La Espiritualidad Ecológica en Teresa de Jesús

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La espiritualidad ecológica en Teresa de Jesús

Por Hna. Silvia A. Becerra OCD. Monasterio San José. Córdoba. Argentina.
([email protected])

Resumen: en este trabajo exploraremos algunos textos de Teresa de Jesús releyéndolos desde
las claves de la “espiritualidad ecológica” ofrecidas por Francisco en la encíclica Laudato Si’.
Desde este marco referencial, y teniendo en cuenta algunos conceptos provenientes del
ecofeminismo, haremos un recorrido en el que expondremos símbolos teresianos que brotan
de sus experiencias con la naturaleza y desde los cuales retrata su camino espiritual.
Pondremos de manifiesto la valoración teresiana sobre la corporalidad y concluiremos con
unas reflexiones finales.

Palabras Clave: espiritualidad, conversión ecológica, espiritualidad ecológica.

Siglas de las Obras de Santa Teresa:

V = Libro de la Vida
M = Libro de las Moradas o Castillo Interior
(ej: 4M 2,1 léase: cuarto libro de Las Moradas, capítulo 2, párrafo 1)
C = Camino de Perfección
F = Libro de las Fundaciones
Cta. = Cartas

1
“La naturaleza está llena de palabras de amor…”1
Francisco

A modo de introducción

Con la encíclica Laudato Si’ Francisco ha puesto sobre la mesa temas candentes y
preocupantes respecto del cuidado de nuestra ‘casa común’ ayudando a tomar conciencia de
“lo que le está pasando a nuestra casa” (cap. 1) y las situaciones múltiples de vulnerabilidad
ecológica. Ha ofrecido una renovada toma de conciencia del verdadero lugar del hombre en
la creación como parte de ella y no como dominador (cap. 2) y explicitado “la raíz humana
de la crisis ecológica” (cap. 3). Ante esta crisis propone “una ecología integral” (cap. 4) y
“algunas líneas de orientación y acción” (cap. 5). El sexto capítulo está dedicado a estimular
la “educación y la espiritualidad ecológica” para adoptar otro estilo de vida2 desde la alianza
entre la humanidad y el ambiente,3 vivida en estado de conversión ecológica. 4 Es este último
capítulo el que incentiva nuestro trabajo al afirmar que “la gran riqueza de la espiritualidad
cristiana, generada por veinte siglos de experiencias personales y comunitarias, ofrece un
bello aporte al intento de renovar la humanidad”5.
Desde aquí, y con algunos aportes del ecofeminismo 6 , me propongo bucear en
algunos textos de Santa Teresa de Jesús 7, para indagar la incidencia que tuvo la experiencia
cósmica teresiana sobre su vida orante y su magisterio. Señalaremos algunas imágenes de la
naturaleza que utiliza para narrar metafóricamente su proceso espiritual. También
expondremos su percepción sobre la cuestión de la humanidad de Cristo y la corporalidad,
como manifiesto de una espiritualidad encarnada. Concluiremos con algunas reflexiones

1
Francisco, Carta Encíclica Laudato Si’. Sobre el cuidado de la casa común, Roma 2015, n. 225. Consulta en
línea página del Vaticano https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-
francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html, en adelante LS.
2
Cfr. LS 203-208.
3
Cfr. LS 209-215.
4
Cfr. LS 216ss.
5
LS 216.
6
Uno de los puntos clave del ecofeminismo está dado por el binomio ‘patriarcalismo-dominación’: “La
marginación de las mujeres y la destrucción de la biodiversidad son procesos que van unidos. La pérdida de la
diversidad es el precio del modelo patriarcal de progreso”. Cfr. Mies María y Shiva Vandana, La praxis del
ecofeminismo. Biotecnología, consumo y reproducción, Ed. Icaria, Barcelona, 1998, p. 13.
7
Para la citación utilizaremos la siguiente edición: Teresa de Jesús, Obras Completas, Monte Carmelo, Burgos,
1994.

