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Resumen: El presente artículo analiza la figura del dictador Augusto Pinochet, a la luz de
la categoría de banalidad del mal propuesta por Hannah Arendt, examinando su trayecto
desde días previos al golpe de Estado hasta su liderazgo en la Junta Militar. Tomando
diversos registros de su vida se propone una triple traición que muestra a Pinochet como un
símbolo del alto grado de irracionalidad e irreflexividad que caracterizaron la dictadura
cívico-militar, cuyo principal legado es el neoliberalismo que aún pervive en Chile. Se acude
a la categoría del pensar en Arendt para develar su ausencia en el dictador y para observar
algunas de las implicancias políticas que se desprenden de ello para dicho país.
Palabras clave: Banalidad del mal, pensar, Hannah Arendt, Augusto Pinochet. 178
Abstract: This paper analyzes the figure of the dictator Augusto Pinochet, through the
category of banality of evil proposed by Hannah Arendt, examining his journey from days
before the coup d’état to his leadership in the Military Junta. Taking several records of his
life, this paper proposes a triple betrayal, which shows Pinochet as a symbol of the enormous
irrationality and irreflexivity that characterized the military dictatorship, which main legacy
is the neoliberalism that still survives in Chile. This paper takes the category of thinking in
Arendt to unveil its absence in the dictator and to observe some of the political implications
it has had for our country.
* Chileno, autor principal. Psicólogo y Magíster en Filosofía. Académico del Departamento de Psicología, Universidad de Playa
Ancha de Ciencias de la Educación. Email: [email protected]
** Chileno, autor secundario. Psicólogo y Candidato a Magíster en Literatura, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Email: [email protected]
siempre de suyo culpable, podremos llamarla a ella misma un mal radical innato [radical del latín raíz] (pero no por ello menos
contraído por nosotros mismos) en la naturaleza humana”. Kant, Immanuel (1986). La religión dentro de los límites de la mera razón.
Trad. de F. Martínez Marzoa, Madrid, Alianza Editorial. Pág. 42.
6 Véase Birulés, F. (comp.), Hannah Arendt: el orgullo del pensar. Barcelona: Editorial Gedisa, 2000.
7 Arendt, Hannah. “Nightmare and Flight”. Arendt, H. Essays in understanding 1930-1954. Nueva York: Harcourt Brace, 1994.
[…]. Hay sólo algo que parece discernible: podemos decir que el mal radical ha emergido en
relación con un sistema en el que todos los hombres se han tornado igualmente superfluos8.
Sin duda, esta definición puede ser un buen marco desde el cual comprender los crímenes de la
dictadura en Chile, la cual se inicia con el golpe de Estado, y adquiere contenido a través de las distintas
operaciones militares, que tienen por finalidad perseguir y asesinar a los opositores al régimen: Plan Z
(1973), Caravana de la muerte (1973), Operación Cóndor (1974-90), Operación Colombo (1975), y Operación
Albania (1987). La desaparición forzada de más de mil doscientas personas, la retención en campos de
detención de cientos de miles de individuos, en donde se aplicaron diversas formas de tortura a alrededor
de veintiocho mil personas y fueron ejecutadas unas dos mil doscientas, nos habla de un mal extremo
nunca antes visto en Chile, no sólo en lo cuantitativo, sino también en lo cualitativo. Un mal radical
mediante el cual los sujetos ―siguiendo a Arendt― “ya no pertenecen a comunidad alguna […], no existe
ley alguna para ellos”9. El mal radical, tal como fue aplicado en la dictadura chilena, siguió un método
similar al sistema totalitario nazi, el cual, siguiendo a Arendt, se presenta en tres momentos que se
necesitan entre sí, los que a su vez van cimentando el camino para la dominación total: el asesinato de la
persona jurídica en el hombre, la destrucción de la persona moral y, finalmente, la destrucción de lo
humano en los individuos, a través de la tortura y el asesinato sistemático 10.
¿Cómo es que este horror de tal magnitud acontece en nuestra historia? ¿En qué medida dichos
crímenes son explicables a partir de la subjetividad de quienes tomaron tales decisiones? ¿Tiene sentido
hablar de un mal en los militares? ¿Un «mal radical» en Augusto Pinochet? Lo que sí es seguro es la
necesidad de hablar de una maldad más allá de los convencionales esquemas teológicos, morales o
180
psicopatológicos11. Esta exploración de la subjetividad del dictador ha sido considerada por autores como
Soto12, Uribe13, Witker14, Karmy15 y Timmermann16, destacando la interpretación que éste último hace al
plantear la fórmula del ‘factor Pinochet’, entendida aquella
8 Arendt, Hannah. Los orígenes del totalitarismo. Madrid: Taurus Ediciones, 1974. Versión española de Guillermo Solana, pp. 556-
557.
9 Ibíd., 246.
10 Arendt, op. cit. Ante esta interpretación habría que considerar la advertencia que nos hace el historiador Miguel Valderrama:
“no lejos de este reproche se escucha otro que nos advierte severamente de los peligros de convertir el golpe de Estado del 73
en “nuestro pequeño Auschwitz”. (...). El problema con estas posiciones supuestamente afirmativas de la vida y del porvenir es
que (...) expresan el deseo de superación propio de un tiempo de duelo llamado normal. Contra estas posiciones habría que
insistir en la necesidad de la remarca, en lo que Patricio Marchant denominó el comentario de la catástrofe como catástrofe
nacional” (Larrea, Felipe; Sepúlveda, Néstor (2013). «Historiografía y desaparición. Conversación con Miguel Valderrama por
Felipe Larrea y Néstor Sepúlveda». Escrituras Aneneconómicas. Revista de Pensamiento Contemporáneo, (4), p. 9).
11 Esta pregunta va en sintonía con lo afirmado por Timmermann: “Un síntoma actual de lo mencionado es el hecho de
demonizar a Pinochet, de tratarlo como una “pesadilla” que pasó por nuestro país, razonamiento que es usado por no pocos
como el elemento fundamental para comprender cuánto aconteció en el régimen militar, sin pretender discutir ni superar las
razones que existieron para que ello ocurriera y ocultando un hecho esencial en este sentido: que el régimen militar contó con el
respaldo “de una considerable parte de la población” y, en especial, de una élite cívico-militar” (Timmermann, “El factor
Pinochet. Élites y democracia”, Revista Temas Psicológicos, 10, 2005, p. 224).
12 Soto Gamboa, Ángel. “Gonzalo Vial, Pinochet. La Biografía”, Historia (Santiago), 36, 2003, pp. 450-458.
13 Véase Uribe, Armando. El Fantasma de la sinrazón y el secreto de la poesía. Santiago de Chile: Be-uve-dráis Editores, 2001.
