Le Corbusier y Gottfried Semper en El Estilo de Una Época Maquinista
Le Corbusier y Gottfried Semper en El Estilo de Una Época Maquinista
Le Corbusier y Gottfried Semper en El Estilo de Una Época Maquinista
Bogotá, Colombia
2022
Le Corbusier y Gottfried Semper
En el estilo de una época maquinista
Director:
Línea de Investigación:
Proyecto arquitectónico
Bogotá, Colombia
2022
Dedicado a mis alumnos
Declaración de obra original
Yo declaro lo siguiente:
He obtenido el permiso del autor o editor para incluir cualquier material con derechos de
autor (por ejemplo, tablas, figuras, instrumentos de encuesta o grandes porciones de texto).
________________________________
Fecha 22/10/2022
Resumen y Abstract IX
Agradecimientos
A Ricardo Daza Caicedo, por su guía siempre acertada y eficaz. A Antonio Armesto Aira,
por el diálogo que iniciamos en la cafetería de la Escuela de Arquitectura de Barcelona,
hace 20 años. Este trabajo habría sido imposible sin sus enseñanzas.
Gracias también a los profesores Víctor Velásquez, Fernando Arias, Silvia Arango y Jorge
Ramírez, docentes del programa de Doctorado en Arte y Arquitectura de la Universidad
Nacional de Colombia, por sus valiosos aportes.
Un agradecimiento especial a Sofía Argudo, Johanna Medina y Ana Silva por la ayuda que
me brindaron en distintos momentos de la investigación. Gracias al equipo de apoyo con el
material de juego de paneles: Chiara Stornaiolo, Josué Romo, Kevin Ruiz, Rubén Tapia,
Juan Cajiao, Camila Andrade, Isabella Ricucci, Doménica Alcázar y Daniela Portilla.
Resumen
Le Corbusier y Gottfried Semper
En el estilo de una época maquinista
Entre las coincidencias significativas que hallamos entre ellos hay tres asuntos que
merecen ser destacados: 1) Los dos afirmaban que la imagen que presenta la arquitectura
está sujeta al espíritu artístico colectivo de cada época y de cada pueblo. A este concepto
se refirieron con el término “estilo”. 2) Los dos promulgaron la existencia de unas
invariantes lógicas, propias de la arquitectura e independientes de la materia y la técnica.
3) Ambos consideraron que la conjunción de los dos factores anteriores demandaría una
permanente actualización de las reglas propias de la disciplina.
Abstract
Le Corbusier and Gottfried Semper
Into the style of a machinist age
This is a study about the ideas and works of Le Corbusier (1887-1965) under the light of
the theories of Gottfried Semper (1803-1869). It may also be read as a study of the theories
of Semper under the light of Le Corbusier’s ideas and works. The objective is to explore
beyond the easily observable differences between them to find out in which aspects they
coincided in terms of architectural creation. We are driven by the possibility of finding
signs of the genuine nature of architecture in the relatively little explored territory that
unites these two characters.
The first chapter of the study examines Le Corbusier's encounters, during his formative
years, with the remnants of Semper's theoretical legacy. The second explores the
significant coincidences between the theoretical postulates of both architects around the
concept of style. Finally, in the third chapter, we draw upon Semper's theoretical
conjectures for the study of some specific aspects of the work of the master of Modern
Architecture.
Among the significant coincidences between Semper and Le Corbusier, three matters stand
out: 1. Both affirmed that the image presented by architecture is subject to the collective
spirit of each era and each people. They referred to this concept with the term “style”. 2.
Both promulgated the existence of invariants typical of architecture; 3. Both considered
that the conjunction of the two previous factors would demand a permanent updating of
the rules of the discipline.
Contenido
Pág.
Resumen ...............................................................................................................................X
B. Anexo: Método para obtener todas las combinaciones en la división del segmento
L con los valores del conjunto {A, B, C, …, H}. ............................................................356
Contenido XVII
Lista de ilustraciones
Pág.
Ilustración 22. Máquinas y otros objetos en los que Le Corbusier reconoce el surgimiento
de un estilo apropiado a una época maquinista. Imágenes recogidas en L’Art décoratif
d’aujourd’hui, en 1925. (Le Corbusier, 1996, págs. 90-100). .......................................... 165
Ilustración 23. El término modénature, como aparece en la versión original de Vers une
architecture (Le Corbusier, 1995, pág. 178)..................................................................... 174
Ilustración 24. Chozas que ilustran el artículo de Le Corbusier sobre los orígenes del orden
arquitectónico: “L’Ordre”. (L’Esprit Nouveau, Número 18, pág. s/n, 1924). .................. 178
Ilustración 25. Las máquinas como emblema del espíritu de la época. Fotografía del
aeroplano Goliath Farman recogida en Vers une architecture, en 1923. (Le Corbusier,
1995, pág. 97). .................................................................................................................. 191
Ilustración 26. Copia de “El juramento de los Horacios” de Jacques-Louis David, hecha
por Girodet en 1786. (Paris: Gallimard; Louvre).............................................................. 201
Ilustración 27. Claude Monet, Impression: soleil levant, 1872. (Museo Marmottan Monet,
París). ................................................................................................................................ 201
Ilustración 28. Paul Cézanne, Le Pont sur la Marne à Créteil, 1894. (Museo de Bellas
Artes Pochkine, Moscú). ................................................................................................... 203
Ilustración 29. Paul Cézanne. Les Joueurs de cartes, 1890 a 1895. (Musée d’Orsay, París)
........................................................................................................................................... 205
Ilustración 30. Paul Cézanne, Mont Sainte-Victoire, 1904. (Museo de Arte de Filadelfia,
Filadelfia. The Yorck Project (2002), 10.000 Meisterwerke der Malerei). ...................... 206
Ilustración 31. Pablo Picasso, Les Demoiselles d’Avignon, 1907. (MoMA, Nueva York)
........................................................................................................................................... 208
Ilustración 32. Pablo Picasso, Autorretrato, 1896. (Museo Picasso, Barcelona) ............. 208
Ilustración 33. Olga Salgado, copia de la Última Cena del frontal de la Iglesia de Sant
Miquel de Soriguerola, 2012. (Colección privada, Quito)................................................ 210
Ilustración 34. Braque G., Botella y pescado, 1911 (Tate Modern, Londres). ................. 212
Ilustración 35. Pablo Picasso, Paisaje de Céret, 1911 (Solomon R. Guggenheim Museum,
Nueva York)...................................................................................................................... 213
Ilustración 36. Pablo Picasso, El aficionado, 1912 (Museo de Arte de Basilea, Basilea). 213
Ilustración 37. Juan Gris, Botellas y cuchillo, 1911(Museo Kröller-Müller, Otterlo). ..... 213
XX Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 38. Fernand Léger, Contrastes de formas, 1913 (The Philip L. Goodwin
Collection, Nueva York). .................................................................................................. 213
Ilustración 39. A. Ozenfant, Bodegón con copa de vino, 1921 (Kunstmuseum, Basilea). 214
Ilustración 40. Dos ejemplos de simultaneidad en la composición. A la izquierda: Igor
Stravinsky, La consagración de la primavera, detalle de la partitura publicada en un
artículo de Albert Jeanneret (L’Esprit Nouveau, número 4, pág. 454). A la derecha: Le
Corbusier, fábrica Duval, 1946-51, detalle de los diversos intervalos entre los elementos de
fachada. (Le Modulor, 1950, pág. 163). ............................................................................ 216
Ilustración 41. La ciudad centralizada y la ciudad como tejido. Izq: Le Corbusier, Une ville
contemporaine, 1922. Der: Le Corbusier, La Règle des 7 V , 1946. (Œuvre complète, 2013,
vol. 1, pág. 39 y vol. 5, pág. 92). ...................................................................................... 219
Ilustración 42. Le Corbusier, esqueleto estándar del sistema Dom-Ino, 1914 (Œuvre
complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 23). ............................... 226
Ilustración 43. G. Semper, dibujo a partir del modelo de una choza de la Isla de Trinidad,
Der Stil, 1863 (Semper, 2014, pág. 82). ........................................................................... 226
Ilustración 44. Dolmen en el conjunto megalítico de Poulnabrone, Irlanda, 3600 a.C.
(Fotografía: Jon Sullivan, 2012, PDphoto.org). ................................................................ 228
Ilustración 45. Superposición de elementos del sistema Dom-ino (Elaboración propia a
partir del dibujo de Le Corbusier publicado en Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre
Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 23)....................................................................................... 231
Ilustración 46. Le Corbusier, “una lechuza que ha venido a posarse por sí misma, sin que
la hayamos llamado” (Le Poème de l'Angle Droit, 2006, pág. 61). .................................. 231
Ilustración 47. Le Corbusier, historia de la ventana, 1930-46 (Œuvre complète / Le
Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 4, pág. 103). ................................................... 234
Ilustración 48. Cortina de vidrio que envuelve a los elementos del sistema Dom-ino
(Elaboración propia a partir del dibujo de Le Corbusier publicado en Œuvre complète / Le
Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 23). ..................................................... 236
Ilustración 49. Brise-soleil que envuelve a la cortina de vidrio y a los elementos del
sistema Dom-ino (Elaboración propia a partir del dibujo de Le Corbusier publicado en
Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 23). ................... 236
Contenido XXI
Ilustración 50. Le Corbusier, Une Ville Contemporaine de trois millions d’habitants, 1922
(Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 37). ................. 238
Ilustración 51. Le Corbusier, Maison Guiette, Antwerp, 1926 (FLC/ADAGP, Fotografía:
G. Mansy). ........................................................................................................................ 238
Ilustración 52. Le Corbusier, Armée du Salut, Cité de Refuge, París, 1929-33. El edificio
antes y después de la incorporación del brise-soleil (Œuvre complète / Le Corbusier et
Pierre Jeanneret, 2013, vol. 2, pág. 99; Fotografía del estado actual: J. Mantilla, 2018).239
Ilustración 53. Le Corbusier, primeras propuestas para el edificio del Ministerio de
Educación y Salud Pública en Río de Janeiro, 1936 (Œuvre complète / Le Corbusier et
Pierre Jeanneret, 2013, vol. 3, págs. 78 y 81). ................................................................. 239
Ilustración 54. Le Corbusier, Inmueble Clarté, Ginebra, 1930-32. Fotografías: Hans
Fingler; Fred Boissonnas (FLC/ADAGP). ....................................................................... 240
Ilustración 55. Izquierda: Le Corbusier, pabellón Suizo de la ciudad universitaria, París,
1930-32 (FLC/ADAGP); derecha: Le Corbusier, edificio de la calle Porte Molitor, París,
1930-32 (FLC/ADAGP). .................................................................................................. 241
Ilustración 56. Costa, Niemeyer, Reidy, Leao, Moreira y Vasconcelos, Ministerio de
Educación y Salud Pública del Brasil, 1936-45. (Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre
Jeanneret, 2013, vol. 4, pág. 83)....................................................................................... 242
Ilustración 57. Le Corbusier, Casa de alquiler, Argel, 1933 (Œuvre complète / Le
Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 2, págs. 71)..................................................... 243
Ilustración 58. Costa, Niemeyer, Reidy, Leao, Moreira y Vasconcelos, Ministerio de
Educación y Salud Pública del Brasil, 1936-45 (Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre
Jeanneret 2013, vol. 4, pág. 89)........................................................................................ 244
Ilustración 59. Le Corbusier, templo primitivo (Vers une architecture, 1923, pág. 55). . 245
Ilustración 60. Le Corbusier, proyecto para un Rascacielos en la Marina de Argel, 1938-
42. Fotografía de la maqueta: Albin Salaün (FLC/ADGAP). ........................................... 246
Ilustración 61. Le Corbusier, Manufacture Duval, Saint-Dié, 1946-51 (Œuvre complète /
Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 5, pág. 15) ................................................. 247
Ilustración 62. Le Corbusier, Manufacture Duval, Saint-Dié, 1946-51 (Œuvre complète /
Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 5, pág.17) .................................................. 248
XXII Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 63. Le Corbusier, tejido de medidas del sistema Modulor, 1946 (Le Modulor,
1953, págs. 87-88)............................................................................................................. 250
Ilustración 64. Arreglo aritmético (a distancias iguales) de los elementos de la fachada de
un edificio industrial (Vers une Architecture, 1923, pág. 28). .......................................... 254
Ilustración 65. Le Corbusier, Villa à Garches, 1927 (Œuvre complète / Le Corbusier et
Pierre Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 144). ........................................................................ 256
Ilustración 66. Le Corbusier, trazados reguladores de la fachada principal de las casas La
Roche-Jeanneret, 1923 (Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 1,
pág. 68). ............................................................................................................................ 256
Ilustración 67. Le Corbusier, Villa Schodan, 1951-56 (Œuvre complète / Le Corbusier et
Pierre Jeanneret, 2013, vol. 6, pág. 134). ........................................................................ 256
Ilustración 68. Le Corbusier, edificio del Secretariado de Chandigarh, 1957 (Œuvre
complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 6, pág. 79). ............................... 258
Ilustración 69. Le Corbusier, permanencia del motivo textil originario en los límites
verticales interiores y exteriores del edificio del Secretariado, Chandigarh, 1965 (Œuvre
complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 7, pág. 102). ............................. 260
Ilustración 70. El motivo formal del andamiaje de madera utilizado en la construcción de
la Capilla de Notre-Dame du Haut, en 1953, reaparece, de modo intencional o casual, en
los ondulatoires del convento de La Tourette, realizados entre 1956 y 1959 (Izquierda:
Charles Bueb, Ronchamp: Le Corbusier, 2015); (Derecha: Œuvre complète / Le Corbusier
et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 7, pág. 44). ...................................................................... 261
Ilustración 71. Xenakis I., Metástasis, 1954. Representación gráfica de los glissandi de la
sección de cuerdas, compases 309 - 314. Fuente: Baltensperger A., 1996, pág. 125. ...... 262
Ilustración 72. Le Corbusier, Capilla de Ronchamp, 1950-54 (Fotografía: Cemal Emden
"Le Corbusier´s Ronchamp Chapel" en ArchEyes, May 31, 2021). ................................. 264
Ilustración 73. Le Corbusier, templo nómada (Une maison un palais, 1928, pág. 25). ... 264
Ilustración 74. Le Corbusier, Capilla de Notre-Dame du Haut, 1950-56 (Œuvre complète /
Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 6, págs. 33 y 35)........................................ 266
Ilustración 75. Le Corbusier, Pabellón para la Exposición Internacional de las Artes y
Técnicas, 1937 (Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 3, págs.
159 y 162). ........................................................................................................................ 266
Contenido XXIII
Ilustración 76. Le Corbusier, Museo de Arte Occidental, Tokio, 1957-59 (Œuvre complète
/ Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 7, pág. 186). ............................................ 267
Ilustración 77. Le Corbusier, la cama de la India. Dibujo que coteja la trama de un somier
al del tejido de vías de Chandigarh, 1956 (Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre
Jeanneret, 2013, vol. 6, pág. 54)....................................................................................... 268
Ilustración 78. Klipstein, retrato de Le Corbusier con la mirada orientada hacia el paisaje y
el Partenón al fondo, Atenas, 1911 (J. Petit, Le Corbusier Lui-Méme, 1970, pág. 39). ... 271
Ilustración 79. Le Corbusier, Unidad de Habitación de Marsella, 1946-52 (Œuvre complète
/ Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 5, pág. 208). ............................................ 272
Ilustración 80. El equilibrio de fuerzas ascendentes y descendentes enfrentadas. Collage a
partir de imágenes separadas: Le Corbusier, árboles, s.f. (Le Corbusier Suite de dessins,
1968, pág. 15); Le Corbusier en Chandigarh, 1951 (Le Corbusier Lui-méme, 1970, pág.
105); construcción del edificio del Secretariado, Chandigarh, 1956 (Œuvre complète / Le
Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 6, pág. 87). ..................................................... 273
Ilustración 81. Torre de la Marina de Argel comparada a la silueta de un árbol. ............. 274
Ilustración 82. Charles Blanc, Grammaire des arts du dessin, 1867, pág. 26. ................. 278
Ilustración 83. Le Corbusier, Casa en serie para artesanos, 1924 (FLC/ADAGP). .......... 279
Ilustración 84. Le Corbusier, Museo de Tokio, 1957-59 (Œuvre complète / Le Corbusier et
Pierre Jeanneret, 2013, vol. 7, pág. 189). ........................................................................ 279
Ilustración 85. Semper, urna griega con asas, 1863. Fuente: Semper, 2013, pág. 508. Le
Corbusier, pies derechos de la Unité d’habitation à Marseille, 1946-52 (FLC). .............. 281
Ilustración 86. Le Corbusier, dibujo de un pedestal con forma de urna en el museo de la
Acrópolis, Atenas, 1911. Dice al costado: “1 Sócalo bonito / diámetro 37” (Gresleri,
Carnet III, pág. 119); (Traducción propia)........................................................................ 281
Ilustración 87. Le Corbusier, Unité d’habitation à Marseille, 1946-52. Elementos de
énfasis sobre el eje vertical en el toit-terrasse (Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre
Jeanneret, 2013, vol. 5, pág. 215)..................................................................................... 282
Ilustración 88. A. Loos. Edificio en Michaelerplatz, Viena, 1909-10. Columnas sin función
estructural, pero como elementos de resolución del conflicto de fuerzas sobre el eje
vertical (Gravagnuolo, 1988, pág. 127). ........................................................................... 283
XXIV Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 120. Le Corbusier, 6 grupos de paneles publicados en 1950 (Le Modulor, 1950,
págs. 95-101)..................................................................................................................... 330
Ilustración 121. Representación gráfica del conjunto de 8 valores sucesivos de la serie
Modulor empleados en los juegos de paneles (Elaboración propia)................................. 330
Ilustración 122. Estudio de las composiciones reunidas en la figura 39 de El Modulor
(Elaboración propia). ........................................................................................................ 331
Ilustración 123. Estudio de las composiciones reunidas en la figura 40 de El Modulor
(Elaboración propia). ........................................................................................................ 332
Ilustración 124. Estudio de las composiciones reunidas en la figura 41 de El Modulor
(Elaboración propia). ........................................................................................................ 333
Ilustración 125. Estudio de las composiciones reunidas en la figura 42 de El Modulor
(Elaboración propia). ........................................................................................................ 334
Ilustración 126. Estudio de las composiciones reunidas en la figura 43 de El Modulor
(Elaboración propia). ........................................................................................................ 335
Ilustración 127. Estudio de las composiciones reunidas en la figura 44 de El Modulor
(Elaboración propia). ........................................................................................................ 336
Ilustración 128. (14) Maneras de dividir un segmento halladas en los juegos de paneles
cuadrados publicados en El Modulor, en 1950 (Elaboración propia). .............................. 337
Ilustración 129. Combinaciones de valores Modulor presentes en una de las plantas tipo de
la Unité d’habitation à Marseille (Elaboración propia). ................................................... 337
Ilustración 130. Combinaciones de valores Modulor presentes en la planta de el Petit
cabanon (Elaboración propia). .......................................................................................... 338
Ilustración 131. Método gráfico para derivar todas las combinaciones para dividir el
segmento L con los valores del conjunto {A, B, C, …, H}; (Elaboración propia). El gráfico
completo se encuentra en el Anexo B. .............................................................................. 339
Ilustración 132. Combinaciones número 1 a 87 para la división de un segmento (L) con el
empleo de hasta 8 valores sucesivos del sistema Modulor (Elaboración propia). ............ 341
Ilustración 133. Combinaciones número 88 a 178 para la división de un segmento (L) con
el empleo de hasta 8 valores sucesivos del sistema Modulor (Elaboración propia). ........ 342
Ilustración 134. Combinaciones número 179 a 265 para la división de un segmento (L) con
el empleo de hasta 8 valores sucesivos del sistema Modulor (Elaboración propia). ........ 343
Contenido XXVII
Los entretejidos del pensamiento que ligan al Modulor con la cultura europea del siglo
XIX son múltiples y diversos. Su estudio ofrece distintos trayectos y todos parecen
conducir a algún lugar revelador: la vía lógico-matemática, la vía metafísica del idealismo
estético, e incluso la vía mística de las tradiciones herméticas que conservaban cierta
aceptación en la primera mitad del siglo XX.
Sin embargo, en respuesta a quienes buscan en el Modulor otra cosa que no sea su carácter
eminentemente práctico en el campo de la arquitectura y de la mecánica, Le Corbusier
2 Introducción
aclara que lo suyo se limita al ámbito de la construcción (Le Corbusier, 1953, pág. 107).
Explica que él no niega ni negará nunca la existencia de una ciencia metafísica “ligada a
mil y un símbolos y a una y mil significaciones” pero, subraya, “me detengo en el umbral
de las metafísicas y del simbolismo, y no por desdén, sino porque la naturaleza de mi
espíritu no me invita a ir más allá” (Le Corbusier, 1953, pág. 86); (Traducción propia).
Hipótesis de investigación
Esta investigación aproxima a dos personajes distanciados en el cuadro de la historiografía
arquitectónica, pese a estar unidos por múltiples vínculos significativos. La hipótesis
general del estudio es que en la obra de Le Corbusier se habría comprobado la validez las
conjeturas de la estética práctica de Semper, así como sus pronósticos sobre el devenir de
la arquitectura en Occidente. Pero también, por otro lado, desde las teorías de Semper se
pretende evaluar la relevancia artística del trabajo de Le Corbusier. De acuerdo a esta
hipótesis, el trabajo de cada uno validaría el trabajo del otro en términos artísticos.
1
Este “esclarecimiento” llegó gracias a un escrito de Antonio Armesto titulado “Der herd und dessen schutz:
Gottfried Semper o la arquitectura como ciencia”. En ese escrito, que sirve de prólogo al libro Escritos
fundamentales de Gottfried Semper. El fuego y su protección, Armesto invita al lector a examinar la
tradición moderna desde los escritos de Semper “porque, para quien tenga una comprensión cabal de la
experiencia de la modernidad, las ideas del arquitecto alemán se harán mucho más accesibles, y más clara la
comprensión de aquel ciclo de la arquitectura que mantiene aún su vigencia” (Armesto, 2014, pág. 62).
Introducción 3
El primer capítulo tiene, por lo tanto, un enfoque desde la historia, el segundo un enfoque
desde la teoría del arte y la arquitectura, y el tercero un enfoque desde la crítica del
proyecto.
2
Der Stil es el nombre abreviado con el que se conoce a la obra escrita más destacada de Gottfierd Semper:
Der Stil in den technischen und tektonischen Künsten, oder praktische Aesthetik. Ein Handbuch für
Tecniker, Künstler und Kunstfreude. La obra debía constar de tres tomos. El primero y el segundo fueron
publicados en 1860 y 1863 respectivamente. El propósito de publicar el tercer tomo se abandonó en 1871. En
mayo de aquel año, mes en que se firmó el Tratado de Fráncfort, al finalizar la guerra franco-prusiana,
Semper recibió una carta del emperador Francisco José I de Austria con el encargo oficial de proyectar los
museos de la plaza de María Teresa. Al finalizar el año Semper había trasladado su residencia a Viena y con
ello quedaron truncados para siempre sus proyectos editoriales pendientes (Mallgrave, 1996).
Introducción 5
Compiègne que marcó el fin de la Primera Guerra Mundial, tras la derrota de Alemania
ante los países aliados3.
3
La inauguración de la muestra de pinturas puristas de Ozenfant y Jeanneret, y el lanzamiento del libro
Aprés le Cubisme, en la galería Thomas del número 5 de la rue de Penthièvre de París, estuvieron
programados inicialmente para el viernes 15 de noviembre de 1918. Pero esa misma semana, el lunes 11, se
firmó el armisticio —en el bosque de Compiègne— que marcó el fin de la Primera Guerra Mundial. Por este
motivo los artistas aplazaron la inauguración para los últimos días del año. La muestra permaneció abierta al
público entre el 21 de diciembre de 1918 y el 11 de enero del año siguiente. Adicionalmente, el 9 de
noviembre, murió Guillaume Apollinaire, a quien Le Corbusier apodaba “el abogado del cubismo”. Al día
siguiente, en una carta dirigida a Ritter, Le Corbusier reflexionaba acerca de las “bizarras coincidencias”
entre estos acontecimientos (Dumont, 2014, pág. 686).
1 Vínculos “causales”
En esta primera sección se revisa la influencia que pudo ejercer el legado teórico de
Semper en la formación de Le Corbusier. Si bien los encuentros de este último con los
elementos del legado teórico semperiano que perduraban en Alemania, en las primeras
décadas del siglo XX, fueron escasos e incidentales, es conveniente conocerlos por el
potencial efecto que pudieron ejercer en la evolución de su pensamiento. Dada la
trascendencia que tuvieron las teorías de Semper, incluso ya entrado el siglo XX, no es
ilógico suponer que su legado intelectual ayudara a estimular la conversión del maestro de
la Arquitectura Moderna, desde la educación medievalista que recibió en la escuela de arte
de su pueblo natal, hacia el espíritu de la tradición clásica greco-latina que demostró
poseer, tras residir en Alemania y al finalizar el Viaje a Oriente, en 1911.
reflejo de la recibida de otras fuentes 4. Como señala Allan Colquhoun, las teorías de Le
Corbusier se desarrollaron en respuesta a una tendencia europea común que mostraba
diferentes aspectos según se enlazara a sí misma con el pensamiento francés o el alemán,
ambas tradiciones a las que estuvo expuesto (Colquhoun A. , 1990, pág. 99).
Adicionalmente, quienes conocen el proceso de formación de Charles-Edouard
Jeanneret—desde que inició sus estudios en la École d’Art de la Chaux-de-Fonds, hasta
que adoptó el seudónimo “Le Corbusier” e instaló su propio taller de arquitectura en París,
dos décadas más tarde—son conscientes del complejo itinerario que debió transitar para
alimentar la extraordinaria vastedad de su pensamiento.
4
Se pensaría que es innecesario introducir esta aclaración, pero ciertas publicaciones de los años recientes
han defendido varias ideas reduccionistas, como que el origen de los pilotis, la promedade architecturale y el
aprecio por los volúmenes primarios se explica exclusivamente desde la enseñanza preescolar del pequeño
Édouard —en Le Corbusier, the Noble Savage (1998) de Adolf Max Vogt—; o la insinuación de que los
principios en los que se afirmó el pensamiento de Le Corbusier se debían silenciosamente a su proximidad
con la masonería, como intenta demostrar J.K. Birksted en Le Corbusier and the Occult (Birksted, 2009).
9
El propio Le Corbusier deja afuera a Semper en todas sus publicaciones. Sin embargo, sí
hace ciertas alusiones despreciativas, aunque indirectas, hacia el arquitecto alemán cuando
manifiesta, en su correspondencia y memorias de viaje, su rechazo a la arquitectura
neorrenacentista del siglo XIX que conoce en las ciudades de Alemania y Austria (Le
Corbusier, 2011, págs. 70, 165). También se refiere a la obra de Semper, incluso de un
modo más directo, en el cuarto capítulo de Voyage a l'Orient, escrito en 1911 y publicado
en 1965. Allí, el viajero relata con fastidio el malestar que le produce recorrer “las salas y
corredores pomposamente repugnantes de la Galería Imperial de Viena”—el
Kunsthistoriches Museum (Ilustración 1)—, edificio que visitó más de una vez para
admirar los cuadros de Peter Brueghel el Viejo 5 (Le Corbusier, 2005, pág. 38).
No hay modo de saber cuánto conoció Le Corbusier acerca de las teorías semperianas,
pero existe constancia de que, en 1927, cuando su reputación se afirmaba en el ámbito
europeo, tuvo noticias de que los miembros de un pequeño grupo de arquitectos suizos
comparaban sus postulados con los del arquitecto alemán. Entre los documentos
preservados en la Fundación Le Corbusier en París, hay uno —y solo uno— registrado en
el catálogo bajo la etiqueta: “Semper” 6. El documento (identificado con los códigos X1-4-
5
En 1911, las pinturas de Peter Brueghel el Viejo se hallaban expuestas en la crujía frontal del edificio, en la
sala XV, cerca de la escalera principal. La sala acogía la colección de pintura holandesa, flamenca y
alemana. Hoy en día esas pinturas se exhiben en la sala X, del otro lado del patio, en la crujía posterior del
mismo edificio. Fuentes: Manual del viajero Baedeker: Allemagne du Sud et Austriche de 1902 y portal
electrónico del museo: https://www.khm.at/en/objectdb/saalplan/.
6
Las consultas a la base de datos de la Biblioteca de la Fundación Le Corbusier se realizaron, en el sitio,
entre el 15 y el 31 de junio de 2018.
10 Le Corbusier y Gottfried Semper
Si ahora colocamos las principales obras literarias de estos dos hombres, una al
lado de la otra; el enorme "Stil", de dos volúmenes, de 1860-1863, y el delgado y
flexible ejemplar de "Vers une architecture", de 1923; si tratamos de leerlos
detenidamente, nos sorprenderemos al encontrar cuánto se asemejan estos dos
libros en algunos rasgos puramente humanos (Gantner, 1932, pág. 79); (Traducción
propia).
Joseph Gantner (1896–1988) fue un arquitecto, académico, autor e historiador del arte.
Trabajó como editor de la revista Das Werk, desde el año 1922 hasta agosto de 1927, fecha
12 Le Corbusier y Gottfried Semper
en que le sucedió el profesor Hans Bernoulli. A partir de ese momento, hasta 1933, fue
profesor en la Nueva Escuela de Arte de Frankfurt. Allí dirigió la entonces renombrada
revista Das Neue Frankfurt, junto a Ernst May. Posteriormente, en 1938, obtuvo la cátedra
de historia del arte en la Universidad de Basilea, por recomendación de Heinrich Wölfflin,
cargo que ocupó hasta su retiro en 1967. Fue nombrado rector de la Universidad de Basilea
en 1954 (Verzar, 2014). Como discípulo, seguidor y amigo cercano de Wölfflin, Gantner
estaba familiarizado con la corriente formalista de historia del arte y con el origen de sus
fundamentos científicos en las teorías de Semper y Alois Riegl (1858-1905)7.
Tras conocer a Le Corbusier, Gantner expresó la opinión de que “Suiza debía apoyar a este
arquitecto excepcional y de un talento pedagógico brillante” (Gantner, Die Vorträge von
Le Corbusier in Zürich, 1926, pág. XXX); (Traducción propia). En otro artículo del mismo
ejemplar de diciembre de 1926, afirmó que Der Stil era para los contemporáneos de
Semper lo que los libros de Le Corbusier para los arquitectos del siglo XX (Gantner,
Jahresberichte, 1926, pág. XXXVI).
La revista Das Werk que dirigió el profesor Gantner en la agitada década de 1920, era el
órgano oficial de las dos principales asociaciones suizas de arquitectos: la B. S. A. [Bundes
Schweizer Architekten] y la SWB [Schweizer Werkbundes]. El tiempo que ocupó el cargo
de Redaktor, coincidió con uno de los periodos más intrincados de la pugna entre las
posiciones conservadoras del academicismo historicista y las visiones renovadoras de los
defensores de la Arquitectura Moderna. El apogeo de este enfrentamiento al interior de la
cultura arquitectónica europea se produjo en los primeros meses de 1927 a causa del
resultado del concurso para el complejo de edificios—el Palacio—que la Sociedad de
Naciones programaba construir en Ginebra. La posición de Das Werk y de las asociaciones
suizas de arquitectos fue una actitud de respaldo a las propuestas de carácter moderno,
7
Para comprender la relación entre Gantner, Wölfflin, Riegl y las teorías de Semper se recomienda consultar
el “Epílogo” del libro de H. F. Mallgrave: Gottfried Semper: architect of the nineteenth century: a personal
and intellectual biography (Mallgrave, 1996, págs. 355-381).
13
especialmente a las de los equipos helvéticos liderados por Le Corbusier y Hannes Meyer;
y de rechazo a las intervenciones de orden político que terminaron por problematizar el
resultado del concurso. Entre diciembre de 1926 y agosto de 1927, la revista dedicó varios
artículos a la obra de Le Corbusier y Pierre Jeanneret, incluidas nueve páginas, en el mes
de junio de 1927, cuando subsistía la polémica sobre el resultado del concurso, para dar a
conocer al público su propuesta para la sede de la Sociedad de Naciones.
Gantner había devenido en admirador de Le Corbusier desde que lo conoció en Zúrich. Así
lo expresa en las páginas de la revista a su cargo:
Le Corbusier estuvo al tanto de las conferencias en las que Gantner cotejaba sus teorías
con las de Semper. En una carta del 12 de julio de 1927, a su arribo a París después de un
viaje que realizó con su madre por el sur de Francia, comparte con ella las vicisitudes de su
reincorporación a las actividades cotidianas. En la referida carta relata que los diarios de
Suiza y Francia manifestaban, en su mayoría 8, un respaldo a su propuesta arquitectónica
para la ciudad de Ginebra. Describe con complacencia que él y su primo Pierre cuentan
8
En la referida carta a su madre, Le Corbusier menciona a la revista Das Werk entre los medios de
comunicación que apoyan su propuesta para el Palacio de las Naciones (FLC X1-4-57-001).
14 Le Corbusier y Gottfried Semper
con el respaldo de los colegas, los ingenieros y el público de todo el mundo, ante las
fuerzas que pugnan por arrebatarles la victoria. Finalmente, entre los hechos que le
satisfacen en medio de aquellos días agitados, escribe: «Gantner repitió, en Morges, en la
asamblea general de arquitectos, su conferencia “Semper y Le C.”» (Ilustración 3). Le
Corbusier volvió a referirse a Gantner al año siguiente en las últimas páginas de Une
maison un palais, dedicadas a citar las muestras de apoyo que recibió su propuesta para el
concurso (Le Corbusier, 1989, pág. 224).
Ilustración 3. Detalle de la carta del 12 de julio de 1927. Entre la cuarta y la quinta línea se
puede leer “Semper et L.C”. (FLC X1-4-57-001).
Tras la renuncia de Gantner a Das Werk, en el verano de 1927, las discusiones que
comparaban a Le Corbusier con Semper continuaron en el ámbito suizo. El nuevo editor
de la revista, Hans Bernoulli, publicó un artículo en la edición de noviembre, titulado
“Eine grosse Epoche”. El escrito relata un encuentro de la Unión Suiza de Arquitectos en
una pequeña comuna romanda llamada Aubonne. El autor no menciona la fecha del
encuentro, pero debió ser entre el 11 y el 28 de septiembre de aquel año. Durante ese
tiempo Le Corbusier permaneció en la casa de su madre, la Ville Le Lac, a la espera de
noticias sobre el resultado del concurso para el Palacio de las Naciones. Ginebra y la Ville
Le Lac se implantan a orillas del lago Lemán, con cien kilómetros de carretera entre ellas.
El pueblo de Aubonne se encuentra justo en medio, a cincuenta kilómetros de la ciudad y
cincuenta kilómetros de la casa donde se hospedaba Le Corbusier. El relato de Bernoulli
acerca de la reunión inicia de forma un tanto críptica:
15
Fue en Aubonne.
Luego, en la parte superior de la mesa, detrás del jarro de agua y del decantador,
una figura delgada se puso de pie para ofrecer, no un discurso solemne, sino una
charla ligera.
9
En la versión original de Le Corbusier: Ideas and Forms, publicada en 1986, Curtis no mencionaba aun a
Gottfried Semper. Sin embargo, en la segunda edición, publicada casi 30 años después, en 2015, el autor lo
nombra en 6 ocasiones. La primera vez se refiere al “eco de la herencia intelectual de los teóricos del siglo
16 Le Corbusier y Gottfried Semper
Otra manifestación reciente del interés que supone analizar la obra de Le Corbusier desde
la perspectiva de las teorías de Semper es la invitación que hace Antonio Armesto en el
texto “Der herd und dessen schutz: Gottfried Semper o la arquitectura como ciencia”, que
sirve de Prólogo al libro Escritos fundamentales de Gottfried Semper 10. El deseo de
Armesto es que la lectura de los textos recogidos en el mencionado libro ayude a revisar
comprensiva y sistemáticamente los frutos del Movimiento Moderno, pero, sobre todo, que
ayude a ver que ese ciclo histórico no supuso el fin del ethos de la arquitectura “como
creyeron muchos, incluso algunos de sus protagonistas”:
Lo que sugerimos es que puede tener mucho sentido para los arquitectos examinar
esa tradición moderna a través de las obras concretas, acompañadas ahora de la
lectura de los escritos de Semper, porque, para quien tenga una comprensión cabal
de la experiencia de la modernidad, las ideas del arquitecto alemán se harán mucho
más accesibles, y más clara la comprensión de aquel ciclo de la arquitectura que
mantiene aún su vigencia” (Armesto Aira, 2014, pág. 63).
diecinueve como Gottfried Semper y Alois Riegl” en la manera de formular el problema del estilo que se
apreciaba en las intervenciones de Theodor Fischer y Karl Ernst Osthaus durante el tercer congreso del
Deutscher Werkbund (pág. 50). En la segunda ocasión, Curtis indica que el modo en que Le Corbusier
contempla la naturaleza, en búsqueda de los principios universales que rigen la génesis y el crecimiento de
los organismos, trae a la mente las formulaciones de Semper (pág. 387). En la tercera alusión al teórico
alemán, Curtis sostiene que “en el concepto lecorbusieriano de mur rideau [muro cortina] resuenan las
teorías de Semper sobre el origen textil del revestimiento” (pág. 418). La cuarta, la quinta y la sexta ocasión
que el autor menciona a Semper lo hace para sugerir un paralelismo en las apreciaciones del arquitecto
alemán y las de Le Corbusier en cuanto al desarrollo de las obras de arte y a las formas de los organismos en
la naturaleza sobre la base de una selección de formas tipo (págs. 425, 426 y 462).
10
Reiteramos que el escrito “Der herd und dessen schutz: Gottfried Semper o la arquitectura como ciencia”
de Antonio Armesto, jugó un papel decisivo al inicio de esta investigación.
17
Ilustración 4. Dibujos de la Piazza dei Miracoli de Pisa que realizó Le Corbusier, en sus
viajes de 1907, a la izquierda, y 1911, a la derecha. (Fuente: Luis Burriel Bielza, “Le
Corbusier postales: una visión del mundo”, 2018).
11
En alusión a la expresión de Le Corbusier: “Nous préférons Bach a Wagner et l’Esprit du Pantheon à celui
de la cathédrale”. Ver Urbanisme, pág. 37.
18 Le Corbusier y Gottfried Semper
Auguste Perret, fueron sin duda relevantes. Pero los hechos, desde que dejó París en el
invierno de 1909, hasta que retornó a la Chaux-de-Fonds, en noviembre de 1911, parecen
haber jugado un papel aún más importante en la alteración de sus ideas sobre el arte y la
arquitectura. Fue precisamente en esa fase decisiva de su formación que Le Corbusier
entró en contacto con el legado teórico de Semper. Y, fue también en ese período que se
acercó al espíritu artístico del Romanticismo alemán tardío.
alemanas. De allí surgió el interés de que su discípulo favorito retorne a ese país en un
viaje de investigación (Brooks H. A., 1997, págs. 192-201). Para el efecto se solicitó a las
autoridades de la École d’Art una subvención económica, como apoyo al investigador,
quien a su vez se comprometió a elaborar un reporte sobre la enseñanza, la organización de
los talleres de producción y el ciclo de creación, fabricación y venta de productos artísticos
en las principales ciudades alemanas (Jeanneret C. E., 1912, pág. 5).
Atraído por los planes de L’Eplattenier, Le Corbusier dejó París y retornó a La Chaux-de-
Fonds en el invierno de 1909. Después de las festividades de año nuevo se recluyó por tres
meses en una casa de campo situada en el monte Cornu, a las afueras del pueblo. Allí
realizó sus primeros aportes para el Atelier’s d’art réunis y preparó su viaje a Alemania
(Brooks H. A., 1997, págs. 185-208). El periodo de 21 meses transcurridos desde que
trasladó su residencia al monte Cornu, en enero de 1910, y la finalización del viaje a
Oriente, en noviembre de 1911, fue un tiempo de cambios sustanciales en su modo de
pensar la arquitectura. Este periodo se divide en tres fases de similar duración, y en cada
una de ellas existió un encuentro indirecto con las teorías de Semper.
12
En los primeros años del siglo veinte, Semper era un personaje reconocido tanto por su obra construida
como por sus teorías sobre el arte y la arquitectura. Algunos de los arquitectos formados con Semper durante
el período en que fue profesor y director de la Bauschule del Politécnico Federal de Zúrich, entre 1855 y
1871, permanecían activos y divulgaban sus teorías en diversas poblaciones de Suiza y el resto de Europa.
Incluso después de la salida de Semper acudían al Politécnico estudiantes de otros países atraídos por su
legado en las aulas; legado que mantenían vivo sus discípulos: Julius Stadler y Georg Lasius (Mallgrave,
1996, pág. 360). La Bibliothèque de la Ville de La Chaux-de-Fonds conserva los archivos de otros
arquitectos, contemporáneos a Le Corbusier, que estudiaron en el Politécnico Federal de Zúrich cuando aún
subsistían sus métodos de enseñanza (Ver: Fonds Albert Hausamann y Fonds Albert et André Bourquin en
20 Le Corbusier y Gottfried Semper
las formulaciones teóricas semperianas podría haber ocurrido en enero de 1910, cuando
leyó el libro La construcción de ciudades según principios artísticos [Der Städtebau nach
seinen künstlerischen Grundsätzen] (1889), de Camilo Sitte13. Durante su estadía solitaria
en el monte Cornu leyó una versión traducida al francés que le facilitó L’Eplattenier14.
Maestro y discípulo hallaban en el célebre libro de Sitte, los argumentos para redactar su
propio manual, La Construction des villes, destinado a llamar la atención de las
autoridades locales sobre la importancia de incorporar criterios artísticos—no
estrictamente técnicos—en la planificación urbana.
13
Armando Rabaça, profesor de la Universidad de Coimbra, señala, en el ensayo “The Philosophical
Framework of Le Corbusier's Education: Schuré and German Idealism” (2015), que Le Corbusier conoció
tempranamente los argumentos de Semper a través de la lectura de la Grammaire des Arts du Dessin, de
Charles Blanc. Sin embargo la única mención de Semper que hace Charles Blanc es sumamente vaga y no
podría considerarse como una introducción a sus teorías.
14
En 1902 se publicó la traducción francesa, a cargo de Camilo Martin, bajo el título de L’art de bâtir les
villes. L’Eplattenier debió prestar a Le Corbusier su ejemplar del libro durante la estancia de este último en el
monte Cornu, a principios de 1910. Le Corbusier lo pidió prestado nuevamente en mayo, desde Múnich, en
vista de que se hallaba agotado para la venta (Dumont, 2006, pág. 217).
21
En 1910, cuando Le Corbusier leyó Der Städtebau, su lugar natal estaba lejos de ser un
ejemplo de los principios urbanísticos promulgados por Sitte. La Chaux-de-Fonds no era
una ciudad pintoresca de casas encantadoras, ni plazas y calles concebidas según
principios artísticos, sino todo lo contrario. Un incendio destruyó la zona central del
pueblo en 1794. La reconstrucción posterior coincidió con el considerable crecimiento
demográfico que atrajo el desarrollo de la industria relojera. El nuevo trazado urbano
desconoció la trama histórica y se ajustó a un riguroso plan que respondía al empeño de
facilitar la prevención y el control de incendios y al deseo de realizar un asentamiento
eficiente y estrictamente alineado a las vías principales que recorrían la villa. El resultado
fue un rígido entramado de calles ortogonales acompañado por hileras de bloques
residenciales de tres y cuatro plantas, tal y como se puede observar en la actualidad.
Allí tuvo acceso a algunas ideas de Semper, puesto que Sitte era un ferviente partidario de
las teorías del arquitecto alemán. Lo admiraba tanto como arquitecto como por sus
fundamentos de diseño urbano. Antes de publicar Der Städtebau, Sitte escribió al menos
cinco artículos dedicados a Semper en los que lo designa como el arquitecto más
importante de su siglo15. Su concepción para el diseño de ciudades según principios
artísticos derivó de los enunciados de la “estética práctica” (Bohl & Lejeune, 2009, pág.
41). En los capítulos XI y XII de Der Städtebau, Sitte ilustra “el perfeccionamiento del
sistema moderno de urbanismo” con dos proyectos de Semper que expresan que cualquier
población puede embellecerse con una plaza original si se reúnen ordenadamente todos sus
monumentos y edificios importantes (Sitte, 1901, pág. 130 y 145). Estos ejemplos son la
propuesta para el Zwinger de Dresde y los proyectos para el Kaiserforum de Viena
(Ilustraciones 7 y 8).
El estudio para el mejoramiento de la plaza de la estación de trenes del pueblo, que elaboró
Le Corbusier en 1910, al tiempo que repasaba el libro de Sitte, emplea una estrategia de
integración de los edificios públicos de la Avenida Léopold-Robert16, en torno a una plaza
semielíptica, análoga a las propuestas de Semper para Dresde y Viena y al proyecto de
Sitte para rediseñar la plaza del ayuntamiento de Viena (Ilustraciones 6 a 9).
15
Los artículos fueron reeditados en Camillo Sitte, Schriften zu Städtebau und Architektur. Gesamtausgabe,
ed. Klaus Semsroth, Michael Mönninger, Cristiane C. Collins (Köln: Böhlau Verlag, 2010, 9–99), págs.
164–224, con los siguientes títulos: “Gottfried Semper” (1873), “Gottfried Semper” (1879), “Eine
Handschrift Gottfried Semper’s. Ein Beitrag zur Baugeschichte Wiens” (1885), “Gottfried Semper und der
moderne Theaterbau” (1885), y “Gottfried Semper’s Ideen über Städteanlagen” (1885).
16
Le Corbusier envió este boceto a L’Eplattenier en una carta, desde Múnich, el 1 de octubre de 1910. Los
edificios del pueblo que se integraban en su propuesta en torno a la plaza semielíptica, eran la estación de
ferrocarriles y el Hôtel des Postes, para entonces recientemente construido (Dumont, 2006, 231–238).
23
Ilustración 9. Camilo Sitte, rediseño de la Plaza del Ayuntamiento, Viena, 1889. (Sitte,
Der Stadtebau, fig. 107).
Lo más relevante en cuanto al tema que nos concierne es, sin embargo, que en el prólogo
de la obra, Sitte expresa específicamente que el propósito del libro es el de “contribuir a la
enseñanza de la estética práctica en el campo de la construcción de ciudades” [sie soll ein
Theil des grossen Lehrgebäudes praktischer Aesthetik und dem Stadtbautechniker] (Sitte,
1901, pág. iv) (Énfasis añadido). El autor toma prestado el concepto de estética práctica
25
de la Teoría del estilo17. A la manera de Semper, Sitte sostiene que la razón por la que en
otras épocas se produjeron bellas plazas y disposiciones urbanas, “sin plano de
parcelación, sin concursos, ni administración alguna aparente fue porque todos
inconscientemente seguían el espíritu artístico de su tiempo” (Sitte, 1901, pág. 133).
