Retos de La Deontología de La Abogacía

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Retos de la deontología de la abogacía en la era de la inteligencia artificial jurídica 123

RETOS DE LA DEONTOLOGÍA DE LA ABOGACÍA


EN LA ERA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL JURÍDICA*

CHALLENGES OF LAWYER PROFESSIONAL ETHICS


IN THE AGE OF LEGAL ARTIFICIAL INTELLIGENCE

José Ignacio Solar Cayón


Universidad de Cantabria

Fecha de recepción: 5-5-20


Fecha de aceptación: 13-10-20

Resumen: El desarrollo de la inteligencia artificial jurídica está provocando transforma-


ciones sustanciales en el ejercicio de la abogacía que plantean enormes retos
deontológicos. Uno de ellos es la construcción de una deontología universal
capaz de dar respuestas eficientes a un mercado legal cada vez más globalizado.
Por otro lado, la irrupción de compañías tecnológicas que prestan servicios
jurídicos automatizados está propiciando una liberalización del mercado le-
gal que revela las insuficiencias del enfoque deontológico y la necesidad de un
nuevo esquema regulador de los servicios jurídicos. Finalmente, se muestra el
potencial de la inteligencia artificial para disolver algunas de las categorías bá-
sicas sobre las que se asienta la regulación deontológica, así como la incidencia
de algunas herramientas tecnológicas sobre determinados deberes profesionales
del abogado.

Abstract: The development of legal artificial intelligence is bringing about substantial


changes in the practice of law that pose huge deontological challenges. One
of the most important is building a universal deontology, capable of giving
efficient answers to an increasingly globalized legal market. Furthermore,
the irruption of legaltech companies that provide automated legal services is
promoting a liberalization of the legal market that reveals the inadequacies
of the deontological approach and calls for a new regulatory scheme of legal
services. Finally, the article shows the potential of legal artificial intelligence to
* Este trabajo se ha realizado en el marco del proyecto de investigación “La inteligen-
cia artificial jurídica” [RTI2018-096601-B-100 (MCIU/AEI/FEDER, UE)] del Programa Estatal
de I+D+i Orientada a los Retos de la Sociedad.

ISSN: 1133-0937 DERECHOS Y LIBERTADES


DOI: https://doi.org/10.20318/dyl.2021.6104 Número 45, Época II, junio 2021, pp. 123-161
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dissolve some basic categories of the deontology of legal profession, as well as


the impact of certain AI tools on some lawyer’s ethical duties.

Palabras clave: inteligencia artificial jurídica, abogacía, deontología, globalización,


liberalización
Keywords: legal artificial intelligence, legal profession, professional ethics,
globalization, liberalization

1. TRANSFORMACIÓN TECNOLÓGICA DE LA ABOGACÍA Y


REVALORIZACIÓN DE LA DEONTOLOGÍA PROFESIONAL

En el año 2017, Richard Susskind, uno de los mejores conocedores de


la industria legal a nivel global, advertía que la abogacía “cambiará más
radicalmente en menos de dos décadas de lo que lo ha hecho en los dos últi-
mos siglos” 1. Y, si bien apenas nos hallamos al inicio de lo que se atisba como
una nueva era, esa categórica predicción se halla respaldada por las conclu-
siones de diversos macro-estudios empíricos realizados a lo largo de los últi-
mos años por las propias asociaciones profesionales de abogados en algunos
de los países que se hallan en la vanguardia del mercado de servicios jurí-
dicos. Me refiero a trabajos tan ambiciosos como The Future of Legal Services,
llevado a cabo por The Law Society of England and Wales 2; el Report on the
Future of Legal Services in the United States, impulsado por la American Bar
Association 3; o Futures: Transforming the Delivery of Legal Services in Canada,
de la Canadian Bar Association 4; a los que cabría sumar decenas de informes
realizados por diversas instituciones, públicas y privadas, que ponen de ma-
nifiesto las profundas transformaciones que está experimentando la aboga-
cía y sus previsibles líneas de evolución en los próximos años 5.
1
R. SUSSKIND, Tomorrow’s Lawyers, Oxford University Press, 2017, p. xvii.
2
THE LAW SOCIETY, The Future of Legal Services, London, January 2016.
3
AMERICAN BAR ASSOCIATION, Report on the Future of Legal Services in the United
States, ABA Commission on the Future of Legal Services, 2016.
4
CANADIAN BAR ASSOCIATION, Futures: Transforming the Delivery of Legal Services
in Canada, CBA Legal Futures Initiative, 2014.
5
Entre otros, podemos destacar: GEORGETOWN LAW & LEGAL EXECUTIVE
INSTITUTE, 2017 Report on the State of the Legal Market, Georgetown University Centre for the
Study of the Legal Profession - Thomson Reuters Legal Executive Institute, 2017; DELOITTE,
Future Trends for Legal Services. Global Research Study, June 2016; LEGAL SERVICES
CONSUMER PANEL, 2020 Legal Services: How regulators should prepare for the future, London
2014; IBIS, Law Firms in the US: Market Research Report, July 2018; IBIS, Legal Activities: UK
Market Research Report, August, 2018; o los informes anuales que publica Altman Weil sobre la

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Existe, además, en esa creciente literatura un consenso sustancial en


cuanto a la identificación de las principales fuerzas cuya interacción está
provocando dichas transformaciones. En este sentido, en prácticamente to-
dos los estudios mencionados, la innovación tecnológica, y muy particular-
mente el desarrollo de aplicaciones jurídicas basadas en la inteligencia ar-
tificial, aparece como el motor más importante de cambio. Una conclusión
que parece compartir la abogacía española, cuyo Consejo General dedicó
el número de su revista de febrero de 2018 a tratar monográficamente esta
cuestión bajo el expresivo título “Abogacía e innovación tecnológica: el gran
desafío” 6. Efectivamente, la inteligencia artificial está permitiendo a los des-
pachos no ya sólo rediseñar los procesos internos de organización del trabajo
y de gestión de recursos (back-office) sino, sobre todo, los procesos de pres-
tación de servicios al cliente (front-office) 7, propiciando la irrupción de una
amplia gama de modelos alternativos de ejercicio de la abogacía, más flexi-
bles y eficientes, que intentan aprovechar las potencialidades de las nuevas
tecnologías para adaptarse a las nuevas condiciones de un mercado que se
ha tornado extremadamente competitivo 8.
Si bien el trabajo legal parecía resistirse a cualquier intento de computa-
rización, lo cierto es que, gracias a los espectaculares avances en ramas de la
inteligencia artificial como el aprendizaje automático (machine learning) y el
procesamiento del lenguaje natural y a su combinación con las técnicas de
big data, en los últimos años estamos asistiendo al desarrollo de una serie de
tecnologías capaces de automatizar tareas jurídicas que hasta ahora sólo po-
dían ser realizadas por profesionales expertos. Entre estos sistemas “inteli-

evolución de las firmas jurídicas y de los departamentos jurídicos de las empresas, los últimos
de los cuales son T. S. CLAY y E. A. SEEGER, 2019 Law Firms in Transition, Altman Weil, 2019,
y ALTMAN WEIL, Inc., 2019 Chief Legal Officer Survey, 2019.
6
En la “Carta del Editor” correspondiente a dicho número se afirma con rotundidad
que, “si alguien piensa que la Inteligencia Artificial, el machine learning y otras muchas cosas
no van a llegar al ejercicio de la Abogacía y que la capacitación digital de los abogados y abo-
gadas –desde la Universidad y el máster hasta el último día de su carrera– no es imprescin-
dible, seguramente está más cerca de quedar fuera de juego para siempre que de tener éxito
profesional” (Abogacía Española, núm. 108, Febrero 2018, p. 3).
7
Cfr. J. S. DZIENKOWSKI, “The Future of Big Law: Alternative Legal Service
Providers to Corporate Clients”, Fordham Law Review, vol. 82, 2014, p. 3017.
8
Sobre los diversos modelos de este New Law alternativo al Big Law tradicional, cfr.
J. FURLONG, “An Incomplete Inventory of NewLaw”, Law21, May 2014, y J. C. WILLIAMS,
A. PLATT y J. LEE, Disruptive Innovation. New Models of Legal Practice, University of California
Hastings College of the Law, 2015.

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gentes” podemos destacar las plataformas cognitivas de legal question answe-


ring, como Watson y ROSS, que, a partir del análisis de ingentes volúmenes
de información (legal, jurisprudencial, doctrinal) pueden ofrecer respuestas
estructuradas y jurídicamente fundamentadas a cuestiones legales; los sis-
temas expertos, que permiten la automatización de tareas de compliance o el
diseño de aplicaciones para la resolución automática de problemas jurídi-
cos específicos; los sistemas de lectura automática y análisis de documentos,
utilizados especialmente para tareas de due diligence, capaces de revisar de
manera casi instantánea miles de contratos y de realizar el seguimiento de su
ejecución; las aplicaciones web para la elaboración automática de todo tipo
de documentos jurídicos mediante un diálogo interactivo con el usuario; las
herramientas de codificación predictiva, que seleccionan el material docu-
mental relevante en el proceso judicial 9; los sistemas de análisis predictivo
para identificar patrones de conducta judicial y anticipar las posibilidades
de éxito de una demanda particular ante determinado tribunal; o los siste-
mas de resolución automática de disputas en línea, que permiten solventar
conflictos sin asistencia letrada y sin necesidad de intervención de un árbi-
tro. Como es obvio, la progresiva expansión de estos sistemas, así como la
previsible aparición de otros que puedan desarrollarse en el futuro inmedia-
to, tiene un importante impacto en la práctica profesional del Derecho y en el
mercado de servicios jurídicos 10.

9
En el contexto del sistema judicial anglosajón, la codificación predictiva es una he-
rramienta de inteligencia artificial que puede ser utilizada por los litigantes para seleccionar
automáticamente los documentos electrónicos relevantes en el proceso, al objeto de satisfacer
así la obligación de discovery, que exige que cada parte revele y ponga a disposición de su
contrario toda la información relevante para el objeto del litigio que obre en su poder. La codi-
ficación predictiva es admitida procesalmente en países como Estados Unidos, Reino Unido,
Australia, Irlanda o Canadá. Cfr. J. I. SOLAR CAYÓN, “La codificación predictiva: inteligen-
cia artificial en la averiguación procesal de los hechos relevantes”, Anuario de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Alcalá, vol. XI, 2018, pp. 75-105.
10
En general, sobre la taxonomía y funcionalidad de estos sistemas y su impacto en la
abogacía, puede verse la exhaustiva obra de M. HARTUNG, M. BUES y G. HALBLEIB (dir.),
Legal Tech. A Practitioner’s Guide, C. H. Beck, Hart Publishing y Nomos, München, 2018. En la
literatura española, cfr. J. I. SOLAR CAYÓN, La inteligencia artificial jurídica. El impacto de la
innovación tecnológica en la práctica del Derecho y el mercado de servicios jurídicos, Aranzadi, Cizur
Menor (Navarra), 2019; M. BARRIO ANDRÉS (dir.), Legal Tech. La transformación digital de la
abogacía, Wolters Kluwer, Madrid, 2019; y J. M. FERNÁNDEZ COMAS y A. O. GUGLIERI
LILLO, Guía Legaltech 2020. Información y análisis de software, productos y herramientas para el
sector legal, Reus, Madrid, 2020.

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Mucho más allá de lo que pueda suponer la sustitución de algunos abo-


gados por máquinas para la realización de las tareas señaladas, esta revolu-
ción tecnológica está provocando una profunda transformación en la organi-
zación y los modos de trabajo del profesional. La abogacía se ha configurado
tradicionalmente como una actividad profesional liberal e independiente,
constituida por un conglomerado de tareas heterogéneas que requieren com-
petencias y habilidades muy diferentes. Sin embargo, la automatización está
propiciando la desagregación de esas tareas y la consiguiente reestructura-
ción de los procesos de trabajo en el seno de los despachos, de manera que
cada una de aquellas tareas pueda ser reasignada al agente más eficiente en
su realización, ya sea éste un profesional (o para-profesional 11), una máquina
o un proveedor externo especializado (outsourcing) 12. Esta reconfiguración
de la práctica legal está teniendo un reflejo importante en la política de cap-

11
Si bien no siempre es posible la suplantación del humano por la máquina, la automa-
tización está provocando que, tanto en los despachos como en los departamentos jurídicos de
las empresas, algunos abogados estén siendo sustituidos por paralegales y otros profesionales
jurídicos menos cualificados asistidos tecnológicamente. Cfr. Y. S. CLAY y E. A. SEEGER, 2017
Law Firms in Transition, Altman Weil, 2017, p. 56, y ALTMAN WEIL, 2017 Chief Legal Officer
Survey, November 2017, pp. 6-7, en relación a la constatación de esta tendencia en los Estados
Unidos; y R. A. WILSON, Briefing paper 2/2012: Future Workforce Demand in the Legal Services
Sector, Warwick Institute for Employment Research, 2012, p. 9; y LETR, Setting Standards: The
future of legal services education and training regulation in England and Wales, Report of the Legal
Education and Training Review, June 2013, p. 94, en relación al Reino Unido.
12
Uno de los fenómenos propiciados por la automatización es la aparición de legal
process outsourcers. Se trata de compañías tecnológicas especializadas en la realización a bajo
coste de determinadas tareas jurídicas para despachos y departamentos jurídicos de grandes
empresas, basando su modelo de negocio en la automatización de los procesos, los grandes
volúmenes de trabajo y, frecuentemente, los bajos costes laborales de los países en los que sue-
len ubicarse (India, Filipinas, Sudáfrica…). Los principales servicios que presta la industria
del outsourcing son la revisión documental, e-discovery, due diligence, análisis y gestión de con-
tratos, compliance, elaboración de documentos jurídicos e investigación jurídica como apoyo a
la litigación. A finales de 2016 el valor de la cuota del mercado jurídico internacional ganada
por este nuevo sector ascendía ya a más de 3.000 millones de dólares, y las proyecciones es-
timan que en el año 2024 alcanzará los 40.000 millones. Cfr. GLOBAL MARKET INSIGHTS,
Legal Process Outsourcing (LPO) Market Size By Service (Contract Drafting, Compliance Assistance,
E-Discovery, Review & Management, Patent Support, Litigation Support), By Location (Offshore,
Onshore), Industry Analysis Report, Regional Outlook (U.S., Canada, Germany, UK, Italy, France,
Spain, Poland, Czech Republic, China, India, Japan, South Korea, Australia, Philippines, Brazil,
Mexico, South Africa), Growth Potential, Price Trends, Competitive Market Share & Forecast, 2017-
2024, April 2017 (https://www.gminsights.com/industry-analysis/legal-process-outsourcing-lpo-
market-size); e INFINIUM GLOBAL RESEARCH, Legal Process Outsourcing Market: Global
Industry Analysis, Trends, Market Size and Forecasts up to 2024, April 2018.

