Tema 1. Introducción A Las Relaciones Internacionales
Tema 1. Introducción A Las Relaciones Internacionales
Tema 1. Introducción A Las Relaciones Internacionales
1. Introducción
1
Las Relaciones Internacionales (RRII) como disciplina científica que aspira a
aprehender las relaciones, las interacciones y los fenómenos que trascienden los límites
del Estado y que afectan a la sociedad internacional (SI) como tal es muy reciente.
Aunque el Derecho internacional, que se desarrolla a partir del S.XVI con la aparición
del Estado soberano, y la historia diplomática y la diplomacia surgida en el S.XIX, se
han encargado tradicionalmente del estudio de la SI, proporcionando ambas una visión
distinta de los fenómenos internacionales, las RRII surgen en el S.XX ofreciendo una
visión más ambiciosa de este tipo de sociedad en términos de globalidad -todos los
elementos y los fenómenos que en ella se producen y los actores que interactúan- y
desde una perspectiva propiamente internacional -al superar el paradigma del Estado-,
lo que supone el nacimiento de una disciplina científica distinta de las anteriores.
De esta manera, las RRII es una disciplina científica ligada directamente a los procesos
de cambio, profundos y radicales, que han tenido lugar en la SI durante el S. XX y la
necesidad de interpretarlos adecuadamente como forma de ofrecer soluciones a los
problemas del mundo, en particular, a los problemas clásicos de la paz y del equilibrio
del poder, pero también a otros problemas de dimensiones dramáticas que se conocen en
nuestro tiempo, y que están en íntima conexión con la paz, como son los ligados a los
del sistema económico mundial, el desarrollo desigual entre los Estados, la opresión, el
acceso a los recursos naturales y la amenaza al equilibrio ecológico o climático. En
palabras del profesor Celestino del Arenal “[L]as relaciones internacionales, como
disciplina científica y como teoría, representan en la actualidad, por lo tanto, una parte
importantísima del esfuerzo de los hombres por entenderse a sí mismos y por solucionar
algunos de los más graves problemas a los que se enfrenta la humanidad. Es ésta la que,
en última instancia, debe estar en el punto de mira de nuestra disciplina”.
2. Las relaciones internacionales como disciplina científica
2.1. El nacimiento de la disciplina, su expansión e implantación geográfica.
Las RRII, como disciplina científica, nacen en el año 1919, después de la I Guerra
Mundial y su traumática experiencia, cuando se crea la Woodrow Wilson Chair of
International Politics, concebida como un centro de estudio de los problemas
relacionados con el derecho y la política, que ofreciera soluciones en materia de política
exterior y de paz internacional. En todo caso, la generalización de las RRII como
disciplina científica es sólo una realidad después de la Segunda Guerra Mundial.
La I Guerra Mundial había demostrado que la forma tradicional de mantener el
equilibrio de poder en la SI, que bebía de la tradición política del Consenso Europeo, no
era suficiente para garantizar la paz y la estabilidad internacional. Los profundos
cambios que se producen en el periodo de entreguerras contribuyeron significativamente
al devenir de una nueva realidad internacional que exigía nuevas miradas y construcción
teóricas para interpretarlos globalmente y ofrecer soluciones a los problemas del mundo,
en particular, al problema de la guerra (o del poder), pero también a los nuevos
problemas comunes que surgen del proceso de cambio y evolución de la SI.
Por un lado, el tradicional sistema de Estados, que había venido funcionando desde el
siglo XVI, iba dejando paso a un nuevo sistema internacional de características y
dinámicas diferentes, en el que incluso aparecían nuevos actores estatales, nuevas
grandes potencias, especialmente los Estados Unidos, con políticas distintas de las
2
tradicionales, que anunciaban la noción y la realidad de lo que después de la Segunda
Guerra Mundial se denominarían superpotencias. De hecho, el protagonismo que los
Estados Unidos tienen en la génesis y el desarrollo de las RRII como disciplina
científica vendrá a ser reflejo de esa nueva realidad internacional -es un hecho
indiscutible que su origen es anglosajón, con las aportaciones de los EE.UU
principalmente y, en menor medida del Reino Unido, ya que sólo después llegarían las
aportaciones de los Estados de la Europa continental en los que estas disciplinas eran
académicamente hegemónicas-.
Por otro lado, también contribuyeron al carácter convulso del S. XX, los profundos
cambios estructurales que experimentó la SI: el desarrollo tecnológico e industrial, la
influencia creciente de los movimientos sociales y políticos; la heterogeneidad de la SI a
partir de la Revolución Bolchevique, los horrores de la Primera Guerra Mundial y el
deseo de instaurar un orden de paz y seguridad; la responsabilidad que en ese mundo
cambiante y complejo recae sobre las grandes potencias; la toma de conciencia del
papel que juegan los factores ideológicos, económicos y sociales y del protagonismo
internacional de otros actores distintos de los Estados; el hecho del desarrollo cada vez
más intenso de la cooperación entre los Estados, consecuencia de la creciente
interdependencia entre los mismos; la acentuación de la interrelación entre la política
interna de los Estados y su política exterior; los problemas vitales a que se enfrenta la
humanidad y la preocupación científica que origina la elaboración de una teoría de la
sociedad, son algunos de los factores que contribuyen a generar la necesidad de
individualizar el estudio de las relaciones internacionales y de desarrollar una disciplina
que se ocupe de la sociedad internacional en cuanto tal. Estas nuevas realidades
impulsan -.
Finalmente, la incapacidad de las disciplinas tradicionales para interpretar
adecuadamente estas transformaciones y de la propia SI, la perspectiva parcial o
sectorial del derecho y a diplomacia, y la evolución de la ciencia política y de la
sociología en este mismo periodo histórico, determinó la evolución y formación de la
disciplina de las RRII.
En todo caso, la generalización de las RRII como disciplina científica no es una realidad
sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial. La toma de conciencia de
dimensiones ignoradas hasta ahora, la aplicación de métodos y técnicas procedentes de
otras ciencias y la evolución de las propias RRII, especialmente, después de la aparición
de las armas nucleares y su impacto revolucionario en las consecuencias de la guerra, el
desarrollo de las organizaciones internacionales (OOII) gubernamentales y no
gubernamentales, la bipolarización del sistema internacional, la descolonización y
nacimientos de nuevos Estados, la creciente desigualdad entre países industrializados y
países en vías de desarrollo, a la aparición de nuevos actores, sobre todo económicos, y
la interdependencia cada vez más acusada entre política interior y política exterior
contribuyeron a su expansión y consolidación.
Dicho todo lo anterior, puede afirmarse que las RRII surge de la mano de la evolución y
cambios que se producen en la SI, que progresivamente va perdiendo algunas de las
características del pasado, se va mundializando con un germen universal y encuentra en
la cooperación el medio para la defensa de los intereses, valores y nuevos problemas
3
comunes; para dar respuesta a esta nueva realidad, se exige una indagación nueva,
específica y global, que hasta entonces sólo había venido siendo objeto de consideración
parcial o sectorial por parte del Derecho internacional, de la historia diplomática y de la
diplomacia entendida como ciencia.
La expansión y la implantación demográfica de la disciplina responde al interés de los
Estados de habla inglesa por la construcción de una nueva aproximación a los asuntos
internacionales una vez que la Primera Guerra Mundial (IGM) puso de manifiesto el
fracaso de la diplomacia tradicional, característica del sistema europeo de Estados, en el
mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. A nivel de instituciones, que se
insertarán en la línea científica que llevará a las relaciones internacionales, hay que
mencionar, antes de la IGM, al Carnegie Endowment for International Peace y la World
Peace Foundation, y después de ésta, durante la Conferencia de Paz de París, las
importantes cátedras dedicadas a la investigación y estudio de la problemática
internacional, el Royal Institute of International Affairs, de Londres, y el Council on
Foreign Relations, de Nueva York. La Segunda Guerra Mundial (IIGM) y la posguerra
acentúan las relaciones internacionales como disciplina científica de los EE.UU. y
Reino Unido y motivan su andadura por los países de la Europa continental, en
particular Francia, Italia, Suiza, la República Federal Alemana y España, aunque no sin
reticencias notables al reconocimiento de la existencia de las relaciones internacional
como disciplina científica auténtica o autónoma.
Las relaciones internacionales se han desarrollado de manera desigual en otras regiones
de mundo que no han sido considerados impulsoras de la disciplina. En la Unión
Soviética experimenta un desarrollo tardío-derivado de su difícil situación interna e
internacional y del dogmatismo propio del marxismo-leninismo- que presenta
características propias - vinculada al aumento de su poder y a los avatares de la ciencia
política-. Esto hace que la concepción de las relaciones internacionales de la Unión
Soviética sea muy similar a la de los EE.UU. En América Latina el desarrollo de las
relaciones internacionales también es muy tardío -hay que esperar a las décadas del
setenta y ochenta para que nazca el interés por la disciplina- y tiene características
propias debido al contexto histórico-internacional en que se han movido los países
latinoamericanos -dominado por una problemática específica muy diferente a la que
provocó el interés por la disciplina en EE.UU. o Europa- por lo que sus aportaciones no
son asimilables. Fuera de América y Europa el desarrollo de las relaciones internacional
también ha sido desigual. Mientras que países desarrollados, como Australia o Japón,
conocen un importante avance, en los países en vías de desarrollo las relaciones
internacionales son han tenido un pobre desarrollo.
Evidentemente, razones históricas, culturales, académicas y políticas son las que han
determinado que las relaciones internacionales hayan progresado de distinta manera
según los países. Como ya hemos indicado, es normal que las relaciones internacionales
se hayan desarrollado primero en aquellos países en los que otras disciplinas científicas
tradicionales que estudien los fenómenos internacionales, como el derecho
internacional, la historia diplomática y la diplomacia, tuvieran menos implantación y, de
la misma manea, fuera más tardío respecto de aquellos países en los que éstas eran
hegemónicas. Ahora bien, el mayor desarrollo experimentado por las relaciones
internacionales en EE.UU. no ha significado que las contribuciones realizadas por
4
Europa u otras regiones, aunque más tardías y quizás menos numerosas, no hay impacto
de manera sobresaliente en la consolidación y avance de la disciplina.
2.2. Objeto de estudio
No es fácil delimitar cuál es el objeto de estudio de las relaciones internacionales en
cuanto que disciplina científica. La razón es que, como ya se ha podido leer
anteriormente, su desarrollo y evolución responde a diferentes intereses, enfoques
teóricos y visiones del mundo por lo que no resulta sencillo concretar lo que la
disciplina debería estudiar.
De hecho, las diferentes teorías sobre las relaciones internacionales, que veremos más
adelante, delimitan el objeto de estudio de la disciplina en función los principios sobre
las que se construyen y de las diferencias ya enunciadas. De esta manera, los temas que
entran dentro del foco de esta disciplina científica pasan desde los que se centran en el
estudio de las relaciones entre los Estados, la seguridad y el poder, a partir de las
relaciones de conflictos -propios del realismo clásico-; los que atienden a sus relaciones
de cooperación e interdependencia en el contexto de la globalización -típicos del
liberalismo-; los que abordan en análisis de la estructura del sistema económico
capitalista mundial, que genera dependencia y opresión – que forman parte del
estructuralismo o neomarxismo-; o los que centran su análisis en factores ideológicos y
discursivos, no materiales, tales como los que analizan la realidad internacional como
una construcción social en la que tiene un papel fundamental las instituciones y las
normas – constructivismo-; o los que se orientan al estudio y el análisis de los discursos
e imágenes que conciben a las sociedades no occidentales como inferiores para justificar
el dominio occidental- teorías poscoloniales- y las que analizan estas estructuras y roles
de dominación y subordinación desde otros enfoque críticos – teorías verdes y el
feminismo-.