14 Véase Witker, Iván. Homo Loquax Pinochet: Imágenes y estereotipos en la prensa chilena. Universum, Talca, v. 20, n. 1, p. 204-224,
2005. En este texto se presenta un análisis de las imágenes en prensa chilena respecto a Pinochet. Es interesante notar cómo los
estereotipos respecto a esta nefasta figura transitan por diversos constructos, los cuales se encuentran en consonancia con el
espectro político al que responden estos medios, en este sentido, la figura de Pinochet se muestra carente de contenido en sí
misma.
15 Véase Karmy, Rodrigo, “¿Qué es ‘Pinochet’? (Violencia, derecho y vida)”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne],
Questions du temps présent, mis en ligne le 16 mars 2007, consulté le 21 novembre 2018. URL:
http://journals.openedition.org/nuevomundo/3822; DOI: 10.4000/nuevomundo.3822.
16 Véase Timmermann, “El factor...”, op. cit., pp. 219-232; y Timmermann, Freddy, “Psicohistoria y poder. Reflexiones desde el
Si bien nuestro análisis coincide con lo planteado por el autor, nuestro trabajo profundiza y
distingue en aquello que podría llamarse ‘escasez de introspección’, con el fin de comprender justamente
aquel estilo controlador, instrumental e ideológicamente flexible. Para ahondar en ello haremos un breve
recorrido de la participación de Pinochet en la conjura del golpe, desde el Tanquetazo, ocurrido tres meses
antes del golpe, llegando hasta la destitución del general Leigh en 1978. Consideramos que observar este
proceso puede hacer emerger preguntas interesantes sobre el mal, en concordancia con los
planteamientos de la pensadora judío-alemana, y desde lo que la figura del dictador nos muestra. Y esto
debido a que lo que realmente se esfuerza por esconder Pinochet no es su historial de crímenes, sino,
más bien, la verdadera historia de cómo él inicia este camino y que ha intentado camuflar y tergiversar en
sus diferentes escritos18.
El viernes 29 de junio de 1973, los tanques del Regimiento Blindado Nº 2 liderado por
el Teniente Coronel Roberto Souper, emprendieron camino hacia La Moneda y el Ministerio de Defensa,
y, al llegar, abrieron fuego. Esta fue la primera rebelión militar en contra del Gobierno de la Unidad
Popular. El Comandante en Jefe del Ejército, el General Prats, salió a la calle encabezando la Escuela de
Suboficiales, con el fin de enfrentarlos. Desde el norte, vino en apoyo el Regimiento Buin, bajo la
dirección de Pinochet, Jefe del Estado Mayor del Ejército a la fecha, quien era leal al gobierno 19. Cuando
Prats y Pinochet se encuentran a las afueras de La Moneda, éstos se abrazan, frente a todas las tropas20.
Para el mediodía la situación fue controlada. Dos meses después, a finales de agosto, Prats renuncia a la
comandancia, asumiendo en su lugar Pinochet. Este último le escribe, el 7 de septiembre, una emotiva
carta en la que declara su “invariable afecto hacia su persona” y sus “sentimientos de sincera amistad”21. Sólo
un año después, Prats es asesinado por la DINA en Buenos Aires. Cuando a Pinochet le preguntaron en
una ocasión si era jefe directo de la DINA, él respondió: "No me acuerdo, pero no es cierto. No es cierto,
y si fuera cierto, no me acuerdo”22.
La Cofradía, y la casa de Lo Curro fueron desde 1970 e inicios del ’73, respectivamente, las dos
instancias desde las que se planeó el golpe. Augusto Pinochet no participó presencialmente en estas
instancias, ni tampoco tuvo incidencia en la planificación sediciosa por más que él mismo insista en
hasta la última semana de agosto de 1973” (Timmermann, “Psicohistoria...”, op. cit., p. 209).
20 González, M., op. cit., p. 176.
21 Ibíd., 289-290
22 “El interrogatorio del ministro Víctor Montiglio a Pinochet”. La nación. 22 nov. 2005. País.
aquello23. Al contrario, como plantea Alejandra Matus: “Pinochet, siempre esquivo a las definiciones, se
aproximaba, por su conducta de militar no deliberante (...) a las ideas constitucionalistas de Schneider” 24.
Así también en una entrevista concedida en México antes del golpe, Pinochet declara: “El Ejército chileno
es institucional y respeta y apoya al Presidente, su jefe, sin considerar sus ideas políticas” 25. Fue
inicialmente el general Arellano, recién el 8 de septiembre, quien informó a Pinochet de que el golpe se
realizaría sólo tres días después, con o sin él: “su reacción fue una mezcla de sorpresa y molestia. Al tomar
consciencia de que sólo se requería su adhesión a una decisión ya tomada, pareció abrumado” 26. Según
lo que plantea Mónica González: “Pinochet habló poco esa noche. Estaba preocupado: tenía que tomar
una decisión […]. En un momento me dijo textualmente: ‘¡Yo no soy marxista, mierda!’ y golpeó el brazo
del sillón en el cual estaba sentado […]”27.
Al día siguiente, Leigh visitó a Pinochet en su casa, y le preguntó “¿Qué piensas hacer tú? Porque
lo que es nosotros, no damos más. Creo que estamos en un punto en que si no actuamos el país se va al
caos”, a lo que Pinochet respondió vacilante “¿Tú has pensado que esto nos puede costar la vida a
nosotros y a muchos más?”28. Según el testimonio de Leigh sobre lo sucedido ese día, él comenta: “Por
supuesto ―le repliqué―, pero aquí no queda otra cosa que jugarse. Él siguió especulando y vacilando” 29.
Un poco más tarde, llegó a la casa el almirante Huidobro, quien trajo consigo una carta escrita por Merino,
la cual confirmaba por escrito lo que Stark y Leigh ya habían manifestado. En esta se le solicita a él y a
Leigh colocar sus firmas; Pinochet declara dubitante: “yo no tengo planes, no puedo traer tropas, no
puedo hacer ninguna cosa […], ante cualquier movimiento del Ejército [están] encima Carabineros e
Investigaciones”30; y agrega: “si esto se filtra, puede sernos de graves consecuencias”31. El relato de
Merino confirma la versión de Leigh: “Yo firmé de inmediato. Pinochet vaciló un poco buscando un 182
timbre que quería colocar al lado de su firma y que no encontraba nunca” 32; hasta que el comandante de
la aviación exclamó: “¡Decídase mi general, firme!”33. Finalmente, Pinochet estampó su firma y con esto
selló su participación.
