KIWI (Obra de Teatro)

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Kiwi de Daniel Danis

Traducción de Boris Schoemann

Escena uno

1. KIWI
Abro un ojo. El otro duele, un poco. Porque. Huele mucho a alcohol blanco en la
casucha del asentamiento. Mi viejo tío, siempre borracho, se rasca la cabeza con un
cerillo de madera y recibo en el ojo su codo puntiagudo.

El frío me observa. Debajo de las cobijas, me digo que si sigo moviendo los dedos
del pie, me va a morder la piel. Estoy vestida, incluso la cabeza. Traigo un gorro de
lana demasiado grande, el de mi madre, dicen. Ella desapareció, dicen. Atado a mi
cuello cuelga el manojo de llaves de mi padre, dicen. Desaparecido, él también,
dicen. De cualquier manera nunca los vi, ni a la una ni al otro.

Mi viejo tío y su mujer se ocupan de mí.

Veo escurrimientos helados sobre la pared de papel estampado. Dibujos de flores


heladas. Un foco alumbra ese jardín cubierto de hielo. Mi lengua azul le dice a las
flores que crezcan debajo de ese sol amarillo eléctrico.

Flores van a treparse a la pared, como glorias de la mañana, raíces van a meterse
en el piso para alzarme hasta las nubes. Trepada a mi árbol, sentada sobre una
rama florecida, veré a mi tío y a mi tía nadar en sus lágrimas de pena gritándome:
¡Deja de crecer, malcriada!

Tengo una lengua escondida, una lengua azul bien calientita en medio de mi
cabeza.

Ahora, otra noche, más tarde, pegan sobre la pared de la casucha. El cristal de la
ventana destrozado. Casi una embestida. Un desorden nocturno. Mi corazón
engorda, seca mi lengua azul. Un hombre entra con una máscara de lana negra
sobre la cabeza, una metralleta en las manos: ¡Tienen tres días para desalojar el
lugar! Se van a construir los pabellones para los juegos olímpicos, nos libramos de
la escoria.

Nadie escucha los gritos de mi lengua azul.

Escucho a los viejos platicar: pasado mañana, cuando nos vayamos, dejaremos a la
pequeña malcriada en el carrusel de la plaza pública. ¡Sí! ¡Cómo no!

1
Un día, voy a correr tan rápido que ganaré una medalla de oro en los Olímpicos. La
venderé para comprar una casa caliente, calientita.

He ahí, el día de la partida. Detrás de mí, un asentamiento vaciado. Arrastro mis


pies en el lodo por culpa de la nieve de primavera que se derritió.

Mi tío jala una carretilla de madera con dos ruedas de vieja bicicleta repleta de
nuestras cosas para llevar.

No lloro, me mordisqueo un dedo.

Avanzamos hacia la ciudad, hacia el dichoso carrusel de caballitos de madera con


una música que sube y baja el corazón. Me trepo a un caballo del firmamento.

Miro a mis viejos: ¡Escápense! ¡Escápense de mí! ¡Tanto mejor!

Vueltas, vueltas. Doy vueltas sobre mí misma. Nadie escucha, debajo de mi gorro
de lana, los gritos de mi lengua azul. Vomito mi pan de esta mañana.

No quiero llorar, entonces escupo.

Prohibido morir.

Escupitajo en el aire, al pie de un árbol, por todos lados.

¡Ups! En la bota de un policía gordo.

- ¡Vaya epidemia de escupitosos! Vamos, camina hasta la cárcel de los sin familia.

No estaba escupiendo, estaba llorando.

Entro con niños por todos lados en las celdas, sentados en el suelo, acostados,
aplastados en la orilla de las camas o de pie agarrados de los barrotes.

Una niña grande me dice: Ven a recostarte, debes estar cansada, ven, toma mi
turno de cama. Me llamo Tangerina. Mi familia va a venir a liberarme. Mañana,
quédate cerca de mí.

Mira, Tangerina, mi manojo de llaves. Un día, yo tendré una casa caliente, y adentro
habrá una residencia, un hogar, un apartamento, incluso creo un pequeño castillo...
ya veremos.

2
2. LITCHI
Primero, antes que nada. Nuestros antiguos nombres, sobre todo el mío, los vomito.
Si supieras de donde vengo, sabrías porque. El tuyo también, habrá que enterrarlo
debajo de tu próxima caca. Vas a ver, tener un nombre de fruta o de verdura, no te
cambia, pero como que te limpia. Yo, soy Litchi.

