Disfemias y Disglosias (2ndo Parcial)
Disfemias y Disglosias (2ndo Parcial)
Disfemias y Disglosias (2ndo Parcial)
● Introducción.
Entre los diferentes trastornos de la comunicación recogemos en esta categoría, disfemia o
tartamudez, a personas que presentan un marcado deterioro en la fluidez verbal, caracterizado por
repeticiones y/o prolongaciones de los elementos del habla tales como sonidos, sílabas, palabras y
frases. Definiéndose así, como un trastorno en la fluidez verbal (Gallardo y Gallego, 1995).
En torno a esta dificultad del habla se originan múltiples interrogantes que desembocan en diversas
respuestas, que dependen principalmente del profesional que al que se le pregunte, la única cosa en
que todos los profesionales están de acuerdo es que es difícil poner una intervención terapéutica
eficaz.
Las dificultades NO son atribuibles a déficits sensoriales o motores del habla ni a lesiones
neurológicas u otra condición médica.
Está caracterizado por la concurrencia frecuente de uno o más de los siguientes fenómenos:
➢ Repeticiones de sonidos y sílabas.
➢ Prolongaciones de sonidos. ¿Sssssabes qué?
➢ Interjecciones. "Nos vemos - ehh ehh - alrededor de las seis".
➢ Palabras fragmentadas por pausas.
➢ Circunloquios para sustituir palabras problemáticas.Sustitución de palabras para
evitar palabras problemáticas.
➢ Palabras producidas por un exceso de tensión física.
➢ Repeticiones de palabras monosilábicas. “Yo-Yo-Yo-Yo lo veo”.
Estas alteraciones no son voluntarias, ni conductas aprendidas; no obstante, después de que la persona
está experimentando dificultad de fluidez pueden aparecer conductas aprendidas para no tartamudear,
tales como hacer fuerza o evitar hablar.
Es característico que el paciente no presente el problema en todas las ocasiones y que estos cambios
en la fluidez varían en frecuencia e intensidad según diferentes situaciones y factores individuales.
Ejemplo: Hablar en momentos de estrés comunicativo, dirigirse a un grupo, hablar bajo presión de
tiempo o responder a preguntas directas.
Para el hablando con disfemia, tartamudear significa no tener control sobre la propia emisión de la
palabra, perder la espontaneidad expresiva y el contacto con los que escuchan; en definitiva, carecer
de una real posibilidad de comunicación.
Desde el primer momento, se trata de la batalla, de la lucha contra las sílabas y las palabras y el
perjuicio para la comunicación que esto conlleva.
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El combate que el individuo parece mantener contra sí mismo, más bien, contra una parte de sí mismo
que tiene además la necesidad de disimular, de ocultar la dificultad, empujado por el temor a que los
demás puedan intervenir de manera poco afortunada en el conflicto.
● Inicio y evolución.
Edades claves:
Antes de los 6 años → El 90% de los casos.
A los 7 años → Se adquiere conciencia.
De 2 a 5 años → Se encuentran la mayoría de los casos.
En estos primeros años, la dificultad puede variar y suele ser fluctuante, evolucionando en períodos
fluidos y “picos” de mayor alteración del habla.
Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, estos períodos fluidos se van acortando y el tartamudeo se
va haciendo más estable.
En la infancia temprana, el problema tiene una clara tendencia a remitir espontáneamente (hasta una
cuarta parte), entre el año y medio y los dos años posteriores a su inicio y sin intervención profesional.
La recuperación espontánea no suele producirse después de los 5 años o cuando el niño lleva
tartamudeando un año o más de tiempo.
No se cuenta con indicaciones fiables de qué niños se recuperarán, por lo que se recomienda
intervenir lo más tempranamente posible.
El trastorno se origina a partir de los cinco años y en ella son característicos los episodios de
tartamudeo que alteran la fluidez verbal. Transcurridos los primeros diez años tras la aparición de los
primeros episodios, se considera que el sujeto ya padece disfemia o tartamudez.
