U1 - La Promoci N de Lectura Como Campo Disciplinar

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Módulo 6: Enfoque conceptual

Unidad 1: La promoción de lectura como campo disciplinar.

INTRODUCCIÓN

Esta unidad se propone como una herramienta de profundización alrededor del


acercamiento conceptual a la promoción de lectura, la noción de lectura y las precisiones
sobre el contexto, los tipos de mediadores y los alcances de la acción. Lo anterior significa
que estudiaremos el tema de la Promoción de lectura como campo disciplinar en dos
unidades: la primera abordará, desde una perspectiva teórica, los conceptos claves que
sustentan la promoción de lectura como campo de conocimiento, tales como: evolución del
concepto de lectura, cambios de paradigma, diferencias entre promoción y animación de
lectura, entre otros. Así, esta unidad abordará preguntas como: ¿Qué entendemos por
promoción de lectura hoy?, ¿Qué es la mediación?

A lo largo de la unidad, se hará claridad sobre cómo los enfoques teóricos nos ayudan a
concebir y planear acciones prácticas y programas de promoción de lectura, y nos permiten,
a la vez, sostener una coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos. De igual manera
abordaremos desde lo conceptual tres escenarios básicos donde sucede la promoción de
lectura: el hogar, la escuela y la biblioteca. Esto no excluye otros espacios ni otras maneras
de leer como la lectura en las redes y internet, los espacios llamados “no convencionales”
(parques, calles, estaciones de transporte, hospitales, centros de reclusión, plazas de
mercado, peluquerías, etc). También consideraremos los conceptos básicos para abordar la
promoción de lectura con los diferentes grupos poblacionales.

Transformaciones en el concepto de lectura

Los conceptos de lectura y escritura han variado a través del tiempo. Estas variaciones van
de la mano con los hallazgos y resultados de las investigaciones en diversas ciencias que
alimentan la teoría de la lectura: la psicología, la antropología, la lingüística, la teoría
literaria, la comunicación, entre otras. A medida que estas ciencias humanas se
transforman, así también va cambiando el concepto acerca de lo que es leer. Veamos: a
principios del siglo pasado, se consideraba la lectura como un conjunto de habilidades las
cuales debían ser atendidas y desarrolladas en el escenario escolar. Es decir, había que
esperar a que el niño llegara a la edad escolar (por lo general a los 6 o 7 años) para enseñarle
a leer. Pero esta enseñanza estaba centrada en conocer las letras y las palabras para que el
niño pudiera decodificar un texto. ¡Qué lejos estábamos de lo que hoy en día se considera
leer! No sólo se desperdiciaba todo ese tiempo desde el nacimiento hasta los siete años
para nutrir al niño de palabras simbólicas y llenas de sentido, sino que la lectura terminaba
por convertirse en un acto mecánico. Igual pasaba con la escritura: copiar era el verbo a
conjugar. Copiábamos del dictado del profesor, copiábamos del tablero, de los libros de
texto, etc. Esta copia por supuesto también era mecánica. Nos volvimos unos excelentes
copistas. Desde esta perspectiva, el lector era un ser pasivo que se limitaba a repetir y la
lectura un acto mecánico centrado en las modulaciones de la voz, las pausas, entre otros
elementos externos, aplazando la comprensión. De igual manera, el significado estaba todo
en el texto y lo que hacía el lector era “extraerlo”, memorizarlo y repetirlo.

Con los aportes de la psicología cognitiva se fue desplazando el foco de atención del texto
hacia el lector. De la lectura concebida como un conjunto de habilidades, el paradigma se
desplazó hacia un modelo interactivo en el cual el lector empezó a tener un papel activo en
la relación con el texto escrito. Se empezó a tener en cuenta la experiencia y el
conocimiento que traía el lector a la hora de leer un texto. Y a partir de estos esquemas
previos el lector interactuaba y construía un significado. Este cambio de paradigma resultó
ser una verdadera revolución conceptual en la medida en que se privilegió al lector por
sobre el texto, que conllevó a transformar las prácticas pedagógica en metodologías activas.
Esto cambió también la noción de comprensión lectora en la medida que los saberes y
estructuras previas del lector empezaron a jugar un papel importante a la hora de construir
significado. Ya no se consideraba que los niños y jóvenes llegaban a la escuela como “tabulas
rasas”, sino que desde la misma práctica pedagógica se valoraban sus conocimientos
previos y se confrontaban con las nuevas informaciones y experiencias.

