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Testimonios de La Cultura Material en Los Exvotos Pintados de Galicia

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Testimonios de la cultura

material en los exvotos


pintados de Galicia
JOSÉ FUENTES ALENDE*

E ntre las diversas manifestaciones artísticas conservadas en nuestros san-


tuarios, o en su entorno, nos encontramos con aquellas consideradas co-
mo de carácter “popular” o “menor”, calificativo el primero que puede ser
aceptado, pero no así el segundo. Es cierto que los “cruceiros” que presiden
el atrio, las boetas o petos, especialmente los de “ánimas”, tan arraigados y
extendidos por Galicia, bien en las encrucijadas o al margen de los caminos,
bien en el interior de los templos, e incluso numerosas imágenes de santos re-
ceptores de culto y de profunda devoción por parte de los miembros de una
comunidad han de ser consideradas como “populares”, por cuanto han sido
realizadas a petición del pueblo para su propio beneficio, expresando modos
de vida y valores compartidos y aprobados por gran parte de la sociedad de su
tiempo1, y por un llamémosle artista del pueblo que conoce sus necesidades y
que, por norma general, se mantiene en el anonimato, primando así la im-
portancia de la obra sobre la de su ejecutante. Hemos de discrepar, sin em-
bargo, con la calificación de “menor” que en la escala artística reciben estas
obras, entre las cuales debemos incluir los exvotos, de manera especial los
pintados, a pesar de que su ejecución no se ajuste a los cánones académicos
y ortodoxos que el arte culto requiere. Pero no por ello se puede negar el va-
lor artístico de estas obras, puesto que, si bien no reúnen unos altos valores
de calidad y de plasmación, e incluso las dimensiones, salvo raras excepcio-
nes, suelen ser pequeñas y los soportes no han recibido el tratamiento y la
adecuación requerida para conseguir mayores logros y mejores condiciones

* Ponencia de Antropología Cultural del Consello da Cultura Galega.


1 DESCALZO LORENZO, Amalia, Aldeavieja y su Santuario de la Virgen del Cubillo, Monografías de

Arte y Arquitectura Abulenses, 2, Instituto “Gran Duque de Alba” de la Diputación Provincial de Ávi-
la, 1988, p. 218.

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JOSÉ FUENTES ALENDE

de conservación, sí nos ofrecen, en concreto los exvotos pintados, un enor-


me contingente de datos, no sólo a través de la leyenda explicativa en su par-
te inferior, sino en la misma representación pictórica del milagro, y porque,
de acuerdo con la acepción segunda dada por la Real Academia Española a la
palabra “arte”, son el resultado del acto o facultad mediante los cuales, valién-
dose de la materia, de la imagen o del sonido, imita o expresa el hombre lo ma-
terial o lo inmaterial, y crea copiando o fantaseando 2.
Asimismo, e incidiendo en el tema que aquí nos acupa, el de los exvotos
pintados, y en particular los de Galicia, que en su contenido y aportaciones
muy poco discrepan de los del resto de España, sí, sin embargo, en su confi-
guración y en su leyenda, es de destacar su incalculable valor para conocer no
sólo las manifestaciones de la religiosidad popular en la que deben enmar-
carse, sino también nuestra cultura material, que aparece plasmada en ellos
por lo general de una manera ingenua, a lo “naïf ”, con un carácter descriptivo
muy claro: tratan de representar la escena, generalmente dramática, en que el ofe-
rente se libró de la muerte o de un accidente grave. El artista se preocupa muy po-
co o nada en absoluto de las reglas de perspectivas o de modelado del arte oficial.
No se propone hacer ninguna obra de arte, sino sólo relatar un acontecimiento
del modo más claro posible y poniendo bien en evidencia la protección celestial de
que su cliente se ha beneficiado. Por supuesto, todos los detalles de vestimenta y
equipo están representados minuciosamente 3.
El artista, conocedor o no de las normas de perspectiva y de las que han
de regir el arte, plasma la escena tal cual él la ve o la imagina, tratando que
su obra resulte un auténtico documento para quien luego la contemple en el
santuario respectivo, dada su finalidad testimonial y propagandística, trans-
mitiendo de una manera gráfica el suceso explicado más o menos pormeno-
rizadamente por la leyenda. De ahí que importe menos el valor del dibujo, el
poco o nulo conocimiento de la perspectiva, originando frecuentemente escenas
planas y con diversos puntos de visión a su interior, el violento contraste de colo-
res, sin gradación alguna, entre gamas de cálidos terrosos y fríos grises, o la irreal
manera de aplicarlos, aunque por otra parte nos gane su expresividad. Observa-
dor amante del detalle se convierte el pintor en testigo utilísimo para la etnogra-
fía: el modo de vestir de aquellos personajes, utensilios y aperos de labranza, mo-
biliarios, etc., son reflejos de época 4.
Es por ello que los exvotos pintados, de más o menos calidad artística, re-
presentaciones siempre de una promesa efectuada en un momento de peli-
gro, e incluso de acción de gracias, ya individuales, ya colectivos, se convier-
ten en fuente de incalculable utilidad para tratar de conocer y reconstruir aspec-
tos precisos o formas de vida de la cultura popular: actividades, oficios, arquitec-
tura, tecnologías, transportes, decoración interior de la vivienda, indumentaria,

2Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, tomo I, Madrid, 1984, p. 133.
3MORANT, Henry de, Historia de las artes decorativas, con la colaboración de Gerald GASSIOT-TA-
LABOT, traducido del francés por María Antonia PELAUZY, revisión y ampliación para la edición espa-
ñola por José CORREDOR MATHEOS, Espasa-Calpe, S.A., Madrid, 1980, p. 433.
4 TEJADA VIZUETE, Francisco, “Pintura Popular Bajoextremeña”, Saber Popular. Revista Extremeña

de Folklore, núm. 1, p. 74.

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TESTIMONIOS DE LA CULTURA MATERIAL EN LOS EXVOTOS PINTADOS DE GALICIA

en fin, el vivir cotidiano5. Son documentos del modo de vida diario en el mo-
mento en que el pintor los ejecutó porque él mismo vive en ese ambiente,
porque lo conoce, aun cuando lo plasmado pueda obedecer a una realidad
que se corresponda con la del sujeto que encarga el exvoto o serle adjudica-
do tomándolo de su entorno o basándose en modelos estándares: Apenas os
acessórios, mais concretos e pormenorizados, revelam o intento da fidelidade da
cópia: sâo os aspectos da igreja com os quais o pintor está familiarizado... a in-
dumentária doméstica regional e da época... as minúcias de interior como os bu-
fetes, as cadeiras de espalda de coiro, os leitos de dossel e bilrados, as almofadas
guarnecidas de rendas, os roda-pés e as colchas 6.
Todos estos elementos de la cultura material aparecen, en mayor o menor
número, en los exvotos pintados gallegos, permitiendo su análisis y compa-
ración con los de otras comunidades. La inclusión del inventariado y estudio
de los exvotos en la “Catalogación Arqueológica y Artística de Galicia”, que
sufraga la Fundación “Pedro Barrié de la Maza, Conde de Fenosa” y que se
elabora en el Museo de Pontevedra, nos ha permitido catalogar hasta el mo-
mento 117 cuadros, ubicados en un total de veintidós santuarios, que fueron
el objeto de un extenso trabajo todavía inédito, además de otro tipo de ex-
votos, fundamentalmente los de cera7.
No obstante, no pretendemos realizar en esta breve comunicación un es-
tudio pormenorizado de cada uno de los aspectos de la cultura material pre-
sentes en los exvotos gallegos, sino ofrecer únicamente aquellas líneas gene-
rales que siguen cada uno de ellos.
En primer lugar, debemos destacar la importancia de la indumentaria
personal, por cuanto en la mayoría de ellos, excepción hecha de los de temá-
tica marinera del santuario de Vilaselán (Ribadeo, Lugo), aparece represen-
tada cuando menos la persona enferma o en un determinado peligro, muchas
veces con otros familiares y compañeros de viaje o de empresa, en las más va-
riadas actitudes. Claramente definidas, por lo menos en cuanto lo permite la
diafanidad de la pintura y su disposición en la misma, nos encontramos con
231 figuras humanas, aparte de otras ligeramente esbozadas por medio de
manchas, de las cuales 129 son masculinas, 87 femeninas y 15 infantiles. En
su mayoría nos permiten conocer algo de la vestimenta a la usanza de la épo-
ca, desde las ropas de faena en la pesca hasta las de diario y de fiesta, pasan-
do por las ropas de cama que pueden apreciarse a través de los embozos y de
las mangas de camisones y pijamas en las 37 mujeres y en los 20 hombres re-
presentados en sus respectivos lechos.
La diversidad de la indumentaria es altamente patente, manifestándose
las diferencias en dos aspectos fundamentales. Por un lado, según la calidad

