3.cuadernos CMN 1952 Casas Chilena
3.cuadernos CMN 1952 Casas Chilena
3.cuadernos CMN 1952 Casas Chilena
CV ADER NOS
del
CONSEJO
de
MONVMENTOS
NACIONALES
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LA CASA CHILENA
HASTA EL SIGLO JT I /'·
por
Eduard o Se . c h i
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_ . EDUARDO S E C C H I
LA CASA CHILENA
HASTA EL SIGLO XIX
INTRODUCCIÓN DE
EUGENIO PEREIRA SALAS
CUADERNOS DEL
CONSEJO DE MONUMENTOS NACIONALES
TIRADA DE 500 EJEMPLARES
DERECHOS RESERVADOS
INSCRIPCIÓN
BIBLIOTECA NACIONAL
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INTRODUCCION
(1) Edwin Walter Palm, Ecos de la arquitectura clásica en el Nuevo Mundo. La for-
mación de la casa dominicana (Añales de la Hniversidad de Sant o D omingo, Enero-
J unio. 1941) .
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su vida dinámica e! progreso y la tradición. La bibli ogr afía histórica
cuenta con páginas m aestras qu e ayudan a la comp rensión de la casa chi-
lena : la sobria y científica descripción que trae don E rnes to G reve, en
su Hi storia de la In geniería en Chile; el estudio estilístico y conce pt ual
del profesor Alfred o Benavides en su Hist oria de 'la Arquitectura en el
Virreinato del Perú y la Capitanía General de Chile; la evocación dom és-
ti ca de det alles en las páginas del Arte en la Epoca Colonial de Chile del
Pbo. Luis Roa Urz úa : la lírica y elocuente defensa de La P ortad a del
a rqu itecto Ricardo Dávila Carson , en su libro De Nuestra Arquitectura
del pasado.
Se comprende de hecho que el t ema es apasionante y los autores se-
ñalados han cont ribuido a seguir la trayectori a de la m ansión chilena
desde aquellas primerísimas, levant adas con t anto esfue rzo por las gene-
raciones criollas del siglo X VI hast a los palacios neo-clásicos que id eara
J oaquín T oesca.
Ceñido al delibe rado formato de estos Cuadernos y dentro de! espí,
ritu qu e los anima, es dec ir, la divu lgació n, .M anuel E duardo Secchi, dis-
ti ngu ido arquitecto de la Municipalidad de Santiago , ha escrito por espe-
cial encargo del Consejo de M onumentos N acionales, este folleto.
El señor Secchi siente como llamado imperioso la labor del Consejo
d estinada a salvar del olvido o de la pico ta dinámica del sep ult urero ,
nuestro pat rimonio ar tístico y ha acompañado de buena voluntad sus
campañas. Conoce como pocos el país; ha buscado las huellas del pasado
cual peregrino rom ántico y artista. H a sido un defensor de la línea ar -
quitectónica de la casona chilena y en ot ro de sus libros fundam entales
para e! conocimiento de! pasado santiaguino , ha escrito con oportuno
énfasis: «El ti po m ás ca racteríst ico, m ás exac tamente e! único que dentro
de nuestra arq uitect ura se ha produ cido, es la casa. Es la única ' forma
de la arquitectura española que llegó a chilenizarse, a consti t uir un caso
típico» (2) .
E l texto qu e condensa e! pensamiento del seño r Secc hi está subrayado
de una manera cas i musical por sus dibujos. Con. firm e trazo de línea en
que e! rigor objetvo no daña la espontánea .expresión estética, el auto r
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LA CA SA CHIL ENA
HASTA EL SIGLO X IX
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etapa de origen, desarro llo y transformación. Es lo que nos ha llevad o,
pa ra este somero análisis, a ocuparnos de los tipos de casas más repr esen-
t at ivos.
T enemos en nu estra arquitectura pr ivada una t rayectoria elocuente
y una prueba de aquella verdad que, no por ser demas iado evidente deja
de ser menos actua l ; «la arquitectura es un reflejo del estado social y de
la cultura». Creemos que un estudio min ucioso y p rofun do de! proceso
constructivo de la vivienda en Chile, sería un a aportación valiosa a nu es-
t ra historia, ya que pod ría dar una idea fiel de los div ersos estados socia-
les que nuestro país ha .debido experimentar .
Al referirnos a las casas urb an as, pode mos observar qu e los solares
en que éstas se edificaban eran superficies aproximadament e rect angula -
res, de un cuarto (y después de un octavo) de manzana . La casa t radicio-
na l, derivada directamente del tipo mediterráneo, tiene su origen en la
casa hispano-romana, la que a su vez remonta a G recia . D e ahí qu e, en
la superficie seña lada y partiendo de la calle hacia el fond o, se desa rrolla-
ra tres partes-recuerdo del at rio, e! peristil o y el xistus o j ar dines- for-
madas por hileras de piezas longitudin ales y t ran sversales, qu e, dejando
tres espacios ab iertos y sucesivos de la calle hacia el interior, formaran
t res patios, siendo el segundo el centro de la casa . Es ta dist ribución gene-
ral con t res patios, con muy pocas va riantes de detalle, permanece duran-
t e tres siglos como el modelo de la casa chilena . Solamente a mediados .
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arquitectónica en dominante vertical (Casa Colorada) Lám. V, o a incor-
porarse a la dominante horizontal (Merced y Mosqueto) Lám. VI.
