Revista De: Psicología y Educación
Revista De: Psicología y Educación
Revista De: Psicología y Educación
Psicología
y
Educación
Número monográfico sobre “Estrategias de aprendizaje”
Consejo de Redacción
Psicología
y
Educación
Número monográfico sobre “Estrategias de aprendizaje”
Pedro Rosario, Julio Antonio González-Pienda, José Carlos Núñez y Rosa Mourao
Mejora del proceso de estudio y aprendizaje mediante la promoción de los
procesos de autorregulación en estudiantes de enseñanza primaria y secundaria 51
Ramón González Cabanach, Antonio Valle Arias, María García Gerpe, Susana Rodríguez.
Martínez e Isabel Piñeiro Aguín
Uso de estrategias de autorregulación cognitiva y de regulación del esfuerzo
en estudiantes universitarios con múltiples metas 67
Alfonso Barca.
Motivación académica, orientación a metas y estilos atribucionales:
escala CEAP-48 103
Introducción
Jesús A. Beltrán Llera
Universidad Complutense de Madrid
Puede parecer extraño que en estos primeros momentos del siglo XXI, en el que se
habla hasta la saciedad del potencial, incluso revolucionario, que encierran las nuevas
Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), haya que poner de relieve el
potencial, casi ilimitado, que se esconde en las llamadas estrategias de aprendizaje. Y, sin
embargo, es necesario hacerlo porque por mucho que se desarrollen las nuevas tecnologías y
aun en el supuesto de que lleguen a alcanzar miles de veces la fuerza que hoy llegamos a
conocer, nunca podrán alcanzar, ni de lejos, el poder de la mente humana. Por eso, además del
hardware, y del software hay que reivindicar el mindware. Lo exige la misma sociedad de la
información en la que estamos viviendo. En ella, y ante la masa de datos a la que tienen que
enfrentarse los alumnos, éstos no pueden hoy responder con los mismos recursos que cuando la
información era escasa y sólo estaba en las manos del profesor. Ahora la información es
abundante, casi se puede hablar incluso de una sobresaturación informativa, y el papel de los
alumnos es seleccionarla, organizarla y elaborarla para transformar esa información en
conocimiento significativo y personal. Para eso necesitan crear, desarrollar y aplicar una serie
de estrategias (tecnología mental podríamos llamarla en lenguaje duro) que les permita superar
la eterna tentación escolar de limitarse a reproducir la información, para disfrutar de la
apasionante, aventura de construir su conocimiento. Eso es lo que llamamos aprender a
aprender o más humildemente, el oficio de aprender. Pero este oficio es distinto al resto de los
oficios que aprendemos. El carpintero enseña cómo manejar las herramientas de la carpintería
y se lo enseña al aprendiz haciéndolo. Ahora bien, las operaciones del oficio de aprender no
7
Beltrán, J.A.
son materiales, ni explícitas, sino encubiertas o mentales. El gran desafío pedagógico es hacer
consciente en el alumno lo que está haciendo cuando aprende: qué operaciones cognitivas está
realizando, qué hace cuando aprende historia, biología o matemáticas. Aquí está el gran desafío
de las didácticas, de las metodologías, de la enseñanza del futuro. Lograr dar este salto implica
dotar a nuestros alumnos de estas competencias que tienen que ver con el dominio del
aprendizaje. Y éste es un desafío no sólo de la escuela, de la institución, de la familia, sino de
todo el sistema educativo. A esto responde el constructo de estrategias de aprendizaje
interpretadas como la verdadera tecnología mental. Nos referimos a los patrones inteligentes de
conducta observados en el exterior y que, interiorizados, desarrollados y asumidos de forma
personal constituyen ese mindware radical que nos permite afrontar la compleja realidad de la
vida sabiendo dar respuesta a sus más difíciles interrogantes.
Sobre los resultados, los autores señalan que la principal aportación de su trabajo ha sido
la constatación de que se pueden enseñar y aprender estrategias de aprendizaje en pocas clases
(apenas ocho sesiones de trabajo), y con resultados positivos, ya que el programa ha mejorado el
rendimiento objetivo de los alumnos, ha elevado la calidad de las autopreguntas que los alumnos
han hecho a lo largo de los seis niveles u objetivos propuestos y, sobre todo, ha mejorado su
percepción del uso de estrategias. Es sugestiva la recomendación que hacen para la investigación:
la búsqueda de variables moduladoras de la eficacia del programa, como pueden ser los estilos de
aprendizaje y enseñanza. Terminan diciendo que las actividades instruccionales debieran
diseñarse para ayudar a aprender explícitamente los contenidos curriculares correspondientes y,
en segundo lugar, e implícitamente, las dos o tres estrategias que cada profesor y en cada
asignatura considere como relevantes. La experiencia acumulada sobre la enseñanza, con los
años, quizás nos lleve a organizar los contenidos convencionales en función de las estrategias
que se quieran enseñar de manera implícita.
La respuesta es positiva respecto a los dos últimos interrogantes. En el caso del efecto
diferencial de la enseñanza de las estrategias, según los autores, los primeros y más
beneficiados han sido los alumnos de bajo rendimiento académico, luego los de nivel medio y,
por último, los de alto rendimiento. Es una confirmación evidente del efecto cielo que significa
que es más difícil mejorar lo que ya es de por sí bueno. Este resultado contribuye a consolidar
el optimismo pedagógico, al menos desde el punto de vista estratégico, pero también la
posibilidad y conveniencia del trabajo colaborativo, ya que los mejores alumnos pueden ayudar
a sus compañeros a aprender como ellos lo hacen de forma habitual. En el segundo caso, se
demuestra una vez más, que las estrategias pueden contribuir a mejorar el rendimiento, y lo que
es más importante, que esta mejora se transfiere a casi todas las áreas curriculares. Todo esto
hace avanzar la investigación, ya clásica, sobre las estrategias y su potencial para la mejora del
rendimiento académico, y también para aprender a aprender.
metas. Es bien conocido que la autorregulación está relacionada con el proceso motivacional de
fijar metas y que éstas se convierten en el punto de referencia del proceso de autorregulación y
evaluación del aprendizaje. Hasta ahora, las dos metas admitidas por todos eran las metas de
aprendizaje y las metas de rendimiento, centradas respectivamente en el dominio de los
contenidos o en la capacidad del estudiante. Las primeras eran adapativas y llevaban al buen
rendimiento; las segundas eran escasamente adapativas y conducían a un rendimiento peor.
Pero, en los últimos años, esta dicotomía reinante se ha roto como consecuencia de la
división de las metas de rendimiento en dos: las metas de aproximación al rendimiento y las
metas de evitación del rendimiento. Incluso se ha tratado de combinar las metas de aprendizaje
y las metas de rendimiento pensando que los alumnos pueden tener, a la vez, varias metas y
que esta combinación de múltiples metas, sería un patrón adaptativo.
De la revisión crítica que hacen de las investigaciones llevadas a cabo en los últimos
años sobre las múltiples metas de los alumnos, concluyen que existe una abundante falta de
acuerdo sobre su relación con la autorregulación del aprendizaje, debido a la diversidad de
resultados. En un intento por clarificar la situación producida en este complejo escenario, los
autores se centran en uno de los puntos clave de esta controversia: la combinación de metas de
aprendizaje y de rendimiento más válida para autorregular el aprendizaje y rendir mejor. Con
los datos que les ha proporcionado su investigación, se inclinan a pensar que los estudiantes
con una combinación de metas altas de aprendizaje y de rendimiento utilizan más estrategias de
autorregulación y de regulación del esfuerzo que los estudiantes con predominio de metas de
aprendizaje, si bien hay que tomar estos datos con cautela porque los resultados apuntan sólo
tendencias y no logran alcanzar niveles de significación. Además, señalan, convendría tener en
cuenta la naturaleza del cuestionario utilizado.
En relación con la ya clásica distinción entre los dos grandes enfoques del aprendizaje,
superficial y profundo, se ha descubierto que hay estudiantes que adoptan un enfoque profundo
o superficial en su aprendizaje (consonancia conceptual), y aquellos que no adoptan un enfoque
puro, sino que aprenden tanto profunda como superficialmente (disonancia cognitiva), es decir,
se obtienen puntuaciones similares en ambas escalas (profunda y superficial). Por otra parte,
los expertos llaman “orquestaciones de estudio” a la disonancia o consonancia cognitiva como
una respuesta a las percepciones de determinados elementos del contexto de aprendizaje.
Dentro de este marco teórico, los autores se plantean 3 objetivos específicos: conocer
los enfoques de aprendizaje y la valoración que los participantes realizan del proceso de
enseñanza-aprendizaje, analizar las diferencias en el rendimiento según el modo de aprender y
las valoraciones de los participantes, y establecer la capacidad de los enfoques de aprendizaje y
las valoraciones del proceso de enseñanza- aprendizaje para predecir el rendimiento
académico.
Como era de esperar, los resultados muestran una clara asociación entre el enfoque de
aprendizaje y la percepción del proceso de enseñanza-aprendizaje, por parte de los estudiantes.
Pero se han encontrado también con algunos resultados llamativos. Por ejemplo, han
identificado un gran número de universitarios con una orquestación de estudio disonante y con
menor autorregulación y satisfacción del aprendizaje. Además, y frente a los resultados de
otras investigaciones, hay un grupo disonante de universitarios que posee la media más alta en
rendimiento académico. A pesar de todo, los universitarios que aprenden siguiendo el enfoque
profundo siguen los patrones establecidos en los supuestos teóricos.
Los profesores Barca, Porto, Santorum y Barca han tratado de construir un instrumento de
diagnóstico que facilite información sobre variables especialmente relevantes relacionadas con
el proceso de motivación académica, las atribuciones causales y las metas académicas y resulte
asimismo útil para la investigación y el asesoramiento psicológico en contextos educativos de
niveles de enseñanza secundaria y de educación superior.
Los resultados que presentan en este artículo demuestran que la Escala CEAP48
integra con claridad dos subescalas; una de carácter motivacional y otra de carácter
atribucional con orientación a metas académicas. A la primera subescala la denominan
motivación académica (SEMAP-01); tiene tres factores claramente definidos: de motivación
profunda, de motivación de rendimiento y de motivación superficial y aceptables
condicionesde fiabilidad. La segunda, es un subescala de atribuciones causales y orientación a
metas (SEAT.01) y tiene cinco factores. Destaca, sobre todos, el primer factor que explica en
ambas muestras de alumnado (Secundaria y Universidad) el 17 % aproximado de la varianza
total y describe con nitidez la atribución al esfuerzo como responsable del rendimiento y la
obtención de buenos resultados académicos en los alumnos de secundaria.
Los autores terminan señalando cómo las atribuciones de tipo interno controlables e
inestables/estables dominan en los dos primeros factores que explican más de la mitad de la
varianza, tanto en el alumnado de educación secundaria como de universidad si bien las
atribuciones de tipo externo, no controlables y, básicamente inestables, dominan en los tres
siguientes factores de la Escala.
El objetivo principal que se han planteado los autores Castejón y Gilar en este trabajo es la
elaboración de un cuestionario de evaluación de las preferencias por determinados estilos de
enseñanza-aprendizaje de un grupo de estudiantes universitarios, con la finalidad posterior de
establecer si diferentes personas prefieren diferentes estilos de enseñanza-aprendizaje y si esa
preferencia por determinados estilos de enseñanza-aprendizaje aparece relacionada con un
mayor rendimiento. Según los autores, los datos indican que los alumnos no muestran unas
preferencias claras por unos estilos de enseñanza, ni consideran en general que unos métodos
de enseñanza sean mejores que otros, sino que prefieren una combinación o mezcla de estos
estilos y métodos. Sus datos muestran que la preferencia por un ambiente rico y variado de
aprendizaje está relacionada positivamente con la adquisición del conocimiento y las
habilidades. La implicación instruccional para el aprendizaje apunta una tendencia a favorecer
ambientes ricos de aprendizaje que estimulen la adquisición de dicha competencia. Los autores
señalan que las características de un ambiente de aprendizaje situado pasan por estos rasgos:
contextos auténticos, actividades relevantes, acceso a realizaciones expertas, múltiples
Un tema que trasciende todos los aprendizajes y está en la propia raíz del aprender es el del
transfer. Los profesores Carpintero y Beltrán abordan este tema que se ha hecho recursivo en la
Psicología del aprendizaje y, en general, dentro del campo educativo. Son muchos los
especialistas que señalan que el transfer es la verdadera prueba del aprendizaje, hasta el punto
de aformar que si no hay transfer, no se puede hablar de aprendizaje en términos de progreso
académico. La intención de los autores de este trababo es la de lograr una síntesis que sirva a
los educadores en su tarea de ayudar a aprender a los alumnos. Comienzan analizando los
factores que intervienen en el éxito del transfer en las situaciones académicas y las dificultades
que surgen a lo largo de su recorrido. Hacen un balance de las diferentes perpsectivas desde las
cuales puede ser abordado el transfer, en especial, dos de ellas: la perspectiva situada y la
perspectiva cognitivista. Se detienen, aunque brevemente, en las diferentes estrategias que
sirven para mejorar el transfer escolar. Destacan, asimismo, las nuevas tendencias que van más
allá del clásico esquema: transfer cercano-transfer lejano o de carretera y autopista, para
valorar los nuevos enfoques dinámicos del aprendizaje que se proyectan no tanto sobre el
conocimiento pasado como sobre el conocimiento futuro del alumno. Y terminan describiendo
los 11 principios básicos que deben regular el transfer si se quieren obtener las ventajas
esperadas del mismo.
En este breve resumen encontramos unas cuantas ideas que apuestas en marcha podrían
contribuir a mejorar la Educación. Ahora, le invito de nuevo a leerlas y disfrutarlas más
detenidamente en el propio texto de los autores.
Introducción
13
Román, J. M. y Catalina, J.
las claras diferencias estratégicas entre los estudiantes con alto y bajo rendimiento; (c) la falta
de enseñanza de estrategias en la escuela; y (d) la continua exigencia de mayor formación para
adaptarse a las exigencias de la sociedad actual. Y entre los segundos: (a) el cambio de
concepción de la inteligencia; (b) su modificabilidad; y (c) los estudios sobre el aprendizaje
contextualizado (Beltrán, 1995; 1996).
Estrategias Metacognitivas
Estrategias de Apoyo
(d) Las estrategias metacognitivas son las responsables de conocer los procesos con
los que se elabora la información (autoconocimiento) y de activar aquellos que sean más
oportunos y eficaces en cada situación concreta de aprendizaje (automanejo).
La clave del aprendizaje reside en los procesos de integración utilizados por quien
aprende para relacionar la nueva información con la ya disponible, además condiciona el éxito
del aprendiz en posteriores ejecuciones. La construcción de nuevas relaciones es fundamental
porque comprender está condicionado por cómo el aprendiz interpreta y construye la
información, lo cual depende, a su vez, de lo que ya conoce, de cómo accede a ello y de cómo
lo relaciona con lo que ya sabe, esto es, de cómo lo elabora.
La activación del conocimiento previo relacionado con el tema objeto de estudio del
que se dispone y de los esquemas cognitivos en los que está incluido es determinante para el
aprendizaje del nuevo contenido, y la elaboración de autopreguntas, como hemos señalado,
favorece la activación de ese conocimiento previo. “La activación del esquema se refiere a los
diversos métodos diseñados para activar los esquemas relevantes antes de una actividad de
aprendizaje” (Beltrán, 1993:251). Si el nuevo contenido puede ser relacionado con el
conocimiento previo, la activación de los esquemas en que éste está incluido favorece el
desarrollo de expectativas acerca de la naturaleza del contenido, la identificación de sus
elementos más importantes y su integración en dichos esquemas. Si no se posee ningún
conocimiento previo relacionado con el nuevo contenido no es posible su comprensión.
Por su parte, Palincsar y Brown (1984), Sánchez (1990; 1990b), Cassidy y Bauman
(1989) y Pressley et al. (1989) consideran que las autopreguntas realizan las siguientes
funciones:
André y Anderson (1979), Palincsar (1982), Brown (1980) y Wong y Jones (1982),
precursores de la Teoría Metacognitiva, centran su atención en la importancia de la
transferencia y generalización del uso de las estrategias y de los aprendizajes alcanzados a otras
situaciones y contextos de aprendizaje distintos a aquellos en los que han sido entrenadas.
1. Entrenar a los aprendices a fijar la atención en las partes importantes del texto mediante
la elaboración de autopreguntas como ¿cuál es la idea principal?, ¿puedo resumir los
puntos más importantes de cada párrafo o texto?
2. Enseñar a los estudiantes a dirigir y supervisar el nivel de comprensión del texto a
través de la formulación de autopreguntas como ¿qué no entiendo del párrafo o texto?
La Teoría del Esquema trata de explicar el papel de los conocimientos previos del
estudiante en la comprensión del texto. La instrucción en autopreguntas, siguiendo esta teoría,
se centra en entrenar a los alumnos en la activación del conocimiento previo relevante,
relacionado con el tema principal formulado en el texto, mediante la realización de
autopreguntas que faciliten el procesamiento (Singer y Donlan, 1982). La activación del
conocimiento previo permite localizar la información relacionada en el esquema cognitivo en
que se encuentre y relacionarla a su vez con la nueva información objeto de aprendizaje.
Román (1997, 2004, 2005) señala que autopreguntarse es una habilidad de estudio que
ha demostrado repetidamente su eficacia. Navarro (2003, pp. 105-106) indica la utilidad de la
formulación de preguntas para el aprendizaje de la matemática porque “estimulan a los
estudiantes a procesar y reflexionar sobre el contenido, reconocer las relaciones entre sus
ideas claves y sus implicaciones, pensar de manera crítica acerca de él y usarlo en soluciones
de problemas, toma de decisiones u otras aplicaciones de orden superior, y además también
proporcionan retroalimentación permitiendo así corregir percepciones erróneas”. Las
autopreguntas promueven la implicación activa del estudiante en la tarea de aprendizaje
evitando la adopción de rutinas mecanicistas o repetitivas y propiciando el desarrollo del
espíritu crítico y del autocontrol sobre el propio proceso de aprendizaje; su objetivo final es
conseguir en los aprendices la consciencia y el control de sus propios procesos cognitivos.
