El Reconocimiento Del Sujeto Político Infantil
El Reconocimiento Del Sujeto Político Infantil
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Radicado: 1862-30-05-19
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Editorial Universidad Pontificia Bolivariana.
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Tal vez sea tiempo de buscar otra infancia, un nuevo inicio que se afirme en un
dejar de ser lo que se es para poder ser de otra manera, en un desplazarse de saber lo
que se sabe para poder saber otras cosas.
(Kohan, 2007, p. 63)
Introducción
Es innegable reconocer la necesidad de la formación de ciudadanos conocedores de sus
territorios, críticos y propositivos frente a las adversidades que les dificultan su desarrollo,
lo que sí ha creado es una amplia discusión, es desde qué momento se debe iniciar la
formación ciudadana en tanto proceso que tiene como propósito la humanización crítica
de los sujetos, diferenciándose de la cátedra oficial y escolar que busca educar ciudadanos
conocedores de las normas para que actúen bajo sus límites. El presente escrito parte
de entender que esta formación es permanente a lo largo de la vida y que coincide con
todas las etapas o ciclos vitales, incluida, por supuesto, la primera infancia; así lo señalan
Amador (2012), Peña (2017), Feliu y Jiménez (2015), González (2012) y Seguro (2016)).
1 El presente capítulo hace parte de las construcciones alcanzadas por la autora en su proyecto de inves-
tigación doctoral “La experiencia de los niños en un proceso de Formación Ciudadana. Una mirada
espacial”. Doctorado en Educación, Universidad de Antioquia.
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a pensar en el otro y a relacionarse con el otro. Por ello, las autoras proponen que entre
los temas que se deben debatir con los niños en esta apuesta formativa se deben incluir
el lugar, el espacio y la historia.
Continuando con esta idea, se coincide con Feliu y Jiménez (2015) cuando expresan
que entre los propósitos de la educación inicial se encuentra constituir “personas activas,
imaginativas y competentes” (p. 8), que puedan aprender por medio de la reflexión y la
solución de problemas desde la práctica en un ambiente de colaboración para fomentar
habilidades investigativas; se podría afirmar que la educación inicial es un dispositivo bá-
sico para la formación ciudadana en la primera infancia y que, como dispositivo, su lugar
privilegiado son los jardines/centros infantiles y la propia escuela que ha incluido el grado
transición en su niveles académicos. Sin embargo, este no es un privilegio de la educación
formal pues, como lo señala Chapela (2015), se forman sujetos políticos infantiles cada
vez que se propician acciones para “que tomen decisiones con conciencia de sí mismos,
del azar y la irreversibilidad; que aprendan a delimitar mundos y comprender escalas” (p.
30). Entonces, la formación ciudadana en la primera infancia, es un proceso que no se
limita ni se restringe a la escuela, puesto que sucede en el espacio público.
Como es bien sabido, en la formación ciudadana, sea de adultos o de niños, el
espacio público es el espacio ideal, pues allí es donde “se presentan y ponen a debate las
propias ideas, significados, propuestas […] es el lugar donde se encuentran, en situación
de red y de frontera, la mismidad y la otredad” (Chapela, 2015, p. 27). Es en el espa-
cio público donde se encuentran los niños con los otros, esos otros que “siempre están
presentes como contexto, interlocutores, co-constructores, orientadores, mediadores e
intérpretes de la realidad (del Río, 2015, p. 15). Por espacio público se entiende, como
lo señala Chapela (2015), todo aquel espacio que produzca diálogo y debate bien sea
agentes sociales con conciencia de nuestra identidad histórica, que apostamos a tomar
decisiones a futuro y nos sentimos responsables de la dimensión política de nuestras
acciones (aunque no podamos controlar sus efectos). (pp. 321-322)
De igual manera, el sujeto político, para Arias y Villota (2007) es un estratega que
articula lo público con lo privado en su intención de transformar el mundo y la reali-
dad por medio de su participación. Por estas características es que se considera al sujeto
político como aquel ser que busca trasgredir los discursos hegemónicos en la medida en
que estos se han sedimentado como únicos y en esta medida, han dejado por fuera otras
configuraciones discursivas que, muchas veces, no son coincidentes.
