Proyecto Aula Jean Zamora

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EL ELOGIO DE LA LOCURA DE LA PAGINA 9 ALA 77

Erasmo fue el humanista más grande de Europa, n acido en Rotterdam el año 1469 y muerto el
1536, fue toda su vida amante de la libertad, de la independencia, de la cultura, y de la paz. Dio
suficientes pruebas de ello, tuvo una profunda amistad con Tomas Moro y Juan Fisher, y
precisamente, al primero dedicó el “MwrÐan ènk¸uioc” en castellano, Elogio de la necedad. Tanto
puede escribirse sobre Erasmo, que preferimos recomendar a nuestros lectores, el gran humanista
etc.

Fue escrito el año 1509, fue un precursor del espíritu moderno; su vastísima erudición y su
amplitud de criterio le movieron a dejar impresas en el papel unas cuantas verdades de que el
mundo se asusta, mas no el amigo de la verdad más que de Platón; que el pecado contra ella ha
sido siempre el gran crimen de la Historia comenta Zubiri. Tuvo sus errores. Y ¿quién no los
tiene? . tuvo un carácter equilibrado, solitario, melancólico e irónico, que dio su opinión, con sus
ideas y su actitud, Resalta entre las dotes de su carácter un gran amor a la tradición y al progreso.
” No porque una idea sea vieja hay ya que admitirla, ni porque sea nueva rechazarla, y al contrario.
La verdad, doquiera se halle, es verdad”.

La vida es un quehacer, un acontecer, en frase de Ortega y Gasset; pero toda ella tiende a la
verdad y constituye una Historia, Lo nuevo se apoya en lo viejo, y lo viejo aflora en lo nuevo: no
hay tradición sin progreso, pero tampoco hay progreso sin tradición.

Erasmo entendía todo esto, al menos en la intuición de su genio, pues era más intuitivo que
discursivo. Por su gran amor a la verdad tradicional fue humanista, renacentista legítimo , por
lanzar cosas nuevas antes vistas pero sobre todo fue un gran amigo, esta fue su gran frase del
elogio: “Dondequiera que encuentres la verdad, considerada como cristiana.”

Erasmo recogió la tradición de los pasados siglos. Fue de una erudición extraordinaria. Repetimos
que una de sus notas más salientes fue su amplitud de criterio y su independencia de su carácter.
Sabía, que la ciencia necesita de libertad para progresar, aunque a veces, en la angustia y en la
estrés, explote.

Muchos autores creen que todo lo que se encuentra en las obras de Descartes, Spinoza, Kant,
Bergson, Nietzsche y otros filósofos y pensadores a partir del siglo XVI es completamente falso
cuando la realidad es otra.

tenían de acuñar la tradición y de fomentar el progreso los grandes filósofos y humanistas que
formaron la Edad Media, es cierto que ha influido muchísimo en esa separación tan radical que se
advierte entre la ciencia cristiana actual y la que no lo es. En la Edad Media los filósofos y
humanistas formaban la historia de la ciencia, de tal modo que es de todo punto imposible el
estudiarla hoy sin revolver los infolios que escribieron.

A partir del siglo XVI tal vez haya que decir que algunos, por no decir muchos, eruditos y
pensadores han vivido y viven al margen de la historia científica y que no forman la ciencia, sino
que tan solo la ven desde la barrera. Se impone, por consiguiente, un retorno a los verdaderos
métodos de nuestros antepasados, en cuanto a una perfecta amplitud de criterio científico,
literario y artístico. El hombre se perfecciona con el correr del tiempo”, escribió en frase lapidaria
el cardenal Cayetano.

En cambio, Erasmo decía “Toda ciencia humana, por el mero hecho de serlo, es imperfecta, y, por
tanto, progresiva por esencia”. Todo amante de la sabiduría pone un grano de arena en su edificio.
Todas las conocemos, y viven en nuestras conciencias, porque, como dice Tolomeo en el
Almagesto, “no está muerto el que un día vivifico la ciencia, ni es pobre el que se distinguió en el
dominio de la inteligencia”.

