Incursiones Cotidianas: Los Cactus Del Jardín Botánico de Madrid
Incursiones Cotidianas: Los Cactus Del Jardín Botánico de Madrid
Incursiones Cotidianas: Los Cactus Del Jardín Botánico de Madrid
Hace un calor inusual para esta época del año, lo que podría presagiar
una primavera lluviosa o, más bien, torrencial. Pero como uno no es de la Aemet pero en su terraza los
abejorros ya se dedican pacientemente a libar las todavía escasas flores, estima que todavía no es
primavera, aunque lo parezca. Sin embargo, a uno le apetece observar plantas, sean o no coloridas.
Y en la ciudad de Madrid hay muchas, en los numerosos parques y jardines que la adornan. Pero hay un
enclave especial, realengo a la vez que científico; no en vano es uno de los centros punteros del CSIC.
Con estas pistas es fácil inferir que me refiero al Real Jardín Botánico de Madrid.
Como siempre me han gustado mucho los cactus, esos Rambos de la botánica, prácticamente
indestructibles, algunos curiosísimos en sus formas caprichosas, me dirijo al invernadero: hoy tocan
especies desérticas.
Mientras observo y fotografío los ejemplares, una diligente y encantadora profesional del Botánico
se afana en una rocalla de cactus del género Mammilaria. Me asegura que va a quedar preciosa, no lo
dudo.
Rocalla de Mammilaria (La Gaceta de Gea)
Este género comprende muchas especies muy diversas en formas y colores: los hay columnares,
arracimados, globosas o aplastados, con flores más grandes o chicas, blancas, verdes o grises. Para
todos los gustos.
Finalizamos con una curiosidad: las piedras vivas, unas pequeñas plantas del género Lithops que se
mimetizan en el entorno, se forma que esquivan hábilmente sus potenciales depredadores.
Piedras vivas del género Lithops (La Gaceta de Gea)
Me recuerdan pequeñas pezuñitas de color verde azulado que muestran unos patrones en su
superficie. Por la hendidura entre las dos hojas surge la flor, que suele ser, como en muchos cactus y
suculentas, de vivos colores.
Finalizo esta entrada que no pretende más que animar al posible lector a que, cuando se acerque al
Jardín Botánico de Madrid, no solo admire lo que se encuentra en sus terrazas y parterres, que ya es
mucho y muy interesante, sino que explore su periferia con los ojos bien abiertos, colofón y guinda de
un entorno único, irrepetible, de la ciudad de Madrid.