A los pocos días de su visita a la exposición manifestaba, en una carta a L’Eplattenier, que
en Berlín había comprendido los principios a considerar para la nueva manera de construir
ciudades (Corbusier & L'Eplattenier, 2006, pág. 224). A partir de ese momento el joven
arquitecto perdió interés en los postulados de Sitte y abandonó el proyecto de redacción de
La Construction des villes 18. Finalmente, en 1925, publicó Urbanisme, un libro de
17
Semper rechazaba el sistema estético de Hegel. Consideraba que la conceptualización abstracta de lo bello
era, en la práctica, enteramente irrelevante para la actividad artística. Es en oposición a Hegel y a la filosofía
estética especulativa que Semper subtitula su obra principal como “Estética Práctica” (Semper, 2004, pág.
366).
18
Rosario de Simone dedica un capítulo del libro Ch. E. Jeanneret - Le Corbusier Viaggio in Germania
1910-1911 a la “nueva manera de construir las ciudades” que Le Corbusier conoce en su visita a la
exposición alemana de diseño urbano [Städtebauausstellung], en junio de 1910. Por un lado, en Berlín, se
reafirmaban los principios de Sitte y Le Corbusier escribe que “Berlin no quiere ser solamente práctica,
higiénica, agradable sino que quiere ser bella” (Jeanneret, 1912, pág. 36). Pero, por otro, surgían reparos
sobre de la validez del manual frente a la magnitud del problema de la Metrópoli. Las reflexiones de Le
26 Le Corbusier y Gottfried Semper
construcción de ciudades acorde al espíritu de la nueva época. Allí dirá de Sitte que sus
demostraciones eran hábiles y sus teorías, afirmadas en el pasado, eran justas, pero, frente
al problema del urbanismo moderno, no dejaban de ser “el pasado a pie, el pasado
sentimental, una florcilla un tanto insignificante al borde de la carretera” (Le Corbusier,
Urbanisme, 1925, pág. iii).
Si bien es posible que Le Corbusier no conociera de primera mano los postulados teóricos
de Semper, algunos de los argumentos que recogió del Der Stadtebau de Camilo Sitte y
trasladó a los borradores preparatorios de La Construction des villes y posteriormente a
Vers une architecture y a Urbanisme19 provenían de la estética práctica semperiana.
Adicionalmente, surge la pregunta de si fue gracias a la noción de Sitte de las teorías de
Semper que Le Corbusier advirtió por primera vez la importancia de reconocer el espíritu
genuino de una época para encontrar su correspondiente expresión arquitectónica.
Corbusier y las dudas que nacen en Berlín frente a la redacción del libro La Construction des Villes son
apreciables en las cartas que envía a L’Eplattenier y a Ritter.
19
Le Corbusier, Urbanisme, Editions G. Grès et Cie, Paris, 1925
27
Werkbund heredaron de Riegl acerca de la dualidad entre forma útil y forma artística 20. El
historiador manifiesta, además, que las reflexiones en torno al “desarrollo de un estilo
arquitectónico de nuestro tiempo” formuladas por Karl Ernst Osthaus en el congreso del
Werkbund de 1910 son superiores a las que jamás hizo Le Corbusier en sus escritos.
También afirma que el concepto de Kunstwollen, así como el llamado a fijar el estilo de la
nueva época, que Peter Behrens y otros miembros del movimiento artístico alemán
heredaron de Riegl, constituye el núcleo teórico de Vers une architecture. Finalmente, el
autor expresa que Le Corbusier condujo a la práctica lo que el Werkbund preparó en el
terreno teórico (Oechslin, 1987, págs. 33-39).
Oechslin no fue el único en expresar la opinión de que los conceptos formulados en Vers
une architecture provenían de las teorías alemanas del movimiento de las artes aplicadas.
Cuando Le Corbusier propuso a Ernst Wasmuth publicar una traducción de este libro al
alemán, en 1923, el célebre impresor rechazó la oferta aduciendo que no aportaba nada
nuevo en Alemania donde esas ideas eran conocidas desde hace tiempo y donde habían
sido largamente apreciadas (Cohen, 2008, pág. 127).
20
La concepción de la dualidad forma útil y forma artística llega a Riegl desde la teoría de la estética
práctica de Semper. Semper a su vez, debió tomarla de los escritos de Bötticher [Kernform und Kunstform]
(Mallgrave, 1996).
28 Le Corbusier y Gottfried Semper
país. La primera estancia en Alemania duró tres meses y la segunda siete, cinco de los
cuales trabajó en el despacho de Behrens (Jeanneret, 1968, págs. 5-6).
21
Otros autores que subrayan la importancia que tuvo esta fase en la formación de Le Corbusier son Allen
Brooks, Giuliano Gresleri, William Curtis y Paul V. Turner. Por su documentación se destacan dos libros
que dan cuenta de esta fase: Ch. E. Jeanneret – Le Corbusier, Viaggio in Germania 1910 – 1911 de Rosario
de Simone, publicado en 1998 y France ou Allemagne Un libre inécrit de Le Corbusier (2008), por Jean-
Louis Cohen.
29
tres arquitectos de Berlín (Peter Behrens, Bruno Paul y Muthesius), enfatiza que le gustaría
trabajar con Behrens o con Bruno Paul; y descarta a Muthesius (Corbusier & L'Eplattenier,
2006, pág. 224). En el reporte sobre el movimiento de las artes decorativas en Alemania y
en las anotaciones para la preparación del libro France ou Allemagne, Muthesius ocupa un
papel secundario, comparado con el de otros personajes con los que el joven aprendiz llegó
a establecer un trato más cercano, como fueron Karl Ernst Osthaus y Peter Behrens.
22
Este tema es tratado con detenimiento en el libro France ou Allemagne, Un libre inécrit de Le Corbusier
(2009) de Jean-Louis Cohen. Cohen pone en valor la ambivalente relación del joven Ch. E. Jeanneret frente a
la cultura alemana durante la preparación de un libro, junto a Auguste Perret, dedicado a presentar
comparativamente la actividad artística de ambas naciones, desde 1870 hasta 1914. Las fichas y anotaciones
manuscritas sobre este proyecto, resguardadas en la Bibliotheque de la Ville de La Chaux-de-Fonds y en la
Fondation Le Corbusier de París, fueron un misterio para los investigadores hasta el año 2002 que se tuvo
acceso a los fondos documentales Perret, Auguste et frères. En la correspondencia de Ch. E. Jeanneret a
Auguste Perret, Jean-Louis Cohen halló los elementos que faltaban para comprender en qué consistió la
preparación de un frustrado proyecto editorial emprendido por estos arquitectos: France ou Allemagne?
30 Le Corbusier y Gottfried Semper
Enquête sur un côte de l’activité artistique de deux peuples pendant une periode historique (1870-1914); une
oeuvre de nécessaire réhabilitation. Uno de los móviles para emprender la redacción de dicho escrito fue el
sentimiento anti-germánico que se vivía en Francia y en la Suiza Romanda en los años anteriores y durante el
desarrollo de la Primera Guerra Mundial. Hacia 1914, en pleno apogeo del sentimiento anti-germánico en
Francia, la arquitectura no academicista se asociaba con el arte alemán. Perret y Jeanneret se proponían
revertir esa apreciación (Cohen, 2008).
31
trabajo alemán: Un reporte a cargo del Deutscher Werkbund [Die Durchgeistigung der
deutschen Arbeit Ein Bericht vom Deutschen Werkbund]. De acuerdo al mencionado
reporte, Behrens y Muthesius participaron, además, como miembros del jurado en un
concurso de diseño de urnas y lápidas (Deutschen Verein für Ton-, Zement- und
Kalkindustrie E.V., 1911, pág. 11). Paralelamente se organizó la visita a una selección de
obras representativas de la arquitectura del naciente Movimiento Moderno en Alemania.
Se destacó el recorrido, con la guía de Behrens, por el edificio Turbinen Halle de la AEG
en la Huttenstrasse, símbolo de la nueva alianza entre industria y arte (Deutschen Verein
für Ton-, Zement- und Kalkindustrie E.V., 1911, pág. 88).
La premisa general del tercer congreso del Werkbund, con ocasión de la colosal exposición
de la industria alemana de la construcción, era que los arquitectos, ingenieros e
industriales, debían hallar, todos juntos, la estética correspondiente al carácter espiritual
[kunstwollen] de la nueva época (Deutschen Verein für Ton-, Zement- und Kalkindustrie
E.V., 1910, pág. 15). Soplaban los últimos vientos del Romanticismo germano.
23
Rosario de Simone y William Curtis atribuyen este fragmento del reporte a la intervención de Osthaus
(Simone, 1989, pág. 18) (Curtis, Le Corbusier: Ideas and Forms, 2015, pág. 50). Le Corbusier no menciona
la identidad de los conferencistas. Sin embargo, al comparar su reporte sobre el movimiento de las artes
decorativas en Alemania con el informe de la exposición —“La trascendencia del trabajo alemán Un informe
del Deutscher Werkbund” (1911) [Die Durchgeistigung der deutschen Arbeit Ein Bericht vom Deutschen
Werkbund]—, se confirma que estuvo presente en las intervenciones de Karl Ernst Osthaus, Karl Schafer y
Hans Urbach.
32 Le Corbusier y Gottfried Semper
Otro orador hizo esta pregunta: ¿es el arte una fantasía que guía a la materia o es el
material el que dicta la forma del arte? Y concluyó afirmando que el arquitecto no
debe crear las formas y dárselas al ingeniero sino que debe él mismo conocer los
recursos íntimos de los materiales y saber darles la forma y el empleo adecuados
(Jeanneret C. E., Étude sur le mouvement d'art decoratif en Allemagne, 1912, pág.
37); (Traducción propia).
Osthaus era un rico banquero y mecenas de las artes. Fue uno de los principales
protagonistas del debate arquitectónico en la Alemania del naciente Movimiento Moderno
(Simone, 1989). Creó, en 1909, en Hagen, el Deutsches Museum für Kunst im Handel und
Gewerbe con la finalidad de divulgar y “afirmar con claridad la imagen de nuestro tiempo”
(Jeanneret C. E., 1912, pág. 25). Le Corbusier aún no lo conocía en persona al momento de
escuchar su intervención en el congreso de Berlín. Es probable que lo hiciera un año más
tarde, cuando visitó su museo y residencia en Hagen, pocos días antes de emprender su
célebre viaje a Oriente. En esa ocasión iniciaron un exiguo intercambio epistolar que sin
embargo se prolongó por un periodo de dos años 24. La impresión que Osthaus causó en Le
24
Las cartas de Le Corbusier a Osthaus son curiosas. Le Corbusier discute la supremacía de la cultura
francesa sobre la alemana e intenta que Osthaus lo reconozca en nombre de su pasión por la modernidad.
También se tratan otros temas: “Me permití hablar de ti, con gran respeto y admiración afectuosa, en mis
33
Corbusier se refleja en un apartado del libro Le Voyage d’Orient, cuando, al inicio del
viaje, describe a Auguste Klipstein su visita a la mansión del célebre mecenas: “En el
lujoso vestíbulo, el recién llegado espera al señor de la casa en un coloquio emocionado
con cinco mujeres que ofrecen flores místicas a un niño extasiado: El elegido, de Hodler,
hace presentir, ya desde el umbral de la morada, el alma de quien la habita” (Le Corbusier,
2005, pág. 37); (Traducción propia).
artículos periodísticos. Es porque tu bondad ha llegado a mi corazón y no olvidaré que has recibido al
extraño, al desconocido, al modesto transeúnte que yo era” (Choix de lettres, pág. 94); (Traducción propia).
25
En su reporte sobre las artes decorativas en Alemania, Le Corbusier no menciona a Joseph August Lux,
otro miembro fundador del Deutscher Werkbund que, en 1910, residía en Hellerau y trabajaba en el mismo
instituto que su hermano Albert, el centro Festspielhaus que dirigía Émile Jaques-Dalcroze. En ese tiempo,
Lux era el editor de la revista “Hohe Warte”. El año del congreso en Berlín, J. A. Lux publicó el ensayo
“Estética de la ingeniería” [Ingenieur-Aesthetik] en el que expone varios puntos de vista muy similares a los
34 Le Corbusier y Gottfried Semper
Resulta revelador que el programa de educación del gusto del público que emprendió el
Deutscher Werkbund antes de la Primera Guerra Mundial coincidiera con los dictámenes
que enunció Semper en “Ciencia, industria y arte. Propuesta para estimular el sentido
artístico nacional a la clausura de la Exposición Universal de Londres” de 1852. En aquel
escrito, Semper propone que la educación estética de las masas se produzca a través de
exposiciones, conferencias, talleres y concursos (Semper, 2014, pág. 219 a 227). Al
referirse al Werkbund en su informe sobre el movimiento alemán de las artes decorativas,
Le Corbusier menciona precisamente un gran número de estas actividades como medios de
propaganda (Jeanneret C. E., Étude sur le mouvement d'art decoratif en Allemagne, 1912,
pág. 19). Las variadas y ejemplares colecciones que exhibía el museo ambulante que fundó
y dirigió Osthaus reflejaban las intenciones manifestadas por Semper sobre el tema.
Cumplían el objetivo de educar el gusto del pueblo con el propósito de restituir la armonía
entre el arte y la sociedad de cara al espíritu de una nueva época.
que defendió Le Corbusier una década más tarde, especialmente en las páginas de Vers une architecture y
unos años después en Defense de l’architecture.
35
26
La historia del arte como ciencia tiene una deuda importante con Semper: desde Rudolf von Eitelberger y
Alois Riegl, hasta Walter Benjamin, pasando por la Escuela de Viena de Historia del Arte con todas sus
ramificaciones (Max Dvorák, Hans Sedlmayr, Otto Pächt, Ernst Gombrich).
36 Le Corbusier y Gottfried Semper
27
En el prefacio de una reedición de 1988 del libro Modern Architecture (1896-1898-1902) de Otto
Wagner, Mallgrave resalta el hecho de que Wagner, en la edición de 1898, elimina el adjetivo en la frase “el
diseño inmortal de Semper” que constaba en la edición de 1896 como un síntoma de la pérdida de
popularidad del teórico alemán hacia el 1900. El historiador alemán Oswald Spengler escribió, en 1918: «El
estilo no es, como pensaba Semper —espíritu superficial, legítimo contemporáneo de Darwin y del
materialismo—, el producto del material, de la técnica, del fin.» (Spengler, La decadencia de Occidente I,
1918).
28
De acuerdo a Mallgrave, los principales seguidores de Semper que distorsionaron sus teorías fueron Rudolf
Redtenbacher, Eduard Wulff y Georg Heuser. Rudolf Redtenbacher rechazó la idea de Semper del vestido y
la interpretó, en cambio, bajo la premisa de que la construcción, por sí misma, era el punto de partida en el
diseño. Anticipándose a Kenneth Frampton, Redtenbacher definió erradamente el concepto de tectónica
como la teoría de llegar a la forma desde el material y la función.
37
una posición que afirmaba “el origen técnico de las artes”. El objetivo de una buena parte
de las investigaciones recientes sobre Semper ha estado orientado a revisar este error
(Hvattum, 2004, pág. 18).
Ninguno de los detractores del teórico alemán debió acceder directamente a sus escritos
sino que se limitaron a parafrasear a Riegl (Mallgrave, 1996, pág. 381). De haber conocido
sus escritos, habrían descubierto que las acusaciones reduccionistas de “determinismo” y
“materialismo” a sus teorías no cabían en el carácter holístico de su pensamiento y menos
aún se correspondían con la libre y suntuosa teatralidad que infundía a la arquitectura de
sus edificios. Una señal de que sus escritos no fueron debidamente analizados durante
mucho tiempo es que su libro más importante, Der Stil, fue traducido extraordinariamente
tarde al inglés, en el año 2004, y al español apenas en los años 2013 y 201429, un siglo y
medio después de su publicación original en alemán.
Cuesta comprender cómo se pudo, y se puede aún, encasillar en una posición materialista a
alguien que, como Semper, precisamente condenaba esa actitud. Sus propias palabras
desmienten tales acusaciones:
29
En 2013 apareció la primera traducción completa al español de Der Stil con el título de El estilo en las
artes técnicas y tectónicas o Estética práctica (Azpiazu Ediciones, Buenos Aires). La traducción y edición
estuvo a cargo de Juan Ignacio Azpiazu. En 2014 apareció otra traducción al español, como parte de un
compendio de escritos, con la edición de Antonio Armesto y la traducción de Manuel García Roig: Escritos
fundamentales de Gottfried Semper. El fuego y su protección (Fundación Arquia, Barcelona).
38 Le Corbusier y Gottfried Semper
partir de estas, cuando el material debe estar al servicio de la idea (Semper, 2014,
pág. 266).
En los primeros escritos de Riegl se evidencia un esfuerzo por desmentir las acusaciones
que comenzaban a surgir en contra de Semper. Su libro, Problemas de estilo. Fundamentos
para una historia de la ornamentación [Stilfragen. Grundlegungen zu einer Geschichte
der Ornamentik] (1893), presenta una serie de impugnaciones con ese objetivo. El autor
sostiene que, en Der Stil, Semper se opone directamente a la teoría técnico materialista
cuya autoría se le atribuye. “Fueron sus numerosos seguidores los que desarrollaron su
teoría con un burdo sentido materialista”, aclara Riegl. “Semper, seguramente, hubiese
sido el último en sustituir la libre voluntad creadora por un deseo de imitación
esencialmente mecánico-materialista. Mas subsistía el error de que ésta era la idea pura del
gran artista y maestro”, concluye el historiador (Riegl, 1980, pág. 2).
equivalente, la hidria (Semper, 2004, pág. 470). Así mismo, Riegl concibe las obras de
arte como fruto de las ideas culturales del pueblo que las creó. El más ilustre destino del
arte consistiría, según el historiador austríaco, en expresar sentimientos, estados de ánimo
e ideas políticas y religiosas, amalgamadas con un afán estético (Riegl, 1893, pág. 60).
Ilustración 10. Sítula egipcia e hidria griega (Gottfried Semper, El estilo en las artes
técnicas y tectónicas o Estética práctica, traducción y edición Juan Ignacio Azpiazu
[Azpiazu Ediciones, 2013], 468; cortesía de Juan Ignacio Azpiazu).
Para definir en un término el estado de ánimo creativo de un periodo histórico, aquello que
Semper denominaba “la naturaleza artística de un pueblo”, comparable a lo que Herder,
Goethe y otras personalidades del periodo romántico alemán denominaban “el espíritu del
pueblo” [Volksgeist], Riegl desarrolló la noción de Kunstwollen30. Ese nuevo concepto
ayudó a propagar las ideas de Semper en el campo de la historia del arte y fue uno de los
argumentos empleados por los arquitectos del Deutscher Werkbund, entre 1909 y 1911, a
30
Se debe mencionar que en la noción de Kunstwollen, además de considerar los principios de la estética
práctica semperiana, Riegl debió incorporar las concepciones metafísicas de Schopenhauer, expresadas en
Die Welt als Wille und Vorstellung (1819).
40 Le Corbusier y Gottfried Semper
La reputación de Semper sufrió a causa de una mala interpretación de sus postulados; pero
eso no evitó que su legado teórico evolucione y se trasmita a la cultura arquitectónica del
siglo XX por intermediación de Alois Riegl, Hendrik Petrus Berlage, Adolf Loos y otros
de sus partidarios. Lamentablemente, debido al malentendido histórico que distorsionó la
forma como se interpretaron las ideas del teórico alemán, se ha pensado que hubo una
ruptura entre sus apreciaciones sobre el estilo en las artes y las del Deutscher Werkbund.
Para la historia de la arquitectura ha trascendido la idea de que Behrens rechazaba el
implícito determinismo de las “teorías materialistas” de Semper (Anderson, pág. 105).
Entre 1907 y 1914, respecto a la dicotomía Técnica-Cultura que se discutía por entonces,
el líder del movimiento de las artes decorativas en Alemania promulgaba la defensa de la
autonomía del arte frente a la técnica y a la utilidad. Sostenía que es imprescindible
entender la autonomía entre arte y técnica y conocer las reglas distintivas de cada una para
finalmente hacerlas confluir, en la práctica, hacia un fin armónico común: la expresión
auténtica de la cultura. Al igual que hiciera Semper medio siglo antes, Behrens afirmaba
que el arte posee sus propias reglas de naturaleza estética, que no es el gusto individual el
31
Peter Behrens y otros miembros del Werkbund declaraban ser seguidores de las teorías de Alois Riegl.
41
que crea la unidad de estilo que caracteriza a una cultura y que ningún estilo surge
exclusivamente de la construcción o del material, sino que lo hace desde el acuerdo entre
las condiciones circunstanciales de naturaleza material y del carácter espiritual de la
época32 (Behrens, 2002, pág. 102).
Como arquitecto y artista, para Behrens era vital que los industriales comprendieran que
las nuevas condiciones técnicas y materiales no bastaban para derivar casualmente, por sí
mismas, la unidad de un estilo artístico. Afirmaba que la industria alemana estaba en
condiciones de producir mercaderías técnicamente impecables, aunque desgraciadamente
no a la altura de las exigencias artísticas de la nueva época. En una conferencia titulada
“Arte y técnica” [Kunst und Technik] que dictó en varias ocasiones y que apareció
publicada repetidamente en distintos medios impresos entre 1909 y 1911 (cuando Le
Corbusier trabajaba en su despacho), Behrens sostenía que se debía superar la concepción
materialista del arte y hacer confluir la gran pericia técnica de la industria alemana, por un
lado, con un arte profundamente sentido, por el otro, para alcanzar el estilo que
correspondía a su época (Behrens, 2002, pág. 112).
Arte y técnica son autónomas, es decir que poseen, cada una, sus propias reglas, pensaba
Behrens. Las primeras serían de naturaleza estética, simbólica o psicológica, según como
se lo quiera ver; las segundas serían de naturaleza científico-instrumental. El argumento de
“Kunst und Technik” no dista de la explicación que hizo Semper sobre el origen del
equilibrio helénico entre técnica y arte. Decía Semper, en el escrito “Ciencia, industria y
arte. Propuesta para estimular el sentido artístico nacional a la clausura de la exposición
industrial de Londres” de 1851, que el perfecto acuerdo entre los aspectos técnico-
constructivos y los poético-artísticos del mundo griego antiguo seguramente se debían a
32
En “Kunst un Technik” Behrens, influenciado por Riegl, emplea el termino Kunstwollen para referirse al
factor psicológico colectivo que participa en la configuración de una obra de arte. Es el equivalente a aquello
que Semper denominaba “la naturaleza artística” o el “carácter espiritual” de una época.
42 Le Corbusier y Gottfried Semper
que su raza estaba constituida por la mezcla del espíritu sensible de los jonios y el linaje
práctico de los dorios, constructores de templos (Semper, 2014, pág. 205).
En todos sus argumentos, Behrens parece aludir precisamente a las teorías de Semper. Sus
expresiones no contradicen de forma alguna los principios esenciales de la estética
práctica. Al contrario, como provienen de Riegl, se corresponden. Su referida conferencia
podría haberse titulado Kunstform und Kernform si se empleaban los conceptos preferidos
por Semper en el siglo diecinueve.
Las comparaciones entre Semper y Behrens pueden extenderse largamente. Como Semper,
Behrens criticaba la disgregación entre arte y técnica y el estado materialista de las artes en
su tiempo. Esto es lo que decía cada uno de ellos. El primer párrafo corresponde al célebre
arquitecto alemán del siglo XIX, el segundo a su equivalente, medio siglo más tarde:
Es deplorable que los dos campos de interés, el del arte y el de la técnica, se queden
uno al lado de la otra sin influenciarse mutuamente y que, a continuación de ese
dualismo, nuestra época no adquiera aquella unidad, en su aspecto formal, que es
en conjunto la condición y el testimonio del surgimiento de un estilo; dado que
nosotros entendemos por estilo, solamente la expresión unitaria resultante de todas
las manifestaciones espirituales de una época (Behrens, 2002, pág. 102).
43
Las ideas de Semper, transmitidas a Behrens por intermediación de Riegl, dieron soporte
teórico al movimiento de las artes aplicadas y llegaron hasta la denominada Primera
Generación del Movimiento Moderno en la arquitectura. Tres de los miembros más
prominentes de ese movimiento: Le Corbusier, Mies van der Rohe y Walter Gropius,
trabajaron con Peter Behrens en el tiempo que lideraba el Deustcher Werkbund. Cada uno
de ellos siguió un estilo artístico que reconocía simultáneamente las condiciones técnicas
como el espíritu artístico de su tiempo. Al hacerlo, todos aportaron a la demostración de la
validez de las teorías de Semper en el contexto de un nuevo período histórico.
La deriva de estos dos jóvenes por los países de la región suroriental de Europa, con la
intención de “descubrir, en los pueblos y países «intocados», el nacimiento del arte, la
razón del arte, el lugar del arte” (Le Corbusier, 1925, pág. 210) fue, en sí misma, una gesta
de aires semperianos. Al igual que Semper, Le Corbusier y Klipstein admiraron con
especial fascinación las ánforas cerámicas de los pueblos aun no asediados por la
civilización occidental. Las hallaron con dificultad inspeccionando en las cumbres de los
Balcanes y en las remotas llanuras danubianas de Valaquia. Los afligía descubrir a su paso
que la cerámica fabricada en serie en los países industrializados aniquilaba el espíritu
auténtico de la mayoría de los pueblos. Los jóvenes viajeros compartían con el célebre
teórico alemán la idea de que un objeto de arte, correctamente apreciado, revela las
estructuras profundas del mundo que las produjo. En un episodio que complementa
perfectamente las reflexiones de Semper acerca de las correspondencias entre los rasgos
fundamentales de una cultura y la forma de sus recipientes para recoger y acarrear el
líquido vital (ilustrados en Der Stil por la sítula egipcia y la hidria griega), Le Corbusier
hace esta observación:
Hasta ahora, las vasijas para líquidos que se utilizaban en Oriente eran unas ánforas
de tierra roja con un perfil puramente clásico. Algunas mujeres vuelven todavía de
las fuentes adoptando las posturas de la Esther bíblica; pero son ya escasas, y los
grandes recipientes de hojalata de diez litros, dotados de una asa horizontal de
madera, precipitan hoy la agonía de las artes cerámicas (Le Corbusier, 2005, pág.
143).
Por consiguiente, —prosigue el relato del viajero— dentro de dos mil años, bajo
tres metros de humus y de detritos, los hallazgos serán innumerables; pero en lugar
de las terracotas arcaicas, se encontrará la apreciada marca de los petróleos de
Batum (Le Corbusier, 2005, pág. 144).
45
No hay modo de saber si Le Corbusier conocía o no el siguiente apartado de Der Stil, pero
el paralelismo con sus propias reflexiones es considerable:
Así resulta que las vasijas fósiles tienen para la historia del arte (y de la humanidad
en general) el mismo interés que el naturalista halla en los restos de las plantas y
del mundo animal anteriores a esta creación. Son los documentos históricos más
antiguos y elocuentes. Se observan las vasijas que produjo un pueblo, ¡y se puede
decir en general cómo era y en qué etapa de desarrollo se encontraba! (Semper,
2013, pág. 500).
Los fenómenos de decadencia de las artes y, cual ave fénix, del misterioso
nacimiento de una nueva vida artística tras el proceso de destrucción de la antigua
son, para nosotros, muy significativos por cuanto nos encontramos, probablemente,
en medio de una de esas crisis. Esta afirmación proviene de lo que podemos
sospechar y juzgar, ya que, al estar sumidos en ella, nos faltan algunos puntos de
vista y cierta perspectiva (Semper, 2014, pág. 259)
Brooks menciona, como prueba del hecho de que los viajeros trataron temas relativos al
libro de Worringer, la noción que describe Le Corbusier, en sus apuntes, acerca del
impulso artístico primario que busca la abstracción (Brooks H. A., 1997, pág. 256).
Extrañamente Brooks falla en observar otra evidencia incluso más clara y significativa. En
el libro Le Voyage d’Orient, Le Corbusier recuenta un episodio relativo a la alfarería
popular. Al pasar por Knajevatz, en los Balcanes, y descubrir el “estado mortal” de las
artes populares en la región ante el avance de la civilización industrial, el viajero relata lo
siguiente:
33
Allen Brooks señala algunos episodios donde Klipstein y Jeanneret habrían discutido el contenido del libro
de Worringer.
47
abarcando de una vez todas las artes y todos los tiempos, instauró la teoría del
«momento psicológico de la cerámica popular en las artes del siglo XX». En
alemán resulta mucho más sugerente: «Der psychologische Moment…» (Le
Corbusier, 2005, pág. 26); (Énfasis añadido).
Evidentemente Klipstein ensayaba con su compañero de viaje lo que asimilaba del libro de
Worringer cuyo subtítulo es precisamente: “Una contribución a la psicología del estilo”.
En el libro que acompañó y nutrió de conjeturas el viaje de Le Corbusier y Klipstein,
Worringer afirma que Der Stil es uno de los mayores aportes a la historia del arte y que,
como todo edificio intelectual de su grandeza, resiste la posibilidad de cualquier juicio de
valor. Como Riegl, el autor de Abstraktion und Einfühlung también aclara que fue un error
de interpretación de las teorías de Semper lo que condujo a considerar las obras de arte
primitivas como resultado directo del propósito utilitario, del material y de la técnica.
Worringer sostiene que Riegl introdujo el concepto de voluntad artística en el método de
investigación de la historia del arte para aclarar esta confusión (Worringer, 1953, pág. 9)34.
Las ideas de Worringer mantienen indudables similitudes con las de Riegl y también, por
lo tanto, con las de Semper 35. El autor de la Teoría de la empatía en el arte introduce la
noción de voluntad de forma [Formwollen] en lugar del concepto voluntad artística
[Kunstwollen] que empleaba su maestro. Con la noción de voluntad de forma, Worringer
explica que los valores formales de la obra de arte se hacen inteligibles como expresión de
los valores psicológicos internos de la humanidad en una determinada época. La noción de
un factor psicológico es central en su teoría. Este concepto reemplaza al término
“voluntad” [Wollen] que prefería usar Riegl. A su vez la noción de voluntad sustituyó la
34
Worringer refiere que Riegl introdujo por primera vez el concepto de voluntad artística en el libro El arte
industrial tardorromano (Worringer, 1953, pág. 9).
35
Mallgrave atribuye a Semper el origen de la Einfühlungstheorie (Mallgrave, Gottfried Semper: architect of
the nineteenth century: a personal and intelectual biography, 1996).
48 Le Corbusier y Gottfried Semper
noción de “espíritu” [Geist] que, para referirse al mismo factor, empleaban Semper y otros
autores alemanes del siglo XIX. En la práctica, los términos empleados por Semper, Riegl
y Worringer se refieren a lo mismo, a los poderosos coeficientes característicos de la
estructura social de una época que determinarían, más que ningún otro, el estilo en las
artes de ese periodo. Los conceptos voluntad, sentimiento, deseo, psicología y espíritu
fueron empleados en diferentes momentos, en Occidente, para referirse a la condición no
intelectual ni material del ser humano. Es sugestivo que Le Corbusier también usara el
término “espíritu” para referirse a esta condición, como se puede apreciar en la
proposición “L’Esprit Nouveau”, en las expresiones continuamente repetidas de “obras de
alta espiritualidad”, “necesidades de orden espiritual” y “pura creación del espíritu”, o en
la idea arquitectónica de la “espiritualización del hecho brutal”. Estas y otras frases que
señalan la naturaleza emocional del arte aparecen en Vers une architecture, libro que, pese
a la novedad que representó para su época, no se alejó demasiado, en lo sustancial, del
sentir del periodo romántico.
El afán por descubrir vínculos causales que conecten a Semper y Le Corbusier se satisface
en un discreto episodio acaecido al final del viaje a Oriente. A mediados de septiembre de
1911, en Atenas, Le Corbusier anota, en la página 92 del Carnet número 3, que ha
adquirido el libro El arte industrial tardorromano [Die spätrömische Kunstindustrie], de
Alois Riegl (Le Corbusier, 1987, pág. 92). En aquel libro, publicado por primera vez en
1901, Riegl introduce y describe con detalle su concepto de Kunstwollen. El origen de este
concepto es posterior a Semper, pero el mensaje esencial sobre la naturaleza del estilo que
Riegl pudo transmitir a Le Corbusier provenía de las teorías del arquitecto alemán.
Para concluir el examen de los vínculos causales entre Semper y Le Corbusier, en este
apartado analizaremos el periodo histórico-cultural que comenzó en Alemania en tiempos
de Semper y se extendió a Francia en la generación previa a Le Corbusier: el denominado
Romanticismo alemán tardío. El Romanticismo alemán tardío fue un movimiento cultural
de la segunda mitad del siglo XIX que orbitó en torno al naciente imperio germano y, en el
ámbito del arte, a la figura del compositor Richard Wagner (1813-1885). Wagner, amigo,
colaborador y partidario intelectual de Semper, personifica el ambiente artístico de dicho
periodo. Pocas figuras de la esfera artística europea fueron tan influyentes, no únicamente
para la ópera, la música y el teatro, sino para la teoría del arte moderno en general, como
lo fue el creador de Tannhäuser.
36
Ambos postulados se resumen en la siguiente expresión de Peter Behrens: “Queremos una estética, un arte,
que sea conforme a la ley de la vida, y queremos una técnica que sea acorde al sentimiento de la época para
satisfacer nuestra voluntad artística [Kunstwollen]” (Behrens, 2002, pág. 107).
50 Le Corbusier y Gottfried Semper
En sus relatos, Wagner demuestra profesar mucho respeto hacia Semper. Explica, sin
embargo, que en un inicio sus encuentros solían terminar en discusiones acaloradas. Las
51
Sin embargo, era imposible resolver algo sin una discusión acalorada, no sólo
porque Semper tenía el hábito peculiar de contradecir todo rotundamente, sino
también porque sabía que sus puntos de vista eran opuestos a los de los demás. Sus
afirmaciones paradójicas, que aparentemente solo tenían la intención de provocar
conflictos, pronto me hicieron comprender, sin lugar a dudas, de que él era el único
presente que se apasionaba sinceramente por todo lo que decía, mientras que los
demás se contentaban con dejar pasar cualquier tema cuando parecía conveniente
(Wagner, 1911, pág. 382); (Traducción propia).
La amistad entre el arquitecto y el compositor se afianzó durante los últimos años que
vivieron en Dresde. En ese tiempo Semper construyó el palacio Oppenheim, el Altes
Hoftheater, la villa Rosa, la sinagoga, e inició la construcción del museo de arte de la
ciudad (Semper, 2014, pág. 365). Por su lado, Wagner presentó nuevamente Tannhäuser,
esta vez en Weimar, y tuvo éxito. (Wagner, 1911, pág. 461).
La intentona revolucionaria fracasó a los pocos días con la intervención de los ejércitos
leales a los reinos de Sajonia y Prusia. El resultado debió ser muy doloroso para Semper.
Sus barricadas resistieron los enfrentamientos, pero el teatro de la ópera acabó consumido
por las llamas que los propios insurrectos encendieron para frenar el avance de las tropas
realistas (Wagner, 1911, pág. 474). Derrotados, Semper y Wagner huyeron a París:
Encontré a Semper allí, quien, como yo, había sido depositado en esa ciudad. Nos
volvimos a encontrar con bastante emoción, aunque no pudimos evitar sonreír con
sarcasmo ante nuestra grotesca situación. Semper se había retirado de la batalla
cuando la famosa barricada, que él en su calidad de arquitecto mantenía bajo
estrecha observación, terminó siendo rodeada (porque era imposible derribarla). De
todos modos, consideró que se había expuesto lo suficiente y que no quedaba nada
más que él pudiera hacer. Se consideraba afortunado como nativo de Holstein al
depender, no del estado alemán, sino del gobierno danés para obtener un pasaporte,
ya que esto lo había ayudado a llegar a París sin dificultad. Cuando expresé mi
arrepentimiento real y sincero por el giro de los asuntos que lo habían alejado de un
emprendimiento profesional que acababa de comenzar, la construcción del museo
de arte de Dresde, se negó a tomarlo demasiado en serio, diciendo que le había
causado una gran preocupación [sic]. A pesar de nuestra difícil situación, fue con
Semper con quien pasé las únicas horas luminosas de mi estadía en París (Wagner,
1911, pág. 495); (Traducción propia).
Semper y Wagner permanecieron en París desde el mes de mayo de 1849 hasta septiembre
de 1850. El diálogo, iniciado en Dresde, se prolongó y profundizó durante los meses de
53
exilio en la capital francesa, donde se reunían con frecuencia. “Mis últimos intentos de
escribir, y los pensamientos expresados en mi trabajo, le interesaron enormemente”
explica Wagner “y dieron lugar a conversaciones animadas en las que se nos unió Kietz 37,
que al principio fue divertido, pero evidentemente aburría mucho a Semper” (Wagner,
1911, pág. 513); (Traducción propia). Wagner menciona que, en cierta ocasión, los tres
hablaron del contenido del libro La obra de arte del futuro, a los pocos días de su
publicación:
37
Ernst Benedikt Kietz fue un artista originario de Dresde y radicado en Francia. Wagner lo conoció a en
1840 la primera vez que vivió en París. El compositor le dedicó una pieza para piano en mi mayor: WWV
64, llamada “Hoja de álbum para Ernst Benedikt Kietz” (1840). A su vez, Kietz le obsequió un retrato en
pintura al pastel en 1842.
54 Le Corbusier y Gottfried Semper
38
Nicholas Vazsonyi, Sanna Pederson y Anthony J. Steinhoff, en diferentes artículos reunidos en el libro The
Total Work of Art. Foundations, Articulations, Inspirations, atribuyen el origen del concepto
Gesamtkustwerk al campo de la poesía y la filosofía alemanas de la primera mitad del siglo XIX. Lo hacen
sin proveer ningún argumento sólido.
55
principio de la hermandad de las expresiones artísticas, idea que, años más tarde, condujo
al desarrollo de su Teoría del estilo39.
A continuación lo que escribió Semper, en 1834, acerca de la suma o síntesis de las artes:
Configurada así como suma de las artes [Inbegriff der Künste], la arquitectura no
pasó en absoluto, en su progresiva formación, de lo sencillo a lo profuso y de lo
profuso a lo recargado (aun cuando esta afirmación pueda contradecir las opiniones
dominantes). Más bien, ya desde muy temprano, desde su niñez, apareció, dentro
de la esencialidad de sus formas básicas, profusamente ornamentada y
resplandeciente (Semper, 2014, pág. 78).
39
Semper reconocía haber advertido la noción de la síntesis de las artes en el escrito “Le Jupiter olympien:
ou L’art de la sculpture antique consideré sous un nouveau point de vue”, de Quatremère de Quincy (1815).
Así lo explica en la introducción al ensayo “Los cuatro elementos de la arquitectura. Una contribución al
estudio comparado de la arquitectura”, de 1851 (Semper, 2014, pág. 133).
56 Le Corbusier y Gottfried Semper
Por su parte, en Das Kunstwerk der Zukunft, Wagner parece haber adaptado el postulado
original de Semper para afirmar que, en la antigüedad, todas las artes—incluida la
arquitectura—actuaban en conjunto bajo la dirección de la acción dramática. De acuerdo a
Wagner, la arquitectura sólo es arte cuando se supera lo estrictamente útil y esto sucede,
primero, en el templo de los dioses y, posteriormente, en el templo convertido en escenario
popular y comunitario: el teatro (Wagner, 2000, pág. 118). Para Wagner, la arquitectura, la
pintura y la escultura conforman el escenario en el que se desarrolla el conjunto dramático
de la obra de arte total. Sostiene que la arquitectura no está completa si no es en la unión
de todas las modalidades artísticas dentro de la acción dramática ritual o teatral (Wagner,
2000, pág. 143). De este modo, lo que en el escrito original de Semper se aproximaba a
una definición general de estilo, en la proposición de Wagner devino en un recurso
artístico a implementar en las artes escénicas:
57
La arquitectura no puede tener un propósito más alto que crear un entorno espacial
para una asociación de seres humanos en la que se representen artísticamente a sí
mismos, entorno que la obra de arte humana precisa para manifestarse (…) En los
edificios funcionales corrientes el arquitecto debe servir sólo a la finalidad más
baja de la humanidad: en ellos la belleza es un lujo. En los edificios de lujo ha de
satisfacer exigencias que no son necesarias ni naturales; por eso su creación es
arbitraria, improductiva, fea. En cambio, en la construcción de aquel edificio que
en todas sus partes debe estar al servicio exclusivo de una finalidad artística
común, esto es, del teatro, el constructor ha de conducirse únicamente como artista,
y sólo debe tener en cuenta la obra de arte (Wagner, 2000, pág. 143).
Si en los postulados de Semper el culmen de las artes se halla en el templo griego, para
Wagner, en cambio, su momento de mayor perfección fue la tragedia clásica. Si, para el
primero, el debilitamiento y degeneración de las artes empezó “cuando se comenzó a
dudar de que una vez todas las artes plásticas actuaron en estrecha unión y, vigorosa y
armónicamente integradas” (Semper, 2014, pág. 77); para el segundo, la decadencia del
arte se dio cuando “el alma colectiva se dispersó en mil tensiones egoístas” y “la obra de
arte total y omnicomprensiva, la tragedia, se disolvió en sus distintos componentes”
(Wagner, 2013, pág. 15).
momento como expresión del más elevado desarrollo político y ético del hombre”40
(Semper, 2014, pág. 239).41
Cabe repetir, sin embargo, que la idea de una síntesis de las artes, como sinónimo de estilo,
es decir, como imagen coherente del espíritu de una época, según refería Semper en sus
postulados, difiere de la noción de Gesamtkunstwerk que plasmó Wagner desde las artes
escénicas. Los dos proclaman la necesidad de reintegrar todas las artes, pero en el cuadro
teórico de Semper se entiende que la confluencia de las artes sería el resultado de su libre
desarrollo dentro de una sociedad justa y equilibrada; mientras que en la obra teórica de
Wagner, la Gesamtkunstwerk se propone como una evasión temporal de la realidad a favor
de la contemplación del drama musical.
40
En la reunión de las artes plásticas, musicales y teatrales que promulgaban Semper y Wagner, se presentan
las tres formas de arte que Semper denomina “artes cósmicas”: el cosmos estático de la tectónica
(arquitectura), el cosmos dinámico de la tónica (música) y el cosmos estático-dinámico de la mímica (danza
y teatro). Las artes cósmicas que refiere Semper coinciden, junto a la aritmética, con las cuatro ciencias que
describe Platón en el Libro Séptimo de La República; ciencias que “elevan el alma y la vuelven hacia la
contemplación del ser”: la aritmética o ciencia de los números, la geometría o ciencia del ordenamiento de
los cuerpos en el espacio, la música o ciencia del desplazamiento del sonido en el tiempo y la astronomía o
ciencia del desplazamiento de los cuerpos en el tiempo y el espacio (Platón, 1997, págs. 267-290). En la edad
media estas ciencias conformaban el quadrivium dentro de las siete artes liberales. Más adelante, en las
páginas 254 y 255 de este documento, se podrán observar las correspondencias entre el Modulor y estas
ciencias, en la exposición que hace Le Corbusier sobre los tres usos del sistema: aritmético, geométrico y
textúrico-musical (Le Corbusier, 1953, págs. 214 - 228).
41
El concepto de drama no es ajeno a las concepciones artísticas de Le Corbusier. En Vers une architecture
afirma que “No hay arte sin emoción, ni emoción sin pasión. Las piedras son inertes, duermen en las canteras
y los ábsides de San Pedro constituyen un drama. El drama está en torno de las obras decisivas de la
humanidad. Drama-arquitectura es igual a hombre del universo y dentro del universo” (Le Corbusier, 1998,
pág. 132).
59
“mostrar el espíritu unitario que anima las investigaciones de las diversas élites de nuestra
sociedad” (L’Esprit Nouveau, número 1, 1920, págs. 3-4).
En su juventud, Le Corbusier conoció y apreció la obra de arte total del drama musical
wagneriano. Además recibió instrucciones de L’Eplattenier orientadas hacia las artes
decorativas; pero, finalmente, parece que optó por una idea de síntesis de las artes más
cercana a la noción de estilo de Semper y al pensamiento de Adolf Loos, que a las
concepciones escenográficas de Richard Wagner y de los miembros de la Wiener
Werkstätte.
“Tenemos artistas, pero no un auténtico arte” y “No habrá arte hasta que el genio libre se
atreva a infringir las normas obsoletas y las barreras de la mediocridad”, escribió Semper
tras visitar la Exposición Universal de Londres, en 1851 (Semper, 2014, pág. 78). Para él,
dos circunstancias impedían el libre desarrollo del arte en el siglo XIX. Por un lado los
factores externos que ejercen su poder sobre la creación artística, tales como la industria, la
especulación y la ciencia; y por otro, la ignorancia, la falta de formación del sentido
artístico en la población. La última forma de opresión, sostienen él y Wagner, es el
materialismo de la civilización que se manifiesta en la servidumbre de las artes ante los
intereses del mercado:
61
Pero existe una diferencia entre trabajar para la especulación o crear, como hombre
independiente y libre, una obra propia. Allí se da una doble dependencia: se es
esclavo del patrón y de la moda del día, que asegura la venta de hasta la últimas
mercancías. Se sacrifica la propia individualidad y se vende la «primogenitura» por
un plato de lentejas. En otras épocas los artistas también se negaban a sí mismos,
pero sólo ofrecían este autosacrificio en aras de la honra divina (Semper, 2014,
pág. 199).
Más adelante, Semper añade que la obra de arte de su tiempo “deja traslucir
desagradablemente su única finalidad: la de complacer y seducir a los compradores”
(Semper, 2014, pág. 203). Wagner se lamenta ante la misma situación en Arte y
revolución:
Nieding, con la excusa de que el oro con el que Wieland forjaba sus joyas le pertenecía, lo
atacó, ató y llevó consigo para que trabajase únicamente para él. Como prisionero del rey,
Wieland debía forjar toda clase de armas, vajillas e instrumentos utilitarios. No cabía
pensar en el arte y el goce estético; tampoco en huir. Para evitar que escape, el rey ordenó
que le seccionaran los tendones de los pies:
Así pues, el artista Wieland, el alegre herrero maravilloso, estaba ahora, para
desgracia suya, paralítico, sentado tras la fragua en la que tenía que trabajar para
aumentar la riqueza de su señor; cojeando, feo y contrahecho ¡Si tuviera la
posibilidad de levantarse! ¿Quién podría medir las dimensiones de su miseria
cuando volvía a pensar en su libertad, en su arte? (…) Pero ¿cómo quería él, un
cojo inválido lazarse al combate que traería la ruina a su verdugo? (…) Entonces, la
necesidad misma batió sus poderosas alas en el atormentado pecho de Wieland,
insuflando entusiasmo a su cerebro meditabundo. Por necesidad, por monstruosa y
omnipotente necesidad aprendió aquel artista, reducido a esclavo, a inventar lo que
aún no había sido concebido por ningún espíritu humano. ¡Wieland halló la forma
de forjarse alas”! (Wagner, 2000, págs. 169-171)
Entre 1865 y 1866, Semper y Wagner trabajaron juntos en los estudios para el Teatro
Monumental que buscaban construir en Múnich bajo el auspicio del rey Luis II de Baviera.