Ahora bien, siendo coherentes con la posibilidad de crear nuevas significaciones,
se considera a la primera infancia como esa experiencia de vida en la que los sujetos com-
parten características similares estrechamente relacionadas con unos saberes que poseen
pero que aún no están “suficientemente articulados” (Espinosa, 2013, p. 14).
Tal como sostiene la profesora Espinosa (2013) se parte de entender que la subjeti-
vidad infantil se configura en un campo de tensiones entre “las prácticas, las instituciones,
las disciplinas, los saberes [que] entran en lucha por legitimar formas de definir la realidad
social y los procesos de subjetividad en un marco histórico y social” y unas nuevas sub-
jetividades emergentes que se manifiestan con “nuevas maneras de habitar el cuerpo, de
comprenderse y relacionarse con el otro, en un tiempo y un espacio determinados” (p.19) .
La tabla 1 presenta algunas de esas significaciones que contribuyen a la discusión.
A partir de la lectura del anterior cuadro se comprende que des-esencializar a la
infancia implica un reconocimiento “de las experiencias y las voces mismas de los niños
y las niñas, para que sean ellos y ellas quienes armen el rompecabezas para que el adulto
se acerque a la comprensión de su realidad y vivencia de la niñez, incluso desde un rol
investigador” (Díaz, Peña y Torres, 2014, p. 34).
Ahora bien, la subjetividad política infantil es un campo de estudio más reciente y
está en relación estrecha con la formación ciudadana, puesto que tiene como fin que los
sujetos infantiles trasciendan el deber ser, es decir, que sean conscientes, críticos y analíticos
sobre los marcos normativos y que actúen no sólo por imposición sino, siendo co-creadores
de estos procesos para problematizar las situaciones que se generen en su entorno y hacer
que su socialización se fortalezcan a través de la cooperación y participación con el objeto
de lograr que se transformen pensamientos y acciones y una formación de sujeto político.
La tabla 2 presenta las apuestas que algunos autores hacen con el propósito de
explicitar la problematización sobre el sujeto político de la primera infancia.
Con lo anterior se reafirma el carácter innegable que tienen los otros y lo otro en
la formación de los seres humanos y, en especial, de los sujetos de la primera infancia en
la construcción y determinación de sus propias vidas.
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de identificar si los servicios ofrecidos respondían a los intereses de los niños y si eran
reconocidos por ellos. Utilizaron una serie de técnicas que llamaron Enfoque de mosaicos
y que combinaba métodos visuales y verbales con el propósito de encontrar una manera
de escuchar los discursos tanto de los niños como de los adultos, reconociéndolos a
todos como co-constructores de significado. En palabras de Clark y Moss (2011) “This
is a multi-method approach in which children’s own photographs, tours and maps can
be joined to talking and observing to gain deeper understanding of children’s lives”2 (p.
3). Ahora bien, en la investigación de Medellín, además de las fotografías y recorridos
orientados por los niños, el trabajo realizado con ellos mismos vislumbró la necesidad
de integrar tres técnicas nuevas: cartografía, talleres y la observación que fue, desde el
inicio, la técnica principal.
Estas cinco técnicas conformaron el Enfoque de Mosaicos de la investigación y
se desarrollaron en 30 visitas al jardín infantil. Durante las primeras 10 visitas, de ocho
horas cada una, se observaron las rutinas, las relaciones, los discursos en cada uno de
los momentos establecidos por el jardín infantil. Una vez se consideró que se tenía in-
formación suficiente para iniciar los encuentros investigativos, se tomaron las preguntas
problematizadoras formuladas hasta el momento y se reorganizaron en una matriz para
visualizar el alcance que tendría cada una de las técnicas. En un último momento de la
planeación, estas técnicas fueron dispuestas a modo de Unidad Didáctica puesto que era
clara que la apuesta por estos encuentros investigativos no era exclusivamente para recoger
información que alimentara la investigación, sino que el uso de una técnica mediadora
posibilitaba aprendizajes a los niños del jardín infantil.
