Gillman, Anne. 2010 (Juventud, Democracia y Participación)
Gillman, Anne. 2010 (Juventud, Democracia y Participación)
Gillman, Anne. 2010 (Juventud, Democracia y Participación)
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Anne Gillman
1. Introducción
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Juventud, Democracia y Participación Ciudadana en el Ecuador
mantengan.
En este artículo examino esta cuestión “from below” (Jelin, 1996, p.101),
enfocándome en los ciudadanos y ciudadanas que representan el futuro de la
democracia ecuatoriana: los sujetos jóvenes de hoy en día. Entendiendo que el
funcionamiento de la democracia depende no sólo de un “marco institucional”
suficiente sino también del “como las personas actúan dentro de este marco
institucional” (Jelin & Hersheberg, 1996, p. 2), pongo a un lado la evaluación
de las instituciones estatales, y en su lugar exploro las maneras en las cuales
los sujetos jóvenes ecuatorianos se relacionan con estas instituciones. Las
preguntas clave son: ¿cómo entienden las personas jóvenes el concepto de
la “democracia”? y, ¿de qué manera están dispuestas a participar en ella? Mi
propuesta es discutir estos asuntos dentro del marco teórico de los debates
actuales sobre los riesgos de la democracia.
El momento actual en el Ecuador ofrece un campo de estudio interesante
para indagar sobre estos temas. Dentro de la denominada crisis, surge la
“Revolución Ciudadana” del Gobierno de Rafael Correa que, por un lado,
representa un momento de esperanza para el Ecuador, al prometer una ruptura
con un pasado político de corrupción por parte de las élites dominantes, abriendo
espacios de participación directa y extendiendo una invitación especial a los
individuos jóvenes, que se presentan como portadores de nuevas ideas para
remplazar la vieja y desacreditada clase dirigente. Por otro lado, el discurso y
las acciones de la administración de Correa —al condenar la “partidocracia”
por ejemplo, y disolver el Congreso anterior— infundan preocupaciones que
podrían llevar a la caída del sistema representativo.
Empiezo el artículo con una discusión sobre la crisis democrática en el
Ecuador, los peligros del debilitamiento del sistema representativo que replica
las exclusiones de una sociedad de “differentiated citizenship” o “ciudadanía
diferenciada”, usando la terminología del antropólogo James Holston, y
la aparición de nuevas formas de participación e incidencia en el espacio
político. En esta sección problematizo el concepto “joven”, y reconsidero su
sentido en el contexto actual ecuatoriano. En la segunda sección, presentaré
la metodología y los hallazgos del estudio cualitativo. En ella discutiré las
percepciones juveniles de la democracia y la participación, mostrando la
desconexión, que para ellos y ellas existe entre la democracia y la política, y
su concepto de participación democrática, local y directa, como algo personal
o interpersonal. Al ver canales de participación política cerrados, ellos y ellas
buscan lograr cambios a través de acciones por fuera de la institucionalidad
política. En la sección final, discutiré las implicaciones de estos hallazgos para
el futuro de la democracia ecuatoriana, tomando en cuenta las preocupaciones
teóricas discutidas en la primera parte.
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(Cepal, 2004), “los y las jóvenes viven hoy con mayor dramatismo que el
resto de la población una serie de tensiones o paradojas”, entre otras, “más
acceso a educación y menos acceso a empleo”, con índices de desempleo que
en Ecuador doblan los de otros grupos de edad. Paralelamente, la juventud
latinoamericana muestra los índices más bajos de confianza en el sistema
político y de compromisos con la democracia. Jorge Eliécer Martínez (2008)
plantea que “Las investigaciones en los últimos veinte años en torno a los
jóvenes han venido señalando el extrañamiento creciente de los jóvenes frente
a las expresiones políticas formales” (p. 163). En Ecuador (como en Brasil,
Paraguay y Perú), más del 80% de la juventud reporta sentirse insatisfecha con
la democracia (El Comercio, 2008).
Al mismo tiempo, se puede observar en la literatura y en el discurso político
en América Latina, la emergencia de una visión de la juventud focalizada en
sus capacidades, presentando a las jóvenes y a los jóvenes como agentes de
desarrollo, innovación y cambio social. Se nota
un mayor reconocimiento de la persona joven y su rol social en el
panorama nacional, proyectándola como líder de procesos políticos,
sociales y culturales del país que no solo benefician a dicho sector de la
población sino a todos sectores en los cuales podrían tener incidencia
(Ospina et al., 2009, p. 406).
