Sistema Tributario Ideal - Celdeiro
Sistema Tributario Ideal - Celdeiro
Sistema Tributario Ideal - Celdeiro
1. Concepto
Conforme a cierta doctrina (1), el sistema tributario eficiente ideal es
aquel que tiene la simple finalidad de proporcionar bienes y
servicios públicos a los individuos, consistiendo en cierta medida en
el principio del beneficio, ya que la estructura tributaria debería
conformarse de modo tal que refleje las evaluaciones individuales de
los beneficios marginales proporcionados por los servicios del
Estado. Así, la cantidad total de los servicios colectivos
suministrados por éste debe tener soporte en algún tipo de suma de
las citadas evaluaciones individuales. También podría afirmarse que
el mentado enfoque se identifica, en cierto sentido, con la teoría
halleriana de la equivalencia, fundamento racional de determinadas
tasas y contribuciones especiales. Relacionado con la teoría expuesta
anteriormente, podemos citar la propuesta de Wicksell (2) sobre la
eficiencia en el gasto público y en la imposición, que consta de dos
etapas:
a) Relacionar cada decisión sobre gasto público con las decisiones
sobre la distribución de la carga tributaria, por cuanto el tratamiento
integrado gastos-ingresos reviste fundamental importancia en la
actividad financiera del Estado;
b) Establecer una regla de adopción de decisiones por mayoría
relativa de forma tal que cada gasto sea aprobado juntamente con el
tipo de tributo elegido para su financiación, considerando las
distribuciones alternativas propuestas.
Sin entrar a criticar el interés conceptual de esta formulación, cabe
señalarse que son muy escasas las posibilidades de que los bienes y
servicios públicos guarden una estrecha relación de
proporcionalidad con las exacciones establecidas por el Estado y es
precisamente por esta razón que dicho enfoque se debilita en sus
intentos de aplicación. No necesariamente los efectos de los
impuestos serán interdependientes de los efectos del gasto público.
No obstante, el aporte fundamental de Wicksell consiste en partir de
la premisa de un equitativo reparto de la riqueza como situación
previa a la justa distribución de la carga, 3, lo que supone
considerar, en última instancia, que el criterio de reparto será moral
antes que económico (4).
Para Neumark (5), el sistema tributario ideal está compuesto de un
impuesto general sobre la renta, un impuesto de sociedades, un
impuesto general sobre el patrimonio, un impuesto general sobre
consumos y un impuesto de sucesiones.
Por su parte, Cosciani (6) se manifiesta en favor de dos impuestos
fundamentales: un impuesto personal y progresivo sobre la renta
total de las personas físicas -complementando por un tributo sobre la
renta de personas jurídicas- y un impuesto general sobre consumos.
Como gravámenes complementarios a nivel nacional sugiere, entre
otros, al impuesto sobre sucesiones y a los impuestos sobre
consumos selectivos.
Evidentemente, para formular un sistema tributario ideal deberán
examinarse determinadas variables condicionantes (7), que
posibilitarán instaurar una estructura impositiva adaptada a la
coyuntura.
A continuación estudiaremos un poco más detenidamente los
aspectos generales de algunas modalidades teóricas de imposición.
2. Impuesto a la renta
Si bien no puede hablarse de una base impositiva ideal que satisfaga
los innumerables objetos de la tributación, existe cierto consenso en
el sentido que la renta constituye una de las muestras más
representativas del potencial económico de tributación.
Conforme a destacada doctrina (8), el impuesto a la renta encuentra
como justificación de su exigencia, las particularidades que se
enuncian a continuación;
-Posibilita un esquema distributivo de mayor equidad que propende
hacia la redistribución de los ingresos, especialmente si está
estructurado sobre la base de alícuotas progresivas.
-Opera como fuerte estabilizador automático cuando adopta la forma
de impuesto progresivo, ya que permite recaudar más fondos cuando
aumentan los ingresos y menos cuando disminuyen, aspecto
conocido con el nombre de "flexibilidad intrínseca".