La inserción de Pinochet en la conjura tiene un carácter similar al proceso de implementación de
nuestra actual economía neoliberal. Merino, siendo quien se encargó de esta iniciativa al comienzo,
planteó: “La intención inicial fue devolver todas las empresas que tenían dueño, pero enseguida, tanto
Pinochet como Leigh, manifestaron su deseo de mantener una economía controlada por el Estado. Por
eso al principio fue muy difícil que entrara el Plan Ladrillo. ¿Y qué es “El Ladrillo”?, preguntaban"34.
23 La Cofradía Náutica del Pacífico Austral era una sociedad secreta que sirvió como fachada para la preparación del golpe; sus
fundadores fueron el Comandante en Jefe de la Armada, José Toribio Merino; los vicealmirantes Patricio Carvajal y Arturo
Troncoso; los ex oficiales navales Roberto Kelly y Hernán Cubillos; Agustín Edwards, dueño de El Mercurio; Sergio de Castro,
redactor de “El Ladrillo”; entre otros. Por otro lado, los generales que más frecuentemente asistieron a la casa del abogado Jorge
Gamboa, ubicada en Lo Curro 9122, barrio de la clase alta santiaguina, fueron, por parte del Ejército: Sergio Arellano,
Washington Carrasco, Javier Palacios, Hernán Brady, César Benavides y Ernesto Baeza; por parte de la Aviación: Gustavo Leigh,
Nicanor Díaz Estrada, Francisco Herrera Latoja; por parte de Carabineros: Arturo Yovane y César Mendoza; y por parte de la
Armada, nuevamente los almirantes Merino y Carvajal, sumándose a estos: Ismael Huerta, Sergio Huidobro y Hugo Castro.
Véase González (2000), González (2002), Rojas, Uribe, Rojas, Largo, Ropert y Espinoza (2003), Biblioteca Nacional de Chile
(2013), entre otros.
24 Matus, Alejandra. Doña Lucía; la biografía no autorizada. Ediciones B Chile, Santiago de Chile, 2016, p. 92.
25 Ibíd., p. 96.
26 Verdugo, Patricia. Interferencia Secreta. Santiago de Chile: Editorial Sudamericana Chilena, 1998, pp. 15-16.
27 González, M., op. cit., p. 305.
28 Verdugo, op. cit., p. 22.
29 González, M., op. cit., pp. 306-307.
30 Ibíd., p. 310.
31 Verdugo, op. cit., p. 24.
32 González, M. op. cit., p. 310.
33 Verdugo, op. cit., p. 24.
34 González, M., op. cit., p. 430.
Lo que pasó el día 11 es conocido por todos. Mas, desde ese mismo día Pinochet comenzó a
posicionarse como líder político, en disputa con los protagonistas de la conjura. Durante el bombardeo
a La Moneda se le comunica radialmente a Pinochet el contenido de una declaración a emitirse ese mismo
día. El general desea agregar por su propia cuenta unas últimas líneas a ésta:
Otra cosa… […] recalcar: que las Fuerzas Armadas no están contra el pueblo, sino que están
contra la hambruna que estaba sembrando el gobierno marxista del señor Allende… contra las
colas que rodean… que rodean a todas las calles de Santiago… […] contra el hambre, contra la
pobreza, contra la miseria, contra el sectarismo a que nos estaba llevando el señor Allende,
mientras él satisfacía con fiestas y parrandas en la casa…35
Como plantea Verdugo, mientras los militares escuchan sorprendidos, los socios de la conjura
comienzan a darse por notificados. Este hecho constituyó la antesala de otros dos: su autoproclamación
como Presidente de la República y la expulsión de Leigh de la Junta Militar. En un inicio la presidencia
de la Junta tendría un carácter rotativo, sin embargo, Pinochet quiso quedarse con todo el poder y Leigh
no escondió su malestar como auténtico ideólogo de la conjura, haciéndole saber su rechazo a la decisión.
El general de la FACH comenta: "a Pinochet le vino un ataque de furia, dio un golpetazo a la mesa,
quebró el cristal, se rompió un poco la mano y sangró. Ahí, Merino y Mendoza me dijeron que yo debía
firmar, porque si no la Junta se iba a dividir. Firmé" 36. El 24 de julio de 1978, Pinochet declaró a Leigh
imposibilitado para ejercer sus funciones, siendo reemplazado por el general Matthei.
Relatados estos hechos, varias cosas saltan a la vista y plantean algunas interrogantes que nos
gustaría resumir en tres: Primero: ¿Qué implica esta triple traición de Pinochet?37 Comúnmente se destaca cómo 183
traicionó la confianza de Allende en los días anteriores al golpe, sin embargo ¿cómo explicar a su vez la
expulsión de Leigh y el asesinato de Prats? ¿Cuál es el porqué de la traición a camaradas de su propia
institución?38 Y es que Allende, Prats y Leigh representan tres posicionamientos políticos e ideológicos
claramente diferenciables: el marxismo-leninismo, la doctrina Schneider39, y la derecha conservadora,
respectivamente. ¿Qué motiva a deshacerse de todos y cada uno de estos bloques políticos? Segundo:
¿Qué implica esta brutal transformación tan repentina? El mismo Carlos Prats afirma y se pregunta lo siguiente,
en una carta dirigida a Moy de Tohá, esposa de José Tohá: “En cuanto a la conducta de Pinochet, puedo
decirte que su traición no tiene parangón en la historia de Chile. ¿Cómo puede entenderse su trayectoria
bonachona y dúctil entre marzo y septiembre de 1973 (...)?”40. En sólo tres días Pinochet pasa de aceptar
a regañadientes un plan ajeno a liderarlo como si fuese ya el jefe máximo de la nación, un acérrimo
antimarxista y el salvador de Chile. Sólo en unos pocos años pasa de identificarse con un estatismo, a
defender, encabezar y materializar el salvaje libre mercado de los Chicago Boys. Y en sólo unos pocos años,
originariamente “amarrado”, “por” y “a” Pinochet: la derecha, comprometida con Pinochet hasta el último peso, la Concertación
hasta la última ley y la izquierda –lo que queda de ella- hasta el último desaparecido” (Karmy, Rodrigo, “¿Qué es “Pinochet”?
(Violencia, derecho y vida)”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En ligne], Questions du temps présent, mis en ligne le 16 mars 2007,
consulté le 21 novembre 2018. URL: http://journals.openedition.org/nuevomundo/3822; DOI: 10.4000/nuevomundo.3822).
