Retos de La Deontología de La Abogacía
Retos de La Deontología de La Abogacía
Retos de La Deontología de La Abogacía
evolución de las firmas jurídicas y de los departamentos jurídicos de las empresas, los últimos
de los cuales son T. S. CLAY y E. A. SEEGER, 2019 Law Firms in Transition, Altman Weil, 2019,
y ALTMAN WEIL, Inc., 2019 Chief Legal Officer Survey, 2019.
6
En la “Carta del Editor” correspondiente a dicho número se afirma con rotundidad
que, “si alguien piensa que la Inteligencia Artificial, el machine learning y otras muchas cosas
no van a llegar al ejercicio de la Abogacía y que la capacitación digital de los abogados y abo-
gadas –desde la Universidad y el máster hasta el último día de su carrera– no es imprescin-
dible, seguramente está más cerca de quedar fuera de juego para siempre que de tener éxito
profesional” (Abogacía Española, núm. 108, Febrero 2018, p. 3).
7
Cfr. J. S. DZIENKOWSKI, “The Future of Big Law: Alternative Legal Service
Providers to Corporate Clients”, Fordham Law Review, vol. 82, 2014, p. 3017.
8
Sobre los diversos modelos de este New Law alternativo al Big Law tradicional, cfr.
J. FURLONG, “An Incomplete Inventory of NewLaw”, Law21, May 2014, y J. C. WILLIAMS,
A. PLATT y J. LEE, Disruptive Innovation. New Models of Legal Practice, University of California
Hastings College of the Law, 2015.
9
En el contexto del sistema judicial anglosajón, la codificación predictiva es una he-
rramienta de inteligencia artificial que puede ser utilizada por los litigantes para seleccionar
automáticamente los documentos electrónicos relevantes en el proceso, al objeto de satisfacer
así la obligación de discovery, que exige que cada parte revele y ponga a disposición de su
contrario toda la información relevante para el objeto del litigio que obre en su poder. La codi-
ficación predictiva es admitida procesalmente en países como Estados Unidos, Reino Unido,
Australia, Irlanda o Canadá. Cfr. J. I. SOLAR CAYÓN, “La codificación predictiva: inteligen-
cia artificial en la averiguación procesal de los hechos relevantes”, Anuario de la Facultad de
Derecho de la Universidad de Alcalá, vol. XI, 2018, pp. 75-105.
10
En general, sobre la taxonomía y funcionalidad de estos sistemas y su impacto en la
abogacía, puede verse la exhaustiva obra de M. HARTUNG, M. BUES y G. HALBLEIB (dir.),
Legal Tech. A Practitioner’s Guide, C. H. Beck, Hart Publishing y Nomos, München, 2018. En la
literatura española, cfr. J. I. SOLAR CAYÓN, La inteligencia artificial jurídica. El impacto de la
innovación tecnológica en la práctica del Derecho y el mercado de servicios jurídicos, Aranzadi, Cizur
Menor (Navarra), 2019; M. BARRIO ANDRÉS (dir.), Legal Tech. La transformación digital de la
abogacía, Wolters Kluwer, Madrid, 2019; y J. M. FERNÁNDEZ COMAS y A. O. GUGLIERI
LILLO, Guía Legaltech 2020. Información y análisis de software, productos y herramientas para el
sector legal, Reus, Madrid, 2020.
11
Si bien no siempre es posible la suplantación del humano por la máquina, la automa-
tización está provocando que, tanto en los despachos como en los departamentos jurídicos de
las empresas, algunos abogados estén siendo sustituidos por paralegales y otros profesionales
jurídicos menos cualificados asistidos tecnológicamente. Cfr. Y. S. CLAY y E. A. SEEGER, 2017
Law Firms in Transition, Altman Weil, 2017, p. 56, y ALTMAN WEIL, 2017 Chief Legal Officer
Survey, November 2017, pp. 6-7, en relación a la constatación de esta tendencia en los Estados
Unidos; y R. A. WILSON, Briefing paper 2/2012: Future Workforce Demand in the Legal Services
Sector, Warwick Institute for Employment Research, 2012, p. 9; y LETR, Setting Standards: The
future of legal services education and training regulation in England and Wales, Report of the Legal
Education and Training Review, June 2013, p. 94, en relación al Reino Unido.
12
Uno de los fenómenos propiciados por la automatización es la aparición de legal
process outsourcers. Se trata de compañías tecnológicas especializadas en la realización a bajo
coste de determinadas tareas jurídicas para despachos y departamentos jurídicos de grandes
empresas, basando su modelo de negocio en la automatización de los procesos, los grandes
volúmenes de trabajo y, frecuentemente, los bajos costes laborales de los países en los que sue-
len ubicarse (India, Filipinas, Sudáfrica…). Los principales servicios que presta la industria
del outsourcing son la revisión documental, e-discovery, due diligence, análisis y gestión de con-
tratos, compliance, elaboración de documentos jurídicos e investigación jurídica como apoyo a
la litigación. A finales de 2016 el valor de la cuota del mercado jurídico internacional ganada
por este nuevo sector ascendía ya a más de 3.000 millones de dólares, y las proyecciones es-
timan que en el año 2024 alcanzará los 40.000 millones. Cfr. GLOBAL MARKET INSIGHTS,
Legal Process Outsourcing (LPO) Market Size By Service (Contract Drafting, Compliance Assistance,
E-Discovery, Review & Management, Patent Support, Litigation Support), By Location (Offshore,
Onshore), Industry Analysis Report, Regional Outlook (U.S., Canada, Germany, UK, Italy, France,
Spain, Poland, Czech Republic, China, India, Japan, South Korea, Australia, Philippines, Brazil,
Mexico, South Africa), Growth Potential, Price Trends, Competitive Market Share & Forecast, 2017-
2024, April 2017 (https://www.gminsights.com/industry-analysis/legal-process-outsourcing-lpo-
market-size); e INFINIUM GLOBAL RESEARCH, Legal Process Outsourcing Market: Global
Industry Analysis, Trends, Market Size and Forecasts up to 2024, April 2018.
