Teorico Merleau-Ponty 2022
Teorico Merleau-Ponty 2022
Teorico Merleau-Ponty 2022
Teórico N° 11
Temas de estudio
semejante a un reloj. (Dejamos aquí de lado, claro está, la cuestión del compuesto alma-
cuerpo que ya tratamos, y que da cuenta de que el cuerpo viviente siempre se resiste a
encuadrarse en esta definición objetiva o residual. En toda la historia de la filosofía,
paralelamente a la tradición dualista hegemónica o más bien en su mismo interior, hay
otros pensamientos alternativos acerca del cuerpo viviente; lo vimos en Aristóteles, en
Descartes, lo podríamos ver en Spinoza, en la tercera crítica de Kant, etc. etc.).
no quise decir que [estos nuevos pensamientos] negaban el valor de la ciencia, ya sea
como instrumento del desarrollo técnico o como escuela de exactitud y veracidad. La
ciencia fue y sigue siendo el campo donde debe aprenderse lo que es una verificación,
lo que es una investigación escrupulosa, lo que es la crítica de uno mismo y de sus
propios prejuicios. Bueno era que se esperara todo de ella en un tiempo en que aún no
existía. Pero la cuestión que el pensamiento moderno plantea a su respecto no está
destinada a impugnarle la existencia o a cerrarle ningún campo. Se trata de saber si la
ciencia ofrece u ofrecerá una representación del mundo que sea completa, que se baste,
que de algún modo, se cierre sobre sí misma de tal manera que no tengamos ya que
preguntarnos ninguna cuestión válida más allá. No se trata de negar o limitar la
ciencia; se trata de saber si ella tiene el derecho de negar o excluir como ilusorias
todas las búsquedas que no proceden, como ella, por medidas, comparaciones y que no
concluyen con leyes tales como las de la física clásica, encadenando tales
consecuencias a tales condiciones. No sólo esta cuestión no señala ninguna hostilidad
respecto de la ciencia sino que incluso es la misma ciencia la que, en sus desarrollos
más recientes, nos obliga a plantearla y a responderla negativamente.
4
Será preciso despertar la experiencia del mundo tal como se nos aparece en cuanto
somos-del-mundo por nuestro cuerpo, … tomar así nuevo contacto con el cuerpo y con
el mundo. … Aprender de nuevo a sentir nuestro cuerpo, reencontrar bajo el saber
objetivo y distante del cuerpo ese otro saber que tenemos de él, porque está siempre
con nosotros y porque somos cuerpo (Fenomenología de la percepción, p. 222)1
1
Esto, como decía, no significa simplemente negar el dualismo alma-cuerpo. De hecho, en su primera
obra, La estructura del comportamiento, Merleau-Ponty decía que “hay una cierta verdad del dualismo”:
La conciencia descubre [...] en particular durante la enfermedad, una resistencia del cuerpo propio.
Puesto que una herida en los ojos basta para suprimir la visión, es que vemos entonces a través del
cuerpo. Puesto que una enfermedad basta para modificar el mundo fenoménico, es entonces que el
cuerpo hace pantalla entre nosotros y las cosas. [Es decir: el cuerpo parece en algunos casos
interponerse entre mi conciencia perceptiva y las cosas, como una cosa más. En estos casos, parece que]
nos vemos obligados a renunciar a la imagen que la experiencia directa nos da de él. El cuerpo
fenoménico con las determinaciones humanas que permitían a la conciencia no distinguirse de él, va a
pasar a la condición de apariencia; el "cuerpo real" será aquel que la anatomía o más generalmente los
métodos de análisis aislante nos hacen conocer: un conjunto de órganos del que no tenemos ninguna
noción en la experiencia inmediata y que interponen entre las cosas y nosotros sus mecanismos, sus
poderes desconocidos. [...] Nuestro cuerpo no siempre tiene sentido, y por otra parte, nuestros
pensamientos, en la timidez, por ejemplo, no siempre encuentran en él la plenitud de su expresión vital.
En estos casos de desintegración, el alma y el cuerpo son aparentemente distintos, y ésta es la verdad del
dualismo. [...] La "dualidad [...] está en principio fundada [...]. Pero no es una dualidad de sustancias, o
en otros términos, las nociones del alma y el cuerpo deben ser relativizadas. [...] El alma, si no dispone
de ningún medio de expresión -habría que decir más bien: de ningún medio de realizarse- deja pronto de
ser aquello que sea, deja en particular de ser el alma [...]; el cuerpo que pierde su sentido [es decir, su
ser "expresión" o "realización" de una subjetividad] deja pronto de ser cuerpo viviente para recaer en la
condición de masa físico-química, sólo llega al sin-sentido al morir. Los dos términos nunca pueden
distinguirse absolutamente sin dejar de ser; su conexión empírica está fundada, pues, sobre la operación
que instala un sentido en un fragmento de materia, y en ella lo hace habitar, aparecer, ser. Al volver a
esta estructura como a la realidad fundamental, hacemos comprender a la vez la distinción y la unión del
alma y el cuerpo. (La estructura del comportamiento, tr. E. Alonso, Hachette, Buenos Aires, 1976, pp.
264, 290, 291)
5
Ahora bien, entender lo mental como algo relativo al cuerpo no significa para
Merleau-Ponty entender las funciones intelectuales como funciones cerebrales, ya que
se trata de redefinir también lo que es el cuerpo más allá de cómo lo conciben las
ciencias del cuerpo, ciencias que derivan o son solidarias en última instancia del
6
paradigma cartesiano que entiende que el cuerpo no es sujeto, sino que es un objeto que
tiene que ser explicado de acuerdo con los términos propios de cualquier explicación
objetiva -para Descartes básicamente tomados de la física, es decir, en términos
mecánicos-. Este es un tema que vamos a ver luego más puntualmente al comentar La
fenomenología de la percepción, en el capítulo que se titula “El cuerpo y la fisiología
mecanicista”.