2
finales sobre la espiritualidad ecológica de la mística abulense que puedan servirnos de
“motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del
mundo”.8

“Lo que más os despertare a amar…”

El camino de búsqueda, encuentro y amistad de Teresa con Jesús está marcado por
senderos en los que se conjugan una humanidad apasionada y una irrenunciable sed que,
atravesando su alma, hunde sus raíces en el Infinito y la lleva a gozar y encontrar a Dios en
cada circunstancia. Un espíritu contemplativo como el de esta mujer, es una efusión de
libertad abierta al amor, que la hace recomendar sin mesuras: “lo que más os despertare a
amar, eso haced”.9 La mirada de esta mística es simple, aguda, aterrizada, cargada de un
exquisito sentido común para los caminos de la más alta contemplación en la que ‘divino y
humano van junto’. 10 Acostumbrada desde niña a ser una ávida lectora de libros de
“caballería”,11 fue también poseedora de una capacidad de lectura connatural del ambiente
que la rodeaba. Más tarde, desde su escenario monacal, bastaría una mirada hacia el jardín
para hacer bullir su espíritu orante: “me aprovechaba ver campo o agua, flores; en estas cosas
hacía yo memoria del Creador, digo que me despertaban y recogían y servían de libro".12
Las experiencias que fueron nutriendo la vida de Teresa se convirtieron en un camino
de epistemología espiritual, en el que se conjugan la apertura del corazón y la sensibilidad
interior para la recepción vital de los elementos circundantes, con la capacidad de una razón
cordial por la que accede al mundo 13 y se deja atravesar por él en el dinamismo de búsqueda
y encuentro con Dios. Es un abordaje de la realidad en forma ‘compleja’ 14, en la que “el
medio no es un instrumento que uso y descarto cuando no necesito más de él. Es el medio y

8
LS 216.
9
4 M 1,7.
10
Cfr. 4 M 7,9.
11
Cfr. V 2, 1.
12
V 9,5.
13
La ecoteología feminista hace hincapié en la epistemología afectiva desde la trilogía ‘pensar-sentir-vivir’.
Cfr. Ivone Gevara, Intuiciones ecofeministas. Ensayo para repensar el conocimiento y la religión, Trotta,
Madrid, 2000, p. 87.
14
Remitimos análogamente al ‘paradigma de la complejidad’ de Edgar Morin, como una forma de situarse en
el mundo que ofrece un marco creador de nuevas formas de sentir, pensar y actuar, que orientan el conocimiento
de la realidad y la adquisición de criterios para posicionarse y cambiarla.

3
el fin que se incluyen en un mismo proceso cognoscitivo”. 15 La afectividad abundante y
desbordante de esta mujer, no quedó fuera del camino epistemológico-experiencial-religioso;
es este uno, entre otros, de los aspectos destacados de su figura y su magisterio. Este tipo de
epistemología afectiva subyace en el planteamiento de “la teología feminista inspirada por el
ecofeminismo. Se habla, en este contexto, de la importancia de una aproximación
‘sentipensante’ que abarca la dimensión afectiva (sentir) y racional-reflexiva en la
aproximación a la tierra”. 16 Así vive Teresa el camino de encuentro con Jesús, empeñando
todo su ser como respuesta a un amor que la acoge, que se deja acoger por ella, y que la
interpela. Es que “toda sana espiritualidad implica al mismo tiempo acoger el amor divino y
adorar con confianza al Señor por su infinito poder”.17

“Me era gran deleite considerar ser mi alma un huerto…”

En su autobiografía teológica, el Libro de la Vida, presenta Teresa simbólicamente el


proceso espiritual a través de la imagen del huerto o jardín con la que hace referencia al alma;
los modos de regar ese huerto, corresponden a cuatro grados de oración.18 El hortelano o
jardinero es la persona; las hierbas o yuyos, lo que hay que quitar de raíz, y las flores
representan a las virtudes. Los momentos de desolación interior se retratan como un jardín
seco, sin agua, sin flores. El agua es la gracia de Dios, y los cuatro modos de regar, “son
cuatro maneras de agua de que se ha de sustentar este huerto […], cuatro grados de oración
en que el Señor, por su bondad, ha puesto algunas veces mi alma”. 19 Transcribimos parte del
texto:

Me era gran deleite considerar ser mi alma un huerto y al Señor que se paseaba en él.
Suplicábale aumentase el olor de las florecitas de virtudes que comenzaban, a lo que parecía, a querer
salir y que fuese para su gloria y las sustentase, pues yo no quería nada para mí, y cortase las que
quisiese, que ya sabía habían de salir mejores. Digo ‘cortar’, porque vienen tiempos en el alma que no

