Evangelio de Marcos-Anonimo
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Evangelio de Marcos
Anónimo
Hitos
1. Biblia Reina-Valera
2. Portada
Índice
1 También les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que
están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino
de Dios que viene con potencia.
2 Y seis días después tomó Jesús á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y
los sacó aparte solos á un monte alto; y fué transfigurado delante de
ellos.
3 Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como
la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan
blancos.
4 Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.
5 Entonces respondiendo Pedro, dice á Jesús: Maestro, bien será
que nos quedemos aquí, y hagamos tres pabellones: para ti uno, y
para Moisés otro, y para Elías otro;
6 Porque no sabía lo que hablaba; que estaban espantados.
7 Y vino una nube que les hizo sombra, y una voz de la nube, que
decía: Este es mi Hijo amado: á él oíd.
8 Y luego, como miraron, no vieron más á nadie consigo, sino á
Jesús solo.
9 Y descendiendo ellos del monte, les mandó que á nadie dijesen lo
que habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado
de los muertos.
10 Y retuvieron la palabra en sí, altercando qué sería aquéllo:
Resucitar de los muertos.
11 Y le preguntaron, diciendo: ¿Qué es lo que los escribas dicen,
que es necesario que Elías venga antes?
12 Y respondiendo él, les dijo: Elías á la verdad, viniendo antes,
restituirá todas las cosas: y como está escrito del Hijo del hombre,
que padezca mucho y sea tenido en nada.
13 Empero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que
quisieron, como está escrito de él.
14 Y como vino á los discípulos, vió grande compañía alrededor de
ellos, y escribas que disputaban con ellos.
15 Y luego toda la gente, viéndole, se espantó, y corriendo á él, le
saludaron.
16 Y preguntóles: ¿Qué disputáis con ellos?
17 Y respondiendo uno de la compañía, dijo: Maestro, traje á ti mi
hijo, que tiene un espíritu mudo,
18 El cual, donde quiera que le toma, le despedaza; y echa
espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando: y dije á tus
discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.
19 Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación infiel! ¿hasta cuándo
estaré con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir? Traédmele.
20 Y se le trajeron: y como le vió, luego el espíritu le desgarraba; y
cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.
21 Y Jesús preguntó á su padre: ¿Cuánto tiempo há que le
aconteció esto? Y él dijo: Desde niño:
22 Y muchas veces le echa en el fuego y en aguas, para matarle;
mas, si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros.
23 Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo es posible.
24 Y luego el padre del muchacho dijo clamando: Creo, ayuda mi
incredulidad.
25 Y como Jesús vió que la multitud se agolpaba, reprendió al
espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando,
sal de él, y no entres más en él.
26 Entonces el espíritu clamando y desgarrándole mucho, salió; y él
quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.
27 Mas Jesús tomándole de la mano, enderezóle; y se levantó.
28 Y como él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte:
¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?
29 Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y
ayuno.
30 Y habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que
nadie lo supiese.
31 Porque enseñaba á sus discípulos, y les decía: El Hijo del
hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas
muerto él, resucitará al tercer día.
32 Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de
preguntarle.
33 Y llegó á Capernaum; y así que estuvo en casa, les preguntó:
¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?
34 Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habían
disputado en el camino quién había de ser el mayor.
35 Entonces sentándose, llamó á los doce, y les dice: Si alguno
quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de
todos.
36 Y tomando un niño, púsolo en medio de ellos; y tomándole en
sus brazos, les dice:
37 El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, á mí recibe;
y el que á mí recibe, no recibe á mí, mas al que me envió.
38 Y respondióle Juan, diciendo: Maestro, hemos visto á uno que en
tu nombre echaba fuera los demonios, el cual no nos sigue; y se lo
prohibimos, porque no nos sigue.
39 Y Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga
milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí.
40 Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
41 Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque
sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.
42 Y cualquiera que escandalizare á uno de estos pequeñitos que
creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al
cuello, y fuera echado en la mar.
43 Y si tu mano te escandalizare, córtala: mejor te es entrar á la vida
manco, que teniendo dos manos ir á la Gehenna, al fuego que no
puede ser apagado;
44 Donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga.
45 Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo: mejor te es entrar á
la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en la Gehenna, al
fuego que no puede ser apagado;
46 Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
47 Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo: mejor te es entrar al
reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado á la
Gehenna;
48 Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
49 Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será
salado con sal.
50 Buena es la sal; mas si la sal fuere desabrida, ¿con qué la
adobaréis? Tened en vosotros mismos sal; y tened paz los unos con
los otros.
Biblia Reina-Valera, Revisión 1909 : Marcos
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X
1 Y dos días después era la Pascua y los días de los panes sin
levadura: y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los
escribas cómo le prenderían por engaño, y le matarían.
2 Y decían: No en el día de la fiesta, porque no se haga alboroto del
pueblo.
3 Y estando él en Bethania en casa de Simón el leproso, y sentado
á la mesa, vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de
nardo espique de mucho precio; y quebrando el alabastro,
derramóselo sobre su cabeza.
4 Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué
se ha hecho este desperdicio de ungüento?
5 Porque podía esto ser vendido por más de trescientos denarios, y
darse á los pobres. Y murmuraban contra ella.
6 Mas Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la fatigáis? Buena obra me ha
hecho;
7 Que siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis
les podréis hacer bien; mas á mí no siempre me tendréis.
