Tesis Version Final-Final-Libre
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Por:
JUAN SEBASTIÁN SANABRIA BAREÑO
Director:
HUGO PORTELA GÜARÍN
DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES
UNIVERSIDAD DEL CAUCA
POPAYÁN
2012
LA SIERRA NEVADA DEL NORTE DE BOYACÁ Y SU GENTE.
UNA CULTURA VIVA EN UN PAISAJE
Por:
JUAN SEBASTIÁN SANABRIA BAREÑO
DEPARTAMENTO DE ANTROPOLOGÍA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES
UNIVERSIDAD DEL CAUCA
POPAYÁN
2012
A:
FRANZ X. FAUST
A las charlas en su mesa, a los atardeceres sobre
Munchique, y los cigarrillos que se apagaron en el
cenicero, en medio de las interminables horas
hablando de El Cocuy y sus encantadoras
montañas nevadas.
AGRADECIMIENTOS
Un trabajo como este tiene en medio, no sólo quién emprendió la tarea de juntar la
información, sino muchas personas, situaciones, eventos, y las mismas constelaciones que
intervinieron para que se reunieran las personas y momentos que dieron forma a estas
ideas.
En las veradas de la parte alta, no se hubiese podido realizar el trabajo sin el apoyo de la
familia Carvajal y Suarez. Don Hermes Carvajal, su Esposa y Dairo Carvajal, hicieron que
me sintiera parte de su familia, parte de la cotidianidad del campesino trabajador y honrado,
descubrieron para mí el encanto místico que sienten los campesinos por estas montañas
nevadas, me enseñaron a interpretarlas. En lagunillas don Pastor Correa dejó correr el
encanto de la tradición oral; Don miguel Herrera, Don Alejandro Herrera y Don Laurentino
Herrera compartieron la mística del baquiano que ronda solitario los páramos y los
nevados.
4
El apoyo incondicional de mi Madre y mi abuela, me impulsaron a no dejarme vencer de
las adversidades de la vida y considerar la idea de hacer una tesis más con la pasión y el
encanto que siento por estas montañas, que por los recursos económicos. A mis tías de
Ibagué, a mi familia de Boyacá. A Las preguntas y comentarios de mi hermano maravillado
por las fotografías que le mostraba cuando di la vuelta a la Sierra.
En Popayán a la mujer que me ha acompañado en esta etapa tan importante, Ana María
Betancourt, quien le ha dado un color y un movimiento creativo a mi vida. Siempre ha sido
un apoyo y ánimo a seguir a delante su familia: Sus Padres, Hermano, Tíos y abuelos. A
Maritza Martínez por el diseño gráfico y estético de la tesis.
A mis profesores de la Universidad del Cauca, al profesor Hugo Pórtela por su apoyo e
inspiración, especialmente a Franz Faust quien me dio una manera diferente y apasionada
de ver la antropología.
A Dios y al destino.
5
TABLA DE CONTENIDO
INTRODUCCIÓN. .............................................................................................................. 10
6
4.2. Las concepciones duales de la gente de la Sierra Nevada. ............................... 74
ÍNDICE DE ILUSTRACIONES
7
Foto 16. Río Mortiñal “tras de la Sierra ............................................................................... 66
Foto 17. Páramo del costado oriental, mirando hacia el Castillo......................................... 69
Foto 18. Laguna de la Plaza, al fondo el Castillo ................................................................ 75
Foto 19. Lagunillas .............................................................................................................. 77
Foto 20. El Castillo .............................................................................................................. 80
Foto 21. El Castillo .............................................................................................................. 80
Foto 22. Casas de la Vereda de Lagunillas .......................................................................... 83
Foto 23. Misa en las fiestas de la Virgen Morena................................................................ 89
Foto 24. Monumento de la Virgen Morena en el parque de Güicán.................................... 95
Foto 25. El Playón “Tras de la Sierra”, al fondo los cerros de la Plaza por su cara oriental.
............................................................................................................................................ 100
8
Mapa 1. Los municipios de El Cocuy y Güicán.
9
INTRODUCCIÓN.
Llegué en horas de la noche. Me recibió una pequeña urbe verdiblanca llamada El Cocuy.
Detenida en el tiempo, estacionada en una hermosa arquitectura colonial y republicana. Un
frondoso parque central, con vivas y coloridas flores. Es inevitable voltear a ver la colorida
iglesia que rompe y complementa la estructura pintoresca del pueblo, entre amarillos y
rojos pasteles. Las calles tranquilas, decoradas por una inmensa multitud de ruanas; que
entre esquinas y tiendas se preparan para aguardar muy temprano en sus casas. Ya a las 8
de la noche se convierte en un pueblo solitario.
10
Todas estas imágenes han habitado en mí desde muy pequeño, es una necesidad de la
Montaña, de la nieve y del páramo. Noté aún más esta atracción cuando estuve lejos de
Boyacá, y empecé mis estudios universitarios en Popayán-Cauca. Cuanto más me alejaba,
más se aferraba un sentimiento de pertenencia a estas tierras. Me di cuenta entonces, que
regresaría y realizaría mi tesis de pregrado sobre las gentes de esta región y su relación con
la Sierra Nevada, para comprender la manera como estas personas entienden y apropian
estas montañas.
Si recorremos todo el territorio nacional y ponemos cuidado a las historias que cuentan las
personas que habitan estos paisajes montañosos, vemos que desde tiempos inmemorables,
nuestros abuelos han levantado su mirada para ver y adorar las montañas. Por dar unos
ejemplos, podemos ver el templo sagrado de la Sierra Nevada de Santa Marta, custodiado
por cuatro ejércitos ancestrales: los Kogi, los Wiwa, los Ika y los Kancuamos; el hogar de
las ánimas de los Guandos que habitan los Volcanes de los Coconucos; el “bravo” Cerro
Broncaso en el Cauca; los gigantes que habitan el Cerro de los Avechucos en el Tolima; y
por supuesto las andadas del diablo sobre el Púlpito del Diablo, en la Sierra Nevada del
Cocuy y Güicán. Volcanes, cerros y nevados son escenarios de la visión de mundo de estas
gentes. Son seres que conviven, y muestran su personalidad con un bramido, una erupción,
con una neblina o con una gran nevazón.
Precisamente un gran escenario cultural sobre la geografía colombiana está en el Norte del
Departamento de Boyacá. Este techo de la Cordillera Oriental de Colombia sube a más de
5.000 msnm, donde se puede admirar en épocas de verano, la majestuosidad de los Llanos
Orientales y los Santanderes. Hoy en día sólo encontramos glaciares en El Cocuy, Güicán y
Tame. El actual cambio climático ha disminuido significativamente el área de extensión de
los nevados. Se destaca de los municipios boyacenses una tradición cultural construida por
la gente a través de estas montañas, lo que no tiene el municipio llanero de Tame en
Arauca. Aunque tiene parte administrativa, no encontramos elementos identitarios
11
relevantes, ni una fuerte tradición campesina de alta montaña. En este trabajo me centraré
en dos municipios que aún conservan glaciares, El Cocuy y Güicán.
La información de este trabajo se recopiló con las personas de los cascos urbanos y el
camino hacia la Sierra Nevada, que son tres veredas. La primera por el Valle de Lagunillas,
su parte sur; en el centro, por la vereda la Cueva, donde está el sitio de peregrinación a la
Cueva de Cuchumba; y hacia el Norte, la vereda de Tabor. La Cueva y Tabor son veredas
de Güicán, mientras Lagunillas es de El Cocuy. La información recogida se hizo a través de
personas de avanzada edad, con el fin de tener una idea global de la etnohistoria del
territorio y las concepciones de larga duración de la Sierra Nevada. También fueron de
suma importancia las entrevistas con los guías turísticos, quienes en su mayoría son arrieros
y campesinos 1 que viven en las faldas del Nevado. No hay que olvidar la relación con el
1
La definición de campesino en la región es: el que trabaja las labores típicas de las áreas rurales, como la
agricultura y la ganadería. Muchas personas que viven en el pueblo y realizan otras actividades no se
consideran campesinas, sin embargo la mayoría si se considera, construyendo una fuerte tradición e identidad
campesina.
12
ente gubernamental, Parques Nacionales; ya que fue muy importante su aval y colaboración
en el proceso de socialización y recolección de la información.
En este texto describo cómo se han relacionado histórica y territorialmente las personas de
El Cocuy y Güicán con la Sierra Nevada. Tomo como eje el tiempo; a través del cual, se
han heredado unas territorialidades específicas de los pueblos que históricamente han
habitado la región.
13
En el primer capítulo describo la Sierra Nevada en sus contextos geográficos. Pretendo
argumentar que está influenciada por múltiples cambios paisajísticos, debido al clima en
sus estados glaciares. La historia glaciar no sólo ha influenciado a los nevados, sino que
también a toda la estructura ecológica de los Andes Septentrionales. Esta influencia ha
modificado y moldeado la relación de los pueblos con la Sierra Nevada; influenciando sus
sistemas productivos y cosmogónicos.
En el tercer capítulo me ubico en el Siglo XX, y las implicaciones del fin de la Pequeña
Edad Glaciar. El ascenso del campesino a los páramos y el Nevado, su tránsito por la
cordillera y la colonización de las tierras baldías del costado oriental de la Sierra Nevada.
14
Mapa 2. LA SIERRA NEVADA DEL COCUY Y GÜICÁN
15
CAPÍTULO 1.
1. LA SIERRA NEVADA DEL NORTE DE BOYACÁ.
La Cordillera Oriental de Colombia presenta una geografía única en los Andes tropicales.
Consiste de un vasto altiplano sobre los 2.500 msnm, páramos extensos, y una gran Sierra
Nevada al Norte de Boyacá, al occidente de Arauca y al occidente de Casanare. La cadena
montañosa que incluye esta Sierra Nevada es la más alta en la Cordillera Oriental. También
es la más extensa de Colombia; y además en los trópicos septentrionales, que se extienden
entre el Trópico de Cáncer y la línea ecuatorial. La cordillera esta principalmente formada
por rocas areniscas cuaternarias; al contrario de otras cadenas montañosas colombianas
como la Sierra Nevada de Santa Marta, que es una formación granítica. En la Cordillera
Oriental no se presenta volcanismo; muy al contraste de la Cordillera Central, que es
básicamente de formación volcánica. La Cordillera Oriental ha sido hogar y sustento de
muchas culturas y pueblos desde el final del Pleistoceno y el principio del Holoceno; como
lo indican los hallazgos de Abra (Correal et. Al 1969) y Tequendama (Correal y Van Der
Hammen 1977), estimados entre 11.000 y 12.500 años AP. La región de nuestro interés
principal es la Sierra Nevada del Cocuy, Güicán y sus alrededores.
El extenso macizo que culmina en la Sierra Nevada, hoy en día pertenece políticamente a
los siguientes municipios: en el lado occidental, que pertenece a Boyacá, encontramos los
municipios de Chita, El Cocuy, Güicán y Chiscas. Lo que anteriormente fue el territorio del
municipio de Güicán se extendía también a las faldas orientales de la Sierra Nevada. En el
año de 1965 se formó el nuevo municipio de Cubará, gran parte habitado por la comunidad
U’wa; Cubará hoy en día ocupa la parte de Boyacá, en el lado oriental de la Sierra Nevada.
Se puede decir que la ocupación humana de la Sierra Nevada proviene de Boyacá; desde
Arauca y Casanare no se ha penetrado la cordillera y no se han fundado asentamientos.
16
La parte sur del costado oriental es jurisdicción de Tame-Arauca y la Salina-Casanare. Sin
embargo, el contacto de los habitantes de estos municipios con la parte alta de la montaña
no es tan frecuente, ni ha constituido una tradición. Caso contrario, los campesinos
boyacenses se asentaron sobre las faldas occidentales, y orientales. Sobre las orientales no
se establecieron poblados importantes, tan sólo fincas ganaderas y de explotación
maderera; fincas que fueron denominadas “Tras de la Sierra” 2. El camino desde El Cocuy
y Güicán hacia estas fincas, se podría decir, aún es de difícil acceso.
El flanco oriental de la Sierra Nevada se caracteriza por su poca presencia humana. Hasta
hace pocas décadas, el paso por la cordillera estaba cerrado por la cubertura glaciar que se
extendía desde el municipio de Chita hasta el municipio de Chiscas. El deshielo desde la
fase final de la Pequeña Glaciación 3 (1850), abrió varios pasos que permiten la penetración
de la cordillera, tanto por la gente como sus animales. Los principales pasos son el
Boquerón de Cusirí, el Boquerón de Cardenillo y el Paso de la Sierra.
Los picos actualmente cubiertos por glaciares, en la cadena oriental, que conforman esta
cadena montañosa de sur a norte, son: los Cerros de la Plaza (4.850 msnm) y el pico del
Castillo (5.100 msnm). Las montañas más extremas para el montañismo son: el pico
Blanco, el pico de Antonio, y el Triángulo del Sur; van desde 4.100 hasta 4.900 msnm. Al
Norte, encontramos los Picos Sin Nombre (5.000 msnm); junto a ellos viven los picos: La
aguja, Manaba y Equino (4.800 msnm).
2
La región oriental de la cordillera hacia los Llanos Orientales, es conocida por los campesinos como la zona
“atrás de la sierra”, en el dialecto regional las personas dicen “tras de la sierra”, identifican la zona con este
nombre, más allá de la ubicación espacial “atrás de la sierra”, por eso en el texto utilizo “Tras de la Sierra”.
3
La NASA define la Pequeña Glaciación como un periodo frío entre 1550 y 1850 con tres periodos
especiales de frío: uno comenzando en 1650 (Mínimo de Maunder 1645-1715), otro en 1770 y el último en
1850, separados periodos de pequeños calentamientos.
17
msnm); luego sigue la mayor elevación de la cordillera, el Ritacuba Blanco (5.330 msnm),
seguido por el Ritacuba Negro (5.300 msnm) y el Ritacuba Norte (5.200 msnm).
Más hacia el Norte, desconectado de esta cadena glaciar, se encuentran los Nievecitas
(4.800 msnm) y los Sínsigas (4.600 msnm), que conservan todavía pequeñas manchas
glaciares; como ocurre también en una gran variedad de picos al oriente de la Sierra
Nevada. Los picos que en la actualidad conservan glaciares tienen una altura entre 4.800 y
5.400 msnm.
Nos dedicamos ahora a la descripción del relieve. Toda la cordillera se presenta como
ramplas, que ascienden con inclinaciones más o menos suaves desde el occidente, para
formar en el flanco oriental abismos verticales. El más alto de esos abismos es la pared
oriental del Ritacuba Blanco, con 800 mts de altura. Abismos parecidos se encuentran a lo
largo de toda la cordillera occidental de la Sierra Nevada; abismos que forman un muro
continuo desde el Boquerón de Cusirí hasta el Boquerón de Cardenillo. La formación del
flanco oriental muestra una tectónica más diversa y aún más joven; se deja mostrar en el
plegamiento de la cordillera con estratos replegados entre sí, pero sigue la tendencia de un
ascenso más suave desde el Occidente, con una caída hacia el Oriente. Mientras la cadena
occidental es continua, la cadena oriental está partida por diferentes valles.
Empezamos con el valle del Playón en el Sur; seguido por el valle del Mortiñal, que parte
el macizo de los cerros de la Plaza, de los cerros del Castillo. El Castillo, a su vez, está
separado de los Picos Sin Nombre, por el Valle del Blanquiscal. Estos pequeños valles
fueron las tierras denominadas “Tras de la Sierra”; colonizados sobre la segunda mitad del
Siglo XX, por los campesinos boyacenses.
18
Foto 2. Relieve cortado de las caras orientales de la cordillera. Tomada de
Internet: http://www.mariusztravel.com/zdjecia/kolumbia/33_kolumbia_sierra_nevada_cocuy.JPG
[Consult. 13/03/2012].
Los Picos Sin Nombre desaguan al río Cobugón que desemboca al río Casanare. Mientras
el río Playón, tiene todavía un flujo claramente hacia el Oriente; los ríos más al Norte,
tienden a reemplazar ese eje Occidente-Oriente, por un flujo que se dirige más y más hacia
el Nororiente. Todos esos valles son una clara muestra de la obra de los hielos de las
glaciaciones, son clásicos valles en forma de U, con paredes verticales. También podemos
decir lo mismo de los ríos que descienden de la cadena occidental hacia el Occidente; el
mejor ejemplo es el Cañón del Cóncavo.
Los ríos del flanco oriental son afluentes del río Casanare y del río Arauca, mientras todos
los ríos que descienden de la cadena occidental hacia el Occidente, desembocan al
Chicamocha. Entre esos ríos los más importantes son: el río Chiscas, el río Lagunillas, el
río Pantano Grande, el río Mosco y el río Chita. Fuera del río Chita, todos los ríos del
flanco occidental se unen en el río Nevado; anteriormente llamado el río Guacamayas.
Guacamayas en Quechua quiere decir río sagrado, posiblemente la huella de los alcances
del Quechua (Faust 2004: 27).
19
Podemos concluir que el relieve es más suave hacia el occidente y sumamente agreste hacia
el oriente de la cordillera, lo que permitió a la masa principal de glaciares una mejor
adherencia sobre el flanco occidental; del mismo modo, la penetración y el asentamiento de
las poblaciones humanas. Este hecho hizo que las entradas principales a la Sierra Nevada
estén en El Cocuy al suroccidente y en Güicán al noroccidente.
