Filipenses 2.1-11

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Vivir en Cristo

Filipenses 2:1-11

Las circunstancias pueden hacernos perder nuestro gozo, pero las personas
también pueden traernos problemas que nos roban el gozo. Cuántas veces
perdemos nuestra paz debido a lo que la gente dice o hace. El mejor remedio para
estas dificultades es el sentir sumiso, humilde, que procura honrar sólo a Cristo. El
orgullo es la causa de mucha intranquilidad y contención (lea Stg 4), pero la
humildad trae paz y gozo.
¿Cómo afrontamos entonces los problemas que tenemos cercanos, con que
actitud? Y ¿Cuál es el sentir que debemos tener los unos por los otros en medio
de las circunstancias que nos quieren hacer perder el gozo?
Pablo nos da cuatro ejemplos para que los sigamos de manera que logremos un
sentir sumiso.

I. El ejemplo de Cristo (2.1–11)


II. El ejemplo de Pablo (2.12–18)
III. El ejemplo de Timoteo (2.19–24)
IV. El ejemplo de Epafrodito (2.25–30)

Y por supuesto Pablo quiere comenzar por el ejemplo supremo, el mayor, al que
siempre debemos mirar: CRISTO. Nuestro Señor y Salvador.

Y ese texto viene conectado ya que Pablo termino esta parte de su carta,
exhortando a la perseverancia, humildad personal, unidad de la iglesia, pelear
conjuntamente la batalla. Ser fieles en el combate. Y ahora exhorta a los filipenses
a mantener la unidad de pareceres y sentimientos en humildad y movidos en
amor.
Y aquí es claro el ejemplo de Cristo. Lo que quiere decirles Pablo es “sigan la
humildad que tuvo Cristo. Cuya glorificación siguió su humillación”.

Y es necesario que veamos los primeros 4 versos, porque aquí tenemos una
enseñanza muy clara, Los versículos 1–4 son como un llamamiento emotivo, cuya
intensidad parece indicar que entre los filipenses, o al menos entre algunos de
ellos, había ciertas disputas personales motivadas, quizá, por la ambición de
honores y dignidad eclesiásticos.
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Por esto en el Vs 1 dice “por tanto”. Él está extendiéndose en la exhortación que


está dando en el 1:27. “en un espíritu, unánimes”.

Recomienda en este versículo :

cuatro motivos influyentes para inculcar los cuatro deberes cristianos que les
corresponden respectivamente

(v. 2), “que sintáis lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una
misma cosa.” (1) “Si hay (con vosotros) alguna consolación en Cristo”; eso es,
alguna consolación de la que Cristo sea la fuente, que os lleve a consolarme a mí
en mis aflicciones, que padezco por Cristo, me lo adeudáis a mí y debéis conceder
mi pedido de “que sintáis lo mismo” (viváis en armonía)

la iglesia podía gozar de una armonía espiritual que estaba siendo amenazada por
la fricción entre dos mujeres mencionadas en 4:2, Evodia y Síntique.

(2) “Si algún refrigerio de (que surja del) amor”, calificativo de la “consolación en
Cristo”;

(3) “Si alguna comunión (compañerismo cristiano, que resulte de la participación


conjunta) del Espíritu” (2 Corintios 13:14). “Comunión” Gr. koinonia: Sociedad.
Participación o interacción social. Vivir en una relación estrecha. Como los
paganos entendían, lit. Pero aun mayor es participar juntos de la “comunión” en la
vida eterna. Los que eran de la misma aldea, y bebían de una misma fuente;
¡cuánto mayor es la unión que vincula a los que beben del mismo Espíritu! (1
Corintios 12:4, 13).

(4) “Si algunas entrañas (tiernas emociones) y misericordias” (compasiones),


complementos de la “comunión del Espíritu”. Lo contrario de estos dos pares
lógicos se reprueba respectivamente en v. 3, 4. 2. cumplid—eso es, haced pleno,
completad. Tengo gozo en vosotros; completadlo con lo que aún falta: a saber, la
unidad (1:9). Que sintáis lo mismo—lit., “que seáis todos de la misma mente”; más
comúnmente que “de una mente”. Teniendo el mismo amor—igualmente
dispuestos a amar y a ser amados. Sintiendo una misma cosa—lit., “siendo de
almas unidas”, armoniosos. Esto forma un par con la frase que sigue: “que sintáis
lo mismo, teniendo el mismo amor”. Entonces claramente el Vs. 2 El énfasis es la
unidad.
3

Entonces Pablo dice “si”, no como si dudase que estas condiciones no fuesen
realmente ciertas, sino para enfatizar que, cuando efectivamente son una realidad,
los resultados han de estar también presentes. Podríamos traducir: “Si hay, pues,
en vosotros algún estímulo en Cristo, como ciertamente lo hay, si alguna súplica
persuasiva que brote del amor, como en verdad así es … llenad (la medida de) mi
gozo”. Pero la medida de este gozo no estaba completa. Un grado mayor de
unidad, humildad y solicitud “en casa” supliría lo que aún faltaba para que se
llenara la copa de gozo del apóstol.