15
Gevara, Intuiciones…, p. 80.
16
Birgit Weiler, “Escuchar el grito de los pobres y el clamor de la tierra”, en Azcuy V., Parra F., Schickendantz
C. (Eds.), Dios en el signo de este tiempo. Fundamentos, mediaciones y discernimientos, UAH Ediciones, Stgo.
De Chile, 2022, p. 288.
17
LS 73.
18
Cfr. V, cc. 11-22.
19
V 11,8.

4
hay memoria de este huerto: todo parece está seco y que no ha de haber agua para sustentarle, ni parece
hubo jamás en el alma cosa de virtud. Pásase mucho trabajo, porque quiere el Señor que le parezca al
pobre hortelano que todo el que ha tenido en sustentarle y regarle va perdido. Entonces es el verdadero
escardar y quitar de raíz las hierbecillas -aunque sean pequeñas- que han quedado malas. Con conocer
no hay diligencia que baste si el agua de la gracia nos quita Dios, y tener en poco nuestra nada, y aún
menos que nada, gánase aquí mucha humildad; tornan de nuevo a crecer las flores.
¡Oh, Señor mío y bien mío! ¡Que no puedo decir esto sin lágrimas y gran regalo de mi alma!
¡Que queráis Vos, Señor, estar así con nosotros, y estáis en el Sacramento (que con toda verdad se
puede creer, pues lo es, y con gran verdad podemos hacer esta comparación), y si no es por nuestra
culpa nos podemos gozar con Vos, y que Vos os holgáis con nosotros, pues decís ser vuestro deleite
estar con los hijos de los hombres!20

Es llamativo este final eucarístico del segundo párrafo. Se da un salto en forma


abrupta de las imágenes de la naturaleza a la Eucaristía. No hay ninguna progresión, ni
explicación de la autora que medie para esta comparación. Teresa capta intuitivamente que
“En la Eucaristía lo creado encuentra su mayor elevación, […] todo el cosmos da gracias a
Dios. […] La Eucaristía une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado”.21 Y así,
simplemente, luego de contar cómo le gustaba pensar que Jesús se pasea por el huerto de su
alma, hace testigo al lector de su oración inesperada con la expresión ‘¡Oh, Señor mío y bien
mío!’. Y, sin más, afirma que en verdad ‘podemos hacer esta comparación’ de la presencia
de Dios en el huerto del alma con la Eucaristía.
Como podemos observar, los místicos captan sin problemas teológicos adosados, la
transfiguración de la creación que es asumida cósmicamente en la Eucaristía.22 Descubren y
vivencian que “Él está gloriosa y misteriosamente presente en el río, en los árboles, en los
peces, en el viento, como el Señor que reina en la creación sin perder sus heridas
transfiguradas, y en la Eucaristía asume los elementos del mundo”, 23 justamente porque
quiere que en nuestro propio mundo lo podamos encontrar. 24

20
V 14, 9-10.
21
Cfr. LS 236.
22
“En la Eucaristía ya está realizada la plenitud, y es el centro vital del universo, el foco desbordante de amor
y de vida inagotable […] La Eucaristía es de por sí un acto de amor cósmico”. Cfr. LS 236.
23
QA 74.
24
LS 236.

5
Volvamos al elemento ‘agua’ utilizado simbólicamente, que junto al del ‘huerto’,
impregnan las páginas centrales del Libro de la Vida. En los capítulos que van del 11 al 22,
Teresa continúa narrando cómo actúa la Gracia de Dios en el alma, desde lo que denominó
“cuatro modos de regar el huerto”, correspondientes a cuatro estadios de la vida espiritual.
Es interesante notar que no elige símbolos diferentes para cada uno de los estados, sino que
continúa con el gran símbolo estructurador de todo el camino espiritual: el agua. Queremos
llamar la atención sobre la elección de este símbolo, no sólo por la cantidad de capítulos que
ocupa -lo cual manifiesta su importancia-, sino también, en cuanto a la priorización al haber
escogido este único símbolo agua. Ciertamente, no es que no haya otros para hablar de la
gracia de Dios y la oración, sino que Teresa lo elige sobre otros, lo prioriza, afirmando que
“no me hallo cosa más a propósito para declarar algunas de espíritu que esto de agua (…)
soy tan amiga de este elemento, que le he mirado con más advertencia que otras cosas”.25 Al
hacer prevalecer este símbolo vital en su Libro de la Vida, el mensaje resulta contundente:
donde no hay agua, no hay vida. Lo mismo que sucede en la naturaleza, sucede en el alma.

