Doctrina y Jurisprudencia
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El propietario frentista y el Estado son responsables por la caída de una persona en una vereda
como consecuencia del deficiente estado de la misma
Partes: Schreiber Lía c/ Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y otro s/ daños y
perjuicios
Sala/Juzgado: II
Fecha: 3-mar-2017
El propietario frentista y el Estado son responsables por la caída de una persona en una vereda
como consecuencia del deficiente estado de la misma. Cuadro de rubros indemnizatorios.
Sumario:
1.-El propietario frentista de la vereda en donde cayó la actora y sufrió lesiones es responsable
y tiene la obligación de reparar los daños y perjuicios ocasionados, en tanto que los sucesos
relatados por la accionante relativos a la existencia del accidente y el lugar donde ocurrió se
encuentran corroborados con la prueba testimonial, la documental acompañada y la fotografía
del lugar que se encuentra certificada mediante escribana pública.
2.-La declaración del testigo único es válida, pues es susceptible de fundar las conclusiones de
una sentencia acerca de la existencia o inexistencia de uno o más hechos controvertidos,
siempre que merezca fe y apreciándola más estrictamente que cuando media una pluralidad
de testigos.
3.-El Estado tiene responsabilidad por la caída de una persona en una vereda pública como
consecuencia de su mal estado, dado que, por su calidad de propietario de las calles
destinadas al uso del dominio público, tiene la obligación de asegurar que tengan un mínimo y
razonable estado de conservación.
Fallo:
En Buenos Aires, a los 03 días del mes de marzo de 2017, se reúnen en Acuerdo los señores
jueces de la Sala II de esta Cámara para dictar sentencia en los autos del epígrafe. Conforme
con el orden de sorteo efectuado, el doctor Alfredo Silverio Gusman dice:
I.- La sentencia de la anterior instancia hizo lugar parcialmente a la demanda incoada por Lía
SCHREIBER contra el GOBIERNO DE LA CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES -al que me
referiré como G.C.B.A. o Gobierno de la Ciudad- y la UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES (Facultad
de Farmacia y Bioquímica) -en adelante también mencionaré a esta demandada como U.B.A.-,
en la que persigue el resarcimiento de los daños irrogados como consecuencia del accidente
sufrido el día 15 de setiembre de 2004 a las 10 hs. cuando se dirigía – caminando por la calle
Junín- a tomar el colectivo de la línea 101 y sufrió una caída por causa de unas baldosas rotas.
Tal circunstancia le ocasionó fractura en su muñeca izquierda, hombro izquierdo y en la
columna, zona cervical y lumbar.
Para resolver de tal modo, el a quo, haciendo mérito de la pericia médica, de las declaraciones
de los testigos y de la fotografía certificada por escribana sobre el estado de la vereda,
consideró que concurrían todos los factores que comprometen la responsabilidad
extracontractual de las demandadas (arg. arts. 43, 1109, 1113 del Código Civil). Respecto a la
Universidad de Buenos Aires, agregó que no concurrían circunstancias que justifiquen eximirla
de responsabilidad como propietaria de la cosa riesgosa, generadora del daño sufrido, pues no
había aportado ninguna prueba tendiente a demostrar la culpa de la víctima o de un tercero
por el cual no deba responder.Por otra parte, relativo a la responsabilidad del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires, sostuvo que en su condición de órgano de vigilancia, control y
fiscalización del estado de las aceras, efectivamente pesaba sobre esa parte el deber de
controlar la vía pública para evitar que se conviertan en cosas riesgosas. En ese sentido,
destacó que si la cosa cuyo riesgo o vicio produjo el daño se encontraba en la vía pública, debe
responder por el perjuicio ocasionado en virtud del art. 1113, segunda parte, párrafo 2° del
Código Civil. Sobre dicha base, concluyó que ambas demandadas debían responder en forma
concurrente a pagar la suma de $ 41.000 con más los intereses y las costas.
II.- Dicha sentencia fue materia de apelación por el Gobierno de la Ciudad (fs. 258bis) y por la
Universidad de Buenos Aires (fs. 265).
Por último, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires expone sus quejas a fs. 292/301, que en
esencia fincan en que: a) El sentenciante no analizó correctamente la prueba arrimada en
autos, siendo que no se encuentra probada la relación de causalidad entre la caída de la Sra.
SCHREIBER y los daños alegados. En este sentido, sólo tomó en cuenta la declaración de la
testigo ENQUÍN, única persona que vio la aparente caída; b) El a quo erróneamente consagra la
responsabilidad concurrente de ambas demandadas con fundamento en un supuesto
incumplimiento del ejercicio del poder de policía. Sin embargo, es el propietario frentista quien
no podía desconocer que su vereda adolecía de defectos y que dicha situación generaba un
riesgo para terceros.Por ello, es la U.B.A. la responsable directa por su omisión en el
cumplimiento de la ley; c) Resultan elevados los rubros indemnizatorios reconocidos y d)
Finalmente, se agravia por la forma en que fueron establecidos los intereses.
III.- Para una mejor comprensión del asunto, intentaré repasar brevemente las circunstancias
fácticas que rodearon el accidente de la Sra. Lía SCHREIBER, sin dejar de advertir algunas
dificultades que se plantean a la hora de determinar con certeza el modo en que se sucedieron
los hechos:
IV.- Atento al extenso desarrollo que formula el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con
relación al punto, conviene precisar el marco jurídico aplicable. La cuestión debe resolverse a
la luz del derecho público que, en el caso de autos, proviene de lo normado por la Ley N°
11.545 y la Ordenanza N° 33.721 de la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
En forma complementaria, de ser necesario, habrá de estarse a las disposiciones del Código
Civil (conf. C.S.J.N., “Vadell” , del 18-12-1984, pub. En E.D.A. 114 pág. 215; “Barreto” , Fallos:
329:759)
En lo que concierne a la U.B.A. frentista, sus agravios se relacionan con cuestiones fácticas y
probatorias, mas no jurídicas. En consecuencia nada corresponde esclarecer sobre la
normativa aplicable para sustentar su responsabilidad.
V.- Como punto de partida, comenzaré con el análisis de los agravios de la Universidad de
Buenos Aires.Como adelanté, sus críticas trasuntan por cuestiones relativas a la carga de la
prueba y a la valoración de las conclusiones de las constancias de la causa.
Ahora bien, del análisis de las evidencias de autos tengo por demostrado que el día 15 de
septiembre de 2004, alrededor de las 10 hs., la Sra. Lia tropezó y cayó sobre la acera por una
baldosa rota. En tal sentido, del informe médico de fs. 3/4 surge que la actora debió ser
asistida por una fractura en su muñeca izquierda y se le colocó un yeso. Por su parte, a fs. 6
obra un certificado médico del Centro Valls que acredita que el día 15 de septiembre la Sra.
SCHREIBER fue asistida como consecuencia de una caída que le causa traumatismo en su
muñeca izquierda.
Por último, es válido destacar para advertir la causalidad existente entre la cosa generadora
del daño y el perjuicio sufrido por la demandante, las declaraciones testimoniales obrantes a
fs. 132/132vta. y a fs. 134. En ese sentido, afirma la Sra. ENQUIN que “.la actora estaba
esperando un colectivo, yo venía del club y venia de la inmobiliaria que quedaba en Marcelo T.
de Alvear, y justo pasaba y veo que una persona se cae y no me di cuenta que era ella y me
acerque a socorrerla y me di cuenta que era ella y me acerque a ayudarla como cualquier ser
humano, estaba en el suelo, estaba dolorida del cuerpo, le dolía el brazo, yo la acompañe
hasta la casa que estaba el encargado y la deje ahí y me fui”(sic). Cuando le preguntan cómo se
encontraba la vereda de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, agrega que “.una baldosa rota y
otra en declive, hinchada, no si ella piso en la parte rota, cuando la vi ya estaba caída” (sic
conf. fs. 131/132). Refuerza la declaración de la testigo la exposición categórica del
Sr.VILLAFAÑE cuando afirma que la actora “se fracturó el brazo izquierdo, se fracturó el brazo
a raíz de la caída que tuvo, me consta porque la vi cuando llego, y yo la ayude a ir al
departamento para abrirle la puerta, cuando ella llegó yo estaba ahí” (sic respuesta tercera fs.
134). Añade que el sitio donde se produjo el episodio “.está todo roto, yo conozco la zona, casi
toda esa zona están todas rotas.” (conf. fs. 134, pregunta cuarta).
Respecto del agravio vinculado con dar mérito a la declaración de un solo testigo, cabe acotar
que la máxima testis unus testis nullus, que consagraron las Partidas por influencia del
Derecho Canónico, resulta inaplicable como criterio regulador de la valoración del testimonio.
Por lo tanto, la declaración de un testigo singular es susceptible de fundar las conclusiones de
una sentencia acerca de la existencia o inexistencia de uno o más hechos controvertidos,
siempre que merezca fe y apreciándola más estrictamente que cuando media una pluralidad
de testigos (conf. PALACIO, Lino E., Lexis Nexis, Abeledo-Perrot, “Derecho Procesal Civil”, 1999,
Lexis n. 2507/004573, cita extraída del fallo de esta Sala, en un caso análogo, 30.12.2013,
“Kellemberg”). En definitiva, se trata de una derivación más de la aplicación de la regla de la
sana crítica que reconoce el art. 386 del Código Pr ocesal.
De lo expuesto se colige que los sucesos relatados por la actora relativos a la existencia del
accidente y el lugar donde ocurrió se encuentran corroborados con la prueba testimonial, la
documental acompañada y la fotografía del lugar que se encuentra certificada mediante
escribana pública.
Por otra parte, la U.B.A. tiene razón en que corresponde a la víctima probar la existencia del
daño y la intervención de la cosa con la que se produjo. Sin embargo, también se presume que
el daño se ha generado por el riesgo de la cosa.Admitir lo contrario importaría un retroceso en
la interpretación del art. 1113 y desconocer su sentido en cuanto a que la culpa del dueño o
guardián va presumida tanto en los daños causados con las cosas como en los derivados del
riesgo o vicio (conf. KEMELMAJER DE CARLUCCI, en BELLUSCIO-ZANNONI, “Código Civil
Comentado”, t.5, pág. 581).
En mérito de lo expuesto, propongo que sean desestimados los agravios esbozados por la
Universidad de Buenos Aires.
Por lo tanto, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, por su calidad de propietaria de las
calles destinadas al uso del dominio público, tiene la obligación de asegurar que tengan un
mínimo y razonable estado de conservación (conf. C.S.J.N., 28.07.1994, “Olmedo, Ricardo L. vs.
Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires”, JA 1997-II, síntesis y esta Sala, Causa n°
10252/08 “Kellemberg” del 30.12.13).
En efecto, el artículo 2339 del Código Civil establecía para la época de los hechos que:”Las
cosas son bienes públicos del Estado general que forma la Nación, o de los Estados particulares
de que ella se compone, según la distribución de los poderes hecha por la Constitución
Nacional; o son bienes privados del Estado general o de los Estados particulares.”. Por su parte
el artículo 2340, inc. 7 agregaba que: “Quedan comprendidos entre los bienes públicos:.Las
calles, plazas, caminos, canales, puentes y cualquier otra obra pública construida para utilidad
o comodidad común.”. En virtud de ello, las distintas municipalidades tienen la obligación de
construirlas y conservarlas en buen estado.
Por lo tanto, el G.C.B.A. debe ejecutar las normas que regulan la materia y, en su caso,
implementar los mecanismos adecuados a fin de reparar las aceras que no se encuentran en
condiciones óptimas para ser transitadas (conf. esta Sala, causa n° 10252/08 “Kellemberg” del
30.12.13).
El factor de imputación jurídico para que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires responda por el
perjuicio ocasionado reside en que era su deber mantener en condiciones la vía pública para
evitar perjuicios a terceros. Ello surge tanto de la actividad de policía administrativa que le
atañe, como ser el cuidado de las arterias y calles, por ser parte del dominio público del
Estado, quien tiene el deber de atender la seguridad y salubridad de los habitantes. En
consecuencia resulta insoslayable la responsabilidad que le cabe (conf., en sentido similar,
Cámara Civil, Sala K, causa n° 77.474/03 del 14/06/10; conf. esta Cámara, Sala III, causa n°
4.997/98 del 24/04/2008; entre muchas otras).
7.1. Respecto a la incapacidad sobreviniente, recuerdo que en casos como el de autos debe ser
apreciada computando la situación actual de la minusvalía económica en que la víctima quedó
frente a la vida. Su resarcimiento ha de ser determinado siguiendo un criterio flexible, que
pondere el conjunto de todos aquellos elementos demostrativos de la concreta influencia
negativa de la minoración física de la víctima en el campo laboral y en las actividades de ésta
con contenido económico, descartando cálculos matemáticos respecto de los eventuales
ingresos del reclamante durante su probable vida laboral útil. A tal fin, debe valorarse su edad,
condición social, económica, familiar, actividad y capacitación laboral, estado civil, etc.; como
así también el efecto producido sobre el damnificado en sus distintos aspectos vitales (conf.
esta Sala, causas n° 2850/98 del 20.9.96; n° 21.830/94 del 26.12.06; entre otras).
Ahora bien, de acuerdo a las pruebas que en este punto han sido aportadas en autos, resulta
que la actora tenía setenta años de edad al tiempo en que se sucedió el suceso dañoso (ver fs.
5/6 y fs. 166vta.). Lamentablemente la Sra. Lía falleció el día 08.07.13 a los 79 años de edad
(ver fs. 226).
Señalado ello, corresponde ahora indicar que está probado que la Sra.Lía se desempeñaba
como trabajadora de comercio y luego se dedicó a las tareas del hogar (confr. fs. 167).
Asimismo, cabe señalar que era de estado civil casada con una hija (ver fs. 235). El perito
médico en su dictamen señala que la actora “.padeció una brusca y sorpresiva lesión que
modifica su cuerpo dejando secuelas dolorosas y molestias físicas y psíquicas que aún
perduran y modificaron su integridad psicofísica. El accidente ha agravado el estado previo al
accidente.” (ver pto. III Consideraciones medico legales y conclusiones a fs. 169vta.). A lo que
cabe agregar que “.la incapacidad desde el punto de vista físico se estima en un 15% por el
traumatismo de muñeca y dorso lumbar.”. Por su parte, en cuanto a “.la patología que padece
desde el punto de vista psíquico esta descripta en el informe y su diagnóstico es Neurosis Post
Traumática de tipo Depresivo”. Finalmente, agrega que “.la incapacidad desde el punto de
vista psíquico se estima en un 20%” (sic ver fs. 170).
7.3. En lo que respecta al rubro gastos, el señor Juez fijó el resarcimiento en la suma de $700
por medicamentos y atención médica y $300 para cubrir traslados, decisión que es
cuestionada por la codemandada Gobierno de la Ciudad.
Sobre este punto, advierto que no asiste razón al recurrente. En primer lugar, la fijación
efectuada por el Magistrado de la anterior instancia no resulta arbitraria, si se repara que en
virtud del evento dañoso se infiere que la actora debió realizar algunas erogaciones en
traslados. Piénsese, a ese efecto, que la lesión padecida exige tomar cierta medicación,
concurrir a consultas médicas tales como las que obran a fs. 3/6, lo que implica ciertos costos.
En tales condiciones, la existencia de esos pagos no necesariamente requiere ser acreditada
por prueba documental, porque es la consecuencia natural del padecimiento.