Las montañas colombianas se han cubierto de extensos glaciares en sus cordilleras más
altas en el transcurso de los siglos. Los estudios geográficos nos cuentan que el proceso de
avance y retroceso de los glaciares, son ciclos que vienen y van. A diferencia de muchos
territorios, la Sierra Nevada es un espacio geográfico con una importante característica, el
cambio. Un Cambio visible y notorio para su definición, concentrado en el elemento del
hielo, que aparece y desparece a lo largo del tiempo. Hoy en día, la constante es el
retroceso y la desaparición del hielo glaciar, fenómeno que es interpretado por la gente.
El último gran enfriamiento de la tierra comenzó hace unos 116.000 años AP. Más
recientemente se tiene registro de un proceso mundial de glaciación ubicado en 70.000 años
AP, donde posiblemente los nevados colombianos empezaron a surgir residualmente. La
historia glaciológica colombiana empieza con el periodo llamado Pleniglacial, entre 45.000
y 14.000 años AP, en donde los glaciares llegaron a su plenitud máxima, con procesos
constantes de avances y retrocesos. Las condiciones fueron muy húmedas y frías, lo que
hicieron crecer los glaciares colombianos en su límite inferior, muy por debajo de la
actualidad. En el Cocuy, estuvieron en el occidente a 2.900-3.000 msnm, y en el oriente
entre 3.000 y 2.700 msnm (Van der Hammen 1973). Es decir, las lenguas de los hielos
llegaban a la altura, que hoy es el municipio de Güicán; y cubriendo el cerro de Mahoma en
El Cocuy. Indudablemente tapaba el municipio de Chita, que es uno de los municipios a
más altura en Colombia, superando los 3.000 msnm.
20
Figura 1. La Extensión de los glaciares de la Sierra Nevada durante el Pleniglacial, la Pequeña Edad
Glacial y el estado actual.
La forma de la montaña no dependió en esta edad glacial, como hoy en día, en que los
glaciares más extensos estuvieran en el costado occidental. En aquellos tiempos era tan
extenso el hielo, que bajó por ese costado oriental, superando la geografía vertical de sus
caras cortadas. Pero la masa glaciar no sólo cubrió el Norte de Boyacá, sino casi toda la
cordillera sobre los 3.000 msnm. Parte de la línea continua glaciar, empezaba desde el sur
de la Laguna de Tota, hasta el páramo actual de Sutamarchán, en intermediaciones de
Boyacá con Santander.
21
El mínimo de temperatura de esta primera era glaciar llegó hace unos 18.000 años AP.
Paradójicamente el frío extremo no fue suficiente, condiciones de poca humedad no
permitieron el aumento de los glaciares. (Van der Hammen et al. 1980). Esta humedad en
nuestra cordillera está con más fuerza en el Oriente, una zona despoblada, con grandes
extensiones de bosques. Sin embargo, el glaciar como ya dijimos, está adherido en las caras
occidentales, paradójicamente siendo el costado menos húmedo; por sus pendientes suaves,
el hielo se adhirió mejor que en sus empinadas cumbres.
Estas condiciones de Humedad se presentaron con más intensidad al final de esta era,
llamada Tardiglaciar; entre 14.000 y 10.000 años AP. Estas permitieron nuevamente el
avance progresivo de los glaciares. Hacia este periodo, el hielo se podía observar subiendo
desde Lagunillas y lo que hoy es la vereda la Cueva y Tabor en Güicán (Van der Hammen
et al. 1980). Evidencia de este proceso, lo vemos en las actividades agrícolas de los
campesinos, al lidiar con las antiguas morrenas que dejó el glaciar en su retroceso; respecto
a la limpieza y el arado de la tierra, les duplica el trabajo. Sin embargo, con estas rocas, se
hicieron grandes corrales ovejeros y la delimitación de las fincas. Este paisaje está pintado
por esta arquitectura de pastores.
Nuestra era geológica actual es llamada Interglaciar, que va desde 10.000 AP hasta la
última glaciación de nuestros tiempos, ocurrida precisamente después de la llegada de los
europeos a América. Antes de este pequeño enfriamiento, hay que anotar, la temperatura
tuvo un constante aumento, llamado el Máximo Bioclimático, lo que fundió aún más los
glaciares colombianos. Hacia 6.500 años AP, la temperatura era levemente más alta que la
actual; la época del Imperio Romano (27 AC-476 DC) tuvo unos grados más de
temperatura. A lo largo de este periodo, los glaciares colombianos en general retrocedían y
se recuperaban.
22
Foto 3. Antiguo cercado en el Valle de los Frailejones. (Sebastián Sanabria 2010)
Sobre esta era Interglaciar uno de los avances más conocidos y que toca toda nuestra era
moderna alrededor del mundo, ocurrió desde 1550 hasta 1850. Es conocida como la
Pequeña Edad Glaciar. En esta pequeña edad de hielo los glaciares del Norte de Boyacá
crecieron gracias al enfriamiento mundial. El área cubierta por los glaciares fue de 148.7
km2 (14.870 ha), con un volumen aproximado de 4.964 millones de metros cúbicos. Las
lenguas glaciares bajaron por debajo de muchas lagunas importantes que tenemos hoy en
día, como la Laguna Grande de la Sierra y la Laguna de la Plaza. Hay fuertes evidencias en
relacionar la Pequeña Edad Glaciar y el encuentro de las culturas americanas y las europeas
en el Siglo XV.
Algunos investigadores piensan que este gran enfriamiento mundial fue causa del colapso
demográfico, producto de la conquista en los Siglos XV, XVI y XVII (Faust Et al. 2006).
Este encuentro trajo consigo, no solo la devastación de las poblaciones americanas en el
orden militar, sino también en lo biológico. Al no tener defensas contra las enfermedades
europeas, los amerindios sucumbieron ante las enfermedades y plagas traídas por el
23
foráneo. Gran parte de las comunidades nativas fueron arrasadas, lo que rompió la
estructura orgánica de estas sociedades y su relación con el medio ambiente, fuertemente
mediada por la agricultura, que ocupaba grandes extensiones de tierra. Consecuencia de la
mortalidad, producto de este contacto, los campos quedaron vacíos, siendo nuevamente
cubiertos por bosques. De norte a sur, a lo largo del continente, los bosques crecieron de
nuevo. Esta reforestación permitió, gracias a la disminución significativa de CO2 en la
atmósfera, el apaciguamiento del efecto invernadero, y posteriormente la disminución de la
temperatura entre -1 y -2 grados (Faust Et al. 2006). Los frondosos bosques del trópico
guardaron gran cantidad de humedad, favoreciendo la evapotranspiración, y el aumento de
la humedad y las precipitaciones, condiciones perfectas para el avance de los glaciares
tropicales y el surgimiento de la Pequeña Edad Glaciar.
Sobre esta era glacial, las lenguas de los nevados bajaron hasta la Cueva de Cuchumba, un
lugar mitológico por excelencia; curiosamente donde aparece la Virgen Morenita de
Güicán en el Siglo XVIII, en la plenitud de la Pequeña Edad Glaciar (1770). La gente del
sector es consciente de esta relación, y describen la época colonial como una etapa de la
historia donde el Nevado llegó hasta esta pequeña Cueva, formada por las antiguas
morrenas del glaciar en retroceso.
24
Foto 4. El Cóncavo. (Sebastián Sanabria 2010) Foto 5. El Cóncavo. (Tomada de Internet 2000).
En: http://www.osmosispublicidad.com/cocuy/fot
os.html
25
Esta historia glacial en la cordillera se expresó con el avance y retiro del hielo; y a su vez,
en las partes inferiores se mostró en el aumento y disminución de los cinturones de
diferentes tipos de vegetación, lo que influenció la relación de los pueblos con su entorno.
Esta historia geográfica ha jugado un papel fundamental para el desarrollo de las culturas
de la Sierra Nevada, y aún más, de Colombia y la historia humana. De igual forma, los
seres humanos hemos influenciado a esa historia glacial, como sucedió en la Pequeña Edad
Glacial. Y del mismo modo nuestra especie dependió en gran medida de las edades de
hielo, que nos abrieron pasos por los continentes, y nos empujaron en busca de lugares
donde vivir.
Las comunidades indígenas U’wa están repartidas en dos grandes grupos, unos en el
piedemonte de la Sierra Nevada, Departamento de Boyacá, en regiones como Bachira y
Bókota, entre los municipios de Güicán y Cubará. 4 El otro grupo está hacia los Llanos y
también cierta región Venezolana vecina de Colombia. Esta comunidad indígena, separada
4
Cubará es un municipio fronterizo del Norte de Boyacá. La vía de comunicación desde el centro del
departamento, implica salir del mismo, hasta Santander y dar la vuelta; hecho que los aísla política y
socialmente con el departamento. La única vía directa va desde Güicán por el camino tradicional de los U’wa.
26
geográfica y políticamente de los campesinos, conservaron su lengua y tradiciones,
igualmente, una identidad indígena; y más aún, una identidad U’wa.
Los U’wa son para la región los descendientes directos del pasado, “sobrevivientes” de las
ancestrales culturas precolombinas. Hace muchos años eran considerados como
“incivilizados”, “atrasados”, representaban etapas humanas primigenias. Llegaban
descalzos a los pueblos a vender y cambiar sus productos artesanales y medicinales; eran
temidos por sus saberes mágicos y discriminados por su apariencia física. Sin embargo, hoy
en día esta visión ha cambiado, se valoran sus conocimientos y costumbres, que forman
parte de una herencia indígena. Los U’wa son muy celosos en permitir a la gente foránea
entrar a su territorio; una de las pocas formas en que extraños van allí, es la visita de la
brigada de salud, o las visitas de funcionarios de Parques Nacionales.
Otra comunidad muy importante que habita los alrededores de la Sierra Nevada son los
habitantes de los municipios de El Cocuy y Güicán, considerados los “Norteños” del
Departamento de Boyacá y la Cordillera Oriental. En el Cocuy viven 5.383 personas según
el censo del Dane en 2005. Mas o menos la mitad vive en el casco urbano, y la otra mitad
habita las áreas aledañas. En Güicán según este mismo censo, habitan 5.920 personas, las
cuales 4.613 viven en las áreas rurales. Estas estadísticas nos indican que, un mayor
porcentaje de la población de Güicán vive en el campo, y muy seguramente se dedica a las
actividades campesinas tradicionales. Las actividades del campo han sido desde hace
muchos años una tradición, que ha formado la identidad campesina en la región.
Los Cocuyanos y los Güicanes se piensan a sí mismos como la mezcla de dos mundos, uno
indígena y otro español (católico). Un recorrido por estos municipios nos transporta, como
en un museo, a la historia de la región y su gente, que pasa por las épocas coloniales y
republicanas. La tradición cultural de esta comunidad es el resultado histórico del contacto
de dos mundos, y su desenvolvimiento histórico a lo largo del tiempo hasta nuestros días.
27
El municipio de El Cocuy se encuentra al suroccidente de la Sierra nevada, a una altura de
2.750 msnm. Es la capital de la provincia Gutiérrez 5 y su jurisdicción cubre hasta los
nevados del Campanillas Blanco y Negro. Hay varias versiones de lo que significa la
palabra “Cocuy” en la región, su semántica refiere al elemento agua y por ende a la Sierra
Nevada. La tradición oral dice que “Cocuy” significa: tierra de agua. En u’waka (la lengua
de los U’wa), significa hoya de agua (Faust 2004: 19). El nombre Cocuy ha identificado
esta zona a lo largo de la historia; en tiempos prehispánicos se llamó Chocué o Chocuy, que
quiere decir tierra fértil. En El Cocuy se ubicaba la Casa del Sol de los Lache, sobre el valle
de Chinivaque, la cual constituyó un centro religioso en la Cordillera Oriental. El Cocuy
también fue una de las primeras fundaciones Españolas (1541), recibió el nombre de San
Gabriel de El Cocuy. Lo que nos indica la ubicación estratégica que debió tener como
centro geopolítico para los pueblos prehispánicos y su importancia en la conquista
Española sobre el territorio.
Por otra parte, el municipio de Güicán está ubicado en el noroccidente de la Sierra Nevada.
Geopolíticamente es el municipio que más abarca la zona nevada de la cordillera. La
palabra Güicán en la región referencia “el cercado de la esposa” o “mansión del
soberano”; cercado que tiene una semántica en cuanto a la posición geográfica del pueblo,
encerrado en montañas, igual al cerco indígena precolombino de las casas que se hacían en
piedra o en madera. Por otra parte, también se refiere al nombre del cacique Güaicaní que
gobernaba en tiempos de la conquista. Esta herencia de Güicán a lo indígena todavía está
presente en la memoria del pueblo U’wa. Mientras los U’wa conciben a Güicán como su
territorio ancestral que fue hurtado por los “blancos”, la gente de Güicán se considera
descendientes de los U’wa.
Estos dos municipios, El Cocuy y Güicán, tienen una larga historia de diferencias políticas,
alimentadas por la violencia bipartidista que azotó la región en la década de los años 1940 a
1950. Discrepancias en donde se encuentra la propiedad territorial del Nevado. En la región
5
La gente de Boyacá aún usa la división política de provincia, que en otras regiones de Colombia perdió uso.
La provincia de Gutiérrez cubre los municipios de Chiscas, El Cocuy, El Espino, Guacamayas, Güicán y
Panqueba.
28
no hay mucha diferencia entre reconocer la montaña como Sierra Nevada o El Nevado. El
Nevado es el término con el que se denomina, toda la serie de glaciares que tiene la Sierra
Nevada. El Nevado es la clara identificación y el elemento que sobresale a toda la montaña;
las montañas que van perdiendo sus glaciares, pierden su relevancia. Todo el turismo llega
a El Cocuy y Güicán, mientras Chita, Chiscas y Tame, fueron perdiendo esta relevancia en
la medida que en sus montañas se derritieron los nevados. Paradójicamente cuando llegó el
turismo a la región, en estos municipios se derretían sus últimos nevados. Por el contrario
Sierra Nevada nos remite a relaciones más amplias, que sobrepasan el estado de los
glaciares, nos remite al tiempo glaciológico, y todo el proceso climático que se ha dado
desde el sur de la cordillera hasta el norte.
En cuanto a la relación entre los habitantes de los municipios de El Cocuy y Güicán (en su
mayoría campesinos) y los U’wa, hay una serie de relaciones étnicas y culturales mediadas
por el territorio. Un ejemplo es la sal de la Salina, que desde hace muchas décadas, está a
cargo del campesinado. Este producto es fundamental para los U’wa. Ellos lo obtienen en
29
estos municipios, a través de intercambios (trueques), o con dinero, producto del trabajo
que consiguen en las fincas de campesinos, vendiendo sus mochilas y otros productos
artesanales. En esta relación, el campesino es visto como la parte “civilizada”; en el
imaginario colectivo U’wa, son los “blancos”. Sin embargo, el campesino reconoce sus
orígenes indígenas, que los ve reflejados en el U’wa contemporáneo, los reconoce como
sus “antepasados”, y al igual se considera a sí mismo como producto de la “mezcla”.
Hoy en día se desprecia y culpa al campesino por deteriorar este ecosistema tan importante
para las políticas ambientales contemporáneas, desconociendo los procesos sociales y
culturales que obligaron y estimularon su acenso a la alta montaña, y sus relaciones étnicas
30
e históricas con la Sierra Nevada. En el proceso se ignora cómo el campesino concibe este
territorio y cómo se relaciona con él; más allá de una posición esencialista y antagónica
frente al indígena, considerado como el mejor personaje para la “conservación” de estos
ecosistemas naturales. Este vacío me lleva a explorar las relaciones históricas y territoriales
de la gente de Güicán y El Cocuy con la Sierra Nevada, más allá de considerar a unos
“ancestrales habitantes”, y a otros “colonos explotadores”. Mi pregunta de investigación es:
¿Cómo las gentes de los municipios de Güicán y El Cocuy se relacionan histórica y
territorialmente con la Sierra Nevada del Norte de Boyacá?
Para el caso de la Sierra Nevada del Cocuy y Güicán los abordajes antropológicos sobre las
territorialidades de las comunidades circunvecinas se caracterizan por desarrollarse
haciendo énfasis en su geografía montañosa. Esta característica típica de los Andes ha
generado conceptos como los de archipiélago vertical y microverticalidad, propuestos para
las culturas Incaicas. Esta forma de ver las sociedades de montaña ha generado una serie de
debates, en los que se destaca una crítica a los mismos conceptos, por considerarse
enfoques materialistas.
Los estudios culturales sobre las comunidades de la Sierra Nevada de El Cocuy y Güicán
(Osborn 1995; Langebaek 1987) han planteado un patrón de poblamiento móvil, en cuanto
a sus sistemas de subsistencia. Las comunidades campesinas de El Cocuy y Güicán son un
claro ejemplo de esta movilidad. Básicamente el sistema productivo tanto indígena como
campesino es muy parecido, y se trata de la explotación de diferentes nichos ecológicos y
climas. “Tras de la Sierra” es un lugar donde las comunidades campesinas alternaban y aún
lo hacen su sistema productivo con sus residencias en Occidente. La movilidad entre
Occidente-Oriente ha sido una constante de muchos campesinos. La geografía montañosa
de esta cordillera les ha permitido a través del tiempo el aprovechamiento de un diverso
número de productos de sustento en los diferentes pisos térmicos.