38 Pregunta similar se plantea Timmermann con respecto a la ‘deslealtad’ del dictador, al realizar una periodización que coincide
en general con los hitos expuestos en este trabajo, a saber, la fidelidad a Prats al inicio y la expulsión de Leigh al final. No
obstante, la respuesta ofrecida por el autor incursiona en los grados de libertad o sometimiento que Pinochet tuvo en las
coyunturas históricas específicas (Véase Timmermann, “Psicohistoria...”, op. cit., p. 209).
39 Doctrina derivada del pensamiento de René Schneider Chereau (1913 – 1970), comandante en jefe del ejército nombrado por
Eduardo Frei Montalva, quien transmitió la idea, según la cual, el ejército debía seguir un estricto respeto a las leyes y la
constitución, manteniendo su función absolutamente apolítica. Esta posición fue luego popularizada por el gobierno de la
Unidad Popular como la <<Doctrina Schneider>>. El 22 de octubre de 1970 el comandante René Schneider sufrió un atentado
que lo dejó hospitalizado, falleciendo 3 días después del suceso.
40 Matus, op. cit., p. 149.
después de toda una vida de obediencia a los militares y a la patria, traiciona a su Comandante en Jefe, a
quien alguna vez incluso trató de “hermano” 41, y a Leigh, con quien asaltó La Moneda el 11. ¿Cómo
podemos comprender esta serie de cambios tan abruptos y antagónicos? Tercero: ¿Pueden estos dos hechos
―la triple traición ideológica y el brutal y repentino cambio― decirnos algo sobre el mal radical que caracterizó a la dictadura
de Augusto Pinochet?42
al fenómeno de los actos criminales, cometidos a gran escala, que no podían ser imputados a
ninguna particularidad de maldad, patología o convicción ideológica del agente, cuya única nota
distintiva personal era quizás una extraordinaria superficialidad. […] el agente no era un monstruo
ni un demonio, y la única característica específica que se podía detectar […] no era estupidez, sino
una curiosa y absolutamente auténtica incapacidad para pensar. […] no tenía ni la más mínima
dificultad en aceptar un conjunto enteramente distinto de reglas. Sabía que lo que antes
consideraba su deber, ahora era definido como un crimen, y aceptó este nuevo código de juicio
como si no fuera más que otra regla de lengua distinta43. 184
Vemos entonces que la conceptualización de Arendt respecto del mal sufre modificaciones: el
mal ya no sería radical, sino más bien superficial, como el genocidio que puede provocar una bacteria, la
que nada sabe de dioses o intenciones. En ese sentido, ella llega a señalar que el mal nunca es radical, que
a lo más es «extremo», que sólo la reflexión es profunda y puede ser radical, porque se dirige a los
fundamentos. Cuando el pensamiento toma como objeto de reflexión al mal, el primero se frustra porque
no encuentra nada44. De lo extremadamente superfluo a lo que la condición humana puede llegar a ser,
Arendt ha transitado a comprender el mal desde quienes lo cometen, desde la falta de reflexividad en
aquellos. ¿Podemos hablar de una “incapacidad” para pensar en Augusto Pinochet?
En primer lugar, no encontramos estupidez. Al contrario, hay una astucia en Pinochet que
Jocelyn-Holt reconoce: “lo que más sorprende es su extraordinaria habilidad para hacer de las derrotas
su victoria, tanto de los otros como de las propias”45, habilidad que no es fruto de la suerte ni mera
coincidencia. Una inteligencia que, junto a ciertos rasgos perversos, dejaron entrever la consciencia que
el dictador tenía respecto de sus crímenes y lo poco que le interesaban las implicancias de reconocerlos
frente a las cámaras.
De esto último, tenemos frases icónicas. Éstas emergieron ante preguntas hechas por periodistas,
las que fueron transmitidas vía mass media a toda la sociedad chilena. Por ejemplo, cuando le preguntan
sobre por qué acostumbraba a ocupar lentes oscuros, responde: “la mentira se descubre por los ojos, yo
muchas veces mentía”46; o “si aquí hay en este momento trece millones de chilenos, póngale que hubiera
doce, de doce, dos mil no es nada”47. Si examinamos las diversas frases ya célebres del dictador, nos
percatamos que, en el fondo, como señala Arendt, se genera una suerte de frustración en nosotros, porque
no hay una postura ni ideas que se puedan someter a crítica, análisis, etc. En realidad, los dichos de
Pinochet surgen como si estuviera improvisando una respuesta, trivializando lo que sabe, con un sentido
común rígido, que silencia un posible trasfondo48. Algo similar ocurre con Eichmman, quien según
Arendt tenía una “incapacidad casi total para considerar cualquier cosa desde el punto de vista de su
interlocutor” 49. Como veremos más adelante, aquella capacidad se relaciona con el pensamiento; el otro,
quien encarna la diferencia, no aparece, y por ello hay una ausencia de reflexión. Desde allí se hace viable
que un sujeto habiendo cometido crímenes tan atroces, pueda vivir sin culpa aparente, como si las
personas hubiesen sido enterradas y exterminadas tanto real como imaginariamente.
Por otro lado, en Pinochet hay una soberbia pseudointelectual acomplejada, condensada en
Geopolítica, plagio de las clases de Gregorio Rodríguez, su profesor en la Academia de Guerra50; libro en
el que podemos encontrar frases como “hidrografía marítima del mar”51 o, que el boliviano posee una
“escasa cultura [que] lo mantiene en un estado de estancamiento con respecto a los demás países
sudamericanos”52. Reemplazar a Schneider y a Prats implicaba estar a la altura de ellos, empresa imposible
desde un inicio siendo que ambos generales reconocían la pobreza reflexiva de Pinochet. Schneider
calificó a Pinochet como “un general de poco vuelo intelectual”53 y Prats planteó respecto a éste que “en
su personalidad (...) se conjugan admirablemente una gran pequeñez mental con una gran dosis de
perversidad espiritual”54. En coherencia con aquello, se advierte en Pinochet una misticidad delirante 55,
cuando asegura “Yo los estoy viendo desde arriba, porque Dios me puso ahí, la Providencia, el destino” 56,
identificándose con Cristo al afirmar "soy el general de los pobres" 57. Esta astucia, habilidad, inteligencia 185
o consciencia ¿Qué relación posee con el pensar? Aunque dejáramos de lado la categoría de la estupidez
en Pinochet, esto no implica una actividad del pensamiento. Ocurre que conocer no es lo mismo que pensar.
Arendt retoma de Kant la diferencia establecida entre entendimiento y razón para construir su
propia teoría sobre la facultad de juzgar. En Crítica de la razón pura, el filósofo plantea:
[…] hemos definido el entendimiento diciendo que es la facultad de las reglas; ahora distinguimos la
razón del entendimiento denominándola la facultad de los principios […]. Por consiguiente, yo
denominaría conocimiento por principios aquel en que conozco por conceptos lo particular en lo
general58.