VIII.- Por último, y con relación a la tasa de interés aplicable, la queja del Gobierno de la Ciudad
tampoco puede prosperar. Sobre este punto, sólo basta mencionar que esta Sala -a partir de la
causa “Grossi Juan José c/CNAS” del 8.8.95- adhirió al criterio de las otras dos salas de la
Excma. Cámara y consideró, en términos generales, que los intereses habrían de ser los que
percibe el Banco de la Nación Argentina en sus operaciones habituales de descuento a treinta
días, plazo vencido. En razón de lo expuesto, corresponde que los accesorios sean calculados
desde la fecha ya indicada y hasta su efectivo pago a la tasa dispuesta por el senteciante.
IX.- En atención a lo expuesto, voto por confirmar la sentencia apelada en cuanto fue materia
de agravios. Las costas en esta instancia también deberán ser sufragadas por las demandadas
por resultar vencidas (art. 68 C.P.C.C.N.).
Los doctores Ricardo Víctor Guarinoni y Graciela Medina, por razone s análogas a las expuestas
por el doctor Alfredo Silverio Gusman, adhieren a su voto.
En virtud del resultado que instruye el Acuerdo que antecede, esta Sala RESUELVE: confirmar
la sentencia apelada en cuanto fue materia de agravios. Las costas en esta instancia también
Se cayó de su bicicleta por el mal estado de la calle
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Qué hacer cuando por un bache, pozo o cráter de la calle donde circulamos nos caemos de la
bicicleta. A continuación un caso que salió favorable hacia la ciclista que se la pegó por una
alcantarilla en mal estado.
La chica circulaba tranquila a bordo de su bicicleta por la Avenida Virrey Vértiz con Sucre,
barrio de Belgrano. De repente, su rueda delantera se atasca entre las barras metálicas que
formaban la alcantarilla cercana al cordón de la vereda.
Llamó al SAME, llegó un patrullero y tras un tiempo inició una demanda contra el gobierno de
la ciudad auto. Como punto de partida, la jueza dijo que se garantiza la seguridad vial y
peatonal (arts. 27 inciso 9, de la Constitución de la CABA).
Tras aalizar las fotografías del lugar, la jueza expresó: “Puede observarse que la separación
entre dos de las barras metálicas del sumidero en cuestión tendría un tamaño
considerablemente mayor que el existente entre las otras que lo componen, a más de lo cual
también puede apreciarse a simple vista que dichas barras están desalineadas”.
Luego cotejó el tamaño de esa grieta y la dimensión de la rueda de una bicicleta, por lo que
resulta razonable concluir en que la rueda delantera de la bicicleta de la actora pudo
introducirse fácilmente en esa ranura provocando su caída, publicó el sitio iJudicial.
Así, determinó la responsabilidad del GCBA por haber mediado una omisión ilegítima, por
cuanto de haber ejercido en debida forma las funciones que tenía a su cargo (ejercer el
mantenimiento adecuado del sumidero), el hecho dañoso no habría ocurrido.
Finalmente ordenó indemnizarla con más de 100 mil, lo que incluye intereses a valor actual.
Para el caso, es importante anotar datos de testigos, ver si hay cámaras de seguridad en la
zona y llamar de inmediato al SAME que luego hará un informe médico.
Juzgado Nº11, Secretaría Nº21 Expte Nº: C4745-2016/0: “G. Y. c/ GCBA s/ Daños
Y VISTOS:
Para dictar sentencia en estos autos caratulados “G. Y. c/ GCBA s/ Daños y Perjuicios
RESULTA:
I. Que, a fs. 1/10 vta., la sra. Y. G. promovió demanda contra el Gobierno de la Ciudad
le correspondería por los daños y perjuicios que habría sufrido, como consecuencia del
hecho del que habría sido víctima, ocurrido el día 25 de noviembre del 2015. En este
sentido, relató que aquel día se encontraba circulando a bordo de su bicicleta marca
“Vairo” color verde, siendo aproximadamente las 21:00 hs., dirigiéndose por la ciclovía
dispuesta sobre Avenida del Libertador, con sentido desde Palermo hacia el lado de
rumbo hacia su domicilio por la Avenida Virrey Vertiz y que, habiendo llegado a la
la rueda delantera de su bicicleta entre las barras metálicas que formaban la alcantarilla
Asimismo, enfatizó que las barras metálicas que lo conformaban poseían una separación
entre ellas de modo que tornaba imposible que quien circulaba en bicicleta pudiese
evitar caer allí. Así las cosas, destacó que al caer tan repentinamente no alcanzó a soltar
el manubrio de su bicicleta, de manera tal que impactó contra el asfalto golpeándolo con
resultando extraviadas las pequeñas partes desprendidas. Indicó que algunas personas
que circulaban por el lugar la socorrieron y la ayudaron a levantarse del piso, retirándola
recordar que entre las personas que la ayudaron había dos chicas, siendo una de ellas la
que llamó a la policía de su teléfono celular para dar aviso de lo sucedido. Así fue que,
Argentina (en adelante, PFA) cuyos efectivos procedieron a tomar sus datos y
consultarla acerca de lo sucedido. Sostuvo que en aquel momento tenía los labios de su
boca muy hinchados por lo que no podía hablar bien, motivo por el cual las chicas
padecido de una baja de presión por la cual estuvo a punto de desmayarse, no habiendo
podido moverse por los mareos que sufría. Continuó diciendo que, ante tal situación, y
que se había comunicado con la policía que requiriese asistencia a su obra social
particular (OSDE 210). Adujo que habiendo pasado un tiempo, ambas ambulancias
llegaron al mismo momento; que la madre de una de las chicas que la asistió solicitó a
revisada por la médica del SAME que bajó de la ambulancia, la cual refirió que le
médicos, acordaron que “ACUDIR” sería quien la iba a trasladar al nosocomio para que
le realizaran placas. Hizo saber que le fue muy difícil subirse a la camilla por los
intensos dolores de cabeza, rodilla, cadera y hombro derecho que padecía, destacando
que, producto de su estado de salud, no pensó en pedirle datos a los testigos del hecho.
indicó que siendo aproximadamente las 24 hs. pudo retirarse del nosocomio en el auto
de su padre, quien asistió a buscarla atento a que no podía retirarse sola del lugar.
Sostuvo que había sentido mucho miedo de que le ocurriera algo o de volver a caer en
un pozo o alcantarilla peligrosa. También refirió no haber podido realizar sus tareas
habituales por un lapso de quince (15) días. Manifestó que el sábado 28 de noviembre
recetaron una crema para el labio superior de su boca, y que ese mismo día, junto a su
Pablovsky, y que luego, por disposición del magistrado interviniente, fue examinada por
dispuesto en el art. 235 inc. F del Código Civil y Comercial de la Nación (…) siendo que
la calle es un bien de dominio público y por lo tanto es el Estado local que lo detenta,
quien debe responder por los daños que por su vicio o mal estado se produzcan” (confr.
fs. 2/2 vta.). Destacó que la responsabilidad era objetiva en virtud de los artículos 1737
a 1741, 1747 y 1748, 1753, 1757, 1758, 1763, 1770 y concordantes del Cödigo Civil y
medicamentos, reclamando el pago de mil ciento noventa y nueve pesos con setenta y
cinco centavos ($1.199,75). – Daño moral: por el dolor, la tristeza y las penurias
ocasionadas por el siniestro que indicó haber padecido y que continuaba sufriendo,
reclamó el pago de la suma de cuarenta y cinco mil pesos ($45.000). – Daño físico: por
la herida sufrida en el labio superior de su boca y la rotura de parte de sus dos piezas
dentarias, requirió el pago de dieciocho mil pesos ($18.000). – Daño psíquico: por los
daños causados en esta esfera de su vida, peticionó la suma de veinticuatro mil pesos
labio superior de su boca y en la roturac de sus dos piezas dentarias, solicitando la suma
de veintiseis mil pesos ($26.000). – Gasto médico futuro: indicó que le correspondía por
este rubro el resarcimiento de la suma de cinco mil pesos ($5.000), estimando que
gastos por psicoterapia individual por un año más. -Lucro cesante: alegó no haber
podido dar las clases de escultura que realizaba de manera informal, por lo que reclamó
ofreció prueba en sustento de sus dichos, hizo reserva del caso constitucional y solicitó
II. Que, a fs. 34, se declaró la competencia de este juzgado para conocer en las presentes
III. Que, a fs. 60/74, se presentó el GCBA y contestó la demanda incoada en su contra.
Sobre el particular, y luego de una serie de negativas genéricas, rechazó que el hecho
dañoso hubiera acaecido de la forma relatada por la parte actora. Señaló que, en el caso
de autos, no había existido nexo causal entre la conducta o el accionar del GCBA, el
presunto accidente y las consecuencias que dijo haber sufrido la demandante. Remarcó
la imprudencia de la actora, toda vez que fue ella quien “pudo optar por otra vía menos
la Av. Virrey Vertiz, por la cual circulaban numerosas líneas de colectivos. También
indicó que en la Av. Del Libertador no había ciclovías y que la actora realizó una cuadra
circulaba de noche debiendo usar luces reglamentarias blanca adelante y roja atrás para
pegada al cordón más aun si es una asidua ciclista de ciudad y montaña como lo relata
en su escrito de demanda” (confr. fs. 64). Enfatizó la imprudencia por parte de la actora
al decidir conducir su rodado en la oscuridad y sin la debida precaución. Indicó que “si
actora se desplazaba en forma antirreglamentaria” (confr. fs. 64). Es así que sostuvo que
no se encontraba acreditado el nexo causal, puesto que habría sido el obrar imprudente
de la Sra. G. el que habría causado el daño. Expresó que “la bicicleta manipulada por [la
actora] no poseía ningún tipo de iluminación, como lo prevé el art. 4.2.4. inc. H) de la
ley 2148. Por lo cual, sería lógico que, al desplazarse a las 21 hrs., por la cinta asfáltica,
el rodado algún elemento que pudiera mejorar su visual” (confr. fs. 65). Agregó que “si
bien es cierto que la parte actora sostiene que llevaba protección, por otro lado, dicha
dichos, se desprende que la misma no llevaba casco, infringiendo así las pautas del art.
6.10.7 de la mencionada ley que obliga al uso del casco” (confr. fs. 65/65 vta.).
Concluyó exponiendo que la Sra. G. expuso su vida al adoptar una conducta imprudente
que sería la que la que la habría conducido al resultado descripto. Con respecto al
sumidero pluvial, sostuvo que había constatado que el mismo se encontraba “pegado al
requiriendo señalización ya que utilizando el sentido común resulta ilógico transitar con
una bicicleta sobre la mano derecha en una avenida por donde circulan más de cinco
estación Belgrano de la línea de Ferrocarriles General Urquiza” (confr. fs. 63 vta.). Con
relación a los daños, toda vez que no le constaba la existencia del siniestro, rechazó los
rubros reclamados por improcedentes. Respecto del daño emergente, sostuvo que la
actora no había “arrimado comprobante alguno que permita tener por efectuadas las
erogaciones denunciadas” (confr. fs. 69); indicó que tampoco correspondía indemnizar
el lucro cesante, enfatizando “la completa inverosimilitud del mismo”, toda vez que “no
ha acompañado facturas que acrediten sus honorarios como así tampoco extracto
bancario alguno que permita dar algún grado de veracidad a la suma reclamada” (confr.
fs. 69 vta.). Con relación al daño moral, hizo hincapié en la falta de elementos
demandante nada decía respecto de qué porcentaje y cuantía habían sido las lesiones
tratamiento alguno en este sentido. Por último, ofreció la prueba que estimó procedente,
hizo reserva del caso federal y solicitó el rechazo de la demanda, con costas. IV. Que, a
fs. 86/87, obra el acta correspondiente a la audiencia prevista en el artículo 288 del
ordenó la producción de la prueba procedente ofrecida por las partes. A fs. 90/175 vta,
obra en autos la prueba producida en los presentes actuados. A fs. 198 se pusieron los
autos para alegar, habiendo sido ejercido este derecho por la parte actora a fs. 244/249
vta., y por la parte demandada a fs. 251/254. A fs. 261, y en virtud del planteo de
Ministerio Público Fiscal, el cual dictaminó a fs. 263/265. A fs. 266, se llamaron los
puntualizar que los jueces no están obligados a analizar todas y cada una de las
argumentaciones de las partes, sino tan sólo aquellas que sean conducentes y posean
relevancia para decidir el caso (confr. C.S.J.N., Fallos: 306:444; 302:235; 301:676;
300:535; 272:225; entre otros). En sentido análogo, tampoco es obligación del juzgador
ponderar todas las pruebas agregadas para resolver el caso (confr. C.S.J.N., Fallos:
308:950; 308:2263; 280:320; 274:113, etc.). En otras palabras, se han de considerar los
indemnización como consecuencia de los daños que habría sufrido la actora a raíz de
rueda delantera entre las barras metálicas que forman la alcantarilla cercana al cordón
ilegítimo, por cuanto era ésta última quien tenía la obligación de cuidar, preservar y
controlar el espacio público, a fin de evitar daños a las personas y las cosas. III.1 Que,
de Buenos Aires para casos como el de autos. Si bien en nuestra Constitución Nacional
(en adelante, CN) no se hace mención expresa alguna al derecho a una indemnización
por los daños provocados por la acción o inacción del Estado (tal como por ejemplo sí
del Uruguay), es posible señalar que ella contiene, sin embargo, normas específicas a las
que, claramente, uno se puede remitir. Así, por ejemplo, en su artículo 17 se reconoció
igual que los particulares, se encuentra alcanzado por el principio alterum non laedere o,
dicho de otra forma, el principio de no dañar a otro, que fue receptado en el artículo 19
tenido en cuenta por la Corte Suprema de Justicia de la Nación (en adelante, CSJN) en
Justicia de la Nación (en adelante, CSJN) sostuvo “…que el ‘principio general’ que
idea de reparación’, y que la reglamentación que hace el Código Civil, en cuanto a las
excluyente en el derecho privado, sino que expresa un principio general que regula
Pereyra Jorge Luis y otra c. Ejército Argentino s/daños y perjuicios”, Fallos 335:2333).
casos, el Estado omite actuar causando un daño injustificado a un tercero. Por ello, la
de derecho (…) de aquellos otros casos en los que el Estado está obligado a cumplir una
serie de objetivos fijados por la ley sólo de un modo general e indeterminado como
propósitos a lograr en la mejor medida posible” (Fallos 330:653). Es decir que, ya sobre
uso y goce de sus bienes (art. 21). En ella se pactó que ninguna persona puede ser
privada de sus bienes, excepto mediante el pago de una indemnización justa, por
razones de utilidad pública o de interés social y en los casos y según las formas
tutela a quien se haya visto lesionado respecto del goce de un derecho o libertad,
Que, por otro lado, a decir verdad, la situación de índole legal que se planteó con la
entrada en vigencia del nuevo CCyCN no dista mucho de la que existía con anterioridad
a ese momento. Me refiero a ello, en virtud de que los fundamentos que se utilizaron
del artículo 1112 del Código Civil velezano (confr. CSJN in re “Vadell” – Fallos
306:2027, entre otros), más no de la interpretación de una ley especial emanada del
subsidiaria- del citado artículo 1112 del código velezano que establecía un régimen de
responsabilidad por los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos por no
cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales que les estaban impuestas.
