creation in the modern economy», Bank of England Quarterly Bulletin, núm.
14, 2014.
99
R.A. Werner, «Can banks individually create money out of nothing? – the theories and the empirical
evidence», International Review of Financial Analysis, núm. 36, 2014, pp. 1-19.
100
Ament 2019, en preparación.
101
El dinero es un título (derecho) sobre la energía, los materiales y muchas otras cosas. Pero cada uno de los
bienes y servicios que generan PIB necesita alguna conversión energética, de ahí la simplificación de que
“el dinero es un título sobre la energía”.
la deuda es neutral con respecto a la estructura del capital, una “trasferencia in-
tertemporal de las preferencias de consumo”. Así, no se distingue entre el PIB ge-
nerado con deuda y el generado con dinero en metálico. En una economía con
perpetuas oportunidades para crecer, esa premisa podría resultar apropiada. Sin
embargo, a lo largo de todos los años trascurridos desde 1965, tanto en los EEUU
como a nivel mundial, la deuda ha crecido más que el PIB, lo que hace que la
deuda sea, más bien, una “trasferencia intertemporal del consumo”.
Ensayo
este fenómeno.104
102
Por definición, no podemos comparar un campo real perforado gracias a la financiación mediante deuda
con ese mismo campo en el caso de no utilizar deuda. Sin embargo, un perfil de producción petrolífera
depende del ritmo de entrada de capital. Por ejemplo, en 2019, el campo de Bakken necesita unos 750
pozos de 7,5 millones de dólares para compensar el declive del 40,6% que se produce en el primer año, a
fin de mantener la producción plana en los niveles actuales, es decir, 5.625 millones de dólares por año
(solo en perforación y finalización). Cuanto más crece la producción, más pozos hay que perforar
simplemente para compensar el declive (D. Hughes, Shale reality check, manuscrito remitido para
publicación, 2019). Es muy dudoso que esto se pudiese hacer sin recurrir a la deuda, y a sus riesgos
asociados.
103
D. Hughes, op. cit.
104
S. Kelly, «Former Shale Gas CEO Says Fracking Revolution Has Been “A Disaster” For Drillers, Investors»,
DeSmogBlog, 2019, disponible en: https://www.desmogblog.com/2019/06/23/former-shale-gas-ceo-says-
shale-revolution-has-been-disaster-drillers-investors.
121
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Nathan J. Hagens
105
R. Weyler, «Real Wealth: Howard T. Odum’s Energy Economics», Resilience, 2011, disponible en
https://www.resilience.org/stories/2011-12-18/real-wealth-howard-t-odum%e2%80%99s-energy-economics/.
106
V. Smil, Energy and Civilization: A History, The MIT Press, 2017.
107
N. Hagens, «Can We Be Happy Using Less Energy? Uhhh…. YES!», The Oil Drum, 2007, disponible en:
http://theoildrum.com/node/2671.
Ensayo
Otros indicadores biofísicos (y psicológicos) permiten hacer un seguimiento del
bienestar humano de manera más ajustada que el PIB y el uso de la energía.108,109
Si disponemos de estructuras de apoyo social, se pueden superar numerosas di-
ficultades físicas.110 Una vez que las necesidades básicas están cubiertas, las me-
jores cosas de la vida son gratuitas.
108
J.G. Lambert, C.A.S. Hall, S. Balogh, A. Gupta y M. Arnold, «Energy, EROI and quality of life», Energy Policy,
núm. 64, 2014, pp. 153-167.
109
J. Roy, A.M. Dowd, A. Muller, S. Pal, N. Prata y S. Lemmet, «Lifestyles, Well-being and energy», en T.B.
Johansson, N. Nakicenovic, A. Patwardhan, L. Gomez-Echeverri (Eds.), Global Energy Assessment (GEA),
Cambridge University Press, Cambridge, 2012, pp. 1527-1548.
110
M. Venniro, M. Zhang, D. Caprioli, J.K. Hoots et al., «Volitional social interaction prevents drug addiction
in rat models», Nature Neuroscience, núm. 21 2018, pp. 1520-1529.
123
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de la empresa humana mundial.111 Entre los efectos negativos para los seres hu-
manos cabe citar: la pérdida de suelo fértil, los disruptores endocrinos,112 el des-
censo del número de espermatozoides,113 el aumento de la desigualdad, el
desabastecimiento de agua,114 la caída de los ingresos medios (en el mundo de-
sarrollado),115 el populismo, la depresión,116 la preocupación ante el futuro, y los
riesgos geopolíticos. Los impactos negativos para el mundo natural incluyen: los
riesgos del CO2 para el clima117 y para los ecosistemas,118 la acidificación de los
océanos, la pérdida de los corales y otros impactos sobre los océanos,119,120,121,122
la deforestación, el descenso de la población de insectos,123,124 el descenso de la
población de aves,125 la extinción de primates,126 el descenso de las poblaciones
de mamíferos (salvajes),127 los plásticos en los océanos,128,129 los microplásticos y
los ftalatos trasladados por medio de la atmósfera,130,131 la pérdida de bosques, y
111
R. Weyler, «Does Human Scale Matter?», Greenpeace, 2018, disponible en:
https://www.greenpeace.org/international/story/15239/does-human-scale-matter.
112
D. Fischer, «EU Parliament on Endocrine-disrupting Compounds: Time to Act», EHN, 2019, disponible en:
https://www.ehn.org/eu-parliament-on-endocrine-disrupting-compounds-act-now-2635005718.html.