Ahora bien, dentro de la evolución de este tipo clásico de habitación
urbana, pueden distinguirse tres etapas fundamentales:
1) La casa colonial que hemos descrito se mantiene inalterable des-
de los primeros tiempos de la Colonia y hasta muy avanzado el siglo
XVIII. El avance paulatino de la arquitectura se ve interrumpido por
los terremotos que, sin embargo, no hacen cambiar esencialmente la edi-
ficación doméstica. Después de cada cataclismo, se revisan los sistemas
constructivos, se recurre a materiales que respondan mejor, pero el con-
cepto de la casa prevalece vigorosamente. Lám. IX.
2) El primer patio cambia un poco y aparece, en algunos casos, un
corredor, visible desde la calle, adosado al primer cuerpo transversal del
edificio. El altillo de la casa primitiva se convierte en un segundo piso que
abarca el total de la fachada y esto hace cambiar, también, el tratamien-
to de la portada. Lám. X.
3) En el' siglo XIX se produce la transformación más importante,
en dos etapas secundarias:
a) El primer patio pierde por completo su carácter primitivo
(no entrarán a él, cabalgaduras ni vehículos), y se le rodea de corredores
por sus cuatro lados. Lám, XI.
b) Este mismo patio, o el segundo, se transforma en gran recin-
to cubierto con linterna o claraboya y aparece, en cierto modo, la idea del
atrio de la casa romana. El segundo piso, ya establecido, se extiende en
dos alas perpendiculares a la calle, rodeando el primer patio en tres de
sus costados en forma de una U abierta hacia el fondo.
En la segunda mitad del siglo pasado y cuando el uso de los vidrios
se hace general, los corredores abiertos se transforman en galerías cerra-
das con vidrieras.
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él. Seguía en general, la tradicional distribución interna, consultando no )
obstante para la fachada, un orden dórico muy semejante a lo que vemos
en la Moneda. El prematuro fallecimiento de Toesca interrumpió -el des-
arrollo de una labor considerable. De no ser así, tendríamos sin duda mu-
chas mansiones frutos de su talento; mas, no creemos que Toesca hubiera
innovado fundamentalmente en la planta clásica; para ejemplo, tenemos
la casa de Alcalde.
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gen temenre asimiladas y el cambio en su organización funcional y en su
estética fueron de t al suerte oportunas que, conservando su rango colo-
nial, noble pero algo tosco, llegó al refinamiento en su más cumplida ex-
presión . La casa chilena no decayó en ese período, como suele creerse; se
volvió hacia algo mejor y más completo.
Al respecto, pueden considerarse tres casas típicas: 1) La casa que
hasta hace poco ocupó el Ministerio de Educación en Avenida Bernardo
O'Híggins, Lám. XI II , cuya planta sigue aún la idea clásica de tres pa-
t ios, tratando el primero en forma novedosa para la época en que fué cons-
truído . 2) El llamado Palacio Cousiño, que se aparta por completo de la
tradición española y que tiene más opulencia que belleza. Lám. XI V. 3)
La casa que ocupa actualmente la Embajada del Brasil en Avenida Ber-
nardo O'Higgins, y que es, sin duda, la mejor y más equilibrada residen-
cia de ese período. Lám. XV.
Mientras no se perdió el punto de vista de la gran tradición hispana,
la arquitectura doméstica evolucionó en gran forma; pero una vez que el
movimiento hubo adquirido fuerza propia y empezó a actuar 'por si solo,
empezó la decadencia que ya a fines de siglo era evidente. Se anunciaba
en mala forma, el reemplazo total de la arquitectura del pasado, por otra
en que no había pobreza sino mezquindad y no había grandeza sino os-
tentación. Yanas hemos referido en otra ocasión a este fenómeno que tan-
ta importancia ha tenido en él desarrollo arquitectónico de Chile.
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Ha habido que esperar un medio siglo para que; a través de la deso-
rientación reinante, la verdadera tradición trasmutada en voluntad ar-
. tística, animara el espíritu que hoy, sobre un fondo de inquietudes y reti-
cencias, se aspira a desarrollar.
Después del vendaval de estilos y caprichos de fines del siglo XIX
y primer cuarto del actual, se vuelve los ojos a la olvidada tradición y,
dentro de moldes nuevos, se construye algunas casas hables y hermosas:
la de Edwards en San Isidro de Quillota, la de Ossandón en Zapallar, el
llamado «Palacio de los Presidentes» en Viña del Mar. Hay 'en todo esto
un encomiable afán que nos acerca al pasado con discreción y buen gusto.
Hoy, bajo el signo de los nuevos tiempos, en plena era maquinista,
no siempre bien comprendida y a menudo mal interpretada, la casa chi-
lena queda distante en una luminosa lejanía. En la perspectiva del tiem-
po, aprendamos a valorizar la arquitectura sin vacilaciones, digna y 16-
gica que fué la de nuestras casas. Felizmente, a lo largo de Chile, en nues-
tros campos, pueblos y ciudades, algunas de estas viejas casas quedan
como testimonio, para invitarnos a la meditación y para enseñanza de lo
que es es el verdadero concepto de la arquitectura.
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LAMINA XX III REJAS DE FIERRO ; S ANTI AGO; SI GLOS XVII-X VIII - SIGLO X IX.
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