de consulta atendido por abogados independientes, y a partir de dicho servicio ha venido a co-
mercializar planes de asistencia legal para familias y empresas que son cubiertos por los miles
de profesionales (más de una sexta parte de los abogados de Estados Unidos) que se han regis-
trado en su plataforma. Este es un modelo de negocio que hoy han asumido muchas compañías
legaltech: además de explotar comercialmente sus aplicaciones web para prestar servicios jurídi-
cos automatizados, han aprovechado sus capacidades tecnológicas para constituirse en grandes
plataformas digitales de intermediación entre abogados y potenciales clientes.
14
Esta misma compañía ha diseñado también aplicaciones de móvil para la realización
automática de reclamaciones de compensación por el retraso y la cancelación de vuelos, de
reclamaciones para que los caseros hagan las reparaciones necesarias en sus propiedades, o
de solicitudes de asilo.
15
La plataforma Modria, pionera en este campo, resuelve cada año de manera comple-
tamente automatizada más de 60 millones de disputas surgidas en transacciones privadas en
el ámbito del comercio electrónico. Hoy esta misma plataforma y otras similares están siendo
ya utilizadas también por administraciones públicas e incluso –de manera aún experimental–
por algunos tribunales para resolver conflictos sin necesidad de intervención humana. Cfr.,
por ejemplo, el proyecto de reforma del sistema de justicia civil en Reino Unido actualmente
en curso, una de cuyas piezas centrales es un tribunal en línea basado en estas plataformas –y
que está funcionando ya de una manera limitada–, el cual ha sido diseñado para ser utilizado
por los ciudadanos sin necesidad de ser asistidos por un abogado (LORD JUSTICE BRIGGS,
Civil Courts Structure Review: Final Report, Judiciary of England and Wales, July 2016).
16
El concepto de “tecnologías disruptivas” fue introducido por C. M. CHRISTENSEN,
El dilema de los innovadores, trad. de J. Gorín, Ediciones Granica, Buenos Aires, 1999, para re-
ferirse a aquellas innovaciones tecnológicas que en un principio son capaces de proporcionar
bienes y servicios más simples y baratos –aun de inferior calidad–, lográndose introducir así
en los segmentos inferiores del mercado, pero tienen el potencial para originar nuevos proce-
sos de producción y modelos de negocio, lo que hace que finalmente acaben desplazando a
los proveedores establecidos y alterando radicalmente el mercado (pp. 23-25).
17
Entre la extensa literatura acerca de la disrupción tecnológica del mercado ju-
rídico, cfr. C. M. CHRISTENSEN, D. WANG y D. van BEVER, “Consulting on the Cusp of
Disruption”, Harvard Business Review, October 2013 (https://hbr.org/2013/10/consulting-on-the-
cusp-of-disruption); B. H. BARTON, A Glass Half Full Look at the Changes in the American Legal
Market, Legal Studies Research Paper Series, Knoxville College of Law (The University of
Tennessee), 2013; J. O. McGINNIS y R. G. PEARCE, “The Great Disruption: How Machine
Intelligence Will Transform the Role of Lawyers in the Delivery of Legal Services”, Fordham
Law Review, vol. 82, núm. 6, 2014, pp. 3041-3066; J. FURLONG, The New World of Legal Work.
The Changing Rules of the 21st Century, September 2014 (https://www.lodlaw.com/wp-content/
uploads/2016/10/JordanFurlong_NewWorldOfLegalWork.pdf); J. C. WILLIAMS, A. PLATT y J.
LEE, Disruptive Innovation. New Models of Legal Practice, cit.; R. H. BRESCIA, “What We Know
and Need to Know About Disruptive Innovation”, South Carolina Law Review, vol. 67, 2016,
pp. 203-222; D. REMUS y F. LEVY, Can Robots Be Lawyers? Computers, Lawyers and the Practice
of Law, 2016 (https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2701092); R. SUSSKIND,
Tomorrow’s Lawyers, cit.; e INTERNATIONAL BAR ASSOCIATION, “Times are a-changin”: dis-
ruptive innovation and the legal profession, IBA Legal Policy & Research Unity, May 2016.
18
En este sentido, el informe del Observatorio ADEI sobre El trabajo del futuro (julio
2017) afirma que, ante el proceso de automatización que están experimentando los diferen-
tes sectores profesionales, como elemento añadido a la formación de carácter tecnológico “se
debe impulsar el componente social y humanístico para mejorar ‘la capacidad de juicio’ de los
trabajadores” (p. 15).