31
Foto 7. El Pan De Azúcar. (Sebastián Sanabria 2010)
Precisamente el gran debate que ha dado la antropología sobre los estudios de las
comunidades andinas, se da en torno al acceso a los recursos en los diferentes pisos
térmicos. Los estudios arqueológicos e históricos de muchas culturas precolombinas
establecidas a lo largo y ancho de la cordillera de los Andes en Suramérica, nos proponen
un paralelo en cuanto al acceso a los recursos entre ellas. Oberem (1981) propone el
sistema de microverticalidad para la Sierra Ecuatoriana. Consiste básicamente en el acceso
a diferentes altitudes y nichos ecológicos con la posibilidad de desplazamiento en un
mismo día, teniendo un lugar fijo de vivienda (Oberem 1981). Sin embargo, Langebaek
(1987) por ejemplo, no se atreve a dar un veredicto final, ni explicar con este modelo los
sistemas productivos en el Norte de Boyacá, ya que hay muchas particularidades y no se
puede generalizar. En la historia precolombina de las comunidades circunvecinas a la
Sierra Nevada, se habla de largos desplazamientos duraderos, es así que en verano, se
desplazaban a la caza y pesca hacia los Llanos Orientales, al igual que a grandes
peregrinaciones rituales y religiosas (Langebaek 1987).
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Un concepto paralelo es el de archipiélago vertical propuesto por John Murra (1975) para
las sociedades Preincaicas en los Andes de Puna Peruano-Bolivianos, en el cual, se utilizan
diferentes pisos térmicos para cumplir necesidades económicas. Por su parte Osborn, forma
un debate sobre la utilización del concepto de forma generalizada, la crítica de la autora
hace énfasis que el análisis es materialista, dejando por fuera las relaciones simbólicas
creadas a través de las concepciones religiosas y míticas. Muchas teorías en los estudios de
los medios de subsistencia de los pueblos de montaña de los Andes, se han querido
generalizar; sin embargo, existen particularidades que corresponden a niveles profundos de
la cultura, como la cosmovisión, y no simplemente corresponden a necesidades
productivas, o económicas, propias de estos análisis.
Osborn nos dice que la residencia de los U’wa, tanto en los Llanos, como en el páramo, no
tienen que ver con cuestiones de supervivencia, sino con una cosmovisión guiada por un
sistema de creencias religiosas y míticas. El mundo U'wa, y su territorio, está descrito y
conceptualizado a través de un complejo sistema de creencias, y no simplemente la
conveniencia productiva de un nicho ecológico. Este sistema de creencias se basa en un
calendario mítico que la autora presenta en el texto “las cuatro estaciones” (1995). La
movilidad de los U'wa por el territorio, tiene como centro de su mundo la Sierra Nevada.
Los momentos en que se mueven, hacia el páramo, o hacia los Llanos, tiene que ver con su
cosmovisión.
Para los U’wa el sol asciende o desciende en determinadas épocas del año. Cuando el sol
asciende, ellos deben descender y viceversa. Cuando el sol esta en solsticio, significa que
está en la casa de una de sus mujeres, por lo que los U’wa deben estar en el bosque. Y
cuando el sol se desplaza para ir al equinoccio, se dice que el sol está en el bosque, por lo
que los U’wa se van a sus casas en Cubará (Osborn 1985). El U’wa piensa su territorio no
solamente en el sentido económico, sino también mítico; en el cual, los ritos y los mitos son
los encargados de mantener vivo el mundo. En cuatro momentos son celebrados, divididos
por los dos solsticios y los dos equinoccios. Si los “Werjaya” o chamanes U’wa no
cantaran estos mitos, el mundo sería destruido.
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La Sierra Nevada para los U’wa es Rubraisha, que traducido al español significa “nevado
de cenizas”. Según Osborn (1985) la nieve y la ceniza son homónimas en el pensamiento
U’wa. La Sierra Nevada es el lugar de ciertas deidades, y las lagunas su contraparte
femenina. Las lagunas para los U’wa tienen dos desagües, uno encima de la tierra y otro
directamente debajo de ella, donde está el mundo de abajo (Osborn 1995: 69).
Hay tres esferas en el universo de los U’wa, el mundo de arriba, el mundo de abajo, y el
mundo del medio, en el que vivimos todos los mortales. Estos mundos se encuentran
conectados por caminos y las trochas del universo, son las vías por las que transitan las
deidades en sus distintas manifestaciones. Son las rutas de los seres solares y las estrellas.
Los caminos de abajo, incluyendo la parte inferior del mundo del medio son rutas acuáticas
o ríos. (Osborn 1995: 88). De forma similar, el campesino considera las lagunas puertas por
34
donde entran seres mitológicos. Para ellos hay un mundo subterráneo, donde viven seres
como el Mohán, el duende y los encantos.
Estos diferentes tipos de caminos hacen que estrellas y agua converjan en las lagunas. Se
piensa que tanto ríos como estrellas surgen de las lagunas, los ríos son caminos en el
universo que conectan al mundo del medio con los confines, cuando la gente se baña en los
ríos devuelve contaminación, es decir mortalidad a las deidades de abajo (Osborn 1995:
102), el exceso de masculinidad de estas tierras altas, representado en las heladas y en la
nieve afecta negativamente a las mujeres U’wa de tierras medias, secando sus cualidades
femeninas.
¿Qué es fuerza vital? Según este autor la fuerza vital es producida por la energía vital, que
es siempre algo salvaje y peligroso. El mundo de lo “domado” es siempre la ausencia de
esta energía vital. Mas el mundo es, y nosotros somos por el desequilibrio entre estos polos;
lo “bravo” y lo “domado”. El equilibrio absoluto significa la muerte. A la fuerza vital
también se le llama calor o espíritu. Lo que es de alta vitalidad es caliente, lo que
manifiesta menos esta cualidad es frío.
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El mundo de abajo y el mundo de arriba se comunican con los sitios silvestres como
páramos, lagunas, y picos nevados. Los espíritus son los encargados de proteger estos sitios
de la presencia humana y del “amansamiento”, estos espíritus están ligados con el agua. La
vitalidad o la fuerza vital para el campesino es lo “bravo” y lo “hieloso”, páramos “bravos”,
lagunas “bravas”, el hielo de los muertos etc. Esto es todo lo que no obedece las reglas de
los humanos, en la vida humana caen bajo esto la sexualidad, la pubertad, la menstruación,
el embarazo, las enfermedades, las fiestas, la violencia y la muerte. (Faust 1996).
Sintetizando el marco conceptual, podemos decir, que los modelos socioeconómicos no son
suficientes para entender la relación de las culturas con su entorno. Se necesita entrar en
niveles profundos de cada sociedad, que capten las concepciones y significaciones
culturales, donde entran elementos religiosos y territoriales. Estos elementos se pueden
entender mejor, haciendo un análisis histórico, como lo veremos a continuación.
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CAPÍTULO 2.
2. RELACIONES HISTÓRICAS Y CULTURALES EN LA SIERRA
NEVADA.
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Otra huella humana puede provenir de los materiales arqueológicos. Es así, que se
encuentran muchos petroglifos en un pedregal muy cerca de Güicán, y también de El
Cocuy, hasta en alturas superiores a los 4.000 msnm, como en Puertas de Lagunillas. Sin
embargo, es muy difícil fechar la edad del arte rupestre. Los pedregales están localizados al
final de la lengua glaciar, en su extensión máxima, sobre lo que fue el último Pleniglacial.
No obstante, eso no indica que sea de esa época. Por otra parte, en el peñón que forma la
puerta de Lagunillas y la Vereda de la Cueva, los campesinos han encontrado también
restos, principalmente cerámicos. Lo que nos indica una cercanía de estas poblaciones
antiguas con el Nevado. Nos tenemos que limitar ahora a la búsqueda de indicios de la
presencia humana en tiempos precolombinos.
Las culturas precolombinas tenían una relación religiosa-ritual con las alturas de la
cordillera, reflejada en la veneración de las lagunas, como lo evidencia Silva Celis (1945).
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“El padre Rivero, hablando de los indios de Chita y sus comarcanos, dice que esos en
cierta época iban de romería a una Laguna Grande, de la cual nace el río Casanare, y en
ella ofrecían sacrificios, arrojando cosas de aprecio y estimación. La laguna que origina
este río es, ciertamente, la de Eucas, situada tres leguas al oriente de Chita y a 3.600
metros sobre el nivel del mar.” (Celis 1945: 383).
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La Sierra Nevada estaba marcada por caminos de comunicación que permitieron la
formación de la Confederación del Cocuy, una sociedad con un sistema político y cultural
con cierto grado de complejidad. Así como estos caminos enmarcan la Sierra Nevada, lo
enmarca también el gran ciclo mitológico de los U’wa, descrito por Ann Osborn en el texto
el Vuelo de las Tijeretas. Este mito deja como testimonios tangibles, los así llamados
menhires que se encuentran en ciertas veredas alrededor de la Sierra Nevada.
Existen varias interpretaciones sobre las comunidades precolombinas que habitaron los
alrededores de la Sierra Nevada. El trabajo de Osborn (1985), habla históricamente de un
grupo U’wa, disperso en diferentes grupos, alrededor de la Sierra Nevada. Las actuales
comunidades U’wa, en sus mitos cantados, aún nombran estos viejos grupos y sus
relaciones con el territorio. Esta versión corresponde a la historia contada desde la tradición
oral U’wa.
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Por otra parte, los estudios de archivo de Langebaek del Siglo XVI, nos muestran otras
relaciones dadas a la llegada y por la llegada de los españoles. Había una gran comunidad
centralizada en la Confederación del Cocuy, con diferentes cacicazgos que se extendían
hasta la Salina, donde todos eran Lache. Se piensa que los actuales “Tunebos” fueron una
comunidad rebelde, que se aisló en el nororiente de la cordillera; el nombre “Tunebo” se le
atribuye a este hecho. Sin embargo, algunas explicaciones sobre este nombre tienen que ver
con cuestiones de su idiosincrasia y mitología (Osborn 1985). La Confederación del Cocuy
en el Siglo XVI, estaba compuesta por varios cacicazgos circunvecinos a la Sierra Nevada,
entre ellos, el cacicazgo de Panqueba, Chita, Ogamora, Cheva, el Pueblo de la Sal, Sácama
y Ura. La importancia de esta sociedad es ser la única confederación no Muisca de los
Andes Orientales. En lo que hoy es Güicán, se asentaba la tribu Tunebo de Güaicaná, sujeta
al cacicazgo de Panqueba. Langebaek nos dice, que la relación entre los actuales U’wa y
los Tunebos de Güaicaná no es del todo clara. Aunque se les llamaban a los U’wa Tunebo,
y aún se les llama, no existen registros de las crónicas de la conquista sobre los Tunebo. Él
considera, que se trata de una generalización impuesta por los administradores españoles, a
todos los indígenas de la región, que como precisamente ocurrió con los de Güaicaná,
lograron huir del control colonial (Langebaek 1987). No obstante, se ha llegado a un
acuerdo, sobre la hipótesis de que, los Tunebos fueron una tribu que no aceptó doblegarse
frente al foráneo.
Los dos estudios, tanto el de Osborn, como el de Langebaek del Siglo XVI, nos referencia,
a una comunidad repartida en las estribaciones de la Sierra Nevada. Sea en los inicios de la
Colonia, con la Confederación del Cocuy (los Lache), que es una interpretación colonial; o
en la historia contada por el mito de los U'wa, que identifican a una comunidad U'wa, y nos
relata la historia propia. En el fondo, se encuentra la Sierra Nevada, como centro
cosmológico y territorial de estas sociedades.
Hubo una compleja red de relaciones y diferenciaciones étnicas entre los Lache y las
comunidades de los Llanos Orientales (Támara y Tecasquirá); las comunidades de las
intermediaciones del río Chicamocha (Guane, Agataes y Cocomes); y las del Altiplano (los
41
Muiscas). La Sierra Nevada significó, además de un espacio simbólico por el que
desenvolvía toda la cosmovisión y religiosidad de estos pueblos, un medio de sustento que
aportaba diferentes productos, dependiendo de las condiciones altitudinales. Además fue y
ha sido fuente de la sal, un mineral fundamental para la supervivencia de los pueblos de la
Cordillera Oriental y sus estribaciones. Producto que explotaron las comunidades de la
Confederación del Cocuy, y que fue clave para la subsistencia y sus relaciones étnicas.
2.3. La conquista.
El principal estímulo de los conquistadores para venir a los territorios de la Sierra Nevada,
lo constituyó el mito del Templo del Sol, que se ubicaba en El Cocuy. Ese mito fue contado
por indígenas de Tunja a los soldados de Quesada, tal vez por la simple razón de desviarlos
a una tierra muy lejana, y por sus malas relaciones con las comunidades Lache, asentados
en la Sierra Nevada (Celis 1945). Antes de esta incursión hubo otra, la de Jorge Espira y
Alfinger, subalternos de Federman; provenientes de su sede en el Nuevo Mundo, ubicada
42
en Coro-Venezuela. Aunque fracasaron en su intento, la conquista definitiva fue hecha por
Hernán Pérez de Quezada y sus subalternos.
Un mejor resumen que Silva Celis no lo puedo elaborar, razón por la cual presento un
fragmento de su artículo sobre la conquista de los Lache.
[…] tuvieron noticias los soldados de que en la provincia de los Lache había una casa de
adoración, tanto o más frecuentada que el Templo del Sol de Sogamoso, y que por ser tan
abundante de riquezas, era llamada la Casa del Sol, donde muchos indios moxcas se
enterraban e iban a idolatrar. […]
[…] Adelantada la pacificación de los indios del Nuevo Reino, Hernán Pérez de Quesada,
juzgando la empresa de la Casa del Sol como acreedora a sus méritos, se dispuso a ir a la
provincia de los Lache. Hechos los arreglos de la expedición, el hermano del Adelantado
sale de Santa Fe hacia aquel país, por el mes de agosto de 1541, con más de 200 hombres
y 400 indios e indias de servicio […]
[…] Después de algunos días de permanencia en Ura, Pérez de Quesada, acompañado de
la gente que primero había logrado atravesar el río de este mismo nombre, se dirigió a
Chita; pero viendo el gran número de indios que le esperaban y habiendo ya
experimentado en el encuentro anterior la arrogancia y valentía de los naturales, que en
“grandeza y disposición de los cuerpos como en las armas” superaban a los Muysca, quiso
demorar la contienda hasta cuando llegara el resto de su tropa. […]Corta y sangrienta
para los Lache fue la batalla. […] Los cristianos ocuparon a Chita. Al día siguiente
marcharon al Cocuy, pueblo que tendría ochocientas casas de morada y que hallaron
desocupadas, pues los indios habían huido. Del Cocuy pasaron los españoles a Panqueba,
Guacamayas y descendieron al valle de Tequia. […]
[…] En esta vez, según lo anota el padre Simón y lo deja entender el silencio de Aguado,
Pérez de Quesada no tuvo noticias de la Casa del Sol. Después de sostener refriegas con
los naturales del mencionado valle, el conquistador siguió hacia el norte, hasta el páramo
de Ciribita, habiendo reconocido el valle donde había muerto Ambrosio Alfinger, Pérez de
Quesada y su tropa regresan a Bogotá por el mismo camino. Llegados al valle de Tequia,
el capitán tuvo noticias de que la Casa del Sol quedaba tras del pueblo del Cocuy, en las
vertientes que miran a los Llanos trasmontando la cordillera. […]
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[…] En el Cocuy, Céspedes procuró notificarse del sitio donde se hallaba la Casa del Sol,
y guiado por algunos indios se dirigió hacia aquella fábrica, que estaba situada pasando la
Cordillera, con vista hacia los Llanos. Como los indios que llevaban ofrendas al santuario
se dieran cuenta de que los españoles se aproximaban, sacaron el oro que tenían puesto en
petacas colocadas sobre altas barbacoas, dejando llenas aquéllas, a su vez, con guijarros.
El capitán bien pronto advirtió la burla de que había sido objeto; no obstante, consiguió en
el bohío alguna cantidad de oro, lo mismo que numerosas cuentas de collar que los indios
estimaban mucho, y algunos caracoles grandes de mar. […](Celis 1945: 376-379).
En la parte alta de Güicán, hay un lugar que nos cuenta lo traumático que fue la conquista,
que como tal, se dio en el Siglo XVIII, con la llegada de los curas doctrineros. La
comunidad nativa como símbolo de su libertad se arrojaron desde el Peñón de la Gloria o
Peñón de los Muertos. La primera etnografía de las poblaciones del Norte de Boyacá, y
principalmente las circunvecinas a la Sierra Nevada la hizo Manuel Ancízar, quien
colaboró en la Comisión Corográfica, en esta zona del país. De éste trabajo, publicó el libro
“la peregrinación de Alpha”. Este primer relato etnográfico nos cuenta lo siguiente del
Peñón de la Gloria.