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tación de talento de las firmas jurídicas, en la composición de sus plantillas y,


en definitiva, en el contexto profesional y los métodos de trabajo del aboga-
do, el cual ha de trabajar conjuntamente o en coordinación con profesionales
no jurídicos que se incorporan a la cadena de provisión de servicios legales
(expertos en datos, ingenieros informáticos, técnicos en los sistemas de inte-
ligencia artificial jurídica, analistas de procesos, gestores de proyectos…) e
incluso supervisar el trabajo de otros que desempeñan tareas propiamente
jurídicas sin poder asumir formalmente la responsabilidad por su realiza-
ción (para-profesionales, legal process outsourcers…).
Pero, sobre todo, la irrupción de la inteligencia artificial en la práctica pro-
fesional del Derecho está alterando sustancialmente la estructura del mercado
de servicios jurídicos y minando el rol hegemónico, prácticamente monopolís-
tico, que hasta ahora ha tenido la abogacía en la prestación de tales servicios y,
por tanto, en la definición de las reglas de juego de aquel mercado. Ello es de-
bido fundamentalmente al desarrollo de una creciente industria legaltech que
ha posibilitado la aparición de proveedores alternativos de servicios jurídicos.
Muchas de las compañías tecnológicas que desarrollan los diferentes sistemas
de inteligencia artificial jurídica no se han limitado a vender sus herramientas
a los profesionales sino que se han convertido ellas mismas en prestadoras de
servicios jurídicos automatizados. Algunas han optado por constituirse en le-
gal process outsourcers especializados en la realización de determinadas tareas
para las propias firmas jurídicas y los departamentos jurídicos de empresas.
Pero otras, aprovechando las capacidades de la computación en la nube, han
puesto sus herramientas de inteligencia artificial directamente al alcance de
cualquier persona a través de sus propias plataformas en línea o de aplicacio-
nes digitales, posibilitando así el acceso directo de cualquier persona a deter-
minados servicios jurídicos sin necesidad de la intermediación del profesional.
Un ejemplo paradigmático es el de la compañía LegalZoom, pionera en el
desarrollo de herramientas de inteligencia artificial para la elaboración au-
tomática de contratos y todo tipo de documentos legales: hoy son ya más de
4 millones de particulares y pequeñas empresas los que han utilizado sus
aplicaciones web interactivas para generar sus propios documentos jurídi-
cos a bajo coste, habiéndose convertido en el mayor proveedor de servicios
jurídicos en Estados Unidos por volumen de negocio, muy por encima de
cualquier firma jurídica 13. Otro sector legaltech en auge que también posibili-
13
Con objeto de atender las dudas legales de los usuarios de sus aplicaciones web para
la elaboración automática de documentos, LegalZoom puso en marcha inicialmente un servicio

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ta el acceso directo de la ciudadanía a soluciones jurídicas inmediatas sin ne-


cesidad de recurrir a un abogado es el del diseño de sistemas expertos para
el asesoramiento legal en situaciones específicas: un caso de notable éxito es
el de la compañía DoNotPay, cuyo chatbot para impugnar automáticamente
multas de aparcamiento en el Reino Unido ha conseguido en poco más de
4 años la anulación de más de 200.000 sanciones por un valor superior a los
4 millones de libras (y con una tasa de éxito en sus reclamaciones próxima
al 65%) 14. Y algo similar ocurre con las plataformas digitales de resolución
automática de disputas, que gestionan y resuelven anualmente millones de
conflictos legales sin necesidad de intervención de ningún profesional 15.
De este modo, la interacción entre la automatización, la liberalización
de facto del mercado que supone la aparición de proveedores alternativos de
servicios jurídicos y la globalización propiciada, entre otros factores, por la
explotación comercial de las herramientas de inteligencia artificial jurídica
a través de plataformas webs y aplicaciones digitales, está provocando una
creciente “comoditización” de los servicios jurídicos y generando un mer-
cado legal más competitivo y segmentado, en el que los clientes tienen cada
vez mayor capacidad de elección y de presión para la fijación de los precios.
En este sentido, son muchas las voces autorizadas que creen que el mercado

de consulta atendido por abogados independientes, y a partir de dicho servicio ha venido a co-
mercializar planes de asistencia legal para familias y empresas que son cubiertos por los miles
de profesionales (más de una sexta parte de los abogados de Estados Unidos) que se han regis-
trado en su plataforma. Este es un modelo de negocio que hoy han asumido muchas compañías
legaltech: además de explotar comercialmente sus aplicaciones web para prestar servicios jurídi-
cos automatizados, han aprovechado sus capacidades tecnológicas para constituirse en grandes
plataformas digitales de intermediación entre abogados y potenciales clientes.
14
Esta misma compañía ha diseñado también aplicaciones de móvil para la realización
automática de reclamaciones de compensación por el retraso y la cancelación de vuelos, de
reclamaciones para que los caseros hagan las reparaciones necesarias en sus propiedades, o
de solicitudes de asilo.
15
La plataforma Modria, pionera en este campo, resuelve cada año de manera comple-
tamente automatizada más de 60 millones de disputas surgidas en transacciones privadas en
el ámbito del comercio electrónico. Hoy esta misma plataforma y otras similares están siendo
ya utilizadas también por administraciones públicas e incluso –de manera aún experimental–
por algunos tribunales para resolver conflictos sin necesidad de intervención humana. Cfr.,
por ejemplo, el proyecto de reforma del sistema de justicia civil en Reino Unido actualmente
en curso, una de cuyas piezas centrales es un tribunal en línea basado en estas plataformas –y
que está funcionando ya de una manera limitada–, el cual ha sido diseñado para ser utilizado
por los ciudadanos sin necesidad de ser asistidos por un abogado (LORD JUSTICE BRIGGS,
Civil Courts Structure Review: Final Report, Judiciary of England and Wales, July 2016).

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de servicios jurídicos se halla al borde de una auténtica disrupción tecnológi-


ca 16, similar a la que ya se ha producido en otros sectores profesionales, que
transformará sustancialmente la práctica profesional y el modelo de negocio
tradicional de los despachos 17. De hecho, como ya se ha señalado, cada vez
son más los profesionales que buscan modelos innovadores para intentar
adaptarse al nuevo contexto, ofreciendo fórmulas más flexibles de contra-
tación y sistemas alternativos de fijación de precios a sus clientes, prestando
directamente determinados servicios legales online, adhiriéndose a platafor-
mas digitales de intermediación entre profesionales y potenciales clientes,
etc.
Este nuevo escenario plantea enormes retos en el ámbito deontológi-
co, en cuanto representa una alteración sustancial de algunos de los presu-
puestos y de las condiciones esenciales en las que se ha basado tradicional-
mente el ejercicio de la abogacía, suscitando así serios interrogantes sobre la
adecuación de los actuales principios y deberes deontológicos para orientar
la conducta del profesional en este nuevo entorno. Pero, al mismo tiempo,
pone de relieve, precisamente, la necesidad de reforzar la perspectiva ética

16
El concepto de “tecnologías disruptivas” fue introducido por C. M. CHRISTENSEN,
El dilema de los innovadores, trad. de J. Gorín, Ediciones Granica, Buenos Aires, 1999, para re-
ferirse a aquellas innovaciones tecnológicas que en un principio son capaces de proporcionar
bienes y servicios más simples y baratos –aun de inferior calidad–, lográndose introducir así
en los segmentos inferiores del mercado, pero tienen el potencial para originar nuevos proce-
sos de producción y modelos de negocio, lo que hace que finalmente acaben desplazando a
los proveedores establecidos y alterando radicalmente el mercado (pp. 23-25).
17
Entre la extensa literatura acerca de la disrupción tecnológica del mercado ju-
rídico, cfr. C. M. CHRISTENSEN, D. WANG y D. van BEVER, “Consulting on the Cusp of
Disruption”, Harvard Business Review, October 2013 (https://hbr.org/2013/10/consulting-on-the-
cusp-of-disruption); B. H. BARTON, A Glass Half Full Look at the Changes in the American Legal
Market, Legal Studies Research Paper Series, Knoxville College of Law (The University of
Tennessee), 2013; J. O. McGINNIS y R. G. PEARCE, “The Great Disruption: How Machine
Intelligence Will Transform the Role of Lawyers in the Delivery of Legal Services”, Fordham
Law Review, vol. 82, núm. 6, 2014, pp. 3041-3066; J. FURLONG, The New World of Legal Work.
The Changing Rules of the 21st Century, September 2014 (https://www.lodlaw.com/wp-content/
uploads/2016/10/JordanFurlong_NewWorldOfLegalWork.pdf); J. C. WILLIAMS, A. PLATT y J.
LEE, Disruptive Innovation. New Models of Legal Practice, cit.; R. H. BRESCIA, “What We Know
and Need to Know About Disruptive Innovation”, South Carolina Law Review, vol. 67, 2016,
pp. 203-222; D. REMUS y F. LEVY, Can Robots Be Lawyers? Computers, Lawyers and the Practice
of Law, 2016 (https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2701092); R. SUSSKIND,
Tomorrow’s Lawyers, cit.; e INTERNATIONAL BAR ASSOCIATION, “Times are a-changin”: dis-
ruptive innovation and the legal profession, IBA Legal Policy & Research Unity, May 2016.

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y humanista como instancia imprescindible de evaluación crítica de la auto-


matización y de sus consecuencias 18.
La introducción de la inteligencia artificial jurídica supone que muchas
de las decisiones que antes eran adoptadas por profesionales son tomadas
ahora por sistemas algorítmicos cuyo funcionamiento y reglas de decisión –
especialmente en el caso de aquellos basados en las redes neurales de apren-
dizaje profundo o deep learning– resultan totalmente opacos e inescrutables 19.
De este modo, esas herramientas se convierten en una especie de “cajas ne-
gras” que operan en base a unos criterios “algocráticos” que generalmente
escapan a la comprensión y, por tanto, al control técnico y deontológico, del
abogado 20. Es por ello que, en un mundo donde las reglas son crecientemen-
te suplantadas por algoritmos que toman decisiones sin justificarlas, la re-
flexión sobre la ética profesional adquiere una nueva dimensión, revelándo-
se como un instrumento imprescindible tanto para el control de los procesos
de diseño e implementación de los sistemas inteligentes como para la eva-
luación de sus resultados.
Por otra parte, los procesos de reconfiguración del trabajo jurídico que
han sido mencionados anteriormente y, sobre todo, las nuevas formas de
prestación de los servicios jurídicos que posibilita la tecnología, también in-
ciden de manera importante en los principios deontológicos de la abogacía,

18
En este sentido, el informe del Observatorio ADEI sobre El trabajo del futuro (julio
2017) afirma que, ante el proceso de automatización que están experimentando los diferen-
tes sectores profesionales, como elemento añadido a la formación de carácter tecnológico “se
debe impulsar el componente social y humanístico para mejorar ‘la capacidad de juicio’ de los
trabajadores” (p. 15).
19
Como nos recuerda M. HILDEBRANDT, “Algorithmic Regulation and the Rule of
Law”, Philosophical Transactions Royal Society A, vol. 376, núm. 2128, 2018, mientras que los mo-
delos computacionales tradicionales (sistemas code-driven) son completamente predecibles, en
cuanto se construyen a partir de la codificación por parte de un experto de una serie de reglas de
decisión (“si x, entonces y”) que determinan completamente sus resultados, los sistemas basados
en el aprendizaje automático y en inferencias estadísticas (sistemas data-driven) resultan completa-
mente impredecibles, ya que generan ellos mismos y modifican continuamente sus propios mode-
los de toma de decisiones en función de los datos que les son suministrados (pp. 2-3).
20
Sobre la emergencia de la “algocracia” o la “regulación algorítmica” como un nuevo
paradigma de gobierno de las relaciones laborales y sociales en el que las decisiones huma-
nas son reemplazadas por procesos algorítmicos, cfr. A. ANEESH, “Global Labor: Algocratic
Modes of Organization”, Sociological Theory, vol. 27, núm. 4, 2009, pp. 347-370, y T. O’REILLY,
“Open Data and Algorithmic Regulation”, en B. GOLDSTEIN y L. DYSON (eds.), Beyond
Transparency - Open Data and the Future of Civic Innovation, Code for America Press, San
Francisco, 2013, pp. 289-300.

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suscitando serias preocupaciones en el colectivo profesional. Estas preocu-


paciones quedan especialmente patentes en el informe Setting Standards: The
future of legal services education and training regulation in England and Wales,
impulsado por las asociaciones representativas de la abogacía en el Reino
Unido. Para la inmensa mayoría de barristers y solicitors, la deontología cons-
tituye en el contexto actual la materia más importante para la formación de
los profesionales jurídicos (el 95% lo consideró una materia “importante” o
“muy importante”). En su opinión, la creciente comoditización y mercanti-
lización de los servicios jurídicos, propiciada por la aplicación de la tecno-
logía y la emergencia de nuevos modelos de negocio, está provocando un
desplazamiento del ethos profesional en favor de un enfoque exclusivamente
empresarial que amenaza el impulso moral de las actividades jurídicas 21.
Se hace preciso, pues, una revisión de los presupuestos y principios
deontológicos a la luz de las nuevas circunstancias y de las profundas
transformaciones que comienzan ya a percibirse en el horizonte inmediato.
Teniendo en cuenta las fuerzas impulsoras de estos cambios, parece que los
principales retos a los que deberá hacer frente la deontología de la abogacía
en los próximos años vienen constituidos, además de por la propia innova-
ción tecnológica, por la globalización y la liberalización, de iure o de facto, del
mercado de servicios jurídicos.