Husserl en los manuscritos de los años ‘30, fundando incluso la conciencia de objetos
en un tipo de intencionalidad más originaria que no apunta a objetos sino a proto-
objetos, como pueden ser el alimento o el “objeto” erótico. Estos no serían estrictamente
cosas frente a nosotros, sino que señalan una relación mucho más estrecha entre el
"sujeto" y el "objeto". Cuando Merleau-Ponty menciona en sus obras algunos de estos
temas husserlianos, muchos pensaron que atribuía a Husserl sus propias ideas, ya que
estos textos eran muy poco conocidos. Pero cuando fueron publicados, Merleau-Ponty
pudo ser reconocido al menos por algunos comentadores como un buen exégeta y
continuador del último Husserl, sólo que nadie reconocía previamente el Husserl del
que él hablaba.
producciones no filosóficas. Es algo que vamos a ver operando en el uso que hace de
desarrollos científicos en la Fenomenología de la percepción, que según él mismo dice,
van en sus resultados más allá de los presupuestos ontológicos que todavía mantienen
sin cuestionar.
el espíritu y dos libros de filosofía política, en gran medida marcados por las
circunstancias políticas del momento, además de un gran volumen de notas de los
cursos que dictó en La Sorbonne y el Collège de France.
2
La fuente de de estos datos biográficos es Claude Lefort, “Maurice Merleau-Ponty” en M. Merleau-
Ponty, Oeuvres, París, Gallimard, 2010; acerca de la situación de la filosofía de Merleau-Ponty respecto
del dualismo alma-cuerpo, así como acerca de su filosofía de la percepción, puede consultarse mi libro
publicado en Ed. Rhesis, Maurice Merleau-Ponty. Filosofía, corporalidad y percepción, que está subido
al campus virtual o lo encuentran para descargar on line en academia.edu.
14
hacer en estas obras siguientes sería dar cuenta de las demás dimensiones de la
experiencia como modos de la experiencia corporal, mostrar el fundamento sensible del
sentido lingüístico y el concepto. Esto significaría entender el lenguaje como un modo
del comportamiento corporal y entender lo intelectual en sentido más propio como algo
del cuerpo. Y hacer esto sin caer en un análisis meramente fisiológico, sino
comprendiendo el cuerpo en términos de comportamiento corporal, que es la clave, para
Merleau-Ponty, de lo que Husserl llamaba “el cuerpo vivido”: una idea central de
Merleau-Ponty es que nos vivimos corporalmente en función de lo que sentimos que
podemos hacer, o dicho de otro modo, que nuestra propiocepción es en buena medida
deudora de disposiciones o capacidades de acción que proceden de habitualidades
sedimentadas de movimiento.
Como ven, no hice una línea cronológica que represente la evolución intelectual
o la producción bibliográfica de Merleau-Ponty, sino que más bien enumeré
desordenadamente una serie muy diversa de circunstancias, de autores, de temas, de
escuelas filosóficas, de disciplinas incluso no filosóficas que atraviesan la reflexión
16
Después del Prólogo viene la Introducción, que es tan larga como cualquiera de
las tres partes que siguen, por lo que deben tener cuidado y no confundirla con la
Primera Parte. Se llama “Los prejuicios clásicos y el retorno a los fenómenos”. Es un
recorrido por algunos conceptos claves de filosofías modernas de la percepción, vistos
17
como prejuicios que no sirven para describir la experiencia tal como es vivida. Entre
ellos, el primero es el concepto de sensación. Critica la idea empirista de sensación
como elemento simple y atómico que correspondería a lo inmediatamente percibido.
Cuando vimos Hume mencionamos esto. En la Segunda Parte del Libro I del Tratado de
la naturaleza humana Hume toma como ejemplo de sensación simple el siguiente:
dibujemos un punto en un papel, alejémonos de él y, en el momento justo antes de dejar
de percibir el punto, eso que percibimos es una sensación simple. Merleau-Ponty dice
que la sensación simple no es nada de lo que podamos tener experiencia: es la mayor
abstracción, lejos de ser una experiencia inmediata. Nunca percibimos sensaciones
simples, sino que siempre captamos estructuras, relaciones, configuraciones o
Gestalten, y los términos sólo se definen por el modo en que estén relacionados con los
otros. Percibir un punto, dice Merleau-Ponty, no es percibir por sí mismo un elemento
simple, atómico y aislado, sino que es percibir una diferencia con el fondo. Es percibir
ya un tipo de estructura, de modo que el ejemplo de Hume no ilustra lo que pretende
ilustrar. Merleau-Ponty, entonces, empieza criticando la definición otorgada a estos
términos clásicos de las gnoseologías modernas como la sensación, el juicio, la atención
y otros, apelando al regreso a los fenómenos tal como se dan, en tono husserliano. No
sólo critica a las gnoseologías empiristas, sino también a las "intelectualistas", de tipo
cartesiano o kantiano por ejemplo, ya que en su visión ambas tienen una visión
deficitaria o empobrecida de la sensibilidad, lo que las lleva a postular alguna función
intelectual de asociación o de síntesis que complemente los datos de los sentidos. Las
dos vertientes aparentemente opuestas, entonces, serían en realidad solidarias. Merleau-
Ponty va a apostar en cambio a redescubrir las capacidades de la sensibilidad -entendida
ya en términos concretamente corporales- para mostrar que ya a ese nivel hay modos
particulares (no intelectuales) de "hacer sentido", de percibir y de habitar entornos
significativos. En la Primera Parte, titulada "El cuerpo" (que es la parte que vamos a
leer) va a plantear que, entendiendo el cuerpo de modo distinto a su deficitaria
definición mecanicista, el cuerpo puede ser visto por sí mismo como sujeto de la
percepción, como cuerpo consciente o percipiente. La Segunda Parte se llama “El
mundo percibido” y debería corresponder, de acuerdo a su título, con el análisis del
correlato noemático del cuerpo que percibe (cuestión de la Parte I), si bien la
propiocepción corporal -el modo en que vivimos nuestro cuerpo, o que el cuerpo se
experimenta a sí mismo- está imbricada para Merleau-Ponty con la percepción del
18
Los dos primeros capítulos de la primera parte del libro se refieren a lo que
podríamos llamar “la propiocepción”, aunque a Merleau-Ponty no le gustaba mucho
usar esta palabra porque ya está cargada teóricamente. Se refiere al modo en que nos
vivimos a nosotros mismos corporalmente. Estas secciones podrían ser vistas como una
especie de enriquecimiento de los análisis del Husserl acerca del cuerpo vivido, el Leib,
enriquecimiento del análisis que se hace integrando muchos otros elementos tomados
especialmente de psicólogos y neurólogos. Como él va a decir que nuestra
propiocepción está en correlación directa con la percepción del mundo, es decir, que nos
percibimos a nosotros mismos como un sistema de acciones posibles en un entorno que
es percibido como correlato de esas acciones posibles, entonces la teoría del cuerpo
esboza ya por sí misma una teoría de la percepción ("Tengo conciencia del mundo por
medio de mi cuerpo, y de mi cuerpo por medio del mundo", dice Merleau-Ponty).
