Describe La Evolución Política de Al-Andalus.

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8.

- Describe la evolución política de Al Ándalus

Siglos VIII-X: supremacía y esplendor

I. Emirato dependiente de Damasco (711-756)

Desde la conquista y hasta el año 756, Al Ándalus estuvo gobernada por un emir (gobernador) que
dependía en lo político y en lo religioso del califa omeya de Damasco. Al Ándalus era una provincia del
Imperio islámico.

Fue una etapa de asentamiento en el territorio conquistado y de gran inestabilidad política. Se


produjeron conflictos entre los árabes (se apoderaron de las zonas más fértiles, valle del Guadalquivir,
Ebro, Levante) y los bereberes, obligados a quedarse con las tierras menos productivas (meseta
castellana y zonas montañosas). Por ello, estalló una revuelta bereber que solo pudo sofocarse con la
llegada de 10.000 sirios y que dejó despobladas las tierras del Duero (Tierra de nadie). Prueba de la
debilidad musulmana de aquellos años es que los reinos cristianos descendieron a las tierras al norte del
Duero.

Las campañas militares no cesaron, aunque algunas concluyeron en derrotas que marcaron los límites del
avance islámico hacia el norte:

a) La derrota en la batalla de Covadonga (722) por un grupo de astures capitaneados por Pelayo.
Este hecho, sin demasiada trascendencia para los musulmanes, pero magnificado por las crónicas
cristiana, garantizó la independencia del pequeño núcleo cristiano de Asturias.

b) La derrota ante los francos en la batalla de Poitiers (732) frenó los intentos de expansión del Islam
al otro lado de los Pirineos.

II. Emirato independiente de Bagdad (756-929)

En 750 un golpe de estado llevado a cabo en Damasco por los Abbasidas destronó a los Omeyas y
trasladó la capital a Bagdad. Solo se salvó un príncipe omeya, Abd-al Rhaman que, huyendo por el
norte de África llegó a al-Andalus, tomó el poder y proclamó el Emirato independiente de Bagdad,
que seguiría dependiendo del Califa en el aspecto religioso.

El reinado de Abd-al Rhaman I (756-788) se caracterizó por el esfuerzo para mantener su autoridad
frente a los diferentes grupos raciales, árabes, bereberes y muladíes (cristianos convertidos al Islam)
que se rebelaban contra el nuevo régimen.

Logró consolidar el poder del emir y engrandeció Córdoba (mezquita), creó un ejército profesional de
mercenarios, concentró el poder ejecutivo y legislativo, nombró jueces fieles y organizó la
administración creando los cargos de primer ministro (hayib) y ministros (visires).

La evolución del emirato durante siglo y medio se caracterizó por atravesar fases de estabilidad y fases
de fuertes tensiones: Al aumentar los gastos del estado tuvo que aumentar los impuestos por lo que se
agravó el descontento y las protestas sociales. Las tribus bereberes continuaban marginadas. Así se
produjo la crisis del siglo IX, que se manifestó en una serie de rebeliones de muladíes y mozárabes
(cristianos en territorio musulmán) que degeneraron en sucesivos hechos sangrientos (“jornada del foso”
en Toledo y “jornada del arrabal” en Córdoba).

A partir del 880 una serie de rebeliones internas de los gobernadores de las fronteras y de los muladíes
dirigidos por Omar ben Hafsun, sumieron al emirato en una grave crisis política y militar que redujo el
poder del emir al Valle del Guadalquivir.
III. El Califato de Córdoba (929-1031)

Durante el reinado de Abd-al Rhaman III (912-961) alcanzó al-Andalus su mayor esplendor político,
militar, económico y cultural. Cuando llegó al poder gran parte de al Ándalus estaba en rebelión contra
el gobierno de Córdoba y las arcas del estado estaban vacías. Tras varios años de lucha sometió a los hijos
de ben Hafsún y conquistó Mérida, Badajoz, Toledo y Zaragoza. Tardó 25 años en someter todo al-
Ándalus.

En 929 convirtió al-Andalus en Califato con lo que abandonaba su dependencia religiosa de Bagdad y
se convertía en líder político y religioso de Al-Ándalus, fortaleciendo la administración y el ejército
(mercenarios) y engrandeciendo Córdoba, capital del Califato de al Ándalus, en cuyas proximidades
construyó el Palacio de Medina Azahara. Derrotó al rey de León en Valdejunquera (920) y ocupó
temporalmente León, aunque fue derrotado en Simancas (939).

Los sucesores de Abd-el Rhaman III delegan el gobierno en sus visires (ministros) o hayib (primer
ministro). Al-Haken II potenció las artes y las letras e Hisham II dejó el gobierno en manos de su hayib,
Abi Amir “Al mansur” (el victorioso) conocido por los cristianos como Almanzor que gobernó con poder
absoluto, relegando del poder al Califa y apoyándose en un ejército mercenario.