2. HACIA UNA DEONTOLOGÍA GLOBAL DE LA ABOGACÍA

A estas alturas del siglo XXI resulta una obviedad afirmar que el campo
de juego de la abogacía es un mercado legal cada vez más globalizado y com-
petitivo. Prueba de ello es la creciente dimensión internacional de las firmas
jurídicas. El informe American Lawyer Global 100 correspondiente al año 2014
ya reportaba que los 200 bufetes más importantes de Estados Unidos tenían
más de 25.000 abogados practicando en 70 países. Y hoy las diez mayores
firmas del mundo tienen más abogados trabajando fuera de sus respectivos
21
Cfr. LETR, Setting Standards: The future of legal services education and training regulation
in England and Wales, cit., pp. 33-35. De ahí que una de las principales conclusiones del estudio
sea la demanda de un mayor peso de la ética profesional en el curriculum jurídico, recomen-
dándose a todos los reguladores del sistema de enseñanzas jurídicas y de acceso a las distintas
profesiones legales que revisen el tratamiento de esta disciplina en los programas académicos
para asegurar que las cuestiones deontológicas son tratadas con la prominencia y la profun-
didad apropiadas para el adecuado ejercicio de dichas profesiones en el nuevo contexto del
mercado jurídico (p. 133).

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Retos de la deontología de la abogacía en la era de la inteligencia artificial jurídica 133

países que “en casa”. Otro indicador claro de este redimensionamiento inter-
nacional de los despachos son las cada vez más frecuentes fusiones y alian-
zas transfronterizas, mediante las que aquellos intentan reforzar su posicio-
namiento y competitividad en el atractivo, pero exigente, mercado global 22.
Si focalizamos nuestra mirada en el panorama español, hoy prácticamente
todas las grandes firmas británicas y más de la mitad de las quince mayo-
res de los Estados Unidos ya están presentes en nuestro país 23, y cada vez
son más los despachos españoles que emprenden decididas estrategias de
internacionalización no sólo en el ámbito europeo o hispanoamericano sino
incluso en el mercado asiático 24. De este modo, los clientes y los problemas
abordados por el profesional son cada vez más internacionales.
Sin duda, uno de los factores fundamentales que han hecho posible esta
creciente globalización ha sido la evolución de las tecnologías de la informa-
ción y comunicación. Pero hoy esta tendencia globalizadora se está viendo
acelerada por la irrupción de la inteligencia artificial jurídica, que además
genera nuevas problemáticas al posibilitar innovadoras fórmulas de organi-
zación del trabajo y modelos de prestación de los servicios jurídicos más efi-
cientes que traspasan las fronteras nacionales. En este sentido, una de las di-
námicas globales más potentes que ha alentado esta revolución tecnológica
es la ya comentada desagregación de las tareas jurídicas y la deslocalización
de algunas de ellas en centros de outsourcing muy automatizados y ubicados
en países terceros con mano de obra barata (offshoring). Una práctica que se
vio impulsada por la crisis económica de 2008 y que actualmente se halla ya
22
En el año 2015 el mercado global experimentó una importante sacudida con la fusión
entre la firma estadounidense Dentons y la china Dacheng Law. Gracias a esta operación y a su es-
trategia de vinculación con firmas locales y regionales en los distintos países, Dentons se ha con-
vertido hoy en el mayor bufete del mundo, con más de 10.000 abogados trabajando en 75 países
de los cinco continentes, entre ellos España. Apenas un año después, la canadiense Gowlings y
la británica Wragge Lawrence Graham & Co. se unieron para constituir Gowling WLG, con más de
1400 abogados en 19 países, incluido también el nuestro. Desde entonces, las fusiones, adquisi-
ciones e integraciones internacionales de firmas de distinto tamaño se han sucedido, alcanzan-
do cifras record año tras año (102 operaciones en 2017, 106 en 2018 y 114 en 2019).
23
Algunas de las últimas operaciones de adquisición e integración de despachos espa-
ñoles en firmas anglosajonas han sido las protagonizadas por la estadounidense Andersen Tax
& Legal y las británicas Pinsent Masons, Fieldfisher y DWF. Si bien estas integraciones restan a
las firmas españolas adquiridas independencia, a cambio les proporcionan el soporte de una
red y el músculo financiero para crecer en el mercado internacional.
24
Un ejemplo son las joint ventures establecidas con Grandall Law, el cuarto despacho
más grande de China, primero por Colón de Carvajal Abogados (2016) y posteriormente por
Ecija (2019).

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134 José Ignacio Solar Cayón

muy extendida entre los departamentos jurídicos de las empresas, que des-
vían a estos centros tareas que previamente confiaban a despachos de abo-
gados, pero que es también cada vez más frecuente entre los grandes despa-
chos, lo que plantea el problema de la provisión efectiva de determinados
servicios legales por parte de profesionales y de entidades –que ni siquiera
son firmas jurídicas– sin autorización para actuar en la jurisdicción donde se
prestan aquellos servicios al cliente. Otra manifestación de la globalización
propiciada por la conjunción de las nuevas tecnologías de la comunicación
y las herramientas de inteligencia artificial jurídica es la creciente prestación
de servicios jurídicos en línea directamente al ciudadano por parte de las
cada vez más numerosas compañías tecnológicas y de servicios multiprofe-
sionales que ofrecen determinados servicios automatizados mediante apli-
caciones en la nube, esquivando las limitaciones jurisdiccionales. De este
modo, como afirma Laurel S. Terry, hoy “el mundo jurídico es plano” 25 y la
práctica legal en sus nuevas formas no conoce límites territoriales.
Sin embargo, la regulación de la abogacía sigue teniendo básicamente
un carácter nacional, e incluso, en los países más descentralizados, local. En
este sentido, uno de los desajustes más importantes que se advierten entre
los sistemas tradicionales de regulación de la práctica profesional y el actual
mercado jurídico tiene que ver con dónde se desarrolla la práctica jurídica.
Mientras aquellos sistemas están delimitados territorialmente, la prestación
de servicios jurídicos se desenvuelve crecientemente en un universo digital
que trasciende las fronteras jurisdiccionales, por lo que las agencias regu-
ladoras nacionales y locales se ven obligadas a decidir difíciles cuestiones
acerca de dónde “ocurren” las actividades jurídicas y cuáles caen o no dentro
de su ámbito de competencia. De manera que uno de sus problemas más
acuciantes es cómo reconciliar las realidades de una práctica jurídica cada
vez más global y virtual con el enfoque regulador tradicional, en virtud del
cual su autoridad se halla delimitada en términos geográficos 26. Y este des-
ajuste beneficia especialmente a esos nuevos proveedores alternativos de
servicios jurídicos que aprovechan las potencialidades de la tecnología para
hacer accesibles sus servicios a cualquier usuario de internet sin sujetarse a
25
Cfr. L. S. TERRY, “The Legal World is Flat: Globalization and its Effect on Lawyers
Practicing in Non-Global Law Firms”, Northwestern Journal of International Law & Business,
núm. 28, 2008, pp. 527-560.
26
Cfr. L. S. TERRY, S. MARK y T. GORDON, “Trends and Challenges in Lawyer
Regulation: The Impact of Globalization and Technology”, Fordham Law Review, vol. 80, núm.
6, 2012, pp. 2680-2681.

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las normativas jurisdiccionales que regulan el ejercicio de la abogacía 27, lo


que plantea también el tema de la regulación de la actividad de estas nuevas
entidades, al que me referiré específicamente en el apartado siguiente.
A la vista de este nuevo contexto, parece, pues, urgente diseñar una ar-
quitectura deontológica global si se quieren dar respuestas eficientes a esta
indiscutible realidad. Pese a la existencia de un importante acervo de valo-
res comunes al ejercicio de la abogacía en los distintos países, lo cierto es
que actualmente las normativas nacionales varían sustancialmente en la re-
gulación de los principios y obligaciones deontológicas, por lo que se hace
preciso superar esta carencia de una deontología de la abogacía universal. Y
en este sentido se vienen produciendo, de manera gradual, algunos avances
importantes en el proceso de integración internacional de las regulaciones
deontológicas.
Especialmente a nivel europeo, donde ya en 1988 el Consejo de la
Abogacía Europea aprobó el Código de Deontología de la Abogacía Europea, apli-
cable a las actividades transfronterizas entre abogados en el seno de la Unión
Europea y de otros países que lo han adoptado. Profundizando en la bús-
queda de un sustrato normativo compartido, la Carta de principios esenciales
de la Unión Europea, adoptada por esa misma organización en 2006, contiene
diez principios comunes a los abogados europeos que pueden ser aplicados
por los Colegios nacionales no sólo en las actividades transfronterizas sino
también en su funcionamiento interno. Y, en esta dirección, el Consejo de la
Abogacía Europea va aprobando un Modelo de Conducta para Abogados que,
hasta el momento actual, consta de tres artículos: confidencialidad, conflicto
de intereses e independencia 28.

27
Cfr. B. H. BARTON, “The Lawyer’s Monopoly - What Goes and What Stays”,
Fordham Law Review, vol. 82, núm. 6, 2014, p. 3089. Un ejemplo muy gráfico nos lo proporcio-
na, de nuevo, el caso de LegalZoom, que, como se ha señalado, pone al alcance de cualquier
persona sus aplicaciones web de elaboración automática de documentos legales y comercia-
liza planes de asistencia legal a sus clientes que son atendidos por la extensa red de aboga-
dos locales que se han registrado en su plataforma a lo largo de todo Estados Unidos. Para
que un despacho de abogados pudiera competir, incluso online, al menos a nivel nacional
con LegalZoom, o con otras compañías de este tipo que operan a través de internet, necesitaría
cumplir los requisitos necesarios para obtener la licencia de ejercicio de la abogacía en cada
uno de los cincuenta Estados de la Unión.
28
Sobre las fuentes deontológicas europeas, cfr. L. SÁNCHEZ SOCIAS, “Deontología
comparada (I). El Código Deontológico de la Abogacía Europea y otras normas europeas”, en
A. MENÉNDEZ MENÉNDEZ y J. J. TORRES FERNÁNDEZ (coord.), Deontología profesional y
ejercicio de la abogacía: un desafío global, Aranzadi, Cizur Menor (Navarra), 2019, pp. 271-291.

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136 José Ignacio Solar Cayón

A nivel mundial, uno de los primeros resultados de este proceso de ge-


neralización de la normativa deontológica ha sido la adopción en 2011, por
parte de la International Bar Association, de los Principios Internacionales de
Conducta para la Profesión Jurídica. Este documento aspira a “crear un mar-
co generalmente aceptado que sirva, en cualquier lugar del mundo, como
fundamento para que las autoridades correspondientes establezcan códigos
de conducta para abogados”, con el propósito de “promover y fomentar los
ideales de la profesión jurídica”. Pero estos principios no pretenden reem-
plazar o limitar las obligaciones de los profesionales bajo las normas deon-
tológicas que les sean aplicables, ni “deben ser usados como criterios para
imponer responsabilidad, sanciones o medidas disciplinarias de cualquier
tipo” 29.
Estas iniciativas constituyen los primeros pasos –loables, pero insufi-
cientes– en el lento proceso de configuración de una deontología global de
la abogacía, que hoy se revela indispensable para afrontar con garantías el
desarrollo de la actividad profesional en el nuevo contexto digital. Aunque,
en relación a este asunto, resulta especialmente reseñable la escasa atención
prestada en estos documentos –incluso en los más recientes– a la incidencia
de los cambios tecnológicos en el ejercicio de la abogacía, hasta el punto que
únicamente en la Carta de principios esenciales de la Unión Europea, como luego
señalaré, se hace una mención –por otra parte, muy genérica– a este factor.

3. LIBERALIZACIÓN DE LOS SERVICIOS JURÍDICOS Y EMERGENCIA


DE UN NUEVO ESQUEMA DE REGULACIÓN ÉTICA

Con todo, incluso la conformación de una normativa deontológica glo-


bal, si bien absolutamente necesaria, resulta ya insuficiente para regular la
práctica legal, en cuanto ésta ha dejado de ser el dominio exclusivo de los
abogados y de las firmas jurídicas. Como se ha señalado, la innovación tec-
nológica no sólo ha propiciado la aparición de nuevas formas de distribu-
ción de los servicios jurídicos y de modelos de negocio, en los que algunas
de las tareas tradicionalmente realizadas por abogados son ahora desempe-
ñadas por máquinas y otro tipo de profesionales, sino que también ha posi-
bilitado la aparición de diversos tipos de entidades proveedoras de servicios
jurídicos alternativas a los despachos de abogados. Una realidad que ha sido
29
Preámbulo a los Principios Internacionales de Conducta para la Profesión Jurídica de la
IBA, adoptados el 28 de mayo de 2011 por la International Bar Association.

