Orden Franciscana en Extremadura Prov de San Gabriel

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ÓRDENES, COFRADÍAS.

HERMANDADES Y
ASOCIACIONES
San Francisco de Asís y la Orden Franciscana
en Extremadura

Sebastián GARCÍA, OFM


Archivo-Biblioteca
Real Monasterio Guadalupe

I. Introducción.
II. Presencia de San Francisco y su orden en Extremadura.
2.1. Custodia de los Ángeles.
2.2. La conventualidad y la observancia.
2.3. La descalcez franciscana.
2.4. Custodia del Santo Evangelio.
2.5. Orden de frailes menores de la observancia y orden de frailes meno-
res conventuales.
2.6. La Provincia de San Gabriel y sus conventos.
2.7. La Provincia de los Ángeles.
2.8. La Provincia de San Miguel y sus conventos.
2.9. Tercera Orden Regular de San Francisco.
2.10. Orden de Santa Clara.
2.11. Orden de la Inmaculada Concepción.
2.12. Orden Tercera Regular de San Francisco.
2.13. Orden Tercera Franciscana Seglar.
III. Franciscanos extremeños en la evangelización de América y Filipi-
nas.
IV. Fundación franciscana en Guadalupe.
I. INTRODUCCIÓN

“Francisco de Asís es el personaje más célebre de toda la hagiografía cris-


tiana, conocido, admirado y amado en todo el mundo, también en ambien-
tes bastante alejados de la Iglesia Católica, en expresión de Giuliano Ferri-
ni, destacado franciscanista del siglo XX”1.

San Francisco de Asís, hijo de Pedro Bernardone y de Juana Pica, naci-


do en Asís en 1182, oyó la voz de Cristo en la pequeña iglesia o ermita de
San Damián, que lo llamaba a seguirle y a “reparar su casa que amenazaba
ruina”, es decir, restaurar la Iglesia Santa de Dios, según genuina interpre-
tación del texto. Renunció entonces a todas las cosas terrenas para unirse
solamente a Dios. Desde ese momento no tuvo otra preocupación que “vi-
vir según la norma del Santo Evangelio, en obediencia, pobreza y casti-
dad”, imitando en todo a Cristo, pobre y humilde2.
Se le unieron varios compañeros y fundó su Orden religiosa en 1209 en
Rivotorto y poco después, en Santa María de los Ángeles, que por su mu-
cha humildad la llamó Orden de Frailes Menores. Mereció que el papa Ino-
cencio III aprobara vivae vocis oráculo la Forma de vida de la nueva Orden
y que, años después en 1223, el 29 de noviembre, el papa Honorio III, con-
firmara con la bula Solet annuere la Regla, que todavía rige en la primera
Orden franciscana. Lleno de méritos y rodeado de sus hermanos, murió en
Santa María de los Ángeles, el 3 de octubre de 1226. Casi dos años des-
pués, fue solemnemente canonizado por el pontífice Gregorio IX en Asís,
el 17 de julio de 1228.
Esta Orden Seráfica, instituida por San Francisco de Asís para vivir en
fraternidad la plenitud de la perfección evangélica, sirviendo al Señor en
pobreza y humildad, sin bienes propios y con dedicación plena a la oración,
al estudio, al trabajo y a la predicación popular.

1. FERRINI, G., OFM, Un santo al giorno sul nostro cammino. Ravenna 1979, p.287.
2. Ibid, p.286.
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La Orden franciscana, que esmaltó el mapa de Extremadura de conven-


tos, templos y eremitorios, colegios, centros de estudios y otras actividades
culturales y religiosa, es testimonio constante de perfección evangélica, pa-
ra enaltecer “sin duda, la más fuerte conmoción vivificante que ha conoci-
do la Orden en toda su larga existencia”3.

II. PRESENCIA DE SAN FRANCISCO Y SU ORDEN EN EXTREMADURA

Siglo XIII

La presencia de la Orden de San Francisco en Extremadura4, si atende-


mos algunos testimonios, más legendarios que históricos, se remonta a
1214, en el antiguo eremitorio de Santa María de los Ángeles, en Robledi-
llo de Gata, fundado cuando San Francisco vino a España, cinco años des-
pués de la aprobación pontificia de su Orden en 1209. Aunque la datación
de 1214, es históricamente inaceptable, la he recordado por respeto a una
venerable tradición. Más verosímil, aunque también endeble, es la datación
de 1230, como año de la primera fundación franciscana extremeña en el
convento de San Francisco de Plasencia.

Siglo XIV

En el siglo XIV, Extremadura comenzó a contemplar en sus campos, vi-


llas y ciudades a los hijos del Pobrecillo de Asís. En este siglo, Badajoz re-
gistra la fundación documentada del convento de San Francisco hacia
1380.

Siglo XV

En el siglo XV Extremadura experimentó una copiosa floración de con-


ventos franciscanos: Santa María de Monteceli del Hoyo (1400) en Gata,
Santa Margarita, en Jerez de los Caballeros (1400), San Buenaventura, en
Llerena (1400), San Onofre, en La Lapa (1447), San Miguel, en San Mar-

3. COTALLO, J. L., Extremadura y e l Franciscanismo en el siglo XVI. Cáceres 1950,


p. 11.
4. ÁMEZ PRIETO, H., OFM, La Provincia de San Gabriel de la Descalcez francisca-
na extremeña. Arganda del Rey, 1999, pp. 9-17. Contiene la Presentación del Libro, escrita
por fray Sebastián García, OFM. Se reproducen aquí de nuevo con algunas modificaciones,
ampliaciones y añadido de notas bibliográficas.
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tín de Trevejo (1452), San Francisco, en Cáceres (1473), San Antonio de


Padua, en Garrovillas (1476), San Benito, en Segura de León (1476), San
Benito, en Zafra (1480), San Marco de Altamira, en Palomero (1488),
Nuestra Señora de los Ángeles, en Moheda de Granadilla (1492), San Bar-
tolomé, en Alcántara (1493)5.

2.1. Custodia de los Ángeles

La referida Custodia fue fundada por el reformista Observante fray Juan


de la Puebla (1489). En este mismo siglo fue erigido en Jarandilla el con-
vento de Santo Domingo (1494), dentro de la demarcación religiosa de la
Provincia Seráfica de Castilla, de la que dependía la referida Custodia6, -en
lenguaje franciscano Custodia significa, el conjunto de varios conventos
unidos que no alcanzaron la categoría de Provincia, unos independientes y
otros dependientes de alguna Provincia Franciscana -.