Cierro la carrera porque soy un sprinter. Si la policía me avienta los perros a las
piernas, soy capaz de perderlos. Acabamos de ayudar a escapar a nuestros amigos
de la maldita prisión juvenil; un invento de nuestros malditos buenos ciudadanos de
nuestra podredumbre de ciudad para recoger a los jóvenes que vagan en sus
malditas bellas calles históricas.

Aún estamos corriendo. Tangerina insistió en que llevemos a una niña con nosotros.
En el camino, se cae. Les grito a los demás que no nos esperen.

No hay tiempo de retomar el aliento, ¡pequeña desconocida! Ven, nos largamos por
allí.

Llegamos sanos y salvos a nuestro refugio.


La familia está afuera examinando a la nueva con lámparas de mano. Todos
pensamos en lo mismo, en Jícama, la hermanita de Tangerina, muerta el año
pasado. Igualita, el mismo rostro hermoso.

Aquí es donde vivimos, entramos por un hoyo. Somos treinta... treinta y uno contigo,
los que vivimos aquí, escondidos en un viejo refugio subterráneo contra los
bombardeos. Alrededor, la maleza.

Un viejo borracho nos dijo que durante la segunda guerra esta parte de la ciudad
había sido bombardeada. Los habitantes nunca volvieron a construir.

Cuando llegamos aquí, buscábamos la entrada. Vimos una nubecita azul salir por
detrás de una roca. Agrandamos el hoyo y más humo salía, como una fuga de
fantasmas azules. El olor de los fantasmas era como el de los muertos. Empujamos
una roca, descubrimos esqueletos en una escalera que bajaba.

Caminamos hasta el fondo del refugio. Las nubes azules nos envolvían. ¡Teníamos
mucho miedo! En la sala común, descubrimos todavía más esqueletos. Al día
siguiente, nos robamos unas palas y los enterramos. Limpiamos dentro y
disimulamos la entrada. Ahora, nos deslizamos dentro como en un iglú.

Primero, antes que nada, la nueva se va a llamar Kiwi.

3. KIWI
Una nueva familia, me dije en mi cabeza: Nuez, Cereza, Tangerina, Cebollín,
Colilfor, Ciruela, Higo, Aguacate, Papa, Apio, Litchi... y los otros.

3
4. LITCHI
Todos vivimos alrededor de un pequeño horno de propano... Cuando hay propano,
si no, hacemos una fogata.

La comida, las tareas, los olores, todo se comparte.

Primero, antes que nada, tendrás que aprender a robar, a hacerlo por dinero, pero
nunca deberás matar, es lo que Cereza le dijo. Dirige la familia junto con Nuez.

5. KIWI
Ahora, Tangerina, la que me salvó de la prisión y que dice que me parezco a su
hermana difunta, me hace bajar a una sala llena de cosas, alumbrada con velas.
Todo el mundo está ahí, ahora. Bailan con la música de una casetera, beben vino,
otros respiran en bolsas de plástico.

Con los ojos mareados, Litchi me dice, después de haber respirado en una bolsa:
¡Vas a ver, vamos a salir adelante!

Parpadeo del cansancio, me tiro sobre una cama, mordisqueo mi dedo, doblo
silenciosamente mis piernas para que la noche no me agarre por los pies.

Escena dos

6. LITCHI
Salimos fuera del refugio.

¡El cielo de la primavera!

Kiwi, cuando vemos a estos patos blancos que vienen del sur, gritamos: ¡Los
pájaros, los pájaros! ¡La luz! ¡La luz!

Ciruela, quien realmente tiene cara de ciruela pasa, sale con una pelota de fútbol.
Nos la pasamos por entre los árboles. Nos reímos como locos de remate cuando
Melocotón se estrella la frente contra un árbol. Antes de desmayarse, dijo: Disculpe,
señora.

Le enseño a Kiwi el estadio de fútbol que se ve a lo lejos. A veces vamos de noche,


durante el verano. Nos metemos por debajo de las cercas, nos dividimos en dos
equipos y jugamos durante horas.

7. KIWI
¡Estornudillo! ¡Y estornudillo más! ¡Y se ríen! Vuelvo a poner mi gorro en su lugar.
Puse demasiada pimienta a mi espagueti a la mantequilla; el platillo de los
domingos, dicen.

