La Importancia de Creer

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LA IMPORTANCIA DE CREER

Activa la palabra del señor en tu vida a través de la fe y sus promesas se


cumplirán.

Las Escrituras son un conjunto de libros que reúnen los


testimonios de personas que se relacionaron con Dios, por
lo que al leer recibimos revelación sobre el carácter y el
corazón de nuestro Padre. A través de la historia de
Abraham conocemos sobre la fe; a través de la historia de
Moisés sabemos sobre el valor del servicio; y a través de
Jesús descubrimos lo importante que somos para Dios
porque buscó salvarnos dando lo más valioso: la vida de Su
Hijo. Si se continuara escribiendo, en alguna parte
aparecería tu vida como el ejemplo de alguien que aprendió
a relacionarse con Dios y por la fe recibió salvación y
bendición. Así que la Biblia es un libro sobre la fe. Una de
esas historias cuenta que un padre buscó la liberación de su
hijo atormentado por un espíritu inmundo. Cuando Jesús se
acercó al grupo donde estaban este papá, los discípulos y
los fariseos, los encontró discutiendo, lo que me recuerda
que a veces discutimos las Escrituras en lugar de creerlas, y
eso no debería ocurrir ya que, si está escrito en la Palabra
de Dios, así será.
¿Qué sucedió entonces con este padre y su hijo? Pues el
hombre le pidió a Jesús que lo liberara porque lo había
llevado con Sus discípulos, pero ellos no habían podido
hacer la obra.
En esa afirmación vemos dos problemáticas de fe: la de los
discípulos y la del padre, quien después reconoció que le
costaba creer, pero le pidió ayuda al Señor para que su fe se
fortaleciera. Entonces Jesús obró el milagro. 1 Muchas veces
somos como ese padre que conoce al Señor, lo busca y sabe
que puede recibir bendición, pero nos falta fe.
¿Cuánta Palabra sabemos y de verdad creemos? Si
realmente estamos convencidos de que las promesas de
Dios son ciertas, ¡no hay nada imposible para nosotros! Por
lo tanto, comienza a vivir por fe ya que la Palabra que de
verdad creemos es la que funcionará para bendecir nuestra
vida.
Pareciera que sabemos más de lo que creemos porque
siendo cristianos escuchamos, leemos y aprendemos la
Palabra de Dios, pero si no hacemos algo para que se
cumpla, no demostramos que la creemos de verdad. El
reino de Dios no solo funciona por lo que sabemos, sino
también por lo que creemos y ponemos en práctica. Al
Señor le gusta nuestra sinceridad; si nuestra fe necesita ser
fortalecida, pidamos que nos ayude a creer y Él lo hará
porque insistentemente nos pide que le creamos, que no
caminemos por vista sino por fe.
Cierta vez venía de vuelta de un viaje y en el avión, a lo
lejos, vi un hermoso espectáculo: era una tormenta
eléctrica que se veía impresionante en medio de las nubes,
pero a medida que el avión se aproximaba y entramos en
ella, las cosas ya no fueron tan bonitas. Al contrario, todos
se asustaron porque la turbulencia nos zarandeaba como si
la nave fuera de papel. En medio del caos, saqué valor para
tranquilizar
1. Marcos 9:14-24: Cuando llegó a donde estaban los discípulos, vio una gran
multitud alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos. Y en seguida
toda la gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron. El les
preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? Y respondiendo uno de la multitud, dijo:
Maestro, traje a ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera
que le toma, le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va
secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no pudieron. Y
respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de
estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. Y se lo
trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho,
quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos. Jesús preguntó
al padre: ¿Cuánto tiempo hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y
muchas veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero si puedes
hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes
creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del
muchacho clamó y dijo:

Creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba,


reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te
mando, sal de él, y no entres más en él.

2. Marcos 9:23: Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
a los que me escucharan, pero la verdad, yo también estaba
muy asustado. Con esa experiencia aprendí que incluso en
medio de la peor angustia nuestra fe nos sostiene. Además,
reflexioné sobre el hecho de que los pilotos del avión
realmente no avanzan por vista, sino porque se dejan guiar
por la ruta que les han trazado en tierra, pues ellos no
pueden ver todo el panorama y el tráfico aéreo. Si al ver la
tormenta deciden desviarse sin permiso, la catástrofe
estaría más cerca porque el riesgo de un choque es alto, así
que deben confiar en las instrucciones que reciben. ¡Eso es
avanzar por fe! No debemos tomar decisiones
fundamentadas en la información que recibimos con
nuestros sentidos sino avanzar confiando en las promesas
que el Señor nos ofrece en las Escrituras. Tus sentidos
pueden decirte que la enfermedad es mortal, pero Jesús te
dice que por Su llaga fuiste sanado. A pesar de los
pronósticos financieros, confía en que Dios te guardará en la
palma de Su mano y hará algo hermoso con tu vida y con tu
familia.
Para nosotros la fe es vital porque incluso por fe y no por
obras recibimos la salvación.
3 Es imposible auto salvarnos porque solo Dios, por gracia,
puede darnos ese regalo que no tiene precio. Así que la fe
es todo: activa la gracia redentora en nuestra vida y
también activa el favor de Dios que abre puertas para que
crezcamos, avancemos y recibamos bendición. Todo inicia
por la fe que nos mueve a esforzarnos, poner manos a la
obra y provocar que Dios nos favorezca, porque le agrada
ver que le creemos con un corazón humilde y agradecido
por lo que ha hecho y hará en nuestra vida. ¡Convéncete!
Dios abre puertas a quienes confían en Él y le creen, pero
cuando dejamos de confiar, cuando dejamos de vivir por fe,
nosotros mismos cerramos la puerta de Su gracia y favor.
Incluso es por fe que podemos levantarnos cuando caemos
por debilidad, como sucedió con Pedro. 4 Sin una fe activa
es como si estuviéramos muertos, porque de nada sirve
decir que creemos en Dios si no lo demostramos.
El capítulo de Hebreos 11 nos habla de lo importante que es
activar la fe ya que al leer todos los ejemplos que nos
muestra vemos que el verbo “creer” siempre se acompaña
de otro verbo de acción. En este capítulo vemos que Dios ha
buscado gente que le crea, pues todo lo demás lo hace Él.
Por fe, Abel alcanzó buen testimonio, Abraham fue padre de
una nación, Sara concibió, 5 Isaac bendijo a Jacob y a Esaú,
Noé preparó un arca y Moisés liberó a los israelitas, 6 ¡la fe
es acción!
3. Efesios 2:8-10: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.

4. Lucas 22:31: Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha


pedido para zarandearos como a trigo.