La Primera Parte inicia con un Preámbulo que tiene unas 4 páginas. Ese
Preámbulo plantea el problema de cómo dar cuenta de la percepción sin perder de vista
la relación inseparable de sujeto-objeto que la caracteriza. Dar cuenta de la percepción
consistiría en dar cuenta de que la cosa se me da desde una perspectiva (es decir que la
cosa es "para mí"), pero esa cosa a la vez no se limita a la perspectiva que me ofrece a
mí, sino que la cosa se me da como "en sí", es decir, como una cosa completa que tiene
una excedencia y una trascendencia respecto de mi percepción de ella. Para dar cuenta
de la percepción hay que dar cuenta entonces de esta situación un tanto paradójica, que
describimos en términos de perspectivas y de horizontes. Pero es muy difícil mantenerse
en ese punto tan inestable de análisis donde la cosa se me da desde una perspectiva
(factor subjetivo) pero siendo más de lo que actualmente veo, trascendiéndome (factor
19
objetivo). En vez de mantenernos en ese filo, tan difícil de mantener en vista, en nuestra
descripción filosófica de la percepción, es muy probable que la descripción o la teoría se
incline o se "caiga" para el lado del sujeto o para el lado del objeto. Podemos pensar que
el punto de vista desde el cual la cosa se me da es un punto de vista en el espacio, en el
mismo espacio en el cual está la cosa misma; podemos considerar que el punto de vista
es un lugar más dentro del espacio objetivo. Pero al hacer esto, estamos suponiendo un
punto de vista ubicuo, es decir, un espacio visto desde todos lados o desde ningún lado,
lo que es en realidad un borramiento del punto de vista o del sujeto. Esta opción
correspondería a un "objetivismo" que olvida el hecho de que todo siempre se me da
desde una perspectiva, desde un "punto de vista" subjetivo que no es un lugar más como
cualquier otro lugar del espacio. Por otro lado, puedo inclinarme para el lado del sujeto
y pasar entonces a la opción de una filosofía de tipo trascendental, hablando entonces en
términos de una conciencia constituyente, sobredimensionando el hecho de que la cosa
se da como en sí solamente para mí y pensando que yo constituyo -en sentido fuerte- la
cosa. Puedo pensar que esos lados que yo no veo de la cosa, que la hacen trascendente,
pero que se me dan con los que se me presentan, son por ejemplo una proyección o una
construcción del sujeto, un producto de su memoria, o de su imaginación o de su
actividad sintética intelectual. En este sentido, con este subjetivismo, yo nuevamente
pierdo de vista esta relación del sujeto y el objeto que es la percepción, para hacer del
objeto una construcción del sujeto.
Para no caer en ninguno de estos dos lados sesgados del análisis, dice Merleau-
Ponty, vamos a examinar cómo se nos da o cómo se experimenta el mundo partiendo
precisamente de aquello que es el punto de vista desde el cual el mundo se nos da, que
es el cuerpo. El Preámbulo termina diciendo: “No podemos permanecer en esta
alternativa de no comprender nada acerca del sujeto o no comprender nada acerca del
objeto.” Al dar cuenta solamente de que la cosa se nos da como en-sí, es decir, teniendo
más lados de los que actualmente veo y trascendiéndome, puedo perder de vista el
sujeto y pasar a considerarlo como parte de un mismo ser en sí independiente de
cualquier sujeto. Al dar cuenta del ser de la cosa como solamente siendo para mí,
podemos pasar a la tesis de un sujeto constituyente y perdemos de vista la trascendencia
del objeto. Continúa diciendo:
20
Si nos vemos obligados a encontrar detrás del mismo [del pensamiento objetivo] a la
experiencia, no será más que motivados por sus propios apuros. Considerémoslo, pues,
operando en la constitución de nuestro propio cuerpo como objeto, ya que tenemos
aquí un punto decisivo de la génesis del mundo objetivo.
Y como la génesis del cuerpo objetivo no es más que un momento en la constitución del
objeto, el cuerpo al retirarse del mundo objetivo, arrastrará los hilos intencionales que
lo vinculan a su contexto inmediato y nos revelará, finalmente, tanto al sujeto perceptor
como al mundo percibido.
