Abordaje Psicoterapéutico Cognitivo Conductual Del Trastorno de Bulimia Nerviosa
Abordaje Psicoterapéutico Cognitivo Conductual Del Trastorno de Bulimia Nerviosa
Abordaje Psicoterapéutico Cognitivo Conductual Del Trastorno de Bulimia Nerviosa
Mundial
Por su parte, un estudio descriptivo y transversal realizado con 804 universitarios chilenos
que tenían una edad promedio de 21 años buscó determinar la prevalencia de algunos
trastornos mentales, entre los cuales se incluyeron los TCA, para ello, utilizaron la Escala de
Diagnósticos de Desórdenes en la Alimentación y la Escala de Restricción. A partir de ello
encontraron que el 6,1% de los estudiantes presentaba Bulimia Nerviosa. A ello se le sumó
otro 6,5% de estudiantes que presentaban un cuadro subclínico asociado a la anorexia,
bulimia y trastorno por atracón, es decir, en total el 15,3% de la muestra total presentaba
algún TCA (Baader et al., 2014).
Por otro lado, a partir de la revisión de literatura realizada en el estudio, se señaló que
existen estimaciones que planten la presencia de síntomas bulímicos entre el 10% y el 14%
de los estudiantes universitarios, siendo del 1 al 3% estudiantes que cumplen con los criterios
para el diagnóstico de Bulimia Nerviosa (Baader et al., 2014).
Además, los autores resaltaron que los resultados obtenidos eran coherentes con otros
estudios realizados en el país en población universitaria, considerando en general las tasas de
prevalencia obtenidas como altas y evidenciándose los universitarios como grupo de riesgo
para las alteraciones de salud mental, en especial, debido a que dichas alteraciones mostraron
comorbilidad, como por ejemplo, las personas que presentaron criterios para algún tipo de
depresión mostraron asociación estadística significativa con trastornos de la conducta
alimentaria, consumo problemático de alcohol y riesgo de suicido (Baader et al., 2014).
De manera similar, en México se llevó a cabo un estudio que tenía como uno de sus
objetivos estimar la prevalencia de la AN, BN y el TA en adolescentes del Distrito Federal;
usaron los datos de la Encuesta Mexicana de Salud Mental Adolescente para tomar la
muestra, así, entrevistaron a 3005 adolescentes entre los 12 y 17 años utilizando como
instrumento diagnóstico la Entrevista Internacional Diagnóstica Compuesta (WMH-CIDI-A).
A partir de ello encontraron que la Bulimia Nerviosa se presentó alguna vez en la vida en el
1.0% de la muestra, y en los últimos 12 meses se presentó para el 0.7% (Benjet, Méndez,
Borges & Medina, 2015).
Asimismo, otro artículo planteó con respecto a México, que la mayor parte de los
estudios epidemiológicos habían realizado con poblaciones estudiantiles entre 11 y 24 años
de edad, en donde las prevalencias estaban entre el 1,1 y 8,3%; y además, había una baja
prevalencia en varones (Ortiz et al., 2017).
En esta línea, en Estados Unidos se llevó a cabo una investigación que pretendía
determinar la prevalencia de los trastornos de la alimentación con una muestra representativa
de 10.123 adolescentes de 13 a 18 años por medio de la Encuesta Nacional de Comorbilidad
(NCS.A, por sus siglas en inglés). Los resultados señalaron que la prevalencia de vida de la
Bulimia Nerviosa se presentó en un 0,9% de la muestra, y las tasas de prevalencia a 12 meses
fueron del 0,6%. Dichos resultados fueron levemente bajos en comparación con las tasas de
prevalencia de adultos en Estados Unidos señaladas en otros estudios con métodos paralelos,
en los cuales se señalan porcentajes del 0,5-3.0% para la Bulimia Nerviosa (Swanson, Crow,
Le Grange, Swendsen & Merikangas, 2011).
