Ajustado ARE46 - 107-143 Análisis de Las Narrativas de Actores Frente Al Papel de Las Emociones en El Conflicto Escolar - Edilson Barrios Leonel
Ajustado ARE46 - 107-143 Análisis de Las Narrativas de Actores Frente Al Papel de Las Emociones en El Conflicto Escolar - Edilson Barrios Leonel
Ajustado ARE46 - 107-143 Análisis de Las Narrativas de Actores Frente Al Papel de Las Emociones en El Conflicto Escolar - Edilson Barrios Leonel
Enero, 2021
ISSN L 2644-3775
http: //revistas.up.ac.pa
Enero, 2021
ISSN L 2644-3775
108
José Edilson Barrios Leonel e Ileana Judith Armas Gordillo
Abstract
The purpose of this research is to analyze the role of emotions in school conflict in a post-
conflict context in Colombia, based on the narratives of educational actors. For the
development of this writing, the situations that generate conflict in the school setting were
identified, the frequency of conflicts was established, the role that emotions have in the
generation and in overcoming the conflicts that arise in the school setting. The narratives made
by educational actors of the way emotions intervene in conflict situations were studied, as well
as, the frequency of school conflict in the post-conflict context that Colombia is currently under
were also established. The study took place at the Miguel Antonio Caro de Engativa High
School and it looked to establish the type of situations that lead to the generation of conflict, the
existence of norms related to coexistence and conflict management in the institution,
aggressiveness in school conflicts, the ways to overcome the conflict, the level of preparation
of the institution to overcome conflicts, the emotions observed, the people emotionally
involved, the events that generate emotions, as well as, the emotions present during peaceful
coexistence.
INTRODUCCIÓN
Actualmente el tema del conflicto escolar ha cobrado importancia, dada la incidencia que este
fenómeno tiene al estar asociado a diversos factores tanto individuales como colectivos y a la
violencia generada en la escuela. Es una situación que va en detrimento del respeto de los
Derechos Humanos reflejándose en la indiferencia hacia el fomento de una cultura de paz que
por consiguiente no hace permisible la armonía, teniendo en cuenta que es en la escuela donde
se debe educar para la convivencia, la paz y la civilidad.
Aun así, el conflicto escolar conforma uno de los entornos donde se suscitan situaciones
asociadas a conductas de diversa naturaleza entre pares, estudiantes y docentes, cuyas
exaltaciones como ira, enfado y mal carácter, no les permite sentirse emocionalmente
equilibrados. Por el contrario, se ven involucrados en experiencias que resultan perjudiciales
para sí mismos porque causan ansiedad, privaciones, frustraciones, insatisfacciones personales,
rechazo por parte de los otros y dañan las relaciones interpersonales. Los jóvenes en edad
escolar no han alcanzado un grado de madurez tal que les permita adquirir un mayor
conocimiento de sus emociones, ni tener capacidad para identificar aquellas que expresan sus
compañeros y docentes, a desarrollar habilidades para controlar las suyas y entender los efectos
de las emociones que comúnmente generan desacuerdos y conflictos.
Esto se vincula a la dinámica institucional, pero su manejo no se ha dado como posibilidad para
regular la convivencia como resultado de la resolución del conflicto. Porque quizás no se ha
buscado el espacio para establecer entre muchas otras posibilidades, una relación entre
emociones como generadoras de ambientes propicios para la vida ciudadana y para el ejercicio
de los derechos humanos en la escuela. Se requiere dejar de verlas simplemente como
situaciones que erosionan el tejido social.
Los trabajos investigativos se revisaron y se clasificaron según las tres categorías implícitas en
el tema de investigación. Aquellos que tienen que ver con conflicto, con la convivencia escolar,
y con las emociones son los que se describen a continuación.
Entre los resultados encontrados se menciona que la convivencia escolar es percibida, por los
tres colectivos que la integran -educandos, educadores, comunidad de padres-, como una
dinámica relacional positiva, aunque en ella existe cierto grado de conflictividad. El aporte de
este trabajo a esta investigación, radica en los conceptos sobre convivencia en el ámbito escolar
y la forma como ésta contribuye a la convivencia, en la cual el conflicto se hace presente.
Un segundo trabajo investigativo que se halló en esta revisión fue el presentado por Garretón
(2013), titulado “Estado de la convivencia escolar, conflictividad y su forma de abordarla en
establecimientos educacionales de alta vulnerabilidad social de la provincia de Concepción,
Chile”. Es una Tesis Doctoral en la cual se señala que la escuela como organización social ha
cambiado continuamente en su estructura. Su origen y evolución ha sucedido en paralelo con el
desarrollo y evolución de las distintas sociedades y momentos históricos. Antaño, esta era un
espacio al que concurría una élite, para recibir instrucción como complemento a la educación
que era responsabilidad de la familia.
Como parte de alcance del estudio, se estudian los significados que puede tener la convivencia
escolar, y se identifican algunos de los principales desafíos que pueden afectarla, tales como las
manifestaciones agresivas, las expresiones de violencia y los actos hostiles o de acoso entre
pares. Así mismo se estudia la correlación que existe entre la vida emocional de los integrantes
de la comunidad académica, y la convivencia escolar, con el propósito de establecer si la
formación en el manejo de las emociones puede estimular o propiciar climas de sana
convivencia. Son aspectos que tienen la misma dirección de esta investigación y por lo mismo
se considera que sus lineamientos contribuyen a enriquecer los análisis que aquí se efectúan.
El hallazgo más destacado del estudio hace referencia a que todos los integrantes de la sociedad
están obligados a respetar, exigir y velar por los Derechos Humanos, a través de los
instrumentos y procesos necesarios dentro de un marco democrático de las instituciones
educativas, a las que les compete afrontar el reto de formar integralmente a sus estudiantes, en
principios éticos como seres humanos en el contexto de un país afectado históricamente por la
violencia. El trabajo se propone tomar los principios constitucionales relacionados con la
convivencia pacífica, la realización y la garantía de los derechos, para convertirlos en acciones
concretas y tangibles. Con esa visión, el trabajo maneja fundamentos teóricos en Derechos
Humanos, conflicto y convivencia que resultan importantes como puntos de referencia para el
desarrollo de las temáticas que se trabajan en este caso, que resultan coherentes con las
categorías y subcategorías implícitas en el tema del presente estudio.