19
Como nos recuerda M. HILDEBRANDT, “Algorithmic Regulation and the Rule of
Law”, Philosophical Transactions Royal Society A, vol. 376, núm. 2128, 2018, mientras que los mo-
delos computacionales tradicionales (sistemas code-driven) son completamente predecibles, en
cuanto se construyen a partir de la codificación por parte de un experto de una serie de reglas de
decisión (“si x, entonces y”) que determinan completamente sus resultados, los sistemas basados
en el aprendizaje automático y en inferencias estadísticas (sistemas data-driven) resultan completa-
mente impredecibles, ya que generan ellos mismos y modifican continuamente sus propios mode-
los de toma de decisiones en función de los datos que les son suministrados (pp. 2-3).
20
Sobre la emergencia de la “algocracia” o la “regulación algorítmica” como un nuevo
paradigma de gobierno de las relaciones laborales y sociales en el que las decisiones huma-
nas son reemplazadas por procesos algorítmicos, cfr. A. ANEESH, “Global Labor: Algocratic
Modes of Organization”, Sociological Theory, vol. 27, núm. 4, 2009, pp. 347-370, y T. O’REILLY,
“Open Data and Algorithmic Regulation”, en B. GOLDSTEIN y L. DYSON (eds.), Beyond
Transparency - Open Data and the Future of Civic Innovation, Code for America Press, San
Francisco, 2013, pp. 289-300.
A estas alturas del siglo XXI resulta una obviedad afirmar que el campo
de juego de la abogacía es un mercado legal cada vez más globalizado y com-
petitivo. Prueba de ello es la creciente dimensión internacional de las firmas
jurídicas. El informe American Lawyer Global 100 correspondiente al año 2014
ya reportaba que los 200 bufetes más importantes de Estados Unidos tenían
más de 25.000 abogados practicando en 70 países. Y hoy las diez mayores
firmas del mundo tienen más abogados trabajando fuera de sus respectivos
21
Cfr. LETR, Setting Standards: The future of legal services education and training regulation
in England and Wales, cit., pp. 33-35. De ahí que una de las principales conclusiones del estudio
sea la demanda de un mayor peso de la ética profesional en el curriculum jurídico, recomen-
dándose a todos los reguladores del sistema de enseñanzas jurídicas y de acceso a las distintas
profesiones legales que revisen el tratamiento de esta disciplina en los programas académicos
para asegurar que las cuestiones deontológicas son tratadas con la prominencia y la profun-
didad apropiadas para el adecuado ejercicio de dichas profesiones en el nuevo contexto del
mercado jurídico (p. 133).
países que “en casa”. Otro indicador claro de este redimensionamiento inter-
nacional de los despachos son las cada vez más frecuentes fusiones y alian-
zas transfronterizas, mediante las que aquellos intentan reforzar su posicio-
namiento y competitividad en el atractivo, pero exigente, mercado global 22.
Si focalizamos nuestra mirada en el panorama español, hoy prácticamente
todas las grandes firmas británicas y más de la mitad de las quince mayo-
res de los Estados Unidos ya están presentes en nuestro país 23, y cada vez
son más los despachos españoles que emprenden decididas estrategias de
internacionalización no sólo en el ámbito europeo o hispanoamericano sino
incluso en el mercado asiático 24. De este modo, los clientes y los problemas
abordados por el profesional son cada vez más internacionales.
Sin duda, uno de los factores fundamentales que han hecho posible esta
creciente globalización ha sido la evolución de las tecnologías de la informa-
ción y comunicación. Pero hoy esta tendencia globalizadora se está viendo
acelerada por la irrupción de la inteligencia artificial jurídica, que además
genera nuevas problemáticas al posibilitar innovadoras fórmulas de organi-
zación del trabajo y modelos de prestación de los servicios jurídicos más efi-
cientes que traspasan las fronteras nacionales. En este sentido, una de las di-
námicas globales más potentes que ha alentado esta revolución tecnológica
es la ya comentada desagregación de las tareas jurídicas y la deslocalización
de algunas de ellas en centros de outsourcing muy automatizados y ubicados
en países terceros con mano de obra barata (offshoring). Una práctica que se
vio impulsada por la crisis económica de 2008 y que actualmente se halla ya
22
En el año 2015 el mercado global experimentó una importante sacudida con la fusión
entre la firma estadounidense Dentons y la china Dacheng Law. Gracias a esta operación y a su es-
trategia de vinculación con firmas locales y regionales en los distintos países, Dentons se ha con-
vertido hoy en el mayor bufete del mundo, con más de 10.000 abogados trabajando en 75 países
de los cinco continentes, entre ellos España. Apenas un año después, la canadiense Gowlings y
la británica Wragge Lawrence Graham & Co. se unieron para constituir Gowling WLG, con más de
1400 abogados en 19 países, incluido también el nuestro. Desde entonces, las fusiones, adquisi-
ciones e integraciones internacionales de firmas de distinto tamaño se han sucedido, alcanzan-
do cifras record año tras año (102 operaciones en 2017, 106 en 2018 y 114 en 2019).