disponiéndose, por otro lado, en el artículo 1764 del nuevo CCyCN que “[l]as
Estado de manera directa ni subsidiaria” (el subrayado me pertenece). Cabe aclarar que
“[l]a responsabilidad del Estado se rige por las normas y principios del derecho
26.944. Esta norma, sancionada por el Congreso Nacional y que fue publicada en el
por los daños que su actividad o inactividad les produzca a los bienes o derechos de las
personas” y, por su parte, establece expresamente que “Las disposiciones del Código
(confr. art. 1°). Luego, en su artículo 11, se invitó “…a las provincias y a la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires a adherir a los términos de esta ley para la regulación de la
de Buenos Aires no ha adherido a los términos de esa ley ni tampoco ha dictado -por el
momento- una que regule de forma expresa la responsabilidad estatal a nivel local. ¿Qué
de aplicar respecto del Estado (nacional o local) el CCyCN, sea de manera directa o
adherido a ella, ni ha dictado una que fuese de aplicación estricta en el ámbito local, no
contamos con una norma local que rija la materia. Eso en modo alguno implica, a mi
criterio, que nos encontremos ante una denominada “laguna jurídica” puesto que, en
coincidencia de lo que afirmaba Juan Francisco Linares, considero al derecho como una
puesto que todo caso encuentra solución y fundamento en alguna de las fuentes del
derecho (ver Linares, Juan F., “El caso administrativo no previsto y la analogía jurídica
consiguiente, habrá que recurrir a otras fuentes como la analogía para encuadrar los
casos de responsabilidad del Estado Local por los daños o perjuicios que su actividad o
inactividad les produzca a los bienes o derechos de las restantes personas, que es muy
diverso a la subsidiariedad a la que se refieren tanto el CCyCN como la Ley 26.944 (ver
contenidas en el Capítulo 1 del Título V del Libro Tercero de dicho cuerpo legal, en
la masa normativa útil para casos como los de autos. Por tal motivo, e
podría acudirse a la analogía para aplicar, sólo en lo que sea necesario y pertinente, la
normativa especial dictada en el orden nacional; esto es la Ley 26.994. Y aun ante la
hacerse analogía y recurrirse a él cuando sea necesario, puesto que no existe otro cuerpo
por la presunta falta de servicio imputable a cualquiera de los órganos que integran los
poderes de los gobiernos de las provincias, éstas deben ser encuadradas en el ámbito del
destacando que no obstaba “…a tal conclusión la circunstancia de que para resolver el
resarcimiento por daños ocasionados— que aunque contenidos en aquel cuerpo legal no
son patrimonio exclusivo de ninguna disciplina jurídica y menos aún del derecho
jurídica de que se trate (Fiorini, op. cit., primera parte, págs. 90 y sgtes.)”. A lo que
añadió que tampoco obstaba a la solución auspiciada “…la circunstancia de que, ante la
disposiciones de derecho común, toda vez que ellas pasan a integrarse en el plexo de
principios de derecho administrativo en el que, prima facie, se encuadra el presente caso
(Fiorini, op. cit., primera parte, pág. 92 y sgtes.; Fallos: 187:436; 306:2030; 307:1942;
312:1297; 314:620; 315:1231)”. Siguiendo esta línea argumental, cabe mencionar que
en uno de sus últimos artículos, el profesor Carlos Ghersi sintetizó claramente esta
situación. Afirmó “…que no hay (…) ninguna rama del derecho que posea desarrollada y
interrelación entre sí de esos elementos, como base para [la] aplicación de las
parte general del derecho (…). Un solo ejemplo demostrativo de nuestra postura: con la
sancionó la ley 26.994, que entre sus artículos establece algunos supuestos de
aludimos. En la misma línea, en el Código Civil y Comercial, desde los arts. 1764 al
regula por este Código, sino por el derecho administrativo, en el cual tampoco existe un
ningún otro cuerpo legal que regule o desarrolle la responsabilidad como estructura y
autónoma para todas las materias o disciplinas que integran el derecho” (confr. Ghersi,
como fuente material del derecho en la redacción del artículo 1° del CCyCN, no puede
desconocerse que es en ella en donde se interpreta la ley aplicada a casos concretos que
forman parte de la realidad que nos circunda día a día; razón por la cual, pese a esa
omisión, al no haber norma formal alguna que prohíba su aplicación, con carácter de
fuente del derecho material, al momento de fundar una decisión judicial, también
corresponderá hacer uso de ella en caso de resultar pertinente. IV. Que, asentado ello y
accionar lícito (que lo coloque en una situación de afectación especial) o ilícito del
por no cumplirse de una manera regular las obligaciones impuestas por las normas y
entre otros). Por ello, cuando un derecho patrimonial ha sufrido menoscabo frente a la
existencia de tal menoscabo para justificar por sí la procedencia del resarcimiento, sino
que corresponde examinar si concurren los requisitos antes enumerados. Es bajo esta
línea de razonamiento que será analizado el caso traído a examen. V. Que, ante todo,
generador del daño, puesto que si su acaecimiento no logró ser acreditado en debida
que las facultades con que cuentan las partes para probar los hechos justificativos de la
las causas B. 49.170, sent. 15-III-1988; B. 49.255, sent. de 12-IV-1989; B. 50.087, sent.
sent. de 21-VI-2000; B 61442 S 29-10-2003). Es ella la regla más básica que en materia
probatoria se establece en el artículo 301, primer párrafo, del CCAyT. V. 1.- Que
respecto de la forma de ocurrencia, cobra relevancia la causa penal “N.N. Lec. 196
s/lesiones Culposas (art. 94 -1° párrafo del CP)”, expediente 21748/2016, arrimada a las
presentes actuaciones en carácter de prueba (ver fs. 186). Es así, que más allá de la
siniestro de marras, puede inferirse razonablemente que el evento relatado por la actora
también que se procedió a labrar un acta de secuestro de una bicicleta color verde con
inscripción XR r.5 Vairo (ver fs. 1 vta. de la citada causa penal). V.2.- Que, por otra
parte y continuando con una valoración integral de la prueba, conforme las reglas de la
sana crítica, toma especial relevancia para la correcta dilucidación de los hechos las
empresa ACUDIR S.A. informó que había “tomado conocimiento, por la empresa
ocurrido en la Av. Virrey Vertiz 1800, CABA.” (confr. fs. 99). También detalló el
contestación de oficio de fs. 100/109, donde relató que acudió un móvil a la intersección
de las calles Virrey Vertiz y Sucre, en virtud de un pedido de auxilio médico del día 25
de noviembre del 2015 a las 21:07 hs., arribando al lugar, según dijo a las 21:24 hs (ver
alguna en contrario que permita desvirtuar tales elementos, lo antes relatado me lleva a
en primer lugar debe determinarse si la lesión que la actora alegó haber sufrido fue
como consecuencia de una omisión del GCBA, generándose con ello, en tal caso, la
encontrándose en íntima relación con lo anterior, habría que establecer si tal lesión se
reclamados y su cuantía. VII. Que, con respecto a la existencia del daño, cabe citar
nuevamente la declaración del testigo en la causa penal, cuando refirió que la
estado físico con el que llegó la paciente y acompañó su historia clínica. En igual
actora cinco (5) días después de acaecido el siniestro. En aquel se indicó que “al
producto del choque o roce con o contra superficie u objeto duro, de una data
subrayado me pertenece). Por su parte, es inevitable no pasar por alto que, luego de más
médica del Servicio de Medicina Forense del Poder Judicial de esta Ciudad, concluyó
en que, “las lesiones son compatibles con la mecánica del hecho relatado” (confr. fs.
determinadas lesiones sufridas por la actora, como consecuencia de la caída que sufrió
con su bicicleta. VIII. Que, por otro lado, respecto a la responsabilidad que podría
hecho dañoso y, en su caso, si la omisión de tal control fue la que incidió en que éste se
ambiental participativo y permanente que promueva, entre otras cosas, la seguridad vial
CCyCN se establece que “son bienes pertenecientes al dominio público (…) las calles,
plazas, caminos, canales, puentes y cualquier obra pública construida para utilidad o
comodidad común” (confr. artículo 235 inc. F). De ello se desprende que cualquier
accidente o infortunio que ocurra en las calles, si es producido por el vicio o riesgo que
contengan (en el caso de autos, las barras metálicas que forman la alcantarilla en
cuestión), necesariamente importará la responsabilidad del GCBA, en tanto a éste le
corresponde su guarda jurídica. En este contexto, la CSJN ha señalado que aunque los
indemnizaciones reclamadas. Esto es, al damnificado sólo le incumbe probar que la cosa
partir de la atribución que allí se le confiere en cuanto al ejercicio del poder de policía
sobre las materias de su competencia, como la seguridad de las personas y/o bienes. Por
caso. IX. Que, respecto de ese último punto, se ha sostenido que la omisión en la
conducta –en el caso, de control sobre el estado del mentado sumidero-, para que genere
responsabilidad debe estar causalmente ligada con el resultado final, de modo que pueda
el punto de vista de la relación de causalidad, ese no hacer viene a ser una condición
Buenos Aires, 1984, pág. 212). En el caso de autos corresponde determinar si la rejilla
en virtud del poder de policía que detenta sobre los bienes de dominio público), lo cual
habría sido el factor determinante en la producción del resultado. En este orden de ideas
penal se dispuso tomar fotos del lugar de los hechos, pudiendo visualizarse las mismas a
fs. 14 de aquellas actuaciones, las cuales coinciden con las aportadas a esta causa por la
actora en formato de disco compacto (ver nota de fs. 31). Analizadas dichas fotografías
puede observarse que la separación entre dos de las barras metálicas del sumidero en
cuestión tendría un tamaño considerablemente mayor que el existente entre las otras que
lo componen, a más de lo cual también puede apreciarse a simple vista que dichas
que en el caso ha mediado una omisión ilegítima imputable al GCBA, por cuanto de
haber ejercido en debida forma las funciones que tenía a su cargo (ejercer el
constituye un deber genérico que el GCBA tiene a su cargo, derivado del poder de
policía que detenta, siendo que ello en momento alguno de la causa ha sido puesto en
duda por aquél. Nótese en tal sentido que con relación a este punto el GCBA al
contestar demanda se ha limitado a negar el mal estado del sumidero, pero más allá de
descartar las pruebas obrantes en la causa que demuestran el mal estado de conservación
del sumidero ya descripto al momento del siniestro. Solo resta destacar que lo
penal, tampoco me lleva a tener por acreditada dicha aserción. Ello así por cuanto si
bien es cierto que el Sr. Fiscal en aquellas actuaciones expresó respecto al estado de la
alcantarilla que “la rejilla no se encontraba en mal estado” (ver fs. 25 de la citada causa
penal), no es menos exacto que tal y como se señaló líneas arriba las fotografías
agregadas a esas mismas actuaciones dan cuenta de lo contrario (ver fs. 14 de la causa
afirmación del GCBA. Ello no obstante, no puede pasar inadvertido que con
otra, en donde se aprecia que las aberturas que la componen tienen una dimensión
menor que la existente al momento del hecho dañoso aquí analizado –obsérvese en ese
sentido las fotografías obrantes en la causa penal a fs. 14 y aquellas agregadas a fs. 229
(confr. art. 331 CCAyT). IX. Que no modifican la conclusión antedicha las aludidas
alegaciones del GCBA destinadas a involucrar entre los factores determinantes del
sido lo que originó su caída. IX. 1. Que, al respecto, es preciso destacar, que la
afirmación del GCBA con relación a que la actora habría obrado de modo negligente
por conducir su bicicleta a través de una avenida por donde circulaban muchos
vehículos, carece de asidero, toda vez que no existe preceptiva alguna que prohíba a los
circular por avenidas en las cuales circulan gran cantidad de vehículos. Por lo tanto,
resulta que la actora el día de los hechos se encontraba desplazándose en su bicicleta sin
el GCBA sostuvo que la demandante también había sido imprudente por circular por
Ciudad de Buenos Aires (Ley 2148), se establece que las bicicletas, en los casos en que
no exista una ciclovía, deben circular por el borde derecho (ver anexo I, capítulo 6.10.8
sólo circulaba por un lugar por el que no le estaba prohibido hacerlo sino que, además,
lo habría hecho de conformidad con lo que se exige en la ley que regula la materia.