Posteriormente la lingüística y la teoría literaria aportaron un nuevo paradigma, que no


contradice al modelo interactivo, sino que lo complementa. Surgió así el enfoque
transaccional de la lectura, acuñado principalmente por la investigadora y profesora
norteamericana Louise Rosenblatt. En este enfoque el sentido del texto se construye en el
momento de la interacción entre lector y texto, y ambas partes aportan significado. Un
aporte importante que hace Rosenblatt es la noción de las posturas del lector. En cualquier
acto de lectura el lector adopta consciente o inconscientemente dos posturas: la eferente
y la estética. En la postura eferente el lector se fija en los significados públicos del texto y
su atención se centra en lo que retiene del texto. En la postura estética el lector pone la
atención en las vivencias que afloran durante el acto de lectura:

“El lector estético saborea, presta atención a las cualidades de los sentimientos, de
las ideas, las situaciones, las escenas, personalidades y emociones que adquieren
presencia y participa de los conflictos, las tensiones y resoluciones de las imágenes,
ideas y escenas a medida que van presentándose.” 1

La lectura como práctica social y cultural

Sin dejar de ser una acción que contribuye al desarrollo individual, la lectura y la escritura
son consideradas hoy en día prácticas sociales y culturales y una condición para garantizar
el derecho a la educación y la cultura. Ya está claro que no hay una sola manera de leer ni
un solo tipo de texto. De allí que sea más adecuado hablar hoy de lecturas y escrituras y de
sus diferentes usos, modos y apropiaciones.

A la luz de su propia trayectoria como promotor de lectura, revise sus concepciones


sobre la lectura y como se han ido transformando.

Promoción de lectura: ¿de qué se trata?

El concepto de promoción de lectura es relativamente nuevo si lo miramos desde la


perspectiva de campo de conocimiento. A medida que se fue transformando la lectura hacia
una concepción social y cultural en la que juegan un papel importante los contextos y el
sentido de esa interacción, fue surgiendo la promoción de lectura. Esta se enmarca en un
concepto más amplio que es el de la mediación cultural pero centrada en la palabra oral y
escrita. Esta mediación se hace necesaria para acercar a los diferentes lectores, reales o
potenciales a los textos, de manera cualificada, buscando que las personas se apropien de
los textos y/o valoren y re-signifiquen su relación con la cultura oral y escrita.

La promoción de lectura se posiciona en la medida en que los diferentes países se dan


cuenta de la importancia que tienen la lectura, la escritura y la oralidad en el desarrollo
tanto individual como social y económico, y la sociedad se da cuenta que leer y escribir son
prácticas necesarias para una ciudadanía activa y para su propio desarrollo personal y social.

11
Rosenblatt, Louise. Textos en contextos. Buenos Aires: Aique, 1996. Pag. 31
Las investigaciones más recientes consideran la lectura y la escritura como un trabajo de
intervención socio cultural que busca impulsar la reflexión, la construcción de nuevos
sentidos y que busca desarrollar una mirada crítica frente a la realidad. Aspectos
fundamentales que se deben considerar en la promoción de la lectura son:

a. La valoración de la tradición oral como el legado cultural que los mayores entregan a las
nuevas generaciones. Esta tradición también se considera un aspecto fundamental para
la construcción de identidad cultural.

Un fragmento del libro Leer el mundo. Experiencias actuales de transmisión cultural de la


antropóloga francesa Miche Petit nos describe de manera poética el sentido de transmitir
este legado:

“Te presento a aquellos que te han precedido y el mundo del que vienes, pero te
presento también otros universos para que tengas libertad, para que no estés
demasiado sometidas a tus ancestros. Te doy canciones y relatos para que te los vuelvas
a decir al atravesar la noche, para que no tengas demasiado miedo de la oscuridad y de
las sombras. Para que puedas poco a poco prescindir de mi, pensarte como un pequeño
sujeto distinto y elaborar luego las múltiples separaciones que te será necesario
afrontar. Te entrego trocitos de saber y ficciones para que estés en condiciones de
simbolizar la ausencia y hacer frente, tanto como sea posible, a las grandes preguntas
humanas, los misterios de la vida y de la muerte, la diferencia de los sexos, el miedo al
abandono, a lo desconocido, el amor, la rivalidad. Para que escribas tu propia historia
entre las líneas leídas” 2

b. Conocer la diferencia entre mediación, promoción y animación. De estas tres acciones,


la más amplia y que contiene las otras dos es la mediación. Mediar es facilitar de
diferentes maneras la relación entre los lectores y los textos. Esta mediación se puede
hacer en los contextos cotidianos sin una planeación rigurosa, como sería la que hace
una madre, un padre, unos abuelos al leer a los niños, por ejemplo, antes de dormir. La
mediación también se puede hacer desde la institucionalidad con estrategias distintas,
por ejemplo, una librería que desarrolla acciones para atraer a los lectores está
cumpliendo su labor de mediación. Los medios de comunicación pueden también hacer
mediación a través de campañas, programas de lectura y libros, etc.

2
Petit,Michéle. Leer el mundo. Experiencias actuales de transmisión cultural. FCE: Buenos Aires, 2015. Pg. 25
La promoción de lectura, por su parte, involucra estrategias y acciones de tipo político,
económico, administrativo y pedagógico. Lo que significa que un promotor de lectura debe
estar en capacidad de diseñar y planear un programa integral de promoción de lectura con
diferentes acciones. El promotor debe estar en capacidad de realizar un diagnóstico
participativo con las poblaciones con las que va a trabajar, tener el suficiente conocimiento
de los materiales de lectura que le permita orientar la selección, tener capacidad de diseñar
indicadores e instrumentos de evaluación para medir los procesos y el impacto de su
intervención, entre otras capacidades.

La animación es dar vida a los textos. Quien anima infunde soplo vital a los textos y a la vez
anima al lector a entablar una relación más personal con los materiales de lectura. El
animador da pistas, ofrece claves para una mejor interpretación de los textos; orienta la
exploración de estos. Su intervención es fundamental para que los lectores encuentren
caminos personales para la apropiación y uso de la lectura:

“Álvarez y Naranjo, desde sus investigaciones en la Escuela Interamericana de


Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, precisan cómo la promoción de
lectura se despliega en un conjunto de estrategias de intervención, entre las cuales
las que más se usa es la de la animación. Lo que no quiere decir que no hay otras
intervenciones igualmente importantes, tales como la formulación, aplicación y
adecuación de políticas públicas de lectura y escritura; el desarrollo de planes,
programas y proyectos internacionales, nacionales y locales de estímulo y
mejoramiento de la lectura y la escritura, y aquello que garantiza el acceso a la
producción, crítica y uso de los materiales de lectura”.3

c. Otro aspecto a considerar es la calidad y variedad de los textos con los cuales se
promueve la lectura. En la medida en que los textos son de calidad los lectores en
formación tienen mejores modelos textuales para ir incorporando a su bagaje
lingüístico, visual y estético. En la medida en que son variados, se garantiza que lleguen
a los diferentes intereses, necesidades y gustos lectores

3
Alvarez y Zapata. Citado por Robledo, Beatriz Helena en El arte de la mediación. Espacios y estrategias para
la promoción de la lectura. Editorial Norma: Bogotá, 2010
Evaluar y seleccionar: dos acciones diferentes

Evaluar no es lo mismo que seleccionar. Evaluamos para luego seleccionar. Es común


encontrar comités o grupos de evaluación de libros en las instituciones que trabajan en
promoción de lectura. Esta tarea se da por la necesidad de orientar las inversiones, debido
a que el mercado ofrece una gran variedad de materiales y, seamos honestos, no todo es
de buena calidad. Evaluar material de lectura es, ya de por sí, una actividad de promoción,
en la medida en que se está contribuyendo a mejorar la calidad del material que se ofrece
y se generan recomendaciones. Por lo general los comités de evaluación crean productos
tales como listados de libros recomendados, revistas con reseñas, catálogos.

