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Este artículo es producto del proyecto de investigación posdoctoral realizado bajo el auspicio del
Programa de Becas Posdoctorales de la UNAM, (POSDOC) 2020, en la Facultad de Filosofía y Letras
de la UNAM.
1. Introducción
El barrio representa un sistema relacional cotidiano y no, necesariamente, elegido.
Como todo sistema relacional está afectado por patrones socioculturales, en cierto
grado compartidos, y, en otro, diferenciados en las distintas sociedades. La
pluralidad al interior del sistema barrial y las características de este al reproducir
las cualidades de un sistema social mayor (o de más de uno) puede devenir en
conflicto barrial.
Se ha teorizado el conflicto socio urbano en términos de la lucha de clases y las
desigualdades en el poder económico de los distintos actores (en masculino) del
escenario urbano (Lefebvre, 2017, Harvey, 2019). Se ha analizado el barrio como
práctica cultural que constriñe las libertades en términos de identidades o
subjetividades (Mayol, 1999). Se puede observar la vida barrial como una
producción común que requiere de trabajo, acuerdos y negociaciones, que implica
relaciones comunitarias y trabajo de reproducción de la vida común, que no siempre
es igualitario y justo y que representa una trama de interdependencia, un estar
ensamblados de acuerdo a las estructuras sociales dadas (Gutiérrez, 2020).
Se sostiene aquí que el barrio encarna, también, un sistema patriarcal. Se ha
planteado la existencia de un sistema de ordenamiento y jerarquización de las
relaciones en base al género y a otras categorías como la raza-etnicidad y la clase
que representan construcciones sociales basadas en prejuicios que justifican las
desigualdades. Para Segato, ese sistema sexo-género, “representa la estructura
2. El conflicto en el barrio
El barrio, en este análisis, se define como el sistema de relaciones y significados
compartidos en el entorno próximo y cotidiano habitado, y atravesado por
estructuras macrosociales.2 Es el espacio de las relaciones vecinales, espacio físico y
2 Definir el barrio es problemático ya que existen diversas formas de hacerlo dependiendo del
enfoque. En el presente texto se utiliza esta noción a partir de una forma genérica relacionada con
las partes que componen la división política de la ciudad que, en el caso mexicano, son las colonias,
los pueblos y los barrios originarios, y las unidades habitacionales, aunque, como se explica en la
introducción, rebasa dicha configuración espacial. El punto de partida propuesto es el de la
perspectiva de la gente y de las comunidades en donde se realice un análisis o intervención. En la
representación de quienes lo habitan, el barrio puede tomar formas y dimensiones diversas, pero
que siempre incluyen una faceta espacial que implica tanto el espacio físico como las relaciones
sociales y, una cultural referida a significados y valores compartidos en ese espacio físico y social. La
dimensión histórica es importante, pues quienes conocen los cambios cronológicos por los que ha
atravesado el barrio pueden tener una percepción distinta de la de aquellos que no los perciben.
3 Por habitar entendemos tanto el hecho de vivir en tal espacio y de trabajar en él, como el de estar o
transitar por él de forma cotidiana y vinculándose afectivamente, en alguna medida, con los otros
cohabitantes.
4 La urbanización de la sociedad es una noción propuesta por Henry Lefebvre que implica la
globalización de la forma de producir ciudad o transformar el territorio desde lógicas del mercado y
del Estado.
5 El conflicto barrial se concibe aquí desde una perspectiva no esencialista. No es un enfrentamiento
inherente a los barrios, sino que implica la manifestación y expresión en su seno, de formas de
violencias de distinta escala, orden y origen, muchas veces, afectadas entre sí. Éstas son percibidas
por sus habitantes y producen la experiencia de malestar psicosocial y/o de organización y acción
colectiva.
6 De acuerdo con el Col.lectiu punt6, en 2004 las mujeres solamente poseíamos el 1% de las
propiedades del mundo.
2.3 El conflicto por los comunes: el espacio compartido y el trabajo barrial de cuidados
Los comunes no son cosas, activos particulares ni procesos sociales, sino: “una
relación social inestable y maleable entre cierto grupo social autodefinido y los
aspectos de su entorno social y/o físico existente o, por ser creado, considerada
sustancial para la vida y pervivencia”. (Harvey, 2019: 116)
Para Gutiérrez (2021), es necesario concebir los comunes como la dinámica de las
relaciones y la transformación cultural de nuestra relación con la naturaleza que
implican un universo de actividades para el sostenimiento cotidiano, material,
4. Conclusiones y discusión
La explotación productiva que implica el sistema capitalista, tiene como base una
explotación reproductiva mandatada por el sistema patriarcal; la imbricación entre
ambos sistemas se puede observar en la producción de lo urbano. El barrio como
acotación de lo urbano, reproduce tales sistemas. Las relaciones vecino-barriales
son relaciones patriarcales clasistas y racistas con una complejidad de actores
internos y externos diferenciados en las categorías que encarnan. Algunos de estos
actores representan lo que Segato (2016) plantea como la dueñidad, que amenaza
con desposeer y privar del derecho al barrio y la vida comunitaria a aquellos cuerpos
feminizados y desvalorizados por ese sistema sexo-genérico. La dueñidad se impone
frente a las personas, pero también frente a la naturaleza y frente a los comunes.
En el contexto del patriarcado capitalista y racista, algunas identidades valen y otras
no, algunas son despreciadas por las identidades que ostentan el poder a partir de
esquemas prejuiciosos y reduccionistas de la vida. En el barrio se generan lógicas y
dinámicas que constituyen una práctica cultural enraizada en las estructuras de
poder y desigualdad, construidas históricamente y esparcidas mediante un proyecto
colonizador y modernizador patriarcal. Las identidades feminizadas, racializadas o
que no se muestran silentes frente a una cotidianidad patriarcal barrial, representan
una amenaza a esa práctica cultural del barrio. En el barrio se pueden expresar
distintos niveles de conflicto ligados a la pluralidad de identidades posibles o
negadas. Resulta relevante preguntarnos qué experiencia barrial tendrán las
distintas corposubjetividades relacionadas con los múltiples ejes de desigualdad
planteados por la interseccionalidad en tanto sensibilidad analítica (Rodó-Zárate,
2021).
El trabajo para la reproducción del barrio, el cuidado y mantenimiento de lo común
y la capacidad de trabajar de forma colectiva por la colectividad ha sido parte de la
división sexual del trabajo que se percibe en las distintas estructuras sociales. El
trabajo de reproducción de la vida, sea en los hogares, en los barrios o en la ciudad,
ha sido realizado de forma predominante por cuerpos feminizados y racializados en
un esquema de explotación y expropiación. El trabajo de cuidados en el barrio
representa una expresión más del sistema patriarcal, el sistema de jerarquización
de las personas y de asignación de valores distintos, el sistema de la dueñidad que
despoja y niega el derecho a la vida para las mayorías.
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