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reconocida ya de iure en algunas jurisdicciones, en las que se ha procedido a


una liberalización de la prestación de servicios jurídicos.
Pioneras en este sentido son las reformas legales emprendidas en paí-
ses como Australia (Legal Profession Act - Incorporated Legal Practices, 2001)
e Inglaterra y Gales (Legal Services Act, 2007), que han permitido que esta
actividad profesional, hasta ahora reservada a las firmas jurídicas, pueda ser
realizada por otro tipo de estructuras corporativas con un régimen jurídico
más flexible. Así, bajo la fórmula de las Incorporated Legal Practices (ILPs) aus-
tralianas o las Alternative Business Structures (ABSs) británicas, cuyo principal
rasgo diferencial respecto a los bufetes es que tanto su propiedad como su
dirección y gestión pueden hallarse mayoritariamente en manos de personas
que no son abogados, se cobijan actualmente un espectro muy heterogéneo
de entidades proveedoras de servicios jurídicos: bufetes que han adoptado
estas nuevas estructuras para aprovechar algunas ventajas de su régimen ju-
rídico –fundamentalmente, la posibilidad de captar financiación externa 30–,
despachos multiprofesionales y compañías de servicios tradicionalmente re-
lacionados con los jurídicos que han añadido éstos a su oferta 31, compañías
tecnológicas que prestan servicios jurídicos automatizados 32, empresas de
leasing temporal de profesionales a bufetes y departamentos jurídicos que
han visto la oportunidad de prestar ellas mismas servicios jurídicos 33, e in-
cluso empresas dedicadas a los más diversos objetos sociales, sin relación
alguna con el Derecho, en cuya carta de servicios se incluyen ahora también
los de carácter jurídico 34.
30
Más de una tercera parte de los bufetes australianos se han reconvertido en
Incorporated Legal Practices. Un ejemplo paradigmático de las ventajas de esta transformación
nos lo proporciona el bufete Slater & Gordon, que, una vez constituido en ILP, se convirtió en
2007 en el primer despacho del mundo en salir a bolsa. Buena parte del capital obtenido lo
destinó a su expansión internacional mediante la adquisición de bufetes en diferentes países.
31
Por ejemplo, en Inglaterra-Gales, las denominadas “Cuatro Grandes” de la auditoría
(Deloitte, PwC, Ernst & Young y KPMG) han sido autorizadas a prestar servicios jurídicos como
ABSs (habiendo adquirido posteriormente importantes firmas jurídicas y compañías tecnológi-
cas que han desarrollado sistemas de inteligencia artificial jurídica, tanto en Reino Unido como
en otros países). También aseguradoras como Direct Line han conseguido licencias de este tipo.
32
Entre otras, la ya mencionada LegalZoom se constituyó en 2014 en una ABS con licen-
cia para prestar servicios jurídicos en el Reino Unido y desde entonces ha adquirido diversas
firmas jurídicas para complementar su modelo de negocio.
33
Un caso de este tipo es la norteamericana Axiom, que funciona como ABS en el Reino
Unido.
34
Significativamente, la primera licencia ABS que se otorgó en Inglaterra-Gales fue a la
popular cadena de supermercados Tesco (de ahí que la Legal Services Act sea popularmente co-

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138 José Ignacio Solar Cayón

Esta liberalización de iure parece una tendencia en expansión 35. Pero, en


cualquier caso, lo cierto es que, independientemente de las regulaciones exis-
tentes en cada país, la conjunción de la inteligencia artificial jurídica y de las
tecnologías de la comunicación ya está produciendo una cierta liberalización
de facto del mercado, en cuanto la automatización de determinadas tareas ju-
rídicas ha hecho posible que compañías tecnológicas y de servicios estén ofre-
ciendo a través de sus centros de outsourcing y de sus plataformas digitales,
tanto a empresas como a particulares, servicios que hasta ahora sólo prestaban
los despachos de abogados, compitiendo directamente con éstos. Y esta nueva
realidad plantea graves retos deontológicos. De un lado, la pérdida efectiva del
monopolio por parte de la abogacía comporta una transformación sustancial
de los presupuestos sobre los que se ha asentado la deontología profesional,
cuestionando su mismo enfoque regulativo. Y, de otro, plantea la necesidad de
garantizar efectivamente el derecho de todos los ciudadanos a acceder a unos
servicios jurídicos de calidad y prestados de manera competente, protegién-
doles frente a posibles actuaciones lesivas de sus intereses legales.

3.1. El desbordamiento de la deontología: de la regulación de la abo-


gacía a la regulación de los servicios jurídicos
Hasta ahora, en la mayoría de los países, el foco de los reguladores de
los servicios jurídicos se ha centrado exclusivamente en lo que Andrew M.
Perlman denomina “el Derecho de la Abogacía” (Law of Lawyering), esto es,
las normas que regulan la actuación de los abogados, en lugar de “el Derecho
de los servicios jurídicos” (Law of Legal Services) 36. Un hecho comprensible si
se tiene en cuenta la premisa tradicional del monopolio de la abogacía sobre
la práctica legal. Desde esta perspectiva no existía ninguna diferencia entre
el quién y el qué ha de ser regulado, puesto que los servicios jurídicos eran –y

nocida como la Tesco Act). También han obtenido autorización para prestar servicios jurídicos
la cadena de almacenes Wal-Mart, la empresa de telecomunicaciones BT, bancos y otro tipo de
compañías.
35
La primera recomendación del informe canadiense Futures: Transforming the Delivery
of Legal Services in Canada, cit., es precisamente la de permitir la creación de estructuras aná-
logas a las ABSs británicas (p. 35), si bien dicho proyecto ha resultado hasta ahora infructuo-
so debido al rechazo de la poderosa asociación de la abogacía de Toronto. Y en los Estados
Unidos el Report on the Future of Legal Services in the United States, cit., recomienda también
explorar esta posibilidad (p. 45).
36
Cfr. A. M. PERLMAN, “Towards the Law of Legal Services”, Cardozo Law Review,
vol. 37, núm. 49, 2015, p. 55.

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aún siguen siendo sobre el papel en la mayoría de los países– aquellos que
son prestados por la abogacía 37. Pero hoy, como ya se ha señalado anterior-
mente, esa correspondencia entre el sujeto y el objeto de regulación se ha
quebrado, ya que muchos profesionales que no son abogados y entidades
que no son firmas jurídicas están jugando en la práctica un creciente y, a
menudo, valioso papel en la provisión de tales servicios. De manera que la
normativa deontológica se revela impotente para abordar esta realidad. Una
circunstancia cuya consecuencia más significativa es que buena parte del
mercado jurídico se halla hoy, de facto, desregularizado, en la medida en que
aquellas normativas resultan cada vez más irrelevantes en un contexto en
el que prácticamente todas las áreas de actuación que tradicionalmente han
constituido el dominio exclusivo de la abogacía, salvo la representación del
cliente ante el tribunal, están siendo progresivamente asaltadas por la com-
petencia de compañías tecnológicas y de servicios que, con mayores o me-
nores dificultades, pueden eludir la prohibición de intrusismo profesional 38.
Ante esta situación, son cada vez más quienes reclaman la adopción de un
enfoque holístico que, partiendo de la definición de una serie de objetivos nor-
mativos (regulatory objectives), sirva a proveer una regulación general e integral
de la práctica profesional del Derecho y de los servicios jurídicos, ya sean pres-
tados éstos por los despachos tradicionales o por otro tipo de entidades auto-
rizadas. En opinión de los defensores de este nuevo esquema de regulación, la
existencia de dicho marco normativo proporcionaría seguridad a los actuales y
potenciales proveedores alternativos de servicios jurídicos, por lo que constitui-
ría un factor de estímulo de la innovación tecnológica y de los procesos jurídicos.
Además, permitiría que los despachos pudieran competir en una mayor igual-
dad de condiciones con tales entidades. Y, en definitiva, los clientes podrían ser
adecuadamente protegidos frente a supuestas prácticas profesionales que no al-
canzaran a satisfacer determinados estándares normativos de calidad 39.
37
Cfr. L. S. TERRY, S. MARK y T. GORDON, “Trends and Challenges in Lawyer
Regulation: The Impact of Globalization and Technology”, cit., p. 2677.
38
De nuevo, el caso de LegalZoom –constituido en el icono del Tech Law y objetivo pre-
dilecto de los ataques de las asociaciones de abogados estadounidenses–, nos ilustra sobre las
dificultades de la regulación deontológica para abordar el problema. Esta compañía ha tenido
que hacer frente a múltiples demandas de intrusismo profesional (unauthorized practice of law)
en diversos Estados de la Unión por la explotación comercial de sus aplicaciones web para la
elaboración de documentos legales, pero, como explicaré en el último apartado, su modelo de
negocio ha salido indemne de todas ellas.
39
En esta dirección D. L. RHODE y L. B. RICCA, “Protecting the Profession or the
Public? Rethinking Unauthorized-Practice Enforcement”, Fordham Law Review, vol. 82, núm. 6,

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140 José Ignacio Solar Cayón

Un enfoque de este tipo es el que han adoptado aquellas jurisdicciones


que han acometido una liberalización de iure del mercado legal. Frente a los
esquemas reguladores tradicionales, basados en los principios deontológicos
profesionales y la independencia del abogado individual, los nuevos esque-
mas tienden a priorizar la competencia entre los distintos proveedores de
servicios jurídicos y los intereses de los clientes. Y esta divergencia de pers-
pectiva se traduce en una serie de diferencias en las metodologías regula-
doras, que se advierten fundamentalmente en relación al tratamiento de los
siguientes aspectos: la apertura o rechazo a la intervención de profesionales
no jurídicos y de estructuras alternativas a las firmas jurídicas, la localiza-
ción de las competencias para la regulación de los servicios jurídicos y el foco
de atención de la regulación 40. Así, los esquemas tradicionales favorecen la
exclusividad de la abogacía en la prestación de servicios jurídicos y la ex-
clusión de estructuras alternativas a las firmas jurídicas, la autorregulación
profesional y el énfasis en la conducta individual del abogado como objeto
prioritario de la regulación. Sin embargo, este paradigma alternativo tiende
hacia el reconocimiento en mayor o menor grado de la participación de pro-
fesionales que no son abogados y la autorización de proveedores alternati-
vos de servicios jurídicos, el establecimiento de sistemas de co-regulación en
los que la autorregulación se combina con un grado importante de interven-
ción estatal 41, y el desplazamiento del foco de atención desde la regulación

2014, afirman que, en este mercado en transformación, el foco de las agencias reguladoras no
debe centrase en bloquear las innovaciones sino en establecer una regulación que asegure la
satisfacción de los intereses del ciudadano. Y que la responsabilidad de la abogacía hacia la
sociedad exige algo más que una reacción ad hoc y de carácter fundamentalmente defensivo
frente al cambio. Antes al contrario –afirman– la profesión legal debe ser explícita acerca de
sus objetivos, entre los cuales se ha de incluir no sólo la protección del público frente a aquellos
prestadores de servicios jurídicos que carezcan de la cualificación adecuada o actúen de una
manera contraria a la ética profesional, sino también facilitar la elección de los demandantes de
esos servicios y ampliar sus posibilidades de acceso a los mismos. Y, desde esta perspectiva, la
regulación –no la prohibición– de estos proveedores alternativos cobra sentido (pp. 2607-2608).
40
Cfr. N. SEMPLE, “Legal Services Regulation in Canada: Plus Ça Change?”, en A.
BOON (ed.), International Perspectives on the Regulation of Lawyers and Legal Services, Hart
Publishing, Portland, 2017, p. 96.
41
Como afirman R. DEVLIN y O. MORISON, “Access to Justice and the Ethics and
Politics of Alternative Business Structures”, The Canadian Bar Review, vol. 91, núm. 3, 2012, la
aceptación de este tipo de estructuras alternativas “abre la Caja de Pandora de la autorregu-
lación”: si aceptamos que “solo los abogados pueden ofrecer servicios jurídicos, entonces el
argumento de la ‘regulación de los abogados por los propios abogados’ es más fácil de defen-
der”; sin embargo si también otros “profesionales que no son abogados están implicados en la

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de la conducta individual del profesional a la regulación de las estructuras y


sistemas de gestión de las entidades que prestan los servicios jurídicos.
Como se ha indicado, el punto de partida de estos nuevos esquemas es el
establecimiento de una meta-regulación que se basa en la determinación de
una serie de objetivos que han de perseguir todos aquellos organismos con
competencias reguladoras o autorreguladoras en este ámbito y que, por su-
puesto, han de cumplir todas las entidades, de cualquier tipo que sean, que
presten servicios jurídicos. La Legal Services Act británica de 2007 represen-
ta, tal vez, el ejemplo más prominente de un esquema de regulación de este
tipo. Su sección 1 establece los siguientes objetivos reguladores generales,
comunes tanto para las firmas jurídicas como para las entidades que obten-
gan autorización para prestar servicios jurídicos bajo la forma de Alternative
Business Structures: a) protección y promoción del interés público; b) forta-
lecimiento del principio constitucional del rule of law; c) mejora del acceso a
la justicia; d) protección y promoción de los intereses de los consumidores;
e) fomento de la competencia en la prestación de servicios; f) promoción de
una abogacía independiente, fuerte, plural y eficiente; g) mejora del cono-
cimiento de la ciudadanía sobre sus derechos y deberes; y h) promoción y
mantenimiento de la adhesión a los principios profesionales de independen-
cia, competencia, actuación en interés del cliente, actuación en interés de la
justicia y confidencialidad.
Sin embargo, hoy el alcance de este modelo no se limita sólo a aquellas
jurisdicciones que han liberalizado sus mercados jurídicos, sino que se ha
extendido a más de dos docenas de países, muchos de los cuales no permiten
este tipo de estructuras alternativas (Canadá, Escocia, Irlanda, Dinamarca,
Nueva Zelanda e India, entre otros) 42. Especialmente interesante resulta el
caso de los Estados Unidos, cuya regulación no sólo no permite este tipo
de estructuras alternativas sino que es sumamente restrictiva respecto de
la participación de personas que no sean abogados en las firmas jurídicas
(mucho más, por ejemplo, que la legislación española). Allí ha sido la propia
American Bar Association la que, mediante una resolución de 8 de febrero de

prestación de servicios jurídicos, ya no es obvio que la autorregulación sea el único sistema de


gobierno defendible” (pp. 496-497).
42
Una exposición general sobre los diversos factores que han propiciado el desarro-
llo de este esquema de regulación y su implantación en diversos países puede encontrarse
en L. S. TERRY, S. MARK y T. GORDON, “Adopting Regulatory Objectives for the Legal
Profession”, Fordham Law Review, vol. 80, núm. 6, 2012, pp. 2688-2697.