Tal Erasmo de Rotterdam, en cuyas obras están formales o latentes estas ideas. Léase sin
apasionamiento el Elogio de la necedad y se observara en un profundo sentimiento religioso,
Erasmo fue siempre creyente, con todo lo que significan sus arranques y sus sátiras; no desvió su
mente de Dios; fue un humanista divino. A ´él se puede aplicar la expresión de Santo Tomas; La
sabiduría humana, en tanto es sabiduría en cuanto está subordinada a la sabiduría divina; pero
cuando se separa de Dios, se convierte en in-sipiencia.”

el concepto de que “la locura es sabiduría y la sabiduría locura”. Merece aplicarse cada una las
Paginas de Erasmo, dejarse conducir por ´el, seguir sus máximas, sus enseñanzas. Nunca se
aprende tanto como cuando se ensena lo ridículo, y en la experiencia de la vida nadie dude de que
puede colocarse al sabio o loco de Rotterdam entre los conductores espirituales de la Humanidad.

El concepto de locura es más restringido y no puede aplicarse en todas las páginas del libro de
Erasmo, donde aparece ese termino sin destruir el sentido. Este ´ultimo termino tiene más
raigambre latina que castellana; en cambio, el vocablo necio es de más uso entre nuestros clásicos
de la Edad de Oro.

la palabra necedad, hemos creído conveniente conservar el título de Elogio de la locura, ya que
con ´este se publicó por primera vez en castellano y por ´él es más conocido este admirable libro.

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Aquí en esta dedicatoria habla sobre que viajo de Italia a Inglaterra, con el fin de no
malgastar en conversaciones banales e insípidas todo el tiempo que tuve que ir a caballo, resolví,
ya meditar, ya complacerme con el recuerdo de los amigos entrañables y doctísimos que deje en
esta tierra. Entre ´estos, mi querido Moro, tú ocupabas el primer lugar. Tal recuerdo no me
deleitaba menos de lo que acostumbraba a deleitarme a tu lado.

Mas, en cuanto a los que se escandalizan de la ligereza y de lo jocoso del asunto, quería que
pensasen en que yo no soy el inventor del género, sino que desde antiguo ha sido puesto en
práctica por grandes escritores.

las moscas y los parásitos; Seneca escribió la apoteosis de Claudio; Plutarco, el dialogo de Grillo
con Ulises; Luciano y Apuleyo, el asno; y no se quien, el testamento del cochinillo Gruñido
Corocora, de que hace mención San Jerónimo, Por tanto, si esto les agrada, que se imaginen que
he estado distraído jugando al ajedrez, o, si lo prefieren, que he cabalgado en un palo de escoba.
Pues siempre ser ‘a una injusticia que, reconociendo a todas las clases de la sociedad el derecho a
divertirse.
Nada más tonto que tratar las cosas serias de una manera frívola, del mismo modo nada hay tan
divertido como tratar de un asunto baladí sin dar sospechas de que lo sea. Es cierto que al publicó
toca juzgarme; no obstante, si el amor propio, Por lo que respecta al reproche de mordacidad,
responder ‘e que siempre se ha concedido al ingenio la libertad de chancearse sin recelo de las
cosas humanas, con tal que esa licencia no degenere en frenesí.

San Jerónimo escribió en este género con más libertad y mordacidad, en varias ocasiones hasta sin
perdonar los nombres propios. En cuanto a nosotros, aparte de que nos hemos abstenido
completamente de nombrar a nadie, hemos guardado tal moderación en el estilo, que el lector
avisado comprender’ a desde luego que nuestro ´animo ha sido más bien agradar que morder.

Alguien a quien estas razones no le convenzan, tenga en cuenta, por lo menos, lo bonito que es ser
censurados por la Necedad, y que, al hacerla hablar, hemos debido caracterizarla
convenientemente.