23
Algunas de las últimas operaciones de adquisición e integración de despachos espa-
ñoles en firmas anglosajonas han sido las protagonizadas por la estadounidense Andersen Tax
& Legal y las británicas Pinsent Masons, Fieldfisher y DWF. Si bien estas integraciones restan a
las firmas españolas adquiridas independencia, a cambio les proporcionan el soporte de una
red y el músculo financiero para crecer en el mercado internacional.
24
Un ejemplo son las joint ventures establecidas con Grandall Law, el cuarto despacho
más grande de China, primero por Colón de Carvajal Abogados (2016) y posteriormente por
Ecija (2019).
muy extendida entre los departamentos jurídicos de las empresas, que des-
vían a estos centros tareas que previamente confiaban a despachos de abo-
gados, pero que es también cada vez más frecuente entre los grandes despa-
chos, lo que plantea el problema de la provisión efectiva de determinados
servicios legales por parte de profesionales y de entidades –que ni siquiera
son firmas jurídicas– sin autorización para actuar en la jurisdicción donde se
prestan aquellos servicios al cliente. Otra manifestación de la globalización
propiciada por la conjunción de las nuevas tecnologías de la comunicación
y las herramientas de inteligencia artificial jurídica es la creciente prestación
de servicios jurídicos en línea directamente al ciudadano por parte de las
cada vez más numerosas compañías tecnológicas y de servicios multiprofe-
sionales que ofrecen determinados servicios automatizados mediante apli-
caciones en la nube, esquivando las limitaciones jurisdiccionales. De este
modo, como afirma Laurel S. Terry, hoy “el mundo jurídico es plano” 25 y la
práctica legal en sus nuevas formas no conoce límites territoriales.
Sin embargo, la regulación de la abogacía sigue teniendo básicamente
un carácter nacional, e incluso, en los países más descentralizados, local. En
este sentido, uno de los desajustes más importantes que se advierten entre
los sistemas tradicionales de regulación de la práctica profesional y el actual
mercado jurídico tiene que ver con dónde se desarrolla la práctica jurídica.
Mientras aquellos sistemas están delimitados territorialmente, la prestación
de servicios jurídicos se desenvuelve crecientemente en un universo digital
que trasciende las fronteras jurisdiccionales, por lo que las agencias regu-
ladoras nacionales y locales se ven obligadas a decidir difíciles cuestiones
acerca de dónde “ocurren” las actividades jurídicas y cuáles caen o no dentro
de su ámbito de competencia. De manera que uno de sus problemas más
acuciantes es cómo reconciliar las realidades de una práctica jurídica cada
vez más global y virtual con el enfoque regulador tradicional, en virtud del
cual su autoridad se halla delimitada en términos geográficos 26. Y este des-
ajuste beneficia especialmente a esos nuevos proveedores alternativos de
servicios jurídicos que aprovechan las potencialidades de la tecnología para
hacer accesibles sus servicios a cualquier usuario de internet sin sujetarse a
25
Cfr. L. S. TERRY, “The Legal World is Flat: Globalization and its Effect on Lawyers
Practicing in Non-Global Law Firms”, Northwestern Journal of International Law & Business,
núm. 28, 2008, pp. 527-560.
26
Cfr. L. S. TERRY, S. MARK y T. GORDON, “Trends and Challenges in Lawyer
Regulation: The Impact of Globalization and Technology”, Fordham Law Review, vol. 80, núm.
6, 2012, pp. 2680-2681.
27
Cfr. B. H. BARTON, “The Lawyer’s Monopoly - What Goes and What Stays”,
Fordham Law Review, vol. 82, núm. 6, 2014, p. 3089. Un ejemplo muy gráfico nos lo proporcio-
na, de nuevo, el caso de LegalZoom, que, como se ha señalado, pone al alcance de cualquier
persona sus aplicaciones web de elaboración automática de documentos legales y comercia-
liza planes de asistencia legal a sus clientes que son atendidos por la extensa red de aboga-
dos locales que se han registrado en su plataforma a lo largo de todo Estados Unidos. Para
que un despacho de abogados pudiera competir, incluso online, al menos a nivel nacional
con LegalZoom, o con otras compañías de este tipo que operan a través de internet, necesitaría
cumplir los requisitos necesarios para obtener la licencia de ejercicio de la abogacía en cada
uno de los cincuenta Estados de la Unión.
28
Sobre las fuentes deontológicas europeas, cfr. L. SÁNCHEZ SOCIAS, “Deontología
comparada (I). El Código Deontológico de la Abogacía Europea y otras normas europeas”, en
A. MENÉNDEZ MENÉNDEZ y J. J. TORRES FERNÁNDEZ (coord.), Deontología profesional y
ejercicio de la abogacía: un desafío global, Aranzadi, Cizur Menor (Navarra), 2019, pp. 271-291.
nocida como la Tesco Act). También han obtenido autorización para prestar servicios jurídicos
la cadena de almacenes Wal-Mart, la empresa de telecomunicaciones BT, bancos y otro tipo de
compañías.
35
La primera recomendación del informe canadiense Futures: Transforming the Delivery
of Legal Services in Canada, cit., es precisamente la de permitir la creación de estructuras aná-
logas a las ABSs británicas (p. 35), si bien dicho proyecto ha resultado hasta ahora infructuo-
so debido al rechazo de la poderosa asociación de la abogacía de Toronto. Y en los Estados
Unidos el Report on the Future of Legal Services in the United States, cit., recomienda también
explorar esta posibilidad (p. 45).