Se nace, se vive, se camina, se pelea, se muere y se resucita


por fe. Si crees en Dios y en Su Palabra debes demostrarlo
con obras. Recuerda que sin fe es imposible agradar a Dios,
por lo tanto, todo lo que hacemos por fe le agrada. ¿Qué
hacemos con nuestra medida de fe? Porque todos tenemos
una que puede incrementarse al ponerla en práctica. Usa tu
fe para aguantar una crisis y también para salir de ella.
Crece en fe, no te quedes con una que solo aguanta sino
que madura para obtener una medida que te mueva a
superar las dificultades y lograr tus sueños. La Palabra de
Dios es viva y eficaz 7 para realizar grandes proezas, no es
una Palabra que te pide ser conformista sino que te motiva
a conquistar y vencer, y nunca vuelve
5. Hebreos 11:1-11: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los
antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la
palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual
alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas;
y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver
muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese
traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es
imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios
crea que le haya, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé,
cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con
temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al
mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la fe
Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir
como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero
en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y
Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que
tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también
la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun
fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había
prometido.

Vacía porque busca que actúes. Cuando Dios te sana, Su


Palabra regresa con una persona que tiene nueva vida;
cuando restaura tu familia, Su Palabra regresa con personas
plenas de gozo, pero todo esto puede suceder solo si crees
y actúas de acuerdo con esa Palabra.
Fortalece tu fe para ser esa tierra fértil donde la Palabra de
Dios produce abundante fruto y no te dejes abatir por los
afanes de la vida que siempre ofrecerán mensajes negativos
que podrían ahogar el mensaje del Señor. 8 Sabemos que las
preocupaciones de la vida diaria tienen la capacidad de
matar nuestra fe porque son poderosas para enviar
mensajes de fracaso.
Cuando te angustias por lo que comerás, vesti
6. Hebreos 11:17-32: Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac;
y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele
dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando que Dios es
poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido
figurado, también le volvió a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú
respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de
los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. Por la fe
José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento
acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus
padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el
decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la
hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que
gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas
el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la
mirada en el galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey;
porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la
aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los
tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e
intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron
los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe Rahab la ramera
no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías
en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón,
de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los
profetas.

rás y proveerás a tu familia, no tienes paz para enfocarte en


aprender de la Palabra de Dios y crecer espiritualmente, así
que lo primero es tener fe para convencernos de que
nuestro Padre nos proveerá y bendecirá nuestro esfuerzo.
No confíes en el dinero, en ese bien de intercambio del
mundo, porque tus recursos provienen del dueño de todo
cuanto existe.
La tentación de pensar que las riquezas del mundo
eliminarán los afanes es poderosa y puede ahogar una vida
de fe. Incluso Jesús fue tentado con el afán porque el diablo
le preguntó si tenía hambre y lo motivó a convertir las
piedras en pan, pero Su respuesta fue que no solo de pan
terrenal vive el hombre sino de la Palabra de Dios, lo cual
significa dos cosas: la primera, que debemos alimentarnos
de las enseñanzas de nuestro Padre; y la segunda, que
debemos confiar en que nuestra provisión también viene de
Él. Todo cuanto necesitas saber para prosperar en cada área
de la vida —espiritual, material y emocional— se encuentra
en la Palabra de Dios. Cuando crees en el Señor, no importa
la escasez o la abundancia que tengas porque tu gozo debe
provenir de Él, quien es tu esperanza y fortaleza. Cuando
tienes fe, los
7.Hebreos 4:12: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante
que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las
coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón.

8. Mateo 13:22: El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la
palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la
palabra, y se hace infructuosa.
afanes de la vida no ahogan la Palabra de Dios, entonces
creces espiritual y personalmente. La fe es la sustancia, la
esencia de tu gozo y plenitud, lo que extrae de la Palabra el
contenido de tu bendición, sanidad, salvación y
restauración.
Cuando sabemos de la Palabra de Dios, tenemos la materia
prima, el conocimiento, pero necesitamos activarla con la
fe.
Los milagros no suceden por lo que sabemos sino por lo que
creemos. Conéctate con las Escrituras, apréndelas y
actívalas con la fe que Dios te ha dado. Por fe, entrégale tu
vida para que Su gracia te salve y te guíe en cada etapa de
tu vida.
Introducción:

El elemento determinante entre lo que Dios puede y quiere darnos y el cúmulo de


nuestras necesidades es la fe. La fe no es otra cosa que creerle a Dios. Diga en alta
voz: “Yo le creo a Dios”

Cuando tenemos esto bien definido, entonces podemos considerar los aspectos que
encierra la fe:

1. La fe nos lleva a tomar decisiones de alto riesgo (Génesis 12:1-5)

Al salir de Ur de los caldeos, Abraham estaba arriesgando sus posesiones, sus


cosas, su familia y todo cuanto hubiese alcanzado a tener hasta ese momento por
seguir al Señor. El cristiano consagrado a Dios está dispuesto a arriesgarlo todo
para aventurarse a ir tras lo que Dios le haya dicho. A muchos cristianos les cuesta
tomar decisiones. Ignoran que el futuro nuestro no solo depende de las
oportunidades que tengamos en la vida, sino también de las decisiones que
tomemos frente a esas oportunidades, y optan por dejar que pasen sin echar manos
a ellas. Abraham escogió salir de su parentela y logró lo que Dios le había dicho.

2. La fe nos lleva a emprender largas jornadas en busca de un mejor destino


(Génesis 12:4-5)

El viaje de Abraham cubrió una ruta de más de 2.400 Km de distancia y los recorrió
alimentado por la fe. El soñó ampliando sus horizontes. Tal vez nunca antes había
recorrido tantos kilometrajes, pero esta vez se movió en razón de que creía que
encontraría “la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10).
El profeta Isaías nos exhorta a ampliar el sitio de nuestra tienda, a correr las
cortinas y a ahondar las estacas (Isaías 54:2). La fe nos acciona, nos hace mirar más
allá de nuestras posibilidades. El destino ya fue trazado y el camino para llegar a él
ya nos fue indicado (Juan 14:1-6) ¿Qué espera usted para recorrerlo?

3. La fe nos lleva a esperar a que suceda lo imposible (Génesis 17: 1-27).

Tanto para Abraham como para Sara tener un hijo era no solo un imposible sino
también un absurdo dada la edad que ambos tenían y por la esterilidad de Sara.
Pero la persona de fe no cree solamente en hechos sino que mediante su plena
confianza en Dios espera que suceda lo humanamente imposible. La fe no se
detiene en los hechos, va más allá. La fe da por sentado que lo que Dios nos haya
prometido, se cumplirá. La fe es una solemne confianza en lo que Dios ha dicho en
razón de su carácter y naturaleza. Dios no sabe ni puede mentir, y ese es el mayor
garante de la Palabra que salió de su boca.