Shapiro (1984) considera que el profesor puede utilizar y enseñar a los estudiantes
cuatro técnicas para la autogeneración de preguntas de comprensión durante la lectura:
autopreguntas convergentes, divergentes, elaborativas y de test; defiende la formulación de
autopreguntas en el ámbito grupal y a continuación en el individual (facilita la interiorización
progresiva). El uso de las autopreguntas por parte de los estudiantes durante el aprendizaje
provoca que se involucren activamente en el mismo.
son adecuadas para recordar una información concreta, y pueden ser muy útiles cuando se
formulan seguidas de las autopreguntas del tipo wh. Las autopreguntas convergentes precisan
de una respuesta específica y concreta capaz de explicarse sólo por la información del texto en
cuestión; las autopreguntas wh anuncian más que una simple palabra de respuesta puesto que
ayudan a pensar más profundamente acerca de lo estudiado y ayudan a comprenderlo mejor.
Con otro tipo de autopreguntas, las denominadas de por qué, Martin y Pressley (1991)
descubrieron que la memorización de hechos aumentaba cuando los estudiantes respondían a
preguntas de por qué. La calidad de las elaboraciones producidas como respuestas a preguntas
de por qué producían un aprendizaje significativamente mejor.
Para Carr y Ogle (1987) las autopreguntas realizan las funciones de activación del
conocimiento principal, de predicción de los aspectos más importantes de la lectura y de
confirmación de la veracidad de las predicciones realizadas; las autopreguntas que procede
formularse cuando el alumno va a realizar un nuevo estudio serían, en primer lugar, ¿qué sé yo
sobre este tema?; después, ¿qué quiero saber como resultado de mi estudio?; y, por último,
¿qué he aprendido?
Pearson y Johnson (1978) propusieron una taxonomía de tres tipos de preguntas que
pueden realizarse cuando nos enfrentamos a la lectura y el estudio de un texto: preguntas
textualmente explícitas, cuyas respuestas están explícitamente detalladas en el texto; preguntas
textualmente implícitas que se caracterizan porque sus respuestas están insinuadas o sugeridas
en el texto y para responderlas el alumno debe realizar inferencias; y preguntas
Todas estas dificultades se relacionan entre sí; si existe déficit en el sistema de acceso
a la información (ausencia de capacidad para seleccionar entre los conocimientos previos
aquellos más relevantes para asimilar la información del texto) generalmente existirá déficit en
la autorregulación (imposibilidad para localizar la naturaleza de las dificultades de
comprensión).
Montanero (2001) señala que uno de los mayores problemas de aprendizaje existentes
en los escolares de la educación secundaria lo constituyen las dificultades de comprensión
lectora. Por ello es necesaria la enseñanza de estrategias que permitan mejorar el aprendizaje a
partir de la lectura del texto escrito. La extracción de las ideas principales (la idea principal es
la afirmación más importante de un texto) es, como señalan Cunningman y Moore (1990), el
punto de partida y la “piedra angular” sobre la que se asienta el proceso de comprensión de la
información textual.
Crespo (1996) aprecia que los alumnos de Educación Secundaria tienen importantes
deficiencias en la elaboración de la información contenida en los textos escolares y en el
procesamiento activo de la misma. La elaboración de autopreguntas es una estrategia de
aprendizaje que ayuda a paliar tales carencias como estrategia específica de procesamiento y
comprensión de textos y como estrategia de elaboración de información.
El uso de autopreguntas ha sido objeto también de varias críticas; por ejemplo, con
frecuencia la práctica de autopreguntarse ha estado dirigida a la formulación de preguntas
cuyas respuestas son muy simples, lo que promueve el uso de rutinas altamente estructuradas
en detrimento de otros aspectos importantes de la comprensión (Allington y Weber, 1993).
Cook y Mayer (1983) creen que el uso de las autopreguntas puede en ocasiones restringir la
selección y la adquisición de la información; para Armbruster et al. (1991) las preguntas
generadas por el profesor que sirven como modelo para el alumno pecan de enfatizar la
comprensión y el aprendizaje literal en lugar de la comprensión y del aprendizaje inferencial.
Finalmente, Bloom et al. (1979) establecen que los niveles del dominio cognitivo
conocimiento, comprensión y aplicación son habilidades de recuerdo y de conocimiento, y los
niveles cognitivos análisis, síntesis y evaluación son habilidades de mayor complejidad
intelectual. Las preguntas formuladas por el profesor orientadas o guiadas por cada uno de esos
mismos niveles conducen al aumento de la habilidad de los estudiantes para autopreguntarse en
esos mismos niveles y generar así respuestas de distinto nivel de profundidad.
Método
Participantes
Variables. Todas las variables y sus instrumentos de medida (definición operativa) están en la
tabla 2.
Variables dependientes. Rendimiento objetivo: grado de aprendizaje alcanzado por los alumnos
de la información contenida en un texto al utilizar la elaboración de autopreguntas como
estrategia de aprendizaje.
Uso percibido de estrategias de codificación: al igual que las dos anteriores, mide la
percepción de uso que tienen los alumnos de las estrategias de aprendizaje, en este caso las
estrategias de codificación.
Resultados
Efectos del entrenamiento sobre “Rendimiento objetivo”. En la figura 2 podemos observar que
tanto en postest como en seguimiento el grupo entrenado ha obtenido puntuaciones
significativamente mejores que los grupos informado y control. Estos resultados gráficos se
corresponden con elevados grados de significación de las diferencias una vez realizados los
análisis intergrupos e intragrupo. El grado de significación en ambos casos tiene una p≤.001
(F=45.617 y t=5.352 respectivamente).
9
8
7
6
5
4
3
Experimental
2
Informado
1 Control
0
Pretest Postest Seguimiento
Calidad AP Calidad AP
16 16
14 14
12 12
10 10
8 Calidad AP 8 Calidad AP
6 6
4 4
2 2
0 0
S3 S4 S5 S6 S7 S8 S345 S678
18
16
14
12
experimental
10
informado
8
control
6
4
2
0
pretest postest
80
70
60
50
experimental
40 informado
control
30
20
10
0
pretest postest
125
120
115
experimental
110 informado
control
105
100
95
pretest postest
Discusión
Por otra parte el procesamiento profundo de la información contenida en los textos del
entrenamiento ha sido guiado y favorecido por el establecimiento de los seis niveles de
autopreguntas correspondientes a los objetivos del ámbito cognitivo de la educación (Bloom et
al., 1979). La instrucción en la elaboración de autopreguntas de estos niveles ha permitido
comprender los diferentes niveles de conocimiento posibles, mostrando que no sólo es
necesario conocer o comprender una información, sino que es también necesario poder
aplicarla, analizarla, sintetizarla y, sobre todo, evaluarla, y que si podemos realizar estas
funciones cognitivas sobre un contenido objeto de estudio eso significará que hemos aprendido
lo más importante del mismo y que somos capaces de transferirlo a otras situaciones o ámbitos
y de emitir un juicio crítico personal al respecto.
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Figura 7. Diseño de una sesión o clase del Programa aprender con autopreguntas
(el Programa puede verse detalladamente en Catalina y Román, 2006)
Introducción
35
Beltrán, J. A.; Alcillo, I.; Pérez, L. F. y Rodríguez, E.
Conviene tener en cuenta que hay dos tradiciones distintas dentro del movimiento de la
educación cognitiva. La primera tradición-centrada en las habilidades del pensamiento- tiene sus
raíces en la filosofía de la ciencia y de la educación, y acentúa la enseñanza de las habilidades
tradicionales críticas, analíticas y de pensamiento productivo. En la última década ha habido una
proliferación de programas instruccionales para enseñar habilidades del pensamiento. Entre ellos
está el “Programa de pensamiento productivo” (Covington, 1974); “Filosofía para niños” (Lipman
y otros 1980); “Comprensión y solución de problemas” (Whimbey y Lockhead, 1982), “CoRT”
(de Bono, 1985); y los ya clásicos “Proyecto Inteligencia” (Nickerson, Perkins y Smith, 1985);
“Enriquecimiento instrumental” (Feuerstein, 1980) o “Inteligencia práctica en la escuela”
(Sternberg, 1993).
El estudio de las estrategias de aprendizaje, en la línea anteriormente señalada, data de las dos
últimas décadas. (Danserau, 1985; Gagné, 1985; Mckeachie, Pintrich y Linn, 1985; Schmeck,
1988; Sternberg, 1985; Vosniadou, 1988; Weinstein y Mayer, 1986). Pero ha ido cambiando
con el tiempo, manteniendo el objetivo inicial, que no es otro que favorecer los procesos de
enseñanza-aprendizaje, utilizando las mejores herramientas que permitan al estudiante procesar
adecuadamente la información. Un procesamiento que evoluciona desde la metáfora mente-
ordenador (aprendizaje como adquisición de conocimientos) al desarrollo de la reflexión,
análisis y autoaprendizaje, que implican significatividad, eficacia y eficiencia (aprendizaje
como construcción de significados) aplicables tanto dentro como fuera del ámbito escolar
(funcionalidad de los aprendizajes) (Anderson y Smith, 1987; Beltrán, 1996, 1998; Barca,
1999; Gallagher, 1994; Mayer, 1996; Nickerson, Perkins y Smith, 1985; Novak y Gowin,
1988; Vermetten, Vermunt y Lodewijks, 1999; Vermunt y Verloop, 1999; González-Pienda y
Núñez, 2005; Román y Gallego, 1994; Román, 1995; Zimmerman, Bonner y Kovach, 1996).
Con las estrategias de aprendizaje se puede dar respuesta a las continuas demandas
implícitas y explícitas de profesores, padres y alumnos sobre el rendimiento escolar (que en los
últimos años ha descendido vertiginosamente), el papel de los conocimientos; las habilidades
de toma de decisiones (mediante la resolución de problemas que impliquen el protagonismo del
estudiante en su tarea de aprendizaje) y la rentabilidad de los aprendizajes, en términos de
eficacia y eficiencia.
Dentro del marco teórico, el modelo que soporta este programa ha sido el elaborado
por Beltrán (1993, 1996, 1999, 2003) construido sobre el entramado de procesos, estrategias y
técnicas de aprendizaje. En este sentido, y aunque no existe todavía una definición comúnmente
aceptada por todos de este constructo de estrategias, podríamos llegar a una definición funcional y
operativa, entendiendo por estrategias las actividades u operaciones mentales utilizadas por un
sujeto para facilitar la adquisición de conocimiento.
Dos características esenciales hay en toda estrategia. En primer lugar, que constituye un
plan de acción y, por tanto, tiene un carácter propositivo e intencional. Este plan intencional trata
de poner en marcha distintos mecanismos relacionados con el aprendizaje. En segundo lugar, las
estrategias son manipulables directa o indirectamente, de ahí su interés para la educación que
busca variables susceptibles de modificación y de cambio.
Las estrategias están al servicio de los procesos, de los que difieren por su carácter
operativo, funcional y abierto, frente al carácter encubierto de los procesos. Además, las estrategias
se distinguen de las técnicas que son actividades específicas, más ligadas a la materia y siempre
orientadas al servicio de las estrategias. Este papel mediador entre los procesos de aprendizaje y las
técnicas expresa claramente el carácter definitorio de las estrategias. La estrategia se pone en
marcha para desarrollar un determinado proceso de aprendizaje, para lo cual utiliza determinadas
técnicas específicas de estudio. Por ejemplo, para facilitar el proceso de adquisición del
aprendizaje, podemos utilizar una estrategia de organización del material informativo, y esta
organización la podemos realizar a través de la técnica del subrayado o del resumen.
Además de los procesos y de las estrategias, hay que hablar de técnicas. Las técnicas
están en un nivel inferior al de las estrategias. Así como las estrategias sirven a los procesos, las
técnicas sirven a las estrategias. Las técnicas son actividades que sólo tienen sentido, dentro del
aprendizaje significativo, cuando se integran en una consideración instrumental al servicio de las
estrategias y de los procesos del aprendizaje. De lo contrario, se convierten en simples recetas de
memorización o de retención mecánica de los materiales informativos.
Las estrategias, por el contrario, son las operaciones mentales internas que debe
realizar el alumno en la situación de aprendizaje para poner en marcha todos esos procesos.
Sirven pues de ayuda instrumental a los procesos. De acuerdo con este modelo, para lograr el
proceso de comprensión significativa de la información, el alumno tendrá que desplegar las
estrategias de selección, organización y elaboración.
Por último, las técnicas de aprendizaje. Son habilidades al servicio de las estrategias,
por lo tanto, visibles, operativas y manipulables. Son las que permiten llevar a cabo un plan
estratégico para comprender de manera significativa (Magliano, Graesser y Trabasso, 1999;
Uhl, 1999; Weinstein y Mayer, 1986).
APRENDIZAJE ESTRATÉGICO
PROCESOS
ESTRATEGIAS
Macroprocesos que: TÉCNICAS
- Codifican. Operaciones
- Procesan la Mentales internas Habilidades al
información. del sujeto que ponen servicio de las
en marcha los
estrategias.
E.j. Comprensión. procesos.
Operativas y
Ej. Selección. manipulables.
Ej. Resumen.
Hay asimismo algunos otros objetivos más específicos. Son los siguientes:
Método
Participantes
Los sujetos participantes han sido los alumnos de segundo de enseñanza secundaria obligatoria de
dos Centros de enseñanza pública de Madrid. Los cursos se han mantenido en su configuración
natural, aunque había algunas diferencias entre los grupos control y experimental.
Variables y su medida
Las variables dependientes que permitirán conocer el efecto del entrenamiento se dividen en dos
categorías: estrategias de aprendizaje y rendimiento escolar. Las estrategias de aprendizaje se han
identificado por medio del Cuestionario CEA. El rendimiento académico se ha medido a través de
las calificaciones obtenidas en las áreas curriculares correspondientes. La variable independiente es
el programa de intervención.
significados y no como una mera adquisición de respuestas o una simple reproducción de datos
informativos. La Psicología cognitiva trata de llenar el vacío existente, provocado por otras
interpretaciones, entre el input y el output (Mayor, 1993; Beltrán, 1984) y lo que es más
importante, pretende identificar, representar y justificar la cadena de procesos mentales del
aprendizaje que arrancan de la motivación y percepción del input informativo y terminan con la
recuperación de lo aprendido y el feedback correspondiente.
Además del marco general de la Psicología cognitiva, existen otros más específicos
con los que este cuestionario guarda una relación muy estrecha, como por ejemplo, el clásico
modelo mental, como se expone seguidamente.
Autonomía (decidir)
Planificación,
control, evaluación
Capacidad (Poder)
Atención, selección, organización, elaboración,
juicio crítico, creatividad, transferencia
Voluntad (Querer)
Motivaciones, actitudes, creencias, control emocional
Las cuatro escalas del cuestionario CEA se corresponden también, casi literalmente,
aunque de forma simplificada, con el modelo de construcción del conocimiento expuesto por
Beltrán (1993) que comprende originalmente ocho grandes procesos: sensibilización, atención,
adquisición, personalización, recuperación, transfer, evaluación y metacognición. Por razones
prácticas y de claridad, los ocho procesos se han reorganizado en los cuatro que finalmente
figuran en el cuestionario. El proceso de adquisición se ha denominado, en este caso,
“elaboración” para destacar el peso de la elaboración en la construcción del conocimiento,
incluyendo en ella el proceso atencional, recodificado como atención selectiva. Asimismo,
están subsumidos en el proceso de personalización los correspondientes a la recuperación y
transfer de conocimientos. Por último, el proceso de evaluación se considera incluido en la
tríada correspondiente a la metacognición en su composición original clásica (planificación,
regulación y evaluación).
Figura 3.
Los valores de los coeficientes de fiabilidad obtenidos por los dos métodos clásicos
son muy semejantes y bastante altos, dado que van desde el rango de .77, para la escala de
metacognición, a .88 para la de personalización. La fiabilidad total de la escala, calculado por
ambos métodos, asciende a .95.
Diseño
Se trata de un diseño cuasi-experimental con un factor entre sujetos formado por dos niveles,
experimental y de control, y un factor intrasujetos con dos niveles de medida en la prueba de tareas
(pretest, y post-test ).
- El primer día se dedicó a la toma de contacto con los alumnos, presentación del
profesor, objetivos y metodología de trabajo.
- Desde el siguiente día y hasta el cierre del programa, se siguió este procedimiento:
Resultados
Aunque no es fácil que la intervención estratégica tenga una influencia directa sobre el
rendimiento, se han conseguido efectos muy positivos en algunas de las áreas curriculares.
Concretamente, se han producido diferencias significativas en las siguientes áreas: Educación
Física: t 6, 180 p= 000; Naturaleza: t 4, 368 p= 000; Taller de matemáticas: t 12, 398 p = 000;
Matemáticas: t 4, 126 p=000; Literatura: t 8, 417 p= 000; Plástica: t 13, 714; Historia: t 4, 460
p= 000 y Tutorías: t 6, 137 p=000.
Uno de los objetivos más interesantes de la investigación era analizar los efectos de la
intervención según el nivel de rendimiento de los alumnos. He aquí los resultados obtenidos:
T Sig. (bilateral)
Motivación -2,767 ,006
Actitud -,487 ,627
Afectividad -2,182 ,030
Pensamiento crítico -1,033 ,302
Pensamiento creativo -2,361 ,019
Transfer -1,481 ,140
Recuperación -2,562 ,011
Planificación -2,465 ,014
Regulación -5,385 ,000
Selección -,922 ,357
Organización -1,417 ,158
Elaboración -1,407 ,161
Tabla. 1. Diferencias entre grupo control y experimental en mejora. Existen diferencias significativas en Motivación,
Afectividad, Pensamiento creativo, Recuperación, Planificación y Regulación. En todos los casos a favor del grupo
experimental.