113
H. Levine, N. Jørgensen, A. Martino-Andrade, J. Mendiola, et al., «Temporal trends in sperm count: a
systematic review and meta-regression analysis», Hum. Reprod. Update, núm. 23, 2017, pp. 646-659.
114
J. Schewe, J. Heinke, D. Gerten, I. Haddeland et al., «Multimodel assessment of water scarcity under climate
change», PNAS, 111 (2014), pp. 3245-3250.
115
P. Hannon, «Shrinking middle class threatens global growth, stability», The Wall Street Journal, 10 de abril
de 2019.
116
B.H. Hidaka, «Depression as a disease of modernity: explanations for increasing prevalence», Journal of
Affective Disorders, núm. 140, 2012, pp. 205-214.
117
M. Oppenheimer, R. Warren, S. Hallegatte, R.E. Kopp et al., «IPCC reasons for concern regarding climate
change risks», Nature Climate Change, núm. 7, 2017, pp. 28-37.
118
A.D. Saunders, «Large igneous provinces: origin and environmental consequences», Elements, núm. 1,
2005, pp. 259-263.
119
L. Caesar, S. Rahmstorf, A. Robinson, G. Feulner, V. Saba, «Observed fingerprint of a weakening Atlantic
Ocean overturning circulation», Nature, núm. 556, 2018, pp. 191-196.
120
S. Schmidtko, L. Stramma, M. Visbeck, «Decline in global oceanic oxygen content during the past five
decades», Nature, núm. 542, 2017, pp. 335-339.
121
P.D. Ward, Under a green sky: global warming, the mass extinctions of the past, and what they can tell us
about our future, Harper Perennial, 2008.
122
A. Yeo, «Predicting the interaction between the effects of salinity and climate change on crop plants», Scientia
Horticulturae, núm. 78 1998, pp. 159-174.
123
C.A. Hallmann, M. Sorg, E. Jongejans, H. Siepel et al., «More than 75 percent decline over 27 years in total
flying insect biomass in protected areas», PLoS One, núm. 12, 2017.
124
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Biological Conservation, núm. 232, 2019, pp. 8-27.
125
T. Allinson, State of the World’s Birds: Taking the Pulse of the Planet, Birdlife International, 2018, disponible
en: https://www.birdlife.org/sites/default/files/attachments/BL_ReportENG_V11_spreads.pdf.
126
A. Estrada, P.A. Garber, A.B. Rylands, C. Roos et al., «Impending extinction crisis of the world’s primates:
why primates matter», Science Advances, núm. 3, 2017.
127
Y.M. Bar-on, R. Phillips y R. Milo, «The biomass distribution on Earth», Proceedings of the National Academy
of Sciences, núm. 115, 2018, pp. 6506-6511.
128
M. Eriksen, L.C.M. Lebreton, H.S. Carson, M. Thiel, et al., «Plastic pollution in the world’s oceans: more than
5 trillion plastic pieces weighing over 250,000 tons afloat at sea», PLoS One, núm. 9, 2014.
129
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Environmental Toxicology and Chemistry, núm. 33, 2014, pp. 5-10.
130
Jamieson et al., n.d.
131
A. Lenoir, R. Boulay, A. Dejean, A. Touchard, V. Cuvillier-Hot, «Phthalate pollution in an Amazonian
rainforest», Environmental Science and Pollution Research, núm. 23, 2016, pp. 16865-16872.
el riesgo general de una Sexta Extinción Masiva.132,133 Todas las personas que leen
publicaciones como esta son conscientes de los efectos sociales y ecológicos de
la actividad económica “externa” al sistema de precios de mercado. Lo que facilita
y empeora la mayoría de dichos efectos es la energía barata, pero en realidad son
absolutamente inherentes a una economía basada en los combustibles fósiles.
Energía: resumen. El altísimo crecimiento del PIB durante el siglo XX estuvo es-
trechamente relacionado con un consumo también disparado de hidrocarburos fó-
siles. Aun así, la sociedad no reconoce esas conexiones puesto que mezclamos
el coste en dólares de la extracción energética (muy pequeño) con el valor del tra-
bajo (enorme). La energía solo se puede sustituir por
Podemos (por el
otra energía de calidad similar. De manera cada vez
momento) imprimir
más notoria, la tecnología avanzada se logra a base
fácilmente dinero,
de energía, y la mayoría de los avances tecnológicos
pero no podemos
incrementan la demanda futura de energía. Podemos
imprimir energía para
(por el momento) imprimir fácilmente dinero, pero no
darle valor
podemos imprimir energía para darle valor. Tan solo
podemos desarrollar nuevas fuentes o extraer lo que existe con más rapidez, o
aprender a usarlo más eficientemente. Hemos disimulado el descenso ya visible
en las tasas de crecimiento energético y de la calidad de los recursos a base de
recurrir a cantidades apabullantes de crédito. La teoría económica moderna pasa
por alto o subestima la mayoría de estas cuestiones, y otro tanto hacen nuestras
Ensayo
instituciones, políticas y planes. En el futuro, la cantidad, la calidad y el coste de
la energía dictarán qué tipo de sistemas humanos serán posibles. Hasta entonces,
la energía sigue resultándonos invisible.
Síntesis
132
G. Ceballos, P.R. Ehrlich, A.D. Barnosky, A. García, R.M. Pringle, T.M. Palmer, «Accelerated modern human–
induced species losses: entering the sixth mass extinction», Science Advances, núm.1, 2015.