A continuación, se describen brevemente la apuesta metodológica con las técnicas
del Enfoque de Mosaicos. Sin embargo, en este punto es necesario señalar que todas las
técnicas planeadas en la Unidad Didáctica se fueron reacomodando diariamente de acuerdo
con el deseo y estado de ánimo de los niños así como con la necesidad de reformular las
preguntas en un lenguaje más cercano a ellos.
• Observación: Las primeras 10 visitas fueron para realizar una observación general
de rutinas y relaciones, todo mediado por unas primeras preguntas que fueron
alimentando y problematizando la realidad estudiada. Las observaciones de las
siguientes 20 visitas tuvieron un carácter más enfocado a un grupo de preguntas
guías. Con la observación se lograron identificar las formas en las que los niños viven
2 “Este es un enfoque multi-método en el que las propias fotografías, recorridos y mapas de los niños, se
pueden unir para hablar y observar para avanzar en una comprensión más profunda de la vida de los
niños”.
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3 Fueron 758 fotografías tomadas por los niños y 104 tomadas por la investigadora.
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se decidió por una tabla de doble entrada que generó gratos y sorprendentes resul-
tados. Las fotografías de los lugares que se usaron fueron tomadas por ellos mismos
y eso fue un factor que favoreció estos encuentros. Para un segundo momento de
estos encuentros, los niños agregaron otros lugares que no habían sido considerados
al inicio y los representaron con dibujos hechos por ellos mismos. Los encuentros de
cartografía recogían, de muchas maneras, lo que se construía con las otras técnicas.
• Talleres: Su propósito era estimular la conversación con los niños con alguna técnica
estética mediadora propuesta por ellos mismos al tiempo que se desarrollaba algún
contenido pedagógico articulado al proyecto diseñado por las profesoras. Estos en-
cuentros resultaron significativos para la investigadora porque diariamente se debía
asumir un nuevo reto en la comunicación. En total fueron siete talleres grupales
donde los niños que más participaron fueron los que tenían mayores habilidades
comunicativas verbales. Cada sesión de un taller tenía como guía 10 preguntas
orientadoras alrededor de las cuales giraban las conversaciones.
• Técnicas estéticas mediadoras: Para hacer más entretenidos los talleres ellos propo-
nían la actividad en cada sesión. En el primer taller (es decir, en las primeras cuatro
sesiones) la técnica estética mediadora fue el dibujo hablado, a éste le siguieron el
modelado en plastilina (canasta de huevos, perro, pulpo), el mapeo (este fue sugerido
por la investigadora) y la lectura de cuentos en voz alta.
• Entrevistas individuales: Se realizaron con 10 niños. El propósito fue complementar
o ampliar información que se recibía en los encuentros o conversar calmadamente
con algún niño o niña que no demostraba interés en participar en los talleres. Por
lo general, fueron los mismos niños los que se acercaban y establecían conversación,
en la mayoría de los casos, la primera pregunta que hacían era ¿estás escribiendo
para la investigación? A partir de allí la conversación giraba en torno a tópicos de
la investigación.
• Los postulados éticos: Desde el momento en que se empezó a escribir el proyecto
de investigación, surgieron preguntas sobre la manera correcta de llevar a cabo el
trabajo de campo respetando el derecho de los adultos de cuidar a los pequeños
(heteronomía) y el derecho de los niños a tomar decisiones (autonomía) orientadas
por los adultos. Por ello, se percató que, aunque el Consentimiento Informado
resolvía una parte del asunto, la aprobación y participación de los niños necesitaba
un tratamiento especial. Fue así como se encontraron dos grandes aportes desde
profesionales cercanos a los NESI que presentaron unas consideraciones éticas que
se tomaron en cuenta:
Desde el enfoque educativo mexicano, conocido como High Scope (2000) se pre-
sentan algunas estrategias, a manera de momentos, que se tuvieron en cuenta en la
investigación:
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Entre las construcciones actuales sobre el ser niño, se encuentra la del sujeto político
infantil que, como se mencionó antes, significa que ese niño es un “un actor social que
puede tomar decisiones sobre su propia vida e incidir sobre su entorno [… con capacidad]
de ejercer un papel activo en la experiencia vital que le permite contemplar nuevos roles
en la sociedad” (Díaz, Peña y Torres, 2014, p. 34).