IX.2. Que, lo propio cabe concluir respecto a lo manifestado por el GCBA en lo atinente
a que existiría una cuadra en la cual la actora habría circulado en contra mano sobre la
calle La Pampa. Ello así por cuanto no se encuentra probado en modo alguno que la
trata de una mera afirmación del GCBA que carece de sustento probatorio alguno, por
dañoso. IX.3. Que, en lo que se refiere a las luces reglamentarias con las que debe
circular una bicicleta por la Ciudad, corresponde recordar que en la ley 24.449 se prevé
en su artículo 40 bis inciso G) que “para poder circular con bicicleta es indispensable
en el cual se determina que “En marcha nocturna se debe utilizar una luz de color rojo
orientada hacia atrás y una luz de color blanco o destellador orientada hacia delante,
entonces que el único requisito necesario para la circulación de una bicicleta en las
este tema cabe puntualizar que un sistema catadióptrico es “… un sistema óptico: Que
decir, que éstos dispositivos tienen por finalidad indicar la presencia del vehículo
dicho vehículo. Esto es, permitir que las bicicletas puedan ser vistas claramente por los
del GCBA en cuanto a que si la bicicleta de la actora hubiera poseído las luces
reglamentarias hubiera tenido una mejor visión que le hubiera permitido visualizar el
sumidero y así evitar el accidente, carece de sustento, por cuanto dichas luces no tienen
por finalidad, tal y como ya se explicó ut supra, iluminar el trayecto del conductor de la
bicicleta. Es más, se supone que tratándose de una avenida cuya iluminación también
corresponde al GCBA en ejercicio del poder de policía, aquélla debió haber estado lo
suficientemente iluminada como para que los automóviles y ciclistas circulen con
reglamentaria alguna que le exija circular en su bicicleta con luces que le mejoren la
visión. IX. 4. Que, finalmente, en lo que respecta al no uso del casco reglamentario
que la actora se limitó a afirmar que circulaba con el casco puesto, lo cierto es que no
para descalificar tal aserción lo manifestado por el GCBA en el sentido de que “…dicha
afirmación no se condice con las supuestas lesiones sufridas” (confr. fs. 65). Máxime si
se toma en cuenta que las lesiones que presenta la actora son en su boca y mandíbula, es
decir, en una zona del rostro que, en principio, no queda protegida por el casco. Por
y no habiéndose probado de forma alguna que las consecuencias del siniestro fueron
causadas o agravadas por la culpa de la víctima, resulta razonable concluir que el suceso
parte actora. En este contexto, vale recordar que en el artículo 301 del CCAyT se
conocer. Cada una de las partes tiene la carga de probar el presupuesto de hecho de la
Sobre tal instituto se ha dicho que “…la carga de la prueba es prescripta por la ley al
juez sobre la razón que le asiste y constituye un imperativo de su propio interés; es una
circunstancia de riesgo, referida a que quien no prueba los hechos pertinentes pierde el
Ahora bien, sentado lo antedicho, queda por analizar el quantum de los daños que
corresponde resarcir. XI. Cuantificación de los daños: XI.1. Daño Emergente: Con
relación a este rubro, la actora solicitó el monto de mil ciento noventa y nueve pesos
en que habría incurrido. Acerca de este punto, se ha dicho que este tpo de resarcimiento
“se traduce en un empobrecimiento del contenido económico actual del sujeto y que
puede generarse tanto por la destrucción, deterioro, privación del uso y goce, etc., de
bienes existentes en el patrimonio al momento del evento dañoso, [como] por los gastos
que, en razón de ese evento, la víctima ha debido realizar” (confr. Zannoni, Eduardo, El
daño en la responsabilidad civil, 2ª ed., Buenos Aires, Astrea, 1993, pág. 60). Sentado
lo expuesto, y de conformidad con las constancias de la causa, toda vez que la parte
actora ha acreditado los gastos con las correspondientes facturas (confr. fs. 46/48), se
hará lugar al reclamo en concepto de daño emergente por la suma de DOS MIL
NOVECIENTOS TREINTA Y DOS PESOS CON CINCUENTA Y NUEVE
confr. 148 CCAyT). XI.2. Incapacidad sobreviniente: Con relación a este rubro, la
esta suma el daño físico ($18.000), el daño psíquico ($24.000) y la lesión estética
sobreviniente tiene por finalidad cubrir no sólo las limitaciones de orden laborativo,
sino también la proyección que aquélla tiene con relación a todas las esferas de su
por incapacidad comprende, con excepción del daño moral, todos los supuestos
Nesci, Margarita Emma y otros s/ daños y perjuicios”, 31/08/04). Siguiendo ese camino,
se ha dicho también que la vida tiene un valor en sí misma y que toda disminución de
ella importa una afectación a la energía vital, generadora a su vez de todas las
actividades del sujeto, razón por la cual no puede reducirse la cuestión a un cálculo
aquella merma permanente en la aptitud vital del ser humano, sin perjuicio de la
procedencia de otros ítems que las lesiones temporarias padecidas pudieran haber
daño moral (confr. Sala citada, en los autos “Eslejer, Julio c/ Minissale de Moranchele,
señalado que “…[e]ste daño carece de autonomía indemnizatoria dado que en tanto daño
afectado, esto es la integridad física y psíquica con los perjuicios que de ella derivan que
expuesto, y de conformidad con las constancias de la causa, vale señalar que, del
dictamen pericial obrante a fs. 156/159, surge que el perito médico actuante concluyó en
que de las secuelas del hecho dañoso “se estima que la actora presenta acorde a los
la Total” (confr. fs. 157). Por su parte, en el informe elaborado por la perito psicóloga
actuante, se concluye en que “puede decirse que el material analizado no muestra foco
hecho que se investiga” (confr. fs. 173 vta.). En suma, de acuerdo con lo expuesto y
($45.000), a valores actuales (confr. art. 148 del CCAyT). XI.3. Daño Moral: Respecto
de este tópico, es apropiado destacar que “…se proyecta sobre derechos subjetivos
afecciones” (confr. Alterini, Atilio A., Ameal, Oscar J. y López Cabana, Roberto M.,
pág. 289). En tal sentido, es preciso señalar que “para obtener indemnización del
producción del hecho ilícito y la relación causal son elementos suficientes para
determinar la procedencia del reclamo” (confr. CNCiv. Sala J, junio 11-992 “MCR c/
MUNIC. CIUDAD BS.AS., LL T° 1994, págs. 269 y s.s.). En el caso, se trata de una
persona joven, que hasta el momento del hecho gozaba de buena salud y que, fruto del
siniestro, se vio impedida de realizar diversas actividades que eran de su rutina habitual.
Así las cosas, “… Cabe recordar que si bien por principio general estos daños deben ser
sentidos que el caso del daño patrimonial…” (confr. Cam. CAyT, Sala II in re
intereses no patrimoniales por el evento dañoso, no cabe ninguna duda que el mismo
queda probado con el solo hecho de la acción antijurídica” (confr. CNCom, sala A,
sentencia del 20 de junio de 1999; ED, t. 185-544). Por este concepto, la actora solicitó
recordarse que “… la fijación del importe por daño moral es de difícil determinación,
(confr. Cám CAyT, Sala I in re “Martín Hortal, Carlos Alberto c/ GCBA s/ Daños y
Perjuicios”, del 8/3/2004). En definitiva, más allá de lo dificultoso que resulta mensurar
este tipo de afecciones, las cuales no pueden dejar de estar netamente impregnadas de la
subjetividad del criterio del magistrado que las deba examinar, entiendo que los
padecimientos que la parte actora tuvo que soportar como consecuencia del hecho
PESOS ($15.000), a valores actuales (confr. art. 148 del CCAyT). XI.4. Gasto médico
futuro: Por este rubro, la demandante reclamó la suma de cinco mil pesos ($5.000),
alegando que a futuro “tendr[á] gastos en medicamentos por [la] herida del labio por
adelante” (confr. fs. 8). En primer lugar, cabe hacer notar que más allá de la citada
médicas) que me permitan tener por acreditado que a la actora le será necesario incurrir
en gastos por médicamentos, más allá de aquellos que ya le han sido reconocidos ut
supra. Por otra parte y en lo que se refiere a posibles gastos por psicoterapia, la perito
psicopatológicas desencadenadas y/o causadas por el hecho que se investiga” (confr. fs.
173 vta.). Asimismo, relató que “la forma de funcionamiento del aparato psíquico de la
actora (…) no se constituyen ni se origina a partir del hecho de marras, sino que
evidencian un estilo de actividad psíquica que le es propio a cada uno” (confr. fs. 173
vta./174). Así las cosas, siendo que no solamente no se advierte que la demandante
hubiese realizado erogaciones por este concepto, sino que, además, no surge que los
corresponde rechazar la indemnización por este concepto. XI.5. Lucro cesante: Por este
rubro, la actora reclama la suma de mil quinientos pesos ($1.500), alegando que no
pudo dar las clases de escultura, que le son abonadas en razón de quinientos pesos por
clase. En este aspecto, cabe señalar que “…se entiende por lucro cesante el quebranto
ilícito, para poder ser indemnizado requiere una prueba concreta del detrimento
económico efectivamente sufrido por el damnificado o cuando menos que éste aporte
los datos necesarios que permitan presumirlo de un modo fidedigno, pues de otra
pinturas, esmaltes y barnices s/ sumario”, 30/05/97; íd, Sala M, “De Viana Javier
Edgardo c/ Kitairorodsky Sergio Néstor y otro s/ daños y perjuicios”, 06/07/05). Así las
cosas, cabe poner de relieve que la actora pretende el cobro de una indemnización por
este daño simplemente alegando que a raíz del accidente se vio privada de los ingresos
que le generaban las clases que de manera informal solía brindar. Sin embargo, más allá
alguna tendiente a demostrar tal extremo (vgr. testigos). Por ende, corresponde rechazar
la indemnización por este concepto. XII. Que, respecto de los intereses, éstos deberán
indemnización se efectuó a valores actuales, deberá aplicarse una tasa pura del 6% anual
desde la mora –día del hecho generador del daño- hasta la fecha de la sentencia. Y a
partir de allí, el promedio que resulte de las sumas líquidas que se obtengan de (i) la tasa
activa cartera general (préstamos) nominal anual vencida a 30 días del Banco de la
Nación Argentina y de (ii) la tasa pasiva promedio que publica el BCRA (comunicado
14.290), hasta la fecha del efectivo pago. XIII. Que, por último, con relación al planteo
indemnización por daños y perjuicios, con más los intereses que deberán
III. Ordenando al GCBA que en el plazo de diez (10) días de encontrarse firme
IV. Imponiendo las costas del pleito a la demandada, por no encontrar razones
VI. Regulando los honorarios del Dr. Diego G. Cancogni por la dirección letrada
existen entre los mínimos establecidos para otros tipos de procesos sin tanta
La Dirección Nacional de Vialidad (DNV) fue condenada a pagar una suma multimillonaria en
concepto de indemnización por los daños que sufrió una mujer que chocó con su vehículo al tratar de
esquivar unos pozos en una ruta, informaron fuentes judiciales.
El fallo, que confirmó el de primera instancia pero aumentó los montos indemnizatorios por
“incapacidad sobreviniente” y daños síquico y moral, lo dictó la Sala H de la Cámara Nacional en lo
Civil, por el hecho registrado el 13 de mayo de 2012 en la localidad de El Pato, en el conurbano
bonaerense.
Según consta en la causa, esa noche la mujer identificada por las siglas E.B.J.M. circulaba a bordo
de su vehículo marca Peugeot 207 junto con su cónyuge por la Ruta 2, sentido sur-norte, cuando a la
altura del kilómetro 36 se encontró con un par de pozos en la cinta asfáltica.
De acuerdo a las pruebas, en ese momento la mujer no pudo esquivar los pozos debido a la falta de
señalización y la precaria iluminación.
Como consecuencia de esta situación, la mujer perdió el control del vehículo que impactó contra el
guardarraíl de contención y al continuar la marcha chocó contra una columna de señalización vial,
por lo que la pareja fue derivada al Hospital Gonnet, donde a los cónyuges se les hicieron las
primeras curaciones.
E.B.J.M. sufrió una fractura multifragmentaria de húmero derecho, por lo que debió someterse
intervención quirúrgica con fijación interna con placa y tornillos.
Al contestar la demanda, la DNV sostuvo que el accidente fue por culpa de la conductora, porque
“no tomó los recaudos necesarios ya que, en caso de haber obrado con la prudencia debida habría
evitado las consecuencias de lo ocurrido por circular “distraída” y con las luces reglamentarias
apagadas.
A la mañana siguiente, según elementos de prueba aportados en la causa, personal de la empresa
Occovi fue al lugar para arreglar el pozo, cuya existencia –y también la de otros en esa zona- fue
corroborada por testigos que, al momento del siniestro, se desplazaban cerca del automóvil de la
damnificada.
En contra de lo expuesto por la demandada –que mencionó “alta velocidad- las pericias indicaron
que al momento del impacto E.B.J.M. circulaba a aproximadamente a 60 kilómetros por hora.
Por ello, la Sala H de la Cámara acotó que “la presencia de pozos en la ruta por donde circulaban los
vehículos, constituye un vicio de la cosa por el que es particularmente previsible que ocurra un
suceso dañoso frente a un servicio prestado en esas condiciones”.
Los camaristas José Benito Fajre, Liliana Abreut de Begher y Claudio Kiper fijaron los montos
indemnizatorios por incapacidad sobreviniente, daño moral y tratamiento psicológico en las sumas
de 1.050.000, 550.000 y 96.000 pesos, respectivamente, más intereses desde la producción del hech
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
A+
COMPARTIR:
Fue en 2003, en Seguí al 3400. La Justicia ordenó un pago de $ 27.500 a una
motociclista
El actor cayó al piso desde su rodado y sufrió lesiones con motivo del
deficiente estado de la calzada
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Cómo se determina la
culpa en un caso de
resbalón y caída en
Atlanta?
EVALUACIÓN DE CASO GRATUITA HOY
BRYCE ÁNGEL
Un “resbalón y caída” es el nombre asociado con accidentes de
lesiones personales que ocurren simplemente cuando alguien se
resbala o tropieza en el suelo, sufre una caída y se lesiona. Los
accidentes por resbalones y caídas generalmente ocurren en la
propiedad de otra persona, lo que hace que este tipo de caso caiga
bajo la responsabilidad de las instalaciones. Según los Centros para el
Control y la Prevención de Enfermedades, alrededor de un millón de
personas se lesionan anualmente en los Estados Unidos debido a
accidentes por resbalones y caídas, y cualquier persona de cualquier
edad puede ser una víctima. Un Abogado de resbalones y caídas en
Atlanta va a ayudar.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Determinando la Responsabilidad
Para que alguien sea legalmente responsable por las lesiones que
sufrió por resbalones o tropiezos y caídas en la propiedad de otra
persona, uno de los siguientes casos debe ser verdadero:
¿Qué es "Razonable"?
Su Propio Descuido
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Si hay un techo con fugas que resulta en una condición resbalosa para resbalón y caída, el
dueño de la propiedad no podría ser responsable por su lesión, si hay una rejilla de drenaje
en el piso que este hecho para evitar condiciones resbalosas. Adicionalmente, los dueños de
la propiedad no siempre son responsables por las cosas que una persona razonable habría
evitado, tales como tropezarse sobre una cosa que normalmente es descubierta en dicha
área, tales como una montaña de hojas en el patio durante la temporada de otoño. Cada
persona tiene la responsabilidad de conocer sus alrededores y hacer algo para evitar
condiciones peligrosas.
Razonabilidad
Cuando usted intenta probar que el dueño de los predios es responsable por la lesión que
usted sufrió durante su accidente por resbalón y caída, también tiene que presentar la
razonabilidad de las acciones del dueño. Para asistirlo con esta condición, a continuación
algunas preguntas que lo ayudarán a determinar previo a tramitar un caso:
¿Por cuánto tiempo ha estado presente el defecto previo a su accidente? Esto significa
que si el techo con fugas encima de la escalera ha estado goteando durante los últimos
tres meses, entonces es menos razonable que el dueño permita que continúe la fuga
antes que cuando la fuga recién había empezado la noche previa al accidente cuando el
terrateniente tan sólo estaba esperando que se detuviera la lluvia y arreglarlo.
¿Cuáles son los tipos de actividades de limpieza diaria en que está involucrado el dueño
de la propiedad? Cuando el dueño de la propiedad afirma que revisa los predios todos
los días, ¿qué tipo de evidencia puede presentar para respaldar el reclamo?
Si el accidente por resbalón y caída involucró tropezarse sobre algo que estaba en el piso
o en otra área donde se tropezó, ¿había una razón razonable para que el artículo estuviera
ahí?
Si su accidente por resbalón y caída involucró tropezarse sobre un objeto que fue dejado
en el piso que tiene una razón justificable para estar ahí, ¿aún existía la razón justificable
durante la accidente? Por ejemplo, tropezarse sobre un tarro de pintura en una sala de
estar podría ser irracional si la habitación previa fue pintada hace dos años y el dueño no
tiene planes inmediatos de repintar la habitación.
Si el resbalón y caída que experimentó involucró tropezarse sobre una cosa que fue
dejada en el piso que contenía una razón aceptable para estar ahí, ¿podría el artículo
haber sido colocado o guardado de una manera que podría haber reducido las
posibilidades de que alguien se tropiece sobre él?
¿Cuáles son los tipos de precauciones que podría haber hecho el dueño de la propiedad
para reducir las posibilidades de que alguien esté involucrado en un accidente por
resbalón y caída en sus predios? Precauciones menores tales como una simple barda de
plástico, aún menos razonable sería no tomar la precaución.
¿Habia algún problema con los alrededores, que también están bajo control del dueño de
los predios que contribuyeron al accidente por resbalón y caída? Por ejemplo, usted se
tropezó sobre una escalera resbalosa que tiene focos que no funcionan en dar luz a la
escalera.
Si usted puede responder a una o más las preguntas de una manera que respalde
favorablemente sus reclamos por resbalón y caída, entonces podría tener oportunidad de
ganar en su demanda. Pero, aún así debe de considerar si el descuido por su parte
contribuyó al accidente.
Descuido/Torpeza
La mayoría de los estados se adhiere a la regla de la negligencia comparativa acerca de
accidentes por resbalón y caída. Significa que si usted contribuyó a su propia lesión, como
si por ejemplo usted estaba hablando por teléfono y no estaba prestando atención a la señal
de advertencia, el otorgamiento por sus lesiones y otros años podría ser reducido por el
monto que usted fue comparativamente culpable. El porcentaje de quién tuvo la culpa será
determinado por el juez o jurado.