4
Después de la cena, Nuez y Cereza nos hablan de las tareas del día siguiente. Iré al
mercado público con Tangerina y Limón. Mañana, unos lavaran coches en
estacionamientos privados, otros irán a la casa negra.

¿Qué es la casa negra?


Después de las consignas, hice como todo el mundo, respiré los olores de
pegamento en una bolsa. Me despierto a mitad de la noche, vomito. Todo el mundo
duerme. Tengo escalofríos.

8. LITCH
En la mañana, llevo a Kiwi hasta el riachuelo: Pon tu cabeza en el agua, vas a ver, te
hará bien.

¿Sabías que aquí las chicas tienen un marido?, así cada uno cuida del otro. Si
quieres, yo estoy libre.

9. KIWI
En el mercado público, con Limón y Tangerina, aprendo a robar.

Es mi turno. Sé como hacerle, los observé toda la tarde.

Me meto al pasillo de las carnes. Sigo a una señora, finjo ser su hija. Mis ojos
enteros están puestos en un pedazo de carne. Me lo hecho, tan rápido como un
colibrí. ¡Hop! Debajo del abrigo. Camino temblando. Parezco una niña embarazada.
Me da una risa loca, sobre todo cuando miro detrás de mí y veo gotas de sangre
caer por debajo de mi abrigo. Quiero correr, pero me río de tanta emoción.

Regreso con mi hermana mayor quien me felicita.

10. LITCHI
Esta noche, comemos el asado de Kiwi, un bocado para cada uno, apenas.
También teníamos una caja de Coca-Cola comprada con el dinero de las lavadas de
carros y dos frascos de píldoras de "tach".

11. KIWI
Comiendo la cena preparada por Apio y Papa, su mujer, Cereza me dijo que tendría,
como el resto de la familia, que tomar un marido.
¡Están locos todos, ni llego a los 12 años!

12. LITCHI
La alcanzo afuera. Prendo un cigarro viéndola llorar.

13. KIWI
Estoy de acuerdo, está bien, si es contigo. Pero no quiero hacer la cosa, ya sabes,
la cosa.

14. LITCHI

5
Nos casamos porque nos enflorece la cabeza, para poderse ayudar el uno al otro y
porque un día, también irás a la casa negra. Allí es donde nos prostituimos. Las
chavas hacen la cosa, como dices, y los chavos también. Unos malditos tipos del
otro maldito mundo nos vienen a ver, les dan dinero a Nuez y Cereza y luego, se van
a los cuartos, se ponen sobre colchones en el piso, hacen la cosa, se vuelven a
vestir y se van. Esperaré antes de contarle todo eso.

Aplasto mi cigarrillo sobre una roca: Ya verás, Kiwi, vamos a salir adelante.

15. KIWI
En el refugio, la humedad entra en mi cuerpo. Tiemblo todo el tiempo. Pegada a
Tangerina, incluso en medio de la noche, no logro quemar la humedad dentro de
mis huesos.

16. LITCHI
Nos robamos todo lo que puede volver a venderse en el mercado de pulgas donde
rentamos una mesa, una vez al mes. La lana que hacemos, es para la caja chica,
para las necesidades cotidianas.

17. KIWI
Debajo de un árbol, Cereza me habla del matrimonio y de la cosa. Después del
aguardiente, mi tío le pegaba a mi tía; yo tenía que esconderme debajo de las
cobijas. Después de las bofetadas, hacían la cosa como los perros montan a una
perra.

¡Cereza, yo no quiero bofetadas, ni la cosa, y la casa negra tampoco!


Me envuelve con sus brazos regordetes, siento sus grandes senos contra mi
cabeza. Tendría ganas de que su piel se derritiera al sol.

Ella sería el riachuelo arrullador, yo me volvería la hoja de un antiguo verano,


flotaríamos en esas aguas tranquilas que me conducirían a través de un bosque
hasta un supermercado sin puertas, navegaría por los pasillos, todo sería gratuito,
acosaría las puertas de los congeladores, volvería a ser yo y me comería, por
primera vez en mi vida, un sorbete de naranja.

18. LITCHI
Primero, antes que nada, para acostumbrarse, Kiwi está acostada en mi cama.
Cereza habló mucho con ella hoy. Ya está dormida.

Si hacemos todo eso, Kiwi, la bella Kiwi, es para salir adelante en este mundo
asqueroso de mierda.