Otra investigación de carácter socioeducativo es planteada por Cruz (2008) que destaca la
gestión y transformación del conflicto por vías pacíficas; es desarrollada en la amazonia
colombiana donde el autor encuentra que el conflicto ha hecho presencia con altos niveles de
agresividad. Desde esta perspectiva, señala que se requieren procesos educativos para la paz y
transformación del conflicto mediante el fortalecimiento de prácticas con grupos sociales que
trabajan en la región. La propuesta es una contribución para que los jóvenes mejoren su forma
de asumir y tratar el conflicto a través de la empatía, la creatividad y la no violencia en el
marco de una educación para la paz.
Su aporte a este trabajo está en el recorrido histórico sobre violencia, conflicto y paz; hace,
Dentro de la misma orientación, Torrego (2006) titula su investigación así: Desde la mediación
de conflictos en centros escolares hacia el modelo integrado de mejora de la convivencia:
Estrategias de mediación y tratamiento de conflictos; se trata de un trabajo que orienta sobre el
manejo del conflicto en la escuela. El autor plantea que, en el entorno de la escuela, la respuesta
que se da a los problemas de convivencia puede caracterizarse por la improvisación y la falta de
coordinación, manejo que frecuentemente conduce a la adopción de medidas de carácter
reglamentario, simples estrategias administrativas que no atacan la verdadera raíz de tales
situaciones, con lo cual simplemente se busca evitar problemas para la institución sin que las
causas subyacentes sean cuestionadas y menos aún, solucionadas. Ante esta problemática, el
principal de los hallazgos es la determinación de la no conveniencia de mantener la inhibición
ante el conflicto de convivencia, así como tampoco se puede responder con la represión.
paradigma en el cual la ausencia de conflictos no es requisito para que pueda haber convivencia
pacífica, sino que ésta debe ser la consecuencia de una forma no violenta de resolverlos.
Una vez aceptado ese paradigma, el paso lógico debe consistir en construir en la institución
educativa un ambiente en el que el tratamiento prospectivo o propositivo frente a los conflictos,
sea la base de la sana convivencia. Ese tratamiento puede incluir tanto medidas preventivas
para la resolución pacífica de conflictos por medio de soluciones creativas y respetuosas del
otro, como medidas para controlar los conflictos cuyo manejo se haya desbordado hacia actos
de violencia. De esta manera, se reconoce en el trabajo que lograr ejecutar esa propuesta de
pacífica convivencia en los centros escolares es un reto educativo complejo, ya que
indefectiblemente tendrá que ir unida a la vivencia de valores democráticos, como los de
justicia, cooperación, respeto a la dignidad y de no violencia.
Se encontró otra investigación de Caballero (2010) sobre convivencia escolar y sus buenas
prácticas; se enmarca en la línea de educación para la paz y su finalidad es reconocer algunas
especificaciones de prácticas educativas que fomentan la paz y la convivencia en el ámbito
escolar, mediante entrevistas estructuradas en diez centros educativos de la provincia de
Granada, Red Andaluza “Escuela, Espacio de Paz” sobre la puesta en marcha, desarrollo y
evaluación de actuaciones encaminadas a la cohesión del grupo, la educación en valores, la
gestión democrática de normas, la regulación pacífica de conflictos y las habilidades de orden
socioemocional. A partir del análisis de las entrevistas, los autores del trabajo identifican
diferentes actuaciones y medidas que se ejecutan en instituciones que han logrado buenos
ambientes de convivencia, a pesar de los inevitables conflictos. Uno de los hallazgos más
destacados se refiere a la necesidad de cooperación entre todos los actores que intervienen en el
proceso educativo, así como la recomendación de establecer una estrategia formativa de valores
asociados a la cultura de paz.
Otra de las investigaciones rastreadas es de autoría de Abate et al. (2008), quienes presentan
algunos de los resultados obtenidos en el abordaje de la problemática de la convivencia y
violencia en cinco escuelas de San Miguel de Tucumán planteados así: en los últimos años se
ha producido un incremento de los hechos de violencia en las escuelas, lo cual implica para
docentes y alumnos la construcción de conocimientos significativos y la socialización en la
Este, como los demás estudios mencionados aportan al desarrollo de la presente investigación,
en cuanto comprensión del papel de la escuela en la formación en Derechos Humanos y
convivencia en armonía, factores importantes en la educación que se ofrece a los niños, las
niñas y los jóvenes, la cual no puede estar desvinculada de la participación de todos los actores
de la comunidad educativa, incluyendo, por supuesto, a los padres de familia. Son, además, un
precedente importante como reconocimiento del conflicto escolar y su incidencia en la
convivencia en entornos educativos, en los cuales se deben fortalecer experiencias
comprometidas con la promoción y defensa de los derechos humanos, camino fundamental
para el fortalecimiento de la convivencia.
Muñoz, Graciano y Ramírez (2017), por su parte, publicaron los resultados de su investigación
adelantada en Colombia, en el departamento del Huila, que busca contribuir mediante el
registro de experiencias educativas que, como la suya, han logrado mejorar la convivencia
escolar en estudiantes del grado sexto en el municipio de San Agustín. Su experiencia se basó
en la incorporación de una estrategia didáctica denominada “el teatro foro”, la cual permite la
creación de espacios de discusión en los que se abre la oportunidad para el debate, la
disertación, el empoderamiento y la movilización de pensamiento conducente a la búsqueda de
soluciones para superar la problemática de la convivencia escolar estudiantil, tanto en cuanto al
clima de aula como al clima familiar. De acuerdo con su experiencia, la práctica pedagógica
logró la construcción de estrategias didácticas, generó talleres creativos en los que participaron
los estudiantes. Para éstos últimos, la experiencia les mostró una forma de actuar como
personas más sociales y humanas mediante una actividad lúdica sencilla y entretenida, que
propicia el diálogo entre personas.