¿Tuvo usted una razón legítima para estar en los predios del dueño cuando ocurrió el
accidente? ¿Sabía el dueño o debió haber sabido de que usted estaba viniendo o alguien
más en la misma condición para con usted, estando ahí?
¿Habría una persona de precaución razonable en una situación similar notado y evitado
la situación peligrosa, o manejado la situación de una manera que habría reducido las
posibilidades del accidente por resbalón y caída tales como sosteniéndose del barandal o
pasamanos mientras bajaba las escaleras congeladas?
¿Construyó el dueño de la propiedad una barrera o proporcionó suficiente advertencia
acerca de la condición peligrosa que resultó en su accidente por resbalón y caída?
¿Estaba usted sosteniendo actividades que resultaron en su accidente por resbalón y
caída? Ejemplo de esta condición son enviar mensajes de texto mientras camina, correr
alrededor de los bordes de la piscina, intentar patinar en hielo con sus zapatos de
escuela, saltar o esquiar, y otros.
Si usted está discutiendo con una compañía de seguros respecto a un acuerdo probable por
sus lesiones, le podrían hacer varias preguntas similares a las hechas aquí. A pesar de esto,
podría no tener que demostrar a la compañía de seguros que usted fue muy cuidadoso,
podría tener que mostrar lo suficiente como para que la compañía de seguro sea capaz de
creer que usted no actuó negligentemente
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
CUÁNDO LA CULPA DE UN
ACCIDENTE DE RESBALÓN
Y CAÍDA ES DE OTRA
PERSONA?
Publicado:
19 de septiembre de 2021
Por
Larry A. Lehmbecker
Contenido
Una caída en un local comercial:
Una caída en un local privado:
¿Cuál fue la causa de la caída?
Los detalles son importantes:
Por ejemplo, tropezar con una alfombra suelta en un supermercado podría ser
una buena reclamación; pero si tropieza con una alfombra suelta en casa de un
vecino, es mucho menos probable que haya una reclamación viable.
Cuanto más tiempo lleve existiendo un problema, más probable será que se
considere responsable al propietario de un negocio, ya que cuanto más tiempo
lleve existiendo, más oportunidades hay de descubrir y solucionar el problema.
Las condiciones peligrosas que a menudo dan lugar a la responsabilidad del
propietario incluyen cosas como suelos mojados, pasillos o escaleras mal
iluminados o diseñados, derrames no atendidos, objetos abandonados en el
suelo, barandillas de escaleras inadecuadas, alfombras abultadas o rasgadas,
pavimento irregular o baches, o condiciones de hielo. Datos rápidos sobre
resbalones y caídas.
La sustancia podría haber sido algo que se le cayó a otro cliente unos
segundos o minutos antes. En ese caso, el propietario del establecimiento no
es responsable de su caída porque los empleados no podían saberlo ni haberlo
limpiado tan rápidamente. Por lo tanto, es fundamental que tome nota de lo que
le rodea y determine por qué resbaló o tropezó. Además, si la caída ha tenido
lugar en un negocio, debe rellenarse un parte de accidente.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Caídas en establecimientos
públicos ¿De quién es la culpa?
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3. Caídas en establecimientos públicos ¿De…
Las caídas en establecimientos abiertos al público generan controversia. Conviene
aclarar desde el principio que para poder reclamar necesitamos la acreditación
del hecho, de la culpa de la empresa y del daño causado.
Caídas: son tres los elementos imprescindibles para el éxito de la
demanda:
El hecho puede ser tanto una acción como una inactividad o pasividad. Lo que se
debe acreditar es la causa de nuestras lesiones o daños. Que estas se produjeron
dentro del local de la empresa a quien reclamamos. O, cuando menos, dentro de
su radio de acción, por ejemplo en los aparcamientos privados de un
supermercado. Este primer requisito es imprescindible. Hemos de demostrar que
todo ocurrió en un lugar cuya responsabilidad es de la demandada. Si no es así,
de poco servirá tener testigos de lo demás.
La culpa es el requisito que obliga a la empresa demandada a indemnizar. Pero no
siempre los tribunales utilizan el mismo criterio para resolver la culpabilidad. No es
lo mismo tener un parque acuático que vender pan en una pequeña tienda.
Lógicamente depende del riesgo que crea cada una de estas actividades. Por eso,
en función del negocio cada establecimiento deberá tener más o menos sistemas
de seguridad para evitar el daño.
Depende del riesgo creado por la empresa, así se
partirá de un régimen de responsabilidad amplio o
reducido.
La inexistencia de un guarda de seguridad en una discoteca de moda hace que los
jueces lo entiendan como una negligencia
Caídas en un cine
Caída en un cine porque durante la proyección de la película un cliente necesitó
salir al baño y estaba fundida alguna luz de los escalones, lo que provocó su
caída. El tribunal entendió que la culpa era compartida entre la víctima (que debió
darse cuenta de que no había plena garantía de bajar indemne por la escasa luz) y
la empresa (porque no sustituyó las luces fundidas provocando el riesgo de no
poder bajar con seguridad) otorgando en consecuencia el 50% de la
indemnización.
Caídas en una boda
Caída en una boda porque el tacón del zapato de una asistente quedó pinchado en
el suelo húmedo durante el cóctel. Es una situación habitual (ahora se utilizan
remedios para ello) que el tribunal resolvió entendiendo que la culpa era exclusiva
de la víctima pues ya sabía el estado del suelo y el riesgo que conllevaba, a pesar
de lo cual prefirió seguir con esos tacones. No cobró indemnización.
Caídas en un hotel
Caída en un hotel porque las luces de los pasillos se encendían automáticamente
al paso de los clientes pero un huésped alegó que de regreso a su habitación, tras
una fiesta, las luces no se encendieron y no pudo ver que había unas escaleras,
por donde acabó cayendo. El tribunal tampoco concede indemnización al entender
que fue su estado el que le impidió darse cuenta de que caminaba a oscuras por
lugar inadecuado ya que antes había realizado ese recorrido cuando fue a pedir
una llave de la habitación.
Caídas en un supermercado
Caída por restos de agua en un supermercado que provoca lesiones a una cliente.
Se acreditó la caída y los daños personales que tuvo pero, sin embargo, el tribunal
consideró que no se demostraba la responsabilidad de la empresa. La existencia
de una bolsa de plástico o resto de agua no son por sí mismas suficientes para
inferir culpabilidad a la empresa, precisamente porque no son actividades de
riesgo.
(36)
En este artículo me propongo explicar brevemente algunos aspectos para tener en
cuenta acerca de la cuantificación del daño moral (cuantificación de la
indemnización de las consecuencias no patrimoniales, nombre que el Código Civil
y Comercial de la Nación <CCCN> en su art. 1741 le da al “género” que contiene
la “especie” Daño Moral).
¿Qué es el daño moral? Daño moral extracontractual y daño moral por incumplimiento
contractual
Pautas para la cuantificación del daño moral
Calcular el daño moral
Errores comunes en la cuantificación del daño moral. Valor vida y daño moral por
fallecimiento
Cálculo de los intereses del daño moral. Obligación de valor y actualización de las sumas
reclamadas
Bibliografía recomendada
Acerca del autor: Dr. Federico Méndez
Su reparación está determinada principalmente por los artículos 1738, 1740 y 1741
del Código Civil y Comercial, que imponen al autor del hecho ilícito la obligación de
indemnizar sin exigir prueba directa de su existencia, y a su vez imponen la
“reparación plena del daño”, incluyendo las afecciones espirituales legítimas y
consecuencias no patrimoniales en general.
Por supuesto que el daño moral no solo es generado a raíz de un siniestro, sino
que también puede ser generado -y reclamado- a raíz de un incumplimiento
contractual, como puede ser el incumplimiento de una aseguradora. La clave es
saber en qué casos procede, y el mejor método para reclamarlo.
Siguiendo al pie de la letra esta definición legal, existe jurisprudencia que fija el
daño moral tomando el valor de la “satisfacción sustitutiva” que el juez considera
que paliará el daño padecido. Por ejemplo, así lo aplica el Dr. Sebastián Picasso
de la sala “A” de la Cámara Nacional en lo Civil de la Capital Federal, quien en la
cuantificación del daño moral puede basarse en el valor de un viaje con todo
incluido a “Europa” para el actor y su núcleo familiar, o con el valor de un automóvil
de cierto tipo; es decir, con el valor de un bien o servicio cuya entrega al
damnificado permite darle una satisfacción que sustituya el displacer sufrido por el
hecho por el cual demandó.
Ello pues permite tener un valor de referencia para todas las partes y para la
judicatura, y evita sentencias extremadamente contradictorias en materia de
cuantificación del daño moral.
Más allá de que las bases de datos son realmente útiles, en mi libro Práctica de
daños, seguros y accidentes de tránsito se puede encontrar el link para acceder a
un grupo en redes sociales que mantiene actualizados los montos referidos en el
libro, para que el lector pueda encontrar datos actualizados y ampliados de
cuantificación del daño moral -y de otros daños como las consecuencias de la
incapacidad física o psicológica- y datos de cómo fallan los jueces de diversas
competencias, y correspondiente a tribunales de distintas jurisdicciones, de modo
tal de poder conocer con anterioridad los criterios que plausiblemente rijan al caso
que tengamos en nuestras manos.
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29 de noviembre de 2016
REY PATRICIA EVANGELINA Y OT. C/SAMARRO CARLOS
DONATO Y OTS S/ DAÑOS Y PERJ.-RESP EST.-POR USO DE
AUTOMOT.(C/LES.O MUERTE)
– Vigencia del Código Civil de Vélez. En efecto, el día 1º de agosto de 2015 entró en
vigencia el “Código Civil y Comercial de la Nación”, aprobado por art. 1º de la ley 26.994,
ley que a su vez derogó el Código Civil aprobado por ley 340 (art. 4º), ley promulgada por
decreto 1795/2014 publicado en el Boletín Oficial Nº 32.985 del 08/10/2014; modificada
por ley 27.077 que dispuso su entrada en vigencia en la indicada fecha del 1º de agosto de
2015; lo que origina una cuestión de derecho transitorio que entiendo corresponde
despejar, o al menos tratar de explicar. En efecto, según se desprende del texto del
Código Civil y Comercial, las nuevas leyes rigen desde la fecha que indiquen (art. 5° del
CCyC; en el caso del CCyC, el 01/08/15), lo que significa, que su aplicación es inmediata a
las consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes (art. 7°del CCyC,
primer párrafo). Lamentablemente, el nuevo texto suprimió la locución “aun” que sí estaba
en el del art. 3° del C.C. conf. ley 17.711, con la que se indicaba con toda claridad que la
aplicación era inmediata tanto para las relaciones, situaciones, como para las
consecuencias (ya que decía “aun a las consecuencias”). Pero -sigue diciendo la ley- salvo
disposición en contrario no tienen efecto retroactivo (art. 7° del CCyC, segundo párrafo), lo
que debe entenderse como que las relaciones y situaciones jurídicas existentes, así como
sus consecuencias, que se encuentren consolidadas, esto es, completadas ya sea en su
creación, cumplimiento o extinción, no son alcanzadas en ninguna de esas etapas por las
disposiciones de la nueva ley: a su respecto rige la ley vigente al momento en que se
crearon, desarrollaron o extinguieron.-
-Por otra parte, en orden al principio procesal de congruencia, en la medida en que el
juzgador otorga una suma totalmente alejada de la peticionada en la demanda, debo decir
que lo infringe. En efecto, no estamos tratando una cuestión de orden público, sino
plenamente inmersos en un proceso dispositivo. Así, hemos acordado en esta Sala que,
cuando al peticionar montos resarcitorios se agrega –como en el caso– la locución “o en lo
que en más o en menos resulte» (rectius: “resultare”), dicha salvedad si bien confiere
cierta elasticidad al juzgador, no lo habilita para conceder cantidades totalmente alejadas
de lo peticionado. Esta prohibición –lo reitero– aparece infringida en el caso tan solo con
advertir que en la demanda se impetró una suma total de Pesos Novecientos Setenta Mil
($970.000=) (cfr.: fs. 20vta.; 1° párrafo), mientras que el Sr. juez de primera instancia
culmina otorgando la suma de Pesos Dos Millones Quinientos Diez Mil ($2.510.000=),
cantidad esta última que representa más del doble de la liminarmente reclamada; con el
agregado de que no ha sucedido, con posterioridad a la interposición de la demanda,
ningún hecho modificatorio del “quantum” pedido que no conociera al momento de
confeccionarla. La sentencia resulta entonces “ultra petita” en cuanto a los montos
aludidos.-
– al “dueño” o “guardián” no le bastará –entonces– con probar simplemente su ausencia
de “culpa”; sino que deberá acreditar el “plus” de la ruptura total o parcial de la relación
causal “adecuada” (doc. arts. 901, 906 y concs. del Código Civil) por parte de la víctima o
un tercero por el cual no debe responder. Conceptualmente entonces, el punto de partida
no debe ser otro que el de la plena atribución de responsabilidad de la parte accionada,
para recién a partir de allí, pesquisar en qué medida la prueba colectada desvirtúa –total o
parcialmente– tal primigenia atribución de responsabilidad; debiendo previamente quedar
acreditado: a) el riesgo generado por la cosa; b) la participación de la misma en el hecho
dañoso; c) la nuda existencia del daño; y d) el carácter de dueño o guardián del
demandado; ello, para que opere en toda su señalada dimensión el encuadramiento legal
descripto.-
– En cuanto a la incidencia de falta de casco protector en la victima, conforme tiene dicho
la Excma. SCBA en C 102367 S 18/02/2009 entre otras, y que ha receptado este Pretorio,
cuando –entre otros– con mi voto en primer término en Causa Nº 28.946 de marzo/2015,
sobre tal particular cuestión, dije que: “…destaco que la utilización o no por parte del actor
del casco protector en modo alguno tiene incidencia causal en la producción en si del
accidente ni en su mecánica, sino que deberá ser analizado, en su caso, al cuantificarse
los rubros indemnizatorios”.-
08 de noviembre de 2016
En la ciudad de Mendoza a los veinticuatro días del mes de mayo de dos mil
dieciséis, reunidos en la Sala de Acuerdos de esta Excma. Cuarta Cáma-ra de
Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributario, los señores
Jueces, trajeron a deliberación para resolver en definitiva los au-tos N°
250.418/51.579, caratulados “ARANCIBIA, JOHANA GISEL Y OTS.
C/FELIX LOMBARDO CARLOS IVAN Y OTS. P/D. Y P. (ACCIDENTE DE
TRANSITO)”, originarios del Decimoctavo Juzgado en lo Civil, Comercial y
Minas de la Primera Circunscripción Judicial de la Provincia, venido al Tri-
bunal en virtud del recurso de apelación planteado a fs. 167 por la citada en
garantía en contra de la sentencia de fs. 152/165.
Practicado a fs. 190 el sorteo establecido por el art. 140 del Código
Procesal Civil, se determinó el siguiente orden de votación: Dres. Ferrer, Sar Sar
y Leiva.
En razón de la renuncia de la Dra. Mirta Sar Sar por haberse acogido a los
beneficios jubilatorios, de conformidad al agregado introducido por el Art. 2º de
la Ley 3800 al inc. II del Art. 141 del C.P.C., la sentencia a que se refiere este
acuerdo, será suscripta únicamente por los Dres. Claudio A. Ferrer y Claudio F.