133
G.C. González, R.E. Ornstein, R. Dirzo, «Biological annihilation via the ongoing sixth mass extinction signaled
by vertebrate population losses and declines», Proceedings of the National Academy of Sciences, núm. 114,
2017.
125
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Nathan J. Hagens
petible de los recursos naturales no renovables que han servido de input a las eco-
nomías humanas (petróleo, gas, cobre, etc.). La línea negra representa los merca-
dos financieros (dinero, crédito, etc.) del capital primario subyacente.
Entre los puntos B y C sufrimos una crisis energética en la década de 1970, que
“resolvimos” por medio de: 1) el uso de la deuda para arrastrar el consumo hacia
el presente; y 2) la mundialización y la subcontratación hacia las zonas más bara-
tas de producción. Estos cambios permitieron que continuase el crecimiento eco-
nómico hasta que se dio de bruces con las finanzas convencionales en 2008
(punto C), momento en el cual los bancos centrales y los gobiernos de todo el
mundo se vieron obligados, básicamente, a rediseñar todo el sistema financiero.
Este nuevo paradigma (aún en vigor) implica medidas tales como las garantías
del tipo “demasiado grandes para caer” (too big to fail), las tasas de interés artifi-
Desde 2007 hemos hecho crecer nuestra deuda mundial 3,5 veces más rápido que
nuestras economías, elevando así la ratio de deuda/PIB mundial por encima del
300%.136 La mayoría de los expertos institucionales y analistas son conscientes del
punto D, pero por culpa de la ceguera cultural ante la energía, no suelen ser cons-
cientes de este punto en relación con la línea gris oscuro, o ni siquiera de que haya
una línea gris oscuro. Al final, acabaremos descubriendo que la línea negra (dinero
y crédito) también tiene límites, que en última instancia están relacionados con el
crecimiento que posibilitan la energía y la disponibilidad y coste de los recursos.
Ensayo
confort, estatus, excitación, relajación, etc., todo ello modulado por hormonas, neu-
rotransmisores y señales endocrinas. Para un monje tibetano, este “estado de
confort” podría consistir en estar sentado en silencio todo el día en un banco de
madera, pero para la mayoría de los humanos en la cultura consumista moderna,
lograr dicho estado emocional significa: comer en un restaurante mejor, comprar
un coche mejor, tener aire acondicionado o calefacción, disponer de acceso rápido
a Internet, tener un transporte más rápido, etc. Para la mayoría de la gente estas
preferencias están muy correlacionadas con dispositivos y procesos que requieren
energía. Nuestros antepasados no vivían con Instagram, Fortnight, coches Tesla,
134
F. Salmon, «The Resurgence of Negative-yielding Debt», Axios, 2019, disponible en:
https://www.axios.com/negative-yield-bonds-germany-netherlands-spain-france-257744c2-d9f5-4f79-b2c0-
9963b4ed01a1.html.
135
L. Alderman, «Sizing Up Black Markets and Red-Light Districts for G.D.P.», The New York Times, 9 de julio
de 2014.
136
E. Tiftik, K. Mahmood, S. Gibbs, Global Debt Monitor. Devil in the Details, Institute of International Finance,
15 de enero de 2019, disponible en:
https://www.iif.com/Portals/0/Files/Global%20Debt%20Monitor_January_vf.pdf.
127
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Nathan J. Hagens
2) No te acerques demasiado.
137
N. Hagens, op. cit.
138
S. Ladika, «Technology Addiction», CQ Researcher, CQ Press, 2018, disponible en:
http://library.cqpress.com/cqresearcher/cqresrre2018042000.
139
N. Hagens, «Applying Time to Energy Analysis», The Oil Drum, 13 de diciembre de 2010, disponible en:
http://theoildrum.com/node/7147.
140
I. Penn, «L.A. to Vegas and Back by Electric Car: 8 Hours Driving; 5 More Plugged In», The New York Times,
22 de junio de 2019.
141
N. Hagens & H. Kunz, op. cit.
142
J. Gowdy & L. Krall, op. cit.
143
C.W. Reynolds, «Flocks, herds, and schools: a distributed behavioural model», Computer Graphics, 21(4),
julio de 1987, pp. 25-34.
Así, en una cultura mundial que maximiza el valor del excedente, los cerebros hu-
manos están vinculados al uso de energía por medio de los mandatos “busca el
confort” y “evita el dolor”. En conjunto, las economías humanas requieren potencia
del mismo modo que los animales ingieren alimentos, o los robles generan
Ensayo
hojas.144 La propiedad emergente de 7.000 millones de seres humanos que viven
a diario siguiendo reglas sencillas como estas, es un “Superorganismo” con un
metabolismo de 17 TW.145
Consecuencias
144
H. Odum, Environment, Power, and Society for the Twenty-First Century: The Hierarchy of Energy, Columbia
University Press, Nueva York, 2007.
145
Sigue estando por ver qué impacto tendrán los movimientos contraculturales sobre el Superorganismo.
Hasta ahora, los que rechazan el consumo y el irracional comportamiento convencional apenas han tenido
efecto sobre el uso global de energía o sobre las emisiones de carbono. Con todo, en el contexto de este
artículo, la actividad contracultural también es emergente y puede aún demostrarse útil para redirigir o
contestar al Superorganismo.