5 MARCOS ARÉVALO, Javier, “La religiosidad popular y el fenómeno votivo: milagros, promesas y

exvotos en Extremadura”, Revista de Estudios Extremeños, tomo LIII, núm. II, mayo-agosto, 1997, p. 485.
6 ROCHA PEIXOTO, “Etnografía Portuguesa. Tabulae Votivae. (Excerpto)”, en Etnografía Portugue-

sa. (Obra Etnográfica Completa), organizaçâo, prefácio, notas e bibliografía de Flavio GONÇALVES, 2ª
ed, Publicaçôes Dom Quixote, Lisboa, 1995, pp. 190-191.
7 FUENTES ALLENDE, Xosé, “Exvotos de cera: tecnoloxía e funcionalidade”, en Tecnoloxía tradicio-

nal: Dimensión patrimonial. Valoración antropolóxica. Actas do Simposio Internacional In Memoriam Xa-
quín Lorenzo, Ourense, 13 ó 15 de outubro de 1994, A. FRAGUAS FRAGUAS - X. A. FIDALGO SANTA-
MARIÑA (coords.), Consello da Cultura Galega, ponencia de Antropoloxía Cultural, 1996, pp. 227-260.

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de la pintura, a menor técnica artística, indumentaria más rústica y menos


lograda. Por otro, a tenor de la categoría social, que a su vez lleva implícita
una mayor técnica al ser, tal vez, encargada la obra a artistas más formados y
con más soltura, capaces de darle más empaque al personaje o personajes re-
presentados, diferenciando incluso al médico del clérigo, al juez del abogado,
al marinero del labrador o a los niños estudiantes de un colegio con su uni-
forme, e incluso a los cristianos de los musulmanes, denominados también
árabes y herejes, que en número de 20 aparecen reflejados. Amén de la ropa
habitual, como chaquetas, camisas, pantalones y corbatas en los hombres,
blusas, faldas, trajes de chaqueta y mandiles en las mujeres, con los zapatos
de ambos géneros, deben citarse algunos ejemplos de ropa clerical, de frac de
alto coturno, de uniformes militares, de bastones de mando y de sombreros
de copa, utilizados éstos de manera especial por los facultativos. Hemos de
destacar el hecho de que a pesar de tantas representaciones de indumentaria
tan sólo dos pueden ser encuadradas en el tipo de traje típico gallego tal co-
mo hoy lo entendemos, en ambos casos femenino, uno en el santuario de la
Esclavitud (Padrón, A Coruña) y otro en la capilla de Nuestra Señora de
Aránzazu, en Santa Cristina de Vea (A Estrada, Pontevedra), los dos de fac-
tura semejante.
Mención aparte merecen la vestimenta y los atributos que ofrecen las dis-
tintas iconografías presentes en los exvotos, que varían considerablemente en
el mismo santuario y aun tratándose de la misma advocación, tanto en el co-
lorido como en la forma, en la disposición y bordado de vestidos, mantos y
túnicas. Figura, lógicamente, en primer lugar la representación de la Virgen,
generalmente con el Niño en brazos, en un total de 97 casos. Jesús, además
de como niño acompañando a su madre, aparece en dos ocasiones, una co-
mo Nazareno Redentor y otra como Ecce Homo; Santa Minia en el interior
de su urna en 4, San Benito en 2, y en tan sólo una Santa Ana con la Virgen
niña de la mano, San Ramón, San Jorge y las Ánimas del Purgatorio.
Además de la indumentaria personal, masculina, femenina o infantil,
destaca asimismo el ajuar de las camas en las 60 representaciones que de és-
tas aparecen en los exvotos gallegos: jergones que asoman por debajo de las
sábanas y colchas, aquéllas con sus embozos de puntillas o de bordados, és-
tas de tiras y franjas bordadas con diversos motivos y rematadas por flecos
anudados; almohadas, sencillas o dobles, a juego con las sábanas en lo que se
refiere a su tela y a sus remates.
De suma importancia es la representación de interiores, puesto que la
mayoría de las escenas de nuestros exvotos corresponden a enfermedades,
ubicando por lo tanto al enfermo en su habitación o haciendo su petición u
ofrenda en una sala. Debe destacarse el hecho de que frente a las 60 camas
representadas, anteriormente citadas, tan sólo en 33 ocasiones aparezca la ha-
bitación más o menos definida como tal, frente a los 27 casos restantes en que
la cama se sitúa en un ambiente totalmente neutro, incluso como al aire li-
bre, o dando la sensación de una simple alcoba de la que no es posible apre-
ciar nada de su interior.
Los ambientes habitacionales aparecen definidos, además de por la pre-
sencia obligada de la cama, por distintos elementos: por las paredes, a veces
en uno o dos lados, insinuadas por simples variaciones en la tonalidad cro-
mática, en una ocasión a modo de tabique de madera con taraceas romboi-