Esta imagen del sujeto joven como líder, innovador, y fuente de nuevos
proyectos, ha sido impulsada en el actual contexto político del Ecuador.
Correa, quien asumió su cargo con 43 años de edad, extiende a la juventud una
invitación especial a participar y amplía las oportunidades para la incidencia
juvenil en la esfera política. Como parte de su mensaje de cambio, en el
proyecto de la Asamblea Constituyente el Ejecutivo rebajó la edad mínima
de 25 a 20 años para postularse como candidatos asambleístas (El Comercio,
2007a) y, en un principio, propuso que al menos la mitad de asambleístas
tuvieran menos de 45 años (El Comercio, 2007b), afirmando así la imagen de
la juventud como fuente de renovación para el sistema, en contraste con los
viejos políticos ya deslegitimizados.
Martínez (2008) comenta que también es importante observar la incidencia
de la juventud fuera de este contexto político institucional, apuntando “la
emergencia de ‘nuevas’ formas de inserción en el espacio público…” por
parte de la juventud y avanzando que “es igualmente importante estudiar los
territorios de la vida cotidiana donde los sujetos jóvenes despliegan un conjunto
de estrategias para resistir o negociar con el orden estructural” (p. 163).
Tomando en cuenta esta amplia incidencia juvenil, retomo la pregunta clave
de este artículo (¿cuáles son los conceptos que los jóvenes y las jóvenes tienen
de la democracia y cómo participan en ella?) en un análisis que me conduce, de
acuerdo con el comentario de Martínez, fuera de la institucionalidad política y
dentro de la vida cotidiana de la población joven.
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4. Metodología
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fueron mencionadas, son conceptos y a la vez valores, que atañen a una noción
de colectividad.
Entre otros conceptos de democracia relacionados con una idea de
colectividad, surgieron palabras como “pueblo”, “organización”, “grupo”,
“población”, “sociedad”. En algunos grupos, la idea de una colectividad
se asoció con la de un “bienestar común” y un poder común para reclamar
intereses sociales.
La democracia es eso, es el poder del pueblo, la voluntad del pueblo
para realizar algo que satisface las necesidades del mismo, o sea, que
no sea sola la opinión de una persona sino de un bien para el resto de las
personas (Participante de San Clemente).
Otro participante de Villaflora (Pichincha), distingue este concepto del
poder compartido para incidir colectivamente como grupo organizado en
decisiones con un poder individual,
(…) poder dentro de la democracia, no te da el poder de que yo hago lo
que se me da la gana, sino un cierto poder de tomar decisiones. Dentro
de la democracia es necesario estar unidos, pero yo creo que también
estar unidos y organizados.
En algunos casos, se advierte una tensión entre la idea de “poder común”
y la de “libertad”, según los comentarios de algunos sujetos participantes;
así por ejemplo, un estudiante de Portoviejo describe la democracia como la
capacidad de “hacer lo que se quiere”.
Aunque los individuos participantes relacionaron la democracia con la
idea de un poder común o con las decisiones colectivas del pueblo, para los
jóvenes y las jóvenes del Ecuador la democracia está poco relacionada con
la política. Llama la atención las escasas expresiones que surgieron en las
conversaciones sobre el significado de la palabra “democracia” en relación
con la política. En algunos casos, en los que sí se articuló este tema, las
palabras más prevalentes fueron “votar”, “gobierno”, “política” y “elegir”,
pero en una tercera parte de los grupos, nadie mencionó ideas relacionadas con
el régimen político. También válgase destacar que en ninguno de los grupos
surgió la palabra Congreso, o Asamblea, o partido político, o Corte Suprema.
Por lo menos en sus comprensiones más inmediatas acerca de la democracia,
el concepto de las instituciones representativas, o un balance del poder, no se
recalcan con vigor.
De hecho, los jóvenes y las jóvenes ven la institucionalidad política
como un concepto casi contradictorio a la idea de democracia, percibiendo la
política como algo, sobre todo, con connotaciones negativas, en contraste con
un concepto democrático caracterizado por valores e ideales generalmente
considerados como positivos (equidad, justicia, etc). Corrupción, desigualdad,
egoísmo e ineficacia fueron los conceptos que surgieron con mayor frecuencia
en los comentarios sobre la política y los políticos. Mientras los ideales de la
democracia son humanitarios y filantrópicos, quienes actúan en la política
sólo se preocupan por sus intereses personales. Contrario a un concepto de
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Interjección usada en Ecuador para llamar la atención sobre algún aspecto negativo.