129
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Producto Interior Bruto (PIB) → Quema Mundial Bruta (QMB). Las leyes de escala
en la biología siguen el resultado natural y emergente de las redes: en el caso de
los animales, una red de circulación sanguínea que transporta hemoglobina a tra-
vés del “volumen” del organismo. La Ley de Klieber establece que el metabolismo
energético de los animales es proporcional a su masa elevada a ¾.146 Se puede
relacionar el flujo de petróleo a través de las economías modernas con el flujo
sanguíneo en los mamíferos,147 donde las venas y las arterias de la “esfera” hu-
mana serían los nodos mundiales de transporte aéreo, marítimo y por carretera.148
Prácticamente todas las infraestructuras humanas (gasolineras, superficie ocu-
pada por las carreteras, hospitales, etc.) aumentan su escala utilizando relaciones
de alometría biológica similares.149 Las conexiones (las venas en el caso de los
cuerpos, los medios de comunicación sociales, los teléfonos o las autopistas) au-
mentan su escala aproximadamente hasta la mitad del número de nodos al cua-
drado (0,5n2). Cada uno de estos nodos requiere energía para mantenerse y los
nuevos nodos necesitan energía para conectarse. La sociedad humana moderna
puede, por tanto, ser vista como un macroorganismo cuyo metabolismo energético
aumenta hasta el tamaño del PIB mundial elevado a ¾.150,151 Los animales más
grandes –y las economías más grandes– son más eficientes, razón por la cual su
escala no aumenta a razón de 1 a 1.
146
A. Thommen, S. Werner, O. Frank, J. Philipp et al., «Body size-dependent energy storage causes Kleiber’s
law scaling of the metabolic rate in planarians», eLife, 4 de enero de 2019, disponible en:
https://elifesciences.org/articles/38187.
147
M. Marder, T. Patzek, S. Tinker, «Physics, fracking, fuel, and the future», Physics Today, 69 (7), 2016,
disponible en: https://physicstoday.scitation.org/doi/10.1063/PT.3.3236?journalCode=pto&.
148
F. Kleinschroth, N. Laporte, W.F. Laurance, S.J. Goetz, J. Ghazoul, «Road expansion and persistence in
forests of the Congo Basin», Nature Sustainability, núm. 2, 2019, pp. 628-634.
149
G. West, Scale: The Universal Laws of Growth, Innovation, Sustainability, and the Pace of Life in Organisms,
Cities, Economies, and Companies, Penguin Press, Nueva York, 2017.
150
J.H. Brown, W.R. Burnside, A.D. Davidson, J.P. DeLong et al., «Energetic limits to economic growth»,
BioScience, núm. 61, 2011, pp. 19-26.
151
T. Patzek, op. cit.
152
M.K. Heun y P.E. Brockway, «Meeting 2030 primary energy and economic growth goals: Mission
impossible?», Applied Energy, núm. 251, 2019.
miento relativo, pero se debió en gran medida un efecto artificioso debido a que
buena parte del PIB correspondía a valores financieros (virtuales), lo cual implica
un vínculo energía/economía aun más intenso una vez que el sistema financiero
se reajusta.153 Tampoco la evolución a economías “de servicios” ha reducido la es-
trecha relación entre el PIB y la energía.154
Ensayo
volos que prometen el máximo retorno financiero en el menor tiempo posible. En
la actualidad no hay nadie al volante de este autobús de la sociedad, ni los milmi-
llonarios, ni los políticos, ni una cábala secreta.156 Estamos todos atrapados en el
imperativo del crecimiento global, que es inmune a la autocrítica. De la misma
forma que cada hormiga realiza sus tareas para que la colonia crezca, los huma-
nos hemos subcontratado nuestra individualidad a “la nube”, que carece en sí
misma de un cerebro real. Cuantas más personas están implicadas en un proceso
o decisión, más se parecen nuestras decisiones a simples tropismos bacterianos
que inconscientemente tienden a la adquisición de energía. En las escalas más
153
Z. Kovacic, M. Spanò, S.L. Piano, A.H. Sorman, «Finance, energy and the decoupling: an empirical study»,
Journal of Evolutionary Economics, núm. 28, 2018, pp. 565-590.
154
B. Fix, «Dematerialization through services: evaluating the evidence», Biophysical Economics and Resource
Quality, núm. 4, 2019, p. 6.
155
J.D. Ward, P.C. Sutton, A.D. Werner, R. Costanza, S.H. Mohr, C.T. Simmons, «Is Decoupling GDP Growth
from Environmental Impact Possible?», PLoS One, núm. 11, 2016.
156
D.J. White y N.J. Hagens, «The Maximum Power Principle and the Human Superorganism» en The
Bottlenecks of the 21st Century: Essays on the Systems Synthesis of the Human Predicament, autopublicado
en Amazon, 2019, pp. 162-175.
131
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Nathan J. Hagens
157
N. del T.: Referencia al concepto introducido en filosofía por Immanuel Kant.
158
Ibidem.
159
M. Willeit, A. Ganopolski, R. Calov y V. Brovkin, «Mid-Pleistocene transition in glacial cycles explained by
declining CO2 and regolith removal», Sci. Adv., 5 (2019), 10.1126/sciadv.aav7337, eaav7337.
160
D.G. Victor, R. Gerlagh y G. Baiocchi, «Getting serious about categorizing countries», Science, núm. 345,
2014, pp. 34-36.
161
M. Marder, T. Patzek y S. Tinker, op. cit.
162
Esto resulta irónico: la estabilidad climática dio origen a la agricultura humana, la cual dio origen al
Superorganismo, el cual, mediante la industrialización y el Pulso del Carbono, está ahora, a su vez,
desestabilizando el clima.