36
Cfr. A. M. PERLMAN, “Towards the Law of Legal Services”, Cardozo Law Review,
vol. 37, núm. 49, 2015, p. 55.
aún siguen siendo sobre el papel en la mayoría de los países– aquellos que
son prestados por la abogacía 37. Pero hoy, como ya se ha señalado anterior-
mente, esa correspondencia entre el sujeto y el objeto de regulación se ha
quebrado, ya que muchos profesionales que no son abogados y entidades
que no son firmas jurídicas están jugando en la práctica un creciente y, a
menudo, valioso papel en la provisión de tales servicios. De manera que la
normativa deontológica se revela impotente para abordar esta realidad. Una
circunstancia cuya consecuencia más significativa es que buena parte del
mercado jurídico se halla hoy, de facto, desregularizado, en la medida en que
aquellas normativas resultan cada vez más irrelevantes en un contexto en
el que prácticamente todas las áreas de actuación que tradicionalmente han
constituido el dominio exclusivo de la abogacía, salvo la representación del
cliente ante el tribunal, están siendo progresivamente asaltadas por la com-
petencia de compañías tecnológicas y de servicios que, con mayores o me-
nores dificultades, pueden eludir la prohibición de intrusismo profesional 38.
Ante esta situación, son cada vez más quienes reclaman la adopción de un
enfoque holístico que, partiendo de la definición de una serie de objetivos nor-
mativos (regulatory objectives), sirva a proveer una regulación general e integral
de la práctica profesional del Derecho y de los servicios jurídicos, ya sean pres-
tados éstos por los despachos tradicionales o por otro tipo de entidades auto-
rizadas. En opinión de los defensores de este nuevo esquema de regulación, la
existencia de dicho marco normativo proporcionaría seguridad a los actuales y
potenciales proveedores alternativos de servicios jurídicos, por lo que constitui-
ría un factor de estímulo de la innovación tecnológica y de los procesos jurídicos.
Además, permitiría que los despachos pudieran competir en una mayor igual-
dad de condiciones con tales entidades. Y, en definitiva, los clientes podrían ser
adecuadamente protegidos frente a supuestas prácticas profesionales que no al-
canzaran a satisfacer determinados estándares normativos de calidad 39.
37
Cfr. L. S. TERRY, S. MARK y T. GORDON, “Trends and Challenges in Lawyer
Regulation: The Impact of Globalization and Technology”, cit., p. 2677.
38
De nuevo, el caso de LegalZoom –constituido en el icono del Tech Law y objetivo pre-
dilecto de los ataques de las asociaciones de abogados estadounidenses–, nos ilustra sobre las
dificultades de la regulación deontológica para abordar el problema. Esta compañía ha tenido
que hacer frente a múltiples demandas de intrusismo profesional (unauthorized practice of law)
en diversos Estados de la Unión por la explotación comercial de sus aplicaciones web para la
elaboración de documentos legales, pero, como explicaré en el último apartado, su modelo de
negocio ha salido indemne de todas ellas.
39
En esta dirección D. L. RHODE y L. B. RICCA, “Protecting the Profession or the
Public? Rethinking Unauthorized-Practice Enforcement”, Fordham Law Review, vol. 82, núm. 6,
2014, afirman que, en este mercado en transformación, el foco de las agencias reguladoras no
debe centrase en bloquear las innovaciones sino en establecer una regulación que asegure la
satisfacción de los intereses del ciudadano. Y que la responsabilidad de la abogacía hacia la
sociedad exige algo más que una reacción ad hoc y de carácter fundamentalmente defensivo
frente al cambio. Antes al contrario –afirman– la profesión legal debe ser explícita acerca de
sus objetivos, entre los cuales se ha de incluir no sólo la protección del público frente a aquellos
prestadores de servicios jurídicos que carezcan de la cualificación adecuada o actúen de una
manera contraria a la ética profesional, sino también facilitar la elección de los demandantes de
esos servicios y ampliar sus posibilidades de acceso a los mismos. Y, desde esta perspectiva, la
regulación –no la prohibición– de estos proveedores alternativos cobra sentido (pp. 2607-2608).
40
Cfr. N. SEMPLE, “Legal Services Regulation in Canada: Plus Ça Change?”, en A.
BOON (ed.), International Perspectives on the Regulation of Lawyers and Legal Services, Hart
Publishing, Portland, 2017, p. 96.
41
Como afirman R. DEVLIN y O. MORISON, “Access to Justice and the Ethics and
Politics of Alternative Business Structures”, The Canadian Bar Review, vol. 91, núm. 3, 2012, la
aceptación de este tipo de estructuras alternativas “abre la Caja de Pandora de la autorregu-
lación”: si aceptamos que “solo los abogados pueden ofrecer servicios jurídicos, entonces el
argumento de la ‘regulación de los abogados por los propios abogados’ es más fácil de defen-
der”; sin embargo si también otros “profesionales que no son abogados están implicados en la
46
Cfr. AMERICAN BAR ASSOCIATION, Resolution 105 on ABA Model Regulatory
Objectives for the Provision of Legal Services, cit., pp. 3-4.