Discusión y conclusiones
Con relación a la mejora de los alumnos del grupo experimental, es decir, a los
resultados del proceso de intervención, hay que señalar que, en términos generales, se ha
producido una notable mejora en todas las dimensiones y en muchos casos las diferencias entre
pretest-posttest son estadísticamente significativas. Estos resultados coinciden con los
obtenidos por otros autores como Fernández, Arias y Beltrán, 2001; Danserau y Mc Gray,
1991; Hamilton, 1999; Marugán, Román y Fernández Polanco, 1996; Weinstein y Mayer,
1986.
Los resultados son especialmente ilustrativos porque las mejoras significativas en los
alumnos del grupo experimental se sitúan en los cuatro bloques de entrenamiento estratégico:
transfer, planificación, selección y organización de la información.
Por último, los alumnos con rendimiento bajo mejoran notablemente como
consecuencia de la intervención estratégica. Y lo hacen en selección de la información,
organización y transfer.
Por lo que se refiere a las diferencias significativas entre alumnos del grupo de control
y experimental, se ha conseguido confirmar la hipótesis prevista a favor del grupo experimental
después de la intervención, a pesar de las diferencias de partida entre los dos grupos.
luego los de nivel medio y, por último, los alumnos de rendimiento alto. Es una clara
manifestación del efecto de cielo.
NOTA: Este trabajo es el resultado parcial de una investigación llevada a cabo dentro del
proyecto BSO, 2001-1271 del Ministerio de Educación y Ciencia.
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51
Rosario, P; González-Pienda, J. A; Núñez, J.C. y Rosa Mourao, R.
Introducción
Simpson, Hynd, Nist y Burrel (1997) realizaron una revisión de la investigación sobre
los programas e intervenciones en el área de las competencias de estudio, eligiendo como
criterio organizador la transferencia de las estrategias de aprendizaje trabajadas a otros
contextos. Utilizaron una taxonomía organizada en cinco categorías generales. La primera
incluía los cursos de aprender a aprender, englobando intervenciones que presentaban una
naturaleza del desarrollo más que una orientación con vista a la reducción de déficits en el área
de las estrategias de aprendizaje. La tipología de cursos integrada en esta categoría está
orientada para el desarrollo de procesos y para la promoción de alumnos autorreguladores de su
aprendizaje trabajando repertorios de estrategias de aprendizaje, modificables en función de las
tareas escolares específicas. Los alumnos son capacitados para identificar y utilizar estrategias
apropiadas a diferentes tareas y contextos de aprendizaje. Esta orientación promueve la
transferencia de los aprendizajes para otros contextos en la medida en que los alumnos
desarrollen una consciencia metacognitiva de las condiciones asociadas a cada tarea específica
de aprendizaje y entrenen diferentes opciones en función de sus objetivos y limitaciones
contextuales. La literatura señala que los participantes en cursos bajo el título general de
aprender a aprender presentarán una mejora en su rendimiento escolar (Weinstein, 1994).
La segunda categoría descrita incluye cursos similares a los anteriores, pero centrados
en un dominio de aprendizaje específico. Estos cursos presentan una orientación de naturaleza
evolutiva, entrenando la aplicación de las estrategias de aprendizaje, pero en una determinada
disciplina de estudio o área de conocimiento concreto sin la preocupación de trabajar de forma
intencional la transferencia de ese aprendizaje a otros contenidos y/o contextos.
Coherentemente, no se encontró evidencia de que esas competencias hubieran sido transferidas
a otros dominios de estudio (Hattie et al., 1996; Simpson et al., 1997).
Las explicaciones presentadas pueden estar relacionadas tanto con la duración de las
intervenciones, habitualmente cursos breves, como con la baja incidencia en el entrenamiento
explícito de la aplicación estratégica a otros dominios. La cuarta categoría agrupa cursos
integrando el ejercicio de las competencias de lectura y escritura; el objetivo está orientado a
incrementar la eficiencia de la escritura y, como consecuencia, el éxito escolar pero como
refiere Ackerman (1993), estos programas no presentan resultados consistentes. La última
categoría incluye los servicios asistenciales en el área de las competencias de estudio ofrecidas
por gabinetes especializados. Estos servicios son habitualmente aislados y ateoréticos, dado
que no presentan un marco teórico donde las intervenciones puntuales estén ancladas, ni una
evaluación que permita concluir su impacto en el rendimiento escolar de los alumnos.
Los alumnos inexpertos, por otro lado, tienen dificultades para centrarse en torno a un
tema, incluso porque atribuyen la falta de interés a factores externos, tales como profesores con
un “discurso poco cautivador” o clases “poco interesantes”. La literatura aporta datos en la
dirección de que estos alumnos son muy dependientes de las influencias y recompensas
sociales externas (Ryan y Deci, 2000). En los procesos de control volitivo, los aprendices
competentes son capaces de concentrar su atención en la tarea escolar, mientras que los
inexpertos se distraen más fácilmente por diversiones o pensamientos distractores que
compiten con la tarea (Schunk y Zimmerman, 1998; Rosário, 2004; Rosário et al., 2005). Los
auto-relatos de los alumnos sobre sus procesos de estudio refieren que el mantenimiento de la
atención y de los niveles motivacionales durante el aprendizaje, son normalmente las tareas
más difíciles en el proceso de autorregulación del aprendizaje (Zimmerman, 2000).
Los autorreguladores expertos utilizan de una forma sistemática algunas técnicas tales
como imágenes mentales o autoinstrucciones vocalizadas, para aplicar las estrategias de
aprendizaje a una determinada tarea escolar. Cleary y Zimmerman (2000) relatan que los
alumnos expertos se diferencian de otros en la aplicación de conocimientos en momentos
cruciales durante el proceso de aprendizaje, tales como corregir deficiencias específicas en la
utilización de una determinada técnica o estrategia de aprendizaje. Los aprendices inexpertos,
por otro lado, no reconocen la importancia de las imágenes como guía y, en vez de esa
estrategia, confían en experiencias de ensayo – error, cuando quieren implementar nuevos
métodos de aprendizaje.
La auto-monitorización es, tal vez, el proceso volitivo que mejor distingue estos dos
perfiles de competencia autorregulatoria (Zimmerman y Paulsen, 1995). Los alumno auto-
monitorizadores competentes, cuando no están alcanzando buenos resultados escolares, utilizan
esa información (e.j. notas de los exámenes, de los trabajos, las informaciones de los
profesores), para alterar el tipo y el nivel de su fracaso, sin esperar a circunstancias externas
adversas a las que responsabilizar. Los autorreguladores inexpertos fallan sistemáticamente en
la monitorización de sus realizaciones y de sus progresos en el aprendizaje, tendiendo a
sobreestimar sus éxitos escolares puntuales. En consonancia, estos alumnos evitan las
oportunidades de auto-reflexión monitorizando los comportamientos de estudio aleatoreamente
y siguiendo criterios de comparación social con sus iguales, normalmente en situación más
desfavorable (Zimmerman y Kitsantas, 1997).
Siguiendo el modelo propuesto por Zimmerman (1998, 2000, 2002) para describir la lógica del
proceso de autorregulación del aprendizaje, pero adaptándolo a la naturaleza específica de este
modelo—dirigido hacia la intervención psicoeducativa— los libros de la colección están
organizados como un todo cíclico, al igual que los capítulos de cada libro, según el modelo
PLEE que presenta tres fases en la organización de las tareas escolares: la Planificación, la
Ejecución, y la fase de Evaluación (Rosário, 2004b; Rosário et al., 2004a, b; 2005a,b).
E
E
Planificación
P
Evaluación Ejecución E
P
E
E
E
La fase de planificación tiene lugar cuando los alumnos analizan la tarea concreta de
aprendizaje. Este análisis implica, por parte de los alumnos, el estudio de sus recursos
personales y contextuales para afrontar la tarea, el establecimiento de objetivos hacia la tarea y
un plan para reducir la distancia que los separa de la meta final. La fase de ejecución de la tarea
se refiere a la implementación de las estrategias para alcanzar la meta pretendida. Los alumnos
utilizan un conjunto organizado de estrategias y automonitorizan su eficacia hacia la meta
establecida. Por último, la fase de evaluación ocurre cuando el alumno analiza la relación entre
el producto de su aprendizaje y la meta previamente establecida. El objetivo fundamental de
esta fase del proceso de autorregulación no está centrado en el producto, y sí en el análisis del
proceso. La evaluación no es la mera constatación de eventuales discrepancias entre lo que se
pretende y lo que ocurre, sino que lleva a la reorganización de las tareas y la opción por otras
estrategias que pueden disminuir esa discrepancia y permitir alcanzar el objetivo pretendido.
En cada una de estas tres grandes etapas, se trabajan estrategias específicas en base a
los contenidos concretos de las matemáticas, tal como se especifica en la tabla 1.
Autoevaluación
Establecimiento de objetivos
PLANIFICACIÓN
Estructuración ambiental
Búsqueda de ayuda (profesores, iguales, padres)
Organización y elaboración de la información
(p.ej., estrategia de hypertexto)
EJECUCIÓN Búsqueda de información
Toma de apuntes
Estrategias de memorización
Autoaplicación de refuerzos
EVALUACIÓN Estrategias de revisión
La naturaleza de este modelo sugiere, a su vez, que cada una de las fases descritas y
respectivas tareas sean analizadas utilizando el guión cíclico que constituye su esencia. Así, por
ejemplo, la estrategia de elaboración de un horario de estudio —que puede ser incluida en la
fase de planificación de las tareas de estudio—, debe estar sujeta a una planificación, donde
son pensadas y escogidas las actividades y tareas a incluir, el número de horas de estudio, el
local, la tipología de tiempos libres, entre otros aspectos. El horario debe ser elaborado, lo que
implica registrar en una tabla las actividades en función de los objetivos escolares pretendidos.
Por último, el horario tiene que ser evaluado: ¿incluye todas las actividades y tareas previstas?
Después de este análisis algo superficial viene la confirmación, día tras día, de su eficacia: ¿el
horario se ha cumplido? En caso negativo, ¿por qué motivo?, ¿es poco realista? Una vez
encontrado(s) el motivo(s): ¿cuál es el nuevo perfil de horario?
Este ejemplo puede ser actualizado en cada una de las demás fases del proceso de
autorregulación. En la fase de ejecución, por ejemplo, se puede seguir el mismo razonamiento
con la estrategia del “subrayado”. La utilización de esta estrategia, debe ser, ante todo,
planificada: ¿qué texto va a ser subrayado?, ¿cuál es la función de este subrayado?, Después de
Revista de Psicología y Educación
Vol. 1, nº. 2, 51-66
57
Rosario, P; González-Pienda, J. A; Núñez, J.C. y Rosa Mourao, R.
planificada, la estrategia tiene que ser aplicada a una tarea específica de aprendizaje: ¿cómo
escoger ideas principales?, ¿cómo identificar los detalles? Por fin, después de subrayar el texto,
el resultado debe ser evaluado: ¿el texto está correctamente subrayado?, ¿el subrayado tiene
tantos colores que el efecto cromático es distractor?, ¿se consigue, leyendo solo los subrayados
comprender el mensaje? Las respuestas a estas cuestiones contribuirán a sacar consecuencias y
(re)elaborar un nuevo subrayado.
Según lo expuesto, es posible identificar dos secuencias lógicas (cf. Fig. 1) que
orientan la estructura de la herramienta de autorregulación propuesta. En primer lugar, la
estructura de la narrativa para cada uno de los cursos está orientada según el ciclo de
autorregulación ya descrito: fase de planificación, fase de ejecución y, por fin, la fase de
evaluación, que es precursora de la fase de planificación. El ciclo de autorregulación queda así
asegurado. En cada libro de la colección este ciclo es actualizado, una vez que en cada uno hay
capítulos que trabajan cada una de las fases del proceso.
El segundo eje que dirige este modelo sugiere que el ciclo de autorregulación se
operacionaliza en cada una de las fases y sus actividades (Fig.1). Así, por ejemplo, la fase de
planificación de las tareas también se planifica, se ejecuta y se evalúa, no solo como fase, sino
también en cada una de sus actividades. Se considera que esta opción refuerza la sinergia de
autorregulación, permitiendo a los educadores y educandos la experiencia del proceso de
autorregulación, como un todo, en cualquiera de sus fases o respectivas actividades. De este
modo, todos los capítulos de los libros de la colección están organizados para discutir el
proceso de autorregulación como un todo. Esta opción, además, tiene implicaciones prácticas,
por ejemplo, los alumnos no están obligados a llegar a los últimos capítulos del libro para
poder trabajar la fase de evaluación, lo que da flexibilidad a esta herramienta transformándola
como más adaptable a los problemas concretos y necesidades educativas de los alumnos. Estas
dos lógicas deben ser respetadas por los educadores que trabajen con esta herramienta de
promoción de autorregulación para asegurar su coherencia y efectividad (cf. Rosário, 2002a,
2004b; Rosário et al., 2005a).
Proceso instruccional
Investigador
Modelado
P C
A O
S
Práctica guiada N
O T
S R
Interiorización O
L
Práctica autónoma
Alumno
En una segunda fase, la de la práctica guiada, los alumnos deben identificar los
diferentes pasos seguidos en la demostración para operacionalizarla y, seguidamente, intentar
practicar autónomamente la misma estrategia. Esta tarea debe ser supervisada por el
educador/profesor que corrige y sugiere a cada alumno las alteraciones necesarias.
En el paso siguiente, los alumnos deben practicar la estrategia de aprendizaje sin tener
que recurrir a la guía suministrada por el profesor. Este entrenamiento de “autonomización”
promueve la interiorización de la estrategia. En esta fase es aconsejable que los alumnos
intenten aplicar la estrategia a otras tareas de aprendizaje comprobando la solidez de este
aprendizaje. Por último, los alumnos deberían ser capaces de transferir este aprendizaje a otros
contenidos no trabajados hasta ese momento, e incluso a otros contenidos, disciplinas, o
contextos de la vida, dado que es fundamental que los alumnos se familiaricen con las
circunstancias apropiadas para utilizar la estrategia.
Finalmente, a pesar de este diseño aparentemente rígido, este programa de trabajo fue
pensado de modo que posibilite la elección de las estrategias de aprendizaje a trabajar con los
alumnos, no siendo necesario trabajar todas en el orden presentado para garantizar la lógica
autorregulatoria de esta herramienta. Su naturaleza plástica es acorde con los dos hechos del
proceso de autorregulación del aprendizaje: la elección y el control.
Resultados de su aplicación
De la mano de “Testas”, los alumnos tienen la oportunidad de discutir y reflexionar sobre sus
problemas personales y sus dificultades relativas a las tareas de aprendizaje. Este ambiente
próximo y familiar favorece la contextualización y la comprensión de los conceptos de la
autorregulación del aprendizaje. Esto puede ser ilustrado por el e-mail dirigido por un alumno
de 6º al propio Testas, en el contexto de las actividades del proyecto (se dispone de una página
web para que los estudiantes expresen sus dudas e impresiones y consulten para resolver
dificultades en lo que se les ha enseñado):
En un estudio realizado por Costa (2005), cuatro profesores que han trabajado con esta
herramienta en 7º y 8º año (1.º y 2.º de ESO), en entrevistas para evaluar su percepción del
impacto del modelo en los aprendizajes de sus alumnos subrayaron en el proyecto la
importancia de “esconder” (camuflar) las estrategias de aprendizaje en el texto y el modelo de
los procesos de autorregulación en una narración próxima a las vivencias escolares de los
alumnos. Según sus informes, este recurso estilístico ayudó a sus 75 alumnos en la
comprensión de la naturaleza de las estrategias de autorregulación del aprendizaje y su utilidad.
Uno de estos profesores ha dicho:
En conclusión
Es importante motivar los alumnos a aprender. En este sentido, es fundamental que los
recursos utilizados se orienten hacia actividades que los estimulen cognitivamente y que sean
cualitativamente exigentes. Tal como sugiere Brophy (1998), para estimular los aprendizajes es
importante llevar las clases hasta los alumnos, ofreciéndoles oportunidades de aprender y de
reconocer la importancia de los verdaderos aprendizajes para sus vidas, pero también, llevar los
alumnos hasta las clases, exigiéndoles que se esfuercen y se comprometan con las tareas de
aprendizaje. Los datos aportados en las diferentes revisiones de la literatura en esta área de
conocimiento (Hattie, et al., 1996; Hadwin y Winnie, 1996; Simpson et al., 1997) sugieren que
la enseñanza y la práctica de las estrategias de autorregulación del aprendizaje deben obedecer
a una lógica evolutiva, ofertando muchas y diversificadas oportunidades para que el educando
pueda optar, adecuando las diferentes estrategias de aprendizaje a las exigencias de la tarea y a
su estilo de aprendizaje. Por este motivo, la enseñanza y práctica de las estrategias de
autorregulación del aprendizaje debería ser concebida como una tarea responsabilidad de todos
los participantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje y, una vez en clase, como una tarea
compartida por todos los profesores de un curso. Por todo esto, creemos que el modelo
“(Des)venturas de Testas” puede ser una oportunidad efectiva para promover las competencias
de autorregulación.
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Para autorregular su aprendizaje, los estudiantes precisan usar una serie de estrategias de
regulación cognitiva, motivacional, conductual y contextual, cuya utilización depende en parte
de la existencia de creencias motivacionales adaptativas, y especialmente de sus metas
académicas (Pintrich, 2000c; Zimmerman, 2001, 2002).
67
González Cabanach, R; Valle, A; García Gerpe, M; Rodríguez, S. y Piñeiro A.
que se adopte, es que los aprendices contribuyen activamente a sus metas académicas (Schunk,
1991).