“[…] Lleva este peñón por nombre "Gloria de los Tunebos", y la tradición local lo explica,
diciendo que una vez sojuzgados los indios, más por el terror que les infundieron los
caballos y barbas de los españoles que por la fuerza de las armas, comenzaron a
experimentar el peso de los tributos y el intolerable despotismo de los encomenderos con
tal rigor, que, desesperados y no pudiendo recuperar la usada libertad de las selvas, se
juramentaron a morir, y concurriendo por grupos de familias a la rambla ya descrita
echaban a correr hacia la cornisa y se despeñaban con sus mujeres y niños. En
comprobación de este relato muestran al pie del peñón gran número de huesos humanos
esparcidos a todo viento, carcomidos por el tiempo y siempre rotos como por violento
choque […] (Ancízar 1850:51)”.
44
Foto 11. El Peñón de la Gloria o de los Muertos. (Sebastián Sanabria 2010).
Ann Osborn por su parte nos dice que este relato histórico no está en la tradición oral de los
U’wa, los campesinos se encargaron de transmitírsela (Osborn 1995). La gente de hoy
cuenta que no hace mucho tiempo, aún se podía encontrar muchos de estos restos óseos
esparcidos sobre el río. Este mito hace parte de los pocos actos masivos de comunidades
que decidieron terminar sus vidas antes de verse sometidos al enemigo. Los que no se
unieron a este grupo se refugiaron al nororiente de la cordillera, y se establecieron en esos
lugares para estar apartados del español.
2.4. La Colonia.
45
junto con la capacidad de tejer, hace de la región de El Cocuy un centro colonial de
producción de tejidos.
Esta actividad minera sobre el Siglo XVI giraba en torno a los indígenas del Pueblo de la
Sal. La distribución de la sal en los Lache, tuvo un complejo de redes culturales por los que
circulaba este producto, con el fin de abastecer las comunidades circunvecinas, y estrechar
lazos étnicos entre ellos (Acuña 2006). El Pueblo de la Sal estaba sujeto al cacicazgo de
Chita, y este a su vez, estaba sujeto a la Confederación del Cocuy, punto central del sistema
político Lache; donde se adscribían otros cacicazgos como Panqueba, Ogamora, Cheva etc.
Cada uno de estos pueblos tenía que ofrendarle productos al cacique del Cocuy, el cual, con
excedentes de productos provenientes de todos estos pueblos distribuía e intercambiaba en
46
la comunidad y comunidades vecinas. El Pueblo de la Sal tenía que responder con su aporte
de sal al cacicazgo de Chita, que en forma de retribución, daba otros productos al Pueblo de
la Sal. Chita a su vez distribuía la sal al Cocuy (Acuña 2006).
Esta sal, no solo circuló en esta relación, sino que, se redistribuía a comunidades de los
Llanos Orientales, como los Támara y Tecasquirá, por Sácama. Al Suroccidente a los
Muiscas, y al Occidente a los Guane y otras comunidades asentadas en intermediaciones
del río Chicamocha. De esta manera, sin necesidad de trámites comerciales monetarios, se
dio un intercambio comercial, en el que se tenía acceso a productos de diferentes pisos
térmicos y ecosistemas. Al igual que productos de otras comunidades, con relaciones en las
que se destacan la tamsa, la redistribución y el intercambio (Acuña 2006).
Según Acuña la reciprocidad estaba mediada por necesidades del orden de lo espiritual y
social entre los caciques y capitanes, en el cual, se adquiría estatus al ofrendar o dar regalos
al vecino, y este a su vez, tenía que corresponder con otro regalo. La tamsa o tributo, era
una obligación de los cacicazgos y capitanías sujetas a otra dominante, en nuestro caso
Lache, cuyo centro político era El Cocuy. Este quien tenía excedentes, los redistribuía en
fiestas o ceremonias. El Intercambio o Trueque se desarrolló en torno a las relaciones
interétnicas, los principales productos y de necesidad lo fueron la sal y el hayo (Acuña
2006). Según esta autora la sal circulaba en el Pueblo de la Sal por medio de: primero el
intercambio interno, con el que a cambio de papa, yuca algodón miel, yopo, etc., que
llevaban otras comunidades, se les daba la sal. El segundo, por medio de la Tamsa; la
obligación del Pueblo de la Sal de ofrendar el producto al cacicazgo de Chita, y este a su
vez, por estar sujeto al Confederación del Cocuy, lo llevaba al Cocuy. Y el tercero la
redistribución a cargo del cacique del Cocuy, quien con sus excedentes de todos los tributos
los repartía en su comunidad y ofrecía regalos a otras comunidades.
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Foto 12. El Ritacuba Blanco y el San Pablín. (Sebastián Sanabria 2010).
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recién nacido con el Nevado. Es el Nevado (Ritacuba) quien entrega a tres caciques
Cazallas, Güaicaní y Raguachas, la virgen. Ella fue llevada a Güicán, donde a su alrededor,
se construye la iglesia de ese pueblo. Se puede decir, mientras que Chita, El Cocuy y
Chiscas son pueblos indígenas, Güicán es el primer verdadero pueblo mestizo.
Mucha gente cuestiona el mito de la Virgen, y referencian el lienzo como el regalo de una
primera migración de evangelizadores. Historia que se repitió a lo largo y ancho del Nuevo
Mundo, donde los evangelizadores por colonizar los mundos religiosos locales, daban
vírgenes morenas para que no fueran rechazadas. Esta colonización no fue efectiva, fracasó
en el fondo, ya que se construyó una narrativa colonial de las vírgenes con tinte indígena;
no obstante con signos cristianos. La virgen en sí, fuera de todo contenido judeocristiano,
se integró a un sistema local de pensamiento y relaciones sociales de las personas y su
territorio, tema que se profundizará más adelante.
En el año de 1736 llegó por primera vez a esta región el padre Miguel Blasco, de la
compañía de Jesús, a catequizar los indios, y les dio a la veneración una pequeña imagen
de nuestra señora del Rosario; pero ellos le dijeron que tenían una imagen de la virgen
más grande y bella; el padre admirado con la noticia, se interesó con los indios, los
agasajó, hasta conseguir de ellos le dieran noticia del paradero de dicha imagen; en
efecto, los indios lo llevaron camino a la Sierra Nevada, hasta el punto denominado el
Cóncavo, donde ya empiezan las nieves perpetuas, y allí en la cueva llamada Cuchumba,
en lo más interior de ella, aparecía en lienzo tosco, una imagen morena, pero bella y
resplandeciente, como no hecha por mano de hombre, de la santísima virgen Inmaculada,
la cual estaba enmarcada con palos de macana; los indios “Raguachas y Cazallas” se
postraron ante ella, y la alumbraban de día y de noche con cera negra y trementina de
frailejón. Interrogados los indios por el padre cómo había llegado a su poder el lienzo
milagroso de la virgen, le manifestaron que en días lejanos, un hombre blanco y de luenga
barba les había entregado esa imagen y luego había transmontado la Sierra, sin que
hubieran vuelto a tener noticia de dicho personaje, en seguida el padre Blasco, después de
no poco trabajo logró conseguir de los indios permitieran llegar hasta el caserío el
milagroso lienzo, en procesión solemne; en efecto todos los indios capitaneados por su
cacique, el indio Güaicaní, y por los pocos blancos que acompañaban al padre Jesuita.
Hicieron una solemnísima procesión desde la cueva anteriormente dicha, hasta el caserío,
sede del cacique Güaicaní. El padre declaró que en adelante se llamaría el nuevo pueblo
“Parroquia de la inmaculada concepción de Güicán, este día era el 26 de febrero del año
de 1756”. Y desde entonces acá caravanas de devotos peregrinos del interior de la nación
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y de la república vecina de Venezuela, han venido a postrarse a las plantas de esta
celebérrima imagen cuyos milagros y prodigios son incontables. Los indios Tunebos de
Tierra dentro conservan aun la tradición de su virgen; cuando salen a Güicán, manifiestan
al párroco y vecinos que la Virgen Morena que está en la iglesia es de ellos, la milagrosa
imagen ha sido por tanto, desde la fundación de este pueblo su protectora y defensora en
todos los momentos de la vida. (Correa 1987).
Los U’wa relacionan esta virgen con la diosa Rika, “hija no menstruante del sol. Está
asociada a las fuentes termales cercanas a los nevados. Los hombres se bañan en sus aguas
para recibir algo de inmortalidad (Osborn 1995: 178). Esta deidad es tema del mito cantado
de la iniciación femenina. La Cueva Cuchumba era el lugar donde en tiempos
precolombinos dejaban los productos de intercambio (Osborn 1995: 41).
Cuatro elementos son importantes para los U’wa en torno a la Virgen Morenita según
Osborn. Primero, la Cueva como lugar de paso a otros mundos y regiones; segundo, el
riachuelo que se originó en el Nevado y el glaciar, como aguas puras provenientes de una
zona blanca; tercero, la deidad femenina Rika, asociada a la fuente termal; y por último, la
Cueva como lugar tradicional de intercambio. Rika es hija de la deidad Rukwa, es la deidad
de las fuentes termales en las tierras altas, enviada al mundo para proveerlos de ríos y de
fertilidad femenina. Al venir del mundo de arriba no tiene sangre, no puede menstruar, y no
tiene fertilidad del mundo del medio. Ella reencarna la longevidad y la inmortalidad. La
inmortalidad de Rika proviene del hecho de no haber menstruado, esta inmortalidad puede
ser tomada por los que se bañan en las termales. Rika no se hizo corpórea ni menstruó, sino
que se volvió agua. Este hecho tuvo lugar en la formación del mundo. El agua empleada en
muchos rituales U'wa como el de soplar es de Rika, agua pura, lo opuesto a la sangre.
(Osborn 1995: 103).
La virgen es del Nevado y se venera allá, hasta donde bajaron los glaciares en la época de
la Pequeña Glaciación, que coincide con la época de la colonia. Nada muestra más claro la
relación del pueblo con el Nevado que todo el complejo mitológico de la Virgen de
Cuchumba.
50
Foto 13. La Cueva de Cuchumba. (Sebastián Sanabria 2010).
La colonia fue una época de riqueza, como lo muestra la arquitectura de la época presente
en los municipios, como la iglesia de Chita, que presenta dos torres, indicativo de su
importancia. En la colonia, El Cocuy exportó sal, papas, lana y tejidos. Todo necesitó
caminos, y como el tránsito de caballos convierte caminos no afirmados en barriales, se los
hizo con las típicas lajas, en las cuales se parte la roca arenisca del Cocuy; estos caminos
aún son visibles. Conectan por ejemplo El Cocuy con Chita; El Cocuy con la Puerta de
Lagunillas; y de ahí hasta el Paso de Cusirí.
A pesar de esa riqueza, la colonia no fue una época de una paz total. Se muestra más tarde
en el levantamiento de los Comuneros que en la región de El Cocuy toma un giro muy
específico. El levantamiento de los Comuneros coincide con la revolución de Túpac Amaru
II en el Perú. Ese levantamiento quiere renovar las condiciones de tiempos Incaicos. Es
difícil de entender por qué los campesinos de El Cocuy escribieron al Virrey Español en
Bogotá, una carta en 1780, expresando su desobediencia, porque ellos se sienten súbditos
del único rey que aceptan, quien es el Túpac Amaru II (Faust 2004). ¿Será que en ese nexo
51
con el mundo Incaico se expresa una influencia del Sur?, eso podría explicar toponimias
como la Vereda Quichua en Chita, o el nombre del río Guacamayas, hoy río Nevado, que
significa en quechua “río sagrado” (Faust 2004). Tal vez explica tal nexo con la región de
los Andes Centrales, la existencia de una arquitectura de piedras, que vemos en ciertas
veredas de Chita y es única en el territorio colombiano, o también el gran arte de construir
canales con lajas de piedras.
La independencia no surgió del interior de las sociedades Andinas, sino vino por un
movimiento de españoles nacidos en la colonia, que se sintieron apartados por la
administración colonial. Fue un movimiento que vino de afuera, vino de Caracas con
Simón Bolívar y la gran cordillera fue un gran obstáculo para sus soldados. En el páramo
de Pisba tenían que cruzar las gélidas alturas para llegar al corazón del mundo colonial de
la parte septentrional de los andes para llegar a Bogotá. (Faust 2004).
En este recorrido histórico haremos un salto que pasa la independencia debido a la falta de
información sobre los pueblos de la Sierra Nevada en esta época, y continuamos con los
aspectos socioeconómicos del Siglo XX, época caracterizada por la expansión de la
ganadería en las áreas aledañas a la Sierra Nevada.
52
CAPÍTULO 3
3. RELACIONES SOCIOECONÓMICAS CON LA SIERRA
NEVADA EN EL SIGLO XX.
¡Por eso la gente le gustaba la tierra y los animales, porque plata pa’ qué,
si no había en que gastarla! (Entrevista a Don Hermes Carvajal).
Con la era histórica de la Independencia no se cambió nada fundamental para este pueblo,
más significativo fue un cambio climático. La pequeña glaciación que empezó en el
principio de la colonia alrededor de 1620, hacia 1870 ya estaba en declive. Eso permitió
que tanto la ganadería como el cultivo de papas se pudieran hacer a mayor altura. Poco a
poco se descongelaron ciertos pasos por la Sierra Nevada. Así el paso de Cusirí y el paso de
Cardenillo (Paso Carecas). Eso permitió extender la ganadería al otro lado de la cordillera
53
3.1. Las haciendas del costado Occidental.
En verano escaseaban los pastos en las partes bajas, principalmente se utilizó el pasto
Kikuyo (Pennisetum clandestinum) y Carretón (Trifoliumrepens). La abundancia de agua
en el páramo mantenía los potreros frondosos todo el año, los ganaderos de las zonas más
bajas, donde el verano afectaba sus potreros, gestionaban tierras altas para subir sus
animales en épocas de escasez. También se dispuso del páramo debido a que las cabras y
ovejas en las fincas se multiplicaban desmedidamente, lo que demandó un espacio más
amplio. La artesanía de la lana fue muy importante, lo que hizo de la oveja un animal
fundamental, un buen negocio para estas haciendas de alta montaña.
Hace 40 años el ganado en los páramos triplicaba la cantidad actual, en promedio, hoy se
tienen entre 30 reses y 30 ovejas. En ese tiempo por Lagunillas corrían 200 reses y 600
ovejas. Cuentan que había tanta ganadería que ni los dueños sabían un número aproximado
de sus animales. En la vereda la Cueva se hizo agricultura y crianza de ovejas, mientras
Lagunillas se especializó en ganadería.
54
Los colonos de la parte alta de la montaña, no eran familias de pocos recursos. Por el
contrario, tenían con qué emprender las tareas de adaptar la montaña para trabajar, las
personas con menos recursos trabajaron para los colonos. Mientras el acceso a la tierra en
la parte baja era más difícil, relativamente en la parte alta dependió de otras condiciones,
como el trabajo y los recursos de las familias para colonizar, adaptar la tierra; en donde se
dieron relaciones de poder entre propietarios de tierras, especialmente las grandes
haciendas y familias que no las tenían, pero que optaron vivir allí como arrendatarios o
como agregados. Muchos de estos hacendados no vivían en la parte alta, sino que residían
en los cascos urbanos, y dejaban al cuidado las fincas y los animales.
El pago de los terratenientes a los agregados por cuidar las fincas y los animales, consistía
en la manutención de los trabajadores, llevándoles numerosos productos, maíz, alverja,
harina, trigo, habas entre otros. También se les daba un ternero o un cabro del rebaño. Estas
grandes haciendas fueron heredadas por los hijos de los dueños, fragmentando las
55
extensiones de terreno. Poco a poco las personas que trabajaban en las fincas, fueron
comprando pequeñas partes, y las grandes fincas se fueron reduciendo. Otros cogieron
camino “Tras de la Sierra”, en busca de mejor suerte. Allá la tarea era colonizar bosque y
selva virgen. El crecimiento demográfico, las propiedades parceladas, y la violencia
impulsaron la colonización del costado Oriental de la cordillera.
A partir de 1850, fin de la Pequeña Edad de Hielo, la relación con el Nevado se da en torno
a cómo pasar sobre él. Dos pasos muy importantes se abrieron tras el retroceso de los
glaciares: Cusirí y Cardenillo. No tenemos evidencia de su uso, antes de la Pequeña Edad
de Glacial, donde posiblemente también estaban sin glaciares. Sin embargo, se habla de dos
rutas de interconexión entre el costado occidental y el costado oriental de la cordillera en
estas épocas precolombinas. El paso al Norte era el Pueblo de las Mercedes en Chiscas, que
era un sitio ceremonial (Osborn 1985: 119). Por la parte sur, el paso tradicional se hacía en
la ruta hacia la Salina, por Chita. Tanto la gente de Chiscas como de Chita tienen la
conciencia de estas rutas y los viejos glaciares que han desaparecido.
A mediados de la primera mitad del Siglo XX, Arauca y Boyacá mantenían un intercambio
comercial gracias a los boquerones de Cusirí y Cardenillo. Los indígenas utilizan
tradicionalmente el Boquerón de Cardenillo, que se conocía como el paso Carecas. El cual
ha sido desde hace mucho tiempo, la entrada y salida de su territorio, y su ruta hacia
Cubará y Saravena. Cusirí por su parte, abrió una puerta para la colonización campesina de
grandes zonas del costado Oriental, y una vía de comunicación con Tame-Arauca. Por el
contrario el Paso de la Sierra y el Boquerón de Castillo fueron vías para fincas ganaderas
“Tras de la Sierra”, en zonas poco accesibles por su agreste geografía. Hasta hace pocos
años, los colonos cruzaron el Boquerón del Castillo sobre su glaciar, único paso que
comunica la parte norte y sur del costado Oriental de la Sierra Nevada.