2.2. La conventualidad y la observancia

La presencia franciscana en Extremadura existía ya desde 1380, antes


de la erección de su Custodia extremeña. En 1514-1519 se consolidó con la
fundación canónica de la Custodia extremeña, en la que estaba presente la
forma de vida seráfica.
Desde 1517 coincidió con dos grandes formas de vida dentro de la Or-
den de los Frailes Menores: Conventualidad y Observancia, de notable in-
cidencia en la guarda de la Regla bulada de San Francisco, en la espiritua-
lidad y también en el régimen de los seguidores de una u otra forma de vi-
da. No eran solamente dos tendencias o corrientes de opinión. Eran en rea-
lidad, formas de vida dentro de la única Orden de San Francisco, que pro-
fesaban la misma Regla bulada, aprobada por Honorio III (1223) y consti-
tuían de hecho y de derecho dos familias diferentes, con sus peculiares es-
tatutos, constituciones y ordenaciones y su peculiar régimen general, pro-
vincial y local en cada una de las dos familias, aunque ambas sujetas al úni-
co ministro general de toda la Orden de los Frailes Menores.

5. SANTA MARÍA, J. de, Chronica de la Provincia de San José de los Descalzos de la


Orden de los Menores de San Francisco y de las Provincias y Custodias descalzas que de
ella han salido y son su hijas. Madrid, 1615-1618.
6. GUADALUPE, A., OFM, Historia de la Santa Provincia de los Ángeles de la Regu-
lar Observancia y Orden de Nuestro Padre San Francisco. Madrid 1666.
ANÓNIMO, Custodia de Extremadura (1514-1519), en Archivo del Monasterio de
Guadalupe (AMG), Caja 2. Fondo Arcángel Barrado: Documento varios.
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Mapa de la Orden Franciscana en Extremadura. Lienzo de José Antonio Jorge Villa. 1990.

Seguían la Conventualidad los frailes, llamados Conventuales, que, de


ordinarios, a excepción de algunos pequeños eremitorios, habitaban gran-
des conventos con suntuosos templos, construidos por ellos mismos o reci-
bidos de otros, ajustándose a un género de vida austera y sencilla, aunque,
en algunos casos aliviada por dispensas de algunos preceptos de la Regla
de San Francisco. Aceptaban para su sustento, mantenimiento de casas y
templos y para los estudios y acciones apostólicas propiedades en común,
rentas y legados estables.
La Observancia era seguida por los frailes llamados Observantes, que
habitaban pequeñas y sencillas moradas y exigían la práctica rigurosa, casi
a la letra de la Regla, con plena renuncia de propiedades, vivida en casas
pobres, en templos sencillos y eremitorios humildes, en clima de estrecha
pobreza personal y comunitaria, aunque se mantenía en la práctica substan-
cial de la Regla y de las disposiciones peculiares de esta familia minorítica,
experimentó al principio del siglo XV, como en otros lugares de España y
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del mundo, un notable desgaste, perdida de entusiasmo y de radicalidad


evangélica. Muchos frailes de la Observancia habían decaído en sus buenos
propósitos y habían construido y recibido, dentro de la misma Observancia,
grandes conventos con suntuosas iglesias poco acordes con las exigencias
de la pobreza profesada, a imitación de San Francisco7.

2.3. La descalcez franciscana

Para obviar estas dificultades y responder más radicalmente al ideal


franciscano, fray Juan de Guadalupe (Guadalupe (Cáceres), 1440-Bellegra
(Italia), 1506), predicador apostólico de la Custodia de los Ángeles, de la
Observancia reformada por Fray Juan de la Puebla, deseoso de mayor per-
fección evangélica, inició en 1500, dentro de la Orden de Frailes Menores,
la Descalcez franciscana, más conforme con el Evangelio, pobreza y hu-
mildad de San Francisco, convencido de la necesidad de instituir una forma
estable de vida de estricta fidelidad a la Regla de San Francisco y al modo
con que él la observó durante su vida. Logró el reformador guadalupense,
espejo de la Descalcez seráfica, fundar en nuestra región en el primer año
del siglo XVI varias casas, seis años antes de su muerte: Nuestra Señora de
la Luz, en Trujillo, Santo Evangelio, en Villanueva del Fresno, Nuestra Se-
ñora de Montesión, en Salvaleón, Madre de Dios en Arroyo de Mérida y
Nuestra Señora de la Luz, Moncarche, en Alconchel. Los cuatro primeros
fueron derribados en 1503 por la intransigente Observancia, que obsesiona-
da por la unidad de la Orden, destruyó, apoyada en fútiles motivos jurídi-
cos, las cuatro casas de la naciente Descalcez y la última -Moncarche- sir-
vió de refugio de los frailes de las cuatro casas derribadas.
Los seguidores del guadalupense fueron conocidos con distintos nom-
bres Frailes del Capucho, por la capucha puntiaguda, tosca y pobre, que
vestían los Frailes del Santo Evangelio, por su peculiar guarda de la perfec-
ción evangélica, Frailes Descalzos, porque andaban descalzos, como los
más pobres de su tiempo, denominación que prevaleció sobre las demás y
Guadalupenses, por el sobrenombre del fundador de la Descalcez.
Esta aventura reformadora de frailes y conventos, en forma legítima,
con suficiente garra y fuerza de atracción, la comenzó, perfeccionó y desa-
rrolló el guadalupense, en medio de grandes obstáculos y trabas de la siem-
pre intolerante Obsevancia, que Juan de Guadalupe supo obviar con ener-
gía y fe ardorosa, sujetándose a la obediencia de los ministros de la Con-

7. IRIARTE, L., OFM. Cap., “Conventualismo y Observancia (1318-1517)”, en Histo-


ria Franciscana. Valencia, 1979, pp. 99-117.
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ventualidad, que les permitían seguir en el laudable empeño de su evangé-


lica y radical reforma.