-El gobierno puede, al ajustar la presión impositiva, ejercer una
marcada influencia en la magnitud del ahorro en toda la economía y
en la tasa de crecimiento. Por cierto que este efecto puede lograrse
por la variación en los tipos del gravamen o por otras medidas, en
cuyo caso los efectos anticíclicos que se obtengan responderán a los
conceptos de flexibilidad reglada o discrecional (9).
-Es relativamente neutro en cuanto a la eficiencia del empleo de los
factores. Aun cuando en teoría es susceptible de alterar la opción
trabajo- ocio y otras decisiones económicas, si no se aplican
alícuotas progresivas elevadas el impuesto a la renta produce escasas
sustituciones de trabajo por el ocio u otras distorsiones en el
comportamiento.
En cuanto a la administración fiscal y la actitud de cumplimiento de
la unidad contribuyente, se sostiene que las mismas están
condicionadas por la adecuación de la estructura del gravamen y de
la administración tributaria, y por las motivaciones económico-
sociales de la población, respectivamente (10).
Si bien entendemos que se trata de un gravamen de aceptable
rendimiento fiscal y de flexibilidad automática en función de la
variación de la renta nacional, en naciones en vías de desarrollo
suele no revestir significativa trascendencia, atento al bajo nivel de
ingresos per cápita observable en esos países. Asimismo, se
mencionan como argumentos contra su implementación la
complejidad administrativa y a los efectos adversos sobre el ahorro,
la inversión (11) y la libre iniciativa, (12), salvo que estos últimos se
vean neutralizados por los efectos multiplicadores del gasto público.
La estructura ideal de un impuesto a la renta debería respetar las
siguientes premisas:
a. Poseer un amplio campo de imposición, sin ahuecamientos en la
base. Esto significa la aplicación de una política restrictiva en
materia de exenciones y otras liberalidades.
b. Someter a impuestos a los componentes de la unidad familiar. Si
se considera a la familia como núcleo contribuyente, se evitará el
manejo arbitrario y elusivo de los réditos de los componentes del
grupo familiar y, asimismo se reflejará más razonablemente la
capacidad de pago.
c. Considerar mínimos no imponibles comprensivos de un nivel de
subsistencia estandard.
d. Aplicar alícuotas progresivas de crecimiento continuo y
moderado, sin picos que tornen inequitativo el pasaje de un escalón
de renta a otro. Cabe señalar al respecto, que las alícuotas
progresivas son susceptibles de utilizarse en impuestos a la renta o
sobre los patrimonios, siempre que se refieran al individuo o a la
unidad familiar como contribuyente, pero no resultan idóneos para el
supuesto de entes colectivos ni para los tributos sobre la tenencia de
bienes u operaciones sobre los mismos, considerados aisladamente.
e. Integrar el impuesto societario con el impuesto personal a la renta,
posibilitando que aquél se considere como pago a cuenta de este
último.
f. Definir el concepto legal de renta de forma tal que sea compatible
y armónico con el resto de los gravámenes que componen el sistema.
En este sentido, la noción de rédito imponible debe ser lo
suficientemente clara y precisa de manera que posibilite la
delimitación del hecho generador de otros gravámenes
complementarios y controles cruzados en el sistema fiscal.
Por razones de eficiencia y atendiendo a la elevada concentración de
rentas -característica de los sistemas económicos de países en
proceso de desarrollo-, es recomendable sólo sujetar a impuestos a
aquellos sectores que denoten capacidad de pago. De este modo se
evitaría una atomización de inscriptos, contraria al principio de
economicidad.
3. Impuesto sobre el patrimonio
Aun cuando aparezca la renta como índice apropiado de capacidad
gravable, se afirma (13) que no es una medida completa de la
cantidad de recursos a disposición de una persona, puesto que no
tiene en cuenta el patrimonio, que también representa dominio sobre
recursos. Por ello, existen importantes argumentos en favor de la
consideración de impuestos sobre las transmisiones patrimoniales
gratuitas e impuestos anuales sobre el patrimonio neto como
complementarios del impuesto a la renta.
