La Importancia de Creer
La Importancia de Creer
La Importancia de Creer
2. Marcos 9:23: Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.
a los que me escucharan, pero la verdad, yo también estaba
muy asustado. Con esa experiencia aprendí que incluso en
medio de la peor angustia nuestra fe nos sostiene. Además,
reflexioné sobre el hecho de que los pilotos del avión
realmente no avanzan por vista, sino porque se dejan guiar
por la ruta que les han trazado en tierra, pues ellos no
pueden ver todo el panorama y el tráfico aéreo. Si al ver la
tormenta deciden desviarse sin permiso, la catástrofe
estaría más cerca porque el riesgo de un choque es alto, así
que deben confiar en las instrucciones que reciben. ¡Eso es
avanzar por fe! No debemos tomar decisiones
fundamentadas en la información que recibimos con
nuestros sentidos sino avanzar confiando en las promesas
que el Señor nos ofrece en las Escrituras. Tus sentidos
pueden decirte que la enfermedad es mortal, pero Jesús te
dice que por Su llaga fuiste sanado. A pesar de los
pronósticos financieros, confía en que Dios te guardará en la
palma de Su mano y hará algo hermoso con tu vida y con tu
familia.
Para nosotros la fe es vital porque incluso por fe y no por
obras recibimos la salvación.
3 Es imposible auto salvarnos porque solo Dios, por gracia,
puede darnos ese regalo que no tiene precio. Así que la fe
es todo: activa la gracia redentora en nuestra vida y
también activa el favor de Dios que abre puertas para que
crezcamos, avancemos y recibamos bendición. Todo inicia
por la fe que nos mueve a esforzarnos, poner manos a la
obra y provocar que Dios nos favorezca, porque le agrada
ver que le creemos con un corazón humilde y agradecido
por lo que ha hecho y hará en nuestra vida. ¡Convéncete!
Dios abre puertas a quienes confían en Él y le creen, pero
cuando dejamos de confiar, cuando dejamos de vivir por fe,
nosotros mismos cerramos la puerta de Su gracia y favor.
Incluso es por fe que podemos levantarnos cuando caemos
por debilidad, como sucedió con Pedro. 4 Sin una fe activa
es como si estuviéramos muertos, porque de nada sirve
decir que creemos en Dios si no lo demostramos.
El capítulo de Hebreos 11 nos habla de lo importante que es
activar la fe ya que al leer todos los ejemplos que nos
muestra vemos que el verbo “creer” siempre se acompaña
de otro verbo de acción. En este capítulo vemos que Dios ha
buscado gente que le crea, pues todo lo demás lo hace Él.
Por fe, Abel alcanzó buen testimonio, Abraham fue padre de
una nación, Sara concibió, 5 Isaac bendijo a Jacob y a Esaú,
Noé preparó un arca y Moisés liberó a los israelitas, 6 ¡la fe
es acción!
3. Efesios 2:8-10: Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
8. Mateo 13:22: El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la
palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la
palabra, y se hace infructuosa.
afanes de la vida no ahogan la Palabra de Dios, entonces
creces espiritual y personalmente. La fe es la sustancia, la
esencia de tu gozo y plenitud, lo que extrae de la Palabra el
contenido de tu bendición, sanidad, salvación y
restauración.
Cuando sabemos de la Palabra de Dios, tenemos la materia
prima, el conocimiento, pero necesitamos activarla con la
fe.
Los milagros no suceden por lo que sabemos sino por lo que
creemos. Conéctate con las Escrituras, apréndelas y
actívalas con la fe que Dios te ha dado. Por fe, entrégale tu
vida para que Su gracia te salve y te guíe en cada etapa de
tu vida.
Introducción:
Cuando tenemos esto bien definido, entonces podemos considerar los aspectos que
encierra la fe:
El viaje de Abraham cubrió una ruta de más de 2.400 Km de distancia y los recorrió
alimentado por la fe. El soñó ampliando sus horizontes. Tal vez nunca antes había
recorrido tantos kilometrajes, pero esta vez se movió en razón de que creía que
encontraría “la ciudad cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10).