2.4. Custodia del Santo Evangelio

En su afán de reformar lo reformado, de empeñarse con heroicos sacri-


ficios en cambiar lo bueno por lo mejor, de luchar contra corriente por esta
intrépida y casi inalcanzable causa, fray Juan de Guadalupe consiguió la
fundación de la Custodia del Santo Evangelio (1500), llamada también
Custodia de Nuestra Señora de la Luz, aprobada dos años después por el
papa Alejandro VI y por el ministro general de toda la Orden, formada por
los conventos anteriormente mencionados. También en tierras portuguesas,
refugio de los Descalzos extremeños, ante cualquier intento de supresión,
fundó el guadalupense varios conventos con los que se formó, años des-
pués, la Custodia de Nuestra Señora de la Piedad, (1508).
Por varias causas, producidas por distintos vaivenes, persecuciones y
normas de la Orden emanadas del Capítulo General de Pentecostés, cele-
brado en Roma en 1606, la Custodia del Santo Evangelio quedó práctica-
mente extinguida. Los Descalzos extremeños que, obligados por la perse-
cución y expulsión de su tierra, se habían refugiado en Portugal, agrupados
en la Custodia de la Luz (1509), volvieron a Extremadura y habitaron algu-
nos conventos que la Provincia Seráfica de Santiago tenía en nuestra re-
gión. Pasados cinco años (1509-1514), los Descalzos, cambiando su título
inspiracional de Santo Evangelio, constituyeron la Custodia de Extremadu-
ra, sometida a la Conventualidad de la Provincia de Santiago, integrada por
los siguientes conventos, fundados después de la muerte del egregio guada-
lupense: Santa Margarita en Jerez de los Caballeros (1506), Santa María de
los Majarretes, en Valencia de Alcántara (1508), Nuestra Señora de Roca-
mador, en Almendral (1512) y San Marcos de Altamira, en Casar de Palo-
mero (1488).

2. 5. Orden de Frailes Menores de la Observancia y Orden de Frailes


Menores Conventuales

Cuando la Custodia de Extremadura estaba en pleno desarrollo, casi al-


canzando su plenitud, la entonces única Orden de los Frailes Menores, des-
pués de un período de tres siglos, bien colmados, sufrió por sus diferencias
internas entre Conventuales y Observantes, la separación plena de las dos
familias, dividiéndose en dos Ordenes jurídicamente distintas: Orden de
Frailes Menores de la Observancia y Orden de Frailes Menores Conventua-
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les, como había sido aprobado en le Capítulo General de Roma, celebrado


en 1517 y sancionado después por el pontífice León X con su bula Ite et vos
in vineam meam, de 29 de mayo del referido año 1517.
En virtud del mencionado decreto de unión, dictado por el Capítulo ge-
neral de 1517, ratificado por León X, la Custodia de Extremadura, fue inte-
grada pleno iure en la Observancia, dejando, por tanto su pertenencia a la
Conventualidad, en la que había permanecido desde los orígenes de la Des-
calcez.

2.6. Provincia de San Gabriel y sus conventos

La Custodia de Extremadura obtuvo el título de Provincia de San Ga-


briel8, en virtud del acuerdo del Capítulo de la Provincia Observante de
Santiago, celebrado en Benavente en 1519 y ratificado por el papa León X
en 1523. Formóse con los cuatro conventos de la Custodia de Extremadura,
ya mencionados y con otros siete que ya existían en territorio extremeño:
Nuestra Señora de los Ángeles en Robledillo, Nuestra Señora de Montece-
li del Hoyo, San Onofre de la Lapa (1447)en Gata, Nuestra Señora de la
Luz, Moncarche (1500), Santa Madre de Dios de Alburquerque, (1506),
Santa María de Jesús, en Salvatierra de los Barros (1507) y San Francisco,
en Belvís de Monroy (1508)9.
Fundada la Provincia de San Gabriel, comenzó en Extremadura una
nueva andadura, propia, sin dependencia alguna de la jurisdicción compos-
telana. Después de su erección, añadió a los conventos anteriormente rela-
cionados otras casas en territorio extremeño:
En el siglo XVI: San Gabriel, en Badajoz (1519), San Miguel, en Pla-
sencia (1519), San Gabriel de Alconchel (1526), Nuestra Señora de la Es-
peranza, en Valencia del Fresno (1538), Santa Cruz de Tabladilla, en Nava-
concejo (1540), Madre de Dios, en Valverde (1540), Nuestra Señora de la
Luz en Brozas (1554), Sancti Spiritus de Valderrago, en Robledillo (1556),
San Francisco, en Coria (1561), Nuestra Señora de Montevirgen, en Villal-
ba de los Barros (1568), San Francisco de las Llagas, en Burguillos del Ce-
rro (1571), Nuestra Señora de Aguas Santas, en Jerez de los Caballeros

8. MOLES, J. B., Memorial de la Provincia de San Gabriel de la Orden de Frailes Me-


nores de la Observancia. Madrid 1592; TRINIDAD, J., Crónica de la Provincia de San Ga-
briel. Sevilla, 1692; TRUJILLO, A. de, Varones Heróycos en virtud y santidad, que desde el
año de mil seiscientos y cincuenta y dos, hasta el de noventa y uno ha producido la Santa
Provincia de San Gabriel. Madrid,1693.
9. SAN FRANCISCO MEMBRIO, A. de, Chrónica de la Provincia de San Gabriel de
los franciscanos descalzos. Tercera Parte. Salamanca 1759.
SAN FRANCISCO DE ASÍS Y LA ORDEN FRANCISCANA EN EXTREMADURA 769