El proyectó de Múnich fracasó pero, finalmente, Wagner y el monarca se sirvieron del
diseño de Semper para levantar el teatro en la localidad de Bayreuth (Mallgrave, 1996).
El teatro, bautizado en 1876 con el nombre de Teatro del Festival de Bayreuth [Bayreuther
Festpielhaus], constituyó la materialización de las teorías de Semper y Wagner en materia
artística. En este teatro, dedicado exclusivamente a la representación de los dramas
musicales de Wagner, se buscó la anulación de la realidad para conseguir la atmósfera
auténtica del arte. El elemento más destacado de la sala es el foso de orquesta,
completamente hundido y fuera de la vista del público. Los medios técnicos quedan
ocultos para conseguir el efecto mágico y embriagador de la obra de arte total. Es el
equivalente, para el mundo de las artes escénicas, del principio del revestimiento
[Bekleidung] o enmascaramiento de la realidad que evocaba Semper en sus escritos
(Semper, 2013, págs. 302-303).
64 Le Corbusier y Gottfried Semper
Su madre era instructora de piano. Su hermano, Albert, prometía resultar un virtuoso del
violín antes de sufrir una lesión por fatiga crónica muscular. Su talento estuvo a la altura
de merecer un puesto de aprendiz con el maestro Henri Marteau en el Conservatorio de
Ginebra y, desde 1908, en la Hochschule für ausübende Tonkunst de Berlín (Brooks H. A.,
1997, págs. 42 - 43).
La falta de dominio del idioma alemán y los altos costos de matriculación dificultaban sus
oportunidades de acceder a alguna de las prestigiosas instituciones austríacas para la
enseñanza de las artes. Tampoco hallaba un maestro cuya obra le resultara convincente
(Brooks H. A., 1997, pág. 148). Se ocupaba, a la distancia, aún con muchas dudas y
dificultades, en el desarrollo de los proyectos para la construcción de las villas Stotzer y
Jaquemet. Únicamente la música y la lectura alimentaban su mente y reparaban su espíritu
mientras transcurría el tiempo en una ciudad que nunca le agradó. Así dejó expresado en
su correspondencia:
Aquí en Viena, si no fuese por la música sería mejor suicidarse; como prueba, cada
vez que fui en busca de arte volví con un oscuro desconcierto (Le Corbusier, 2011,
pág. 39 y 165); (Traducción propia).
El joven arquitecto relata, además, que aprecia tanto la obra de Wagner como para soportar
las largas filas de acceso al teatro y las cerca de cinco horas que duran algunas de sus
funciones, sin pestañar ¡y además de pie!, por falta del dinero requerido para adquirir un
boleto en una plaza numerada. El resumen de Sigfrido (1876) ocupa varias páginas de una
de las primeras cartas que redactó desde la capital austríaca. En ella, Le Corbusier incluso
alude al concepto wagneriano de la Gesamtkunstwerk:
Entre las seis y media de la tarde y las once y media de la noche, las orejas y los
ojos están en el paraíso – pero las piernas! Que puedo decir, no tienen idea. Como
66 Le Corbusier y Gottfried Semper
Posteriormente, en otra carta, Le Corbusier expresa la decisión de asistir a la ópera una vez
por semana, los miércoles o jueves, y a los conciertos populares para orquesta los
domingos. Narra a sus padres que, pese a que están por extinguirse sus ahorros, tiene
programado asistir a Los maestros cantores de Núremberg (1868) y a El holandés errante.
En otra epístola de fin de año, esta vez dirigida a su hermano, relata que presenció un
sencillo concierto del Preludio y El Bacanal de Tannhaüser, experiencia que califica de
67
La posición del Romanticismo tardío—la resolución del conflicto entre los ideales del
racionalismo ilustrado y los ideales del primer romanticismo—están a su vez
representados en el personaje de Hans Sachs, el más grande, más sabio, más talentoso y
respetado maestro cantor de Núremberg, de acuerdo al libreto. La trama se resume en el
consejo que brinda el sabio Sachs a Walther acerca de reunir conocimientos sin permitir
que se apaguen los sentimientos (un “plan libre”): “Aprende a tiempo las reglas de los
maestros, para que te acompañen y para que te ayuden a conservar lo que, en tu juventud,
con amoroso impulso, la primavera y el amor dictan al corazón” (Wagner, Los maestros
cantores de Núremberg, Tercer Acto, Segunda Escena, 1868).
68 Le Corbusier y Gottfried Semper
En febrero, Le Corbusier asistió nuevamente a Sigfrido, pero esta vez dentro del ciclo
completo de El anillo del nibelungo junto a El oro del Rin (1869), La valquiria (1870), y
El ocaso de los dioses (1876). Después de la presentación de El oro del Rin, su
correspondencia da muestras del inicio de una fluctuación sentimental entre momentos de
admiración y de fatiga hacia los dramas musicales. Por un lado, como le ocurrió a
Nietzsche, Le Corbusier comenzaba a pensar que la obra de Wagner se había convertido
en un entretenimiento para la burguesía decadente. Pero, por otro, no podía dejar de
asombrarse ante la experiencia emocional de la Gesamtkunstwerk wagneriana. En un
mensaje dirigido a su hermano, el aprendiz de arquitecto demuestra ambas disposiciones
contradictorias42. Primero describe el agotamiento físico y sicológico que sufre tras asistir
a El oro del Rin:
Sus objeciones y quejas contra el drama musical prosiguen al día siguiente, en la misma
carta, tras asistir a La valquiria:
Una maravillosa obra del tenor Schmedes, el primer personaje de la ópera y que,
con cada actuación, obtiene un nuevo triunfo. ¿Ves, dile a Edmond, que entiendo
su fascinación por el trabajo de Wagner, fascinación que hizo sonreír de
indulgencia a todos los burgueses cómodos y satisfechos: «Dios mío, este pobre
Beaujon, con lo que está luchando, tal vez tenga razón, pero a nosotros ¡con lo
poco que nos importa!» (Le Corbusier, 2011, pág. 144); (Traducción propia).
42
Correspondencia del 2 de febrero de 1908, cerca del cumpleaños de Albert.
69
Sin embargo, en otra parte de la carta, pero redactada tres días más tarde, después de la
presentación de Sigfrido, se contradice y reaparecen los elogios al compositor:
En este acceso de justa indignación, dejé mi epístola el lunes. Tenía aun que leer el
texto de Sigfrido. Ves que ya estoy enfermo de Wagner. En primer lugar, son las
piernas, porque el «steb-parterre»43 es una institución muy hermosa para los
pobres, pero uno debería ... estar sentado […] Ayer fui a Sigfrido, y esta vez lo
seguí con una traducción al francés. Qué hermoso, amplio y poderoso, espiritual,
mordaz. Cuánta ciencia y belleza en sus «leit-motivs» [sic]. No puedo librarme de
sus melodías; y todo el día canto en voz alta las canciones de Sigfrido, del
Walhalla, de Wotan y río reiteradamente evocando a Mime. Ya no puedo
concentrarme en el trabajo […] Decir que Wagner es nebuloso, que estupidez. Es
grande, noble, profundamente filosófico. No estoy seguro de lo que estoy
escribiendo, mi mente deambula por la montaña rocosa donde duerme Brunilda.
Hoio, ho, hoio, ho, qué divertido es Sigfrido, qué personificación del dios-hombre
en su incansable impulso, en esta alegre carrera que hará que el Walhalla se
desmorone […] Mira hermano, la música es la más bella de las artes, y eres un tipo
con suerte (Le Corbusier, 2011, págs. 144 - 145); (Traducción propia).
43
Se refiere al espacio de circulación ubicado en la parte baja de la sala de teatro. El steb-parterre es, por lo
tanto, un lugar sin asientos, pero adecuado en ocasiones para acomodar al público de pie.
70 Le Corbusier y Gottfried Semper
para músicos (1888), el filósofo ofreció como alternativa a las composiciones de Wagner
la música liberadora y “mediterraneizada” de Bizet (Nietzsche, 2003, pág. 188).
Fijaos queridos padres, ahora comprendo lo que es una vocación liberal, es decir,
una vocación donde el hombre en soledad, por sus propios medios, sin contar con
la seguridad ante ningún caso fortuito, debe apostar su corazón, su alma, su cuerpo,
su salud, en la conquista de algo que una misteriosa voluntad exige de él,
maltratándolo y matándolo a menudo. Siento un inmenso respeto por todos esos
71
Otra carta que dirigió a su familia refleja el sentimiento que inspiraba a Le Corbusier por
aquellos días. En la misiva afirma añorar el hogar familiar y, en él, los libros de los autores
“franceses, distinguidos y refinados” refiriéndose a Edmond Rostand y Paul Verlaine. En
el Cyrano de Bergerac (1897), de Rostand, Le Corbusier debió reconocer la versión
francesa del arquetipo romántico caballeresco que admiró toda su vida. Sin duda habrá
advertido, como sugiere Rostand al final de la escena séptima del segundo acto, que
Cyrano respiraba el mismo aire liberal, rebelde y solitario que agitaba tanto a Sigfrido
como a su querido Don Quijote44:
De Guiche
¿Habéis leído el Quijote?
Cyrano
Sí, y me descubro ante el nombre de ese genial loco.
De Guiche
Deberías meditar entonces... sobre el capítulo de los molinos.
44
El Quijote de la Mancha vivió un renacer en el periodo romántico tardío. Fue, además, el libro de
cabecera de Le Corbusier. Hay pruebas de todo tipo para sostener esta afirmación, pero, sin duda, las más
impactantes son los dos tomos del Quijote que hizo encuadernar con las pieles de sus perros schnauzer,
Pinceau du Paddock y Pinceau du Val d’Or. En Mise au Point (1965), que fue su último mensaje y una
especie de testamento intelectual (lo escribió un mes antes de su fallecimiento), Le Corbusier dice: “La más
bella lectura para un hombre comprometido en la batalla es el maravilloso Don Quijote de la Mancha. Y la
vida de a tres, entre Don Quijote y Sancho Panza, encuentra allí su explicación, sino sus justificaciones” (Le
Corbusier, 1966, pág. 16). Las palabras que cierran el escrito parecen provenir del alma del Cyrano de
Bergerac, “Moralidad: reírse de los honores, contar con uno mismo, actuar según su conciencia” (Le
Corbusier, 1966, pág. 18). Será el arquetipo del Quijote el que Nietzsche, en el espíritu del Romanticismo
alemán tardío, restaurará radical y definitivamente en la persona de Zaratustra (1885).
72 Le Corbusier y Gottfried Semper
Cyrano
Capítulo trece
De Guiche
Tened cuidado, porque cuando se les ataca puede suceder...
Cyrano
¿Es que yo ataco a la gente que cambia según los vientos?
De Guiche
… que un molinete de sus grandes brazos de tela, os lance al barro.
Cyrano
¡O a las estrellas! (Rostand, 2018, págs. 104 - 105).
Este otro fragmento también debió tocar el corazón del joven Le Corbusier:
Le Bret
Si dejaras un poco tu alma de mosquetero
Podrías conseguir gloria y fortuna ...
Cyrano
¿Y qué se supone que debo hacer?
¿Buscar un protector poderoso? ¿Tomar un jefe y, como una hiedra oscura que
rodea un tronco, trepar lamiendo su corteza?
¿Ascender por artimañas en lugar de escalar con esfuerzo?
No gracias.
¿Dedicar versos a los banqueros como hacen los demás?
¿Convertirme en un bufón con la vil esperanza de ver nacer por primera vez en los
labios de un ministro una sonrisa que no sea siniestra?
No gracias (…)
Y más adelante:
Pero… cantar,
Soñar, reír, caminar, estar solo, estar libre,
73
45
Inteligencia y pasión son los conceptos que emplea Le Corbusier para referirse a Miguel Ángel en el
apartado que le dedica en Vers une architecture (Le Corbusier, Hacia una arquitectura, 1998, pág. 132).
74 Le Corbusier y Gottfried Semper
amarlas. “¡Hagamos los dos un héroe novelesco!” propone Cyrano a Cristián, “¿Quieres
completarme y que yo te complete? ¡Tu caminarás y yo iré a tu lado en la sombra! ¡Yo
seré tu ingenio y tú serás mi belleza!” (Rostand, 2018, págs. 116 - 117)
46
Es probable que Semper estuviera entre los invitados de Luis II. En ese tiempo, él y Wagner trabajaban
juntos en el proyecto para un teatro en Múnich, por encargo del rey. En sus memorias, Schuré se refiere a las
reuniones de trabajo que hubieron entre ellos (Schuré, 1900, pág. 61).
75
Schuré dedicó varios estudios a la obra de Wagner. En 1886 editó el segundo volumen de
la Histoire du Drame Musical, con Wagner como figura protagónica. En 1890, publicó
Souvenirs Sur Richard Wagner: La Premiere de Tristan Et Iseult. Así justifica el autor la
dedicatoria:
Al igual que Nietzsche (en sus primeros escritos) y a otros autores cercanos a Wagner 47,
Schuré retrata al compositor alemán como una conjunción de las dos naturalezas opuestas
características del Romanticismo alemán tardío. Dice hallar reunidos en Wagner los
espíritus complementarios de Wotan y Sigfrido:
47
El escritor Thomas Mann (1875-1955) entre ellos.
76 Le Corbusier y Gottfried Semper
Schuré, nacido en Estrasburgo, tierra franco-alemana, como Suiza, fue uno de los
responsables de exportar a Francia el espíritu del Romanticismo alemán tardío. Su libro
contempla “la historia interna de las religiones” mediante un método al que denomina
“esoterismo comparado”. En el estudio comparativo de las religiones del mundo, Schuré se
propone desvelar los principios de una religión eterna y universal, porque supone que los
sabios y profetas de los tiempos más diversos llegaron a conclusiones idénticas en el
fondo, aunque diferentes en la forma, sobre lo que denomina “las verdades primeras y
últimas”. La “ciencia integral” que propone Schuré en Les grandes Initiés, busca la
reconciliación entre razón y espiritualidad (Schuré, 1921, pág. 14).
Hace quince días que terminé la lectura de Grands Initiés […] Schuré me reveló
horizontes que me llenaron de felicidad. No exagero si digo que yo ya lo presentía;
precisamente mis luchas entre el racionalismo, que la vida real activa, que los
pequeños fragmentos de ciencia aprendidos en la escuela, habían fijado
fuertemente en mí y, por otro lado, la idea innata e intuitiva de un Ser supremo, que
la contemplación de la Naturaleza me revelaba a cada paso. Esta lucha había
preparado el terreno para recibir la noble semilla de la que están llenas las
seiscientas páginas de este libro. Ahora estoy más cómodo, estoy más feliz, todavía
me falta la solución, y espero hallarla algún día para lanzarme a su conquista. Este
libro es excelente (Le Corbusier, 2011, pág. 137); (Traducción propia).
Los capítulos V y VI de Les grandes Initiés ofrecen una explicación del origen y la
evolución de los misterios de la Grecia Antigua. El relato se desarrolla entre el mito y el
ensayo histórico, sin profundizar en explicaciones filosóficas o científicas. Desde una
perspectiva poco ortodoxa, Schuré expone la misma concepción del origen de la cultura
helénica que encontró en las teorías de Wagner y Nietzsche: la fusión de dos pueblos con
almas complementarias. Explica que el movimiento religioso órfico de la antigua Grecia
fue el resultado de la fusión del viril espíritu de los Dorios del Norte, por un lado, con los
cultos lunares y ritos voluptuosos de Oriente, que reinaban en las selvas y en los valles
profundos de la Tracia, por otro:
Había guerra a muerte entre los sacerdotes del sol y las sacerdotisas de la luna.
Lucha de sexos, lucha antigua, inevitable, abierta o escondida, pero eterna entre el
principio masculino y el principio femenino, entre el hombre y la mujer, que llena
la historia con sus alternativas y en la que se juega el secreto de los mundos. Del
mismo modo que la fusión perfecta del masculino y del femenino constituye la
esencia misma y el misterio de la divinidad, así el equilibrio de estos principios lo
pueden alcanzar únicamente las grandes civilizaciones (Schuré, 1921, pág. 226);
(Traducción propia).
78 Le Corbusier y Gottfried Semper
La misma idea del origen doble del pueblo heleno, pero sin el carácter esotérico que le
impone Schuré, estaba presente en los primeros escritos de Semper. El arquitecto se
anticipó a Wagner y a Nietzsche en la identificación del origen apolíneo-dionisíaco del
arte griego. En los escritos de sus primeros años de exilio (1849-1851), afirmaba que los
griegos fueron el primer pueblo en alcanzar una fértil mezcla, una armonía insuperable,
entre lo que considera ser una idea superior jerárquica y aristocrática, proveniente de
Occidente y una configuración más libre y poética, propia de Oriente. Explica que el
equilibrio que condujo a la perfección de la cultura helena fue el hecho de que estuvo
constituida por una mezcla de indígenas dorios que practicaban el culto a Apolo e
inmigrantes tracios fieles a Dionisio. Los primeros habrían aportado la sabiduría, la
estructura social y la estabilidad que sus filósofos y legisladores heredaron de Egipto. Los
segundos, que estaban ligados a las tradiciones de sus vecinos asiáticos, habrían aportado
el sentimiento poético y religioso del Este. El templo griego, para Semper, sería la imagen
de la unión perfecta entre esos dos espíritus complementarios (Semper, 2014, pág. 176 y
205). El periodo romántico tardío, necesitado de reconciliar el racionalismo de la
ilustración con el ímpetu sentimental del primer romanticismo, hallaba su propio reflejo en
aquel modelo de la antigüedad. No es casualidad que al mismo tiempo, en París y en las
mismas condiciones de exilio, Richard Wagner exponga una conjetura análoga en La obra
de arte del futuro:
Wagner propone una obra de arte total que reconozca al ser humano en todas sus
capacidades intelectuales, físicas y emocionales; una obra sabia, correcta y magnífica,
como sugirió Le Corbusier años más tarde. El compositor afirma que el ser humano, en
toda su capacidad, es un ser corporal, afectado por los sentimientos y poseedor de
entendimiento (Wagner, 2000, págs. 53-57). A partir de estos tres planos, afirma Wagner,
surgen las “tres modalidades artísticas puramente humanas en su asociación originaria”.
79
Estas reciben el nombre de danza, arte del sonido y arte de la poesía. En cuanto ser físico,
el ser humano trabaja con los gestos y movimientos de todo su cuerpo en la danza y la
mímica; en cuanto ser sensible, ha de responder al sentimiento en los sonidos de la música;
y, por último, en cuanto poseedor de entendimiento, es afectado por la poesía.
La obra de arte del futuro es un libro que busca enlazar el pasado y el devenir del arte
musical en Occidente. Respecto al pasado, Wagner sitúa al arte helénico como referente de
la auténtica correspondencia vital y orgánica entre el arte y la necesidad colectiva de un
pueblo. Ante el futuro, el libro denuncia las condiciones del arte de su tiempo, puesto que
el autor lo encuentra demasiado sometido al dinero y a la usura. Finalmente, el libro es,
también, una declaración de intenciones en torno a la promesa del drama musical
reunificado.
Es imposible pasar por alto las correspondencias entre las posiciones de Wagner,
Nietzsche y la corriente neoplatónica alemana que concibe la relación del ser humano con
el mundo sobre tres planos diferentes de la experiencia: el del conocimiento, el de la moral
y el del juicio estético. Para ellos, la experiencia estética tiene igual importancia que la
razón especulativa y la actividad práctica. Esta tradición quedó representada en las “tres
críticas” de Kant: a la razón pura (filosofía del conocimiento), a la razón práctica (filosofía
de la moral) y al juicio estético (filosofía del arte), e invade el pensamiento de gran parte
de la filosofía y el arte alemán de los siglos XVIII y XIX.
El más importante aporte de Kant a la filosofía del arte fue la identificación de la estética
como dominio autónomo de la experiencia humana. En el espíritu del Romanticismo
alemán tardío, la belleza se realiza en un plano distinto al plano de lo verdadero, lo moral,
lo placentero y lo útil. Por ello, para Semper, como para Wagner y Nietzsche, la pureza y
el desinterés del juicio estético dependen de su autonomía frente a la razón y la utilidad.
48
Luca Caragiale descendía de una familia perteneciente a la etnia minoritaria de los griegos de Rumanía,
cuya historia se remonta a tiempos del Imperio Bizantino. Ritter, quien por cierto era abiertamente
homosexual, destacaba el hecho de que en Ecaterina Caragiale, la hija de Luca, se conjugaban la sensualidad
de los pueblos orientales y el encanto sofisticado de las culturas del Mediterráneo.
81
con una solicitud que quizá nos parezca exagerada. Las quieren limpias, alegres y
cómodas; las adornan con flores. Visten unos bordados cuyo florido esplendoroso
refleja su pasión de vivir. Su vajilla es floreada, llena de arte, y unas alfombras
tejidas por las mujeres conforme a la tradición secular cubren un entarimado que se
conserva minuciosamente. Y cada primavera, la casa amada recibe su nuevo atavío:
resplandeciente de blancura, sonreirá todo el verano a través de los follajes y las
flores que le deberán su fulgor (Le Corbusier, 2005, págs. 69-70).
Ilustración 12. Choisy, Dibujo de un capitel jónico antiguo de la región oriental de Efeso,
(Histoire de l’architecture. Tomo 1, pág. 356).
83
Os digo que el ciclo de las cuatro obras de Wagner se han apoderado de mi hasta el
límite de mis emociones. Las palabras correctas no se presentan ante una pluma tan
84 Le Corbusier y Gottfried Semper
En el testimonio de otra visita que realizó al museo vienés de historia del arte, tres años
después, Le Corbusier destaca el valor de sus colecciones, pero repudia el edificio: “Estos
museos son enormes, tienen muchas maravillas, pero el entusiasmo del investigador se
agota en estas salas exageradamente grandes donde, a cada paso, encuentra demasiados
gustos sospechosos (Le Corbusier, 2011, pág. 154); (Traducción propia).
Al final de la epístola, Le Corbusier dice imaginar a sus padres en el pequeño comedor del
hogar familiar. En la imagen mental, el padre, a quien representa como un ser riguroso y
severo, yace recostado junto al fuego. A su lado, la madre, una mujer sensible y soñadora,
observa de cerca las partituras de Wagner, “mientras su espíritu deambula por las
habitaciones de algún suntuoso castillo de España” (Le Corbusier, 2011, pág. 156);
(Traducción propia). El escenario doméstico que rememora refleja las dos fuerzas
complementarias que, una vez reunidas, sostienen al arte de acuerdo a los valores del
Romanticismo alemán tardío. El mensaje termina con una última referencia, casi
indescifrable, al hogar familiar, a la burguesía aletargada y a la obra de Wagner:
La historia de Clodoveo I y de la cristianización del pueblo franco forma parte del relato
de La Biblia de Amiens, de John Ruskin, libro que leían los alumnos de L’Eplattenier en
La Chaux-de-Fonds y que Le Corbusier menciona, con aprecio, en L’Art décoratif
d’aujourd’hui (Brooks H. A., 1997, pág. 69); (Le Corbusier, 1925, pág. 135). Después de
todo resulta curioso que L’Eplattenier esperara que sus discípulos, tras leer a Ruskin, se
conformaran con proseguir su educación en Alemania o en Austria, y no en algún país del
Mediterráneo.
49
Nothung es el nombre de la espada que Sigfrido se forja a sí mismo en la tercera ópera de El anillo del
nibelungo.
86 Le Corbusier y Gottfried Semper
mérito del pueblo franco50. La idea que Ruskin tenía de Alemania era la de “un país difícil
de habitar, imposible de amar” (Ruskin, 2006, pág. 181). En el libro dedicado a la catedral
de Amiens, sostiene que Clodoveo y el pueblo franco eran una rara excepción entre los
pueblos de estirpe germánica: “toda la belleza, delicadeza y proporciones que hoy
apreciamos en los modales, el lenguaje o la arquitectura de los franceses deriva de la pura
sinceridad de su naturaleza, que sentiréis pronto en los mismos seres vivos si los amáis
[…] Que originariamente fuesen germanos es un hecho que sin duda hoy les gustaría
olvidar” (Ruskin, 2006, pág. 184).
En París, las alusiones a Wagner fueron cada vez menos frecuentes en su correspondencia,
pero no desaparecieron del todo. Durante el mes de abril presenció Tanhauser y otros
programas musicales wagnerianos (Corbusier & L'Eplattenier, 2006, pág. 151). Llamaba
“Hagen” a Hermann Jeanneret 51, porque le recordaba físicamente al siniestro personaje de
50
Le Corbusier comparte el parecer de Ruskin en una carta que escribe a su familia tras conocer Notre Dame
y otros edificios góticos en París: “ todo en un estilo gótico que es uno más puro que el otro, esto resulta
nuevo para mí y deja muy lejos el gótico alemán, que al final no es más que aplicaciones bastardas hechas en
un país y por gente que no lo había creado” (Le Corbusier, 2011, pág. 171).
51
Hagen es un personaje que envidia y finalmente traiciona y asesina a Sigfrido en las narraciones épicas
germánicas que Wagner adapta en sus óperas. Le Corbusier apodaba con ese nombre a Hermann Jeanneret,
quien fuera su compañero en los Talleres de la escuela de arte de la Chaux-de-Fonds. Él y Le Corbusier
87
El anillo de los nibelungos (Dumont, 2014, pág. 63). En febrero de 1909 asistió a una
presentación de Lohengrin y quedó desencantado (Le Corbusier, 2011, pág. 245). Por
último, conocemos que sus padres asistieron a una presentación de Tristán e Isolda, en
Berna, donde hicieron escala en un viaje de visita al hijo durante la pascua de aquel año
(Brooks H. A., 1997, pág. 181).
La cultura del Romanticismo alemán tardío fue desplazada fuera de su vida por un tiempo.
Los focos de experiencias formativas en la capital francesa eran otros: la catedral de Notre
Dame, el Louvre, la Sorbona, las bibliotecas de Labrouste y el taller de los hermanos
Perret, principalmente. Pasaron cerca de dos años hasta que se produjera el reencuentro de
Le Corbusier con la cultura germana.
compartieron habitación durante los últimos días que Le Corbusier permaneció en París, entre octubre y
noviembre de 1909. Le Corbusier lo describe como una persona de apariencia oscura y siniestra.
88 Le Corbusier y Gottfried Semper
Le Corbusier conoció a William Ritter (1867-1955)52 en mayo de 1910, a los pocos días de
su arribo a Múnich (Dumont, 2014, pág. 47). Llegó a él gracias a la intervención de
L’Eplattenier, quien ansiaba que, en esta nueva oportunidad, su discípulo aproveche mejor
las lecciones del mundo germano. Con el tiempo, Ritter se convirtió en uno de los cuatro
mentores que Le Corbusier reconoció haber tenido en su vida53. El escritor fue, sin duda, la
persona con mayor influencia en su formación artística entre 1910 y 1917 (Le Corbusier,
2013, pág. 8).
52
William Ritter era hijo del arquitecto e ingeniero hidráulico Guillaume Ritter, quien construyó el primer
sistema de suministro de agua potable en Ginebra y La Chaux-de-Fonds. Como arquitecto, Guillaume Ritter
diseñó y construyó la basílica neogótica de Notre-Dame-de-l'Assomption, en Neuchâtel (1897 a 1906).
53
Los cuatro maestros que Le Corbusier dijo haber tenido en su vida fueron: Charles L’Eplattenier, Auguste
Perret, William Ritter y Amédée Ozenfant.
54
Ver, en Ritter W., Edmond de Pury, Genève, 1913, pág. 47.
55
El conocimiento de la doctrina de la Iglesia católica fue decisivo para que, en su vida, Le Corbusier acepte
participar en la construcción de 4 complejos de edificios para la congregación de la Orden de Predicadores,
pero al mismo tiempo se niegue a trabajar para otras denominaciones cristianas.
89
resultar provechosas al momento de aceptar los encargos y desarrollar los proyectos para
la Orden de los Predicadores en la década de 1940. La intensa relación de amistad entre Le
Corbusier y Ritter duró desde el periodo en que se conocieron en Múnich hasta que el
arquitecto trasladó su residencia a París, de forma definitiva, siete años más tarde. En
París, Le Corbusier se distanció del escritor y halló un nuevo maestro en la persona de
Amédée Ozenfant (Brooks H. A., 1997, pág. 501).
56
Joséphin Péladan fue otro admirador de Wagner que, como Édouard Schuré, condujo las enseñanzas del
compositor por la vía del misticismo. Fundó, en 1890, la sociedad esotérica Orden de la Rosa Cruz del
90 Le Corbusier y Gottfried Semper
Bayreuth en tres ocasiones durante el siguiente decenio y llegó a entablar amistad con el
círculo familiar del compositor (Dumont, 2014, pág. 11).
Templo y del Grial. Entre otras actividades, esta sociedad secreta organizó una serie de salones de
exposiciones de arte inspiradas en la espiritualidad y el simbolismo de la obra de Wagner. Tres décadas más
tarde, entre 1910 y 1914, Ritter y Péladan colaboraron en la revista de la Société Internationale de Musique
S.I.M. En octubre de 1910 Ritter solicitó al director de la revista que incorpore a los hermanos Jeanneret
como corresponsales en Berlín. Albert llegó a publicar algunos artículos de crítica musical pero Le Corbusier
se excusó de hacerlo (Dumont, 2014, págs. 61-74). Le Corbusier se refiere a Joséphin Péladan en Précision:
“El Sââr Péladan que era tan inteligente y pese a ser un helenista apasionado, me decía: «¡Yo quisiera ser
rey: haría decapitar a todos aquellos que se atreven a dibujar y construir, hoy, un entablamento griego!»” (Le
Corbusier, Précisions sur un état présent de l'architecture et de l'urbanisme, 1930, pág. 69); (Traducción
propia).
57
Un ejemplar de Etudes d’art étranger, con dedicatoria del autor a Le Corbusier, reposa en los archivos de
la Fundación Le Corbusier. El libro se encuentra registrado con el código FLC J 123.
58
Le Corbusier menciona a Camille Mauclaire 50 años más tarde en el Mensaje a los estudiantes de la
Arquitectura (1957), pág. 52: “Me declararon polemista y se estancaron allí prefiriendo insistir en sus
convicciones y no leerme (…) Más bien se leía a Camille Mauclaire que había reunido en un libro los quince
artículos de su campaña en el Figaro contra la arquitectura moderna, campaña que respondía a los deseos de
las Cámaras de oficios de los carpinteros y de los artesanos en piedra, pizarra, tejas y cinc”. El libro de
Mauclaire, al que hace referencia Le Corbusier, se titula L’architecture va-t-elle mourir? (1933).
91
[L’identité et la fusión des Arts]59. El libro de Mauclair reconoce el valor del ideal
wagneriano de la fusión de las artes pero cuestiona la capacidad del compositor para lograr
cabalmente el objetivo. En base al argumento de Mauclaire, Ritter observa que, en la obra
de Wagner, la reunión de las artes no se realiza más que en “ciertos minutos sublimes”;
sumado al hecho, insinúa Ritter, de que Wagner carece del gusto francés para la plástica:
Un genio como Wagner puede muy bien tener un gusto pictórico dudoso, y lo ha
demostrado. Realmente sería demasiado bueno tenerlo todo […] Y este es el lugar
para llegar a un entendimiento o, más bien, para notar que no nos llevamos bien, en
otras palabras, que un alemán o un inglés sufren menos en Bayreuth que un francés
(Ritter, 1906, pág. 10); (Traducción propia).
Aquí se advierte que hay dos formas distintas de entender la condición de “integración de
las artes”. La primera coincide con el concepto de estilo, donde, como reconocía Semper,
todas las artes guardan relación con el estado de la sociedad humana que las crea. La
segunda, en cambio, como la concibe Wagner, supone la integración temporal—
escenográfica—de las artes en una “obra de arte total” abstraída del mundo.
Ritter no dejaba de admirar a Wagner, pero consideraba que la unificación de las artes
debía ser una verdadera síntesis integrada a la vida y no sólo un espectáculo musical
transitorio. En este punto, el autor de Etudes d’art étranger, devuelve al concepto síntesis
de las artes el sentido que tuvo originalmente, como Inbegriff der Künste, en las teorías de
Semper. Sostiene que “Si (Wagner) hubiera sido un pintor, escultor y arquitecto, además, o
59
“L’identité et la fusión des Arts” es un capítulo del libro Idées Vivantes (1904) de Camille Mauclaire. Un
apartado extenso dentro del capítulo se titula “Wagner et la fusión des arts”. Dice Mauclaire: « Wagner a
essayé la synthèse extérieure des arts pour en imposer la synthèse intérieure dans l’âme de l’auditeur. Sa
volonté, son génie ont tout brisé pour parvenir à créer une ouvre de synthèse homogène. Il a réuni des
conditions exceptionnelles, il les a entassées fastueusement en piédestal à sa gloire, et cette gloire est
immortelle. C’est précisément pour cela qu’il est licite de la placer en dehors d’une discussion sur le
wagnérisme, et de parler librement de celui-ci » (Mauclaire, Idées Vivantes, 1904, pág. 204).
92 Le Corbusier y Gottfried Semper
sólo un hombre con una visión tan estéticamente desarrollada como su mente, habríamos
tenido incluso espectáculos mejor integrados” (Ritter, 1906, pág. 22); (Traducción propia).
“En resumen, llegué a la conclusión:” afirma más adelante, “de que el trabajo de Bayreuth,
como espectáculo de belleza, no ha dicho su última palabra porque la puesta en escena del
drama wagneriano está en perpetuo desarrollo” (Ritter, 1906, pág. 23); (Traducción
propia). En estas afirmaciones, Ritter parece anticipar los designios artísticos que le
correspondería trazar a Le Corbusier, el discípulo que estaba a pocos años de conocer.
En el prólogo de este libro se encuentra otra idea que resuena en los escritos posteriores de
Le Corbusier y que permite comprender el sentido de uno de sus enunciados más
conocidos y controversiales. Dice Ritter, acerca de la obra de Wagner, que “el teatro es
una máquina para hipnotizar, un mecanismo de sugestiones ilusorias y complejas” (Ritter,
1906, pág. 14); (Traducción propia). Recordemos que Le Corbusier escribió, primero en
1920 en la revista L’Esprit Nouveau y después, en 1923, en Hacia una arquitectura, que
“una casa es una máquina para habitar” y también que el Partenón es una “máquina de
conmover” (Le Corbusier, 1998, pág. 73 y 173). Dentro del ámbito de su contexto cultural
podemos entender que estas definiciones no tienen ninguna fundamentación racionalista o
funcionalista, como se podría pensar, sino que deben ser leídas desde el espíritu romántico
que las originó. La máquina no es aludida en un sentido literal, racionalista y pragmático,
sino como objeto plástico, como símbolo romántico del perfeccionamiento del trabajo
humano y como representación, a la vez, de la complejidad y del espíritu de síntesis de la
modernidad.
Otro concepto que hallamos en Etudes d’art étranger, que nos permite suponer el alcance
de las ideas que compartió Ritter con Le Corbusier, es el de la “caja de milagros”. En este
libro de 1906, Ritter se refiere al espacio de la sala de espectáculos wagneriana como “los
cuatro muros de la caja de sorpresas” [boîte à surprise] (Ritter, 1906, pág. 21). Una idea
análoga apareció años más tarde en las propuestas de Le Corbusier, quien denominaba
“caja de milagros” [boîte a miracles] a las piezas prismáticas rectangulares que debían
contener los teatros experimentales en sus proyectos de museos para Tokio, Ahmedabad y
otros conjuntos edificados en la década de 1950. Probablemente por ello esas piezas
93
Ritter publicó otros libros con Wagner como figura central. Entre ellos uno muy extenso
(tiene más de 750 páginas) titulado Tendencias de la música alemana y austríaca después
de la muerte de Wagner (1921) [Les Tendances de la musique en Allemagne et en Autriche
depuis la mort de Wagner]. Pero, sobre todo, dedicó decenas de monografías y artículos al
arte musical que resultó de la herencia creativa de Wagner en los compositores
posrománticos y modernos de Alemania, Austria, Checoeslovaquia y Hungría 60.
Otro de los temas predilectos de Ritter fue la relación entre el arte popular y el arte culto
en los pueblos eslavos del centro y el sureste europeo. La colección de objetos cerámicos
que exhibía en su residencia de Múnich, motivó a Le Corbusier a explorar las regiones
remotas de los Balcanes y a adquirir sus propias piezas de orfebrería popular. En esto,
60
Richard Strauss, Gustav Mahler, Bedřich Smetana, Antonín Leopold Dvořák, Josef Suk y Arnold
Schönberg, crearon música sinfónica a la manera de Wagner, es decir, llevando las leyes de la tonalidad a los
límites de lo conocido e incorporando el sentimiento de la cultura popular.
94 Le Corbusier y Gottfried Semper
tanto Ritter como Le Corbusier, se aproximaron a las aficiones de Semper (Le Corbusier,
2005, pág. 51).
Una noche de verano, sobre una colina bordeada por el Danubio en los alrededores de
Budapest, entre las casas de los campesinos, una melodía “lenta e inefablemente triste”,
llevó al joven arquitecto a recordar la obra de Richard Wagner:
Era un saxofón o un corno inglés; la escuché con la emoción con la que se oye al
pastor interpretar su viejo canto cuando muere Tristán. Que rara consonancia,
grandiosa en la naturaleza adormecida… (Le Corbusier, 2005, pág. 48).
Las lecciones que transmitió Ritter a Le Corbusier sobre los principios del Romanticismo
alemán tardío se aprecian, de igual forma, en una carta fechada el 21 de diciembre de
1911. A la manera de Hans Sachs (el maestro cantor de Núremberg), Ritter exhorta a Le
Corbusier a buscar la fusión entre la sabiduría y el sentimiento en el arte, y a seguir los
principios del Clasicismo romántico de Weimar, representados en la figura de J. W.
Goethe (1749-1832):
La admiración que sentía Le Corbusier por la obra de Richard Wagner decayó a lo largo de
la década de 1910 debido, en parte, al aumento de las tensiones que finalmente condujeron
a un nuevo conflicto armado entre Francia y Alemania. La guerra fortaleció sus vínculos
emocionales con el país galo y alimentó su desprecio hacia la nación germana. Al migrar a
París quiso dejar atrás aquello que más le ataba a la cultura alemana del siglo XIX, la
amistad con Ritter. Así se expresa en la última carta que le escribió, el 4 de octubre de
1917, antes de viajar a París: “Mañana cumpliré 30 años. Al menos sabré que el arte y los
95
61
Boches era un término peyorativo con el que los franceses designaban a los alemanes en tiempos de
guerra.
96 Le Corbusier y Gottfried Semper
La belleza general nos atrae y la belleza heroica nos parece un incidente teatral.
Preferimos a Bach sobre Wagner y al espíritu del Panteón sobre el espíritu de la
catedral [Le beau général nous attire et le beau héroïque nous semble un incident
théâtral. Nous préférons Bach à Wagner et l’esprit du Panthéon à celui de la
cathédrale] (Le Corbusier, 1925, pág. 37) ; (Traducción propia).
Dos años antes, en Vers une architecture, Le Corbusier había manifestado que la catedral
gótica no era una obra plástica, ni un objeto bello de orden emocional, sino un drama, una
provocación asombrosa, pero de orden sentimental (Le Corbusier, 1923, pág. 19). Si
pensamos en el célebre “acorde de Tristán”, por ejemplo, cobra sentido la comparación
entre Richard Wagner y la catedral gótica. El acorde que se escucha en los primeros
segundos de Tristán e Isolda es la introducción premeditada de un efecto inquietante y
provocador. En esta obra el asombro reemplaza intencionalmente a la belleza; el
sentimiento reemplaza a la emoción pura; el espíritu gótico reemplaza al espíritu clásico
greco-latino. A estas dos formas de expresión artística se refiere Le Corbusier cuando
equipara a Wagner con la catedral gótica y a Bach con el Panteón. Los primeros buscan el
asombro, los segundos la belleza. Le Corbusier se había decidido por lo bello 62. Pero el
espíritu del romanticismo decimonónico vivirá mucho tiempo en sus escritos. Los
ejemplos sobran. Su lucha—como las de Goethe y Schiller—se define entre lo que
considera un pasado ciegamente idealista y un futuro tercamente materialista:
62
En “El caso Wagner”, Nietzsche acusó al compositor de preferir lo asombroso por sobre lo bello
(Nietzsche, Escritos sobre Wagner, 2003, pág. 204).
97
... Un sentimiento sublime, mientras que para las mentes mediocres no se trata más
que de satisfacer necesidades materiales (Le Corbusier, Une maison un palais,
1989, pág. 2); (Traducción propia).
Las coincidencias significativas que hallamos entre Wagner y Semper parecen ser las
mismas que existen entre Semper y Le Corbusier. Además de apelar a la síntesis de las
artes—al descubrimiento de un estilo apropiado para su tiempo—los tres defienden
reiteradamente, en sus enunciados, al artista libre y a la autonomía del arte frente a los
intereses externos. Adicionalmente, los tres son conscientes de la importancia del espíritu
de la época en la definición del estilo. Una pieza musical es, para Wagner, lo mismo que
una vasija cerámica para Semper, o una máquina industrial para Le Corbusier. Todas ellas
describen la esencia del espíritu de un pueblo y de una época.
En los productos de cualquier pueblo quedan impresos los rasgos generales de su cultura:
“Una balada o un estribillo popular bastan para representar en un instante y bajo los rasgos
más complejos y más sorprendentes, el carácter de cualquier época o cualquier nación”
dice Wagner (Baudelaire, 1861, pág. 28); “En general, se puede conocer la naturaleza de
un pueblo y el nivel de su desarrollo examinando los objetos cerámicos que creó” sostiene
Semper (Semper, 2014, págs. 313-314); “El maquinismo, hecho nuevo en la historia
humana, ha suscitado un espíritu nuevo. Una época crea su arquitectura que es la imagen
clara de un sistema de pensamiento”, concluye Le Corbusier (Le Corbusier, 1998, pág.
69). Desde la noción de estilo, como huella distintiva, es posible entender, también,
aquella frase que le gustaba repetir a Le Corbusier: “por la garra se conoce al león” (Le
Corbusier, 1926, pág. 345).
98 Le Corbusier y Gottfried Semper
La deuda que existió entre otros artistas de las vanguardias modernas, como Stravinsky,
Satie, Debussy o Schönberg, hacia el Romanticismo alemán tardío, representado en la
figura de Richard Wagner, no es muy distinta a la que hubo entre Le Corbusier y Semper,
aunque en este caso no se la apreciara de un modo tan directo y consciente. En el primer
caso esa influencia ha sido reconocida y ha permitido comprender la continuidad histórica
y apreciar el gran despliegue formal que vivió la música durante el último siglo. En el
segundo, no se ha observado, o se ha observado muy poco esa influencia y más bien se ha
insistido en la ruptura de la tradición arquitectónica entre los siglos XIX y XX.
Los elementos de la Teoría del estilo que Le Corbusier debió apreciar en las experiencias
previamente mencionadas se resumen en dos principios: Primero, el reconocimiento de la
autonomía del arte y la arquitectura frente a la ciencia y la industria; y Segundo, el llamado
a la integración de las artes en respuesta a las condiciones materiales y espirituales de cada
época. Sobre estos principios se afirman los postulados teóricos de Semper, en Der Stil y
Le Corbusier, en Vers une architecture.
99
2 Vínculos “casuales”
Un aporte crucial de Semper a la teoría de la arquitectura fue el de relativizar la
producción arquitectónica respecto al carácter particular de cada pueblo y de cada época.
En su Teoría del estilo, la arquitectura se alejaba de la aspiración a un ideal estético
absoluto e inamovible, para incorporar las variables del tiempo y el lugar; pero sin dejar de
reconocer la existencia de un sistema de elementos, normas y formas propias de la
disciplina. La Teoría del estilo es una teoría acerca del cambio de la imagen visible y la
permanencia de la forma inteligible en el arte.
Sin conocer de primera mano las teorías de Semper, Le Corbusier pudo intuirlas por sí
mismo, o reconstruirlas a su modo a partir de los fragmentos dispersos del legado teórico
semperiano que halló en el camino durante sus años de formación. Las coincidencias
significativas entre los postulados teóricos de ambos sobrepasan la explicación de una
influencia directa—posibilidad que fue descartada en el capítulo anterior—y rebasan el
influjo que ejerció en ellos el ambiente cultural del periodo histórico que los une y separa a
la vez: el Romanticismo tardío. Más allá de las explicaciones causales, hallamos en las
100 Le Corbusier y Gottfried Semper
coincidencias significativas que hay entre ellos, en materia de creación arquitectónica, los
rasgos de un empeño común por “levantar el velo de Isis” 63 y comprender los mecanismos
primordiales y perennes del arte. Este capítulo se orienta a cotejar las ideas artísticas de
Semper y Le Corbusier alrededor del concepto de estilo.
La palabra estilo, Stil en alemán, parece derivar del latín stilus, vocablo con el que se
designaba a un instrumento, tipo punzón, utilizado para marcar impresiones gráficas sobre
un soporte plano cubierto de cera. El mismo término se habría empleado, por extensión,
para referirse a las características particulares que distinguían el trabajo de cada uno de los
artesanos o gremios de artesanos que utilizaban dicho instrumento. Desde entonces el
concepto estuvo relacionado con la idea de huella distintiva y, en el caso de la historia del
arte, con la noción de indicio del espacio temporal y geográfico al que se debía una obra.
63
Respecto al velo de Isis, ver: Semper, Escritos fundamentales de Gottfried Semper, 2014, pág. 240 y Le
Corbusier, Modulor 2: La parole est aux usagers, 1953, pág. 304.
101
Este fue el sentido con el que todavía se entendía el concepto estilo en la segunda mitad
del siglo XIX y que impulsó a Nietzsche a escribir, en 1873, que “La cultura es ante todo
la unidad de estilo artístico en todas las manifestaciones vitales de un pueblo” y a
equiparar la barbarie—la antítesis de la cultura—“con la carencia de estilo y con la
mezcolanza caótica de todos los estilos” (Nietzsche, 1988, págs. 30-31).
Al igual que Nietzsche, Rudolf Wiegmann (1804-1865) y Semper, entre otros arquitectos
alemanes del mil ochocientos, consideraban que el estilo era la imagen unitaria y viva que
las circunstancias de una época dejaban grabada en todos sus productos y creaciones. Para
ellos el estilo no era una alternativa a escoger en el catálogo de “los estilos” sino
sencillamente una consecuencia ineludible de la cultura; una huella característica que, de
manera consciente o no, dejaban los pueblos en su transitar por el mundo.