Leiva. Jueces de Cámara.
De conformidad con lo ordenado en el art. 160 de la Constitución
Provincial, se plantearon las siguientes cuestiones a resolver:
Primera cuestión:
¿Debe modificarse la sentencia en recurso?
Segunda cuestión:
¿Costas?
Sobre la primera cuestión propuesta el Sr. Juez de Cámara, Dr. Claudio A.
Ferrer, dijo:
I- Llega en apelación la sentencia que glosa a fs. 152/165 por la cual la
Sra. Juez “a quo” hace lugar parcialmente a la demanda interpuesta por Johanna
Gisel Arancibia y Diego Emanuel Cruces en contra de Félix Lom-bardo Carlos
Iván y, en consecuencia, condena a este último a pagar a los actores, en el
término de diez días de quedar firme esa resolución, la suma de $53.000, con
más el monto que resulte de fijar el rubro “daño patrimo-nial del vehículo”,
conforme lo dispuesto en el punto IV.1 de los conside-randos y los intereses
moratorios allí determinados.
II- PLATAFORMA FÁCTICA:
Que a fs. 38/43 se presenta la Dra. Eugenia Granda, por Johanna Gisel
Arancibia y Diego Emanuel Cruces, promueve demanda por daños y perjuicios
en contra de Carlos Iván Félix Lombardo y cita en garantía a Na-ción Seguros,
solicitando se los condene al pago de la suma de pesos ciento cincuenta y ocho
mil ($158.000), más intereses, honorarios y costas o lo que en más o en menos
resulte de las pruebas periciales a rendirse.
Relata que el hecho dañoso se produjo el 16 de noviembre de 2011, a las
12:00hs. aproximadamente, cuando sus representados circulaban en su vehículo,
dominio XKX 679, por calle Güemes, con dirección oeste-este y al llegar a la
intersección con calle Pellegrini, fueron colisionados en su parte delantera
izquierda por una camioneta, dominio ICH 760, que lo hacía por esta última con
dirección al sur.
Afirma que, además, en la intersección existe un disco Pare que no fue
respetado por el demandado.
Se refiere a la responsabilidad del accionado y a los daños por los que
reclama indemnización, estimando sus montos.
Ofrece pruebas y funda en derecho.
A fs. 52/63, comparece el Dr. Lucas Sarmiento García, por la citada en
garantía Nación Seguros S.A., y contesta la demanda solicitando su re-chazo,
con costas.
Alega como eximente de la responsabilidad del demandado y de su
representado a la culpa exclusiva y excluyente del actor, a quien atribuye una
conducción del rodado de manera negligente e imprudente.
Impugna la procedencia de los rubros y montos indemnizatorios re-
clamados.
Ofrece pruebas.
A fs. 65 se presenta el Dr. Lucas Sarmiento García, por Carlos Iván
Félix Lombardo y contesta la demanda interpuesta en su contra, adhirien-do al
responde efectuado por Nación Seguros S.A.
A fs. 85 se resuelve acerca de la admisión y sustanciación de las pruebas
ofrecidas por las partes.
III- LA SENTENCIA RECURRIDA:
La Sra. Juez “a quo” refiere que cabe encuadrar el caso dentro de la
responsabilidad objetiva que emerge del art. 1113, segunda parte, se-gundo
párrafo, del C. Civ., sin que se haya acreditado ninguna de las exi-mentes
contempladas en esa norma, por lo que determina que la demanda debe
prosperar en la extensión que luego analiza.
Sostiene que por daño patrimonial al vehículo se reclamó un total de
$20.000, mencionándose en la demanda que el mismo sufrió una des-trucción
total.
Indica que se encuentra acreditado el carácter de propietario del vehículo
por la actora conforme a las constancias del expediente penal y anticipa que las
pruebas referidas a los daños son claramente escasas.
Menciona la descripción de los daños que se realiza en el acta poli-cial
que consta en el expediente penal, pero advierte que no existe ningu-na otra
prueba de la que surja cuáles serian las reparaciones necesarias, ni su valor.
Entiende que, igualmente, al haberse probado la existencia de da-ños en
el rodado, el monto o cuantía de la reparación no constituye un obstáculo para la
procedencia del rubro, difiriendo la fijación del quantum para la etapa de
ejecución de sentencia de conformidad con lo normado por el art. 273, inc. IV
del CPC.
Determina la procedencia del daño por incapacidad psicofísica de
Johanna Gisel Arancibia, condenando a pagarle a la misma la suma de $15.000;
rechaza este rubro respecto a Diego Emanuel Cruces y admite el daño moral por
ambos, en la suma de $30.000 por la primera y de $5.000, por el segundo.
Por último, admite el rubro “gastos médicos”, por la suma de $200 a
favor de Diego Emanuel Cruces y por la de $2.800 a favor de Johanna G.
Arancibia.
IV- LA EXPRESION DE AGRAVIOS Y SU CONTESTACION:
En la expresión de agravios de fs. 177/181, el Dr. Lucas Sarmiento
García, por la citada en garantía, se agravia por considerar que la Sra. Juez ha
fallado ultra petita, violando el principio de congruencia.
Indica que la parte actora, en su demanda, expresamente reclamó la
suma de $20.000 por la destrucción total de su vehículo, es decir, no reclamó su
reparación, sino una suma de dinero para obtener su reposi-ción.
Manifiesta que al momento de contestar la demanda, su parte se refirió
al rubro en esos términos y así quedó trabada la litis, por lo que no resulta
posible apartarse de lo alegado y probado por las partes, conce-diéndose una
indemnización como si se hubiera demandado la reparación de los daños.
Sostiene que en autos no se han producido pruebas que acrediten la
destrucción total del rodado y que lo único que existe es un acta de proce-
dimiento, efectuada por personal no idóneo, de la que no se desprenden con
claridad cuáles fueron los daños y menos aún que estos determinen la
destrucción total del rodado.
Expresa que, además, no se han analizado las defensas señaladas por esa
parte al contestar la demanda respecto a la improcedencia del ru-bro y que, en
los hechos, el rubro fue rechazado, toda vez que no se acre-ditó la destrucción
total del rodado.
Pide, en consecuencia, que se admita el recurso de apelación inter-puesto
y se modifique la sentencia rechazando el rubro en cuestión.
A fs. 184/185, la Dra. Mónica Delsouc, por los actores Johanna Aran-
cibia y Diego Cruces, contesta la expresión de agravios de la citada en ga-rantía
y solicita que se rechace el recurso de apelación por esa parte in-terpuesto, todo
conforme a las razones que esboza y a las que me remito en mérito a la
brevedad.
V- TRATAMIENTO DEL RECURSO:
V- a)- Algunas reflexiones acerca del principio dispositivo, el de-ber de
congruencia y el activismo judicial.
El principio dispositivo comprende tanto la disponibilidad que las partes
tienen sobre el interés privado y la conveniencia o no de acudir al órgano
jurisdiccional pretendiendo su satisfacción, como el principio de aportación de
parte por el cual estas tienen el monopolio de aportar al proceso los elementos
de hecho y los medios de prueba, lo cual obliga al Juez a resolver de acuerdo
con lo pedido y con los hechos principales que sirven como causa de la
pretensión o defensa.
Su fundamento radica en la idea de que el proceso civil no importa una
cuestión de interés general, sino solo particular de las partes, por lo que el Juez
debe permanecer como un espectador que se limita resolver el conflicto.
Así ha sido destacado por Couture al afirmar que este principio se apoya
sobre la suposición, absolutamente natural, de que en aquellos asuntos en los
cuales sólo se dilucida un interés privado, los órganos del poder público no
deben ir más allá de lo que desean los propios particula-res (Couture, E. J.,
"Fundamentos del Derecho Procesal Civil" cit., p. 186), pero ello no implica que
el dictado de una sentencia justa, conforme a la verdad y al derecho, no interese
a toda la sociedad (Palacio, Lino E., Dere-cho Procesal Civil, t. I, ps. 253/254,
Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1986).
Del principio dispositivo se deriva el deber de congruencia, es decir, la
conformidad que debe existir entre la sentencia y la pretensión o pre-tensiones
que constituyen el objeto del proceso, más la oposición u oposi-ciones, en
cuanto delimitan este objeto (Guasp, Jaime, "Derecho Procesal Civil", Madrid,
1956, T. I, pág. 974), o como lo señala Peyrano, la exigencia de que medie
identidad entre la materia, partes y hechos de una litis inci-dental o sustantiva y
lo resuelto por la decisión jurisdiccional que la dirima (Peyrano, Jorge W, El
proceso civil, Astrea, 1978, pag.64), regla que deben observar los jueces para el
dictado de sus sentencias y que se encuentra plasmada en el art. 90, inc. 4° del
C.P.C.Mza.
En similar sentido, Augusto M. Morello ha sostenido que los Jueces "…
en preservación del principio de congruencia deben ajustar sus decisio-nes a las
peticiones formuladas al trabarse la litis…Han de aplicar los pre-ceptos
pertinentes en base a los hechos expuestos por los litigantes, pero ello no
autoriza a cambiar la acción interpuesta ni a modificar los términos en que ha
quedado trabada la litis; lo contrario importaría conculcar lisa y llanamente la
garantía de la defensa en juicio faltando a las reglas del de-bido proceso, que
tienen raigambre constitucional, lo mismo que el princi-pio de igualdad ante la
ley (arts. 18 y 16, Constitución Nacional), asegura-do por el Código procesal al
tratar sobre los deberes de los jueces…". (Mo-rello, "Códigos Procesales en lo
Civil y Comercial", T. II - C, ps. 75/76) y Lino Palacio, que: "... Se halla
afectado de incongruencia el fallo que se pronuncia sobre materia extraña a la
que fue objeto de la pretensión y de la oposición ("net eat iudex extra petita
partium"), concediendo o negando lo que ninguna de las partes reclamó"
(Palacio, "Derecho Proc. Civil", T. V, pág. 434).
Ampliando estos conceptos, también se ha expresado que: "El lla-mado
principio de congruencia no es un principio jurídico; es un postulado de la lógica
formal que debe imperar en todo orden de razonamiento, de cualquier carácter o
índole que el mismo sea" (Díaz, Clemente A., "Institu-ciones de Derecho
Procesal" II-A-229).
Aclaradas esas cuestiones conceptuales, de señalarse que la incon-
gruencia puede ser tanto subjetiva, que se presenta cuando se condena a quien
no es parte en el proceso, como objetiva, que implica un desacuerdo entre las
pretensiones formuladas en la demanda o reconvención y la reso-lución judicial.
Esta incongruencia objetiva puede darse por exceso (“ultra petita” o
“extra petita”), cuando se concede más de lo reclamada o algo que no ha sido
solicitado por las partes y por defecto (“citra petita”), si existe omisión de
pronunciamiento acerca de algunas de las pretensiones.
Ese deber constituye un resguardo tendiente a asegurar la garantía de la
defensa en juicio, pero no resulta ser un obstáculo para que, en de-terminados
casos excepcionales, pueda flexibilizarse con el objeto de hacer real la existencia
de una tutela judicial efectiva, eficaz y en tiempo útil.
El deber de congruencia debe entrelazarse con el principio iura cui-ra
novit que es aquel por el cual corresponde al Juez la aplicación del de-recho con
prescindencia del invocado por las partes, constituyendo tal pre-rrogativa un
deber para el juzgador, a quien incumbe la determinación correcta del derecho,
debiendo discernir los conflictos litigiosos y dirimir-los según el derecho
vigente.
Ahora bien, cabe preguntarse si podría el sentenciante, a partir de este
principio, introducir modificaciones en las acciones interpuestas o decidir acerca
de algunas no articuladas en la causa. Sin dudas que la res-puesta es negativa, ya
que los jueces sólo están facultados para suplir la ausencia o falencia del derecho
invocado por las partes, pero no les está permitido convertir una acción en otra
distinta, ni suplir las omisiones que se puedan haber incurrido al deducirlas o
darle a las defensas esgrimidas un alcance mayor al que tienen.
Es que el adagio iura novit curia sólo autoriza a calificar la preten-sión
interpuesta, cuando la norma invocada fuere errónea o si se hubiese omitido su
calificación, pero no ha cambiarla por otra; de la misma manera no se pueden
cambiar las defensas o excepciones y resolver por alguna no articulada y
respecto de la cual la parte afectada quedó impedida de pro-ducir las pruebas
que hacen a tan impropia cuestión (Fassi, Santiago, Ya-ñez, César D., "Código
Procesal Civil y Comercial - comentado, anotado y concordado-", 3ª ed., Ed.
Astrea, p. 795).
Esa es la posición sostenida por esta Cámara desde hace largo tiem-po al
resolver que: “Por amplias que sean las facultades de los jueces en virtud del
principio "iura cura novit", ellas no lo son tanto como para alte-rar los términos
de la litis, acordando al actor lo que no pidió en su de-manda o reconociendo
defensas que el demandado no hizo valer en su res-ponde, pues de proceder así
caería en lo arbitrario y excedería los límites de la actividad jurisdiccional.”
(Fallo del 26-08-1996; autos n° 22294- Cas-tro Zaragosa Susana c/ Hugo F.
Bizzotto Scatalar y Ots. p/ Daños y Perjui-cios; Libro de Sentencias: 139:112;
otras referencias LS 109:240; LS 121:240; LS 121:257; LA 132:228; LA
140:248; LS139:112; LA 180:185; LA 180:233).
Volviendo sobre la flexibilidad del principio de congruencia, la ma-yoría
de las legislaciones procesales vigentes tienen incorporadas normas que alientan
o permiten el denominado activismo judicial para determina-dos actos del
proceso, cuya finalidad reside sustancialmente en asegurar la eficacia del
proceso y que se plasma a través de facultades tendientes a esclarecer hechos
controvertidos, intentar la conciliación o reprimir incon-ductas procesales.
Morello ha señalado la importancia de este rol protagónico del Juez a
través de la flexibilización de los principios procesales y la actualización de los
criterios de hermenéutica para liberar al proceso civil de estériles chalecos de
fuerza, de manera que por su intermedio adquiera verdadera operatividad el
derecho de fondo (Morello, Augusto M., "La prueba. Ten-dencias modernas", p.
98, 2ª ed., Ed. Abeledo Perrot).
En definitiva, lo que el activismo judicial propugna es el abandono del
Juez conservador, con una actitud absolutamente pasiva, por un Juez activo, con
amplias potestades probatorias y facultades para impulsar el proceso y lograr se
arribe a sentencia justa conforme a la verdad real, pero sin que esto importe un
menoscabo en la igualdad de las partes y su ade-cuada defensa en juicio.
Jorge W. Peyrano (“El cambio de paradigmas en materia procesal civil”;
LA LEY 13/08/2009, 1 - LA LEY 2009-E, 785), en apoyo a este cambio de
mentalidad dentro del proceso civil impulsando por el activismo judi-cial,
menciona que entre las herramientas más utilizadas, muchas de las cuales han
tenido consagración legislativa, deben destacarse a las cargas probatorias
dinámicas, la tutela anticipada, la medida autosatisfactiva, la tutela preventiva, el
mandato preventivo, la flexibilización de la con-gruencia, el recurso indiferente,
la reconducción de postulaciones, la re-posición in extremis, el recurso ad
infinitum, la medida cautelar innovati-va, el indicio vehemente, el valor
probatorio de la conducta en juicio, la proscripción del abuso procesal, la
medida conminatoria, la teoría de las pruebas leviores y tantas otras creaciones
que, exitosamente, según su parecer han podido enfrentar las anomalías
producidas por la antigua con-cepción conservadora.