Realizó contra los cristianos numerosas expediciones de saqueo (Santiago, Barcelona), pero las continuas
guerras agotaron las arcas del estado y tuvo que aumentar los impuestos, agravando el malestar social. A
su muerte (1002), se desencadenó una crisis política con enfrentamientos entre los diversos grupos de
al-Andalus (aristocracia árabe, grupos militares, bereberes...) que provocan el fin del Califato.

El Califato de Córdoba en 1002 Los Reinos de Taifas

Siglos XI-XIII: descomposición política y pérdidas territoriales

I. Los reinos de taifas (1031-1090)

El estado cordobés se descompuso, el Califato fue abolido en 1031 y surgieron unas 30 unidades políticas
llamadas reinos de Taifas.

Durante 60 años, al-Andalus quedó dividido en reinos independientes dominados por familias de
diferentes etnias (árabe, bereber, eslava, muladí) que se repartieron el control del territorio. La mayoría
de estos reinos fue desapareciendo al ser conquistados por otros reinos más fuertes como Sevilla,
Badajoz, Toledo, Zaragoza y Valencia.

Gozaron de cierta prosperidad económica además de impulso cultural (arte, letras...), pero su debilidad
política y militar fue aprovechada por los cristianos que les obligaron a pagar tributos en oro (parias) a
cambio de treguas. El avance cristiano tras la caída del Califato culminó con la conquista de Toledo en
1085 por Alfonso VI de Castilla, hecho que provocó la llamada de los taifas al reino almorávide del
norte de África para que acudiese en su ayuda.

II. La unificación almorávide (1090-1145).

A fines del S. XI se había formado en el norte de África un nuevo reino islámico que abarcaba desde Níger
al Mediterráneo y tenía su centro en Marruecos. En 1086 su rey Yusuf Ibn Tasufin desembarcó en la
Península y derrotó a Alfonso VI en Zalaca (Badajoz), conquistando los reinos Taifas. La rápida conquista
se debió a la debilidad de los Taifas y a la guerra santa. Además, al reducir los impuestos consiguieron el
apoyo popular.

Pero pronto el poder almorávide entró en crisis. Aunque el sucesor de Yusuf, Alí, venció a los cristianos
en Uclés (1108), la intransigencia religiosa de los almorávides suscitó la oposición de la población de al-
Andalus y el imperio almorávide comenzó su descomposición.

Los reinos cristianos reiniciaron su avance: Alfonso I de Aragón conquistó Zaragoza y Alfonso VII de
Castilla llegó hasta el valle del Guadiana. Hacia 1145 el imperio Almorávide desaparece y surgen los
segundos taifas.

III. La unificación almohade (1146-1232)

Los almohades sustituyeron a los almorávides en el control del norte de África y penetraron en la
Península librando a los taifas del avance cristiano. Los almohades lanzaron ataques contra los cristianos.
Las principales áreas de enfrentamiento se localizaron entre el Tajo y el Guadiana. En 1195 derrotaron a
Alfonso VIII de Castilla en Alarcos, pero no pudieron recobrar Toledo.

La respuesta cristiana se produjo cuando una coalición de reinos cristianos (Navarra, Castilla, Aragón y
Portugal) derrotó a los almohades en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212). Poco después el imperio
almohade se desmoronó iniciándose los avances de Jaime I de Aragón por Valencia y Baleares y de
Fernando III de Castilla por el Valle del Guadalquivir. Desde entonces solo un reino consiguió sobrevivir
al avance cristiano del siglo XIII: el reino de Granada.
Siglos XIV-XV: el repliegue definitivo

El reino nazarí de Granada (1248-1492)

Fue fundado por Muhammad I, del linaje árabe de los Nasrí o Nazaríes, que se rebeló contra los
almohades y se proclamó sultán en 1232. Tras ser reconocida su autoridad entró en Granada. Controlaba
Málaga, Granada y Almería y consiguió de Fernando III un pacto de vasallaje a cambio de un fuerte
tributo. El reino se mantuvo intacto durante dos siglos y medio frente a los reinos cristianos gracias a la
habilidad de los sultanes granadinos, a la difícil topografía del territorio con importantes fortalezas y a
los problemas internos de Castilla (dinásticos y crisis demográfica del siglo XIV).
El período más próspero fue en el siglo XIV, durante los reinados de Yusuf I y Muhamed V (construcción
de la Alhambra). A fines del siglo XIV comenzó un largo proceso de crisis política (conspiraciones y
conflictos entre linajes aristocráticos) y a partir de 1482 tras el fin de la guerra civil en Castilla y la
llegada al trono de los Reyes Católicos comenzó la guerra final, en la que a lo largo de 10 años los
cristianos avanzaron hasta tomar Granada en 1492. El avance fue rápido por la superioridad militar
cristiana y por la guerra civil interna que enfrentó a Boabdil contra su padre Muley Hacen y contra su tío
el Zagal.

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