A su vez Ortega, Del Rey y Casas (2016) se enfocan en una de las situaciones que con
frecuencia conduce a problemas de convivencia escolar, como es el bullying, término que se ha
dado en utilizar para referirse a situaciones de intimidación, acoso y malos tratos, y más
específicamente se interesa en su prevención. Los autores señalan la escasez de conocimiento
sobre la posible existencia de algunos elementos de la convivencia que puedan resultar más
relevantes que otros; ese desconocimiento dificulta establecer prioridades para la prevención de
estas modalidades de conflicto escolar. Ante la situación planteada, los autores exploran lo que
denominan valor predictivo de las dimensiones de la convivencia escolar ante la implicación en
estos fenómenos. El instrumento empleado es una Escala de Convivencia Escolar (ECE), que
fue administrada a 7037 estudiantes (48.9% mujeres), quienes fueron seleccionados de manera
aleatoria entre estudiantes de Educación Secundaria de Andalucía, en España. De acuerdo con
ese trabajo, sus autores “destacan la relevancia de las relaciones en el plano vertical y
horizontal, particularmente la gestión que realiza el profesorado y los problemas de
disruptividad e indisciplina” (Ortega, Del Rey, & Casas, 2016, p. 99). Advierten, además, que
la indisciplina puede considerarse como el problema de convivencia que con mayor frecuencia
explica la aparición de problemas de acoso escolar entre iguales y registran que el acoso entre
escolares es la expresión más grave de los problemas de conflictividad.
La investigación se fundamenta en la teoría de Martha Nussbaum (2008), porque señala que las
emociones tienen una estructura cognitiva y evaluadora, por lo que un análisis de las emociones
permite obtener información sobre el objeto que provoca la intensidad emocional. Evaluar el
papel de las emociones es también propósito de la investigación que se propone, al considerar,
además, a que se hace referencia a que la intencionalidad de la acción -generada en la emoción,
va dirigida siempre a alguien, se deriva de la percepción relevante que le da un sujeto a una
situación individual o colectiva según le afecte. De ahí que uno de los hallazgos más destacados
de este trabajo esté relacionado con el hecho de que las emociones son determinantes en las
interacciones que tienen los sujetos en la vida privada y pública, por lo que se convierten en
Seleccionar este trabajo como antecedente del presente, tiene que ver con la similitud de la
temática, dado que la meta aquí propuesta se encamina a descubrir en las narraciones de
estudiantes y educadores aquellas emociones que en determinado momento de la convivencia
en la escuela les genera conflictos. En la dirección, el trabajo de Martínez (2017), cuestiona
cuáles son las emociones morales de los estudiantes, que amplían o impiden el interés moral
por la vida ciudadana. Hay coherencia en la concepción del sujeto como poseedor de
emociones con implicaciones en sus pensamientos, percepciones, acciones que intencionales o
no, tienen injerencia en el comportamiento humano.
Tras reconocer esas tres dimensiones, se facilita el reconocimiento de las que en determinado
momento están determinando la naturaleza de las emociones que emergen en el
comportamiento de la persona.
En el mismo sentido, Chóliz (2005) trata el papel de las emociones en la adaptación del ser
humano y explica que es un tema que ha sido ampliamente aceptado y estudiado desde diversos
momentos de la historia y por lo mismo desde diferentes puntos de vista desde Hipócrates,
Galeno, Darwin, pasando por Le Doux, Cacioppo, Larsen, Smith y Bernston; el concepto llega
a la psicología del Renacimiento, encabezada por Robert Burton quien amplió, perfeccionó y
elaboró la tesis según la cual la composición de los humores corporales, y en consecuencia el
equilibrio anímico del ser humano, es sensible a influencias externas como la alimentación, la
edad y las pasiones. Explica el autor que emoción, tal como se concibe actualmente, refleja
situaciones de perturbación estímulo que conduce a una respuesta determinada e inconsciente
ante un acontecimiento tanto interno como externo. Así mismo reconoce la existencia tanto de
emociones voluntarias, como otras innatas, y advierte que las respuestas de evitación se ubican
en el punto medio entre estos dos tipos; el autor también reconoce que las emociones son un
medio a través del cual es posible establecer cuáles temas o asuntos son de interés o que son
significativos para cada persona.
Los tres componentes de la emoción, de acuerdo con este trabajo, son el conductual, el
neurofisiológico y el cognitivo. El neurofisiológico se refleja mediante respuestas como
taquicardia, vasoconstricción, sudoración, hipertensión, rubor, tono muscular, cambios en los
neurotransmisores, sequedad en la boca, respiración, secreciones hormonales, etc. Todas estas
son respuestas involuntarias, que no pueden ser controladas de manera voluntaria por el sujeto,
aunque son previsibles empleando técnicas apropiadas como puede ser la relajación. Las
emociones que experimenta un individuo se pueden inferir a partir de la observación de su
comportamiento y de esas respuestas involuntarias, tales como el lenguaje no verbal, las
expresiones faciales, el tono de voz, el ritmo, volumen, movimientos del cuerpo, entre otros,
aportan señales bastante precisas para un observador experto, y reflejan el estado emocional de
la persona.
Al respecto, Damasio (2011) sostiene que las emociones se constituyen de reacciones que
promueven la supervivencia de un organismo; tales reacciones pueden asimilarse a las
expresiones propias del ser humano en respuesta ante una situación del contexto en el que se
encuentra. El autor afirma que las emociones propiamente dichas, es decir el miedo, la
repugnancia, la tristeza, la felicidad, la vergüenza y simpatía, son mecanismos por medio de los
cuales se genera la regulación vital.
En este marco de ideas se inserta el trabajo de Abarca (2003) que corresponde a una tesis
doctoral que trata la dimensión emocional en relación con cinco ejes básicos: ¿Cómo surgen las
emociones?, las emociones como reacción: reactividad emocional (temperamento), la expresión
emocional en los diferentes momentos evolutivos, ¿cómo se desarrolla la conciencia
emocional, tanto de las propias emociones como de las emociones de los demás? y ¿cómo se
generan los procesos de autorregulación emocional?
Trata igualmente de las dimensiones del desarrollo emocional que se vinculan al desarrollo
social, inductoras del desarrollo emocional, y a su vez las competencias emocionales necesarias
para un óptimo desarrollo social. Como aspectos determinantes para crear vínculos y
desarrollar habilidades sociales, se identifica la regulación de la expresión emocional, la
empatía entendida como la capacidad de comprender las emociones ajenas, así como la
regulación de las emociones de las personas que rodean al individuo.