La tendencia a la improductividad del capital, dable observar en el
impuesto a la renta, procede del factor progresividad, elemento que
podría llegar a inducir la conservación de activos de escasa o nula
rentabilidad. Para evitar este nocivo efecto, se ha señalado la notoria
ventaja de los impuestos sobre valores patrimoniales frente a los
tributos sobre las ganancias, ya que aquéllos no discriminan contra
los empleos arriesgados del capital en igual medida que el impuesto
a la renta (14). De tal forma, el impuesto al patrimonio se utilizaría
como un instrumento hábil para someter a gravamen algunas rentas
con mayor intensidad que otras, como por ejemplo las que provienen
exclusivamente del capital, siendo así una herramienta de
diversificación del impuesto de mayor perfección que la lograda en
forma directa sobre la renta o las alícuotas (15) e incrementándose
así el número de instrumentos legales en poder del Estado para
poder cumplir con los múltiples objetivos de política económica que
el mismo Estado persigue (16).
Por otra parte, a través del uso del impuesto sobre patrimonios se
atenúan algunas de las insuficiencias verificables en el impuesto
sobre las rentas. Por cierto que este último, aisladamente
considerado, discrimina en favor de rentas no monetarias
(verbigracia: renta presunta de ciertos bienes, especialmente
suntuarios), las cuales suelen marginarse de la imposición; pero al
instituirse un impuesto sobre patrimonios, se salvarían las
diferencias acotadas, sujetándose a impuesto a aquellos bienes
representativos de un potencial económico de contribución.
Una estructuración razonable de un impuesto sobre el patrimonio
neto, debería basarse en las siguientes consideraciones:
a. Estructurar el gravamen como un complemento del impuesto
personal de la renta.
b. Generalizar la base de imposición, limitando el otorgamiento de
dispensas y excepciones.
c. Someter a tributo a los integrantes de la unidad familiar, pues la
consideración de ella como sujeto pasivo del impuesto permite una
cabal aplicación del principio de la capacidad de contribución.
También se impediría el manejo del patrimonio con fines elusivos.
d. Aplicar alícuotas progresivas bajas, especialmente por su carácter
de complementariedad con el impuesto a la renta.
Por supuesto que el impuesto sobre el patrimonio neto de las
sociedades debería gravarse con la alícuota proporcional uniforme y
baja, por resultar no convenientes las alícuotas progresivas en entes
colectivos.
e. Establecer elevados montos no imponibles comprensivos del
ahorro transformado en vivienda y bienes de uso personal,
incluyendo la disponibilidad monetaria requerida para la
conservación del estandard de vida medio.
f. Integrar el impuesto personal sobre el patrimonio neto con el
gravamen societario, computando como pago a cuenta del primero
los importes oblados por el segundo.
g. Consagrar un tratamiento discriminatorio en función del origen de
los capitales, imponiendo exacciones más severas cuanto menor sea
el esfuerzo personal para obtener el patrimonio.
h. Compatibilizar la institucionalización del gravamen con otros
tributos conexos, especialmente con los que alcancen
manifestaciones de orden patrimonial derivadas de transmisiones
gratuitas de dominio y de la tenencia de bienes aisladamente
considerados.
Como hemos visto anteriormente, en un sistema fiscal cabría la
existencia de impuestos sobre transmisiones patrimoniales a título
gratuito, los cuales pueden establecerse sobre el acervo sucesorio
total (impuestos sucesorios sobre el caudal relicto, donde se
prescinde de la consideración de la situación personal de cada
beneficiario) o sobre las porciones hereditarias, legados y
donaciones (impuestos personales cuyos contribuyentes son los
beneficiarios de la transmisión y aplicables sobre cada cuota
hereditaria o donación recibida).