47
Este término fue acuñado por T. SCHNEYER, “A Tale of Four Systems: Reflections
on How Law Influences the ‘Ethical Infrastructure’ of Law Firms”, South Texas Law Review,
vol. 39, 1998, pp. 245-263, como una propuesta inicialmente dirigida a la organización de los
grandes bufetes estadounidenses.
48
S. MARK, “Views from an Australian Regulator”, Journal of the Professional Lawyer,
vol. 49, núm. 1, 2009, p. 46.
vos definidos por el regulador 49. Si bien la ley no definía lo que constituye un
“sistema de gestión apropiado”, posteriormente la autoridad reguladora ha
desarrollado un test para determinar si estas entidades poseen tales sistemas,
identificando diez áreas que tradicionalmente habían dado lugar a un número
significativo de reclamaciones por parte de los clientes de las firmas jurídicas
y estableciendo en cada una de ellas una lista de problemas y de objetivos a
alcanzar 50. Objetivos cuyo cumplimiento ha de ser verificado a través de una
serie de herramientas de auto-evaluación (por parte de la propia entidad) y de
evaluación (por parte de la agencia reguladora). De este modo, el regulador
ha dado en última instancia un significado concreto al término “infraestruc-
tura ética”, ligándolo a una serie de objetivos que promueven una conducta
ética y enfocada hacia el cliente por parte de todo el personal (abogados y no
abogados) de la entidad. Posteriormente, la Legal Services Act británica de 2007
estableció exigencias similares en relación a las Alternative Business Structures.
Como se puede apreciar, una de las características fundamentales de
este nuevo esquema regulador es el abandono del tradicional enfoque reac-
49
Cfr. Legal Profession Act 2004, sec. 140.
50
Las áreas y los objetivos a alcanzar en cada una de ellas son los siguientes:
a) Negligencia: promover prácticas de trabajo competentes.
b) Comunicación: promover una comunicación efectiva, oportuna y cortés.
c) Retrasos: realizar una prestación, revisión y seguimiento de los servicios jurídicos en
un tiempo razonable.
d) Transferencias de documentos y expedientes: realizar a su debido tiempo las transfe-
rencias de documentos y expedientes.
e) Transparencia en los precios, la facturación y la gestión de los anticipos: facilitar la
comprensión y la documentación apropiada sobre el comienzo y término de los depósitos y
las prácticas de facturación.
f) Conflicto de intereses: proveer mecanismos para la pronta identificación y resolu-
ción de conflictos de intereses.
g) Gestión de expedientes: minimizar la probabilidad de pérdida o destrucción de co-
rrespondencia y documentos mediante la apropiada conservación, clasificación, archivo, etc.,
y establecer sistemas de compliance para verificar el cumplimiento de las exigencias relativas
al registro de expedientes, la custodia y los intereses financieros.
h) Compromisos legales: monitorizar el compliance de notificaciones, órdenes, decisio-
nes, instrucciones y otros requerimientos de los tribunales y de las autoridades reguladoras.
i) Supervisión de las prácticas y del personal: garantizar el compliance de las obligacio-
nes legales relativas a los términos de la licencia de práctica y la contratación de personal, y
asegurar la calidad de la actuación y del resultado del trabajo de los abogados, paralegales y
profesionales no jurídicos implicados en la provisión de servicios jurídicos.
j) Contabilidad responsable: establecer procedimientos contables adecuados y sistemas
de compliance de las exigencias previstas en la Parte 3.1, División 2, de la Legal Profession Act 2004.
51
En este sentido señalan L. S. TERRY, S. MARK y T. GORDON, “Trends and Challenges
in Lawyer Regulation: The Impact of Globalization and Technology”, cit., que otro de los desa-
fíos fundamentales que actualmente han de afrontar los reguladores del mercado legal para
hacer frente a los desajustes ocasionados por la irrupción de los proveedores alternativos de
servicios jurídicos es cómo efectuar dicha regulación: si adoptando un enfoque basado en los
resultados o un enfoque basado en principios y reglas de conducta (pp. 2681-2683).
52
Cfr. C. PARKER, T. GORDON y E. MARK, “Regulating Law Firm Ethics
Management: An Empirical Assessment of an Innovation in Regulation of the Legal Profession
in New South Wales”, Journal of Law and Society, vol. 37, núm. 3, 2010, pp. 466-500.
53
LEGAL SERVICES CONSUMER PANEL, Consumer Impact Report 2014, London,
December 2014, p. 15.
54
Cfr. SOLICITORS REGULATION AUTHORITY, Authorisation Rules for Legal Services
Bodies and Licensable Bodies (2011).
55
Cfr. SOLICITORS REGULATION AUTHORITY, Code of Conduct 2011.
56
Cfr. CANADIAN BAR ASSOCIATION, Futures: Transforming the Delivery of Legal
Services in Canada, cit., pp. 47-48.
57
Cfr. CANADIAN BAR ASSOCIATION, Assessing Ethical Infrastructure in Your Law
Firm: A Practical Guide, October 2014, y CANADIAN BAR ASSOCIATION, Ethical Practices
Self-Evaluation Tool, CBA Ethics and Professional Responsibility Committee, October 2014
(http://www.lians.ca/sites/default/files/documents/00077358.pdf).
58
Cfr. DELOITTE, Developing legal talent. Stepping into the future law firm, February
2016, p. 16.