Las alteraciones que el niño muestra en las primeras etapas generan en los padres una gran
preocupación y habitualmente tienden a ayudarle con indicaciones de cómo hablar.
Por efecto de las llamadas de atención y actitudes negativas del ambiente, el tartamudeo tiende a
aumentar, y aparece una tensión asociada a situaciones de comunicación.
A los 7 años, además de empezar a ser consciente de su tartamudeo, tiende a reaccionar hacia la
dificultad de la misma forma que lo suelen hacer las personas de su entorno.
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¿Se puede prevenir?:
Este tipo de trastorno son más fáciles de prevenir en edades tempranas. Algunos consejos son los
siguientes:
➢ Crear un clima tranquilo donde el niño se sienta seguro y comprendido (las
situaciones de tensión solo sirven para agravar el problema).
➢ Fomentar patrones de autocontrol, como la respiración (esto ayudará a afrontar
situaciones de nerviosismos donde esta enfermedad se desarrolla).
➢ Es importante actuar como modelo para el niño (hablar sin excesiva rapidez, con un
tono relajado y articulando las palabras).
➢ Esperar pacientemente a que el niño termine la frase de una manera normalizada (no
apurarlo).
● Pronóstico.
Los datos de las investigaciones y la clínica, coinciden en que el tartamudeo tiene un mejor pronóstico
si se evalúa y se interviene de forma temprana, mientras que la permanencia de las dificultades de
fluidez, es un factor negativo para desarrollar un trastorno más severo y crónico.
● Incidencia.
La incidencia de la tartamudez se estima en un 5% de la población infantil preescolar, y la
prevalencia, en un 1% en los escolares y menor en los adultos, lo cual indica que a lo largo de la vida
de la persona el tartamudeo tiene a remitir y no es frecuente la aparición de nuevos casos después de
los 12 años.
La prevalentcia respecto al sexo también es significativa; el problema se presenta con mayor
frecuencia en niños que en niñas, con una relación de 3 a 1.
No existen diferencias en relación al nivel intelectual, en las distintas lenguas, culturas y niveles
sociales.
La incidencia es una medida del número de casos nuevos de una enfermedad en un período
determinado. Podría considerarse como una tasa que cuantifica las personas que enfermarán en un
periodo.
La prevalencia se refiere a todos los individuos afectados, independientemente de la fecha de
contracción de la enfermedad.
● Etiología.
Muchas son las teorías propuestas (neurológicas, psicogenéticas, lingüísticas, psicológicas...), aunque
parece ser una realidad la NO EXISTENCIA de un único factor responsable. Más bien se trata de un
conjunto de factores asociados; podríamos hablar de una “etiología multifactorial”.
Existe amplio acuerdo en que la dificultad no procede de la imitación de los padres o de otras
personas que tartamudean, ni que los padres sean los causantes del trastorno, como tampoco es un
síntoma de un problema emocional o psicológico, o relacionado con una dificultad intelectual.
En cualquier caso, siempre hay que evaluar cada caso particular en su contexto.
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- Trastornos neurológicos.
- Trastornos de la estructuración temporoespacial.
- Alteraciones lingüísticas.
- Alteraciones psicológicas.
- Base fisiológica.
Sexo: Hay coincidencia entre los investigadores en que el porcentaje de varones tartamudos es muy
superior al de mujeres sin que se pueda dar una explicación satisfactoria.
Alteraciones lingüísticas: No existe una correlación causa-efecto entre el desarrollo del lenguaje y una
alteración en la fluidez verbal, pues la mayoría de los niños y niñas con retrasos del lenguaje no
tartamudean y, por otro lado, la mayoría de los niños y niñas con disfemia han seguido un desarrollo
del lenguaje aparentemente normal.
Sin embargo, se acepta el hecho de que la mayoría de los niños y niñas con disfemia han tenido
dificultades en la estructuración sintáctica, la adquisición semántica y las primeras articulaciones de
los fonemas.