Por todo ello, resulta muy difícil alcanzar una definición general comúnmente aceptada
de lo que es el estudio de las relaciones internacionales. Sin embargo, y de acuerdo con
lo que se comentaba en la introducción, la disciplina de las relaciones internacionales se
encarga del estudio “del conjunto de relaciones sociales que configuran la sociedad
internacional, tanto las de carácter político como las no políticas, sean económicas,
culturales, humanitarias, religiosas, etc., tanto las que se producen entre los Estados
como las que tienen lugar entre otros actores de la sociedad internacional y entre éstos y
los Estados” (Arenal, 1997).
2.3. Características
Karlos Pérez de Armiño (Armiño, prensa) señala que las características básicas que
tiene hoy la disciplina de las relaciones internacionales son el fruto de la influencia de
diversos factores, tales como la evolución de la sociedad internacional, la influencia de
las agencias políticas las grandes potencias estatales, de las corrientes ideológicas
vinculadas a las agendas y a la evolución de las ciencias sociales durante los siglos XIX
y XX.
En términos generales puede decirse de las relaciones internacionales que es una
disciplina joven, ya que su aparición ha sido tardía respecto de otras que estudian los
5
fenómenos internacionales, y que esto explica una cierta inmadurez y sus limitaciones
teóricas y metodológicas.
Asimismo, se trata de una disciplina autónoma de otros como el Derecho internacional o
la historia diplomática o la diplomacia, pero transdisciplinar en el sentido que toma
conocimientos y herramientas de otras disciplinas, tales como la economía
internacional, el derecho internacional, la sociología o la ciencia política, que de manera
fragmentada estudian los diferentes aspectos de la realidad internacionales.
De la misma manera, las relaciones internacionales se caracterizan por tener
discrepancias epistemológicas, una pluralidad de visiones y corrientes teóricos a la hora
de abordar su objeto de estudio. Como ya se ha comentado con anterioridad, esto se
debe a que la disciplina ha evolucionado de la mano de las agendes políticas de las
potencias mundiales y sus diferentes enfoques ideológicos.
El enfoque práctico y prescriptivo es predominante en esta disciplina. Las relaciones
internacionales nacen para resolver problemas concretos y dar soluciones a cuestiones
como la paz y la seguridad internacionales, que son históricamente preocupaciones
centrales en la disciplina. Aun así, en los últimos años junto al enfoque práctico de la
investigación aplicada a la política han cobrado fuerza otros enfoques con un mayor
contenido de reflexión teórica, así como un mayor espíritu crítico – cuestionan los
fundamentos de la SI, las visiones del mundo hegemónicas, la supeditación de las
corrientes teóricas a las estructuras de poder existentes y el ser consustanciales a ellas-.
Igualmente, las relaciones internacionales son una disciplina que tienen generalmente
un carácter normativo ya que a los estudiosos de la SI no están motivados solo por un
interés intelectual o de conocimiento de la realidad internacional, sino que están
motivados por la búsqueda de valores, intereses u objetivos que son la paz o la
seguridad; para ello ven posible los cambios sociales.
Para concluir, queda mencionar que la disciplina tiene un fuerte carácter etnocéntrico y
occidental, anclado a los proprios orígenes, desarrollo y evolución geográfica de la
disciplina. Las relaciones internacionales se basan en percepciones, intereses, conceptos
y valores propios de Occidente y se centra en el análisis de realidades y problemáticas
que son relevantes para éste. Esto ponen en cuestión que fin de la disciplina sea una
compresión comprehensiva de la realidad global y servir a la solución de los problemas
del mundo.
En resumen, las relaciones internacionales no son una disciplina del todo homogénea,
sino más bien nos encontramos ante una disciplina pluralista, que recurre a otras varias
para explicar y formar su objeto de estudio que es la sociedad y la política internacional.
Además, en el devenir de los tiempos, se han venido desarrollado diversos enfoques y
teorías, como la decolonial, el feminismo, las teorías verde o queer, que han puesto de
manifiesto que la diversidad debe estar presente en las relaciones internacionales y que
todos ellas contribuyen a superar su tradicional visión reduccionista, centrada en el
estudio exclusivo del sistema de Estados y del poder, de la guerra y de la paz, para
considerar esta disciplina como la ciencia que se ocupa de la SI y de todos sus
problemas, desde la perspectiva de la paz, considerada no sólo como ausencia de
conflicto y guerra, sino también como la realización plena del hombre.
6
3. Análisis de las Sociedad Internacional
Las RRII, como se desprende del epígrafe anterior, se ocupa del estudio de la SI y de
todos los fenómenos y problemas que en ella suceden. Por esa razón, a continuación,
realizaremos una aproximación sistemática a la definición de SI y a la identificación de
sus rasgos característicos; asimismo, distinguiremos la SI de otros conceptos que han
sido utilizados indistintamente para referirse a ella, pero que manifiestan realidades
distintas; abordaremos la estructura SI, sus instrumentos de análisis y el proceso del
sistema internacional
3.1. Características generales de la Sociedad Internacional
La SI puede definirse como una pluralidad de comunidades políticas independientes que
mantienen relaciones recíprocas, intensas, duraderas y desiguales sobre las que se
asiente un cierto orden común (del Arenal, Celestino). De acuerdo con esta definición,
la SI está compuesta fundamentalmente por Estados, que continúan siendo los actores
principales de la SI, y de otros actores que han ido surgiendo en el devenir histórico,
como OOII, empresas trasnacionales o individuos, y forman una realidad mayor que la
suma de sus partes, puesto que está compuesta por normas, costumbres, valores e
instituciones que delimitan el compartimiento de todos los actores, proporciona cierto
orden y libertad dentro de un sistema básicamente interestatal y que carece de una
autoridad central.
La SI que conocemos actualmente es el resultado de un proceso histórico, que nació con
el surgimiento y expansión del sistema de Estados europeos con la Paz de Westfalia de
1648, y que ha configurado con el tiempo una “sociedad mundial” de carácter global, y
que cuenta con una serie de rasgos propios que la definen:
- Pluralidad de actores: los Estados siguen siendo indiscutiblemente los actores
principales de la SI. Por un lado, su número ha aumentado en las últimas
décadas, debido al proceso de descolonización y de fragmentación, y mantiene
el monopolio del uso de la fuerza, crea las OOII, celebra tratados y garantizan el
orden interno. Ahora bien, otros actores como las OOII, las empresas
transnacionales, medios de comunicación, entre otros, con naturaleza y objetivos
distintos a los del Estado, han adquirido con el tiempo importancia en la arena
internacional en función de los roles que en ella desempeñan y de los cambios en
la distribución del poder.
- La interdependencia: los actores de la SI con interdependientes entre sí,
principalmente como consecuencia de la globalización y de los cambios que ella
ha traído en términos de interes, objetivos y problemas que se manifiestan en
importantes campos, y que no pueden abordarse individualmente, si la
cooperación.
- Heterogeneidad: ahora bien, estas relaciones de interdependencia no se
construyen en términos de equidad, sino que se caracterizan por la desigualdad
entre los actores y la asimetría en las relaciones de poder de los actores que
viene determinada debido a las grandes diferencias territoriales, de población, de
tenencia o acceso a recursos naturales, de poder económico, político y militar
entre los Estados, así como por la aparición de nuevos actores de las relaciones
internacionales.
7
- La complejidad de las relaciones: como consecuencia de la heterogeneidad, pero
también de las diferentes tensiones que tiene lugar en la SI como, por ejemplo,
las tensiones entre la anarquía y la búsqueda de orden y la necesidad de
cooperación entre los actores, o el surgimiento de tensiones o problemas nuevos
que todos ls actores deben hacer frente, entre ellas, el cambio climático o las
migraciones.
- Dinamismo: la SI se encuentra en un proceso permanente de cambio en virtud de
los cambios y las transformaciones que tienen lugar en los sujetos de las
relaciones internacionales, transformación de los Estados, aparición de nuevos
actores, cambios en las relaciones entre ellos, en la distribución del poder, el
surgimiento de nuevos intereses y problemas comunes, entre otros, lo que
influye en la configuración de la agenda internacional.
En resumen, la SI responde a un conjunto de actores que tiene relaciones de carácter
permanente y que se deben acomodar a un marco de normas, valores e instituciones que
tratan de establecer un orden dentro de la anarquía que la caracteriza. La SI ha ido
cambiando y evolucionando en el devenir histórico y ha sido el S.XX el escenario en el
que ha surgido la SI contemporánea: una sociedad de Estados soberanos de alcance
mundial, fuertemente institucionalizada, altamente interdependiente y radicalmente
transformada por el fenómeno de la globalización, cuestión que se analizará en el Tema
2.
A continuación, se pasará a analizar las diferencias que existen entre SI y otros términos
que en ocasiones son utilizados indistintamente para referirse a una misma realidad,
pero que tienen significados distintos sobre los que es importante reflexionar.
3.2. La sociedad internacional y otros conceptos: sociedad nacional y comunidad
internacional
En primer lugar, la SI presenta aspectos que la diferencian de la sociedad nacional,
siendo los más representativos, por un lado, la ausencia de una autoridad central, ya que
si bien en la SI el poder está altamente descentralizado entre sus actores (principalmente
los Estados), que tienen un alto nivel de autonomía y baja integración, y se caracteriza
por la ausencia de una autoridad central, un gobierno mundial, que se encuentra por
encima de estos. En consecuencia, las relaciones en la SI tienden a la anarquía. De
manera contraria, en las sociedades nacionales, el Estado está investido de poder, un
poder central que sirve para mantener el orden público y ostentar el derecho al uso
legítimo de la violencia. Por otro lado, nos encontramos con vínculos menos sólidos, de
modo que si en la SI las interacciones entre los actores son más débiles e inciertas, en
las sociedades nacionales el Estado tiene una estructura sólida en las que las
instituciones estatales y gubernamentales se encuentra claramente consolidadas.
En segundo lugar, respecto de las diferencias entre sociedad y comunidad
internacionales, entendidas ambas como tipos ideales, si bien la comunidad puede
definirse como una unidad que nace de forma espontánea, a la que se pertenece de una
manera natural y que, además, representa un proceso de integración y en la que los
actores internacionales convergen por la virtus o valores; la SI también es una unidad,
pero en cierta manera construida artificialmente ya que se forma por necessitas, es decir,
de una manera artificial, reflexiva y consciente, en la que se presentan valores
8
divergentes, razón por la que en ella debe primar lo jurídico como forma de regular las
relaciones recíprocas.
En este sentido, podemos afirmar que en la actualidad tenemos una SI que “se encuentra
inmersa en un proceso de evolución hacia una comunidad internacional” (del Arenal,
Celestino)”, pero para lo que queda un largo camino por recorrer. De hecho, la actual SI
es un producto histórico de las relaciones interestatales, producto de una dialéctica
constante entre la lógica de la dominación y del contrato y la autorregulación,
conscientes de compartir intereses comunes y potenciales valores. Sin embargo, en la SI
contemporánea un elevado número de Estados aceptan sus aspectos reguladores, pero
sin sentirse ligados por valores y códigos de conducta comunes. En suma, la SI de
nuestros días es aceptada de manera general como organizadora, pero no tanto en
calidad de transmisora de valores dentro de un marco cultural dominante.
3.3. El orden internacional como estructura de poder la sociedad internacional.
El orden internacional se refiere a una determinada estructura o configuración del poder
en la SI que surge de las relaciones entre los actores, lo que permite dotarla de cierto
orden y estabilidad en su funcionamiento.
