Filosofia - Proyecto
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Filosofia - Proyecto
Filosofia Hygge.
La filosofía Hygge es una forma de vida que relaciona la felicidad con los momentos cotidianos
de la vida, como quedarse en casa y disfrutar de un café al pie de una chimenea, por citar un
ejemplo.
Marie Tourell Søderberg es la autora del libro "Hygge, la receta de la felicidad". En su obra, la
autora explica más a detalle de qué trata la filosofía Hygge.
"La filosofía Hygge es una postura frente a la vida que forma parte intrínseca del carácter
nacional danés. Sin embargo, su esencia no es danesa, sino más bien universal".
La filosofía Hygge es un estilo de vida personal. Es decir, hay quienes pueden considerar como
momento Hygge quedarse en casa y ver una película o hay otros que relacionan ese momento
con respirar aire puro en un balcón o jardín.
Hacer un rompecabezas.
La idea es relajarse, olvidar cualquier cosa que pueda perturbar la tranquilidad y disfrutar de
los placeres simples de la vida.
Como puedes ver, por lo general, la filosofía Hygge se asocia con momentos en casa y esto
tiene una explicación. A continuación, te contamos por qué esta forma de ver la vida puede
ayudarnos en este confinamiento.
Este ateniense, nacido en el siglo V a. C., empezó interesándose por seguir desarrollando la
filosofía moral que había caracterizado a su maestro, pero terminó creando algo muy
diferente, centrado en la naturaleza de lo que existe más que en lo que debe hacerse y lo que
no. Esta contribución es conocida como la teoría de las ideas de Platón.
Platón regresó a las preguntas fundamentales desde las que partieron los filósofos
presocráticos: ¿qué es lo que existe? ¿Cómo funciona el cosmos? El ateniense se fijó en que,
mientras que los grandes ideales que guían los actos de los hombres, como por ejemplo el bien
y la justicia, son perfectos y válidos en todas partes independientemente del contexto, el
mundo que nos rodea es siempre cambiante, dependiente de todo lo que ocurre en el tiempo
y el espacio: los árboles crecen y se secan, las personas envejecen y desaparecen, las
montañas son modificadas por las tormentas, el mar cambia de forma dependiendo del viento,
etc.
Además. nada de lo que podamos saber acerca de nuestro entorno es universal, ya que
depende del punto de vista de cada persona o, incluso, de la información de la que
dispongamos. Un buey puede resultar relativamente grande visto desde lejos, pero si nos
acercamos podemos ver que el árbol que tiene a su lado es prácticamente un arbusto y que el
animal, por consiguiente, es más bien pequeño.
Y, a pesar de esto, detrás de las cosas que vemos parecen existir ideas gracias a las cuales
entendemos ese caos de materia cambiante que conforma los paisajes por los que nos
movemos: cuando vemos un olivo sabemos que eso es un árbol, y cuando vemos un pino, que
es muy diferente, también sabemos que es un árbol. Las ideas sirven para permitirnos pensar
correctamente y no perdernos en la confusión constante, ya que, si están bien
fundamentadas, son válidas en todas partes.
Pero, según Platón, las ideas no formaban parte del mismo plano de existencia que lo que nos
rodea en el mundo físico. Para él, cuando vemos diferentes tipos de sillas y las reconocemos
como tales, no nos limitamos a reconocer las propiedades físicas comunes de estos objetos,
sino que evocamos una idea de "silla" que existe más allá de ellos.
Según la filosofía de este pensador, detrás de cada elemento del mundo físico hay un ideal, la
idea perfecta de cada cosa, que aparece en nuestra mente de manera más o menos imperfecta
pero que, definitivamente, no emerge del reino de lo material, porque pertenece al mundo de
las ideas, un lugar de elementos perfectos, universales e inmutables. Este concepto es central
en la teoría de las ideas de Platón.
Así, la realidad que percibimos a través de los sentidos es para Platón fundamentalmente un
engaño, un conjunto de malas copias de los elementos que componen el mundo de las ideas,
cada una con unas imperfecciones que la alejan de su verdadera esencia. Por ejemplo, las
figuras geométricas solo existen en las ideas, ya que no hay ningún elemento de la naturaleza
que las reproduzca fielmente: ni siquiera los cuerpos más o menos esféricos, como las
burbujas o las gotas de agua, forman una esfera real.
Platón no se limitó a señalar que existe una brecha insalvable entre el mundo de las ideas y el
de las cosas materiales; también defendió la idea de que lo verdadero pertenecía al primer
reino y no al segundo. Para demostrar esto recurrió a las matemáticas, tal y como lo habían
estado haciendo las sectas pitagóricas: las relaciones geométricas y numéricas son siempre
ciertas en sí mismas, independientemente de lo que ocurra en el mundo de la materia.