El profeta Isaías nos exhorta a ampliar el sitio de nuestra tienda, a correr las
cortinas y a ahondar las estacas (Isaías 54:2). La fe nos acciona, nos hace mirar más
allá de nuestras posibilidades. El destino ya fue trazado y el camino para llegar a él
ya nos fue indicado (Juan 14:1-6) ¿Qué espera usted para recorrerlo?
Tanto para Abraham como para Sara tener un hijo era no solo un imposible sino
también un absurdo dada la edad que ambos tenían y por la esterilidad de Sara.
Pero la persona de fe no cree solamente en hechos sino que mediante su plena
confianza en Dios espera que suceda lo humanamente imposible. La fe no se
detiene en los hechos, va más allá. La fe da por sentado que lo que Dios nos haya
prometido, se cumplirá. La fe es una solemne confianza en lo que Dios ha dicho en
razón de su carácter y naturaleza. Dios no sabe ni puede mentir, y ese es el mayor
garante de la Palabra que salió de su boca.
Conclusión:
Fe no es tanto lo que uno cree, sino lo que uno hace con lo que cree. Y si lo que
creemos no nos lleva a hacer algo, ¿para que lo creemos? (Santiago 2:17) ¿Qué está
usted haciendo con su fe? ¿Dejará pasar las nuevas oportunidades que se le están
dando como lo hizo la primera vez?
La fe es capacidad que el Espíritu Santo da para que creamos lo que Dios nos
afirma desde su Palabra.
FE PARA EL MOMENTO FE PARA EL PROCESO
La Biblia dice que todo le es posible al que cree y yo enseño sobre la fe porque creer es lo que
mejor hago. Ahora aprenderemos que hay fe para diferentes cosas y problemas. Hay para
cosas inmediatas como la sanidad que necesitas para sobrevivir un cáncer que
supuestamente te matará en tres meses y también hay fe para el proceso de levantar una
empresa que debe durar toda la vida. Debemos tener fe para comer hoy como para
conseguir el trabajo que nos proveerá el sustento a partir de este momento. No es lo mismo
tener fe para predicar Palabra de conocimiento y profecía en media hora que para graduarse
de la universidad. Necesitamos fe para lo inmediato y eventual pero es más importante
tenerla para continuar un proceso y verlo terminado. Un empresario necesita que la fe e
ayude a sacar su negocio adelante todos los día, le ayude a vender, pagar gastos y tener
utilidades. Necesitamos fe para enfrentar procesos. Los milagros suceden en un momento
pero si la fe no es constante, ese milagro puede irse tan rápido como llegó. El Señor puede
bendecirte con un buen negocio que sea el inicio de tu prosperidad futura, así como puede
romper una maldición generacional pero los resultados tal vez no se vean inmediatamente y
tu fe debe sostenerte hasta que el proceso culmine, aunque sean tus hijos o nietos quienes
finalmente se beneficien de tu constancia.
Mateo 6:26-30 nos hace ver nuestro valor ante los ojos de Dios: Mirad las aves del cielo, que
no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No
valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane,
añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios
del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su
gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa
en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
Dios hace de acuerdo a tu fe, así lo dijo Jesús: “conforme a tu fe te sea hecho”. Aunque te
cueste creerlo, el Señor también habla de la fe para comer y para vestirte porque todo, desde
lo más elemental hasta lo más sobrenatural requiere confianza en Él. Nuestro Padre dice
que podemos vestir mejor que la hierba del campo y así es. Nuestra presentación personal
siempre debe reflejar el gran valor que tenemos como hijos de Dios.