Alteraciones psicológicas: Perdoncini e Yvon (1968), mantienen que los factores psicológicos pueden
ser la única causa del tartamudeo en los casos de perturbaciones básicas, siendo necesaria, a veces,
una auténtica psicoterapia.
Base fisiológica: Plantea la relación de la tartamudez en adultos con altos niveles de dopamina, lo
cual puede producir alteraciones a nivel motor y conductual (Maguire et al., 2000).
● Clasificación.
Existe una amplia variedad de clasificaciones, pero, en esta asignatura, trabajaremos solamente dos.
La basada en la sintomatología, y la que toma como punto de referencia la evolución. Es decir,
perspectiva sintomatológica y perspectiva evolutiva.
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2. Tónica → Se aprecia un estado inicial de inmovilidad muscular que impide el habla,
el cual cesa rápidamente para que la emisión del discurso salga precipitadamente. La
tensión muscular es prolongada.
3. Mixta → Tónico-clónica. Es el tipo más frecuente, porque resulta difícil encontrar un
disfémico puro tónico o clónico, la mayoría combinan los dos síntomas.
Preguntas:
1) La disfemia se origina a partir de …
a) Los 7 años, y en ella se caracterizan los episodios de tartamudeo que alteran la fluidez
verbal.
b) Los 5 años, y en ella se caracterizan los episodios de tartamudeo que alteran la fluidez
verbal.
c) Los 5 años, y en ella se caracterizan los episodios de tartamudeo que alteran la
memoria.
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● Evaluación.
Para evaluar la disfemia, el logopeda entrevistará a los progenitores del menor con el fin de obtener el
historial del niño y de sus antecedentes, las preocupaciones de los padres, los síntomas observados, el
comportamiento mostrado por el niño, el desarrollo del habla, la vida social y física del niño en
cuestión.
Para ello, el logopeda debe llevar a cabo observaciones del niño en diferentes contextos (escuela, casa,
lugar público…), y con diferentes personas (progenitores, profesor, amigos…).
Adicionalmente, también se debe obtener aportaciones de personas que interactúan con el niño a
diario presentándoles cuestionarios sobre sus observaciones del comportamiento y fluidez del
paciente.
Para concluir con la evaluación, el logopeda deberá registrar tomas del habla del niño en diferentes
contextos, para posteriormente transcribir la grabación e identificar la cantidad, intensidad, duración y
severidad de las disfluencias. De igual forma, también servirá para ver el comportamiento del niño e
identificar la existencia de tensión, tics, comportamientos secundarios, movimientos corporales y
faciales.
Con todo ello, el logopeda podrá determinar la severidad de la disfemia, midiendo la frecuencia,
duración e intensidad de repeticiones, prolongaciones, bloqueos y comportamientos físicos y
establecer así los métodos de tratamiento e intervención más adecuadas a las disfluencias que exhiba
el paciente.
● Intervención.
En toda actuación logopédica podemos diferenciar una intervención indirecta y una actuación directa.
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Intervención directa: Tratar de manera específica los déficits del niño y lo hace consciente.
Intervención indirecta: Intervenir en el contexto del niño y en las actitudes de quienes le rodean.
El papel del adulto (padres, familiares, profesores...), es de suma importancia, tanto en lo referente a
la actitud a mantener ante el niño o la niña que tartamudean, como a la colaboración para su
rehabilitación.
Así, resulta importante disponer de unas orientaciones precisas sobre este respecto: ¿Qué debe hacer
el adulto para evitar que las dificultades del niño en su habla se afiancen?
Las actividades y los ejercicios que tendrá que realizar en casa las indicará en cada momento el/la
logopeda y siempre se tendrá mucho cuidado de no atosigar al niño, pues lo único que podemos
conseguir de ese modo es aburrimiento, desmotivación o incluso mayor ansiedad.
Resumen de las orientaciones sobre cómo hablar al niño en caso de disfluencia (Fernández-Zúñiga,
2013):
- Mantener la calma ante las disfluencias. Esperar a que termine, sin acabar las frases.
