Libres de La Ignorancia

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LIBRES DE LA IGNORANCIA.

LIBRES DEL PECADO.

LIBRES DE LA CONDENACIÓN

ETERNA.
Aunque el hombre se jacta de poseer la sabiduría, lo cierto es que la única verdad se encuentra en el santo Evangelio. La Biblia declara que la sabiduría está oculta a los ojos
humanos y solamente se encuentra en Dios: “¿De dónde, pues, vendrá la sabiduría? ¿Y dónde está el lugar de la inteligencia? Porque encubierta está a los ojos de todo
viviente, y a toda ave del cielo es oculta… Dios entiende el camino de ella y conoce su lugar”, (Job 28:20-21, 23). Sin la verdad del evangelio el hombre está en tinieblas,
siguiendo una vida que lo destruye poco a poco ya que el deseo del diablo es ocultarlas de los hombre para que estos no crean y se salven: “Pero si nuestro evangelio está aún
encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”, (2 Corintios 4:3-4).

Por eso Jesús les dijo que al conocer la verdad serian libres, porque la verdad del evangelio quita toda creencia errada de la vida eterna, nos advierte del infierno y nos
conduce a la vida eterna por medio de Jesucristo.

II. LIBRES DEL PECADO.


“Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo
aquel que hace pecado, esclavo es del pecado…”

En nuestra condición original los humanos somos esclavos del pecado. Gobernados por nuestros bajos instintos lo único que nos interesa es satisfacer nuestra
naturaleza pecaminosa, somos incapaces de agradar a Dios y buscar lo bueno y así lo declara la Escritura: “¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio, y para que se
justifique el nacido de mujer? He aquí, en sus santos no confía, Y ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos; ¿Cuánto menos el hombre abominable y vil, que bebe la
iniquidad como agua?”, (Job 15:14-16). Como pecadores estamos muertos espiritualmente y alejados de las promesas de Dios, sin embargo Jesús promete otorgarnos la
libertad del pecado: “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,
anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz”, (Colosenses 2:13-14).

III. LIBRES DE LA CONDENACIÓN ETERNA.


“Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”.

En tercer lugar, Jesús hace la diferencia entre el esclavo y el hijo, donde este último es el que hereda todas las cosas. De la misma manera solamente los hijos de Dios
heredaran la vida eterna y para poder ser parte de la familia de Dios es necesario nacer de nuevo: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio
potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”, (Juan 1:12-13). Como hijos
de Dios somos salvos del castigo eterno en el infierno y en este sentido obtenemos la verdadera libertad de nuestra alma.
Filemón fue un hombre cristiano
y amo o propietario de esclavos.
Por las palabras usadas por el
Apóstol Pablo, Filemón era una
fuente de ánimo y exhortación
para otros creyentes, siendo un
ejemplo de fe y amor.

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