El pulso social de los vallenatos
Camilo A. Pinto Morón*
La semana pasada, el Departamento Nacional de Estadísticas – DANE dio a conocer los
resultados de la Encuesta ‘Pulso Social’, la cual, con una muestra de 10.387 personas,
permite observar percepciones y expectativas que tiene la sociedad colombiana respecto
de su calidad de vida en temas como desigualdad y pobreza; confianza del consumidor;
bienestar subjetivo (seguridad); mercado laboral; y seguridad alimentaria.
El objetivo de esta medición radica en que la opinión ciudadana, el sentir de la gente, se
convierta en insumo adicional a los datos objetivos provenientes de estadísticas ya
conocidas como tasa de desempleo y necesidades básicas insatisfechas, por ejemplo, para
que desde el sector público se tomen mejores decisiones y se construyan políticas públicas
con enfoques de priorización y ajustadas a las realidades sociales y económicas de los
territorios. La encuesta se aplica en 23 ciudades, entre ellas Barranquilla, Cartagena,
Bogotá D.C., Sincelejo, Medellín, Quibdó, y por supuesto, Valledupar, donde también le
tomaron el pulso a su gente y los resultados permiten hacer un par de análisis al respecto.
En cuanto a la confianza del consumidor, relacionada con la situación económica del
hogar y del país en general, Valledupar se ubica en el puesto 19 con un 32,8%, por debajo
de ciudades como Riohacha, Sincelejo y Santa Marta, presentando, además, una marcada
disminución de la confianza frente al mismo trimestre octubre – diciembre de 2021, ya
que se encontraba en 40,8%, una variación negativa en -8,1 puntos porcentuales.
En materia de percepción de pobreza y desigualdad, a la pregunta: ¿Usted se considera
pobre?, el 85% de los vallenatos encuestados respondieron que sí, ubicándose así
Valledupar en el tercer puesto, siendo superada únicamente por Quibdó (88,8%) y
Sincelejo (85,%) entre las 23 ciudades observadas. En este punto llama la atención que
ciudades intermedias como Riohacha y Santa Marta, que regularmente son consideradas
pares de la capital del Cesar en este tipo de mediciones, arrojan un resultado bastante
distante, en la capital del Magdalena sólo el 39,0% respondió que sí, mientras que en
Riohacha sólo un 35,1% considera estar en dicha condición de vulnerabilidad.
La inseguridad es uno de los problemas más complejos que hoy azota a los vallenatos y
que diariamente pone en aprietos a la institucionalidad. De acuerdo a la medición del
pulso en esta temática, Valledupar es la tercera ciudad, entre las 23 observadas, con mayor
percepción de inseguridad. A la pregunta: ¿Qué tan seguro/a se siente caminando solo/a
de noche/día?, las personas que respondieron ‘inseguro/a’ y ‘muy inseguro/a’ en el día
fueron el 79,4% y en la noche 81,5%; siendo Valledupar superada únicamente por
Quibdó con un 83,5% (noche) y Cartagena que muestra un 88,6% (noche).
En nuestra ciudad a lo largo de los años desde distintas administraciones, en ocasiones,
se ha comunicado de forma despectiva, y con el ánimo de minimizar diversas situaciones,
que los altos niveles de inseguridad alertados son una simple ‘percepción’, ¡pero por
supuesto que son percepción!, es el ciudadano que transita por las vías y espacios públicos
el que padece los estragos de este flagelo y sus sensaciones deben ser tenidas en cuenta.
Por su parte, en el segmento de seguridad alimentaria, que indaga por los hogares que
consumen tres comidas al día, el 60,5% de los vallenatos encuestados respondieron que
efecto consumían tres alimentos. El resultado en principio pareciese no ser tan
preocupante al compararse, por ejemplo, con el caso Cartagena, en el que sólo un 39,9%
manifestó ingerir tres alimentos diarios; pero como ciudad debemos cuestionarnos qué
ocurre con ese 30,5% restante que indicó no hacerlo, ya que estos resultados han de estar
relacionados estrechamente con índices de desnutrición u otras morbilidades que afectan
la calidad de vida de los vallenatos, con especial atención en niños y niñas de las familias.
Con todo esto, el llamado es al ejercicio de la gestión pública y la gobernanza colaborativa
orientada a resultados que se vayan de frente con todas estas cifras de sensación
ciudadana con el vehemente propósito de mitigarlas en beneficio de la calidad de vida.
La gran tarea de los próximos alcaldes de Valledupar (articuladores de los sectores de la
sociedad a nivel local) es acoger este tipo de recursos y construir ciudad con base en ello.
Lo cual debe tener su inicio en la gestación de programas de gobiernos que luego se
conviertan en Planes de Desarrollo ajustados a nuestra realidad, y que no necesariamente
tienen que ser extensos y densos para el entendimiento ciudadano, mejor que sean cortos
y concretos, con metas alcanzables a cuatro años y que sirvan de secuencia para los
gobiernos venideros. Para todo esto será clave la gestación de un gran acuerdo sobre lo
fundamental, que sea aceptado por nuestra dirigencia, la sociedad civil y el sector privado.
El componente de planeación de la ciudad no puede ser caprichoso, no debe ser
sometido (¿o seguir sometiéndose?) a los vaivenes emocionales de la política electoral ni
a la prevalencia de las agendas individuales, las cuales, a mi juicio, son validad per se.
Me atrevo a decir que en Valledupar la gestión pública debería tener tres principios
rectores que deben ser priorizados a través del gasto público y la administración en
general: 1) Reducción de la pobreza multidimensional; 2) generación de condiciones para
un dinámica empresarial que se traduzca en mayor empleo, competitividad y
diversificación productiva para aplacar la pobreza monetaria y con miras a las
transiciones; y 3) acciones efectivas para mejorar los niveles de seguridad y convivencia.
Alrededor de esta medición pueden surgir varias reflexiones, sin embargo, considero que
para el caso de Valledupar la más acentuada es la necesidad de planear y gestionar el
territorio con más y mejores niveles de coherencia con los datos socioeconómicos
objetivos como los de mercado laboral, pobreza y condiciones de vida, educación, y
demografía y población, pero también teniendo en cuenta componentes subjetivos como
los que arroja la Encuesta ‘Pulso Social’, que permite aprovechar las bondades de la
percepción ciudadana para poder enriquecer, a través de herramientas alternativas, los
procesos de toma de decisión y construcción de políticas públicas a nivel local; poder
darnos cuentas que está legitimando y/o cuestionando la ciudadanía en su diario vivir.
Mientras tanto sigamos sometiendo a Valledupar a la cardiología, donde ya hemos
obtenido varios dictámenes en los que se nos indican que tenemos la materia prima y el
capital humano necesario para impulsar la ciudad hacia mejores condiciones sociales y
económicas en pro de la calidad de vida de los vallenatos y el progreso territorial.
Entre todos los sectores de la sociedad vallenata debemos asumir la tarea.
Enrique Peñalosa, exalcalde Bogotá, en su más reciente libro ‘Ciudad, igualdad, felicidad’,
afirma: “Las ciudades son el resultado de una visión, o de la falta de esta”.
*Magíster en Gestión Pública. Escuela de Gobierno ALlC, Universidad de Los Andes.