- Hablar despacio, con pausas, sin apurarse, para ser un buen modelo a imitar.
- Usar un lenguaje sencillo de acuerdo con la edad del interlocutor.
- Atender al niño cuando habla. Mostrar interés en la conversación.
- No realizar muchas preguntas directas. Usar comentarios en la conversación
- No dar recursos o indicaciones de cómo hablar.
- No poner al niño en situaciones que le sometan a presión para hablar bien.
- No decir al niño que tartamudea o que tartajea.
- Si el niño expresa frustración por su falta de fluidez, mostrar serenidad y, con naturalidad,
decirle que a veces pasa y que “alguna vez a mi también me ocurre”.
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La intervención directa suele utilizarse en niños de edad escolar (a partir de 6 años), ya que supone un
trabajo específico y consciente de modificación del habla, además de cambios en su entorno.
Se trata cada una de las alteraciones de forma específica e individual.
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Consiste en: reconocimiento o aprobación de los periodos sin tartamudez, reconocimiento de la
tartamudez y petición al niño de que corrija el tartamudeo, aprobación de la correcta evaluación de los
periodos sin tartamudez y aprobación de la espontánea autocorrección del tartamudeo.
6. Tiempo fuera.
En esta técnica, cuando las personas tartamudean, la situación terapéutica permite que se encienda una
luz roja durante diez segundos, y en este tiempo no se puede hablar.
La base teórica de esta técnica es el supuesto de que el TF es una consecuencia aversiva; sin embargo,
Adams y Popelka (1971), afirman que sus tartamudos los encontraron relajante. Por otro lado, Hewat,
Onslow, Packman, & O’Brian (2006), demostraron que esta técnica es útil también en intervenciones
a adolescentes y adultos.
7. Contracondicionamiento.
Consiste fundamentalmente en la producción de respuestas incompatibles con la conducta de
tartamudeo. En el caso del tartamudeo, el sujeto debe ser entrenado para interrumpir su habla en el
momento de tartamudear, para inspirar profundamente.
El programa incluye otros aspectos: formulación de pensamientos antes de hablar, identificación de
situaciones favorables al tartamudeo, períodos de habla cortos, ejercicios diarios de respiración,
procedimientos de relajación, exhibición de las mejoras corregidas y apoyo de los familiares y
personas próximas.
8. Desensibilización sistemática.
Consistente en descubrir a la persona tartamuda, durante las sesiones
de tratamiento, las situaciones que le producen mayor ansiedad y por lo
tanto mayor número de disfluencias, simulando y analizando cada
situación.
Este método, según las palabras de Van Riper (1973), tiene mala fama
debido a su laboriosa organización y el tiempo que la terapeuta debe
invertir en él y puede ser cierto, sin embargo, si se planifican los pasos
adecuadamente, pasando de contextos controlados a contextos
naturales y sabiendo medir la cantidad de activación que le producirá a
nuestro paciente, ya que puede huir de nuestro tratamiento.
11. Relajación.
Los recursos con los que el logopeda cuenta a la hora de contribuir a que el paciente encuentre el
grado de elasticidad, flexibilidad y relajación adecuados son variados, y lo más habitual es emplearlos
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de forma combinada diseñando un plan específico de intervención para cada caso teniendo en cuenta
sus necesidades.
Dichos recursos abarcan las manipulaciones, movilizaciones, masajes y estiramientos que persiguen el
objetivo general de tonificar la musculatura corporal y, más específicamente, la vinculada con la
fonación.
Algunos ejercicios significativos en el entrenamiento en relajación, entre otros, son: el bostezo,
bostezo con la boca cerrada, relajación del cuello, relajación de la cara, relajaciones breves,
secuencias de relajación semilarga…
Preguntas:
1) ¿Qué caracteriza a la disfemia de tipo clónica?
a) Estado inicial de inmovilidad muscular que cesa rápidamente para que la emisión del
discurso salga precipitadamente.
b) Que es la que más se diagnostica por tener una detección más fácil.
c) Repeticiones de unidades mínimas de fonación, producidos durante la emisión de una
frase.
