Cuatro Tipos de Maestro 2022

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En nuestra profesión, cuatro tipos de maestros…

Estamos ya en el 2011, y continuamos todavía batallando en contra del analfabetismo, en


contra de los malos o medianos resultados que nuestra educación viene arrastrando
desde hace ya muchos años. Se han creado e implementado proyectos de gobierno, tanto
nacionales como estatales, municipales también, cuando hay intención y ánimo de las
autoridades en turno. Planes de desarrollo, Programas de mejora, Reformas
educativas, Programas compensatorios, todo eso y más se ha hecho, y al parecer muy
poco ha servido para que la educación avance, para que mejore como todos los
deseamos, para que de manera efectiva se pueda lograr el perfil de egreso establecido
para cada nivel.

Por tal motivo, en esta ocasión y con la anuencia de nuestros apreciables lectores, me
voy a permitir comentar un poco acerca de la función docente desde la perspectiva de su
formación, desde sus orígenes, desde su ética profesional. Para comenzar considero
necesario plantear las siguientes interrogantes ¿Quiénes o cómo deberían ser las
personas más aptas para ser docentes? ¿Qué virtudes o capacidades deberían de poseer
para afrontar esta delicada pero maravillosa profesión? ¿Qué conocimientos y habilidades
deberían desarrollar durante su formación como docentes?

Sin duda, al intentar dar respuesta a estos cuestionamientos generamos la virtud de crear
bajo nuestra subjetividad, al maestro ideal, al que la educación de estos días requiere y
exige, docente capaz de afrontar con éxito todas la adversidades que dentro de la
educación se encuentran. Pero eso queda sólo en el idealismo, en el anhelo, ya que la
realidad en la que nos desenvolvemos es diferente, y todos la conocemos.

En las filas del magisterio existe una heterogeneidad mucho más marcada que en el caso
de los alumnos, pues una diversidad de personalidades que son el reflejo de sus
desempeños profesionales. Pues bien, indaguemos y desentrañemos dentro de las
escuelas para conocer los cuatro tipos de maestros que existen.

Vamos a comenzar describiendo a los docentes ajenos o desinteresados en la


productividad, los maestros a fuerza, son quienes están en nuestras filas por un error
garrafal. Son esas personas que prácticamente fueron obligados por sus padres o por las
circunstancias a estudiar esta loable profesión, tal vez obligadas porque en la familia era
una tradición ser maestro; porque no había a quién más dejarle la plaza; porque es el
trabajo en el que se gana no tanto, pero tienes “seguras” tus quincenas; porque
simplemente, lo que se deseaba estudiar ya no tuvo espacio, no se aprobó el examen o
está muy lejos para irse hasta allá , y ni hablar, tenemos que inscribirnos en la Normal.

Son estos los maestros, que desde que inician su función docente, mantienen una rutina
mecánica y hasta aburrida, su ir y venir, de la casa a la escuela y de la escuela a la
casa, se convierte en una cotidianidad improductiva, tanto que así se les van los años de
servicio, sin disfrutar, sin vivir, sin aprovechar, con una espera renegada de los días de
clase y de la hora de entrada; pero ansiando apremiantemente las vacaciones y la hora
de salida. Profesionales que no parecen serlo, que no les interesa sobresalir, superarse,
mejorar, que no les importa tener buenos resultados. Son negativos, conflictivos, que lo
último que desean es modificar esos comportamientos que les hacen tanto daño a ellos y
a la educación.

Son maestros que no enseñan, ni mucho menos orientan, sólo entretienen y van a pasar
el tiempo a la escuela. Son quienes nunca están de acuerdo con nada, excepto con
huelgas, suspensiones, puentes y juergas. Estos son los maestros que con mucho respeto
para ellos no deberían serlo, sus prioridades son cualquier otra cosa, menos preocuparse
por cumplir con los objetivos académicos de la materia, del grado o del nivel; no se
integran al trabajo colaborativo, no coadyuvan en el cumplimento de las responsabilidades
de la institución, con la proyección a la comunidad, con la mejora de resultados.

Son quienes inventan calificaciones, dan temas por vistos, o simplemente se la llevan con
actividades rutinarias, mecánicas, lecciones repetitivas, planas u operaciones
matemáticas, o por qué no decirlo, en pláticas mañaneras o vespertinas con los colegas.
¿Será esta una mentira?, o es parte de nuestra realidad. Este es, sin duda, uno de los
principales escollos que impide a nuestra educación avanzar hacia la mejora, hacia esos
buenos resultados que seguimos todos buscando y esperando.

El segundo tipo de maestros son los que han venido obteniendo satisfacciones derivadas,
en un primer momento, de conflictos de identidad, es decir, no se escapan de su origen
incompleto, incierto y aventurado, estos son los maestros reencontrados. Son los que
tampoco tenían pensado estudiar para dicha profesión, y que por las mismas o más
razones que en el caso anterior, no tuvieron otra opción más que hacerlo. Pero la
diferencia al primer caso, es que en el transcurso de su formación o en los inicios de su
labor docente, llegó hasta ellos una luz que vino desde de la esencia de la educación,
desde la realidad en la que deberían aceptar y desempeñarse. Una luz que fue emitida por
los ojos y las miradas de sus alumnos, una luz que es el reflejo y sinónimo del
conocimiento, y que les despertó el interés por la profesión, que les generó, amor al arte.