Y ahora el Vs 3 claramente vamos a ver cómo apunta a la humildad:

En verdad, la iglesia de Filipos se distinguía por sus muchas y excelentes


cualidades. Pablo llama a sus miembros “hermanos míos amados y añorados, mi
gozo y corona” (Fil. 4:1). Cálidamente los alaba por su comunión en el evangelio y
por su generosidad (Fil. 1:5; 4:10, 14–18). Pero, como sucede con frecuencia, “los
asuntos de casa” no marchaban tan bien como “los asuntos de afuera”. Había
ciertos disturbios en casa. ¿Eran los miembros demasiado severos unos con
otros? ¿No se soportaban? ¿Había, quizás, entre ellos quienes exageraban los
defectos de los demás, al tiempo que minimizaban sus virtudes?

Y acá Pablo les tiene que decir (Vs.3). Nada hagáis—“hagáis”, en bastardillas,
no está en el griego. Tal vez mejor sería suplir la elipsis del griego (v. 2): “Nada
pensando por contienda” (o bien, “por intriga facciosa”, “egoísmo”, 1:16). Es el
pensamiento lo que caracteriza el acto como bueno o malo delante de Dios. en
humildad—La relación de esta gracia es a Dios solamente; es el sentido de
dependencia de parte de la criatura del Creador como tal, y coloca a todos los
seres creados en este respecto en el mismo nivel. El hombre de “ánimo humilde”,
cuanto a su viaje espiritual, es independiente del hombre y libre de todo
sentimiento servil, pero sensible de su continua dependencia de Dios. Pero
indirectamente la humildad de uno afecta su comportamiento hacia sus prójimos;
porque, consciente de su completa dependencia de Dios para sus capacidades,
como aquéllos lo son para las suyas, no se enorgullecerá de sus habilidades ni se
ensoberbecerá en su conducta hacia otros (Efesios 4:2; Colosenses 3:12) .
estimándoos—Antes de complacerte con aquellas cosas en que tú sobresales,
fija los ojos en aquellas en las que tu prójimo te aventaja a ti: esto es la verdadera
“humildad.”
4

Cuando la gracia cambia el corazón, la sumisión por temor se convierte en


sumisión por amor, y nace la verdadera humildad. Para Pablo esta virtud está
asociada con la ternura de corazón, bondad, mansedumbre, longanimidad (Hch.
20:19; Ef. 4:2; Col. 3:12)

4. Los manuscritos más antiguos leen: “No mirando cada uno de vosotros (el plural
en el griego) las cosas suyas propias (es decir, no preocuparse sólo por lo suyo),
sino cada uno de vosotros también las de los otros”. Cf. v. 21; también cf. el
ejemplo de Pablo (1:24).

Esto es, lógicamente, una consecuencia de lo dicho anteriormente. Si alguien


tiene a su hermano en alta estima, prestará atención a sus intereses para ayudarlo
en todo lo posible. El apóstol implica, ciertamente, que el creyente debe velar
también por sus propios intereses; pero antes que nada ha de obedecer el
mandamiento que dice: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt. 19:19),
mandamiento que resalta en toda su fuerza cuando ese prójimo es un hermano en
Cristo (Jn. 13:34; Gá. 6:10). Cuanto más se dé cuenta del ferviente amor de Cristo
por el hermano, ya que se entregó a sí mismo para salvarlo, tanto más deseará
que prosperen los intereses de éste. Así, también, la unidad será promovida, y la
gloriosa comunión se mostrará ante el mundo en toda su hermosura, como un
poderoso testimonio.

Conclusión

Es imposible pedir a una persona que no ha nacido de nuevo que sea un


verdadero imitador de Cristo. Nunca podrá seguir su ejemplo sin antes haberlo
conocido y aceptado como su Salvador personal. Cualquier imitación será un
remedo, una caricatura. Esta es la experiencia de muchos que se sienten
realizados engañosamente con algo que es una falsificación y no lo genuino. Han
confundido el “hacer” con el “ser”.

C.S. Lovett, en su manual Ahora es Fácil Ganar Almas, afirma que la mayoría de
las personas al ser enfrentadas con la pregunta: “¿Qué es ser cristiano?”
responde enumerando lo que el cristiano “hace”, pero no lo que “es”. Para
muchos, el cristiano es quien asiste al templo, es activo en los ministerios de la
iglesia, lee su Biblia, ofrenda y diezma, lleva una vida moral, ayuda a los
necesitados, ora, etc. Cuán importante es recalcar que un cristiano es “ser”
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alguien y no “hacer” algo. No es suficiente hablar como cristiano o vivir como


cristiano; es necesario ser cristiano.

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