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2016, ha adoptado un “Modelo de objetivos reguladores para la provisión de


servicios jurídicos” 43.
Más allá de los objetivos que establece 44, a mi juicio, el aspecto más in-
teresante de esta resolución es que en ella, la asociación más representativa
de la abogacía estadounidense urge a los tribunales supremos de todos los
Estados (que son los órganos competentes para regular la práctica legal en su
territorio) a que adopten dichos objetivos y los sigan a la hora de interpretar
el actual marco regulador de los servicios jurídicos o de establecer nuevas
regulaciones en relación a la actividad de los proveedores no tradicionales
de servicios jurídicos. Con ello pretende que dicho modelo constituya una
herramienta útil para guiar la regulación del cada vez más heterogéneo aba-
nico de sujetos prestadores de servicios jurídicos e informar las decisiones de
los tribunales a la hora de enfrentar los problemas que la entrada en juego de
estas nuevas entidades puede generar. En un loable ejercicio de realismo, la
resolución, si bien advierte que no supone una derogación de la prohibición
de practicar el Derecho por parte de cualquier entidad que no sea una firma
jurídica poseída y dirigida por abogados, afirma que el establecimiento de
tales principios puede constituir un marco apropiado para el desarrollo de
estándares que guíen la actuación de los tribunales en un contexto en el que
la práctica jurídica y los servicios jurídicos están experimentando un pro-
fundo cambio debido a la presencia de proveedores alternativos que –y aquí
está la clave– “ya están prestando activamente servicios al público” 45.
43
Cfr. AMERICAN BAR ASSOCIATION, Resolution 105 on ABA Model Regulatory
Objectives for the Provision of Legal Services, February 8, 2016.
44
Estos objetivos son: a) protección del público; b) avance de la administración de jus-
ticia y del rule of law; c) mejora significativa en el acceso a la justicia y la información acerca
del Derecho, los temas legales y los procedimientos judiciales civiles y penales; d) transpa-
rencia sobre la naturaleza y el alcance de los servicios jurídicos a prestar, las credenciales de
quienes los prestan y la existencia de garantías normativas; e) provisión de servicios jurídicos
asequibles y accesibles; f) prestación de servicios jurídicos eficiente, competente y ética; g)
protección de la información confidencial; h) independencia de juicio profesional; i) existencia
de remedios civiles accesibles en casos de negligencia e infracción de otros deberes, sanciones
disciplinarias por conductas contrarias a la ética profesional y programas preventivos; j) di-
versidad e inclusión por parte de los proveedores de servicios jurídicos y no discriminación
en la prestación de dichos servicios y en el sistema de administración de justicia.
45
Cfr. AMERICAN BAR ASSOCIATION, Resolution 105 on ABA Model Regulatory
Objectives for the Provision of Legal Services, cit., p. 1. En la actualidad, al menos el Tribunal
Supremo de Colorado ya ha adoptado unos objetivos reguladores análogos a los de la ABA
que son aplicables a cualquier prestador de servicios jurídicos. Cfr. COLORADO SUPREME
COURT, Rule Change 2016 (06), April 7, 2016.

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Retos de la deontología de la abogacía en la era de la inteligencia artificial jurídica 143

Como explica la propia resolución, estos objetivos reguladores difieren


de los principios deontológicos de la abogacía en dos aspectos fundamenta-
les. En primer lugar, estos últimos se dirigen únicamente a los profesionales
del Derecho, mientras que aquellos objetivos pretenden guiar la creación e
interpretación de un amplio abanico de regulaciones de los servicios jurídi-
cos, incluyendo aquellas aplicables a las nuevas categorías de proveedores
alternativos de servicios jurídicos. Por esta razón, algunos deberes ya reco-
gidos en las normas deontológicas son reafirmados en los objetivos, al obje-
to de enfatizar su importancia a la hora de establecer regulaciones para las
entidades que no sean firmas jurídicas, aunque en ocasiones esos deberes
deontológicos han de ser articulados de forma diferente para adaptarse al di-
ferente contexto de aplicación de los objetivos. Y, en segundo lugar, mientras
que los principios deontológicos constituyen el núcleo de las reglas de con-
ducta de los profesionales jurídicos, ofreciendo sólo una limitada –aunque
esencial– guía para la regulación de los servicios jurídicos, la definición de
un conjunto más completo de objetivos normativos puede ofrecer a las juris-
dicciones estatales una guía reguladora mucho más clara que la que aquellos
suministran 46.

3.2. De la regulación de la conducta individual a la regulación de las


estructuras corporativas: hacia una “infraestructura ética” de las
entidades proveedoras de servicios jurídicos
Uno de los principales problemas que plantea el reconocimiento de estas
entidades proveedoras de servicios jurídicos alternativas a las firmas jurídi-
cas tradicionales es el de cómo asegurar la sujeción del trabajo de sus aboga-
dos y de otros profesionales que participan en los procesos jurídicos (y que
no están sujetos a las normas deontológicas de la abogacía) a las pautas éticas
que requiere la prestación de este tipo de servicios. De hecho, uno de los
principales argumentos que se esgrime contra aquel reconocimiento es pre-
cisamente el temor de que este tipo de estructuras podrían ser menos procli-
ves que las firmas jurídicas a observar los valores y principios deontológicos
característicos de la abogacía. Particularmente, el hecho de que su propiedad
y dirección se halle mayoritariamente en manos de profesionales no jurídi-
cos ha sido visto como un factor susceptible de provocar conflictos de inte-

46
Cfr. AMERICAN BAR ASSOCIATION, Resolution 105 on ABA Model Regulatory
Objectives for the Provision of Legal Services, cit., pp. 3-4.

ISSN: 1133-0937 DERECHOS Y LIBERTADES


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144 José Ignacio Solar Cayón

reses que socaven los fundamentos éticos de la actuación profesional, ya que


las estrategias empresariales, las estructuras corporativas y los procesos de
toma de decisiones en el seno de la entidad podrían comprometer principios
deontológicos fundamentales, tales como la independencia, la confidenciali-
dad, la inexistencia de conflictos de interés y la lealtad hacia el cliente.
Por ello, al objeto de hacer frente a estos riesgos, uno de los rasgos más
característicos del nuevo esquema regulador es el desplazamiento de su foco
de atención desde la regulación de la conducta individual del profesional, tal
como hacen las normas deontológicas, a la regulación de las entidades pro-
veedoras de servicios legales. La exigencia de este desplazamiento deriva, por
tanto, del reconocimiento de que las estructuras organizativas y los procesos
de gestión de esas entidades pueden minar la conducta ética individual. Y se
traduce fundamentalmente en la obligación de estos proveedores alternativos
de servicios jurídicos de adoptar una “infraestructura ética”; esto es, una serie
de sistemas internos de dirección y gestión que promuevan una conducta éti-
ca 47. En cualquier caso, es importante señalar que esta infraestructura no viene
a sustituir a la disciplina deontológica a la que se halla sujeto el profesional,
sino a complementar dicho enfoque regulador “subjetivo”, basado en un siste-
ma de reglas de conducta individual, con una aproximación de carácter “obje-
tivo”, centrada en el cumplimiento de ciertos objetivos.
Este tipo de entity regulation fue introducida por primera vez en Australia,
donde la Legal Profession Act (2004) obligó a las Incorporated Legal Practices a
establecer una infraestructura ética, entendida como un conjunto de “políticas
de gestión formales e informales, procedimientos y controles, culturas de los
equipos de trabajo y hábitos de interacción y prácticas que sostienen y pro-
mueven una conducta ética” 48. Una pieza central de esta arquitectura ética
es la exigencia de que en el equipo de dirección de estas organizaciones haya
un abogado que desempeñe la función de Legal Practitioner Director, cuyo co-
metido es implementar y supervisar “sistemas de gestión apropiados” para
asegurar que los servicios jurídicos son prestados de conformidad con las
obligaciones profesionales de la abogacía y que la entidad cumple los objeti-

47
Este término fue acuñado por T. SCHNEYER, “A Tale of Four Systems: Reflections
on How Law Influences the ‘Ethical Infrastructure’ of Law Firms”, South Texas Law Review,
vol. 39, 1998, pp. 245-263, como una propuesta inicialmente dirigida a la organización de los
grandes bufetes estadounidenses.
48
S. MARK, “Views from an Australian Regulator”, Journal of the Professional Lawyer,
vol. 49, núm. 1, 2009, p. 46.

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Retos de la deontología de la abogacía en la era de la inteligencia artificial jurídica 145

vos definidos por el regulador 49. Si bien la ley no definía lo que constituye un
“sistema de gestión apropiado”, posteriormente la autoridad reguladora ha
desarrollado un test para determinar si estas entidades poseen tales sistemas,
identificando diez áreas que tradicionalmente habían dado lugar a un número
significativo de reclamaciones por parte de los clientes de las firmas jurídicas
y estableciendo en cada una de ellas una lista de problemas y de objetivos a
alcanzar 50. Objetivos cuyo cumplimiento ha de ser verificado a través de una
serie de herramientas de auto-evaluación (por parte de la propia entidad) y de
evaluación (por parte de la agencia reguladora). De este modo, el regulador
ha dado en última instancia un significado concreto al término “infraestruc-
tura ética”, ligándolo a una serie de objetivos que promueven una conducta
ética y enfocada hacia el cliente por parte de todo el personal (abogados y no
abogados) de la entidad. Posteriormente, la Legal Services Act británica de 2007
estableció exigencias similares en relación a las Alternative Business Structures.
Como se puede apreciar, una de las características fundamentales de
este nuevo esquema regulador es el abandono del tradicional enfoque reac-

49
Cfr. Legal Profession Act 2004, sec. 140.
50
Las áreas y los objetivos a alcanzar en cada una de ellas son los siguientes:
a) Negligencia: promover prácticas de trabajo competentes.
b) Comunicación: promover una comunicación efectiva, oportuna y cortés.
c) Retrasos: realizar una prestación, revisión y seguimiento de los servicios jurídicos en
un tiempo razonable.
d) Transferencias de documentos y expedientes: realizar a su debido tiempo las transfe-
rencias de documentos y expedientes.
e) Transparencia en los precios, la facturación y la gestión de los anticipos: facilitar la
comprensión y la documentación apropiada sobre el comienzo y término de los depósitos y
las prácticas de facturación.
f) Conflicto de intereses: proveer mecanismos para la pronta identificación y resolu-
ción de conflictos de intereses.
g) Gestión de expedientes: minimizar la probabilidad de pérdida o destrucción de co-
rrespondencia y documentos mediante la apropiada conservación, clasificación, archivo, etc.,
y establecer sistemas de compliance para verificar el cumplimiento de las exigencias relativas
al registro de expedientes, la custodia y los intereses financieros.
h) Compromisos legales: monitorizar el compliance de notificaciones, órdenes, decisio-
nes, instrucciones y otros requerimientos de los tribunales y de las autoridades reguladoras.
i) Supervisión de las prácticas y del personal: garantizar el compliance de las obligacio-
nes legales relativas a los términos de la licencia de práctica y la contratación de personal, y
asegurar la calidad de la actuación y del resultado del trabajo de los abogados, paralegales y
profesionales no jurídicos implicados en la provisión de servicios jurídicos.
j) Contabilidad responsable: establecer procedimientos contables adecuados y sistemas
de compliance de las exigencias previstas en la Parte 3.1, División 2, de la Legal Profession Act 2004.

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146 José Ignacio Solar Cayón

tivo característico de las regulaciones deontológicas –centrado en la reacción


ex post al incumplimiento de las normas de conducta profesional– en favor
de un enfoque proactivo o compliance-based, dirigido a la consecución de una
serie de resultados. El modelo está diseñado para que las entidades presta-
doras de servicios jurídicos implementen estructuras que puedan detectar y
evitar problemas, poniendo el foco en el desarrollo de sistemas y procesos
internos de gestión que promuevan prácticas éticas y logren satisfacer los
objetivos establecidos por el regulador. De ahí que a menudo suela hacerse
referencia a estos esquemas normativos como outcome-focused regulations 51.
Aunque, como ya se indicó, estos no vienen a sustituir, sino a complementar,
los sistemas tradicionales de regulación de la conducta individual del pro-
fesional mediante reglas deontológicas, teniendo en cuenta además que –a
diferencia de estas– aquellos resultan aplicables a cualquier profesional que
participe en la prestación de servicios jurídicos aun no siendo abogado.
En cuanto al impacto que la introducción de esta infraestructura ética
puede tener en la salvaguarda de los valores deontológicos de la profesión
legal y en la garantía de los estándares de calidad adecuados en la provisión
de servicios jurídicos, resulta difícil aún emitir un juicio definitivo, dada la
inexistencia de una perspectiva temporal suficientemente amplia. Sin embar-
go, sí existen algunos indicadores suficientemente alentadores sobre los efec-
tos positivos de su implementación. Según los resultados arrojados por un
extenso estudio empírico realizado en Nueva Gales del Sur (la jurisdicción
con un mayor horizonte temporal en esta cuestión), este esquema ha per-
mitido que las firmas jurídicas que se han constituido en Incorporated Legal
Practices hayan reducido hasta en dos tercios las reclamaciones que, en rela-
ción a las diez áreas establecidas, recibían anteriormente. Lo que ha supuesto
que la tasa de reclamaciones contra las actuaciones de este tipo de entidades
sea apenas un tercio de la tasa de reclamaciones contra las actuaciones de
despachos que no se han reconvertido en este nuevo tipo de estructuras 52.