En relación con los anteriores estudios realizados con población chilena y mexicana,
los datos de prevalencia de BN encontrados en esta población fueron significativamente más
bajos en relación con Chile y muy similares con relación a México, sin embargo, es
importante considerar las diferencias con respecto a las muestras, como la edad y claramente
factores socioculturales. Además, cabe resaltar que en el estudio realizado en EE.UU se
encontraron mayores porcentajes de prevalencia de BN en adolescentes hispanos (Swanson et
al., 2011) lo que abre un interrogante acerca de si hay aspectos de la cultura de los países
hispanos que podrían constituirse como un factor de riesgo para los TCA.
Así, una revisión de los estudios epidemiológicos de los TCA evidenció que entre el
0,1% y 2.0% de los adolescentes cumplen con los criterios del DSM-IV para BN. Así, un
estudio realizado por Currin et al. (2005) como se cita en Portela, da Costa, Mora & Raich
(2012) planteó que los adolescentes entre 10 -19 años fueron quienes presentaron mayor
riesgo de padecer Bulimia Nerviosa, presentándose en 35,8 anualmente por cada 100.000
habitantes, mientras que Van Son et al. (2006) como se cita en Portela, da Costa, Mora &
Raich (2011) identificaron en adolescentes entre 15-19 años, que 41 de cada 100.000
habitantes anualmente presentan dicho trastorno, no muy alejado de mujeres entre los 20-24
años en las cuales encontró 42 de cada 100.000 habitantes.
Como conclusión de este apartado, cabe considerar la recurrencia con que aparecen en
los estudios factores como la prevalencia en el sexo femenino, en la población universitaria
y/o escolar y en la adolescencia, constituyéndose así como factores de riesgo para el
desarrollo tanto de Trastornos de Conducta Alimentaria, como de Bulimia Nerviosa. Aunque
la presencia prevalente de los mismos puede estar asociada a diversos factores, se pueden
relacionar con aspectos como mayor presión social sobre la apariencia femenina, la búsqueda
de aceptación social en la adolescencia y la escuela como un entorno de socialización cercano
en donde se interiorizan dichas presiones o búsquedas de aceptación.
Nacional
En el ámbito colombiano, la Encuesta Nacional de Salud Mental del año 2015 reunió datos de
prevalencia de estudios realizados en varias ciudades del país con respecto a los TCA,
específicamente para la Bulimia Nerviosa los hallazgos obtenidos fueron: con población
escolar se realizó un estudio en Bucaramanga (muestra de 243, entre 10-19 años, en el año
2005) en donde se presentaron tasas del 4,3%. En Medellín y el área metropolitana también
se realizó uno con población escolar, sólo trabajando con mujeres (muestra de 474, entre 9 -
19 años, año 2003) en donde se encontraron tasas del 2,3% (Ministerio de Salud &
Colciencias, 2015).
En una búsqueda similar por parte del Ministerio de Salud, el cual se basó en los
servicios prestados por entidades de salud desde 2009 a 2014, se halló entre las ciudades con
mayores índices de bulimia a Bogotá (739 casos), Antioquia (424 casos), Valle del Cauca
(202 casos), Santander (127 casos) y Cundinamarca (109 casos). Por otro lado, aquellas con
menor índice de dicho trastorno fueron Vichada, San Andrés, Arauca y Chocó - presentando
tan sólo 1 caso- (Santacoloma, 2015).
Local
Ahora bien, en relación con nuestro contexto más cercano, un estudio realizado por
Santacoloma (2015) plantea que en Risaralda en el periodo del 2009 al 2014 se presentaron
en total 71 casos de Bulimia Nerviosa. No obstante, refiriéndonos a Pereira específicamente,
en una investigación cuantitativa con diseño correlacional y transversal realizada en un
colegio femenino de la ciudad con 278 mujeres adolescentes entre los 10 y 17 años de edad;
allí se identificó que un alto porcentaje presentaba patrones alimentarios anormales, a partir
de lo cual se estableció que la prevalencia de bulimia para esta población es de 0,41%,
puntuación que puede considerarse como alta (Bahamón, 2012).
Por otro lado, un estudio descriptivo pretendió determinar la prevalencia de los TCA
en 382 estudiantes entre los 15 y 20 años de colegios públicos de la ciudad de Pereira a través
de la aplicación de la Encuesta de Comportamiento Alimentario (ECA). A partir de ello se
encontró una prevalencia del 24,3% en los encuestados, no obstante, los autores consideran
tomar los resultados de manera cautelosa debido a que para establecer un diagnóstico es
importante servirse de una evaluación clínica más detallada (Moreno et al., 2016).