Los gravámenes indicados en el anterior párrafo dependerán, para su
virtualidad, de las concepciones legales de los hechos imponibles
que -por definición- puedan englobarlos. Así, una manifestación
patrimonial subexamen puede estar implícita en el ámbito de
aplicación de un impuesto sobre la renta individual (por ejemplo, si
se aplicara la teoría del balance o del incremento neto patrimonial en
la definición del rédito gravable) o de un impuesto personal al gasto
(si se lo considerara como un gasto póstumo en cabeza del causante)
o de un impuesto sobre el patrimonio neto individual (cuando la
tenencia del bien transmitido en forma gratuita formara parte de la
base imponible al cierre del período fiscal). También podrían
establecerse para gravar las rentas ahorradas y acumuladas que,
conforme a la teoría fisheriana, no tributarían el impuesto a la renta
en el momento en que se devengan. Lo antedicho implica, entonces,
que la existencia de este tipo de impuestos queda condicionada por
la estructura de los otros gravámenes del sistema, pudiendo convivir
o quedar subsumidos en los mismos.
Si se considera viable la adopción de gravámenes sobre las
herencias, legados y donaciones, la formulación de las escalas que se
practique debe respetar determinados parámetros. Al respecto, se
considera que las alícuotas deben ser progresivas, moderadas, de
crecimiento continuo y variables en función del grado de parentesco.
4. Impuestos sobre la renta consumida
Una variable en la aplicación del impuesto a la renta es limitar la
imposición a sólo la parte de la renta consumida, doctrina que ha
encontrado apoyo de autores tales como Stuart, Mill, Marshall,
Pigou, Fisher y Einaudi, los cuales parten de la premisa de que
únicamente el consumo determina el bienestar económico de un
individuo, lo que equivale a decir que el nivel inmediato de vida de
una persona está condicionado por el volumen de su consumición.
5. Impuesto al gasto
El impuesto al gasto, en cambio, se diferencia de la imposición a la
renta consumida porque toma en cuenta el consumo de cualquier
origen, tanto el originado en riquezas preexistentes como del
período.
El precitado gravamen, que reconoce a Kaldor (17) como su
ferviente propulsor, permite considerar las condiciones personales
de la unidad contribuyente y, a su vez, posibilita la aplicación de
alícuotas progresivas. Es connatural a la esencia del tributo la
marginación del ahorro como materia imponible, motivo por el cual
se afirma que debería reemplazar al impuesto personal sobre las
rentas, para así incentivar el ahorro y la capitalización. Este último
aspecto, sin embargo, es rebatido por la corriente doctrinal que
sostiene que la incidencia del tributo no dejará de ser regresiva o
menos progresiva que la del impuesto a la renta, ya que la no
imposición de los ahorros beneficia principalmente a los
contribuyentes de mayores recursos económicos. Para paliar esa
tendencia hacia la regresividad se propicia una imposición
fuertemente progresiva sobre el gasto, complementada con un
impuesto progresivo sobre el patrimonio neto personal.
Las dificultades administrativas inherentes a esta modalidad
impositiva (alto costo de recaudación para el fisco y deficiencias
organizativas de los contribuyentes, que impiden un adecuado
cumplimiento de los deberes fiscales), unida a la no imponibilidad
de los ahorros de los sectores más pudientes, han hecho que por el
momento este gravamen no deje de ser una mera lucubración
teórica, aun cuando se reconocen experiencias concretas -pero
efímeras- en algunos países asiáticos.
6. Impuestos indirectos al consumo
Son gravámenes que aprehenden la capacidad contributiva que se
presume inherente al intercambio, esto es, a la transferencia de
riqueza.
Por lo común, los impuestos indirectos al consumo persiguen el
propósito de obtener recursos (18), pero también pueden aplicarse
para ajustar el nivel -mediante un impuesto general- y la estructura -
a través de impuestos selectivos- del consumo. Se lo considera -en
estructuras impositivas avanzadas- complementarios del impuesto a
las rentas pues, sobre la base de admitir su traslación, cubren el
objetivo de hacer contribuir a aquellos sectores que por sus escasos
recursos no tributan el impuesto a los réditos. Asimismo, la
tributación puede asegurar las condiciones para el crecimiento
económico, ya que la exacción derivada del consumo podría ser
canalizada hacia la inversión, siempre que exista una acción del
gobierno en ese sentido (19). Contra esta teoría cabría la objeción de
que el impuesto general no cumple un rol importante como
herramienta de la política de desarrollo, dado que el acotamiento del
consumo de manera generalizada no es una finalidad político-
económica. Sin embargo, sí desempeñan un papel de trascendencia
los impuestos selectivos, los que posibilitan la aplicación de la
política redistributiva.