Mi madre me decía: “remendado pero limpio”, es decir que no necesitamos trajes caros para
vernos bien pero siempre debemos vestirnos dignamente y demostrar nuestra autoestima a
los demás. Ningún cristiano debe salir despeinado, sucio o mal vestido de su casa porque
ese descuido refleja un grave problema interno. Uno de los miembros de Casa de Dios fue
afectado por la tormenta Ágatha y su fábrica literalmente se hundió en la tierra. Cuando le
llamé para platicar con él, me sorprendió verlo tan optimista. Se presentó en mi oficina bien
vestido, arreglado y hablando de cómo estaba empezando de nuevo porque el Señor ya le
había demostrado que con fe todo se puede lograr. Me dijo: “hace 10 años vine a la iglesia,
entré a un seminario para empresarios y Dios me ayudó a abrir mi fábrica. Ahora tengo 60
familias que dependen de mí y me levantaré para salir adelante. Acabo de ir al hoyo donde
se hundió mi fábrica a despedirme del pasado, llamé a mi esposa y le dije que no llegara
porque no había nada de nada. Lo único que pude rescatar fueron mis tarjetas de
presentación pero sé que es suficiente para empezar de nuevo porque el Señor no me
abandonará”. Es impresionante cómo Dios ahora le está proveyendo para comprar sus
nuevas máquinas. Su fe capaz de enfrentar procesos era evidente desde que lo vi parado en
la puerta ya que no vino quejoso pidiendo que orara por él. Jesucristo dice que Dios hará
mucho más por ti y debes ser Su digno representante haciendo evidente tu fe.
Hay una relación directa entre la vida de fe y el valor que creemos tener. Esta pregunta:
“¿no valéis más que ellas?” en el original dice: “¿no son más dignos ustedes que ellas?”
Dignidad, valor y estima son palabras claves para nosotros. Jesucristo derramó Su sangre
para perdonarnos, ese fue el precio que se pagó por nuestra salvación así que somos muy
valiosos porque merecimos ser comprados por la preciosa sangre sin mancha del Hijo de
Dios. En economía se dice que el precio refleja el valor, así que debes convencerte que eres lo
más valioso que existe porque la paga por ti fue aquello que vale más que nada en el mundo.
Solamente puedes orar y pedir cuando demuestras que tu fe vale porque tú eres valioso ante
los ojos de Dios. Solamente quien se cree merecedor de mucho es capaz de acercarse al trono
del Rey y pedirle lo que sabe que le pertenece. Tus oraciones son del tamaño de tu fe. Si
crees que puedes pedir algo tipo A, Dios te lo dará, así como si crees que puede pedir algo
tipo B o C. Lo mejor es pedir algo AAA porque lo mereces. Tu vida de fe evidencia cuánto
vales ante los ojos de tu Padre Celestial. No pienses cautivar la atención del Señor
provocando lástima porque esa estrategia puede servirte para engañar a tu familia, a tus
amigos o tus compañeros de trabajo pero no para engañar a Dios que sabe el valor que te ha
dado. Esa actitud “pobrecito yo” es una condición del alma que no te llevará a nada bueno.
Aprende a valorarte para poder valorar a otros y demostrar que eres hijo de Dios, nacido de
nuevo por el Espíritu Santo. Recuerda que Jesús no vino a fundar iglesias ni religiones
sino a darnos esperanza. Él es el dador de la fe y demanda que demostremos tenerla en cada
proceso de nuestra vida.
Mateo 8:25-26 relata lo que sucedió en medio de la tormenta: Y vinieron sus discípulos y le
despertaron, diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! El les dijo: ¿Por qué teméis,
hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo
grande bonanza.
Este pasaje nos habla del temor que dominó a los discípulos y les impidió ejercer su fe. No
permitamos que las emociones y sentimientos anulen nuestra confianza. Tener miedo frente
a una tormenta en natural pero no cuando Jesús está en el barco contigo. Los sentimientos
son producto de tu estado de fe. Si crees, te sientes seguro, ves un buen futuro, tienes la
esperanza de que todo será bueno y sientes el valor que solo el Espíritu Santo puede darte.
Cuando no crees, ves un mal futuro y te deprimes porque predices que te irá mal. La
enfermedad asusta pero la falta de fe mata. La crisis intimida pero la falta de fe deprime. Al
contrario, la fe nos levanta.
Mateo 16:8 habla sobre la fe que influye los pensamientos: Y entendiéndolo Jesús, les dijo:
¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de poca fe, que no tenéis pan?
En este pasaje Jesús cuestiona sus pensamientos negativos. La fe debe influir positivamente
en nuestros pensamientos así como en nuestros sentimientos y en nuestra autoestima. En
hebreos dice: “y por fe entendemos”. Nota que nuestro Señor habla en presente al decir:
”piensan que no tienen”, lo que significa que el hombre de poca fe piensa en presente
cuando debería pensar que siempre tendrá en el futuro. El presente se convierte
rápidamente en pasado, lo que leíste hace unos segundo ya pasó y lo único que queda es lo
que leerás. Para los hombres de fe solamente existe el futuro. Antes de lamentarte por lo
que te falta, recuerda quién eres y todo lo que el Señor tiene prometido para tu vida. Las
personas de fe no piensan en lo que no tienen sino en lo que nunca les hará falta porque
Dios siempre estará con ellos.