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La libre expresión
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que nos dieron de parte del municipio (…) Y poco a poco los jóvenes
vieron el desinterés de los más grandes, de los que tenían el poder,
y obviamente se sintieron desamparados, (…) ellos en sí nos habían
olvidado.
Algunos participantes comentaron que los personajes políticos sólo usan a
los individuos jóvenes para su propio beneficio, invitándoles a estar presentes
en sus foros para dar sus opiniones o ideas, pero, a fin de cuentas, no los toman
en serio.
Confrontando estos bloqueos en canales políticos institucionales, unos
sujetos jóvenes relataron cómo buscan expresarse fuera de la institucionalidad
estatal, concluyendo que sólo con la fuerza se puede lograr que escuchen sus
opiniones. A la pregunta de cómo comunicar a los gobernantes sus exigencias,
la participante de San Clemente comentó:
Por ejemplo, aquí es común es que se haga protestas, o marchas,
cerrar las carreteras, esas cosas. (…) Cuando uno toma medidas así tan
drásticas, es cuando ahí sí te van a escuchar. Entonces, esa es la forma
como se hace en el Ecuador.
Otro de los participantes de Machachi expresó:
Tomamos calles, salimos a las calles a lanzar piedras, o sea, es una forma
para nosotros de rebeldía, pero es la única forma y la única manera que
hemos tenido para ser escuchados. Porqué a nosotros nunca se nos ha
tomado en cuenta. Tomaban decisiones, hacían cambios, en contra de
nosotros, y sobre nosotros.
Pero para la mayoría de los jóvenes y las jóvenes, la libre expresión
de sus pensamientos o sentimientos, sin audiencia y sin respuesta política,
sigue siendo un acto importante de participación en sí, “un medio sin fin”,
no dependiente de un público que escuche estas ideas ni de la atención de las
autoridades. Al responder al por qué escogió la libre expresión como una de
las formas más importantes de participar en la democracia, la estudiante de
Portoviejo citada arriba, dice: “porque esto es superfundamental en la vida
diaria de las personas”.
El sufragio
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vez de un derecho. Como explicó una chica, “para mí [votar] no es una forma
de la democracia, es un simple acto, no más”.
Primero, en el alud de propaganda con promesas de los diferentes
candidatos, los jóvenes y las jóvenes relataron enfrentar dificultades para
obtener información cierta para saber a quién elegir. Un joven de Uyumbicho
relata la experiencia de su primera votación:
(…) no tenía una idea estable de por cual elegir, quién era la persona
capaz, estaba preocupado, (…) si lo que yo estoy haciendo está errado
o está correcto. Con miedo de equivocarme. (…) Tal vez no sabemos ni
cómo es, cómo es su forma de comportarse, cuáles son sus debilidades
o valores.
Otro participante del grupo agrega que “hay afiches publicitarios que se
hacen llegar con diferentes pensamientos de ese grupo, lo que expresan y lo
que ellos prometen, pero creo que la mayoría no cumplen. (…) La mayor
parte es sólo mentira”. Varios participantes expresaron su frustración por la
desinformación en la población votante en general, que cree en esas promesas
falsas y vota por un candidato que les regala una camiseta o que tiene una
“cara bonita”.
Para otros jóvenes y otras jóvenes, el problema es que realmente no
existen candidatos honestos y capaces. Una joven de Villaflora explica que:
Aquí llaman democracia, una participación de ir a las urnas a votar,
entonces, para mí eso no es democracia, porque te ponen, estos son los
candidatos que hay, por los que tienes que votar, entonces eso para mí
no es democracia. Porque si eligiera a nuestro candidato y dijera, yo
quiero que vaya este candidato, sería un poco más democrático. Pero
no, tienes los candidatos y tú tienes que votar por ellos.
De hecho, para ella ni siquiera existe la posibilidad de escoger a una
persona para apoyarla como candidato o candidata y de organizar una campaña
exitosa para que su nombre salga en la papeleta. Su opinión es una muestra de
hasta qué punto la juventud ha perdido confianza en la capacidad del sistema
representativo para responder a sus peticiones.
Fuera del sufragio, observo que para los jóvenes y las jóvenes, la
participación democrática es una cuestión poco política y muy poco institucional.