La mayoría de las investigaciones sobre las metas académicas se han centrado en el estudio de
dos tipos de metas, caracterizadas, las más de las veces, como contrapuestas cuando no
claramente incompatibles: las metas de aprendizaje o de dominio y las metas de rendimiento,
también denominadas como metas centradas en el yo o metas de capacidad.
modelo de las metas de logro que sirve como una extensión de la dicotomía hasta el momento
existente entre las metas de aprendizaje y las metas de rendimiento. En su modelo, el
constructo de metas de rendimiento es separado en dos componentes diferenciados (uno de
aproximación y otro de evitación) lo que se plasma en tres tipos de metas de logro
independientes: 1. metas de aproximación al rendimiento, que orientan al estudiante a tratar de
conseguir un rendimiento superior al de sus compañeros para demostrar su competencia y
superioridad; 2. metas de evitación del rendimiento, que orientan al estudiante a evitar el
fracaso y la demostración de incompetencia, y 3. metas de aprendizaje, que implican la
búsqueda por parte del estudiante del desarrollo y mejora de su capacidad. Diferentes estudios
han proporcionado hallazgos empíricos que ofrecen un respaldo a esta distinción dentro de las
metas de rendimiento (Elliot, 1997, 1999; Elliot y Church, 1997; Elliot y Harackiewicz, 1996;
Elliot y McGregor, 1999; Elliot, McGregor y Gable, 1999; Middleton y Midgley, 1997;
Rodríguez, Cabanach, Piñeiro, Valle, Núñez y González- Pienda, 2001; Skaalvik, 1997; Urdan,
2000; Wolters et al., 1996).
Desde esta perspectiva de las múltiples metas cabría esperar que aquellos estudiantes
que persigan ambos tipos de metas (de aprendizaje y de aproximación al rendimiento) en
elevados niveles presentaran los patrones motivacionales más adaptativos, autorregularan más
eficazmente su aprendizaje y obtendrán mayores rendimientos académicos.
Entre los estudios que han encontrado resultados óptimos cuando se adoptan ambos
tipos de metas en niveles elevados podemos señalar el de Bouffard, Boisvert, Vezeau y
Larouche (1995) quienes informan de más elevados niveles de motivación, uso de estrategias
cognitivas y de autorregulación y un mayor rendimiento en el grupo que combina elevados
niveles de metas de aprendizaje y de rendimiento, seguido éste por el grupo con elevadas metas
de aprendizaje y bajas de rendimiento. Diversas investigaciones coinciden en que el
rendimiento académico es mayor en aquellos estudiantes con un patrón en que existan ambos
tipos de metas en niveles altos (Archer, 1994; Bouffard, Boisvert, Vezeau y Larouche, 1995;
Valle, Cabanach, Cuevas y Núñez, 1997).
Los resultados obtenidos en otros estudios han puesto en entredicho que, dentro de las
múltiples metas, esta combinación de altas metas de aprendizaje y de rendimiento sea la más
válida para desarrollar patrones motivacionales adaptativos, autorregular más eficazmente su
aprendizaje y rendir mejor. Así, Pintrich y Garcia (1991) encontraron que el grupo con
elevadas metas de aprendizaje y bajas metas de rendimiento tenía el perfil más adaptativo. De
modo similar, Meece y Holt (1993) observaron que un grupo de estudiantes de primaria con
altas metas de aprendizaje y bajas metas de rendimiento utilizaban más estrategias cognitivas y
tenían un mayor rendimiento real. Por su parte, Wolters et al. (1996) no hallaron interacciones
significativas entre los dos tipos de metas. Las escasas interacciones que encontraron se
situaban en la línea de lo defendido por la teoría normativa de metas, con el grupo con elevada
orientación al aprendizaje y baja orientación al rendimiento como el más adaptativo en
términos de autoeficacia, valor de la tarea y uso de estrategias cognitivas y metacognitivas.
Pintrich (2000b) en un estudio longitudinal realizado con estudiantes de secundaria, concluye
que los estudiantes preocupados por su rendimiento y por ser mejores que sus compañeros,
pero que, al mismo tiempo, están orientados al aprendizaje siguen una trayectoria paralela a
aquéllos que tan sólo están orientados al dominio. Sin embargo, este autor también indica que
esta trayectoria ya no resulta igualmente adaptativa en el caso de los estudiantes únicamente
preocupados por el rendimiento. La conclusión general de estas investigaciones es que la
combinación de metas más válida es aquélla en la que hay una representación de altas metas de
aprendizaje (altas metas de aprendizaje y bajas de rendimiento).
que la adopción simultánea de las metas de tarea y auto-ensalzamiento del ego se constituye en
la mejor opción para posibilitar que el estudiante desarrolle un control directo y positivo sobre
todas y cada una de las estrategias autorreguladoras. La gestión de las orientaciones de meta le
permite optimizar la gestión estratégica en respuesta a las demandas impuestas tanto por las
distintas tareas y exigencias externas como por los propios intereses. También el trabajo de
Rodríguez, Cabanach, Piñeiro, Valle, Núñez y González-Pienda (2001) concluye que la
adopción de múltiples metas conduce a un mejor rendimiento académico, y que la coordinación
de distintos tipos de metas favorece el desarrollo de habilidades de autorregulación que
permiten adaptarse a las demandas del contexto de aprendizaje. Si bien no todos los estudiantes
muestran esta capacidad, algunos ponen en juego habilidades suficientes para realizar una
coordinación efectiva y conseguir la forma de lograr distintos tipos de metas (Wentzel, 1999).
Planteamiento de la investigación
compatibles y que se presentan al mismo tiempo en los estudiantes, el objetivo de este trabajo
es conocer qué relación existe entre el grupo de los estudiantes denominado de “múltiples
metas”, al que hemos caracterizado con altas metas de aprendizaje y altas metas de
aproximación al rendimiento, y el uso de estrategias de autorregulación cognitiva y de
regulación del esfuerzo. Nos interesa conocer la relación entre estas variables, como camino
para conocer en mayor detalle el aprendizaje autorregulado. La diversidad de los resultados
señalados en el planteamiento teórico de la investigación plantea dudas acerca de la influencia
de las orientaciones de meta en el uso de estrategias de autorregulación cognitiva y de
regulación del esfuerzo. En concreto, no existe evidencia incontestable de que los estudiantes
con múltiples metas utilicen más estrategias de autorregulación cognitiva y de regulación del
esfuerzo que los estudiantes con un predominio de metas de aprendizaje y que los estudiantes
con un predominio de metas de rendimiento. Nuestro posicionamiento, apoyado en los datos
obtenidos en diversas investigaciones, es que sí existen diferencias entre los estudiantes con
múltiples metas (con altas metas de aprendizaje y altas metas de rendimiento), los estudiantes
con un predominio de metas de aprendizaje y los estudiantes con un predominio de altas metas
de rendimiento.
Muestra
Instrumentos de medida
Los índices de fiabilidad obtenidos (alfa de Cronbach) han sido de .8739 para la escala
de metas de evitación del rendimiento, .8254 para la de mejora del yo, .6677 para la de
aproximación a la tarea y de .6327 para la escala de metas de evitación de la tarea.
Los índices de fiabilidad (alpha de Cronbach) obtenidos han sido de .7611 para la
escala de autorregulación cognitiva y de .7277 para la escala de regulación del esfuerzo.
Procedimiento
La administración de las pruebas fue llevada a cabo dentro del aula y en horario lectivo,
disponiendo del margen de tiempo suficiente que permitiera a los estudiantes contestar
reflexivamente a las preguntas planteadas en los cuestionarios. La aplicación de las pruebas fue
realizada por miembros del equipo de investigación participantes en este trabajo.
Análisis de datos
Aunque dentro de las dos grandes categorías de análisis cluster, métodos jerárquicos y
no jerárquicos, los más utilizados son los primeros, en nuestro caso hemos optado por un
método no jerárquico porque respondía en su totalidad a los objetivos de la investigación, ya
que en estos últimos el investigador debe especificar a priori los grupos que han de ser
formados. Por lo tanto, en este caso concreto hemos utilizado el análisis cluster no jerárquico
mediante el método de K-medias.
Los resultados del análisis cluster nos permiten identificar cuatro grupos de
estudiantes con diferentes patrones motivacionales (ver tabla 4 y fig. 1)
Metas de
Metas de aprendizaje aproximación al
rendimiento N
Media Media
Cluster 1 3,58 1,49 41
Cluster 2 4,49 3,51 40
Cluster 3 4,62 1,43 88
Cluster 4 4,28 2,49 89
Tabla 4. Análisis cluster. Puntuación media de cada cluster en metas de aprendizaje y de aproximación al rendimiento.
Teniendo en cuenta que la media de las puntuaciones de todos los sujetos en la escala
de metas de aprendizaje fue de 4,31 y la media en la de aproximación al rendimiento fue de
2,12, establecimos que todas aquellas puntuaciones directas por debajo de estos valores medios
se considerarían como puntuaciones bajas y todas las que los superasen como valores altos.
Siguiendo este criterio hemos caracterizado cada uno de los clusters anteriores tal como se
recoge en la tabla 5.
2,0
1,5
1,0
,5
0,0
-,5
RENDIMIENTO
-1,5
Media
METAS DE APROX. AL
-2,0 APRENDIZAJE
1 2 3 4
CLUSTERS
Figura 1. Representación gráfica de los cuatro grupos motivacionales obtenidos a partir de la combinación de las
dimensiones motivacionales de “metas de aproximación a la tarea” y “metas de aproximación al rendimiento”.
El primer grupo diferenciado (cluster 1) está formado por 41 estudiantes en los que los
niveles de ambos tipos de metas están muy por debajo de la media y al que, por esta razón,
denominaremos como “grupo de bajas metas” (BM). Un segundo grupo (cluster 2), en el que
se incluyen 40 estudiantes, presenta niveles superiores a la media en ambos tipos de metas,
motivo por el cual nos referiremos al mismo como “grupo con múltiples metas” (MM). En
tercer lugar, nos encontramos un grupo constituido por 88 estudiantes (cluster 3) con
predominio de metas de aproximación al aprendizaje, que calificaremos como “grupo con
metas de aprendizaje” (MA). Finalmente, esta solución de cuatro clusters nos permite
diferenciar un último grupo de 89 estudiantes (cluster 4), orientado primordialmente al
rendimiento y que, en consecuencia, denominaremos “grupo con metas de rendimiento” (MR).
Sign. DHS
Grupos Dif. Medias Error típico Tukey Sign. Scheffé
1 -2,0173* ,07197 ,000 ,000
2 ,0677 ,06123 ,687 ,748
-1,0017* ,06112 ,000 ,000
3
4
2 2,0173* ,07197 ,000 ,000
1 2,0850* ,06175 ,000 ,000
1,0156* ,06164 ,000 ,000
3
4
3 -,0677 ,06123 ,687 ,748
1 -2,0850* , 06175 ,000 ,000
-1,0694* ,04868 ,000 ,000
2
4
4 1,0017* ,06112 ,000 ,000
1 -1,0156* ,06164 ,000 ,000
1,0694* , 04868 ,000 ,000
2
3
Tabla 6. Contrastes de medias aproximación al rendimiento
Sign. DHS
Grupos Dif. Medias Error típico Tukey Sign. Scheffé
1 -,9145* ,08595 ,000 ,000
2 -1,0429* ,07313 ,000 ,000
-,6960* ,07300 ,000 ,000
3
4
2 ,9145* ,08595 ,000 ,000
1 -,1284 ,07375 ,305 ,389
,2185* ,07362 ,017 ,034
3
4
3 1,0429* ,07313 ,000 ,000
1 ,1248 ,07375 ,305 ,389
,3469* ,05814 ,000 ,000
2
4
4 ,6960* ,07300 ,000 ,000
1 -,2185* ,07362 ,017 ,034
-,3469* , 05814 ,000 ,000
2
3
Tabla 7. Contrastes de medias aproximación a la tarea
Después de definir cada uno de los grupos de metas a partir de la solución de cuatro
clusters, los resultados del MANOVA indican que existen diferencias significativas entre los
cuatro grupos en las variables dependientes (estrategias de autorregulación cognitiva y de
regulación del esfuerzo). A continuación, hemos procedido a la realización del ANOVA para
cada una de las variables, así como los correspondientes contrastes post hoc que nos informan
de dónde residen tales diferencias, de su intensidad, sentido y significación.
Resultados
Antes de presentar los resultados de los ANOVA y de los contrastes post hoc, ofrecemos en las
tablas 8 y 9 los estadísticos descriptivos de las variables analizadas.
Suma de Media
cuadrados Gl cuadrática F Sig.
Inter-grupos 5,461 3 1,820 8,177 .000
Intra-grupos 56,541 254 0,223
Total 62,002 257
Tabla 10. ANOVA Autorregulación cognitiva
Suma de Media
cuadrados Gl cuadrática F Sig.
Inter-grupos 2,202 3 ,734 2,808 .040
Intra-grupos 66,399 254 ,261
Total 68,601 257
Tabla 13. ANOVA Regulación del esfuerzo
Sign. DHS
Grupos Dif. Medias Error típico Tukey Sign. Scheffé
1 -,6476* ,14715 ,000 ,000
2 -,4072* ,12520 ,007 ,016
-,4037* ,12497 ,008 ,017
3
4
2 ,6476* ,14715 ,000 ,000
1 ,2403 ,12626 ,229 ,307
,2438 ,12604 ,216 ,293
3
4
3 ,4072* ,12520 ,007 ,016
1 -,2403 ,12626 ,229 ,307
-,0035 ,09954 1,000 1,000
2
4
4 4037* ,12497 ,008 ,017
1 -,2438 ,12604 ,216 ,293
,0035 ,09954 1,000 1,000
2
3
Tabla 15. Contrastes de medias Regulación del esfuerzo
Discusión
A la vista de los resultados obtenidos y teniendo en cuenta que nuestro interés fundamental se
centra en analizar la relación que las múltiples metas mantienen con la autorregulación del
aprendizaje o, para ser más precisos, con alguno de los componentes de esta autorregulación,
analizaremos de forma diferenciada los datos obtenidos en cada una de las variables
dependientes analizadas (autorregulación cognitiva y regulación del esfuerzo).
Dado que tampoco se puede afirmar taxativamente que los estudiantes con una
orientación al rendimiento utilicen menos estrategias de regulación cognitiva, es decir, que
autorregulen peor su aprendizaje que aquéllos con múltiples metas, en relación con este grupo,
también analizaremos los resultados obtenidos en nuestra investigación. En efecto, la relación
entre las metas de rendimiento y el compromiso con el aprendizaje parece ser más ambigua
(Brophy, 2005) y, de hecho, los resultados de algunas investigaciones indican que las metas de
rendimiento se asociarían al uso de distintas estrategias bajo ciertas condiciones (Bouffard,
Boisvert, Vezeau y Larouche, 1995; Greene y Miller, 1996; Nolen, 1988). En otras se ha
puesto de manifiesto relaciones significativas entre metas de rendimiento y uso de estrategias
de autorregulación (Wolters et al., 1996). Finalmente, en otros trabajos, en cambio, no se han
encontrado evidencias claras que vinculen la adopción de metas de rendimiento y el uso de
estrategias cognitivas y de autorregulación (Archer, 1994; Middleton y Midgley, 1997;
Pintrich, 2000a; Pintrich y Garcia, 1991; Wolters, 2004).
se puede constatar que los estudiantes con una orientación de metas de aprendizaje obtengan
una puntuación media en el uso de estrategias de regulación cognitiva superior a los que están
orientados al rendimiento. Una mirada a las puntuaciones medias de ambos grupos y a los
contrastes de medias entre ellos pone de relieve que las diferencias son prácticamente nulas y
la significación de estas diferencias inexistente.
Si bien los resultados obtenidos en nuestro trabajo no nos permiten afirmar que
aparezcan diferencias significativas entre las puntuaciones medias de los estudiantes con
múltiples metas y los estudiantes con predominio de metas de aprendizaje (MA), sí se puede
afirmar que los estudiantes con múltiples metas obtienen una puntuación media
moderadamente más alta. Aunque no pueda afirmarse, por tanto, la significatividad de las
diferencias entre las puntuaciones medias de ambos grupos, sí se constata que el grupo de
estudiantes con múltiples metas usa más estrategias de regulación cognitiva que el de metas de
aprendizaje. Además, el hecho de que las diferencias en las puntuaciones medias no sean
significativas no cuestiona el dato de que una parte importante de estudiantes con múltiples
metas use más estrategias de autorregulación cognitiva que los estudiantes con metas de
aprendizaje.
Una diferencia relevante con respecto a la otra variable dependiente estudiada es que
el grupo con metas de aprendizaje obtiene puntuaciones medias inferiores al grupo con metas
de rendimiento. Este resultado parece contradecir la afirmación de Pintrich (2000b) acerca de
que los estudiantes con metas de rendimiento utilizarían una trayectoria de regulación de su
aprendizaje que les podría llevar a alcanzar sus metas, pero con un menor uso del esfuerzo. Sí,
en cambio, apoyarían los planteamientos de Elliot y sus colegas de que los estudiantes
orientados al rendimiento (los de aproximación al rendimiento) tendrían creencias
motivacionales adaptativas y autorregularían eficazmente su aprendizaje. Los resultados
negativos encontrados en las investigaciones acerca de las metas de rendimiento serían debido
a aquellos estudiantes con metas de evitación del rendimiento.
Para finalizar, señalar que la interpretación y discusión sobre los resultados obtenidos
en esta investigación pueden estar influidos por la validez de constructo de uno de los
cuestionarios empleados en el estudio. En efecto, parece cuestionable que algunos de los
factores que integran la escala MSLQ coincidan exactamente en su contenido con los señalados
por sus autores. En concreto, y en lo que respecta a la escala de autorregulación cognitiva y a la
de regulación del esfuerzo, el trabajo reciente de Torrano (2005) pone de relieve que algunos
de los ítems de ambas escalas podrían unirse formando otro factor diferente (al que denomina
concentración) y que varios de los ítems de la escala de autorregulación cognitiva saturan de
una manera elevada en otros factores, lo que arroja dudas sobre la independencia de este y
otros factores del cuestionario. Parece imprescindible, pues, una revisión profunda de este
cuestionario y de los factores y dimensiones que lo integran.