(1577), San Bartolomé, en Valencia de Alcántara, (1585), San Diego en


Fuente de Cantos (1594), San Sebastián, en Llerena (1594)10.
En este mismo siglo, en 1593, por intercambio de conventos con la Pro-
vincia de San José, fueron incorporados en la de San Gabriel seis casas de
San José tenía en Extremadura: San Isidro de Loriana, en la Nava de San-
tiago (1551), Purísima Concepción del Palancar (1557), San Juan Bautista
de la Viciosa, en Deleitosa (1561), San Francisco, en Arroyo de la Luz
(1574), Nuestra Señora de la Antigua, en Mérida (1574) y San Bartolomé,
en Villanueva de la Serena (1575).
La Descalcez seráfica recibió nuevo impuso en la Extremadura del siglo
XVI con la célebre reforma de San Pedro de Alcántara, fraile de la Provin-
cia de San Gabriel, en la que profesó en 1516 y desempeñó el oficio de mi-
nistro provincial y otros importantes cargos. Los precedentes inmediatos de
esta reforma se remontan a los años 1554-1557 en los que San Pedro de Al-
cántara, con autoridad de la Orden, sancionada por el papa Julio III, se de-
dicó a la vida eremítica en Santa Cruz de Paniagua y, dejada su antigua Pro-
vincia de San Gabriel, se pasó a los Conventuales Reformados, convencido
de encontrar en la Conventualidad mayores facilidades para llevar a cabo
su reforma.
En este mismo año, fundó el famoso conventito de la Purísima Concep-
ción del Palancar, en Pedroso de Acím (Cáceres), que quedó adscrito pri-
mero a la Custodia de San Simón y después a la Custodia de San José, cre-
ada en 1559, dentro de la Conventualidad11. En este conventito, testigo de
sus rigurosas penitencias y de sus afanes apostólicos, moró San Pedro en
los años 1557-1562, con continuas salidas a impulso de su reforma y en
cumplimiento del oficio de Comisario General de los Conventuales Refor-
mados, confiado a su persona por el Ministro General de la Conventualidad
confirmada por el pontífice Pablo IV, en su bula “Cum a nobis”, de 8 de
mayo de 1559. En este convento, primero de su reforma, San Pedro de Al-
cántara, con autoridad apostólica erigió la provincia de San José en 1561.

10. ÁMEZ PRIETO, H., OFM, La Provincia de San Gabriel de la Descalcez Francis-
cana. Arganda del Rey, 1999; BARRADO, A., OFM, “Algunas actas capitulares de la Pro-
vincia de San Gabriel”, en revista Archivo Ibero-americano XX (1960), separata en AMG.
Sección Arcángel Barrado, pp. 1-44, Caja 2.
BARRADO, A., OFM, “Provincia de San Gabriel”, en Actas Capitulares y fundación de
los conventos (1601-1641). AMG. Caja 2, manuscrito.
11. ÁMEZ PRIETO, H., OFM, El Palancar de la Descalcez franciscana. Arganda del
Rey 1995.
BARRADO MANZANO, A., OFM, San Pedro de Alcántara. Estudio documental y crí-
tico de su vida. Madrid 1965.
770 SEBASTIÁN GARCÍA

La reforma de San Pedro no fue otra cosa, en expresión certera del teó-
logo fray Pedro de Alcántara Martínez Senderos, en su estudio “La Refor-
ma Alcantarina”, que “volver la Descalcez a su primer rigor y extenderla
por todo el mundo, para renovarlo con la levadura del retorno al francis-
canismo primitivo; no pretendió hacer, por tanto, otra cosa sino continuar
íntegramente el ideal del padre Guadalupe”12.

San Francisco de Asís. Escultura en Bronce de Enrique Pérez Comendador. 1978.

Seis conventos tuvo la reforma alcantarina en territorio extremeño, per-


tenecientes a la Provincia de San José, que ésta entregó a la Provincia de
San Gabriel en 1593, en la que quedaron definitivamente incorporados.

2.7. Provincia de los Ángeles

La Provincia Observante de los Ángeles, fundada como Custodia por


fray Juan de la Puebla en 1489 y elevada al rango provincial en 1517, tuvo

12. MARTÍNEZ SENDEROS, P. de A., OFM, “La Reforma Alcantarina”, en revista


Ciencia y Santidad, núms.184-185 (1948) 18-35.
SAN FRANCISCO DE ASÍS Y LA ORDEN FRANCISCANA EN EXTREMADURA 771

también varios conventos en territorio extremeño: Santo Domingo, en Ja-


randilla, Nuestra Señora de la Concepción, en Herrera del Duque (1517) y
Nuestra Señora de la Paz, en Puebla de Alcocer (1543), que permanecieron
abiertos hasta la exclaustración de 183513.

2.8. Provincia de San Miguel y sus conventos

De destacada significación en Extremadura durante tres siglos fue la


presencia de la Provincia de San Miguel14, fundada en 1548 con los con-
ventos que la Provincia compostelana de Santiago tenía en Extremadura y
con otras fundaciones posteriores. Me permito citar los títulos de sus con-
ventos: San Francisco, en Badajoz (1380 y 1567), San Buenaventura, en
Llerena (1400), San Martín, en Trevejo (1452), San Francisco, en Cáceres
(1473), San Benito, en Segura de León (1477), San Antonio de Padua, en
Garrovillas (1476), San Benito, en Zafra (1480), Nuestra Señora de los Án-
geles, en Moheda (1492 y 1587), San Francisco, en Trujillo (1500), San
Francisco, en Olivenza (1500 y 1587), San Francisco, en Medellín (1508),
Santiago, en Acebo (1517 y 1587), San Francisco, en Mérida (1528), San
Ildefonso, en Hornachos (1530), Nuestra Señora de los Ángeles, en Zala-
mea de la Serena (1548), Espíritu Santo, en Hoyos (1558). San Antonio, en
Tejeda (1561), San Francisco, en Fregenal de la Sierra (1563), Santiago, en
Lobón (1564), San Francisco, en Plasencia (1567), San Diego, en Fuentes
de León (1598), Nuestra Señora de los Ángeles, en Abadia (1609)15.

2.9. Tercera Orden Regular de San Francisco

La Tercera Orden Regular de San Francisco16, llamada de los Terceros


Regulares, también estuvo presente en Extremadura durante un largo perí-
odo de tiempo en dos conventos: Nuestra Señora de los Ángeles, en Mohe-
13. GUADALUPE, A. de, Historia de la Santa Provincia de los Ángeles de la Regular
Observancia, y Orden de nuestro seráfico padre San Francisco. Madrid 1662.
14. ÁMEZ PRIETO, H., OFM, La Provincia de San Miguel de la Observancia Fran-
ciscana Extremeña. Cáceres 1902.
15. SANTA CRUZ, J. de la, Chronica de la Santa Provincia de San Miguel del Orden
de Nuestro Seráfico Padre San Francisco. Madrid 1671.
BARRADO, A., OFM, La Provincia Franciscana de San Miguel Infra Tagum. Separata
en Archivo Ibero-americano (1966) 102-103.
BARRADO, A., OFM, División bipartita de la Provincia Franciscana de San Miguel de
Extremadura. Separata revista Archivo Ibero-américano, XIX (1959)1-61; BARRADO, A.,
OFM., Los últimos franciscanos del Convento de San Francisco de Cáceres. Separata revista
Archivo Ibero-americano, XI (1951) 393-454. AMG. Fondo Barrado. Caja 3.
16. CABOT ROSELLÓ, TOR, “Un marco para el estudio de la Tercera Orden Regular
de San Francisco en España”, en El Franciscanismo en la Península Ibérica. Balance y
772 SEBASTIÁN GARCÍA

da y Santiago de Acebo, ya mencionados, que en 1587 se incorporaron a la


Provincia de San Miguel.

