Ensayo Martín Fierro-Kohan 5to 2022 CNBA Bogado
Ensayo Martín Fierro-Kohan 5to 2022 CNBA Bogado
Ensayo Martín Fierro-Kohan 5to 2022 CNBA Bogado
por tanto depender de una interpretación, ni siquiera de una interpretación liberal, sino de
una explosión, una diseminación.” (Barthes, 1994:77). Esto nos remite a pensar a “El gaucho
Martín Fierro” no solo como un poema sino también entenderlo como un texto que se
relaciona con otros posteriores a este. Pero esta relación no es, en cierto sentido, determinista,
sino que permite realizar una relectura, no del texto posterior sino del poema. Es así, que con
“El amor” de Martín Kohan podemos determinar una lectura de “El gaucho Martín Fierro” y
no al revés, más allá de las intenciones (si es que las hay) de cada autor al momento de
escribir. Entonces, podemos tomar como hipótesis lo siguiente: si a partir de una obra
(aunque es preferible usar el término de “texto”) del presente se hace o determina una lectura
del pasado, esta relectura que se realiza debe respetar y adecuarse a “la lógica y coherencia
interna del universo de ficción establecido por el autor de la obra” (canónico) para que pueda
hacerse este proceso.
En ambos textos podemos ver que se repite la escena de la lágrima que le cae a Fierro:
Con el borde de la mano se despeja el lagrimón, y toda la tristeza se le va tan pronto como esa
mojadura. No le queda ni rastro en la mejilla o en el alma. El paso por la llanura, resignado en
un principio, va ganando poco a poco en decisión (...) ahora se afirman poco menos que en un
apuro, como si esta huida, que en efecto lo es, se hiciera bajo la acuciante inminencia de una
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partida de perseguidores, cuando lo cierto es que nadie viene a sus espaldas, nadie acecha, nadie
acosa (Kohan, 2011).
Ahora bien, viendo que ambos textos comparten un marco se deben encontrar puntos
de conexión que alimenten esto, siendo estos Cruz y los indios. El texto de Kohan hace
mención del hecho de que Cruz decide traicionar a la partida, cambiarse de bando y pelear al
lado de Fierro:
Lo miró también así, apenas lo distinguió, cuando él era todavía un sargento y comandaba
todavía una partida policial. No toleró no estar del lado de ese hombre, al lado de ese hombre;
no consintió que pudiendo juntarse con él debiese plantársele enfrente. Profirió entonces una
excusa sonora que los demás ni siquiera escucharon. Se pasó con dos trancos seguros de un lado
del mundo hacia el otro (Kohan, 2011).
También nos confirma la llegada de Fierro y Cruz a las tolderías y con los indios, al
igual que esta búsqueda de poder vivir en libertad: “Esas magras tolderías donde casi no hay
cosa alguna que no sea lijosa y marrón, vale ahora por una promesa –una promesa de
libertad: así la sienten (…)” (Kohan, 2011).
Mientras que en “El amor” los indios los reciben de forma pacífica y e incluso
inclusiva, les dan estadía a ambos, les ofrecen comer junto a ellos en un fogón común y se
los muestra civilizados (comportamiento que se contradice con el poema de Hernández):
Al llegar, son bienvenidos. Parece un regreso, y no una llegada: hasta tal punto es cordial la
recepción, aun en la modestia obligada de los menesterosos (…) De pronto irrumpe en la carpa
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la cara de una india vieja (…) Lo que dice no se entiende, pero el gesto que les hace sí (…) Los
indios están comiendo alrededor de las brasas, a esto se debía el llamado de la vieja. Fierro se
arrima, con expresión agradecida, y unos pasos más atrás lo viene acompañando Cruz. Se
acuclillan a la par y les arriman unos platos de barro con algo espeso volcado encima (Kohan,
2011).
Pero, sobre todo, estos no separan a Fierro y Cruz, dejándolos vivir juntos, como
sucede en el poema de Hernández:
“que a los dos años recién / nos hizo el cacique el bien / de dejarnos vivir juntos (II, 406-408).”
Por otra parte, volviendo a Cruz, se nos presenta otro tipo de explicación ante la decisión
de este de cambiarse de bando: en el texto de Kohan se nos muestra a Cruz enamorado de
Fierro y basto con verlo una vez para decidir traicionar a la partida, abandonar su puesto de
sargento y así poder quedarse junto a él; mientras que en “El gaucho Martin Fierro” carecemos
de esta explicación, y da a entender que Cruz ante la valentía de Fierro queda admirado al
igual de que se ve reflejado o identificado en él.