47 Salinas, Luis A. The London Clinic. Santiago de Chile: Editorial Lom, 1999, p. 112.
48 Véase el documental Pinochet y sus tres generales (2004), del director José María Berzosa. Frente a la pregunta por el significado
político de la visita que realizó a la base militar antártica chilena, Pinochet responde: “La significación política, en el sentido de
llegar a la tierra de Chile, yo he recorrido todo Chile y me faltaba recorrer esta parte no más”.
49 Arendt, Hannah. Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. Barcelona: Editorial Lumen, 2003, p. 33.
50 Véase Peña, Juan Cristóbal. La secreta vida literaria de Augusto Pinochet. Santiago de Chile: Editorial Debate, 2013.
51 Pinochet, Augusto. Geopolítica. Santiago de Chile: Editorial Andrés Bello, 1974, p. 90.
52 Peña, op. cit., p. 72. Para sorpresa de Gregorio Rodríguez, Pinochet solicitó a éste prologar aquel libro plagiado, a lo que el
construido por los intérpretes de Dios que lo rodeaban o por el mito que las élites le construyen, no por uno que tuviera como
base una historia concreta, real.” (Timmermann, “El factor...”, op. cit., p. 226).
56 Salinas, Luis A. The London Clinic. Santiago de Chile: Editorial Lom, 1999, p. 19.
57 Azócar, Pablo. “Augusto Pinochet: rasgos psíquicos del general”. APSI 173, mar. 1986, año 10, pp. 8-11. Web. 8 oct. 2018, p.
11; Salinas, op. cit., p. 25.
58 Kant, Immanuel. Crítica de la razón pura. Vol. 2, Dialéctica trascendental y metodología trascendental. Buenos Aires: Editorial Losada,
Como afirma Wellmer, esto es lo que lleva posteriormente a Kant a plantear el «juicio reflexivo»
como aquel que “nos permite encontrar un universal o una norma universal bajo la cual un caso particular
determinado puede ser subsumido”59; en donde la máxima es reflexionar sobre el propio juicio desde un
punto de vista universal. Siguiendo este esquema elemental, para Arendt sólo el pensar permite juzgar
entre el bien y el mal; el mal extremo, como lo mostró el totalitarismo alemán y la dictadura chilena, no
responde a ningún fenómeno visto anteriormente, por lo tanto, el juzgar aquí no es algo que se base en
el conocimiento que poseemos acerca de él, sino más bien de los principios que compartimos como
sociedad. Este juicio es un ejercicio que no obedece a reglas, ya que justamente el mal extremo rompe las
reglas que se tienen hasta el momento para juzgar; aparece de modo auxiliar la facultad de imaginar, y
con ello el juicio es, a la vez, un ejercicio de creación de nuevas reglas que tienen carácter de principios.
La perspicacia de Pinochet no nos habla directamente de un pensar como facultad, al contrario;
su triple traición y su repentina transformación dan cuenta de una indiferente obediencia a reglas,
cualesquiera estas sean dependiendo de la ocasión, ya que no hay principios que guíen al agente respecto
al sentido profundo que poseen aquellas. Como relata uno de sus exescoltas: “a mi general le gustaba
aprender. ‘Yo soy como un perro’, me decía. ‘No hablo, pero entiendo todo’” 60. Este ‘entender’ es un
conocer, un conocer que no admite un pensar que se traduzca en un ‘hablar’ auténtico. Se impone el
entendimiento por sobre la razón, la obediencia por sobre la autonomía. El repentino antimarxismo de
Pinochet no pareciera ser un producto de una fuerte convicción ideológica, sino, más bien, el efecto de
la inexistencia de una ideología propia, lo que lo obliga a adherirse a la conjura del golpe. Sin embargo,
tal adherencia no es auténtica, ya que nuevamente no hay incomodidad alguna en asesinar a Prats y
expulsar a Leigh. No importa si se trata de estatismo o de neoliberalismo, Pinochet no duda en aceptar 186
cualquiera de estos modelos mientras le permitan seguir avanzando, seguir obedeciendo a una especie de
mandato. Pinochet no es una víctima, es culpable de todos sus crímenes, pero dicha culpabilidad no
pareciera tener que ver con motivos que lo posicionan políticamente en un bloque en particular, más bien
es capaz de eliminar todos los bloques políticos que le impidan lograr la posición que desea.
Arendt en El pensar y las reflexiones morales utiliza la figura de Sócrates para definir el pensar,
haciendo mención a sus tres sobrenombres: el “tábano”, el “torpedo”, y la “comadrona”.
Sócrates es un tábano: sabe cómo aguijonear a los ciudadanos que, sin él, continuarían durmiendo
para el resto de sus vidas, a menos que alguien más viniera a despertarlos de nuevo. ¿Y para qué
los aguijoneaba? Para pensar, para que examinaran sus asuntos […]. Sócrates es una comadrona
[…], la función propia de la comadrona griega de decidir acerca de si la criatura estaba más o
menos adaptada para vivir o […] era un mero <<huevo estéril>> […]. El torpedo, a primera vista,
parece lo opuesto al tábano; paraliza allí donde el tábano aguijonea […]61.
Estas tres metáforas hablan de tres dimensiones respecto al pensar desde Arendt. Primero,
cuando pensamos, dejamos de obedecer y comenzamos a cuestionar las reglas que obedecemos; aquello
supone una vivencia de dolor o sufrimiento ya que, cuestionar las reglas propias implica cuestionarse a
uno mismo, es decir, significa evidenciar las propias contradicciones que en nuestra vida cotidiana
intentamos esquivar. Cuando alguien nos hace pensar, o nos obliga a hacerlo, el pensamiento se
entromete en nosotros como un malestar que ataca constantemente y del cual sabemos que no podremos
librarnos de manera fácil. Segundo, el pensar no tiene ninguna función servil, ni útil. Al contrario, el
pensar es destructivo, en vez de sustentar o asimilar reglas, normas, instituciones, sociedades, es
sumamente peligroso debido a cómo propicia a socavarlas, derruirlas, exterminarlas. Y el pensar es
autodestructivo, es un dudar de uno mismo constantemente que no deja nada tras de sí, sólo coloca en
movimiento lo que antes estaba quieto sin llegar a ningún lugar predefinido. Y tercero, al pensar
paralizamos nuestro quehacer cotidiano, colocamos en pausa a la realidad y con ella a nosotros mismos,
e ingresamos en una temporalidad diferente. Tal como el telar que teje y desteje Penélope, el pensar es
una acción destructiva, pero que posibilita la emergencia de lo nuevo, abre espacio para la creación, tiene
una cierta finalidad, sólo que ésta es indeterminada y no inmediata, trascendiendo a sí misma, “el proceso
del pensar no produce cosas tangibles […] La concreción que se da al escribir algo, al pintar una imagen,
o al componer una pieza de música, etc., es lo que hace realmente del pensamiento una realidad […]”62.