La definición del objeto es, según vimos, que existen partes extra partes, y, por lo tanto,
no admite entre sus partes, o entre él y los demás objetos, más que relaciones exteriores
y mecánicas, ya sea en el sentido estricto de un movimiento recibido y transmitido, ya
sea en el sentido lato de una relación de función a variable3. Si se quería insertar el
organismo en el universo de los objetos y cerrar con él a ese universo, se precisaba
traducir el funcionamiento del cuerpo en el lenguaje del en-sí y descubrir bajo el
comportamiento la dependencia lineal del estímulo y del receptor, del receptor y del
Empfinder.
estímulo y respuesta. En los términos cartesianos más básicos esto significaba que el
movimiento de partículas que viene del exterior del cuerpo afecta a nuestros órganos
sensibles, se transmite como tracción del nervio hacia el cerebro y luego hay un circuito
de respuesta eferente, que, en el caso de Descartes, pasa por insuflar espíritus animales -
partículas microscópicas-. Esos espíritus animales llenan el cerebro y luego inflan los
músculos de acuerdo a qué poros de la glándula pineal se abren por la tracción de los
nervios. Es un circuito puramente mecánico que se explica totalmente en función de la
transmisión causal del movimiento. De esa manera "se cierra el mundo sobre sí mismo"4
incluyendo al cuerpo como una parte más, o como una máquina más engranada en esta
gran máquina universal. Según Merleau-Ponty, aun con mucha mayor complejidad que
el sistema cartesiano recién descripto, la anatomofisiología posterior se habría
desarrollado sobre la base de un modelo mecánico y causal de explicación del cuerpo.
En el caso de Descartes, esto significaba directamente una reducción de lo biológico a
lo físico, y es claro que en los siglos posteriores esto se complejizaría muchísimo, ya
que el funcionamiento nervioso sería explicado en términos químicos y eléctricos,
aspectos que Descartes no consideraba. Pero Merleau-Ponty dice aquí que básicamente
la anatomofisiología moderna surgió de este intento de estudiar el cuerpo como un
conglomerado de partes de una máquina (anatomía) que después tienen un
funcionamiento (fisiología) fijo acorde a su morfología, y que se basa en ese paradigma
mecanicista, aun si las explicaciones se complejizarían muchísimo en los siglos
posteriores a Descartes.
Ahora bien, Merleau-Ponty va a decir en estas primeras tres páginas que en los
estudios de su época los resultados neurofisiológicos ya muestran que el cuerpo excede
este modelo explicativo mecanicista que está a su base. ¿Por qué? Merleau-Ponty
resume y combina varias tesis y ejemplos que él desarrolló y expuso mucho más
ordenada y largamente en La estructura del comportamiento, su obra anterior. En
función de la claridad -y en detrimento del detalle y la complejidad- voy a resumir las
conclusiones de estas primeras páginas del cap. 1 en cuatro puntos que después ustedes
van a ver expuestos de manera no tan ordenada pero sí mucho más detallada en el texto.
4
Puede entenderse que cuando Merleau-Ponty dice que de este modo “el mundo se cierra sobre sí
mismo” quiere decir concretamente que se da de él una concepción “sin ningún agujero subjetivo”, es un
mundo “en sí”, como no percibido desde ningún punto de vista o percibido desde todo punto de vista
(ambas opciones equivalen para Merleau-Ponty a decir: un mundo no percibido por nadie).
23
Hay varios ejemplos de este punto que pueden rastrear en el texto. Uno de los
ejemplos que menciona es el de un pelo pinchando la piel. Al ser repetido este estímulo,
es sentido de distinta manera. Al comienzo, se siente el pinchazo, después la
localización se vuelve menos específica.
cuerpo sería el órgano (me refiero al instrumento musical, como un órgano de iglesia, de
tubos). Cada parte del cuerpo sería una tecla y el mundo va presionando distintas teclas.
Habría una transmisión de movimiento -del aire en este caso- que da lugar al sonido de
una determinada melodía -que en la analogía sería una cierta percepción o una reacción
motriz determinada- de acuerdo a qué tecla de nuestro cuerpo el mundo presiona.
Merleau-Ponty dice que, en realidad, este esquema -o esta imagen ilustrativa cartesiana-
no muestra esta relación circular cuerpo-mundo, esta actividad del cuerpo que anticipa
el estímulo y hace que cuente de una manera u otra. Quizás sería más apropiado, dice,
pensar que el mundo, en lugar de un organista, es más bien como un martillo que
martilla siempre en el mismo lugar y el cuerpo es un teclado que se mueve por sí mismo
de manera de crear la melodía. Esa imagen alternativa tiene también sus dificultades,
pero sirve para dar vuelta el esquema cartesiano y pensar que la motricidad tiene una
función configuradora respecto de qué estímulos se reciben y del modo como son
recibidos.
Las cuatro anomalías del cuerpo respecto del marco mecanicista clásico que
mencioné esquemáticamente aquí son entonces:
(4) la no linealidad causal entre la fase sensorial y motriz, la circularidad entre ambas.
1.a. Se podría pensar que hay una persistencia del estímulo en el muñón que
hace que se siga sintiendo un brazo que ya no se tiene, pero cuya sensación, al ser
28
Sin embargo, para este tipo de explicación, dice Merleau-Ponty, hay algunos
casos que constan como contraejemplos. Si se anestesia el muñón, por ejemplo, en
ocasiones la persona continúa sintiendo el miembro fantasma, de modo que este tipo de
explicación tiene sus límites.
c.) El mapeo cerebral de las partes del cuerpo es permanente. Siempre habría una
"imagen del cuerpo" con la que contaríamos en base al mapeo, que haría que sintamos
constantemente cierto cuerpo con ciertas características, mientras que el brazo fantasma
aparece y desaparece intermitentemente, en ciertas circunstancias puntuales.
d.) Por otro lado, este mapeo cerebral si bien es constante o permanente, también es
plástico, es decir que lentamente varía con el tiempo de acuerdo a la modificación de las
actividades habituales. En personas que empiezan a hacer algún deporte y empiezan a
cobrar mayor conciencia y tener mayor motricidad en ciertas partes que antes no tenían,
el mapeo cerebral se va transformando, y entonces es válido preguntarse por qué
persiste el mapeo cerebral de un miembro que ya no está, que no siente ni se mueve. En
el caso del miembro fantasma, habría una persistencia del dolor en miembros que no
están, lo que no se explicaría, entonces, puramente por el funcionamiento cerebral.