19. KIWI
¡No es tan peligroso! Se duerme bien al lado de Litchi. Incluso es divertido. Además
de que el verano llegó como si nada. El domingo será la ceremonia de la boda,
dicen.

6
Coliflor, el que tiene el cargo de distribuir los tach, llega titubeante al refugio. Debajo
de una luz de luna pálida, su cuerpo, su boca y sus ojos se agrandaron una última
vez, y luego ya nada. Nada. Nada más que los llantos de la familia en los
alrededores.

Cereza me dijo que de ahora en adelante yo distribuiría los tach porque no corro el
riesgo de morirme de una sobredosis, ya que no puedo tomarlas... siempre las
vomito.

20. LITCHI
El día de nuestro casorio, la fiesta duró un buen porque habíamos juntado bastante
dinero para la ocasión. Durante la noche, todo el mundo vigilaba si íbamos a hacer
la cosa. Debajo de las cobijas, fingí. Cereza, Kiwi y yo, estábamos de acuerdo en
que así pasaría. Después, se pusieron a bailar junto a la cama hasta el amanecer.

21. KIWI
Pronto, voy a cumplir los catorce, Cereza me acompaña a la casa negra para que
vigilemos a los alrededores.

Aquí, mis amigos se prostituyen para ganar dinero, en esta vieja casa toda negra del
abandono.

Le pregunto a Tangerina: ¿Qué son, las fotos pegadas en las paredes en cada
cuarto de la casa?

Me contesta: ¿Qué, no te dijimos? Es una casa de campo que compraremos con el


dinero de nuestros servicios.

22. LITCHI
Estaba seguro de que ella lo sabía.
Atrás de nuestra casa, hay también dos pequeñas casuchas para albergar
animales. Verdaderos animales que tendremos. Ya te lo dije, vamos a salir
adelante, mi bella Kiwi.

23. KIWI
Yo también, quiero comprar la casa de piedra. ¡Tener las llaves de una casa! ¡Abrir
la puerta de nuestro hogar, el nuestro! Quiero empezar a trabajar en la casa negra,
estoy lista.

Escena tres

24. LITCHI
Ahora, esta noche, Zanahoria y Pimiento llegaron corriendo como locos. Contaron
que vieron a los viejos mendigos del viaducto ser masacrados por la policía secreta.
Maldita bella limpieza para sus malditos juegos olímpicos del culo.

7
Escena cuatro

25. KIWI
En la casa negra, Nuez y Cereza negocian con los señores del otro mundo. Seguido
veo llegar a un cliente que trae puesta una máscara de Mickey Mouse. Viene por
Litchi.

Le pido a Tangerina enseñarme como hace la cosa en uno de los cuartos.

Me dice: Cuando el hombre del otro mundo se divierte, hago como que me desmayo
y sueño con nuestra casa.

Me acuesto sobre el colchón para ver lo que se siente estar aquí. Por las ventanas
rotas, veo pasar a los pájaros. Escucho también las voces de mis amigos gritar
sobre el terreno: ¡Los patos! ¡Los patos! ¡La luz, la luz!

Escena cinco

26. LITCHI
Las primeras nieves.

Por culpa del invierno, nuestras manos se vuelven como cuero, parecen manos de
chimpancés...

No hemos regresado a la casa negra. Esperamos un clima más clemente.

27. KIWI
Ahora, hoy, sólo hemos encontrado restos congelados de restaurante. Miramos a
Apio cortarlos con una sierra para que puedan caber en las cacerolas. Estamos
todos alrededor del quemador, los ojos fijos en el vapor, las manos debajo de las
axilas, las cobijas sobre nuestras espaldas, la panza retorciéndose.

28. LITCHI
Kiwi tiene muchísima fiebre. Un pequeño envenenamiento alimenticio. La va a
fortalecer. Todos pasamos por ahí.

29. KIWI
Al parecer mi lengua azul está entumida porque el frío persiste.

Le dije a Litchi que me calentara sobándome por todos lados, por todos lados.
Nuestros cuerpos pegados, pegados para que el calor me invada. Debajo de las
cobijas, mi amigo Litchi está encima de mí. ¡Y así sucedió, la cosa!