4. La fe nos lleva a entregarlo todo (Génesis 22:1-19).

Abraham sabía que al sacrificar a su hijo, toda esperanza de ser padre de


multitudes quedaría arruinada y que las promesas que lo señalaban como un
futuro padre de muchas naciones ya no se cumplirían. Pero no obstante decidió
confiar en el Señor y rendirle a él lo más preciado que tenía en ese momento: su
hijo Isaac. Un cristiano convencido de a quien le está creyendo estará dispuesto a
sacrificar todo lo que Dios le pida y lo más precioso para él en procura de agradar
a su Dios y Señor. El no argumentará contra lo que Dios le esté pidiendo,
simplemente obedecerá; él no cuestionará a Dios por la forma en que lo hace,
simplemente es preguntará:¿Por qué no lo había hecho antes?. La fe no se detiene a
reparar en lo que da, sino en las razones por las que damos.

Conclusión:

Fe no es tanto lo que uno cree, sino lo que uno hace con lo que cree. Y si lo que
creemos no nos lleva a hacer algo, ¿para que lo creemos? (Santiago 2:17) ¿Qué está
usted haciendo con su fe? ¿Dejará pasar las nuevas oportunidades que se le están
dando como lo hizo la primera vez?

La fe es capacidad que el Espíritu Santo da para que creamos lo que Dios nos
afirma desde su Palabra.
FE PARA EL MOMENTO FE PARA EL PROCESO
La Biblia dice que todo le es posible al que cree y yo enseño sobre la fe porque creer es lo que
mejor hago. Ahora aprenderemos que hay fe para diferentes cosas y problemas. Hay para
cosas inmediatas como la sanidad que necesitas para sobrevivir un cáncer que
supuestamente te matará en tres meses y también hay fe para el proceso de levantar una
empresa que debe durar toda la vida. Debemos tener fe para comer hoy como para
conseguir el trabajo que nos proveerá el sustento a partir de este momento. No es lo mismo
tener fe para predicar Palabra de conocimiento y profecía en media hora que para graduarse
de la universidad. Necesitamos fe para lo inmediato y eventual pero es más importante
tenerla para continuar un proceso y verlo terminado. Un empresario necesita que la fe e
ayude a sacar su negocio adelante todos los día, le ayude a vender, pagar gastos y tener
utilidades. Necesitamos fe para enfrentar procesos. Los milagros suceden en un momento
pero si la fe no es constante, ese milagro puede irse tan rápido como llegó. El Señor puede
bendecirte con un buen negocio que sea el inicio de tu prosperidad futura, así como puede
romper una maldición generacional pero los resultados tal vez no se vean inmediatamente y
tu fe debe sostenerte hasta que el proceso culmine, aunque sean tus hijos o nietos quienes
finalmente se beneficien de tu constancia.

Fe porque somos valiosos

Mateo 6:26-30 nos hace ver nuestro valor ante los ojos de Dios: Mirad las aves del cielo, que
no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No
valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane,
añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios
del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su
gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa
en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?

Dios hace de acuerdo a tu fe, así lo dijo Jesús: “conforme a tu fe te sea hecho”. Aunque te
cueste creerlo, el Señor también habla de la fe para comer y para vestirte porque todo, desde
lo más elemental hasta lo más sobrenatural requiere confianza en Él. Nuestro Padre dice
que podemos vestir mejor que la hierba del campo y así es. Nuestra presentación personal
siempre debe reflejar el gran valor que tenemos como hijos de Dios.

Mi madre me decía: “remendado pero limpio”, es decir que no necesitamos trajes caros para
vernos bien pero siempre debemos vestirnos dignamente y demostrar nuestra autoestima a
los demás. Ningún cristiano debe salir despeinado, sucio o mal vestido de su casa porque
ese descuido refleja un grave problema interno. Uno de los miembros de Casa de Dios fue
afectado por la tormenta Ágatha y su fábrica literalmente se hundió en la tierra. Cuando le
llamé para platicar con él, me sorprendió verlo tan optimista. Se presentó en mi oficina bien
vestido, arreglado y hablando de cómo estaba empezando de nuevo porque el Señor ya le
había demostrado que con fe todo se puede lograr. Me dijo: “hace 10 años vine a la iglesia,
entré a un seminario para empresarios y Dios me ayudó a abrir mi fábrica. Ahora tengo 60
familias que dependen de mí y me levantaré para salir adelante. Acabo de ir al hoyo donde
se hundió mi fábrica a despedirme del pasado, llamé a mi esposa y le dije que no llegara
porque no había nada de nada. Lo único que pude rescatar fueron mis tarjetas de
presentación pero sé que es suficiente para empezar de nuevo porque el Señor no me
abandonará”. Es impresionante cómo Dios ahora le está proveyendo para comprar sus
nuevas máquinas. Su fe capaz de enfrentar procesos era evidente desde que lo vi parado en
la puerta ya que no vino quejoso pidiendo que orara por él. Jesucristo dice que Dios hará
mucho más por ti y debes ser Su digno representante haciendo evidente tu fe.

Hay una relación directa entre la vida de fe y el valor que creemos tener. Esta pregunta:
“¿no valéis más que ellas?” en el original dice: “¿no son más dignos ustedes que ellas?”
Dignidad, valor y estima son palabras claves para nosotros. Jesucristo derramó Su sangre
para perdonarnos, ese fue el precio que se pagó por nuestra salvación así que somos muy
valiosos porque merecimos ser comprados por la preciosa sangre sin mancha del Hijo de
Dios. En economía se dice que el precio refleja el valor, así que debes convencerte que eres lo
más valioso que existe porque la paga por ti fue aquello que vale más que nada en el mundo.
Solamente puedes orar y pedir cuando demuestras que tu fe vale porque tú eres valioso ante
los ojos de Dios. Solamente quien se cree merecedor de mucho es capaz de acercarse al trono
del Rey y pedirle lo que sabe que le pertenece. Tus oraciones son del tamaño de tu fe. Si
crees que puedes pedir algo tipo A, Dios te lo dará, así como si crees que puede pedir algo
tipo B o C. Lo mejor es pedir algo AAA porque lo mereces. Tu vida de fe evidencia cuánto
vales ante los ojos de tu Padre Celestial. No pienses cautivar la atención del Señor
provocando lástima porque esa estrategia puede servirte para engañar a tu familia, a tus
amigos o tus compañeros de trabajo pero no para engañar a Dios que sabe el valor que te ha
dado. Esa actitud “pobrecito yo” es una condición del alma que no te llevará a nada bueno.