2. Para dar lugar a estas últimas variables consideradas, que funcionan como
contraejemplos de la explicación cerebral de la propiocepción, podríamos pensar
alternativamente entonces que la conciencia de nuestro cuerpo no es una función
neurofisiológica, sino que es más bien una “representación” del cuerpo, es una
conciencia psicológica y mental y no depende primariamente de nervios ni de partes del
cerebro. Pasaríamos entonces así a considerar una explicación ya no fisiológica sino
psicológica de la propiocepción.
Una teoría mixta del miembro fantasma, que aceptase las dos series de condiciones,
puede ser válida como enunciado de los hechos conocidos, pero será profundamente
oscura. El miembro fantasma no es el simple efecto de una causalidad objetiva, ni
tampoco una cogitatio. Sólo podría ser una mezcla de ambos, si encontrásemos la
manera de articular el uno sobre el otro, lo «psíquico» y lo «fisiológico», lo «para-sí» y
lo «en-sí», y facilitar un encuentro entre ellos; si el proceso en tercera persona y los
actos personales pudiesen integrarse en un medio que les fuese común.
Este fenómeno [el del miembro fantasma], que desfiguran tanto las explicaciones
fisiológicas como psicológicas, se entiende, por el contrario, en la perspectiva del ser-
del-mundo. Lo que en nosotros rechaza la mutilación y la deficiencia es un Yo
empeñado en cierto mundo físico e interhumano, un Yo que continúa tendiéndose hacia
su mundo a pesar de deficiencias o amputaciones, y que, en esta medida, no las
reconoce de derecho. El rechazo de la deficiencia no es más que el reverso de nuestra
inherencia a un mundo, la negación implícita de lo que se opone al movimiento natural
[habitual] que nos arroja a nuestras tareas, nuestras preocupaciones, nuestra
situación, nuestros horizontes familiares. Poseer un brazo fantasma es permanecer
abierto a todas las acciones de las que sólo el brazo es capaz, es guardar el campo
práctico que uno poseía antes de la mutilación. (p. 100)
menos así, para hacerla más general: "Contar propioceptivamente con un brazo es estar
abierto a todas las acciones de las que sólo el brazo es capaz, es tener un determinado
campo práctico". O dicho de otro modo, las partes del "cuerpo vivido" (es decir, del
cuerpo tal como de él tengo experiencia, el "cuerpo subjetivo", podríamos decir, o el
"cuerpo fenomenal" como dice a veces Merleau-Ponty) no son partes materiales en el
espacio, pero tampoco son representaciones o imágenes mentales, son algo intermedio
irreductible a lo material y a lo mental, más material que una idea o una imagen pero no
reductible a un pedazo de materia, algo a lo que Merleau-Ponty alude como ese "estar
abierto a determinadas acciones", estar abierto a un "campo práctico".
Es decir que este fenómeno de suplencia tiene relación con la materialidad del
cuerpo, pero no del todo -no de la materialidad en el sentido en que da cuenta de ella la
fisiología objetiva-; y tiene que ver con una especie de conciencia, pero no una
conciencia intelectual porque no es una función inteligente. ¿Cómo explicamos
entonces este “a mitad de camino”? Merleau-Ponty, buscando este camino intermedio y
alternativo que dé cuenta de esta situación de “suplencia”, propone entonces: digamos
que “el insecto es-en-el-mundo”. Con esto quiere decir que el cuerpo del insecto no es
más que una función de la estructura cuerpo-mundo, donde el mundo es entendido
como un conjunto de fórmulas motrices o de recorridos comportamentales posibles,
como las dos caras de una misma estructura, y en ese sentido una pata u otra cuentan
como la misma posibilidad de comportarse en relación al mismo mundo como entorno
pragmático.
Heidegger decía que el Dasein es-en-el-mundo, no como una cosa frente a otra o
como una cosa adentro de otra, sino como dos términos que no tienen sentido separados
sino que son funcionales a una estructura que los pone en relación, que es su relación
misma. Y además de este "ser en relación", en la idea de ser-en-el-mundo de Heidegger
estaba presente también una concepción pragmática del mundo como un sistema
remisional-utensiliario. Y es en estos dos sentidos básicos y generales que Merleau-
Ponty refiere libremente estos términos heideggerianos. Pero Merleau-Ponty entiende
36
que para que el ente aparezca como “a la mano”, el Dasein tiene que ser corporal. Se
podría decir que Merleau-Ponty en este punto de algún modo “encarna” el análisis
existenciario heideggeriano mediante la referencia al cuerpo. Y para redescubrir lo que
puede ser el cuerpo, Merleau-Ponty recurre a elementos de muy diversas disciplinas, y
no solamente filosóficas, cosa que Heidegger no habría aceptado con su idea de la
filosofía como un tipo de análisis más fundamental (ontológico) que cualquier
investigación científica (óntica). En Merleau-Ponty hay una promiscuidad disciplinaria
o una relación horizontal de la filosofía con las ciencias que Heidegger no aceptaría.
Esto está presente ya en el hecho de que la primera mención al ser-en-el-mundo en este
primer capítulo de la Fenomenología de la percepción sea a propósito de un insecto y
no respecto del ser humano, lo que sería inaceptable desde los términos propios de
Heidegger. Por eso decía que es una apropiación libre del ser-en-el-mundo
heideggeriano, que tiene en cuenta de modo general esta idea de una estructura que
prima sobre los términos y los define, así como el sentido originariamente pragmático
del ser-en-el-mundo. En este caso, cuerpo y mundo son los términos que sólo tienen el
sentido que tienen en su relación, su relación los define (a.). Y esta relación es una
relación pragmática (b.): el mundo se me aparece como un entorno que me ofrece
ciertas posibilidades de acción; y el cuerpo es vivido como un repertorio de
comportamientos o acciones posibles en un mundo.