La idea de participar a través de mecanismos de participación representativa
es considerada débil. De las 495 respuestas, el tema de participar en partidos
políticos sólo fue mencionado cuatro veces. Amerítese destacar también,
que de las 26 respuestas que tenían que ver con una participación dentro del
sistema político, sólo cinco mencionaron la importancia de postularse para ser
presidente, concejal, o diputado, y la idea de participar en el gobierno local
sólo surgió una vez. Pero tampoco hallé, como prevaleciente, la participación
política directa a través de marchas y protestas, que sólo fue mencionada dos
veces (veáse Gráfica No. 1).
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7. Conclusiones e implicaciones
Con base en las respuestas de los jóvenes y las jóvenes sobre la participación
democrática, surgen algunas inclinaciones con mayor fuerza. Reconozco
entre los sujetos jóvenes una separación significativa entre sus conceptos de
democracia y política. Conciben la democracia como un régimen de valores,
o como una configuración colectiva de individuos, pero no como un sistema
político. Caracterizada por ideales como la libre expresión, la igualdad, la
solidaridad, el respeto y el cuidado por los demás, la democracia se caracteriza
como un campo de inclusión y equidad. En contraste con la democracia, la
política es un campo de exclusión, caracterizado por valores que consideran
específicamente antidemocráticos, sinónimo de desigualdad y corrupción, y
que se materializa en una organización social dividida que fortalece un sistema
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de “differentiated citizenship”.
A la luz de estas perspectivas, es útil entender ampliamente la participación
de los individuos jóvenes, reconociendo los límites de un concepto de
participación “institucionalizada y Estado-céntrica”, y explorando más bien
la participación “en escenarios cotidianos como la calle, la escuela, el barrio”
(Alvarado, Ospina & Muñoz, 2008, p. 23). Frente a una desconfianza en las
instituciones, sintiéndose excluidos de espacios políticos, los sujetos jóvenes
fundan su confianza en lo personal, a nivel local, en sus relaciones sociales y
acciones comunitarias. Se encuentra entre los jóvenes y las jóvenes un grado
importante de conciencia social, de voluntad y entusiasmo para participar
democráticamente con el fin de obtener cambios que mejoren no sólo sus casos
en particular, sino también las condiciones de sus comunidades y del resto del
país. Puedo concluír que los individuos jóvenes no entienden la democracia
como propia del sistema político; no miran su participación en ella a través
de la política, sino a través de la sociedad. La participación democrática se
torna, más que todo, en una integración social en vez de una incorporación a
instituciones políticas.
Esta participación poco institucional pero muy democrática se puede
entender como una manera de construir y afirmar una ciudadanía inclusiva e
integral. A través de procesos cotidianos y comunitarios, se construye el tipo de
“insurgent citizenship” o “ciudadanía insurgente”, sobre la que James Holston
(2008) observa que no se articula “en las urnas o los consejos sindicalistas”,
sino en los procesos de construcción de una vida digna (p. 313). Como plantea
Martínez (2008),
Los jóvenes se sienten ciudadanos al hacer cosas, al decidirse cuáles son
las causas en las que quieren involucrarse, al expresarse con libertad a
través de diferentes lenguajes, al juntarse con otros en una lógica de
redes y de flujos cambiantes… (p. 163).
Aunque excluidos de la esfera política —que refleja y reproduce las brechas
sociales—, al sentirse incluidos en lo que entienden como “democracia,” con
voluntad y capacidad de participar en ella, los jóvenes y las jóvenes afirman
una ciudadanía “que desestabiliza la ciudadanía diferenciada” (Holston, 2008,
p. 9).
¿Cuáles son los límites de una ciudadanía y una participación basada
en lo social y fuera de una institucionalidad estatal? ¿Qué indican estas
actitudes y comportamientos juveniles frente el sistema político para el futuro
democrático del Ecuador?
Retomando las inquietudes sobre la “crisis” en la democracia ecuatoriana
provocada por los fracasos del sistema político y sobre todo el sistema
representativo, lo que desenlaza una pérdida de confianza en la democracia,
las anteriores percepciones desde la perspectiva de los jóvenes y las jóvenes
alimentan estas preocupaciones. Ni instituciones ni procedimientos entran en
su visión de lo que es la democracia, sugiriendo que para ellos y ellas estos
elementos tienen poco valor, y que bien podría existir una democracia ausente
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Lista de referencias
Alvarado, S., Martínez Posada, J., & Muñoz Gaviria, D. (2009). Contextualización
teórica al tema de las juventudes: una mirada desde las ciencias sociales a la
juventud. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez, y Juventud,
1(7), pp. 83-102.
Alvarado, S., Ospina, H., & Muñoz, G. (2008). Las tramas de la subjetividad
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