Aprende a valorarte para poder valorar a otros y demostrar que eres hijo de Dios, nacido de
nuevo por el Espíritu Santo. Recuerda que Jesús no vino a fundar iglesias ni religiones
sino a darnos esperanza. Él es el dador de la fe y demanda que demostremos tenerla en cada
proceso de nuestra vida.

Fe que influye los sentimientos y pensamientos

Mateo 8:25-26 relata lo que sucedió en medio de la tormenta: Y vinieron sus discípulos y le
despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! El les dijo: ¿Por qué teméis,
hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo
grande bonanza.

Este pasaje nos habla del temor que dominó a los discípulos y les impidió ejercer su fe. No
permitamos que las emociones y sentimientos anulen nuestra confianza. Tener miedo frente
a una tormenta en natural pero no cuando Jesús está en el barco contigo. Los sentimientos
son producto de tu estado de fe. Si crees, te sientes seguro, ves un buen futuro, tienes la
esperanza de que todo será bueno y sientes el valor que solo el Espíritu Santo puede darte.
Cuando no crees, ves un mal futuro y te deprimes porque predices que te irá mal. La
enfermedad asusta pero la falta de fe mata. La crisis intimida pero la falta de fe deprime. Al
contrario, la fe nos levanta.

Mateo 16:8 habla sobre la fe que influye los pensamientos: Y entendiéndolo Jesús, les dijo:
¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan?
En este pasaje Jesús cuestiona sus pensamientos negativos. La fe debe influir positivamente
en nuestros pensamientos así como en nuestros sentimientos y en nuestra autoestima. En
hebreos dice: “y por fe entendemos”. Nota que nuestro Señor habla en presente al decir:
”piensan que no tienen”, lo que significa que el hombre de poca fe piensa en presente
cuando debería pensar que siempre tendrá en el futuro. El presente se convierte
rápidamente en pasado, lo que leíste hace unos segundo ya pasó y lo único que queda es lo
que leerás. Para los hombres de fe solamente existe el futuro. Antes de lamentarte por lo
que te falta, recuerda quién eres y todo lo que el Señor tiene prometido para tu vida. Las
personas de fe no piensan en lo que no tienen sino en lo que nunca les hará falta porque
Dios siempre estará con ellos.

Mateo 14:27-31 relata ese momento cuando los sentidos influyeron en la fe de Pedro: Pero
en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le
respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo:
Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el
fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué
dudaste?

El ambiente estaba en penumbra y los discípulos no lo reconocieron pero luego, cuando ya


sabían que era Él, Pedro se dejó influenciar por lo que la tormenta le decía a sus sentidos y
dudó. La fe debe influir en los sentimientos, pensamientos y sentidos. Debes poner la
mirada en Jesús aunque alrededor se desate la tormenta. Él no te dejará caer si le
demuestras que tienes fe en Su presencia. Cualquiera se asusta por una tormenta pero no si
el Señor está sobre las aguas y te llama a Su lado.

Pedro ejerció fe para lo inmediato y no fue suficiente porque igual de rápido comenzó a
hundirse. Si tu fe es de momentos y no de procesos, podrías perder el milagro que recibiste
tan rápido como vino. Muchas personas que reciben sanidad y luego vuelven a enfermar
dicen que no fue el Señor quien las salvó pero lo que realmente les falló fue la fe para ver
más allá del momento. La duda puede llevarse aquello que la fe te dio.
Para evitarlo, debes hacer de la fe un estilo de vida constante.

Deja de afanarte por lo que no tienes. Si te preocupas porque este mes no hubo salario,
demuestras que vives por lo material y no por fe. Debes reforzar tu confianza para sentirte
tranquilo ya que aún tienes la fe que te sostendrá y te proveerá aún en los momentos
difíciles. Comprende que la fe es un estilo de vida, no un momento de milagros. Pedro
necesitó fe para vivir el milagro de caminar sobre el agua pero también la necesitó para
continuar y no lo logró. Puedes dar un paso de fe y sorprenderte, pero perderlo en menos de
24 horas. No vivas de instantes o momentos fugaces como Pedro, esa no es la fe que se
aplica a los extensos procesos de la vida. Puedes recibir el milagro de que tu esposo vuelva a
casa pero si no demuestras fe y continúas tratándolo mal, seguramente se irá de nuevo, así
que debes demostrar tu fe en un comportamiento diferente, amoroso, lleno de estima y valor.
No puedes salir de todos tus problemas pactando con Dios en instantes. Una mujer estéril
puede recibir el milagro de concebir y tener un hijo pero su fe debe ser constante porque la
necesitará también para educarlo y hacerlo un hombre de bien. Tu fe no puede ser fugaz,
créele al Señor siempre.

Fe a pesar de las evidencias contrarias

Romanos 4:17-22 habla sobre la fe de Abraham: (como está escrito: Te he puesto por padre
de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las
cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser
padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no
se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien
años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa
de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era
también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue
contada por justicia.

Abraham demostró tener fe en ese difícil proceso de engendrar un hijo casi al final de su
vida. Creyó a pesar de la duda de todos. En otra versión de la Biblia dice que cuando ya no
había esperanza tuvo fe para tener esperanza. Su milagro era realmente difícil de creer, no
había antecedente de algo parecido, nada podía asegurarle que era posible, su fe lo sostuvo
hasta el final. Tal vez nuestro problema actual es que podemos leer los testimonios en la
Biblia y sentimos que no somos dignos como esos hombres, pero el Señor nos dice que sí es
posible. Abraham no tenía un CD de Noches de Gloria y no podía escuchar Palabra en un
programa de televisión, solamente estaba conectado con el Señor y creyó. No des por
perdida tu esperanza. Si crees que Dios hará el milagro, no importa qué piensen tus amigos,
esposa o hijos, para Dios es suficiente que tú le creas.

Dios ya obró en tu vida

Génesis 17:5-6 cuenta la promesa de Dios para Abraham:Y no se llamará más tu nombre
Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre
de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.

Lo primero que el Señor hizo fue cambiarle de nombre por uno que significa “padre de
multitudes”. Aún faltaban muchos años para que naciera el hijo de Abraham pero la
promesa ya estaba dicha. De nuevo debemos meditar en los verbos que nos revelan algo
muy poderoso. Dios no dijo “te pondré por padre de muchedumbre”, sino que dijo “te he
puesto”. El verbo está en presente porque para Él la promesa ya estaba cumplida, la Palabra
ya estaba hecha porque cuando Él promete debemos tener la seguridad de que ya obró,
aunque todavía no lo veamos realizado. En otras palabras, Dios habla del futuro en pasado
porque ya todo fue hecho. Para decirle a Abraham su futuro le habló en pasado. Es como
tener un “dejavú” que nos hace sentir que lo que estamos viviendo ya había sucedido antes.
Por esa razón la Biblia dice: “por Su llaga fuimos curados”.