Ensayo
bebés. En países con un crecimiento demográfico en declive (por ejemplo, Di-
namarca), los gobiernos ahora sufragan propaganda para animar a las parejas
a que se vayan de “vacaciones sexis”.163 Puesto que el sistema económico ac-
tual necesita crecimiento, hace falta que alguien pague los juguetes, los paña-
les, las maestras y las pensiones. Una huelga de nacimientos (improbable)
podría acabar por colapsar los títulos financieros sobre la energía futura. El
clima y la superpoblación son derivaciones conductuales de la propiedad emer-
gente del afán por el PIB en las culturas humanas. Podemos “solucionar” estos
asuntos, pero no sin antes: a) reducir el Superorganismo; b) cambiar su rumbo;
o c) derrocarlo.
163
T. McCoy, «‘Do It for Denmark!’ Campaign Wants Danes to Have More Sex. A Lot More Sex», Washington
Post, 27 de marzo de 2014.
133
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zando menos carbono. Los medios de comunicación que tratan el tema del medio
ambiente han popularizado el discurso de que podemos descarbonizar completa-
mente la economía. Sus proponentes apuntan al hecho de que, desde 2003, más
de veinte países, incluidos los EEUU y el Reino Unido, han reducido los gases de
efecto invernadero al tiempo que sus economías crecían.164 Sin embargo, esa con-
tabilidad pasa por alto que dichas economías han llevado sus manufacturas in-
tensivas en carbono a lugares con mano de obra barata. Solo el sector industrial
chino ya utiliza casi tanta energía como toda la economía de los EEUU,165 país
que ahora importa lo que antes producía.
164
N. Aden, «The Roads to Decoupling: 21 Countries Are Reducing Carbon Emissions While Growing GDP»,
World Resources Institute, 2016, disponible en: https://www.wri.org/blog/2016/04/roads-decoupling-21-
countries-are-reducing-carbon-emissions-while-growing-gdp.
165
Instituto Nacional Chino de Estadística, China Statistical Yearbook 2018, 2018, disponible en:
http://www.stats.gov.cn/tjsj/ndsj/2018/indexeh.htm Accedido 11/08/19].
166
BP Statistical review of world energy, «Energy economics», BP global, 2019, disponible en:
https://www.bp.com/en/global/corporate/energy-economics/statistical-review-of-world-energy.html.
167
Ibídem.
las renovables168 seguirán aumentando, pero solo como parte de una estructura
de mayor tamaño que disipa energía y emite CO2.169,170
Además, entre 1970 y 2010, se estima que la extracción mundial total de recursos
de la Tierra (combustibles, minerales, sales, biomasa, etc.) se multiplicó por 3,2,
pasando de los 22 millones a los 70.000 millones de toneladas.171 Durante el
mismo periodo, el tamaño de la economía mundial, ajustado según la inflación,
Ensayo
se multiplicó por 3,4, de los 18,9 billones a los 65,6 billones de dólares. Por cada
unidad adicional de PIB mundial, se necesita casi una unidad adicional de recursos
naturales. Para mantener la economía en 17 TW, tanto si es intensiva en carbono
como si es neutra con respecto al carbono, seguiríamos necesitando aproxima-
damente 1 kg de minerales y otras materias primas por cada 2 dólares de PIB
mundial. La Física indica que eso no es posible, de modo que habrá que encontrar
las respuestas principalmente en los cambios sociales asociados a la contracción,
no en las innovaciones técnicas que se traducen en crecimiento a largo plazo.
168
Técnicamente, “reconstruibles”: un roble y un ganso son renovables (por medio de las bellotas y los huevos),
pero los paneles solares, las turbinas eólicas, etc. son, como mucho, “replicables”, utilizan una infraestructura
material compleja y son ellos mismos el producto del ejército de 500.000 millones de trabajadores fósiles.
169
R. Heinberg y D. Fridley, Our Renewable Future: Laying the Path for One Hundred Percent Clean Energy,
Post Carbon Institute, 2016, disponible en: https://www.postcarbon.org/publications/our-renewable-future-
laying-the-path-for-one-hundred-percent-clean-energy/.
170
V. Smil, «The long slow rise of solar and wind», Scientific American, núm. 310, 2013, pp. 52-57.
171
Panel Internacional de Recursos del PNUMA, Global Material Flows and Resource Productivity: Assessment
Report for the UNEP International Resource Panel, 2016.
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Podemos ver el crédito como una varita mágica que nos permite gastar más de lo
que ingresamos con la promesa de devolverlo en el futuro. Esto solo funciona bien
cuando nuestra economía crece y existen suficientes recursos por extraer (p.ej.,
en 1950) para permitir que el crecimiento futuro repague esas deudas.
En la fig. 11 se presenta la deuda (en negro) en relación al PIB (en gris) para los
EEUU. Las gráficas de la mayor parte del resto de los países desarrollados pre-
sentan patrones similares de deuda/PIB. Si la deuda pública no hubiera (sim-
plemente) crecido, la economía se habría detenido hace más de una década.
Buena parte del crecimiento reciente de nuestro PIB ha sido consecuencia sim-
plemente de gastar dinero prestado.172 A nivel mundial, esta “productividad de la
deuda” (crecimiento económico en relación al crecimiento de la deuda) se ha re-
ducido en la actualidad hasta apenas unos 30 centavos por cada dólar. En caso
de que esta ratio se redujese a cero, estaríamos añadiendo deuda simplemente
para mantener una economía del mismo tamaño. Hemos aumentado nuestro
pasivo más rápido de lo que hemos hecho crecer nuestras economías, porque
teníamos que hacerlo. Aunque a nivel mundial es peligroso e insostenible echar
mano de nuestra varita mágica del crédito, el Superorganismo necesita que lo
intentemos.