59
Sobre la emergencia de estos nuevos perfiles profesionales, cfr. R. SUSSKIND,
Tomorrow’s Lawyers, cit., pp. 135-144.
60
La primera obligación deontológica de la abogacía estadounidense, contenida en la
Rule 1.1, es el deber de “competencia” del profesional, al que se exige poseer los conocimien-
tos y las habilidades necesarias para representar de manera competente a su cliente. Debido
a la progresiva expansión de la inteligencia artificial jurídica, en dicha reforma se modificó el
“Comentario 8” a esta regla, estableciéndose que “para mantener el conocimiento y las des-
trezas requeridas, un abogado debe permanecer al corriente de los cambios en el Derecho y su
práctica, incluyendo los beneficios y los riesgos asociados a la tecnología relevante” (la frase en itálica
fue añadida en la reforma).
61
Esta nueva dimensión de la competencia profesional plantea también el proble-
ma, esencial, de la adaptación de la formación jurídica al nuevo contexto profesional. En
Estados Unidos, las más destacadas Facultades de Derecho ya han emprendido en los últi-
mos años cambios en su curriculum, introduciendo materias de carácter tecnológico, como
“Computación jurídica”, “Estadística para abogados”, “Análisis de Datos”, “Tecnología apli-
cada” y otras similares. En España son aún pocas las universidades que, normalmente, en el
marco de títulos propios de Master abordan algunas de estas cuestiones. Cfr. sobre este asun-
to J. I. SOLAR CAYÓN, La inteligencia artificial jurídica. El impacto de la innovación tecnológica en
la práctica del Derecho y el mercado de servicios jurídicos, cit., pp. 237-247.
62
Muy significativamente, el Preámbulo de dicho Código justifica su promulgación
en la necesidad de actualizar las normas deontológicas, debido a “las reformas legislativas y
[…] los cambios políticos y sociales que han afectado al ejercicio profesional en España”, sin
mencionar siquiera los cambios tecnológicos.
63
Carta de principios esenciales de la Abogacía Europea, adoptada el 25 de noviembre de
2006 por el Consejo de la Abogacía Europea, p. 5.
64
La máxima expresión de esta tendencia es el fenómeno de la “representación limita-
da” en el proceso judicial, consistente en la limitación del acuerdo entre abogado y cliente a
65
Uno de los rasgos más característicos de la comoditización de los servicios propicia-
da por la inteligencia artificial es precisamente su potencial de mass-customization o “persona-
lización masiva”. Este término, que fue acuñado en S. DAVIS, Future Perfect, Addison-Wesley
Publishing Co., Reading (Massachusetts), 1987, hace referencia a su capacidad de producir
servicios capaces de satisfacer las demandas y necesidades específicas de cada cliente man-
teniendo sin embargo una eficiencia análoga a la de los sistemas de producción en masa. La
vía más eficiente para lograr este objetivo es convertir al cliente en un co-diseñador del pro-
ducto final y hacerle así partícipe del propio proceso de producción, ya sea permitiéndole
incorporar al mismo sus requerimientos específicos o acceder directamente a las herramientas
de diseño del producto a través de una aplicación web. Cfr. M. M. TSENG, Y. WANG y R. J.
JIAO, “Mass Customization”, en L. LAPERRIÈRE y G. REINHART (eds.), CIRP Encyclopedia of
Production Engineering, Springer, Berlin, Heidelberg, 2017.
66
Esta línea jurisprudencial arranca en Dacey v. New York County Lawyers Association,
423 F.2d 188 (2d.Cir 1969).
67
Como afirma I. FIGUERAS, “The LegalZoom Identity Crisis: Legal Form Provider
or Lawyer in Sheep’s Clothing?”, Case Western Reserve Law Review, vol. 63, núm. 4, 2013, es
este “nivel añadido de sofisticación” que la inteligencia artificial aporta a los servicios de crea-
ción de documentos jurídicos en línea lo que plantea las dificultades para determinar si la
actividad de LegalZoom y de otras compañías similares “puede ir más allá de lo que sería un
mero proveedor de formularios jurídicos y entrar en el dominio de la práctica profesional del
Derecho” (p. 1429).
68
Para una visión general de las múltiples demandas judiciales entabladas con-
tra LegalZoom por intrusismo profesional, cfr. E. McCLURE, “LegalZoom and Online Legal
Service Providers: Is the Development and Sale of Interactive Questionnaires that Generate
Legal Documents the Unauthorized Practice of Law?”, Kentucky Law Journal, vol. 105, núm.
3, 2017, pp. 563-585. En cuanto a las decisiones judiciales favorables a la compañía, cfr., por
todas, la del Tribunal Supremo de Carolina del Sur en Travis Medlock v. LegalZoom.com, Inc.,
Case Nº 2012-208067 (March 11, 2014). En otros Estados, como Washington (2010), Missouri
(2011) y Carolina del Norte (2015), la disputa se zanjó con acuerdos judiciales. El acuerdo en
este último Estado, que ponía fin a una serie de disputas judiciales mantenidas a lo largo de
varios años, parece haber desalentado nuevas demandas contra la compañía. En él, LegalZoom
y la Asociación de la Abogacía de Carolina del Norte se comprometían a apoyar una futura
legislación estatal que modificase la definición de “práctica ilegal del Derecho”, al objeto de
excluir de la misma “el funcionamiento de una web que ofrece a los consumidores acceso a
software interactivo que genera un documento jurídico basado en las respuestas de aquellos a
las preguntas emitidas por el software”. A cambio, la compañía retiraba una demanda federal
en la que acusaba a aquella asociación de violar la legislación antitrust.