Nota:
Los datos presentados en esta investigación son parte de los recogidos en el proyecto de
investigación financiado por el M.E.C. (referencia BSO2003-00864) titulado “Diseño y
aplicación de un programa de gestión de recursos motivacionales y emocionales y evaluación
de su incidencia sobre las estrategias de autorregulación del estudio en universitarios”.
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87
De la Fuente, J., Justicia, F. y G.Berdén, A. B.
Introducción
Diversas investigaciones analizan la relación entre los enfoques y las percepciones del
alumnado sobre el entorno de aprendizaje, y cómo esta relación influye o puede predecir el
rendimiento académico. Los investigadores han estado interesados por las características de la
enseñanza que pueden influir en los enfoques de aprendizaje, aunque también se han estudiado
las características de la enseñanza preferidas por los estudiantes según sus enfoques. Los
enfoques de aprendizaje se encuentran determinados por la percepción del contexto y la
motivación de los estudiantes hacia el aprendizaje (Watking, 2001).
El estudio desarrollado por Entwistle y Tait (1990) pretende describir las relaciones
entre las preferencias del alumnado sobre los tipos de aprendizaje (orientaciones al estudio) y
las preferencias por diferentes ambientes de aprendizaje. Entre los resultados se obtiene que,
mientras los estudiantes con enfoque profundo prefieren una estimulación por parte del
profesorado y un margen de libertad para aplicar sus propias estrategias de estudio, el
alumnado con una visión reproductiva (enfoque superficial) descarga la responsabilidad del
aprendizaje en el profesorado. Los resultados del estudio muestran también que estas
concepciones determinan lo que este alumnado espera del profesorado. Hativa y Birenbaum
(2000) analizan los enfoques de enseñanza preferidos por los estudiantes, y concluyen que los
enfoques de aprendizaje de los estudiantes se relacionan con los enfoques de enseñanza de sus
profesores. Otro estudio reciente realizado por Justicia, Cano, Pichardo y Berbén (2005)
El modelo teórico DIDEPRO, acrónimo del DIseño, DEsarrollo y PROducto del PROceso de
enseñanza-aprendizaje (García, De la Fuente,Justicia y cols., 2002; De la Fuente y Justicia,
2000; De la Fuente y Martínez, 2004) asume la necesidad de evaluar este proceso en tres de
momentos y de forma interactiva. La versión más reciente de este modelo se caracteriza por
integrarse en el modelo 3P propuesto por Biggs (2001), con la intención de enriquecerlo (De la
Fuente, Justicia y Berbén, en prensa).
De la Fuente y otros (2000) estudian las relaciones entre las valoraciones de los
estudiantes del proceso de enseñanza-aprendizaje y el rendimiento académico. Concluyen que
aquellos alumnos que obtienen las mejores calificaciones académicas realizan mejores
valoraciones del proceso de enseñanza y ejecutan más frecuentemente los siguientes
comportamientos de aprendizaje: asumir el planteamiento de la asignatura, tener más claro la
importancia de los aprendizajes, definir objetivos de aprendizaje, elegir objetivos de
aprendizaje que promuevan la construcción de su conocimiento o asistir más regularmente a
clase.
Las investigaciones sobre los enfoques y las percepciones del entorno de aprendizaje
se centran en las características de la enseñanza, obviando las percepciones y valoraciones de
las características del aprendizaje desarrollado.
Objetivos
Con este trabajo se pretende analizar la relación entre los enfoques de aprendizaje, la
percepción del proceso de enseñanza-aprendizaje y el rendimiento de estudiantes
universitarios. Con este fin, se establecen 3 objetivos específicos.
1. Conocer los enfoques de aprendizaje y la valoración que los participantes realizan del
proceso de enseñanza-aprendizaje de acuerdo.
2. Analizar las diferencias en el rendimiento según el modo de aprender y las
valoraciones de los participantes.
3. Establecer la capacidad de los enfoques de aprendizaje y las valoraciones del proceso
de enseñanza- aprendizaje para predecir el rendimiento académico.
Método
Participantes
En el estudio participan 492 estudiantes (88% mujeres y 12% hombres). El 60,8% de los
participantes se encuentran matriculados en la Universidad de Almería, y el 39,2% en la
Instrumentos
1. El R-SPQ-2F (The Revised Two-factor Study Process Questionnaire SPQ) de Biggs y otros
(2001), en su versión traducida y adaptada al castellano (De la Fuente y Martínez, 2003). El
instrumento consta de 20 ítems y pretende medir los enfoques profundo y superficial. El
cuestionario está integrado por cuatro subescalas de cinco ítems cada una, motivación profunda
(1,5,9,13,17), estrategia profunda (2,6,10,14,18), motivación superficial (3,7,11,15,19) y
estrategia superficial (4,8,12,16,20). Las puntuaciones de los participantes en cada uno de los
enfoques se obtienen de la suma de los valores de estas subescalas, las respuestas se realizan
sobre una escala likert (1. nada de acuerdo -5. muy de acuerdo).
Ítems VT α X σX
Factor I 1,2,6,9,10,13,14,17,18 21,57% .818 25.22 6.12
Factor II 8,11,15,19 14,54% .631 8.30 2.78
Factor III 4,12,16,20 6,22% .625 11.17 3.08
Factor IV 3,7 5,32% .433 4.05 1.66
Tabla 1. Factores del R-SPQ-2F, varianza explica (VT), alfa de Cronbach (α), media ( X ) y desviación típica ( σ X ).
Las características psicométricas de las escalas EEPEA han sido estudiadas con
diferentes muestras (De la Fuente y Justicia, 2000). En el trabajo de De la Fuente, Archilla y
Soto (2000) se realiza un análisis factorial de componentes principales con rotación varimax,
obteniéndose una estructura factorial de seis factores que explican el 59.9% de la varianza total
(Tabla 3). El alpha de Cronbach utilizado para el análisis de la fiabilidad del total de la escala
indica un α=0.92
Factores %V.E.
I. Planteamiento y objetivos de enseñanza- aprendizaje. 33.1
II. Contenidos y estrategias de enseñanza. 8.9
III. Autorregulación del aprendizaje. 5.7
IV. Organización/recursos y evaluación del proceso de enseñanza. 4.7
V. Ajuste de los contenidos de enseñanza.-aprendizaje. 3.9
VI. Asistencia regular a clase 3.6
Tabla 3. Estructura factorial y varianza explicada (VE) de las EEPEA (De la Fuente y otros, 2000)
Ítems VT α X σX
Factor I 1,2,3,4,5,6,16,17,18 16,31% .873 33.14 29.55
Factor II 7, 8,9,10,11,12,13,14,15 13.64% .876 36.97 36.26
Factor III 20,21,22,23,24,25,29,30 12.09% .839 27.18 20.83
Factor IV 26,27 7.55% .495 6.65 2.23
Factor V 28 4.79% -- 4.37 .847
Tabla 4. Factores de la EEPEA, varianza explica (VT), alfa de Cronbach (α), media ( X ) y desviación típica ( σ X ).
Procedimiento
Análisis estadísticos
Los análisis estadísticos utilizados para la consecución de los objetivos pueden ser agrupados
en tres tipos. En primer lugar, se han estudiado las propiedades psicométricas de los
instrumentos de recogida de datos a través del análisis factorial exploratorio, método rotación
Varimax y se ha calculado la fiabilidad de los instrumentos, a través de la prueba Alpha de
Cronbach. En segundo lugar, se han efectuado Correlaciones de Pearson para establecer las
relaciones de asociación entre las variables. En tercer lugar, hemos utilizado el análisis de
clúster o conglomerado por k-medias para clasificar a los participantes según las puntuaciones
factoriales del R-SPQ-2F y la EEPEA (Cano, 2005). Además, se ha realizado un ANOVA para
Revista de Psicología y Educación
Vol. 1, nº. 2. 87-102
94
Enfoques de aprendizaje
analizar las diferencias en el rendimiento académico en función del clúster al que pertenecen
los participantes. Por último, se recurre al análisis de la regresión múltiple, en el que se
incluyen los factores del SPQ y EEPEA como VIs. y las calificaciones finales como VD.
Todos los análisis se han realizado con el paquete estadístico SPSS para Windows, versión
13.0.
Resultados
Los resultados muestran una clara, significativa y consistente relación de asociación de cada
tipo de enfoque de aprendizaje y sus componentes, con la percepción del proceso de
enseñanza-aprendizaje y sus componentes. El mayor enfoque profundo se asocia con una
percepción positiva del proceso de enseñanza y aprendizaje, mientras el enfoque superficial se
asocia con una percepción negativa (Tabla 5).
El análisis de clúster efectuado para agrupar a los estudiantes en función de las características
de su aprendizaje y valoración del proceso de enseñanza-aprendizaje, se establece en una
solución de seis clúster (Tabla 6).
E.P. -.48 .82 .36 .89 -.69 .82 .28 .87 .62 .82 -.53 .87 38,57*
E.S.1 -.62 .74 -.43 .84 -.35 .74 .99 .96 .05 .93 -.14 .78 36.70*
E.S.2 .90 .82 .39 .88 -.01 1.01 .33 .83 -.40 .89 -.53 .84 27.82*
E.S.3 -.54 .77 .72 .80 .12 .85 .69 .93 -.70 .73 .06 .88 44.44*
EPEA1 .43 .72 - 1.11 -.37 .76 .16 .77 .46 .75 .16 .70 56.81*
1.52
EPEA2 -.26 .99 -.68 1 .57 .80 -.58 1.08 .23 .77 .35 .74 25.95*
EPEA3 -.83 1.18 .10 .88 -.48 .82 -.07 .79 .78 .75 -.18 .81 37.59*
EPEA4 .93 .90 .77 .90 -.86 .85 -.43 .97 .02 .69 .08 .74 44.30*
EPEA5 .36 .72 -.04 1.04 .76 .66 -.07 .86 .23 .64 - .98 49.23*
1.08
El clúster E agrupa a los participantes con las puntuaciones más altas en el enfoque
profundo (EP), junto con puntuaciones bajas en la estrategia superficial (ES2) y en uno de los
factores de motivación superficial (ES3). Con respecto a la evaluación del proceso de
enseñanza-aprendizaje, los universitarios de este clúster puntúan más alto en autorregulación y
Clúster X σX Post-hoc
C (n= 37) 6.04 1.71
G (n= 60) 6.09 1.51 < B, E*
A (n= 30) 6.48 1.57
D (n= 65) 6.61 1.80
E (n= 95) 6.85 1.55
B (n= 38) 7.07 1.31
Los resultados del análisis de regresión muestran que el conjunto de variables independientes
introducidas en el modelo (enfoques de aprendizaje y valoraciones del proceso de enseñanza-
aprendizaje) poseen una relación lineal (F (9, 315) = 4.156; p<.001) con el rendimiento
académico (VD). Las nueve variables independientes explican un 8,1% de la varianza del
rendimiento académico de los participantes.
Discusión y conclusiones
El grupo B presenta la media más alta en el rendimiento académico. Este grupo posee
características similares a las descritas por Berbén (2005). Los universitarios muestran un
Los resultados pueden servir de base para el estudio de las relaciones entre las
evaluaciones del proceso de enseñanza-aprendizaje, los enfoques de aprendizaje y el
rendimiento académico en el contexto universitario español. La poca claridad y limitación de
las características del aprendizaje de estos universitarios apuntan la necesidad de seguir
profundizando en estas relaciones. Algunas variables que pueden incluirse para enriquecer la
predicción del rendimiento, pueden ser las características de la autorregulación que desarrollan
los universitarios (Lindblom-Ylänne y Lonka, 2000), la percepción de los profesores (Trigwell
y otros, 1999), características personales y familiares (Cano, 2005), o el estudio del
rendimiento como diferentes variables cualitativas, cuantitativas y afectivas (Lizzio y otros,
2002).
Referencias
La motivación es uno de los constructos más importantes y al mismo tiempo más complejos de
entre los que existen en Psicología en la actualidad. Sabemos que la motivación o, mejor, el
conjunto de dimensiones motivacionales, viene a ser el proceso que explica el inicio, dirección,
103
Barca, A., Porto, A., Santorum, R. y Barca, E.
NECESIDADES, MOTIVACIONES
INTERESES, SOCIALES,
MOTIVACIÓN MOTIVACIONES
INTRÍNSECA DE LOGRO,
EXPECTATIVAS
DE ÉXITO.
METAS,
INTENCIONES, CONFIANZA AUTOEFICACIA
ATRIBUCIONES,
OBJETIVOS
RECOMPENSAS
Cuadro 1. Fases del desarrollo del proceso motivacional (Modificado de Binswanger, 1991)
Estos motivos sociales, de logro y expectativas de éxito pueden mejorar los intereses y
la motivación intrínseca o inhibirlos. Es decir: le ayudarán al alumno a avanzar o a estancarse,
dependiendo de la fuerza e intensidad que tengan en este momento del proceso y secuencia
motivacionales.
Una vez finalizada esta tarea o una vez realizado el examen, al alumno le interesará el
resultado que obtiene. Pero el resultado es una nota o calificación que tiene unos significados
(mal, regular, bastante bien, bien, muy bien, excelente). Interesa la nota, pero lo que es más
importante y definitivo es la interpretación que ese alumno va a hacer de la nota obtenida a
cambio del trabajo realizado: esta interpretación es la base y fundamento de las llamadas
atribuciones causales. Esta interpretación (positiva, negativa, a medias o neutral) puede
motivarle positivamente, puede desmotivarle o puede dejarle indiferente. Pero, en todo caso, se
busca siempre una recompensa que puede ser de aprobación interna (“quedo bien conmigo
mismo”) de aprobación externa (“recibo algo a cambio: algo material, algún tipo de aprobación
de mis compañeros, de mis padres, de mis profesores…”) o no tiene ningún tipo de resonancia:
neutral o indiferente. Sea como fuere, estas recompensas inciden de nuevo en el comienzo de la
secuencia, en los intereses, motivación intrínseca, necesidades… (Véase la secuencia seguida
hasta aquí en el cuadro 1).
Paso 1: RESULTADOS
Paso 3: VALORACION/COMPETENCIA
PERCIBIDA (Resultados: buenos, regulares, malos…)
Cuadro 2: Representación esquemática de la secuencia motivacional de acuerdo con los modelos recientes explicativos
de la teoría atribucional y de orientación a metas en contextos de aprendizaje.
Afirmamos, en conclusión que, quizás, uno de los enfoques teóricos y aplicados más
importantes de la motivación sea el tema de las metas académicas y las atribuciones causales y
que trataremos brevemente a continuación.
Una meta académica se puede considerar como un modelo o estilo motivacional integrado de
creencias, atribuciones y afectos/sentimientos que dirigen las intenciones de la conducta, de lo
que los sujetos hacen o quieren hacer en el contexto educativo de enseñanza/aprendizaje. Estas
metas determinan tanto las reacciones afectivas, cognitivas y conductuales del sujeto ante los
resultados de éxito o fracaso, como la cantidad y calidad de sus actividades de aprendizaje y
estudio (Mascarenhas, 2004).
1) Por una parte, sugerimos que es preciso diferenciar la primera gran área de metas
relacionadas directamente con el aprendizaje, y en este caso aparece ya la categoría de las
metas relacionadas con las tareas, considerándose a este tipo de metas de carácter
motivacional intrínseco. En esta categoría parece que existen tres tipos: metas de competencia,
donde se trata incrementar la propia capacidad o habilidad; metas intrínsecas, aquí el interés
está en la propia tarea más que en el incremento de la competencia o habilidad y metas de
control, con las que el sujeto experimenta cierta autonomía en su actuación. Si especificamos y
caracterizamos el comportamiento de los sujetos con diferentes estilos de metas y atribuciones
causales diremos, de acuerdo con los trabajos de Núñez y González-Pienda (1994) y González-
Pienda y Núñez (1998) que si un alumno se encuentra motivado principalmente por aprender,
optando por metas de aprendizaje, orientará su atención hacia la búsqueda de estrategias para
resolver correctamente el problema que implica la comprensión de ese contenido. Estos
alumnos y alumnas con metas de aprendizaje están interesados/as en la adquisición de nuevas
habilidades y en la mejora de sus conocimientos, incluso en el caso de que cometan algunos
errores.
Cuadro 3. Tipos de Metas, Metas de aprendizaje, Metas de Rendimiento y tendencias motivacionales de acuerdo con la
propuesta de varios autores.
la atención y sus objetivos, más que en intentar comprender el contenido, en el tiempo de que
dispone y en las posibles trabas que puede encontrar para lograr lo que busca.
En este caso y de acuerdo con los trabajos realizados por González-Pienda y Núñez
(1998), además de otros investigadores (Alonso, 1991; Alonso y Montero, 1992; Bueno, 2004),
se ha encontrado que existe otro tipo de alumnado cuyo objetivo prioritario es mantener o
aumentar su autoestima ante los demás, optando por metas de autovaloración o centradas en el
“yo”. Estos alumnos abordan inicialmente las tareas académicas preguntándose si son capaces
o no de realizarlas de una forma correcta. En el caso de que crean que tienen muchas
posibilidades de realizar las tareas con éxito, se comprometen en la realización de las mismas
con entusiasmo y sin ningún tipo de nerviosismo. Por el contrario, si el alumno cree que le será
muy difícil realizar correctamente las tareas, por las razones que sean, esto dificulta la
búsqueda y puesta en marcha de las estrategias adecuadas y favorece la aparición de tensión e
irritabilidad nada más que aparezca un obstáculo. Esto ocurre porque el sujeto anticipa que, en
caso de fracaso, quedará de manifiesto su falta de capacidad personal, lo cual dañaría la propia
autoestima. En este caso, los alumnos y alumnas tienden a utilizar una serie de estrategias que
3) Por otra parte, nos encontramos con metas no relacionadas directamente con el
aprendizaje, pero con influencias sobre el mismo. Se encuentra, la categoría de metas
relacionadas con la valoración social y se refieren a las razones de orden prosocial, como el
hecho de ganar la aceptación de los otros, que los alumnos pueden tener para comportarse en la
situación educativa/académica (De la Fuente, 2004). La cuestión clave en este tipo de metas es
conseguir un grado óptimo de aceptación social y evitar ser rechazado como resultado de su
conducta académica (Wentzel, 1998).