El libro de Apocalipsis dice: “y el Cordero de Dios que fue inmolado antes de la fundación
del mundo”. Esto quiere decir que cuando Jesús llegó a la cruz, para Dios esto ya había
ocurrido. Fe es tener la convicción de que Dios ya vio tu futuro de bien y lo verás cumplido.
Yo puedo ver que ya prediqué en el nuevo templo, muchas familias ya se convirtieron y hay
milagros que ya sucedieron allí. Eso es hablar en fe. Lo que Dios hará contigo ya pasó y es
grandioso. El Señor ya te bendijo más allá de lo que puedes pensar y sentir. Dale gracias
por lo que hizo en tu vida y créele con todo el corazón que serás capaz de alcanzar ese futuro
de paz y prosperidad que ya te ha dado.
LA MEDIDA DE TU FE
Todos tenemos una medida de fe que recibimos de Dios, pero que la usemos o no, es
asunto de cada uno. La mía estuvo guardada por mucho tiempo, no sabía para qué servía
ni cómo funcionaba, pero poco a poco aprendí a usarla. En un principio le creí mucho a
Dios por las cosas que yo podía hacer para Él, pero le creí poco por las cosas que Él podía
hacer por mí. En ese proceso aprendí a estirar mi fe y me di cuenta de que la fe no tiene
límites.

Algunos hemos usado nuestra medida de fe solo para resistir un problema, pero esa
medida también nos puede servir para salir de él y, si la estiramos, incluso nos puede
alcanzar para lograr cosas grandes. Todos tenemos sueños y, sin importar lo grandes que
sean, entreguémoselos a Dios. Si usas tu fe no habrá imposible que no puedas lograr.[1] La
religiosidad hace que veamos las cosas más complejas de lo que son cuando en realidad la
fe es más simple y práctica de lo que creemos. Las instrucciones de Dios son claras: pide,
cree y recibe. Sabemos que Él conoce nuestras necesidades, pero ¿por qué no le pedimos?
Él es nuestro Padre, pero con nuestra fe le damos autoridad y puede gloriarse con
nuestras bendiciones.

Debemos “estirar” nuestra medida de fe como una cinta métrica a la cual hay que
desenrollar con paciencia y hacia una sola dirección. Cuando estamos afanados y
angustiados la tenemos hecha un nudo y el mundo se nos complica. A veces nos
desilusionamos porque no recibimos respuesta rápida a nuestras oraciones, pero es en
esos momentos cuando debemos estirar nuestra fe, ser pacientes y pedirle al Señor
insistentemente ―como lo hizo la mujer cananea―,[2] confiando que nuestro milagro
está cerca. ¡Pide sin cesar y cree! Cuando tu fe es grande, pide lo que quieras porque no
hay límites para lo que puedes lograr. Los médicos podrán decir que no hay esperanza y la
gente podrá decir “estás loco”, pero Dios es quien tiene la última palabra, así que no
limites tus sueños y tampoco los reduzcas, ¡olvídate de los sueños al “tamaño de tus
posibilidades” y entrégale a Dios tus sueños más grandes!

De nuestra fe depende si nuestra bendición tardará o no.[3] Dios premiará nuestra


paciencia más que nuestro afán, pues incluso si trabajásemos y nos esforzásemos ―dado
que nos corresponde hacerlo―, es más grande lo que Dios puede hacer que lo que
nosotros mismos hagamos con todas nuestras fuerzas.

En la desesperación es cuando nuestra fe es puesta a prueba y la esperanza la alimenta. Si


tus ojos terrenales no te dejan ver lo que anhelabas, estira tu fe, créele a Dios y el
cumplimiento de la promesa no tardará. A Dios no se le mueve con lágrimas o quejidos, Él
obra conforme a nuestra fe;[4] así que activémosla, no solo para salir de un problema sino
para alcanzar metas que parecen imposibles. Tienes un propósito de bendición y no estás
en el mundo solo para sufrir o pasar penas. No te conformes a tu realidad[5] y créele a
Dios por más.

[1] Marcos 11:23: Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte:
Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que
dice, lo que diga le será hecho.

[2] Mateo 15:22-28: Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región
clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente
atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose
sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. El
respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo:
No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero
aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces
respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su
hija fue sanada desde aquella hora.
[3] Habacuc 2:2-3: Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas,
para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se
apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no
tardará.

[4] Mateo 9:27-29: Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo:
¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y
Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los
ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.

[5] Romanos 12:2: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta.
QUE TU FE SEA MÁS FUERTE QUE TU TEMOR
Cuando el trigo se procesa se hace al aire libre, de esa forma se desprende de lo
que no tiene sustancia. Gedeón estuvo escondido en un pozo por miedo a perder
su cosecha, tal como ya le había sucedido con los madianitas.

Las experiencias negativas en cuanto a pérdidas provocan temor. Una tendencia


curiosa de las nuevas generaciones, específicamente de los millennials, es que no se
arriesgan a comprar propiedades inmuebles y materiales porque simplemente no
quieren sentirse atados; pero también por el miedo a perder; por eso prefieren
alquilar antes que perder algo por lo que trabajarán durante mucho tiempo, tal
como en muchas ocasiones les sucedió a sus padres. Ocurrió en Estados Unidos la
década pasada, donde muchos adolescentes en aquel entonces vieron a sus padres
perder aquello por lo que trabajaron durante tanto tiempo y ellos no quieren pasar
por lo mismo.

De esa forma, nos conformamos con sueños más pequeños porque experiencias del
pasado nos provocan miedo a perder. Es más grande el miedo que tenemos a
perder que las ganas de conquistar nuevas experiencias. Nuestras acciones como
padres marcaron la vida de nuestros hijos. Ese miedo a perder la cosecha fue lo
que hizo que Gedeón se escondiera en un pozo.[1] No permitas que la crisis de
inseguridad que lo afectó a él se apodere de ti. Levántate y no tengas miedo a la
pérdida y confía en que nadie te robará lo que Dios te ha dado. ¡Sueña que es
posible salir del pozo! Cuando el Espíritu Santo se derrama sobre tu vida, lo
primero que hace es despertar tu corazón para luego volver a soñar y recobrar tu
visión.[2] Nunca pasarás vergüenza ni tendrás miedo porque Dios te levantará y
estará contigo para que recuperes los años perdidos.