69
En este sentido se manifiestan D. REMUS y F. LEVY, Can Robots Be Lawyers?
Computers, Lawyers, and the Practice of Law, 2016, pp. 55-56 (disponible en https://papers.ssrn.
com/sol3/papers.cfm?abstract_id=2701092).
software–, lo que conlleva el riesgo de que se prioricen sus valores sobre los
propios de la profesión jurídica y del sistema judicial 72. No obstante, en este
sentido, es preciso señalar que, debido a la propia dinámica generada por
la introducción de este tipo de herramientas en el trabajo cotidiano del pro-
fesional jurídico, se está produciendo la creciente emergencia de un amplio
abanico de nuevos perfiles profesionales de carácter híbrido, a caballo entre
el Derecho y la tecnología, que combinan una profunda formación jurídica
con el conocimiento de los fundamentos y el funcionamiento de los nuevos
sistemas tecnológicos, evitando así en buena medida esa disociación ante-
riormente mencionada y la amenaza de que los criterios de los tecnólogos
puedan imponerse sobre los de la profesión legal 73.
Otros riesgos que entraña la inteligencia artificial jurídica, particular-
mente aquellas aplicaciones que se alimentan de ingentes volúmenes de da-
tos relativos a la actuación de los profesionales jurídicos –ya sean los pro-
pios abogados u otros profesionales, como los jueces–, tienen que ver con la
protección de los datos personales y la problemática de su explotación con
fines comerciales. Así sucede con las herramientas de análisis predictivo,
utilizadas por la abogacía para evaluar las probabilidades de éxito de una hi-
potética demanda ante un determinado tribunal y de las distintas estrategias
procesales posibles. Estos sistemas identifican patrones de comportamiento
y tendencias en la actuación pretérita de jueces y tribunales al objeto de pre-
decir los resultados de potenciales casos futuros. Y para ello utilizan toda
clase de datos relacionados con los procesos judiciales y con los profesiona-
les, e incluso los litigantes, que intervienen en ellos. La rápida expansión de
este tipo de sistemas y los riesgos que comporta la inadecuada recopilación,
utilización y publicación de los datos personales que contienen ha llevado a
la Comisión Europea para la Eficacia de la Justicia, del Consejo de Europa,
a adoptar la Carta Ética Europea sobre el uso de la Inteligencia Artificial en los
sistemas judiciales y su entorno, que establece cinco principios fundamentales
72
Por ello, en opinión de D. REMUS, “The Uncertain Promise of Predictive Coding”,
cit., la codificación predictiva está erosionando el dominio de la abogacía, amenazando con
interferir en la capacidad de la profesión para hacer frente a sus responsabilidades sociales
(pp. 117-118).
73
Sobre la irrupción de estos nuevos perfiles profesionales, cfr. J. I. SOLAR CAYÓN,
La inteligencia artificial jurídica. El impacto de la innovación tecnológica en la práctica del Derecho y
el mercado de servicios jurídicos, cit., pp. 225-236; y P. FUENTES BUESO, “La revolución en la
forma de concebir el empleo en el sector legal”, en M. BARRIO ANDRÉS (dir.), Legal Tech. La
transformación digital de la abogacía, cit., pp. 199-213.
74
Cfr. EUROPEAN COMMISSION FOR THE EFFICIENCY OF JUSTICE, European
Ethical Charter on the use of Artificial Intelligence in Judicial Systems and their environment,
Strasbourg, 3-4 December 2018.
75
Art. 33 de la LOI n° 2019-222 du 23 mars 2019 de programmation 2018-2022 et de réforme
pour la justice.
76
Algunos han visto esta medida como una reacción al proyecto “SupraLegem” del
abogado y experto en aprendizaje automático Michaël Benesty, que ha desarrollado una pla-
taforma de análisis predictivo para detectar sesgos en las sentencias y publicó un informe en
el que se describían los diferentes patrones de decisión de jueces individualizados con nom-
bres y apellidos.
77
Cfr. R. DEL REAL RUBIO, “Nuevas tecnologías, Big Data e Inteligencia Artificial en
el ejercicio de la abogacía. Implicaciones deontológicas”, en A. MENÉNDEZ MENÉNDEZ y
J. J. TORRES FERNÁNDEZ (coord.), Deontología profesional y ejercicio de la abogacía: un desafío
global, cit., p. 359.
79
Cfr. John Vrdolyak v. Avvo, Inc., 206 F. Supp. 3d 1384 (N.D. Illinois, Sept.12, 2016).
80
Cfr. Dex Media West, Inc. v. City of Seattle, 696 F. 3d 952 (9th Cir. 2012).
81
Cfr. sobre este tema J. I. SOLAR CAYÓN, La inteligencia artificial jurídica. El impacto
de la innovación tecnológica en la práctica del Derecho y el mercado de servicios jurídicos, cit., pp.
263-275.