30. LITCHI
Lo más común es que pasemos hambre.

8
Nos lavamos una vez al mes. Cinco veces durante invierno, nos hace salir de la
madriguera. Vamos a la alberca pública.

Hoy, nos sentimos ricos porque hay sol, porque es nuestra quinta visita a la alberca,
porque nuestros gritos son aún más burbujeantes que el agua y que allá, por el
techo de vidrio, vemos pasar a: ¡Los patos, los patos, la luz, la luz!
Tomo la cabeza de Kiwi entre mis dos manos: ya verás, un día, nosotros también
vamos a ser felices.

31. KIWI
Ahora, lo puedo decir, empecé a trabajar en la casa negra. Igual que Tangerina,
caigo en puré de manzanas, nado dentro de ella hasta una orilla y ahí, una cabra,
una liebre y un pato me toman de la mano, me sacan y me llevan para enseñarme la
bella casa de piedra.

32. LITCHI
Esta noche, hay partido de fútbol en el estadio. Merodeamos alrededor, estamos
vagando.

33. KIWI
Las más viejas de nuestra familia, vestidas de señoras, hacen servicios en los
coches prisioneros del estacionamiento. De no ser así, ellas nunca se suben a los
coches, para no ser raptadas, ya ha pasado, dicen.

34. LITCHI
Yo y Kiwi, nos largamos por el sendero, con, debajo de mi saco, una caja de
chocolates con cerezas. Nos los comemos sentados sobre una gran rama encima
del río.

Un hombre del otro mundo irrumpe en el sendero. Reconozco a Mickey Mouse por
la uña negra de su dedo índice izquierdo. Nos siguió. Esta vez, quiere tomar a Kiwi,
hacer un servicio con ella.
A pesar de que le digo: No trabajamos esta noche. Déjenos tranquilos. El insiste.

35. KIWI
El hombre lo noqueó con un puñetazo. Me da una gran bofetada diciéndome:
Pinche niña, ya te las vas a ver conmigo.
Señor, venga, vamos a hacer lo que hay que hacer.

36. LITCHI
El peligro me hizo tomar una roca entre mis dos manos, me aviento sobre el
hombre, le pego en la cabeza con la roca. El cae de rodillas agarrándose el cráneo.
Sigo pegando.

37. KIWI
Litchi, con el rostro confuso, mira el cráneo abierto del hombre.

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38. LITCHI
Ayúdame, Kiwi, lo vamos a arrastrar hasta el río. Escuchamos los gritos de los
espectadores en el estadio. Le vaciamos las bolsas, lo hacemos rodar hasta el
agua, lo empujamos con una rama larga. Nos lavamos las manos y el rostro. Miro al
cuerpo irse a lo lejos.

39. KIWI
Litchi me toma en brazos. Llora. Hago lo mismo.

40. LITCHI
Primero, antes que nada, no les digas nada a los demás porque aquí, si alguien
mata, pone en peligro a la familia y debe exiliarse.

41: KIWI
En el refugio, Cereza quiere saber de dónde viene la mancha de sangre en mi
suéter. Damos el avión.

No cerramos el ojo en toda la noche.

42. LITCHI
Ahora, esta tarde, Nuez vuelve con un periódico. En primera plana, un cadáver con
el cráneo reventado. Los policías andan por toda la ciudad.

43. KIWI
El hombre era importante, un presidente de algo.

Nuez nos cuestiona sin cesar.

No puedo más, lo cuento todo. Grito. Grito un montón de estupideces cuando


Cereza saca dinero para el exilio de Litchi.

Sólo me quería defender, no hagan que se vaya.

44. LITCHI
Le digo a Kiwi: Espero que seas feliz en la casa de piedra.

45. KIWI
Todos salimos para verlo irse, despedirlo al menos. Ya había desaparecido. Corre
rápido. Higo levanta los brazos al cielo, la garganta en llanto: ¡Los patos blancos!
Nadie agrega: ¡La luz!

Antes, la cama era demasiado pequeña para los dos, pero ahora, se ha vuelto
enorme.

Camino muy lentamente. Mi lengua azul y mis brazos son pesados como plomo.
Tangerina me dice: ya te repondrás, uno se acostumbra a todo. Ayer, tomé un
"tach". Vomité agua porque ya casi no como.

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Ahora, Cereza acaba de darme una gran bofetada. Ya te vimos en la ciudad
mientras buscabas a Litchi, deja eso, vuelves a vivir con nosotros o te vas.