HABLA LA NECEDAD PAG 33


Erasmo no le importaba lo que decían la gente de el (pues ignoro cuando mala fama tiene la
Necedad, aun entre los más necios), sola, yo soy, no obstante, la que tiene virtud para distraer a
los dioses y a los hombres. “Si queréis una prueba de ello, fijaos en que apenas me he presentado
en medio de esta numerosa asamblea” en todos los rostros ha brillado de repente una alegría
nueva y extraordinaria, como los dioses de Homero, mientras, hace un instante, os hallabais tristes
y preocupados.

CAPITULO 1

Así como cuando el sol matutino muestra a la tierra su faz resplandeciente y radiante, o como
cuando después de un crudo invierno surge otra vez la primavera en alas de los céfiros , parece
que todas las cosas adquieren nuevo aspecto, nuevo color y nueva juventud logrando de este
modo mi sola presencia lo que apenas logran conseguir los mejores oradores con esos discursos
prolijos y cuidadosamente preparados, que pocas veces consiguen disipar el tedio al auditorio.

CAPITULO 2

“Si queréis saber el asunto que me trae ante vosotros con tal raro adorno, vais a saberlo, si os
dignas escucharme, pero no con la atención que soles prestar a los predicadores, sino con los
oídos que prestáis a los charlatanes, a los juglares y a los bufones, o bien con aquellas orejas que
puso antiguamente nuestro amigo el rey Midas para escuchar al dios Pan “ dijo Erasmo sobre
todos los conocimientos “Me ha dado hoy por hacer un poco de sofista ante vosotros, no
ciertamente como esos pedantes que en nuestros días llenan de majadería los cerebros de los
niños, ensenándoles a discutir con más terquedad que las mujeres”.

CAPITULO 3

DEFENSA DE LA PROPIA ALABANZA: Ahí habla sobre la opinión sobre los sabios “yo no considero
sabios a los que creen que alabarse a sí mismos es la mayor de las necedades y de las insolencias.
Sea necio, si así lo prefieren con tal que se reconozca que esta necedad está muy puesta en su
lugar.” ¿Hay, en efecto, cosa más natural que el que la necedad entone sus propias alabanzas y se
dé bombo a sí misma? ¿Quién puede darme a conocer mejor que yo? De esta manera me parece
que doy pruebas de ser más modesta que esos hombres a los que el vulgo llama grandes y sabios,
y que, depuesto todo pudor, suelen sobornar a un retórico adulón o a un poeta parlanchín.

“Con razón se alaba a sí mismo quien no encuentra nadie que le alabe.” Por lo cual, declaro con
toda franqueza que no sé si admirar más la ingratitud o la indolencia de los hombres para
conmigo, pues, aunque todos me festejen asiduamente y todos reciban con placer mis beneficios,
jamás ha habido uno solo a quien se le haya ocurrido cantar en un agradable discurso las
alabanzas de la Necedad.

CAPITULO IV

CARA A CARA DE LA NECEDAD: Uno de sus dichos era el siguientes; No vayáis a creer que con mis
palabras me propongo lucir mi ingenio, como es costumbre de casi todos los oradores de estos
tiempos, los cuales ya sabéis que cuando pronuncian un discurso elaborado durante treinta años,
y que algunas veces ni siquiera es suyo, juran que, como por juego, lo han compuesto o dictado en
tres días. A mí siempre me ha causado gran placer decir de repente cuanto se me viniera a la boca,
y, por tanto, nadie espere de mí que, siguiendo la costumbre de estos retóricos vulgares, proceda
por una definición de mí misma.

CAPITULO V

SINCERIDAD DE LA NECEDAD E INGRATITUD DE LOS SABIOS PARA CON ELLA: Pero ¿para qué voy a
insistir en esto, como si no llevase grabado en el rostro y en la frente qué clase de pájaro soy,
como dice el pueblo, o como si alguno que me confundiese con Minerva o con la Sabiduría. En mí
no hay lugar para el engañó, ni llevo una cosa en el corazón y otra en la boca; soy siempre y en
todas partes identifica a mí misma, de tal modo que no pueden disimularme ni aun aquellos que
saben cubrirse con una apariencia dándose tono y echándoselas de sabios.