El impuesto indirecto general al consumo puede estructurarse
conforme a diversas modalidades. Así, puede percutir en una sola
etapa (impuesto monofásico) o en múltiples fases (impuesto
plurifásico) del proceso de circulación de los bienes y servicios
gravables; puede gravar el valor total de la transacción (impuesto
acumulativo) o tan sólo el valor añadido (impuesto no acumulativo).
Pero cualesquiera fuere el modelo adoptado, es necesario que se
cumplan -o por lo menos no se desvirtúen- determinadas pautas de
implementación (20). Entre ellas mencionamos:
a. Deben proveerse ingresos sustanciales con una presión uniforme
sobre el nivel global del consumo y efecto mínimo sobre la tasa del
ahorro privado. Para ello, deben aplicarse alícuotas bajas y
uniformes y la base de imposición debe ser amplia, con un mínimo
de exenciones y liberalidades.
b. Los impuestos indirectos generales al consumo representan una
carga de mayor peso relativo sobre sectores menos pudientes de la
población. Así es que, generalmente, el consumo de bienes y
servicios manifiesta el siguiente comportamiento: en una primera
etapa, la dedicación de una porción de la renta familiar disponible en
forma creciente (elasticidad-renta positiva, o sea, elevados
porcentajes de renta destinados a un bien relacionados con niveles
absolutos de renta) y en segundo estadio, un descenso de dicho
consumo en niveles de renta mayores (elasticidad-renta negativa)
que, obviamente, implican un mayor potencial de ahorro (21). En
otras palabras, a medida que aumenta la renta, disminuye la
incidencia del tributo; esto es, se trata de un gravamen proporcional
a las cantidades consumidas e inversamente proporcional a la renta
del consumidor. De las medidas que puedan esbozarse para paliar la
regresividad, la exención de productos de primera necesidad y los
tipos de gravamen reducidos para ellos, merecen objeciones en
orden a la pérdida de recursos, la complicación administrativa y la
distorsión económica que producen. En cambio, aparecen como más
aceptables la adopción de impuestos selectivos sobre bienes que
denoten mayor capacidad contributiva, la concesión de créditos en el
impuesto a la renta por el impuesto sobre los consumos incidido -o
devolución del tributo cuando no se fuera responsable del impuesto
a la renta- cuando el nivel de consunción no supere ciertos límites y
la institucionalización de cupones impositivos que el consumidor
entregaría al detallista hasta determinada magnitud de consumo.
c. La estructuración del gravamen debe ser sencilla y efectiva sin
que ocasione inconvenientes excesivos a los contribuyentes y a la
administración fiscal. Cuando la imposición en la etapa minorista
sea de insalvable practicabilidad, podrían instaurarse regímenes
optativos de sujeción o mecanismos tipo For-Fait, cuotas fijas
periódicas u otras modalidades tributarias sin que se resiente
significativamente la pureza conceptual del tributo.
d. El impuesto debe tener una capacidad de adaptación tal que
permita obtener parte del aumento del consumo total como
consecuencia del crecimiento económico, razón por la cual es
recomendable estructurar el gravamen con la modalidad ad-valorem
(valor porcentual aplicado sobre un monto imponible). Asimismo,
cuando las circunstancias lo aconsejen, puede ser aplicado como
medida antiinflacionaria complementaria, reduciendo la demanda
global en períodos de emergencia, mediante el empleo de alícuotas
más elevadas.
e. El tributo elegido no debe afectar la estructura de los precios
relativos, aspecto éste que sólo competería a los impuestos
selectivos; no obstante, se afirma que un impuesto sobre las ventas
siempre significa una carga desigual respecto de los rendimientos de
la empresa. Tampoco deben existir etapas exoneradas ni
discriminaciones entre productos, servicios, circuitos y empresas, ni
debería excluirse del campo de imposición la etapa minorista, aun
cuando sobre este particular podrían evaluarse las argumentaciones
vertidas en c).
f. Debe realizarse una armonización con la política de integración.