“Hanle nacido alas…”

La santa castellana interpreta la vida espiritual íntimamente ligada a los procesos


vitales personales, y la encuentra tipificada -y, aún compartida- en procesos vitales de plantas
y animales. Su actitud de apertura contemplativa la conduce rápidamente al “reconocimiento
de los lazos con los que el Padre nos ha unido a todos los seres”.26 En el quinto capítulo de
su obra mística culmen, Las Moradas, analoga con una naturalidad única, el proceso de
transformación de un gusano convertido en mariposa con el camino interior del alma. Vale
la pena transcribir el párrafo íntegro dada su riqueza y finura:

Ya habréis oído sus maravillas en cómo se cría la seda, que sólo Él pudo hacer semejante
invención, y cómo de una simiente, que dicen que es a manera de granos de pimienta pequeños […],
con el calor, en comenzando a haber hoja en los morales, comienza esta simiente a vivir; que hasta que
hay este mantenimiento de que se sustentan, se está muerta; y con hojas de moral se crían, hasta que,
después de grandes, les ponen unas ramillas y allí con las boquillas van de sí mismos hilando la seda

25
4 M 2,2.
26
LS 220.

6
y hacen unos capuchillos muy apretados adonde se encierran; y acaba este gusano que es grande y feo,
y sale del mismo capucho una mariposica blanca, muy graciosa […] Para un rato de meditación basta
esto, hermanas, aunque no os diga más, que en ello podéis considerar las maravillas y sabiduría de
nuestro Dios. Pues ¿qué será si supiésemos la propiedad de todas las cosas? De gran provecho es
ocuparnos en pensar estas grandezas y regalarnos en ser esposas de Rey tan sabio y poderoso. Entonces
comienza a tener vida este gusano, cuando con el calor del Espíritu Santo se comienza a aprovechar
del auxilio general que a todos nos da Dios […] Crecido este gusano -que es lo que en los principios
queda dicho de esto que he escrito-, comienza a labrar la seda y edificar la casa adonde ha de morir.
Esta casa querría dar a entender aquí, que es Cristo. En una parte me parece he leído u oído que nuestra
vida está escondida en Cristo, o en Dios, que todo es uno, o que nuestra vida es Cristo. Pues veis aquí,
hijas, lo que podemos con el favor de Dios hacer: que Su Majestad mismo sea nuestra morada, como
lo es en esta oración de unión, labrándola nosotras […] y veréis cómo vemos a Dios y nos vemos tan
metidas en su grandeza como lo está este gusanillo en este capucho.
[…] Pues veamos qué se hace este gusano, que es para lo que he dicho todo lo demás, que
cuando está en esta oración bien muerto está al mundo: sale una mariposita blanca. ¡Oh grandeza de
Dios, y cuál sale un alma de aquí, de haber estado un poquito metida en la grandeza de Dios y tan junta
con El! Yo os digo de verdad que la misma alma no se conoce a sí; porque, mirad la diferencia que
hay de un gusano feo a una mariposica blanca, que la misma hay acá […] Ya no tiene en nada las obras
que hacía siendo gusano, que era poco a poco tejer el capucho; hanle nacido alas.27

Aves, árboles, agua, fuego, aire, manantial, flores, hierbas, centellas, gusano,
mariposa, hormiga, gallina, abeja, sapo, etc. Cantidad de elementos cósmicos que impregnan
los escritos teresianos. La fina observación de los procesos naturales y sus propiedades la
ayudaron a comprender no sólo el propio dinamismo interior, sino a captar el misterio de la
relación con el Creador que es también el ‘Criador’ y sustentador de toda vida en proceso.
Porque “el universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo, entonces hay mística en una hoja,
en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre”.28

“Tengan parque y vistas”