Los anteriores, son aportes teóricos que dan cuenta de la relación entre emociones y contexto,
lo cual interesa en este estudio, ya que tiene que ver con las emociones, generadoras del
conflicto que surge en la escuela como consecuencia de la convivencia entre estudiantes y de
Es allí donde, para indagar, se precisa entender todos los factores que se asocian a las
emociones y sus perspectivas en la construcción de subjetividades en un contexto sociocultural
como es la escuela.
De otra parte, la Tesis Doctoral de De Souza (2009), profundiza sobre el tema de las
competencias emocionales y los conflictos en las escuelas. Toma en cuenta que las emociones
y sentimientos median las relaciones interpersonales, lo que la lleva a considerar que el estudio
del conflicto interpersonal requiere como primera medida la identificación de las competencias
emocionales implicadas en las interacciones. A partir de esa tesis sostiene que la inmadurez
emocional, entendida como la carencia de competencias emocionales, conduce a la dificultad
para resolver conflictos.
El aporte de ese trabajo incluye la exploración teórica de las competencias emocionales, dado
que en el mismo se presenta un recorrido epistemológico de la educación emocional, recorrido
que incluye diferentes corrientes de la psicología y la filosofía. Adicionalmente, conceptualiza
la inteligencia emocional a partir del análisis de las obras de autores tales como Gardner
(1983), Salovey y Mayer (1990) Goleman (1995); el propósito de ese análisis es el de
entrelazar diferentes definiciones de la competencia emocional. De esta manera, el trabajo se
aproxima a la explicación del conflicto desde diferentes perspectivas, con lo cual logra
reconocer la posibilidad del cambio.
psicosocial. Los autores concluyen que el TIEFBA es una nueva medida prometedora para
evaluar la inteligencia emocional, y permitirá a los investigadores y educadores una mejor
comprensión de la forma en que la inteligencia emocional afecta a los adolescentes, y evalúa el
impacto de las intervenciones.
Este aspecto de la inteligencia emocional también es tema de interés para Elipe, Ortega,
Hunter, Simón y Del Rey (2012), aunque lo abordan desde otra perspectiva. Para ellos, la
inteligencia emocional es un constructo que, a pesar de que se ha incorporado al campo de la
psicología de la educación, ha sido escasamente abordado en el marco de la dinámica social de
las aulas escolares. Lo anterior sucede no obstante que, de acuerdo con los autores, estudios
previos ponen de manifiesto que el meta-conocimiento sobre las propias competencias
emocionales, es un elemento diferencial entre los escolares. El término que emplean es
inteligencia emocional percibida (IEP), y puede conducir a que las personas se involucren en
conflictos escolares. En su trabajo, profundizan en el análisis de fenómenos de acoso escolar
mediados por el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, para lo cual
emplearon una muestra de 5759 estudiantes adolescentes andaluces. Los resultados obtenidos
los llevan a afirmar que, si bien la IEP discrimina el tipo de implicación en el acoso escolar, no
sucede lo mismo en el caso del acoso mediado por estas tecnologías.
En un sentido similar, De Ocáriz, Lavega, Mateu y Rovida (2014), destacan que una de las
claves de la educación física es la mejora de la convivencia entre los escolares; señalan que la
vivencia de emociones positivas o negativas en las situaciones motrices muestra una relación
directa con la educación de las relaciones interpersonales. En su estudio se tomó una muestra
de 81 estudiantes de Barcelona para examinar la vivencia emocional suscitada por situaciones
cooperativas de expresión motriz, por medio de la escala validada de juegos y emociones
(GES). Después de cada actividad, los estudiantes anotaron la intensidad experimentada frente
a trece emociones y realizaron un comentario sobre las causas que originaron su emoción más
intensa.
De acuerdo con los autores, los resultados confirmaron la contribución de la educación física en
la vivencia de experiencias positivas.
Otro trabajo relacionado con los anteriores lo desarrolló Rodríguez (2015), quien se centró en
el estudio de la relación que existe entre inteligencia emocional y conflicto en estudiantes de
educación básica primaria. El trabajo se desarrolló con niños de una institución educativa de la
ciudad de Tunja, capital de Boyacá, en Colombia. La investigación se basó en el empleo de una
metodología mixta no experimental, descriptiva. Los estudiantes fueron observados y
analizados dentro del aula y se realizó una interpretación y análisis de los datos obtenidos, con
el fin de analizar la influencia que puede tener la inteligencia emocional en la resolución
pacífica de los conflictos entre niños de grado quinto. Las variables estudiadas fueron
capacidad de concentración, interrelación con los compañeros, entorno familiar,
comportamientos agresivos, capacidad de estudio y rol del tutor; de acuerdo con las
conclusiones del trabajo, estas variables están permeadas por la inteligencia emocional, lo que
hace que, al enfrentar un conflicto en el ámbito escolar desde la óptica de las emociones, se
forma y se fomenta el enfoque de competencias ciudadanas.
Ortiz, Romera y Ruiz (2017) plantean que el impacto de los contextos en los que tienen lugar
las relaciones interpersonales que tejen el escenario de la convivencia escolar se ve
influenciado por la competencia individual entre los actores de esas relaciones con el propósito
de gestionar sus vínculos interpersonales; así mismo señalan que los hilos que tejen la
convivencia en ese ambiente son “la comprensión del punto de vista del otro, el respeto hacia
uno mismo y los demás, la regulación de las emociones propias, la comprensión y correcta
lectura de las emociones ajenas y la actuación conforme a un criterio moral basado en la
tolerancia, la solidaridad y la justicia” (p. 28).
Los factores claves para que la convivencia sea exitosa son la inteligencia emocional, la
competencia social y el dominio moral, pues esos factores determinan de manera notoria la
manera como se gestionen las relaciones que se establecen con los miembros de la comunidad
educativa, así como el estilo empleado para afrontar las situaciones de conflicto y violencia
escolar (González, 2015). Como evidencia de ese impacto, se ha logrado establecer que cuando
se presentan situaciones bullying “tanto las víctimas como los agresores muestran mayores
niveles de atención a sus emociones y menores niveles de regulación emocional que los no
implicados en esta dinámica violenta” (Ortega, Del Rey, & Casas, 2016, p. 29).