Por ejemplo, la gran cantidad de crédito creada por China desde la Gran Crisis
Financiera aumentó la demanda (y los precios) de los productos básicos y la ener-
gía a nivel mundial. La economía china actual es muy grande –aproximadamente
13 billones de dólares–, pero ha creado alrededor de 55 billones de crédito para
mantener su consumo actual. Cuando el crecimiento se detenga –lo cual es ine-
172
T. Coogan, «Gundlach: GDP Would Be Negative If Not for Government Borrowing», The Sounding Line,
2019, disponible en: https://thesoundingline.com/gundlach-gdp-would-be-negative-if-not-for-government-
borrowing/.
Ensayo
causado por el hecho de que mucha gente ya no puede permitirse cosas básicas
(la inflación sigue existiendo, pero sobre todo en la sanidad, la educación, los bie-
nes inmuebles y los activos financieros).174 Los bonos mundiales que tienen tasas
de interés negativas (algo inimaginable en el pasado) suman un total de 14 billones
de dólares y siguen aumentando. En Escandinavia, una hipoteca puede tener
ahora una tasa de interés inferior a cero.175 Este abaratamiento del capital, que ha
animado a muchas personas a pedir préstamos sobre sus casas, también está
deteriorando las tasas de rentabilidad para los ahorradores, y plantea riesgos sig-
nificativos para los fondos de pensiones, ya que dependen de rendimientos anua-
les del orden del 7-8%.
173
T. Coogan, «Kyle Bass: China Will Have Trillions of Dollars of Defaults in Next Recession», The Sounding
Line, 2019, disponible en: https://thesoundingline.com/kyle-bass-china-will-have-trillions-of-dollars-of-
defaults-in-next-recession/.
174
N. Irwin, «Welcome to the Everything Boom, or Maybe the Everything Bubble», The New York Times, 7 de
julio de 2014.
175
Ibídem.
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Oímos hablar cada vez más de los riesgos que comporta el cambio climático para
los seguros, y para los futuros financieros. El director de la Comisión de Contra-
tación de Futuros de Mercancías (CFTC por sus siglas en inglés) del Gobierno de
los EEUU176 afirmó recientemente: «Es evidente que el cambio climático entraña
un riesgo para la estabilidad del sistema financiero».177
176
N. del T.: La Commodity Futures Trading Commission fue creada en 1974 y regula el mercado de productos
financieros derivados (futuros, swaps y algunos tipos de opciones).
177
R. Behnam, «Opening Statement of Commissioner Rostin Behnam Before the Market Risk Advisory
Committee», U.S. Commodity Futures Trading Commission, 2019, disponible en:
https://www.cftc.gov/PressRoom/SpeechesTestimony/behnamstatement061219.
178
U.S. Bureau of Labor Statistics, op. cit.
179
D. Shin, D. Brancaccio, «Ray Dalio Discusses the Anatomy of the Debt Cycle», Marketplace, 2018, disponible
en: https://www.marketplace.org/2018/09/25/dalio-debt-cycle/.
180
P. McCulley, «The Shadow Banking System and Hyman Minsky’s Economic Journey», CFA Institute, 2009,
disponible en: https://www.cfainstitute.org/en/research/foundation/2009/the-shadow-banking-system-and-
hyman-minskys-economic-journey.
La gran simplificación
Ensayo
la dinámica de mercado del Superorganismo solo puede “ver” y moverse hacia el
punto Y. No es capaz de ver el riesgo de Z (un punto de aterrizaje brusco si hemos
dejado de usar el crédito para alimentar el crecimiento), ni de diseñar un plan a largo
plazo para un rendimiento energético entorno al punto F.
Partiendo de este análisis, actualmente resulta probable una reducción del PIB en
las economías avanzadas: 1) cuando no podamos acceder más al consumo a
base de añadir crédito; y 2) con un cambio hacia una energía y unas materias pri-
mas de peor calidad y más caras. En el siglo XX se registró un incremento de la
calidad energética y un descenso de los precios de la energía. Junto con una parte
de la mejor energía fósil que quede, sin duda podríamos utilizar energía renovable
intermitente de tal modo que pudiese alimentar una gran civilización humana, pero
181
D. Graeber, Debt, Melville House, Nueva York, 2011.
182
La línea punteada gris claro indica que la capacidad de carga futura de los flujos sostenibles es menor de
lo que solía ser y se reduce año tras año debido a la contaminación humana y a nuestro impacto en los
sistemas naturales.
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Trampas sociales
Muchos de los retos que tenemos por delante aparecen como trampas sociales
clásicas, en las que las presiones sociales a corto plazo guían el comportamiento
individual en sentido opuesto al mejor interés individual y social a largo plazo.183
Desde el punto de vista cognitivo, las consecuencias de lo que se presenta en
este ensayo son comprensibles para la mayoría de las personas versadas en estos
temas, pero desde una perspectiva conductual siguen siendo casi una tormenta
perfecta para que el cerebro humano las ignore o las rechace: los temas son com-
plejos y abstractos, se refieren al futuro, constituyen una amenaza para políticos
y empresarios, son difíciles de solucionar, son prácticamente ignorados por los di-
rigentes sociales y, además, son deprimentes. Así es que, normalmente, las des-
cripciones de nuestra realidad biofísica se reciben con negación o nihilismo.