No cabe duda que la mística teresiana es una mística encarnada y que su magisterio
sobre la oración está orientado por las huellas de lo vivido en un ambiente de sencillez,

27
Cfr. 5 M 2, 2-8.
28
LS 233.

7
familiaridad, amistad, alegría, distención y blandura, también en lo edilicio.29 Por lo que,
como hemos visto, con total simpleza impregna el discurso espiritual con imágenes de la
realidad que la circunda, en la que vive, y en la que lee el dinamismo espiritual. Ella realiza
la hermenéutica de sus propias experiencias apoyada en las profusiones de verdad que la
cotidiana belleza de la naturaleza entrega, tiene “conciencia de que cada criatura refleja algo
de Dios y tiene un mensaje que enseñarnos”.30

Para las fundaciones de sus nuevos monasterios insiste en que tengan un buen jardín.
Algo sumamente valorado, tal como lo testimonia este texto en donde cuenta que el Señor
había recompensado con buena ‘huerta, vistas y agua’ todos los esfuerzos de una de las
fundaciones: “Bien nos pagó nuestro Señor lo que se había pasado en traernos a un deleite,
porque de huerta y vistas y agua no parece otra cosa”.31 En otro pasaje se lee, “en lo que toca
a esa casa que les venden, mucho me la ha loado y en tener huerta y vistas. Para nuestra
manera de vivir es gran negocio”; 32 “porque es menester por el mucho encerramiento
tuvieren campo (y aun ayuda a la oración y devoción)”.33 "Tengan parque y vistas, que para
nuestra manera de vivir es muy importante".34
Estas advertencias cobran mayor relieve si se tienen en cuenta las implicancias del
encerramiento de la vida claustral femenina del siglo XVI, que se rigidizaron ¡bajo pena de
excomunión!, con la legislación del Concilio de Trento.35 Ante este ‘acorralamiento’ 36, la
iniciadora de las Descalzas procura un ambiente de libertad, belleza y descanso que ‘ayude a
la oración y devoción’ de sus hijas.

29
“No era mi intención hubiera tanta aspereza en lo exterior ni que fuese sin renta, antes quisiera hubiera
posibilidad para que no faltara nada”. Cfr. C 1,1.
30
LS 221.
31
F 31, 39.
32
Cta. a María de San José, 3 de abril de 1580.
33
C 2,9.
34
Cfr. Cta. a María de San José, 8-9 febrero de 1580, 10; 3 de abril 1580, 8.
35
La sesión XXV del Concilio de Trento formuló el decreto Clausurae et custodiae monialium providetur, que
confirma la primera ley para la clausura de las monjas de alcance universal: para todas las religiosas presentes
y futuras de cualquier Orden que sean o que existan en cualquier parte del mundo.
36
Es elocuente este texto teresiano que denuncia el ‘acorralamiento’: “¿No basta, Señor, que nos tienen el
mundo acorraladas e incapaces para que no hagamos cosa que valga nada por vos en público ni osemos hablar
algunas verdades que lloramos en secreto, sino que no nos habíais de oír petición tan justa? No lo creo yo,
Señor, de vuestra bondad y justicia, que sois justo juez, y no como los jueces del mundo, que como son hijos
de Adán y, en fin, varones, no hay virtud de mujer que no tengan por sospechosa”. Cfr. C 3,9 (Códice del
Escorial).

8
“Sirva al cuerpo”

Cuando se enfrenta a problemas con hermanas que padecen debilidades psico-


emocionales, con cambios de carácter e incapacidad para orar, la experiencia y sentido común
teresiano aportan las soluciones más concretas:

Las mudanzas de los tiempos y las vueltas de los humores37 muchas veces hacen que, sin
culpa suya no pueda hacer lo que quiere, sino que padezca de todas maneras. Y mientras más la quieren
forzar en estos tiempos, es peor y dura más el mal; sino que haya discreción para ver cuándo es de esto,
y no la ahoguen a la pobre. Entiendan son enfermos. Múdese la hora de la oración, y hartas veces será
algunos días […] Otras cosas hay exteriores de obras de caridad y de lectura, aunque a veces aun no
estará para esto. Sirva entonces al cuerpo por amor de Dios, porque otras veces muchas, sirva él al
alma, y tome algunos pasatiempos santos de conversaciones que lo sean, o irse al campo.38