Dios levantará una generación profética que no permitirá que las langostas se
coman su cosecha, como sucedió en el Antiguo Testamento, sino lo contrario. Serán
como Juan el Bautista, que en vez temer a las langostas se las comía. Ellos
prepararán el camino y no permitirán que el miedo los venza.

Dios no llama a valientes, pero hace valientes a quienes llama. Por eso, levántate y
cada vez que te sientas amenazado por la pérdida, ora. No busques respuestas a
cosas que no necesitas saber, sino a los que Dios quiere para ti. Ya no te preguntes
por qué porque cuando lo haces pierdes tu presente y niegas lo que Dios tiene para
ti. Creer es la única manera de vivir seguros de que hay una misión que completar.
Sé fuerte, ora y no permitas que tus pérdidas del pasado nieguen el futuro que
Dios tiene para ti.

[1] Jueces 6:1-14: Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y
Jehová los entregó en mano de Madián por siete años. Y la mano de Madián
prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se
hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. Pues sucedía que
cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del
oriente contra ellos; subían y los atacaban. Y acampando contra ellos destruían los
frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas,
ni bueyes, ni asnos. Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en
grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así
venían a la tierra para devastarla. De este modo empobrecía Israel en gran manera
por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová. Y cuando los hijos de
Israel clamaron a Jehová, a causa de los madianitas, Jehová envió a los hijos de
Israel un varón profeta, el cual les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Yo os
hice salir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre. Os libré de mano de los
egipcios, y de mano de todos los que os afligieron, a los cuales eché de delante de
vosotros, y os di su tierra; y os dije: Yo soy Jehová vuestro Dios; no temáis a los
dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis; pero no habéis obedecido a mi voz.
Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual
era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para
esconderlo de los madianitas. Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová
está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si
Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están
todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó
Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en
mano de los madianitas. Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y
salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?
[2] Joel 2:28-29: Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y
profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y
vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas
derramaré mi Espíritu en aquellos días.

MI FE PROVOCA ENTRADAS CRUCIALES


Cuando nací, los médicos notificaron a mi papá que era muy probable que yo
padeciera de leucemia. Él, sin contárselo a mi mamá, oró sin parar durante todo un
fin de semana. El lunes siguiente nuevamente me hicieron exámenes y los
resultados concluyeron que estaba sano, que el peligro había desaparecido. Con su
oración, mi papá provocó a Jesús para que entrara triunfalmente en mí y venciera
cualquier enfermedad.

Uno de los episodios más memorables de la vida de Jesús relatados en la Biblia


ocurrió cuando, montado sobre un burro, entró a Jerusalén y fue recibido como
rey.[1] Lo que pocos saben es que fue la obediencia de dos discípulos, al ir a por el
burro, la que hizo posible esa entrada triunfal.[2] Nuestra fe provoca entradas
triunfales de Cristo en nuestra vida.

A veces nos preguntamos por qué el Señor no aparece en el hospital donde está
internada nuestro padre o un amigo; por qué no se aparece ante nuestros hijos
cuando se están desviando de Sus caminos, por qué no entra triunfalmente en la
vida de quienes amamos cuando están necesitados, sin embargo, lo que olvidamos
es que Él necesita de hombres y mujeres de fe que sean capaces de provocar esos
milagros. Somos nosotros quienes, con nuestra fe, provocamos Su entrada triunfal.
No solo esperemos a que él interceda por nosotros, ¡provoquémoslo nosotros
mismos! Seamos personas obedientes que siguen Sus instrucciones.

Además, Jesús necesita de personas capaces de resolver complicaciones. En la vida


constantemente deberemos superar retos. Recordemos cuando Dios envió a Moisés
ante el faraón, ¿qué sucedió? ¡Endureció el corazón del gobernante egipcio![3]
Nuestra fe siempre será probada de una u otra forma, así que, si sientes que el
Señor te reta, alégrate en tus pruebas porque la manera en que las enfrentes será lo
que provoque Su entrada triunfal.
Por último, Jesús también espera que de nosotros nazca avanzar una milla extra y
dar más de lo que nos pide. No olvidemos que también necesitaremos que Él entre
donde ya hay otras soluciones a la vista; ahí donde los médicos diagnostican que la
cura a una enfermedad está en un tratamiento costoso o donde el medio para tener
una casa propia depende de que puedas conseguir un mejor trabajo que el que ya
tienes. Aunque muchas veces veamos la solución, debemos ser conscientes de que
Jesús debe entrar triunfalmente para que pueda cumplirse. ¡Él es la verdadera
solución! Por tanto, si alguien te dice que no hay cura para una enfermedad o que
es difícil que tu hijo regrese a los caminos del Señor, ¡no te conformes con esas
palabras!, y en cambio, activa tu fe y provoca esa entrada triunfal de Cristo.

[1] Marcos 11:1-10 (NTV): Mientras Jesús y los discípulos se acercaban a Jerusalén,
llegaron a las ciudades de Betfagé y Betania, en el monte de los Olivos. Jesús
mandó a dos de ellos que se adelantaran. «Vayan a la aldea que está allí —les dijo
—. En cuanto entren, verán un burrito atado, que nadie ha montado jamás.
Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta: “¿Qué están haciendo?”
simplemente digan: “El Señor lo necesita y él lo devolverá pronto”». Los dos
discípulos salieron y encontraron el burrito en la calle, atado frente a la puerta
principal. Mientras lo desataban, algunos que estaban allí les preguntaron: «¿Qué
están haciendo, por qué desatan ese burrito?». Ellos contestaron lo que Jesús había
dicho y se les dio permiso para llevarlo. Así que llevaron el burrito a Jesús y
pusieron sus prendas encima y él se sentó allí. Muchos de la multitud tendían sus
prendas sobre el camino delante de él y otros extendían ramas frondosas que
habían cortado en los campos. Jesús estaba en el centro de la procesión, y la gente
que lo rodeaba gritaba: «¡Alaben a Dios! ¡Bendiciones al que viene en el nombre del
Señor! ¡Bendiciones al reino que viene, el reino de nuestro antepasado David!
¡Alaben a Dios en el cielo más alto!». Así Jesús llegó a Jerusalén y entró en el
templo. Después de mirar todo detenidamente a su alrededor, salió porque ya era
tarde. Después regresó a Betania con los doce discípulos.

[2] Marcos 11:2-4 (NTV): «Vayan a la aldea que está allí —les dijo—. En cuanto
entren, verán un burrito atado, que nadie ha montado jamás. Desátenlo y tráiganlo
aquí. Si alguien les pregunta: “¿Qué están haciendo?” simplemente digan: “El
Señor lo necesita y él lo devolverá pronto”». Los dos discípulos salieron y
encontraron el burrito en la calle, atado frente a la puerta principal.