No discrepo con esa posición, que como podrá advertirse, en lo que
atañe a este caso concreto, incluye la flexibilización de la congruencia, es más,
reiterando las palabras esbozadas por Ivana María Airasca (“El Juez del siglo
XXI”; LLLitoral 2002, 1447), estoy absolutamente convencido de que: “No hay
dudas que se viven desde hace tiempo cambios en el proceso civil, y que se mira
lo mismo no desde la óptica de los productores y acto-res del sistema procesal, -
legislador, jueces y abogados-, sino que se lo mira fundamentalmente desde la
óptica del justiciable, de asegurar a to-dos el acceso a la justicia, de obtener una
tutela judicial efectiva, -y a veces incluso preventiva-, en tiempo oportuno,
razonable, en desentrañar siempre la verdad real de los hechos y dictar así una
sentencia justa en cada caso concreto, en hacer justicia en términos reales y
concretos, en un mayor activismo y protagonismo de los jueces para mantener la
igualdad real de las partes en el proceso, y para desentrañar la verdad de los
hechos y dictar sentencias que hagan justicia en el caso concreto, y de esta
manera se acentúan los poderes-deberes que poseen los jueces en el proceso,
todo ello justificado en la imperiosa necesidad de hacer justicia, en la justicia del
caso concreto…” y siguiendo a la misma autora también asiento que “El Juez
que imparte justicia no puede ni debe ser sordo, cie-go y mudo, y tampoco
puede ni debe dejarse engañar por las partes, ni hacerse el distraído cuando éstas
ocultan pruebas o acompañan pruebas falsas o erróneas, sino que debe
incansablemente buscar la verdad real, objetiva de los hechos y debe dictar una
sentencia que haga justicia en el caso concreto, o al menos debe dictar una
sentencia lo más justa posi-ble…”, pero a ello debo agregar que esa sentencia
justa solo es factible respetando la igualdad entre las partes y los postulados de
los principios dispositivos y de congruencia, lo cual, en definitiva, constituye
una delga-da línea por la que debemos transitar sin caer hacia ninguno de los
extre-mos, lo que permitirá arribar a una resolución que refleje la verdad real y
objetiva de los hechos, en un tiempo razonable y enmarcada dentro del debido
proceso.
V- b)- La aplicación de estos principios al caso concreto.
El único agravio de la citada en garantía apelante se ciñe a la admi-sión
del rubro “daño patrimonial en el vehículo”, habiéndose diferido la
cuantificación de los gastos de reparación del rodado de la parte actora para el
momento de la ejecución de sentencia, cuando lo reclamado no fue esa
reparación sino un monto global por la destrucción total del roda-do,
circunstancia negada al contestar la demanda y no probada a lo largo del
proceso, considerando que, en este aspecto, la sentencia resulta arbi-traria y
violatoria del principio de congruencia.
De los escuetos términos de la demanda surge que por daños al ve-
hículo se reclamó el valor del mismo, que se estimó en la suma de $20.000,
considerándose que había sufrido una destrucción total.
Expresamente se señaló: “Daños en el vehículo: Conforme surge de la
prueba acompañada el vehículo sufrió destrucción total… Por lo tanto el valor
del vehículo en el mercado es de PESOS VEINTE MIL ($20.000), te-niendo en
cuenta que además contaba con un equipo de gas” (fs. 40).
Por su parte, la citada en garantía, al contestar la demanda, respec-to del
rubro relacionado con los daños materiales al vehículo, además de negar la
legitimación de los actores para su reclamo, negó que el mismo haya sufrido una
destrucción total; que se hayan ofrecido pruebas tendien-tes a acreditar ese
extremo y que su valor fuera de $20.000 (fs. 62 y vta.).
Nadie discute que el art. 1083 del C.CIV. introdujo un factor de
flexibilidad que permite al sentenciante apreciar no sólo la imposibilidad, sino
también la inconveniencia de la reparación de los daños y fijar como
indemnización el importe de la reposición de la cosa, en lugar de su repa-ración
cuando esta última solución resulte más onerosa al deudor, criterio que se
encuentra afianzado desde la vigencia del art. 1740 del CCCN en donde la
reparación en dinero, y no en especie, es la regla, ni mucho me-nos puede
discutirse acerca del derecho que tiene la víctima a ser coloca-da en la misma
posición que tenía antes del evento dañoso, por lo que, cuando los arreglos que
deban hacerse a un vehículo para reintegrarlo al estado anterior al hecho dañoso
se tornen antieconómicos, es decir, cuan-do esos arreglos superen su valor
mercado, resulta conveniente resarcir el valor de éste descontado el que
representa la venta de los rezagos.
Tampoco puede obviarse que, como lo ha sostenido este Cuerpo con otra
integración (Cámara 4a de Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y
Tributaria de Mendoza; R., R. J. c. Peugeot Citroen Argentina S.A. y ots. s/ d. y
p. (accidente de tránsito) 29/05/2013; AR/JUR/22885/2013), para ser resarcido,
“...el perjuicio debe ser cierto, efectivamente existen-te, no siendo resarcible el
daño conjetural, posible o hipotético; aquella exigencia es una mera derivación
del principio en virtud del cual el perjui-cio es un elemento constitutivo esencial
de toda pretensión resarcitoria y por tanto, debe estar claramente manifiesto en
el proceso. La carga de la prueba recae sobre el actor. Reiteradamente se insiste
en que la amplitud de facultades jurisdiccionales en la fijación de la cuantía de la
indemniza-ción tiene como presupuesto un daño probado en sí mismo, aunque
no se haya acordado el monto de la reparación. No obstante, no siempre se
practica el deslinde entre la certidumbre del daño mismo y la liquidación del
monto necesario para indemnizarlo… La medida de una indemnización es
únicamente una circunstancia de magnitud (cuánto) de una esencia ya
reconocida y comprobada; pero este quid o elemento fáctico debe ser in-
equívoco y surgir del proceso de manera clara, específica y contundente. Por
ello, no basta la prueba de que se han producido daños en el automo-tor,
vagamente, si se ignora cuáles son, en detalle, es decir, qué modali-dades
materiales reviste el perjuicio. Puesto que el requisito del daño de-be verificarse
particularizadamente y sin indefinición. Deben aportarse elementos de juicio
sobre su específica composición fáctica…”.
Como lo afirma la Jueza “a quo” y surge de las constancias de au-tos, en
el caso bajo examen las pruebas relacionadas con los daños sufridos por el
rodado de los actores “son claramente escasas” y se circunscriben a lo
manifestado por el personal policial actuante en el acta de procedimien-to de fs.
1 del expediente penal venido AEV, en donde se consigna que el mismo
presenta: “…daños en capot, paragolpe delantero, parabrisas roto por completo,
puerta de costado izquierda rota por completo, rotura de motor completo…”.
Ninguna otra prueba se ofreció, ni mucho menos se produjo, ten-diente a
determinar la magnitud de esos daños (fotos, pericia mecánica), ni que se
relacionara con el costo de sus reparaciones y el valor del merca-do del rodado,
lo cual habría permitido calificar, o no, a aquellos como destrucción total.
En definitiva, las pruebas de los daños son ciertamente escasas, no
obstante lo cual, entendiendo la sentenciante que ellos se encuentran
acreditados, aun cuando no lo esté el monto que insumirían sus reparacio-nes,
admite el rubro y manda a determinar su cuantía en la etapa de eje-cución de
sentencia.
Me permito discrepar respetuosamente con dicha solución, ya que, como
lo vengo señalando y lo afirma la aseguradora apelante en su agra-vio, lo
demandado, y sobre lo que esa parte se defendió, no fue la repara-ción de los
daños del rodado, cuyo monto podría estar indeterminado al momento de la
sentencia y ser diferida su cuantificación para la etapa de ejecución de la
sentencia si esos daños estaban probados y era eso lo re-clamado en la demanda
(art. 273, inc. IV del C.P.C.), sino una indemniza-ción en dinero ($20.000) por
la destrucción total del vehículo, extremo que debía ser probado por la parte
actora que lo alega (art. 179 del C.P.C.) y que no ha sido acreditado.
De lo expuesto surge sin hesitación una cuestión gravitante, cual es la
violación, por parte de la sentenciante, de la obligación de atenerse al resolver a
las alegaciones, fundamentos y defensas, explicitadas al inicio del proceso, que
conforman lo que procesalmente se denomina "traba de la litis".
Ha dicho al respecto la CSJN, en consonancia con lo que vengo ex-
presando, que: “El principio constitucional de la reparación integral no justifica
que sean sorteadas explícitas normas procesales que determinan el preciso
alcance de la competencia apelada y que hace a la tutela de la defensa en juicio.
Es que el principio procesal de congruencia, de raigam-bre constitucional,
resultaría vulnerado si la sentencia que establece la indemnización decidiese
respecto de una partida que no fue incluida en el escrito de demanda como
objeto de la pretensión deducida (CSJN, 24/8/1995, P.F.F. c/Empresa de
Ferrocarriles Argentinos, LL 1995-E-17).
En definitiva, considero que no resulta viable, ni procedente, admi-tir el
rubro “daño patrimonial en el vehículo”, difiriendo la cuantía de la
indemnización para la etapa de ejecución de sentencia, en la cual debería
determinarse el costo de las reparaciones del rodado, cuando no fue ese el daño
reclamado sino que lo fue el valor de sustitución del rodado ante su alegada
destrucción total que, como lo vengo señalando, no ha sido proba-da, reiterando,
una vez más, que a los jueces les está vedado apartarse de los términos de la
relación procesal, resolviendo en base a cuestiones no planteadas en los escritos
de demanda y contestación, situación que se presenta en el caso y que, a mi
entender, altera la igualdad entre las par-tes y los postulados de los principios
dispositivos y de congruencia, traspa-sando aquella delgada línea a la que
hiciera referencia anteriormente.
En conclusión, conforme a las consideraciones precedentes, corres-
ponde hacer lugar al recurso de apelación interpuesto por la citada en ga-rantía a
fs. 167, debiendo modificarse la sentencia de grado en cuanto admite el rubro
“daño patrimonial al vehículo”, que se rechaza. ASI VOTO.
Sobre la misma y primera cuestión propuesta el Sr. Juez de Cámara, Dr. Claudio
F. Leiva, dijo:
Que por lo expuesto precedentemente por el miembro preopinante, adhiere al
voto que antecede.
Sobre la segunda cuestión propuesta el Sr. Juez de Cámara, Dr. Claudio A.
Ferrer, dijo:
Atento como se resuelve la primera cuestión, las costas de Alzada deben
ser soportadas por los actores Johanna Arancibia y Diego Cruces que resultan
vencidos en esta instancia impugnativa. ASI VOTO.
Sobre la misma y segunda cuestión propuesta el Sr. Juez de Cámara, Dr.
Claudio F. Leiva, dijo:
Que por las mismas razones adhiere al voto que antecede.
Con lo que se dio por terminado el acuerdo, pasándose a dictar sen-tencia
definitiva, la que a continuación se inserta.
SENTENCIA:
Mendoza, 24 de mayo del 2016.
Y VISTOS:
Por las razones expuestas, el Tribunal
RESUELVE:
1) Hacer lugar al recurso de apelación interpuesto por la citada en ga-
rantía Nación Seguros S.A. a fs. 167 contra la sentencia de fs. 152/165, la que
quedará redactada del siguiente modo: “I.- Hacer lugar parcialmente a la
demanda interpuesta por los Sres. Johanna Gisel Arancibia y Diego Emanuel
Cruces en contra del Sr. Félix Lom-bardo Carlos Iván, y en consecuencia
condenar a este último a pagar a los actores, en el término de DIEZ DÍAS de
quedar firme la presen-te, la suma de PESOS CINCUENTA Y TRES MIL
($53.000), con más los intereses moratorios determinados en los fundamentos de
esta sen-tencia. II.- Imponer las costas a los demandados vencidos por lo que
prospera la demanda y a los actores por lo que la misma se rechaza (arts. 35 y 36
CPC). III.- Hacer extensivos los efectos de la sentencia a Nación Seguros S.A.,
dentro de los límites y alcances del contrato. IV.- Diferir la regulación de
honorarios para su oportunidad.”
2) Imponer las costas de Alzada a la parte actora vencida (arts. 35 y 36 del
C.P.C.).
3) Diferir la regulación de honorarios de los profesionales intervinien-tes
en esta vía impugnativa, hasta tanto se practique la de primera instancia.
Cópiese, regístrese, notifíquese y bajen.
caf/dds/5658
Por los dichos del actor: “……Al tratar de esquivar un pozo, se cae sin poder levantarse…..”
Entonces, se probó la culpa del actor en el siniestro que relata, quiso esquivar un pozo y se
cayó, no es que se agarró el pozo y éste lo hizo caer, ya que “ agarrarse un pozo”,
De esta manera la testigo Coronel, a la que el juez toma como central para dar por probado el
hecho, refiere a un hecho distinto al de la demanda, “se agarró el pozo”, no es “por esquiarlo
me caí”,
Ergo: no está acreditada la mecánica del hecho, sino que el desvío del actor por el que se cayó
solo, entonces no está probado el hecho que pudiere merecer un reproche jurisdiccional, sino
probada la culpa del propio actor por el que la demandada no debe responder. Solicito se haga
lugar a la apelación deducida, con costas.
no hay ninguna prueba que acredite las características físicas del supuesto pozo para ser
adjetivado de “cosa riesgosa”, en cuanto no se ha probado en autos que haya sido causa activa
y determinante de los supuestos daños reclamados, pues el actor en la demanda dice que lo
esquiva y se cae, y lo reitera en el acto perici
l acto “no se lo agarró” sino que “lo esquivó” y el solo se cayó, sin intervención alguna del
citado “pozo”, ya que tal como dijimos no basta la posible conexión física sino que el resultado
debe ser consecuencia necesaria previsible del hecho, en cuanto todo hombre medio, una
persona de previsión normal, puesto hipotéticamente en el hecho descripto por el actor, al
desviar el “pozo” no se cae sino que avanza, pues lo ha desviado, lo que importa que el desvío
como dijo el actor que hizo no puede generar el supuesto resultado que se le atribuye como
consecuencia del citado “pozo”.
No habiéndose probado el carácter de cosa riesgosa del supuesto pozo del que habla la
testigo Coronel, no puede el sentenciante decir que una ciclovía con baches es una cosa
riesgosa, porque no está probado características de peligrosidad en el supuesto “pozo” y no se
probó lo demandado, en cuanto el actor dice que se cayó solo por desvío del pozo y no que
éste sea la causa por la que se cayó por haberlo agarrado, como dijo la testigo Coronel y
erróneamente ha interpretado el juez.
Conforme lo hasta aquí narrado ha quedado en evidencia otro equívoco del inferior, al dar por
cierto, sin prueba alguna, solo con el testimonio de Coronel que dijo que el actor se agarró un
pozo, cuando en realidad no se lo agarró sino que lo desvió y se cayó por sí solo, por así
haberlo dicho el actor en las oportunidades procesales ya apuntadas y por ello sus expresiones
de que la vía de circulación no presente vicios o defectos que pueden causar daños a personas
es errónea, porque no se ha probado que el supuesto pozo haya tenido identidad suficiente
para que pueda causar daños a terceros, por lo que sus aseveraciones en tal sentido son solo
conjeturas que invalidan su fallo, en cuanto le dá identidad probatoria a los dichos de Coronel,
contrarios al hecho demandado y del que la demandada nada tiene que responder.