Es de destacar la referencia al cuerpo. No hay que olvidar que Teresa vive en una
época de visión negativa de la corporalidad, considerada casi como un enemigo al cual había
que ‘domar’ a fuerza de penitencias autoinfligidas. Sorprende, entonces, esta valoración
positiva del binomio cuerpo-oración que presenta, saltándose todos los estándares de la época.
Lo provocador es que no dice que el cuerpo debe servir para la oración, sino que hay que
ocuparse de ‘servir al cuerpo’, y ‘tomar pasatiempos’, distraerse y pasear.
Estas afirmaciones son de una libre intrepidez que contrasta también con el contexto
eclesial luterano-tridentino de corte antropológico marcadamente pesimista. Contra esta
corriente, sus experiencias de la conjunción oración-corporalidad van en la línea de la
Encarnación. Por eso su espiritualidad es muy ‘humana’ y está en plena consonancia con las
afirmaciones de Francisco al reconocer que “nuestro propio cuerpo nos sitúa en una relación
directa con el ambiente y con los demás seres vivientes. La aceptación del propio cuerpo
como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre
y casa común”.39

37
Alusión a las viejas teorías psico-físicas de los cuatro humores del compuesto humano, y su influjo en los
estados de ánimo (cf. F 4, 2).
38
Cfr. V 11,15-16.
39
LS 155.

9
La Santa llama la atención sobre el ‘desatino’ de querer cimentar la vida orante
excluyendo la propia corporeidad, y declara “nosotros no somos ángeles, sino tenemos
cuerpo. Querernos hacer ángeles estando en la tierra es desatino”.40 Francisco reconoce este
yerro sostenido por siglos:

Tenemos que reconocer que no siempre los cristianos hemos recogido y desarrollado las
riquezas que Dios ha dado a la Iglesia, donde la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo
ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que se vive con ellas y en ellas, en comunión
con todo lo que nos rodea.41

“Divino y humano junto”

Teresa de Jesús, esta mujer a la que el genitivo la empoderó, vivió su propia


humanidad en referencia constante a la de Jesús, en quien ve el icono perfecto de humanidad
y divinidad, tal como expresan sus palabras en el Libro de las Moradas “divino y humano
junto”. 42 Jesucristo, plenamente hombre y plenamente Dios, es el centro de atracción del
amor que la impregna. La humanidad de Cristo, será siempre el punto clave en su
espiritualidad, oponiéndose tenazmente a corrientes espirituales que aconsejaban lo
contrario 43 porque, por experiencia sabe que “es gran cosa, mientras vivimos y somos
humanos, traerle humano”;44 “veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y
que nos haga grandes mercedes, quiere sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en
quien dijo Su Majestad se deleita".45
La experiencia de esta relación con Jesús hombre que Teresa vivió, es la que fomenta
entre sus monjas e interlocutores: “en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo,

40
V 22,10.
41
LS 216.
42
6 M 7,9.
43
“Esto de apartarse de lo corpóreo, bueno debe ser, cierto, pues gente tan espiritual lo dice; mas, a mi parecer,
ha de ser estando el alma muy aprovechada, porque hasta esto, está claro, se ha de buscar al Criador por las
criaturas. Todo es como la merced el Señor hace a cada alma; en eso no me entremeto. Lo que querría dar a
entender es que no ha de entrar en esta cuenta la sacratísima Humanidad de Cristo. Y entiéndase bien este punto,
que querría saberme declarar” (V 22,8).
44
V 22,9.
45
V 22,6.

10
porque le miramos Hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es compañía”;46 y al P.
García de Toledo, destinatario de su Libro de la Vida lo amonesta diciendo:

Así que vuestra merced, señor, no quiera otro camino, aunque esté en la cumbre de
contemplación; por aquí va seguro. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes. Él le
enseñará. Mirando su vida, es el mejor dechado. ¿Qué más queremos de un tan buen amigo al lado,
que no nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo? […] Yo he mirado con
cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro
camino. San Francisco da muestra de ello en las llagas; San Antonio de Padua, el Niño; San Bernardo
se deleitaba en la Humanidad; Santa Catalina de Sena... otros muchos que vuestra merced sabrá mejor
que yo.47