La tendencia moderna de eliminar las barreras aduaneras entre los
diversos países encuentra en la modalidad impositiva del país de
destino un mejor instrumento para su logro. Pero tal motivo, deben
eximirse las exportaciones y disgregarse del precio de enajenación
los impuestos abonados en el mercado interno. Resulta necesario,
entonces, que dichos tributos permitan la individualización de la
carga tributaria que pesa sobre los productos exportados de un modo
claro y preciso.
g. Debe coordinarse la normativa del impuesto con otros
gravámenes basados en ventas y otros ingresos. Al respecto, es
necesaria una armonización de las legislaciones que permita arribar
a una congruencia en la determinación de las bases de medida,
posibilitándose controles cruzados dentro del sistema tributario.
De todas las modalidades gravativas indirectas generales al
consumo, las que mejor se adaptan a las aludidas particularidades
son:
a. La imposición plurifásica no acumulativa (impuesto al valor
agregado); y
b. La imposición monofásica en la etapa minorista.
Merece puntualizarse que algunos enfoques propician la adopción
del primer tipo impositivo citado sustituyendo el mismo al impuesto
a la renta societaria pues, sobre la base de que ambos se trasladan a
los precios, la sustantividad del último -como sostiene Dan Throop
Smith- atenta contra las posibilidades competitivas internacionales
del país que los aplica, dadas las dificultades que existen para la
identificación de la carga tributaria de los productos exportados.
En cuanto a los impuestos selectivos al consumo -gravámenes
complementarios del impuesto general-, se afirma que contribuyen a
los fines de regulación económica, ajustando la estructura del
consumo al alterar los precios relativos de determinados bienes.
Encuentran justificación en la medida que constituyen medios aptos
para atenuar la regresividad del impuesto general al consumo,
orientar la demanda interna y reemplazar el componente no
aduanero del arancel de importación (efecto consumo) y posean la
flexibilidad suficiente para adecuar el instrumento tributario a la
política económica.
Se atempera la regresividad al establecerse un gravamen sobre los
consumos específicos, pues se introduce un factor de progresividad
técnica dado por la diferenciación entre bienes de consumo corriente
y artículos de consumo suntuario, superfluos o que denoten una
ostentación de riqueza. La progresividad se facilita cuando hay una
distinción marcada entre los consumos de clases pudientes y
populares, empero, en la práctica existen obstáculos para su
delimitación originados por motivos técnicos (dificultad para definir
el criterio de selección o políticos, presión de los grupos dominantes
en la sociedad).
La orientación de la demanda interna se manifiesta cuando por el
impuesto se pretenden restringir consumos indeseables o
prescindibles, como ser bebidas alcohólicas y tabacos. En estos
casos, la estrecha relación entre dichos artículos y diversas
enfermedades y conductas contrarias a la moralidad, invitan a
estudiar el tema en función de la asignación óptima de los recursos
económicos. Así, la imposición cumple una tarea de regulación de
precios siempre partiendo de la premisa de que el Estado intervenga
para mejorar la asignación de los recursos económicos y para
orientar la magnitud de determinados artículos de consumo (22).
La función de absorber el componente fiscal de los derechos
arancelarios (efecto consumo) implica que estos últimos limiten su
campo de acción a la protección de la industrial local (efecto
protección). Como se observa, los impuestos selectivos poseen un
carácter financiero más marcado que los tributos que gravan la
importación y exportación, en los que prima la finalidad económica;
en otras palabras, en los primeros prevalecen los criterios de equidad
distributiva, en tanto que en los últimos los de política económica
(23).
En la actualidad, los impuestos sobre los consumos específicos se
encuentran presentes en los sistemas tributarios de casi todos los
países, observándose cierta similitud respecto de los objetos sobre
los que recae y conforme al desarrollo del país y al papel que
cumplen los otros impuestos sobre los gastos (24).
(*) Contador Público - Actualmente Profesor adjunto de Teoría y
Técnica Impositiva II, Facultad de Ciencias Económicas, U. B. A
(1) BUCHANAN, James M. y FLOWERS, Marilyn R.,
"Introducción a la Ciencia de la Hacienda Pública", Editorial de
Derecho Financiero, Editoriales de Derecho Reunidas, Madrid,
1982, pág. 108.