Por otro lado, ya en el siglo XX, surgieron las voces de algunos personajes influyentes,
como Hermann Muthesius o Sigfried Giedion, que veían en el concepto de estilo, un
pretexto desapegado de la realidad y una excusa para apropiarse de las figuras inertes
sustraídas del pasado64. Fue así que el término sufrió un cambio de significado
paralelamente a la génesis y el desarrollo del Movimiento Moderno.
64
El título del libro que publicó Muthesius en 1902 La arquitectura de estilo y el arte de construir
[Stilarchitektur und Baukunst] representa claramente su posición. Él rechazaba el paradigma clásico del
estilo a favor de una actitud pragmática y realista afirmada en la construcción.
102 Le Corbusier y Gottfried Semper
décoratif d’aujourd’hui y en Vers une architecture (Le Corbusier, 1925, pág. 27); (Le
Corbusier, 1998, pág. XVI).
Nótese, sin embargo, que en Vers une architecture, Le Corbusier distingue la palabra
estilo, en singular, de la palabra «estilos», en plural, encerrando a esta última entre
comillas latinas. Esto es porque, a la vez que daba la razón a Muthesius, coincidía con las
premisas de Semper y admitía que el estilo era el resultado del sentimiento unánime de una
época. Por eso afirmó que “El estilo es un principio que anima todas las obras de una
época y que resulta de un estado de espíritu caracterizado. Nuestra época fija cada día su
estilo” [Le style, c’est une unité de principe qui anime toutes les ouvres d’une époque et
qui résulte d’un état d’esprit caractérisé. Notre époque fixe chaque jour son style] (Le
Corbusier, 1923, pág. 67). En otro ejemplo, respecto al contexto que rodeaba al pabellón
de L’Esprit Nouveau en la exposición de 1925, Le Corbusier sostiene que “Los estilos no
son al estilo de una época más que la modalidad accidental, superficial, añadida para
facilitar la composición de la obra, para ocultar las fallas, para crear pompa” (Le
Corbusier, 2013, págs. 105, Vol. 1); (Traducción propia).
La falta de una definición clara de los ideales al interior de la disciplina era motivo de
intensas controversias. Las discusiones protagonizadas por los arquitectos Heinrich
Hübsch (1795-1863), Rudolf Wiegmann, Carl Albert Rosenthal (1801-1879), Johann
Wolff (1792-1869), Carl Bötticher (1806-1889) y Semper; giraban en torno a la
posibilidad de recuperar alguno de los estilos del pasado, fusionarlos de algún modo o
descubrir uno completamente nuevo65.
Una tercera posición surgió entonces, a mediados de siglo, para defender la autonomía de
la arquitectura; pero ya no desde un argumento estático e idealista. Los defensores de esta
alternativa, entre quienes sobresale la figura de Semper, imaginaban un proceso dialógico
en el que las normas internas de la disciplina debían ser continuamente actualizadas, frente
a las fuerzas externas de la realidad, para alcanzar una nueva síntesis temporal.
En 1828, al tiempo que concluían las obras de construcción del Staatliche Museen de
Schinkel, en Berlín, el arquitecto Heinrich Hübsch publicó un polémico libro titulado ¿En
qué estilo debemos construir? [In welchem Style sollen wir bauen?]. El autor opinaba que
el estilo adintelado adoptado por Schinkel no satisfacía las demandas arquitectónicas de su
tiempo. En su tratado sostiene la tesis de que el estilo arquitectónico de una época debe
65
Heinrich Hübsch defendía la recuperación de la arquitectura románica; Rudolf Wiegmann abogaba por el
estilo griego adintelado, a lo Schinkel; Carl Albert Rosenthal, era pro germánico, a la manera de Hübsch;
Johann Wolff estaba a favor de una conciliación entre ambas tradiciones; y Carl Bötticher abogaba a favor de
un tercer estilo que sintetizara a los dos.
104 Le Corbusier y Gottfried Semper
Gran parte de la controversia de aquel tiempo se basó en la dualidad entre estos dos estilos
referenciales. El primero era defendido por las posiciones favorables a la autonomía de la
arquitectura frente a la técnica y el segundo por las facciones deterministas sujetas a las
variables materiales y constructivas. Para Hübsch, el estilo de bóvedas y arcos, o estilo de
arco de medio punto [Rundbogenstil], correspondía mejor a la disponibilidad de materiales
y a las necesidades espaciales y condiciones climáticas de los estados alemanes. Como
explica en su tratado, consideraba que “al usar bóvedas para soportar la cubierta se
requiere menos de la mitad de la masa de materia que requería la arquitectura griega sin
temer por la inestabilidad del edificio, lo cual, con nuestras frágiles piedras es una
amenaza constante en los arquitrabes horizontales” (Hübsch, Wiegmann, Rosenthal,
Wolff, & Bötticher, 1992, pág. 72); (Traducción propia).
La posición a favor del Rundbogenstil, que defendía Hübsch, atrajo la oposición crítica de
otros autores que, como Schinkel, abogaban a favor del estilo neogriego adintelado.
Wiegmann contribuyó al debate con el artículo “Observaciones sobre el tratado ¿En qué
estilo debemos construir” (1829). La crítica de Wiegmann a la tesis de Hübsch se orientó a
rebatir el determinismo materialista de su teoría. “El arte es como un libro viviente en el
que las naciones registran fielmente, como pueden, sus vidas, sus sentimientos y las
tendencias de la época”, sostiene el autor. “Todo el tratado (de Hübsch)”, dice más
adelante, “parece estar impregnado por la noción de que la materia domina la mente,
mientras que es cierto todo lo contrario” (Hübsch, Wiegmann, Rosenthal, Wolff, &
Bötticher, 1992, pág. 105); (Traducción propia). Wiegmann considera que el estilo es más
que el resultado de las determinantes constructivas y más que una simple elección entre el
arco románico o el arquitrabe helénico. En su opinión, el arte es un ente animado que
105
Nuestro arte debe representar el tiempo presente del mismo modo en que el arte del
pasado representó su propio tiempo ¿Acaso no ha sido así siempre, sin la necesidad
de un esfuerzo consciente, en el arte de todos los periodos y de todas las naciones?
Los siglos XVII y XVIII se caracterizaban por las pelucas, y no es casualidad que
las artes de aquellos tiempos reflejen el mismo espíritu, porque una época impregna
su marca, sin distinción, en toda esfera de actividad. Desde el vestuario hasta la
poesía, hallaremos gran uniformidad. Esta inevitable concurrencia de todo lo que es
contemporáneo es probablemente la explicación del por qué nuestro tiempo, la
edad de la corbata, no ha producido nada de importancia en comparación con otros
periodos. Todo lo que resulta de una era le pertenece; pero, por supuesto, la cría se
asemeja a la madre. (Hübsch, Wiegmann, Rosenthal, Wolff, & Bötticher, 1992,
pág. 109); (Traducción propia).
Wiegmann sostiene además lo siguiente: “Somos criaturas del siglo XIX y necesitamos un
gran esfuerzo para acercarnos a una comprensión escasa de un espíritu diferente, de modo
que cualquier intento de producción con este espíritu resultaría en una mascarada, no en un
arte verdadero y vivo” (Hübsch, Wiegmann, Rosenthal, Wolff, & Bötticher, 1992, pág.
109); (Traducción propia). El argumento de Wiegmann de que “no es posible apropiarse
de las obras del espíritu de otros pueblos” resonará un siglo más tarde, con la voz de Le
106 Le Corbusier y Gottfried Semper
El folklore es arrebatado por los perezosos y los estériles, para llenar el aire con un
sonido ensordecedor de cigarras, para cantar mal con la canción y la poesía de los
demás (Le Corbusier, 1925, págs. 30-31); (Traducción propia).
Solamente identificando los medios que la época pone a nuestro alcance para
reunirlos en un conjunto coherente, conoceremos el sentimiento que, mediante
nuestros trabajos minuciosos precisos y cotidianos, conducirá hacia una forma
ideal, hacia un estilo (un estilo que es un estado mental), hacia una cultura (…) (Le
Corbusier, 1925, pág. 33); (Traducción propia).
66
Aquella fue una idea frecuente entre los pensadores del periodo romántico. Charles Baudelaire, por
ejemplo, se refería a los “remedadores del sentimiento”. Ver “Del Sr. Ary Scheffer y de los remedadores del
sentimiento” (Baudelaire, Salones y otros escritos sobre arte, 2017).
107
pág. 120); (Traducción propia). El autor señalaba, además, que no se corría el riesgo de
atentar contra un estilo completo en sí mismo, porque, a su parecer, el estilo germánico no
había llegado a desarrollarse plenamente en la Edad Media sino que su evolución se vio
interrumpida, a medio camino, a causa de la crisis institucional de la iglesia Católica
debida a la Reforma protestante. La idea de estilo de Rosenthal se reducía al carácter
evocativo de los estilos del pasado. En su concepción, el término estilo aludía al aspecto
externo de los referentes históricos del pueblo germano (Hübsch, Wiegmann, Rosenthal,
Wolff, & Bötticher, 1992, pág. 120).
alemán. Mas su plena realización tardaría en llegar puesto que demandaba un mayor
desarrollo de las técnicas constructivas basadas en pórticos de acero u hormigón.
Wolff buscaba establecer una teoría general de la arquitectura que ayudara a superar los
conflictos y dudas que existían al interior de la profesión. Su tratado se sostiene en tres
axiomas. El primero se refiere a la legitimidad de la búsqueda de lo bello en la arquitectura
y a la comprensión de la belleza como el “ennoblecimiento del espíritu humano por medio
de los sentidos”. El autor afirma que no se puede reducir el oficio al servicio exclusivo de
las necesidades básicas sino que se debe considerar que la arquitectura debe “elevar el
espíritu además de despertar y fortalecer el sentido de orden” (Hübsch, Wiegmann,
Rosenthal, Wolff, & Bötticher, 1992, pág. 127); (Traducción propia). El segundo axioma
es acerca de la búsqueda y el establecimiento de las reglas objetivas de lo bello. Para esto,
el autor recurre a las normas vitruvianas de orden, proporción y simetría. El tercer axioma
se refiere al problema de la originalidad. Wolff se pregunta por el estilo que corresponde a
su tiempo. En busca de una respuesta hace un repaso general a la historia de la arquitectura
para descubrir el desarrollo del arte en virtud del carácter y las circunstancias históricas y
de la condición de los recursos técnicos existentes en cada periodo (Hübsch, Wiegmann,
Rosenthal, Wolff, & Bötticher, 1992, pág. 128). Nos hallamos frente a los mismos
elementos que aparecerán más tarde en la Estética práctica de Semper: la indagación por lo
bello en sí y por el sentimiento de lo bello respecto al espíritu de una época.
Bötticher pronosticó que las estructuras de hierro reemplazarían a los sistemas de muros de
carga y advirtió que las estructuras porticadas lograrían sintetizar las ventajas estructurales
del sistema arqueado y las posibilidades de expresión artística del estilo helénico. Sin
embargo, a diferencia de Hübsch y Rosenthal, insistía que el desarrollo técnico por sí sólo
no bastaría para la definición de un nuevo estilo acorde a su tiempo. Aparte del desarrollo
de las destrezas técnicas para soportar y delimitar físicamente los espacios, la arquitectura
“debía emanar de la conciencia artística de la generación que la crea y ser la silenciosa
manifestación de esa conciencia”. Para Bötticher el estilo sería el resultado de un proceso
dialéctico en el que se suman y conjugan dos formas complementarias de conocimiento, la
de los desarrollos técnicos y la del mundo de las formas artísticas acordes al sentimiento
de una época (Hübsch, Wiegmann, Rosenthal, Wolff, & Bötticher, 1992, pág. 159).
A modo de resumen, podemos afirmar que los argumentos de Wiegmann, Wolff, Bötticher
y Semper frente al concepto de estilo en la arquitectura, fueron los que mejor reflejaron el
espíritu del Romanticismo alemán tardío. Su enfoque, en defensa de una autonomía
dinámica de la arquitectura, enfrentó a las rígidas posiciones realistas e idealistas que
imperaban en la época anterior.
Decir que algo posee autonomía no es lo mismo que decir que es independiente,
que puede separarse de todo lo demás y situarse en un mundo aparte, autárquico.
La idea de autonomía la tenemos todos, pero no somos completamente conscientes
de sus implicaciones. Autonomía quiere decir, sencillamente, que algo «se
arregla», es decir, que algo posee elementos y reglas que le son propios y se rige
por ellos. Defiendo, por lo tanto, que la arquitectura posee autonomía: se arregla,
tiene reglas y elementos que le son propios y que forman parte de su êthos, de su
modo de ser útil. Y defiendo que el arquitecto debe tener conciencia de la
autonomía de la arquitectura […] La condición necesaria para que la arquitectura
sea útil, realice su genuina utilidad, es que tenga conciencia de su autonomía y no
lo contrario (Armesto, 2009, pág. 88).
112 Le Corbusier y Gottfried Semper
En Idea, contribución a la historia de la teoría del arte (1924), Panofsky sugiere que
durante los periodos de crisis de ideales las personas adoptan dos posiciones hacia el
mundo de la creación artística. El autor las denomina “naturalismo” y “manierismo”. El
primero, nos dice, es una forma de negación de la autonomía del arte y, el segundo, es una
forma de desconocimiento o rechazo de los criterios lógicos que tradicionalmente
autorizan dicha autonomía. De acuerdo a Panofsky ambas posiciones, aunque opuestas en
apariencia, son las manifestaciones simétricas de un mismo fenómeno (Panofsky, 1989,
pág. 12).
Como los demás autores referidos en este apartado, Colquhoun considera que la adopción
de una posición exclusiva y de confrontación respecto a la otra, es el resultado de la
inexistencia de una definición clara de los ideales al interior de la disciplina. Para él, la
fuerte corriente que defendía la autonomía de la arquitectura en los primeros años de la
década de 1970 surgió como respuesta a la débil posición teórica que había dominado la
cultura arquitectónica durante los últimos 15 años. Por un lado, los valores intrínsecos de
la arquitectura eran relegados frente a los argumentos sociales y tecnológicos, y, por otro,
brotaba un fervor estético descontrolado que rechazaba la existencia de cualquier tipo de
criterios lógicos propios de la autonomía disciplinar (Colquhoun A. , 1995, pág. 67).
Según Colquhoun la razón del predominio de estas dos posiciones es la poderosa tendencia
que orienta a la cultura arquitectónica hacia el realismo. Desde hace mucho tiempo,
sostiene, la arquitectura ha enfrentado presiones tecnológicas y sociales de un modo que
no ha ocurrido en las demás artes. Las dramáticas alteraciones en las formas de ocupación
del territorio, las constantes innovaciones en los materiales y tecnologías, los cambios en
113
Colquhoun concluye que la dicotomía entre idea y realidad debe ser remplazada por un
concepto menos simplista, el de un proceso dialógico en el que las normas internas propias
de la autonomía disciplinar se actualizarían constantemente frente a las fuerzas externas de
la realidad para alcanzar una nueva síntesis parcial (Colquhoun A. , 1995, pág. 74). El
antiguo realismo que desprecia los valores de la disciplina debe dar paso a un nuevo
realismo que reconozca las concepciones estéticas existentes tanto como a los fenómenos
de la realidad que afectarán y alterarán permanentemente dichas concepciones.
provisional que el mercado exige” (Gregotti, 1993, pág. 21). En otro libro, más reciente,
titulado I racconti del progetto (2018), Gregotti afirma que en un edificio como el
Cleveland Clinic Lou Ruvo Center for Brain Health, de Frank Gehry, se esconde la
confesión de un arquitecto que acepta el colapso definitivo de una práctica artística
milenaria, o la sumisa y extrema adhesión del arquitecto a la condición del presente.
Aunque el autor no lo mencione, la primera corresponde a una actitud manierista y la
segunda a una posición naturalista. Así de cerca estarían la una posición respecto a la otra,
siendo ambas el producto de una civilización materialista.
Al igual que Panofsky y Colquhoun, también Gregotti piensa que la total ausencia de
condiciones desde el interior de la disciplina—la ausencia de un ideal y de unas reglas
derivadas de aquel ideal—constituye la base para el surgimiento de las posiciones
manierista y naturalista en la arquitectura después de la crisis del Movimiento Moderno.
La primera aproximación, oportunista o cínica, es, según el arquitecto italiano, una
posición de rasgos caricaturescos, pronta a convertirse en una burda “decoración de la
sociedad del espectáculo”. Recargamiento, exageración, adopción de pesados disfraces,
acentuación de caracteres y otros procedimientos caricaturescos, se aplican a la propia
tradición moderna así como a otras tradiciones, con total desconocimiento del sentido y del
origen de las mismas (Gregotti, 1993, pág. 46). La segunda aproximación, que surge en
respuesta a la “caricatura manierista”, sin ser una alternativa válida, es la búsqueda de un
fundamento del quehacer arquitectónico en el retorno a las condiciones empíricas; una
“ilusión deductiva de quien piensa que el proyecto pueda surgir directamente de la mera
lectura, por profunda que sea, de las condiciones y del contexto considerado” (Gregotti,
1993, pág. 36). El resultado de este nuevo naturalismo es la aceptación de una posición de
servicio y de dependencia ante las opiniones de la masa. Su expresión palpable en la
producción arquitectónica es, según Gregotti, la precariedad neurótica, la mediocridad y el
pluralismo vulgar convertidos en ideologías (Gregotti, 1993, págs. 28-44).
Los cuatro autores referidos, incluido Antonio Armesto en años más recientes, aclaran que
sostener que la arquitectura posee sus propias normas no es lo mismo que decir que sea
independiente de la realidad. Al contrario, todos subrayan que la arquitectura, desde su
autonomía, no puede, debe, ni tiene por qué desentenderse del mundo.
67
Antoine-Chrysostome Quatremère de Quincy, Le Jupiter olympien, ou l'Art de la sculpture antique, Didot
frères, París, 1814.
117
después con la proposición de una “estética práctica” asentada en la naturaleza propia del
estilo. Por último, Semper responsabiliza a los “materialistas del arte” el haber
condicionado excesivamente el mundo de las formas arquitectónicas a la influencia de la
construcción. Si bien le interesan las técnicas por su rol en el descubrimiento de las
morfologías primordiales (grecas, tafetanes, etcétera) y por la sabiduría formal que
conllevan, en ningún caso atribuye a la técnica o a la construcción un rol determinante en
la realización de las formas artísticas. Al igual que Wiegmann, afirma que “el material
debe estar siempre al servicio de la idea y no convertirse en el parámetro con el que esta se
mide” (Semper, 2014, pág. 103).
68
No parece haber una orientación determinista—desde la técnica o el materia—en las teorías de Semper,
como erróneamente se llegó a pensar en los tiempos de Deutscher Werkbund. Incluso Riegl aclaró que, para
Semper, la técnica no era un coeficiente positivo en la evolución del estilo y que había que distinguir
rigurosamente entre las ideas de Semper y las de sus seguidores (Riegl, 1980, pág. 2).
118 Le Corbusier y Gottfried Semper
La noción que tenía Semper acerca del rol de la técnica en el orígen de las formas artísticas
se explica en un pasaje de “Los cuatro elementos de la arquitectura. Una contribución al
estudio comparado de la arquitectura”, de 1851. Semper refiere que en las culturas de la
antigüedad, tanto las pinturas murales como los mosaicos—independientemente del
material empleado—permanecieron fieles a los motivos originarios [Urmotiven]
provenientes de la técnica de los tapices, mediante un proceso de transfiguración o
pseudomorfía69 [Stoffwechsel] (Semper, 2014, pág. 160). Esto quiere decir que, para
Semper, el material nunca determinó el resultado de las formas artísticas sino que, al
contrario, el artista buscó siempre la manera de dominarlo y superar sus limitaciones para
producir el motivo artístico deseado con materiales y procedimientos diversos.
69
En español es cada vez es más frecuente hallar el término pseudomorfía como traducción de Stoffwechsel.
Antonio Armesto fue el primero en emplear esta traducción en reemplazo de la opción “metabolismo”. En
“Der herd und dessen schutz: Gottfried Semper o la arquitectura como ciencia”, de 2014, Armesto explica
que se sirve de ese término “por ser equivalente al de Stoffwechsel, usado por Semper, pero sin su
connotación biológica” (Armesto, 2014, pág. 30).
119
Para concluir aduce que “Solamente un pueblo libre, impulsado por un sentimiento
nacional, puede comprender y crear obras semejantes” (Semper, 2014, pág. 175). Su
Teoría del estilo está prácticamente completa en este ensayo.
El dictamen de Semper fue que, ante los violentos avances de la ciencia y la industria, la
humanidad, confundida, había perdió su habilidad para conocer y crear belleza. De allí que
cada artista siguiera su propio camino y fuera imposible afirmar un estilo nacional unitario.
En las páginas de “Ciencia, industria y arte. Propuesta para estimular el sentido artístico
nacional a la clausura de la Exposición Universal de Londres” (1852), el arquitecto expone
su Teoría del estilo aduciendo que “Entre los conceptos que la teoría del gusto se ha
esforzado por fijar, el de estilo desempeña un papel principal” (Semper, 2014, pág. 195).
Semper sostiene, además, que la Teoría del estilo puede dividirse en tres partes. Las
mismas ya habían sido reveladas en “Los cuatro elementos de la arquitectura” y en otros
escritos anteriores pero aquí se sintetizan y ordenan por primera vez.
De acuerdo a Semper, las tres partes de la Teoría del estilo son: la teoría de los motivos
originarios y de las formas derivadas de ellos; la configuración de los objetos artísticos de
acuerdo a los recursos materiales y al progreso técnico de la época, y la influencia que
ejercen sobre el arte las caracteristicas particulares de las sociedades que lo producen
(Semper, 2014, págs. 195-199). Las páginas restantes del escrito se destinan al análisis del
estado de las artes en relación a este último punto. Resulta esclarecedor advertir que las
tres partes de la Teoría del estilo de Semper corresponden a tres de las cuatro “clases de
120 Le Corbusier y Gottfried Semper
causas” que refiere Aristóteles como principios o puntos de partida de todas las cosas que
existen. Para Aristóteles todas las causas se reducen claramente a cuatro clases: causa
formal, causa material, causa eficiente y causa final (Aristóteles, 2004, págs. 261-262). La
teoría de los motivos originarios y de las formas derivadas de ellos corresponde a la causa
formal. La configuración de los objetos artísticos de acuerdo a los recursos materiales y al
progreso técnico de la época, corresponde a la causa material. La influencia que ejercen
sobre el arte las caracteristicas particulares de las sociedades que lo producen, corresponde
a la causa eficiente. Faltaría incluir la causa final, la utilidad, que de cualquier modo se
considera implicita en toda obra de arquitectura.
Semper provee algunos ejemplos del modo en que influirían en la forma artística, es decir ,
en el estilo, los caracteres particulares de las sociedades que la producen. En Egipto,
sugiere, el arte fue la expresión del poder sacerdotal manifestado arquitectónicamente en la
construcción de templos de peregrinación a lo largo del Valle del Nilo. En Asiria, en
cambio, el poder terrenal, representado en las castas militares gobernantes, se manifestó en
la construcción de ciudades y complejos palaciegos siguiendo el modelo del campamento
y de la fortaleza militar. En Grecia, por otro lado, el arte habría alcanzado un grado de
perfección sin precedentes cuando las formas dóricas, vinculadas a Egipto, fueron
penetradas por el espíritu jónico, proveniente del Asia:
Así se juntaron dos ideas contrapuestas para crear una idea superior y una nueva
configuración más libre, y el templo griego constituyó entonces la imagen de esa
unión. La divinidad ya no servía a nadie (a ninguna casta sacerdotal), era un fin en
sí misma, una representación de su propia perfección y del hombre griego, en ella
glorificado. Cuando esto ocurrió, la ciencia y la filosofía griegas ya se habían
consolidado. La idea encontró su expresión, no a ciegas sino con plena conciencia
de sí misma (Semper, 2014, pág. 205).
los romanos heredaron las “vestiduras griegas” pero no toda la grandeza de su espíritu.
Con ellos, sugiere, “El elemento dorio asumió de nuevo el control del sacerdocio. La
basílica occidental, que alcanzó su última y más elevada expresión en la catedral gótica,
constituye una segunda edición del templo egipcio de peregrinación. La iglesia absorbió al
templo” (Semper, 2014, pág. 206). La basílica de San Pedro, en cuya ejecución el Papa
Paulo V impuso su autoridad sobre las ideas artísticas de Bramante y Miguel Ángel, sería
la manifestación arquitectónica de un nuevo estado de contradicción entre las exigencias
de quienes ejercen el poder sobre la población y los anhelos de quienes practican
libremente las artes (Semper, 2014, pág. 206).
Finalmente, Semper expresa su opinión frente al estado de las artes en las naciones
industrializadas. Lamenta que los productos del arte hayan perdido las características
locales auténticas para ser vendidos en cualquier lugar del mundo. Afirma que esto ha
traído consigo la destrucción de los motivos originarios y, poco a poco, la pérdida del
estilo distintivo en las artes de todas las naciones. Encuentra que el espíritu del siglo XIX,
manifestado en las exhibiciones de los paises industrializados, es un espíritu de
especulación material, dirigido por los poderes económicos, la industria y la ciencia.
Considera que este espíritu se ha apropiado de todos los sectores de la práctica artística:
“el itinerario que sigue nuestra industria, y con ella el arte en su conjunto, está claro: todo
viene calculado y determinado por el mercado” (Semper, 2014, pág. 201).
En “Teoría de la belleza formal”, un texto redactado entre 1856 y 1859, Semper expresa de
nuevo que cada uno de los estilos de la historia constituyó la expresión material y la
envoltura de una determinada estructura social (Semper, 2014, pág. 238). El estilo, como
imagen testimonial de las diversas estructuras sociales del pasado, sería el resultado de la
concurrencia de unas constantes formales, por una parte, y de las variables externas
específicas y circunstanciales de cada época, por otra. Aquí se enuncia la conocida
expresión: U = C (x, y, z, t, v, w…), donde la forma artística “U” es el producto de la
combinación de unos coeficientes intrínsecos propios de la autonomía disciplinar “C” y de
un número indeterminado de coeficientes externos (x, y, z, t, v, w…) que la modifican
permanentemente. Entre estos, Semper menciona diversos aspectos funcionales,
122 Le Corbusier y Gottfried Semper
Finalmente, Semper expone la versión definitiva de su concepción del estilo en los dos
tomos de Der Stil, publicados en 1860 y 1863. Queda claro que, para él, el estilo es el
resultado de la alteración de los elementos y formas propias del arte debida al efecto de un
sinnumero de variables en permanente cambio. Es, por tal motivo, la imagen viva que el
devenir histórico deja grabado en todos los productos y creaciones de una época. Por eso,
Semper sostiene que la obra de arte debe entenderse en su hacerse [Kunstwerden] y opone
a las teorías abstractas e inmóviles de la belleza una teoría empírica y dinámica del arte
[empirische Kunstlehre] (Semper, 2014, pág. 260). La Teoría del estilo, si bien no rechaza
las cualidades estéticas de la belleza formal (simetría, proporción, dirección y carácter), las
relega a un segundo plano, porque concibe la forma artística como el resultado de un
proceso y, en Der Stil, el autor se ocupa principalmente de los coeficientes variables que lo
originan.
Las obras de alfarería popular son, para Semper, objetos del arte más elevado. Considera
que, gracias a su durabilidad, estos objetos constituyen los testimonios artísticos más
elocuentes y antiguos de la historia. Sostiene que “se puede conocer la naturaleza de un
pueblo y el nivel de su desarrollo examinando los objetos cerámicos que creó” (Semper,
2014, pág. 314). Así, la sítula egipcia y la hidria griega, no sólo habrían adoptado las
formas que convenían a su finalidad, como objetos para recoger y portar agua, sino que,
según Semper, constituyeron la expresión simbólica de los rasgos fundamentales del
123
carácter de ambos pueblos y poseyeron el mismo estilo que sus monumentos (Ilustración
10).
Hay una palabra cuyo uso deberíamos evitar para describir la arquitectura
contemporánea: ‘estilo’. En el momento en que encerramos la arquitectura dentro
de la idea de ‘estilo’, abrimos la puerta a un enfoque formalista. El movimiento
contemporáneo no es un ‘estilo’ en el sentido decimonónico de descripción de la
forma; es un enfoque de la vida que dormita inconscientemente dentro de todos
nosotros (Giedion, 2009, pág. 17).
En ese contexto resulta significativo advertir que Le Corbusier coincidía con las ideas de
Semper en mayor grado que con las de sus contemporáneos. No rechazaba, como ellos, la
idea de estilo en la arquitectura y más bien la propiciaba en el empeño de alcanzar una
nueva síntesis de las artes. A diferencia de otros personajes destacados del Movimiento
Moderno, el arquitecto franco-suizo defendió constantemente la autonomía de la
arquitectura frente a las condiciones utilitarias, técnicas y constructivas, debiendo enfrentar
las acusaciones de los partidarios de “la línea dura” del movimiento 71. El más claro
ejemplo de su posición a favor de la arquitectura como arte es el mensaje a Karel Teige,
titulado Défense de l’architecture (1929), en donde sostiene que el atractivo de ciudades
70 Resulta paradójico que Giedion, quien precisamente buscaba definir la expresión del sentimiento
compartido característico de mediados del siglo XX, rechazara el concepto de estilo.
71 Carlos Martí y Xavier Monteys denominan “la línea dura” a una serie de arquitectos que, pese a trabajar
en países y situaciones diversas, buscaron “establecer los parámetros del proyecto al margen de toda
subjetividad, convirtiendo la arquitectura en una técnica objetiva, exacta, despreocupada de toda
consideración estética y atenta sólo a alcanzar su finalidad con la máxima precisión y eficacia. Arquitectura,
pues, como resolución científica de una tarea edificatoria; arquitectura como resultado del análisis
exhaustivo de las necesidades materiales y del empleo de las más adecuadas técnicas constructivas.
Arquitectura como construcción” (Martí & Monteys, 1985).
125
Hago esta pregunta ¿por qué vienen todos a París, estadounidenses prácticos,
personas del Este apasionadas exclusivamente por la objetividad? Vienen a respirar
en las calles (en las mujeres, en las boutiques, en los automóviles), la belleza, la
gracia, la proporción, la invención plástica. Vienen a buscar la caricia del cielo
particularmente tierno de París. (Le Corbusier, 2013, pág. 117).
72
Eugène Grasset sostiene, en el libro Méthode de composition ornamentale (1907), que “es inútil y malo
decir: «creemos un estilo del siglo XX», el cambio solo puede ser una necesidad espontánea dictada por
nuestra vida, de lo contrario inventamos el estilo de la cabeza hacia abajo y con los pies en el aire” (Grasset,
1907, pág. V); (Traducción propia).
126 Le Corbusier y Gottfried Semper
villas Fallet (1906), Stotzer (1908) y Jaquemet (1908), son ejemplos de las aspiraciones
estilísticas impulsadas por su mentor.
Le Corbusier nunca abandonó el deseo, adquirido gracias a las lecciones con L’Eplattenier,
de alcanzar la unificación de las artes y de reconocer un estilo común alrededor de un
impulso cultural colectivo (Le Corbusier, 1959, pág. 81). Pero en él, la idea de estilo no se
ahogó en las primeras lecciones. Le tomó poco tiempo rebelarse ante la orientación
meramente ornamental de las enseñanzas de su primer maestro: “Mi lucha contra ti
querido maestro al que amo, será una lucha contra aquel error”, escribió en noviembre de
1908. (Corbusier & L'Eplattenier, 2006, págs. 189-190).
La arquitectura egipcia era tal porque la religión era tal y los materiales eran tales.
Religión de misterio, sistemas constructivos adintelados – templo egipcio. La
arquitectura gótica era tal porque la religión era tal y los materiales eran tales.
Religión de expansión, materiales de pequeñas dimensiones – la catedral. Como
conclusión a las líneas precedentes, si empleamos dinteles haremos templos
egipcios, griegos o mexicanos. Si se imponen los materiales pequeños se impondrá
la catedral y los 6 siglos que siguieron a la catedral. Ante aquel hecho no hay nada
que se pueda hacer.
127
Hablamos de un arte del mañana. Ese arte será. Porque la humanidad ha cambiado
su manera de vivir y su forma de pensar. El enfoque es nuevo. Es nuevo en un
nuevo escenario: podemos hablar de un arte por venir, porque este escenario es el
hierro y el hierro es un nuevo medio. El amanecer de este arte se vuelve
deslumbrante porque del hierro, material sujeto a destrucción, surgió el hormigón
armado, una creación inaudita en sus resultados y que, en la historia de los
monumentos de los pueblos, marcará un hito de atrevimiento (Corbusier &
L'Eplattenier, 2006, págs. 186-187); (Traducción propia).
En este mensaje que Le Corbusier envió a L’Eplattenier se advierte que el joven aprendiz
llegó, por sí mismo, o gracias a Riegl, Behrens y Ritter, a una definición precisa del
concepto estilo. Esa definición, que coincide plenamente con las teorías de Semper, fue
parte fundamental de su propia construcción teórica. Los artículos que publicó 12 años
más tarde en la revista L’Esprit Nouveau conservaron el mismo criterio acerca del rol de
los factores socioculturales y de los factores materiales en la búsqueda de un estilo acorde
a su tiempo.
73
En el contexto de la expresión, el término rapports se refiere a la puesta en juego de las relaciones entre
los elementos y las partes de una composición plástica. Este concepto que conoció en Alemania gracias a su
experiencia laboral en el taller de Behrens fue siempre importante para Le Corbusier. En Vers une
architecture hallamos “L’architecte, par l’ordonnance des formes, réalise un ordre qui est une pure création
de son esprit ; par les formes, il affecte intensivement nos sens, provoquant des émotions plastiques ; par les
128 Le Corbusier y Gottfried Semper
qu’était un style, et ignorant totalement l’art des moulures et de leurs rapports] (Corbusier
& L'Eplattenier, 2006, pág. 259); (Traducción propia). Con el tiempo llegó a desarrollar
una concepción de estilo comparable a la de Semper y a afirmar que los productos
artísticos de una época son la imagen clara de un estado de espíritu:
También advierte, como hizo Semper en Ciencia, industria y arte, que los violentos
avances del mundo físico e intelectual desorientaron a la humanidad en su habilidad para
conocer y crear belleza:
Parece que los acontecimientos se sucedieron con demasiada rapidez como para
que se afirmara el estado de espíritu de la época y se pudiera formular un espíritu
de arquitectura (Le Corbusier, 1923, pág. 70) ; (Traducción propia y énfasis
añadido).
rapports qu’il crée, il éveille en nous des résonances profondes, il nous donne la mesure d’un ordre qu’on
sent en accord avec celui du monde” (pág.3). Albert Jeanneret, hermano de Le Corbusier, empleaba el
término rapports para explicar las relaciones entre los elementos de una composición musical politonal (ver
el artículo “Parade” en el número 4 de L’Esprit Nouveau, pág. 450). Para referirse a esta idea, tanto Bötticher
como Semper empleaban el término Tektonik.
129
este error se da a entender que, para Le Corbusier, la velocidad de los cambios fue un
factor positivo en la evolución de un nuevo estilo en la arquitectura cuando, en realidad y
coincidiendo con Semper, él veía en la rapidez de los acontecimientos la causa de la
desorientación estilística de los arquitectos.
Le Corbusier menciona la palabra estilo [style] 15 veces en Vers une architecture. Por otro
lado, el plural «estilos» [«styles»], encerrado o no entre comillas latinas, aparece escrito en
14 ocasiones. Al tratarlos por separado y encerrar la palabra estilos entre comillas latinas,
Le Corbusier demuestra que, para él, el concepto estilo es posible únicamente en singular.
El estilo, en singular, es para él un concepto necesario en la definición del carácter artístico
de una época. El plural «estilos» es, en cambio, un concepto errado. Por esa razón, en Vers
une architecture, afirma que: “Los «estilos» son una mentira”, pero aclara en seguida que:
“El estilo, es una unidad de principio que anima todas las obras de una época y que resulta
de un espíritu caracterizado. Nuestra época fija cada día su estilo” (Le Corbusier, 1923,
págs. XVIII-XIX).
También Auguste Perret aducía, secundando a Viollet-Le-Duc, que “el estilo es una
palabra que carece de plural” (Frampton, 1999, pág. 153). Se presume que Perret
recomendó a Le Corbusier la adquisición del Dictionnaire raisonné de l’architecture
française du XIe au XVIe siècle de Viollet-Le-Duc74; cosa que Le Corbusier hizo en
seguida, en agosto de 1908, con el dinero del primer pago que recibió por su trabajo en
París (Brooks H. A., 1997, pág. 171). En el tomo número 8 del Dictionnaire raisonné,
Viollet-Le-Duc desaconseja el uso de la palabra estilos, en plural, y sugiere que el
concepto sólo puede existir en singular:
74
Allen Brooks y Paul Turner sostienen que Le Corbusier adquirió los diez volúmenes del Dictionnaire
raisonné de l’architecture française du XIe au XVIe siècle, el 1 de agosto de 1908, con el dinero de la
primera paga recibida por su colaboración en el taller de Auguste Perret y probablemente por su
recomendación (Brooks, 1997, pág. 171); (Turner, 1987, pág. 63).
130 Le Corbusier y Gottfried Semper
Por tanto, sólo hablaremos del estilo que pertenece al arte tomado como una
concepción del espíritu. Así como sólo hay un arte; sólo hay un único estilo.
Entonces, ¿qué es el estilo? Es, en una obra de arte, la manifestación de un ideal
establecido sobre un principio (Viollet-Le-Duc, 1866, pág. 474); (Traducción
propia)
En las numerosas menciones al concepto de estilo que aparecen en Vers une architecture
se repite invariablemente la misma idea: el estilo es singular y debe corresponder al estado
anímico colectivo de una época. Por tal motivo es, además, incorrecto admitir la
coexistencia de diversos «estilos» en un mismo lugar y al mismo tiempo:
Si nos enfrentamos al pasado, vemos que los «estilos» ya no existen para nosotros,
que se ha desarrollado un estilo de la época; hubo una revolución (Le Corbusier,
1923, pág. XXI); (Traducción propia)
En otros pasajes de Vers une architecture, Le Corbusier alude al concepto de estilo sin
necesidad de mencionarlo, como por ejemplo en esta sentencia sobre los paquebotes:
Página XXI
Mientras la historia de la arquitectura evolucionó lentamente a lo largo de los
siglos, en modalidades de estructura y decoración, en cincuenta años, el hierro y el
cemento han traído conquistas que son el indicio de un gran poder constructivo y el
índice de una arquitectura cuyas reglas han cambiado. Si nos enfrentamos al
pasado, vemos que los «estilos» ya no existen para nosotros, que se ha desarrollado
un estilo de la época; hubo una revolución (Traducción propia).
Alors que l’histoire de l’architecture évolue lentement à travers les siècles, sur des
modalités de structure et de décor, en cinquante ans, le fer et le ciment ont apporté
des acquisitions qui sont l’indice d’une grande puissance de construction et
l’indice d’une architecture au code bouleversé. Si l'on se place en face du passé, on
mesure que les « styles » n’existent plus pour nous, qu’un style d’époque s’est
élaboré ; il y a eu révolution (Le Corbusier, 1923, pág. XXI).
Página 8
Los arquitectos hacen estilos o discuten demasiado la estructura; el cliente, el
público reacciona en virtud de sus hábitos visuales y razona sobre la base de una
educación insuficiente. Nuestro mundo exterior ha cambiado drásticamente en su
apariencia y uso como resultado de la máquina. Tenemos una nueva mirada y una
nueva vida social, pero la casa no se ha adaptado (Traducción propia).
Les architectes font des styles ou discutent surabondamment de structure ; le client,
le public ressent en vertu d’habitudes visuelles et raisonne sur les bases d’une
éducation insuffisante. Notre monde extérieur s’est formidablement transformé
dans son aspect et dans son utilisation par suite de la machine. Nous avons une
optique nouvelle et une vie sociale nouvelle, mais n’y avons pas adapté la maison
(Le Corbusier, 1923, pág. 8).
133
Página 15
La arquitectura no tiene nada que ver con los «estilos».
Los Luis XV, XIV, XIV, XVI o el Gótico son para la arquitectura lo que es una
pluma en la cabeza de una mujer; a veces bonita, pero no todos los días y nada más
(Traducción propia).
L’architecture n’a rien à voir avec les « styles ».
Les Louis XV, XIV, XIV, XVI ou le Gothique sont à l’architecture ce qu’est une
plume sur la tête d’une femme ; c’est parfois joli, mais pas toujours et rien de plus
(Le Corbusier, 1923, pág. 15).
Página 25
La arquitectura no tiene nada que ver con los «estilos».
Los Luis XV, XIV, XIV, XVI o el Gótico son para la arquitectura lo que es una
pluma en la cabeza de una mujer; a veces bonita, pero no todos los días y nada más
(Traducción propia).
L’architecture n’a rien à voir avec les « styles ».
Les Louis XV, XIV, XIV, XVI ou le Gothique sont à l’architecture ce qu’est une
plume sur la tête d’une femme ; c’est parfois joli, mais pas toujours et rien de plus.
(Le Corbusier, 1923, pág. 25).
Página 35
La arquitectura no tiene nada que ver con los «estilos».
Solicita las facultades más elevadas por su misma abstracción. Lo especial y
magnífico de la abstracción arquitectónica es que, enraizada en el hecho brutal, lo
espiritualiza. El hecho brutal solo es susceptible de idealizarse gracias al orden que
proyectamos (Traducción propia).
L’architecture n’a rien à voir avec les « styles ».
Elle sollicite les facultés les plus élevées par son abstraction même. L’abstraction
architecturale a cela de particulier et de magnifique que, racinant dans le fait
134 Le Corbusier y Gottfried Semper
brutal, elle le spiritualise. Le fait brutal n’est passible d’idée que par l’ordre qu’on
y projette (Le Corbusier, 1923, pág. 35).
Página 67
Una gran época acaba de comenzar.
Hay un espíritu nuevo.
Hay una gran cantidad de obras de espíritu nuevo; ellas se encuentran
principalmente en la producción industrial.
La arquitectura se asfixia en las costumbres.
Los «estilos» son una mentira.
El estilo, es una unidad de principio que anima todas las obras de una época y
que resulta de un espíritu caracterizado.
Nuestra época fija cada día su estilo.
Nuestros ojos, lamentablemente, aún no saben discernirlo (Traducción propia).
Une grande époque vient de commencer.
Il existe un esprit nouveau.
Il existe une foule d’œuvres d’esprit nouveau ; elles se rencontrent surtout dans la
production industrielle.
L’architecture étouffe dans les usages.
Les « styles » sont un mensonge.
Le style, c’est une unité de principe qui anime toutes les ouvres d’une époque et qui
résulte d’un esprit caractérisé.
Notre époque fixe chaque jour son style.
Nos yeux, malheureusement, ne savent pas le discerner encore. (Le Corbusier,
1923, pág. 67)
Página 69
Ni los artistas ni los industriales se han dado cuenta de esto. Es en la producción
general donde se halla el estilo de una época, y no, como suele creerse, en algunas
producciones de fines ornamentales, simples repeticiones que vienen a estorbar un
135
sistema del espíritu que es el único que proporciona los elementos de un estilo. La
rocalla no es el estilo Luis XV, el loto no es el estilo egipcio, etc., etc (Traducción
propia).
Ni les artistes, ni les industriels ne s’en rendent compte. C’est dans la production
générale que se trouve le style d’une époque et non pas, comme on le croit trop,
dans quelques productions à fins ornementales, simples superfétations venant
encombrer un système de l’esprit qui seul fournit les éléments d’un style. La
rocaille n’est pas le style Louis XV, le lotus n’est pas le style égyptien, etc., etc. (Le
Corbusier, 1923, pág. 69)
Página 72
Los «estilos»—porque es necesario atenerse a cualquier cosa—intervienen como el
gran aporte de la arquitectura. Están presentes en la decoración de fachadas y
salones; son las degeneraciones de los estilos, el despojo de una época antigua;
pero son también el saludo respetuoso y servil ante el pasado: inquietante modestia.
Mentira, porque en las "bellas épocas", las fachadas eran lisas con aperturas
regulares y buenas proporciones humanas. Las paredes eran lo más delgadas
posible. ¿Los palacios? Eran buenos para los Grandes Duques de entonces. ¿Acaso
un caballero bien educado copia a los grandes duques de hoy? Compiègne,
Chantilly, Versalles, sirven para hacernos ver desde cierto ángulo, pero… habría
tanto que decir (Traducción propia).
Les « styles » — car il faut bien avoir fait quelque chose — interviennent comme le
grand apport de l’architecture. Ils interviennent dans la décoration des façades et
des salons ; ce sont les dégénérescences des styles, la défroque d’un vieux temps ;
mais c’est le « garde à vous, fixe ! » respectueux et servile devant le passé :
modestie inquiétante. Mensonge, car « aux belles époques », les façades étaient
lisses avec des trous réguliers et de bonnes proportions humaines. Les murs étaient
le plus mince possible. Les palais ? C’était bon pour les grands-ducs d’alors. Est-
ce qu’un monsieur bien élevé copie les grands-ducs d’aujourd’hui ? Compiègne,
136 Le Corbusier y Gottfried Semper
Chantilly, Versailles, sont bons à voir sous un certain angle, mais… il y aurait bien
des choses à dire (Le Corbusier, 1923, pág. 72).
Página 73
¡Casas como tabernáculos, tabernáculos como casas, muebles como palacios
(frontones, estatuas, columnas salomónicas o rectas), jarrones como casas-muebles
y platos Bernard Palissy donde sería imposible colocar tres avellanas!
¡Los «estilos» permanecen! (Traducción propia).
Des maisons comme des tabernacles, des tabernacles comme des maisons, des
meubles comme des palais (frontons, statues, colonnes torses ou pas torses), des
aiguières comme des meubles-maisons et les plats Bernard Palissy où il serait bien
impossible de déposer trois noisettes !
Les « styles » demeurent ! (Le Corbusier, 1923, pág. 73)
Página 76
A los señores arquitectos: ¡Una villa en las dunas de Normandía, concebida como
estos barcos, sería más atractiva que los grandes “tejados normandos” tan viejos,
tan viejos! ¡Pero se podría alegar que esto no es un estilo marítimo! (Traducción
propia).
A MM les architectes : Une villa sur les dunes de Normandie, conçue comme ces
navires, serait plus seyante que les grands « toits normands » si vieux, si vieux !
Mais on pourrait prétendre qui ceci n’est point du style maritime ! (Le Corbusier,
Vers une architecture, 1923, pág. 76)
Página 77
A los arquitectos: Formas nuevas de arquitectura, elementos a escala humana,
vastos e íntimos, la liberación de los estilos asfixiantes, el contraste de llenos y
vacíos, masas fuertes y elementos delicados (Traducción propia).
Aux architectes : Des formes neuves d’architecture, des éléments à l’échelle
humaine, vastes et intimes, la libération des styles étouffants, le contraste des
137
pleins et des vides, des masses fortes et des éléments graciles (Le Corbusier, 1923,
pág. 77).