CAPITULO VI

LA NECEDAD IMITA A LOS RETORICOS: Quiero imitar con esto a los retóricos de nuestro tiempo,
que se creen dioses con sólo mostrarse con dos lenguas, como la sanguijuela, y que piensan hacer
maravillas encajando de cuando en cuando en sus discursos latinos algunas palabras griegas, con
las que hacen, aunque no venga a cuento, una especie de mosaico.

Porque conviene que sepáis que mis fieles aceptan una cosa tanto mejor cuanto de más lejos
viene, y ´este no es uno de sus mejores placeres. Y si entre ellos hubiese algunos más vanidosos,
reían, aplaudan y muevan, como el asno, las orejas, que con ello tendrían más que suficiente para
hacer creer a los demás que lo comprenden a maravilla, aunque en el fondo no entiendan una
palabra. Y basta de esto. Volvamos ahora a nuestro tema.

CAPITULO VII

PROGENIE DE LA NECEDAD: Sabias pues mi nombre, varones estultısimos, y digo estultısimos


porque ningún otro epíteto más honroso puede emplear la diosa Necedad para honrar a sus
creyentes. Mas, como entre vosotros no hay muchos que conozcan mi genealogía, voy a intentar
exponerla con el auxilio de las Musas. No debo mi nacimiento ni al Caos, ni a Plutón, ni a Saturno,
ni a Júpiter, ni a ningún otro de la casta de estos dioses podridos de vejez, sino que me ha
engendrado Pluto, que es el supremo dios, el padre de los dioses y de los hombres, digan lo que
quieran Homero, Hesíodo y aun el mismo Júpiter.

una palabra, todos los negocios públicos y privados de los hombres; Pluto, sin el cual toda esa
turba de númenes de que hablan los poetas, y aun me atrevo a decir que hasta los mismos dioses
mayores, o no existirían de ningún modo, o no podrían comer caliente en su propia morada; Pluto,
a quien si alguien hiciese montar en colera no le valdría ni el favor de Palas, y, en cambio, si le
fuere propicio, sería capaz de autorizarle para ahorcar a Júpiter con todos sus rayos.

CAPITULO VIII

PATRIA Y CRIANZA DE LA NECEDAD: ahora me preguntáis cual es el lugar de mi nacimiento (puesto


que hoy día la tierra donde un niño ha lanzado su primer vagido entra por mucho en su nobleza),
sabed, pues, que no vi la luz ni en la errática isla de Delos13, ni en el mar undoso, ni en las
profundas cavernas, sino en las islas Afortunadas14, en donde todo crece espontaneo y sin cultivo;
en donde no se conocen ni el trabajo, ni la vejez, ni la enfermedad, ni tampoco se ven nunca el
gamón ni 13Isla del Egeo que, según la leyenda, Zeus hizo surgir del fondo del mar para que
pudiera nacer en ella Apolo y Artemisa. 14La literatura antigua –Homero, Hesíodo, Píndaro, Plinio
y Horacio, etc. Nacida en medio de tantas delicias, no comencé llorando mi inmortal carrera, sino
que al abrir los ojos, sonreí amorosamente a mi madre; y no envidio a Júpiter la cabra que le
amamanto, porque a mí me dieron el jugo de sus pechos dos graciosísimas ninfas: la Embriaguez,
hija de Baco, y la Impericia, hija de Pan.

CAPITULO IX

EL CORTEJO DE LA NECEDAD: Esta que veis de aire tan arrogante es el Amor Propio (Filautías); esta
de risueños ojos y cuyas manos están siempre dispuestas al aplauso, se llama la adulación
(KolakÐa); esta que está como aletargada y que parece dormir, se llama el Olvido (Lhj ); esta otra
que se apoya sobre sus dos codos y está de brazos cruzados es la Pereza (MisoponÐa).

Ya conocéis mi origen, mi educación y mi sequito. Ahora bien: para que nadie sospeche que
usurpo el título de diosa, oído atentamente los innumerables beneficios que proporciono a los
dioses y a los hombres, y hasta dónde se extiende mi imperio.