183
R. Costanza, «Social Traps and Environmental Policy», BioScience, 37 (6), junio de 1987, pp. 407–412,
1987.
Discusión final
«Los principales problemas del mundo son fruto de la diferencia entre el modo en que
funciona la naturaleza y el modo en que piensan las personas».
Gregory Bateson
Ensayo
«Cuando un sistema está alejado del equilibrio, unas pequeñas islas de coherencia tie-
nen la capacidad de transformar todo el sistema».
Ilya Prigogine
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• Votar masivamente a favor de dejar bajo tierra los compuestos de carbono que
aún quedan.
• Que los dirigentes acepten un final del crecimiento o que se preparen para ello
antes de que suceda.
Para evitar el pago de la deuda social que hemos amasado a lo largo de las pa-
sadas décadas, tendemos a chutar el balón hacia adelante, con más garantías fi-
nancieras, relatos y cambios normativos, todo ello de un modo cada vez menos
sostenible. Con el telón de fondo del Superorganismo podríamos formular algunas
predicciones:
• A medida que cada vez más personas vayan reconociendo que la energía es la
que sostiene nuestros futuros, presenciaremos más planes centrados en la ener-
gía bruta en lugar de en su contribución neta a la sociedad. Se promoverán nu-
merosas tecnologías que serán viables, aunque no sean realmente útiles,
asequibles ni escalables.
• Continuaremos creando dinero y crédito a la espera de que su abundancia nos
permita superar los problemas físicos mundiales, hasta que el dinero y el crédito
también alcancen sus límites (prestamistas que no sean solventes, intereses de-
masiado altos como porcentaje del crecimiento, precipicios fiscales,184 etc.).
• Para evitar la inestabilidad social, remediaremos la desigualdad en la distribución
de la riqueza por medio de programas como la Renta Básica Universal (si tales
“trasferencias de riqueza” son directas, estabilizarán la sociedad, pero, por otro
lado, permitirán acceder a más carbono ya que convierten dígitos bancarios en
consumo de recursos y energía; o sea, es bueno para los seres humanos con
bajos ingresos, pero malo para los delfines). (Estas trasferencias también podrían
ser indirectas, por ejemplo, por medio de la restauración de los ecosistemas, de
infraestructura pública local, etc.)
• Por todo el mundo, a medida que las perspectivas económicas se vayan dete-
riorando, la gente promoverá la cohesión grupal mediante la culpabilización de
los exogrupos y crecerá la tendencia a votar a líderes que prometan mejores fu-
turos económicos o que las cosas volverán a ser como antes (lo que está rela-
184
N. del T.: En inglés el término macroeconómico fiscal cliff se utiliza para referirse a la combinación de un
aumento significativo de impuestos con una drástica reducción de los gastos públicos de un gobierno, que
tendría como consecuencia una caída del PIB y, por tanto, una recesión. Esta situación se dio por ejemplo,
en EEUU en enero de 2013, cuando una serie de leyes que habían sido aprobadas con anterioridad iban a
entrar en vigor simultáneamente. El desastre se evitó en el último momento gracias a una ley ad hoc
aprobada por el presidente Barack Obama.
cionado con más crecimiento económico, que a su vez está relacionado con la
energía, que a su vez está relacionada con el carbono). Trump, Bolsonaro, Sal-
vini, LePen, Morrison, etc. son ejemplos recientes de esta tendencia (en esta
lista solo aparecen nombres de políticos conservadores, pero la mayoría de los
progresistas también prometen “mejores futuros económicos”.)
• Tal y como ilustran los casos de los EEUU y Brasil, una de las pocas fórmulas
económicas que quedan para seguir chutando el balón hacia adelante es la des-
regulación y la eliminación de la protección del medio ambiente. A medida que
la economía empeore, las iniciativas medioambientales (por ejemplo, la mitiga-
ción del cambio climático) se volverán más impopulares, no porque la gente se
vuelva negacionista o se preocupe menos, sino porque tendrán menor margen
financiero y emocional para apoyarlas.
• Como sistema económico mundializado que somos, haremos probablemente lo
que haga falta para seguir posponiendo las acciones necesarias. Estamos atra-
pados en una espiral de crecimiento, límites al crecimiento, respuesta a los lími-
tes, más crecimiento, más límites, más respuesta.
Ensayo
a) la creación de moneda sin vinculación a los recursos físicos;
b) la falta de creación del “interés” debido cuando se crea el dinero; y
c) el aumento en el uso de métodos financieros para resolver problemas creados
por las finanzas.
La humanidad, como especie, en torno al año 2020 de nuestra era, está funcio-
nando a nivel ecológico como una estructura sin mente y disipadora de energía.
Podríamos resolverlo, pero ¿lo acabaremos haciendo? Los acontecimientos de
las próximas décadas abrirán oportunidades culturales que llevaban tiempo con-
geladas, pero esto se producirá paso a paso. Es poco probable que resolvamos
nuestros problemas medioambientales por la vía de nuevas reglas y nuevas es-
tructuras de precios, al tiempo que mantenemos a raya los riesgos del crédito, de
los límites del crecimiento, de la cohesión social y del populismo. Lo más seguro
es que tengamos que solucionar los problemas sociales y financieros primero,
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antes de que podamos integrar asuntos de más largo plazo, relativos a los eco-
sistemas y a unas aspiraciones culturales más benévolas.