Roos, Hodges, Peets y Salmivalli (2015) consideran que la ira y las dificultades para controlar
los elementos cognitivos y emocionales que influyen en la agresión determinan la forma en que
los pensamientos agresivos se transforman en la propia conducta agresiva; existe un proceso
mental de planificación o tendencia agresiva que puede conducir a la ejecución de un
comportamiento violento que no se concreta cuando se logra ese control.
De acuerdo con la investigación de Landazabal y Oñederra (2010), los adolescentes que han
sufrido reiteradas conductas de intimidación o bullying y los que tienen alto índice general de
agresión, coinciden en su bajo nivel de pensamiento constructivo global o inteligencia
emocional, lo que los hace poco flexibles, baja capacidad para adaptar su forma de pensar a
diferentes situaciones, bajo nivel de aceptación de sí mismo y de los demás, baja capacidad
para establecer relaciones gratificantes y escasa tendencia a conceder a otros el beneficio de la
duda. También tienen baja emotividad, baja autoestima, baja tolerancia a la frustración y poco
optimismo.
Las posturas ideológicas contempladas como antecedentes del problema, conducen a una mejor
interpretación del tema de estudio; así, se obtiene un panorama general de la forma como las
categorías de investigación han sido tratadas desde otras miradas que permiten una
aproximación a la comprensión del mismo.
MÉTODO
Se adoptó un enfoque mixto del problema de investigación con el propósito de que las
respuestas que se planteen a las preguntas de investigación se puedan generalizar respecto de
toda la población objeto de estudio.
El enfoque cualitativo se aplica para la comprensión de las acciones de los sujetos en función
de la praxis; concepción desde la cual se cuestionó y explicó la relación entre emociones y
conflicto escolar según narraciones de estudiantes y docentes. Esta misma se llevó a la
interpretación de sus relatos según la forma en que ellos asuman que las emociones juegan un
papel determinado en los conflictos que se experimentan en su cotidiano escolar.
A su vez, el componente cuantitativo se empleó para determinar el tamaño de una muestra que
resulte representativa de la población estudiada y para formular los instrumentos de
investigación de manera que los hallazgos no se limiten a los sujetos estudiados, sino que
conduzcan a la identificación de situaciones comunes a toda la institución que se toma como
población. La población objeto de estudio son los 2100 estudiantes de la Institución Educativa
Colegio Miguel Antonio Caro de Engativá.
La muestra estuvo integrada por 74 estudiantes de los grados 8° ,9° y 10° de la institución; ésta
se determina de acuerdo con las recomendaciones de Hernández Sampieri (2010) para la
definición de muestras en investigaciones cualitativas y su tamaño, corresponde a un curso de
cada uno de los grados mencionados; a su vez, estos cursos se seleccionan teniendo en cuenta
que los estudiantes de estos grados, debido a su edad, están en una mayor capacidad de
diligenciar los instrumentos de investigación; adicionalmente el hecho que ya hayan superado
varios años de su ciclo educativo les permite comprender el proceso de una manera más amplia
y tener un mayor conocimiento de diferentes experiencias relacionadas con el conflicto escolar,
tanto propias como de sus compañeros, a lo largo de los diferentes grados. De esta manera se
busca tener una representatividad de las cualidades del problema objeto de estudio en diferentes
segmentos de la población, tal como lo recomienda el citado autor.
Las variables principales de esta investigación son las emociones y el conflicto. Aunque el
desarrollo conceptual de cada una de estas variables fue objeto del marco teórico del trabajo,
con el fin de poder operativizarlas, éstas se definen de manera preliminar a continuación. Los
objetivos del trabajo y el diseño de la investigación hacen necesario que estas variables no sean
controladas ni manipuladas.
Las emociones pueden definirse como reacciones de orden psicológico y/o fisiológico que se
producen como mecanismos de adaptación a ciertos estímulos que recibe el individuo cuando
percibe un objeto, persona, lugar, suceso o recuerdo importante (Serrano & Ibáñez, 2015). A su
vez, el conflicto corresponde al conjunto de dos o más situaciones hipotéticas o reales que son
mutuamente excluyentes, lo que impide, de manera real o aparente, la posibilidad de que las
mismas puedan ser satisfechas de manera simultánea. (Contreras, 2015)
Las dos variables son de naturaleza cualitativa y su medición es nominal. En resumen, las
variables se pueden operativizar de acuerdo con la siguiente tabla.
Tabla 1
docente investigador, la cual fue registrada en diarios de campo que permitieron registrar el
comportamiento de los sujetos de investigación, tanto durante las horas de clase, como durante
los horarios de recreación. La información registrada fue la relativa a las situaciones de
conflicto y el papel que juegan las emociones durante esas situaciones.
Tabla 2
Instrumento de entrevista
Análisis de las narrativas de actores frente al papel de las emociones en el conflicto escolar
OBJETIVO: Analizar desde las narraciones de los actores educativos el rol de las emociones en el conflicto
escolar en un contexto de postconflicto en Colombia.
Análisis de las narrativas de actores frente al papel de las emociones en el conflicto escolar
¿Qué hechos o actitudes son los que generan esas emociones que conducen al conflicto?
En los momentos en que no se presentan conflictos, ¿qué tipo de emociones siente usted que se
presentan y que permiten la convivencia pacífica?
¿Cómo identifica usted las emociones que tienen las personas que están involucradas en un conflicto?
¿Cómo diferencia esas emociones de las que se presentan cuando la convivencia en la escuela es
pacífica?
Fuente: elaboración propia.
RESULTADOS
Las respuestas incluyeron dentro de las causas de conflicto el no ponerse de acuerdo en algún
tema o no estar de acuerdo con alguna situación en el salón, las diferencias de personalidad y
actos de intimidación. Otros hablaron del hecho de no ponerse en los zapatos del otro, la
intransigencia, la falta de comunicación, la falta de tolerancia y de respeto a las opiniones
ajenas; otros se refirieron a situaciones de discriminación, ruido, chismes entre estudiantes y
disgustos entre ellos, además del desconocimiento o irrespeto de las normas vigentes y la falta
de diálogo.