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DISGLOSIAS
● Definición.
La disglosia es una patología del habla caracterizada por un trastorno de la articulación de los órganos
encargados de la producción oral (labios, lengua, dientes, mandíbula paladar y cuerdas vocales),
causado por lesiones físicas, alteraciones o malformaciones fisiológicas, en la que no existe un
problema del Sistema Nervioso Central.
En consecuencia, los problemas de pronunciación son muy complejos ya que hay factores de tipo
orgánico.
Es un trastorno más común de lo que en un principio podemos pensar, por ello, no deben confundirse
con los problemas de lenguaje, debido a esto, se dan problemas muy importantes en la pronunciación
de la persona.
● Etiología.
Tiene un origen congénito debido a malformaciones craneofaciales (labiales, del paladar y de la
cavidad nasal), y adquirido, provocado por trastornos de crecimiento, parálisis periféricas y/o
anomalías adquiridas por lesiones en los órganos fonatorios y/o extirpaciones quirúrgicas orofaciales.
Estos aspectos interfieren en el curso del tratamiento impidiendo que el individuo mejore como sería
lo esperado.
● Sintomatología.
- La sintomatología nuclear (central) se caracteriza por una alteración en la
articulación de fonemas debido a malformaciones anatómicas de los órganos
periféricos del habla y de origen no neurológico central.
Además, encontramos trastornos psicológicos consistentes con el problema del habla, como, por
ejemplo, que la persona con este trastorno rechaza hablar.
Otros síntomas del trastorno pueden ocurrir asociados con el retraso escolar, dificultades en la
alfabetización, dificultades en la fluidez normal del habla y otras dificultades relacionadas con largas
estadías en hospitales.
Finalmente, existe una creencia errónea de que la disglosia está inevitablemente vinculada con el
retraso intelectual.
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Además, la sintomatología de las disglosias varía en función del sonido o grupo de sonidos que estén
alterados, así como del órgano al que afecta:
➢ Labial: Vocales posteriores (o,u), consonantes bilabiales (p,b,m) y consonantes
labiodentales (f,v).
➢ Lingual: Fonemas /r/, /l/, /d/, /z/.
➢ Maxilofaciales y dentales: Fonemas /t/, /d/, /n/, /l/ y /s/.
➢ Palatina: Nasalización de fonemas.
➢ Nasales: Fonemas /m/, /n/, y /ñ/.
● Tipos de disglosias.
- Labial.
- Mandibular.
- Dental.
- Lingual.
- Palatal.
- Nasal.
Disglosia labial:
Trastorno de articulación que afecta a los fonemas labiales por una alteración de la forma, movilidad,
fuerza o consistencia de los labios.
Dentro se encuentran los siguientes subtipos:
➢ Labio Leporino.
➢ frenillo labial superior hipertrófico.
➢ Frenillo labial inferior.
➢ Macrostomia.
➢ Parálisis facial.
➢ Neuralgia del trigémino.
➢ Heridas.
Labio leporino:
También denominada como fisura labial, se trata de una malformación congénita debido a una
alteración en la fusión de los tejidos que durante el desarrollo embrionario dan lugar al labio superior.
Hay diversos tipos de afectación que van desde la depresión del labio hasta la hendidura total, lo
clasificamos de la siguiente manera:
- Fisura labial simple, donde la hendidura no incluye la zona alveolar.
- Fisura labial total, en la que se ve comprometida la zona alveolar.
Esto no significa, que no estén todos los componentes de un labio normal, sino que estos se
encuentran desplazados o con mayor tamaño.
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➔ Bilateral: Tiene ambos lados, por tanto, la zona central es en este caso la que se encuentra
menos desarrollada, apenas se aprecia la columela por su corto tamaño, además, de una
prominencia por el hueso intermaxilar.