Siglo XVII

En el siglo XVII continuó la Provincia de San Gabriel con nuevas fun-


daciones: Santa María Magdalena, en Trujillo (1603). Nuestra Señora de la
Esperanza, en Fuente del Maestre, (1646), San Antonio de Padua, en Al-
mendralejo (1654).

Siglo XVIII

El siglo XVIII no registra fundaciones de conventos descalzos, propiamente


dichos, pero sí de casas-enfermerías, dependientes de otros conventos, que en la
práctica, aunque sus actividades estaban limitadas, en algunos lugares se distin-
guían muy poco de los conventos formales. Las enfermerías, como complemen-
to del territorio descalzo extremeño, eran casas que la Provincia de San Gabriel
tenía abiertas para la atención y cura de los enfermos. Hermosa constelación de
caridades, construida a impulso de la exhortación de San Francisco en el capítu-
lo 6 de su Regla: “Y si alguno de los hermanos cae enfermo, los otros hermanos
le deben servir como quisieran ellos ser servidos”.
Todavía en villas y ciudades se conservan huellas y vestigios y, a veces,
edificios, que fueron enfermerías de los descalzos: Badajoz, Plasencia, Ga-
ta, Coria, Cáceres, Montijo, Almendral, Zafra, Alburquerque, Alconchel,
Casatejada, Jerez de los Caballeros, Mérida y Torrejoncillo son nombres de
antiguas enfermerías de la Descalcez seráfica.
La Provincia de San Miguel fue dividida en 1744 en dos porciones o
Provincia de San Miguel Supra Tagum y Provincia de San Miguel Infra Ta-
gum, incorporándose sus conventos a una u otra porción, según su situa-
ción geográfica.

Siglo XIX

Por varias dificultades, ambas Provincias de San Miguel no fueron res-


tauradas en el siglo XIX, ni en época posterior. De ellas solamente queda la
memoria histórica y algunos insignes monumentos, restos y vestigios.
perspectivas. I Congreso Internacional. Edición de María del Mar Graña Cid. Barcelona
2005, pp. 349-372.
SAN FRANCISCO DE ASÍS Y LA ORDEN FRANCISCANA EN EXTREMADURA 773

La Provincia de San Gabriel, aunque gloriosa y significativa, no fue res-


taurada, tras los deprimentes sucesos de la Exclaustración general de las
Ordenes Religiosas, impuesta por el Gobierno de la Nación en 1835, ni en
los años siguientes del mismo siglo XIX, antes de la unión de las cuatro fa-
milias de la Observancia (Observantes, Reformados, Recoletos y Descal-
zos), bajo una y única denominación de Orden de Frailes Menores o Fran-
ciscanos y dentro de un mismo y único régimen jerárquico, en virtud de las
disposiciones del Capítulo General de1895, sancionadas por el pontífice
León XIII, en la Constitución Apostólica Felicitate quadam, de 4 de octu-
bre de 1897.
Su antiguo territorio extremeño, nemine discrepante, fue ocupado por la
Provincia Bética con la segunda fundación franciscana del Convento de
Nuestra Señora de la Esperanza en Fuente del Maestre (1894) y del Con-
vento de la Purísima Concepción del Palancar, en Pedroso de Acím (1895).

Siglo XX

El siglo XX cuenta con otras fundaciones franciscanas extremeñas: Re-


al Monasterio de Santa María de Guadalupe (1908); Convento de Santo
Domingo, en Cáceres (1914), actualmente llamado Convento de Santa Ma-
ría de los Ángeles; Convento de San Antonio de Padua, en Montijo (1941),
ya suprimido. Desde 1949 por decisión de la Orden, sancionada por la San-
ta Sede, el territorio extremeño, quedó definitivamente asignada a la Pro-
vincia Bética, en la que actualmente continúa.
Después de 1949, la Provincia Bética ha fundado en territorio extreme-
ño cuatro conventos: Madre de Dios, en Villanueva de la Serena (1983), su-
primido; Santa María de los Ángeles, en Cáceres (1984), suprimido; San
Francisco de Asís, en Mérida (1995) y San Antonio de Padua, en Cáceres
(2003), de nueva construcción17.

2.10. Orden de Santa Clara

Resultaría incompleta la visión del franciscanismo extremeño, sin unas es-


peciales referencias a las monjas, de tan gloriosa presencia en nuestra región
desde los comienzos de la Orden Franciscana en Extremadura: Ocupa el pri-

17. GARCÍA, S., OFM, La Provincia Bética de la Orden de Frailes Menores. Guada-
lupe 1999, p. 100; BECEK, C., OFM, “Historica Notitia in Ordinis Primordia, incrementa
adque propagationem”, en Annuarium Ordinis Fratrum Minorum. II 1956-1957. Roma
1962, pp. 11-18. Traducido del latín al castellano por fray S. García.
774 SEBASTIÁN GARCÍA

mer lugar, la Orden de Santa Clara (Asís,1193-1253) fundada por ella con San
Francisco en 1212, aprobada por varios pontífices: Inocencio III (1213), Gre-
gorio IX (1218) e Inocencio IV en 1253, con la aprobación bulada de la Regla
de Santa Clara y por Urbano IV con la aprobación de la Segunda Regla
(1263). Fundó en Extremadura 38 monasterios, cuya historia tuve el honor de
escribir en dos estudios publicados en la revista Guadalupe, en 1993, con oca-
sión del VIII Centenario del nacimiento de la gloriosa Clara de Asís18.
En la actualidad las clarisas tienen abiertos en nuestra región once mo-
nasterios: Nuestra Señora del Valle, en Zafra (1428), Nuestra Señora de
Gracia, en Jerez de los Caballeros (1491 y 1971) San Pablo, en Cáceres
(1449 y 1959), Madre de Dios en Llerena (1509), Santa Ana, en Badajoz
(1518)19, Nuestra Señora de la Merced, en Badajoz (1558 y 1586), Purísima
Concepción, en Siruela (1530, 1567 y 1976), Santa Clara, en Cáceres
(1614), Encarnación del Señor, en Campanario (1636) Santo Cristo del Es-
pasmo, en Montijo (1670), Nuestra Señora del Amparo, en Almendralejo
(1727). En el siglo XX fue suprimido el Convento de La Parra (Badajoz),
titulado Nuestra Señora de los Dolores (1677), en 1979.

