Caperucita Roja
Caperucita Roja
Caperucita Roja
Caperucita era una niña muy guapa y buena, que siempre llevaba puesta
una caperuza de color rojo. Por eso la llamaba Caperucita Roja.
Un día su madre le entrego una cesta con tortas y galletas y le dijo:
-Caperucita, tienes que llevar esta cesta a tu abuelita para que pueda
merendar, porque esta enferma. Ten cuidado y, cuando pases por el bosque,
coge el camino de la derecha y no hables con desconocidos.
Caperucita Roja se despidió de su madre y, después de darle un beso y un
abrazo, se marchó con la cesta.
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Pero el lobo era astuto y mentiroso y engaño a Caperucita.- ¡JA, JA! Dijo el
lobo ahora yo iré por el camino de la derecha, que es el más corto y llegare
antes a casa de abuelita. El lobo tocó la puerta de la abuela. Al verlo, la
abuelita corrió despavorida dejando atrás su chal.
El lobo tocó la puerta de la abuela. Al verlo, la abuelita corrió despavorida
dejando atrás su chal. El lobo tomó el chal de la viejecita y luego se puso
sus lentes y su gorrito de noche. Rápidamente, se trepó en la cama de la
abuelita, cubriéndose hasta la nariz con la manta. Pronto escuchó que
tocaban la puerta:
—Abuelita, soy yo, Caperucita Roja.
Con vos disimulada, tratando de sonar como la abuelita, el lobo dijo:
—Pasa mi niña, estoy en camita.
Caperucita Roja pensó que su abuelita se encontraba muy enferma porque
se veía muy pálida y sonaba terrible.
— ¡Abuelita, abuelita, qué ojos más grandes tienes!
—Son para verte mejor —respondió el lobo.
— ¡Abuelita, abuelita, qué orejas más grandes tienes!
—Son para oírte mejor —susurró el lobo.
— ¡Abuelita, abuelita, que dientes más grandes tienes!
— ¡Son para comerte mejor!
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Con estas palabras, el malvado lobo tiró su manta y saltó de la cama.
Asustada, Caperucita salió corriendo hacia la puerta. Justo en ese momento,
un leñador se acercó a la puerta, la cual se encontraba entreabierta. La
abuelita estaba escondida detrás de él.
Al ver al leñador, el lobo saltó por la ventana y huyó espantado para nunca
ser visto.
La abuelita y Caperucita Roja agradecieron al leñador por salvarlas del
malvado lobo y todos comieron galleticas con leche. Ese día Caperucita
Roja aprendió una importante lección:
“Nunca debes hablar con extraños”.
Fin
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