51
En este sentido señalan L. S. TERRY, S. MARK y T. GORDON, “Trends and Challenges
in Lawyer Regulation: The Impact of Globalization and Technology”, cit., que otro de los desa-
fíos fundamentales que actualmente han de afrontar los reguladores del mercado legal para
hacer frente a los desajustes ocasionados por la irrupción de los proveedores alternativos de
servicios jurídicos es cómo efectuar dicha regulación: si adoptando un enfoque basado en los
resultados o un enfoque basado en principios y reglas de conducta (pp. 2681-2683).
52
Cfr. C. PARKER, T. GORDON y E. MARK, “Regulating Law Firm Ethics
Management: An Empirical Assessment of an Innovation in Regulation of the Legal Profession
in New South Wales”, Journal of Law and Society, vol. 37, núm. 3, 2010, pp. 466-500.

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Retos de la deontología de la abogacía en la era de la inteligencia artificial jurídica 147

Y en Gran Bretaña, el informe Consumer Impact Report 2014, que utiliza-


ba un amplio abanico de indicadores empíricos para evaluar los resultados
de la reforma de los servicios jurídicos introducida por la Legal Services Act,
afirma rotundamente que “las alarmantes predicciones sobre el colapso de
la ética profesional y la degradación del acceso a la justicia como resultado
de la autorización de las Alternative Business Structures no se han materiali-
zado”, evidenciando que “no se han producido faltas disciplinarias impor-
tantes por parte de estas entidades ni se han registrado niveles inusuales de
reclamaciones en los datos publicados por el Legal Ombudsman” 53. De hecho,
los buenos resultados obtenidos por este esquema llevaron a la autoridad re-
guladora de la abogacía en Inglaterra y Gales a imponer la exigencia de una
infraestructura ética análoga a los despachos que no se han convertido en
ABSs 54. Y, paralelamente, el nuevo Código Deontológico de la abogacía ha
adoptado un enfoque claramente basado en el concepto de outcome-focused
regulation, poniendo un énfasis mucho mayor en la gobernanza y la gestión
de todos los prestadores de servicios jurídicos e imponiendo en cada aparta-
do de la actuación profesional una serie de objetivos y resultados 55.
Incluso, al igual de lo que ha sucedido con los “principios reguladores”,
hoy esta infraestructura ética se está expandiendo también más allá de las
jurisdicciones que permiten las entidades alternativas de prestación de servi-
cios jurídicos. En Canadá, una de las recomendaciones del informe Futures:
Transforming the Delivery of Legal Services in Canada ha sido la adopción de un
sistema de regulación de las estructuras de los despachos, basado en el cum-
plimiento de una serie de objetivos, que promueva la realización de las me-
jores prácticas éticas como complemento a la regulación deontológica de la
conducta del abogado 56. Recogiendo esta llamada, la Canadian Bar Association
está promoviendo la implantación de una infraestructura ética en las firmas
jurídicas 57. Y en Estados Unidos son también diversas las jurisdicciones que
están considerando su implementación en los despachos de abogados.

53
LEGAL SERVICES CONSUMER PANEL, Consumer Impact Report 2014, London,
December 2014, p. 15.
54
Cfr. SOLICITORS REGULATION AUTHORITY, Authorisation Rules for Legal Services
Bodies and Licensable Bodies (2011).
55
Cfr. SOLICITORS REGULATION AUTHORITY, Code of Conduct 2011.
56
Cfr. CANADIAN BAR ASSOCIATION, Futures: Transforming the Delivery of Legal
Services in Canada, cit., pp. 47-48.
57
Cfr. CANADIAN BAR ASSOCIATION, Assessing Ethical Infrastructure in Your Law
Firm: A Practical Guide, October 2014, y CANADIAN BAR ASSOCIATION, Ethical Practices

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148 José Ignacio Solar Cayón

4. LA INCIDENCIA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN LOS


PRINCIPIOS DEONTOLÓGICOS

Las transformaciones operadas en el entorno profesional del abogado y


en sus métodos de trabajo como consecuencia de la creciente expansión de
las herramientas de inteligencia artificial jurídica y de sus efectos derivados
inciden también de manera directa en algunos de los principios deontoló-
gicos tradicionales, demandando en unos casos la introducción de nuevas
perspectivas o la incorporación de nuevas dimensiones en su contenido,
cuestionando en otros la idoneidad de ciertas categorías establecidas para
afrontar los nuevos problemas, y precisando en la mayoría una delimitación
del alcance de los deberes profesionales a la luz de las nuevas circunstancias.
De entrada, la incorporación de la inteligencia artificial en el quehacer
cotidiano de la abogacía plantea la exigencia de que el profesional adquie-
ra nuevos tipos de competencias y habilidades adicionales a las de carác-
ter estrictamente técnico-jurídico 58. En este sentido cabe señalar que uno de
los efectos más relevantes de la irrupción de estas herramientas tecnológi-
cas y del desarrollo, como consecuencia de ello, de nuevos sistemas de or-
ganización del trabajo, así como de nuevos modelos de negocio y formas de
prestación de los servicios jurídicos, es la demanda de nuevos perfiles pro-
fesionales híbridos, surgidos en el área de intersección entre el Derecho, la
tecnología y la gestión empresarial (ingenieros de conocimientos jurídicos,
científicos de datos jurídicos, analistas de procesos jurídicos, responsables
de la gestión de proyectos jurídicos, legal management consultants, gestores de
riesgos legales…), que proporcionan considerables oportunidades labora-
les a aquellos abogados que sepan adaptarse a las nuevas exigencias 59. Pero,
aun dejando de lado esas nuevas ocupaciones, parece indudable que incluso
aquellos abogados que continúen desarrollando una actividad estrictamente
técnico-jurídica, al estilo tradicional, se verán obligados cada vez más fre-
cuentemente a realizar sus tareas en colaboración con expertos en tecnología
o en el seno de equipos multidisciplinares en los que, además de aportar sus
conocimientos y habilidades jurídicas, habrán de ser capaces de entender los

Self-Evaluation Tool, CBA Ethics and Professional Responsibility Committee, October 2014
(http://www.lians.ca/sites/default/files/documents/00077358.pdf).
58
Cfr. DELOITTE, Developing legal talent. Stepping into the future law firm, February
2016, p. 16.
59
Sobre la emergencia de estos nuevos perfiles profesionales, cfr. R. SUSSKIND,
Tomorrow’s Lawyers, cit., pp. 135-144.

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Retos de la deontología de la abogacía en la era de la inteligencia artificial jurídica 149

data y el funcionamiento básico de los sistemas “inteligentes”, de trabajar con


tecnologías complejas o de saber gestionar el riesgo, entre otras exigencias.
De manera que no parece difícil augurar que la creciente expansión de los
sistemas de inteligencia artificial jurídica hará imprescindible la cualificación
tecnológica del profesional del Derecho, hasta el punto que la misma venga
asumida finalmente como un elemento imprescindible para el ejercicio com-
petente de la abogacía. Así ha sucedido ya en los Estados Unidos, donde una
reforma de las Model Rules of Professional Conduct en 2012 introdujo la compe-
tencia “tecnológica” como una obligación deontológica para la práctica de la
abogacía a nivel federal, al considerar que aquella constituye una nueva di-
mensión inherente o implícita en el deber genérico de competencia profesio-
nal 60. Y, siguiendo esta pauta federal, hoy son ya más de treinta los colegios
de abogados estatales que exigen una cualificación tecnológica mínima para
acceder al ejercicio de la profesión legal en sus jurisdicciones 61. Contrasta
esta rápida asunción de las nuevas realidades tecnológicas en el sistema esta-
dounidense (y anglosajón en general) con la ausencia prácticamente total de
cualquier referencia en los documentos deontológicos europeos y españoles.
A nivel nacional, ni siquiera el reciente Código Deontológico de 2019 se hace
eco de esta problemática 62. Y en el ámbito europeo sólo la Carta de principios

60
La primera obligación deontológica de la abogacía estadounidense, contenida en la
Rule 1.1, es el deber de “competencia” del profesional, al que se exige poseer los conocimien-
tos y las habilidades necesarias para representar de manera competente a su cliente. Debido
a la progresiva expansión de la inteligencia artificial jurídica, en dicha reforma se modificó el
“Comentario 8” a esta regla, estableciéndose que “para mantener el conocimiento y las des-
trezas requeridas, un abogado debe permanecer al corriente de los cambios en el Derecho y su
práctica, incluyendo los beneficios y los riesgos asociados a la tecnología relevante” (la frase en itálica
fue añadida en la reforma).
61
Esta nueva dimensión de la competencia profesional plantea también el proble-
ma, esencial, de la adaptación de la formación jurídica al nuevo contexto profesional. En
Estados Unidos, las más destacadas Facultades de Derecho ya han emprendido en los últi-
mos años cambios en su curriculum, introduciendo materias de carácter tecnológico, como
“Computación jurídica”, “Estadística para abogados”, “Análisis de Datos”, “Tecnología apli-
cada” y otras similares. En España son aún pocas las universidades que, normalmente, en el
marco de títulos propios de Master abordan algunas de estas cuestiones. Cfr. sobre este asun-
to J. I. SOLAR CAYÓN, La inteligencia artificial jurídica. El impacto de la innovación tecnológica en
la práctica del Derecho y el mercado de servicios jurídicos, cit., pp. 237-247.
62
Muy significativamente, el Preámbulo de dicho Código justifica su promulgación
en la necesidad de actualizar las normas deontológicas, debido a “las reformas legislativas y
[…] los cambios políticos y sociales que han afectado al ejercicio profesional en España”, sin
mencionar siquiera los cambios tecnológicos.

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150 José Ignacio Solar Cayón

esenciales de la Abogacía Europea incluye dentro del deber de competencia pro-


fesional una mención genérica a la necesidad de la formación continua del
abogado “como respuesta a los rápidos cambios sufridos en el Derecho y la
práctica del mismo y los nuevos avances tecnológicos y económicos” 63.
En general, parece que buena parte de la abogacía percibe la inteligencia
artificial y sus efectos derivados sobre la práctica legal y el mercado jurídico,
fundamentalmente, como una amenaza para el mantenimiento de los valo-
res tradicionales de la profesión. Y, desde luego, de lo que no cabe duda es
que las formidables capacidades de la inteligencia artificial jurídica ponen
a prueba algunas de las categorías y distinciones básicas sobre las que se ha
asentado la deontología del abogado.
Comenzando por la propia idea de lo que constituye la “práctica del
Derecho” o “práctica legal”, como noción delimitadora de la propia actividad
profesional. Una noción ya de por sí bastante indeterminada y que general-
mente viene caracterizada en la mayoría de las jurisdicciones por referencia a
las funciones legalmente atribuidas con carácter de exclusividad a la abogacía.
Como consecuencia de la ya aludida identificación tradicional entre el sujeto y
el objeto de la regulación, la práctica del Derecho ha sido entendida, sencilla-
mente, como aquello que hacen los abogados. De ese modo, en nuestro país,
según el Estatuto General de la Abogacía (art. 9) y la Ley Orgánica del Poder Judicial
(art. 542.1), corresponde en exclusiva la denominación y función de abogado
a quienes, incorporados a un colegio de abogados, ejerzan profesionalmente
el asesoramiento y la defensa de los intereses jurídicos ajenos. Sin embargo,
como ya se ha señalado, el proceso de desagregación de los servicios jurídicos
propiciado por la automatización ha dinamitado en cierto sentido la idea mis-
ma de la práctica legal como unidad de referencia, en cuanto la ha segmentado
en un gran número de tareas específicas que tradicionalmente se han conside-
rado comprendidas en esas funciones generales de asesoramiento y defensa
legal (investigación jurídica, revisión documental, elaboración de informes y
de documentos legales, análisis predictivo de la actuación judicial, resolución
de disputas mediante procedimientos automatizados de negociación, selec-
ción del material relevante en el proceso judicial) y que han sido rápidamente
asumidas por los nuevos tipos de proveedores alternativos 64. La innovación

63
Carta de principios esenciales de la Abogacía Europea, adoptada el 25 de noviembre de
2006 por el Consejo de la Abogacía Europea, p. 5.
64
La máxima expresión de esta tendencia es el fenómeno de la “representación limita-
da” en el proceso judicial, consistente en la limitación del acuerdo entre abogado y cliente a

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Retos de la deontología de la abogacía en la era de la inteligencia artificial jurídica 151

tecnológica crea nuevas oportunidades de desagregación de la práctica legal,


y a medida que ésta es disgregada, mayores oportunidades surgen para que
estas entidades ganen espacios de actuación sin afectar a tareas que puedan
considerarse de manera indiscutible como exclusivas de la abogacía, las cuales
han quedado prácticamente reducidas a aquellas que implican una actuación
directa en el tribunal (e incluso algunas de éstas han sido ya automatizadas y
asumidas por compañías tecnológicas, como la selección del material relevan-
te en la fase procesal del discovery).
Por otra parte, las capacidades de la inteligencia artificial jurídica difu-
minan, hasta prácticamente disolver, las fronteras entre lo que constituye
mera “información jurídica”, que puede ser proporcionada por cualquier
persona, y lo que es “asesoramiento jurídico”, competencia exclusiva del
abogado. Hasta ahora, por muy potentes que fueran las bases de datos auto-
matizadas y las herramientas de búsqueda y recuperación de la información,
no proporcionaban más que una información jurídica (legal, jurisprudencial,
doctrinal) genérica, que en todo caso había de ser interpretada y aplicada al
caso concreto; y ahí entra en juego el papel del abogado, que actúa como un
intermediario entre esa información y el cliente, con sus circunstancias par-
ticulares. Pero el grado de interactividad y de participación del usuario en el
diseño del producto que permiten los sistemas de inteligencia artificial hace
que estos puedan proporcionar respuestas jurídicas ajustadas a la situación
y las necesidades específicas del usuario: los sistemas expertos otorgan una
respuesta concreta ante un problema particular; las aplicaciones de elabo-
ración automática de documentos legales generan contratos, testamentos,
documentos de constitución de una sociedad, etc., cuyo contenido está total-
mente ajustado a las circunstancias singulares de cada caso; las herramientas
de análisis predictivo evalúan las posibilidades de éxito de las posibles es-
trategias procesales en relación a un conflicto concreto entre determinados

la realización únicamente de algunas de las tareas que integran la cadena de representación


legal (asignándose otras a proveedores alternativos low cost o incluso realizándolas el cliente
por sí mismo a través de aplicaciones tecnológicas). Práctica que está teniendo un notable
auge en países en los que amplias capas de la población tienen enormes dificultades econó-
micas para acceder a los servicios de la abogacía tradicional, como Estados Unidos o Reino
Unido, pero que suscita ciertos interrogantes desde el punto de vista deontológico. Por ello,
en Estados Unidos, son ya más de cuarenta los Estados que han adoptado la regla 1.2(c) de las
Model Rules of Professional Conduct, según la cual “un abogado puede limitar el alcance de su
representación solo si la limitación es razonable bajo las circunstancias y el cliente otorga su
consentimiento informado”.