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TESTIMONIOS DE LA CULTURA MATERIAL EN LOS EXVOTOS PINTADOS DE GALICIA

dales verticales; por los zócalos o rodapiés en su parte inferior; por las puer-
tas y ventanas, con sus listones y vidrios, y en ocasiones con contraventanas
o rejas de forja; por las tablas del piso, de diversas anchuras, o a modo de par-
qué; por las cornisas y por los pontones en la totalidad o en parte del techo;
por los armarios, mesillas de noche, mesas camilla y sillas; por espejos, cua-
dros y crucifijos colgados de las paredes, además de por los pesados cortino-
nes que penden del techo en uno de los extremos o a ambos lados de la ca-
ma.
Otros ambientes que nos encontramos son: el de un amplio salón, con
tres puertas al fondo, un espejo y dos cuadros a cada lado de éste y dos sillo-
nes tapizados; el de una sala de juzgado, con puerta y ventana, mesa del juez
y estantería; el de una amplia sala, con puertas a derecha e izquierda bajo do-
sel, ventanas, cuadro y mesa al fondo; el de una sala de estar, contigua a la
habitación, con dos puertas, sillas y mesa; el de un aula escolar, con mesa al
fondo y puerta; los interiores de templos, dos en el santuario de la Esclavitud
y sendos en los de Abades, en Silleda (Pontevedra) y Virgen del Camino, en
Muros (A Coruña).
Los 60 ejemplares de camas que figuran representados en los cuadros pin-
tados constituyen el conjunto más numeroso de elementos muebles, permi-
tiéndonos conocer una amplia diversidad de modelos.
Refirámonos en primer lugar a las camas que podemos considerar exen-
tas, aunque en ocasiones, como es lógico, aparezcan adosadas por uno de sus
lados, generalmente la cabecera, a una de las paredes de la habitación o bajo
un elevado copete circular del que penden pesados cortinones, como sucede
en uno del santuario de A Pastoriza (Arteixo, A Coruña). Las encontramos
en 45 casos, mostrándonos la mayoría de ellas el cabecero y el piecero, éste a
veces únicamente las patas o ni tan siquiera eso por hallarse totalmente cu-
bierto por la colcha, más alto en buena lógica el primero que el segundo, pe-
ro desproporcionado en algún ejemplar.
Ambos elementos pueden ser rectos, con entrepaños macizos diferencia-
dos del bastidor, sin remate de ningún tipo o con un listón a veces cilíndri-
co de distinto color, e incluso prolongándose en semicírculo que puede co-
bijar algún adorno de tipo vegetal pintado o una cruz de madera incrustada.
Pueden presentar también balaustres, bien circulares torneados, bien de ta-
blas sencillas. El análisis formal de los cabeceros y pieceros siguiendo un or-
den cronológico nos aporta un dato que puede ser significativo, o tal vez no,
para la historia, o para la aproximación a ella, del mueble, cuando menos en
Galicia: aparecen por primera vez en el año 1853 curvados hacia el exterior
en su parte superior, llegando incluso a cerrarse por completo enrollándose,
pudiendo datarse en ese año dos ejemplares de la Esclavitud y uno de los Mi-
lagros del Monte Medo (Baños de Molgas, Ourense), apareciendo a partir de
entonces con mucha más frecuencia. ¿Indicará este dato que a mediados del
siglo XIX se introduce en Galicia un nuevo modelo de cama, bien por evolu-
ción de la propia carpintería, bien por la llegada desde fuera de catálogos de
mobiliario?
Las patas sobre las que apoyan ofrecen secciones cuadradas o circulares, a
veces con talla torneada, totalmente rectas o ligeramente estrechas en su par-
te inferior, de forma troncopiramidal o troncocónica invertida. Sus remates

