Gripe Española 1918 - Si Sobrevivían, Eran Puestos en Libertad... (10-06-22) (3P)

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Hospital improvisado en Camp Funston, Kansas, en 1918

Picotazos de historia

Si sobrevivían, eran puestos en libertad: el mortal


experimento durante la gripe española
En noviembre la enfermedad se había propagado con rapidez por
Estados Unidos y el epicentro estaba en Boston, donde los
fallecimientos diarios ascendían alarmantemente
Fernando Prado
10/06/2022 Actualizada 04:51
En septiembre de 1918 la denominada «gripe española», llamada
así debido a que las únicas noticias que se tenían de su
desarrollo e impacto provenían de la prensa española, que no se
encontraba afectada por la censura militar, apareció en la ciudad
de Boston (EE.UU.). Esta enfermedad se desarrolló con una

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velocidad y una virulencia terrible; la mortandad era muy elevada
y, lo que era más asombroso y preocupante, no se cebaba en los
sectores más débiles por edad (ancianos y niños), al contrario,
afectaba de una manera letal a individuos jóvenes.
En noviembre la enfermedad se había propagado con rapidez por
el país y el epicentro estaba en Boston, donde los fallecimientos
diarios ascendían alarmantemente. Desesperados, las autoridades
escucharon una propuesta por parte de tres médicos: Rosenau,
Goldberger y Keegan. Los doctores proponían una investigación
inoculando la peligrosa enfermedad a voluntarios con el fin de
poder desarrollar una vacuna. Debido al alto riesgo, por no hablar
de lo éticamente discutible, aconsejaban que se solicitaran
voluntarios entre los prisioneros de la prisión naval situada en la
isla Deer, frente al puerto de Boston. Las autoridades dieron el
visto bueno.
Si los prisioneros sobrevivían, se les perdonarían las penas y
serían liberados
Se reunió personal, medios sanitarios, se aisló una zona de la
prisión y, cuando todo estuvo preparado, el Dr. Goldberger habló
a los prisioneros reunidos en el patio. Les explicó en qué
consistirían los experimentos, por qué era necesario que se les
contagiara y los beneficios que se podrían lograr de las
investigaciones. También les prometió que aquellos que
sobrevivieran se les perdonarían las penas y serían liberados. Los
prisioneros, la inmensa mayoría marineros, se presentaron
voluntarios en masa. Trescientos fueron los voluntarios y de ellos
se seleccionó a 62.
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En el área especial aislada, los prisioneros fueron rociados en los
ojos, nariz y boca con aerosol que contenía la infección. Se les
inyectó tejido pulmonar de fallecidos y se les puso láminas de
este sobre los ojos para facilitar la entrada de la infección, a
algunos se les hizo permanecer junto a moribundos en el pabellón
de desahuciados del hospital más cercano. El resultado fue un
rotundo fracaso. Ninguno de los prisioneros contrajo la
enfermedad. El único que la pilló y murió al poco tiempo, fue el
médico a cargo del pabellón de los voluntarios. En cuanto a la
promesa de libertad: no tengo ni idea. No he encontrado ninguna
información sobre si las autoridades de Boston cumplieron su
palabra o no.

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