Página 78
Nuestra época fija cada día su estilo. Esta allí ante nuestros ojos. Ojos que no ven
(Traducción propia).
Notre époque fixe chaque jour son style. Il est là sous nos yeux. Des yeux qui ne
voient pas (Le Corbusier, 1923, pág. 78).
Página 96
Exigid que se retiren los estucos y las puertas con cristales biselados que implican
un estilo deshonesto (Traducción propia).
Réclamez la suppression de staffs et celle des portes à carreaux biseautés qui
impliquent un style malhonnête (Le Corbusier, 1923, pág. 96).
Página 109
De ahí nace el estilo, es decir esa adquisición unánimemente reconocida de un
estado de perfección unánimemente sentido (Traducción propia).
De là naît le style, c’est-à-dire cet qui acquis unanimement reconnu d’un état de
perfection unanimement ressentie (Le Corbusier, 1923, pág. 109).
Página 111
Todos exclaman con convicción y entusiasmo: «¡La limusina marca el estilo de
nuestro tiempo!» pero la cama bretona todavía se fabrica y vende en los
anticuarios.
Mostremos entonces el Partenón y el automóvil a fin de que se comprenda que
estamos tratando aquí, en diferentes campos, con dos productos de selección, uno
que ha tenido éxito y el otro que está en progreso. Esto ennoblece al coche.
¡Entonces! Entonces queda por confrontar nuestras casas y nuestros palacios con
los automóviles. Aquí es donde se evidencia que las cosas están mal, donde se
138 Le Corbusier y Gottfried Semper
Página 227
Se repite el párrafo de la página XXI.
Le Corbusier consideraba que París era la capital cultural de Europa y sostenía que el
sentimiento moderno del pueblo francés era lo opuesto al espíritu dramático del pueblo
alemán. Tras arribar a París se alejó de William Ritter y, con él, también de la tradición del
Romanticismo alemán tardío. Así se explica el distanciamiento que demuestra en
Urbanisme hacia Richard Wagner, a quien antes de la guerra admiraba con entusiasmo,
cuando escribe: “La belleza general nos atrae y la belleza heroica nos parece un incidente
teatral. Preferimos a Bach sobre Wagner y al espíritu del Panteón sobre el espíritu de la
catedral” [Le beau général nous attire et le beau héroïque nous semble un incident
théâtral. Nous préférons Bach à Wagner et l’esprit du Panthéon à celui de la cathédrale]
(Le Corbusier, 1925, pág. 37); (Traducción propia). Sobre este mismo tema, Le Corbusier
había manifestado dos años antes, en Vers une architecture, que la catedral gótica no era
una obra plástica, es decir, un objeto bello de orden emocional, sino un drama, una
provocación asombrosa, pero de orden sentimental (Le Corbusier, 1923, pág. 19).
Le Corbusier perdió su fascinación hacia la obra de Richard Wagner cuando llegó a París
en 1908. Probablemente fue Auguste Perret quien le llevó a descubrir por primera vez la
diferencia entre lo que consideraban que era el sentimiento dramático de los pueblos
nórdicos y el espíritu de emociones plásticas “puras” de la tradición clásica grecolatina. Si
pensamos en el célebre acorde de Tristán, por ejemplo, cobra sentido la comparación entre
Richard Wagner y la catedral gótica. El acorde que se escucha en los primeros segundos de
la ópera “Tristán e Isolda” de Wagner es la introducción premeditada de un sentimiento
provocador de inestabilidad en la obra. El asombro reemplaza a la belleza y al orden; el
drama reemplaza a la emoción; el espíritu gótico reemplaza al espíritu clásico grecolatino.
Se dice que el acorde de Tristán supuso el comienzo del fin de la armonía clásica y de la
tonalidad. Por ese motivo es considerado el punto de partida de las principales
revoluciones musicales del siglo XX (Urtubey, 2007).
140 Le Corbusier y Gottfried Semper
El argumento que vincula al estilo arquitectónico con el carácter particular de cada nación,
se desarrolla en las páginas introductorias de Urbanisme donde Le Corbusier sugiere que
“la historia latina y particularmente la francesa están llenas de líneas rectas y las curvas
son más bien alemanas y de los países nórdicos” (Le Corbusier, 1925, pág. 18). En el
capítulo “Le sentiment déborde” compara nuevamente la tradición clásica grecolatina,
representada en el Panteón, con la gótica, representada en la catedral, y afirma que cada
pueblo creó las obras de arquitectura que correspondían a sus sentimientos e intuiciones,
conjugados en la forma de un estilo. Más adelante, Le Corbusier lleva la tesis del espíritu
de los pueblos hacia la cuestión del estilo de su propio tiempo:
Ayant à préciser pour les rassembler en un faisceau fort, les moyens que l’époque
met entre nos mains, — l’outillage avec lequel nous allons tenter d’échafauder une
ouvre,— nous connaîtrons donc le sentiment qui, débordant nos travaux minutieux,
précis et quotidiens, les conduit vers une forme idéale, vers un style (un style c’est
un état de penser), vers une culture, — innombrables efforts d’une société qui se
sent prête à fixer une attitude nouvelle, après l’une des plus fécondes périodes de
préparation que l’humanité ait connues (Le Corbusier, 1925, pág. 33).
las leyes propias de la forma artística (Semper, 2013, pág. 161). Para él la construcción se
transforma en “verdadera arquitectura” únicamente cuando se viste [Bekleiden] de forma
artística [Kunstform]. Afirma que la supresión de la realidad, de lo material, es
indispensable para el desarrollo de la forma arquitectónica (Semper, 2013, pág. 302). La
forma artística es, para Semper, la verdadera expresión del estilo y por lo tanto, la
auténtica manifestación del espíritu artístico o, al contrario, del estado de confusión de los
creadores de una época. En respuesta a las críticas pragmáticas de Hübsch, afirma:
Aquí, la pasión individual no tiene otro derecho más que encarnar el fenómeno
colectivo. El fenómeno colectivo es el estado del alma de una época condicionada
en lo general como en lo particular por los grandes movimientos sucesivos que (…)
dan a la multitud un frente unido y una pasión unánime (…).
Entonces, ante los trabajos del cálculo encontramos un fenómeno de alta poesía; el
individuo no es el responsable; la suma de las células hizo el total necesario. Es el
142 Le Corbusier y Gottfried Semper
Como Semper, y al contrario que Ruskin, Le Corbusier se muestra optimista ante el futuro.
Piensa que la historia se ha movido, cual péndulo, entre momentos de espíritu de equilibrio
y momentos de confusión. Considera que el espíritu de su tiempo corresponde a los
primeros, a los que denomina “periodos clásicos” y que en ese espíritu se deberá
reformular la gran metrópoli moderna. En ese sentido, el concepto de estilo constituye el
argumento primordial para la formulación de su propuesta de la grande ville moderne.
(Hasta el siglo XIX) El estilo de las casas era ese admirable estado de perfección,
de desarrollo técnico, de adecuación de los medios de construcción que hacía que
todas las casas fueran de la misma tribu, de la misma familia, de la misma sangre.
Había una unidad asombrosa. En Estambul todas las casas de los hombres son de
143
madera, todas las cubiertas tienen la misma inclinación y llevan las mismas tejas de
recubrimiento. Todas las casas de Dios (las mezquitas, los hans y los caravasares)
son de piedra. El estándar en la base. Lo mismo en Roma, en Venecia (…) Está
claro, en todos los países, antes de la perturbación del siglo XIX, las casas de los
hombres fueron envolturas de la misma naturaleza; y los siglos incluso no
permitían transformaciones sino lentamente, a medida que la cultura y los medios
exigían y permitían modificaciones de calidad (Le Corbusier, 1925, pág. 67);
(Traducción propia).
El sueño del siglo XX será fabuloso”, añade el autor más adelante. “Como en los
mejores momentos del pasado, la nueva uniformidad arquitectónica habría de
surgir naturalmente de la unidad de espíritu de la época y de la unidad de los
medios técnicos disponibles. La voluntad moderna de orden y la aplicación
universal del hormigón armado, serían decisivas en la definición del anhelado
nuevo estilo (Le Corbusier, 1925, pág. 70); (Traducción propia y énfasis añadido).
Página 33
No debemos robar un sentimiento.
Debemos reconocer, para reunirlos en un conjunto coherente, los medios que la
época pone a nuestro alcance,—las herramientas con las que intentaremos sostener
una obra,—así conoceremos el sentimiento que, desbordado de nuestros trabajos
minuciosos, precisos y cotidianos, los llevará hacia una forma ideal, hacia un estilo
(un estilo que es un estado mental), hacia una cultura, —los innumerables
esfuerzos de una sociedad que se siente dispuesta a adoptar una nueva actitud, tras
uno de los períodos de preparación más fructíferos que ha conocido la humanidad
(Traducción propia).
On ne vole pas un sentiment.
Ayant à préciser pour les rassembler en un faisceau fort, les moyens que l’époque
met entre nos mains, — l’outillage avec lequel nous allons tenter d’échafauder une
ouvre,— nous connaîtrons donc le sentiment qui, débordant nos travaux minutieux,
précis et quotidiens, les conduit vers une forme idéale, vers un style (un style c’est
un état de penser), vers une culture, — innombrables efforts d’une société qui se
sent prête à fixer une attitude nouvelle, après l’une des plus fécondes périodes de
préparation que l’humanité ait connues (Le Corbusier, 1925, pág. 33).
Páginas 48 y 49
Aquí, la pasión individual no tiene otro derecho más que encarnar el fenómeno
colectivo. El fenómeno colectivo es el estado del alma de una época condicionada
en lo general como en lo particular por los grandes movimientos sucesivos que (…)
dan a la multitud un frente unido y una pasión unánime (…)
Entonces, ante los trabajos del cálculo encontramos un fenómeno de alta poesía; el
individuo no es el responsable; la suma de las células hizo el total necesario. Es el
hombre quien se da cuenta de sus capacidades en potencia. Plataforma levantada
por todos los pequeños aportes anteriores, estilo de una época (Traducción propia)
La passion individuelle ici n’a que le droit d’incarner le phénomène collectif. Le
phénomène collectif, c’est l’état d’âme d’une époque conditionné au général
145
comme il l’est dans le particulier, par les grands mouvements successifs qui (…)
donne à la multitude un front unique et une passion unanime (…)
Alors devant les œuvres du calcul on est face à un phénomène de haute poésie ;
l’individu en est irresponsable ; l’addition des cellules a fait le total nécessaire.
C’est l’homme qui réalise ses puissances en potentiel. Plate-forme élevée par tous
au-dessus des labeurs étriqués, style d’une époque (Le Corbusier, 1925, págs. 48-
49).
Página 66
De la uniformidad de concepción, tal unidad, que estos períodos fueron llamados
estilos. Un niño se redescubre allí. Y es muy hermoso y bastante beneficioso
(Traducción propia).
De l’uniformité de conception, une telle unité, que ces périodes ont été appelées
des styles. Un enfant s’y retrouve. Et c’est très beau et tout à fait bienfaisant
(Le Corbusier, 1925, pág. 66).
Página 67
(Hasta el siglo XIX) El estilo de las casas era ese admirable estado de perfección,
de desarrollo técnico, de adecuación de los medios de construcción que hacía que
todas las casas fueran de la misma tribu, de la misma familia, de la misma sangre.
Había una unidad asombrosa. En Estambul todas las casas de los hombres son de
madera, todas las cubiertas tienen la misma inclinación y llevan las mismas tejas de
recubrimiento. Todas las casas de Dios (las mezquitas, los hans y los caravasares)
son de piedra. El estándar en la base. Lo mismo en Roma, en Venecia: todas las
casas de los hombres son de mampostería revocada (…) Está claro. En Turquía, en
Italia, en Francia, en Baviera, en Hungría, en Serbia, en Suiza, en Rusia, en todos
los países, antes de la perturbación del siglo XIX, las casas de los hombres tuvieron
envolturas de la misma naturaleza; y los siglos incluso no permitían
transformaciones sino lentamente, a medida que la cultura y los medios exigían y
146 Le Corbusier y Gottfried Semper
El título del libro, “El arte decorativo de hoy”, entraña la proposición paradójica de que “el
arte decorativo moderno debe estar libre de decoración” (Le Corbusier, 1959, pág. 84). El
147
mensaje en sí no es mucho más que una reiteración de los aforismos enunciados en Vers
une architecture dos años antes. Pero esta vez los reproches se dirigen específicamente
hacia los objetos ornamentados de fabricación industrial. Es un manifiesto destinado al
público que visitará la “Exposition Internationale des Arts Décoratifs et Industriels
Modernes” de París, cuyo montaje se prepara en esos días. Las imágenes del pabellón de
L’Esprit Nouveau comparadas con las de los demás pabellones de la Exposición (excepto
el de la Unión Soviética) resultan instructivas para comprender la posición de Le
Corbusier y Ozenfant frente a las artes decorativas (Ilustraciones 13 y 14).
Página II
El folklore es una creación lejana que a menudo se remonta siglos atrás. Al
principio, alguien más poeta entre la multitud lo expresó por primera vez; Causó
emoción. Lo adoptamos. Lo trabajamos, lo corregimos, lo desarrollamos, en la
escala de medios humanos y emociones humanas. Lo pulimos. Para que se
transmitiera, su intención tenía que ser clara. La aclaramos. La afirmamos cada vez
más en su sentido que se hizo unánime y se hizo transmisible. Tenemos la certeza
de que nuestro folklore de hoy se ha instaurado, ha nacido de la colaboración
unánime. Pero los folklores son arrebatados por los perezosos y los estériles, para
llenar el aire con un sonido ensordecedor de cigarras, para cantar, desafinando, el
canto y la poesía ajena. ¿Qué vienen a hacer estas resurrecciones propuestas en
nuestra vida? ¿Resurrección de las artes regionales, restablecimiento de la langue
d’oc, del traje bretón o tirolés, del kimono o del peplum de Duncan, de la vajilla de
Lunéville? (Traducción propia).
149
Le folklore est une œuvre lointaine qui remonte souvent à des siècles. A l’origine,
quelqu’un de plus poète parmi la foule l’a exprimée pour la première fois ; elle
émut. On l’adopta. On la travailla, la corrigea, on la mit au point, à l’échelle des
moyens humains et de l’émoi humain. On la polit. Pour qu’elle se transmette, il
fallait que son intention fût claire. On la clarifia. On l’affirma de plus en plus dans
son sens qui devint unanime, qui devint de ce fait transmissible.
Nous prendrons la certitude que notre folklore d’aujourd’hui, s’établit, existe déjà
né de la collaboration unanime.
Mais les folklores son usurpés par les paresseux et les stériles, pour remplir l’air
d’un bruit assourdissant de cigales, pour chanter faux avec le chant et la poésie
des autres.
Que viennent faire, dans notre vie, ces résurrections que l’on propose ?
Résurrection des arts régionaux, réinstauration de la langue d’oc, du costume
breton ou tyrolien, du kimono ou du peplum de Duncan, de la vaiselle de
Lunéville ? (Le Corbusier, 1959, pág. II)
Página III
Esta perfección racional y esta determinación precisa, propias de cada uno, crean
entre ellos suficientes lazos de solidaridad y estos lazos les permiten reconocer un
estilo (Traducción propia).
Cette perfection rationnelle et cette détermination précise, particulières à chacun
d’eux, créent entre eux les liens suffisants d’une solidarité et ces liens permettent
de leur reconnaître un style (Le Corbusier, 1959, pág. III).
Página IV
No puede haber un arte decorativo que no dependa de los «estilos»
Los estilos son, al estilo de una época, una modalidad accidental, superficial,
sobreañadida para facilitar la composición de la obra, lado a lado para disimular los
defectos, multiplicada para hacer alardes (Traducción propia).
Il ne peut davantage y avoir d’art décoratif qu’il ne saurait subsister de « styles ».
150 Le Corbusier y Gottfried Semper
Página 11
El diccionario de estilos a través de las edades y las baratijas de nuestro tiempo
(Traducción propia).
Le dictionnaire des styles à travers les âges et le bric-à-brac de notre temps (Le
Corbusier, L’Art décoratif d’aujourd’hui, 1959, pág. 11).
Página 65
151
Nota 1. ¡La vista de las imágenes de este capítulo te hacen retorcer! Sin embargo,
estos adornos, este estilo, en una palabra, deriva directamente de obras del pasado
consideradas admirables. ¿Cuál será, vista en retrospectiva a cincuenta años,
incluso veinte años, la actual aventura de las artes decorativas modernas? Al ver
estas imágenes de catálogo que inundan el país, París, las provincias y el exterior, y
educan a las multitudes, decimos: ¡el arte del conserje!
¿Cómo se aplicará el juicio de nuestros hijos a las innumerables actividades de
decoradores que han dejado los estilos y se han aplicado a la decoración
"moderna"?
Nota 2. Todos los objetos reproducidos en este capítulo se encuentran actualmente
a la venta en tiendas de París (Traducción propia).
Note 1. — La vue des images de ce chapitre fait se tordre ! Pourtant ces
ornements, — ce style en un mot — sont directement issus d’œuvres du passé
réputées admirables.
Quelle sera, vue avec un recul de cinquante ans, de vingt ans même, l’aventure
actuelle des arts décoratifs modernes ? En voyant ces images de catalogue qui
inondent le pays, Paris, la province et l’étranger, et y font l’éducation des foules,
l’on dit : art de concierge !
Que sera le jugement de nos enfants appliqué aux innombrables activités des
décorateurs qui ont quitté les styles et s’appliquent au décor « moderne » ?
Note 2. — Tous les objets reproduits dans ce chapitre sont actuellement en vente
dans les magasins de Paris.
Página 81
El arte decorativo moderno no tiene decoración.
Pero decimos que la decoración es necesaria para nuestra existencia.
Rectifiquemos; el arte es necesario para nosotros, es decir, una pasión
desinteresada que nos eleva.
Para ver con claridad, entonces, basta con distinguir entre las sensaciones
desinteresadas y las necesidades utilitarias. Las necesidades utilitarias exigen
152 Le Corbusier y Gottfried Semper
Página 95
Uno llega entonces a preguntarse, habiendo desentrañado y descartado el bagaje
romántico y ruskiniano que había formado nuestra educación, si estos nuevos
objetos no son los que nos convienen y si esta perfección racional y esta
determinación precisa, específicos de cada uno de ellos, ¡no crean suficientes lazos
de solidaridad entre ellos para que sea posible reconocer un estilo! (Traducción
propia).
153
75
Los argumentos dirigidos contra la decoración son los mismos que aparecen en L’Art decoratif
d’aujourdhui y no hay registros de otros artículos firmados con el nombre de Yves Labasque en otros
números de L’Esprit Nouveau o en ninguna otra parte. Esto nos lleva suponer que se trata otro de los
seudónimos que empleó Le Corbusier en ese tiempo.
154 Le Corbusier y Gottfried Semper
Hemos creado solo colecciones artísticas para entendidos, que el pueblo, con su
actual estado de educación, no puede comprender en absoluto y cuyo contenido
incluso permanece incomprensible para el especialista en arte, ya que se compone
de fragmentos que, en parte, han sido arrancados de su contexto original (Semper,
2014, pág. 220).
Para afrontar este problema, el museo ideal imaginado por Semper mostraría las
interrelaciones entre la arquitectura, las Bellas Artes y las artes aplicadas; es decir, la
unidad de estilo de las diversas épocas. Tendría cuatro colecciones correspondientes a las
cuatro categorías principales según las cuales clasificar las materias primas y las artes
técnicas: tejidos, cerámicas, carpintería y albañilería (estereotomía) 76: “Estas cuatro
colecciones serían más que suficientes para comprender, en sus elementos constitutivos, el
ámbito total de las artes aplicadas, así como el de la arquitectura y el del resto de las artes”
(Semper, 2014, pág. 221).
76
Las artes textiles son las relativas a los materiales flexibles y resistentes a la rotura por estiramiento. Las
artes cerámicas corresponden al trabajo con materiales blandos, maleables, endurecibles, que se adaptan
fácilmente a diversas conformaciones y que en estado endurecido mantienen la forma dada. La carpintería
emplea materias en forma de barra, elásticas, de resistencia a la flexión. La estereotomía o albañilería trabaja
con piezas rígidas, de constitución compacta, resistentes a la compresión.
156 Le Corbusier y Gottfried Semper
y no en las artes decorativas (Le Corbusier, 1923, pág. 69). Así describe Le Corbusier su
museo ideal:
Imaginemos el museo real, aquel que contiene todo, el que podría proporcionar
información sobre todo cuanto hayan pasado y destruido los siglos (que saben
cómo destruir, tan bien, tan perfectamente, que casi no queda nada, excepto objetos
excepcionales de gran pomposidad, de gran vanidad, de gran cosquilleo, que
siempre escapan a los desastres, lo que demuestra la inquebrantable supervivencia
de la vanidad). Para precisar bien nuestra idea, constituyamos un museo de
nuestros días con los objetos de nuestros días (Le Corbusier, 1925, pág. 16).
Osthaus, un rico coleccionista que conocía las teorías de Semper creó el Folkwang
Museum en 190277. El museo de Osthaus era una institución orientada a la divulgación de
los productos alemanes de uso cotidiano junto a la exhibición de obras de arte moderno.
Posteriormente, en 1909 y con el auspicio del Deustcher Werkbund, el museo pasó a
77
Nos referimos a Karl Ernst Osthaus con anterioridad, en el apartado1.4 de este estudio, dedicado al legado
de Semper al interior del Deutscher Werkbund.
157
llamarse Deutscher Museum für Kunts im Handel un Gewerbe (Museo alemán del Arte en
el Comercio y la Industria). Como lo había imaginado Semper tiempo atrás, esta
institución se propuso divulgar la producción industrial alemana de objetos de uso
cotidiano y la interrelación entre las materias primas y las artes aplicadas (Brooks H. A.,
1997, pág. 249).
Se pensaba que los esfuerzos de todo tipo en el arte decorativo eran ignorados entre
sí. Un arquitecto bien podría recordar haber visto ciertos materiales, tapices,
porcelanas, —un comerciante, ciertos carteles, folletos, —un mercader, tales
cerámicas, joyas, etc., pero podía desconocer la procedencia o haberla olvidado.
Por tanto, era necesario hacer, en cierto modo, una misión de explicación,
educación e información, "para que se afirmara a fondo la imagen de nuestro
tiempo" (Jeanneret C. E., 1912, pág. 25) (Traducción propia).
En 1920, Paul Dermée, Amedée Ozenfant y Le Corbusier hallaron un medio más eficaz, y
más asequible que la creación de un museo, para mostrar al público el espíritu común que
animaba a las diversas creaciones de su tiempo: la revista L’Esprit Nouveau. L’Esprit
Nouveau proclamaba ser la “Primera revista del mundo consagrada a la estética de nuestro
158 Le Corbusier y Gottfried Semper
El folclore es arrebatado por los perezosos y los estériles, para llenar el aire con un
sonido ensordecedor de cigarras, para cantar mal con la canción y la poesía de los
demás (Le Corbusier, 1959, págs. 31-32).
Para Le Corbusier el estilo, como el folklore, no sería el producto de una invención sino de
una selección, transmisión y adaptación en las que interviene la libre voluntad del espíritu
creativo pero dentro de las leyes superiores de una época y un lugar determinado. El artista
sería libre de emplear o rechazar críticamente las condiciones de su época, pero no podría
permanecer indiferente a ellas. En L'Art décoratif d'aujourd'hui, explica que ante una
época de espíritu nuevo, la arquitectura necesita reconocer un estilo [reconnaître un style]
y que ese estilo es la expresión del estado material y espiritual de un pueblo. La
unanimidad del sentimiento nuevo, es para él la de una época de precisión donde reina la
máquina y es ella quien tiende a establecer los estándares que definen el folclore propio de
su tiempo (Le Corbusier, 1959, págs. 36-37).
En los intentos de explicar sus investigaciones sobre el origen y desarrollo del estilo en los
diversos periodos de la historia, Semper llamó la atención sobre lo que consideraba
algunos errores típicos entre los arquitectos de su tiempo. Como se ha dicho, él suponía
errado pensar que el estilo fuese exclusivamente el resultado de unas determinantes
materiales, a la manera de las propuestas de Heinrich Hübsch. También consideraba un
error suponer que el estilo fuese el resultado de la incansable búsqueda de un ideal
159
Ilustración 15. Le Corbusier posa con una vasija serbia adquirida en el Viaje a Oriente. Le
acompañan Albert Jeanneret y Amédé Ozenfant. (FLC/ADAGP).
de la sítula y la hidria expresaban los rasgos distintivos de las culturas egipcia y griega
respectivamente (Ilustración 10). De igual forma, Le Corbusier, en un episodio de El Viaje
a Oriente, especula acerca de la forma de los recipientes para acarrear agua y las señales
del devenir de la civilización. El reemplazo de las ánforas cerámicas tradicionales por
recipientes metálicos residuales de la industria petrolera es, para él, la expresión de una
horrenda calamidad; la catástrofe inevitable de una civilización “que aniquila la armonía
entre esa vida y ese medio”:
Hasta ahora, las vasijas para líquidos que se utilizaban en Oriente eran unas ánforas
de tierra roja con un perfil puramente clásico. Algunas mujeres vuelven todavía de
las fuentes adoptando las posturas de la Esther bíblica; pero son ya escasas, y los
grandes recipientes de hojalata de diez litros, dotados de una asa horizontal de
madera, precipitan hoy la agonía de las artes cerámicas. La hojalata es menos
frágil. Los pueblos no se entretienen con ensoñaciones poéticas en el crepúsculo de
un oasis! (Le Corbusier, 2005, pág. 143).
78
El artículo se titula “Les vases grecs” y aparece acreditado a nombre de De Fayet. De Fayet, Vauvrecy,
Paul Boulard o Julien Caron fueron algunos de los seudónimos que emplearon Le Corbusier y Ozenfant en la
revista, estando los dos últimos reservados respectivamente a Le Corbusier y Ozenfant (Frampton, 1999,
pág. 22)
161
Ilustración 16. Imágenes del artículo “Les vases grecs”, firmado por De Fayet. (L’Esprit
Nouveau, 1923, número 16, pág. 1927).
Los fenómenos de decadencia de las artes y, cual ave fénix, del misterioso
nacimiento de una nueva vida artística tras el proceso de destrucción de la antigua
son, para nosotros, muy significativos por cuanto nos encontramos, probablemente,
en medio de una de esas crisis. Esta afirmación proviene de lo que podemos
sospechar y juzgar, ya que, al estar sumidos en ella, nos faltan algunos puntos de
vista y cierta perspectiva (Semper, 2014, pág. 259).
162 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 18. Izquierda: Carro de caballos de la firma H. & A. Holmes: «De elegantes
líneas, ligera y sencilla fabricación, libre de innecesarios adornos en hierro, mantenimiento
económico y fácil limpieza». Derecha: Locomotora de vapor con doble fogón y doble
caldera, producida por Wilson E.B. & Co. Imágenes recogidas por Semper en el escrito
“Ciencia, industria y arte”, de 1851. (Semper, 2014, pág. 194).
También Le Corbusier consideró que el estado de confusión en la creación artística de los
países industrializados se debía a la rapidez con la que se habían sucedido los cambios en
las formas de producción (Le Corbusier, 1923, pág. 70). En Vers une architecture opone la
“cuestión mal entendida” de algunos ejemplos de la arquitectura y las artes decorativas de
su tiempo, a los “productos de alta selección” de los productos utilitarios. El Boulevard
Raspail y un edificio neogótico norteamericano sirven para ilustrar lo primero
(Ilustraciones 19 y 21). Los paquebotes, los automóviles y los aviones son ejemplos de lo
segundo (Ilustraciones 20 y 22).
164 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 19. Una serie de objetos que ilustran el “problema mal entendido” de las artes
decorativas en una época maquinista. Publicadas en Vers une architecture, en 1923. (Le
Corbusier, 1995, págs. 53 y 56).
Ilustración 21. Chimenea y otros objetos (que aún se comercializaban en París en 1925)
con los que Le Corbusier ilustra su opinión acerca del desconcierto de las artes decorativas
de su tiempo. Imágenes recogidas en L’Art décoratif d’aujourd’hui, en 1925. (Le
Corbusier, 1996, págs. 50-55).
Ilustración 22. Máquinas y otros objetos en los que Le Corbusier reconoce el surgimiento
de un estilo apropiado a una época maquinista. Imágenes recogidas en L’Art décoratif
d’aujourd’hui, en 1925. (Le Corbusier, 1996, págs. 90-100).
166 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ahora, si colocamos las principales obras literarias de estos dos hombres, una al
lado de la otra—el voluminoso Der Stil de dos volúmenes, de 1860 y 1863, y el
delgado y flexible ejemplar de Vers une architecture, de 1923—si tratamos de
leerlos detenidamente, nos sorprenderemos al encontrar cuánto se asemejan estos
dos libros en algunos rasgos puramente humanos (Gantner, 1932, pág. 79);
(Traducción propia).
En el artículo “Semper und Le Corbusier”, Gantner enuncia los elementos de fondo para
establecer una comparación entre las ideas de ambos arquitectos. Advierte que los dos
compartían una honda inquietud por conocer las leyes propias del arte—su autonomía—y
una preocupación similar por identificar las variables externas—provenientes de la
realidad cambiante—que intervienen en el continuo devenir del estilo. En su análisis
compara las ideas del “Prolegomena” de Der Stil con las del “Argument” de Vers une
architecture y afirma que tanto Semper como Le Corbusier “hablan de las leyes eternas del
mundo” o “buscan establecer una conexión con las leyes del mundo, de las que ya nadie
hablaría después” (Gantner, 1932, pág. 81); (Traducción propia). Más adelante sostiene
que los dos buscan conocer los factores variables que definen el estilo de su tiempo porque
ambos postulan que su propio tiempo es un periodo de transición (Gantner, 1932, pág. 81).
Las leyes propias del arte—coeficientes de autonomía—y las leyes del mundo—
coeficientes de realidad—aparecen reiteradamente en los escritos de Semper. Todas sus
contribuciones al campo de la teoría de la arquitectura parten precisamente de estos dos
“sistemas de ideas”, como los denomina Antonio Armesto en el prólogo de Escritos
fundamentales de Gottfried Semper (2014):
167
Semper se alimentó de las ideas que circulaban a su alrededor. El juego dialógico entre las
leyes inmutables y la realidad siempre cambiante en los fenómenos de la naturaleza y el
arte era una preocupación constante en la obra de los filósofos, científicos naturales y
poetas alemanes del periodo romántico 79. Motivados por las ideas de Kant, del
neoplatonismo y de otras fuentes generalmente menos reconocidas 80, los intelectuales del
círculo académico de Weimar, Leipzig y Jena fueron los primeros en rebatir, desde
Alemania, los rígidos supuestos científicos que explicaban el universo hasta ese momento.
Los pensadores alemanes de la época poseían un concepto de naturaleza y de ciencia
diferente a las versiones de la ciencia ilustrada y positivista. Así, mientras que el sistema
79
Las mismas consideraciones se dieron simultáneamente en otros países. Las influencias de Kant, el
neoplatonismo y el romanticismo alcanzaron los Estados Unidos al mismo tiempo que se propagaban en
Alemania. Las “indispensables lecciones de la diferencia y la similitud, del orden, del ser y el parecer, de la
estructuración progresiva, del ascenso de lo particular a lo general, de la combinación de múltiples fuerzas
con vistas a un fin” que expone Ralph Waldo Emerson en “El espíritu de la naturaleza” (1836) son cercanas
a los postulados de la Naturphilosophie alemana.
80
No son pocos los estudios sobre la influencia de la alquimia en la obra literaria y científica de Goethe. Uno
de ellos es Goethe the Alchemist de Ronald Douglas Gray, publicado en 1952 por la Cambridge University
Press.
168 Le Corbusier y Gottfried Semper
81
Respecto a cierto tratado de enfoque especulativo, afirmó Goethe en su autobiografía: “si algún daño pudo
hacernos a nosotros ese libro, fue, sin duda, el de dar lugar a que le cogiéramos para siempre tirria a toda
filosofía, y especialmente a la metafísica, y nos aplicáramos con más vehemencia y pasión de allí en adelante
al saber, la experiencia, la acción y el ensueño vivos”, y añade “¡A quién hay que preguntarles cómo saben
las cerezas y las bayas es a los niños y a los gorriones! Esta era nuestra divisa y nuestro lema; y así parecía
nos aquel libro la quintaesencia de la ancianidad, insípido, o, mejor dicho, de mal gusto” (Goethe, 2007,
págs. 311-312).
82
Entiéndase dualismo en su sentido general como toda contraposición de dos tendencias que oponen lo
perfecto a lo imperfecto, lo limitado a lo ilimitado, lo estable a lo inestable, etc., y hace de estas oposiciones
los principios de la formación de las cosas (Ferrater Mora, 1964). El dualismo de la Estética práctica
semperiana concuerda con el llamado dualismo aristotélico entre las causas formales (estables) y las causas
materiales, eficientes y finales (relativas al devenir histórico) (Aristóteles, 2004, pág. 103). Este tema se trata
169
quien considera que el ethos de la arquitectura está en el acuerdo dialógico entre las
formas propias de la arquitectura y las formas de la vida, el sitio y la técnica (Armesto,
2009, pág. 83). El primer sistema corresponde al conocimiento de los elementos y normas
propios de la arquitectura entendida como el arte de la delimitación del espacio. El
segundo concierne a las injerencias externas sujetas al cambio histórico que intervienen en
la definición del estilo de cada lugar y de cada época. Estos contrarios dialógicos se
articulan en la expresión que ideó Semper para ilustrar la razón del estilo en las artes: la
función U = C (x, y, z, t, v, w…), donde C es el conjunto de elementos, normas, formas y
motivos primordiales de la arquitectura; y las variables recogidas al interior del paréntesis
(x, y, z, t, v, w…) representan el conjunto de coeficientes externos, siempre cambiantes a
lo largo del tiempo (Semper, 2014, pág. 253). Así entendido, el estilo es un atributo
apreciable que comparten los objetos creados bajo el influjo de los mismos factores
externos dentro de un período determinado de la historia.
Las bases dialógicas de la Estética práctica superan los impases de las corrientes monistas
de la época; corrientes que buscaban los fundamentos del arte exclusivamente en las
causas materiales (materialismo) o exclusivamente en las causas formales (idealismo). Al
incorporar el principio de permanencia, Semper afirma la autonomía de la arquitectura
frente a las teorías materialistas y exhorta a abordar el proyecto de acuerdo con el progreso
técnico y el estado de ánimo colectivo, pero sin perder de vista los fundamentos esenciales
del estilo. Y, por otro lado, al incorporar el principio del cambio, supera los obstáculos de
las teorías metafísicas de lo bello que se proponían comenzar por lo universal, por la Idea.
también en el apartado “2.5 El concepto de estilo en las teorías de Semper”. Por su cuenta, Antonio Armesto
se refiere al dualismo en la arquitectura en “Arquitectura contra natura. Apuntes sobre la autonomía de la
arquitectura con respecto a la vida, al sitio y a la técnica”, donde explica la existencia, por un lado, de un
sistema de formas propias de la arquitectura y, por otro, de un sistema relativo a las formas de la vida, del
sitio y de la técnica (Armesto, Arquitectura contra natura. Apuntes sobre la autonomía de la arquitectura con
respecto a la vida, el sitio y la técnica, 2009).
170 Le Corbusier y Gottfried Semper
Hegel, el antagonista de Semper en ese sentido, era de la opinión de que se debía empezar
por formular un criterio de lo bello partiendo de la idea de lo bello en sí: una estética
idealista. Pero paradójicamente, desde esa posición hallaba “imposible fijar reglas
generales aplicables al arte” (Hegel, 2005, pág. 19).
Los tomos I y II de Der Stil tratan extensamente los coeficientes del estilo relativos a las
artes técnicas. En el tercero, en cambio, Semper se proponía desarrollar sus ideas sobre las
leyes propias del arte y ampliar sus observaciones acerca de los coeficientes variables
relativos a las condiciones sociales que intervienen en la definición del estilo. (Armesto
Aira, 2014, pág. 23). Este último tomo no llegó a ver la luz. Surgieron los encargos para el
83
Tanto Semper como Le Corbusier conocieron las teorías estéticas de Adolf Zeising. Ambos apreciaron la
oportunidad de entender las leyes del arte en correspondencia con las de la naturaleza pero consideraron
necesario superar el esquematismo especulativo de las teorías del sicólogo alemán.
171
Kaiserforum de Viena, y Semper suspendió sus empeños editoriales. En cierto modo Vers
une architecture llegó a suplir precisamente lo que le faltó desarrollar a Semper en el
último tomo de Der Stil. En sus páginas se conjugan y actualizan los postulados teóricos
de Semper para formular un nuevo estilo acorde al espíritu de la época. Como toda la obra
teórica de Semper, también Vers une architecture es un libro sobre la permanencia y el
cambio en la arquitectura. En la primera parte se busca rememorar los principios
ineludibles del oficio, los asientos de su autonomía; en la segunda, se pretende llamar la
atención hacia el carácter de los fenómenos históricos cambiantes de los que habría de
surgir un nuevo estilo.
Sin conocer de primera mano la obra escrita de Semper, Le Corbusier condensó, en Vers
une architecture, los elementos esenciales de la Estética práctica. La primera parte del libro,
las “Tres advertencias a los señores arquitectos” y “Los trazados reguladores”, se refieren
justamente al sistema de los coeficientes intrínsecos de la arquitectura; y la segunda parte,
“Ojos que no ven”, trata las claves para comprender el sistema de los coeficientes
extrínsecos que prescriben el estilo de una época.
de esa belleza) será la arquitectura. Trabajo de ingeniero por una parte; arquitectura por
otra” (Le Corbusier, 1926, pág. 337); (Traducción propia).
Igualmente, los dos coinciden en observar en sus escritos que dichas invariantes estéticas y
simbólicas quedaron expresadas de forma ejemplar en la antigua arquitectura griega.
Ambos poseen, además, una concepción metafórica del templo griego como si fuese un
organismo vivo, respondiendo a una mirada vitalista que no era extraña en el espíritu
romántico heredero de los planteamientos de Schopenhauer 84. Así, para Semper, a través
del arte, las piedras del edificio pueden animarse como organismos y parecer “estar
esforzándose y de alguna manera vivas” (Semper, 2013, pág. 744). Y, de un modo
comparable, para Le Corbusier, la combinación de las partes de mármol en la columna
dórica es el testimonio de la tarea del arquitecto de “dar una forma viva a una materia
inerte” (Le Corbusier, El viaje a Oriente, 2005, pág. 198).
Para denominar el referido conjunto de leyes que gobiernan los mecanismos visuales
propios de la arquitectura, Semper emplea el término tectónica [Tektonik], mientras que Le
Corbusier se refiere a las leyes de la “modenatura” [modénature]85. Estos conceptos son
similares, en el fondo, aunque provengan de dos sensibilidades distintas 86.
Semper pudo conocer el concepto de tectónica en el escrito Die Tektonik der Hellenen, de
Karl Bötticher (Semper, 2013, pág. 36 y 37). Bajo este concepto, él y Bötticher aludían a
84
Semper se refiere a las leyes sensoriales del capitel dórico en diversos textos, pero principalmente en el
capítulo séptimo de El estilo. Le Corbusier, llega a similares conclusiones en el apartado dedicado al
Partenón de su Voyage d’Orient (Le Corbusier, 2005, pág. 198), y en el capítulo “Pure création de l’esprit”
de Vers une architecture (Le Corbusier, 1923, pág. 178).
85
El término modénature aparece también en L’Atelier de la recherche patiente (p 21). El descubrimiento de
la modénature es descrito como un suceso trascendente en sus años de formación.
86
Antes de emplear el término modénature, Le Corbusier se refería a las moulures y rapports para señalar la
puesta en juego de las relaciones entre los elementos y las partes de una composición arquitectónica.
173
87
Auguste Choisy emplea reiteradamente el término modénature en los dos tomos de su Histoire de
l’architecture, libros que adquirió Le Corbusier en París, en diciembre de 1913 y cuyos dibujos
axonométricos reprodujo con frecuencia en sus propias publicaciones. Para Choisy la modénature es una ley
que determina la forma de las molduras y otros relieves decorativos en las construcciones antiguas. De
acuerdo a Choisy, ciertas culturas carecen de una modénature desarrollada y otras “denotan un análisis
singularmente penetrante de los efectos del juego de la luz y de la sombra”. Choisy no explica en qué
consisten las leyes de la modénature. Otras fuentes que conoció Le Corbusier antes de su Voyage d’Orient
no emplean este concepto. Las descripciones de la composición de los elementos constructivos del templo
griego que hace Charles Blanc en su Grammaire des Arts du Dessin, por ejemplo, difieren de las expresiones
de Le Corbusier respecto al mismo tema. Según Blanc los griegos se ocuparon de corregir errores de la
percepción producidos por la perspectiva (pág. 167). El término tampoco aparece en el Dictionnaire
raisonné de l’architecture française du XIe au XVIe siècle de Viollet Le Duc.
88
En una carta fechada el 2 de marzo de 1924, el arquitecto Louis Bonnier interroga a Le Corbusier acerca
del significado del término modénature. Le Corbusier responde, que, tras permanecer algunas semanas en la
Acrópolis, pudo percibir el sentimiento de la matemática suprema del Partenón. A falta de una palabra para
174 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 23. El término modénature, como aparece en la versión original de Vers une
architecture (Le Corbusier, 1995, pág. 178).
Si bien Le Corbusier pudo haber tomado el término modénature de la Histoire de
l’architecture, sus observaciones sobre las leyes que determinaron el juego de formas del
capitel dórico superan cualquiera de las explicaciones halladas en el libro de Choisy. Más
allá de los cánones clásicos predeterminados, Le Corbusier persigue descubrir el misterio
de los mecanismos visuales de la arquitectura griega. Sus conclusiones no se alejan de las
Bötticher y Semper. Las observaciones que hace respecto a la relación armoniosa entre las
partes del Partenón son más afines al concepto de tektonik de Semper que al concepto de
modénature, según es explicado por Choisy.
Los términos tektonik y modénature se refieren a la puesta en juego de las relaciones entre
los elementos y las partes de una composición arquitectónica. Ambos se entienden desde el
concepto romántico alemán de empatía [Einfülung]. En el contexto cultural del
Romanticismo germano, el término Einfülung aludía a una proyección del ser sensible del
nombrar aquello que había descubierto, debió buscar el término que mejor le correspondiera y pensó que
podía ser modénature.
175
Nos ponemos en pie contra ella (la naturaleza), para escapar a su acoso, tratando de
refrenarla. Si ella es el universo, desde siempre nosotros también hemos querido
crear nuestro propio universo. Y lo defendemos. Es nuestra labor cotidiana. (Le
Corbusier, 1928, pág. 12); (Traducción propia).
En medio del temible reino de las fuerzas naturales y en medio, también, del
sagrado reino de las leyes, el impulso de la creación estética edifica, sin que se lo
advierta, un tercer y gozoso reino, el del juego y la apariencia, donde despoja al
hombre de las cadenas de toda circunstancia y lo libera, tanto en lo físico como en
lo moral, de cuanto se llama coacción 90 (Schiller, 2018, pág. 159).
89
Es notable la proximidad de los conceptos e incluso el parecido de los términos empleados por Schiller y
Semper en sus escritos. Ambos se refieren a la libertad del hombre, a la necesidad de superar los designios de
la realidad, a la importancia de la apariencia y a la legitimidad del adorno para alcanzar el ennoblecimiento
del espíritu humano desde el arte.
90
Le Corbusier debió conocer las ideas románticas sobre el origen del arte en el juego en el libro L’Art de
demain de Henry Provenzal. Los tres reinos que refiere Schiller coinciden además con los 3 ideales presentes
en la conocida definición de arquitectura de Le Corbusier. Este tema se trata con mayor amplitud en el
Anexo A, titulado “Sabio, correcto y magnífico. Hacia una arquitectura del intelecto, de la voluntad y de la
emoción”, que se incluye al final del documento.
177
De acuerdo al relato de Semper en Der vier Elemente der Baukunst, los elementos básicos
de la arquitectura son los distintos medios limítrofes que definen el espacio en sus tres
dimensiones: techo, pared y suelo, más el fuego como motivo simbólico originario
(Semper, 2014, págs. 193-195). Le Corbusier se aproxima a esta definición primordial
cuando sostiene, en “Architecture d’époque machiniste”, que lo que él denomina
elementos objetivos del fenómeno arquitectónico son la cubierta, los muros y las
perforaciones necesarias para permitir el espacio libre entre el interior y el exterior. En
Vers une architecture, reduce aún más el número de los elementos objetivos de la
arquitectura al afirmar que “no hay otros elementos arquitectónicos del interior que la luz,
las paredes que la reflejan y el suelo que es una pared horizontal. Hacer muros iluminados
es constituir los elementos arquitectónicos del interior”91 (Le Corbusier, 1923, pág. 150).
Ambos consideran que el origen de la arquitectura estuvo en la necesidad de delimitar el
espacio para obtener refugio ante las inclemencias de la intemperie. Pero, mientras Semper
tiene una clara noción de la primacía de la configuración espacial en la creación
arquitectónica, Le Corbusier no se aleja del todo de una concepción de la arquitectura
desde las artes plásticas, y concibe otros elementos arquitectónicos, ya no “del interior”
sino en forma de “cubos, conos, esferas, cilindros y pirámides”. Sus “Tres llamamientos a
los señores arquitectos” sugieren que el ordenamiento de las formas arquitectónicas
empieza por los volúmenes (Le Corbusier, 1923, pág. 16).
Por otro lado, cada uno relata a su manera el origen común de la casa y el templo
primitivos. Los dos describen la necesidad que da origen a la construcción de una
empalizada para poner al abrigo el lugar sagrado que desde entonces queda en su interior,
sea este el altar doméstico o el sitio donde los hombres de la tribu han decidido albergar a
su dios. Explican que la primera razón para separar un determinado espacio de la
91
“Il n'y a pas d'autres éléments architecturaux de l’intérieur: la lumière et les murs qui la réfléchissent en
grande nappe et le sol qui est un mur horizontal. Faire des murs éclairés, c'est constituer les éléments
architecturaux de l'intérieur.” (Le Corbusier, Vers une architecture, 1923, pág. 150)
178 Le Corbusier y Gottfried Semper
naturaleza caótica del mundo circundante fue, según Semper, “la protección del fuego
contra los rigores climáticos, los ataques de animales salvajes o de humanos hostiles”
(Semper, 1990, pág. 120), o, en la versión de Le Corbusier, “crear, para su seguridad, un
ambiente, una zona de protección que correspondiera a lo que es y a lo que piensa [el
hombre]” (Le Corbusier, L’Esprit Nouveau, 1923, Número 18, pág. s/n); (Traducción
propia).