Dar por cierto el hecho con la expresión de la testigo Coronel (fs.213) que dice: “….que
agarró un pozo Hernández….”, es un yerro sustancial que como premisa principal
desencadena una serie de razonamientos derivados de la misma igualmente erróneos y
contrarios a derecho, porque Hernández dice que esquivó el pozo y se cayó, por ello
seguramente el juez le otorga el veinte por ciento de responsabilidad, cuando debió ser
el ciento por ciento, ya que no se probó otra cosa que no sean sus dichos de la demanda
y de la pericia médica, que se desvió y se cayó solo, por eso el juez le achaca que se
movilizaba en bicicleta en una vía de circulación en que debía extremar cuidados
atribuyéndole la responsabilidad en un veinte por ciento, sin fundamento alguno,
cuando debió serlo del cien por ciento (100%), porque el siniestro sucedió por su
negligencia, al desviarse y caerse, a confesión de parte relevo de prueba.
DAÑO MORAL MAS QUE EL PEDIDO POR EL ACTOR … NOES UN POSTURA EXTRA PETITA COMO
DICE LA DEMANDADA, SINO ULTRA PETITA… EN SU CASO, LA DEMANDADA CONFUNDE LOS
TERMINOS EXTRA PETITA Y ULTRA PETITA
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Qué son las ciclovías, beneficios de andar en bici y cómo hacerlo de forma segura.
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Moverte en bicicleta es rápido, económico y saludable. Miles de personas se han
sumado a este medio de transporte sostenible y aprovechan los beneficios que
trae para ellos y para las grandes ciudades. La movilidad sustentable promueve
ambientes más amigables, mejorando el uso del espacio público y colaborando
con el cuidado del planeta. En este sentido, la bici es ideal porque no genera
emisiones contaminantes y es un vehículo eficiente y equitativo.
En las calles y avenidas de la Ciudad, las ciclovías son carriles exclusivos para
bicicletas (y/o monopatines), delimitados por una separación física y resguardados
de los automóviles. La ciclovía se ubica generalmente en el margen izquierdo de la
calle y es de doble mano de circulación. Asimismo, cuenta con señalización
vertical y horizontal e intervenciones físicas en el pavimento para disminuir la
velocidad.
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Cuando dicha prueba resulte insuficiente al juez, él mismo puede y debe echar
mano a las facultades
verdad real, no debiendo conformarse con el dictado de una sentencia que alcance
una verdad
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El objeto y finalidad del presente estudio constituye la importancia del Juez y su rol
activo en el proceso civil, a los fines de verificar la verdad material o histórica.-
La función del juez en el proceso civil, debe ser la de "director o conductor del
proceso", alejado del "juez dictador", propio de los gobiernos revolucionarios, que
le otorgan enorme poderes frente al ciudadano común, como así también del "juez
espectador" que, con una actitud pasiva, se limita a dictar un pronunciamiento
pensando únicamente en la aplicación que estime correcta de la ley, pero
alejándose de la realidad.-
Los jueces, por consiguiente, deben realizar el uso adecuado de los deberes que
la ley les confiere, a fin de "descubrir" la verdad material sobre lo formal, incluso en
forma oficiosa, ante el error o negligencia de los justiciables.-
Se analizará que el principal deber del juez es dictar una sentencia justa, o lo más
justa posible y para ello, debe utilizar todos los medios que el proceso judicial le
brinda; las partes tienen la carga de aportar las pruebas, pero si el juez no está
convencido de cómo ocurrieron los hechos controvertidos, el ordenamiento
procesal le otorga una serie de instrumentos para formarse una convicción de los
hechos litigiosos independiente de la voluntad de las partes y pueda cumplir -
obviamente asegurando el pleno control bilateral- con ese deber fundamental. Si
no lo usa no podrá dictar una sentencia justa (1).
Es por ello que se demostrará, refutando los que argumentan la pasividad del juez
y que el nuevo milenio debe ser un tiempo de renovación y también de una nueva
administración de Justicia, que la iniciativa probatoria del juez, no afectan su
imparcialidad, ni el debido procesa, ni a la igualdad de las partes, que serían las
principales limitaciones.-
Estos opositores a los deberes de los jueces quieren y pretenden un juez inactivo,
que dictará la sentencia limitado a las pruebas que las partes aporten, pues de lo
contraria el juez no sería imparcial.-
Este pensamiento me lleva a sostener que queremos a un juez que sea como
árbitro en una disputa deportiva que sólo se encarga de contar los tantos y que se
cumpla con las reglas de juego o bien como sostuvo Arthur Vanderbilt, juez de los
Estados Unidos de América, en La justicia emplazada a reformarse, trad. De
Carlos Alberto Benítez y Javier Clavell Borrás, quien expresara con fuertes
palabras el grave peligro que para la comunidad "representan los jueces, muchos
de ellos afables caballeros, que abiertamente o de modo encubierto se oponen a
toda innovación en las leyes procesales o en la administración judicial que puede
contribuir a eliminar del derecho toda sutileza técnica, táctica sorpresivo y demora
injustificada; y ello sólo por no verse obligados a estudiar nuevas normas
procesales o nuevos y más eficaces métodos de trabajo. Tales jueces forman
legión. Debo equiparar a ellos a la multitud de abogados que conociendo los
defectos de la ley, tanto por experiencia personal como por las quejas de sus
clientes, se oponen igualmente a la reforma, ya sea por las mismas razones
egoístas que los jueces o, lo que es peor todavía, sólo por sumisión a ellos".-
Así y no obstante que la vigencia estricta del principio dispositivo requeriría que se
confiase exclusivamente a la iniciativa de las partes la posibilidad de suministrar la
prueba indispensable para demostrar la existencia o inexistencia de los hechos
controvertidos, la generalidad de las leyes procesales, inclusive las más
firmemente adheridas a dicho principio, admiten, en mayor o menor medida, que el
material probatorio incorporado al proceso por los litigantes sea complementado o
integrado por propia iniciativa del órgano judicial (3).
No se me pasa por alto que es un problema cuya solución divide las opiniones, el
hecho de que si debe el Juez o no ordenar de oficio que se rindan las pruebas
cuando, según su criterio, no se han presentado las necesarias para producir la
demostración de los hechos alegados.-
Según algunos autores, los juicios civiles ventilan cuestiones de simple interés
privado, reservadas a la iniciativa de las partes. La autoridad del Juez no debe
suplir la actuación de las partes y si éstas no han podido o no han querido actuar
en la prueba, el Juez debe pronunciarse con el solo mérito de los antecedentes
que tenga en su mano. Sería debilitar su imparcialidad. Necesariamente, estas
actuaciones que él ordene resultarán favorables a uno de los litigantes,
convenciéndose el contrario que el Juez ordenó la prueba para favorecer
deliberadamente la posición del adversario.-
Cuando el Juez dispone hacer uso de aquellas deberes, buscando algún medio de
información para completar su conocimiento sobre los hechos de la causa, lo ideal
es que éste desconozca incluso a la parte a quién va a beneficiar a través de su
actividad.-
Ahora bien, si los hechos aducidos por las partes no logran la convicción del juez,
éste puede de oficio ordenar algún medio probatorio. Para ello, sin embargo, es
menester que haya en los autos algún antecedente, alguna presunción de verdad
en favor del hecho que debe ser establecido, alguna prueba, aunque insuficiente
que sirva en el sentido indicado.-
En virtud de ello, cabe preguntarse: ¿no le señala la norma –al Juez- con enfática
y precisa traducción semántica que debe "ordenar las diligencias necesarias para
esclarecer la verdad" y acaso el exacto verbo "ESCLARECER" no significa "poner
en claro, iluminar, dilucidar una cosa (los hechos).-
Por ello, el juez debe disponer las diligencias razonables y necesarias para poner
en claro "la verdad" de los hechos controvertidos, respetando, obviamente, el
derecho de defensa de las partes.-
Y ese derecho de defensa se respeta en el control de las partes sobre el trámite
concreto de esa oficiosa averiguación. Y así: a) está proscripto cualquier ingreso
sorpresivo de evidencias que quebrante la igualdad de tratamiento o menoscabe la
congruencia; b) las partes podrán controvertir la pertinencia o relevancia de la
prueba; c) podrán participar de ella, d) podrán producir contraprueba; e) podrán
discutir acerca de la eficacia de la prueba de oficio antes de la decisión; f) podrán
ejercer, en su caso, la impugnación de la sentencia.-
Sentis Melendo enseñaba que entre los peligros mas naturales y frecuentes
relacionados con los poderes de los jueces está el no ejercicio de ellos; un
magistrado puede pasarse la vida sin hacer uso de los poderes que la ley ha
puesto en sus manos, sin pensar que fueron puestos para que se ejerciten.-
Los que argumentan la pasividad del juez se basan en cinco postulados, que para
mi entender, carecen de justificación.-
Ahora, no cabe duda alguna que los temas que se le presentan al Juez civil son,
por lo general, de carácter privado, pero ello no quiere decir que el proceso sea
privado, pues el desarrollo del mismo pertenece al Estado y no a las partes.-
Parecería que con ese argumento sólo se buscaría solucionar el conflicto entre las
partes, sin que sea importante la verdad de los hechos. Es decir, privaríamos al
Juez de esclarecer la verdad de los hechos controvertidos, obligándolo a dictar una
sentencia injusta.-
Este razonamiento no nos puede llevar a pensar que provocará en las partes el
desinterés en la prueba, pues cuando el Juez realice el juicio fáctico de la
sentencia, puede acudir a las reglas del onus probandi.
Ahora, no cabe duda alguna de que el juez debe ser imparcial la decisión. Esa
imparcialidad es consustancial al concepto de jurisdicción y no puede asimilarse al
de neutralidad, que coloca al magistrado como un mero espectador en el proceso,
a las resultas de la actividad de las partes. La imparcialidad asegura una sentencia
justa, mientras que neutralidad solamente garantiza el mero control del juez, sin
que ello implique la justicia del acto.-
En tercer lugar, están los que sostienen que si son necesarias las medidas para
mejor proveer es necesario que el juez las ordene cuando haya finalizado el
proceso y el litigio ya se halle pendiente de la obtención de la sentencia, lo cual
descarta su adopción durante alguna de las fases anteriores del proceso por
considerar que ello es propio de un sistema "inquisitivo en el cual no aparece ni
remotamente la idea lógica del proceso"(9).
Si bien ello podría ocurrir, no solamente con la ordenada para mejor resolver sino
con la ofrecida por la parte, ese uso abusivo del juzgador o ejercicio arbitrario
respecto al medio probatorio, será tratado por los tribunales jerárquicos en mérito
de los respectivos recursos.-
Por demás, en el supuesto que ello ocurra, es un supuesto excepcional, pues los
jueces, al dictar sus sentencia, lo hacen en forma motivada y con prudencia.-
El objeto del proceso no sólo lo conforman las pretensiones hechas valer por las
partes, sino que también los hechos alegados por ellas para configurar las
pretensiones.
De acuerdo con ello, surge este interrogante: ¿la naturaleza misma de los
intereses privados implica también la pasividad del órgano jurisdiccional respecto
de los hechos y de la actividad probatoria?
Las razones que justifican que el legislador opte por abandonar el principio de
aportación de parte como dogma absoluto y permita que el órgano jurisdiccional
actúe en la practica de pruebas serían las siguientes:
V. Conclusión [arriba]
Este salto del juez –que nunca llega al nivel de puro y pleno investigador ni a un
accionar inquisitivo propio del juez penal- lo obliga a quebrar una actitud pasiva
porque sabe que de actuar así, declina de sus deberes.-
Hemos avanzado mucho, atrás queda ese juez espectador, que con su actitud
pasiva se limita a dictar un pronunciamiento pensando únicamente en la aplicación
que estime correcta de la ley, pero alejándose de la realidad.-
Con este trabajo traté de sostener que la iniciativa probatoria del juez a los fines de
verificar la verdad material o histórica, no afectan la igualdad de las partes, ni el
debido proceso, ni al juez natural e imparcial, cualidades esenciales del
magistrado. Su objetivo es complementar e integrar la convicción del juez.,
realizándola dentro de las limitaciones expuestas
Considero que el no ejercicio de ese deber del juez a los fines de esclarecer la
verdad de los hechos controvertidos, es un daño a la vida jurídica. Y esto es así
porque dictará una sentencia injusta, provocando a su vez un mayor descreimiento
en el Poder Judicial.-
Gelsi Bidart advertía "ningún juez tendría que dejar de considerar que si va a dictar
una sentencia injusta, mejor es que no la dicte".-
El juez debe ser técnico, pero, como ningún otro, ser más que técnico, para que en
sus decisiones, por sobre la técnica, brille y se imponga la justicia. Sin técnica
jurídica no hay buen juez ni buena justicia, pero un exceso de técnica suele
terminar en una injusticia.-
Concluyendo:
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Estimo adecuado destacar que, si bien el declarante fue el único testigo que vio el
accidente, no fue el único que atestiguó sobre su existencia.
En tal orden de ideas, cabe destacar que las declaraciones cuestionadas no fueron
impugnadas en su oportunidad por la parte demandada, por lo cual considero que
el relato del actor se encuentra suficientemente corroborado por la prueba
testimonial. A ese respecto, debe señalarse que todos los testigos coincidieron en
el mismo día, que a raíz de un pozo en el pavimento sobre la calle la rueda
delantera de la bicicleta del actor se trabó, ocasionando su posterior caída que le
provocó la pérdida de conocimiento.
Por lo tanto, toda vez que la declaración testimonial del único testigo del hecho fue
precisa, coincidente con el relato de los otros testigos en lo que refiere a la
existencia, tiempo y lugar del accidente relatado, con una descripción de la
mecánica del accidente coherente con el daño probado, cabe concluir que posee
fuerza suficiente para acreditar los hechos alegados por el actor en su demanda.
En conclusión, entiendo que el relato del actor sobre el modo en que ocurrieron los
hechos se encuentra suficientemente acreditado, toda vez que su versión de los
hechos se encuentra corroborada por las declaraciones de los testigos y las
restantes constancias obrantes en autos.
De acuerdo con el artículo 2340, inciso 7), del Código Civil, las calles, plazas,
caminos, canales, puentes y cualquier otra obra pública construida para utilidad o
comodidad común pertenecen al dominio público del Estado municipal.
Atento ello, en el caso de marras, el actor cayó al piso desde su rodado y sufrió
lesiones con motivo del deficiente estado de la calzada. Pues, resulta inobjetable
que el pozo en la calle motivó que se incrustara la rueda de su bicicleta y con
motivo de ello se desplomara en el suelo. Por ello, palmaria resulta la
responsabilidad del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires que, resultando dueño
y guardián de la calzada, debe responder por los daños que su mal estado cause a
terceros. Ello sólo encontraría excepción en el supuesto de que demostrara que el
daño tuvo origen en la culpa de la víctima o de un tercero por el que no deba
responder. En tal sentido, no se pierde de vista que, más allá de negar la
ocurrencia del hecho, el Estado local sostuvo, hipotéticamente, la culpa de la
víctima. Sin embargo, nada pudo demostrar al respecto, aunque involucraba una
carga ineludible (art. 301 del CCAyT).
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