2.11. Orden de la Inmaculada Concepción

Fue fundada por Santa Beatriz de Silva y aprobada por Inocencio VIII
en 1489, tuvo y tiene en Extremadura una destacada presencia. En la actua-
lidad, seis monasterios: San Ildefonso, en Plasencia (1414 y 1931), Purísi-
ma Concepción, en Cabeza del Buey (1523), Santa Clara, en Trujillo
(1533), Purísima Concepción, en Mérida (1597), Purísima Concepción, en
Villanueva de la Serena (1627 y 1926), Purísima Concepción, en Fuente
del Maestre (1618 y 1896), suprimido actualmente y Purísima Concepción
(1542), en Valencia del Ventoso (Badajoz), suprimido20.

2.12. Orden Tercera Regular de San Francisco

Sus orígenes se remontan al siglo XIV, se sitúa hacia 1337, en el ponti-


ficado de Bonifacio IX. Tiene como su principal protectora a la Beata An-
18. GARCÍA, S., OFM, “Orden de Santa Clara”, en La Provincia Bética de la Orden de
Frailes Menores. Guadalupe 1999, pp.191-193; IDEM, “La Orden de Santa Clara en Extrema-
dura. Visión conjunta”, en revista Guadalupe, 722 (1993) 142 y ss.; 723-724 (1993)190 y ss.
19. Convento de Santa Clara, llamado Monasterio de Santa Ana, en Badajoz. Sixto V,
Breve Dilectae in Christo. Roma 1586, en MELCHIORRI DE CERRETO, S., OFM, An-
nales Minorum, t. XXII. Quaracchi 1934, pp.396-397.
20. GARCÍA, S., OFM, “La Orden de la Inmaculada Concepción”, en Provincia Bética
de la Orden de Frailes Menores. Guadalupe 1999, pp. 195-197.
SAN FRANCISCO DE ASÍS Y LA ORDEN FRANCISCANA EN EXTREMADURA 775

gelina de Marsciano, muerta en 1435. Tuvo varios conventos en Extrema-


dura, pero, a través del tiempo, dejada su pertenencia a la Tercera Orden
Regular, se constituyeron en monasterios de la Orden de Santa Clara.
En la actualidad, permanecen abiertos en Extremadura solamente dos
monasterios de Terciarias Regulares: Madre de Dios, en Coria (Siglo XIV)
y San Pedro, en Trujillo (1451)21.

2.13. Orden Tercera Franciscana Seglar

No estaría en su punto este estudio, sin un breve comentario a la Orden


Tercera Franciscana Seglar, de tan digna presencia dentro de la familia Se-
ráfica. La afirmación de su condición de Orden enaltece esta maravillosa
familia seglar, aunque admite dentro de ella a religiosos y seglares, que,
guardada la normativa de derecho, pueden pertenecer a la Orden Tercera
Seglar, tan extendida por todo el orbe católico.

“La Orden Tercera Seglar es una asociación de fieles cristianos que vivien-
do bajo la dirección de la Orden Franciscana y según su espíritu, se esfuer-
zan por seguir la perfección cristiana, de un modo acomodado a la vida se-
glar, según la Regla dispuesta para ella por el Seráfico Padre San Francisco
y aprobada e interpretada por la Sede Apostólica”.

Su historia es gloriosa, se remonta a los principios de la Orden de San


Francisco. Sabiamente presente en su Regla con aplicación práctica y en
los lugares y personas que se precian de pertenecer a tan edificante familia,
parte integrante del franciscanismo organizado, con viva presencia en Ex-
tremadura.
Su Regla, sus Constituciones y piadosas costumbres son medios para
obtener la perfección evangélica, la fidelidad a la Iglesia y el amor a la fa-
milia franciscana que les asiste y participa de sus ejemplos de vida22.
El mapa franciscano extremeño es todavía más extenso con varias con-
gregaciones religiosas franciscanas o de inspiración franciscana, femeninas
y masculinas que en épocas anteriores y en la actual han fundado casas en

21. Ibid, pp. 199-200.


22. LARRAÑAGA, T., OFM, Temas de predicación sobre la Tercera Orden Francis-
cana. Ideas, textos y ejemplo. Aranzazu 1960.
PABLO VI, Breve Apostólico Seraphicus Patriarca, de aprobación de la Regla de la
Tercera Orden Franciscana Seglar, 24 de junio de 1978. Edición Castellana, Madrid 2001;
MEMORIALE PROPOSITI, de 1221 de la Regla aprobada, por los sumos pontífices: Nico-
las IV y León XIII.
776 SEBASTIÁN GARCÍA

nuestra región y también con las Fraternidades de la Orden Seglar Francis-


cana, cuya presencia ha sido siempre destacada y eficaz en ciudades y vi-
llas extremeñas.
He presentado un sucinto resumen de historia franciscana, en el que
nuestra imaginación ha contemplado conventos y frailes de distintas fami-
lias seráficas: Conventuales, Observantes, Descalzos, Terciarios Regulares
y otros. Desde un principio entró en mis cálculos, como algo estrictamente
necesario, presentar un bosquejo histórico del franciscanismo extremeño,
para situar la Descalcez seráfica en su propio lugar y evitar confusiones so-
bre las distintas familias franciscanas.