Por su parte, la selección implica una mirada más fina, más ajustada a los propósitos y a los
grupos. Frente a una colección que ya ha sido evaluada debemos seleccionar. ¿Para qué?
Veamos:

Seleccionar para dotar

Cuando vamos a seleccionar libros para una acción de promoción de lectura, como puede
ser la dotación de una biblioteca, la conformación de un morral o bolsa de libros para un
servicio itinerante de lectura, lo primero que debemos preguntarnos es quién es esa
población a la que vamos a llegar.

Necesitamos caracterizarla, conocer su condición social, su nivel educativo y su bagaje o


perfil cultural. Esto puede hacerse con un sondeo previo, conociendo estudios sobre la
población a atender o mejor aún, si puede hacerse de manera participativa. Que sea la
población misma la que pueda expresar qué quisiera leer, qué libros necesita. De igual
forma, cuando vamos a seleccionar material para un servicio itinerante, debemos tener en
cuenta quienes son los posibles usuarios de esa colección y las posibles actividades que se
diseñen. No es lo mismo armar una bolsa viajera destinada a una vereda y que va a ser
utilizada por campesinos agricultores que cultivan caña, que una bolsa que va para un hogar
comunitario cuyos lectores serán niños de seis meses a cinco años.

Sin embargo, ser justos en esta relación no es fácil. Hay una complejidad en el hecho de
tener que seleccionar material de lectura para otros que no somos nosotros mismos, y
sobre todo cuando a esos otros los consideramos como no lectores, o lectores incipientes.
¿Cómo conciliar nuestros criterios con unas necesidades que aún no están conformadas
como necesidades, sino que son apenas vagos deseos, un me gustaría leer sobre esto o
aquello, o la mayoría de las veces, simples conjeturas hechas desde nuestros propios gustos
e intereses? En este sentido hacen falta más estudios de recepción que orienten la
selección, que develen los sentidos ocultos de los textos, y que den pistas sobre las
diferentes maneras que tienen las personas de apropiarse de lo que leen.

Diferentes poblaciones, diferentes materiales y diferentes estrategias

Al considerarse la promoción de lectura como una intervención sociocultural implica que


las acciones a realizar sean situadas, es decir que respondan a las poblaciones específicas y
a los diferentes contextos. Esto quiere decir que no es lo mismo diseñar un programa de
promoción de lectura en el entorno escolar que hacerlo en espacios no convencionales. O
por poner otro ejemplo, se requieren estrategias y materiales diferentes si vamos a trabajar
con primera infancia que si vamos a hacerlo con adultos mayores. En fin, se tienen en cuenta
aspectos como los ciclos de edad y las características de cada franja poblacional, contextos
rurales o urbanos, contextos culturales, niveles educativos, etc. y cada una de estas
poblaciones exige al promotor de lectura informarse y formarse en aspectos específicos de
las poblaciones. Por ejemplo, un promotor de lectura que vaya a trabajar con primera
infancia directamente o con mediadores de primera infancia, debe tener conocimiento de
los niveles de desarrollo del niño, de la psicología de los niños pequeños, sus maneras de
conocer y relacionarse con el mundo. Un promotor que va a trabajar con poblaciones en
situación extrema de vulnerabilidad social (desplazamiento forzado, migrantes, extrema
pobreza etc.) debe estudiar acerca de las problemáticas individuales y sociales que generan
estas situaciones de ruptura, problemas emocionales, traumas, angustia, indefensión,
minusvalía, etc.

A la hora de diseñar un programa de promoción de lectura recuerde que no se trata de una


suma de actividades, sino que es importante definir qué se quiere alcanzar con la intervención
sociocultural. Los programas o proyectos de promoción de lectura deben generar
transformaciones en las personas y comunidades. Estos cambios están relacionados tanto con
su propia trayectoria lectora como con la vida.

BIBLIOGRAFÍA
 Rosenblatt, Louise. Textos en contextos. Buenos Aires: Aique, 1996.
 Petit,Michéle. Leer el mundo. Experiencias actuales de transmisión cultural. FCE: Buenos
Aires, 2015.
 Robledo, Beatriz Helena en El arte de la mediación. Espacios y estrategias para la promoción
de la lectura. Editorial Norma: Bogotá, 2010

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