56
Aproximadamente hace unos 40 años construyeron una carretera por Chita hasta Arauca,
que se convirtió en el principal eje de comunicación de los Llanos con Boyacá, cortando la
relación de El Cocuy con Tame y San Lope por Cusirí. No obstante se siguieron usando los
boquerones de Cusirí y cardenillo, tanto por indígenas como por campesinos, para traer el
ganado que criaban “Tras de la Sierra”.
Generalmente los animales se traían en tiempos de verano, tanto desde la parte norte por
Cardenillo, como por la parte sur por Cusirí. Las características de estos animales eran
apetecidas en El Cocuy y Güicán; eran de gran tamaño y buena carne. El tránsito por la
montaña era muy difícil, sobre todo porque las reses sufrían con el clima, y muchos
animales morían en el camino, quedando ciegos, al relejo del sol en la nieve, o agotados
por la altura. El paso por los boquerones implicaba lidiar con la nieve, que enterraba a los
arrieros hasta la cintura, se necesitaba despejar la vía para los animales. Hoy en día los
boquerones sólo se cubren de nieve en invierno, hace unas décadas casi que era constante
durante todo el año, aun así se osó pasar con el rebaño.
La gente dice que las condiciones actuales de los pasos han cambiado, no son tan agrestes
como hace unas décadas, cuando tuvieron que demostrarle a la montaña su respeto para que
pudieran pasar. Sobre estos dos boquerones reposan unos grandes montículos de piedras y
cruces, que simbolizan una relación entre la montaña y la gente. Tradicionalmente los
indígenas ponen piedras, y los campesinos, atan dos palos en forma de cruz, no obstante el
57
sentido es muy símil: simboliza el respeto por la montaña. Con respecto a los U’wa,
Osborn nos dice:
“los informantes explican que el área dentro de los muros formaba una reserva para las
deidades, cuando los indígenas pasaban el páramo o pasaban quebradas de división
dejaban piedras, pequeñas y labradas como "pago". Hasta cierto punto, la costumbre ha
sido mantenida por indígenas subrepticiamente, dejando piedras en las quebradas,
deslindando el área de reserva, poniendo una piedra más en el muro, o reparándola "
(Osborn 1995: 19-69).
Este acto de poner piedras o cruces tiene un mismo sentido, el de establecer una relación
con el territorio, en la que se reconoce el poder de los cerros y los páramos (Faust 2004).
Particularmente para el campesino este sitio tiene múltiples significados. Uno es reconocer
lo incontrolable de la montaña, y otro tiene que ver con su parafernalia. Las cruces son un
símbolo evidentemente judeo-cristiano, sin embargo su sentido es reconocer lo difícil y
peligroso del paso. Quienes lo cruzan por primera vez, es la costumbre poner dicha cruz,
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señalizando su capacidad de pasar por allí. El hecho de dejar cruces, piedras, u otros
objetos introduce al caminante en otra dimensión, se deja el tiempo humano, el espacio
mortal, y se ahonda en lo sagrado. Los campesinos explican que estos “santos” o cruces
disminuyeron la “bravura” de la montaña, sus condiciones climáticas agrestes. Hoy día,
incluso los turistas lo ven con respeto, reconociendo las características sagradas, y muchos
dejan pequeñas banderas de sus países, o herraduras que recogen en el camino.
Además de los boquerones, otras formas de transitar la montaña muy interesantes son los
atajos y pasos. Uno que me llamó fuertemente la atención, es el camino de la vereda la
Cueva de Güicán, por el Cañón del Cóncavo, hacia las fincas del Mortiñal. Si actualmente
hacemos este impresionante recorrido, veremos en la zona de morrenas, una pequeña
laguna. En boca de muchos campesinos de la Cueva, el glaciar bajaba aquí hace unos 50
años atrás, de la unión de los hielos del San Pablín y el Cóncavo. Este no es un paso
comúnmente transitado, generalmente se hizo sin mayores cargas. La pequeña travesía iba
desde la laguna, donde comienza actualmente la morrena; se subía al glaciar, hasta un
pequeño cincho entre el San Pablín Sur y el Cóncavo, hoy día, roca sólida. Se gastaban 4 o
5 horas caminando hasta este cincho. Luego enterraban una varilla, sobre la que aseguraban
un lazo, de los utilizados para amarrar el ganado. Del cual, bajaban descolgándose hasta
una zona más plana al otro lado de la cordillera; para luego bajar hasta las fincas del
Mortiñal.
Otro interesante paso, que pocos utilizaban, está ubicado entre el Cóncavo y el Toti. Un
boquerón que a simple vista no se podría cruzar sino con un buen equipo para escalar. Esta
ruta muy pocas veces la bajaron en dirección Occidente-Oriente; es decir, de la Laguna
Grande de la Sierra a la Laguna de la Plaza. Más bien, la utilizaban en dirección contraria,
cuando venían de “Tras de la Sierra”; subían la morrena, luego sobre hielo, previamente
habían dejado un lazo asegurado por este lado de la montaña, que descolgaba en la cara
oriental. Así era relativamente más “fácil” el paso hacia la vereda la Cueva.
59
Por el contrario, cuando iban en dirección Occidente-Oriente, utilizaban otra ruta para bajar
directamente a la Laguna de la Plaza, el famoso boquerón de Bella vista. Esta ruta aún se
conserva para el turismo. Sin embargo, fue prohibida por su dificultad. Es curioso tratar de
imaginar estos campesinos cruzando los pasos que son complejos inclusive para los
deportistas de alta montaña.
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Más hacia el Norte, nos cuentan los colonos del sector del Blanquiscal, la ida estas fincas se
hizo pasando unos pequeños cinchos entre el Ritacuba Blanco y el Picacho, y por un
costado de los San Pablines. Rutas que según ellos implicaban subirse al glaciar, bajando
las caras orientales de la cordillera, que en su mayoría son muros verticales. Pasos que
evitaban la ida hasta el boquerón de Cardenillo. Se debe decir que las personas que me
proporcionaron la información no hicieron estas rutas, ellos lo escucharon de los viejos. A
ciencia cierta, no sabemos si estos pasos son en realidad simples cuentos, o verdaderos
atajos.
La historia de estas rutas es una tesis completa. Lo más fascinante del tema es la subida a
los glaciares, donde los campesinos por ahorrarse camino en las vías por los boquerones
principales, Cusirí y Cardenillo, se montaban al hielo en busca de valles, boquerones y
cinchos, por los cuales pasar. Aprendieron a conocer al glaciar, identificar su estructura,
conocimiento que les ayudo a evitar las peligrosas grietas, sobre las cuales un escalador no
pasa sin su equipo profesional. Sin embargo se comenta que en tiempos pasados el glaciar
era más sólido, sin muchas grietas, como hoy en día.
61
de “Tras de la Sierra”. La alternativa de vida en estas alejadas tierras, permitió un contacto
más directo del campesino con los páramos y el Nevado, ya que el tránsito por la montaña
les permitió conocerla, estableciendo una relación muy profunda con ella.
Figura 2. La Sierra Nevada y el costado Oriental hasta los Llanos Orientales. Las fincas de “Tras de la
Sierra”. Los boquerones y pasos.
Las fincas de “tras de la Sierra”, de sur a norte son: empezamos desde la vía de Cusirí,
primero el Playón, a un lado Santa Marta, después Uruguay, la Unión, San Rafael y el
Castillo. Un poco más al Norte está el Mortiñal. Donde se llega bajando entre la Laguna de
la Plaza y Balcones.
Por Cardenillo podemos encontrar las regiones de Ratón, Cobaría, Bachira, Róyata y
Bókota, hoy en día esto es territorio U’wa. Anteriormente comprendía tierras de colonos
campesinos. Dicen que los U’wa de estas regiones tienen muchas costumbres y cultura
campesina, debido al tiempo que compartieron la tierra.
62
Las personas con las que conversé calculan que en los años de 1950 se empezaron a
colonizar estas tierras de “Tras de la Sierra”. Dentro de las ventajas que vio la gente fue
poder utilizar con libertad la tierra baldía, y soltar ganado en las grandes extensiones de
tierra para que pastara libre; su única inversión económica fue la sal que traían desde
Sácama.
San Lope constituyó un caserío muy importante, hasta allí llegó la carretera amplia desde
Tame en los Llanos. A mediados del Siglo XX hubo un importante comercio entre San
Lope y El Cocuy, intercambiando numerosos productos. La especialidad de El Cocuy ha
sido desde décadas la lana, con la que se hacían ruanas y cobijas. Desde “Tras de la Sierra”
y los Llanos venían a comprar ropa a los almacenes de El Cocuy. A los Llanos se llevó
harina de trigo, maíz y legumbres.
El Cocuy tuvo por mucho tiempo el mercado más grande, que absorbió los mercados de los
municipios vecinos. Se vendía toda clase de productos, entre ellos trigo, maíz, frijol,
cebada, haba, alverja, papa, alfalfa entre otros. La tierra se cultivaba en un 80% de su
63
totalidad. También se comercializaban productos de los pisos térmicos bajos, como frutas y
verduras. Los campesinos dicen que había poca gente en el Llano, motivo por el cual, era
muy atractivo ir y hacer vida en esas tierras. Se quedaban cuidando en promedio dos años y
se devolvían al pueblo, otros se amañaban y reafirmaban su deseo de no salir de allí.
Muchas personas nacieron y se criaron “Tras de la Sierra”.
El proyecto inconcluso de unir los Llanos con los Santanderes y Boyacá por Cusirí
comenzó en 1959, siendo presidente Gustavo Rojas Pinilla. La actual carretera del Nevado,
se hizo de los restos de una carretera inconclusa en Cusirí, que llegó hasta el Alto de la
Cueva. La otra parte del proyecto era unir Güicán con Saravena por Cardenillo, proyecto
también inconcluso, pero que sirvió para unir estos dos vías. En 1974-1975 arrancaron la
construcción de Ritacuba a la Cueva, y la unieron con la carretera de El Cocuy. Esta vía se
utilizó principalmente para el transporte de leche y luego se convirtió en la carretera del
Nevado, que pasa por El Alto de la Cueva, la Cueva y la parte alta de Tabor hasta la Parada
de Romero.
Aunque las fincas de “Tras de la Sierra” estuvieron libres para la colonización, algunas
personas me dijeron que eran propiedad de generales terratenientes, quienes al parecer,
negociaron las tierras con los colonos, aspecto no profundizado en este trabajo. Gran parte
de dichas fincas actualmente son propiedades en sucesiones, que no han sido repartidas
como herencia entre los herederos de los colonos.
3.4. La ganadería
64
Carmen, y generalmente en verano cuando las trochas estaban secas y transitables, y Cusirí
permanecía sin escarcha.
El ganado escaseaba en verano, por eso, se traía con frecuencia desde tan lejanas tierras.
Allá se cría suelto, mantenido principalmente de “monte”, y no de cosechas de pastos. Este
negocio no fue un sustento estable, ni millonario, por el contrario no se trajo sino unas
pocas reces.
El transporte de ganadería era un trabajo bastante dispendioso, el ganado era muy “bravo”
por estar libre en los potreros. Gran parte de los animales se enfermaba y moría en Cusirí.
Hacían muchas estaciones y se doblaba el tiempo de camino que demoraban normalmente
en llegar al pueblo. También tenían que comprar pasto para que descansara el ganado en el
camino. Para las ferias, se viajaba un mes antes, los primeros de enero o finales de
diciembre.
En principio se crió un ganado denominado Criollo, pero en las últimas décadas trajeron
nuevas razas; entre ellas, Normando y Cebú. Llevaron sobre todo toros grandes y vacas
viejas que ya no daban leche. Una buena finca tenía entre 80 y 90 cabezas de ganado. No se
traían grandes cantidades, cada finca sacaba 2 o 3 reses, reunían varias fincas o compraban
en el camino. Subían más o menos un hato de 7 u 8, mas un par de ovejas. Con buen
tiempo se sacaron hasta 10 reses por viaje, desde la cabecera del Llano; gran parte de los
animales se llevaban a Santander.
“La ruta era El Cocuy vía la Ubita, el ganado descansaba en Agua bendita, de ahí a la
Uvita y luego a Soatá, se seguía hacia el alto de Siachía en Santander, donde “habían”
unas posadas para descansar, pues seguía lo difícil, hacia la plazuela de Onsaga.
Generalmente se madrugaba por lo agreste del camino, muchos animales se iban a los
barrancos. Luego se daba a San Joaquín. Se madrugaba al alto de los Cacaos a bajar al
llano de Mogotes, al mercado de Mogotes, se llevaban hasta más de mil reses en un
mercado” (Acevedo 2010: 60).
65
La ganadería lechera tuvo un importante auge, hubo un comercio de productos lácteos,
entre estos la cuajada. En las veredas de El Cocuy y Güicán todavía se acuerdan de las
cuajadas de algunas personas de “Tras de la Sierra”. Era una cuajada amarilla, muy pesada,
prensada, que hasta Cúcuta y Bucaramanga se llevaba. Un productor de cuajada en buenos
días ordeñaba hasta 30 vacas.
Primero, el orden público en las zonas, con las operaciones de la guerrilla y el ejército. Y
segundo, la compra de tierras para reserva indígena y ecológica, hizo cerrar los caminos a
San Lope y Tame, e hizo emigrar los colonos. Hoy en día casi nadie permanece en las
66
fincas. Las que aún se utilizan para la crianza de ganado son visitadas de manera temporal,
cada veinte días o un mes, tiempo en el que salan el ganado.
La relación del campesino con los páramos y el Nevado tiene profundos significados. Es un
espacio en donde rigen reglas acordadas entre la gente y el territorio. El páramo y el
Nevado proveen elementos muy importantes para la gente de la región. Elementos que
incluyen en su vida social, religiosa y medicinal. Entre estos podemos destacar: el uso de
plantas como el Guasguin y el Lítamo Real; el uso del hielo del Nevado; y el uso del agua
recién descongelada, como en la construcción de un canal de aguas desde la lengua del
glaciar.
Dentro del campo medicinal que provee la Sierra Nevada a la gente de la región, se
encuentran tanto plantas como animales, los cuales son medicina, característica que
proviene de su lugar de origen: el páramo. Generalmente estas plantas y animales tienen
propiedades calientes, no en temperatura sino en sus propiedades espirituales. (Faust 2004).
Podemos destacar tres plantas, El Guasguin, el Lítamo real y el Frailejón. También fue
importante antes de prohibirse la cacería, la caza de osos, venados y pumas.
6
Tongorongo y Tucutucu es como se le conoce en la región al “síndrome del susto”, una enfermedad típica
de los Andes. Tongorongo es su fase avanzada.
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El Lítamo Real se relaciona con fuerza y longevidad, y sólo crece a las orillas de las
lenguas de los glaciares. Se debe coger a los primeros rayos del sol, porque después la savia
de la planta se esconde. En la mayoría de casas no falta esta planta. La preparan en
aromáticas o tradicionalmente la vierten en una botella de aguardiente, que toman
diariamente en búsqueda de juventud y larga vida; igualmente para aliviar las enfermedades
del corazón. De algunas personas escuché que cuando se caza en la montaña, para
sobreponerse a la fatiga y la falta de aire, se mastican unas cuantas maticas de esta planta.
La cacería de venados, pumas y osos “Tras de la Sierra” tenía un significado más allá de su
utilización comestible o por sus pieles. Además de ser ofrendas en el Corpus Cristi, fueron
usados como remedio. Por vivir en zonas agrestes e intocables, poseen características
especiales, estos animales acumulan la fuerza de este mundo. Un venado tiene en el
estómago un concentrado del color vital de la flora del páramo, esta masa se utiliza como
medicina. A los niños enfermos, tocados de muerto 7, se les unta con la masa del estómago
de venado, se envuelve al paciente en una cobija y se les hace sudar, esto saca el hielo y el
frío de los muertos. (Faust 2004: 32).
Hace mucho tiempo los encargados de aliviar las dolencias eran los yerbateros. Sin
embargo, ya no hay personas que sean reconocidas como tal. En la cura de muchas
enfermedades utilizaron el hielo del Nevado, mezclado con múltiples hierbas.
7
Los muertos tienen la cualidad de lo frío, cuando un niño o su madre se acerca a un muerto pueden quedar
impregnados de este frío, hecho que se denomina en la región “tocarse de muerto”, trayendo numerosas
complicaciones a la salud.
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Foto 17. Páramo del costado oriental, mirando hacia el Castillo
(Sebastián Sanabria 2010)
Uno de los motivos que tenían los campesinos para subir al glaciar eran los helados de
hielo del Nevado que hacían en El Cocuy. Hace mucho tiempo cuando no había neveras,
llevaban bloques de hielo para hacer estas preparaciones. Práctica que no fue exclusiva de
este nevado, sino que es algo repetitivo en la Cordillera Andina. Se hizo en el volcán
Puracé en el Cauca, en el Cumbal- Nariño. Y si bajamos un poco más la cordillera, lo
vemos a lo largo y ancho de los volcanes nevados ecuatorianos, peruanos, bolivianos y
chilenos, en el Norte lo vemos en México. En todos los casos las propiedades del hielo de
la montaña son especiales. Los helados que se hacen en Nariño y Ecuador, por dar un
ejemplo, contienen elementos energéticos para la resaca, después de una noche de licores.