Justificación
Además, esta etapa se considera como factor de riesgo para presentar diversos
trastornos psiquiátricos, entre ellos los trastornos de la conducta alimentaria (Baader et al,
2014); esto, debido a cambios constantes en el crecimiento físico, hábitos, nutrición,
desarrollo psicológico, entre otros factores relacionados; además, dichos cambios suelen
presentarse de manera paralela a conflictos emocionales que pueden influir en diferentes
áreas de la vida, por lo que generalmente estos trastornos presentan comorbilidad
(Santacoloma, 2015); en el caso de la bulimia se ha presentado con otros trastornos tales
como de ansiedad, de ánimo, impulsivos y por uso de sustancias e inclusive se presenta
asociada a conductas suicidas y adversidades psicosociales (Benjet et al., 2015).
En este orden de ideas, se constituye como relevante su estudio, debido a que una
caracterización y profundización correcta permite que se lleven a cabo diagnósticos y
tratamientos tempranos que pueden constituirse como la base de un mejor pronóstico para la
patología (Borda et al., 2015), aspecto que se ha desarrollado de manera poco idónea, siendo
común los diagnósticos tardíos (Moreno et al., 2016).
Abordaje Teórico
Según Cervera (2005) existen dos tipos de BN: la purgativa y la no purgativa, ambas
incluyen una alta preocupación por la imagen corporal, el cuerpo, la silueta y el peso; no
obstante, en la bulimia de tipo purgativo los atracones van seguidos de vómitos autoinducidos
o de abuso de laxantes, diuréticos o enemas; en cambio, la no purgativa los atracones se
siguen de otro tipo de conductas compensatorias, tales como el ayuno, la dieta restrictiva y el
exceso de actividad física.
Así, la bulimia suele pasar mucho más desapercibida que la anorexia; puesto que
pueden continuar con hábitos alimenticios correctos, pero llevar a cabo las conductas
compensatorias a escondidas. De hecho, son recurrentes los casos en donde la familia se
entera del trastorno después de que se haya presentado en la persona durante varios años, en
especial porque ellos mismos suelen empeñarse en ocultarlo (Cervera, 2005).
Los primeros síntomas de la bulimia suelen aparecer por primera vez entre los 16 y
los 20 años, siendo los estudiantes los más afectados; aun así, los estudios también han
señalado la presencia de este trastorno en mujeres mayores y exitosas, que presentan
historiales de atracón, purga y obsesión por el peso (Serrato, 2000).
Los estudios del presente trastorno que buscan explicar su origen, topografía, factores de
mantenimiento y demás aspectos, han considerado como puntos importantes la influencia de
la sociedad y la familia, además de sus antecedentes, su historia de aprendizaje, el sistema de
creencias de las y los pacientes, como su afectividad y conducta. Debido a ello, se considera
pertinente dar un recorrido a lo largo de estos elementos, tomando como base principal el
modelo clínico Cognitivo – Conductual.
Como consecuencia de ello, tal como lo menciona la autora Rosa Raich, el sentirse
gordo pasa a ser una de las principales causas que influyen en la aparición de trastornos de la
conducta alimentaria, así la persona no presente un sobrepeso real, pensar que es así puede
afectarla significativamente; de hecho, en dichos pacientes suelen presentarse quejas con
respecto a burlas familiares o de amigos que fueron factores desencadenantes del trastorno
(Serrato, 2000).
Factores Familiares
El núcleo familiar, siendo el grupo en donde inicia la socialización, se constituye como
determinante en el desarrollo personal de valores, autonomía, manera de responder a las
expectativas ajenas, autoestima, entre otros. Por tanto, la manera en cómo se despliega el
desarrollo en etapas tempranas define en gran parte el comportamiento frente a diferentes
aspectos de la vida de una persona en etapas posteriores, como, por ejemplo, su
comportamiento frente a la comida (Serrato, 2000).
Factores Predisponentes
En este apartado se incluirán factores antecedentes relacionados con problemas en el
desarrollo o situaciones que interfirieron con el mismo, historial de trastorno personal o
familiar y otros aspectos relacionados con características personales.