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152 José Ignacio Solar Cayón

litigantes ante un juez o tribunal específico; los sistemas de resolución auto-


mática de disputas determinan una solución teniendo en cuenta los intereses
y preferencias particulares de las partes en conflicto… Es decir, la inteligen-
cia artificial jurídica puede llevar a cabo prácticamente todas las tareas que
realiza el profesional cuando asesora a su cliente, de una manera totalmente
personalizada y ajustada a las circunstancias del caso 65.
La historia de las demandas judiciales emprendidas contra LegalZoom
en diversas jurisdicciones estadounidenses por intrusismo profesional
muestra muy bien estas dificultades para delimitar, en relación a la explota-
ción comercial de las aplicaciones de inteligencia artificial jurídica, la línea
divisoria entre la mera provisión de información legal y la prestación de
un servicio de asesoramiento jurídico. Una línea divisoria que, en el ámbito
de la elaboración de documentos legales, resultaba tradicionalmente muy
clara para la jurisprudencia. Así, la comercialización de libros o incluso de
programas informáticos con formularios o modelos de documentos nunca
se consideró intrusismo profesional, aunque pudieran ser utilizados por
cualquier lector o usuario para elaborar sus propios documentos legales, en
cuanto se consideraba que tales formularios constituían mera información
genérica, faltando el elemento esencial de la práctica profesional, que es el
asesoramiento personalizado (acerca de cuál es el documento que corres-
ponde en cada caso, cómo debe completarse, qué cláusulas deben o no in-
corporarse, qué tipo de información se ha de incluir o cualquier otro aspecto
relacionado con la elaboración y utilización del documento) 66. Y, al amparo
de estas categorías, no se ha considerado intrusismo profesional la venta
(en papel o en línea) de formularios de documentos o incluso la utilización

65
Uno de los rasgos más característicos de la comoditización de los servicios propicia-
da por la inteligencia artificial es precisamente su potencial de mass-customization o “persona-
lización masiva”. Este término, que fue acuñado en S. DAVIS, Future Perfect, Addison-Wesley
Publishing Co., Reading (Massachusetts), 1987, hace referencia a su capacidad de producir
servicios capaces de satisfacer las demandas y necesidades específicas de cada cliente man-
teniendo sin embargo una eficiencia análoga a la de los sistemas de producción en masa. La
vía más eficiente para lograr este objetivo es convertir al cliente en un co-diseñador del pro-
ducto final y hacerle así partícipe del propio proceso de producción, ya sea permitiéndole
incorporar al mismo sus requerimientos específicos o acceder directamente a las herramientas
de diseño del producto a través de una aplicación web. Cfr. M. M. TSENG, Y. WANG y R. J.
JIAO, “Mass Customization”, en L. LAPERRIÈRE y G. REINHART (eds.), CIRP Encyclopedia of
Production Engineering, Springer, Berlin, Heidelberg, 2017.
66
Esta línea jurisprudencial arranca en Dacey v. New York County Lawyers Association,
423 F.2d 188 (2d.Cir 1969).

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Retos de la deontología de la abogacía en la era de la inteligencia artificial jurídica 153

de softwares que insertan directamente la información bruta proporcionada


por el usuario en el formulario que él mismo ha seleccionado.
Pero lo cierto es que no resulta fácil evaluar a la luz de tal distinción la
legalidad de la explotación comercial de las aplicaciones web para la elabo-
ración automática de documentos jurídicos. Las aplicaciones de LegalZoom
utilizan la información proporcionada por el usuario a través de un diálogo
interactivo con el software para, teniendo en cuenta el Derecho vigente en
cada jurisdicción estatal o local, seleccionar automáticamente el tipo de do-
cumento apropiado en cada caso, las cláusulas que es conveniente incorpo-
rar o excluir y los términos que han de conformar su contenido; generando
así un documento perfectamente completado, personalizado y ajustado a
las circunstancias específicas de cada situación 67. Y todo ello sin que el usua-
rio reciba ningún tipo de asesoramiento ni exista intervención humana al-
guna por parte de la compañía. Hecho que ha motivado que, en unos casos,
los litigios hayan finalizado con resoluciones judiciales favorables a la com-
pañía y, en otros, con acuerdos entre ésta y las asociaciones de la abogacía
demandantes, sin más incidencia que la adopción por parte de LegalZoom
de ciertas cautelas, como advertir a sus usuarios de que no es una firma ju-
rídica o hacer que sus aplicaciones sean visadas por un abogado con licencia
para actuar en la jurisdicción correspondiente antes de ser comercializadas 68.

67
Como afirma I. FIGUERAS, “The LegalZoom Identity Crisis: Legal Form Provider
or Lawyer in Sheep’s Clothing?”, Case Western Reserve Law Review, vol. 63, núm. 4, 2013, es
este “nivel añadido de sofisticación” que la inteligencia artificial aporta a los servicios de crea-
ción de documentos jurídicos en línea lo que plantea las dificultades para determinar si la
actividad de LegalZoom y de otras compañías similares “puede ir más allá de lo que sería un
mero proveedor de formularios jurídicos y entrar en el dominio de la práctica profesional del
Derecho” (p. 1429).
68
Para una visión general de las múltiples demandas judiciales entabladas con-
tra LegalZoom por intrusismo profesional, cfr. E. McCLURE, “LegalZoom and Online Legal
Service Providers: Is the Development and Sale of Interactive Questionnaires that Generate
Legal Documents the Unauthorized Practice of Law?”, Kentucky Law Journal, vol. 105, núm.
3, 2017, pp. 563-585. En cuanto a las decisiones judiciales favorables a la compañía, cfr., por
todas, la del Tribunal Supremo de Carolina del Sur en Travis Medlock v. LegalZoom.com, Inc.,
Case Nº 2012-208067 (March 11, 2014). En otros Estados, como Washington (2010), Missouri
(2011) y Carolina del Norte (2015), la disputa se zanjó con acuerdos judiciales. El acuerdo en
este último Estado, que ponía fin a una serie de disputas judiciales mantenidas a lo largo de
varios años, parece haber desalentado nuevas demandas contra la compañía. En él, LegalZoom
y la Asociación de la Abogacía de Carolina del Norte se comprometían a apoyar una futura
legislación estatal que modificase la definición de “práctica ilegal del Derecho”, al objeto de
excluir de la misma “el funcionamiento de una web que ofrece a los consumidores acceso a

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154 José Ignacio Solar Cayón

A la vista de esta dificultad que plantea la inteligencia artificial jurídica


en relación a la determinación de algunas de las categorías básicas que han
sido utilizadas para delimitar la actividad profesional de la abogacía, hay
quienes han planteado la conveniencia de adoptar un enfoque alternativo
basado en la utilización de las reglas relativas a la supervisión de la activi-
dad de todos aquellos sujetos que intervienen en la prestación de servicios
jurídicos sin ser abogados (o, siendo abogados, carecen de autorización para
actuar en el lugar en el que se presta el servicio jurídico) 69. Estas reglas, intro-
ducidas en algunas jurisdicciones para tratar los problemas originados como
consecuencia de los procesos de outsourcing, establecen que la derivación de
tareas jurídicas a abogados de otros países o a profesionales que no son abo-
gados son deontológicamente correctas si un abogado con licencia para ac-
tuar en la jurisdicción en la que se prestan los servicios legales supervisa el
trabajo de aquellos sujetos y asume la responsabilidad por el resultado del
mismo frente al cliente. De manera que, aplicando dichas reglas a la explo-
tación comercial de estas herramientas que prestan directamente al usuario
un servicio similar al de un profesional, en opinión de los defensores de esta
propuesta habría de exigirse al menos que un abogado supervise su utiliza-
ción y se responsabilice del resultado.
Este es, de hecho, el enfoque que en muchos países anglosajones se ha
adoptado en relación a la utilización de los sistemas de “codificación pre-
dictiva” para la automatización de las tareas de discovery en el curso del pro-
ceso judicial. Una utilización que también suscitó originariamente algunas
discusiones acerca de si suponía o no intrusismo profesional, en cuanto una
función central en el litigio que hasta ahora venían realizando de manera
exclusiva los abogados es confiada a un equipo integrado por software, abo-
gados y expertos en tecnología y estadística, si bien la rápida admisión juris-
prudencial de esta técnica en seguida puso fin a la polémica. A diferencia de
las aplicaciones de elaboración automática de documentos, la codificación
predictiva es, sin embargo, una herramienta que asiste al abogado, no una
que lo sustituye (al menos no completamente): aunque ya no es necesario
que equipos de profesionales revisen manualmente toda la documentación,

software interactivo que genera un documento jurídico basado en las respuestas de aquellos a
las preguntas emitidas por el software”. A cambio, la compañía retiraba una demanda federal
en la que acusaba a aquella asociación de violar la legislación antitrust.
69
En este sentido se manifiestan D. REMUS y F. LEVY, Can Robots Be Lawyers?
Computers, Lawyers, and the Practice of Law, 2016, pp. 55-56 (disponible en https://papers.ssrn.
com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2701092).

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Retos de la deontología de la abogacía en la era de la inteligencia artificial jurídica 155

es preciso que un abogado entrene el software, monitorice los protocolos de


funcionamiento y evalúe la calidad jurídica de sus resultados. Por eso, a la
hora de abordar el tratamiento deontológico del empleo de esta tecnología,
la analogía más próxima a la que recurrir eran los procesos de outsourcing
de las tareas jurídicas, en los que la ejecución de las mismas es supervisada
–pero no realizada– por el abogado responsable ante el cliente.
No obstante, este enfoque también suscita algunos problemas deonto-
lógicos, en cuanto, como pone de manifiesto Dana Remus, aquella analogía
es imperfecta: mientras que en el caso del outsourcing el abogado posee el
conocimiento requerido para entender y evaluar el trabajo realizado por los
abogados de otras jurisdicciones y por los paralegales u otros profesiona-
les, sin embargo, en el caso de la codificación predictiva la supervisión del
abogado puede no ser efectiva, ya que este normalmente no tiene la pericia
técnica necesaria para controlar el trabajo de los tecnólogos que suministran
la aplicación y elaboran el protocolo de entrenamiento y funcionamiento
del software (ni, mucho menos, para entender los algoritmos del sistema).
Difícilmente el abogado sabrá si la herramienta utilizada es la más apropiada
o si se está utilizando y funcionando con arreglo a la metodología adecuada
(y otro tanto cabría decir del juez que ha de aprobar el protocolo). Un he-
cho que, en opinión de esta autora, viene a estar implícitamente reconocido
por las propias Model Rules of Professional Conduct de la abogacía estadouni-
dense, cuya reforma en 2013 del apartado 5.3, relativo a las responsabilida-
des del abogado respecto del trabajo realizado por otros profesionales, vino
a fijar un nivel menos exigente de supervisión del trabajo automatizado 70.
En concreto, el comentario 4 a dicho apartado indica que el abogado debe
“monitorizar” dicho trabajo. Término que, como expresa el propio Comité
Ético de la American Bar Association, “refleja un nuevo concepto ético” que
viene a sustituir la exigencia de una supervisión directa por la “necesidad
de tener conocimiento de cómo se están llevando a cabo los servicios del
no abogado” 71. De este modo, la impericia tecnológica de abogados y jue-
ces podría propiciar que, en buena medida, el control de esta decisiva fase
del procedimiento judicial quede en manos de los técnicos de codificación
predictiva –normalmente empleados de las compañías que suministran el
70
Cfr. D. REMUS, “The Uncertain Promise of Predictive Coding”, Iowa Law Review,
vol. 99, 2014, p. 119.
71
ABA COMMISSION ON ETHICS 20/20, Report to the House of Delegates, 8, 2012, p.
8 (https://www.americanbar.org/content/dam/aba/administrative/ethics_2020/2012_hod_annual_
meeting_105c_filed_may_2012.authcheckdam.pdf).

