Autoestima en Niños
Autoestima en Niños
Autoestima en Niños
Usted quiere lo mejor para sus hij@s. Quiere que sean buen@s, que
tengan éxito, sean felices y competentes. Quiere que sean capaces de tener
amig@s, utilicen sus dotes y aprovechen las oportunidades que se les
presenten.
El ayudar a sus hij@s a desarrollar una fuerte autoestima es la tarea
más importante de la paternidad y de la maternidad. El o la niñ@ con buena
autoestima tiene muchas probabilidades de ser un(a) adult@ feliz y exitos@.
La autoestima es el escudo que protege a l@s niñ@s contra los dragones de la
vida: las drogas, el alcohol, la prostitución y la delincuencia.
Sea usted quien sea, sus padres, madres (o las personas que le educaron)
siguen siendo las personas más importantes en su vida. Ello es así porque son
las que ejercen la mayor influencia en su forma de sentirse a sí mism@. Su
propia lucha por conseguir una buena autoestima le ha mostrado cuántas de
las voces que lleva en su interior son las voces que oyó en la niñez. Los
miedos, límites y sentimientos de desamparo con los que lucha hoy han estado
con usted desde los primeros años.
Son sus padres y madres quienes le hicieron verse a sí mism@ como
una persona competente o incompetente, estúpida o inteligente, afectiva o
desamparada, indigna de cariño o estimable. Y son sus padres y madres
aquellos a quienes quiso complacer. La necesidad de su aprobación es tan
intensa que la motivación para conseguir la aceptación de los padres y madres
puede proseguir mucho después de fallidos éstos.
Intenta recordar lo que quiso de sus padres y madres. ¿Quiso usted su
perdón, reconocimiento, admiración? ¿Qué significaría para usted hoy que sus
pares apreciasen lo que es usted realmente: sus límites, sus capacidades
especiales, sus sueños?
Quizá no consiga nunca este aprecio y tendrá que aprender a darse a sí
mismo el don de la aceptación. Pero puede usted pasar este don a sus hij@s.
Cuando les da el don de la aceptación, cuando usted les considera realmente,
valora y aprecia, proporciona a sus hijos un escudo psicológico que les protege
de por vida.
MIRAR A SU HIJ@
He aquí tres cosas que pueden hacer para reforzar sus cualidades
positivas:
Como la autoestima (lo que un(a) niñ@ siente por sí mism@) está
relacionada con el conocimiento propio (lo que un(a) niñ@ piensa de sí
mism@), la o el lniñ@ se siente obligad@ a actuar de manera que pueda
expresar las dos facetas. En concreto, hay tres buenos motores que
determinan el comportamiento y proceden de lo que se piensa y de lo que se
siente por uno mismo.
2. El o la niñ@ actúa para confirmar la imagen (la idea) que los demás, y él
mismo, tienen de él o de ella. Si un(a) niñ@ está convencido de ser “buen
chic@” tenderá a comportarse bien; por el contrario, si piensa que es mal@,
buscará (inconscientemente) la reprimenda y el castigo. Si una niña cree ser
buena deportista, querrá jugar a la menor oportunidad. Si un niño cree que se
le dan mal las matemáticas, sacará malas notas en esa asignatura y adjudicará
a la “suerte” cualquier mejoría que experimente.
3. El o la niñ@ actúa para ser coherente con la imagen que tiene de sí,
por mucho que cambien las circunstancias. “¡Es que yo soy así!” “¡Siempre
he sido así!” Para el o la niñ@ es tan difícil como para el adulto, por lo menos,
cambiar algo de sí mismo que afecte alguna de sus ideas básicas, aunque tal
cambio pudiera posibilitar un comportamiento diferente. Por ejemplo, el niño
que es capaz de resolver problemas de matemáticas pero que suspende en los
exámenes porque espera hacerlos mal.
Todo el mundo sabe que los padres y las madres son “modelos” para
sus hij@s. Pero con frecuencia los niñ@s imitan también sentimientos y
actitudes de sus padres y madres además de imitar su manera de hablar, sus
tics y las cosas que hacen. Para l@s niñ@s, el interior de sus padres y madres
es un punto de referencia de igual valor que su exterior; por ejemplo: ver cómo
actúan. Y los sentimientos y actitudes de los padres y madres, suelen
expresarse de forma sutil y muda; por ejemplo: si un padre se encoge de
hombros al tiempo que su rostro permanece tenso, el niño interpretará que su
padre está desilusionado, aunque no diga ni una palabra. Mensajes así, no
verbales, se deslizan, por ejemplo, entre lo que se dice y el tono que reemplea
bendecirlo. Es casi imposible ocultar un sentimiento y l@s niñ@s son
observadores muy agudos que cazan al vuelo las expresiones sutiles que hay
en las actitudes de sus padres y madres.
Los padres y madres con poca autoestima no pueden evitar algunos de estos
dilemas, que son sólo suyos. Pero sí deben plantearse, las cosas que podrían
hacer para acrecentar la autoestima de sus hijos, de ahí el importante papel
que cumplen los pilares de la autoestima, como la capacidad de vinculación, la
singularidad, los modelos que deben seguir y las pautas que deben imitar
Bibliografía