(2) WICKSELL, Knut, "A new principle of just taxation", op. cit. en
(1), pág. 99.
(3) Conf. JARACH, Dino, "Finanzas públicas y derecho tributario",
Ed. Cangallo, Buenos Aires, 1983, pág. 18.
(4) KALDOR, Nicholás, "Impuesto al gasto", Fondo de cultura
económica, México, 1963, pág. 25.
(5) NEUMARK, Fritz, "Principios de la imposición", Instituto de
Estudios Fiscales, Ministerio de Hacienda, Madrid, 1974, págs. 462
y siguientes.
(6) COSCIANI, Césare, "Ciencia de la Hacienda", Editoriales de
Derecho Reunidas, Madrid, 1980, págs. 148 y siguientes.
(7) Ver al respecto, CELDEIRO, Ernesto Carlos, "Ensayos sobre
sistemas y poder tributarios", Ed. La Ley, Bs. As., 1987, págs. 3 y
sigts.
(8) DUE, John F. y FRIEDLAENDER, Ann F., "Análisis económico
de los impuestos y del sector público", Ed. El Ateneo, Buenos Aires,
1977, pág. 235.
(9) GOODE, Richard, "El impuesto a la renta", Obras básicas de
hacienda pública, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1973, pág.
333.
(10) Ver al respecto, REIG, Enrique J., "Evaluación del impuesto a
los réditos como elemento tributario argentino", D.F., T. XXI, págs.
129 y siguientes.
(11) Conf. GNAZZO, Edison, "Principios fundamentales de
finanzas públicas y política fiscal", Ed. Junín, Buenos Aires, 1977,
pág. 119.
(12) Conf. VILLEGAS, Héctor B., "Cursos de finanzas, derecho
financiero y tributario", Ed. Depalma, Buenos Aires, 1984, T. II,
pág. 8.
(13) GOODE, Richard, op. cit. en (9), pág. 51.
(14) KALDOR, Nicholás, "Informe sobre la Reforma Tributaria
India", Revista Hacienda Pública Española N° 18, 1972, Instituto de
Estudios Fiscales, Madrid, pág. 224.
(15) Ver al respecto EINAUDI, Luigi, "Principios de la hacienda
pública", Editorial Aguilar, Madrid, 1962, pág. 168.
(16) COSCIANI, Césare, "Razones que fundamentan un impuesto
sobre el patrimonio", Boletín de la D.G.I., N° 312, pág. 688.
(17) KALDOR, Nicholás, op. cit. en (4).
(18) Al respecto, señala SCHUMPETER, J. (Hacienda Pública
Española, Número 12, 1971, Documentos), que el -impuesto sobre
el volumen de ventas impuesto indirecto al consumo- es el gran
remedio de los apuros presupuestarios de los países, a pesar de sus
ventajas e inconvenientes.
(19) RAJANIKANT, Desai, "La capacidad fiscal de los países en
desarrollo, Ensayos sobre administración política y derecho
tributario", Ed. Macchi, Buenos Aires, 1970, pág. 367.
(20) Conf. CELDEIRO, Ernesto C. y DIEZ, Humberto P., "Nuevo
régimen simplificado para pequeños contribuyentes en el impuesto
al valor agregado", Ed. Contabilidad Moderna, Buenos Aires, 1986,
págs. 23 y siguientes.
(21) Conf. GIMENO ULLASTRES, Juan A., "Imposición sobre el
consumo y distribución personal de rentas", Instituto de Estudios
Fiscales, Madrid, 1980, pág. 101.
(22) ALBIÑANA GARCIA QUINTANA, César, "Los impuestos
especiales", Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1983.
(23) ARIAS VELASCO, J., "El impuesto sobre el lujo", Cuadernos
de jurisprudencia tributaria, instituto de Estudios Fiscales, Madrid,
1974, pág. 15.
(24) ALVAREZ, J. R., "Valoración actual de la imposición sobre el
consumo", I.D.E., Madrid, 1971, pág. 34.