En relación con las atribuciones causales debemos afirmar que la construcción de una
teoría sobre la motivación de rendimiento o de logro incluye siempre el elemento atribucional-
causal en cuanto que es el determinante primario de la conducta. Es decir, la tendencia a lograr
el éxito o evitar el fracaso en una situación determinada depende de cuáles sean las causas a las
que se atribuyen los éxitos o los fracasos en circunstancias semejantes (Weiner, 1985;
González y Valle, 1998).
Son múltiples y diferentes las causas que se utilizan para explicar distintos resultados,
en contextos de logro, aunque suelen ser cuatro las causas a las que se recurre con mayor
frecuencia: habilidad (o falta de habilidad), esfuerzo (o falta de esfuerzo), suerte o azar (o falta
de suerte) y dificultad de la tarea (o facilidad). Sin embargo no son tanto estas causas las que
tienen consecuencias relevantes sobre el proceso motivacional, las expectativas y los afectos,
que median la conducta de rendimiento, sino las propiedades o dimensiones en las cuales se
pueden clasificar (véase cuadro 4).
De acuerdo con la literatura revisada se constata que las tres dimensiones básicas que
aparecen como rasgos principales de la estructura de las causas se definen y categorizan según
se señala a continuación:
hacia metas de resultado o rendimiento; en este caso, lo que pretenden es obtener un buen
rendimiento centrándose en el producto o resultado final y no en el proceso de aprendizaje
(González, 1997; Miras, 2001).
Método
Objetivos
3. Estudiar y evaluar las correlaciones existentes entre las dimensiones motivacionales y los
estilos de metas y atribuciones causales.
Participantes
Por lo que se refiere al alumnado de Universidad una descripción del mismo puede
observarse en la tabla 2. Véase que el sexo dominante es el femenino, un 92% son alumnas, lo
que se corresponde, aunque en menor proporción, con la realidad de la Facultad de Ciencias de
la Educación de la Universidad de A Coruña. La edad del alumnado participante está entre los
18 y lo 24 años, si bien la mayoría se encuentra entre los 20 y 22 años. Las titulaciones que
están cursando son la de Maestro, en sus especialidades de Educación Infantil, Primaria,
Audición y Lenguaje y la titulación de 2º Ciclo de Psicopedagogía.
Frecuencia %
Variable Hombre 56 57%
Sexo Mujer 40 43%
Total 96 100,0%
14 años 25 19,5%
Variable 15 años 31 24,1%
Edad 16 años 22 17,2%
17 años o más 18 14,1%
Total 96 99,99%
Variable 3º de ESO 25 19,5%
Curso 4º de ESO 31 24,1%
1º de Bachillerato 22 17,2%
2º de Bachillerato 18 14,1%
Total 96 99,99%
Frecuencia %
Variable Mujer 13 7.5%
Sexo Hombre 160 92.5%
Total 171 100%
18-19 años 64 37.4
Variable 20-21 años 28 16.3
Edad 22-23 años 47 27.5
24 o más 32 18.7
Total 171 99,9%
Maestro: Educación Infantil 47 26.5%
Variable Maestro: Educación Primaria 56 31.3%
Titulación Maestro: Audición y Linguaje 17 9.1%
Psicopedagogía (2º Ciclo) 57 32.3%
Total 171 99,99%
Procedimiento
La administración de las pruebas (Escala CEAP48, con sus dos subescalas (SEMA-01 y
SEAT-01), se llevó a cabo durante el curso académico 2004-2005, dentro de las respectivas
aulas y en el horario académico del alumnado, siempre con el margen de tiempo necesario que
permite contestar de la forma más relajada y objetiva posible. La aplicación fue realizada por
los autores/as de este trabajo teniendo en cuenta unas directrices generales a seguir en el
momento de la administración de estos dos instrumentos de medida (instrucciones específicas
para su cumplimentación, datos previos requeridos…); al alumnado participante tanto de
secundaria y bachillerato como de universidad se le insistió en la importancia de su
cumplimentación lo más objetiva y sincera posible, además de asegurarles la confidencialidad
de sus respuestas e información obtenida a partir de las mismas.
Revista de Psicología y Educación
Vol. 1, nº. 2. 103-136
114
Motivación académica, orientación a metas y estilos atribucionales
a) Para la redacción de los ítems en la versión inicial se tuvieron en cuenta dos fuentes
fundamentales. En primer lugar, las investigaciones previas realizadas por los autores/as de
esta Escala y sus colaboradores/as, en trabajos de los años 1994, 1997, 1999, 2000, 2002 y
2004. En concreto se destacan las investigaciones realizadas por Porto (1994); Barca, Porto y
Santorum (1997); Barca (1999a, 1999b y 2000); Barca y Peralbo (2002); Barca, Peralbo y
Brenlla (2004), Mascarenhas (2004); Morán (2004) y Brenlla, (2005). Además, se han tenido
en cuenta los trabajos de González, Valle, Núñez y González-Pienda (1996) sobre el concepto
de metas académicas y su relación con la motivación escolar; el trabajo de González-Pienda,
Núñez, González-Pumariega, Alvarez, Roces, García, González y Valle (2000), asi como el
trabajo de Alonso Tapia (Alonso, 2005) sobre el Cuestionario MEVA.
Brasil). De esta forma se llega a esta versión que ahora presentamos de la Escala de
Motivación académica, Metas y Estilos Atribucionales (Escala CEAP48).
Técnicas de Análisis
Se procesaron los datos mediante el programa SPSS 12.0. Tanto en los estudios piloto
realizados con alumnado de Galicia, de República Dominicana o de Brasil (Estado de
Rondonia), como en el estudio que presentamos en este trabajo, lo primero que se ha
comprobado ha sido la fiabilidad de cada una de las subescalas que integran el CEAP48
(coeficientes alpha de Cronbach). Además y puesto que nuestro interés estaba en conocer la
estructura más plausible que mejor se ajustaba a los modelos teóricos, motivacionales y
atribucionales, de acuerdo con la mayor parte de las investigaciones en estas líneas de trabajo,
procedimos a continuación a realizar análisis factoriales exploratorios. Este fue el
procedimiento metodológico que además nos ha servido para obtener datos acerca de la validez
de constructo. Previamente, sin embargo, se evaluó la conveniencia de llevarlos a cabo
mediante la medida de adecuación muestral de Kaiser-Meyer-Olkin (KMO). Una vez
verificada la conveniencia de su realización, se hicieron los análisis factoriales exploratorios
pertinentes por el método de componentes principales, a los que se aplicó una rotación
varimax, de cada una de las subescalas y a continuación la fiabilidad de las dimensiones
factoriales obtenidas.
Resultados
Los resultados de fiabilidad que se obtuvieron a partir de una muestra de 171 alumnos
y alumnas de las titulaciones de Maestro y Psicopedagogía de la Facultad de Ciencias da
Educación de la Universidad de A Coruña nos proporcionan un coeficiente total (alpha de
Cronbach) de α = .683, coeficiente moderadamente aceptable y ligeramente superior al
obtenido con el alumnado de secundaria y bachillerato con α =.659.
Tabla 4. Análisis de fiabilidad de la Escala CEAP48, Subescala SEAT-01 (Metas y Estilos Atribucionales).
Como se puede ver en la tabla 5 la significación de las pruebas de esfericidad (el supuesto de
que las matrices de correlaciones tienen una distribución adecuada para ser factorizadas), para
el alumnado de secundaria y bachillerato, permiten rechazar la hipótesis nula de que las
matrices de correlaciones sean matrices identidad, mientras que los valores de las KMO
indican una moderada adecuación de los datos (en la SEMA-01 el KMO es de .653 y en la
SEAT-01 de .686).
Al igual que sucedió con el alumnado de secundaria y bachillerato, tal como puede
verse también en la tabla 5, la significación das pruebas de esfericidad, en el caso del alumnado
de educación universitaria, también permite rechazar la hipótesis nula de que las matrices de
correlaciones sean matrices identidad, mientras que el valor de las KMO indica una moderada
adecuación de los datos (en la SEMA-01 es de .637 y en la SEAT-01 de .695).
Nos encontramos en un primer factor con ítems que podríamos englobarlos bajo la
denominación de Motivación Profunda (MP), que delimita correctamente la que en términos
clásicos se denominó motivación intrínseca (me satisface estudiar porque siempre descubro
algo nuevo; me gusta aprender cosas nuevas para profundizar después en ellas; estudio a
fondo los temas que me resultan interesantes; pienso que estudiar te ayuda a comprender
mejor la vida y la sociedad…). Esta dimensión o factor explica el 20.30 % de la varianza total
explicada de la Subescala (39.52%), lo cual indica su relevancia dentro del conjunto de la
misma.
exámenes… Aunque la varianza explicada es de un 8.54%, lo que indica que es un factor con
menor dominio que los dos anteriores en el conjunto de la Subescala, se debe tener en cuenta
ya que existe un porcentaje de alumnado importante que opta en los procesos motivacionales
por dirigir sus tareas de aprendizaje a través de este tipo de motivación académica de carácter
superficial.
FACTORES
Comu-
ITEMS nalidad FACTOR 1 FACTOR 2 FACTOR 3
Motivación Motivación de Motivación
Profunda Rendimiento Superficial
2. Me satisface estudiar porque siempre descubro algo .587 .759
nuevo
5. Me gusta aprender cosas nuevas para profundizar .412 .633
después en ellas
8. Estudio a fondo los temas que me resultan interesantes .360 .595
14. Cuando estudio aporto mi punto de vista o .385 .540
conocimientos propios
11. Pienso que estudiar te ayuda a comprender mejor la .301 .537
vida y la sociedad
20. Prefiero estudiar los temas que me resultan .341 .512
interesantes, aunque que sean difíciles
17. Cuando profundizo en el estudio, luego se que puedo .446 .502
aplicar en la práctica lo que voy aprendiendo
15. Lo importante para mi es conseguir buenas notas en .632 .760
todas las materias
3. Pienso que es siempre importante obtener altas .398 .616
calificaciones
12. Me gusta competir para obtener las mejores .396 .593
calificaciones
18. Si puedo, intentaré sacar mejores notas que la .416 .580
mayoría de mis compañeros/as
22. Creo que soy un buen alumno/a .588 .530
13. Creo que estudiar facilita un mejor trabajo en el futuro .313 .525
21. Cuando salen las notas acostumbro a compararlas con .278 .487
las de mis compañeros/as o amigos/as
23. Tengo buenas cualidades para estudiar .314 .388
16. Cuando hago los exámenes pienso que me van salir .529 .723
peor que a mis compañeros/as
10. A la hora de hacer los exámenes tengo miedo de .469 .658
suspender
6. Es muy importante para mi que el profesorado diga .375 .585
exactamente lo que debemos hacer
1. Me desanimo fácilmente cando obtengo una baja .442 .581
calificación
4. Reconozco que estudio para aprobar .365 .477
24. Me considero un/una alumno/a del montón .313 .398
19. Lo que quiero es estudiar solamente lo que me van .529 .285
preguntar en los exámenes
9. Me esfuerzo en el estudio porque mi familia .266
acostumbra a hacerme regalos
%Varianza por factores 20.30 10.66 8.54
% Total de la VARIANZA: 39.52
Alpha .718 .745 .641
Tabla 6. Estructura Factorial de la Escala CEAP-48. Subescala SEMA-01 (Motivación Académica). Alumnado de
Educación Secundaria y Bachillerato
FACTORES
Comu FACTOR 1 FACTOR 2 FACTOR 3
ITEMS na- Motivación Motivac. Motivación
lidad Profunda Rendim. Superficial
5. Me gusta aprender cosas nuevas para profundizar después .399 .615
en ellas
17. Cuando profundizo en el estudio, luego se que puedo .437 .593
aplicar en la práctica lo que voy aprendiendo
2. Me satisface estudiar porque siempre descubro algo nuevo .357 .536
23. Tengo buenas cualidades para estudiar .413 .528
11. Pienso que estudiar te ayuda a comprender mejor la vida y .301 .526
la sociedad
8. Estudio a fondo los temas que me resultan interesantes .320 .521
14. Cuando estudio aporto mi punto de vista o conocimientos .240 .460
propios
13. Creo que estudiar facilita un mejor trabajo en el futuro .353 .429
20. Prefiero estudiar los temas que me resultan interesantes, .230 .411
aunque que sean difíciles
12. Me gusta competir para obtener las mejores calificaciones .538 .724
15. Lo importante para mi es conseguir buenas notas en todas .527 .701
las materias
18. Si puedo, intentaré sacar mejores notas que la mayoría de .513 .688
mis compañeros/as
21. Cuando salen las notas acostumbro a compararlas con las de .359 .561
mis compañeros/as o amigos/as
3. Pienso que es siempre importante obtener altas .431 .556
calificaciones
22. Creo que soy un buen alumno/a .376 .415
16. Cuando hago los exámenes pienso que me van salir peor que .404 .596
a mis compañeros/as
4. Reconozco que estudio para aprobar .416 .590
24. Me considero un/una alumno/a del montón .389 .587
6. Es muy importante para mi que los profesores y profesoras .283 .532
señalen exactamente lo que debemos hacer
1. Me desanimo fácilmente cuando obtengo una baja .268 .463
calificación
19. Lo que quiero es estudiar solamente lo que me van .370 .413
preguntar en los exámenes
%Varianza por Factores 15.43 12.16 8.62
% Total de la VARIANZA: 36.22
Alpha .679 .687 .644
Tabla 7. Estructura Factorial da Escala CEAP-48. Subescala SEMA-01 (Motivación Académica). Alumnado de Enseñanza
Universitaria
Es precisamente este ítem el único que diferencia la composición del factor tercero
que obtuvimos con la muestra universitaria y el obtenido con la muestra de menor nivel
educativa, factor que denominamos de nuevo de Motivación Superficial (MS), explicando en
los dos casos una varianza similar (8.62 y 8.54 respectivamente).
Tabla 9. Estructura Factorial de la Escala CEAP-48. Subescala SEAT-01 (Metas y Estilos Abribucionales). Alumnado de
Educación Secundaria y Bachillerato
Al margen de este factor, los otros cuatro restantes aglutinan e integran los ítems
propiamente referidos a la atribución causal que el alumnado realiza tanto de sus éxitos como
de fracasos. Así el segundo factor que explica el 15.85 % da varianza total, reúne un conjunto
de ítems que destacan la suerte (o mala suerte) como principal causa de atribución tanto de
éxitos como de fracasos académicos. Este factor creemos que es importante no sólo por la
varianza que explica, sino también por la estabilidad de los ítems (altas correlaciones inter-ítem
con escala total) y altas cargas factoriales con óptimas saturaciones y altas varianzas de todos
los ítems da subescala (véanse tablas 4 y 8).
Los ítems que integra son tres referidos al fracaso (mi fracaso en exámenes se debe en
gran parte a la mala suerte; a veces mis notas me hacen pensar que tengo mala suerte en la
vida y especialmente en exámenes; si obtengo malas notas es porque tengo mala suerte) y uno
referido al éxito (mi éxito en exámenes se debe en gran parte a la suerte). Así pues, en el caso
de obtener altas puntuaciones en este factor, estaríamos hablando posiblemente de un
alumnado cuyo estado subjetivo estaría caracterizado básicamente a nivel cognitivo por
expectativas de rendimiento futuro sin definir o clarificar (al ser una causa inestable) y
afectivamente sin implicaciones, ni positivas ni negativas, para su autoestima (al ser una causa
externa).
El tercer factor de la subescala SEAT-01 explica una varianza del 8.67 % del total. En
este caso nos encontramos con ítems que hacen referencia a una atribución distinta en el caso
del éxito y del fracaso; en el primer caso las causas fundamentales serían la facilidad de las
materias y el profesorado (causas coincidentemente externas e incontrolables) por un lado, y
por otro la capacidad y el esfuerzo (causas internas); en el caso del fracaso la causa atribuida, el
profesorado, es externa. Estaríamos pues ante un estilo o patrón atribucional en gran parte
adaptativo, ya que en el caso del éxito la atribución a dos de las causas internas, como son la
capacidad y el esfuerzo, conllevaría un aumento de autoestima y orgullo (en el caso del
profesorado y la facilidad de las materias, nos encontraríamos con un estado subjetivo
caracterizado por la sorpresa ante los resultados académicos); la atribución del fracaso a una
única causa externa, el profesorado, no afectaría negativamente a la autoestima y además las
expectativas de rendimiento futuro podrían ser de éxito. Los ítems más característicos de este
factor son, en el caso del éxito: es fácil para mi comprender los contenidos de las materias que
tengo que estudiar para obtener buenas notas; mis buenas notas se deben siempre a mi
capacidad; siempre que estudio lo suficiente, obtengo buenas notas; las materias de estudio,
en general, son fáciles, por eso obtengo buenas notas; cuando el profesorado explica bien, me
ayuda a obtener buenas notas; en el caso do fracaso nos encontramos con siguiente ítem: el
profesorado es responsable de mi bajo rendimiento académico.
El cuarto factor, que explica el 6.96 % da varianza, al igual que el factor segundo
agrupa ítems que hacen referencia a la atribución tanto del éxito como del fracaso a una única
causa; en este caso a la facilidad o dificultad de las materias (mis buenas notas reflejan que
algunas de las materias que tengo son fáciles y mis malas notas reflejan que las materias son
difíciles). Esta causa, al igual que la suerte, puede caracterizarse como externa e incontrolable,
de ahí que la única diferencia que se derivaría de la alta puntuación en ítems que integran tanto
el factor segundo como el cuarto estaría en la dimensión de estabilidad/inestabilidad y, por lo
tanto, en las consecuencias cognitivas. Estas consecuencias serían deseables en el caso del
fracaso cuando se atribuye a la suerte (factor segundo), ya que el alumnado tendría
expectativas de que el rendimiento puede cambiar y en el caso del éxito cuando se atribuye a la
facilidad das materias (factor cuarto) al tener expectativas de un rendimiento similar al
conseguido.