Escena seis

46. KIWI
Incluso si cae la nieve, estamos bastante felices. Cereza acaba de anunciarnos que,
en la primavera, dará a luz a un bebé. No paramos de hablar de la pequeña, a los
muchachos les gustaría que fuera niño. A nosotras, nos gustaría llamarla
"Avellana"; los muchachos quieren llamarlo "Cacahuate".

Pienso en Litchi. Hago como que estoy bien.

Escena siete

47. KIWI
Pimiento entra gritando: Rápido, vengan a ayudarme. Nos balancearon los de la
policía secreta. Perdimos a Ciruela, Limón recibió una bala en el hombro.

Berenjena conoce trucos de enfermera, ella es quien nos cura cuando estamos
heridos.

Escena ocho

48. LITCHI
Me escondo con unos vagabundos en un almacén lleno de metal. Mis labios están
azules, mis huesos, negros del frío.

Ahora, estoy sentado a espaldas de una reja de metal, pienso en lo que he visto.
Higo acaba de entrar a una gran casa de ricos. Reconocí a los dos tipos de la policía
secreta que lo seguían. Tal vez antes Higo vivía ahí. Imposible, nunca se habría ido
de su casa para vivir en la calle. Pienso en todo eso. Lo espero. Si sale, quiero
hablarle y tener noticias de Kiwi. Primero, antes que nada.

Escena nueve

49. KIWI
Limón está repuesto de sus heridas. Todo ha vuelto a la calma. Nuez y Cereza
hacen las cuentas. Hemos juntado la tercera parte del dinero para nuestra casa. La
panza de Cereza crece. Pienso en Litchi

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Escena diez

50 LITCHI
Llega la primavera y aún no estoy muerto. Limpio los botes de basura en los patios
traseros de tres restaurantes. Conozco al propietario, venía a la casa negra. Por
todos mis servicios, me da de comer una vez al día.

Ahora, vengo a vigilar para intentar ver a Higo. Me lleva. Estoy seguro que es una
prisión de tortura con la apariencia de una casa bella. Higo tal vez ya esté muerto;
sin embargo, creí ver pasar su silueta en la planta baja.

Escena once

51. KIWI
Sigo pensando en él.

Berenjena prepara las cosas para el parto. La panza toda redonda de Cereza va a
reventar, nosotros también, nuestro corazón va a reventar por estar locas de
emoción.

¡Avellana! ¡Es una Avellana!

El primer nacimiento en la familia sucede en el momento de la llegada de los patos,


los patos blancos y la luz, ¡la luz!

52. LITCHI
Higo está muerto, no puedo imaginar otra cosa. Vi gente entrar, salir, pero él,
¡nunca!

Escena doce

53. KIWI
Nuez y Cereza vienen llegando del centro. La agencia de bienes raíces ya no vende
la casa de piedra. Tal vez la agencia perdió el contrato, dice Nuez.

La familia va a ir hasta el lugar para saber lo que pasa. Cinco días de camino, es
impensable con Avellana. Soy yo quien se quedará para cuidarla.

Temprano en la mañana, los veo irse. Pienso con mi lengua azul que haré como las
mamás.

Venida la noche, acuesto a la pequeña al fondo de la cama en la orilla de la pared,


para protegerla, eso me tranquiliza.

Ahora, en la mañana, acabo de meter la pata. La leche. Regada toda la leche por el

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suelo. Tomo dinero de la pequeña caja y me dirijo al mercado con Avellana
acostada en la carroza toda destartalada.

Escena trece

54. LITCHI
Acabo de ver pasar a Higo sentado en el coche de de la policía secreta. Camiones
de policía lo siguen. Corro, corro hacia el refugio de mis amigos para avisarles del
peligro.

Escena catorce

55. KIWI
Ahora, regreso con la leche fresca de la tienda. A lo lejos, veo a un niño salir de
nuestro escondite. Se parece a un rico. Veo también hombres armados sobre el
terreno. Se ve mal. Tomo Avellana entre mis brazos. Me escondo.

Escucho a lo lejos, la voz de Tangerina: ¡Kiwi! ¡Kiwi! Somos nosotros! Llegamos


antes de lo previsto.

Los hombres se esconden en los bosques. Siento mi sangre helarme las piernas y
los brazos.

El niño grita hacia nuestros amigos: soy yo, Higo, he vuelto. Hice unos amigos. Me
prometieron que todos íbamos a ser adoptados por familias ricas. ¡Vengan! ¡Ya se
acabó, la miseria!