Problematizar esta construcción del sujeto infantil implica una reflexión sobre la
manera como todos:
vivenciamos y ejercemos nuestra ciudadanía, para poder romper con las estructuras
que sostienen los paternalismos, intermediaciones y exclusiones que nos alejan, a unos
y otros, de la oportunidad de incidir en la toma de decisiones sobre los asuntos que
nos afectan. (Echavarría y Meza, 2012, p. 11)
nes que ponen en cuestión la aparente autosuficiencia [incluso] de la edad adulta” (Ruiz
y Prada, 2017, p. 20). Por ello es por lo que se aboga: por unas relaciones adulto/niño
donde la autonomía de ambos les permita estar seguros de que recibirán del otro solici-
tud y cuidado donde no se confunda la “disimetría necesaria entre adultos y niños y la
fragilidad innegable propia de la infancia, con una autorización a discriminar, a negarles
su condición de sujetos activos” (p. 23).
En ambas investigaciones, se ha encontrado que la apuesta para fortalecer el
reconocimiento de esta relación-tensión entre autonomía y heteronomía en los niños
de la primera infancia debe ser estética, pues se debe apelar a los lenguajes expresivos
(fotografía, dibujo, literatura, cartografía) cercanos a ellos para lograr información vital
para una investigación y una apuesta pedagógica que cuestione el lugar que cada uno
ocupa en el mundo del otro.
Con lo anterior se expone la necesidad de formar sujetos políticos desde la pri-
mera infancia y fortalecer su autonomía como característica y práctica que le facilitará
reconocerse en la medida en que el otro (bien sea el adulto o su par) lo reconozca como
su otro. Porque hacer y ser parte de la vida común es un aprendizaje del sujeto político
infantil, y esto se puede lograr si desde su formación inicial se le fortalece la autonomía,
como se ha entendido en el presente texto.
Recordemos entonces que la autonomía no es una práctica individual, puesto que
“las historias mediante las cuales deviene la subjetividad no son pues totalmente propias;
también, son historias contadas por otros, compartidas por otros” (Pineda y Orozco, 2018,
p. 60) y para esto debe existir un balance dinámico entre la autonomía y la heteronomía en
la primera infancia puesto que la constitución de la subjetividad política es la emergencia
de “nuevas formas de ser más con los demás” (p. 64). Es entonces, la autonomía, como
práctica y característica del sujeto político, la que le ayuda, además de generar referentes
de identificación, reconocer las relaciones que establece con los otros y el lugar que habita.
En este mismo sentido, Rodríguez (2012) señala que somos sujetos políticos
“cuando nos percibimos a nosotros mismos, reflexivamente, como agentes sociales con
conciencia de nuestra identidad histórica, que apostamos a tomar decisiones a futuro y nos
sentimos responsables de la dimensión política de nuestras acciones” (p. 321); acá vuelve
a entenderse por autonomía esa capacidad que tiene el sujeto político para posicionarse
políticamente en el mundo, lo que implica “autoafirmación y apertura a otros modos, otras
posibilidades; tomar postura frente al mundo, ocuparlo, ganárselo, construirlo, moverse
en él” (p. 325). Con lo anterior se quiere resaltar la importancia del otro (heteronomía),
de lo otro en la constitución autónoma del sujeto político.
Sin embargo, es indispensable entender el significado que se le está otorgando a la
autonomía en esta relación de tensión con la heteronomía en la constitución del sujeto
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