Así ocurre, si continuamos con la metáfora, con Penélope ya que su telar le permite engañar a los hombres
que desean tomar el puesto de Odiseo, posibilitando el ansiado retorno de su marido, rey de Ítaca.
Jocelyn-Holt describe a Pinochet de un modo consonante con lo anterior al plantear que él
“nunca cede o transa. Él es, paradójicamente, la máxima encarnación del avanzar sin transar” 63, y
podemos traducir transar por pensar. Pareciera ser que Pinochet nunca cuestionó ingresar a la conjura, la
aceptó de forma irreflexiva; detener su avanzar implicaba una paralización de la realidad y de sí mismo,
no había tiempo para decidir si ingresar o no ingresar a la conjura, no hay plazos para considerar
posibilidades alternativas, es el todo o nada. Como ordena Pinochet al momento de atacar La Moneda:
“No podemos aparecer con debilidad de carácter, aceptándole plazos y parlamento a esta gente porque…
¡no podemos nosotros aceptar plazos ni parlamentos, que significa diálogo, significa debilidad!”64; diálogo
circular que expresa por un lado la superficialidad y por otro la incapacidad para someterse al dolor del
diálogo, con debilidad al aguijón del transar. Como comenta en una entrevista, Pinochet prefiere
secretamente no someterse a dicho dolor, prefiere el conformismo antes que el sufrimiento del pensar y
decidir:
187
―¿Qué le recomendaría a los chilenos como pauta de conducta? [pregunta la entrevistadora]
―El término medio. Ni mucho ni poco. Siempre en los términos medios está lo justo (...)”.65
Hay una cercanía que no podemos dejar de mencionar entre Pinochet y Chance Gardiner,
personaje principal de la novela Desde el jardín66 del autor polaco Jerzy Kosinski. Chance vivió toda su vida
sin salir de su hogar, pasando gran parte de su tiempo frente al televisor y dedicado a cultivar un pequeño
jardín en el patio trasero. Su vida se moviliza entre esos dos polos: televisor-jardín. Hasta que un día quien
lo cuidaba fallece. Frente al desamparo Chance se ve forzado a salir de la casa en la que había vivido, ya
no podía seguir viviendo ahí debido a la muerte del anciano que lo cuidaba. Casi de casualidad encontró
la puerta que daba al exterior. Al poco andar es atropellado por un auto lujoso de donde descendió una
mujer que le prestó auxilio y ofreció llevarlo a la clínica. Caen en simpatía y junto a ella poco a poco
comienza a conocer la “realidad” y con fortuna y una gran cuota de azar entra en contacto con personas
con una situación acomodada, las que paulatinamente lo empujan hacia las capas poderosas de la
sociedad: empresarios, políticos, prensa, etc. Casi por azar, sin proyecto alguno, termina siendo aclamado
por políticos y empresarios, con frases sacadas de su escasa experiencia entre lo que podía aprender de la
televisión y lo que veía en su jardín a diario. Frente a una pregunta en torno a la situación política-
económica Chance responde: “En todo jardín hay una época de crecimiento. Existen la primavera y el
verano, pero también el otoño y el invierno, a los que suceden nuevamente la primavera y el otoño.
62 Ibíd., p. 102.
63 Jocelyn-Holt, op. cit., p. 167. Frase acuñada en 1971 por el secretario general (1971-79), diputado (1961-65) y senador (1965–
73) del Partido Socialista Carlos Altamirano Orrego (1922-), frente a la frase moderada del partido comunista “consolidar lo
avanzado”.
64 Verdugo, op. cit., p. 121.
65 Matus, op. cit., p. 150. “Poco después de realizar esta entrevista, la periodista Malú Sierra fue secuestrada. Mujeres vestidas
como voluntarias de CEMA se presentaron (...) y la invitaron a integrarse al voluntariado. Ella se negó amablemente y, momentos
más tarde, al salir del trabajo, se encontró en la calle con las mismas mujeres. Estaban acompañadas por agentes de la DINA que
la subieron a la fuerza a un vehículo y la trasladaron a Villa Grimaldi. (...) Malú Sierra estuvo desaparecida por un día y en los
interrogatorios sus captores le preguntaban majaderamente, entre otras cosas, por esa entrevista” (Matus, op. cit., p. 151).
66 Cuyo título original es “Being there” que traducido al castellano se podría entender como “Estando allí”.
Mientras no se hayan seccionado las raíces todo está bien y seguirá estando bien.” 67. ¿No son acaso
equiparables en estilo y contenido? Con frases como aquellas Chance deja impresionado o al menos
satisfecho a quienes iba conociendo en su escalada, siendo citado en periódicos, atrayendo hacia sí
miradas desde todos los sectores.
―Señor Gardiner ¿cuándo cree usted que el Gobierno dejará de calificar de venenosos a los
subproductos industriales? Estuve de acuerdo en que se prohibiera el uso del DDT puesto que el
DDT es un veneno y no hay ningún problema en encontrar sustitutos químicos. Pero es muy
distinto que, por ejemplo, tengamos que dejar de refinar el petróleo para calefacción porque,
digamos, no nos gustan los productos de la descomposición del querosene ―Chance se quedó
mirándolo en silencio―. Francamente, creo que hay una diferencia fundamental entre las cenizas
del petróleo y los polvos insecticidas. ¡No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta de
semejante cosa, por Dios!
―Conozco las cenizas y conozco los insecticidas ―dijo Chance―. Sé que los dos son perjudiciales
para el desarrollo de un jardín68.
“Ellos no mandan, prohíben y permiten sino por su gran poder como palabras con vida. En
cambio las palabras de la ley persuaden y obligan , mandan, prohíben o permiten sólo porque la
ley tiene imperium una potencia de coerción que dispone de la fuerza de poder, e impone desde
afuera de las normas las sanciones”69. Uno de los pilares de las organizaciones militares es que
existen “tan solo cuando la orden tiene un valor siempre idéntico y constante”70.