Hubo algunas respuestas que parecieran buscar justificar el conflicto, al señalar que éste se
debe a “constantes faltas de respeto hacia los estudiantes”, o “cuando alguien trata mal a otra
persona sin razón alguna”. Otros dijeron que el conflicto emerge cuando “las personas se ponen
muy fastidiosas y quieren ganar atención” y “personas cansonas que no dejan trabajar en
clase”. Puede notarse que este tipo de respuestas señalan las causas en cabeza de los demás
para mostrar el conflicto como algo inevitable; se refirieron a “la mala personalidad de los
otros, que hace entre personas haya momentos de un mal ambiente y puede haber posibilidades
de generar violencia”.
Pudo verse que el 68% de los encuestados reconoció la existencia de normas para la
convivencia y el manejo de conflictos dentro de la institución, lo que claramente indica que
tales normas sí existen. No obstante, el 29% contestó que no existen y 3% dijo que no lo sabe;
este primer hallazgo revela la necesidad de una mayor difusión de estas normas dentro de la
comunidad académica, dado que cerca de una tercera parte de los encuestados no las conoce, y
eso puede implicar que un considerable porcentaje de los estudiantes, y probablemente también
de docentes se comporte como si no existieran, es decir, por lo que son personas propicias a
generar conflictos y/o a desconocer el comportamiento que se debe seguir para resolver las
situaciones conflictivas; además, son personas que podrían incurrir en sanciones o al menos en
comportamientos que alteren la normalidad de las clases y demás actividades instituciones,
simplemente por desconocimiento.
Los resultados también mostraron de manera inequívoca que los conflictos que se presentan en
la institución son de tipo agresivo en la amplia mayoría de los casos; inclusive varios
entrevistados (el 12%) calificó a esos conflictos como insoportables, mientras que solamente el
3% los calificó de pacíficos. Es decir que no son solamente intercambios pacíficos sobre sus
diferencias de opinión o de puntos de vista, sino que se pasa al terreno de la agresividad y la
violencia. A pesar de esa agresividad, las personas en la institución finalmente logran recuperar
el control y pasar de una actitud agresiva a una actitud conciliadora, por medio del diálogo o la
conversación. Otros entrevistados consideran que la actitud que conduce a resolver los
conflictos es la de escuchar, que es uno de los elementos involucrados en el diálogo; en cambio,
otros señalan a los orientadores como las personas que finalmente logran que se superen los
Así mismo, el 61% de las respuestas fueron afirmativas, es decir, que consideran que la
institución sí se encuentra preparada para el manejo de conflictos. En principio esta respuesta
resulta sorprendente frente a las preguntas precedentes, dado que ya en una respuesta inicial la
mayoría de los entrevistados indicaron que los conflictos dentro de la institución son agresivos,
lo que resulta extraño en una institución que supuestamente está preparada para superar tal tipo
de situaciones. También habían manifestado de manera mayoritaria que no se respetan las
normas existentes en la institución para el manejo de conflictos.
Pudo verse que las diferencias de opinión fueron la causa más señalada por los entrevistados
para explicar la presencia de conflictos en esta institución. En segundo lugar, aunque con un
porcentaje de apenas la mitad que el primero, estuvo la intolerancia y luego, con el 11%, la
complejidad de la convivencia. Es decir que para los entrevistados esos conflictos surgen como
una consecuencia de la diversidad de opinión, en un ambiente de intolerancia y que refleja la
complejidad de la convivencia que allí se vive a diario.
La emoción más mencionada fue el rencor, que es definido como resentimiento, desazón o
queja que queda como consecuencia de un dicho o una acción ofensiva y que puede perdurar
por un tiempo más o menos largo y también puede reaparecer cuando se recuerda dicha ofensa
(Florencia, 2017); el hecho de que esa fuera la respuesta que mayor participación presentó,
hace pensar que los conflictos en la institución pueden ser entre personas que los protagonizan
de manera repetida. Esto querría decir que, en la medida en que se dialogue con esas personas y
entre esas personas, sería de esperarse que se evite la repetición futura de un número importante
de conflictos.
El rencor y la rabia son efectivamente actitudes que desencadenan emociones que conducen al
conflicto, por lo que puede afirmarse que los entrevistados son conscientes de que el manejo de
las emociones, en este caso, un manejo inadecuado, es el que conduce al conflicto. Si bien se
puede buscar que las personas eviten que los demás sientan rencor por cosas que ellos dicen o
ira por el trato que reciben, es difícil evitar que alguien, ya no en la institución sino por fuera de
ella, incurra en actitudes que conduzcan a esos sentimientos, por lo que se requiere que los
integrantes de la comunidad académica aprenda a evitar que sus emociones los lleven a
De acuerdo con los resultados el rencor y la rabia juntos son los sentimientos que los
entrevistados perciben con mayor frecuencia durante las situaciones de conflicto; se encuentran
seguidas por el miedo, la rabia (sin el rencor) y la tolerancia. Estas respuestas indican que las
personas en conflicto dentro de la institución estarían manifestando de manera simultánea tanto
rencor como rabia, o sea, sentimientos acumulados en el tiempo (rencor), combinados con
sentimientos impulsivos (rabia). Se destaca la importancia que los entrevistados le reconocieron
al miedo, que es una emoción que se caracteriza por ser desagradable y que normalmente es
provocada por la percepción de peligro, real o supuesto, presente, futuro o incluso pasado.
(Martínez M. , 2017)
El 87% de los entrevistados consideró que todos, tanto los directamente involucrados como los
observadores, en determinado momento se ven emocionalmente envueltos por los sentimientos
que se presentan durante el conflicto dentro de la institución. Este resultado puede indicar que
el conflicto no solamente afecta a quienes lo protagonizan, sino a toda la comunidad
académica, por lo que las consecuencias no se limitan a las consecuencias emocionales, físicas
y académicas que viven quienes se ven involucrados por el conflicto, sino que todas las
personas que están en la institución terminan afectadas, lo que indica el alcance que este tipo de
situaciones puede acarrear
La expresión más reiterada dentro de los hechos generadores de conflictos se refirió a las
tensiones acumuladas por diferentes causas (20%), seguida por la intolerancia (12%) y la ira
(11%); el 12% de los entrevistados señaló varios términos dentro de su respuesta, es decir que
consideran que son varios los hechos que, de manera simultánea, generan emociones que llevan
al conflicto. En este sentido, la respuesta “varios” puede asimilarse a “tensiones”, en la medida
en que corresponde a múltiples razones que, sumadas, producen emociones que derivan en
conflicto.