CAPITULO XI

PODER DE LA NECEDAD EN LOS OR´IGENES DE LA VIDA: en primer lugar, ¿qué puede haber más
dulce y precioso que la vida? Y siendo así, ¿quién en los comienzos de ella tiene más parte que yo?
Ni la lanza temible de Minerva, ni el escudo del tempestuoso Júpiter, serían capaces de engendrar
y propagar la especie humana.

Sabido es que los que se creen casi dioses; pues bien: dadme uno de ellos que sea dos, tres, o, si
queréis, mil veces estoico, y tened por seguro que yo no le haré cortar la barba, esa in17fil´osofos
caracterizados por su indiferencia ante las circunstancias de la vida. Ni el placer ni el dolor son
normas de conducta. La razón y el seguimiento de la naturaleza eran sus normas fundamentales.
sígnica de sabiduría que comparte con los machos cabríos, pero por lo menos haré que desarrugue
el entrecejo y la frente, que abandone por un momento sus dogmas inmutables y que cometa
alguna que otra tontería o extravagancia. En resumidas cuentas, a mí y a nadie más que a mí
tendrá que acudir el sabio apenas quiera ser padre.

Este es, cabalmente, el manantial sagrado de donde fluye la vida con más verdad que del cuaterno
de Pitágoras, Porque ¿qué hombre, decidme, ofrecería su cabeza al yugo del matrimonio si, como
suelen hacer los sabios, pensase antes seriamente en los inconvenientes de la vida conyugal, ni
qué mujer consentiría que se le acercase un varón si conociese o examinase solamente los
peligrosos dolores del parto, o las molestias de criar los hijos? Pues bien: de esta broma mía,
irrisoria y ridícula, provienen los filósofos llenos de orgullo, a quienes hoy han sucedido los que el
vulgo llama monjes, los purpurados reyes, los piadosos sacerdotes, los tres veces santos pontífices,
y, en fin, toda esa turba de semidioses, tan numerosa que el Olimpo, con ser tan grande, apenas
puede contener.

CAPITULO XII

EL PLACER, COMO BIEN SUPREMO: supondría, sin embargo, haberos demostrado que yo soy el
principio y la fuente de la vida, si no os demostrara además que todas las dichas de este mundo las
debéis también a mi munificencia. ¿Qué sería, en efecto, la vida, si vida pudiera entonces llamarse,
si se le quitara el placer? Veo que aplaudís.

Decir bastante cuerdo para no ser de mi opinión. Los mismos estoicos, aunque es cierto que no
desprecian el placer, saben disimularlo con gran sagacidad y decir de ´el mil perrerías cuando
están delante de la gente, pero es sólo con el objeto de apartar a los demás del pastel y gustarlo
ellos después a todo su sabor. Pero díganme, por Júpiter: ¿hay un solo día en la vida que no sea
triste, monótono, insípido, aburrido y molesto, si no se le adereza con el placer, es decir, con la
salsa de la necedad?

CAPITULO XIII

´INTIMA RELACION DE LA INFANCIA Y DE LA VEJEZ CON ´ LA NECEDAD. –BENEFICIOS QUE ESTA


REPORTA A LA ´ VEJEZ: Nadie ignora que la primera edad del hombre es la más venturosa y la mías
grata de todas. Y ¿qué es lo que vemos en los niños que nos mueve a besarlos, a abrazarlos, a
acariciarlos, y que hace que nos parezca que hasta tienen la virtud de desarmar al enemigo, sino el
atractivo de la necedad, con que la prudente Naturaleza ha adornado las frentes de los recién
nacidos, a fin de que puedan pagar en placer los trabajos de la crianza y conquistar por su
amabilidad la protección que necesitan?