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156 José Ignacio Solar Cayón

software–, lo que conlleva el riesgo de que se prioricen sus valores sobre los
propios de la profesión jurídica y del sistema judicial 72. No obstante, en este
sentido, es preciso señalar que, debido a la propia dinámica generada por
la introducción de este tipo de herramientas en el trabajo cotidiano del pro-
fesional jurídico, se está produciendo la creciente emergencia de un amplio
abanico de nuevos perfiles profesionales de carácter híbrido, a caballo entre
el Derecho y la tecnología, que combinan una profunda formación jurídica
con el conocimiento de los fundamentos y el funcionamiento de los nuevos
sistemas tecnológicos, evitando así en buena medida esa disociación ante-
riormente mencionada y la amenaza de que los criterios de los tecnólogos
puedan imponerse sobre los de la profesión legal 73.
Otros riesgos que entraña la inteligencia artificial jurídica, particular-
mente aquellas aplicaciones que se alimentan de ingentes volúmenes de da-
tos relativos a la actuación de los profesionales jurídicos –ya sean los pro-
pios abogados u otros profesionales, como los jueces–, tienen que ver con la
protección de los datos personales y la problemática de su explotación con
fines comerciales. Así sucede con las herramientas de análisis predictivo,
utilizadas por la abogacía para evaluar las probabilidades de éxito de una hi-
potética demanda ante un determinado tribunal y de las distintas estrategias
procesales posibles. Estos sistemas identifican patrones de comportamiento
y tendencias en la actuación pretérita de jueces y tribunales al objeto de pre-
decir los resultados de potenciales casos futuros. Y para ello utilizan toda
clase de datos relacionados con los procesos judiciales y con los profesiona-
les, e incluso los litigantes, que intervienen en ellos. La rápida expansión de
este tipo de sistemas y los riesgos que comporta la inadecuada recopilación,
utilización y publicación de los datos personales que contienen ha llevado a
la Comisión Europea para la Eficacia de la Justicia, del Consejo de Europa,
a adoptar la Carta Ética Europea sobre el uso de la Inteligencia Artificial en los
sistemas judiciales y su entorno, que establece cinco principios fundamentales

72
Por ello, en opinión de D. REMUS, “The Uncertain Promise of Predictive Coding”,
cit., la codificación predictiva está erosionando el dominio de la abogacía, amenazando con
interferir en la capacidad de la profesión para hacer frente a sus responsabilidades sociales
(pp. 117-118).
73
Sobre la irrupción de estos nuevos perfiles profesionales, cfr. J. I. SOLAR CAYÓN,
La inteligencia artificial jurídica. El impacto de la innovación tecnológica en la práctica del Derecho y
el mercado de servicios jurídicos, cit., pp. 225-236; y P. FUENTES BUESO, “La revolución en la
forma de concebir el empleo en el sector legal”, en M. BARRIO ANDRÉS (dir.), Legal Tech. La
transformación digital de la abogacía, cit., pp. 199-213.

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a observar en el procesamiento automatizado de decisiones y datos judi-


ciales: respeto a los derechos fundamentales; no discriminación; calidad y
seguridad; transparencia, imparcialidad y equidad; y control por parte del
usuario 74. Pero incluso hay países que han ido un paso más allá. En esta lí-
nea, Francia se ha convertido en el primer país del mundo en establecer una
limitación legal al empleo de estas herramientas, al sancionar con penas de
prisión de hasta cinco años la utilización de los datos de identidad de los jue-
ces “con el propósito o el efecto de evaluar, analizar, comparar o predecir sus
prácticas profesionales reales o presuntas” 75. Según el Conseil Constitutionnel,
el objetivo de esta prohibición es evitar presiones sobre los jueces e impe-
dir el mercadeo de estrategias procesales 76. Aunque, como señala Rafael del
Real, este tipo de herramientas podrían también comprometer la libertad e
independencia del abogado si sus predicciones son impuestas en el seno del
despacho, no como un apoyo a la decisión final del profesional, sino como
un elemento determinante de las estrategias procesales 77.
Problemas aún más complejos plantean algunas plataformas digitales de
intermediación entre abogados y potenciales clientes cuyo modelo de negocio
se basa en la explotación comercial de los perfiles de los profesionales de la
abogacía. El ejemplo más prominente es el de la compañía Avvo, cuya plata-
forma online contiene los perfiles de más del 97% de los abogados de Estados
Unidos. Ello es posible gracias a un poderoso sistema de búsqueda y recupe-
ración de la información, que extrae los datos de cada profesional existentes en
todo tipo de fuentes abiertas (información de los colegios de abogados, agen-
cias reguladoras, registros de los tribunales, noticias y, potencialmente, todo
internet). Para el usuario que busca un abogado, el principal atractivo de la

74
Cfr. EUROPEAN COMMISSION FOR THE EFFICIENCY OF JUSTICE, European
Ethical Charter on the use of Artificial Intelligence in Judicial Systems and their environment,
Strasbourg, 3-4 December 2018.
75
Art. 33 de la LOI n° 2019-222 du 23 mars 2019 de programmation 2018-2022 et de réforme
pour la justice.
76
Algunos han visto esta medida como una reacción al proyecto “SupraLegem” del
abogado y experto en aprendizaje automático Michaël Benesty, que ha desarrollado una pla-
taforma de análisis predictivo para detectar sesgos en las sentencias y publicó un informe en
el que se describían los diferentes patrones de decisión de jueces individualizados con nom-
bres y apellidos.
77
Cfr. R. DEL REAL RUBIO, “Nuevas tecnologías, Big Data e Inteligencia Artificial en
el ejercicio de la abogacía. Implicaciones deontológicas”, en A. MENÉNDEZ MENÉNDEZ y
J. J. TORRES FERNÁNDEZ (coord.), Deontología profesional y ejercicio de la abogacía: un desafío
global, cit., p. 359.

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158 José Ignacio Solar Cayón

plataforma no es sólo la disponibilidad de ese impresionante volumen de per-


files sino, sobre todo, su sistema de rating, que compara el rendimiento de cada
uno de los profesionales, asignándoles una calificación numérica entre uno y
diez. Este sistema se basa en un algoritmo creado por la propia compañía que
evalúa la trayectoria del abogado en función de múltiples factores (logros pro-
fesionales, balance de casos ganados y perdidos, referencias y reconocimien-
tos a su trabajo, expedientes disciplinarios, años de experiencia, evaluaciones
previas de sus clientes…), generando rankings por áreas de práctica jurídica 78.
Y los beneficios de la plataforma proceden de los servicios publicitarios que
pueden contratar los abogados para captar clientes a través de sus perfiles:
así, en función de la tarifa que quiera pagar, el profesional puede priorizar su
perfil en los resultados de las búsquedas que los usuarios realicen en los direc-
torios por especialidad legal y zona geográfica; disponer de un anuncio cus-
tomizado que aparecerá cuando el usuario consulte el perfil de cualquier otro
abogado del mismo directorio que no haya pagado para eliminar de su página
el espacio reservado para publicidad, incluyendo además en dicho anuncio un
link directo a su propio perfil; customizar y gestionar su propio perfil; recibir
la información que la compañía obtiene del análisis de los datos de las visitas
a su perfil, etc. Este modelo de negocio fue impugnado judicialmente por un
abogado que no había suscrito ninguno de los servicios publicitarios ofreci-
dos por la compañía y que alegaba que la aparición en su perfil de anuncios
de otros profesionales suponía una utilización de su identidad para fines co-
merciales. Sin embargo, el tribunal rechazó tal pretensión, aceptando el argu-
78
Este algoritmo ha sido cuestionado por diversas asociaciones de abogados, llegando
a ser objeto incluso de pronunciamiento judicial en Browne v. Avvo, Inc., 525 F. Supp. 2d 1249
(W.D. Washington, December 18, 2007). En este caso se impugnaba directamente la veracidad
de los rating resultantes de su aplicación, por considerar que ese sistema de calificación de
cada profesional constituye una práctica comercial injusta y engañosa. Sin embargo, el tribu-
nal dio la razón a la compañía al entender que las evaluaciones constituyen opiniones subje-
tivas –no hechos objetivos– amparadas constitucionalmente por la Primera Enmienda, que
protege la libertad de expresión. En su argumentación, la sentencia valora que Avvo explica a
los usuarios que sus ratings se basan en la información disponible en fuentes públicas sobre el
profesional (quien puede además aportar información adicional si lo desea, sin coste alguno)
y que la conversión de esa información en una calificación numérica supone una “evalua-
ción”, “juicio” o “interpretación”, operaciones que “implican alguna clase de proceso valo-
rativo”, de manera que la calificación sería distinta si la evaluación fuera realizada por otra
persona que dispusiera de distinta información. A la vista de tales consideraciones, el tribunal
concluye que “ni la naturaleza de la información proporcionada ni el lenguaje usado en la
página web llevarían a una persona razonable a creer que los ratings son una afirmación de un
hecho objetivo” (pp. 1252-1253 y 1255).

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mento de la compañía de que sus directorios de perfiles eran análogos a una


versión digital de las tradicionales “páginas amarillas”, en las que se publican
listados de profesionales y, junto a esa información no comercial, se incluyen
anuncios 79. Una práctica que ya gozaba de protección constitucional al amparo
de la Primera Enmienda 80.
Además, estas plataformas gobernadas algorítmicamente se han consti-
tuido en ciberespacios que posibilitan nuevos modelos de negocio y formas
de interacción entre profesionales y clientes, lo que las ha convertido en ge-
nuinos mercados jurídicos virtuales que pueden instaurar sus propias reglas
de juego 81. Reglas que, en ocasiones, son susceptibles de propiciar alteracio-
nes sustanciales en las condiciones de trabajo de los abogados, las relacio-
nes con sus clientes, los sistemas de fijación de los precios de los servicios
jurídicos e incluso las reglas de la competencia. Nos encontramos aquí ante
una clara muestra de la ya mencionada “algocracia”, esto es, la capacidad de
los algoritmos para gobernar las relaciones sociales y modificar las conduc-
tas. En este caso, específicamente, la relación abogado-cliente, mediante la
regulación más o menos invisible de aspectos que van desde la elección de
profesional por parte del cliente (a través, por ejemplo, de los sistemas de
rating y los rankings generados algorítmicamente) o incluso su asignación
directa por parte de la plataforma (mediante algoritmos que pueden tener en
cuenta, entre otros, factores tales como el precio que cada abogado esté dis-
puesto a pagar por cada cliente que aquella le proporcione o las evaluaciones
otorgadas al profesional por clientes previos), hasta la fijación del precio del
servicio (por ejemplo, mediante procedimientos de subasta de diverso tipo
entre los profesionales que pugnan por su realización), pasando por el esta-
blecimiento de ciertas condiciones en la prestación del mismo (como pueden
ser la utilización por parte del profesional de las aplicaciones de la propia
plataforma para generar y almacenar documentos, compartirlos con el clien-
te o gestionar el pago de sus servicios).
Aspectos que, en ocasiones, pueden interferir con algunos deberes deon-
tológicos del abogado. Así podría suceder con la prohibición, contenida en
el Código de Deontología de la Abogacía Europea, de pagar honorarios, comi-

79
Cfr. John Vrdolyak v. Avvo, Inc., 206 F. Supp. 3d 1384 (N.D. Illinois, Sept.12, 2016).
80
Cfr. Dex Media West, Inc. v. City of Seattle, 696 F. 3d 952 (9th Cir. 2012).
81
Cfr. sobre este tema J. I. SOLAR CAYÓN, La inteligencia artificial jurídica. El impacto
de la innovación tecnológica en la práctica del Derecho y el mercado de servicios jurídicos, cit., pp.
263-275.

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160 José Ignacio Solar Cayón

siones o cualquier tipo de compensación a cualquier persona por remitirle


clientes (art.5.4.2). Prohibición que replicaba el anterior Código Deontológico
de la Abogacía Española de 2002, pero cuyo alcance ha sido modificado por
el actualmente vigente (aprobado el 6 de marzo de 2019), el cual establece
que dicha prohibición no operará si se informa al cliente de esa circunstancia
(art. 18). Esta nueva disposición parece allanar el camino a la participación
de los profesionales en algunas de estas plataformas, si bien plantea el pro-
blema de su compatibilidad con el Código Europeo, el cual viene asumido
por el Consejo General de la Abogacía Española como una de las fuentes
de la Deontología 82. Aun así, atendiendo a la diversidad de los modelos de
negocio de estas plataformas, puede resultar sumamente difícil determinar
si el pago por parte de los profesionales de las cuotas, suscripciones, planes,
comisiones, etc., exigidas por aquellas vulnera o no tal prohibición, siendo
precisa una evaluación caso por caso.
Otro aspecto que podría resultar problemático en relación con el fun-
cionamiento de algunas de estas plataformas es la incidencia que la presen-
cia de la compañía propietaria de la misma puede tener sobre la necesaria
confidencialidad en la relación abogado-cliente. Una cuestión que también
dependerá del modelo de negocio de cada una de ellas. En algunas ocasio-
nes, estas plataformas simplemente proporcionan su espacio virtual como
punto de encuentro entre profesionales y potenciales clientes, pero, como ya
se ha señalado, en otras desempeñan un rol activo en la conformación y el
desenvolvimiento de aquella relación, ya sea determinando a través de sus
algoritmos el emparejamiento entre cliente y profesional, estableciendo los
canales a través de los que ha de efectuarse la comunicación entre ambos
e incluso obligando al abogado a utilizar las aplicaciones de la plataforma
para generar y compartir documentos con su cliente, gestionar los pagos de
éste, etc. Situaciones que podrían llegar a comprometer el secreto profesional
en la relación abogado-cliente.
Estas son apenas una variada muestra de las profundas implicaciones
deontológicas que conlleva la reciente irrupción de la inteligencia artificial en
82
Si bien, en principio, el Código Deontológico de la Abogacía Europea sólo es aplicable
cuando el abogado realiza actividades transfronterizas, el Preámbulo del Código Deontológico
de la Abogacía Española, después de asumir aquel íntegramente, afirma que no puede conce-
birse “una doble, triple o múltiple deontología dentro de la Unión Europea”. Sobre la apli-
cación en España del Código Deontológico de la Abogacía Europea, cfr. L. SÁNCHEZ SOCIAS,
“Deontología comparada (I). El Código Deontológico de la Abogacía Europea y otras normas
europeas”, cit., pp. 287-288.

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Retos de la deontología de la abogacía en la era de la inteligencia artificial jurídica 161

el ejercicio de la abogacía. Unas implicaciones que reclamarán mayor atención,


especialmente a medida que se expanda el uso de las herramientas ya existen-
tes y se diseñen nuevas aplicaciones para la realización de distintas tareas ju-
rídicas. Este es un camino que apenas se ha iniciado y cuyo recorrido sin duda
nos obligará a replantear y revisar algunas de las concepciones deontológicas
tradicionales, así como a pergeñar nuevos principios y formas de control de la
actuación profesional y de la prestación de servicios jurídicos.

José Ignacio Solar Cayón


Filosofía del Derecho
Facultad de Derecho
Universidad de Cantabria
Avda. Los Castros, s/n
39005 Santander
e-mail: [email protected]

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