Para entender qué es el orden internacional hay que estudiar, por un lado, el concepto de
“poder”, que es central en la disciplina de las RRII. Este concepto se ha entendido de
diferentes maneras: por un lado, el “poder relacional”, entendido por el realismo clásico
como la capacidad coercitiva que un actor tiene sobre otro para imponerle
comportamiento concretos, para obligarle a realizar determinadas acciones; por otro
lado, el “poder estructural”, que es el poder que permite configurar las estructuras del
sistema internacional que condicionan las forma en la que interactúan los actores
internacionales, un poder más sutil y menos visible que el poder relacional.
Por otro lado, hay que analizar la distribución del poder en la SI y cómo determina que
ésta sea, a la vez, anárquica y ordenada. La anarquía es un concepto central en la
definición de SI, que significa la ausencia de una autoridad central, y que el poder en la
SI se encuentra descentralizado, distribuido entre unidades políticas. Ahora bien, por
otro lado, esta misma SI anárquica genera principios de orden que permiten la
coexistencia pacífica y la cooperación, un sistema de reglas y de expectativas
establecidas entre Estados.
De esta manera, en la estructura de poder interactúan la correlación de fuerzas entre las
ideas, las instituciones y los atributos materiales del poder en un momento determinado
y esto significa que el orden internacional no es inmutable. La deconstrucción y
emergencia de nuevos órdenes han sido el resultado de importantes crisis y conflictos,
en los que se han roto los mecanismos reguladores existentes y se han creado otros
tantos que han reflejado nuevos valores, acuerdos e instituciones: la Paz de Westfalia, la
I Guerra Mundial, el fin de la Guerra Fría, los atentados del 11/S y la guerra en Ucrania
son claros exponentes de ello.
3.4. El sistema internacional como instrumento de análisis de la sociedad
internacional.
9
El sistema internacional es un concepto que enuncia una realidad distinta a la de la
sociedad internacional, la comunidad y orden internacionales. Si bien la SI se refiere a
las relaciones entre las unidades de políticas, en el marco de normas e instituciones que
les vinculan, y que aceptan en función de un intereses y valores compartidos; el sistema
internacional se refiere exclusivamente a las interacciones que les afectan. Para algunos
autores, la existencia de un sistema internacional, que tiene lugar cuando hay suficientes
interacciones entre unidades políticas para que la actuación de cada una de ellas se va
condicionada por la demás, es previa a la de la existencia de la SI (Bull).
Por lo tanto, si bien la SI es el objeto de análisis de las RRII, el sistema internacional
será un instrumento, un marco de análisis de la SI que toma en cuenta tres elementos
básicos: actores, estructura u orden internacional -bipolar, unipolar o multipolar,
proceso o patrones de comportamiento entre los actores -que pueden ser conflicto,
cooperación o integración- y, por último, factores condicionante que limitan el
comportamiento de los actores y que puede ser internos o eternos – tales como
pandemias, guerras-.
De hecho, siguiendo a Barbé “un sistema internacional está constituido por un conjunto
de actores, cuyas relaciones genera una configuración de poder (estructura) dentro de la
cual se produce una red compleja de interacciones (proceso) de acuerdo con
determinadas reglas”. Solo cuando se desarrollan normas, instituciones, valores y una
cultura común nos encontramos en presencia de una SI.
Los sistemas internacionales tampoco son inmutables. De esta manera, podemos atender
a la siguiente evolución:
El sistema clásico (1648 -1789) marcado por la Revolución Francesa y las ideas
liberales.
El sistema de transición (1789 – 1945) que nos ofrece una clara tendencia hacia el al
multilateralismo.
El sistema post guerra mundial (1945-1989) que viene determinado por la creación y el
desarrollo de las Naciones Unidas y el establecimiento de un orden bipolar marcado por
la guerra fría.
El sistema contemporáneo (1989 hasta hoy) que es un sistema que ha tenido a la
unipolaridad de EEUU, al menos hasta el impacto de los atentados 11 de septiembre, y
que en las últimas décadas se ha visto en un proceso de reconfiguración por la ascensión
China y las aspiraciones de poder Rusia. Este sistema internacional contemporáneo se
mueve, de hecho, en 2 direcciones opuestas: por un lado, una mayor integración debido
al desarrollo y evolución del mercado, de las comunicaciones y de la tecnología en la
globalización y, por otro lado, una mayor fragmentación como resultado de los
conflictos propios de la globalización que han llevado al surgimiento de movimientos
contrahegemónicos y nacionalistas.
3.5. Los regímenes internacionales y la gobernanza global como mecanismos de
regulación de la sociedad internacional.
Para paliar la anarquía que caracteriza a la SI, evitar el unilateralismo y dotar de mayor
previsibilidad y seguridad al comportamiento de los actores internacionales se han ido
10
configurando determinados mecanismos para facilitar la cooperación y un cierto orden
entre ellos.
A tales mecanismos se les denomina regímenes internacionales y se definen como
instrumentos parciales de la regulación de la conducta de los actores internacionales en
determinados campos de la política internacional, creando expectativas de
comportamiento entre los Estados, lo que ayuda a reducir la incertidumbre, mejorar la
estabilidad y la seguridad en la SI.
Las características que describen los regímenes internacionales se desprenden de esta
definición general. De esta manera, los regímenes internacionales pueden materializarse
instituciones (OOII, conferencias internacionales) y normas (tratados, costumbres,
principios) de diferente naturaleza y son generalmente de carácter parcial o sectorial y
regulan aspectos concretos de la política internacional (finanzas, salud, seguridad,
desarrollo).
Es este último aspecto el que viene evolucionando con mayor rapidez si tenemos en
cuenta el marco actual de la globalización y la necesidad de respuestas más
comprehensivas a problemas más globales. En este sentido, resulta útil el concepto de
gobernanza global en torno a asuntos públicos que son de interés para toda la
humanidad (la paz, el desarrollo, el medio ambiente y los derechos humanos). Por otro
lado, concepto que no está exento de críticas debido a que visión idílica de la realidad,
que se asienta mecanismos de gestión ya existente y para los que no propone un enfoque
corrector sobre sus lados más oscuros (la exclusión de muchos actores en la
participación de los mecanismos y la desigualdad de poder).
4. Actores internacionales (MARTES)
De acuerdo con Calduch, reciben la calificación de actor internacional aquellos grupos
que gozan de una capacidad efectiva para participar y actuar en unas relaciones
internacionales con otros grupos que pertenecen a la misma sociedad internacional. Por
tanto, se es actor internacional, no por pertenecer a una determinada categoría de grupos
sociales, sino por disponer de la capacidad de engendrar o participar en relaciones que
son intencionalmente significativas.
En este epígrafe se realizará un análisis de los actores más relevantes de las RRII. Para
ello partiremos de la tipología tradicionalmente adoptada en la disciplina que dibuja 3
tipos actores internacionales (MERLE), matizado ligeramente con el objeto de poder
abordar el sistema mundo en todas sus dimensiones (BARBÉ):: (i) el Estado, como
actor primigenio y central, pasando por (ii) las OOII, como un actor derivado de la
actuación de los Estados en la realidad internacional y finalizando con el examen de las
(iii) actos no estatales que han ido adquiriendo, con la evolución de las relaciones
internacionales, roles importantes en la sociedad internacional.
4.1. El Estado
El Estado es, sin lugar a duda, si no el actor más importante de las relaciones
internacionales, el primigenio. A pesar de que existen varias acepciones del término
Estado, en este texto se definirá el Estado como “aquella entidad que, dotada de
territorio determinado, de una población determinada y de una organización política o
11
gobierno, es soberana e independiente, esto es, no está subordinada a una autoridad
política superior, dependiendo directamente del Derecho internacional”.
De esta definición se desprenden los elementos generales que caracterizan al Estado
como un actor único en las relaciones internacionales. A continuación, pasaremos a
analizarlos brevemente:
El Estado es una cuestión de hecho y esto es algo incuestionable desde la perspectiva
del Derecho Internacional y de las Relaciones Internacionales. Esto significa que el
Estado existe cuando concurren los tres elementos constitutivos del Estado: población,
territorio y gobierno.
- La población es una condición necesaria para la existente de un Estado –por
ejemplo, las OOII no tienen población- y está formada por el conjunto de
personas que habitan en el espacio terrestre estatal de manera estable y que
suelen estar unidas al Estado por el vínculo jurídico y político de la
nacionalidad.
- El territorio es la base espacial sobre la que el Estado ejerce sus competencias
soberanas, el que está sometido a su soberanía o jurisdicción y sobre el que
ejerce competencias territoriales.
- El gobierno que ha de ser capaz de cumplir de manera efectiva con las funciones
propias del Estado en el orden interno, sobre su territorio y su población-
funciones ejecutivas, legislativas y judiciales y de preservar el orden público y la
seguridad en su territorio- y en el ámbito internacional, es decir, en sus
relaciones con otros Estados.
El estatuto jurídico del Estado, en el ámbito internacional, está definido de manera
particular por el principio de la soberanía. En este sentido, el surgimiento del Estado
moderno soberano está estrechamente ligado al surgimiento del sistema internacional
contemporáneo. Ello nos lleva a adentrarnos en el concepto de “soberanía” en el campo
de las relaciones internacionales y, por ende, en la Paz de Westfalia. Firmada por medio
de los Tratados de Münster y Osnabrück, en 1648, después de la guerra de los Treinta
Años, la Paz de Westfalia fue fundamental para sentar las bases de este nuevo orden
internacional.
Los Tratados arriba mencionados establecieron el principio de no intervención entre las
unidades políticas, por el cual los Estados debían abstenerse de interferir en asuntos
internos de otros Estados. Este último es el punto de partida que la mayoría de los
académicos toman para definir la Paz de Westfalia como la base del desarrollo del
sistema de Estados territoriales soberanos de Europa, apoyado en dos principios
fundamentales: (i) el gobierno de cada país es soberano sobre su territorio y (ii) los
países no pueden interferir en los asuntos domésticos de los otros Estados (Osiander,
2001).
En el ámbito exterior de las relaciones entre los Estados, la soberanía implica, al menos
el reconocimiento mutuo de la igualdad formal de estas entidades territoriales
jurídicamente independientes, siendo todos los Estados libres e iguales; y ello con
independencia del poder real que tiene y de su capacidad de influencia en la esfera
internacional.
12
El recorrido y evolución del principio de soberanía de los Estados ha sido trascendental
en la construcción del sistema internacional contemporáneo, y así lo pone de manifiesto
su reconocimiento en la Carta de las Naciones Unidas (1945) al incluirlo entre sus
principios estructurales (art. 2.1. CONU), junto al de no intervención o no injerencia en
los asuntos internos (art. 2.7), que se puede interpretar como el corolario lógico de la
soberanía, y el principio de no recurrir a la amenaza o uso de la fuerza para resolver las
controversias entre los Estados (art. 2.4)-
A pesar de que, en términos jurídicos, todos los Estados son iguales porque son
soberanos, entre ellos existe una enorme diversidad y desigualdad que apunta a la
existencia de una jerarquía entre ellos en el actual sistema internacional.
Desde la perspectiva de la diversidad, las diferencias entre los Estados son notables y
responden a diferentes causas. Una de estas es la edad de los Estados. Si bien el número
de Estados que formaron parte de la Asamblea General de las Naciones Unidad en el
momento de su constitución, en 1945, era de 51, en la actualidad esta cifra ascienda
hasta los 193, lo que habla de la aparición de nuevos Estados, en un periodo
relativamente corto, y su rápida integración en la sociedad internacional.
El amplio proceso de descolonización en la década de los setenta o la desintegración de
otros ha dado lugar a la aparición de nuevos estados jóvenes. Muchos de estos Estados
jóvenes son frágiles, débiles y han experimentado diferentes crisis. Esta situación ha
afectado especialmente a África, algunos estados post-soviéticos (Uzbekistan, Georgia,
Moldova) y, por supuesto, a América Latina (Venezuela, Brasil, Nicaragua, El
Salvador).