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superiores presentan una mayor diversidad: piñas, bolas o esferas, pirámides


cuadrangulares, cornisas sustentando granadas, pomos y pináculos.
Nos encontramos también con las camas bajo dosel o cobijadas en el in-
terior de una supuesta y reducida alcoba, por lo que la apreciación de su con-
figuración se hace más difícil. Aparecen en catorce ocasiones, en una de ellas
representándose dos camas afrontadas por el piecero, en las que yacen mari-
do y mujer. Del dosel cuelgan cortinones, que se abren de arriba abajo, per-
mitiendo ver únicamente a la persona enferma y algo del ajuar de la cama.
Merecen mención también los tres ejemplares de camas de hierro o de
forja que encontramos en el santuario de la Esclavitud. Una de ellas, bajo un
corto dosel, está construida por barras de sección circular, enmarcando el ca-
becero y el piecero sendos balaustres de cuatro barrotes, con bolas de bronce
como remates, acabando la parte superior de ambos en adornos en espiral
con bolas también bronceadas en sus extremos. En el segundo ejemplar, las
barras laterales que corresponden a las patas del cabecero y del piecero rema-
tan en bolas doradas, ambos casi de la misma altura y con diez barrotes ver-
ticales el primero y ocho el segundo, rematando aquél en un semicírculo sol-
dado al listón superior, en el que se inscribe un motivo vegetal también do-
rado. En el último caso, las patas tienen pináculos como remate, culminan-
do el piecero y el cabecero con sendas barras con entrelazos, adosando sobre
éste último un semicírculo con motivos serpentiformes.
El número de cunas o berces representados en los exvotos no se corres-
ponde con el de casos en los que se pide la salud de un niño. Únicamente nos
encontramos con tres, ya que el infante se coloca generalmente en una cama
normal. En uno de ellos, en el que la criatura no aparece representada, la cu-
na tiene forma de nuez o barca, muy apuntada por ambos extremos, y está
tapizada o recubierta por una tela semejante a la de la colcha en la que yace
la madre, sin que pueda apreciarse el material en que está construida. Otra es
rectangular, baja, de madera, con balaustres perpendiculares en los laterales.
Más rara es la forma del tercer ejemplar, con los laterales conformados por
dos mitades simétricas, de bases curvadas, en las que predomina el geome-
trismo circular, tanto en los remates enrollados del cabecero y del piecero co-
mo en la decoración lateral a manera de espirales.
La ambientación de las salas o de las habitaciones se complementa con
otros elementos, entre los que cabe destacar los asientos, entre los que sobre-
salen, aparte de dos sillones de contornos robustos y formas curvadas en ver-
tical, tapizados en marrón, las sillas. Éstas a veces siguen las mismas líneas y
el mismo tapizado que el resto de los muebles a los que acompañan, como es
el caso de las dos de 1853 de los milagros del Monte Medo, en verde a juego
con el mantel que cubre la mesita de la sala y con la de la habitación conti-
gua sobre la que se ubica el candelabro, así como con la pequeña silla al lado
de la cama, las tres con las patas y el respaldo en ligera curvatura.
Otras sillas muestran un respaldo recto o suavemente curvado hacia atrás,
abierto o hueco, con un único travesaño a media altura, horizontal o verti-
cal, o con un círculo de madera; con listón ancho y ondulado como remate.
En una ocasión, la silla parece ser de forja, a tono con la cama, de asiento re-
dondo tapizado, patas curvadas unidas por un travesaño también circular y
respaldo hueco conformado por dos barras curvilíneas que configuran una
especie de media luna prolongada o de herradura.

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En cuanto a los asientos, además de los tapizados, nos encontramos con