El transporte del hielo en El Cocuy se hizo utilizando las propiedades térmicas de las hojas
del frailejón, la paja, y el aserrín. También se forraban los cubos con cuero de cabro; de
oveja y res; o en ruanas. Este forro evitaba que se derritiera el hielo. El frailejón utilizado
69
no debe ser cualquiera, los frailejones de las zonas más altas tienen mejores propiedades
medicinales y aislantes.
Los bloques de hielo se llevaban cada 8 días. Se alistaban 2 o 3 cargas los jueves, para
tenerlos listos el día de mercado que era el viernes. El hielo se sacaba principalmente en las
lenguas de los glaciares de la Laguna Grande de la Sierra y el Pan de Azúcar. También era
pedido por los médicos del hospital. Dicen que cuando llegaron las neveras, dejaron de
traer los bloques de hielo.
No obstante el agua en estado sólido no fue el único elemento que la gente utilizó. El agua
que nace en estos glaciares es considerada como “pura”, limpia de toda contaminación,
tanto física como espiritual. Posee propiedades energéticas provechosas no sólo para la
medicina, sino también para los cultivos. Por esta razón, los viejos campesinos
construyeron un canal de aguas que tomaba el líquido desde la lengua del antiguo glaciar
que unía el Pan de Azúcar y el Campanillas Blanco.
Las quebradas nacidas en el valle de Lagunillas, que forman el río Lagunillas caen hacia el
norte de la Sierra en Güicán. Las veredas de la parte alta de El Cocuy hacia el sur, en
verano no tenían abundante agua para las fincas. Muchas quebradas se secaban, por lo que
era necesario tomar las aguas de algún lugar para abastecerse. Lo más fácil era tomar el
líquido del río Lagunillas. Sin embargo, se sacó un canal, más arriba, del deshielo del
glaciar. Cuadraron de una forma muy acertada las líneas del canal sobre la montaña,
dejando que la gravedad se encargara de llevar el preciado líquido. El agua que va sobre el
canal, en la cuchilla de Lagunillas, tiene la impresión de subir verticalmente; demostrando
el cálculo exacto.
Lo más extraño a simple vista, es ver que se construyó para este canal, un puente que pasa
sobre el río Lagunillas. Si preguntamos a las personas por las razones de construir la
bocatoma en el lugar donde está, hoy con el retroceso del glaciar, un simple riachuelo,
seguramente no sabrán las principales razones. Estas se deben buscar con las personas
70
mayores, quienes hablan sobre las propiedades del agua recién descongelada, agua pura,
provechosa para los cultivos. Por esta razón, no usaron las aguas del río Lagunillas. En la
cosmovisión indígena el agua descansa y se carga de energía en el inframundo y en los
lugares “bravos”. La comunicación con el inframundo se hace a través de los nevados y
montañas más altas, aisladas del contacto con los hombres. Allí el agua descansa del
contacto con lo “domado”, es decir con lo humano. (Faust 2004).
71
CAPÍTULO 4.
4. RELACIONES TERRITORIALES DE LA GENTE DE EL
COCUY Y GÜICÁN CON LA SIERRA NEVADA.
Cosmovisión y Religiosidades
“[…] Madrecita santa, mi Virgen Morena. Que el trono buscasteis de mis serranías, virgencita pura, tan
linda y tan buena, luna de mis noches y sol de mis días. Quisisteis quedaros vecina a mi nieve, y brilló mi
nieve con mayor blancura, se posó en sus tules vuestra planta leve, y mi nieve entonces se tornó más pura
[…] cuando vuestro manto divino tesoro, nos abrió sus pliegues de amor maternal, de él se desprendieron
cuentecitas de oro, y floreció en las nieves el Lítamo-real (novenario).”
Además del uso de los elementos del páramo y el Nevado, las personas se relacionaron con
el territorio en dimensiones simbólicas y espirituales. La vida en los páramos y en las zonas
rurales tiene una muy profunda mitología narrada por los campesinos. Estas historias no
son simples cuentos desligados de las actividades cotidianas en el territorio. No son una
simple tradición que debe ser conservada en las bibliotecas, como patrimonio de los
pueblos. Son relaciones “reales”, en el sentido, que influyen la forma de actuar de las
personas, y la forma como se relacionan con el territorio. Los seres típicos de la Sierra
Nevada son el diablo, el duende, los mohanes, las serpientes voladoras, los encantos entre
otros. Seres que hacen parte de toda una tradición rural de las comunidades colombianas.
Estos seres que habitan los páramos, lagunas, cuevas y el mismo Nevado, pueden tener
relaciones con la gente en niveles étnicos, territoriales, y culturales. Investigaciones al
respecto afirman que estos personajes del pensamiento andino, son una forma de hacer una
frontera étnica, entre lo indígena y lo campesino. Ubicando lo primero, en tiempos
anteriores a la irrupción española y la conquista, donde la mayor parte de esta herencia,
72
quedó en el fondo de lagunas y cerros, lugares donde se suicidaron los últimos
descendientes de esta herencia (Bravo 2007). Es decir que los indígenas precolombinos
permanecen vivos en los encantos, mohanes, duendes etc., y constituyen un medio de
resistencia indígena aún hoy, más de 500 años después de la conquista Española. En este
sentido, hay relaciones interétnicas entre la población actual y los indígenas precolombinos
(Morales 2002). Como ejemplos voy a nombrar dos personajes mitológicos de la Sierra
Nevada, el mohán y el diablo.
Por su parte, el diablo constituye un ser mitológico muy importante para el Nevado. El más
famoso ronda los alrededores del Púlpito del Diablo. El diablo tiene muchas facetas, entre
ellas es un guía del camino, un buen amigo. Dicen los campesinos que puede asustar a los
transeúntes. Sin embargo, estos espíritus no siempre representan algo adverso a lo mortal.
El diablo en la tradición oral de El Cocuy se les aparece a los borrachos perdidos, les ayuda
a encontrar el camino y les aconseja llevar una vida de bien. Les insta a dejar los vicios.
“El diablo se presenta en múltiples formas, puede ser mohán, oso y persona, todos los
espíritus de la Sierra Nevada están íntimamente ligados con él” (Faust 2004: 35). Para
Franz Faust el Púlpito del diablo y la cueva de Cuchumba funden como eje la identidad
local y la construcción territorial de la Sierra Nevada (Faust 2004: 36).
73
Como tal no profundizaré el tema mitológico y su relación con el territorio. Solo afirmo
que, en términos de Morales (2002), hay relaciones étnicas entre estos personajes, que son
los sobrevivientes simbólicos de los mundos precolombinos y las comunidades
circunvecinas de la Sierra Nevada; principalmente los habitantes de las zonas rurales, es
decir, los campesinos. Estas relaciones étnicas plantean complejos sistemas territoriales,
donde se plasman las concepciones de mundo campesinas, entre estas, las concepciones
duales del territorio.
En los campesinos hay una dualidad básica para entender su relación con la Sierra Nevada:
lo “bravo” y lo “manso”. Cuando se emprende la tarea de estudiar la historia y apropiación
del páramo y el Nevado, no se puede escapar de la idea que, el territorio de la Sierra
Nevada pertenece a una dimensión ajena a lo humano, en niveles muy grandes, descritos
como agreste y sobrenaturales.
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Digo campesinos, ya que están en un contacto más directo con el páramo y el Nevado. Las personas de los
cascos urbanos, sobre todo los más jóvenes, han escuchado o leído las historias y los mitos de los lugares. Sin
embargo, tal vez no sea tan relevante. Estas concepciones duales presentes en la mitología, poco a poco han
sido desvalorizadas en un contexto donde el turismo se ha convertido en un elemento fundamental, en la
relación de la gente con el Nevado. La gente toma los mitos como cuentos de los viejos, de poca relevancia
para el día de hoy.
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El recorrido de los campesinos en el páramo y la Sierra Nevada se hace a través del
pastoreo, y por medio de este se definen caminos, y se definen también atajos a esos
caminos. Pero al mismo tiempo, por determinadas épocas del año, esos caminos se tornan
más difíciles que otros. Entonces aquí empieza un conocimiento y una interacción con estas
condiciones agrestes, para el tránsito por la montaña, para la supervivencia de los animales.
Se empiezan a incorporar una serie de elementos simbólicos con el propósito de
“domesticar” ese territorio. Lo que se puede ver en Colombia, en general la zona andina, es
que la laguna es “brava”, el páramo es “bravo”, y la montaña espesa es “brava”. Entonces
hay que quitarle esa “bravura” y “amansar” el territorio, para que se pueda usar y transitar
por él.
Lo “bravo” es todo aquello que no obedece las reglas de los humanos, mientras lo “manso”
es todo aquello que entra en su dominio. En los primeros se encuentran lagunas, páramos,
nevados y seres subterráneos (Mohanes, duendes, encantos y el mundo subterráneo), y los
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segundos son lugares de ocupación humana, en donde viven los hombres (Muñoz 1993;
Portela 2000; Gómez 1997; Faust 2004). El hombre puede “amansar” lugares “bravos”;
mientras lo “bravo” también puede invadir lo “domado”. Estos dos fenómenos son muy
comunes en la mitología del campesino de la Sierra Nevada, su misma relación histórica ha
sido interpretada desde estas dualidades.
Subir al páramo, transitar por los caminos y atajos, disponer de áreas de cultivo, inclusive
el mismo turismo ha implicado el “amansamiento” de lo “bravo”. Las Lagunas no soportan
la presencia humana. Cuando se pasa por un costado, se necesita tener el suficiente respeto,
y silencio para transitar libremente. La mínima perturbación implica la caída de fuertes
nevazones que no paran en días, incluso semanas. Las lagunas se crecen, tragando todo lo
que está a su alrededor, imponiendo las condiciones agrestes típicas de lo “bravo”.
Sobre las lagunas suelen salir muchos personajes mitológicos del mundo subterráneo, tales
como duendes, Mohanes, encantos, campesinos y ciudades enteras de oro. Transitan de ese
mundo subterráneo a la superficie por estas puertas. Los lugares libres de la presencia
humana como los páramos y las altas montañas, son los caminos por donde transita todo lo
“bravo” hacia la superficie. Amansar los sitios silvestres implica impedir este flujo.
Además de los pasos más altos, también se necesitó “amansar” los páramos y los bosques
espesos con el fin de trabajarlos en la agricultura y la ganadería; lo cual se hizo de
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diferentes maneras. La más típica forma de quitarle el carácter “bravo” a la tierra es la tala
y quema del bosque, luego su cultivo y posteriormente la utilización de los campos como
pastizales para la ganadería. Actos que quitan las condiciones de “bravura”, alejando los
espíritus de la naturaleza que viven allí. Es por esta razón, que las personas de más edad,
dicen que hoy no se habla de un Nevado con lagunas encantadas, duendes, y mohanes, ya
que la presencia humana ha alejado estas condiciones del territorio.
En algunos casos se “amansó” con sal, como es el caso de las lagunas de Lagunillas. Que
fueron rodeadas de sal, para que dejaran transitar los caminantes, debido a que se crecían y
mandaban nevazones de varios días cuando pasaba la gente. La sal tiene características
especiales, cuando los arrieros atraviesan estos páramos llevando este producto de la
Salina, se dice que el páramo no soporta este elemento en su territorio, por ser un producto
consumido por la gente, típico de su condición humana.
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Otra manera de domesticar es llevando un sacerdote para bendecir estos lugares. Me
contaron en la vereda de la Cueva que en la Laguna Grande de la Sierra, hace muchos años,
fueron unos curas y pusieron una cruz en el Nevado, bendiciéndolo para que diera el agua a
la comunidad. Sin embargo, después de este hecho, el turismo creció, y la gente se interesó
en subir al glaciar, alejando las condiciones adversas que impedía a la gente visitar el
Nevado.
Antiguamente la caza, tanto de patos como la pesca de trucha en las lagunas del páramo,
estaba condicionada por la personalidad de las lagunas. Ellas disponían de cierta cantidad
de animales a los cazadores. El ruido de las escopetas en la Laguna Grande de la Sierra,
sobre los patos Guiriri que anidaban en ese lugar, en su viaje migratorio, enfurecía las
lagunas y el Nevado. Se escuchaban estruendos al fondo del agua, se hacía sentir el mohán,
espantando los cazadores. De inmediato se nublaba todo el espacio y nevaba por días. Con
el “amansamiento” progresivo de la Sierra Nevada, estas condiciones fueron
desapareciendo, hasta el punto, que hoy pueden transitar los turistas libremente, y los
jóvenes tan solo se ríen al escuchar estas historias de sus abuelos.
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Güicán de domar lo silvestre: la sal de Sácama; la tala y quema de bosque; poner cruces o
piedras en lugares como boquerones; y la extracción de los tesoros y encantos. Este
“amansamiento” no sólo ha permitido el uso de los recursos y el tránsito de la gente por la
Sierra Nevada, sino también ha traído consecuencias en el estado del Nevado, los glaciares
responden a este hecho en la cobertura de hielo, retrocediendo sus lenguas.
Las basuras que dejan sobre el Nevado afectan su “estructura”, porque él pertenece a lo
“puro”, da agua pura, muy fértil para los cultivos, y para la antigua medicina de los
yerbateros. El Nevado es tan frágil que toda contaminación, incluso el mismo humor de las
personas que suben lo afectan, haciéndolo retroceder. El simple hecho de pisarlo lo
descongela.
En los últimos años los veranos han sido largos, el proceso de retroceso glaciar se está
acelerando cada vez más. La nieve y el clima en el pasado fueron más abundantes y
extremos. Había nevazones seguidas y era muy difícil pasar los boquerones, donde duraban
horas despejando la nieve para pasar el ganado. Hoy día, dicen que nieva un día no más, y
por la mañana al otro día ya se descongela. Antiguamente la escarcha sobre zonas no
glaciares podía permanecer varios días, no era raro ver cubierto de nieve gran parte de las
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veredas de Lagunillas la Cueva, Tabor, los Sínsigas, Rechiniga y Cortadera en épocas de
invierno.
Dicen las personas que cuando actuó la guerrilla en 1989, los turistas no volvieron y el
Nevado se recuperó y avanzó (Faust 2004: 29). Hay mucho más retroceso en los glaciares
del costado occidental, que están más en contacto con el turismo y la gente; que los
glaciares del costado oriental, más inaccesibles. El retroceso es una preocupación de todas
las comunidades circunvecinas a la Sierra Nevada. Una señora de Güicán me contó que
hablando con un Werjaya de los U’wa (médico tradicional), le expresó que la Virgen
Morena estaba disgustada porque habían acabado su nevado, y que se iba a ir de Güicán.
Foto 20. El Castillo. (Tomado de Internet 1990) Foto 21. El Castillo (Sebastián Sanabria 2010).
En: http://www.paisajesdecolombia.net/CocuyRe
lato.html (Consult. 24/09/2010).
El Nevado retrocedió significativamente con la ceniza del Volcán Nevado del Ruiz, que
explotó el 13 de noviembre de 1985, cubriendo de ceniza extensas zonas de estos
municipios Boyacenses. Los techos de las casas, los pastos, el ganado y las ovejas quedaron
bañados del color grisáceo de la ceniza. Se debió quitar la lana a todas las ovejas, ya que se
estaban enfermando. El Nevado no fue ajeno al desastre, se vio cubierto de ceniza, que
según los campesinos “ensució” y calentó el hielo, derritiéndolo de manera extrema. El
Nevado se tornó de un color oscuro, los ríos se crecieron de manera nunca antes vistos. Se
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dice que el retroceso del Nevado en estos tiempos es un proceso inevitable, pero que con la
ceniza sobre la nieve, el glaciar retrocedió unos 30 años en pocos meses. Ha sido el
descenso glaciar más radical en las últimas décadas.
En gran parte de la zona andina colombiana, Semana Santa no sólo significa la fecha en que
se recuerda la muerte de Jesucristo, sino que es la fecha en que se pueden observar ciertos
eventos sobre el territorio. El Jueves y el Viernes Santo despiertan los encantos, se abren las
puertas de lugares que guardan grandes tesoros, se muestran los espíritus que rondan el
territorio; se vuelven a “embravecer” los páramos y las lagunas y se muestran las huacas.
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En Campanillas suenan campanas de iglesia, se escucha el sermón de un cura, cantan los
gallos, y salen pollitos de oro de las lagunas. Se dice que en la Laguna Grande de la Sierra,
tanto en luna llena como en Semana Santa, se mostraban ciudades de oro en sus aguas.
El Viernes Santo sale a gritar el diablo sobre el Púlpito. En la Laguna Pintada, muchas
veces se veían personas que salían del fondo, con sus sombreros, y cuando veían gente se
escondían. También en la Laguna de la Plaza sale una procesión del fondo de sus aguas,
recorre el lugar y luego vuelve al fondo. Curiosamente el nombre que lleva esta laguna se
debe a uno de estos eventos, en la que unos campesinos vieron brillar a media noche una
ciudad con una gran plaza de mercado, llena de gente y comercio; lo que inspiró que se
llamara la Laguna de la Plaza.
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Nevada es la Virgen Morenita de Güicán, como una concepción que ha perdurado a lo largo
de la historia, en sus diferentes presentaciones. Y que no solo funde las concepciones
territoriales de la gente de El Cocuy y Güicán, sino también de los U’wa.