3. Labio leporino medio → Es el más grave en el que no hay unión de los dos
mamelones nasales a nivel interno.
Macrostomia:
Es un alargamiento de la hendidura bucal, normalmente provocada por una malformación de la oreja,
es congénita, y suele ser en varones.
Puede ser unilateral o bilateral. El tratamiento tiene que ser quirúrgico.
Este tipo de malformación suele estar asociada a varios síndromes, algunos de ellos debidos a
trastornos del desarrollo.
Una serie de desencadenantes pueden provocar el dolor de la neuralgia del trigémino, e incluyen lo
siguiente: Afeitarse, tocarse la cara, comer, beber, cepillarse los dientes, hablar, maquillarse, una brisa
que sople ligeramente la cara, sonreír, y lavarse la cara.
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Parálisis facial:
La parálisis facial en niños puede ser congénita (de nacimiento) o adquirida.
Las causas de la parálisis facial adquirida pueden ser las siguientes:
- Las más frecuentes en el recién nacido son las traumáticas, como consecuencia de
traumatismos del parto. (Como el uso del fórceps o presión contra la pelvis, el peso elevado
en el nacimiento, la prematuridad).
- Infecciosas-inflamatorias. Las más frecuentes en la infancia con las infecciones del oído
medio, sobre todo la otitis media aguda y, menos frecuentemente, la mastoiditis, la meningitis
y las otitis externas malignas.
- Las fracturas del hueso temporal.
- Vasculitis (inflamación de los vasos sanguíneos del organismo, entre ellos los que nutren los
nervios).
- Neoplásicas (tumorales): neurinomas del nervio facial, hemangiomas, rabdomiosarcomas,
leucemia, tumores de la glándula parótida…
Cuando la parálisis facial bilateral es adquirida, se verán afectados varios fonemas, además de las
vocales “o” y “u”, en mayor grado, pero también la “e” y la “i”.
También se puede hablar de una disglosia de origen congénito si se debe a una aplasia o parálisis
motora ocular. Esa parálisis provoca que la mitad de la cara esté paralizada, en la que se observa una
ceja caída y el párpado más pequeño, boca descendida hacia abajo y salida de saliva por la comisura
labial.
Heridas:
En este caso, en los labios, ocasionadas por traumatismo o causadas por arma blanca. Esas heridas
provocan un habla distorsionada y aún más severa si se pierde el labio por heridas de guerra o cáncer.
Disglosia mandibular:
La disglosia mandibular es una alteración que afecta a la articulación de algunos fonemas debido a
una alteración de los músculos maxilares.
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Resección del maxilar superior:
Presenta dificultades en el maxilar superior, se observa la ausencia de la mitad del paladar óseo y
puede que también parte del velo del paladar. Esto provoca que la voz resultante tenga mucha
resonancia nasal e incluso distorsión por las dificultades para los diferentes puntos de articulación.
Por tanto, estamos ante una disglosia en la que se puede observar como el maxilar superior se separa
del inferior.
Esta ausencia del paladar óseo y del velo del paladar se puede deber, en la mayoría de casos, a una
patología oncológica (cáncer), infecciones mandibulares (osteomielitis) o por osteoaradionecrosis
(tras tratamientos de radioterapia) y en casos más aislados, por prognatismo mandibular (maloclusión,
desgaste de piezas dentales, dolor en la articulación temporomandibular…).
Resección de la mandíbula:
También llamada resección del maxilar inferior, en la cual existe una separación del maxilar inferior.
Entre las posibles causas están las heridas de guerra, los accidentes de tráfico o las cirugías a causa del
cáncer.
Atresia mandibular:
Anomalía caracterizada por la falta de desarrollo del maxilar inferior, dentro de este subtipo podemos
destacar que sea una anomalía:
➢ Congénita, debido a problemas endocrinos o raquitismo (trastorno causado por la falta de
vitamina D, calcio o fósforo. Reblandece y debilita los huesos), entre otros.