Ilustración 24. Chozas que ilustran el artículo de Le Corbusier sobre los orígenes del orden
arquitectónico: “L’Ordre”. (L’Esprit Nouveau, Número 18, pág. s/n, 1924).
primigenios que se modifican en el curso del devenir histórico según ciertas leyes. Entre
los diversos coeficientes extrínsecos que definen el estilo, Semper indica que los más
importantes se compendian en los conceptos románticos del espíritu del pueblo
[Volksgeist] y el espíritu del tiempo [Zeitgeist] (Semper, 2014, págs. 199-205).
Estos conceptos cobraron importancia en Europa a partir del siglo XVII. Su aparecimiento
coincidió con el debilitamiento de la hegemonía cultural de las viejas estructuras
supranacionales, como la Iglesia Católica y el Sacro Imperio Romano Germánico, en un
proceso de definición de las identidades particulares que, al diferenciarse de otros periodos
y de otros pueblos, dio origen a la configuración de los estados nacionales contemporáneos
(Ferrater Mora, 1964, pág. 571).
En Francia, por otro lado, un referente importante del surgimiento de la noción del espíritu
de la época, fue la obra de 1748, Del espíritu de las leyes, del Barón de Montesquieu. De
acuerdo a Montesquieu cada tipo de gobierno surge a causa del espíritu propio de su
181
Ya sea que la idea del carácter colectivo común a una sociedad se originara en Inglaterra o
en Francia, fueron los alemanes quienes más ahondaron en el tema y, tanto el concepto de
espíritu del tiempo como el de espíritu del pueblo, están llenos de resonancias germanas
(no así el concepto espíritu del lugar). De acuerdo a José Ferrater Mora la idea del espíritu
de los pueblos aparece en Herder, en Fichte y, aún con mayor amplitud, en Hegel. “La idea
del espíritu del pueblo”, sostiene Ferrater Mora, “fue asimismo considerablemente
desarrollada en la llamada ‘escuela histórica’ alemana, aun cuando se la despojó del
aspecto metafísico que tenía en Hegel para atenerse a sus manifestaciones ‘empíricas’. De
un modo o de otro la idea se infiltró en concepciones muy diversas durante el siglo XIX y
hasta parte del siglo XX” (Ferrater Mora, 1964, pág. 571).
que solo el genio del tiempo, no un débil individuo, será capaz de alumbrarla desde el
pasado.” (Semper, 2014, pág. 104); (Énfasis añadido). En este escrito busca aplicar, para el
campo de la arquitectura, el método comparativo de las disciplinas científicas del periodo
romántico92. Semper considera que, al igual que las formas de la naturaleza, las formas de
la arquitectura, incluso en su abundancia, manifiestan una continua repetición dentro de la
variedad: “Partiendo de una forma básica, como expresión más sencilla de una idea, la
arquitectura se modificará de conformidad con las condiciones del lugar, de la época y sus
costumbres, del clima, del material utilizado en la realización, de las características tanto
del cliente como del artista y de otras circunstancias casuales” (Semper, 2014, pág. 105).
92
Alexander von Humboldt publicó los primeros tomos de Kosmos entre 1845 y 1848.
183
Para él, en el despliegue de los estilos habrían al menos tres factores fundamentales a
considerar: las formas primordiales, los medios técnicos y materiales disponibles y,
finalmente, el espíritu de la época como el factor más influyente de todos (Semper, 2014,
pág. 189).
Los motivos primordiales son para Semper la expresión más sencilla y universal de la
forma en la definición de los estilos. De ellos derivan todas las técnicas y los principios
formales subyacentes en todas las creaciones humanas. Tras la diversidad de técnicas
aplicadas en la construcción de los elementos delimitadores del espacio, permanece el
sustrato formal básico del motivo originario (Semper, 2014, pág. 195).
Semper dedica una importante extensión del ensayo a tratar el tema del tercer factor en la
afectación del estilo: el espíritu de la época. En estas líneas se entiende que para él, el
espíritu de mediados del siglo XIX es un espíritu de especulación económica dirigido por
el gran capital. “El itinerario imparable que sigue nuestra industria, y con ella el arte en su
conjunto, está claro: todo viene calculado y determinado por el mercado” (Semper, 2014,
pág. 201). Al problema de la influencia que ejerce la especulación económica en el arte se
suman la supremacía de la ciencia y la falta de educación estética, sostiene. Pese a todo, se
muestra optimista y considera que vendrán tiempos mejores para las artes y que los
arquitectos volverán a tratar plásticamente sus construcciones hasta darles una forma
artística que sea, al mismo tiempo, el reflejo fiel de la sociedad (Semper, 2014, pág. 219).
Las ideas de Semper respecto al rol del espíritu de la época aparecen también en el ensayo
“Teoría de la belleza formal”, escrito entre 1856 y 1859. Si bien este ensayo está orientado
a definir las propiedades formales de la belleza artística y la belleza natural, Semper
explica, en la última parte, los importantes “influencias extrínsecas” que tienen su efecto
en la forma artística. En este escrito aparece la expresión U = C (x, y, z, t, v, w…)
(Semper, 2014, pág. 253). De acuerdo a la misma, los coeficientes de una obra de arte
serían de dos tipos: “primero, los elementos contenidos en la obra misma, que obedecen a
las leyes compulsivas de orden natural y físico que son las mismas en toda circunstancia y
todo tiempo; segundo los elementos que, desde el exterior, influyen en la génesis de la
obra de arte” como la estructura social y otras condiciones particulares de una época
(Semper, 1990, págs. 144-145); (Semper, 2014, pág. 329).
Entre los coeficientes extrínsecos de la forma artística, Semper menciona “las influencias y
factores personales y locales, como el clima, la topografía, la educación nacional, las
instituciones político-religiosas y sociales, las tradiciones y la memoria histórica, el medio
ambiente, la persona o grupo que encarga el trabajo […] o si el trabajo está destinado a
venderse en el mercado libre y, por lo tanto, sin concesiones personales o locales, por lo
que estará realizado de manera que se adapte a cualquier entorno” (Semper, 2014, pág.
254). Semper cierra el escrito explicando que lo bello en el arte no es un fenómeno estable
y universal sino el resultado de muchos factores internos y externos. Concluye que en la
185
práctica artística la estética sólo puede entenderse desde un punto de vista empírico sujeto
a las variaciones de los coeficientes extrínsecos artísticamente aprovechados (Semper,
2014, pág. 254).
Semper explicó, aun con mayor detalle, sus argumentos respecto al espíritu de la época y
de los pueblos, en la conferencia que dictó en el Ayuntamiento de Zúrich, el 4 de marzo de
1869. La conferencia, titulada “Sobre los estilos arquitectónicos”, tenía como objeto
denunciar los desatinos estilísticos de un proyecto para la catedral luterana de Berlín.
Semper encontraba inadmisible que el proyecto en cuestión reuniera dos principios
contradictorios: el principio de autonomía, representado en la cúpula semiesférica, junto al
empleo de contrafuertes y arbotantes del estilo gótico con el que se la revestía. De este
modo, según Semper, la propuesta era “una colosal alegoría de la autonomía necesitada de
muletas” (Semper, 2014, pág. 363).
En el escrito que resultó de la conferencia, Semper sostiene que “las artes consiguen dar
forma simbólica a los sistemas de dominio sociales, estatales y religiosos –por ser
inherentes a los conceptos fundamentales que subyacen en estos sistemas”. Insiste en este
asunto al indicar que los monumentos de tiempos remotos son “como recipientes
fosilizados de organizaciones sociales extintas” (Semper, 2014, págs. 344-346). En las
obras de arte, añade, quedan expresadas las relaciones del ser humano frente al mundo
exterior; primero como individuo, segundo como sujeto de una colectividad y, tercero —
cuando las fuerzas externas o su propio espíritu lo permiten— como artista libre y
representante de la perfección individual (Semper, 2014, pág. 348).
El trato con Auguste Klipstein reforzó aún más esta idea, puesto que Klipstein conocía, o
leía aún durante el viaje que realizaron juntos en 1911, el libro Abstracción y empatía de
William Worringer. Abstracción y empatía supone la actitud psicológica entre los hombres
y el mundo como uno de los impulso estéticos fundamentales para la definición del estilo
en las artes (Worringer, 1953, pág. 13). En el apartado 1.5—dedicado al legado de Semper
en el viaje a Oriente—mencionamos que esta idea, cuya autoría Le Corbusier atribuía a su
187
93
El libro Abstraktion und Einfühlung, de Worringer, tuvo una gran acogida en el norte de Europa y en
Norteamérica. No ocurrió lo mismo en Francia, donde la primera traducción no se publicó sino hasta 1978.
188 Le Corbusier y Gottfried Semper
La importancia que tuvo el concepto “espíritu de la época” para las Vanguardias francesas
de inicios del siglo XX, aparece en esta cita del poeta Apollinaire:
que el poeta había empleado desde 1911, era de dominio público (Cameron, 1962, pág. 5).
Muchos de los temas coincidentes entre Le Corbusier y Semper se hallan también en
aquella charla que fuera publicada tras la muerte de Apollinaire. Temas como la defensa
del arte libre, el afán de un nuevo estilo o síntesis de las artes, el anhelo de orden, el
llamado a la restitución de la armonía clásica en la cultura y la necesidad de una clara
comprensión del espíritu de su tiempo. En los manifiestos del poeta se expresa un
optimismo sobre el devenir del arte en el espíritu de una nueva época. Apollinaire advierte,
además, que el arte jamás deberá dejar de reconocer las diferencias étnicas y nacionales,
puesto que “Una expresión lírica cosmopolita no daría más que obras vagas, sin acento y
sin armazón, que tendría el valor de los lugares comunes de la retórica parlamentaria
internacional.” (Apollinaire, 1918, pág. 7); (Traducción propia)
Por otro lado, en los números 8, 9 y 10 de la revista, aparecen tres artículos orientados a
evidenciar el auténtico espíritu de la época. Los tres artículos se reúnen bajo el título “Ojos
que no ven”. En esta sección, el argumento de Le Corbusier y Ozenfant es que los
arquitectos de principios de siglo, ahogados en las costumbres del pasado, son incapaces
de comprender el carácter de su tiempo, y que aquel espíritu sí se manifiesta, en cambio,
en las obras de la mecánica y de la ingeniería del momento. Las máquinas representan el
espíritu de la época. Los paquebotes, aviones y automóviles son los emblemas evidentes
del espíritu nuevo (Ilustración 25).
Ilustración 25. Las máquinas como emblema del espíritu de la época. Fotografía del
aeroplano Goliath Farman recogida en Vers une architecture, en 1923. (Le Corbusier,
1995, pág. 97).
Le Corbusier y Ozenfant llaman a los arquitectos a colocarse en el estado de espíritu de los
creadores de esas máquinas. Su mensaje es que la “lección de las máquinas” no está en las
formas creadas sino en el admirable nuevo espíritu que ha conducido a su realización. Así
entendida, la afirmación de que “una casa es una máquina de habitar” no refleja una
concepción mecanicista y racionalista de la arquitectura —de desbordada e ingenua
confianza en la tecnología—como se podría malinterpretar, sino que es, al contrario, una
192 Le Corbusier y Gottfried Semper
apreciación romántica referida a los sentimientos que evocan los productos del ingenio
humano. Estos sentimientos se expresan mejor con imágenes que con palabras como se
puede apreciar en las fotografías que ilustran los artículos de L’Esprit Nouveau y,
posteriormente, del libro Vers une architecture.
Quizás es demasiado audaz sugerir, de manera reiterada, que Vers une architecture
equivaldría al libro que faltó escribir a Semper para explicar sus teorías, el inconcluso
tercer tomo de Der Stil. Mas se justifica el atrevimiento de tal afirmación para no dejar de
aludir a lo que tiene de cierto.
En Vers une architecture, los artículos se agruparon a la manera de la Teoría del estilo. En
la primera parte, se hace referencia a los coeficientes intrínsecos de la arquitectura, sus
reglas formales; en la segunda parte, a los coeficientes extrínsecos, las señales del espíritu
que caracteriza a la época y, finalmente, en la tercera parte, se muestran ejemplos positivos
y negativos de la arquitectura de distintos períodos.
Que el gusto artístico no tuviera tiempo de acompasarse a las volátiles condiciones del
mundo industrializado fue el mismo dictamen al que llegó Semper en “Ciencia, industria y
arte”. Semper aduce que los arquitectos no habían logrado proporcionar el vestido
arquitectónico apropiado a un mundo convulsionado por los avances técnicos (Semper,
2014, pág. 192). Pese a todo, tanto él, en la mitad del siglo XIX, como Le Corbusier, al
comenzar el XX, se mostraron optimistas y reconocieron, frente a las circunstancias, la
oportunidad que suponía el reto de descubrir una nueva unidad entre las artes y el genio
del tiempo.
En Vers une architecture, los navíos como el Aquitania, se muestran, cual emblemas del
estilo de la vida moderna. En ese contexto se manifiesta que “Una casa es una máquina de
habitar” para señalar el destino de la morada del hombre en un mundo revolucionado por
la industria (Le Corbusier, 1923, pág. 73). Los aviones y automóviles completan la
lección. En ellos, como en la arquitectura de época maquinista, rige un estado de
94
Ambos factores enunciados: el estado de cosas y el estado de espíritu, coinciden con los coeficientes
extrínsecos primordiales mencionados en la Teoría del estilo de Semper. Lamentablemente la traducción al
español vuelve a alterar, aquí también, el mensaje de los autores. En el original en francés está escrito
“L’esprit d’architecture ne peut que résulter d’un état de choses et d’un état d’esprit. Il semble que les
événements se sont succédé assez rapidement pour que s’affirme l’état d’esprit d’époque et que puisse se
formuler un esprit d’architecture” (Le Corbusier, Vers une architecture, 1923, pág. 70); (Énfasis añadido). En
la traducción al español de Josefina Martínez dice, en cambio, que: “El espíritu de la arquitectura sólo puede
resultar de un estado de cosas y de un estado de espíritu. Parece que los acontecimientos se han sucedido con
rapidez suficiente como para que se afirme el estado de espíritu de época y pueda formularse un espíritu de
arquitectura” (Le Corbusier, Hacia una arquitectura, 1998, pág. 70); (Énfasis añadido). En el texto original el
mensaje es que la arquitectura no alcanzó a seguir el paso a los acontecimientos externos; en cambio, en la
traducción al español se entiende que el espíritu de arquitectura sí se llegó a afirmar, precisamente gracias a
la rapidez de los acontecimientos, lo cual no tiene sentido.
194 Le Corbusier y Gottfried Semper
perfección unánimemente sentido. “De ahí nace el estilo”, explican los autores (Le
Corbusier, 1998, pág. 109). Para ellos el automóvil es el modelo del perfeccionamiento
productivo del siglo XX como lo fuera el Partenón en su propio tiempo.
Las alusiones al espíritu de la época y/o del pueblo se hallan en la primera sección del
libro. El argumento se resume en que existen dos caracteres nacionales distintivos—el
germano y el francés—, y en que es necesario distinguirlos, para elegir entre ellos y llegar
así a construir las ciudades que mejor correspondan a nuestro anhelos compartidos.
Posteriormente se explica cómo podría llegar a ser esa ciudad si se optara por el urbanismo
de espíritu francés.
95
La Exposition International des Arts Décoratifs et Industriels Modernes se abrió al público en París, el 28
de abril de 1925. Permaneció abierta hasta octubre de ese año.
195
del autor, o si lo hacía era generalmente con connotaciones negativas96, se vuelve esencial
en este capítulo. En concordancia con la Teoría del estilo de Semper, Le Corbusier
sostiene que, inevitablemente, el sentimiento moderno conducirá el trabajo de los
creadores “hacia una forma ideal, hacia un estilo (un estilo es un estado mental), hacia una
cultura” (Le Corbusier, 1925, pág. 33); (Traducción propia). Adicionalmente, el autor
explica que la correspondencia entre el estilo y el espíritu de una época es orgánica, que
las obras de arquitectura del pasado son el fruto del sentimiento de otros pueblos y que no
se puede copiar los estilos de otros tiempos porque no se pueden sustraer los rasgos
distintivos de un arte ajeno (Le Corbusier, 1925, pág. 33).
En la sección titulada “Perennité”, Le Corbusier expone una suerte de fórmula del estilo en
la que intervienen las condiciones del conocimiento y de los sentimientos de una época.
96
En el artículo “Le Chemin des anes” del número 17 de la revista, Le Corbusier indica que los sentimientos
y los instintos deben ser controlados por la razón (L’Esprit Nouveau, 1922, núm 17, pág s/n).
196 Le Corbusier y Gottfried Semper
De acuerdo a este enunciado, la razón, con la mirada en el futuro, sigue un proceso lineal,
gradual, de suma de conocimientos, un transcurso al que se denomina progreso. La pasión,
en cambio, no progresa. Los sentimientos colectivos oscilan entre periodos elevados,
activos y periodos apagados, de confusión. Las obras que trascienden —la arquitectura
monumental— corresponden a los periodos de sentimientos elevados. “Podemos arriesgar
la hipótesis de que las grandes obras del sentimiento, las obras de arte, nacen de la
integración oportuna de la pasión y el conocimiento” explica más adelante el autor. (Le
Corbusier, 1925, pág. 43); (Traducción propia).
97
Ver Anexo A: Sabio, correcto y magnífico.
98
En el contexto de este libro los términos estilo y folclore son intercambiables.
198 Le Corbusier y Gottfried Semper
lugar. El artista sería libre de emplear críticamente las condiciones de su época, pero no
podría actuar con total indiferencia al espíritu que le rodea.
La diatriba señala a quienes toman las imágenes del pasado o de otros pueblos como
modelos únicos a reproducir. Le Corbusier los denomina iconólatras, adoradores de
imágenes, y llama a la destrucción de las mismas—a la iconoclasia—en nombre del
espíritu nuevo del que habrían de surgir las nuevas imágenes artísticas, dignas de una gran
época. La proclama del libro es que el auténtico hombre de su tiempo no roba nada de
otros hombres porque es consciente del espíritu único que le rodea. Se objeta que los
estilos ajenos sean “arrebatados por los perezosos y los estériles, para llenar el aire con un
sonido ensordecedor de cigarras, para cantar mal con la canción y la poesía de los demás”
(Le Corbusier, L'Art décoratif d'aujourd'hui, 1925, págs. 30-31); (Traducción propia).
Le Corbusier afirma que no existe nada más magnífico que la expresión del espíritu
auténtico de un pueblo. Sostiene que el folclore es el espejo inigualable, “la expresión más
perfecta de la mecánica física y sentimental de un pueblo.” (Le Corbusier, L'Art décoratif
d'aujourd'hui, 1925, pág. 36). Como Semper, declara que las vasijas tradicionales y otros
objetos producidos desde el perfeccionamiento y la repetición, fueron el reflejo del espíritu
del pueblo que las creó. Sus reflexiones en torno a los productos del folclore son
comparables a las del teórico alemán. Melodías, vasijas, fetiches y casas son, para él, el
espejo perfecto de todo un pueblo. Finalmente, refiriéndose a su propio tiempo, dice que
los productos nuevos de la industria “tienen entre ellos los lazos suficientes de una
solidaridad que nos permiten reconocer en ellos un estilo” (Le Corbusier, L’Art décoratif
d’aujourd’hui, 1959, pág. 35).
comprender a sus lectores el espíritu que animaba a la época y la unidad de esa conciencia
común en las obras, las exploraciones y las ideas de quienes conducían a las élites de la
sociedad (Jeanneret & Ozenfant, 1920, pág. III). Los artículos revelaban los últimos
sucesos en las artes plásticas, la música, la danza y otras disciplinas artísticas, pero
también en otros temas de carácter científico, literario y filosófico; con el ánimo de
demostrar sus afinidades ideológicas y estéticas: “Todo proclama el advenimiento de un
espíritu nuevo y todo hace presentir que nos adentramos en una gran época para el arte y la
literatura” (L’Esprit Nouveau, 1920, núm. 1, pág. V); (Traducción propia).
Los artículos de L’Esprit Nouveau exponen los logros alentadores de las vanguardias en el
campo de las artes plásticas y la música; pero no así en la arquitectura. Mientras otros
autores describen el proceso que condujo al arte, desde el Renacimiento, en un transcurso
paulatino de descomposición de las formas tradicionales y de invención de otras nuevas;
en los artículos de arquitectura, en cambio, Le Corbusier se ve limitado a recordar “a los
señores arquitectos” las reglas básicas de la disciplina que había que comenzar a
reformular. Por un lado, se evidencia la continuidad de ese proceso, a través del aporte de
personajes vinculados por un linaje histórico, como Rafael, Ingres, Cézanne y Picasso. O
se describen las innovaciones musicales que enriquecieron la producción de Beethoven y
Richard Wagner, hasta llegar a las revoluciones atonales de Stravinsky, Schönberg y Satie.
Por otro lado, se objeta el estancamiento de la arquitectura en un sistema de reglas
obsoletas.
Hasta ese momento los arquitectos que se oponían a las normas heredadas del
Neoclasicismo se limitaban a emular las aventuras ornamentales de la denominada
arquitectura moderna de principios de siglo: la de Otto Wagner, Olbrich, Hoffman y Van
de Velde. La excepción en Europa era Adolf Loos, que detestaba al neoclasicismo y al
modernismo vienés por igual. Loos parecía estar más consciente del auténtico espíritu
artístico de su tiempo. Entendía a Schönberg y explicó su música al público. En la idea del
Raumplan y en los métodos atonales de Schönberg se advierte la proximidad entre los
ideales arquitectónicos y musicales de los artistas más sobresalientes de ese momento.
200 Le Corbusier y Gottfried Semper
Entre otros escritos relevantes en los que Le Corbusier trata el tema del espíritu de la época
se destaca el libro Aprés le cubisme, de 1918. Allí, él y Ozenfant describen sus puntos de
acuerdo y desacuerdo frente al cubismo. También es útil el libro La peinture moderne, de
1927; otro escrito de Le Corbusier y Ozenfant, que es al mismo tiempo un catálogo y una
guía para entender los orígenes y el desarrollo de la pintura moderna desde la perspectiva
de estos dos artistas. Otros documentos útiles para conocer la opinión que se tenía del
espíritu de la época, en París, en los primeros años de las vanguardias, son los escritos de
Apollinaire, “Les peintres cubistes”, de 1913 y “L’Esprit Nouveau et les poètes”, de 1917.
Ilustración 26. Copia de “El juramento de los Horacios” de Jacques-Louis David, hecha
por Girodet en 1786. (Paris: Gallimard; Louvre).
Ilustración 27. Claude Monet, Impression: soleil levant, 1872. (Museo Marmottan Monet,
París).
202 Le Corbusier y Gottfried Semper
Por otro lado, en un cuadro estéticamente revolucionario como Impression: soleil levant,
de 1873, el concepto tiempo cobra autonomía frente al espacio representado (Ilustración
27). A partir de allí, las nociones temporales de lo instantáneo, lo pasajero y lo fugaz se
incorporan al repertorio de conceptos que emplean artistas y críticos para describir la obra
(Jeanneret y Ozenfant, La peinture moderne, 1927, pág. 76). En el mencionado cuadro de
Monet, el espacio se disipa tras un primer plano de misterio. Las formas euclidianas se
disuelven ¿Se intuía ya entonces, desde el arte, la noción de temporalidad que se
comenzaba a contemplar en la mecánica relativista?
El impresionismo, enmarcado aún en el clima cultural del romanticismo, fue una fase
donde se destacó el plano anímico del hombre. No era extraño que predomine la intención
de materializar pictóricamente lo intangible. En las obras de Monet se manifiesta un
anhelo de hacer visibles el aire, el tiempo y la luz antes de que se pose sobre los cuerpos.
Estos elementos intangibles se plasman alegóricamente en la tela, como si se tratara de un
tejido de seda traslucida, que opaca la visión del paisaje físico. Sólo la imagen del sol es
capaz de traspasar su tenue veladura.
Ilustración 28. Paul Cézanne, Le Pont sur la Marne à Créteil, 1894. (Museo de Bellas
Artes Pochkine, Moscú).
En obras como Le Pont sur la Marne à Créteil, de 1894, Cézanne recupera, de la tradición
anterior a Monet, la definición precisa de los cuerpos y el uso de la geometría para regular
la estructura compositiva (Ilustración 28). Ambos recursos motivaron su reconocimiento
como precursor de la pintura moderna (Jeanneret & Ozenfant, 1920, pág. 47). En la
opinión de Ozenfant y Le Corbusier, Cézanne, Seurat, y otros artistas del periodo
posimpresionista no se sometieron a las normas caducas de la tradición ilustrada, pero
tampoco se sumergieron en los ensueños del Romanticismo. Fueron fieles a su tiempo
tanto como a la tradición. Reintrodujeron las propiedades plásticas inherentes al arte de la
pintura. A esto se referían los editores de L’Esprit Nouveau cuando afirmaban que el
espíritu nuevo era un espíritu de construcción y de síntesis guiado por una concepción
clara, opuesta a la excesiva nebulosidad del periodo romántico-impresionista (Jeanneret &
Ozenfant, 1920, pág. 3).
Para el pintor Roger Bissière (1886-1964), autor del artículo “Notes sur L’art de Seurat”,
publicado en el número 1 de L’Esprit Nouveau, Césanne y Seurat representaban el
antídoto contra las normas del impresionismo basadas exclusivamente en la intuición. De
acuerdo a Bissière, los métodos de ambos pintores no eran simplemente novedosos, sino
que eran también inteligentes y satisfacían el gusto francés por las ideas claras.
204 Le Corbusier y Gottfried Semper
Hoy en día asumimos como una verdad ordinaria que la pintura es un mundo
especial, que posee sus propias leyes, su vida particular, completamente
independiente de la imitación. En la época de Seurat, este supuesto fue un
descubrimiento extraordinario y todo el arte moderno iba a surgir de allí. Seurat fue
uno de los primeros, junto a Cézanne, en reconocer la necesidad de organizar las
sensaciones, de hacerlas pasar de lo accidental a lo eterno; para lograrlo
rápidamente se dio cuenta de la necesidad de recrear en lugar de copiar, y
descubrir equivalencias que permitan incorporar en una superficie bidimensional
un mundo tridimensional, sin perforar el lienzo. Habiendo planteado el problema,
trató de resolverlo lógicamente y para llegar allí trató de encontrar sus propios
medios de expresión (Bissière, 1920, págs. 14-15); (Traducción propia).
En otro artículo del primer número de la revista, Le Corbusier y Ozenfant analizan los
trazados que regulan la geometría de Le Pont sur la Marne à Créteil99. Explican que las
telas de Cézanne se componen, a la manera de las de Poussin, de Chardin o de Rafael,
siguiendo la ley del ángulo recto, del triángulo equilátero, del triángulo egipcio, de la
sección de oro y de otros sistemas reguladores. Consideran que en las pinturas de Cézanne
los sistemas que regulan la forma no habían cambiado respecto al arte del Renacimiento y
que la esencia de la obra plástica era la misma. Lo que sí había cambiado eran el gusto
artístico y la técnica. (Jeanneret & Ozenfant, 1920, pág. 47).
En el esfumado al óleo de los cuadros del Renacimiento, como en los del neoclasicismo no
se percibe el gesto de las pinceladas de pintura. En las telas de Cézanne en cambio, como
en las de Van Gogh y en las de Sisley, las marcas del pincel producen un efecto rítmico.
Son el registro visible de un movimiento regulado. En las cinco versiones de El juego de
cartas, el espacio y el tiempo parecen suprimidos al interior de la escena para desplazarse,
transcurrir y materializarse en la textura de la superficie del cuadro (Ilustración 29).
99
Esta parte del artículo no se reprodujo posteriormente en Vers une architecture.
205
Ilustración 29. Paul Cézanne. Les Joueurs de cartes, 1890 a 1895. (Musée d’Orsay, París)
En la obra de Cézanne, el ritmo, el color y la huella del desplazamiento del pincel que
traslada la pintura al lienzo, producen una textura de carácter musical. En la serie de
cuadros sobre la Montagne Sainte-Victoire, el pintor incorpora el tiempo al repertorio
compositivo. Pero aquí el tiempo ya no se presenta alegóricamente, como un velo que
opaca la imagen y la llena de misterio, a la manera de las “impresiones” de Monet, sino
que se revela visualmente en el ritmo de las pinceladas, en la estela del movimiento de los
trazos, en la prontitud con la que se aplicó la pintura sobre la superficie en comparación
con los procedimientos pictóricos habituales. La impresión de brevedad—il fa presto—
quedó plasmada para siempre en cada uno de los cuadros de la serie y se convirtió, a partir
206 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 30. Paul Cézanne, Mont Sainte-Victoire, 1904. (Museo de Arte de Filadelfia,
Filadelfia. The Yorck Project (2002), 10.000 Meisterwerke der Malerei).
Los conceptos espíritu nuevo y pintura purista se popularizaron tempranamente gracias a
los manifiestos de Guillaume Apollinaire, quien fuera un destacado divulgador de la
estética cubista. En su Manifiesto Cubista, de 1913, Apollinaire sugirió las condiciones
para el nacimiento de un nuevo estilo en la pintura; un estilo en el que, según él, se debían
reconocer las circunstancias propias de la época, pero sin olvidar las constantes plásticas
inherentes a la obra pictórica (Apollinaire, 2013, pág. 4). Así, para Apollinaire, los jóvenes
pintores de las escuelas de vanguardia “tenían como objetivo secreto hacer pintura pura,
liberada de la representación del mundo como una imitación de lo que percibe la vista. Un
arte completamente liberado de la pintura antigua excepto de la geometría porque la
geometría fue todo el tiempo la regla misma de la pintura” (Apollinaire, 2013, pág. 4). En
el mismo ensayo, el poeta declara que “La geometría es a las artes plásticas lo que la
gramática es al arte del escritor” (Apollinaire, 2013, pág. 9).
207
Ilustración 31. Pablo Picasso, Les Demoiselles d’Avignon, 1907. (MoMA, Nueva York)
El arte de las vanguardias francesas fue, en muchos aspectos, una continuación de los
rasgos propios del romanticismo tardío, pero también una rebelión contra aquel periodo.
Según Apollinaire, a diferencia del periodo romántico, los artistas de las vanguardias
francesas buscaban un arte de ideas claras. Picasso y Braque iluminaban el camino
(Apollinaire G. , 1918, pág. 5). El rechazo de Apollinaire al Romanticismo, al que
consideraba demasiado emocional, demasiado oscuro y demasiado alemán, sumó motivos
para el alejamiento de Le Corbusier respecto a la obra de Richard Wagner.
Le Corbusier y Ozenfant afirmaban que el cubismo era “el único arte para tomar en cuenta
en su época”. Reconocían que gracias a la estética cubista había triunfado la concepción de
la pintura como objeto autónomo sin otra obligación que la de obedecer a las leyes de la
sensibilidad y del espíritu (Jeanneret y Ozenfant, La peinture moderne, 1927, págs. III-IV).
Pero se preguntaban si sus principios cumplían las condiciones para guiar al arte del
mañana y objetaban el empleo alegórico del concepto tiempo por considerarlo ajeno a la
realidad plástica (Jeanneret & Ozenfant, 1975, págs. 16-17). En lugar de aludir
alegóricamente al tiempo, optaron por emplear los recursos de simultaneidad y
superposición sin ahondar en explicaciones metafísicas. Su idea de pintura pura era aún
más severa que la que había anticipado Apollinaire:
que la descripción purista, basada en la proyección ortogonal, fuera más completa y fiable
que la representación basada en los sentidos.
Ilustración 33. Olga Salgado, copia de la Última Cena del frontal de la Iglesia de Sant
Miquel de Soriguerola, 2012. (Colección privada, Quito).
En los bodegones de la fase purista de Le Corbusier, el método de descripción gráfica es
similar al que emplearon los autores de la Santa Cena de la Iglesia de Sant Miquel de
Soriguerola, en el siglo XIII (Ilustración 33). En ambos casos se recurre a la superposición
de las tres proyecciones ortogonales del sistema diédrico para describir gráficamente los
objetos como se conoce que son en realidad y no como aparecen subjetivamente a la vista.
Los platos y las mesas, representados en proyección ortogonal superior, aparecen como
círculos y rectángulos. Los objetos-tipo que requieren una descripción más completa como
son las botellas, copas, vasos, libros y guitarras aparecen representados en proyección
ortogonal superior y frontal. Una pipa aparece simultáneamente en las tres proyecciones
del sistema diédrico, incluida la lateral, de modo que se pueda apreciar el orificio de la
boquilla al tiempo que se observa el contorno del cuerpo y la apertura del hornillo.
Conceptos como superposición, simultaneidad y transparencia aparecen con frecuencia en
la descripción de las obras de arte de ambos periodos. Todo se reduce a formas
geométricas primarias que, en el caso de la pintura purista, están dispuestas con la
211
Le Corbusier y Ozenfant conciben la obra pictórica como un dispositivo visual, tan preciso
como un reloj suizo, destinado a conmover al espectador. Para ellos, un buen cuadro es
una máquina de emociones. Descubren en la pintura, años antes de que acontezca en la
arquitectura, la estética que corresponde al espíritu de una nueva época. Esta estética
nueva en la pintura se resume en la supresión de la representación de la realidad como es
percibida por la vista, la búsqueda de otros métodos de descripción y de otras estrategias
de construcción de la forma pictórica, pero sin rechazar las constantes plásticas inherentes
a la obra pictórica desde la antigüedad. Una vez abandonados los métodos convencionales
de la perspectiva renacentista, y a medida que la estructura formal se impone sobre la
imitación de la realidad, los artistas recurren al empleo de otros mecanismos para reunir
ordenadamente los elementos de la composición. Se insiste en la textura (Jeanneret y
Ozenfant, La peinture moderne, 1927, pág. 167).
100
Pese al manifiesto rechazo de las vanguardias al romanticismo, las expresiones de Le Corbusier
conservaron siempre la huella del espíritu romántico en el que se formó.
212 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 34. Braque G., Botella y pescado, 1911 (Tate Modern, Londres).
213
Ilustración 35. Pablo Picasso, Paisaje de Céret, 1911 (Solomon R. Guggenheim Museum,
Nueva York).
Ilustración 36. Pablo Picasso, El aficionado, 1912 (Museo de Arte de Basilea, Basilea).
Ilustración 39. A. Ozenfant, Bodegón con copa de vino, 1921 (Kunstmuseum, Basilea).
Una muestra de que el espíritu de las vanguardias se manifestaba con arrojo en la música
mucho antes que lo hiciera en la arquitectura es que, en el mismo número de la revista, a
página seguida, Albert describe las sofisticadas composiciones de Erik Satie y Stravinsky,
mientras que Le Corbusier no puede hacer más que limitarse a recordar a los “señores
arquitectos” las normas básicas de la disciplina101. En las composiciones de las primeras
décadas del siglo XX la música había alcanzado lo que los pintores cubistas sólo habían
llegado a sugerir de forma alegórica y los arquitectos, enfrascados en el academicismo
neoclásico y los desenfados del Art Nouveau, no llegaban siquiera a sospechar: la
superación de las concepciones tradicionales del montaje espacio-temporal en las artes.
101
El artículo de Albert Jeanneret “Le sacre du printemps” (págs. 453 a 456), precede en el número 4 de la
revista, al artículo “Trois rappels à MM. Les Architectes”, (págs. 457 a 470), firmado por Le Corbusier y
Saugnier.
216 Le Corbusier y Gottfried Semper
Para emplear la terminología de Semper, lo que hizo Stravinsky fue introducir una nueva
dimensión de movimiento en el cosmos dinámico de la tónica mediante la superposición
de múltiples temas o líneas de tiempo. En la experiencia de la repetición simultánea, el
tiempo deja de considerarse una instancia unidimensional y se ramifica. Surge un plano
musical, bidimensional, entre las diversas líneas de tiempo concurrentes. Acontece lo que
Wagner había anunciado enigmáticamente en el primer acto de Parsifal, su última obra,
cuando Gurnemanz se dirige al protagonista y le dice: “Ya ves hijo mío, aquí el tiempo se
convierte en espacio” [Zum Raum wird hier die Zeit].
Antes que Wagner y mucho antes que los compositores y pintores de las vanguardias
artísticas del siglo XX, Semper había advertido la posibilidad de explorar las variables del
tiempo y el espacio, más allá de los límites de las convenciones acostumbradas. En su
Teoría de la belleza formal, de 1856, sostiene que el ideal de la música es el cosmos
dinámico y el de la tectónica el cosmos estático, e imagina que en el futuro se podrían
rastrear los puntos de contacto entre ellas y asumir la “difícil tarea” de “tratar el tema de la
tectónica desde una perspectiva estático-dinámica” (Semper, 2014, pág. 235). En esa
visión Semper demostró estar adelantado a su tiempo.
Esto es lo que dice Albert Jeanneret en L’Esprit Nouveau respecto a la textura musical de
Parade, obra de Erik Satie cuya orquestación incluía objetos sonoros inusuales como
máquinas de escribir, bocinas y botellas de leche:
218 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 41. La ciudad centralizada y la ciudad como tejido. Izq: Le Corbusier, Une ville
contemporaine, 1922. Der: Le Corbusier, La Règle des 7 V , 1946. (Œuvre complète, 2013,
vol. 1, pág. 39 y vol. 5, pág. 92).
102
Este propósito responde a la invitación realizada por Antonio Armesto en el escrito “Der herd und dessen
schutz: Gottfried Semper o la arquitectura como ciencia”: “No decimos, de ningún modo, que la arquitectura
moderna o algunos de sus principios deriven solo o de modo directo del pensamiento de Semper, en una
relación de causa y efecto; la correlación, que la hay, es compleja, y pueden consultarse ya numerosos
estudios al respecto. Lo que sugerimos es que puede tener mucho sentido para los arquitectos examinar esa
tradición moderna a través de las obras concretas, acompañadas ahora de la lectura de los escritos de Semper,
porque, para quien tenga una comprensión cabal de la experiencia de la modernidad, las ideas del arquitecto
alemán se harán mucho más accesibles, y más clara la comprensión de aquel ciclo de la arquitectura que
mantiene aún su vigencia” (Armesto, 2014, pág. 62).
221
para él “el estilo es una unidad de principio que anima todas las obras de una época y que
resulta de un espíritu caracterizado”; y hallamos que él mismo denomina al periodo
posterior a la Segunda Revolución Industrial como un periodo de espíritu maquinista (Le
Corbusier, 1923, pág. XIX) y (Le Corbusier, 1926, pág. 21). El espíritu maquinista
consistiría en un gusto apreciable por la economía de medios, la eficiencia y la exactitud;
asuntos que alterarían los sentimientos y el modo de pensar de los artistas franceses del
primer tercio del siglo XX.
Conviene precisar, sin embargo, que el maquinismo en las artes francesas no constituyó
estrictamente un fenómeno técnico y utilitario, como podría sugerir el término, sino que
fue, principalmente, un impulso artístico, alimentado en el ambiente romántico rezagado
de La Belle Époque e inspirado en la necesidad de reevaluar el significado de la expresión
artística en un mundo revolucionado por la industria. La máquina era considerada un
símbolo, “un diapasón del nuevo ser social, signo de la ley superior que determina nuestra
civilización” (L’Esprit Nouveau, 1924, número 19, pág. 6). No se pretendía imitarla en sus
formas exteriores, sino que se buscaba “aprender la lección de la máquina para ofrecer al
corazón los elementos apropiados de la emoción artística” (L’Esprit Nouveau, 1924,
número 19, pág. 6). Allan Colquhoun ratifica este argumento cuando aduce que: “Nuestra
admiración por los edificios que crearon [los arquitectos del Movimiento Moderno] se
debe más a su éxito como representaciones simbólicas que al alcance con el que
resolvieran problemas mecánicos” (Colquhoun A. , 1995, pág. 26); (Traducción propia).
103
Los grandes procesos de renovación artística no acontecen de la noche a la mañana. Arnold Schönberg
tardó un cuarto de siglo en formular el sistema dodecafónico, en 1925, tras alejarse por primera vez de la
influencia wagneriana en “La Noche Transfigurada”, de 1899.
104
Los 5 momentos referidos en el listado serán tratados en un orden distinto al orden cronológico con el
objeto de priorizar la continuidad de las ideas por sobre la secuencialidad histórica.
105
El Plan libre fue el resultado de la adhesión de Le Corbusier al movimiento de los buscadores del Espíritu
Nuevo en las artes.
224 Le Corbusier y Gottfried Semper
Las técnicas son la base misma del lirismo, inauguran un nuevo ciclo de la
arquitectura (Le Corbusier, 2013, pág. 129); (Traducción propia).
106
El concepto ossature standard, traducido al español como esqueleto estándar, mantiene la significación
original del francés, así como el concepto cortina de vidrio conserva el sentido del francés pan de verre y
alude al origen textil del elemento vertical de delimitación espacial. En cambio, las traducciones al español
del concepto brise-soleil, como quiebra-sol, rompe-sol, parte-sol o parasol, pierden la agudeza y riqueza de
significados del original. Por ese motivo se ha optado por emplear los conceptos traducidos al español en los
primeros casos y conservar el original, en francés, para brise-soleil.
107
Desde la posición de la Teoría del estilo, en el Modulor se habrían juntado las aspiraciones de crear una
arquitectura consciente del progreso técnico, sensible al espíritu artístico de su tiempo y consecuente con las
demandas propias de la autonomía disciplinar.
225
sustancias que se toman para convertirlas en hilos o barras y que luego se tejen. La
industrialización permite hacer perfiles largos y resistentes y láminas grandes de vidrio
plano… parece una cuestión cuantitativa la que se asocia al progreso técnico. Sin el tesoro
de las artes técnicas no se sabría qué hacer con el hierro y con el hormigón” (Armesto,
Entrevista, 2022).
Le Corbusier llamó esqueleto estándar al esquema básico del sistema constructivo de las
Maisons Dom-ino, concebido entre 1914 y 1916 (Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre
Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 23). En el esqueleto estándar se conjugan algunos elementos
de los dos sistemas relativos al origen del estilo de una época referidos en el capítulo
anterior; los mismos que denominamos como sistema de coeficientes intrínsecos y sistema
de coeficientes extrínsecos del estilo en la arquitectura. Desde el sistema de los
coeficientes intrínsecos, el esqueleto estándar contempla los elementos básicos de la
delimitación espacial. Desde el sistema de los coeficientes extrínsecos, el esquema refleja
la variable de la configuración de los objetos artísticos de acuerdo a los recursos materiales
y al progreso técnico de la época.
En el esqueleto estándar no se consideran todavía las otras dos partes ineludibles del estilo,
que son, según Semper: la teoría de los motivos originarios y la influencia que ejercen
sobre el arte los agentes externos relativos a la conciencia artística característica de las
distintas sociedades humanas (Semper, 2014, págs. 195-199). Como se verá más adelante,
estos otros coeficientes del estilo sí se incorporaron algunos años después a la búsqueda de
una arquitectura de época maquinista.
El esqueleto estándar del sistema Dom-ino constituyó una pieza fundamental en la fase de
gestación del estilo de época maquinista. Por estándar, Le Corbusier se refería al modelo
básico subyacente a partir del cual se pueden desplegar múltiples resultados, ya sea en el
mundo del arte como en el de la industria (Le Corbusier, 1923, pág. 105). Era un concepto
comparable a aquello que tanto Goethe como Semper denominaban formas básicas u
originarias [die Urformen; die Grundformen] o al principio de protoformas [Ursatz] que
empleaba Schönberg en el campo musical (Goethe, 2007, pág. 17). La aspiración al
226 Le Corbusier y Gottfried Semper
estándar suponía una intención de alcanzar la forma objetiva, colectiva, o sea depurada de
personalidad, sin la cual no es posible el estilo. Gracias al estándar, sostenía Le Corbusier,
el templo griego y las Madonnas bizantinas, góticas o renacentistas, habrían alcanzado la
perfección (Le Corbusier, Vida y obra de Le Corbusier contada por él mismo, 2019).
Ilustración 42. Le Corbusier, esqueleto estándar del sistema Dom-Ino, 1914 (Œuvre
complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 23).
Ilustración 43. G. Semper, dibujo a partir del modelo de una choza de la Isla de Trinidad,
Der Stil, 1863 (Semper, 2014, pág. 82).
227
La descripción que hace Semper del modelo a escala de una choza de la Isla de Trinidad
figura en el apartado de Der Stil, dedicado a la tectónica108. “En ella”, afirma, “aparecen
todos los elementos de la arquitectura antigua, con su carácter más puro y originario: el
hogar como punto focal [Mittelpunkt]; la terraza, una elevación de tierra contenida por
estacas; el techo [Dach] sostenido por columnas, y un recinto de esteras como clausura
espacial [Raumabscluss] o pared” (Semper, 2014, pág. 323).
La choza caribeña es el ejemplar tangible del concepto «cabaña originaria» [Die Urhütte]
que Semper presenta como alternativa frente a los relatos míticos de Vitruvio y del abate
Laugier. A la manera de Goethe, que sostenía que a quienes se debía interpelar acerca del
sabor de las cerezas y las bayas no era a los filósofos, sino a los niños y a los gorriones 109,
Semper resuelve que a quién conviene preguntar cómo era la casa primitiva no es a
Vitruvio o a Laugier, sino a los pueblos que, en el siglo XIX, aún vivían en condiciones
primitivas. Sostiene que lo que haya que decir respecto a la esencia de la arquitectura
habría de venir, ante todo, de las observaciones realizadas a los propios objetos de la
arquitectura. De ese modo llega a la choza caribeña que, más allá de su especificidad, tiene
el valor de representar la forma originaria de la que derivan todas las posibles variaciones
en el arte de delimitar el espacio. Para Semper el elemento ejemplar no es la cabaña, como
108
Antonio Armesto sostiene que Semper debió mostrar la cabaña caribeña con anterioridad en sus
conferencias de Londres de 1853 y 1854 (pág. 21 nota 22 del prólogo a Escritos fundamentales de Gottfried
Semper). Las citas de esas dos conferencias en las que Semper se refiere a la cabaña del Caribe están en la
pág. 36 de dicho prólogo.
109
Goethe J. W., Teoría de la narturaleza, 2007, págs. 311-312.
228 Le Corbusier y Gottfried Semper
objeto sintético, sino los elementos que contiene y las relaciones que establecen aquellos
elementos entre sí (Semper, 2014, pág. 323).
Le Corbusier llegó a una conclusión comparable cuando descubrió que el radical formal
mínimo del sistema Dom-ino era, más que un invento constructivo, un conjunto de
elementos y relaciones lógicas entre elementos, aplicable a múltiples problemas de la
arquitectura. La choza de Semper y el esqueleto estándar de Le Corbusier son
representaciones particulares y concretas de la idea universal de forma arquitectónica
originaria. Los dos modelos son lo suficientemente determinados para expresar la noción
de la totalidad del mundo de la arquitectura y lo suficientemente genéricos para
representarel carácter indescriptible e indeterminable de esa totalidad. En el esqueleto
estándar, como en la choza caribeña de Semper, se expresa el anhelo de descubrir la forma
secreta, la prima materia alquímica, que emparenta entre sí a la totalidad de los objetos del
mundo de la arquitectura.