Otra de las causas que determinan estas diferencias entre Estados, están conectadas con
los dos elementos materiales o constitutivos del Estado, es decir, con el territorio y la
población. Respecto del primero de estos elementos, tenemos Estados con dimensiones
territoriales muy extensas, como Rusia (7 millones de km2), y otros con una muy
limitada, como Liechtenstein (157 km2). El tamaño del territorio, sin embargo, no tiene
por qué ser un valor per se. La ubicación del territorio (países marítimos, condiciones
climáticas, etc) y su riqueza (combustibles, minerales estratégicos, agua, etc) son
cuestiones que tiene una enorme trascendencia. El territorio, de hecho, es el centro de la
atención de la agenda mundial actual y de futuro debido a su vulnerabilidad por muchas
causas, aunque entre las más importantes están relacionados con los efectos del cambio
climático. En atención al elemento de la población, las diferencias demográficas-
culturales también son significativas entre los Estados. Las tasas de esperanza de vida,
mortalidad, escolaridad, PIB, el índice de desigualdad de género, las tasas relativas a las
migraciones o de refugio y asilo, hablan del desarrollo de los Estados. De la misma
manera, la población genera numerosas agendas de carácter global.
En consideración a la desigualdad entre los Estados, los dos criterios clásicos a los que
se atiende para descifrar este elemento son el tamaño económico y militar de cada
unidad política. En lo que respecta al tamaño económico del Estado, el producto interior
bruto (PIB) es un elemento básico de análisis. En este sentido, tenemos Estados de
enormes dimensiones económicas, como Estados Unidos que encabeza el ranking
mundial en 2022 con un PIB de 24 billones de dólares, o China que le sigue con 18,5
millones. En el extremo opuesto, se encuentran países como Bangladesh, el último en el
13
ranking mundial de 354.574 millones de dólares. Ello nos lleva a hablar de la
distribución de la pobreza a nivel mundial en donde la mayor concentración de pobreza
se encuentra en África y a que la mayor parte de las personas pobres viven en Asia. A
pesar de que en los últimos años la tasa de pobreza extrema ha disminuido y ha
aumentado el crecimiento de la riqueza a nivel mundial, la pobreza sigue siendo un
problema estructural que se ha acompañado del crecimiento de la desigualdad, no solo
en términos de mapa estatal sino también de la desigualdad dentro de los países. Los
Estados más desiguales del mundo se encuentran en el cono sur de África, entre ellos
Sudáfrica y Namibia y los más iguales en el norte y este de Europa, como Eslovenia,
Finlandia y Ucrania antes de la guerra.
Respecto de la otra cuestión relativa la desigualdad, las capacidades militares de los
Estados, su gasto militar, el papel que cumplen en el comercio de armas, como
exportador o importador, son datos relevantes que dan testimonio de aquella.
A pesar de que la militarización ha pasado por diferentes periodos, con caídas y subidas
del gastos y de las inversiones en armas, el SIPRI Yearbook 2019 concluye que el
mundo “se está armando hasta los dientes”. Los EE.UU es el país con mayor gasto
militar, que llega a 610 millones de dólares, al que le sigue China con 228 millones y la
Federación Rusa con 66, 3 millones. Ahora bien, Rusia es el país con mayor número de
cabezas nucleares, unas 6.900, y le siguen los EE.UU con 6.400 cabezas
aproximadamente.
Un dato de enorme relevancia para entender los problemas reales en materia de
seguridad internacional es el que indica que EE.UU, la Federación Rusa, Francia, Reino
Unido y China, que son los cinco miembros permanentes con derecho a veto del
Consejo de Seguridad, órgano principal de las Naciones Unidas con la función del
mantenimiento de la paz y seguridad internacionales, desempeñan asimismo las veces
de potencias exportadoras de armamento. Así, los “cinco guardianes de la paz” son
responsables, 75 años después del final de la guerra mundial, de la transferencia del 73
por 100 de armamento adquirido.
Este mapa de diferencias y de desigualdades entre los Estados nos lleva a la noción de
jerarquía en el actual sistema internacional y al reconocimiento de potencias que ejercen
su poder – ya sea el poder como recursos o poder como influencia- sobre otros.
Las potencias son aquellos Estados que establecen las reglas del juego y que disponen
de recursos y son capaces de movilizarlos para defender dichas reglas. A continuación,
se enunciarán y se presentarán los rasgos generales que definen una tipología clásica de
potencias:
- Las superpotencias: son aquellas que generan, por definición, las reglas político-
militares del sistema. Este término fue construido para analizar el sistema
internacional de la guerra fría, de carácter bipolar, en el que EE.UU. y la Unión
Soviética fueron los responsables de establecer un equilibrio en el conjunto del
sistema a través de la política de disuasión nuclear mutua.
- La potencia hegemónica: este término sirve para para definir el predominio por
ausencia de rivalidad, a una autoridad aceptada que no tiene necesidad de ejercer
coerción; sus ideas son aceptadas y legitimadas a través de instituciones
14
internacionales. Este concepto está vinculado desde un periodo histórico
concreto, desde el final de la segunda guerra mundial, a los EE.UU, que sale de
la guerra fría con sobrecapacidad material y victoria ideológica. En sentido
contrario al ejercicio de la hegemonía, algunos autores introducen el término
dominación (BULL). La dominación se caracteriza por el uso habitual de la
fuerza por parte de una gran potencia en sus relaciones con otros Estados y el
desprecio de las normas universales de comportamiento interestatal
- Las grandes potencias: que reúne a una serie de países, con intereses mundiales,
que cumplen funciones diferentes en el sistema y para las que son importantes
las expectativas de los otros Estados. Esto significa que las grandes potencias
son tratadas en los cálculos de las otras potencias destacadas como si tuvieran el
potencial político, económico y militar para aspirar en el corto o medio plazo a
un estatus de superpotencia. A partir de la década de los setenta, el grupo de
grandes potencias ha estado formado por Francia, Gran Bretaña, China, Japón y
Alemania.
- Las potencias regionales: se aplica a aquellos países que por sus capacidades
(demográficas, económicas, militares) y su prestigio en su ámbito regional
desempeñan un papel de potencia en ese ámbito territorial. Lo destacable hoy en
día es que las potencias regionales son tomadas en consideración desde el nivel
global por su influencia para contribuir a establecer el orden o el “desorden” en
la región e influir en el orden global. En algunas ocasiones, las tensiones entre
Estados por el liderazgo regional, como Pakistán e India y Marruecos,
constituyen una fuente permanente de conflicto. En la categoría de potencias
regionales se pueden identificar las potencias emergentes como el grupo de los
BRIC (Brasil, Rusia, Indica y China). Estas potencias pueden ser caracterizadas
en 4 elementos: sus recursos de poder (económico, militar, político), su
capacidad de contribuir al orden internacional (a nivel regional y global), su bien
nivel de cohesión interna y su capacidad para desarrollar una acción efectiva en
tanto que Estado. De hecho, las potencias emergentes se han convertido en
actores fundamentales para entender la estructura del poder internacional en el
siglo XXI. China, obviamente, juega en una liga aparte.
4.2. Las Organizaciones Internacionales
El nacimiento y la proliferación de las Organizaciones Internacionales (OOII) forma
parte de la propia organización del sistema internacional. Si bien a principios del S. XIX
sociedad internacional se basada prácticamente en la yuxtaposición de Estados, donde
las relaciones de coexistencia y de cooperación se regulan a partir del establecimiento
de relaciones bilaterales, multilaterales y de conferencias internacionales, la creciente
interdependencia entre estos para resolver problemas y alcanzar objetivos comunes
manifiesta la necesidad de crear estructuras de carácter más estable, de cooperación
permanente, con personalidad jurídica propia, y capaces de expresar una voluntad
autónoma destinada a alcanzar estos objetivos comunes. En este sentido, las
Organizaciones Internacionales nacen con el propósito de satisfacer estas necesidades
de cooperación concretas de los Estados en diversas materias de naturaleza económica,
comerciales, sociales, técnicas y relativas a la paz y la seguridad internacionales.
15
De hecho, las antecedentes de lo que conocemos hoy como OOII pueden encontrarse en
el marco de la regulación de ríos internacionales, con la creación de la Comisión Central
para la Navegación del Rin, que es la organización de cooperación internacional más
antigua del mundo, creada en 1815 por el Congreso de Viena y está regulada por la
Convención para la Navegación del Rin de 1868. En el año 1919, mediante la firma de
Acuerdo de Versalles, que pone fin a la primera guerra mundial, se crea la Sociedad de
Naciones, con la que se propuso establecer las bases para la paz y la reorganización de
las relaciones internacionales una vez finalizada. A partir del año 1945, con la
finalización de la segunda guerra mundial, que trajo la creación de las Naciones Unidas,
primera organización de vocación universal y de carácter general, se produce una
importante proliferación de las OOII.
Aunque puede haber muchas definiciones de este actor, en este texto nos referiremos a
él en el sentido de organizaciones de base gubernamental, es decir, creadas por los
Estados con el propósito de gestionar de modo permanente e institucionalizado sus
relaciones de cooperación en un ámbito de materias definido en el tratado fundacional
de cada Organización. Algunos ejemplos de OOII clásicas son la ONU, el Consejo de
Europa o la Organización de Estados Americanos.
El número de Organizaciones Internacionales, universales y regionales, no sólo se ha
consolidado desde el final de la 2ª Guerra Mundial, sino que se ha intensificado hasta el
punto de que su proliferación constituye una de las notas más características de las
relaciones internacionales contemporáneas. A nivel universal se cuenta con todo el
sistema de las Naciones Unidas (ONU) y un numeroso grupos de organismos
especializados que son OOII autónomas que trabajan con la ONU; a nivel regional se
han creado importantes organización de integración y de cooperación en Europa ( Unión
Europea, Consejo de Europa), América (Organización de Estados Americanos o
Mercosur) y en África ( Unión de Estados Africanos).
Las Organizaciones Internacionales, en efecto, expresan uno de los hechos políticos más
relevantes de la comunidad internacional de nuestro tiempo en tanto que cauces para la
diplomacia multilateral y la acción colectiva de los Estados ya que, consideradas en su
conjunto, encuadran prácticamente casi todos los sectores de la vida internacional y han
facilitado la participación de los pequeños y medianos Estados en las relaciones
internacionales.
Desde un punto de vista jurídico, la esencia del fenómeno de Organización
Internacional radica en la existencia de una voluntad propia en el ejercicio de las
competencias que los Estados hayan atribuido a cada Organización en su tratado
fundacional. En este sentido, la Corte Internacional de Justicia tuvo muy en cuenta en su
dictamen de 11 de abril de 1949, sobre Reparación por daños sufridos al servicio de las
Naciones Unidas, el hecho de que la Organización tiene una voluntad propia y es, por
tanto, una entidad distinta y separada de los Estados miembros. La Carta de las
Naciones Unidas, dijo la Corte:
“que un Estado posee la totalidad de derechos y deberes internacionales
reconocidos por el Derecho internacional, los derechos y deberes de una
Organización Internacional dependen de sus propósitos y funciones tal
16
como son enunciados o estén implícitos en sus tratados constitutivos y
hayan sido desarrollados en la práctica” (CIJ, Recueil 1949, pág. 180).
La diferencia entre los Estados y las Organizaciones Internacionales se manifiesta en
tres importantes datos que no es posible ignorar:
- A diferencia de los Estados, las Organizaciones Internacionales no tienen
territorio ni población.