Mateo 14:27-31 relata ese momento cuando los sentidos influyeron en la fe de Pedro: Pero
en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis! Entonces le
respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo:
Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el
fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!
Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué
dudaste?
Pedro ejerció fe para lo inmediato y no fue suficiente porque igual de rápido comenzó a
hundirse. Si tu fe es de momentos y no de procesos, podrías perder el milagro que recibiste
tan rápido como vino. Muchas personas que reciben sanidad y luego vuelven a enfermar
dicen que no fue el Señor quien las salvó pero lo que realmente les falló fue la fe para ver
más allá del momento. La duda puede llevarse aquello que la fe te dio.
Para evitarlo, debes hacer de la fe un estilo de vida constante.
Deja de afanarte por lo que no tienes. Si te preocupas porque este mes no hubo salario,
demuestras que vives por lo material y no por fe. Debes reforzar tu confianza para sentirte
tranquilo ya que aún tienes la fe que te sostendrá y te proveerá aún en los momentos
difíciles. Comprende que la fe es un estilo de vida, no un momento de milagros. Pedro
necesitó fe para vivir el milagro de caminar sobre el agua pero también la necesitó para
continuar y no lo logró. Puedes dar un paso de fe y sorprenderte, pero perderlo en menos de
24 horas. No vivas de instantes o momentos fugaces como Pedro, esa no es la fe que se
aplica a los extensos procesos de la vida. Puedes recibir el milagro de que tu esposo vuelva a
casa pero si no demuestras fe y continúas tratándolo mal, seguramente se irá de nuevo, así
que debes demostrar tu fe en un comportamiento diferente, amoroso, lleno de estima y valor.
No puedes salir de todos tus problemas pactando con Dios en instantes. Una mujer estéril
puede recibir el milagro de concebir y tener un hijo pero su fe debe ser constante porque la
necesitará también para educarlo y hacerlo un hombre de bien. Tu fe no puede ser fugaz,
créele al Señor siempre.
Romanos 4:17-22 habla sobre la fe de Abraham: (como está escrito: Te he puesto por padre
de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las
cosas que no son, como si fuesen. El creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser
padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia. Y no
se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien
años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa
de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era
también poderoso para hacer todo lo que había prometido; por lo cual también su fe le fue
contada por justicia.
Abraham demostró tener fe en ese difícil proceso de engendrar un hijo casi al final de su
vida. Creyó a pesar de la duda de todos. En otra versión de la Biblia dice que cuando ya no
había esperanza tuvo fe para tener esperanza. Su milagro era realmente difícil de creer, no
había antecedente de algo parecido, nada podía asegurarle que era posible, su fe lo sostuvo
hasta el final. Tal vez nuestro problema actual es que podemos leer los testimonios en la
Biblia y sentimos que no somos dignos como esos hombres, pero el Señor nos dice que sí es
posible. Abraham no tenía un CD de Noches de Gloria y no podía escuchar Palabra en un
programa de televisión, solamente estaba conectado con el Señor y creyó. No des por
perdida tu esperanza. Si crees que Dios hará el milagro, no importa qué piensen tus amigos,
esposa o hijos, para Dios es suficiente que tú le creas.
Génesis 17:5-6 cuenta la promesa de Dios para Abraham:Y no se llamará más tu nombre
Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre
de gentes. Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.
Lo primero que el Señor hizo fue cambiarle de nombre por uno que significa “padre de
multitudes”. Aún faltaban muchos años para que naciera el hijo de Abraham pero la
promesa ya estaba dicha. De nuevo debemos meditar en los verbos que nos revelan algo
muy poderoso. Dios no dijo “te pondré por padre de muchedumbre”, sino que dijo “te he
puesto”. El verbo está en presente porque para Él la promesa ya estaba cumplida, la Palabra
ya estaba hecha porque cuando Él promete debemos tener la seguridad de que ya obró,
aunque todavía no lo veamos realizado. En otras palabras, Dios habla del futuro en pasado
porque ya todo fue hecho. Para decirle a Abraham su futuro le habló en pasado. Es como
tener un “dejavú” que nos hace sentir que lo que estamos viviendo ya había sucedido antes.