Heidegger deja un poco de lado la cuestión del cuerpo en Ser y tiempo, desde que
dice en una de sus primeras páginas (criticando Ideas II de Husserl, donde cobra gran
importancia el análisis del cuerpo) que categorías como cuerpo y alma son parte de una
antropología filosófica que participa del olvido del ser; son categorías que heredan ese
olvido del ser propio de la tradición. Entonces intenta desarrollar todo un nuevo
lenguaje con sus “existenciarios”, para develar una dimensión que considera más
fundamental. Merleau-Ponty no hace lo mismo, sino que se dedica a utilizar de maneras
extrañas conceptos y términos que ya existen en la tradición filosófica y a redescubrirlos
o resignificarlos, como hace justamente con la cuestión del cuerpo. En vez de decir: no
voy a hablar del cuerpo porque, si hablo del cuerpo, me estaría remitiendo al cuerpo-
máquina, o al cuerpo del que ya habla la ciencia, Merleau-Ponty dice: voy a hablar del
cuerpo y voy a mostrar cómo los mismos discursos científicos acerca del cuerpo
desbordan la ontología en que se basan; vamos a redescubrir lo que es el cuerpo más
37
Para superar la visión objetivista del cuerpo (es decir, aquella visión residual del
cuerpo como lo que no soy yo, lo que no es conciencia, como una parte del mundo
explicable básicamente en términos físicos o con una biología que es subsidiaria de
aquel mecanicismo), Merleau-Ponty se sirve también de la idea husserliana del Leib, del
cuerpo vivido. Aunque Heidegger se propuso superar el intelectualismo husserliano,
"bajar a tierra" e ir a la existencia concreta, paradójicamente fue Husserl quien prestó
atención a la cuestión del cuerpo de un modo que Heidegger no lo hizo. Y a Merleau-
Ponty le interesa esta fenomenología del cuerpo que encuentra en Husserl y no en
Heidegger. En este sentido, se reconoce mucho más cerca de Husserl que de Heidegger;
fue un lector entusiasta de Husserl hasta el fin de su vida, mientras que no hizo de
Heidegger más que un uso ocasional y bastante libre de algunos conceptos (y sólo en
alguno de sus últimos cursos se refirió más extensamente a Heidegger, pero en general
no lo hizo con la constancia ni la afinidad teórica con las que se refirió a Husserl).
Puede surgir aquí otra pregunta, entre tantas posibles: ¿cómo adquirí esas
habitualidades? En el capítulo 1 Merleau-Ponty no se explaya sobre eso pero, a lo largo
de la Fenomenología de la percepción y otros textos, él va a enriquecer un poco más
este análisis del aprendizaje del hábito indicando que, en alguna medida, tiene que ver
con algo que ya mencioné cuando hablamos de la V Meditación Cartesiana de Husserl,
y que se relaciona con que nos vivimos corporalmente como “pares” de una comunidad
intercorporal con la que compartimos ciertos comportamientos. Las habitualidades de
comportamiento, que son las que nos dotan de ciertas capacidades que determinan
nuestra propiocepción y nuestra correlativa percepción del mundo, son adquiridas
intersubjetivamente -intercorporalmente- y son en este sentido culturales, es decir,
propias de comunidades situadas histórica y geográficamente que comparten estos
esquemas de acción e interacción corporal. Las aprendimos pre-lingüísticamente y pre-
intelectualmente por medio del “espejo” del comportamiento de los otros con los cuales
aprendimos a movernos y a manejarnos conjuntamente en ciertos entornos de los que
esos comportamientos son correlativos (sin que la metáfora del "espejo" signifique aquí
que este aprendizaje sea sólo ni primariamente visual). Podemos agregar que esos
comportamientos, además, se plasman en objetos, muebles, instrumentos, vehículos,
vestimentas y espacios arquitectónicos que a la vez motivan la reproducción de los
mismos determinados comportamientos corporales e inter-corporales (los mismos
patrones de movimiento y también las mismas pautas de relación entre los cuerpos).
partir de esta clave el deseo y la identidad de género, cosa que Merleau-Ponty hace en
un capítulo posterior de su Fenomenología ("El cuerpo como ser sexuado"). Si nuestra
corporalidad no es vivida primeramente como anatomía, ni como una representación
lingüística o intelectual de algún tipo, sino como patrones de comportamiento, Merleau-
Ponty sugiere (en el cap. I.5) que este “esquema corporal” de disposiciones
comportamentales compartidas culturalmente es también un “esquema sexual” que
determina tanto la propiocepción (la “identidad” genérica) como también, por otro lado,
la “percepción erótica” (el deseo o la “orientación”), lo cual sirvió de inspiración a
diversas teorías feministas posteriores. En sus posteriores lecciones de psicología,
comentando El segundo sexo de S. de Beauvoir (quien retomó explícitamente algunas
ideas de Merleau-Ponty en esa obra5), Merleau-Ponty dirá que no existe lo masculino o
lo femenino como invariantes naturales sino femineidades y masculinidades propias de
cada cultura, en relaciones estructurales con otras dimensiones económicas, políticas,
laborales, etc. de la experiencia comunitaria. Esta dimensión de análisis que despeja
Merleau-Ponty, y que concierne a los esquemas de comportamiento corporal y a las
culturas comportamentales corporales, es un eje de análisis interesante y descuidado
para pensar cuestiones políticas, o cuestiones de género, las cuales atienden muy
frecuentemente a las “representaciones” lingüísticas, culturales, intelectuales, pero no a
esta dimensión de sentido (comportamental) que puede ser tanto más fuerte
precisamente por ser tácita.