- Las Organizaciones Internacionales, por tanto, sólo tienen un elemento
constitutivo: los órganos a los que el tratado fundacional de cada Organización
Internacional confía el ejercicio de las competencias atribuidas por los Estados
miembros a la Organización Internacional de que se trate.
- La relevancia de los tratados fundacionales hace que las Organizaciones
Internacionales difieran jurídicamente entre sí y sean jurídicamente diferentes
unas de otras, mientras que los Estados soberanos, por encima de sus diferencias
de hecho, tienen rasgos jurídicos comunes.
Las Organizaciones Internacionales pueden, además, clasificarse atendiendo a distintos
criterios:
1.- De acuerdo con su ámbito territorial:
Universales: son aquellas que están abiertas a la participación potencial de todos los
Estados del sistema internacional. La ONU y sus 15 organismos especializados son
Organizaciones Internacionales universales.
Regionales: al contrario de las anteriores, su ámbito geográfico de operación se reduce a
determinadas regiones del planeta. La OEA en el ámbito regional interamericano, la UA
en el ámbito regional africano, el Consejo de Europa y la Unión Europea en el ámbito
regional europeo.
2.- Atendiendo a sus objetivos:
De fines generales: de acuerdo con sus tratados fundacionales, este tipo de
Organizaciones Internacionales abarcan toda una amplia gama de materias en las que se
considera necesaria la cooperación internacional. La ONU, el Consejo de Europa, la
UA, la OEA son Organizaciones Internacionales de fines generales.
De fines específicos: sus tratados fundacionales les atribuyen competencias concretas ya
sea de orden político, de seguridad (la Organización del Tratado del Atlántico Norte
OTAN), económico (la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
OSCE, el Fondo Monetario Internacional FMI, el Banco Internacional de
Reconstrucción y Fomento BIRF), social (la Organización Internacional del Trabajo
OIT), de cooperación científica y cultural (la Organización de las Naciones Unidas para
la Educación, la Ciencia y la Cultura UNESCO), de cooperación técnica (la Unión
Postal Universal UPU, la Organización de la Aviación Civil Internacional OACI). En
general, todos los organismos especializados de las Naciones Unidas son
Organizaciones Internacionales de fines específicos (UNESCO, FAO, OMS, FMI, OIT,
OACI, OMI, UIT, UPU, OMM, OMPI, FIDA, ONUDI, OMT y el grupo del Banco
Mundial).
17
3.- En función de sus competencias:
De cooperación: en este tipo de Organizaciones no existe una transferencia de
competencias soberanas por parte de los Estados Miembros. La ONU, el Consejo de
Europa, la OEA, la UA.
De integración: son aquellas Organizaciones en las que los Estados Miembros ceden el
ejercicio de determinadas competencias soberanas para que sean gestionadas por la
Organización. La Organización Internacional de integración por excelencia es la Unión
Europea (UE).
4.3. Actores no estatales
Los grandes cambios sucedidos en la sociedad internacional durante el S. XX de la
mano del proceso de expansión y evolución de la globalización, que se verán con más
detalle el tema 2, han traído la conformación de un nuevo escenario, que se lo
caracteriza como heterogéneo, interdependiente y complejo, y que ya no depende solo
de las grandes potencias, sino también de actores no estatales, dentro de los que se
incluyen partidos políticos, movimientos sociales, organizaciones religiosas, sindicatos,
organizaciones no gubernamentales (derechos humanos, ambientales), y otros tantos
que vienen desarrollando una creciente influencia en la escena internacional
(Wallerstein,1997)
De este modo, sin desconocer el papel protagónico que tienen los Estados nación en el
sistema internacional, la realidad internacional muestra una cada vez mayor
multiplicidad de actores, relaciones, poderes e intereses, que afectan la estructura y el
orden del sistema internacional.
En este escenario internacional producido dentro de la globalización, la novedad se da,
entre otras cosas, por la búsqueda y conquista de nuevos espacios de poder, cooperación
e integración, aprovechados y potenciados por actores no estatales, que actúan desde
lógicas horizontales y cooperativas (Trejos, 2015).
Está claro que los actores no estatales influyen participan, si puede decirse así, cada vez
más, de la gobernanza global, entendida como “la formación y la implementación de
políticas en el sistema político global a través de la colaboración de los gobiernos con
actores de la sociedad civil y el sector privado”. En ese sentido, tiene un rol muy
destacado en el establecimiento de las normas e instituciones internacionales que
regular aspectos fundamentales para el buen funcionamiento y organización de la
sociedad internacional y para la protección de los valores universalmente compartidos.
En otras palabras, han ganado poder y autonomía a través de su participación en la
gobernanza global (Barbé)-
Ahora bien, no todos los actores no estatales tienen las mismas características, ni los
mismos objetivos o intereses. A modo de tipología (Barbé) establece un elemento
diferenciador básico a la hora de abordar estos actores: actores privados o actores de la
sociedad civil.
Entre los actores privados caben destacar los siguientes: empresas multinacionales,
grupos terroristas y grupos armados criminales. Todos estos actores mantienen una
relación muy compleja con el Estado ya que el hecho de que la actividad de estos
18
grupos sea de carácter transnacional hace que no sea ya totalmente controlables por éste.
Además, el papel que desempeñan en la construcción del orden internacional no
siempre es pacífico, puede mostrar lo que BARBÉ denomina un “lado oscuro” y
suponen un enorme desafío para el Estado, lo que ha llevado a que en las últimas
décadas la comunidad internacional haya hecho esfuerzo para regular
internacionalmente, y así armonizar los ordenamientos internos, la conducta de estos
grupos, aunque no siempre al ritmo y con el alcance deseable.
En cuanto a las empresas multinacionales, constituyen un fenómeno de primer orden en
la realidad internacional desde la década de los 60. Aunque no hay una definición
generalmente aceptada de empresa multinacional (o transnacional) ésta se caracteriza
por reunir al menos 3 elementos: actividad más allá de sus fronteras, unidad de gestión y
maximización de sus beneficios gracias a una estrategia global. Este actor ha ganado en
los últimos tiempos una enorme influencia y poder en la realidad internacional lo que
impacta en la misma estructura y orden internacional. En términos de impacto político,
supone un desafío para el Estado por la posible pérdida de soberanía, lo que es una
cuestión de enorme relevancia. En términos de impacto económico, se dice quelas
transnacionales han alterado profundamente la estructura y el funcionamiento de la
economía global. En términos de impacto social y ambiental, en los últimos años se ha
hecho más patente en materia de abusos sobre los derechos humanos y el medio
ambiente.
Las transnacionales gozan de un enorme poder que, como ha señalado John Ruggie,
puede calificarse en: poder instrumental (lobby, que determinan las decisiones
políticas), poder estructural (derivado de sus propias acciones, control de las materias
primas, mercados); poder discursivo, sobre el que se ha creado la narrativa del
neoliberalismo (el mercado como solución a los problemas). Todo ello determina la
complejidad de las relaciones entre el Estado y las cada vez más poderosas empresas
transnacionales y su repercusión en la realidad internacional.
Los grupos terroristas también han entrado con toda su gravidez en la arena
internacional, particularmente después del final de la Guerra Fría, al calor de la
globalización y en el marco del desarrollo y evolución de los conflictos híbridos. Los
atentados de 2001 en EE.UU, los de 2002 y 2005 en Bali, los de Yakarta en el 2003, los
de Madrid y Londres en 2005, y los sucesivos hasta el año 2017 en suelo de oriente y
algunos países de occidente, ponen de manifiesto que el terrorismo global es una de las
amenazas más importantes para la sociedad internacional. Las limitaciones de los
regímenes jurídicos internacional y nacionales para que los Estados hagan frente a este
tipo de terrorismo o incluso la “guerra contra el terror” que pone el vilo parte de las
certezas alcanzadas en términos de derechos y libertades; el desarrollo de armas de
destrucción masiva y el acceso que tienen estos actores a éstas; la diversas y opacas vías
de financiación del terrorismo; y, el uso de las nuevas tecnologías para propagar el
fanatismo motivado a la comunidad internacional a avanzar de la mano en la regulación
de aspectos jurídicos y de justicia penal de la lucha contra el terrorismo.
Los grupos criminales organizados han devenido, sin lugar a duda, en otro actor no
estatal relevante en las relaciones internacionales. Si bien tampoco hay una única
definición de “crimen transnacional organizado”, la Oficina de Naciones Unidas contra
19
la Droga y el Delito señala que un "grupo criminal organizado" es: un grupo de tres o
más personas que no fue formado de manera aleatoria; que ha existido por un periodo
de tiempo; actuando de manera premeditada con el objetivo de cometer un delito
punible con, al menos, 4 años de encarcelamiento; con el fin de obtener, directa o
indirectamente, un beneficio financiero o material (art. 2.a) Convención de Naciones
Unidas sobre el Crimen Organizado).
El crimen organizado tiene un papel importante como actor geopolítico, ya que se
disputa con los Estados el poder y el control territorial y social y, además, es capaz de
desnaturalizar los mapas oficiales, imponiendo una nueva realidad geopolítica, que
conlleva un reparto geográfico de áreas de dominio e influencia y el establecimiento de
fronteras invisibles pero muy reales. Esto da lugar a cambios importantes en la
geopolítica mundial, lo que conlleva, a su vez, nuevas luchas por el poder y
modificaciones en las relaciones entre Estados.
En cuanto a los actores de la sociedad civil, pueden definirse como “grupos
autoorganizados, al margen de las autoridades públicas y de los actores económicos
privados, [que] son capaces de emprender acciones colectivas en defensa de intereses y
de valores a través de las fronteras”, (HURREL, 2007) una “tercera puerta”, que actúa
entre el Estado y el mercado y que, en muchas ocasiones, actúa como un contrapoder
(BECK, 2004): las ONG internacionales (Amnistía Internacional, Amigos de la Tierra),
las coaliciones y redes transnacionales frente a objetivos concretos (Dismantle
Corporative Power Campaign, la Capaña Internacional para la prohibición de las Minas
Antipersonales), las comunidades epistémicas o de expertos o los movimientos sociales
de largo alcance, con ejemplo de estos actores.
5. Las aproximaciones teóricas al estudio de las Relaciones Internacionales: de las
teorías predominantes a las teorías alternativas. (MIÉRCOLES)
Cuando hablamos de las aproximaciones teóricas al estudio de las relaciones
internacionales nos referimos a aquellas grandes teorías que reciben el influjo de una o
varias corrientes de pensamiento y organizan después el campo del material teórico con
el que los analistas trabajarán la realidad empírica de las relaciones internacionales.
A continuación, se llevará a cabo un análisis sistematizado de las de las cuatro grandes
aproximaciones teóricas a esta disciplina: el realismo, el liberalismo, el constructivismo
y las voces críticas.
5.1. El realismo
El realismo ha sido la corriente teórica hegemónica en la disciplina desde la Segunda
Guerra Mundial hasta nuestros días y ha sido la más poderosa e influyente, tanto en el
plano académico como en el político. En el plano teórico, ha tenido una influencia
decisiva en la conformación de las RRII como una disciplina científica autónoma, de
hecho, las demás corrientes teóricas en las RRII han surgido en gran medida como
alternativas al mismo, tomándolo como referente de sus críticas.
El realismo, si bien surge como una crítica al idealismo del periodo de entreguerras -al
argumentar que analizaban el mundo real, tal y como es, aunque no ello no significara
que este análisis sea neutral y totalmente científico-, hunde sus raíces en la tradición de
20
la filosofía política antigua y clásica que, especialmente, en la obra de autores que
defienden que los gobernantes deberían llevar a cabo su política exterior siguiendo la
“razón de estado” (raison d’état), es decir, la búsqueda de la seguridad y el poder del
Estado en un escenario hostil
La raíz más antigua puede encontrarse en la obra de Tucídides La Historia de la Guerra
del Peloponeso (s.V a. C) que explica el origen de la guerra entre Esparta y Atenas. Hay
en ella dos importantes reflexiones que han sido claves para la política internacional
durante siglos y que han sido incorporadas al pensamiento realista: el equilibrio de
poder es la clave para preservar la paz; la política exterior de los Estados tiene por
objetivos la búsqueda de poder y el deseo de dominar a otros como parte de la
concepción pesimista de la naturaleza humana (el hombre es egoísta y está dominado
por la ambición y el miedo).