Sin darnos cuenta, los seres humanos nos hemos visto atrapados en la “trampa
del carbono”, por la cual, para mantener nuestros estilos de vida y nuestra exis-
tencia, tenemos que seguir quemando el carbono antiguo que está destruyendo
inexorablemente el mundo natural. No hay nadie a quien echar la culpa por esta
trampa, sino que somos todos cómplices. Tenemos que retirar nuestros ejércitos
fósiles de alrededor de 500.000 millones de efectivos, pero si realmente lo hicié-
ramos, transformaríamos nuestro estilo de vida de una manera que probablemente
nos negaríamos a aceptar.
Finalmente, del mismo modo que descubrimos que vivimos en un mundo helio-
céntrico y que somos fruto de la evolución, ahora empezamos a ver que somos
partes de un superorganismo biológicamente emergente que está, en la práctica,
devorando el planeta. Si somos capaces de entenderlo, ¿qué nuevos caminos
puede abrir este hecho? Nuestra biología no va a cambiar, pero nuestra cultura y
nuestro sistema económico podrían hacerlo. ¿Cómo vamos a hacer para aprove-
char la siguiente recalibración financiero-energética para avanzar hacia un sistema
más lento, más sabio y menos dañino? ¿Qué tipos de respuestas serían benefi-
ciosas? ¿Qué clase de nuevos relatos necesitamos?
Recientemente, en los medios de comunicación que tratan el tema del medio am-
biente se está dando una tendencia a afirmar que el cambio climático es el princi-
pal riesgo al que se enfrenta la civilización. Uno de los puntos expuestos por el
presente ensayo consiste en indicar que el cambio climático es un síntoma más
de una disfunción mucho mayor. Los múltiples riesgos relacionados entre sí apun-
1) Las sociedades tienen que prepararse en los terrenos físico y psicológico para
un contexto de menos crédito, menos complejidad y menos disponibilidad de
energía y materiales, y van a necesitar infraestructuras de apoyo social para
quienes vayan perdiendo su sostén; y
2) Necesitamos un plan basado en la ciencia que describa cómo podría surgir de
esta Gran Simplificación un nuevo sistema económico a partir de la realidad
biofísica: por ejemplo, con impuestos a lo no-renovable (no solo al carbono,
sino también a otros recursos en rápido proceso de agotamiento), una reducción
del papel de las finanzas de casino, ingresos máximos y mínimos, etc., todo
ello adaptado a una visión a nivel de especie. Esta es la pequeña hendidura en
la armadura del Superorganismo. Es aquí adonde debería apuntar la flecha de
las ideas económicas heterodoxas y la agenda de investigación de la Economía
Ecológica (y de Sistemas) en los próximos 30 años.
Ensayo
ahora ante el dilema de adaptarse o morir. Nos enfrentamos a un reto complejo:
evitar “morir”, a base de “adaptarnos”, es decir mediante la realización de cambios
profundos. Estos cambios conllevarán un “reacoplamiento” con la naturaleza y con
nuestros semejantes, al tiempo que usamos menos recursos no renovables. Físi-
camente es posible. Por ejemplo, una caída del 30% del PIB en los EEUU llevaría
al país de vuelta al nivel de PIB per cápita de 1990, y una caída del 50%, al nivel
de 1973.
185
L. Kemp, «Are We on the Road to Civilisation Collapse?», BBC - Future, 2019, disponible en
http://www.bbc.com/future/story/20190218-are-we-on-the-road-to-civilisation-collapse.
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de minimizar nuestro impacto personal, que solo nos convierte en una parte más
pequeña del Superorganismo (<1 entre 8.000 millones). Quienes lo comprendan
tienen que ser efectivos a escalas mayores. Tenemos que maximizar nuestro im-
pacto durante esta época liminar del Homo sapiens. Las respuestas tienen que
ser ahora al menos tan sociales como técnicas.
Conclusión
¿Cómo podemos cuidar los ecosistemas y las especies, al mismo tiempo que el
gran acervo de cultura y conocimientos humanos, de tal modo que puedan, hasta
donde sea posible, sobrevivir a los cuellos de botella del siglo XXI? ¿En qué po-
demos aspirar a convertirnos, realmente, como especie? ¿Podemos utilizar la
ciencia como guía para alcanzar, desde una ligera inteligencia, una moderada sa-
biduría? ¿Podemos aprovechar nuestros circuitos neurológicos especializados en
la cooperación grupal de tal manera que nos movilicemos con otra finalidad que
no sea la de convertir billones de barriles de fósiles en microlitros de dopamina?
¿Qué clase de economía nos ayudará a plantear estas preguntas, a investigar al
respecto y a documentarlas?
Ensayo
ros. Durante los próximos 30 años, la Economía Ecológica debe convertirse no
solo en la portadora de la antorcha de la economía sistémica sino en la partera de
una llama más pequeña.
———————
186
G. Plumecocq, «The second generation of ecological economics: How far has the apple fallen from the
tree?», Ecol. Econ., 107 (2014), pp. 457-468, 10.1016/j.ecolecon.2014.09.020.
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ley, Scott Endler, Sam Carmalt, Carley Rosefelt y otras personas de las que pro-
bablemente me olvido. Gracias a las tres personas anónimas que lo revisaron por
sus numerosas y útiles críticas y observaciones.
Nathan J. Hagens es director del Institute for the Study of Energy and Our Future.