5
Así lo mostró Sara Heinämaa en Toward a Phenomenology of Sexual Difference: Husserl, Merleau-
Ponty, Beauvoir, Lahnman, Rowman & Littlefield, 2003.
41
la propiocepción. Esto quiere decir que el cuerpo con sus características actualmente
observables y que muevo a voluntad (el “cuerpo actual”) se apoya en una dimensión
más básica, más primaria y más importante -para nuestra propiocepción-, que es la del
cuerpo habitual, es decir, los hábitos de comportamiento adquiridos y sedimentados,
que pasan a ser como un bagaje, un repertorio de posibilidades de acción siempre
disponibles en el presente, latentes, que determinan el modo en que sentimos nuestro
cuerpo por sobre las características actuales del cuerpo. El cuerpo actual es el presente
del cuerpo, pero ese presente nunca aparece como tal porque está revestido por el
cuerpo habitual, que es un "pasado-presente" del cuerpo.
Merleau-Ponty agrega entonces que habría que entender esta definición gestáltica
del esquema corporal (la segunda definición), que supera a la asociacionista (primera
definición), en términos motrices (tercera versión). Es decir que el esquema corporal en
esta tercera versión propiamente merleau-pontiana, acoge la rectificación gestáltica de
la definición asociacionista, pero añade que el esquema es básicamente "dinámico"
(motriz, comportamental), que nuestra espacialidad vivida es una “espacialidad de
situación” y no "de posición": las partes de nuestro cuerpo se integran en una totalidad
en la medida en que nos disponemos a realizar ciertas acciones. Por tomar otro ejemplo
que aparece en el texto: cuando yo estiro la mano para alcanzar algo que está en un
estante alto, enfoco los ojos, a la vez giro el torso, cambio el peso en las piernas,
balanceo el otro brazo para hacer contrapeso, etc. etc; hay un sinnúmero de
44
escribir con la mano dada vuelta, puedo escribir con una tiza en el pizarrón o con el pie
en la arena, utilizando otros músculos, otros instrumentos y con otros movimientos muy
distintos en juego, y además, llamativamente, manteniendo un mismo estilo personal de
escritura. Entonces, ¿qué es lo que aprendí? No adquirí un reflejo, o sea, un
comportamiento pautado rígidamente, sino un “estilo” de moverme. Merleau-Ponty
pone también como ejemplo un organista que cuando aprende a tocar el órgano aprende
un mismo estilo de movimiento que después puede aplicar, con unos minutos de
adaptación, a teclados muy distintos, teclados dobles, o teclados que toca con los pies.
Esta figura del hábito no es entonces tan rígida como el reflejo, es más
"inteligente" que un reflejo, pero es un tipo de inteligencia (o de conciencia o de “saber
hacer”) propia del cuerpo mismo y sin mediación intelectual. En el hábito se muestra
“un cuerpo que comprende”, dice Merleau-Ponty. Puede haber indicaciones teóricas
sobre los procedimientos a seguir para tocar un instrumento o para hacer un cierto
ejercicio, para manejar o para bailar, pero -como dice Merleau-Ponty- es necesaria una
“consagración motriz”: es necesario ponerse a andar en bicicleta para aprender a andar
en bicicleta, más allá de la indicación o el conocimiento intelectual. Más aún, una vez
que el cuerpo aprendió, el tener en mente la indicación -la mediación de la conciencia
intelectual- puede resultar ser un obstáculo para que se ejerza ese saber en forma fluida,
46
hay que dejar hacer al cuerpo. Quienes practican algún deporte o tocan un instrumento
musical quizás puedan reconocer esta situación. Quienes tocan el piano, por ejemplo,
pueden reconocer la situación de intentar reconstruir mentalmente las notas que tienen
que tocar, previamente a un examen o un concierto, y no lograrlo. Sin embargo, cuando
empiezan a tocar el cuerpo mismo puede hacerlo, tiene esa memoria o ese conocimiento
no intelectual, “un saber que está en las manos”, como dice Merleau-Ponty. Él también
menciona el hecho de que si uno intenta representarse mentalmente el teclado de una
máquina de escribir quizás no recuerde el orden de las letras, mientras que los dedos las
encuentran instantáneamente. Alguien puede hacer una secuencia rítmica bastante
compleja de golpes con la mano sobre la mesa, por ejemplo, y nos es posible
reproducirla fácilmente, sin poder tener una representación intelectual (como en una
partitura) de esa secuencia rítmica que el cuerpo capta y puede reproducir. Etc. etc.
un camino y veo que puedo pasar sin tener que comparar el ancho del mismo con el de
las alas del coche, como atravieso la puerta sin comparar el ancho de la misma con mi
cuerpo. El sombrero y el automóvil han dejado de ser objetos cuyo volumen y tamaño
se determinaría por comparación con los demás objetos. Se han convertido en
potencias voluminosas, la exigencia de un cierto espacio libre. Correlativamente la
barrera del metro, la carretera, se han convertido en potencias restrictoras y aparecen,
en principio, como practicables o impracticables para un cuerpo junto con sus anexos.
El bastón del ciego ha dejado de ser un objeto para él, ya no se percibe por sí mismo,
su extremidad se ha transformado en zona sensible, aumenta la amplitud y el radio de
acción del tacto, se ha convertido en lo análogo de una mirada. … Habituarse a un
sombrero, a un coche o un bastón, es instalarse en ellos o, inversamente, hacerlos
participar de la voluminosidad de nuestro cuerpo. El hábito expresa el poder que
tenemos de dilatar nuestro ser-del-mundo, o de cambiar la existencia anexándonos
nuevos instrumentos.