A ciencia cierta, no sabemos si estas formas de ver la Sierra Nevada perduren en el tiempo.
La visión del mito, como patrimonio de las bibliotecas, y su valoración desde parámetros
fantasiosos y literarios, ha convertido estas concepciones en simples cuentos, quitándole su
materialidad y sus dimensiones reales.
La forma como los Cocuyanos y los Güicanes ven la Sierra Nevada no proviene
exclusivamente del contexto actual en que viven, hay relaciones que provienen de una
herencia del conocimiento de la geografía que a lo largo del tiempo se les ha sido
transmitida de generación en generación. Entre estas territorialidades perduran sistemas de
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creencias y medios de subsistencia. Destaco dos muy importantes, la sal de la Salina y la
Virgen Morenita.
El consumo de sal es una huella de nuestros orígenes, los abuelos de nuestra especie son
costeños, y necesitaron la sal marina para subsistir. La penetración al interior del
continente, dependió del conocimiento de procesar y transportar este producto, de igual
forma de su habilidad para encontrar minas en tierra firme. Un caso particular pasa en el
Amazonas, donde los pueblos hacen sal vegetal. Desconozco un pueblo que no posea un
sistema para procesar y consumir este mineral.
Una importante mina de sal que ha sostenido por generaciones las comunidades de la
Cordillera Oriental, Boyacá, los Llanos y los Santanderes ha sido la sal de la Salina en el
Departamento de Casanare. Hasta la década de 1970 la traían a lomo de mula en dos
jornadas (dos días). En años recientes se habilitó la carretera de El Cocuy-Chita-la Salina
donde se transporta en vehículos. La Salina suministró de sal gran parte de la región por
muchas décadas, ya que las minas de Zipaquirá y Nemocón se demoraron en ser explotadas
industrialmente.
“ […] se salía del Cocuy al alto de Gavilán (Palchacual) hasta Peña Grande, luego
Rechiniga y el alto de las Lajas que eran los puntos más elevados, de aquí era solo bajada,
se pasaba por Boque monte donde se hacían los tiestos y las moyas para la preparación de
la sal llamados Seiseros” (Acevedo 2010: 60).
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Hasta hace muchos años se explotó de manera tradicional; desde el filo de la montaña
bajaban madera que se usaba como combustible. Se hacían moldes de barro donde se ponía
a cocinar el agua sal. Cuando endurecía, se rompían las vasijas y quedaban unos grandes
cubos de sal. Una finca necesitaba por lo general dos cargas, es decir cuatro bloques que
duraban un año.
En la Salina había pocas variedades de alimentos, sobre todo escaseaban las harinas; cosa
que aprovechaban los comerciantes y trabajadores foráneos, para hacer intercambio de
productos alimenticios, que les permitieran mantenerse en la mina. Igualmente
intercambiaban papa, trigo y harina por Sal. Hubo un comercio fructífero de este producto
en El Cocuy y Güicán, muchos vivieron de esta actividad económica.
Los U’wa tuvieron que establecer relaciones con los campesinos para obtener el mineral, ya
que el campesinado lo heredó de las antiguas culturas de la región. Este intercambio se dio
a nivel de trueque y de forma monetaria. El intercambio no fue insuficiente para los
indígenas, así que muchos de ellos vieron la necesidad de salir de sus comunidades para
trabajar en las haciendas campesinas, a cambio de dinero para comprar sal, herramientas de
trabajo como machetes, ropas y yopo. Anteriormente en tiempos precolombinos, los U’wa
obtuvieron la sal de la Salina subiendo por el Valle de Casanare desde Tame, ahora la
compran en Güicán y El Cocuy (Osborn 1995: 40).
Para los U'wa la sal es el epítome de la sexualidad y la muerte, por definición la mortalidad
es copulación (Osborn 1995: 218), la sal y el ají son el equivalente inmortal de la
contaminación de los mortales. Ambos eran deidades que al involucrarse en relaciones
incestuosas se volvieron impuros. Cuando los U’wa no consumen sal creen que se hacen
invisibles para los demás. Los clanes extintos se dice que son invisibles como resultado de
su incapacidad para seguir consumiendo la sal (Osborn 1995: 100).
Los campesinos dan de esta sal a los enfermos, a las mujeres después del parto y a la mujer
menstruando. También se usa para hacer maleficios, sirve para salar los sitios, es decir para
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cargarlos de mala suerte (Faust 2004: 31). Los espíritus les disgusta la sal porque comer
alimentos es típico de los humanos, y de ellos quieren mantener libres sus territorios. Por
eso la traída desde la Salina pasando por los numerosos páramos hasta El Cocuy fue
siempre un riesgo. (Osborn 1995: 31). El atravesar los helados páramos dejó muchas
víctimas en el camino, congeladas en el inhóspito clima de las alturas.
La sal ha constituido un elemento fundamental para los Cocuyanos y los Güicanes, inmerso
en los ámbitos espirituales, económicos y políticos. La relación de la gente, la sal y la Sierra
Nevada dependió de las rutas para atravesar la agreste montaña, en busca del preciado
mineral. Se creó un complejo de redes conceptuales donde la sal entró a formar parte en las
concepciones del territorio, tanto para los U’wa, como para los campesinos.
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4.3.3. Las concepciones territoriales en torno a La Virgen Morenita de
Güicán.
La virgen Morenita de Güicán tiene un lugar fundamental en las vidas de las personas de El
Cocuy y Güicán, hablar del Nevado siempre implica hablar de la historia de la virgen. Ella
misma convoca las comunidades vecinas anualmente en las cercanías del Nevado, en la
Cueva de Cuchumba, donde alguna vez se posaron las lenguas de los glaciares. Cuchumba,
dicen los Güicanes, era la esposa del cacique Güaicaní, que gobernaba estas tierras a la
llegada de las misiones cristianas.
Describiré el significado de esta importante figura religiosa para los lugareños, relatando
etnográficamente las fiestas patronales en honor a la Virgen Morenita que se celebran en el
mes de febrero.
La Virgen Morenita reposa en el altar de la iglesia de Güicán. Con una corona de oro,
collares de piedras preciosas, y aretes que brillan desde la entrada. En posición de oración
observa sus fieles rogando que interceda por ellos. La imagen está custodiada por un fortín
de seguridad, ya que varias veces ha sido robada, se cuenta que una vez por la gente de El
Cocuy.
Desde muchos pueblos circunvecinos, romerías de personas suben a Güicán, a darle méritos
a esta milagrosa imagen. Aunque ella es la patrona de Güicán, dicen los devotos “que todo
aquel que cree en ella y se acerca con fe a dar sus rogativas, no importa su procedencia,
los favorecerá con su milagrosa protección”. Desde todos los municipios cercanos se
movilizan para las fiestas; también llegan los indígenas U’wa del costado nororiental de la
Sierra Nevada, quienes son los más devotos; consideran que sus ancestros abuelos
recogieron la imagen del Nevado. Aún la llaman mamá Viskurita, y la reclaman con fervor
a los campesinos y al cura. Los U’wa en esta fiesta participan donando castillos de pólvora
y recursos económicos para el festejo.
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Por estos días de celebración entre diciembre y enero el sol abraza la Cordillera Oriental,
los días son cálidos y las noches gélidas. Ir a Güicán en estas fiestas, implica para la gente
dotarse de buenas ruanas. El 31 de enero es el primer día de celebración, el 2 de febrero es
el día de la Virgen. Durante todo el día hay música y ambiente de fiesta. El parque es
invadido por puestos de feria, dulces, mochilas, ropa, y mucho licor en oferta. No faltan los
indígenas otavaleños vendiendo sus productos artesanales. Turistas que van de pasada a la
Sierra Nevada también disfrutan un poco, otros simplemente contemplan las verbenas y el
baile.
En tiendas y calles se ven madres indígenas con sus hijos a espaldas amarrados con
chumbes, sentadas acabando su cerveza, mientras sus hijos duermen al son de la cantina.
Poco a poco van llegando los “Tunebos”, con sus miradas lúgubres y sus reticencias, largas
y desordenadas cabelleras azabaches. Con sus ropas desgastadas se sientan en un andén, o
simplemente están parados en cualquier lado como fantasmas en pena. Solitarios, mirando
la nada, en un ensimismamiento natural. Otros andan en tiendas embriagándose hasta morir.
Cada día una orquesta ameniza las cortas noches, sorprendidas por el alba y por las
volandas de la alegría. Música norteña, salsa, merengue, el menú es muy amplio y no puede
faltar la famosa carranga, interpretada por múltiples grupos.
Hace mucho tiempo, el último día de las fiestas se acostumbraba subir la virgen en
procesión a la Cueva de Cuchumba para hacer una misa. Hoy en día los Güicanes guardan
con recelo el tesoro más grande que tienen, y en remplazo de la costumbre, sacan una
réplica de la imagen. Sin embargo, ellos no se han olvidado de llevarla devuelta a
Cuchumba, en enero hacen una procesión y una misa con una réplica en la Cueva. En estas
peregrinaciones no faltan las personas bañando partes de su cuerpo en el río que baja de la
Cueva de Cuchumba, buscando sanación a sus enfermedades, ayudando a los bebés a que
caminen más rápido, curando artritis y muchas dolencias de huesos y articulaciones.
¿Cómo interpretar una imagen religiosa judeo-cristiana fuera de estos parámetros? Pues la
respuesta la hallaremos en las relaciones territoriales y los lazos sociales que tiene este
88
personaje con la comunidad. Muchos de estos elementos son compartidos por gran parte de
comunidades campesinas e indígenas sobre el territorio colombiano, y no corresponden a
elementos exclusivamente cristianos occidentales.
La virgen tiene el poder de presentarse y manifestarse con los poderes de la naturaleza, por
ejemplo con terremotos, aguaceros, granizadas etc., que utiliza para cobijar sus devotos
fieles. Es así que en las guerras bipartidistas, ella siempre cobijó a los Güicanes,
bloqueando los ataques de sus enemigos.
Es interesante escuchar sus poderes en la Sierra Nevada, muchos de sus milagros se han
dado en aquel agreste lugar, donde las fuerzas de la naturaleza vencen la voluntad del
hombre. La virgen oriunda de la tierra brava sabe defender al caminante contra los espíritus.
Muchos escaladores locales y campesinos de la región se encomiendan a la Morenita
cuando van a subir a escalar, al ser la figura religiosa más cercana a esta montaña, tiene
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poderes para cuidar a las personas. Muchos favores les ha hecho a los visitantes de los
páramos y nevados, les ha salvado la vida, protegiéndoles y sacándoles de las grietas, de la
neblina y del mal tiempo.
La Morenita ha guardado del peligro en los hostiles páramos a los campesinos que iban a
traer sal de la Salina. Estos peligros podían mitigarse con un escapulario de su imagen. Los
favores de la virgen en la Sierra son incontables, una señora me contó que ella osó meterse
al glaciar del Púlpito del Diablo. Cuando inesperadamente cayó en una grieta, el hielo se
hizo quebradizo, y se empezó a hundir. Nadie la podía salvar, ya que si se acercaban todos
caerían en la grieta. El destino final era inevitable. Fue cuando ella rogó a la Virgen
Morenita que la salvara. Inmediatamente una fuerza la tomó de la cintura y la empujó hasta
salir de la grieta.
Cuando se está en el páramo, las personas no deben mostrarle miedo, porque si lo hacen y
rezan, la montaña saca su lado indomable. Mas sí se debe demostrar respeto, poniendo
piedrecitas en los mojones, que son las guías del Nevado; dejando cruces y piedras en los
boquerones; o teniendo una imagen de la Morenita, y rogarle mentalmente para que el viaje
por el páramo sea exitoso.
La Virgen Morenita hace parte de la historia de esta comunidad, los campesinos guardan un
aferro profundo en ella. Sin embargo, los significados de este personaje trascienden las
visiones judeocristianas occidentales, y guarda en sus tradiciones símbolos de contenidos
propios, aferrados de generación en generación a través del territorio.
Hay múltiples versiones sobre la historia de la Morenita, sin embargo hay aspectos básicos
generales. Ya vimos la historia desde un texto histórico-religioso en el segundo capítulo,
ahora dejemos que la misma gente de la vereda de la Cueva, nos cuenten la historia con sus
palabras.
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“La historia de la virgen era que como el Nevado bajaba hasta ahí a donde la Cueva de
Cuchumba que se llama ahora, hasta ahí bajaba el Nevado hace unos 200 años. Entonces
dicen que los Tunebos cantaban, los viejos, los caciques antiguos que había bajado por
sobre el Nevado un hombre de barba blanca y les había entregado el cuadro pa' que lo
velaran. Este primero les trajo una blanca, un cuadro de una virgen blanca, y esa no la
quisieron recibir, enton' después les trajo una al color de los Tunebos y esa sí la agarraron
y la guardaron en la cueva. Y ya la velaban con trementina de frailejón, con eso hacían las
velas y con eso las alumbraban, y entonces se “morenio” más, como ahumaba. Pero
entonces ellos la veneraban y cuando llegó el padre, el que fundó el municipio, entonces les
hablaba de la virgen. Entonces ellos no querían venerarla porque ellos tenían otra más
hermosa, pero ellos no querían decirle donde la tenían. Entonces el padrecito empezó con
ese cariño y con esa amabilidad a ellos, entonces siguieron una amistad y entonces ya le
contaron, el padrecito luego hizo unas capillitas donde mismo en la iglesia de ahora […]”
(Luis Alfredo, entrevista en la Vereda la Cueva, Güicán 30-sep-2010).
La cacica según dicen se llamaba Cuchumba, por eso quedó allá el nombre así, era la
esposa del cacique. Bueno y al fin lograron convencerlos de que sí se la entregaran, y que
la bajaran al pueblo, que le hacían su catedral y toda esa vaina. Cuentan que eso fue
mucho la procesión, la bajaron por este lado que era el camino, la subieron por el alto de
San Ignacio por ese lado, y del alto pa'ca había una capilla de san Antonio, por eso se
llama San Antonio de la Cueva, porque el padre que venía dejó una imagen de San Antonio
donde posaron la procesión. Eso a la santísima virgen la llevaron en procesión, eso no la
llevaron así por así, es que todavía los indios dicen que es de ellos, y no la querían
entregar [...] (Flor María Mendivelson, entrevista en la Vereda la Cueva, Güicán 30-sep-
2010).
“Entonces los curas llevaron la virgen y la pusieron allá en un altar allá que tenía, y
anochecía y no amanecía y amanecía otra vez allá en la Cueva donde la tenían los
Tunebos, y volvían y se conquistaban a los Tunebos para que se la volvieran a llevar y
volvía y se venía, hasta que por fin se amañó. Los Tunebos todavía la reclaman y vienen a
adorarla [...] Al principio ella no se quería dejar llevar, y tuvieron que traer la virgen de
Güicán y hacer el monumento para que se dejara llevar, es que ella es de piedra, se
apareció en una piedrecita, y eso la llevaron en procesión por camino de herradura. La
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virgen los Tunebos no la querían entregar, toco que darles plata, tocó convencerlos, eso
para llevarla no se quería dejar llevar, se hizo pesada, como una piedra, y eso les gana [...]
que quedaba muy pesada pa' entrar a la iglesia, y pa' subirla allá donde está, por eso no la
volvieron a bajar de allí, y tienen una réplica, hace 5 o 6 años la trajeron pero la otra
imagen, la propia virgen no se dejó bajar [...] ” (Genoveva, Entrevista en la Vereda la
Cueva, Güicán 1-Nov-2010).
Considero que dentro de las concepciones de los Cocuyanos y los Güicanes sobre la Virgen
hay conceptos muy típicos de muchas comunidades indígenas y campesinas sobre el
territorio. Entre estos existe un pensamiento dual, entre lo “bravo” y lo “manso”, conceptos
explicados unas líneas atrás. También encontré el concepto de “refrescamiento”, muy típico
en las concepciones de muchas vírgenes en Colombia, como las vírgenes remanecidas del
Macizo Colombiano.
Carlos Zambrano estudió el tema entre los Yanaconas del Macizo Colombiano, estas
vírgenes del Macizo les llaman Vírgenes remanecidas, donde remanecido-a significa ser
nativo-a a un lugar, lo que implica sentidos de pertenencia al territorio y la identidad de la
comunidad. El estudio resaltó la importancia de las vírgenes en la construcción social del
territorio. Según Zambrano las vírgenes del Macizo se caracterizan con cuatro aspectos
fundamentales. Primero, son fundadoras de pueblos. Segundo, resuelven conflictos.
Tercero, son tratadas como vivas. Y cuarto, tienen una relación muy íntima con lo silvestre
y lo acuático.
La aparición de imágenes, marca el paso de lo natural a lo cultural, tiene que ver con el
“amansamiento” de lo “salvaje”. Cuando el hombre avanza sobre un espacio natural, se
desencantan lagunas y bosques. La virgen representa la humanización de lo natural. Esto
impulsa la fundación de los pueblos, de donde la imagen se hace patrona y protectora. Ellas
orientan y ubican el pueblo. Las vírgenes también son solucionadoras de conflictos, ejercen
un control político. Ellas tienen la característica de bravura, expresada en lo silvestre. Tiene
la capacidad de descontento por las acciones humanas, donde reacciona con fenómenos
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naturales para equilibrar el orden sobre el territorio. Y finalmente ella viste como una mujer
de la comunidad, se traslada a diferentes partes del territorio, haciendo un intercambio
simbólico y reconocimiento en las comunidades. También se financia sola, recorriendo el
territorio, consiguiendo los fondos de su fiesta. Hay lazos de solidaridad entre ella y la
comunidad, es así que por los milagros recibidos, la comunidad tiene que retribuir en algo
(Zambrano 1993).