[3] Éxodo 4:21: Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que
hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo
endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.

LAS DOS FUERZAS MÁS PODEROSAS


Ahora que estoy terminando de escribir el libro No es por vista, he estado metido
aún más en modo de fe. Orando e intercediendo por ustedes el Señor me hizo ver
que aunque solemos decir que Él tiene un gran futuro para nosotros, creemos que
no vamos a lograr grandes cosas; declaramos que él se hizo pobre para que
nosotros fuésemos ricos pero creemos que mañana ya no habrá empleo. “El
problema de mi gente no es un empleo, sino que no son capaces de creer que
tienen la actitud para hacer riquezas”, dice el Señor.

Y es que sin fe es imposible agradar a Dios, sin importar lo que hagas. Rogamos a
Dios que la moral no nos falte, lo cual es correcto, pero al hacer a un lado la fe, de
nada sirve tener moral. La fe es la convicción de lo que no se ve,[1] pero el hecho
de que no se vea no quiere decir que deje de ser realidad, pues hay realidades que
no se ven pero no por eso dejan de ser ciertas. Nosotros no vemos el oxígeno
aunque sepamos que es real. Los hermanos Wright dijeron que el hombre podría
volar un día y los echaron de la iglesia por herejes, sin embargo, ¿cuántos aviones
no vemos ahora volar en el cielo? Hasta a la luna ha llegado el hombre —o al
menos eso es lo que nos hacen creer—, pero todas estas proezas empezaron con
dos hermanos que un día imaginaron que el hombre podía volar.

Cuando actúas por fe, tu entendimiento es distinto al de los demás porque de esa
forma ejercitas tu mente; ahora bien, cuando dudas, hasta tu cuerpo lo siente: te da
insomnio, ansiedad, pierdes el apetito… Una depresión empieza con un
pensamiento, pero cuando estás en modo de fe todo cambia y hasta tu cuerpo lo
siente, ¿te has dado cuenta? ¿Acaso sirve de algo ponerse en modo de duda?

La renovación del entendimiento consiste en entender por fe,[2] y cuando lo


hacemos también actuamos por fe y obtenemos los resultados que esta garantiza.
Todo lo que hoy vemos, alguien más lo imaginó antes y usó su fe para convertirlo
en algo real. El problema es que a veces ni siquiera queremos imaginar cosas
grandes. Lo esencial de la vida no se ve con los ojos sino con el corazón.

La Palabra de Dios nos insta a comprobar Su voluntad buena y perfecta[3] y a no


tener un concepto más alto de nosotros mismos del que debemos tener, pero
nuestro problema muchas veces no radica en tener un alto concepto de nosotros
mismos, sino todo lo contrario: llegamos a tener un concepto demasiado bajo. Nos
creemos muy poca cosa. Solemos pensar que no podremos hacer algo, que no
servimos, que no nacimos para hacer proezas, que Dios no quiere darnos
bendición o que Su voluntad es que no la tengamos. Así te insultas a ti mismo.
Dios le dio una medida de fe a cada uno y lo que debemos pensar de nosotros
mismos debemos hacerlo con base en esa medida; Él te la dio para que tengas un
alto concepto de ti pero sin llegar al punto de la arrogancia, la prepotencia, el
orgullo, la falsa humildad y la hipocresía. ¿Somos personas que le enseñamos a
nuestros hijos a tener un alto concepto de sí mismos? Recuerda que David para
derrotar a Goliat creyó en Dios, pero quien lanzó la piedra fue él; Moisés para abrir
el mar creyó en Dios, pero quien levantó la vara fue él; y Josué, para derribar los
muros de la ciudad amurallada, también creyó en Dios pero quien dio las vueltas a
Jericó fue él. En pocas palabras, creyeron en Dios, pero también en sí mismos. De
igual forma, no puedes afirmar a tu equipo de futbol que Dios les a apoyará y
luego no salir a jugar. Podrás creer que Dios está contigo, pero quien saldrá a
patear la pelota serás tú, no Dios, y para ello es indispensable que tengas un alto
concepto de ti mismo.

Entendemos por la fe que el universo fue hecho por la Palabra y no podemos


desasociarla de la fe. Tu espíritu nació de la Palabra de Dios, o sea, de una simiente
incorruptible;[4] pues aunque nuestro cuerpo es corruptible, nuestro espíritu no lo
es. Así como no se puede desasociar la fe de la Palabra de Dios, tampoco se puede
desasociar de la confesión de nuestra boca. La Palabra de Dios es viva y eficaz,[5] y
simiente que puede cosechar, por eso la primera parábola que Jesús enseñó fue la
del Sembrador[6]. A veces nos interesa más saber en cuál capítulo y versículo está
Su Palabra que creerla, y cuando no la crees, aunque la retengas en tu mente
natural, nunca pasa a tu mente espiritual. Tu afán por la vida puede ahogar la
Palabra que Dios te está sembrando.[7] Cuando crees que no te faltará nada, te
conviertes en buena tierra para la simiente del Señor. Tampoco dejes que las
riquezas te engañen diciendo que sin ellas no podrás hacer nada, pues en eso
consiste su engaño: en otorgarse un poder que no tienen. Mientras creas eso harás
infructuosa la Palabra de Dios y no crecerás espiritualmente. No importa cuánta
simiente incorruptible siembre Dios en ti: no dará fruto si siempre estás afanado en
el mañana.

Las dos cosas más poderosas en el universo están dentro de ti, las llevas dentro:
una se llama “fe” y la otra “duda”. La fe en la Palabra la vuelve fructífera y hace
que puedas ver lo invisible; pero la duda más bien la ahoga. No olvides que vivir
por fe es una decisión, y vivir por duda también lo es. ¡La decisión es tuya! Deja
atrás la vida en tus fuerzas y prueba la vida de fe: es fenomenal, exquisita y no
hace excepción de personas, no pide nivel de estudios y tampoco nivel económico,
solo creer en Dios y en Su Palabra[8].

[1] Hebreos 11:1-3: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo


que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe
entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo
que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

[2] Romanos 12:2: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta.

[3] Romanos 12:3: Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está
entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino
que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada
uno.

[4] 1 Pedro 23: Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible,


por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.

[5] Hebreos 4:12: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que
toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas
y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

[6] Mateo 13:18-19: Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno
oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue
sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.

[7] Mateo 13:20-22: Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la
palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de
corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra,
luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra,
pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace
infructuosa.