tres casos, uno de ellos con dos sillas, en los que parecen ser de materia ve-
getal, mimbre o badana, entretejida.
Otros elementos que contribuyen a crear ambiente, por otra parte nece-
sarios en una habitación, son las mesillas de noche, ubicadas al lado de la ca-
ma, con sus puertas frontales y cajones, y las mesas supletorias o mesas ca-
milla. Sobre unas y otras, de diversas formas, en un caso sobre un robusto
émbolo tallado de tres pies, con o sin tapete, se disponen candelabros de
bronce con velas encendidas, jarras, platos, tal vez lavamanos, y vasos de lo-
za, tazas de barro, jarras, botellas y pocillos, quinqués y, como caso único, un
robusto reloj de mesa con cuerpo de bronce.
A ello contribuyen también los armarios, uno de ellos amplio, de dos ca-
jones con tiradores metálicos en la parte inferior, y de dos puertas con dos
entrepaños cada una y dos estantes interiores en la superior; otro también
con dos puertas de tres entrepaños y la cubierta de la cornisa en negro y re-
mate dorado en su frente. O los espejos, de marcos dorados, de diversas di-
mensiones, y los crucifijos, más o menos definidos, que penden sobre el ca-
becero de la cama, como incidiendo en la religiosidad y devoción profesada
por el sujeto enfermo.
Y en este sentido hemos de destacar la abundancia de cuadros que apare-
cen colgados de las paredes de las habitaciones o de las salas. Su temática, en
la mayoría de los casos, es difícil de precisar, bien por la mala conservación
del propio cuadro exvoto, bien porque haya sido colocado por el autor como
simple detalle anecdótico y decorativo, incluyendo en su interior únicamen-
te unas manchas informes. Sin embargo nos encontramos con ejemplares en
los que su contenido está plenamente definido y perfectamente logrado, con-
siguiendo el artista verdaderos logros de cuadro dentro del cuadro, incluso
con una alta calidad, unas veces a la técnica del carboncillo, otras con el em-
pleo de un alto cromatismo. En marcos de madera, dorados, marrones o ne-
gros, a veces rodeados por paspartús, podemos encontrarnos con la imagen de
la Virgen María, San José de cuerpo entero portando al Niño y la Virgen de
la Soledad con el puñal clavado en el pecho, la Virgen con el Niño y San Jo-
sé, barbado, también con el Niño, sobre un fondo tenebrista, el Sagrado Co-
razón de Jesús y el Sagrado Corazón de María, y la Virgen acogiendo en su
regazo el cuerpo de Cristo muerto, con la Cruz y un amplio y profundo pai-
saje al fondo, en cuadro de considerables dimensiones.
Mención aparte merecen los dos exvotos pintados en 1853 por Ricardo
Vilanova para el santuario del Monte Medo, si bien uno de ellos referente a
una curación acaecida un siglo antes. En ellos, a diferencia de los restantes de
Galicia, la representación de la divinidad, en este caso la Virgen de los Mila-
gros, aparece en el interior de sendos marcos dorados, con una fuerte sensa-
ción de planitud, colgado uno en primer plano y el otro al fondo de la sala,
sobre una mesa con dos candelabros.
En pleno aire libre nos encontramos con cinco representaciones de carros
del país. En uno de ellos, en el que consideramos pseudo-exvoto por cuanto
se limita a plasmar y narrar la curación de un paralítico y que da origen al
culto en el santuario de la Esclavitud, aparece el tullido acostado, incorpo-
rándose para beber agua de la fuente santa; sobre el “chedeiro” se aprecian en
primer plano siete “estadullos” o “fumeiros” cortos, que se corresponderían