➢ Adquirida, si estamos ante un problema que supondrá una posible maloclusión dentaria, por
uso del chupete, chupar el dedo, etc.
Como consecuencia, se produce una mala oclusión de los maxilares y una posición de los dientes
anómala.
Distosis maxilofacial:
Enfermedad hereditaria, en la que se puede observar una malformación mandibular a causa de otras
anomalías y da a la cara un característico aspecto de “cara de pez”. En inglés se llama “Síndrome de
Teacher Collins”.
Progenie:
Crecimiento en exceso de la mandíbula inferior provocando una maloclusión de los maxilares.
Anquilosis mandibular:
Es una alteración que provoca el bloqueo de la articulación entre dos huesos, bien por procesos
inflamatorios, fracturas intraarticulares y cicatrices.
Cuando la anquilosis produce una interrupción del crecimiento condilar, aparece una asimetría facial
El tratamiento incluye medicación, cirugía y fisioterapia. Si hay cirugía, deben realizarse ejercicios de
apertura de la mandíbula durante meses o años para mantener la corrección quirúrgica. Pero si por el
contrario no hay cirugía, la apertura forzada de la mandíbula no se recomienda debido a la posible
fusión ósea.
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● Exploración.
Para llevar a cabo el tratamiento de las disglosias es necesario hacer una evaluación lo más completa
posible en la que se incluye una exploración exhaustiva de los órganos bucofonatorios, lo que nos
permitirá llevar a cabo la intervención o tratamiento adecuado en relación a cada caso.
En dicha exploración se tendrá en cuenta la forma, el tamaño y las funciones de las estructuras
producen el habla. Debemos explorar:
➔ El paladar duro y blando, observar si existen fisuras o cicatrices, su forma, tono y
funcionalidad.
➔ Amígdalas y adenoides, útiles para descartar posible obstrucción o disminución del
paso de aire.
➔ Dientes, descartamos maloclusión (incorrecta alineación de los dientes) por un mal
hábito lingual.
➔ El tipo de respiración (nasal, bucal o mixta, se recomienda la respiración nasal),
coordinación, control de soplo y capacidad pulmonar.
➔ La lengua, observamos el tono y la movilidad, además de su posición en reposo y
durante la masticación.
➔ Deglución, podrá darse una deglución atípica por un mal cierre u otra alteración que
distorsione el habla, y masticación.
➔ Labios, se evalúa la movilidad y su estructura.
➔ Velo nasofaríngeo, comprobar la velocidad de movimiento.
➔ La fonación, estudiamos el tono de voz, la existencia de hipernasalidad, y las
dificultades articulatorias.
● Evaluación.
Una vez realizada la exploración se comenzará una evaluación completa para detectar posibles
alteraciones y así determinar el tipo de disglosia que se presenta para realizar un programa de
tratamiento acorde a las necesidades de cada persona.
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➢ Órganos fonoarticulatorios.
En ellos se tendrá en cuenta la morfología y funcionalidad de las estructuras orofaciales, tanto en
reposo como en movimiento. Dicha evaluación se realizará de manera espontánea para evitar
correcciones implícitas del paciente, por lo que evaluaremos su comportamiento natural.
➢ espiración.
En este caso, evaluamos el tipo, modo, ritmo y amplitud respiratoria que presenta el paciente, así
como la funcionalidad nasal.
Si la persona cuenta con hábito respiratorio incorrecto encontraremos signos propios como labios
secos, saliva en las comisuras, ojeras, tos persistente y seca, hipotonía en músculos faciales, rinitis etc.
Para descartar un problema respiratorio dado por una obstrucción en el flujo de aire se estudiarán las
amígdalas y los adenoides, todo ello repercute en la resonancia del habla.
En último lugar, a partir del soplo, observamos el cierre velofaríngeo, en caso de disponer será
necesario usar una videofluoroscopia, nos mantendrá informados sobre el movimiento que realiza y
los puntos donde contacta con órganos articulatorios.
➢ Deglución.