Hay un gran símil en las características de las vírgenes remanecidas, y la Virgen Morena.
La primera de ellas es ser fundadoras de pueblos, donde la virgen representa la
humanización de lo natural. La Virgen Morenita marcó el nacimiento del pueblo de Güicán,
cuando fue bajada del Nevado. Llevar un elemento de lo silvestre a lo “domado” no es
sencillo. Bajar la virgen de Cuchumba no fue un hecho irrelevante, se armó una gran fiesta
en procesión.
Cuenta la historia que en 1930 se inició la obra de la iglesia, cuando se movilizó la primera
piedra, al taladrarla se partió por la mitad, donde se encontró el siguiente letrero;
MonuMentuM. Con tres emes mayúsculas, donde dio a entender su voluntad para edificar
el pueblo de Güicán, hecho que concretó todo un proceso de “amansamiento”. La aparición
de tres “emes” un una piedra les indicó que ahí debían edificar el pueblo de Güicán. La
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Virgen Morenita fue quien dio paso a la fundación de Güicán y con esto el nacimiento de
una cultura, en medio de dos mundos, uno cristiano y otro indígena.
“Es de notar que en el año de 1930, cuando se dio comienzo al trabajo de la iglesia, la
primera piedra que se movilizó, al romperla de un Taladro, se abrió por la mitad, como un
libro, y apareció en cada mitad de dicha piedra, este prodigioso letrero “MonuMentuM”
con las tres emes mayúsculas, por lo cual dio a entender María santísima su voluntad para
que su pueblo de Güicán, le erigiera lo más pronto, su monumento o santuario; dichas
piedras quedaron a la vista en los muros de la iglesia […](Correa 1987).
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diferencias políticas y culturales que han tenido estos dos pueblos, la virgen siempre
respondiendo y cobijando los devotos de Güicán.
Me contaban las personas que cuando se intentaba meter la guerrilla para tomarse el pueblo,
la Virgen Morenita protegía los policías e impedían los fines de sus agresores. Por ejemplo,
cuando intentaron bombardear la estación con cilindros de gas, ella provocó una gran lluvia
que impidió la activación de los explosivos. También en la época bipartidista los protegió,
cuando los pueblos vecinos de pensamientos políticos diferentes, como El Cocuy, un día
intentaron quemar el pueblo, propósitos que la virgen no permitió.
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Cocuyano que no se sepa toda la tradición mitológica de la Virgen, al mismo tiempo sienten
un sentido de pertenencia muy profundo por ella. La fiesta de la virgen en Güicán, es un
espacio en el que, tanto Cocuyanos como Güicanes, se olvidan de sus diferencias y
conflictos históricos.
Todo este mundo vivió un golpe muy duro con la así llamada violencia bipartidista (1946-
1953), cuyas crueldades sobreviven todavía en los cuentos de la gente. Pueblos enteros se
pusieron al lado de uno u otro bando. Así los de El Cocuy se declararon liberales y los de
Güicán conservadores. La violencia significó un declive demográfico para toda la región,
muchos huyeron hacia ciudades como Cúcuta, Bucaramanga y Bogotá. Otros encontraron
sus refugios en los Llanos. Fue muy cruel la violencia en la región, no por nada los famosos
Chulavitas provienen de la vereda del mismo nombre del municipio de Boavita, un pueblo
relativamente cercano a la Sierra Nevada. Este hecho expresó la rivalidad entre muchos
pueblos de la región, entre estos El Cocuy y Güicán. Los años que siguieron a la violencia
son marcados por relativa paz. Durante el régimen de Rojas Pinilla, se hizo un importante
cambio, tanto ambiental, como económico, en la alimentación del pueblo. Rojas Pinilla,
mandó introducir la trucha en los ríos y lagunas claras de la Sierra Nevada. La trucha acabó
con la poca fauna ya existente en esas aguas, hoy en día la trucha forma parte esencial de la
dieta de los campesinos.
Además de los campesinos y los U’wa, otras personas que formaron una íntima relación
con la Sierra Nevada son los montañistas. El gran Pionero fue Erwin Krauss que sobre la
década de los años 1930, ha escalado elevaciones de la cordillera como el Ritacuba, los San
Pablines y el Castillo. Fue gente atraída por lo extraordinario que es semejante extensión de
terreno glaciar en el trópico. Ellos fueron los que dirigieron la atención de los colombianos
hacia esta Sierra Nevada, que en la conciencia común de los colombianos era casi
desconocida. Se sabía que existía la Sierra Nevada de Santa Marta; también los nevados del
Tolima y Santa Isabel que son visibles desde Bogotá. Pero casi nadie estaba enterado de la
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existencia de nevados como el del Huila o la Sierra Nevada del El Cocuy y Güicán. Son
pocos los que siguieron al pionero Erwin Krauss, pero paulatinamente se aumentó el interés
en esta cordillera. Lo que conllevó finalmente en el año 1977, a la formación del Parque
Nacional de El Cocuy.
Las modernas generaciones de El Cocuy y Güicán ya ven con ojos de piolets, cuerdas y
cumbres estas montañas. Muchos han encontrado en el alpinismo otra forma de apropiación
de la Sierra Nevada. Es así, que los jóvenes provocados por los deportes de montaña, han
iniciado unas prolíficas carreras. Algunos de ellos, escaladores tanto de Güicán como de El
Cocuy, ya han salido a las montañas del mundo, como en Suramérica y Asia, uno de ellos
ha escalado en famosas montañas como el Everest.
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Los ojos de ese proyecto se posaron sobre esta zona. En el año de 1977 se declaró y reservó
un área que comprende parte de los departamentos de Boyacá, Casanare y Arauca. La cual
se denominó Parque Nacional Natural El Cocuy. El Parque Natural comprende múltiples
ecosistemas, desde nieves perenes, páramos, bosques de nieblas, hasta selva húmeda
tropical. Turísticamente, la parte nevada sobresale a todo lo demás. Es interesante observar
que el área comprendida por el Parque Nacional es muy extensa, donde municipios como
Tame, Cubará, Chita, entre otros, no han sido identificados de una manera relevante sobre
este, o por lo menos con una fama turística importante. El Parque Nacional Natural del
Cocuy, trajo un nuevo modelo de gobierno, enmarcado en lo ambiental. Su énfasis es la
prevención y protección de áreas de importancia ecológica. El Parque Nacional Natural de
El Cocuy posee una serie de ecosistemas muy diversos y es de los productores de agua más
importantes del país, que lo hace un lugar estratégico para los intereses ambientales de la
nación.
Pa' “Tras de la Sierra” habíamos unos 8 colonos, yo no era colono porque yo le compré a
un colono, eso allá tuve como 20 años trabajando, yo duré mandando en lo que compré
hasta hace unos 6 años y al que le compré fundó y duró 25 años y yo 18 […] de ahí pa’cá
vinieron los gobiernos a decir que esto era medio ambiente, que tocaba que no tener
animales, que porque se acababa el agua, que eso tocaba dejar pa' reserva nacional. Y
empezaron a salirse y tocaba cuidar, no tumbar frailejones, no tumbar monte, mucho
menos meter candela, y a lo último mandaron a un doctor que cuidara la fauna y la flora y
ese puso todas esas leyes, luego llegó la guerrilla, eso hace unos 18 años y di’ una vez lo
cogieron arriba y ¡claro! Todos los parameros se apilaron a dar las quejas a la guerrilla,
que el hombre no los dejaba cocinar con leña y que ellos pa' comprar estufas y gasolina de
dónde […] bueno y lo cogieron preso pu’ay dos días y a lo último se reunieron todos esos
parameros, y dijeron que, ¿qué hacían?, ¡eso tuvieron que sentenciar ese diablo!” (Luis
Suarez, entrevista en la Vereda la Cueva, Güicán 20-marz-2010).
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interés académico y turístico. No faltaron desde este momento los buses llenos de
estudiantes que se maravillaban con un paisaje poco común, su principal elemento atractivo
fue la nieve. El paseo al Nevado se empezó a popularizar. No sólo los escaladores se
interesaron en estas montañas, sino la misma gente de los pueblos de Güicán y El Cocuy
sintieron el deseo de subir y admirar este impresionante paisaje. Los campesinos en
principio no vieron la oportunidad económica, y hospedaban la gente sin cobrar. Subían
buses llenos de estudiantes, seminaristas, monjas, casi que la gran mayoría de personas de
la región, del año de 1980 en adelante, conocieron el Nevado en sus paseos de fin de año.
Se formó entonces, una conciencia proteccionista en toda la región a partir del Parque
Nacional. Teniendo en cuenta que en el lado occidental los límites del Parque coinciden con
la curva de relieve de 4.000 msnm, el Parque protege mayoritariamente regiones de
afloramiento de roca sólida o cubiertos por glaciares. En la parte occidental el Parque no
interfiere en las actividades campesinas, porque muy pocas plantas crecen allá, y muy poco
ganado puede alimentarse. A pesar de esos límites legales se ha ampliado la protección de
la naturaleza a zonas muy inferiores a los 4.000 msnm. Así se prohíbe por ejemplo la
quema de los páramos, que puede conllevar a largo plazo, a la desaparición de una gran
parte del área con una vegetación de tipo páramo. El páramo Natural empieza en la Sierra
Nevada en la altura de puertas de Lagunillas, que se encuentra a 3.800 msnm, pero por las
quemas que efectuaron los campesinos, hoy en día se extienden los páramos hasta alturas
de 3.400 msnm.
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Foto 25. El Playón “Tras de la Sierra”, al fondo los cerros de la Plaza por su cara oriental. (Franz Faust
1980)
Hoy en día los habitantes de los dos municipios y las comunidades campesinas de la parte
alta han hallado en el turismo una alternativa económica que no está en contra de los
paradigmas conservacionistas. Curiosamente estando en contra de sus concepciones sobre
100
el daño que acarrea la presencia humana en este lugar, como lo vimos unas líneas atrás.
Pese a las prohibiciones y a la desapropiación, los campesinos de la parte alta de estos
municipios se han interesado y unido a los procesos de conservación de los entes
gubernamentales, cambiando su sistema de explotación ganadera y agrícola del páramo a
una economía basada en el turismo.
Una de las primeras cabañas de turismo de la región fueron las Cabañas Kanwara, en
Tabor; las construyó el IDEBOY (Instituto para el Desarrollo de Boyacá) en la década de
1980, actualmente son administradas por arrendatarios. Luego se construyeron las cabañas
Peña Blanca y más recientemente la Posada de la Sierra. Por la Cueva, se encuentran las
Cabañas de Don Eudoro y por el lado de Lagunillas están las cabañas Sisuma, construidas
por socios campesinos. La administración de unas cabañas está a cargo de cooperativas de
turismo de los campesinos que viven allí.
A partir de esta conciencia, y este proyecto ambiental, los límites y las fronteras entraron en
discusión. No faltó tiempo para que los Güicanes se dieran cuenta, que el Nevado, también
es parte fundamental en su historia e identidad y empezaron una lucha por este
reconocimiento. Uno de estos límites disputados es Lagunillas, donde se ubican los cerros
nevados del Pan de Azúcar y Campanillas. Los Güicanes aseguran que gran parte les
pertenece a la jurisdicción de su municipio. Afirman que El Cocuy sólo tiene
territorialmente el cerro de Campanillas, un glaciar muy reducido para identificar a los
Cocuyanos como la gente del Nevado. Con esto, se intenta apropiar el territorio
comprendido por lo que es Nevado. En este sentido, el límite político-administrativo no es
suficiente para determinar las identidades de unos o de otros, sino que el problema va más
allá, y toca los desarrollos históricos y sociales de las personas que habitan el territorio. El
Nevado siendo un espacio geográfico, relativamente cambiante a corto plazo, es un lugar en
constante construcción social.
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los afiches del Nevado donde dice: “Sierra Nevada del Cocuy Güicán” (tachan Cocuy). La
publicidad y afiches que se imprimen dice: Nevado de Güicán, algunos más neutros titulan
“Sierra Nevada del Cocuy y Güicán”. Caso contrario en El Cocuy, los afiches se titulan
Sierra Nevada del Cocuy. Los más viejos textos, noticias etc. Titulan: “Sierra Nevada del
Cocuy y/o Güicán”, mostrando una ambigüedad y poco compromiso del escritor hacia la
identificación de un pueblo u otro. Los más prudentes escriben: “Sierra Nevada de Güicán,
El Cocuy, y Chita”. Sin embargo si nos fuéramos a parámetros del glaciar sobre las
jurisdicciones, tras buenos años retroceso de las nieves, daríamos los límites del Nevado en
favor de Güicán, El Cocuy y Tame. En pocos años tal vez tengamos que titular en los textos
“Nevado de Güicán”. Ya que Campanillas de El Cocuy, está próximo a fundirse, lo mismo
que los Cerros de la Plaza, en Tame-Arauca. Pero en el fondo, hablamos de un sentido de
pertenencia, más allá de las jurisdicciones y límites políticos actuales.
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5. CONSIDERACIONES FINALES.
La Sierra Nevada, y su parte glaciar, siendo un espacio inaccesible durante gran parte de la
historia humana en la cordillera, también ha jugado un papel fundamental en las
manifestaciones culturales de las comunidades circunvecinas. No sólo ha significado un
hermoso paisaje, sino que, como se ha querido exponer en esta tesis, hace parte de las
concepciones cosmológicas y cosmogónicas de sus sociedades, estimulando un sin número
de manifestaciones culturales.
Sin embargo, no sólo la montaña ha influenciado a las culturas, sino que ellas mismas
también han influenciado esas estructuras ecológicas y geográficas. Las diferentes maneras
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de ver la Sierra Nevada han decorado el paisaje con un sin número de manifestaciones, que
nos relatan la relación histórica de los pueblos con la montaña; desde los mojones y sus
cruces en los boquerones, hasta una ruta turística llena de letreros con frases ecológicas.
Si nos vamos a la parte sur del Nevado, sin preguntar, escuchamos las narraciones
campesinas de la montaña, podremos ver la profundidad de las tradiciones culturales del
campesino. El Púlpito del Diablo, funde ese mestizaje cultural entre lo indígena y lo
católico, una gran roca que nos relata la simbología de esos dos mundos y más aún, el
proceso histórico de combinarlos.
Si nos vamos a la parte norte, hacia el Ritacuba, las tradiciones orales se tornan más
indígenas, se hace la frontera entre el mundo que se “conservó” y el otro mundo hijo de la
historia del contacto. Esta frontera la hace el Boquerón de Cardenillo, una subida que sólo
es posible hacerla a pie, símbolo de esa barrera que nos separa con los U’wa. Las razones
de esta separación son contadas un poco más al sur de la cordillera, en el Peñón de los
Muertos, donde los U’wa se declaran libres desde la conquista y deciden resguardar sus
contenidos culturales al nororiente de la cordillera, lejos del contacto con ese mundo que no
aceptaron.
Sin embargo, en el centro mismo de la Sierra Nevada se encuentra la unión histórica del
contacto de las sociedades en la montaña. La virgen de la Cueva de Cuchumba, es el
epicentro simbólico de las culturas que han visto la Sierra Nevada como un lugar
fundamental de su existencia. La virgen resume las concepciones tanto indígenas como de
las personas de El Cocuy y Güicán, de la Sierra Nevada. Es la figura que reconcilia todas
las cosmovisiones y percepciones que a lo largo de la historia se han encontrado en esta
montaña.
Ser Cocuyano y Güicán implica una relación muy profunda con el Nevado. Sabemos que
no en toda Colombia se tiene un nevado, tenerlo es algo excepcional. El Nevado hace la
vida diferente, implica vivir a alturas mayores, tener poblaciones a más de 3.000 msnm,
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condiciones que si no son únicas, son impresionantes. Estos aspectos hacen de la alta
montaña un medio con características particulares donde vivir; expone a la gente a
condiciones climatológicas extremas. La Sierra Nevada es el paisaje de la intensidad, que
impresiona la mirada, que exige el cuerpo y la supervivencia.
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GLOSARIO
EL DIOS SIRA: Un importante personaje de la mitología de los U’wa, el cual guarda una
profunda relación con la Sierra Nevada
LÍTAMO REAL: Es una planta que crece al lado del glaciar sobre la roca, es de suma
importancia medicinal en la región.
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LO BRAVO: todo lo que no obedece las leyes de los Seres humanos, las fuerzas
incontrolables de la naturaleza
RAPEL: Técnica del montañismo que se centra en bajar de los cerros o muros verticales
deslizándose por medio de una cuerda asegurada y atada al individuo por un arnés
TRAS DE LA SIERRA: Las tierras del costado oriental de la cordillera hasta bajar a los
llanos
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TUNEBO; Es como conocen en la región a los U’wa, y curiosamente al parecer los
indígenas en general, es así que los indígenas Comerciantes Otavaleños del Ecuador,
también son nombrados como Tunebos
YOPO: Es una planta de poder de los Carecas o médicos espirituales de los U’wa
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