III. FRANCISCANOS EXTREMEÑOS EN LA EVANGELIZACIÓN DE AMÉRICA Y


FILIPINAS

Aparecen en este breve estudio una síntesis de la vida y actuaciones de


los franciscanos extremeños, eficaces evangelizadores de nuestra tierra,
“más con el ejemplo que con la palabra”. No es audacia mía, ni exagera-
ción trasnochada afirmar que los franciscanos extremeños fueron en nues-
tra región y en América paradigma de la quinta esencia de perfección evan-
gélica, traducida en palabras y acciones.
Su acción misionera en América y Filipinas ha sido destacada en dos in-
teresantes volúmenes que contienen los estudios de dos congresos celebra-
dos en Guadalupe en 1986 y 1988: Franciscanos Extremeños en el Nuevo
Mundo y Extremadura en la Evangelización del Nuevo Mundo.
Los franciscanos extremeños contribuyeron con sus vidas de oración, de
trabajo, estudios, predicación y enseñanza al desarrollo de la cultura y pro-
moción social, tanto en las grandes ciudades como en las zonas más opri-
midas de la Región, pero la página más gloriosa de su fecunda historia ex-
tremeña se refiere a la evangelización del Nuevo Mundo: América y Filipi-
nas.
Es difícil fijar el número de misioneros extremeños de la Orden Fran-
ciscana en Indias, no obstante se ha fijado un número muy importante en el
contexto de la Evangelización. No cuenta tanto el número, como la singu-
lar trascendencia en el ámbito misional, promoción social y expansión cul-
tural de los misioneros franciscanos extremeños, entre los que descuellan
“Los Doce Apóstoles de Méjico”, hijos de la extremeñísima Provincia de
San Gabriel, designados en 1523, en Belvis de Monroy.
Pasan de un millar los franciscanos extremeños que evangelizaron
América, durante el periodo 1500-1850, cifra que da un total de 2’85 mi-
SAN FRANCISCO DE ASÍS Y LA ORDEN FRANCISCANA EN EXTREMADURA 777

sioneros por año. Número que se incrementa con 176 misioneros francisca-
nos, nacidos en Extremadura, apóstoles de Filipinas, entre los más notables
ciertamente están los obispos y los comisarios generales de Indias.
Con referencia a nombres y número de los misioneros extremeños que
predicaron el evangelio en Hispanoamérica y Filipinas podemos ofrecer
una interesante obra, titulada Misioneros extremeños en Hispanoamérica y
Filipinas. Diccionario biográfico y bibliográfico, en edición promovida
por las Diócesis de Extremadura y el Real Monasterio de Santa María de
Guadalupe, bajo la dirección de Melquíades Andrés Martín y Sebastián
García, O.F.M. y coordinada por Manuel Amescua Morillas, Justo Hermo-
so Domínguez y Asunción Cacho Quintana. Libro impreso en la BAC. Ma-
drid 1993.

IV. FUNDACIÓN FRANCISCANA EN GUADALUPE

El 7 de noviembre de 1908, marca el comienzo de la era franciscana en


Guadalupe. Una Real Orden expedida el 20 de mayo de 1908, a petición de
fray Juan Pagazaurtundúa, vicario general de los franciscanos en España,
entregaba a los hijos de San Francisco “la conservación, guarda y gobierno
del Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe”23.
Fray Cipriano María Alzuru, entonces Ministro de la Provincia Bética,
extendida por tierras de Andalucía, Extremadura24 y Canarías, elevó al Pon-
tífice Pío X una instancia para poder aceptar “el cenobio con su parroquia”,
ofrecidos a la Orden Seráfica por el Gobierno y por el Cardenal Arzobispo
de Toledo.
La Santa Sede, por medio de la Sagrada Congregación de Obispos y Re-
gulares, concedió el 1 de agosto de 1908 la oportuna licencia. Siete días
después, -el 8 de agosto- el Ministro General aceptó oficialmente la Casa

23. AMG, OFM, leg.1: ALFONSO XIII: Real Orden, 20 de mayo de 1908. Comunica-
da el 5 de junio. La consecución de esta Real Orden se debe, en gran parte, a los buenos ofi-
cios del marqués de la Romana, don Pedro Caro, y del franciscano Rufino Barrenechea;
ORTEGA, A., «El Marqués de la Romana y el P. Rufino Barrenechea», en El Monasterio de
Guadalupe, 1 (1916); AMG, OFM, leg. 1: Real Orden, 22 de mayo 1915, referida al llama-
do tercer trozo del Monasterio, en la parte del Poniente.
24. La primera fundación de la Provincia Bética en Extremadura fue el Convento de
Nuestra Señora de la Esperanza de Fuente del Maestre (Badajoz), insigne en la historia de la
Bética Restaurada. Libro I de Actas Definitoriales de la Provincia Bética O.F.M., f. 105 r.
Acta del 29 de noviembre de 1892.
778 SEBASTIÁN GARCÍA

de Santa María de Guadalupe y la erigió canónicamente en convento for-


mal de la Orden Franciscana25.
El Santuario de Guadalupe, convertido desde la Exclaustración de 1835
en Parroquia Secular de la Archidiócesis de Toledo, cambió esta condición
con la llegada de los hijos de San Francisco, recuperando después de 73
años su carácter de Parroquia Regular, unida ahora pleno jure a la Comuni-
dad Franciscana que había asumido el ministerio pastoral del pueblo.
La Santa Sede, en Rescripto de la Sagrada Congregación de Obispos y
Regulares, de 1 de agosto de 1908, facultaba al Cardenal Arzobispo de To-
ledo para convertir la Parroquia Secular en Parroquia Regular y encomen-
darla previo consentimiento del Ministro General, a la Orden Franciscana.
El auto de ejecución del Rescripto fue expedido el 3 de noviembre de
1908, por la autoridad diocesana, en el que se hace constar la entrega de la
Parroquia y su condición de Regular, en conformidad con la Constitución
Apostólica “Firmandis”, de Benedicto XIV y las condiciones estipuladas
entre el Cardenal Arzobispo y la Orden, representadapor fray Patricio Pa-
nadero, delegado al efecto del Ministro General26.
El 12 de noviembre, cinco días después de la llegada de los franciscanos
a Guadalupe, fue firmada el acta de entrega y posesión, previa aceptación
del inventario, levantado por don Ramón Guerra, Deán de la Catedral Pri-
mada, por fray Cipriano María Alzuru, ministro provincial, don Francisco
Moreno Ocampo, cura ecónomo, don Federico González Plaza y don Pedro
Rivas Gonzalo, testigos27.
El santuario estaba entonces mermado en sus pertenencias, edificios y
derechos y ruinoso en muchas de sus partes. Todo esto exigía ingentes re-
formas materiales y artísticas. El abandono prolongado y la venta injustifi-
cada de edificios y enseres habían reducido el santuario al templo con sus

