Lord Byron
Lord Byron
Lord Byron
(George Gordon; Londres, Gran Bretaña, 1788 - Missolonghi, actual Grecia, 1824)
Poeta británico que figura entre los más emblemáticos representantes del
perdió a su padre a los tres años. En 1798, al morir su tío abuelo William, quinto
En 1809, al ser declarado mayor de edad, Lord Byron emprendió una serie de viajes en los que
recorrió España, Portugal, Grecia y Turquía. A su regreso publicó, como memoria poética de su
viaje, los dos primeros cánticos de La peregrinación de Childe Harold, que le valieron rápidamente
la fama. El héroe del poema, Childe Harold, parece basado en elementos autobiográficos, aunque
sin duda recreados y aumentados para configurar lo que sería el típico héroe byroniano -al que él
mismo trató de emular en su vida-, caracterizado por la rebeldía frente a la moral y las convenciones
establecidas y marcado por una vaga nostalgia y exaltación de sentimientos, en especial el
sufrimiento por un indeterminado pecado original.
En 1815 se casó con Anna Isabella Mibanke, con quien tuvo una hija, Augusta Ada,
aunque se separaron al cabo de un año. El personaje libertino y amoral que Lord Byron encarnaba
frente a la sociedad terminó por volverse contra él, sobre todo a partir de los rumores sobre sus
relaciones incestuosas con su hermanastra Augusta, por lo que terminó por abandonar el Reino
Unido en 1816, para no regresar jamás y convertirse en poeta errante por Europa.
En Suiza, de donde había llegado procedente de Bélgica, Lord Byron convivió con el
poeta Shelley y sostuvo relaciones amorosas con Claire Clairmont. Tras una estancia en Génova, se
trasladó a Venecia, donde inició, en 1819, una nueva y turbulenta relación amorosa con la condesa
Guiccioli y llevó una vida fastuosa y salpicada de escándalos; más tarde fue a Ravena. Hunt, fundó
en Pisa la revista The Liberal, cuya publicación se interrumpió enseguida debido a la muerte
del primero y a la disputa de Byron con Hunt.
Orientado cada vez más hacia la causa liberal, en 1823, a raíz de la rebelión de los griegos
contra los turcos, Lord Byron reclutó un regimiento para la causa de la independencia
griega, aportó sumas económicas importantes y se reunió con los insurgentes en julio de
1823 en Missolonghi. Murió de unas fiebres en esta misma ciudad poco después, a los
treinta y seis años de edad.
La fama de que gozó en su época se ha visto reducida en gran medida con el paso de los
años y el aumento de la perspectiva histórica. Se ha discutido el valor literario y sobre todo
el carácter innovador de sus composiciones líricas, mientras que su facilidad versificadora y
su exprEn esta época terminó el cuarto canto de Childe Harold y su Manfredo (1817), que le
permitió sostener correspondencia con Goethe, quien diría de él que se trataba del «primer
talento de su siglo». En 1819 inició su famoso Don Juan, considerada por muchos como su
mejor obra, en la que recrea al mítico personaje en un tono que oscila entre la gravedad y la
ironía. En 1822, y junto a los poetas Shelley y Leighesión ágil e incisiva mantienen el
interés de sus sátiras y composiciones narrativas. Byron encarnó para sus coetáneos el ideal
del héroe romántico, tanto en su obra como en su vida, y como tal fue considerado y
admirado por no pocos escritores, José de Espronceda y Gustavo Adolfo Bécquer entre
ellos.
A su regreso en Londres, se enteró del suicidio de Harriet y perdió la tutela de los dos hijos que
había tenido de su primer matrimonio. Aquejado de tisis, abandonó su país y en 1818 se instaló en
Italia en compañía de Mary. Vivió en Milán, Lucca, Venecia, Nápoles y Florencia y escribió durante
sus últimos cuatro años de vida sus obras maestras: el drama lírico Prometeo liberado (1819), la
tragedia Los Cenci (1819), diversos poemas líricos (Oda al viento del Oeste, Oda a una alondra, La
mimosa y la Oda a Nápoles), la elegía Adonais (1821), inspirada por la muerte de John Keats, y el
tratado La defensa de la poesía (1821).
Shelley es uno de los principales poetas de la segunda generación de románticos ingleses. Su obra
está impregnada de idealismo y de fe entusiasta en el futuro de la humanidad, pero también de
melancolía ante las desdichas de la existencia; en ella desempeña un importante papel la naturaleza,
concebida como vínculo entre el hombre y los valores absolutos.