Veo a la familia detenerse cerca del riachuelo. Higo los mira desde lo alto de la
ladera.

Nuez le pregunta: ¿Quién te prometió qué? ¿Dónde está Kiwi?

Higo contesta: ¡Vengan aquí, vamos a hablar, amigos míos a los que amo más que
nada en el mundo! Ya no necesitaremos comprar la casa de piedra, desde hoy
seremos felices.

Y entonces, quiero gritar. Mi boca está abierta, pero mi lengua azul se queda muda.
Los hombres salen de su escondite y empiezan a disparar con sus rifles sobre mis
amigos. Toda la familia escapa.
Higo corre hacia los hombres aullando: ¡No, no a mis amigos! ¡No!

Un hombre lo ametralla.

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Tangerina y Limón intentan escaparse por el riachuelo. Son alcanzados por las
balas de los fusiles. Los hombres persiguen a los que suben por la pendiente de la
otra ladera. Los veo a todos derrumbarse por tantas balas en el cuerpo.

Los hombres corren hasta su camión. Los escucho irse.

Me vuelvo a levantar. Corro hacia mis amigos. Los toco. ¡Sangre! ¡Sangre por todos
lados! Ningún gemido. Nada.

¡Despierten!

Corro hacia todos lados. Pierdo la cabeza, les doy patadas a mis amigos:
¡Despierten!

Estoy loca. Arrastro el cuerpo de Cereza: Despierta, Cereza, tienes a un bebé. ¡No
me dejes sola! ¡Cereza!

¡Despierten, banda de muertos! Mis amigos, mis amigos, no me dejen sola.

Tengo una lengua loca atada en mi cabeza. Me caí encima del cuerpo de Cereza,
mareada por haber gritado tanto.

Escena quince

56. LITCHI
Llego corriendo. Tiemblo. Veo a mi Kiwi sentada a través de la muerte.

57. KIWI
Lloramos. Lloramos, incluso Avellana, a quien había olvidado en la maleza.

Escena dieciséis

58. LITCHI
Ahora, acabamos de transportar a todos los cuerpos de nuestra familia.

59. KIWI
Nuestro hogar subterráneo se vuelve una tumba. Tapamos la puerta con rocas.

60. LITCHI
Kiwi, yo sé dónde Nuez y Cereza guardaban el dinero juntado en la casa negra.

Ahora, está escondido en la carroza de la pequeña Avellana con algunas cosas


útiles para nuestro viaje.

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61. KIWI
Nos quedamos juntos, los tres. Una promesa. Nosotros tres, una pequeña familia
ahora.

62. LITCHI
Primero, antes que nada. Dejamos la ciudad. Hay fiesta por culpa de la apertura de
sus malditos bellos juegos olímpicos.

63. KIWI
Ahora, hace diez días que olemos el campo.

64. LITCHI
En el camino, examinamos cada casa en venta.

Encontramos una chiquita, una casa muy chiquita. Avanzamos, hasta llegar a la
puerta que no está cerrada con llave.

65. KIWI
Dos viejos llegan desde la casa vecina. Antigua propiedad del hermano de la
señora, esta casita les pertenece.

66. LITCHI
Después de un rato, nos invitan a comer pastel con ellos. Charlamos durante horas.

67. KIWI
Les contamos nuestra historia. Creo que se interesan en nosotros, querrán
vendernos la casa.

Se ve en sus ojos, no se han creído nada de nuestra historia. Les digo que es
verdaderamente la verdad. Sacuden la cabeza en señal de no.

68. LITCHI
Después de nuestra cuarta rebanada del rico pastel, les enseño el dinero escondido
en la carroza y las fotos que Papa había tomado con su Polaroid robado.

69. KIWI
Viendo las fotos del refugio, los viejos se pusieron a llorar.

70: LITCHI
Ahora acaban de vendernos la casa por ni siquiera un fajo de billetes. Todo vendido,
incluso los muebles y las cosas del hermano difunto.

71. KIWI
¡Nuestra casa! ¡Nuestra casa!

72. LITCHI
Mira, levanta la cabeza: ¡Los patos. ¡Los patos! ¡La luz! ¡La luz!

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Kiwi, vamos a salir adelante.

73. KIWI
Puse mi gorro de lana sobre la cabeza de Avellana para que su lengua azul siempre
esté calientita.

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