25. AMG, OFM, leg. 1: Rescripto de la S. C. de Obispos y Regulares, de 1 agosto de


1908. Decreto de Ministro General de la Orden Franciscana, de 8 de agosto de 1908; AMG,
OFM, leg. 1: Expediente de la entrega de la Parroquia y Santuario de Guadalupe a la Orden.
Certificación del Secretario del Provisorato y Vicaría General del Arzobispado de Toledo,
de 11 de enero de 1911. El Monasterio de Guadalupe, 260 (1933); AMG, OFM, leg. 1: Car-
ta del Padre Patricio Panadero, 9 de agosto de 1908, al Ministro Provincial Fray Cipriano Mª
Alzuru y Llompart; AMG, OFM, leg.1: Acta de entrega y posesión del Santuario, de 12 de
noviembre de 1908; AMG, OFM, Lib. 1: Crónica de la Comunidad Franciscana de este Re-
al Convento de Santa María de Guadalupe. Años 1908-1957.
26. BENEDICTO XIV, Const. Firmandis, de 6 de noviembre de 1744, en GASPARRI,
Petri Card., Codicis Iuris Canocici Fontes, Romae 1926, vol. I, pp. 855 y ss. núm. 349.
27. AMG, OFM, leg. 1: Acta de entrega y posesión del Santuario y Parroquia, de 12 de
noviembre de 1908.
SAN FRANCISCO DE ASÍS Y LA ORDEN FRANCISCANA EN EXTREMADURA 779

capillas y anejos28. Las imágenes fotográficas de los primeros años francis-


canos ofrecen una visión del santuario tal como estaba en 1908. Un estudio
comparativo e histórico entre estas imágenes y el conjunto actual restaura-
do nos convence de que la Orden franciscana después de un siglo de conti-
nuas reformas, restauraciones artísticas y obras nuevas, puede presentar un
santuario-convento ciertamente más bello y completo que el que recibió en
1908 y, en algunos aspectos, más hermoso que el que dejaron los jerónimos
en 183529.
La dedicación plena de la Orden franciscana, a la restauración material
y artística del santuario o ampliación, la promoción de la devoción a Nues-
tra Señora y atención a obras apostólicas y sociales son cosas tan a la vista
que basta ver para convencerse y repasar libros antiguos y modernos para
apreciar la labor, digna de todo encomio, que ha realizado en favor del san-
tuario, y de la puebla de Guadalupe y de la Hispanidad que, como flor de
perenne fragancia, ha brotado en Guadalupe en el presente siglo.
La declaración de Monumento Histórico-Artístico, otorgada al santua-
rio en 1879, fue ampliada a todo el conjunto del Real Monasterio el 19 de
enero de 1929, como consta en la Real Orden de Alfonso XIII, publicada en
la Gaceta de Madrid, el 27 de febrero del mismo año.
Desde 1908 hasta 2008 cuenta Guadalupe con diecinueve guardianes,
que han regido los destinos de esta santa casa. Junto a los guardianes, otros
muchos franciscanos, que en el decurso de cien años han enaltecido el mo-
nasterio con su acción pastoral y dimensión cultural, especialmente como
párrocos, vicarios, escritores e historiadores notables30.
Durante la época franciscana ha crecido como un río de amor la devo-
ción a la Virgen de Guadalupe, coronada canónicamente como Reina de las
Españas el 12 de octubre de 1928 por el cardenal primado de España, arzo-
bispo de Toledo, don Pedro Segura y Sáenz, como legado especial de Pío

28. CHAVERO, F., OFM, «Obra Franciscana en Guadalupe», en Guadalupe: Historia,


devoción y arte, Sevilla 1978, ed. de S. García y F. Trenado; BONILLA, J., OFM, «Los
Franciscanos y la reconstrucción material del Monasterio de Guadalupe», en El Monasterio
de Guadalupe, 259-260 (1933) 283-290; IDEM, «Los franciscanos y la reconstrucción ma-
terial del Monasterio de Guadalupe», en Ibid, 259-260 (1936), pp.283-290; MENÉNDEZ
PIDAL, L., «Real Monasterio de Guadalupe. Restauración», en Revista Nacional de Arqui-
tectura, 165 (1943) 107; GARCÍA VILLACAMPA, C., OFM, «Los franciscanos y la res-
tauración material de Guadalupe», en El Monasterio de Guadalupe, 158 (1925) 66-68; 159
(1925) 102-105.
29. ARÉVALO SÁNCHEZ, A., OFM, Guadalupe siglo XX. El primer siglo francisca-
no. 2004. Interesante obra para la comprensión y desarrollo de la Fundación franciscana en
Guadalupe y de las actividades desarrolladas llevadas a cabo en el siglo XX.
30. GARCÍA, S., OFM, “Guadalupe, Santuario, Monasterio y Convento”, en Guadalu-
pe: Siete siglos de Fe y de Cultura. Arganda del Rey 1993, pp. 119-155.
780 SEBASTIÁN GARCÍA

XI, en presencia del rey Alfonso XIII, del gobierno, del clero y del pueblo31.
El santuario de Guadalupe, elevado por Pío XII a los honores del Basílica
en 1955 y declarado Patrimonio de la Humanidad, en 1993, honrado con la
visita de Juan Pablo II el 4 de noviembre de 1982, es ahora uno de los lu-
gares más significativos de la piedad mariana y centro de elevada cultura.
El Ayuntamiento de Guadalupe, consciente de la labor desarrollada por
la Comunidad Franciscana, la honró en 1983, con motivo del setenta y cin-
co aniversario de su llegada al Real Monasterio, con el título de Hijo Adop-
tivo de Guadalupe, que fue entregado en solemne acto de homenaje.
A partir de la época autonómica de Extremadura, el Real Monasterio en-
tró en un período de mayores reformas, restauraciones y actividades cultu-
rales. El 28 de julio de 1992, dentro de las celebraciones del V Centenario
del descubrimiento y evangelización del Nuevo Mundo, el Real Monaste-
rio fue honrado con la Medalla de Extremadura, concedida por decreto de
la presidencia de la Junta regional.

31. Carta de la Secretaría de Estado de Su Santidad Beatissimus Pater, de 30 de sep-


tiembre de 1928, publicada en Crónica de la Coronación de la Virgen de Guadalupe. Tole-
do 1928, p.13; MOLINA NIETO, R., En el solar de la piedad española. Coronación de
Ntra. Señora de Guadalupe. Toledo 1928; Crónica de la Coronación de Nuestra Señora de
Guadalupe. Toledo 1928; “Crónica de las solemnidades conmemorativas del XXV aniver-
sario de la instalación de la Comunidad Franciscana en Guadalupe», en , 259-260 (1933)
349 y ss.

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