Cuando esta barrera cae aparece la contradicción, el sin sentido: “De cada diez chilenos, uno
tendrá automóvil, de cada cinco, uno tendrá televisor y de cada siete, uno tendrá teléfono” 71. Así como
no hay tiempo para detenerse, menos lo hay para regresar atrás, es decir para recordar. Así lo dejan ver
varias frases del dictador al respecto: “La única cosa que queda señores contertulios es ¡olvidar! Y se
olvida no con un proceso que se abre nuevamente y que se vuelve a abrir”72; “Siempre he dicho que esto
debe terminar, dar vuelta la hoja y seguir adelante”73. Pinochet es consciente del peligro destructivo y
autodestructivo del pensar y es por eso que, así como lo prohíbe para los demás, lo prohíbe para sí mismo:
“Los estudiantes van a la Universidad a estudiar, no a pensar… y si aún les quedan energías, para eso está
el deporte”74. La esterilidad del pensar no está permitida para nadie.
67 Kosinski, Jerzy. Desde el jardín. Buenos Aires: Javier Vergara Editor, 1975. Traducción de Nelly Cacici, p. 72.
68 Ibíd., p. 41.
69 Uribe, Armando. El Fantasma de la sinrazón. Santiago de Chile: Imprenta Salesianos, 2001, p.29
70 Canetti, Elías. Masa y poder. Barcelona: Muchnik Editores, 1981, p. 243.
71 “Tras asegurarse el poder con el referéndum Pinochet anuncia la formación de un comité cívico-militar”. ABC Sevilla. 13 de
A nuestro parecer, el modo más interesante de definir la banalidad del mal está en la diferencia
que Arendt establece entre consciencia y pensamiento. La autora plantea que “la consciencia no es lo
mismo que el pensar; pero sin ella el pensamiento sería imposible. Lo que el pensamiento en su proceso
actualiza es la diferencia que se da en la consciencia”75. ¿De qué se trata esta diferencia que se da en la
consciencia? Es admitir que en el hecho de ser conscientes de nosotros mismos existe un acto recursivo,
en el cual nosotros nos observamos a nosotros mismos y nos sabemos haciéndolo. Como demuestran
las perversas declaraciones del tipo “¡Pero qué economía más grande!” (a propósito del hallazgo de dos
cadáveres en una misma tumba)76, vemos que esta consciencia existe, más el pensamiento lo que hace es
actualizar. Y es dicha actualización la que Pinochet no está dispuesto a aceptar, esa conversación interior
consigo mismo sobre su propia diferencia. Adjuntamos un extracto de entrevista hecha en 2003 a
Pinochet en sus últimos días.
Entrevistadora: ―Usted sabe muy bien que algunos lo aman y otros lo odian. Unos consideran
que usted fue el salvador de Chile y otros dicen que fue el dictador que violó derechos
humanos. Dígame ¿Cómo usted se ve a usted mismo?
Pinochet: ―Que difícil la pregunta, como se va a ver uno, o sea como ángel.
Entrevistadora: ―Siempre como ángel…
Pinochet: ―Pero creo yo que… reflexionando… y meditando, soy bueno, soy un hombre que no
tengo odio en el corazón.
Entrevistadora: ―Ni resentimientos
Pinochet: ―Tampoco. Tengo bondad, cuando lo puedo hacer, hago algo en favor de cualquiera.77
189
Si bien, ciertamente destaca enormemente el hecho de llamarse así mismo un ángel ―lo cual es
coherente con su misticidad delirante― nos interesa mucho más relevar la frase que antecede a tal
declaración: “qué difícil la pregunta, cómo se va a ver uno”. Más adelante en la misma entrevista se le
pregunta sobre los conceptos errados que puede haber sobre su persona, Pinochet responde: “No sé,
nunca me he examinado como persona”. Es esta dificultad la que nos da pistas sobre cómo Pinochet vive
esa actualización de la diferencia de su consciencia, es decir, ese pensar(se), o esa facultad de juzgar(se).
Y la respuesta a esa pregunta es superficial en la medida en que no ahonda en su “odio en el corazón”;
aquel ejercicio puede ser tan autodestructivo que es necesaria la anteposición de una imagen delirante de
sí mismo, imagen estática, inmóvil, sin actualización. Nos parece que, desde otra vía, las conclusiones de
Uribe sobre la figura de Pinochet son acertadas, y las traemos a colación como modo de terminar
provisoriamente estas reflexiones.
[…] desde el comienzo la conducta del señor Pinochet (y de otros alrededor suyo como reflejo de
la suya, pues la suya concentró todas las conductas) ha sido de una alta irracionalidad […]. Es el
estallido de volcán, la erupción del inconsciente, de la irracionalidad chilena. De modo que esto
tiene historia, y nunca el país, ¡nunca!, desde cuando tiene nombre en el siglo XVI, había visto un
fenómeno de irracionalidad colectiva concretada en una persona como la que vemos ahora en
Chile carnalizada en el señor Pinochet78.
A modo de epílogo
En ningún caso creemos que Pinochet pueda ser idéntico a Eichmann, aunque su tránsito desde
la Escuela Militar hasta llegar a ser Presidente de la Junta Militar y luego ser dictador por 17 años, no es
tan distante de la carrera fortuita que llevó Eichmann a participar de la creación y consolidación del
régimen nazi: Eichmann, en ese contexto, movido por su ansia de ser un buen funcionario, escaló
sistemáticamente hasta lograr estar a cargo del transporte de miles de judíos a los campos de
concentración. La forma en que se desenvolvieron ambos en sus respectivas carreras militares, sumado a
ciertos rasgos psíquicos, nos llevan a afirmar que hay una similitud, no en su contenido, pero sí en su
lógica de “carecer de un proyecto”.
Una de las cuestiones que diferencia a Eichmann de Pinochet es el proceso judicial sin término
que tuvo este último, el juicio quedó abierto, dejando a gran parte de la población desamparada en
términos legales y con una sensación de impunidad frente a las atrocidades cometidas. El espectro de
Pinochet sigue deambulando y tiene su correlato en las familias que esperan justicia por las atrocidades
cometidas en dictadura; Pinochet es un símbolo de la precaria justicia Chilena y del desamparo vivido por
el pueblo, por quienes no participamos de las altas cúpulas del poder económico y político en aquel
entonces. A pesar del juicio inconcluso han brotado voces de personas que participaron de aquellos actos,
confesando su responsabilidad y la de otros en los crímenes de lesa humanidad. El resultado del juicio en
ambos casos, el de Londres para Pinochet y el de Jerusalén para Eichmann, marca una diferencia
importante ya que el segundo concluyó sometiendo a juicio y condenando a muerte a Eichmann; en
cambio Pinochet continuó en el ejercicio del poder hasta 1998 como Comandante en Jefe del Ejército,
con prácticas coercitivas frente a los juicios que se levantaban contra él y su familia, para terminar sus
días ostentando el cargo Senador Vitalicio. Pinochet murió junto a nosotros, extendió su vida, no se
escondió, ni armó otra vida en el extranjero (como lo hizo Eichmann). Gozó de toda una capa de la
población que lo siguió apoyando y celebrando hasta el día de su muerte impune. Si bien hay similitudes 190
con Eichmann, Pinochet está lejos de parecerse a Hitler.