8 Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado á ungir mi
cuerpo para la sepultura.
9 De cierto os digo que donde quiera que fuere predicado este
evangelio en todo el mundo, también esto que ha hecho ésta, será
dicho para memoria de ella.
10 Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, vino á los príncipes de
los sacerdotes, para entregársele.
11 Y ellos oyéndolo se holgaron, y prometieron que le darían dineros.
Y buscaba oportunidad cómo le entregaría.
12 Y el primer día de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la
pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vayamos á
disponer para que comas la pascua?
13 Y envía dos de sus discípulos, y les dice: Id á la ciudad, y os
encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle;
14 Y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice:
¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis
discípulos?
15 Y él os mostrará un gran cenáculo ya preparado: aderezad para
nosotros allí.
16 Y fueron sus discípulos, y vinieron á la ciudad, y hallaron como
les había dicho; y aderezaron la pascua.
17 Y llegada la tarde, fué con los doce.
18 Y como se sentaron á la mesa y comiesen, dice Jesús: De cierto
os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar.
19 Entonces ellos comenzaron á entristecerse, y á decirle cada uno
por sí: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?
20 Y él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo
en el plato.
21 A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito; mas
¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado!
bueno le fuera á aquel hombre si nunca hubiera nacido.
22 Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió
y les dió, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo.
23 Y tomando el vaso, habiendo hecho gracias, les dió: y bebieron
de él todos.
24 Y les dice: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos
es derramada.
25 De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta
aquel día cundo lo beberé nuevo en el reino de Dios.
26 Y como hubieron cantado el himno, se salieron al monte de las
Olivas.
27 Jesús entonces les dice: Todos seréis escandalizados en mí esta
noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán derramadas las
ovejas.
28 Mas después que haya resucitado, iré delante de vosotros á
Galilea.
29 Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, mas
no yo.
30 Y le dice Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche,
antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.
31 Mas él con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir
contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.
32 Y vienen al lugar que se llama Gethsemaní, y dice á sus
discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.
33 Y toma consigo á Pedro y á Jacobo y á Juan, y comenzó á
atemorizarse, y á angustiarse.
34 Y les dice: Está muy triste mi alma, hasta la muerte: esperad aquí
y velad.
35 Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oro que si
fuese posible, pasase de él aquella hora,
36 Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son á ti posibles: traspasa
de mí este vaso; empero no lo que yo quiero, sino lo que tú.
37 Y vino y los halló durmiendo; y dice á Pedro: ¿Simón, duermes?
¿No has podido velar una hora?
38 Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la
verdad es presto, mas la carne enferma.
39 Y volviéndose á ir, oró, y dijo las mismas palabras.
40 Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos
estaban cargados; y no sabían qué responderle.
41 Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad: basta, la
hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos
de los pecadores.
42 Levantaos, vamos: he aquí, el que me entrega está cerca.
43 Y luego, aun hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y
con él una compañía con espadas y palos, de parte de los príncipes
de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos.
44 Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al
que yo besare, aquél es: prendedle, y llevadle con seguridad.
45 Y como vino, se acercó luego á él, y le dice: Maestro, Maestro. Y
le besó.
46 Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron.
47 Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo
del sumo sacerdote, y le cortó la oreja.
48 Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como á ladrón habéis salido
con espadas y con palos á tomarme?
49 Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me
tomasteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.
50 Entonces dejándole todos sus discípulos, huyeron.
51 Empero un mancebillo le seguía cubierto de una sábana sobre el
cuerpo desnudo; y los mancebos le prendieron:
52 Mas él, dejando la sábana, se huyó de ellos desnudo.
53 Y trajeron á Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron á él todos los
príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas.
54 Empero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo
sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al
fuego.
55 Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban
testimonio contra Jesús, para entregarle á la muerte; mas no lo
hallaban.
56 Porque muchos decían falso testimonio contra él; mas sus
testimonios no concertaban.
57 Entonces levantandose unos, dieron falso testimonio contra él,
diciendo:
58 Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo que es
hecho de mano, y en tres días edificaré otro echo sin mano.
59 Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos.
60 Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó á
Jesús, diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan estos contra
ti?
61 Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió á
preguntar, y le dice: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?
62 Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del hombre sentado á la
diestra de la potencia de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.
63 Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué
más tenemos necesidad de testigos?
64 Oído habéis la blasfemia: ¿qué os parece? Y ellos todos le
condenaron ser culpado de muerte.
65 Y algunos comenzaron á escupir en él, y cubrir su rostro, y á
darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de
bofetadas.
66 Y estando Pedro abajo en el atrio, vino una de las criadas del
sumo sacerdote;
67 Y como vió á Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con
Jesús el Nazareno estabas.
68 Mas él negó, diciendo: No conozco, ni sé lo que dices. Y se salió
fuera á la entrada; y cantó el gallo.
69 Y la criada viéndole otra vez, comenzó á decir á los que estaban
allí: Este es de ellos.
70 Mas él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí
dijeron otra vez á Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque
eres Galileo, y tu habla es semejante.
71 Y él comenzó á maldecir y á jurar: No conozco á este hombre de
quien habláis.
72 Y el gallo cantó la segunda vez: y Pedro se acordó de las
palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos
veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.
Biblia Reina-Valera, Revisión 1909 : Marcos
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