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con sus pares en el otro lateral, menos definidos; a ellos irían atados los “la-
drales”, aquí de una sola pieza, que semejan construidos de varas vegetales
entrelazadas; en la rueda de madera del primer término, que, como la del
fondo, presenta en la superficie de rodaje púas de hierro de cabeza gruesa, no
se aprecian las uniones de las distintas piezas que la integran, salvo el “mión”
central en el que sobresale la cabeza del eje. En el de Pastoriza, en el que el
hombre aparece atrapado entre el “chedeiro” y la rueda, ésta es idéntica a la
del cuadro anterior, si bien puede apreciarse la lámina de hierro que recubre
su borde; se representan en sentido longitudinal las tablas del piso del carro,
con cinco pares de “estadullos”, altos y puntiagudos; la “cabezalla”, o timón,
como en el caso precedente, está oculta entre la yunta, uncida por un yugo
recto, de “cangas” rígidas, al que se sujeta el carro por medio de la “chavella”.
Similares son los otros tres ejemplos de la Esclavitud, dos de ellos con tres pa-
res de “estadullos”, uno sin ellos, notándose en éste que la disposición de las
tablas del piso es en sentido transversal y no en el longitudinal habitual.
Constituyen un capítulo aparte los exvotos de tema marinero, ya que nos
permiten conocer determinado tipo de embarcaciones. Entre éstas aparecen
las de tipo popular, sin un nombre propio que las identifique: una lancha de
remos con una vela cuadrada a proa; una dorna en dos ocasiones, idéntica en
ambas, que nos muestra la disposición de las tablas; una chalupa de remos y
con su timón. Luego ya las embarcaciones de mayor porte y para largas sin-
gladuras, a veces con su nombre: el navío “San Vicente”, con los tres palos;
el bergantín “Fernando VII”, con uno; el buque “Juan de la Vega”, con el
trinquete y el mayor; un trasatlántico anónimo, con dos mástiles y chimenea
al centro; el barco “La María”, con un jabeque de moros, un bote, un yate;
el “San José y Ánimas”; el paquebote “Purísima Concepción”; el bergantín
“Flora Paquita” con la corbeta “Albión”; el bergantín “Ana”; el trasatlántico
“City of Paris”; el bergantín goleta “Nuestra Señora del Rosario”; la goleta
“Cruz”, o la embarcación “San Antonio y Ánimas”.
Como acabamos de ver a rasgos generales, los exvotos pintados son au-
ténticos documentos que nos facilitan gran cantidad de información sobre el
modo de vida de una determinada época. Por un lado, la inscripción expli-
cativa nos aporta datos sobre personas fácilmente identificables, sobre enfer-
medades, sobre la actuación de los médicos o sobre las creencias y las prácti-
cas religiosas con las que se complementaban las ofertas realizadas. Por otro,
la representación plástica nos presenta testimonios sobre la cultura material
de entonces, que fue transformándose y en muchos aspectos perdiéndose.
Fuentes de información tan importantes permanecen en Galicia pode-
mos decir que olvidadas o cuando menos sin ser reconocidas como se mere-
cen. Custodiadas, como por otra parte es lógico, en sus santuarios respecti-
vos, en la mayoría de los casos se encuentran en condiciones precarias de con-
servación, sufriendo la humedad existente en los templos, casi todos ubica-
dos cerca del mar, el humo de las velas, las aglomeraciones de fieles y el paso
del tiempo.
No puede negarse, sin embargo, el interés y el afán proteccionista que la
Iglesia muestra hacia los exvotos pintados. Un proteccionismo que en 1919
llevó a los responsables del santuario de la Esclavitud a reunir en un único
conjunto, en una especie de retablo en el interior de la sacristía, los cincuen-
ta y cinco cuadros que custodia, sin tener en cuenta ni la cronología ni la ma-

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TESTIMONIOS DE LA CULTURA MATERIAL EN LOS EXVOTOS PINTADOS DE GALICIA

teria, sujetándolos al soporte con puntas clavadas en donde fuese menester.


Protección que intuimos sería contra la sustracción o robo, por cuanto al ser
adosados a la pared sur del templo la humedad es mayor, a lo que ha de aña-
dirse la imposibilidad de moverlos para su aireación, con el consiguiente ries-
go de ataques de xilófagos. Éstos de la Esclavitud fueron objeto de una in-
tervención restauradora el pasado año para figurar en la exposición sobre el
siglo XIX del proyecto “Galicia. Terra Única” de la Consellería de Cultura,
Comunicación Social e Turismo.
Por su parte, de los veintidós custodiados en el santuario de Pastoriza la
mayoría se encuentra en mal estado, con roturas en el lienzo y con despren-
dimientos de la capa pictórica. Fueron restaurados por el Museo de Ponteve-
dra los seis óleos de tema marinero con motivo de la exposición “Exvotos ma-
riñeiros en Bretaña e Galicia” celebrada en Brest en 1987 y en Pontevedra en
19888.
Nos encontramos, pues, ante unas manifestaciones artísticas, sean popu-
lares o menores, que reúnen las condiciones necesarias para ser debidamente
conservadas y protegidas como si de obras de arte mayor se tratase. Y al ha-
blar de conservación y protección nos referimos en primera instancia a labo-
res de restauración, con la consiguiente desinsectación y reparación o susti-
tución de los soportes.
Son los exvotos pintados, por lo tanto, obras de arte complementadas con
una inscripción más o menos explícita en cuanto a datos de la persona y de
las circunstancias que rodearon al exvoto, totalmente fiable. Más dudas a es-
te respecto nos ofrece la representación plástica de la escena o escenas, por lo
que cabe que nos formulemos ciertas interrogantes. ¿Conocía el artista al de-
talle las condiciones de vida del oferente? ¿Las habitaciones y salas presentes
en los cuadros se correspondían con las que el enfermo habitaba? ¿La lujosi-
dad plasmada plásticamente, tanto en lo referente a muebles como a ajuar e
indumentaria, nos ofrece una visión de la realidad o es mera fantasía del pin-
tor inducido por el donante con la finalidad de reflejar una categoría social
elevada? ¿Son auténticos retratos los personajes representados? Aun en los de
tema marinero, ¿las embarcaciones, incluso aquellas en las que consta su
nombre propio, son copias exactas? Preguntas todas ellas que por el momen-
to no nos es posible contestar sin riesgo de equivocarnos. Pero lo que no po-
demos negar es que, reales o ficticios, estamos ante un considerable número
de elementos que por el mero hecho de ser plasmados en un cuadro, ya sea
copiando o fantaseando, como reconoce la Real Academia Española, se su-
pone que el artista conocía y que por lo tanto se corresponden con un deter-
minado momento.
Un hecho claro del poco interés que los exvotos pintados han despertado
lo encontramos en la legislación civil, que reconoce a los exvotos en general
su valor etnográfico, ignorando por lo tanto el que poseen desde el punto de
vista histórico-artístico. El Derecho Canónico va algo más lejos al estimar su
carácter artístico, ya que el canon 1.234 dice: En los santuarios o lugares adya-
centes, consérvense visiblemente y custódiense con seguridad los exvotos de arte
popular y de piedad. Queda, no obstante, mucho camino que recorrer hasta