Por esa razón la Biblia dice: “por Su llaga fuimos curados”.
El libro de Apocalipsis dice: “y el Cordero de Dios que fue inmolado antes de la fundación
del mundo”. Esto quiere decir que cuando Jesús llegó a la cruz, para Dios esto ya había
ocurrido. Fe es tener la convicción de que Dios ya vio tu futuro de bien y lo verás cumplido.
Yo puedo ver que ya prediqué en el nuevo templo, muchas familias ya se convirtieron y hay
milagros que ya sucedieron allí. Eso es hablar en fe. Lo que Dios hará contigo ya pasó y es
grandioso. El Señor ya te bendijo más allá de lo que puedes pensar y sentir. Dale gracias
por lo que hizo en tu vida y créele con todo el corazón que serás capaz de alcanzar ese futuro
de paz y prosperidad que ya te ha dado.
LA MEDIDA DE TU FE
Todos tenemos una medida de fe que recibimos de Dios, pero que la usemos o no, es
asunto de cada uno. La mía estuvo guardada por mucho tiempo, no sabía para qué servía
ni cómo funcionaba, pero poco a poco aprendí a usarla. En un principio le creí mucho a
Dios por las cosas que yo podía hacer para Él, pero le creí poco por las cosas que Él podía
hacer por mí. En ese proceso aprendí a estirar mi fe y me di cuenta de que la fe no tiene
límites.
Algunos hemos usado nuestra medida de fe solo para resistir un problema, pero esa
medida también nos puede servir para salir de él y, si la estiramos, incluso nos puede
alcanzar para lograr cosas grandes. Todos tenemos sueños y, sin importar lo grandes que
sean, entreguémoselos a Dios. Si usas tu fe no habrá imposible que no puedas lograr.[1] La
religiosidad hace que veamos las cosas más complejas de lo que son cuando en realidad la
fe es más simple y práctica de lo que creemos. Las instrucciones de Dios son claras: pide,
cree y recibe. Sabemos que Él conoce nuestras necesidades, pero ¿por qué no le pedimos?
Él es nuestro Padre, pero con nuestra fe le damos autoridad y puede gloriarse con
nuestras bendiciones.
Debemos “estirar” nuestra medida de fe como una cinta métrica a la cual hay que
desenrollar con paciencia y hacia una sola dirección. Cuando estamos afanados y
angustiados la tenemos hecha un nudo y el mundo se nos complica. A veces nos
desilusionamos porque no recibimos respuesta rápida a nuestras oraciones, pero es en
esos momentos cuando debemos estirar nuestra fe, ser pacientes y pedirle al Señor
insistentemente ―como lo hizo la mujer cananea―,[2] confiando que nuestro milagro
está cerca. ¡Pide sin cesar y cree! Cuando tu fe es grande, pide lo que quieras porque no
hay límites para lo que puedes lograr. Los médicos podrán decir que no hay esperanza y la
gente podrá decir “estás loco”, pero Dios es quien tiene la última palabra, así que no
limites tus sueños y tampoco los reduzcas, ¡olvídate de los sueños al “tamaño de tus
posibilidades” y entrégale a Dios tus sueños más grandes!
[1] Marcos 11:23: Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte:
Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que
dice, lo que diga le será hecho.
[2] Mateo 15:22-28: Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región
clamaba, diciéndole: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente
atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose
sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. El
respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ¡Señor, socórreme! Respondiendo él, dijo:
No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo: Sí, Señor; pero
aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces
respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su
hija fue sanada desde aquella hora.
[3] Habacuc 2:2-3: Y Jehová me respondió, y dijo: Escribe la visión, y declárala en tablas,
para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se
apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no
tardará.
[4] Mateo 9:27-29: Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo:
¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David! Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y
Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los
ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.
[5] Romanos 12:2: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta.