En el último factor nos encontramos con un conjunto de ítems que vienen a reproducir
en este caso algo muy similar a lo que sucede con el factor tercero y que de nuevo podríamos
denominar estilo atribucional, ya que en este caso se opta por unas causas en el caso del éxito
(facilidad de las materias y profesorado) y por otras en el caso del fracaso (dificultad de las
materias, falta de capacidad y falta de esfuerzo). Este factor explica el 5.54 % de la varianza e
integra los siguientes ítems: cuando obtengo malas notas es porque no estudié lo suficiente;
cuando el profesorado se preocupa y da directrices de como estudiar, entonces me encuentro
bien en clase y en los exámenes; cando fracaso en los exámenes se debe a mi baja capacidad;
cuando obtengo malas notas pienso que no estoy capacitado/a para triunfar en esas
materias…
Así pues, retomando de nuevo los últimos cuatro factores que más se centran en la
atribución causal del alumnado de educación secundaria y bachillerato nos encontramos, en
primer lugar, con dos factores, el 2º y el 4º, que agrupan ítems que hacen referencia a una sola
causa como responsable de éxitos y fracasos; en el caso del segundo factor, la suerte o mala
suerte, en el cuarto la facilidad o dificultad de las materias. Consideramos adaptativo, en
definitiva, el patrón o estilo que se deriva de la combinación de ambos factores, en concreto, de
la atribución de los fracasos a la mala suerte y de los éxitos a la facilidad de las materias, al
tener en ambos casos repercusiones cognitivas positivas en cuanto a las expectativas de
rendimiento futuro y, en el caso del fracaso, porque éste puede cambiar, en el caso del éxito
porque se puede mantener. Los ítems que se agrupan en los dos factores restantes, el 3º y 4º no
responsabilizan a la/s misma/s causa/s de los éxitos y fracasos, pero en el primer caso, el factor
3º, el patrón o estilo atribucional resultante podría considerarse adaptativo y favorecedor de la
motivación (fundamentalmente la atribución de éxitos a la capacidad y esfuerzo y la atribución
de fracasos al profesorado) y en el caso del factor 5º desadaptativo e inhibidor de la motivación
(atribución de los éxitos a la facilidad de las materias y profesorado y de los fracasos a la
dificultad de las materias, falta de capacidad y de esfuerzo).
Con referencia a la fiabilidad vemos que los coeficientes de los cuatro primeros
factores de la Subescala son satisfactorios; la excepción la encontramos en el coeficiente del
último de ellos que consideramos muy bajo (α = .274). Puede ser debida esta baja fiabilidad
quizás, al tamaño da muestra o a otras posibles circunstancias como puede ser la redacción o
ambigüedad de algún ítem. Los demás coeficientes se pueden considerar, como hemos
apuntado anteriormente, aceptables: Factor 1: .821, Factor 2: .671; Factor 3: .661; Factor 4:
781.
Tabla 10. Estructura Factorial de la Escala CEAP48. Subescala SEAT-01 (Metas y Estilos Atribucionales). Alumnado de
Enseñanza Universitaria
El segundo factor (con una varianza de 11.56%) aglutina e integra al resto de los ítems
que hacen referencia al esfuerzo en los estudios para lograr las metas, en este caso relacionadas
con la tarea (o metas de Aprendizaje) y más concretamente con la motivación de competencia
y percepción de utilidad (me esfuerzo en mis estudios porque me resulta muy útil ver como lo
que se me sirve para aprender cosas nuevas –ítem 21- y porque deseo aumentar mis
Revista de Psicología y Educación
Vol. 1, nº. 2, 103-136
127
Barca, A., Porto, A., Santorum, R. y Barca, E.
Por último, el quinto factor viene de nuevo a configurar un nuevo estilo o patrón
consistente en la atribución del éxito a la facilidad de las materias (ítems 6 e 13) y esfuerzo
(ítem 2) y el fracaso a la falta de esfuerzo (ítem 22). En este caso vemos que en el caso de
fracaso la atribución del mismo a una causa interna conllevaría a una disminución de la
autoestima aunque que con expectativas de que el rendimiento futuro puede cambiar (causa
inestable); por otra parte, aunque la atribución del éxito a la facilidad de las materias no tendría
implicaciones positivas para a autoestima, si lo serían a nivel cognitivo, puesto que se
generarían expectativas de éxito en el rendimiento futuro; no caso de atribuir ese éxito al
esfuerzo pasaría lo contrario: las consecuencias serían positivas a nivel afectivo, en cuanto que
subiría la autoestima, pero negativas a nivel cognitivo por generar expectativas de cambio en el
rendimiento.
Tabla 11. Estructura Factorial Comparativa de la Subescala SEAT-01 (Metas y Estilos Atribucionales)
En lo que respecta a los factores obtenidos a partir del cuestionario SEMA-01 vemos
cómo en el caso de la muestra de secundaria y bachillerato la motivación profunda (factor1)
correlaciona positivamente con la motivación de rendimiento (factor 2) y ésta última de forma
negativa con la motivación superficial (factor 3). Entonces, se confirma que las motivaciones
predominantes son la profunda y la de rendimiento (4.91 y 4.89 respectivamente de media,
sobre una escala de 7 puntos), aunque la diferencia es mínima con respecto a la motivación
superficial (M=4.07) (ver tabla 12). En el alumnado de universidad la motivación profunda
sigue estando relacionada con la motivación de rendimiento, pero ésta correlaciona a su vez,
también de forma positiva, con la superficial (ver tabla 13); en este caso las motivaciones
predominantes son la profunda (M = 5) y la superficial (M = 4.58) y bordeando el punto medio
de la escala estaría la motivación de rendimiento (M = 3.69)
Con referencia a la relación obtenida entre los tres tipos de motivación obtenidos y las
distintas metas y atribuciones realizadas por el alumnado vemos, en primer lugar, en el
alumnado de secundaria y bachillerato (ver tabla 12):
Tabla 12. Medias, Desviaciones Típicas y Correlaciones entre factores de las subescalas SEMA-01 y SEAT-01
(Alumnado de Secundaria y Bachillerato)
Con la muestra de universidad (ver tabla 13) obtuvimos las siguientes relaciones
entre los factores motivacionales y de metas y atribucionales:
Tabla 13. Correlaciones entre factores de las subescalas SEMA-01 y SEAT-01 (Alumnado de Universidad)
La correlación positiva y significativa con la motivación profunda (SEMA.F1) se
obtuvo a partir de:
En ambos factores es donde se obtuvieron las medias más elevadas (4.51 y 4.15
respectivamente).
Referencias
Introducción
137
Castejón, J. L. y Gilar, R.
Desde otra perspectiva teórica diferente, la del estudio sobre la adquisición de las
habilidades cognitivas complejas (Voss, Wiley y Carretero, 1995; VanLehn, 1999;
Rosenbaum, Carson y Gilmore, 2000) se han identificado una serie de métodos instruccionales
ligados a un mejor desarrollo de estas habilidades en diferentes fases de adquisición de las
mismas. Entre los métodos de enseñanza que facilitan en mayor medida el aprendizaje se
encuentran, las explicaciones por parte del profesor, la discusión y la práctica independiente.
Teniendo en cuenta estos principios, Vosniadou et al., (2001) recogen una serie de
aspectos a considerar para el diseño de ambientes de aprendizaje: a) no centrarse únicamente
en la amplitud del currículum; b) considerar el orden de adquisición de los conceptos; c) tener
en cuenta los conocimientos previos de los estudiantes; d) facilitar la conciencia
metacognitiva.; e) considerar la importancia de la motivación para el cambio conceptual; f)
provocar el conflicto cognitivo; y g) proporcionar modelos y representaciones externas.
Webb (1989), en una revisión sobre los efectos de la interacción entre iguales en el
contexto de pequeños grupos, encontró que la actividad en grupo mantuvo mayores niveles de
elaboración y explicación, así como un mayor rendimiento.
Las características principales de estos ambientes de aprendizaje han sido recogidas en trabajos
recientes (Bielaczyc y Collins, 1999; CTGV, 2000; De Corte, 2000; Schelfhout, Dochy y Janssens,
2004).
De Corte (2000) recoge una serie de principios de aprendizaje, en los que se refleja
que los ambientes de aprendizaje deben inducir y apoyar la adquisición de procesos orientados
a metas, constructivos y acumulativos, mediante el aprendizaje por descubrimiento y la
exploración personal por un lado, y la instrucción sistemática y la orientación por otra. Los
ambientes de aprendizaje también deben mejorar la autorregulación de los estudiantes en sus
procesos de aprendizaje (Beier y Ackerman, 2005; Schelfhout, Dochy y Janssens, 2004), para
que sean cada vez más agentes de su propio aprendizaje los ambientes de aprendizaje deben
situarse en contextos auténticos que tengan significado personal para los estudiantes, con
abundantes recursos y materiales de aprendizaje y que ofrezcan oportunidades para la
colaboración. También deben adaptar el apoyo instruccional, cuidando la autorregulación de
los estudiantes y considerando las diferencias individuales tanto en las aptitudes cognitivas
como en las características afectivas y motivacionales. Por último, los ambientes de
aprendizaje deben integrar la adquisición de habilidades cognitivas generales en dominios
específicos de contenido.
Una tarea auténtica de aprendizaje debe tener una serie de características: debería
guiar al estudiante hacia la solución deseada de modo que favorezca una exploración libre o
una investigación autoguiada (Schelfhout, Dochy y Janssens, 2004); debe admitir soluciones
múltiples; no debe indicar explícitamente las acciones adecuadas; debe ser percibido como
real; y debe poseer criterios múltiples para la evaluación de soluciones.
1. El primer principio que señalan se refiere a que la instrucción está organizada alrededor del
aprendizaje significativo y metas apropiadas. Cuando el aprendizaje ocurre en contextos
significativos y con metas apropiadas es más probable que el conocimiento sea representado
coherentemente.
Los problemas significativos son normalmente más complejos que las típicas tareas
escolares, y los estudiantes necesitan soporte para trabajar con esa complejidad. Según la
perspectiva de la cognición situada, el paso de novel a experto en una materia implica un
aprendizaje cognitivo en la cultura y práctica de la disciplina; y en este proceso está implicada
la participación guiada con una transferencia gradual de responsabilidad. La interacción con
adultos o compañeros más capaces es una forma de andamiaje que permite al estudiante
trabajar en sus niveles potenciales. El propósito de las interacciones es que los estudiantes
desarrollen estrategias que sustituyan la estructura de soporte permitiendo a los estudiantes
pensar por sí mismos y generalizar su conocimiento. En general, el andamiaje es necesario para
ayudar al estudiante a ser experto.
Los expertos poseen fuertes habilidades de autodirección que les permite regular sus
metas de aprendizaje y actividades. La retroalimentación, la revisión y la reflexión son
aspectos críticos para el desarrollo de la habilidad del aprendizaje autorregulado (Beier y
Ackerman, 2005; Schelfhout, Dochy y Janssens, 2004). La autorregulación requiere suficiente
conocimiento para evaluar el pensamiento, para producir auto-retroalimentación y para acceder
al conocimiento sobre cómo hacer las revisiones necesarias, por lo que los estudiantes pueden
regular efectivamente lo que saben y hacer uso efectivo de la retroalimentación sin tener una
comprensión profunda del dominio. Los estudiantes autorregulados producen
retroalimentación sobre su propia realización y ajustan su aprendizaje en respuesta a ella, (De
Groot, 2002). Los ambientes de aprendizaje necesitan ayudar al estudiante a entender que las
oportunidades de identificar ideas que no estén claras y descubrir errores en el propio
pensamiento, son signos de éxito y no de fracaso, y son claves para el aprendizaje efectivo
(Dweck, 1989).
4. Por último, el cuarto principio para el diseño de ambientes de aprendizaje, señala que la
instrucción está comprometida con la promoción de la colaboración, distribución de la
expertez y el entrar en el discurso de la comunidad de aprendices.
Método
Participantes
Los participantes en este trabajo fueron 124 estudiantes de primer curso de los estudios de
Psicopedagogía de la Universidad de Alicante. Aproximadamente el 32.25% son del género
masculino y el 67.75% del femenino. Se trata de un grupo de estudiantes que ha accedido a los
estudios de Psicopedagogía una vez superada una diplomatura universitaria o los tres primeros
años de una determinada licenciatura. Este hecho hace que la mayor parte de estos alumnos
posea conocimientos previos de carácter general de tipo psicológico y /o educativo.
Instrumentos y variables
alternativas de respuesta, a los que los participantes tenían que responder con la alternativa
correcta. La puntuación total en la prueba se estableció mediante la conocida fórmula P = A-
E/(n-1), con la que se penalizan los errores cometidos en las respuestas. Las puntuaciones de
cada individuo se obtuvieron mediante un programa de ordenador construido al efecto
utilizando el programa SPSS; para ello se registraron las respuestas según el siguiente código,
respuesta correcta = 1, error = 0, sin contestar = 2. Las puntuaciones finales se convirtieron a
una escala que varía de 0 a 10.
Procedimiento
Durante el desarrollo del cuatrimestre, se llevó a cabo la presentación por parte del profesor del
material a aprender. La estrategia instruccional seguida es una mezcla de explicación del
profesor, discusión en clase y trabajo independiente de aprendizaje. Cada sesión comenzó con
la explicación del profesor, que iba destinada tanto a ofrecer una visión general del tema, como
a facilitar la comprensión de conceptos concretos y su aplicación a la práctica. A continuación,
se comentaba y se discutía sobre diversos aspectos de los contenidos presentados, procurando
que participaran todos los miembros del grupo clase. Finalmente, se recordó a los alumnos la
disponibilidad del profesor en horas de tutoría para aclarar cualquier duda al respecto.
Resultados
Resultados relativos a la fiabilidad y validez del “Cuestionario sobre preferencias por estilos
de enseñanza-aprendizaje” (ESTIEA).
A continuación, se ofrecen los resultados del análisis factorial realizado sobre las respuestas de
los alumnos al “Cuestionario sobre preferencias de estilos de enseñanza-aprendizaje”, que se
obtienen en una muestra de estudiantes compuesta por los alumnos de los dos grupos que
participan en nuestra investigación, formados ambos por estudiantes matriculados en cuarto
curso de psicopedagogía.
Una vez sometida la matriz de correlaciones entre los 25 ítems del cuestionario a
análisis factorial con el método de componentes principales, se observa la existencia de 2
factores; el primero explica casi el ochenta por ciento (78.1%) de la varianza, y presenta unas
altas saturaciones factoriales de cada ítem con el factor; mientras que el segundo factor explica
tan solo el 9.2% de la varianza, como aparece en la tabla 1.
Tabla 1. Matriz factorial en la que aparecen las saturaciones factoriales de cada ítem en los dos factores extraídos en el
análisis.
Estos resultados indican que los alumnos no muestran unas preferencias claras por
unos estilos de enseñanza, ni consideran en general que unos métodos de enseñanza sean
mejores que otros, sino más bien que muestran sus preferencias por una combinación o mezcla
de estos estilos y métodos.
Como hemos comentado, proponemos una escala reducida, resultado de eliminar los
ítems que saturaban en ambos factores, y al calcular el coeficiente de consistencia interna de
Cronbach para los 22 elementos que componen esta escala, obtenemos un valor de .9876, como
fiabilidad de la escala. Estos ítems se emplean en los cálculos posteriores en los que se utiliza
la escala, definiéndose una puntuación única sobre las preferencias por distintos estilos de
enseñanza, como la suma de las respuestas dadas por los participantes en este estudio a cada
uno de los ítems. A esta variable la denominamos “ambiente global de aprendizaje”.
.9866 .9876
En este apartado se analizan los resultados de las correlaciones entre las variables utilizadas.
La variable que hemos denominado ambiente global de aprendizaje, aparece correlacionada de
forma muy significativa con el rendimiento final (r= .36, p=0.005).
Discusión y Conclusiones
El contexto instruccional en este caso, definido por el ambiente de aprendizaje, aparece en nuestro
trabajo relacionado, de forma sistemática, con los resultados de aprendizaje evidenciados en el
rendimiento académico.
De acuerdo con los resultados de otros trabajos recientes sobre el ajuste entre las
características de los estudiantes y los métodos de enseñanza (Sternberg, Grigorenko, Ferrari y
Clinkenbeard, 1999; Sternberg, Torff y Grigorenko, 1998), se planteó la hipótesis de que las
preferencias de los alumnos por determinadas estrategias o estilos de enseñanza del profesor,
estarían relacionados con los resultados de aprendizaje de los alumnos.
Sin embargo, los resultados sobre la validación del “Cuestionario sobre preferencias por
estilos de enseñanza/aprendizaje”, mostraron la existencia de un único factor, alrededor del cual
saturan fuertemente todos los ítems del cuestionario. Contrariamente a lo esperado, los
participantes en el estudio no mostraron unas preferencias por unos estilos de enseñanza-
aprendizaje sobre otros, sino que mostraron su preferencia por una combinación de métodos de
enseñanza y aprendizaje que incluían el trabajo independiente, la discusión en grupo, la
explicación del profesor, el trabajo cooperativo y la práctica. A este factor lo denominamos
ambiente de aprendizaje, una vez que captura los diferentes métodos de enseñanza y aprendizaje
presentes en el contexto instruccional.
y Grigorenko (1998) encontraron que la instrucción triárquica, que intenta potenciar las
habilidades analíticas, creativas y prácticas, mejora el rendimiento, ya que permite a los estudiantes
codificar la información, para ser aprendida y memorizada, de tres modos diferentes, con lo que
tendrán más posibilidades de recuperación y de aplicación. Estos mismos resultados se obtuvieron
en estudios posteriores (Sternberg, Grigorenko, Ferrari y Clinkenbeard, 1999; Grigorenko, Jarvin y
Sternberg, 2000) en los que se señala que todos los estudiantes deben de recibir una variedad de
métodos para que cada uno individualmente se beneficie de aquellos métodos que se ajustan a sus
características.