Otras dos obras de enorme relevancia para el realismo se remontan al Renacimiento
(S.XV y S. XVI), momento en el que se desarrolla una perspectiva estatocéntrica en el
pensamiento político con la aparición del Estado moderno. Por un lado, destaca Nicolás
Maquiavelo (Florencia, s. XVI) y su célebre obra El Príncipe que lleva a cabo una
influyente reflexión sobre el poder. De acuerdo con el contexto histórico de la obra (las
Guerras italianas) la principal preocupación de Maquiavelo es mantener la centralidad
del poder del Estado y da recomendaciones para garantizar un Estado fuerte y defender
sus intereses sin importar los métodos. De esta manera, Maquiavelo defiende que en un
contexto de antagonismos naturales la guerra es la verdadera profesión de quien
gobierna y defiende la política desprovista de toda moral y ética (no importan los
medios utilizados para alcanzar los objetivos prácticos). Por otro lado, y de un periodo
posterior, la obra de Hobbes “Leviathan” realiza una lectura política de la construcción
del Estado y de la emergencia de un “contrato social” entre el Estado y los ciudadanos,
como forma de garantizar la paz social, partiendo del pesimismo antropológico, es decir,
de un “estado de naturaleza” en el que “el hombre es un lobo para el hombre” y hay una
tendencia innata a la violencia y de una “guerra de todos contra todos”; en este
contexto, las personas eligen un soberano (Leviathan), renunciando así a parte de su
libertad y derechos, a cambio de que éste les proporcione paz y protección. Este
planteamiento de Hobbes fue fundamental para la configuración del realismo clásico al
aplicarlo al análisis de las relaciones internacionales. A diferencia de lo que ocurre
dentro del Estado, en las relaciones internacionales no existe un contrato social, ni una
autoridad superior a los Estados soberanos, razón por la cual perdura el “estado de
naturaleza” en un contexto anárquico en el que lucha por el poder con riesgo
permanente de guerra. La proyección del Estado en el orden internacional es negativa,
basada en el conflicto permanente, y en ella busca la seguridad y la supervivencia sin
más recursos que los que emanan de su poder política y militar.
En vista de lo anterior, puede señalarse que los rasgos que definen al realismo son, en
términos generales, el estatocentrismo, la anarquía y el “estado de naturaleza, la
primacía de la seguridad para garantizar su supervivencia y la competencia por el poder
y la falta de progreso o ciclicidad en la historia.
En relación con el estatocentrismo, hay que indicar que el Estado es para los realistas el
actor central en las relaciones internacionales. El Estado convive con un doble realidad:
21
interna, en la que debe garantizar la paz y la seguridad de sus ciudadanos y para ello
cuenta con el monopolio legítimo de la fuerza; externa, en la que debe defender de una
manera racional su interés nacional, que es la supervivencia y su seguridad, en un
contexto de conflicto permanente, para lo requiere de poder porque solo puede contra
con sus propios recursos para garantizarla (help-self) negando las posibilidad de
cooperación con otras unidades políticas. En esta proyección externa, el Estado actúa
como un actor unitario en defensa su interés nacional y en el que no tiene relevancia las
relaciones sociales que se producen en su interior,
La anarquía internacional es otro de los elementos claves que definen el realismo. Este
término se refiere a la ausencia de una autoridad suprema legítima e indiscutible por
encima del Estado, lo que no significa que no hay un orden internacional -que como ya
hemos visto se refiere a la estructura del poder en la SI-. En este marco internacional
anárquico, en el que ninguna autoridad superior establece reglas, las implementa y
sanciona a quién las incumple, la seguridad internacional en post de la supervivencia del
Estado es una cuestión prioritaria en la agenda internacional; la lucha por el poder es la
motivación principal del Estado en sus relaciones exteriores y la política internacional
se define como a lucha por el poder.
El poder es, por tanto, un elemento central en el análisis que hace el realismo de las
relaciones internacionales. El poder también se define como la acumulación de
capacidades para neutralizar la acción de otros, por ello interés supremo del Estado la
búsqueda, acumulación y demostración del poder. El concepto de poder del realismo
está íntimamente ligado al del poder duro – hard power- el político y el militar, y todos
los demás objetivos (económicos, sociales, culturales, etc.) quedan supeditados a él. El
equilibrio del poder, en el sentido de la autorregulación de los Estados y la contención
del recurso a la fuerza para mantener la seguridad y garantizar la estabilidad
internacional. es para los realistas una opción de menos riesgo que la guerra
permanente.
Los conceptos de anarquía internacional y de poder sacan a colocación otro elemento
importante para los realistas como es el del dilema de la seguridad. En un contexto en el
que la anarquía trae incertidumbre, y ésta la búsqueda de poder, los Estados no se
encontrarán nunca seguros en un marco de continua competencia entre las unidades
políticas. El dilema de la seguridad plantea hasta qué punto la acumulación de poder
para garantizar la seguridad, crea más amenazas y una fuente mayor de conflicto, lo que
hace que los Estados tengan que replantearse sus estrategias políticas: “Es una situación
en la que los esfuerzos de los Estados por mejorar su seguridad tienden, de manera no
intencionada, a aumentar la inseguridad de otros, ya que cada uno interpreta como
defensivas sus propias acciones y como potencialmente amenazantes las de los otros”
(Hertz).
El realismo, además, se caracteriza por el determinismo histórico, la incapacidad de
progreso, en parte consecuencia del pesimismo antropológico que niega la posibilidad
de que el Estado en su comportamiento social aprenda, cambie y controle su conducta.
No hay posibilidad de romper el círculo de la lucha por el poder los intentos de
perfeccionar el sistema están condenados al fracaso.
22
En cuanto al desarrollo y evolución del realismo como paradigma teórico, hay que
señalar que el realismo no es uno solo y son varias las corrientes que han ido surgiendo
desde los años 70, bien desde las críticas a los enfoques clásicos bien desde el diálogo
con otras corrientes teóricas. A continuación se realizará una sistematización de los
elementos que definen a las corrientes principales del realismo: el realismo político, el
neorrealismo y el realismo estructural, el realismos defensivo y el ofensivo.
El realismo político, es la primera corriente que nace basada en la tradición clásica de
pensamiento político de Maquiavelo y Hobbes. Su aparición tuvo lugar al finalizar
Segunda Guerra Mundial motivada por dos elementos: el fracaso del idealismo del
periodo de entreguerras, que tenía aspiraciones de alcanzar una paz sostenible mediante
diversas medidas legales y políticas; y, por otro lado, por el establecimiento de la Guerra
Fría caracterizada por la confrontación a escala mundial entre los dos bloques, el
capitalista y el socialista, incluyendo la amenaza nuclear y la carrera de armamentos. En
este contexto histórico el realismo político nace con una finalidad práctica: ofrecer
pautas de conducta a los gobiernos, especialmente al de los Estados Unidos, en un
escenario internacional marcado por la confrontación nuclear y los problemas de
defensa y seguridad nacionales.
El principal exponente del realismo político es Morgenthau quien en su obra Politics
Among Nations. The Struggle for Power and Peace define sus seis principios del
realismo político. Pérez de Armiño resumen la aportación de Morgenthau en los
siguientes términos: “[…] la política internacional funciona de acuerdo con una lógica o
ley objetiva, la cual es la tendencia a buscar el propio interés y más poder. Esta ley es
objetiva, permanente y universal (existe en todo tiempo y lugar), ya que se deriva de la
naturaleza humana (egoísta y agresiva) proyectada a la vida social. En este contexto de
enfrentamiento generalizado, los gobernantes buscan defender el interés nacional, que
puede cambiar según las circunstancias. A esta acción política no puede aplicárseles
directamente los principios morales universales, sino que estos hay que entenderlos
según las circunstancias. Además, el hecho de que exista tal ley objetiva es lo que
permite realizar análisis racionales de las relaciones internacionales”.
En términos generales, el realismo político concibe las relaciones internacionales como
relaciones entre Estados rivales en su lucha por el poder y la seguridad. Por tanto, su
preocupación esencial es la búsqueda de poder político-militar en el sistema
internacional. Esta preocupación sustituye a las que tuvieron los idealistas del período
de entreguerras, particularmente, el análisis de las causas de las guerras y la promoción
del derecho y de las instituciones internacionales como medios para garantizar una paz
duradera. Por ello, la agenda del realismo político se centra en la "alta política",
relacionada con las cuestiones de seguridad y estrategia, y deja a un lado los temas de
económicos o sociales, al considerar que forman parte de la “baja política”.
El neorrealismo surgió en los años 80 motivado, por un lado, por los cambios
experimentados en el sistema internacional, en particular, la distensión entre los dos
bloques antagónicos en la Guerra Fría y la revelación de una tendencia hacia la
interdependencia y la cooperación, lo que hizo que se prestará más atención al análisis
de actores no estatales (como as organizaciones internacionales) y los factores
económicos; por otro lado, por la necesidad de evolución del enfoque ante las críticas
23
recibidas por su anacronismo y la pérdida de capacidad explicativa ante una sociedad
cada vez más compleja; finalmente, por la propia evolución teórica de la disciplina,
provocada por el diálogo entre en realismo y el liberalismo, principal rival histórico, lo
que lleva a ambas corrientes a revisar sus posiciones, flexibilizarlas y hacerlas más
compatibles entre sí, al reconocer que comparten elementos centrales en el análisis de la
realidad internacional, como es el reconocimiento del carácter anárquico de la realidad
internacional.
El neorrealismo tiene su representación más significativa en la publicación de Kenneth
Waltz, Theory of International Politics de 1979, obra en la que intentó dar respuesta a
los cambios internacionales y a las críticas recibidas por el realismo político. A través de
la obra de Waltz se desprende que el neorrealismo supuso una reforma parcial del
realismo clásico en los siguientes términos: en primer lugar, si el realismo clásico
explicaba la política exterior de los Estados sobre la base del pesimismo antropológico
(egoísmo, agresividad, etc.) aplicable a los Estados en el marco de una sociedad
anárquica (búsqueda de seguridad y poder), el neorrealismo la explica ya no sobre la
base del comportamiento individual de los Estados sino en función de la estructura del
sistema internacional, es decir, de la distribución de poder y de capacidades que hay en
el mismo; en segundo lugar, mientras que para el realismo político el interés que mueve
la actuación de los Estados era la maximización del poder, entendido como un fin en sí
mismo, para Waltz y para el neorrealismo la motivación última es la seguridad, es decir,
asegurar su supervivencia; en tercer lugar, el neorrealismo presta mayor atención a la
“baja política”, en particular, a las relaciones económicas entre los Estados, aunque lo
hace desde la perspectiva de la competencia entre los Estados por el poder, no como un
factor de interdependencia entre ellos.
El neorrealismo y los planteamientos de Waltz han recibido numerosas críticas y es el
realismo estructural, que tiene a Buzan a su mejor exponente, el que con sus aportes
trata de reformar y reforzarlo, incorporaron algunas aportaciones provenientes del
neoliberalismo y de la llamada Escuela Inglesa, con la intención de construir una teoría
general y unificada de las RRII.