"afectivo" de una frase musical, en nuestro comportamiento con lxs otrxs, o en el más
simple "mapeo" constante de espacios, útiles y objetos que hacemos en nuestro hogar o
al caminar por la calle -por mencionar algunos ejemplos que me resultan más
ilustrativos- operamos frecuentemente con "categorías" tácitas, corporales, que
difícilmente podríamos explicitar exhaustivamente con palabras. Por otro lado, es
indudable que animales o niñxs pequeñxs no hablantes ya habitan entornos
significativos, distinguen, reconocen y perciben aún sin contar con un lenguaje similar
al humano. Esta es una tesis merleau-pontiana que distingue muy netamente su
gnoseología de gnoseologías intelectualistas, o de aquellas que entienden que la
percepción debe ser necesariamente mediada por recursos intelectuales como categorías
o juicios, y/o recursos lingüísticos o simbólicos. Este contraste se ve bien cuando
Merleau-Ponty intenta distinguir su perspectiva gnoseológica de otras. Dice en la
introducción a la Fenomenología de la percepción:
Capítulo 2 de la Parte I
Queda por decir algo del capítulo 2, que pasamos por alto (hablamos hasta ahora
del 1 y del 3), y que se llama “El cuerpo y la psicología clásica”, donde se analizan
ciertas características del cuerpo como objeto de la percepción que lo distinguen de
cualquier otro objeto de la percepción. En el capítulo 1, que se llamaba “El cuerpo como
objeto y la fisiología mecanicista”, Merleau-Ponty hablaba del cuerpo como objeto de
las ciencias del cuerpo. Ahora, en el capítulo 2, habla del cuerpo como objeto de la
psicología, no ya como objeto científico sino como objeto de la percepción. Dice
Merleau-Ponty que la psicología -las teorías psicológicas de la percepción- han
identificado en el cuerpo ciertas características que lo distinguen de todo otro objeto
percibido. Y, para Merleau-Ponty, esto debería haber constituido por sí mismo una
razón para pensar que el cuerpo no es simplemente un objeto percibido, sino que es
sujeto de la percepción, es decir, que participa de la percepción de los objetos como
sujeto. Dicho de otro modo, estas características del cuerpo que lo distinguen de todo
otro objeto de la percepción bastarían para haberse percatado del carácter corporal de la
conciencia perceptiva. Estas características son las siguientes:
3) la condición del cuerpo como "objeto afectivo" (la cuestión del dolor).
centra en las sensaciones dobles: no puedo tocar mi cuerpo, hacerlo objeto del toque, sin
que la parte tocada se torne a su vez tocante, sujeto del toque. Para completar la
exposición de estos puntos que enumero sumariamente lean el capítulo 2, que es muy
breve y no plantea problemas importantes de comprensión.
sujeto fuera entendido como distinto del cuerpo, esta relación sería pensable solamente
como una especie de telequinesis, y por eso dice metafóricamente Merleau-Ponty que la
relación de la voluntad con el movimiento del cuerpo es “mágica” (no porque sea algo
místico o maravilloso, sino sólo en el sentido de la inmediatez). Por otro lado, dice que
el movimiento del cuerpo, a diferencia del movimiento de cualquier objeto, es sentido
como una unidad que se orienta hacia un fin, que tiene un sentido. O sea que el
movimiento del cuerpo no es sentido como una serie de posiciones sucesivas, sino como
apuntando en una dirección, es una acción o un comportamiento con sentido. (Habría
que decir que es así “en general”. Todos estos primeros análisis de Merleau-Ponty van a
ser complejizados en otros capítulos de esta obra y en otros textos. Incluso el cuerpo
vivido, a la luz de otros textos, se verá que no puede ser reducido al esquema corporal -
no todo movimiento es para Merleau-Ponty teleológico u organizado, ni deriva de lo
habitual-, pero nos limitamos aquí a lo expuesto en estos capítulos). Un movimiento del
cuerpo está todo él como contenido en germen desde el inicio donde se dispara, como si
le fuera inherente una finalidad que lo dirige, una intención o un sentido. Y esto, más
allá de lo que dice Merleau-Ponty aquí, no pasa sólo con la propiocepción, sino con la
percepción del movimiento de otros cuerpos vivientes. Hay un experimento que
hicieron psicólogos cognitivos -que Merleau-Ponty no menciona acá pero puede ser
ilustrativo- que muestra que cuando el niño comienza a imitar el movimiento de los
otros, no copia el movimiento posición por posición sino que imita el sentido o la
finalidad del movimiento completo. Por ejemplo: si alguien agarra algo y lo lleva hacia
la mesa como con la intención de apoyarlo sobre la mesa, pero a mitad de camino lo
deja caer, cuando el niño imita el movimiento, imita el movimiento completo dejando el
objeto sobre la mesa en lugar de dejarlo caer a mitad de camino. Esto muestra que
percibe de entrada el movimiento corporal como una totalidad con un sentido o
finalidad, como una unidad teleológica, a diferencia del movimiento entendido como las
posiciones sucesivas de una cosa percibida.
Merleau-Ponty dice que estas cuatro características ya han sido observadas por los
estudios de la percepción respecto del cuerpo y que han sido entendidas como
anomalías respecto de la percepción de cualquier otro objeto, en lugar de pensar a
partir de ellas (como debería haberse pensado) que el cuerpo no es un mero objeto de
percepción con características singulares, sino que la corporalidad es una condición
54
Con estos comentarios sólo intenté proporcionarles un esquema muy básico del
contenido de estos primeros capítulos que tienen que leer, de modo que les sirva de guía
o enumeración de algunas ideas principales para organizar su lectura, aunque
seguramente no van a poder relacionar todo lo que Merleau-Ponty dice con este
esquema, que es muy pobre en relación a la riqueza del texto. Este esquema les puede
servir, sin embargo, espero, como un instrumento de acceso al texto que después
ustedes podrán revisar, precisar y completar con la lectura del texto de Merleau-Ponty.