Utilizar la noción de «mal extremo» como modo de comprender los crímenes en dictadura, y la
de «banalidad del mal» para comprender la figura del autor en cuestión, creemos que es un ejercicio no
acabado, inexacto, provisorio, por construir. Nos interesan más las preguntas que se formulan en este
texto que las respuestas a las que de manera dificultosa hemos podido dar solución momentánea.
Efectivamente las violaciones a los Derechos Humanos en dictadura no se reducen a los actos
de Pinochet, al contrario, es el conjunto de diversos actores pertenecientes a las Fuerzas Armadas y a la
derecha conservadora los que articularon y dieron expresión a este periodo histórico. En este sentido, no
nos interesa tanto dar cuenta de la responsabilidad de Pinochet, la cual es evidente y no se necesita este
tipo de análisis para responder a tal cuestión, más bien, nos interesa ahondar en la figura de Pinochet para
comprender las implicancias, en la historia de un pueblo, de la incapacidad de pensar. En esta lectura de
lo banal que puede llegar a ser el mal, cabe recordar que el fantasma de la sinrazón deambula aún en Chile
y, cómo no, si vivimos en el legado político-económico que se inició en la dictadura. Ésta última fue la
que dio forma a una democracia incompleta, en la que como vimos y continuamos viendo, no hay justicia
frente a los delitos contra el género humano79, y en donde, en definitiva, se instauró el ensayo mundial
del sistema neoliberal. Este legado tiene su símbolo más claro en la permanencia de la Constitución
ilegítima de 198080.
El efecto del neoliberalismo implantado por irreflexión ha traído, de manera consecuente, más
irreflexión en Chile. Y es que, el interés mercantil, utilitario, e inmediatista del quehacer cotidiano no nos
permite detenernos a examinar la banalidad de nuestras vidas, en la que evitamos a toda costa el dolor de
la duda, ya que evidentemente es más fácil mantener sólidos nuestros principios. Hay una frase de
Augusto Pinochet que llama profundamente nuestra atención tanto por su incongruencia como por su
resonancia con lo planteado por Arendt: "Ayer estábamos al borde del abismo, hoy hemos dado un paso
hacia adelante"81. Nuevamente, queremos ir más allá del evidente sinsentido, ya que consideramos que el
supuesto paso hacia adelante ha sido posible en la medida en que ese abismo se ha intentado clausurar.
El abismo es la profunda escisión que en Chile se actualizó durante el gobierno de la Unidad Popular, es
la diferencia de la consciencia chilena puesta en movimiento. La dictadura lo que hizo fue rellenar con
tierra ese abismo y crear una llanura, es decir, creó una superficie, la cual es escarbada desde abajo por las
consciencias aún dolidas, por los crímenes contra la humanidad que aún son cubiertos por un velo. Esta
superficie fue creada a partir de todo el cúmulo de reformas en la dictadura, las cuales, estando aún
vigentes, sustentan una impunidad que no siempre indica ausencia de derecho, sino las múltiples trabas
que obstruyen el ejercicio correcto de la justicia y la distorsión del cuerpo legal. La impunidad termina
deformando la confianza y el sentido de lo que es la justicia para los ciudadanos 82.
Claramente, las diferencias socioeconómicas, políticas y culturales no se borran simplemente con
la imposición política de un olvido, idiotización, y rutinización colectivas, sin embargo, creemos que sí
podríamos decir que el paso adelante no nos hizo caer a un abismo sin fondo, más bien nos hizo
estrellarnos con esta falta de profundidad vital en la que estamos envueltos, una incapacidad para
pensarnos de manera colectiva. ¿Hemos dado un paso adelante hacia el abismo? Hacia el abismo no, sí
hacia la banalidad. Creemos que tomar consciencia del abismo que existe en Chile, visibilizarlo, hacerlo
público, puede ser la facultad de juzgarnos, la actividad de pensarnos como comunidad. Creemos que
podemos ciertamente “avanzar” en la medida en que regresamos, colocarnos en ese borde para observar
con claridad el abismo en el que vivimos realmente, el cual se extiende por la historia de Sudamérica y el
mundo.
Queda pendiente una examinación en profundidad de la psicología de Pinochet, como un 191
personaje que nos interpela en nuestra construcción identitaria como habitantes de Chile. Algo de
perturbador tiene la imagen del “tatita”, con su voz serena y sus largos silencios. Aquel aspecto ominoso,
en palabras de Freud, tiene relación con algo otrora familiar que se ha vuelto extraño ¿Qué es eso que ha
quedado deformado bajo la barrera de la represión y que reaparece? Creemos que eso que retorna, ese
material sin elaborar, es la historia de cómo se ha construido este país que ha sido golpeado, saqueado,
masacrado sistemáticamente, dejando al pueblo y su tejido social destruido ¿No estará tras el rostro de
Pinochet la mirada de Valdivia, la de O’Higgins, Portales, etc? Creemos que ese horror está anclado a las
grandes matanzas, a las grandes tomas de conciencia del pueblo que han sido aplastadas, a una serie de
personajes de nuestra historia que han encarnado diversas atrocidades y que han personificado las
cumbres de la banalidad, frente a ellas aún perdura el olvido, creemos que no hemos sido capaces aún de
volver sobre nuestra historia con una mirada crítica. Mientras eso no ocurra el rostro y las palabras de
Pinochet nos seguirán pareciendo perturbadoras y pretéritamente inquietantes.
Una transformación radical de la sociedad, hacia la superación de las relaciones de opresión en
las que vivimos actualmente es posible en la medida en que un proyecto emancipatorio apunte a combatir
la banalidad de forma permanente. Hacer frente a la irreflexión, a la privación de las herramientas y los
recursos para pensarnos colectivamente, quizá son grandes puntos gravitatorios para construir una nueva
historia en Chile. Quizá las izquierdas tienen precisamente ese punto como suelo o como punto
articulador para plantear la lucha: el hecho de que los seres humanos no debieran por ningún motivo
volverse superfluos, prescindibles e innecesarios al punto de ser materia de exterminio. La necesidad de
reflexionar constantemente sobre nuestra histórica banalidad para que de ella no emerja un nuevo y viejo
mal radical.
81 Bruschtein, Luis. “Las frases del tirano”. Página 12. 12 abr. 2006.
82 Cabrera, Luisa. “Efectos de la impunidad en el sentido de justicia”. Psicología política, 2001, n° 23, pp. 37-58.
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