Asimismo, las críticas y los debates en torno al neorrealismo de Waltz ha dado lugar en
las últimas décadas a nuevas corrientes dentro del realismo entre las que destacaremos
el realismo defensivo y el realismo ofensivo.
El realismo defensivo asume que el principal objetivo del Estado es la seguridad y no la
acumulación de poder, por tanto, la forma de preservarla es mantener el statu quo
internacional, lo que implica abandonar la idea de alcanzar todo el poder posible y la
hegemonía, y que solo luche por obtener una cantidad “apropiada” de poder o poder
absoluto, e implemente una política exterior moderada y defensiva. De lo contrario,
opinan los defensores del realismo defensivo, la política exterior más agresiva avocaría
al “dilema de la seguridad”.
El realismo ofensivo, sin embargo, defiende que en un entorno internacional anárquico
los Estados sólo pueden confiar en ellos mismos para su seguridad (help-self) y su
objetivo es conseguir todo el poder relativo (comparado con el de otros Estados)
posible. Considera que el medio más racional para la supervivencia y la seguridad es la
maximización del poder, siempre y cuando los beneficios excedan los costes.
24
5.2. El liberalismo
El liberalismo nace como primera y principal alternativa teórica al realismo y ha sido
especialmente influyente en aquellos momentos de la historia en los que la emergencia
de enfoques teóricos para explicar la cambiante realidad internacional que se hacían
necesarios. De esta manera, el liberalismo experimentó un claro auge en los años que
siguieron a cada una de las dos guerras mundiales, pues no en vano se trataba de
periodos en los que se querían explorar las posibilidades de un orden internacional
pacífico, regido por el derecho y en el que fuera posible la cooperación. En esa misma
línea, este enfoque teórico vive también un momento de especial aceptación tras el fin
de la Guerra Fría y la creación de un nuevo orden internacional.
El liberalismo, como paradigma explicativo de las relaciones internacionales, hunde sus
raíces en la filosofía política liberal de autores tan relevantes como Locke, Stuart Mill o
Kant y está estructurada sobre la base de la importancia que tienen cuestiones tales
como la libertad, la racionalidad, los derechos humanos, la democracia, los límites al
poder y el convencimiento de que el conflicto es evitable. Los autores liberales
consideran, por un lado, que la libertad individual solamente está salvaguardada, en su
dimensión interna, en el marco de un Estado democrático, que respete el imperio de la
ley, y en su dimensión interna, pot interés de cada Estado de someterse a la voluntad
general acordada por los Estados en su conjunto.
Desde esta perspectiva, el liberalismo parte de un positivismo antropológico (los
individuos son buenos y racionales) y de la lectura que se proyecta de esta paradigma
respecto del comportamiento de los Estados en sus relaciones exteriores, que considera
que son capaces de comportarse entre sí de una forma racional y moral; por tanto,
considera que un orden político racional y moral es posible también en el sistema
internacional; además, destaca que los intereses de los Estados son más
complementarios que antagónicos y que puede acomodar su comportamiento para evitar
el conflicto o potenciar la cooperación, lo que significa que tiene fe en el progreso.
Los rasgos ideales que explican el paradigma del liberalismo, presentes en mayor o
menor grado en todas sus variantes, pueden resumirse en los siguientes: la
interdependencia, la pluralidad de actores, la diversidad de la agenda y la fe en el
progreso.
Los defensores del liberalismo identifican la interdependencia como el factor
determinante en el comportamiento de los Estados en una sociedad anárquica; ésta
determina que el Estado no se manifieste en las relaciones internacionales como un
actor unitario y racional que defiende un interés nacional basado en su seguridad, sino
que existe toda una cantidad de intercambios sociales, desde diferentes dimensiones,
tales como la económica, tecnológica, financiera, etc, que tiene efectos políticos y que
puede modificar los intereses, preferencias, percepciones y los intereses de los decisores
públicos. La interdependencia, por tanto, cambia la naturaleza de las relaciones entre las
sociedades y también entre los Estados.
La interdependencia tiene como causa y como consecuencia la relevancia de las
relaciones que mantienen toda una serie de actores (individuos, empresas,
organizaciones, administraciones públicas, organizaciones internacionales) en distintos
25
campos (económicos, tecnológicos, culturales, etc), creando redes transnacionales y
desarrollando sus propias estrategias para participar e intervenir en las relaciones
internacionales. En este sentido, la política interna y la internacional se encuentran
conectadas y el Estado deja de manifestarse como un Estado racional y unitario en
defensa de un interés nacional basado sólo y exclusivamente en su seguridad.
Asimismo, los Estados se encuentran cada vez más expuestos a problemas globales, que
necesitan respuestas también globales; para ello necesitan estrechar la cooperación lo
que implica modificar sus propios intereses y preferencias particulares en favor de
soluciones comunes que encajan mejor con los conceptos de globalización o sociedad
internacional donde los intereses mutuos generan cierto orden internacional. Corolario
del proceso de interdependencia y de más cooperación entre los Estados es el
surgimiento y rapidísima proliferación de las organizaciones internacionales, que
facilitan la gobernanza de estos procesos en la realidad internacional, y que adquieren
importancia como actores autónomos o catalizadores de las relaciones internacionales,
que dejan de ser exclusividad de los Estados.
Todo este proceso, ligado a la interdependencia y anclado en más cooperación,
contribuye sin lugar a duda a la consolidación de la democracia, de una paz más
duradera y estable, a la que también se denomina la paz democrática.
Este enfoque teórico sobre las relaciones internacionales ha experimentado a lo largo de
su trayectoria una significativa evolución en la que caben distinguir tres corrientes
diferentes: el idealismo, el transnacionalismo, neoinstitucionalismo y el liberalismo
neoclásico.
La primera versión del idealismo nace bajo el nombre de idealismo y aspiraba a sustituir
el equilibrio del poder, al que se asociaba el inicio de la primera guerra mundial, por
mecanismos de seguridad colectiva que permitiría a los Estado huir de la preocupación
central por su propia seguridad, factor explicativo de los conflictos. De esta forma, de
acuerdo con las palabras de Barbé, el idealismo fijó su posición normativa: relevancia
de la cooperación, su capacidad para introducir cambios de fondo en la sociedad
internacional y, por consiguiente, la posibilidad de progreso. Los denominados “Catorce
Puntos” de Wilson, una serie de propuestas que permitirían desvanecer el fantasma de la
guerra en todo el planeta y la conformación de un nuevo orden mundial, son un claro
exponente del idealismo.
La segunda corriente del liberalismo no llegó hasta finales de los años sesenta o
principio de los años setenta con el nombre de transnacionalismo. Este fue un momento
histórico de importantes cambios en la realidad internacional y que se traducen
básicamente en la distensión de la guerra fría y la tensión política-militar y la aparición
de nueva realidades -la explosión de número de Estados con la descolonización y el
crecimiento económicos de los países de Europa Occidental y de Japón- y de nuevos
problemas -fractura Norte-Sur, la crisis del sistema de Bretton Woods o la crisis
energética-.
El realismo, centrado en la dimensión político-militar, fue incapaz de dar respuesta a
esta nueva realidad, lo que motivó la aparición de un liberalismo renovado con análisis
y argumentos explicativos sobre los problemas de la realidad internacional: cómo
26
modifica la interdependencia la red de actores internacionales; qué efecto tiene ésta en
los intereses nacionales y en las perspectivas de cooperación entre los Estados; qué
puede esperarse de las organizaciones e instituciones internacionales.
La tercera corriente del liberalismo comienza a principios de la década de los ochenta,
en los que se pone fin a la distención entre bloques, se produce un endurecimiento de la
guerra fría y la hegemonía económica de los Estados Unidos desde la finalización de la
segunda guerra mundial empieza a ser una cosa del pasado. En este contexto, el
neoinstitucionalismo se centró en retar al neorrealismo.
Los neoinstitucionalistas aceptaron de partida las premisas básicas de los neorrelistas,
en particular, que los Estados son actores racionales, unitarios y egoístas, que el sistema
internacional es anárquico y que en virtud de él los Estados toman decisiones
unilaterales. Sin embargo, el liberalismo institucional considera que, en este contexto de
anarquía en la realidad internacional, los Estados están preocupados por sus ganancias
absolutas (ganar alguna cosa) y su comportamiento tiende a la cooperación al pensar en
términos de suma cero y, por tanto, diverge del realismo que expresa que los Estados
buscan las ganancias relativas (ganas más que el otro) lo que lleva que sus relaciones
internacionales tiendan hacia el conflicto.
El fin de la guerra fría, en la década de los años noventa, trajo consigo el cuarto
corriente liberal, denominada liberalismo neoclásico, que quiso rescatar el andamiaje
del transnacionalismo. El fin de la guerra fría y el vertiginoso despliegue de la
globalización llevaron a pensar en la necesidad de multiplicar los mecanismos de
gobernanza global, en la importancia de las instituciones internacionales y en la
emergencia de una sociedad civil global con voluntad de participar e influir en estos
mecanismos. En este sentido, Risse llamó el 1995 a recuperar las relaciones
internacionales hibridándolas con las aportaciones de origen constructivistas que, como
veremos a continuación, aproximación teórica muy presente en la literatura sobre las
relaciones internacional en este periodo.
5.3. El constructivismo
El constructivismo surge durante los años chenta como consecuencia de las limitaciones
del debate teórico entre los neorrealistas y los neoinstitucionalistas y por el papel de las
ideas y de las normas construidas socialmente en la conformación de las preferencias de
los Estados, lo que lleva a pensar en la posibilidad de que los Estados cambien su
comportamiento de forma notable, así como por el limitado papel explicativo de la
anarquía.
Para los constructivistas toman un nuevo tipo de unidad de análisis en las relaciones
internacionales que es las normas, es decir, el proceso social por el cual los actores -
actores, organizaciones o instituciones internacionales, empresas o individuos-
construyen sus preferencias y determinan cuáles son los estándares de comportamiento
adecuado.
El marco de análisis de los constructivistas se basa en tres ideas claves y que son los
siguientes: los Estados construyen sus preferencias en el proceso de socialización o de
interacción con otros actores y son, por tanto, actores normativos: a las normas
subyacen ideas que se convierten en estructuras normativas, por tanto, las se construyen
27
socialmente y son intersubjetivas –ampliamente compartidas-; las normas
internacionales crean expectativas compartidas sobre lo adecuado, lo posible, lo
conveniente y son constitutivas y regulatorias -aunque no siempre actuar como frenos
morales, siempre existirán los free riders-; las normas no son inmutables y puede
evolucionar, cambiar, erosionarse o revitalizarse por lo que el cambio siempre será
posible; por último, los constructivistas no miden sólo las decisiones en términos de
coste/beneficio sino como ejecutantes de roles inscritos en normas internacionales.
5.4. Las voces críticas
En este grupo encontraremos corrientes teóricas opuestas a las teorías dominantes de las
relaciones internacionales, que contienen una aproximación crítica a los postulados
clásicos que explican la realidad internacional y tiene la voluntad de favoreces el
cambio social. Estas corrientes teóricas hunden sus raíces en la larga línea de
pensamiento crítico comprometido con la acción política para alcanzar la justicia y la
libertad de la humanidad. Tal línea comienza con el proyecto emancipador de la
Ilustración, que vincula la razón y la crítica con la libertad del ser humano, y tiene
continuidad después en autores como Kant, Hegel o Marx.
Las voces críticas que merecen una referencia particular son el post-estructuralismo; la
teoría crítica, divida en sus ramas habermasiana y neogramsciana; el feminismo y el
post-colonialismo.