8 Ex-voto marins de Bretagne et Galice. Exvotos mariñeiros en Galicia e Bretaña, Musée des Beaux-

Arts de Brest, Museo de Pontevedra, Carrefour des Régions d’Europe, Oueste France, 1987.

[9] 439
JOSÉ FUENTES ALENDE

conseguir colocar a los exvotos en general y a los pintados en particular en el


lugar que se merecen. El valor documental, artístico, histórico y etnográfico del
exvoto obliga a las instituciones a desarrollar una política proteccionista y de res-
tauración. Proteger los exvotos supone contribuir al conocimiento de un rico pa-
trimonio hasta el presente casi desconocido o infravalorado9. Sacar del olvido a
los gallegos, cuya situación es la misma a la que alude la cita que precede, dar-
los a conocer y reconocerles su auténtico valor, valor como documentos his-
tóricos y etnográficos, han sido los objetivos de esta comunicación.

9 MARCOS ARÉVALO, Javier, op. cit., p. 485.

440 [10]
TESTIMONIOS DE LA CULTURA MATERIAL EN LOS EXVOTOS PINTADOS DE GALICIA

Retablo con exvotos en el santuario de la Esclavitud. Padrón, A Coruña (Archivo Gráfico del
Museo de Pontevedra)

Exvoto muy deteriorado en el santuario de Pastoriza. Arteixo, A Coruña (Archivo Gráfico


del Museo de Pontevedra)

[11] 441
JOSÉ FUENTES ALENDE

Exvoto con cama bajo dosel en el santuario de Pastoriza. Arteixo, A Coruña. (Archivo
Gráfico del Museo de Pontevedra)

Exvoto en el santuario de la Esclavitud. Padrón, A Coruña (Archivo Gráfico del Museo de


Pontevedra)

442 [12]
TESTIMONIOS DE LA CULTURA MATERIAL EN LOS EXVOTOS PINTADOS DE GALICIA

Exvoto con cama de forja en el santuario de la Esclavitud. Padrón, A Coruña. (Archivo


Gráfico del Museo de Pontevedra)

Exvoto con cama, sillas, mesa y cuadro en el santuario de los Milagros del Monte Medo.
Baños de Molgas, Ourense (Archivo Gráfico del Museo de Pontevedra)

[13] 443
JOSÉ FUENTES ALENDE

Exvoto con cama y silla de forja y cuadros en el santuario de la Esclavitud. Padrón, A


Coruña (Archivo Gráfico del Museo de Pontevedra)

Exvoto con cama bajo cortinones y carro del país en el santuario de la Esclavitud. Padrón,
A Coruña (Archivo Gráfico del Museo de Pontevedra)

444 [14]
TESTIMONIOS DE LA CULTURA MATERIAL EN LOS EXVOTOS PINTADOS DE GALICIA

Exvoto con una “dorma” en el santuario de Pastoriza. Arteixo, A Coruña (Archivo Gráfico
del Museo de Pontevedra)

Exvoto con varias embarcaciones en el santuario de la Virgen del Camino. Muros, A Coruña
(Archivo Gráfico del Museo de Pontevedra)

[15] 445

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