Ahora bien, siguiendo con esta línea, este sentimiento de Cruz respecto de Fierro es
recíproco, pero no puede ser comprobado en “El gaucho Martín Fierro”, lo cual lo convierte
en un punto crucial para la relectura que plantea Kohan: toma a “El gaucho Martín Fierro”
desde un vacío que este no cubre e intenta “rellenarlo”, de la misma forma que Borges hace
con “El fin” y “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”. Kohan plantea que esta libertad que Fierro
y Cruz buscan al abandonar la civilización no es solo política (el gaucho libre de los abusos
por parte del Estado) sino también sexual: se nos muestra una posible relación sexoafectiva
entre Cruz y Fierro, y con “posible” nos referimos a que podría tanto haber o como no haber
pasado. En el poema de Hernández nunca nos dice textualmente o no podemos corroborarlo
si en verdad paso el beso (que sucede antes de llegar a las tolderías, ni bien Cruz y Fierro se
adentran en la llanura y dejan atrás los últimos rastros de civilización) y toda la escena del
encuentro entre sus cuerpos (tal vez esto sí sucede cuando, después de dos años, los indios les
permiten vivir juntos, pero lo que es seguro es que no es posible un contexto de indios-
civilizados que se ve en el escrito de Kohan).
Por otro lado, esta relación sexoafectiva puede darse recién fuera de los límites de la
civilización, tal vez porque el Estado no la permitiría. Pero una vez que Cruz y Fierro dejan
atrás la civilización en su intento de escapar de esta y el Estado, ellos mismos se convierten
en la representación de estos en la barbarie. Ahora bien, al asumir este rol inconscientemente,
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ellos mismos se podrían haber puesto las trabas de las se habían tratado de liberar al irse a
vivir con los indios, ya que ahora son ellos dos los que deben representar aquella masculinidad
resignada instalada en la civilización).
En ambos casos, ya sea posible o no esta relación, una cosa es clara: el proceso de
traspasar los límites de la civilización no solo se hace de manera político-terrenal, sino también
sexualmente a través de los cuerpos, pudiendo así llegar a esa libertad que Cruz y Fierro
buscan.
Es así que Kohan, mediante una operación socio-literaria, busca realizar una lectura de
la sociedad actual a través de el poema de Hernández: toma a la comunidad LGBTQ+ y la
coloca en la figura del gaucho (desligándolo del arquetipo del macho argentino), ya que a
través del gaucho puede expresar las penas de un conjunto de personas dejadas de lado por el
poder debido al carácter nacional que toma de esta figura (lo cual genera o produce una mayor
aceptación). En “El gaucho Martín Fierro” se lo muestra al gaucho perseguido por el Estado,
en busca de la libertad, al igual que la comunidad LGBTQ+, la cual fue (y aún sigue siendo)
perseguida tanto por la sociedad como la iglesia e incluso por el Estado en otros países.
Esto es lo que buscaba al llevar la relación de amistad entre Cruz y Fierro hasta un cierto
“extremo”, algo que es característica propia de la sociedad en la que hoy vivimos.
En conclusión, el cuento “El amor” de Kohan no es canónico con “El gaucho Martín
Fierro” ya que no sigue con “la línea cronológica definida” establecida por José Hernández,
pero no significa que no se pueda realizar o determinar una lectura del poema a través de un
cuento del presente, que es lo que Kohan hace: aunque el tema central en “El amor” no
concuerda con lo narrado en el poema de Hernández, no significa que no permita que se cree
cierta “literatura compartida” en donde ambos textos puedan coexistir uno con otro, sean
considerados válidos por sí mismos, se pueda pasar de un sentido a otro, se expandan, sean
independientes entre sí mismos pero que a la vez puedan convivir y generar una lectura propia
de las relaciones sociales a través del lenguaje. Es decir, permite que convivan dos tiempos
distintos en un mismo momento: “(...) el Texto consigue, si no la transparencia de las
relaciones sociales, al menos la de las relaciones de lenguaje: es el espacio en el que ningún
lenguaje tiene poder sobre otro, es el espacio en el que los lenguajes circulan (…)” (Barthes,
1994:81).
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Bibliografía:
Kohan, Martín (2011). “El amor”, en Verano 12. Buenos Aires: consultado el 29 de julio de
2022 en https://www.pagina12.com.ar/diario/verano12/23-161693-2011-02-04.html