Los dos grandes sistemas de ideas que dan origen al estilo en la arquitectura se conjugan
parcialmente en el esqueleto estándar. Desprovisto de todos los elementos adicionales
necesarios para su uso como vivienda, el esquema nace como un radical formal mínimo
disponible para la reunión de innumerables combinaciones morfológicas y consideraciones
temáticas. En él confluyen de manera objetiva los elementos básicos de la delimitación
espacial [Urelemente] y el estado de las artes técnicas de la época. No es posible quitar
algo sin que se pierda su lógica constructiva esencial. Tampoco se precisa agregar ningún
otro elemento a efectos de la definición del espacio.
230 Le Corbusier y Gottfried Semper
En Vers une architecture Le Corbusier expresó su propia visión de los elementos básicos
de la delimitación espacial, comparable a la de Semper en Die vier Elemente der Baukunst,
pero reduciéndolos a dos, el muro y el suelo, al que considera “un muro horizontal”:
No hay otros elementos arquitectónicos del interior: la luz, los muros que la
reflejan en una gran lámina y el suelo, que es un muro horizontal. Hacer paredes
iluminadas es establecer los elementos arquitectónicos del interior (Le Corbusier,
1923, pág. 150); (Traducción propia).
Ilustración 46. Le Corbusier, “una lechuza que ha venido a posarse por sí misma, sin que
la hayamos llamado” (Le Poème de l'Angle Droit, 2006, pág. 61).
232 Le Corbusier y Gottfried Semper
Al igual que la choza caribeña de Semper, el esqueleto estándar cumple con las
condiciones elementales de la delimitación espacial y con las leyes de la estática y la
construcción, pero no llega a ser aún verdadera arquitectura. No logra definir un estilo. Si,
como explicó Semper en Der Stil: U = C (x, y, z, t, v, w…); donde U es el estilo de un
periodo, C es el conjunto de reglas, elementos y motivos primordiales de la arquitectura, y
las variables recogidas al interior del paréntesis, representan el conjunto de coeficientes
extrínsecos que intervienen en la formación del estilo; entonces el sistema Dom-ino se
expresaría simplemente como C’(x); donde C’ representa a los elementos básicos de la
delimitación espacial y x es la variable “artes técnicas”. El esqueleto estándar no llega a
ser aún verdadera arquitectura porque no contempla muchos de los coeficientes que
intervienen en la formación del estilo. Falta una parte de las “contingencias de la realidad”,
como las denomina Le Corbusier (Le Corbusier, 1964, pág. 1). Por ello aún no se ha
pasado de “la simple expresión del esqueleto portante a la expresión de las formas
plásticas adecuadas a una cultura” (Le Corbusier, L’Esprit Nouveau, núm. 28, pág. 2333).
Bötticher un siglo atrás (Hübsch, Wiegmann, Rosenthal, Wolff, & Bötticher, 1992, pág.
159). Las intenciones formales de Le Corbusier eran precisas: los planos horizontales y
columnas debían ser puros; no habría vigas, ábacos u otros elementos sobresalientes, tan
sólo los elementos básicos de la delimitación espacial en su forma más esencial. La
solución técnica para llevar a cabo tal propósito no estaba tan desarrollada todavía.
El aporte del Sistema Dom-ino fue prácticamente intrascendente desde el punto de vista
técnico. Le Corbusier no obtuvo la patente a la que aspiraba. La idea en sí no era apta para
una protección legal. Du Bois parecía consciente de que, incluso obteniendo una patente,
habría sido imposible evitar que se infrinja su protección (Brooks H. A., 1997, pág. 389).
Si bien se trataba de la invención de un modelo constructivo concreto, plasmado en forma
de dibujos, cálculos, esquemas y detalles, la agrupación de componentes preexistentes y la
liberación de columnas eran nociones demasiado universales. Desde la razón topológica,
en cambio, el esquema resultó ser una pieza clave en el develamiento del estilo de una
época maquinista.
En la Œuvre complète, ilustra esta hipótesis con diferentes ejemplos del pasado, como las
perforaciones en los muros de una modesta casa antigua, las pequeñas ventanas romanas,
los grandes rosetones y abundantes ventanales de las catedrales góticas o las ventanas
rigurosamente ordenadas del Renacimiento y el Neoclasicismo. En todos, el acuerdo entre
las paredes y las aperturas que hay en ellas responde a las condiciones materiales y
técnicas del lugar, como también al estado de ánimo colectivo de la época (Ilustración 47).
234 Le Corbusier y Gottfried Semper
Pero Le Corbusier tenía un plan más complejo en mente. Un plan conforme a las
extraordinarias innovaciones constructivas basadas en el empleo del hormigón armado y
acorde, sobre todo, a la episteme propia del mundo moderno, como refiere Carlos Martí en
Variaciones de la identidad (1993). Martí sostiene que la arquitectura moderna estuvo
vinculada, no sólo al desarrollo técnico en la construcción, sino principalmente a una
nueva manera de concebir la forma y el espacio, gracias al desarrollo del pensamiento
analítico y abstracto que permite entender los diversos fenómenos del mundo a partir de
sus elementos constitutivos (Martí, 1993, pág. 146). Esta nueva forma de pensar se habría
manifestado tanto en la arquitectura como en otros campos artísticos, científicos y
filosóficos. En la arquitectura moderna, afirma Martí, los diversos subsistemas se conciben
por separado: “La estructura resistente, el esquema distributivo, la organización espacial,
los mecanismos de acceso y registro, la relación con el exterior, etc., pueden concebirse
separadamente y definir, con relativa autonomía, su propia estrategia, para luego
coordinarse y buscar sus áreas de mutuo acuerdo dentro del marco de la opción tipológica”
(Martí, 1993, pág. 146).
Aprovecho esta oportunidad para agradecerle, en nombre de todos los jóvenes aquí
reunidos, por su última contribución a la arquitectura: el brise-soleil, un espléndido
elemento, la clave para infinitas combinaciones. Ahora la arquitectura está lista
para ocupar su lugar en la vida. Usted le ha dado un esqueleto (estructura
independiente), sus organos vitales (los servicios comunales del edificio) ; una piel
fresca y brillante (la cortina de vidrio); la ha levantado sobre sus piernas (los
pilotis). ¡Y ahora le ha obsequiado unos vestidos magníficos adaptables a todos los
climas! Naturalmente se sentirá usted orgulloso de todo esto (Le Corbusier, 2013,
pág. 113); (Traducción propia).
Con la cortina de vidrio se dejó atrás el problema de la “lucha entre los llenos y vacíos de
la fachada”. La cortina de vidrio superó incluso las ventajas de la ventana horizontal
corrida enunciada en los 5 puntos de la arquitectura y empleada en la Maison Cook (1926),
236 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 48. Cortina de vidrio que envuelve a los elementos del sistema Dom-ino
(Elaboración propia a partir del dibujo de Le Corbusier publicado en Œuvre complète / Le
Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 23).
Ilustración 49. Brise-soleil que envuelve a la cortina de vidrio y a los elementos del
sistema Dom-ino (Elaboración propia a partir del dibujo de Le Corbusier publicado en
Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 23).
237
Se alcanzaba así un objetivo que perseguían los arquitectos desde los movimientos
higienistas del siglo XIX y que se manifiesta en la Carta de Atenas (1933) con la consigna
de que “Introducir el sol es el nuevo y más imperioso deber del arquitecto” (C.I.A.M.,
1957, pág. 67). “Pero”, sostiene Le Corbusier, “el solsticio de verano y la ola de calor con
sus temperaturas intolerables hacen del amistoso sol un enemigo implacable; en las horas
cálidas la necesidad de sombra se vuelve imperativa: es necesario obturar las ventanas, es
necesario «diafragmar» la cortina de vidrio” (Le Corbusier, 2013, págs. 103-104, Vol. 4).
Había que vestir el cuerpo desnudo compuesto de bandejas apiladas y cortinas de vidrio,
de acuerdo a las condiciones climáticas particulares de cada lugar. Frente a esta necesidad
surgió el brise-soleil (Ilustración 49).
Ilustración 50. Le Corbusier, Une Ville Contemporaine de trois millions d’habitants, 1922
(Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 37).
Ilustración 52. Le Corbusier, Armée du Salut, Cité de Refuge, París, 1929-33. El edificio
antes y después de la incorporación del brise-soleil (Œuvre complète / Le Corbusier et
Pierre Jeanneret, 2013, vol. 2, pág. 99; Fotografía del estado actual: J. Mantilla, 2018).
Clarté de Ginebra (1930-32) recurrió al voladizo del plano horizontal de los forjados por
fuera del plano de vidrio. Este método fue probado con éxito pocos meses antes en la Villa
en Cártago (1929). Sin embargo, en Ginebra, el voladizo horizontal de 1.5 metros resultó
insuficiente para proteger la extensa fachada vidriada y se instalaron telas enrollables en
los balcones del costado sur, resolviendo así el problema de una manera técnicamente
eficaz, pero visualmente desarreglada (Ilustración 54). El resultado fue una fachada
“indigna”, en la opinión de Le Corbusier, quien no admitía que la composición fuera
accidental y que cada usuario “caricaturizara” a su voluntad el ordenamiento exterior del
edificio (Le Corbusier, 2013, pág. 104). En su criterio no bastaba con cubrir de cualquier
modo la cortina de vidrio. Había que vestirla de manera arreglada, o dejarla desnuda, que
fue lo que hizo posteriormente en el edificio de la calle Porte Molitor (1930-32) y en el
Pabellón Suizo de la Ciudad Universitaria de París (1930-32), donde dispuso la colocación
de las persianas enrollables por el lado interior de la fachada para no afectar el orden
exterior de la composición (Ilustración 55).
110
La comparación se refiere al carácter mono-rítmico de esta fase del brise-soleil así como del tejido en
tafetán. Cuando se habla de los distintos tipos de tejidos planos: el tafetán, la sarga y el satén, no se está
hablando de un tipo de tela en especial. Estas denominaciones no se refieren al material sino a la forma de
ligar o unir los hilos en la elaboración del tejido. Los tejidos planos poseen en su estructura dos series de
hilos, una longitudinal denominada urdimbre y otra trasversal llamada trama. Ambas series de hilos se
entrecruzan en un ángulo recto formando el tejido. Las unidades de urdimbre son llamadas hilos y están
ubicadas longitudinalmente o en forma vertical y las de trama son llamadas pasadas y se disponen
243
horizontalmente. La forma en que estas unidades de enlazan se denomina ligamento. El tejido en tafetán
posee el ligamento regular más simple posible. La trama pasa alternativamente por encima y por debajo de
los hilos de la urdimbre. La forma de ligar los hilos es más compleja en los ligamentos en sarga y satén.
244 Le Corbusier y Gottfried Semper
El arte de reglar las superficies que delimitan el espacio está ilustrado en Vers une
architecture con una imagen del Tabernáculo de Moisés, edificio en el que, de acuerdo a
Le Corbusier, quedaron a la vista los ritmos y las relaciones inventadas por el hombre al
construir (Ilustración 59) (Le Corbusier, 1923, págs. 54-55). También Semper se refiere al
templo primitivo hebreo cuando describe el rico adorno de sus paredes-tapiz que precedió
al arte de los revestimientos y a la decoración de otros templos construidos posteriormente
(Semper, 2014, pág. 162). La fuente de ambos autores debió ser el Libro del Éxodo. El
relato bíblico indica que Moisés siguió instrucciones divinas en cuanto al modo de
construir un lugar donde Dios pudiera vivir entre su pueblo (Éxodo, 25-30; 35-40).
Ilustración 59. Le Corbusier, templo primitivo (Vers une architecture, 1923, pág. 55).
El proyecto para un Rascacielos en la Marina de Argel (1938-42) supuso un avance en el
arreglamiento de la fachada maquinista. Esta se compone de los 3 elementos básicos
presentes en la arquitectura de Le Corbusier hasta ese momento: las losas superpuestas del
esqueleto estándar, la cortina de vidrio y el brise-soleil. La forma y las dimensiones del
brise-soleil fueron determinadas de acuerdo a la orientación de las fachadas y al esquema
espacial del interior. La composición de las fachadas principales responde a los trazados
246 Le Corbusier y Gottfried Semper
Esta nueva manera de componer la fachada no fue el producto de una ocurrencia fortuita.
Le Corbusier suponía actuar en conformidad con la conciencia artística de la época.
249
Conocía que los músicos y pintores europeos se habían adelantado a los arquitectos en la
exploración de nuevos sistemas compositivos que trascendieran las convenciones espacio-
temporales acostumbradas. En un artículo de 1921, su hermano Albert describe la parte
orquestal de La Consagración de la Primavera como una composición en la que “Cada
tema es una entidad sonora definida, dotada de su movimiento y su armonía propia,
Stravinsky experimenta la simultaneidad de escuchar varios de ellos al mismo tiempo.
Cada uno tiene su propia escala, su tonalidad” (Número 4, 1921, pág. 453-454). Albert
explica que para Stravisky el principio de sonoridad es dinámico versus los estáticos
sistemas anteriores. “La armonía se desplaza soportada en el ritmo […] Stravinsky
experimenta con audacia y con un dominio incomparable una de las nuevas concepciones
de la armonía moderna” (Jeanneret, L’Esprit Nouveau, núm. 4, pág. 454, 1921).
El ritmo es, así mismo, el soporte que integra los diversos sonidos de Parade, la célebre
composición de Satie para el ballet del mismo nombre. Estrenada en 1917, Parade fue una
demostración de síntesis de las artes en el espíritu creativo de las vanguardias parisinas. En
su puesta en escena participaron como dramaturgo, coreógrafos y escenógrafos, Jean
Cocteau, Sergei Diaghilev, Léonide Massine, Picasso y Giacomo Balla. Albert explica que
en Parade el ritmo estricto de los compases es el encargado de integrar en un todo
coherente las diversas líneas melódicas y tonales que se desarrollan simultáneamente. La
libertad tonal de cada instrumento se despliega a partir de la segunda sección. “El ritmo
general es el portador de la razón orgánica de la obra. La creación de correspondencias
[rapports] nuevas de sonido e intervalos va en busca de una mayor intensidad en la
experiencia musical. Es una politonía brutal” (Jeanneret, L’Esprit Nouveau, núm. 4, pág.
450, 1921) (Traducción propia). Al igual que Le Corbusier, Albert emplea el término
“rapports” para referirse al acuerdo entre las partes y el todo de una composición 111.
111
El término rapports se refiere a las correspondencias entre las partes y el todo de una composición.
Incluso el ritmo, entendido como soporte de la composición musical, llegó a ser cuestionado años más tarde
cuando Xenakis empleó el Modulor para dinamizar el tempo en Metastasis.
250 Le Corbusier y Gottfried Semper
El método “textúrico” para el arreglo de las superficies y del espacio en la arquitectura es,
además, análogo al de la textura del punto en cruz del arte textil (Ilustración 63). En el
punto en cruz queda inscrita la textura de la superficie del cañamazo sobre el que se
efectúa el bordado. La malla de soporte en el punto en cruz y el tejido de medidas del
Modulor [tissu de mailles] definen los medios formales para arreglar ordenadamente una
superficie (Le Corbusier, 1950, pág. 86). Semper explica en Der Stil que, “Comparado con
el punto liso, el punto en cruz está más atado y desde el comienzo depende de formas
geométricas” (Semper, 2013, pág. 280).
Ilustración 63. Le Corbusier, tejido de medidas del sistema Modulor, 1946 (Le Modulor,
1953, págs. 87-88).
Tras describir “la relación íntima existente” entre la música y la arquitectura Semper
pronosticó, en aquel ensayo de 1856, que en algún momento la arquitectura, atrapada
demasiado tiempo en el cosmos estático de la tectónica, intentaría emular al cosmos
dinámico de la música. (Semper, 2014, pág. 235). Eso fue lo que buscó Le Corbusier al
introducir en la arquitectura un sistema dinámico de organización jerárquica de los
elementos, equivalente al recurso del centro tonal empleado en la música europea desde el
siglo XVI. El Modulor fue el resultado de considerar que la arquitectura no se percibe de
forma estática, en una sola mirada, sino que es, como la música, un acontecimiento que se
desarrolla en el transcurso del tiempo (Le Corbusier, 2019, minuto 18:49). Al respecto, Le
Corbusier refiere, en Le Modulor, la siguiente cita atribuida a Giedion:
mismo modo, en el Modulor, todos los elementos del proyecto están en función de unas
medidas convenidas como centro referencial.
Hasta la introducción del Modulor, los recursos compositivos del brise-soleil también se
reducían al ritmo de las series aritméticas simples de las generatrices y a las proporciones
geométricas elementales de los trazados reguladores que Le Corbusier había recapitulado
dos décadas antes en Vers une architecture. Ninguno de ellos suponía alguna novedad
respecto a los sistemas de composición tradicionales. Con el Modulor se ampliaron las
253
Sin los aportes del Modulor, dos soluciones se ofrecían para el reparto de las
delgadas membranas de concreto. La primera, la más trivial, consiste en una
disposición de las membranas a distancias iguales. La segunda, más sabia, consiste
en crear motivos rítmicos repartiendo las membranas a distancias variables
siguiendo una progresión aritmética.
Estas dos soluciones son estáticas. Se ha admitido, pues, una tercera solución,
denominada provisionalmente: “paneles de vidrio musicales”.
En este caso la dinámica del Modulor queda en libertad total. (Le Corbusier, 1953,
págs. 333-334); (Traducción propia).
Con el empleo del Modulor se lograron conjugar, en un mismo tejido regular, las líneas
acusatrices de orden aritmético y los trazados reguladores de la proporción geométrica.
Aquello no acontecía en las fachadas anteriores al sistema. En la Villa à Garches (1927),
por ejemplo, el acuerdo entre las diagonales de los trazados reguladores y la trama
estructural de 5 y 2,5 m, es parcial. Son muchos los elementos que quedan fuera del
arreglo, como ocurre con la altura de los entrepisos, la modulación de las ventanas o la
altura de la puerta de acceso (Ilustración 65). Lo mismo ocurre en los trazados reguladores
de las casas La Roche-Jeanneret, de 1923 (Ilustración 66). En la fachada de la Villa
Shodan (1951-56), en cambio, todos los elementos son coherentes con la lógica del
sistema “textúrico” gracias a las versátiles propiedades combinatorias del Modulor
(Ilustración 67).
112
El término textura (texturique, en francés) se emplea en la música para referirse al efecto auditivo de la
combinación de la melodía, el ritmo y la armonía en una composición.
256 Le Corbusier y Gottfried Semper
El tratamiento del limite vertical en la obra de Le Corbusier concuerda con esta hipótesis.
El brise-soleil, justificado inicialmente como instrumento de control de la luz solar,
258 Le Corbusier y Gottfried Semper
113
Llamados también vitrages ondulatoires o simplemente ondulatoires.
259
Los paneles de vidrio ondulatorio del edificio del Secretariado de Chandigarh constituyen
un desplazamiento de los elementos y reglas del arte de la tapicería, sin que tenga
importancia el material empleado. Un sólo elemento constructivo de hormigón armado, en
forma de barra, dimensionado de acuerdo a los valores del sistema Modulor (7 x 27 x 366
cm), se repite más de 10.000 veces en las fachadas del edificio (Le Corbusier, 2013, vol. 6,
pág. 78). Son los hilos verticales, cual urdimbre de hormigón, a la que se tejen los hilos
horizontales del mismo material en un variado juego de ritmos y patrones. Le Corbusier
trabajó simultaneamente en el diseño de las fachadas del edificio y en los tapices que
vestirían las paredes interiores. La proximidad formal entre unos y otros resalta a la vista
(Ilustración 69). En ambos casos se recurrió a las reglas “textúricas” del Modulor. Los
tapices exteriores, de hormigón armado, son la transfiguración del motivo textil originario,
presente en los tejidos interiores y que fueran confeccionados con lana de oveja. Ambos
están íntimamente vinculados por el proceso de pseudomorfía114. (Semper, 2014, pág.
159). Le Corbusier llama ondulatoires a los brise-soleils de este edificio, pese a que su
configuración es diferente, relativamente más simple que la de los primeros paneles de
vidrio ondulatorio, concebidos junto a Xenakis, para La Tourette (Le Corbusier, 2013,
págs. 42 y 78, Vol. 6).
114
Antonio Armesto se sirve del término pseudomorfía por hallarlo equivalente al de Stoffwechsel, usado por
Semper, “pero sin su connotación biológica”(Armesto Aira, Der herd und dessen schutz: Gottfried Semper o
la arquitectura como ciencia, 2014, págs. 29 y 30).
260 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 69. Le Corbusier, permanencia del motivo textil originario en los límites
verticales interiores y exteriores del edificio del Secretariado, Chandigarh, 1965 (Œuvre
complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 7, pág. 102).
Tres de las cuatro caras exteriores del convento de La Tourette (1957/60) están delimitadas
por brise-soleils tipo logias y por paneles de vidrio ondulatorio. También los corredores
orientados hacia el claustro quedan cerrados por medio de paneles de vidrio ondulatorio.
Ellos son la vestimenta visible que evoca el espacio cerrado y define el carácter del
edificio. Su materialidad, compuesta de elementos de vidrio, acero y hormigón, no podía
resultar más apropiada para representar el estado de las técnicas constructivas de la época.
La Teoría de los motivos originarios de Semper invita a imaginar a los paneles de vidrio
ondulatorio como pseudomorfos del andamiaje de madera empleado en el proceso de
construcción de una estructura de hormigón armado. En el entramado de montantes y
travesaños en intervalos variables que permanece por un tiempo después de la fundición de
una losa se puede observar una similar configuración de elementos. Una vez librados de la
261
En las visitas de obra, Le Corbusier pudo observar el paisaje interrumpido por el ritmo
irregular de los montantes y travesaños del andamiaje. Debió advertir cómo se dibujaba el
paso entrecortado de la luz proveniente del Sur a través de esas envolturas pasajeras.
Posteriormente, en los paneles de vidrio ondulatorio reprodujo, de manera intencional o
no, los motivos formales descubiertos. Las fotografías de la Capilla de Notre-Dame du
Haut en construcción resultan muy sugerentes en ese sentido (Ilustración 70).
Ilustración 71. Xenakis I., Metástasis, 1954. Representación gráfica de los glissandi de la
sección de cuerdas, compases 309 - 314. Fuente: Baltensperger A., 1996, pág. 125.
115
El proyecto para el Convento de Santa María de la Tourette comenzó en 1953. Las obras iniciaron en
1956 y se inauguró en 1959 (Le Corbusier, 2013, Vol. 7, pág. 32). Metástasis fue escrita entre 1953 y 1954.
263
La catenaria que exhibe el techo hacia el espacio interior de la capilla es una forma de
adorno de énfasis del conflicto de fuerzas actuando sobre el eje vertical. Es la
representación plástica del acuerdo entre una voluntad natural—la gravedad terrestre—y el
obstinado espíritu de la mente humana que crea un artificio para oponerse a sus fuerzas
destructivas. Pese a su rigidez, el hormigón adopta la forma que se esperaría que tenga un
material textil suspendido de la parte alta de los muros. La forma artística expresa
simbólicamente el funcionamiento mecánico de la lógica estructural (Ilustración 72).
264 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 73. Le Corbusier, templo nómada (Une maison un palais, 1928, pág. 25).
judeocristiana en “Los cuatro elementos de la arquitectura” (Semper, 2014, pág. 162). Para
ambos, aquel edificio mítico que habría derivado de la tienda nómada en los orígenes de la
arquitectura, representaría el nacimiento del orden y la monumentalidad.
116
La observación de que el techo de la Capilla de Ronchamp, además de verse como un toldo puede verse
como una roca, proviene de una conversación con el profesor Antonio Armesto cuyos aportes al desarrollo
de esta investigación se reconocen y agradecen enfáticamente.
266 Le Corbusier y Gottfried Semper
una lista de comprobación de las posibles influencias del arquitecto” (Curtis, 2015, pág.
289); (Traducción propia).
Otro modo de pseudomorfía textil llevado a cabo sobre el plano horizontal es el que existe
en los edificios de Le Corbusier con configuración en cruz gamada bajo el principio de
entretejido, a modo de tafetán. La acción de anudar o entrelazar elementos lineales para
obtener superficies resulta en diversas configuraciones, pero asentadas sobre un mismo
esquema (Ilustración 76). Son edificios con un esquema morfológico de entretejido en
tafetán los museos de Ahmedabad y Tokio, el Petit Cabanon, la Capilla de Ronchamp, el
Convento de la Tourette, el Centro de cálculos electrónicos Olivetti (1962) y la propuesta
para el Palacio de Congresos de Estrasburgo (1964). La reiteración por yuxtaposición del
principio de entretejido espacial genera edificios tipo tapiz [mat-buildings] como el
proyecto para el Hospital de Venecia (1965).
Ilustración 76. Le Corbusier, Museo de Arte Occidental, Tokio, 1957-59 (Œuvre complète
/ Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 7, pág. 186).
forma textil supera la escala del objeto arquitectónico para abarcar el territorio. Los hilos
devienen en calles y avenidas de distintas jerarquías ordenadamente arreglados en el
espacio. La similitud estructural que Le Corbusier concibe entre el entramado urbano y el
arte textil se revela cuando compara el plan de la ciudad con la superficie entretejida del
somier de una cama tradicional de la India (Ilustración 77) (Le Corbusier, 2013, págs. 52,
vol. 6).
Ilustración 77. Le Corbusier, la cama de la India. Dibujo que coteja la trama de un somier
al del tejido de vías de Chandigarh, 1956 (Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre
Jeanneret, 2013, vol. 6, pág. 54).
Una obra de arte es una nueva realidad cósmica que el artista añade a la Naturaleza
y que debe tener, como los astros, una atmósfera propia y una fuerza centrípeta y
otra centrífuga (Huidobro, “La création pure”, L’Esprit Nouveau, núm. 7, pág.
776); (Traducción propia).
269
Semper expone sus ideas sobre el origen y sustento de las leyes del arte de la tectónica en
las páginas del “Prolegómenos”. Allí reúne y amplía los preceptos de su teoría empírica de
la arquitectura. Destaca la analogía existente entre las leyes que operan en las creaciones
de la naturaleza y las artes. Aclara que estas leyes toman como modelo la naturaleza, pero
no en sus formas concretas sino en las leyes que dan origen a esas formas (Semper, 2014,
pág. 272). Afirma que, como en la naturaleza, la belleza formal artística está determinada
por la sensación de equilibrio alcanzada entre las distintas fuerzas en conflicto que se
presentan en cada situación. Dicha sensación de equilibrio, sostiene, no proviene
necesariamente del reposo mecánico de la composición sino del sentimiento de tensión y
resolución entre los elementos del sistema. Distingue tres principios o "momentos”,
correspondientes a las tres dimensiones del espacio, que participan en la configuración de
los objetos que reconocemos como bellos: la simetría, la proporción y la dirección
(Semper, 2014, pág. 272). Finalmente considera la existencia de tres clases de adornos
legítimos cuyo fin es enfatizar una cualidad o corregir algún defecto de la forma en
consideración de las leyes del arte de la tectónica. Estas clases de adorno son: el adorno
tipo pendiente, llamado a resaltar la tensión y el equilibrio sobre el eje vertical entre los
elementos erguidos y la fuerza de atracción de la gravedad terrestre; el adorno en anillo,
destinado a enfatizar o corregir las relaciones de proporción entre las distintas partes del
cuerpo y, finalmente, el adorno direccional cuyo fin es acentuar la frontalidad y, en ciertos
casos, la impresión de movimiento de los objetos adornados (Semper, 2013, pág. 97).
Para Semper el adorno pone de manifiesto la armonía de fuerzas elementales que actúan en
conjunto sobre un objeto. Sostiene que el ser humano, cuando adorna, responde consciente
o inconscientemente a ciertas leyes presentes en la naturaleza (Semper, 2014, pág. 234).
Aduce que los griegos lo hicieron de forma consciente y que por eso denominaban cosmos
tanto al orden universal como al ornamento (Semper, 2014, pág. 233).
270 Le Corbusier y Gottfried Semper
También Le Corbusier demostró estar consciente de estos principios de orden visual y los
reconoció en la arquitectura griega del periodo clásico. Así lo manifestó tempranamente
tras su primera visita a la Acrópolis de Atenas. En un párrafo de El viaje a Oriente
describe el Partenón refiriéndose a las mismas tres leyes del adorno que describió
Semper117. En primer lugar, se refiere a la tensión sobre el eje vertical que actúa en las
columnas “que parecen ascender desde el subsuelo” como prolongaciones de los radios de
la esfera terrestre. En segundo lugar, describe la razón armoniosa entre los lados del
edificio al que compara con un “gigantesco prisma de mármol”; y, por último, destaca el
117
El párrafo en mención es el siguiente:
“La impresión física es que una inhalación más profunda dilata tu pecho; que un júbilo te empuja por la roca
desnuda, despojada de su antiguo pavimento, y te transporta, entre el gozo y la admiración, del templo de
Atenea al templo de Erecteion y de allí a los Propileos. Desde debajo de este pórtico se ve el Partenón, en su
bloque dominador, lanzar en la distancia su arquitrabe horizontal y oponer, a este paisaje concertado, su
frente como un escudo [principio de direccionalidad]. Unos frisos aún presentes en lo alto de la cela hacen
correr a ágiles caballeros. Los distingo con mis ojos de miope, pese a lo lejos que están, tan claramente como
si los tocara; hasta tal punto se conforma la medida de su relieve al muro que los ostenta. Las ocho columnas
obedecen a una ley unánime, brotan de la tierra produciendo el efecto de no haber sido depositadas por el
hombre, como lo fueron, hilada tras hilada, sino que parecen ascender desde el subsuelo [principio de tensión
sobre el eje vertical]; y su brusco surgimiento en una envoltura estriada lleva, a una altura que el ojo no
acierta a apreciar; la lisa franja del arquitrabe posada sobre los ábacos: La austera proliferación de metopas y
de triglifos bajo las gotas que rematan el saledizo de la cornisa atrae la mirada, más allá del ángulo izquierdo
del templo, hacia la columna extrema del frontón opuesto, permitiéndole captar en un solo bloque el
gigantesco prisma de mármol tallado hasta la cúspide con la rectitud de una matemática evidente y el
detallismo que aporta el operario a su labor [principio de proporcionalidad]. Pero el frontón occidental, cuyo
cénit marca el centro del espacio, afirma—en consonancia con los montes, el mar y el sol—la rigidez de la
máscara y su orientación inalterable [se repite el principio de direccionalidad]. Creí poder comparar este
mármol al bronce nuevo, deseando que, al margen del color así apuntado, la palabra sugiriese el clamor
resonante de esa magnífica masa erigida con la inexorabilidad de un oráculo. Ante la acuidad inexplicable de
esas ruinas, se ensancha cada vez más la brecha entre el alma que siente y la mente que calibra” (Le
Corbusier, 2005, págs. 193-194).
271
sentido de dirección que posee el monumento, donde la fachada frontal “con la rigidez de
una máscara y su orientación inalterable, parece lanzar en la distancia su arquitrabe
horizontal y oponer, a este paisaje concertado, su frente como un escudo” (Ilustración 78)
(Le Corbusier, 2005, págs. 193-194). Para Semper y Le Corbusier, el Partenón es un
modelo del perfecto equilibrio entre los momentos de la configuración del cuerpo
arquitectónico en el espacio tridimensional sujeto a la fuerza de la gravedad, a la correcta
interrelación entre las partes que lo componen y a la interacción con otras líneas
vectoriales provenientes del paisaje.
Ilustración 78. Klipstein, retrato de Le Corbusier con la mirada orientada hacia el paisaje y
el Partenón al fondo, Atenas, 1911 (J. Petit, Le Corbusier Lui-Méme, 1970, pág. 39).
No es del todo extraño que Le Corbusier tuviera ideas análogas a las de Semper frente a
las leyes del arte y la naturaleza, incluso ante la finalidad de las formas legítimas de
adorno en la arquitectura. Las lecciones de su juventud en La Chaux-de-Fonds siguieron
esa tradición. Los libros de dos seguidores de las teorías de Semper: Owen Jones y Eugène
Grasset, se destacaban en el armario-biblioteca de la École d’Art. L’Eplattenier, quien
poseía una alta concepción del adorno, le había transmitido que:
En una vista general de la Unité d’habitation à Marseille se pueden identificar las tres
clases de adorno de la teoría de Semper: el adorno de tensión y equilibrio sobre el eje
vertical aplicado en los pilares que soportan el edificio y en los remates erguidos sobre la
cubierta; el adorno en anillo empleado en la manera en que el núcleo de circulaciones y las
plantas de servicios comunes dividen el prisma; y el adorno de énfasis de direccionalidad
que distingue a la fachada sur de la fachada norte. De esta manera, las mismas leyes que
configuran a los organismos naturales y al Partenón, dan forma y unidad al edificio
(Ilustración 79).
“El adorno”, dice Semper, “expresa la armonía entre una configuración artística tectónica
y las leyes generales de la naturaleza” (Semper, 2014, pág. 233). Acerca del adorno sobre
el eje vertical, explica que, en la naturaleza, los organismos vegetales se desarrollan según
una fuerza vital ascendente opuesta a la fuerza de atracción de la gravedad terrestre 118. El
118
Semper expuso los principios de su estética práctica en al menos tres artículos hoy en día disponibles en
español: “Sobre las leyes formales en el adorno y el significado de éste como símbolo artístico” (1856); en
un manuscrito traducido como “Teoría de la belleza formal” (1856-59) y en el “Prolegómenos” al primer
tomo de Der Stil (1860). Los principios expuestos en estos escritos estaban enmarcados en el espíritu del
Romanticismo y eran opuestos a las teorías de la estética idealista que Semper halló en las posiciones de
273
Desde una perspectiva animista, Semper y Le Corbusier parecen advertir que el mismo
principio de equilibrio entre fuerzas ascendentes y descendentes enfrentadas se manifiesta
en la forma del árbol, en la columna griega o en la figura de una acarreadora de agua, por
mencionar ciertos ejemplos paradigmáticos. Si todo está en orden, el árbol con sus ramas,
las partes de la columna que soporta el peso del arquitrabe y la figura de la mujer que
carga la vasija sobre su cabeza transmitirán una sensación agradable a la vista como
resultado del efecto emocional de la tensión y el reposo de los cuerpos (Ilustración 80).
Hegel y de Adolf Zeising. La belleza, para Semper, no es la materialización de un ideal absoluto, ni supone
una cualidad intrínseca de la obra de arte, sino un sentimiento producido ante la percepción de un estado de
equilibrio dinámico entre las distintas fuerzas que convergen en ella (Semper, 2014, pág. 272).
274 Le Corbusier y Gottfried Semper
La tensión entre los elementos erguidos y el plano terrestre determina el ángulo recto, ese
“pacto de solidaridad” que Le Corbusier dibujó en repetidas ocasiones. El mismo se
revela, igualmente, cuando compara la fachada de la Torre de la Marina de Argel con la
silueta de una planta y cuando describe la impresión que tuvo al ver por primera vez las
columnas del Partenón surgiendo del suelo (Ilustración 81):
Las ocho columnas obedecen a una ley unánime, brotan de la tierra produciendo el
efecto de no haber sido depositadas por el hombre, como lo fueron, hilada tras
hilada, sino que parecen ascender desde el subsuelo; y su brusco surgimiento en
una envoltura estriada lleva, a una altura que el ojo no acierta a apreciar, la lisa
franja del arquitrabe posada sobre los ábacos (Le Corbusier, 2005, págs. 193-194).
Para Semper, la forma de la columna griega obedece a las mismas leyes naturales que
configuran la materia en los organismos del reino vegetal, pero no es su copia. Él intuye
que la columna clásica encierra en sí la representación artística, autónoma respecto a las
formas del mundo natural, de las dos magnitudes vectoriales enfrentadas que se
neutralizan mutuamente sobre la recta de un radio terrestre. En ese sentido, una columna
dórica sería tan surrealista respecto al árbol como lo es la rueda respecto al andar, según
275
Las observaciones que hace Semper acerca de la ley de la gravedad se alejan del enfoque
meramente físico de la construcción. No pertenecen al ámbito de la mecánica ni al de la
resistencia de materiales, sino al del arte, es decir, al reconocimiento de “lo que el ojo
quiere ver” (Semper, 2013, pág. 649). A Semper le interesa la gravedad terrestre como
factor de la percepción visual, como elemento ineludible en el juego de la empatía estética
[Einfühlung]. En el devenir del concepto romántico de la Einfühlung, su posición se sitúa
entre las ideas precedentes de Schopenhauer y Karl Bötticher, y las proposiciones
posteriores de Robert Vischer, Theodor Lipps y Wilhelm Worringer.
119
Dice Apollinaire en el mencionado texto que “Cuando el hombre quiso imitar el andar creó la rueda, que
no se parece a una pierna. Hizo así surrealismo, sin saberlo (Apollinaire, 1918, pág. 12); (Traducción
propia).
276 Le Corbusier y Gottfried Semper
Semper atribuye a las distintas clases de adorno corporal primitivo el origen del
conocimiento de las formas de adorno artístico legítimo. Las primeras formas de adorno
empleadas por el hombre se habrían dado mediante el enriquecimiento de la constitución
natural por medio de agregados artificiales en diversas partes del cuerpo. Así, las formas
más antiguas de adorno de énfasis sobre el eje vertical estarían en el uso de narigueras y
pendientes de oreja de los pueblos antiguos (Semper, 2013, pág. 94). En el sentido
cosmético de los aretes que cuelgan a ambos lados del cuello para realzar lo que resulta
placentero a la vista, estaría la clave para entender todas las formas de adorno que actúan
como elementos de énfasis sobre el eje vertical. El aporte de este tipo de accesorios
consistiría en enfatizar los caracteres agradables a la vista de la parte del cuerpo que
adornan frente al sentimiento de tensión que ejerce sobre ellos la fuerza de atracción de la
gravedad terrestre.
En correspondencia con este enunciado, el efecto del conflicto de fuerzas sobre el eje
vertical en los fenómenos visibles fue, para Le Corbusier, un importante principio
277
En Grammaire des arts de dessin, de Charles Blanc, Le Corbusier pudo leer, junto al
dibujo de la figura de un hombre erguido como prolongación de un radio terrestre, que “El
cuerpo humano, ofreciendo la oposición en simetría y la diversidad en equilibrio, realiza
este principio de la antigua iniciación: «la harmonía nace de la analogía de los contrarios»”
(Ilustración 82); (Blanc, 1867, pág. 26).
120
Joseph Quetglas dedica un artículo del libro Le Corbusier y la síntesis de las artes: El poema del ángulo
recto a destacar la importancia que tuvo la línea vertical para Le Corbusier (Le Corbusier, Le Poème de
l'Angle Droit, 2006). Quetglas destaca el dibujo de la línea vertical que aparece en el libro Grammaire des
arts du dessin, de Charles Blanc. En este libro, que influyó a Le Corbusier, Blanc ilustra al hombre erguido
como prolongación de un radio terrestre. Blanc y Semper pudieron intercambiar ideas respecto a la
legitimidad de las formas bellas cuando el alemán lo visitó en París, durante el exilio, en 1849 (Semper,
2004, pág. 26).
278 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 82. Charles Blanc, Grammaire des arts du dessin, 1867, pág. 26.
La columna central semi-exenta del proyecto Maison en serie pour artisans, de 1924, posee
un rol arquitectónico que excede su función estructural. Su disposición sobre el eje vertical
a doble altura cumple un papel visual y simbólico. En la perspectiva interior del proyecto,
la diagonal, la columna y el remate circular incompleto dibujado bajo el tumbado producen
la impresión de rotación del espacio, efecto que se acentúa gracias a la manipulación de las
líneas del dibujo, orquestando “un sutil juego de tensiones espaciales” (Ilustración 83)
(Velásquez, 2012, pág. 107).
El mismo elemento, la columna exenta en el centro del espacio a doble o triple altura,
reaparece en diversos proyectos con esquema de crecimiento ilimitado, como la propuesta
para el museo de los Artistas Vivos (1930) y el Museo de Arte Occidental de Tokio
(1956). En la Gran Sala del Siglo XIX del edificio de Tokio, la tensión se acentúa, ya no
con una semicircunferencia bajo el tumbado, como en el dibujo de la Maison en serie pour
artisans, sino gracias a la incorporación de una claraboya piramidal sobre la columna. Al
empatar la terminación de la columna con la parte aparentemente más frágil del plano de
cubierta se encubre su función mecánica. Así, además de cumplir sus prestaciones
estructurales, la columna juega el rol de acentuar el principio de centralidad que ordena al
edificio. Al alejarse simbólicamente de su función utilitaria, la columna es elevada a forma
artística y alcanza una expresión monumental, como axis mundi (Ilustración 84).
279
La chimenea-hogar en los espacios domésticos a doble altura también llega a actuar como
elemento de énfasis sobre el eje vertical. En la obra del arquitecto suizo aparece
280 Le Corbusier y Gottfried Semper
Las formas de adorno como énfasis del conflicto entre vectores ascendentes y
descendentes sobre el eje vertical son especialmente apreciables en L’Unité d’habitation à
Marseille. El orden vertical tripartito del edificio levantado sobre pilotes y coronado por
torres coincide con el orden objetivamente logrado de los utensilios configurados con el
propósito de recibir, soportar y transmitir una carga de manera erguida. Las leyes estéticas
que dieron forma a la Unité serían las mismas que configuraron la materia de los
candelabros, estelas y recipientes canopos que ilustran las páginas de Der Stil respecto a
este principio. Semper denomina urnas a este tipo de recipientes (Semper, 2013, pág. 507).
Ilustración 85. Semper, urna griega con asas, 1863. Fuente: Semper, 2013, pág. 508. Le
Corbusier, pies derechos de la Unité d’habitation à Marseille, 1946-52 (FLC).
El adorno de énfasis del conflicto de fuerzas opuestas encontradas sobre el eje vertical
reaparece en el toit-terrasse del edificio de Marsella. Le Corbusier estudió
minuciosamente los volúmenes y las siluetas de las superestructuras que coronarían la
composición (Sequeira, 2008, pág. 59). La torre principal de elevadores y las torres de
ventilación son más altas de lo técnicamente requerido puesto que cumplen además la
función del adorno vertical. Sobresalen sobre la línea horizontal de la cubierta y acentúan
la dirección ascendente con la que el edificio afronta a la fuerza de gravedad. Sin ellas, e
imperando exclusivamente la horizontalidad del prisma, se tendría una impresión muy
distinta de la masa del edificio.
Algo análogo buscó Mies van der Rohe al introducir los perfiles verticales de bronce,
como elementos de adorno sobrepuestos en la fachada del edificio Seagram (1957), en
Nueva York, para contrarrestar el efecto repetitivo, perceptiblemente pesado, de las líneas
horizontales de los forjados apilados.
283
También Adolf Loos recurrió a otra forma de adorno de resolución del conflicto de fuerzas
sobre el eje vertical cuando dispuso colocar las columnas de la planta baja de la fachada
del edificio en Michaelerplatz (1909-1911). Esas 4 columnas cilíndricas no cumplen una
función estática, no soportan nada, pero satisfacen a la vista. Estructuralmente son
innecesarias, al punto que fueron instaladas al final de la construcción (Gravagnulo, 1988,
pág. 130). Las técnicas permitieron resolver todo el frente mediante una sola viga apoyada
en los extremos. Pero esto a Loos no le satisfizo porque, para él, prescindir de las
columnas era un asunto de la técnica y no del arte. Pudo dejar el vano de entrada con esa
dimensión extraordinaria, pero no lo hizo porque su aspiración era alcanzar el orden, no el
asombro. Supo diferenciar el estímulo emocional de lo bello respecto al asombro
sentimental que ofrecía la técnica.
Ilustración 88. A. Loos. Edificio en Michaelerplatz, Viena, 1909-10. Columnas sin función
estructural, pero como elementos de resolución del conflicto de fuerzas sobre el eje
vertical (Gravagnuolo, 1988, pág. 127).
orientada hacia abajo, sirve para conservar el barco erguido sobre las olas, una vez
invertida hacia arriba pasa a ser parte del concierto de elementos que enfatizan el eje
vertical ascendente en el remate del edificio.
121
Se conoce que Le Corbusier habitó en dos viviendas de este tipo en su juventud (Brooks H. A., 1997, pág.
186).
285
reguladores de fachada, como los empleados en las Maisons La Roche – Jeanneret (1923)
y en la Villa à Garches (1927). Bajo la denominación de trazado regulador y “lugar del
ángulo recto”, este principio fue fundamental, además, en la composición de sus pinturas,
murales y tapices. El sentido ordenador del adorno en anillo explica el modo en que se
componen las fachadas del Palacio de Justicia y del Secretariado en el capitolio de
Chandigarh. En este último, las 5 juntas constructivas actúan como cintos verticales que
dividen al alargado prisma de 280 metros de longitud en 6 superficies iguales de
proporción 4:3. En el Palacio de Justicia es el vacío de la Sala de los Pasos Perdidos el que
cumple la función de regular la proporción entre las dos alas del edificio.
Otro caso especialmente ejemplar de trazados reguladores como forma de adorno en anillo
es el tratamiento de las fachadas en la propuesta para una torre en la Marina de Argel. El
volumen de la torre está rodeado por tres ribetes horizontales y un eje directriz vertical que
proporcionan un orden geométrico a la composición. Este “rascacielos cartesiano”, como
lo llama Le Corbusier, toma en cuenta el rectángulo Φ y lo visibiliza mediante el recurso
del adorno en anillo. La misma estrategia compositiva aparece en el dibujo a mano de la
propuesta, de 1947, para la sede de la ONU que sirvió como base para la torre que se
construyó finalmente en Nueva York.
Ilustración 91. Le Corbusier, propuesta para una torre en la Marina de Argel, 1938-42
(Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 4, pág. 48).
Ilustración 92. Le Corbusier, propuesta para la sede de la ONU en Nueva York, 1947
(Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 5, pág. 37).
287
La alineación eurítmica del brise-soleil que envuelve a las plantas de servicios corresponde
al alineamiento sucesivo de plumas, piedras, dientes, huesos o perlas, perforados y
alineados sobre hilos, en los collares y cintos que, dice Semper, constituyeron los primeros
adornos del género humano. De este modo se cumple el designio de que la ley de la
euritmia aparezca como elemento activo del adorno en anillo (Semper, 2013, pág. 100).
De acuerdo a las leyes del adorno que refiere Semper en sus escritos, un buen diseño
utilitario no representa necesariamente una forma enteramente satisfactoria para los
sentidos. Aquello que es funcionalmente satisfactorio puede no ser percibido como tal.
Resulta entonces conveniente realzar artísticamente su carácter, su constitución formal y
su propósito (Semper, 2013, pág. 99). Los diseños de Peter Behrens para la Compañía
General de Electricidad alemana, AEG (Allgemeine Elektricitäts-Gesellschaft) y el aspecto
aerodinámico—streamline moderne—implementado durante la década de 1930 en toda
suerte de objetos, son muestras de este recurso. Como se sabe, Behrens no alteró
técnicamente las lámparas ni los ventiladores que producía la AEG, sencillamente los
adaptó para satisfacer las expectativas estéticas de los usuarios. Él buscaba crear una
imagen de eficiencia tecnológica y perfección superior a la que tenían por su cuenta los
objetos de ingeniería (Anderson, 2000, pág. 122).