En este caso, la evaluación se realiza con la boca cerrada o entreabierta, así se comprobará si los
músculos implicados funcionan correctamente.
Para observar la posición de la lengua durante la deglución solicitamos una separación de los labios,
en caso de ser una persona dependiente nos ayudaremos con los dedos. En caso de que el paciente
tenga una mordida incorrecta y no lograramos ver la lengua será él quien nos cuente qué sensaciones
tiene.
Es importante identificar si entreabre los labios, si los aprieta o tensa el músculo mentoniano, si existe
movimiento de cabeza hacia delante, una posible posición interlingual entre las arcadas dentarias, si la
lengua ejerce presión en las arcadas (tanto superior como inferior) o si la presión lingual es lateral.
Para ello utilizaremos tres tipos de texturas; líquido, sólido y semisólido o “textura pudding”. Un
ejemplo de cada sería agua o zumo, manzana y yogur.
➢ Masticación.
El aspecto a evaluar es el movimiento del músculo masetero y su simetría en cuanto a la masticación.
Es importante identificar si se hace con la boca abierta o cerrada, si se lleva a cabo en un único lado o
en ambos, si la masticación dura mucho o poco tiempo, si existe una movilización mandibular
exagerada, y por último, si quedan restos de comida en el vestíbulo oral tras deglutir.
➢ Articulación.
Se utilizarán diferentes técnicas en las que se realiza la repetición de sílabas aisladas o de palabras
para detectar alteraciones en el punto y modo de articulación, se anotarán los tipos de errores
cometidos.
Prestar especial atención al punto de articulación ejercido, ya que el error puede darse por un mal
aprendizaje.
Por ejemplo: Para trabajar el fonema /p-/ utilizaremos la palabra pala, en cambio para el fonema /d-/
se utilizará dado, además, también se trabaja dicho fonema en variantes de posición como /-p-/,
mariposa, o /-d-/ bufanda.
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➢ Terapia Miofuncional.
Esta técnica sirve para explorar y valorar las alteraciones a nivel estructural y funcional, además de
hacer un diagnóstico miofuncional y realizar un programa de intervención individualizado.
Se considera una de las técnicas más efectivas para la evaluación, ya que es útil para prevenir,
diagnosticar y corregir las disfunciones orofaciales que participan en la producción del habla.
● Tratamiento.
El tratamiento varía dependiendo de la naturaleza de la alteración y las áreas afectadas.
Es principalmente quirúrgico para conseguir una correcta articulación y se realiza a una edad
temprana.
Disglosia labial:
Se trabajarán las diferentes praxias labiales para facilitar el cierre labial y una correcta articulación. A
su vez, el control de los labios durante la deglución y el sellado labial, el control del soplo y la
aplicación de masajes y movilización pasiva.
Se trabajan diferentes fonemas: /m/, /b/, /f/ y/ p/.
Disglosia mandibular:
Se lleva a cabo tratamiento quirúrgico o protésico, y en algunos casos ambos.
Los tipos de ejercicios en esta disglosia son labiales, linguales y mandibulares.
Se trabaja la articulación de los fonemas /p/,/b/, /m/ y /s/.
Disglosia dental:
Se realizan intervenciones odontológicas, por lo que se debe llevar a cabo un seguimiento logopédico
para prevenir alteraciones articulatorias.
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Disglosia lingual:
Se trabajará la articulación de fonemas como /d/, /t/, /n/, /s/, /k/, /n/, /g/.
Disglosia palatal:
Se realizará tratamiento logopédico y cirugía.
En el caso de cirugía, después de realizarla se evaluará la existencia de un posible retraso en el
crecimiento maxilofacial.
En el tratamiento logopédico se trabajará el cierre del esfínter velofaríngeo y los fonemas /k/, /g/, /c/,
/r/ y /x/, además del soplo.
Disglosia nasal:
El tratamiento fundamental para este tipo de disglosia se basa fundamentalmente en cirugía.
En caso de presentar pólipos pequeños se puede tratar con medicación.
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