En cuanto a las emociones presentes durante la convivencia pacífica, la respuesta que mayor
nivel de reiteración tuvo fue la tranquilidad, con el 32%. Bastante lejos se ubicaron el amor
(14%) y la tolerancia (12%); hubo otras respuestas que no se lograron agrupar porque cada una
fue mencionada un número mínimo de vences inferior al 2%, por lo que se presentan en esta
figura como “otras”, con el 31%.
Según se indicó, los entrevistados manifestaron mayoritariamente que sí existe un ambiente que
propicia la convivencia en la institución, en reconocimiento a los esfuerzos que se hacen desde
el momento en que los estudiantes ingresan y se les informa de la existencia del manual de
convivencia y de protocolos para manejar conflictos. La convivencia es entendida como la
ausencia de agresiones interpersonales físicas y/o verbales; este ambiente es posible gracias a
que consideran que no existe hostilidad, que es sustituida por la tranquilidad, aunque también
reconocen la presencia de personas que son la excepción al clima predominante. La
convivencia es considerada por otros como la capacidad de superar fácil y rápidamente los
obstáculos que surgen; sin embargo, también existen personas que citan a los profesores como
los responsables de garantizar el ambiente de convivencia.
Así mismo; hay otro grupo de entrevistados que admite la existencia de situaciones de
conflicto, las cuales justifican por el carácter complicado de algunos jóvenes, quienes no
respetan las normas; otros más, consideran que el conflicto hace parte de la realidad normal o
cotidiana que se deriva de las diferencias en los puntos de vista, por lo que puede decirse que lo
ven como algo inevitable. También otros identifican que algunas personas dentro de la
institución tienen interés en buscar el conflicto como un propósito, a veces como respuesta a las
burlas de las que son objeto, lo cual contribuye a que se presente un clima de tensión en el
ambiente de la institución.
conflictivos son los que generan esa tensión. Dentro de los estudiantes existen diferentes
posturas en relación con la existencia del conflicto, pues mientras unos la reconocen, otros la
niegan o la desconocen.
No lograr el acuerdo sobre algún tema, las diferencias de personalidad y los de intimidación
son señaladas como las causas del conflicto, así como la falta de empatía, la intransigencia, las
debilidades de la comunicación, la intolerancia, la falta de respeto a opiniones de otros, así
como manifestaciones de discriminación, rumores o chismes, el irrespeto a las normas vigentes
y la falta de diálogo. Algunas respuestas parecieran provenir de quienes justifican el conflicto,
pues señalan dentro de los responsables a los malos tratos injustificados, las actitudes
fastidiosas, y el deseo de llamar la atención de personas cansonas que impiden el avance
normal de las clases.
Fueron señaladas otras causas de conflicto, aunque de manera aislada, como el robo de objetos,
envidias, odios, agresiones tanto verbales como físicas y rencores del pasado. Es decir que las
causas se pueden agrupar de acuerdo con esas respuestas a unas relacionadas con el carácter de
las personas y un segundo grupo de actuaciones de terceras personas.
No obstante, los estudiantes logran llegar a puntos de diálogo que les permiten superar los
conflictos en los que se han enfrascado, a pesar de que, como ya se mencionó, no se aplican las
normas previstas por la institución para el manejo de estas situaciones. De manera paradójica,
los entrevistados respondieron que la institución sí se encuentra preparada para manejar las
situaciones de conflicto, lo que, de acuerdo con las respuestas previas, implica que ese manejo
se logra por fuera de los mecanismos previstos oficialmente por la misma institución.
Las diferencias en las opiniones frente a los asuntos cotidianos fueron señaladas como la
principal razón que conduce a conflictos; esto unido a la falta de tolerancia en un ambiente en
que la convivencia por si misma es reconocida como algo complejo. Y las actitudes percibidas
como las que más generan conflicto fueron el rencor y la rabia, es decir, actitudes negativas
hacia los demás, ya sea de manera prolongada en el tiempo o como una reacción momentánea
ante la percepción de un trato injusto. Estos hallazgos suponen diferentes técnicas para el
manejo de los conflictos, dado que incluyen a personas que los generan de manera reiterada, y
de actitudes de baja tolerancia que pueden aprender a manejarse por medio del control de las
emociones, como lo reconocen los mismos entrevistados.
Durante los momentos de conflicto, los entrevistados perciben situaciones de odio y rabia, entre
otras, así como miedo que finalmente los lleva a encontrar soluciones con los compañeros con
quienes están en conflicto. Así mismo los entrevistados reconocen que estas emociones no
solamente implican a los involucrados de manera directa en las situaciones de conflicto, sino
también a los observadores, por lo que las consecuencias indeseables del conflicto pueden
llegar a extenderse a todos los miembros de la comunidad educativa. Las tensiones, la
intolerancia y la ira son las circunstancias y emociones que conducen al conflicto, de acuerdo
con los resultados de las encuestas, por lo que se puede suponer que la generación de espacios
de esparcimiento puede contribuir a que las tensiones entre estudiantes se alivien y se
prevengan conflictos de esa manera.
También manifestaron los estudiantes que la tranquilidad es el tipo de emoción que predomina
cuando no hay conflicto, en momentos de plena convivencia; esa misma sensación es la que
conduce a prevenir que los conflictos emerjan entre los estudiantes.
Se necesita entonces lograr que estas personas adquieran un manejo cada vez más consciente de
la forma como las emociones en la actualidad terminan dominándolos, pero se trata de una
situación que es susceptible de modificarse de manera consciente. El miedo fue una de las
emociones mencionadas por los estudiantes durante las situaciones de conflicto, la cual
concuerda con la postura de Damasio (2011), como un mecanismo de regulación vital que les
permite evadir situaciones de riesgo a los que son llevados debido precisamente a que
desconocen la forma de controlar sus emociones. Los estudiantes se están dejando llevar por las
emociones como consejeras indeseables de su comportamiento.
Tales actitudes de los estudiantes corresponden a lo que Piqueras, Ramos, Martínez y Oblitas
(2009) denominan como estimulaciones fisiológicas que constituyen emociones básicas o
primarias, contrarias a aquellas más maduras o inteligentes que se pueden alcanzar cuando
obedecen a un proceso de aprendizaje y conocimiento de sí mismos. Según Puente (2007), las
emociones que llevan al conflicto son pasajeras, a pesar de que pueden ser muy intensas, por lo
que pueden superar con facilidad a personas que no hayan sido formadas o capacitadas para
reconocerlas a tiempo para poder controlarlas antes de que les causen daño en sus relaciones
con los demás.