Ilustración 94. Peter Behrens, ventilador AEG, 1908 (Anderson, 2000, pág. 122).
Al igual que Behrens, también Le Corbusier cuestionaba los objetos de pura ingeniería y
funcionalidad tanto como rechazaba los objetos adornados con flores característicos de las
arts décoratifs. La polémica que enfrentó con Karel Teige, en ese tema, le llevó a escribir
En defensa de la arquitectura (1929). Su posición consistió en abogar por el sentimiento
289
El recurso de adorno direccional en forma de objetos escultóricos aparece así mismo en los
envases decorativos dispuestos al frente del Pabellón desmontable para Nestlé (1928), en
las esculturas propuestas frente al Palacio del Centrosoyus (1934) y en los dibujos de la
290 Le Corbusier y Gottfried Semper
d’habitation sugieren el mismo principio, aunque en ese caso sea interrumpido cada tres
niveles a causa de las circulaciones horizontales que dan acceso a las viviendas.
En cuanto a las formas de adorno direccional en la obra de Le Corbusier, cabe resaltar que
el paso del brise-soleil, de ser un elemento esencialmente utilitario, en un comienzo, a
convertirse en un elemento de representación de carácter monumental, coincide con el
inicio del empleo del sistema Modulor. Como instrumento de énfasis de la frontalidad del
edificio, el brise-soleil se arregla cada vez con una mayor riqueza de recursos
292 Le Corbusier y Gottfried Semper
compositivos, a la manera de las formas de adorno del arte textil. Desde 1946, estos
recursos compositivos ya no se reducen a las reglas de los ritmos aritméticos o a los
trazados reguladores, sino que responden a las leyes dinámicas de la “textúrica” del
Modulor (Le Corbusier, 1953, pág. 221). La villa Shodan (1951-53), el Palacio de la
Asociación de Hilanderos (1954) y el Centro Carpenter para las artes visuales (1961/64)
dan cuenta de la complejidad del arreglo del brise-soleil durante esta última fase.
El brise-soleil como adorno direccional, en los dos frentes del Palacio de la Asociación de
Hilanderos, responde al mismo propósito que las estatuas de la propuesta, de 1927, para el
Palacio de las Naciones de Ginebra, y de 1933, para los museos de la ciudad y del estado
en París. En ellos se busca resaltar la doble orientación del edificio, tanto hacia el frente de
acceso, como hacia el río, o el lago, del lado opuesto (Ilustración 99). La situación del
Palacio de la Asociación de Hilanderos, como la del Centro Carpenter permite, además,
que el brise-soleil tenga un sentido utilitario en el control de la luz solar. En el edificio de
293
Ahmedabad las fachadas norte y sur son casi totalmente cerradas. En el edificio de
Cambridge el brise-soleil voltea la esquina y se extiende por la fachada sur, mientras que,
en la fachada norte, libre de cualquier condicionamiento utilitario, se transforma en un
juego de paneles ondulatorios (Ilustración 100).
En la Teoría del estilo se explica que el origen técnico de la pared-tapiz conduce a que el
plano vertical esté reglado por el principio de entrelazado de líneas. Mediante el
entrelazado las entidades lineales se reúnen ordenadamente para formar superficies
armónicas con el objeto de que resulten agradables a la vista. Para Semper, el
arreglamiento de la superficie de una pared responde necesariamente al arquetipo
primitivo de la trabazón entre la trama y la urdimbre. Por tal razón, el motivo del tejido
tiende a permanecer como elemento visible en el arreglo, o la decoración de las paredes a
122
Respecto al motivo textil en el ordenamiento y la decoración de paredes, Semper escribió que “el
sentimiento experimenta una satisfacción cuando en una obra, por muy alejada que esté de su arquetipo, el
motivo original la recorre como tono básico de su composición” (Semper, 2014, pág. 195).
295
lo largo de la historia (Semper, 2014, pág. 159). Según esta teoría, los elementos y formas
básicas del mundo de la arquitectura estarían siempre atados a la lógica de su origen,
siendo el arquetipo de la pared-tapiz el de mayor importancia en el conjunto de la historia
del arte. En la superficie de la pared queda la huella, con significación arquitectónica, del
entretejido de líneas como principio originador de la forma bidimensional.
Sin retroceder tanto en la investigación de los orígenes del tratamiento de las superficies
verticales, Le Corbusier descubrió, como Semper, que los volúmenes, los planos y las
líneas de una composición deben acusar un mismo orden interno 123. En Vers une
architecture, Le Corbusier refiere que los ejes directrices y generatrices son los
“constituyentes geométricos de las superficies” (Le Corbusier, 1923, pág. 25). De acuerdo
a sus preceptos, una pared debería estar reglada en una trama de ejes directrices y una
urdimbre de ejes generatrices que adviertan su constitución interna, del mismo modo en
que la superficie de un tapiz o de una estera resulta del ordenamiento de los hilos que la
componen.
123
Si bien Le Corbusier desconocía la Teoría de los motivos originales de Semper, pudo acercarse a ellas a
través de los escritos de Charles Blanc y Owen Jones, dos personajes próximos al arquitecto alemán. En
Grammaire des arts du dessin (1880), Charles Blanc se refiere a las investigaciones de Owen Jones que
parten de la teoría de la transmutación del ornamento árabe de la Alhambra, desde las paredes textiles de los
nómadas hacia los elementos sólidos de las construcciones permanentes. “Parece”, dice Owen Jones, “que
los árabes trasladaron a sus viviendas fijas en otra forma, los materiales y telas de la India con los que
adornaban sus primeras viviendas. Cambiaron los mástiles de sus carpas por columnas de mármol y sus
tejidos por yesos dorados” (Grammaire des arts du dessin, pág. 283).
296 Le Corbusier y Gottfried Semper
Años más tarde, en las páginas 130 y 131 del volumen 8 de la Œuvre complète, Le
Corbusier compara el proyecto para un tapiz del Palacio de Justicia de Chandigarh con la
planta de habitaciones del proyecto del Hospital de Venecia (Ilustración 102).
En la Œuvre complète, Le Corbusier aduce que el plan de la Villa Shodan “recuerda los
recursos de la Villa Savoye de 1929-30 en Poissy, pero ambientada al estilo tropical, indio
y acorde al calendario Le Corbusier posterior a 1950” (Le Corbusier, 2013, vol. 6, pág.
134); (Traducción propia). La comparación sugiere que ambas apelaban a los mismos
recursos formales, entre la abstracción volumétrica y la plasticidad. Las proporciones de la
Villa Shodan son, sin embargo, más próximas a las del cubo, frente al relativamente poco
desarrollo vertical que presenta la Villa Savoye. En ese aspecto, la vivienda de
Ahmedabad es la obra de Le Corbusier que más se aproxima a las proporciones de algunas
villas palladianas y la que mejor satisface aquello que Semper denominó “la síntesis del
propósito unitario” (Semper, 2013, pág. 105).
297
Sobre el eje horizontal se generan por lo tanto dos frentes diferenciados. La fachada de
ingreso, mayormente cerrada, contrasta con la permeabilidad y el énfasis en la dirección de
la fachada orientada hacia el jardín que remata en el brise-soleil. Sobre el eje vertical se
distinguen claramente los elementos soportados respecto a los elementos verticales de
soporte. En su ascenso, las columnas aparecen y desaparecen hasta tocar la superficie del
parasol. La dirección ascendente de su esfuerzo contrarresta el sentido opuesto de la carga
de las masas de los prismas de hormigón que actúan como pesadas masas atraídas por la
Tierra. La interacción entre las fuerzas opuestas y equilibradas sobre el eje horizontal y las
298 Le Corbusier y Gottfried Semper
El nuevo espíritu que anima con tanta fuerza a nuestra época necesita nuevas
formas y emociones de una cierta naturaleza. Y si la pintura moderna existe es
299
La revista L’Esprit Nouveau, publicada entre 1920 y 1925, fue uno de los principales
órganos difusores de los logros e ideales de la corriente artística renovadora surgida en
París después de la Gran Guerra. Sus artículos, sin embargo, dan cuenta del atraso que
llevaba la arquitectura, frente a otras formas de arte, en su capacidad de reflejar el espíritu
artístico de la época. En el mismo número de la revista en el que Albert Jeanneret describe
las sofisticadas composiciones musicales de Erik Satie e Igor Stravinsky, su hermano (Le
Corbusier), se limita a recordar a los “señores arquitectos” las reglas básicas de la
disciplina124. Los diversos artículos de los hermanos Jeanneret, publicados en los 28
números que se llegaron a publicar, muestran, por un lado, el auge que experimentaron las
artes escénicas, plásticas y musicales europeas en las primeras décadas del siglo XX y, por
otro, el estancamiento generalizado de la cultura arquitectónica durante el mismo periodo.
La situación se resume en la siguiente frase que aparece en las primeras páginas del primer
número de la revista: “y finalmente emerge el estilo de la época, mientras que la
arquitectura sufre una época de eclipse total” (L’Esprit Nouveau, núm. 1, pág. s/n, 1920).
124
En el número 4 de L’Esprit Nouveau, los artículos de Albert Jeanneret, “Parade” (págs. 449-452) y “Le
sacre du printemps” (págs. 453-456), preceden al artículo “Trois rappels à MM. Les Architectes”, (págs.
457-470), firmado por Le Corbusier y Saugnier.
300 Le Corbusier y Gottfried Semper
Por otro lado, un estudio, de 2014, que aproxima a Satie y Le Corbusier, “Musique en fer
forgé: Erik satie, Le Corbusier and the problem of Aural Architecture”, de James Graham,
pretende demostrar la hipótesis de una rivalidad entre ellos. La tesis de Graham resulta
inverosímil puesto que las pruebas indican lo contrario. En la opinión de Le Corbusier,
Satie era tan importante para la historia de la música como Bach y Beethoven (Le
Corbusier, 2013, pág. 709). Más aún, en Précisions, afirma:
302 Le Corbusier y Gottfried Semper
Durante veintidós años he oído música profunda, entre la gente, bajo todos los
cielos del mundo. Yo declaro: amo a Bach, Beethoven, Mozart, Satie, Debussy,
Stravinsky. Es la música clásica aquella que se hace en la cabeza de un hombre que
todo lo ha experimentado todo, lo ha medido todo, y que ha elegido y creado. La
arquitectura y la música son las manifestaciones instintivas de la dignidad humana.
En ellas el hombre afirma: “Existo, soy un matemático, un geómetra y un religioso.
Es decir que creo en cierto ideal gigantesco que me domina y que aspiro
alcanzar…” Arquitectura y música son hermanas muy íntimas: materia y
espiritualidad; la arquitectura está en la música, la música en la arquitectura. En
ambas un corazón que tiende a sublimarse (Le Corbusier, 1930, pág. 12);
(Traducción propia).
Los autores de Parade juntaron música, artes plásticas y danza en una nueva forma de
síntesis de las artes. Fue una versión enteramente renovada y “a la francesa” de la
Gesamtkunstwerk wagneriana. El poeta Apollinaire lo consideró el punto de partida de una
serie de cambios profundos en las artes y costumbres al ritmo del progreso científico e
industrial:
303
Las definiciones de Parade florecen en todas partes, como los arbustos de lilas de
esta primavera tardía ...
No hay nada de paradójico en esto. Los Antiguos, en cuyas vidas la música jugó un
papel tan importante, desconocían la armonía, que constituye la base misma de la
música moderna.
Los miembros de L’Esprit Nouveau reconocían en Satie a uno de los primeros buscadores
del espíritu nuevo en Francia. Satie representaba, para sus seguidores, el renacimiento de
un verdadero espíritu clásico en las artes, un espíritu de claridad y orden en oposición al
arte “brumoso” heredado del siglo anterior. Sus composiciones simbolizaban la aspiración
del pueblo francés hacia lo puro y definido. Satie decía alimentarse únicamente de
alimentos blancos, vestir exclusivamente prendas blancas e incluía en sus partituras la
indicación de interpretarlas de un modo “blanco”, “más blanco” y “aún más blanco de ser
posible” (Satie, 1996, pág. 52 y 54). Por eso Cocteau afirmaba profesar, junto a él, la
304 Le Corbusier y Gottfried Semper
mayor osadía de su tiempo: ser simples (Jean Cocteau, Le Coq et l’arlequin, 1918) y
dictaba una charla titulada “Acerca del orden considerado como anarquía” (“Lettre aux
étudiants”, en L’Esprit Nouveau, 1923, núm. 18, pág. s/n). La obra, clara y desprovista de
ornamento de la fase purista de Le Corbusier se hallaba enmarcada en aquel espíritu.
Las menciones a Satie fueron escasas en los escritos de Le Corbusier, pero, cuando lo
nombró fue junto a otros músicos a los que situaba entre los más grandes compositores de
la historia. Hemos señalado que, en Précisions, compara la obra de Satie con la de Bach,
Beethoven, Mozart, Debussy y Stravinsky. Dos décadas más tarde, en Le Modulor, hace la
misma comparación (Le Corbusier, 1950, pág. 16). También lo recuerda por sus
“Musiques de ameublement”, tan reveladores del tipo de entretenimientos que busca la
población “para evitar encontrarse a solas consigo misma” (Le Corbusier, 1925, pág. 30).
Entre los dos hermanos Jeanneret era a Albert, por ser músico, a quien le correspondía
escribir sobre el compositor. En el número 4 de L’Esprit Nouveau, en un extenso artículo
dedicado a la música de Parade, destaca “su arquitectura lúcida, franca y legible”
(“Parade”, en L’Esprit Nouveau, 1921, núm. 4, pág. 449); (Traducción propia). La
considera incluso superior a la obra de Stravinsky. En otro escrito sobre Satie, A. Jeanneret
afirma: “Nuestras fachadas carecen de calma, sobrecargadas como están de elementos
decorativos: Satie crea una superficie lisa con su música y ésta nos habla a través de la
máscara antigua. El eje de su arquitectura es recto, regular, imperturbable. Escuchar esta
música da la sensación de un camino ancho y bien abierto: el ojo prevé la meta del viaje y,
tranquila, el alma se deja adormecer al ritmo de la marcha” (“Socrate”, en L’Esprit
Nouveau, 1921, núm. 9, pág. 991); (Traducción propia).
Jean Cocteau consideraba que la partitura musical de Parade era “de principio a fin, una
obra maestra de arquitectura” (Henri Collet, “Erik Satie”, L’Esprit Nouveau, 1920, núm. 2,
pág. 156); (Traducción propia). La obra comienza con una parodia a los preludios de
Wagner. Con esta introducción Satie hacía referencia al distanciamiento de la música
francesa respecto al sentimentalismo wagneriano e impresionista. El Choral romántico
introductorio es seguido por el Prélude du rideau rouge, una fuga afirmada en el
contrapunto politonal, concebida con la audacia de la tonalidad libre, pero desde la
gravedad de la música culta. Este movimiento es un guiño al paso del compositor por la
Schola Cantorum, entre 1902 y 1907, para estudiar el contrapunto clásico. La arquitectura
sonora del contrapunto, a la manera de Bach, contrasta con los sonidos difusos,
sentimentales, e imprecisos de la música del periodo Romántico (Urtubey, 2007, pág.
288). En el mismo sentido, Le Corbusier dirá, ocho años después, aquello de que
“preferimos a Bach antes que a Wagner y al espíritu del Panteón antes que a la catedral”
(Le Corbusier, Urbanisme, 1925, pág. 37) 126. Hasta ese momento de la obra el escenario
125
En los extractos de su Cahiers d’un Mammifère, publicados en el número 7 de L’Esprit Nouveau, en abril
de 1921, Satie ironiza contra la guerra y el nacionalismo. Declara: “Aquel que no ama a Wagner no ama a
Francia… ¿No sabías que Wagner era francés?—de Leipzig… Pero claro… ¿Ya lo olvidaste?... ¿Tan
pronto?... ¿Tu... un patriota?” (“Cahiers d’un Mammifère”, en L’Esprit Nouveau, núm. 7, pág. 833, 1921).
La disparatada pero divertida tesis de Satie acerca del origen francés de Richard Wagner no carecía de
argumentos puesto que el compositor nació en Leipzig, en 1813, precisamente el año en que Napoleón ocupó
la ciudad durante la llamada Batalla de las Naciones.
126
La vinculación de Le Corbusier al movimiento de L’Esprit Nouveau coincidió con su alejamiento de
Ritter, quien, en 1925, aún admiraba y dedicaba sus estudios a Wagner y a la música alemana. Esto se puede
306 Le Corbusier y Gottfried Semper
permanecía oculto detrás de la Cortina roja de Picasso, una tela conservadora que
mostraba una escena basada en la tradicional perspectiva cónica. El efecto de convergencia
de las líneas del piso hacia un punto de fuga en el horizonte resaltaba el carácter “a la
italiana” de la cortina.
Ilustración 105. Picasso, Les Demoiselles d'Avignon, 1907 (MoMa, Nueva York).
Satie no componía para la gran sala de la ópera. Recurría al sonido claro e íntimo del piano
antes que al conjunto orquestal. Su sonido se había adaptado al ambiente del cabaret, del
café-concert y del music hall. La proximidad al público y la absorción y reflexión desigual
de las ondas sonoras en esos espacios relativamente reducidos le permitieron crear un
sonido con formas claras, ritmos marcados y detalles definidos que en escenarios más
grandes se habrían perdido. Al respecto, A. Jenneret sostiene, en otro artículo de L’Esprit
Nouveau, que desde la claridad de sus melodías “Satie nos ofreció el presentimiento del
mañana”, y se refiere a las formas precisas, iterativas y recortadas de sus composiciones en
los mismos términos que empleaba su hermano al hablar de las formas primarias en la
arquitectura: “Hoy para la música, como para las artes plásticas, la lección del cubo, del
cono, del cilindro quieren decir: construcción, volumen, masas, exploraciones, definición,
elección de elementos, estética intrasonora” (“Sur la musique moderne”, L’Esprit
Nouveau, núm. 23, pág. s/n); (Traducción propia).
Ambos, A. Jeanneret y Le Corbusier, conocían sin duda la célebre máxima que Cézanne
escribió a Émile Bernard referente a la necesidad de tratar la Naturaleza a través del
cilindro, la esfera y el cono. Ozenfant y Le Corbusier lo citan en el primer número de
L’Esprit Nouveau: “Todo es esferas y cilindros” (“Sur la plastique”, L’Esprit Nouveau,
1920, núm. 1, pág. 43).
En Parade, los bailarines dirigidos por Massine, se movían de acuerdo a los rituales de la
vida moderna y de las artes escénicas populares. Sus gestos hacían referencia a la acción
de conducir un automóvil, pulsar las teclas de una máquina de escribir o viajar en un
transatlántico, aquellos espejos de la época que Le Corbusier desearía, pocos años después,
que los arquitectos tuvieran ojos para ver (Le Corbusier, 1923, págs. 69-117). El escenario
y el vestuario concebidos por Picasso destruían las leyes de la perspectiva. Las líneas
fundamentales y evidentes de los objetos ya no convergían en el horizonte, como en la
Cortina Roja. Sus formas sugerían anticipadamente la definición lecorbusieriana del
espacio indecible, “coronamiento de la emoción plástica, evasión ilimitada de la cuarta
dimensión” (Le Corbusier, 1946, pág. 17).
308 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 106. Pablo Picasso, vestuario de los pregoneros para el ballet Parade, 1918.
Ilustración 107. Jaques Lipchitz, esculturas, 1919 (L’Esprit Nouveau, 1920, núm. 2, pág.
169-182).
309
Las esculturas de Lipchitz (L’Esprit Nouveau, 1919, núm. 2, págs. 169-182); los
personajes de Léger para el ballet La création du monde (L’Esprit Nouveau, 1923, núm.
18, págs. s/n); la obra de Willy Beaumeister en Alemania (L’Esprit Nouveau, 1923, núm.
18, pág. s/n),); las telas de Ozenfant y Le Corbusier (L’Esprit Nouveau, 1921, núm. 7,
págs. 807 a 832) y la obra arquitectónica de este último, también estuvieron en deuda con
los personajes de Parade, como con todo el conjunto de formas y arreglos compositivos
que dominaron la estética del periodo maquinista. Su influencia se percibió al otro lado del
Atlántico, todavía en la década de 1960, en la obra arquitectónica de The Whites: John
Hejduk (1929-2000), Peter Eisenman (1932), Michael Graves (1934-2015), Richard Meier
(1934) y Charles Gwathmey (1938-2009).
Satie exploró los límites entre los mecanismos musicales y espaciales. Sus creaciones
sonoras aluden reiteradamente a la forma visible, motivo que llevó a Man Ray a afirmar
que era el único músico que tenía ojos. Le interesó la arquitectura gótica. Se conoce que
310 Le Corbusier y Gottfried Semper
Además de músico, Satie era un hábil dibujante. Supo representar visualmente, en sus
ilustraciones, los mismos motivos que le inquietaban en el campo sonoro (Ilustración 109).
Publicaba con regularidad, en la sección de anuncios clasificados de la prensa, sus propios
bosquejos de casonas de hierro, trenes, veleros, aviones y castillos feudales fantásticos
(Satie, 1996, págs. 167-180). En “Dibujo de un castillo inexistente”, con fecha
desconocida, ofrece un edificio, en forma de zigurat, similar a la configuración del Museo
Mundial del Mundaneum, que Le Corbusier proyectó, por encargo de Paul Otlet, en 1929.
311
Ilustración 109. Erik Satie, Hotel de La Suzonnièrs, ca. 1893 (Satie, 1996, pág. 178).
Ilustración 110. Izquierda: Satie, Dibujo de un castillo inexistente, s/f (Satie, 1996, pág.
177); derecha: Le Corbusier, propuesta para el Museo Mundial del Mundaneum, Ginebra,
1929 (Œuvre complète / Le Corbusier et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 193).
312 Le Corbusier y Gottfried Semper
127
Es frecuente encontrar la traducción del francés Musique d’ameublement, al español, como Música de
mobiliario. Pero, en francés, el término ameublement se refiere al revestimiento de las superficies, a la
tapicería, mas no a los muebles. Las traducciones Música de amueblamiento o incluso Música de
revestimiento son más acertadas.
313
Ilustración 111. Erik Satie, instrucciones para Música de revestimiento (Satie, 1996, pág.
213).
Desde la tonalidad libre y múltiple, Satie busca el alejamiento definitivo del principio de
organización central, estático, limitado y jerárquico del sistema convencional
predominante en la música europea desde el siglo XVI. Sus creaciones se orientan a la
conjunción de elementos dinámicos, abiertos, entrelazados, sin un centro tonal absoluto.
Eso faculta a cada línea musical a distanciarse de las demás y desarrollar sus propias
estrategias, por separado, al tiempo que suenan otras voces, incluso otros ritmos y sistemas
melódicos. Cabe decir que en el proyecto Música de revestimiento Satie explora el
equivalente musical al plan libre que introdujo Le Corbusier en la arquitectura por esa
misma época128.
128
La evolución de los modelos urbanos teóricos de le Corbusier es análoga al proceso de superación del
sistema del centro tonal hacia la tonalidad libre en la historia de la música contemporánea. Desde una
concepción centralizada de la ciudad, en la Ville Contemporaine pour trois millions d’habitants, de 1922, se
pasa a la concepción de la ciudad como un sistema entretejido de irrigación del territorio, en la Regla de las
7V, de 1946. Xavier Monteys estudia este fenómeno en el libro La gran máquina. La ciudad en Le
Corbusier (Ediciones del Serbal, Barcelona, 1996).
315
Ilustración 112. Le Corbusier, Villa Stein, Garchés, 1927 (Œuvre complète / Le Corbusier
et Pierre Jeanneret, 2013, vol. 1, pág. 142).
Cada vez que una época no alcanza el desarrollo de un sistema, falla la producción
del momento arquitectónico.
316 Le Corbusier y Gottfried Semper
Las estructuras musicales politonales como las que emplearon Stravinsky y Satie
introducen una dimensión inédita de movimiento al cosmos musical mediante la
superposición de múltiples voces o líneas de tiempo129. Musicalmente, varias líneas de
tiempo pueden transcurrir a la vez. En la experiencia de la “repetición simultánea”, el
tiempo deja de ser una instancia unidimensional, un valor absoluto, como se lo percibe en
la naturaleza, y se abre en varios ejes horizontales combinados. El cambio inesperado de
tonalidad produce un efecto describible como de aceleración o desaceleración, o una
sensación de desplazamiento. Se ha llegado incluso a especular sobre la introducción de la
noción de espacio en ese tipo de formas musicales 130. Entre las líneas de tiempo
concurrentes surge lo que se puede definir como un plano musical bidimensional, una
concepción del tiempo al cuadrado (t2) o un cosmos doblemente dinámico, para emplear
los términos de Semper (Semper, 2014, pág. 235).
Le Corbusier trabajó el tema de la tectónica con el mismo espíritu innovador con el que
trataron Stravinsky y Satie a la tónica musical. Imaginó la arquitectura desde una nueva
concepción espacio-temporal. Así, en las primeras décadas del siglo XX, la arquitectura
pasó a ocupar el lugar que acababa de dejar atrás la música, en su escapada hacia la
129
La consagración de la primavera (1913) de Igor Stravinsky marcó, para la música culta europea, el
alejamiento definitivo del principio de organización central, estático, limitado y jerárquico del sistema tonal
tradicional. La composición para el ballet del mismo nombre se orienta a la conjunción de elementos
dinámicos, abiertos, entrelazados, sin un centro tonal absoluto. La tonalidad es libre, múltiple, y eso permite
a cada línea musical alejarse de las demás y desarrollar sus propias estrategias, por separado, al tiempo que
suenan otras voces, incluso otros ritmos y sistemas melódicos. Como señala Albert Jeanneret, en el
anteriormente mencionado número 4 de L’Esprit Nouveau, en La consagración de la primavera “Cada
componente de la obra orquestal es una entidad sonora definida, dotada de su movimiento y armonía propias,
Stravinsky experimenta la simultaneidad auditiva múltiple dentro de su propia gama y su tonalidad”
(Jeanneret A. , 1921, págs. Núm 4, 453).
130
Ver el artículo “De la Recherche de Nouvelles Conventions de Typographie Musicale” en L’Esprit
Nouveau, número 4, págs. 419-422.
318 Le Corbusier y Gottfried Semper
Los dos protagonistas del presente estudio afirmaban que la música y la arquitectura están
íntimamente asociadas. En Teoría de la belleza formal, Semper sostiene que “La
percepción acústica, a la que la música da forma, se rige por leyes de carácter análogo a las
319
de la tectónica” (Semper, 2014, pág. 234). Más adelante subraya que “El ideal de la
tectónica es el cosmos estático; el de la música, el cosmos dinámico” y anticipa que en el
futuro habría de enfrentar el esfuerzo de rastrear los puntos de contacto entre ellas para
“tratar el tema de la tectónica desde una perspectiva estático-dinámica” (Semper, 2014,
pág. 235).
La Villa Adriana, la Acrópolis de Atenas, la Casa del Poeta Trágico y el Foro de Pompeya,
fueron algunos de los referentes históricos desde los que imaginó la viabilidad de un nuevo
modo de concebir el espacio en la arquitectura; uno que conllevara, paralelamente, las
ideas de orden y dinamismo (L’Esprit Nouveau, número 15, 1922, págs. 1771-1778).
Acerca de la Casa del Poeta Trágico afirma que, en ella, “Todo tiene su eje, pero sería
difícil pasar una línea recta”. Añade que al recorrer sus espacios “se constata que todo está
en orden. Pero la sensación es rica. Se observan entonces las deformaciones hábiles del eje
que dan intensidad a los volúmenes” (L’Esprit Nouveau, núm. 15, 1922, págs. 1774-1775);
(Traducción propia).
Ilustración 113. Le Corbusier, Plan libre, 1930 (Précisions sur un état présent de
l’architecture et de l’urbanisme, 1930, pág. 45).
131
El dibujo corresponde al que Le Corbusier realizó en Buenos Aires, en la Segunda Conferencia “Amigos
de las Artes”, el sábado 5 de octubre de 1929. El mismo apareció publicado en Précisions (pág. 45).
3.4.1 Reglas musicales trasladadas a la arquitectura
“Las leyes que regulan la construcción estética están sujetas a cambio, y este
cambio proviene, no del propio interior del sistema estético, sino desde afuera”
(Colquhoun A. , 1995, pág. 68); (Traducción propia).
gama de medidas armónicas sin importar el modo, ni el orden en que son percibidos. No
importa si son vistos de manera frontal, o en escorzo. No interesa si el observador está en
quietud, o en movimiento. No afecta el orden en que se presentan los objetos ante la
mirada. Le Corbusier observará que el Modulor “es apto para unificar la textura de la obra
arquitectónica dándole la firmeza interna, que es la propia salud” (Le Corbusier, 1953,
pág. 210).
Ilustración 114. Representación gráfica de las relaciones e intervalos entre los elementos
de las escalas mayores y menores en el doble círculo de quintas (Elaboración propia).
132
En matemáticas una progresión armónica es una sucesión de números cuyos recíprocos forman una
sucesión aritmética.
324 Le Corbusier y Gottfried Semper
También en el Modulor se contemplan dos series distintas, designadas como series azul y
roja. En la versión definitiva del Modulor los centros de referencia de las sucesiones
armónicas son: la altura de una persona de 6 pies de estatura (182,8378… cm) con la mano
levantada (226 cm), para la serie azul, y la mitad de esa dimensión (113 cm), para la serie
roja. Entre ambas medidas existe una razón considerablemente cercana a la razón aurea:
182,8378…/ 113 = Φ (Ilustración 115).
Después de algunos ensayos, para que su utilidad sea universal, tanto para los usuarios del
sistema métrico como para los del sistema de pies-pulgadas, Le Corbusier escogió, como
base para el desarrollo de la progresión, una dimensión de 113 cm, basada en el sistema
métrico decimal. Esto debido a que para el siguiente término de la sucesión se obtiene:
113·Φ1=182,8378… cm, dimensión que equivale a 6 pies, del sistema de pies-pulgadas,
facilitándose de ese modo la conversión y posibilitándose la aplicación del sistema de
medidas Modulor en los países que emplean ambos sistemas de medidas.
Así, si x es igual a 113 cm, tendremos los siguientes datos primordiales sobre los que se
construye el sistema armónico de medidas:
Φ = 1+√5 / 2
En las expresiones algebraicas: 113·Φn y 226·Φn se reúnen todos los valores infinitos de la
Serie Roja y la Serie Azul. Una parte de estos valores, comprendida entre los 0,6 y los
95.280,7 cm apareció publicada en la página 84 de El Modulor (Ilustración 117).
Ilustración 117. Tabla de valores del sistema Modulor, 1950 (Le Modulor, 1950, pág. 84)
327
Ilustración 119. Tabla de valores del sistema Modulor. A la izquierda, los valores
corregidos y a la derecha los valores que fueron publicados en 1950 (Elaboración propia).
329
133
En el registro de los archivos de la Fundación Le Corbusier de París, no se halló ningún documento
relativo a los juegos de paneles del Modulor. La visita a la biblioteca de la Fundación se realizó en el mes de
Junio de 2018.
330 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 120. Le Corbusier, 6 grupos de paneles publicados en 1950 (Le Modulor, 1950,
págs. 95-101).
valores del sistema, excepto en las composiciones número 42, 46 y 86, en las que el
conjunto de elementos es de 7 valores. Resultan los siguientes 6 valores de la Serie Roja:
A, B, C, D, E y F; y los siguientes 5 valores de la Serie Azul: 2A, 2B, 2C, 2D, 2E. Resulta
además un valor compuesto entre dos valores de la Serie Roja: C+E. No se presentan
valores residuales “R” ajenos al sistema Modulor.
Ilustración 128. (14) Maneras de dividir un segmento halladas en los juegos de paneles
cuadrados publicados en El Modulor, en 1950 (Elaboración propia).
Ilustración 129. Combinaciones de valores Modulor presentes en una de las plantas tipo de
la Unité d’habitation à Marseille (Elaboración propia).
338 Le Corbusier y Gottfried Semper
Todas las combinaciones de valores Modulor presentes en una planta tipo de la Unité
d’habitation à Marseille se hallaban trazadas previamente en los juegos de paneles
publicados en 1946. Son las combinaciones: B+B; C+3D+E; B+C+D; 4D+2E;
C+D+3E+2F; 2C+2E+2F; 2D+4E+2F (Ilustración 129). Las combinaciones entre valores
del sistema emparentan topológicamente a todos los edificios resueltos con el Modulor. La
combinación C+D+3E+2F, por ejemplo, atraviesa el área de aseos en los departamentos
tipo superiores de la Unité y también el sencillo espacio interior del Petit cabanon.
Ilustración 131. Método gráfico para derivar todas las combinaciones para dividir el
segmento L con los valores del conjunto {A, B, C, …, H}; (Elaboración propia). El gráfico
completo se encuentra en el Anexo B.
Con este método se hallaron las 265 posibles combinaciones para la división de un
segmento L con el empleo exclusivo de hasta 8 valores sucesivos del sistema Modulor; los
340 Le Corbusier y Gottfried Semper
valores del conjunto {A, B, C, …, H}. Estas son las raíces de todos los paneles cuadrados
posibles en el ejercicio de juego de paneles iniciado en 1946.
341
Ilustración 133. Combinaciones número 88 a 178 para la división de un segmento (L) con
el empleo de hasta 8 valores sucesivos del sistema Modulor (Elaboración propia).
343
Ilustración 134. Combinaciones número 179 a 265 para la división de un segmento (L) con
el empleo de hasta 8 valores sucesivos del sistema Modulor (Elaboración propia).
344 Le Corbusier y Gottfried Semper
Ilustración 136. A la izquierda el panel que corresponde a la raíz horizontal C31 junto a la
raíz vertical C67. A la derecha una de las posibles permutaciones con los elementos de ese
panel (Elaboración propia).
4 Conclusiones y recomendaciones
Conclusiones
Los personajes y los hechos tratados en este estudio pertenecen a un periodo de la historia
que nos parece cada día más lejano. Hay que considerar que: 1. Los años que nos separan
de Le Corbusier superan en número a los años que lo separaban a él de Semper; 2. Han
transcurrido 100 años desde la publicación de Vers une architecture (1923), 3. La Ville
Savoye (1929) será un edificio centenario dentro de poco, y 4. El Movimiento Moderno es
ya un acontecimiento muy distante en la historia de la arquitectura ¿Qué se puede decir del
Romanticismo alemán tardío, aún más antiguo y más apartado de los valores culturales
predominantes en la actualidad?
Muchas cosas han cambiado para bien. Ante el juicio crítico de hoy resulta inaudito,
incluso incorrecto, que el personaje femenino pase prácticamente desapercibido en las
páginas de este documento 134. Los episodios de esta investigación están vacíos del
elemento femenino, y ese es un asunto a impugar al periodo al que se refiere el estudio. La
mujer, o estuvo ausente, o no obtuvo mayor visibilidad en los cursos de la École d’Art, en
los congresos del Deutscher Werkbund y en los contenidos de la revista L’Esprit
Nouveau135. Si hay algo de lo que puede enorgullecerse nuestro tiempo es de los logros
obtenidos en la lucha de la mujer por la equidad y la justicia.
134
Las principales colaboradoras de esta investigación fueron todas mujeres, en respuesta y en procura de
compensar esta forma de desequilibrio.
135
En el taller de la Rue de Sévres número 35, la mujer tuvo un rol más destacado que el acostumbrado, para
su tiempo. Lo tuvo, no sólo en la persona de Charlotte Perriand (1903-1999), pero también en las de Ingrid
Wallberg (1890-1965) y Léonie Geisendorf (1914-2016).
347
pudieron haber sido “como el día y la noche”, y, sin embargo, “sostuvieron la misma idea
básica de la arquitectura” (Gantner, 1932, pág. 82). La globalización económica,
tecnológica, política y cultural ha trastornado los valores en los que se basaba la Teoría del
estilo. Nuestra noción del rol de la arquitectura en el mundo parece ser muy diferente a la
que se tenía hace 100 años. Vivimos en las antípodas del Romanticismo. El rol de la
industria y la tecnología es cada vez más dominante mientras que los “asuntos del espíritu”
son cada vez más reducidos.
El estudio de los vínculos causales que unen a Le Corbusier con el legado teórico de
Semper arroja, como resultado, que las ideas del teórico alemán llegaron—o al menos
pudieron llegar—hasta el arquitecto suizo por muchas vías. El libro Arte industrial
tardorromano, de Alois Riegl, que Le Corbusier adquirió en Atenas, en septiembre de
1911, parecería ser el vínculo causal más relevante que hubo entre ellos. Pero no son
menos significativos los lazos que los aproximaron a través de Camilo Sitte, los miembros
del Deutscher Werkbund, Auguste Klipstein y William Ritter. Tampoco fueron
desdeñables, en ese aspecto, las vivencias del aprendiz de arquitecto en Austria y
Alemania durante la última fase del Romanticismo alemán tardío. Entre ellas se destaca su
devoción pasajera por los dramas musicales de Richard Wagner, amigo y coideario de
Semper. Quien reconozca en el principio de causalidad un modo genuino de entender los
fenómenos de la cultura, puede estar satisfecho con los descubrimientos realizados.
Pero más allá de los vínculos causales (que de cualquier modo siempre se podrán hallar)
están los vínculos casuales, probablemente inexplicables, pero significativos, que hubo
entre ellos. Sea que se puedan explicar desde el principio de causalidad o no, existen
múltiples coincidencias significativas en el modo en que Semper y Le Corbusier entendían
la arquitectura. Al fin y al cabo, nuestros dos personajes rechazaban las doctrinas
deterministas. La sincronicidad de sus intereses y reflexiones se conjugaron en el modo
comparable en que ambos entendieron el concepto estilo. Los dos afirmaban que la imagen
que presenta la arquitectura está sujeta al espíritu artístico colectivo de cada época y de
cada pueblo.
348 Le Corbusier y Gottfried Semper
Una vez advertidos los vínculos causales y casuales entre Semper y Le Corbusier, no
resultará extraño comprobar que las teorías del primero suministran los mecanismos
teóricos para apreciar con mayor claridad la obra del segundo. Resulta esclarecedor
observar cómo se manifestaron los coeficientes del estilo en la búsqueda de una
arquitectura de época maquinista: La concepción del esqueleto estándar del sistema Dom-
ino, la adhesión de Le Corbusier al movimiento de los buscadores del Espíritu Nuevo en
las artes, la formulación del plan libre, la incorporación de la cortina de vidrio y el brise-
soleil y, finalmente, la propuesta de actualización de las reglas internas de la disciplina,
con el Modulor. Desde la Teoría del estilo, toda esa cadena de acontecimientos parecería
estar entrelazada.
Las ediciones más difundidas en español, de Hacia una arquitectura, son reimpresiones de
la traducción efectuada en 1964 por Josefina Martínez Alinari. La versión de esta
renombrada traductora argentina es muy similar a la original en francés, incluso la
diagramación y el formato se conservan. Uno puede confiar que está leyendo las ideas más
o menos como fueron intencionadas inicialmente por su autor. En cuanto a la famosa frase,
tanto en la versión original, como en la traducción al español de Martínez Alinari, ésta se
presenta de dos maneras ligeramente distintas: la primera y la segunda vez dice “el juego
sabio, correcto y magnífico de los volúmenes dispuestos bajo la luz”; la tercera y cuarta
vez se lee, en cambio, “el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz”,
sin la palabra “dispuestos”136. Es una diferencia muy sutil, un pequeño desvarío en la
136
En el original en francés: “le jeux savant, correct et magnifique des volumes assemblés sous la lumiére”;
y “le jeux savant, correct et magnifique des volumes sous la lumiére”.
350 Le Corbusier y Gottfried Semper
redacción del autor, pero un indicio, además, de que seguramente, para él, la primera parte
de la frase contenía la idea sustancial que deseaba transmitir.
En cuanto a las publicaciones más difundidas de Hacia una arquitectura en inglés, hasta
hace poco estas fueron reimpresiones inalteradas de una traducción de 1931 realizada por
el escritor británico John Rodker 137, cuyos derechos tiene, en la actualidad, Dover
Publications, Inc., y que se publican desde hace más de ocho décadas con el título de
Towards a New Architecture. Sobra decir que Hacia una arquitectura no es lo mismo que
Hacia una nueva arquitectura, y que la diferencia en el encabezamiento altera
irremediablemente el auténtico mensaje del libro. La supuesta necesidad de romper con la
tradición, el origen del concepto “nueva arquitectura” y la distorsión que sufrió el
pensamiento de Le Corbusier en el mundo angloparlante se deben, seguramente en gran
parte, a la mala traducción al inglés del título y del contenido de su influyente libro. Le
Corbusier no menciona nunca, a lo largo de este escrito, la necesidad de una “nueva
arquitectura”, ni su rechazo indistinto a la arquitectura del pasado. En otros escritos él
llama a una “arquitectura de los nuevos tiempos” o a una “arquitectura de los tiempos
modernos”, pero no a una “nueva arquitectura”. Lo que sí hace, molesto por el resultado de
última hora en el concurso del Palacio de las Naciones en Ginebra, es denunciar la
ausencia de arquitectura en la obra de sus “degenerados” coetáneos de la École des Beaux-
Arts. Por supuesto no dice nada en contra de la verdadera tradición arquitectónica heredada
de los pueblos dichosos del pasado más remoto, e incluso destaca, en el mismo libro, la
calidad arquitectónica de varios edificios de la antigüedad: el Partenón de Atenas, la Casa
del Poeta Trágico en Pompeya, los ábsides de Miguel Ángel en San Pedro de Roma, por
mencionar algunos de sus ejemplos arquitectónicos más preciados.
137
John Rodker fue un escritor y poeta británico, al quebrar su empresa, a causa de la Gran Depresión, se
dedicó a traducir literatura francesa, durante un corto periodo de tiempo.
351
Le Corbusier no tenía la intención de crear un nuevo estilo o tan sólo de proponer unos
nuevos principios compositivos, sino que trataba, ante todo, de hallar un método que
sustituyera a las decadentes imposiciones estilísticas académicas. Acerca de la supuesta
ruptura del Movimiento Moderno con la tradición, Carlos Martí escribió sabiamente que:
Le Corbusier escribió los textos que integran Hacia una arquitectura en un momento
crucial de su formación intelectual, al finalizar una etapa importante de su vida, su etapa
de preparación como arquitecto, cuando comienza a llamarse a sí mismo Le Corbusier.
Publica sus escritos diez años después de llegar a vivir en París, de trabajar con Auguste
Perret y de su famoso voyage d'Orient. En esas circunstancias podemos confiar que la
frase con la que define “arquitectura” no fue el producto casual de un momento de
arrebato, debe haber estado muy convencido de lo que estaba escribiendo porque la
continuará mencionando, insistentemente, en otros textos publicados a lo largo de su vida.
Al igual que en la versión original, la frase aparece cuatro veces en la versión inglesa. La
primera y la segunda vez se lee lo siguiente: “... the masterly, correct and magnificent play
of masses brought together in light”138. La tercera vez es traducida como: “... the skilful,
accurate and magnificent play of masses seen in light”, y la cuarta: “...the skilful, accurate
and magnificent play of volumes seen in light”; es decir que evidentemente la traducción
crea un barullo entre masterly, skilful, correct, accurate, masses y volumes, brought
together, o, seen in light.
138
Sin duda, dentro del contexto de la frase, el término wise en inglés resultaría más adecuado para traducir
la idea de savant en francés.
353
Al parecer, tanto al traductor como a los lectores angloparlantes, desde hace ochenta años,
les ha preocupado muy poco la imprecisión del empleo de los términos en la traducción de
esta importante frase; y, sin embargo, esa falta de equivalencia semántica entre el texto de
origen y el texto de la traducción, está desmereciendo a una verdadera y valiosa herencia
cultural, tan antigua como nuestra civilización, basada fundamentalmente en el hombre
como ser intelectual, moral y espiritual.
Cuando Le Corbusier define la arquitectura como “el juego sabio, correcto y magnífico de
los volúmenes dispuestos bajo la luz”, no emplea palabras de manera azarosa o gratuita,
como lo habrán podido creer quienes han leído la versión traducida al inglés, sino que se
refiere a unos valores muy precisos e importantes, unos ideales milenarios; milenarios en
efecto puesto que sus preceptos no son nuevos y revolucionarios, ni se oponen a la
tradición, sino que, al contrario, han pervivido a lo largo del tiempo conformando la
verdadera tradición del pensamiento occidental, desde los primeros indicios de los pueblos
helénicos hasta nuestros días. Los mismos ideales que Le Corbusier considera inherentes a
la arquitectura aparecen en varias de las sentencias primordiales de los grandes
pensadores, manifestados en términos de: verdad, bondad y belleza; mente, cuerpo y
espíritu, cabeza, corazón y alma; en la Trinidad cristiana del Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo; en la tríada pitagórico-platónica del intelecto, la virtud y la emoción; en la tríada
aristotélica del logos, el ethos y el pathos; y en otras múltiples variaciones, pero que
remiten siempre a las mismas propiedades desde un mundo inteligible, un mundo material
y un mundo espiritual. La definición de arquitectura de Le Corbusier parte de una
concepción platónica del Universo y de su correlación con el conocer, el obrar y el sentir
humanos.
construcción del pensamiento en Occidente, desde Plotino, hasta Hegel, desde Pitágoras
hasta San Agustín.
En el Timeo Platón se refiere a “la triada del mundo físico”. La concepción de que todas
las cosas están compuestas de tres elementos, creados y posteriormente mezclados entre sí
por el Demiurgo . Estos tres elementos corresponden a las ideas contemporáneas de la
mente, el cuerpo y el espíritu que podemos considerar que poseemos las personas y, en
distinto grado, las cosas. La verdad, la bondad y la belleza serán los ideales humanos que
surgieron de esa concepción platónica del mundo. También dice Platón en otro diálogo, en
Fedro, que : “Lo divino es belleza, sabiduría, bondad y cosas semejantes; por estas las alas
del alma se nutren, y crecen rápidamente.” Los mismos ideales aparecerán múltiples veces
en la religión, las ciencias y las artes de la cultura occidental.
En el “iconostasio” del Poema del ángulo recto Le Corbusier dibuja, sin ofrecer ninguna
explicación, una espada, una nube y una estrella. La espada, como en los arcanos menores
del tarot, podría ser un símbolo de lo intelectual, de la razón y de la verdad. La nube, como
en el poema Nubes (I) de Borges, sería el símbolo de la existencia material, de la vida, del
cuerpo y de lo efímero:
En fin, quedan muchas cosas por descubrir para quien quiera ir más allá de la ecuación
limitada de: Le Corbusier = funcionalismo.
139
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356 Le Corbusier y Gottfried Semper
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