Nuestros datos sustentan esta hipótesis, ya que los resultados del análisis de fiabilidad y
validez del cuestionario sobre preferencias por estilos de enseñanza aprendizaje (ESTIEA) indican
que los alumnos no muestran unas preferencias claras por unos estilos de enseñanza, ni
consideran en general que unos métodos de enseñanza sean mejores que otros, sino más bien
que es una combinación o mezcla de estos estilos y métodos los que deben de ponerse en
marcha en clase para que los alumnos alcancen mejores resultados.
Otros autores como Jonassen (2000), De Corte (2000), Mason (2001), Bolan (2003),
Therhart (2003), Asan (2003), Kreijns, Kirschner y Jochems, (2003), VanMerrienboer y
colaboradores (2003) y Schelfout, Dochy y Janssens (2004), han definido también las
características de los ambientes de aprendizaje eficaces. De Corte (2000), señala que deben inducir
y apoyar la adquisición de procesos orientados a metas, constructivos y acumulativos, mediante el
aprendizaje por descubrimiento y la exploración personal por un lado, y la instrucción sistemática
y la orientación por otra; deben mejorar la autorregulación de los estudiantes; y deben integrar la
adquisición de habilidades cognitivas generales en dominios específicos de contenido. En una
propuesta más reciente, Herringtong y Oliver (2002), recogen las características de un ambiente de
aprendizaje situado: Herringtong y Oliver (2002) recogen las características de un ambiente de
aprendizaje situado: a) Proporcionar contextos auténticos que reflejen el modo en el que se usa
el conocimiento en el mundo real, preservando la complejidad del mundo real sin fragmentar o
simplificar el ambiente; b) Promover actividades autenticas, que son relevantes en el mundo
real, poco definidas, que permitan que los estudiantes definan las tareas y subtareas requeridas
para completar la actividad, con un periodo de tiempo para la investigación, que proporcione la
oportunidad de distinguir la información relevante de la irrelevante, que permitan la
colaboración y que se integren en distintas áreas; c) Facilitar el acceso a realizaciones expertas,
el acceso a aprendices en varios niveles de expertez, y a la observación de episodios en la vida
real; d) Proveer de múltiples perspectivas y papeles, y la oportunidad de expresar diversos
puntos de vista mediante la colaboración, así como varias posibilidades de investigación para
poder llevar a cabo la observación repetida; e) Fomentar la construcción colaborativa del
conocimiento, con tareas individuales y en grupo, la organización de la clase en parejas o en
pequeños grupos y una estructura que incentive el logro de todo el grupo; f) Impulsar la
reflexión para permitir la formación de abstracciones, con contextos y tareas auténticas,
facilitando que los estudiantes puedan volver a algún elemento del programa si lo desean y
actuar reflexivamente, dando a los estudiantes la oportunidad de compararse con los expertos y
con otros estudiantes, y, fomentando los grupos colaborativos que permitan la reflexión; g)
Promover la articulación para permitir que el conocimiento tácito se haga explícito, mediante
grupos colaborativos que permitan la comprensión individual y socialmente, así como
mediante la presentación pública del argumento para permitir la articulación y defensa del
aprendizaje; h) Procurar entrenamiento y andamiaje por parte del profesor, en los momentos
críticos, y mediante el aprendizaje colaborativo, donde los compañeros más capaces pueden
ayudar; i) Ofrecer una evaluación autentica de los aprendizajes en las tareas.
Mientras que Glaser (1996), Ericsson (1998), Baroody (2003), Baroody y Dowker
(2003), establecen implicaciones para el diseño instruccional basadas en las teorías sobre la
adquisición de la competencia, tales como el uso flexible y creativo de estrategias, y el empleo de
grupos cooperativos.
Referencias
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Anexo 1
En este cuestionario encontrarás una serie de afirmaciones sobre tu modo de pensar y actuar.
Lee atentamente cada afirmación e indica el grado de acuerdo con cada una de ellas
marcando con un círculo la respuesta que consideres más adecuada desde tu punto de vista.
Debes tener en cuenta que cada número significa lo siguiente:
1 = NADA
2 = LIGERAMENTE
3 = UN POCO
4 = MUCHO
5 = TOTALMENTE
No existen respuestas correctas ni erróneas. Por favor, lee cada afirmación y rodea, en
la escala que la acompaña, el grado de acuerdo con cada una de ellas.
Por favor, sigue tu propio ritmo al contestar, pero no dediques demasiado tiempo a
cada afirmación, y asegúrate de que no dejas ninguna afirmación sin contestar.
Introducción
El periodo escolar tiene marcados claramente unos objetivos que debe conseguir, dirigidos, en
mayor o menor medida, a instruir y educar personas que en el futuro puedan resolver con éxito
los diversos problemas y obstáculos que irán surgiendo. Sin embargo, este periodo es limitado
y no es posible enseñar todo aquello que un alumno podrá necesitar, imaginando y simulando
las múltiples circunstancias que, en cada caso, se presentarán.
Por ello, para llevar a cabo su objetivo, el sistema educativo se apoya en uno de los
procesos fundamentales de la enseñanza: el transfer. Mediante el transfer es posible aprender
determinados contenidos y aplicarlos en nuevas situaciones, abstrayendo para ello el principio
o principios básicos que las componen. Se trata, pues, de una de las metas fundamentales de la
educación (Brooks y Danserau, 1987; Bruner, 1960; Deese, 1958; Marini y Genereux, 1995).
153
Carpintero, E. y Beltrán, J.A.
En este sentido, el objetivo del presente trabajo responde al análisis de los factores que
intervienen en el éxito del transfer en las situaciones escolares y las dificultades que para su
consecución surgen.
Estado de la cuestión
Sin embargo, esta situación responde a una de las principales disyuntivas que se
plantea en el ámbito de la instrucción de estrategias, decidir si deberían ser enseñados
directamente los procedimientos generales y libres de contenidos o, por otro lado, enseñar
procedimientos condicionados a un contenido establecido. La primera postura responde al
denominado aprendizaje situado, frente a una concepción contraria centrada fundamentalmente
en el entrenamiento en abstracciones y principios básicos.
aprendizaje difiere del contexto real de aplicación. El aprendizaje debería estar situado en el
contexto de aplicación para que fuera más efectivo, por ello, algunos autores proponen que
deberían enseñarse técnicas relevantes para las situaciones reales en las que se requerirán
(Brown, Collins y Duguid, 1989; Lave, 1988). Sin embargo, la segunda perspectiva considera
que existen ciertas habilidades adquiridas en situaciones escolares que son fácilmente aplicadas
y transferidas a otros contextos (Singley y Anderson, 1989) y que, por ello, la educación debe
centrarse en las principales formas de pensamiento, comprendiendo los aspectos esenciales de
cada disciplina (Gardner, 1999).
Anderson, Reder y Simon (1997) buscan las semejanzas entre una perspectiva situada
(Greeno, 1997) y una perspectiva cognitivista (Anderson, Reder y Simon, 1996), y señalan
cuatro elementos de unión:
Son múltiples los autores que afirman que para que el transfer tenga lugar hay que mostrar a
los estudiantes el valor del proceso en sí mismo, ofreciendo oportunidades e incentivos para la
reflexión y la práctica. Por ello, en la enseñanza del transfer juega un papel fundamental el tipo
de método instruccional que se emplea. En este sentido, debe favorecerse una enseñanza
flexible y que presente los contenidos de modo que los procedimientos de solución de
problemas puedan ser abstraídos para ser aplicados en otras situaciones sin depender de claves
contextuales (Berliner y Calfee, 1996; Bassok y Holyoak, 1989).
Para asegurar la transferencia de las estrategias adquiridas, los alumnos necesitan ser
conscientes de estas habilidades abstraídas desde los contenidos específicos. Tal y como
comprobaron Gick y Holyoak (1980), la diferencia entre los sujetos capaces de darse cuenta de
la relación que existe entre dos situaciones, y los sujetos que pueden aplicar un esquema para
solucionar un problema análogo, es muy significativa. Esta diferencia señala que existen
numerosas ocasiones en las que los alumnos no descubren la conexión entre situaciones, lo que
les impide la aplicación de los nexos. Por ello, si se ofreciera una información explícita sobre
dicha conexión, las oportunidades de transfer aumentarían significativamente. Enseñar
explícitamente al alumno la posibilidad de realizar el transfer (Toh y Woolnough, 1993),
exigiendo un esfuerzo consciente tanto por su parte como por parte del alumno (Adey y
Shayer, 1993) sería garantía de éxito.
Las explicaciones y reflexiones que los alumnos realizan sobre su propio aprendizaje
configuran un elemento esencial desde el que apoyar el proceso del transfer. Por eso, algunos
autores plantean que el transfer debe ser autodirigido Belmont, Butterfield y Ferreti (1982) y
aprendido como una estrategia metacognitiva (Bransford, Zech, Schwartz, Barron, y Vye,
1999; Brown, 1978; Campione, Brown y Ferrara, 1982). Este proceso de reflexión sobre el
propio pensamiento, analizando los pasos que constituyen el procedimiento de resolución
mediante el transfer permite que los alumnos logren un aprendizaje más profundo de los
contenidos, incluyendo su identificación, uso y propósito, su empleo en diferentes contextos y
las posibilidades potenciales del mismo.
Fuchs, Fuchs, Prentice, Burch, Hamlett, Own, Hosp y Jancek (2003) quienes estudian las
consecuencias de la enseñanza del transfer realizando un entrenamiento en tres momentos:
inicialmente, enseñan a los alumnos el significado del concepto de transfer y les presentan
ejemplos sencillos, animándolos a buscar situaciones cotidianas donde aplicar los
conocimientos aprendidos; posteriormente, les indican como un problema o situación puede
variar sin alterar su estructura profunda; finalmente, les sugieren la posibilidad de que existan
nuevos problemas que incorporen cambios en su estructura superficial y, sin embargo,
continúen perteneciendo a la misma categoría de problemas.
Un último aspecto que debe tenerse en cuenta a la hora de esperar y desear el transfer
es que se trata de un proceso que, además de requerir determinado nivel de abstracción, se
encuentra directamente vinculado con la memoria, pues la memoria participa tanto en la
codificación de la situación inicial, como en su almacenamiento y posterior recuperación, ya
que deberá realizarse una comparación entre la situación almacenada y la actual (Kimball y
Holyoak, 2000; Phye, 1989).
Para que cualquier proceso instruccional tenga éxito es preciso contar con un elemento
determinante: la motivación de los estudiantes. Incluso el más minucioso y cuidado programa
será un fracaso si no cuenta con la disposición y la actitud positiva de los alumnos. En este
sentido, Alexander y Murphy (1999) hacen referencia a tres posibles obstáculos. En primer
lugar, mencionan el tratamiento superficial que se realiza de las materias en el aula, derivado
de la amplitud de los programas que deben abarcar los docentes consecuencia de las grandes
cantidades de conocimientos e informaciones que deben impartirse. Esta situación provoca que
el docente centre su tarea en la información y olvide comprobar la competencia del alumno
sobre la misma. Serán aquellos profesores que dispongan de sólidos conocimientos
pedagógicos junto con una mayor destreza en su materia quienes sepan identificar con maestría
la importancia de los contenidos (Jetton y Alexander, 1997). En segundo lugar, consideran que
los alumnos no encuentran en el aula el desafío y reto suficiente para estimular su aprendizaje,
pues parece existir un acuerdo tácito mediante el cual aquellos alumnos que realicen sus tareas
y presenten un comportamiento correcto en el aula obtendrán calificaciones positivas. Esta
situación disuade de realizar cualquier esfuerzo ajeno a la memorización de unos contenidos.
En tercer lugar, confirman que desde el ámbito educativo no se potencia la relación entre los
diversos contenidos y las diferentes áreas, trasladando al alumno una imagen de disciplinas
aisladas e independientes.
Por ello, y derivado de los obstáculos anteriores, estos mismos autores establecen tres
normas prioritarias para que el transfer se produzca: en primer lugar, debe disponerse de una
colección de conocimientos ricos y conexionados, de modo que puedan representarse los
contenidos en múltiples contextos; en segundo lugar, el profesor deberá, además de dominar su
disciplina, seleccionar los contenidos más relevantes de la misma de modo que garantice su
comprensión en profundidad; por último, el transfer debe existir y debe reforzarse en el aula, y
para ello, los docentes deberán ser modelos de transfer proponiendo actividades que favorezcan
su presencia y consecución.
En esta misma línea, Nickerson, Perkins y Smith (1987) propone que únicamente
podrá esperarse el transfer en un programa de enseñar a pensar si se estimula explícitamente a
los alumnos a trasladar las habilidades hacia otros contextos, se proporciona suficiente práctica
para permitir entablar relaciones con diversos contextos, se asegura que los principios
enseñados se aplican en repetidas situaciones y se incluyen problemas de diversos tipos, de
modo que los alumnos encuentran la aplicabilidad de los principios en sus propias
experiencias.
Para que el transfer tenga éxito Brown (1989, 1990) establece la necesidad de mostrar
al alumno la semejanza entre un problema y otro, dirigir su atención hacia la estructura
fundamental de ambos problemas, estimularle para que se familiarice con el dominio del
problema, presentando ejemplos acompañados de las reglas y principios, y estimulando
especialmente aquellos ejemplos generados por los propios alumnos.
Por su parte, Perkins y Salomon (1988, 1990, 1992) describen dos estrategias para la
consecución del transfer: hugging y bridging. La primera estrategia, hugging, hace referencia
al acercamiento de los contenidos, provocando experiencias similares a las que quieren ser
transferidas, y la segunda, bridging, se encuentra vinculada a la ayuda que se ofrece al alumno
para que genere conexiones (puentes) entre diversas áreas. Por ello, y como consecuencia de
ambas estrategias, la instrucción según estos autores debería estar centrada en la abstracción y
aplicación de principios, ofreciendo práctica variada, evitando la aplicación en contextos muy
cercanos o puntuales. De este modo, se deben establecer conexiones entre los principios
generales y los casos particulares, realizando una enseñanza explícita del transfer.
Los experimentos que la ciencia ha hecho a lo largo de la historia han girado desde la
admiración a la decepción, o del éxtasis al desencanto. La admiración sobreviene cuando
comprueba la grandeza de la mente que vuela por las áreas traspasando principios, leyes y
conclusiones. El secreto de la interdisciplinariedad que tantos descubrimientos ha permitido
conduce, muchas veces al desencanto, comprobando cómo después de muchas horas de
trabajo el resultado es apenas perceptible.
Pero estos sentimientos no ocurren vano. No hay lugar para el pesimismo. La fuerza
del transfer existe porque es la misma fuerza de la mente humana. Lo que hace falta es
redefinir el constructo y explorar nuevas direcciones. Quizás haya sido difícil encontrar la
evidencia del transfer porque tendemos a pensar de una manera simple y sesgada que oscurece
su presencia.
Las nuevas líneas de trabajo sobre el transfer contrastan fuertemente con las
tradicionales y tienen implicaciones importantes para la educación. El enfoque clásico
interpreta el transfer como la aplicación directa del conocimiento de una situación a otra y lo
mide en un contexto cerrado de solución de problemas. Pero ésta es una visión estática, hacia
atrás. Por el contrario, el enfoque dinámico, ve el transfer desde una perspectiva hacia delante,
de preparación para el aprendizaje futuro (Brandsford y Schwartz, 1999). Esta nueva
perspectiva revela el transfer que pierde de vista el viejo modelo.
Los profesores podrían hacer sus propias evaluaciones dinámicas mirando no sólo a
las ejecuciones de los estudiantes en los tests que usan metodologías cerradas de solución de
problemas, sino también a sus habilidades para aprender nuevos conjuntos de materiales. En la
vida social y económica, las instituciones y las empresas no quieren que sus empleados sepan
muchas cosas, sino que sean capaces de aprender pronto y bien lo que tienen que hacer en el
futuro dentro de la empresa. Y las preguntas que se hacen sobre ellos son: ¿están utilizando lo
que ya saben para definir su nuevo trabajo? ¿tratan de evaluar la nueva información en lugar de
limitarse sólo a asimilarla a los esquemas ya existentes? ¿Son capaces de trabajar
colaborativamente? Se trata pues no de aplicar los conocimientos que saben de una situación a
otra, sino de saber utilizar lo aprendido en una situación para aprender pronto y bien en la otra.
La historia nos enseña que hay mucha gente que no se limita a repetir o replicar
situaciones. Su mente está preparada para cambiarlas, para hacerlas acordes con lo que ellos
saben, piensan y entienden. Así pues, tenemos que ver el transfer no como el calco o mapeado
mimético de viejas situaciones, comprensiones y prácticas al uso. La perspectiva dinámica
hacia el futuro destaca, sobre todo, que la gente puede cambiar la situación en algo más
compatible con su estado actual de metas. Y así aprende para el futuro.
Principios básicos
Dando un paso más, y disponiendo las semillas para una nueva teoría general sobre el transfer,
en la que se garantiza su existencia y su consecución, Haskell (2001) establece once principios
básicos:
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Procesos, Estrategias y Técnicas de aprendizaje; Educar para el siglo XXI y Aprender con
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Profesora contratada doctora. Sus líneas de trabajo han estado marcadas por su preocupación
sobre los procesos del aprendizaje y en especial por las estrategias de carácter cognitivo y
motivacional.
Pedro Rosário
Profesor Titular de la Universidad de La Coruña. Sus intereses han estado centrados, desde el
principio, en los temas de motivación, concretamente, en metas académicas, y estrategias de
aprendizaje, sobre los que ha investigado y publicado abundantes artículos en las revistas
especializadas. Pertenece al Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación, del que
ha sido Director. Forma parte, asimismo, del Consejo Asesor de Psicothema.
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