La educación en el manejo de las emociones es el camino señalado por Bisquerra (2001) para el
control de esos impulsos emocionales que conducen al conflicto, según lo reconocen también
los entrevistados en esta investigación. Las reacciones involuntarias o reflejas, casi de carácter
instintivo pueden ser sustituidas por reacciones pensadas, razonadas o inteligentes que tengan
en cuenta la naturaleza humana y se basen en el carácter de quien las domina de manera
consciente o racional.
Temor, intranquilidad, ira, hostilidad, fueron emociones reconocidas por los entrevistados, lo
cual concuerda con el planteamiento de Casassus (2006). Tales emociones pueden ser sustituías
por respuestas de tipo vigilado o racional que pueden tomar los estudiantes, de acuerdo con
Pérez y Redondo (2006). Empleando la propuesta teórica de Casassus (2006), puede notarse
que estos estudiantes están actuando de forma inconsciente, por lo que les asignan a los hechos
que se les presentan una valoración superior a la que en realidad tienen. El rencor y la rabia que
motivan sus reacciones se deben a que sienten que han sido objeto de burla, la cual puede en
realidad tratarse de una provocación que sus compañeros generan al saber que ellos son
incapaces de controlar de manera consciente las respuestas que dan a los hechos que observan.
Partiendo de ese diagnóstico, se puede aceptar la recomendación de García (2012) para que los
estudiantes adquieran nuevos conocimientos que les ayuden a reconocer, diferenciar, controlar
y filtrar las sensaciones que captan sus sentidos y que en su mente se transforman en emociones
que actualmente pasan de manera automática a convertirse en respuesta, sin ninguna mediación
de la consciencia.
DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
De acuerdo con los hallazgos que generó la investigación de campo, se encontró que no
ponerse de acuerdo en algún tema o no estar de acuerdo con alguna situación en el salón, las
diferencias de personalidad, así como los actos de intimidación son las situaciones que con
mayor frecuencia generan conflicto en el escenario escolar.
Hubo una frecuente alusión a la rabia, la burla, y la supuesta “buena” intención de defender a
un compañero, además de ira, rivalidad y rencor. Existen otras causas de menor incidencia en el
conflicto, como el robo de objetos, al igual que sentimientos como envidia y odio, agresiones
verbales y físicas, intimidación o algunas discusiones pasadas de tono. Así mismo, surgen retos
entre compañeros que terminan en conflicto e incluso casos de tráfico de drogas.
Varias de estas respuestas hacen referencia a aspectos relacionados con el carácter de las
personas, lo que hace que las situaciones cotidianas se conviertan en conflicto; un segundo
grupo de respuestas que se centra en las actuaciones o actitudes que son presentados como
justificaciones de la existencia del conflicto.
Dentro de las emociones que fueron mencionadas como originadoras del conflicto, los
entrevistados mencionaron el rencor, que entendido como resentimiento que queda como
consecuencia de un dicho o una acción ofensiva; este sentimiento puede perdurar un tiempo y
también puede reaparecer cuando la personas recuerda la ofensa. Este hallazgo conduce a
pensar que los conflictos en la institución pueden ser entre personas que los protagonizan de
manera recurrente.
El hecho de que el rencor y la ira sean emociones que de manera recurrente conducen a
situaciones de conflicto en esta institución implica que tales conflictos se caracterizan por la
reiteración, por lo que su frecuencia es alta. Cuando las personas logran que el rencor no sea el
que los lleve a situaciones conflictivas, logran distanciar el estímulo de la respuesta, por lo que
sería menos probable que se presenten tales situaciones repetitivas. Así mismo, cuando las
personas son capaces de impedir de actuar movidas por el impulso repentino de la rabia, es
menos probable que una rabia transitoria termine convirtiéndose en el motor de actos de
conflicto. En cambio, personas que carecen de recursos psicológicos necesarios para controlar
los efectos de estas emociones, seguramente incurren en conflictos de manera permanente y
descontrolada.
A pesar de ello, algunos estudiantes señalaron que la institución cuenta con las herramientas
necesarias para controlar los conflictos, a pesar de que en su mayoría los entrevistados
manifestaron que las normas existentes para estos casos no son respetadas.
Los hallazgos mostraron que las emociones juegan un papel determinante en el surgimiento de
las situaciones de conflicto. En concordancia con el análisis que a nivel teórico han hecho los
diversos autores citados en este trabajo, los resultados de la investigación de campo indican que
las emociones y especialmente la falta de control consciente de ellas, es determinante de las
situaciones de conflicto.
Se destaca la concordancia que existe entre las narraciones de los entrevistados y las propuestas
teóricas que los múltiples autores citados han alcanzado en relación con la forma en que las
emociones determinan la presencia de situaciones de conflicto.
En efecto, los integrantes de la comunidad académica pueden ser capacitados para lograr la
generación de respuestas inteligentes ante las situaciones que hasta el momento no saben cómo
controlar, y de esa forma reducir la frecuencia y la intensidad de las situaciones de conflicto. Se
trata de que los integrantes de la comunidad educativa alcancen un manejo cada vez más
consciente de la forma en que sus propias emociones pueden dominarlos, y que esa situación se
puede modificar de manera consciente. Ya los encuestados manifestaron que el miedo también
está presente las situaciones de conflicto, lo que revela que ellos temen a las consecuencias
indeseables del conflicto.
Se trata de estimulaciones fisiológicas que hacen parte de emociones básicas o primarias, que
pueden ser sustituidas por otras más maduras o inteligentes que pueden ser alcanzadas cuando
El hecho de que los estudiantes en la actualidad sigan actuando de manera no racional ante
situaciones cotidianas que llevan a que sus emociones se desborden y terminen en conflictos
con sus compañeros, es un síntoma que genera preocupación en un escenario de postconflicto
como el que enfrenta el país en este momento. Jóvenes que actúan de esa forma no se
encuentran aún preparados para enfrentar de manera exitosa los retos que supone la superación
efectiva de la fase actual de postconflicto.
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