Así, tal como menciona Fairbun (1993) como se cita en Serrato (2000), algunos
factores a nivel familiar puede ser la presencia de trastornos afectivos entre familiares más
próximos, abuso de sustancias psicoactivas, obesidad y preocupación de los padres por la
imagen corporal de los hijos. De esta manera, también se incluyen antecedentes personales de
trastornos afectivos, obesidad, abuso sexual o diabetes mellitus; en cuanto a los personal se
destaca el hecho de ser mujer, dado a que hay unas valoraciones más fuertes del ideal estético
que la sociedad hace de ella (Vallejo, 1998).
Factores Contribuyentes
En este apartado competen todos aquellos aspectos relacionados con la historia de
aprendizaje que pueden haberse dado en diferentes contextos, en especial en los núcleos de
socialización más cercanos, tales como la familia, la escuela, el grupo de amigos, etc.
En este sentido, climas laborales en donde alguno de los padres presente un trastorno
emocional puede constituirse como factores de riesgo para el inicio de una bulimia debido a
la influencia que puede ejercer este miembro de la familia. Así, otro factor podría ser
circunstancias ambientales que potencien aquellas hereditarias, es decir, familias en donde se
presenten antecedentes de bulimia u otro trastorno psicológico y además, también se
presenten las mismas pautas alimentarias (Cervera, 2005), que podrían influir en el desarrollo
de comportamientos orientados a la “deseada delgadez” (Gómez et al., 2003).
Finalmente, dentro de estos factores también podríamos señalar la presión social por
la delgadez y los estigmas interiorizados frente a la obesidad, que conllevan a las personas a
experimentar insatisfacciones con el cuerpo y a buscar medidas para modificarlo a una
imagen más idónea (Serrato, 2000).
Factores Desencadenantes
Como su nombre lo indica, los factores desencadenantes suelen ser aquellos que
desencadenan o precipitan los primeros o continuos episodios vinculados, en este caso, a la
Bulimia Nerviosa
Factores de Mantenimiento
Entre los factores que posibilitan que la bulimia se mantenga a través del tiempo y se
perpetúe, están presentes las conductas de vómito, el abuso de laxantes, el ayuno, y conductas
similares, debido a que el bulímico las interpreta como conductas que le permiten
contrarrestar la ingesta exagerada de comida (Cervera, 2005).
Por otro lado, otros de dichos factores que merecen atención, son aquellos cognitivos y
conductuales; debido a que, tal como lo mencionan Según Garner y Bemis (1985) como se
cita en Serrato (2000), el sistema de creencias actúa como molde al que adapta la información
recibida, por tanto, aquellos datos inconsistentes con sus creencias predominantes pueden
llegar a ser desechados o distorsionados, contribuyendo así a sus creencias de que tiene
sobrepeso o necesita mejorar su imagen corporal.
Consecuencias de la Bulimia Nerviosa
Alteraciones somáticas
Los atracones pueden predisponer para la aparición de síntomas como la dilatación gástrica,
digestiones lentas, dilatación de las glándulas salivares, reflujo gastrointestinal, dolor
abdominal y alteración de las sensaciones de hambre y saciedad (Gómez et al, 2003).
De manera similar, se pueden alterar los ciclos de la menstruación en las mujeres, debido a
las fluctuaciones de peso y/o por deficiencias nutritivas (Gómez et al, 2003).
Alteraciones Emocionales
Su carácter y estado de ánimo suelen empeorar, experimentan sentimientos de culpa debido a
los atracones, los cuales surgen muchas veces debido a la presencia de emociones tales como
la ira, la tristeza, el aburrimiento y la ansiedad; además, su nivel de descontrol en repetidas
ocasiones les ocasiona sentimientos de vergüenza y menosprecio (Gómez et al., 2003).
Cambios Conductuales
En relación con las conductas, además de aquellas anteriormente mencionadas, es frecuente
que también se presenten conductas agresivas y que aparezcan más discusiones en las
relaciones sociales y familiares, lo que puede generar a largo plazo aislamiento (Gómez et al,
2003).