Ese tipo de anexión les permitió descubrir las maravillas que implica ser maestro y trabajar
con alumnos de cualquier edad. Descubrieron lo que moral y filosóficamente significa la
educación. Entre sus andanzas encontraron la satisfacción y la emoción que se genera al
sentirse apreciado y querido por tus alumnos, admirado muchas veces al ser un ejemplo a
seguir, un consuelo, una segunda madre o segundo padre, un verdadero amigo y
confidente; un ser valorado y apreciado por ellos y muchas más personas.

Este tipo de maestros han sido testigos fieles de la alegría que se refleja en las miradas,
sonrisas o palabras de los alumnos cuando han logrado aprender algún tema, cuando han
comprendido y desarrollado una habilidad, pero más aún, cuando todo eso lo utilizan en y
para su vida. Son las personas, que en el camino dentro de este campo descubrieron que
ser maestro es algo así como tener un don, algo que sin duda no todos poseen y que por
el simple hecho de haberlo descubierto, ya los hace parte de los honrados. Este tipo de
maestros son lo que vienen desde atrás, descubriendo tantos tesoros, tantas
gratificaciones, tantas emociones, tantos sentimientos, tantos retos y tantos gestos de
agradecimiento que nos van dando día a día la fortaleza de renovar, de mejorar para
servir, de aprender para enseñar y de actuar para orientar

Siguiendo con este análisis existe un tercer grupo, los maestros inducidos, este es el de
los docentes que sin haber estudiado para ello y dadas las causalidades de la vida, se
encuentran en las líneas del magisterio. Ellos tienen una profesión diferente a la
pedagogía, pero se encuentran dentro del Sistema Educativo, afrontando, con lo que
saben y como pueden, esta gran responsabilidad.

De este caso podemos derivar dos subgrupos, uno de ellos sería a los que
definitivamente no les agrada la docencia, simplemente están incómodos e insatisfechos
con su labor, situación que los hacen afines en características, a los maestros a fuerza.
Pero también existe el caso de los que, a pesar de no tener formación pedagógica y no
tener nociones de didáctica, han enfrentado con mucha responsabilidad su encomienda.
Ellos en el transcurso de su labor han encontrado un gusto y un placer por educar, por
significar ésta una base fundamental para el crecimiento y desarrollo de los alumnos. Son
quienes por esta razón se pueden incluir en los maestros reencontrados, lo que en
muchos casos los ha incitado a actualizarse, tomar cursos o diplomados, o estudiar otra
carrera afín a la pedagogía, todo por ampliar sus conocimientos y mejorar sus
desempeños con bases requeridas para tal función. Ellos sin duda son buenos maestros.

Como último grupo tenemos a los maestros por vocación, y para este caso no es
necesario ahondar en su descripción, porque sus actos hablan por sí solos. Ellos
simplemente han nacido con el don de ser maestros, pues cada oportunidad que tienen la
aprovechan al máximo para dejar huella, para orientar, educar y enseñar, conscientes de
lo que eso implica, porque ser ejemplos de vida genera una gran responsabilidad, tanto
ética, moral y profesional.

Ellos saben que su labor debe estar enfocada en formar seres humanos y por tanto se
convierten en maestros de vida. Son de este grupo de personas del que vamos
rescatando los logros, las innovaciones, las creaciones, la iniciativa, los esfuerzos, los
sacrificios. Son con estos maestros con los que vamos salvando nuestros resultados
educativos.

Ellos siempre han sentido atracción por la docencia, por el arte de compartir
conocimientos, por el arte de enseñar, son en pocas palabras las personas que han
nacido para ser maestros. Y es en este caso cuando sentimos la necesidad de que en las
escuelas normales se deben reestructurar y reorganizar en su función, porque la
educación lo exige, porque todos lo necesitamos. Por eso se apremia que las escuelas
formadoras de maestros tengan la misión de pulir a los futuros misioneros de la
educación, que vayan siempre con temple de guerreros, dotados de las mejores
herramientas, para que cuando llegue el momento de emprender la batalla en contra de la
ignorancia, el triunfo siempre esté con ellos.

Éstos, junto con los maestros reencontrados son a los que se les debe honrar. Para ellos
el trabajo es un placer, y no un martirio, lo hacen con gusto, lo disfrutan con buenas
actitudes, con espíritu colaborativo. Saben que ese espacio en donde pasan gran parte del
día, es algo así como su segunda casa, y por tanto conviven con una segunda familia; con
sus compañeros maestros, con sus alumnos, con los padres de familia, incluso con la
comunidad. Estos son a los que recordamos cuando fuimos alumnos, a los que
mostramos respeto, agradecimiento y admiración, conscientes de que gracias a ellos, hoy
somos profesionistas. Son quienes se superan continuamente, crecen, mejoran, se
fortalecen, saben apoyar a sus colegas y se respaldan de ellos cuando lo necesitan. Son
como se dijo en líneas anteriores, los verdaderos ejemplos a seguir.

Para ellos cada experiencia es bien aprovechada, la procesan y la organizan de tal


manera que pueda ser útil para su enseñanza y para sus alumnos. Son las personas que
tienen bien firme la idea que no basta con saber, sino con compartir y transmitir lo que se
tiene.

Pues bien colegas, sólo resta incluirnos en alguno de los cuatro grupos, y bueno si es
posible abrir uno más es aceptable, siempre y cuando sea para hacer un análisis
propositivo. Feliz año 2011. Que su labor profesional en cualquiera de los campos de la
sociedad sea de provecho y de satisfacción. Atte. Su amigo Miguel Ángel Romero Jaimes.

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