Escritoras Del Boom

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Elena Garro

Podría decirse que la vida de Elena Garro es una madeja imposible de


desenredar, un mensaje encriptado autodestructivo e irresoluble. La
madre maldita del realismo mágico –ella siempre renegó de la etiqueta
por «mercantilista»- y uno de los pulsos más brillantes y feroces de
Latinoamérica asiste últimamente –y desde la tumba- a una exhumación
literaria que intenta mirar, por fin, más allá de sus problemas mentales y
de su insano matrimonio con Octavio Paz, del que llegó a decir: «Yo vivo
contra él y escribo contra él (…). Todo, todo, todo lo que soy es contra
él»
Rosario Castellanos
• El legado de la mexicana Rosario Castellanos (1925-1974) llega hasta
hoy con una dualidad estremecedora. En sus ensayos, novelas y
artículos periodísticos, pulsó con lucidez desde el desencaje de las
mujeres en un mundo de hombres hasta la «espantosa» opresión en
Chiapas, empresa que le costó, por cierto, ser tachada de
«provinciana y caserita». Incluso en su doliente poesía, apuntaba
Elena Poniatowska, «hacía abstracción, trazaba signos; al descifrarse,
descifraba el mundo». Pero, ay, sus cartas. Su correspondencia es el
reverso doloroso de un intelecto bien armado, una carta de amor
desesperado que se alarga 17 años, los mismos que duró su
convivencia con el profesor Ricardo Guerra
María Luisa Bombal
• Juan Rulfo no existiría sin María Luisa Bombal», afirmaba días atrás la
escritora Núria Amat, en alusión a la novela ‘La amortajada’, escrita 16
años antes que ‘Pedro Páramo’ y sobre una mujer fuerte y de vida azarosa
que, de cuerpo presente, ajusta cuentas con quienes la están velando. Sin
embargo, mientras Rulfo se fue convirtiendo en el mítico padre del ‘boom’,
la figura de Bombal (1910-1980), formada en la Sorbona, quedó eclipsada
por el morbo que provocaba una vida que transitó entre Sudamérica,
Europa y EEUU, y que estuvo cuajada de alcoholismo, intentos de suicidio y
relaciones tormentosas en las que no faltó un tiro en el brazo al que fue su
primer y gran amante. Teniendo en cuenta el historial de sus colegas de
artículo, imaginarán que murió consumida y sola, en la habitación colectiva
de un hospital de Santiago de Chile. Sin embargo, a los 17 años de su
muerte, se publicaron sus obras completas y los estudios de género se han
empleado en excavar su figura
Nélida Piñon
• La escritora brasileña (1937), la más laureada del grupo y con un
hatillo a rebosar de premios, destapaba así el frasco de los rencores
en una entrevista con Elena Hevia. «Los hombres presumen de no
tener interés por lo que escriben las mujeres para no tener que
declarar públicamente su talento. Prefieren decir que no las han
leído», aseguraba con sorna esta autora que, a diferencia de otras
colegas de vidas más erráticas, sí ha invertido ambición y tiempo en ir
a por la gran novela latinoamericana. «Sigue habiendo unos prejuicios
impresionantes. En mi caso, circuló que yo tenía un cierto talento y
eso fue considerado peligroso para algunos».

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