QUE TU FE SEA MÁS FUERTE QUE TU TEMOR
Cuando el trigo se procesa se hace al aire libre, de esa forma se desprende de lo
que no tiene sustancia. Gedeón estuvo escondido en un pozo por miedo a perder
su cosecha, tal como ya le había sucedido con los madianitas.
De esa forma, nos conformamos con sueños más pequeños porque experiencias del
pasado nos provocan miedo a perder. Es más grande el miedo que tenemos a
perder que las ganas de conquistar nuevas experiencias. Nuestras acciones como
padres marcaron la vida de nuestros hijos. Ese miedo a perder la cosecha fue lo
que hizo que Gedeón se escondiera en un pozo.[1] No permitas que la crisis de
inseguridad que lo afectó a él se apodere de ti. Levántate y no tengas miedo a la
pérdida y confía en que nadie te robará lo que Dios te ha dado. ¡Sueña que es
posible salir del pozo! Cuando el Espíritu Santo se derrama sobre tu vida, lo
primero que hace es despertar tu corazón para luego volver a soñar y recobrar tu
visión.[2] Nunca pasarás vergüenza ni tendrás miedo porque Dios te levantará y
estará contigo para que recuperes los años perdidos.
Dios levantará una generación profética que no permitirá que las langostas se
coman su cosecha, como sucedió en el Antiguo Testamento, sino lo contrario. Serán
como Juan el Bautista, que en vez temer a las langostas se las comía. Ellos
prepararán el camino y no permitirán que el miedo los venza.
Dios no llama a valientes, pero hace valientes a quienes llama. Por eso, levántate y
cada vez que te sientas amenazado por la pérdida, ora. No busques respuestas a
cosas que no necesitas saber, sino a los que Dios quiere para ti. Ya no te preguntes
por qué porque cuando lo haces pierdes tu presente y niegas lo que Dios tiene para
ti. Creer es la única manera de vivir seguros de que hay una misión que completar.
Sé fuerte, ora y no permitas que tus pérdidas del pasado nieguen el futuro que
Dios tiene para ti.
[1] Jueces 6:1-14: Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y
Jehová los entregó en mano de Madián por siete años. Y la mano de Madián
prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se
hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. Pues sucedía que
cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del
oriente contra ellos; subían y los atacaban. Y acampando contra ellos destruían los
frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas,
ni bueyes, ni asnos. Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en
grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así
venían a la tierra para devastarla. De este modo empobrecía Israel en gran manera
por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová. Y cuando los hijos de
Israel clamaron a Jehová, a causa de los madianitas, Jehová envió a los hijos de
Israel un varón profeta, el cual les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Yo os
hice salir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre. Os libré de mano de los
egipcios, y de mano de todos los que os afligieron, a los cuales eché de delante de
vosotros, y os di su tierra; y os dije: Yo soy Jehová vuestro Dios; no temáis a los
dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis; pero no habéis obedecido a mi voz.
Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual
era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para
esconderlo de los madianitas. Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová
está contigo, varón esforzado y valiente. Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si
Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están
todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó
Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en
mano de los madianitas. Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y
salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?
[2] Joel 2:28-29: Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y
profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y
vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas
derramaré mi Espíritu en aquellos días.
A veces nos preguntamos por qué el Señor no aparece en el hospital donde está
internada nuestro padre o un amigo; por qué no se aparece ante nuestros hijos
cuando se están desviando de Sus caminos, por qué no entra triunfalmente en la
vida de quienes amamos cuando están necesitados, sin embargo, lo que olvidamos
es que Él necesita de hombres y mujeres de fe que sean capaces de provocar esos
milagros. Somos nosotros quienes, con nuestra fe, provocamos Su entrada triunfal.
No solo esperemos a que él interceda por nosotros, ¡provoquémoslo nosotros
mismos! Seamos personas obedientes que siguen Sus instrucciones.
[1] Marcos 11:1-10 (NTV): Mientras Jesús y los discípulos se acercaban a Jerusalén,
llegaron a las ciudades de Betfagé y Betania, en el monte de los Olivos. Jesús
mandó a dos de ellos que se adelantaran. «Vayan a la aldea que está allí —les dijo
—. En cuanto entren, verán un burrito atado, que nadie ha montado jamás.
Desátenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta: “¿Qué están haciendo?”
simplemente digan: “El Señor lo necesita y él lo devolverá pronto”». Los dos
discípulos salieron y encontraron el burrito en la calle, atado frente a la puerta
principal. Mientras lo desataban, algunos que estaban allí les preguntaron: «¿Qué
están haciendo, por qué desatan ese burrito?». Ellos contestaron lo que Jesús había
dicho y se les dio permiso para llevarlo. Así que llevaron el burrito a Jesús y
pusieron sus prendas encima y él se sentó allí. Muchos de la multitud tendían sus
prendas sobre el camino delante de él y otros extendían ramas frondosas que
habían cortado en los campos. Jesús estaba en el centro de la procesión, y la gente
que lo rodeaba gritaba: «¡Alaben a Dios! ¡Bendiciones al que viene en el nombre del
Señor! ¡Bendiciones al reino que viene, el reino de nuestro antepasado David!
¡Alaben a Dios en el cielo más alto!». Así Jesús llegó a Jerusalén y entró en el
templo. Después de mirar todo detenidamente a su alrededor, salió porque ya era
tarde. Después regresó a Betania con los doce discípulos.
[2] Marcos 11:2-4 (NTV): «Vayan a la aldea que está allí —les dijo—. En cuanto
entren, verán un burrito atado, que nadie ha montado jamás. Desátenlo y tráiganlo
aquí. Si alguien les pregunta: “¿Qué están haciendo?” simplemente digan: “El
Señor lo necesita y él lo devolverá pronto”». Los dos discípulos salieron y
encontraron el burrito en la calle, atado frente a la puerta principal.
[3] Éxodo 4:21: Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que
hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo
endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.
Y es que sin fe es imposible agradar a Dios, sin importar lo que hagas. Rogamos a
Dios que la moral no nos falte, lo cual es correcto, pero al hacer a un lado la fe, de
nada sirve tener moral. La fe es la convicción de lo que no se ve,[1] pero el hecho
de que no se vea no quiere decir que deje de ser realidad, pues hay realidades que
no se ven pero no por eso dejan de ser ciertas. Nosotros no vemos el oxígeno
aunque sepamos que es real. Los hermanos Wright dijeron que el hombre podría
volar un día y los echaron de la iglesia por herejes, sin embargo, ¿cuántos aviones
no vemos ahora volar en el cielo? Hasta a la luna ha llegado el hombre —o al
menos eso es lo que nos hacen creer—, pero todas estas proezas empezaron con
dos hermanos que un día imaginaron que el hombre podía volar.
Cuando actúas por fe, tu entendimiento es distinto al de los demás porque de esa
forma ejercitas tu mente; ahora bien, cuando dudas, hasta tu cuerpo lo siente: te da
insomnio, ansiedad, pierdes el apetito… Una depresión empieza con un
pensamiento, pero cuando estás en modo de fe todo cambia y hasta tu cuerpo lo
siente, ¿te has dado cuenta? ¿Acaso sirve de algo ponerse en modo de duda?
Las dos cosas más poderosas en el universo están dentro de ti, las llevas dentro:
una se llama “fe” y la otra “duda”. La fe en la Palabra la vuelve fructífera y hace
que puedas ver lo invisible; pero la duda más bien la ahoga. No olvides que vivir
por fe es una decisión, y vivir por duda también lo es. ¡La decisión es tuya! Deja
atrás la vida en tus fuerzas y prueba la vida de fe: es fenomenal, exquisita y no
hace excepción de personas, no pide nivel de estudios y tampoco nivel económico,
solo creer en Dios y en Su Palabra[8].
[2] Romanos 12:2: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la
renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta.
[3] Romanos 12:3: Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está
entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino
que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada
uno.
[5] Hebreos 4:12: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que
toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas
y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.
[6] Mateo 13:18-19: Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador: Cuando alguno
oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue
sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.
[7] Mateo 13:20-22: Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la
palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de
corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra,
luego tropieza. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra,
pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace
infructuosa.
[8] Marcos 11:22-24: Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios. Porque de
cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y
no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le
será hecho. Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo
recibiréis, y os vendrá.