Además, también pueden presentarse comportamientos tales como robos o mentiras
con respecto a la ingesta de alimentos que se consumen sin autorización, al igual que puede
recurrirse al robo de dinero para comprar comida, lo que claramente puede conllevar a un
aumento de conflicto y empeoramiento de relaciones familiares (Gómez et al, 2003).
De esta manera, esta falta de control puede conllevar al consumo de drogas, alcohol
como también a la promiscuidad sexual; lo que a su vez podría aumentar los sentimientos de
culpa ocasionados por sus hábitos alimentarios, conllevando a la persona a realizar acciones
de autocastigo como autolesiones, golpes, cortes y/o pinchazos (Gómez et al, 2003).
Cambios de Pensamiento
En relación con los pensamientos, generalmente se presentan de manera obsesiva y repetitiva,
relacionados especialmente con la comida; dichos pensamientos suelen generar ansiedad y a
su vez sensaciones corporales confusas que pueden contribuir a que no se identifiquen bien
las sensaciones de hambre-saciedad. Ejemplo de estos pensamientos pueden ser: “No
entiendo por qué me pasa esto a mí”, “intento comer como mi familia, pero no puedo parar,
mi cuerpo me pide más”, “¿Por qué ellos quedan satisfechos y yo no?”, entre otras (Gómez et
al, 2003).
Así, las consecuencias de carácter cognitivo persisten tanto en relación con la comida
como al aspecto físico, presentándose pensamientos como “Estoy muy gorda”, que a su vez
también aumenta los niveles de ansiedad (Serrato, 2000). Estos pensamientos y
cuestionamientos acerca de la comida o del propio cuerpo pueden llegar a ser tan intrusivos
que interfieren con la concentración y la memoria, que a su vez afecta el rendimiento de la
persona en diferentes aspectos de la vida (Gómez et al, 2003).
De esta manera, las personas bulímicas suelen presentar distorsiones en las cuales
sólo consideren algunos aspectos en las situaciones que las llevan a conclusiones tales como:
“Sólo puedo controlarme a través de la comida”; además, también se generaliza
excesivamente, se magnifican las posibles consecuencias negativas, se piensa en términos de
todo nada, lo que claramente contribuye a la perpetuación de conflictos (Serrato, 2000).
Conclusión
En este orden de ideas, el contexto sociocultural se constituye como un factor de origen
esencial que es transversal a los diferentes síntomas de la Bulimia, debido a que las ideas que
se propagan en la sociedad con respecto a una forma idónea de cuerpo al ser interiorizadas
conllevan consecuencias a partir de la búsqueda de cumplir con el estereotipo.
Así, también se encuentra de fondo que la familia cumple un papel fundamental,
debido a que es allí donde las personas se desarrollan en distintas dimensiones (emocional,
conductual, cognitiva), y en donde aprenden formas de respuesta a las expectativas ajenas, lo
que también influye en cómo responden a los distintos aspectos de sus vidas, como en
situaciones problemáticas o cómo responden en cuanto hábitos alimenticios (Serrato, 2000).
Dichos pensamientos a su vez influyen en las conductas que la persona lleva a cabo,
es decir, aquellas que implican comer de más, llevar a cabo atracones, conductas
compensatorias y además de autocastigo (Serrato, 2000). No obstante, tanto los pensamientos
como las conductas influyen en la afectividad de las personas, de esta manera, quien posee el
trastorno de Bulimia suele a partir de sus pensamientos experimentar sensaciones de
menosprecio, reducir su autoestima, experimentar ansiedad, entre otras emociones, que
también activan las conductas problemáticas como estrategia de afrontamiento, dando paso
así a un círculo vicioso que perpetúa el problema.
Diagnóstico
Deben establecer los criterios diagnósticos del trastorno elegido por cada estudiante desde
el DSM-V y el CIE-10 en la siguiente tabla:
D. La autoevaluación se ve indebidamente
influida por la constitución y el peso corporal.
Martínez, L., Vianchá, M., Pérez, M. & Avedaño, B. (2017).Association between symptoms
of anorexia and bulimia nervosa and suicidal behavior in school children of Boyacá,
Colombia. Acta Colombiana de Psicología, 20 (2), 178-188.
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