Tendrıaseme por embustera si no añadiese que, a medida que el adolescente va entrando en años
y la experiencia de las cosas y el estudio de las ciencias le hacen adquirir algunos conocimientos,
comienza también a marchitarse su hermosura, a languidecer su gallardía, a enfriarse su donaire y
a disminuir su vigor. Si alguien desea saber cómo hago este rejuvenecimiento, no voy a ocultarlo.
Para hacerlo, condúzcalos a las márgenes del Leteo, río que nace en las islas Afortunadas (pues por
el Infierno no corre más que un pequeño riachuelo), para que allí, bebiendo a grandes sorbos el
agua del Olvido, vayan poco a poco aminorando sus cuidados y vuelvan a la juventud.
Fuera de esto, la aparto por tal medio de las preocupaciones que el mismo sabio no puede evitar,
con lo cual el viejo no deja de ser buen compañero de bebienda, no siente el tedio de la vida, que
apenas soporta la edad más vigorosa, y si no torna algunas veces hasta a deletrear el verbo amar
como el vejete de Plauto, lo considera como cosa desgraciada, Considerada desde este aspecto, la
vejez supera a la infancia, edad dichosa, sin duda, pero, al fin y al cabo, infantil, ya que le faltan
esas charlas amenas, principal recreo de la vida. Conviene observar que los viejos quieren con
frenesí a los niños, y ´estos a los viejos, sin duda porque (como dice el poeta Homero) “los dioses
se complacen en poner siempre juntos a los que se semejan”.

CAPITULO XIV

LOS BENEFICIOS DE LA NECEDAD SON SUPERIORES A LOS DE LOS DIOSES, PORQUE HACE
DURADERA LA JUVENTUD Y ALEJA LA VEJEZ: Después de esto, comparece este beneficio que yo
dispenso con las metamorfosis que operan los dioses, y no me refiero a las que hacen cuando
están airados, sino a las que ejecutan en las personas; los más benévolas suelen transformarlas ya
en ´árbol, ya en ave, ya en cigarra, y hasta en serpiente.

¿No veis esos rostros paliados entregados al estudio de la Filosofía o a serios y arduos negocios, ya
envejecidos, por lo general, antes de llegar a la plena juventud, a causa del trabajo y de la tensión
incesante del pensamiento que ha agitado en ellos el espíritu y ha secado la savia de sus vidas?
Con razón los de Brabante han practicado esto, según opinión del vulgo, pues dicen que, así como
los demás hombres, con los años, adquieren la sensatez, ellos, a medida que envejecen, van
haciendo más necios, y sabido es que no hay otra nación que tome la vida tan en broma ni que
sienta menos las tristezas se la senectud.

Con ellos tienen mucho parecido mis holandeses, tanto por la próxima 19Cerdo de la piara de
Epicuro. Erasmo se refiere aquí a los epicúreos, considerados sin escrúpulos y sin moral en su
búsqueda del placer. vecindad como por sus costumbres, y digo mis holandeses, porque me
rinden un culto tan asiduo que hasta del pueblo merecieron un apodo que, lejos de avergonzarse
de ´el, se lo adjudican como un honor.

CAPITULO XV

NECEDAD DE LOS DIOSES: ¿por qué hablar mías de los tales? Trasladémonos al Empíreo, y
consiento en que hasta mi nombre sea un oprobio para mí si se encuentra en uno solo de los
dioses algo que no sea ´áspero y despreciable, como no sea con mi ayuda. ¿Por qué Baco, si no, ha
sido siempre un mancebo de poblada cabellera?

Más, por el contrario, la tiene a tanta distancia para pasar por un sabio, que prefiere que se le
honre ´únicamente con burlas y con farsas, y no se ofende por el sobrenombre de fatuo que le da
un proverbio griego cuando se dice de ´el que es más necio que una cabeza pintarrajada con
heces, por alusión a la costumbre que tienen los vendimiadores de embadurnar en sus fiestas con
mostos y con zumo de higos frescos la estatua sedente del dios colocada a la puerta de los
templos. Y ¡qué injustas burlas no se han hecho contra ´el en las antiguas comedias! “¡Oh insulso
dios –exclaman–, digno de haber nacido del muslo de Júpiter!”

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