[8] Marcos 11:22-24: Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de
cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y
no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le
será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo
recibiréis, y os vendrá.
PONTE EN MODO DE FE
Es fácil reconocer cuando no estás en modo de fe: estás en modo de fe cuando tu
primera opción no es Dios, pero no lo es cuando estás en una crisis económica y lo
primero que piensas es “¿Quién me podrá prestar plata?”, o si te duele la cabeza y
dices: “Es urgente que llamar al doctor”. Eso no es estar en modo de fe sino de
duda, pues de lo contrario considerarías primero a Dios, no de último. Estar en
modo de fe es buscar el reino de Dios y su justicia de primero, y lo demás será
añadido.

El pueblo de Israel se reúne los sábados, día del Sabbat. ¿Por qué nosotros no nos
reunimos en día sábado, sino el domingo? Porque los apóstoles, con cambiarse al
día domingo, evitaban que trataran de judaizar al convertido en el Señor Jesús. Por
esa razón no terminamos la semana buscando a Dios, sino que lo buscamos desde
el primer día, porque sabemos que si primero buscamos Su reino, todas las demás
cosas serán por añadidura. Debemos ser más lógicos en la fe; buscar el reino de
Dios y Su justicia en vez de preocuparnos más de la cuenta por el vestido o el
alimento.[1] ¿Por qué dices que Dios tiene un gran futuro para ti si no le crees
siquiera por el lunes?

A mí me encanta la palabra profética, aunque alguna vez estuve necesitado de ella


pero nadie me profetizó, por tanto le tuve que creer a la palabra escrita, pero ya sea
que me profetice alguien o no, yo tengo algo en qué creer siempre; sin embargo, lo
que está escrito es lo más seguro. Hasta el mismo Jesús decía “¿Acaso no habéis
leído?” No te afanes por el día de mañana. La gente está muy pendiente de los días
venideros en vez de darse cuenta de lo que Dios hace hoy. Nosotros no podemos
ver lo que Dios hará en quince años sino lo que hace ahora.

David echó un vistazo al futuro para corregir el presente[2]. En el salmo 23 dijo


“Jehová es mi pastor, nada me faltará”. Necesitamos ser más escriturales porque
nuestra espiritualidad nace de la Escritura, porque las palabras que Jesús nos habló
son espíritu y vida. Debemos comprender que cuando David escribió el salmo 23,
lo hizo hablando en futuro para cambiar una actitud del presente. Todo el que sabe
hablar bien del futuro termina en el presente con una copa rebosando; pero quien
habla mal del futuro, su copa no le alcanza. Mientras mejor hables de tu futuro,
mucho mejor verás tu presente.

Dios no escatimó y nos dio a su hijo, y con Él nos dio todas las cosas,[3] por tanto,
es ilógico creer que se tiene a Cristo pero no se puede conseguir trabajo; es ilógico
creer que se tiene a Cristo pero no se puede tener para el colegio o la universidad
de nuestros hijos. Y es ilógico precisamente porque si Dios te dio a Cristo, con Él te
dio todas las demás cosas.

Hay dos tipos de realidades en la vida: las que ves y las que no. La enfermedad es
una realidad, pero la sanidad también es otra realidad. La sanidad es la realidad
que no ves con vista pero que ves con fe. Cuando en la realidad natural te dicen
que tienes cáncer, piensas que te estás muriendo; pero cuando en la realidad que
no ves, que es la que se ve por fe, sabes que fuiste curado, sientes tu sanidad
porque fe es la convicción de la realidad que no se ve. Todo lo que llegarás a ver, es
hecho a partir de lo que ahora mismo no ves. De igual modo, por fe fue que se
lograron cosas increíbles en el Antiguo Testamento. En hebreos capítulo 11 se
menciona un listado de proezas extraordinarias que fueron posibles por la fe.[4]
¿Por qué si en ese capítulo, que pertenece a un libro del Nuevo Testamento, se
mencionan personajes del Antiguo Testamento para ejemplificar la fe de las
personas? Porque en el Antiguo Testamento, quienes vivieron por la ley, vivieron
por la fe. Y sin que nadie les dijera nada acerca de la gracia, también vivieron por
gracia. ¿Cómo puede ser posible, entonces, que nosotros en la gracia nos
preguntemos si la salvación se pierde o no?

Hebreos 11, después de hablar de Enoc, José, Abraham, Jacob, Josué y tantos otros,
se refiere a Rahab como “la ramera”. ¿Por qué sigue teniendo ese título muchos
siglos después, cuando se escribió el libro de los Hechos? Para que entendamos
que siendo ramera (y no cuando dejó de serlo) la fe la salvó. Si una ramera pudo,
¿por qué no podríamos nosotros? Dios demuestra con esto, además, que debemos
dejar de juzgarnos los unos a los otros. Por algo personajes como Rahab están en el
capítulo de Hebreos 11, justificados por medio de la fe.
Si ese capítulo se tuviera que volver a escribir, Dios nos ayude a estar en él por la
fe. Cuando le crees a Dios eres justificado. ¿Cuál será tu obra de fe en la vida? Ese
desafío que te está dando miedo, quizá sea la obra que Dios está esperando que
hagas. Tu máxima prueba de fe será que te levantes de la mala situación que estés
pasando, así que hazlo y ¡ponte en modo de fe!

[1] Mateo 6:25-30: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de
comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la
vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo,
que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá,
por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué
os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero
os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si
la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no
hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo:
¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan
todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas
estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día
de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

[2] Salmos 23:1: Jehová es mi pastor, nada me faltará.

[3] Romanos 8:31-31: ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién
contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?

[4] Hebreos 11:1-30: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo


que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe
entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo
que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe entendemos haber sido
constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho
de lo que no se veía. Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín,
por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus
ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver
muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto,
tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios;
porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es
galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios
acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se
salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que
viene por la fe. Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que
había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como
extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con
Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; porque esperaba la ciudad que
tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. Por la fe también la
misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del
tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual
también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en
multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar. Conforme a la
fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y
creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la
tierra. Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria;
pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían
tiempo de volver. Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no
se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad. Por
la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las
promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada
descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los
muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir. Por la fe
bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir,
bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su
bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio
mandamiento acerca de sus huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido
por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el
decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija
de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los
deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de
Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.
Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo
al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que
destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la fe pasaron el Mar Rojo
como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.
Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días. Por la fe
Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a
los espías en paz. ¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de
Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los
profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas,
taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada,
sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga
ejércitos extranjeros. Las mujeres recibieron sus muertos mediante resurrección;
mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor
resurrección. Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones
y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de
espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras,
pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno; errando
por los desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. Y
todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, no recibieron lo
prometido; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen
ellos perfeccionados aparte de nosotros.

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