El post-estructuralismo nace en la década de los años ochenta, en la llamada segunda
guerra fría, años marcados por el endurecimiento de las relaciones Este-Oeste, y tata de
buscar una explicación a la escalada de la tensión entre los bloques – la construcción del
enemigo-. Para hacerlo parte del análisis del discurso y del lenguaje como elementos
que contribuyen, no tanto a aplicar la realidad, sino a construirla. Para esta corriente
teórica, el lenguaje tiene un papel fundamental en la construcción de las
representaciones de la realidad: media entre realidad, su percepción y representación.
Por tanto, para los post-estructuralistas la unidad de análisis de las relaciones
internacionales es el poder de representación. Esta corriente teórica se ocupa
básicamente de cómo las diferentes representaciones del mundo naturalizan y legitiman
relaciones de poder y prácticas de dominio y de subordinación, contribuyendo a
reproducirlas por lo que pretenden problematizarlas, abrir el campo de visión y permitir
pensar en la posibilidad de un desarrollo diferente para el sistema internacional.
En cuanto a la teoría crítica, cabe destacar que tiene como propósito la búsqueda de la
emancipación, es decir, contribuir a la liberación de los seres humanos de cualquier tipo
de subordinación, servidumbre o tutela y a subvertir las relaciones de poder. Dentro de
la teoría crítica existen dos ramas: la rama neogramsciana y la harbermasiana.
En cuanto a la vertiente neogramsciana, ha sido desarrollado por pensadores
neomarxistas, seguidores del filósofo Gramsci, fuerte referete intelectual del S. XIX,
que introducen variables no económicas (culturales, ideológicas) al estudio del
materialismo histórico marxista, desarrollado sobre la base de dimensiones
estrictamente económicas. Para Gramsci, las elites ejercen una dominación capitalista
no solo sobre la economía y el Estado sino también sobre la cultura, lo que denomina
hegemonía cultural. En este contexto los dominados acaban creyendo que sus intereses
28
son los mismos que los de la clase dominante, lo que permite, en última instancia, que
esta hegemonía o liderazgo se perpetúe. Por esta razón, la lucha social contra la
hegemonía tiene que darse también en el campo de las ideas.
De acuerdo con esta rama de la teoría crítica, en análisis de las relaciones
internacionales parte de unas determinadas estructuras del orden mundial que son un
producto histórico socialmente construido a partir de la interrelación dialéctica entre
capacidades materiales, ideas e instituciones legitimadas en el plano ideológico por
sectores sociales relevantes.
Esta variante neogramsciana se centra en el análisis crítico de la estructura del sistema
capitalista mundial al establecer que la interacción entre capacidades materiales, ideas e
instituciones de la globalización liberal llevan a la formación de sistema de explotación.
De esta manera, incluye aspectos nuevos en el análisis de las relaciones internacionales
como son las relaciones Norte-Sur o la incidencia de las empresas transnacionales.
Entre los principales autores destacan Stephen Gill1, Mark Neufeld y, sobre todo,
Robert Cox.
La otra corriente principal de la teoría crítica es la habermasiana, representada por los
seguidores de la Escuela de Frankfurt, dentro de la que destaca Jürgen Habermas, uno
de los pensadores que más influencia ha tenido en las últimas décadas en las ciencias
sociales, incluidas las relaciones internacionales. Autores tales como Andrew Linklater,
Kimberly Hutchings y Richard Wyn Jones son considerados los principales exponentes
de esta corriente.
En palabras de Pérez de Armiño, “Habermas como esta variante de la Teoría Crítica
tienen como aspiración teórica la de liberar al marxismo de su determinismo económico
tradicional así como dotar al proyecto de la teoría crítica de fundamentos éticos y un
compromiso moral universal. Para ello, adaptan y desarrollan elementos normativos
derivados de la Ilustración y de la doctrina ética de Kant”.
Los principales aportes de Habermas a la Teoría Crítica de las relaciones internacionales
son, por un lado, el análisis de la influencia del lenguaje y de la acción comunicativa en
la construcción de las relaciones sociales y de cómo promueven la democracia radical,
participativa y deliberativa. La igualdad de oportunidades para la participación de todas
y todos es aquello que permite superar las relaciones de dominación y exclusión. Por
otro lado, introduce la globalización en el marco del análisis de la democracia y la
participación, y propone la superación de las fronteras del Estado-nación, que
consideran exluyentes, y la necesidad de construir una comunidad política posnacional y
una gobernanza basada en la “democracia cosmopolita”, a escala global, con
instituciones y normas que permitan procesos de diálogo abierto a nivel mundial en los
que todas las personas y comunidades estén en pie de igualdad.
Para finalizar, unos breves apuntes sobre el feminismo, las teorías postcoloniales y
decoloniales y las teorías verdes como voces críticas de las relaciones internacionales.
Respecto de la teoría feminista, cabe destacar que puede considerarse la que tiene el
mayor potencial crítico para re-imaginar el mundo, la sociedad, el progreso humano y
construir utopías posibles y deseables. Es una teorización subversiva, en el sentido
literal del término, lo que es muy positivo porque es transformador. De esta manera, la
29
teoría feminista representa un giro epistemológico y cognitivo: trata de identificar y
desvelar cómo opera en la arena internacional la relación entre género, poder y
conocimiento, y de qué modo esa relación contribuye a la reproducción y sostenimiento
de las desigualdades de género; asimismo, pone en duda la supuesta “neutralidad” de
género categorías y conceptos clave en el análisis de las relaciones internacionales, tales
como el Estado, poder, nación, desarrollo, progreso, diplomacia, defensa, seguridad, y
propone deconstruirlos para y diseñar otros tantos más justos e igualitarios.
Ahora bien, cabe señalar que no existe una teoría feminista sino diversas corrientes del
feminismo que han teorizado e influido en el análisis de las relaciones internacionales.
Algunos autores centrales que representan a algunos de estos enfoques son J. Ann
Tickner y la crítica a la visión masculina de lo internacional o “malestream”; el aporte
desde el paradigma liberal de Rawls, Nozick y Walzer o “la crítica a la democracia
incompleta”; los feminismos decoloniales o el “cuerpo de mujer, campo de batalla”; o,
Sainsbury y O’Connor, Orloff y Shaver), que analizaron las relaciones de género en
relación con distintos tipos de Estados de bienestar o las “femócratas”.
Una de las voces críticas más significativas para análisis del sistema mundo actual, la
política global y las relaciones sociales desde paradigmas y epistemologías no ortodoxas
es la que surge de los enfoques postcoloniales y el pensamiento. Los enfoques
postcoloniales están centrados en el estudio del mundo internacional desde una posición
crítica no-occidental y/o contra hegemónica y señalan la existencia de una correlación
directa y reflexiva entre la experiencia de la colonización y su poder, que da forma a la
realidad pasada y actual en el plano local, nacional y global. Algunos referentes
intelectuales importantes en la construcción y desarrollo de los enfoques postcoloniales
han sido Geeta Chowdhry, Sheila Nair, Edward Said, Hommi Bhabha y Gayatri Spivak
Por otro lado, el pensamiento decolonial, que surge también como una crítica a los
enfoques postcolonialismo. nos invita a cuestionar la modernidad europea desde la
reflexión de su antítesis, la colonialidad en América, y los efectos que la colonialidad
del poder, del saber, y del ser, han tenido sobre el sujeto colonial global. Las
aportaciones teóricas más significativas al pensamiento decolonial han venido de la
mano de autores y autoras tales como Edgardo Lander, Nelson Maldonado Torres,
Santiago Castro Gómez, Ramón Grosfoguel, Enrique Dussel, Catherine Walsh, Walter
Mignolo, Anibal Quijano y Silvia Rivera Cusicanqui.
Para concluir, una breve referencia a la teoría verde en las relaciones internacionales.
En contraste con las principales teorías, postula los problemas ambientales como
centrales para el estudio de las relaciones internacionales. De acuerdo con la teoría
verde, las teorías dominantes como el neorrealismo y el neoliberalismo no logran
comprender los problemas ambientales a través de sus marcos de análisis racionalistas y
centrados en el estado. La teoría verde se centra en el estudio de la justicia global, el
desarrollo internacional, la modernización y la seguridad. Algunos autores como David
Held, Andrew Linklater, Henry Shue y Thomas Pogge, han hecho contribuciones
importantes sobre esta cuestión.
30
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BÁSICAS
DEL ARENAL, CELESTINO. (1994). Introducción a las relaciones internacionales. 3ª
edición, 2ª reimpresión. Tecnos, Madrid.
ARENAL, CELESTINO DEL Y JOSÉ ANTONIO SANAHUJA (2015), Teorías de las
Relaciones Internacionales, Tecnos, Madrid
BARBÉ, ESTHER (2007). Relaciones internacionales. Técnos. 3ª edición.
CALDUCH, RAFAEL (1991).Relaciones Internacionales, Edit. Ediciones Ciencias
Sociales. Madrid.
DONNELLY, JACK (2005), “Realism”, en BURCHILL, Scott et al, Theories of
International Relations, Palgrave Macmillan, Nueva York.
GALINDO RODRÍGUEZ, FERNANDO, “Enfoques postcoloniales en Relaciones
Internacionales: un breve recorrido por sus debates y sus desarrollos teóricos”
Relaciones Internacionales Número 22 • febrero - mayo 2013, Grupo de Estudios de
Relaciones Internacionales (GERI) – UAM .
FONSECA, M., & JERREMS, A. (2012). Pensamiento decolonial: ¿una “nueva”
apuesta en las Relaciones Internacionales?. Relaciones Internacionales, (19), 103–121.
31
Recuperado a partir de
https://revistas.uam.es/relacionesinternacionales/article/view/5116
MOURE, LEIRE (2015), “El realismo en la teoría de las Relaciones Internacionales:
génesis, evolución y aportaciones actuales”, en ARENAL, CELESTINO DEL Y JOSÉ
ANTONIO SANAHUJA (coords.), Teorías de las Relaciones Internacionales, Tecnos,
Madrid, p. 83.
PÉREZ DE ARMIÑO, KARLOS. (2020). Relaciones internacionales: corrientes
teóricas y visiones del mundo. En prensa.
PÉREZ DE ARMIÑO, KARLOS. (2020). La teoría verde en las Relaciones
Internacionales. Aportes y desafíos de una corriente emergente. 100 años de relaciones
internacionales: una mirada reflexiva / coord. por Caterina García i Segura, José
Antonio Sanahuja Perales, Francisco J. Verdes-Montenegro Escánez, 2020, ISBN 978-
84-1336-918-1, págs. 339-368
RODRIGUEZ MANZANO, IRENE- (2000). Mujer, género y teoría feminista en las
relaciones internacionales. Cursos de Derecho Internacional y Relaciones
Internacionales de Vitoria-Gasteiz 2000, 2001, ISBN 84-309-3681-5, págs. 239-292.
RUSSETT, BRUCE. (2010) “Liberalism”In Dunne, Tim; Kurki, Milja; Smith, Steve.
International relations theory – Discipline and diversity. Oxford: Oxford University
Press, 2ª ed.
VIOTTI, PAUL R. Y KAUPPI, MARK V. (1999) International Relations Theory. 3ª Ed.
Boston: Longsman Publishers.
,
DUNNE, TIM Y BRIAN C. SCHMIDT (2011), “Realism”, en John BAYLIS, Steve
SMITH y Patricia OWENS, The Globalization of World Politics. An Introduction to
International Relations, Fifth Edition, Oxford University Press, Oxford, p. 86.
MORGENTHAU, HANS J. (1948), Politics Among Nations. The Struggle for Power
and Peace, Alfred A. Knopf, Nueva York. Hay traducción al castellano de la edición de
1960: La lucha por el poder y por la paz, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1963.
WALTZ, KENNETH N. (1979), Theory of International Politics, Random House,
Nueva York. Hay versión en castellano: Teoría de la Política Mundial, GEL, Buenos
Aires, 1988.
32