Del mismo modo, Platón llegó a creer que la verdad existe más allá de lo que puedan percibir
nuestros sentidos. Si las matemáticas y la geometría son ciertas independientemente de lo que
podamos encontrar a nuestro alrededor, tiene que existir un reino de ideas en el que todas
ellas puedan ser encontradas.
Un lugar en el que exista la idea perfecta de silla, de flor, de río y de todo lo que existe. Plasmó
esta idea en una de sus alegorías más recordadas, conocida como el mito de la caverna: lo
cierto existe aunque nadie haya podido acceder a ella a causa de las limitaciones que conlleva
vivir en el mundo de lo físico.
Pero la teoría de las ideas de Platón planteaba un interrogante que no podía ser ignorado:
¿cómo puede ser que siendo el mundo de las ideas y el de lo material dos reinos separados,
nosotros estemos en contacto con ambos? Para responder a esto, el filósofo ateniense partió
de la idea de que aquello que identificamos con nuestra persona es, en realidad, la
combinación de dos elementos: cuerpo y alma.
El cuerpo, por su parte, dispone de sentidos para saber lo que ocurre en el mundo de lo físico,
pero es imperfecto, fácil de dañar y además está sujeto al engaño de las apariencias, mientras
que el alma dispone de la razón y, como pertenece al mundo de los ideales, tiene la capacidad
innata de evocar los elementos del mundo de las ideas. Para Platón, por lo tanto, conocer es
recordar a través del uso de la razón, volver a hacer aparecer en nuestra consciencia imágenes
y conceptos que ya llevábamos con nosotros desde nuestro nacimiento y que corresponden a
un reino eterno y universal.
Actualmente, aunque la filosofía platónica rara vez es defendida en los círculos académicos,
sigue ejerciendo una influencia notable en nuestra manera de pensar.
Cada vez que imaginemos la verdad como algo independiente de los acontecimientos que
ocurre en el mundo estaremos reproduciendo una parte de la teoría de las ideas de Platón sin
darnos cuenta.
La realidad muestra que las respuestas fisiológicas a las presiones sociales, a las informaciones
alarmantes, a los rápidos cambios para sobrevivir, son las mismas que tenía el hombre hace
miles de años, cuando sólo debía cazar, alimentarse, abrigarse y reproducirse.
Para poder comprender el estrés y su inserción en la biología se ha de abordar, por una parte,
la evolución histórica de los conceptos fisiológicos, y por otra, la evolución del significado de la
palabra en la biología. Finalmente se expondrán las definiciones de estrés.
Las nociones de homeostasis, estrés y equilibrio están presentes en los conceptos de salud y
enfermedad desde hace más de 2000 años. Al comienzo de la era clásica fue Herácletus el
primero en señalar que un estado inmóvil o sin cambios no era la condición de los organismos
vivos; por el contrario, éstos tenían capacidad de cambiar su estado1.
Luego, Empédocles expresó que todos los problemas de los organismos vivos consistían en
elementos y cualidades en una oposición o alianza dinámica entre unos y otros, y que se
necesitaba una armonía para la sobrevida. Unos años después, Hipócrates definía la salud
como un balance armónico de los elementos y las cualidades de la vida, y a la enfermedad
como a una falta de armonía sistemática de esos elementos. Los romanos continuaron con
estos análisis y lograron desarrollar más claramente el concepto de enfermedad como falta de
armonía.
Walter Cannon fue el primero en acuñar el término homeostasis para describir el �proceso
fisiológico coordinado que mantiene estable a las funciones de un organismo�, destacando al
sistema nervioso simpático como un sistema homeostático esencial, útil para reparar los
disturbios de la homeostasis y promover la supervivencia del organismo afectado.
Luego Hans Selye introdujo y popularizó el concepto de estrés como un idea científica médica.
A pesar de que se le atribuye a Selye el haber introducido la palabra estrés en la biología, es
interesante observar su evolución histórica e inserción en la biología moderna, que data desde
mucho antes1.
El término estrés aparece en escritos del siglo XIV para expresar dureza, tensión, adversidad o
aplicación. Posteriormente, a fines del siglo XVIII y principios del XIX, es utilizado en el campo
de la física para referirse a la fuerza generada en el interior de un cuerpo como consecuencia
de la aplicación de una fuerza externa o �local� que tiende a distorsionarlo, y se menciona el
término �strain� como la deformación o distorsión sufrida por el objeto.