PONTE EN MODO DE FE
Es fácil reconocer cuando no estás en modo de fe: estás en modo de fe cuando tu
primera opción no es Dios, pero no lo es cuando estás en una crisis económica y lo
primero que piensas es “¿Quién me podrá prestar plata?”, o si te duele la cabeza y
dices: “Es urgente que llamar al doctor”. Eso no es estar en modo de fe sino de
duda, pues de lo contrario considerarías primero a Dios, no de último. Estar en
modo de fe es buscar el reino de Dios y su justicia de primero, y lo demás será
añadido.
El pueblo de Israel se reúne los sábados, día del Sabbat. ¿Por qué nosotros no nos
reunimos en día sábado, sino el domingo? Porque los apóstoles, con cambiarse al
día domingo, evitaban que trataran de judaizar al convertido en el Señor Jesús. Por
esa razón no terminamos la semana buscando a Dios, sino que lo buscamos desde
el primer día, porque sabemos que si primero buscamos Su reino, todas las demás
cosas serán por añadidura. Debemos ser más lógicos en la fe; buscar el reino de
Dios y Su justicia en vez de preocuparnos más de la cuenta por el vestido o el
alimento.[1] ¿Por qué dices que Dios tiene un gran futuro para ti si no le crees
siquiera por el lunes?
Dios no escatimó y nos dio a su hijo, y con Él nos dio todas las cosas,[3] por tanto,
es ilógico creer que se tiene a Cristo pero no se puede conseguir trabajo; es ilógico
creer que se tiene a Cristo pero no se puede tener para el colegio o la universidad
de nuestros hijos. Y es ilógico precisamente porque si Dios te dio a Cristo, con Él te
dio todas las demás cosas.
Hay dos tipos de realidades en la vida: las que ves y las que no. La enfermedad es
una realidad, pero la sanidad también es otra realidad. La sanidad es la realidad
que no ves con vista pero que ves con fe. Cuando en la realidad natural te dicen
que tienes cáncer, piensas que te estás muriendo; pero cuando en la realidad que
no ves, que es la que se ve por fe, sabes que fuiste curado, sientes tu sanidad
porque fe es la convicción de la realidad que no se ve. Todo lo que llegarás a ver, es
hecho a partir de lo que ahora mismo no ves. De igual modo, por fe fue que se
lograron cosas increíbles en el Antiguo Testamento. En hebreos capítulo 11 se
menciona un listado de proezas extraordinarias que fueron posibles por la fe.[4]
¿Por qué si en ese capítulo, que pertenece a un libro del Nuevo Testamento, se
mencionan personajes del Antiguo Testamento para ejemplificar la fe de las
personas? Porque en el Antiguo Testamento, quienes vivieron por la ley, vivieron
por la fe. Y sin que nadie les dijera nada acerca de la gracia, también vivieron por
gracia. ¿Cómo puede ser posible, entonces, que nosotros en la gracia nos
preguntemos si la salvación se pierde o no?
Hebreos 11, después de hablar de Enoc, José, Abraham, Jacob, Josué y tantos otros,
se refiere a Rahab como “la ramera”. ¿Por qué sigue teniendo ese título muchos
siglos después, cuando se escribió el libro de los Hechos? Para que entendamos
que siendo ramera (y no cuando dejó de serlo) la fe la salvó. Si una ramera pudo,
¿por qué no podríamos nosotros? Dios demuestra con esto, además, que debemos
dejar de juzgarnos los unos a los otros. Por algo personajes como Rahab están en el
capítulo de Hebreos 11, justificados por medio de la fe.
Si ese capítulo se tuviera que volver a escribir, Dios nos ayude a estar en él por la
fe. Cuando le crees a Dios eres justificado. ¿Cuál será tu obra de fe en la vida? Ese
desafío que te está dando miedo, quizá sea la obra que Dios está esperando que
hagas. Tu máxima prueba de fe será que te levantes de la mala situación que estés
pasando, así que hazlo y ¡ponte en modo de fe!
[1] Mateo 6:25-30: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de
comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la
vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo,
que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá,
por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué
os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero
os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si
la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no
hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo:
¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan
todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas
estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día
de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
[3] Romanos 8:31-31: ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién
contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?