Reflexiones finales

Con el nuevo paradigma ecológico, el acento recae sobre la mística, y a partir de ese
interés, se busca una espiritualidad ecológica que da un nuevo sentido a la vida, que está
conectada con todo, con toda la realidad universal, diversa y una. 48 Esta espiritualidad
ecológica conlleva una manera diferente de acercarse a Dios desde el mundo, implica la
conexión empática con la realidad 49 y con todo el cosmos, no sólo con la naturaleza viva,
superando el antropocentrismo dominador50 desde la conciencia de que somos parte de la
naturaleza. Quizás, estemos aprendiendo poco a poco que ya “no somos superiores a la
naturaleza externa, sino seres con la naturaleza, seres de la naturaleza, cuya existencia es
absolutamente imposible e inviable sin ella”. 51

Porque “el místico experimenta la íntima conexión que hay entre Dios y todos los
seres”52 puede ver el mundo en perspectiva cosmocéntrica, y como autoexpresión material

46
Ibíd.
47
V 22,7.
48
Cfr. Josías da Costa Júnior, “Teología y ecología. Consideraciones epistemológicas”, en Rev. Concilium n.
331, junio 2009, p. 125.
49
Cfr. Victorino Pérez, “Espiritualidad ecológica: una nueva manera de acercarse a Dios desde el mundo”, en
Rev. Theologica Xaveriana, vol. 60 n. 169, enero-junio 2010, Bogotá, Colombia, ISSN 0120-3649, pp. 191-
214.
50
Cfr. LS 2, 11, 75, 117.
51
Cfr. Ivone Gevara, Ensayo de Antropología Filosófica. El arte de mezclar los conceptos y plantar
desconceptos, Verbo Divino, España, 2020, p. 106.
52
LS 234.

11
de Dios, sacramento de Dios.53 Siendo, y sintiéndose parte de la Creación e interactuando
con ella, va descubriendo la carmelita abulense esta sacramentalidad revelada en todo lo
creado. Así, puede vivenciar la corporeidad de los seres vivos relacionándola con la suya
propia y la humanidad de Jesucristo54 sin preámbulos. Su marcado realismo y sentido común
la ayudaron a trascender -y aún combatir- lecciones de doctos teólogos que proponían una
espiritualidad etérea y desencarnada:

Torno a suplicar a vuestra merced que estas cosas que he escrito de oración, si las tratare con
personas espirituales, lo sean. Porque si no saben más de un camino o se han quedado en el medio, no
podrán así atinar. Y hay algunas que desde luego las lleva Dios por muy subido camino, y paréceles
que así podrán los otros aprovechar allí y quietar el entendimiento y no aprovecharse de medios de
cosas corpóreas, y quedarse han secos como un palo.55

En Teresa de Jesús la integración de su sensibilidad espiritual y ecológica le abren


paso a experimentar en su “propia existencia (el) dinamismo trinitario que Dios ha impreso
desde su Creación. Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la
solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad”. 56

Dado su espíritu de mujer libre y comprometida con su realidad, que toca anhelos de
la nuestra, en la que “estáse ardiendo el mundo”57, es fácil empatizar con su propuesta de
encuentro orante con Jesús desde un camino encarnado y asentado en la vida cotidiana como
verdadera ‘espiritualidad ecológica’. Agradecemos el testimonio que nos llega en sus escritos,
sabiendo que “no será posible comprometernos en cosas grandes sólo con doctrinas sin una
mística que nos anime”.58

53
Cfr. Gevara, Ensayo…, p. 106.
54
“Mas que nosotros de maña y con cuidado nos acostumbremos a no procurar con todas nuestras fuerzas traer
delante siempre -y pluguiese al Señor fuese siempre- esta sacratísima Humanidad, esto digo que no me parece
bien y que es andar el alma en el aire, como dicen; porque parece no trae arrimo, por mucho que le parece anda
llena de Dios. Es gran cosa, mientras vivimos y somos humanos, traerle humano”, V 22,9.
55
V 22,18.
56
LS 240.
57
C 1,5
58
LS 216.

12
BIBLIOGRAFÍA

DA COSTA JÚNIOR, JOSÍAS, “Teología y ecología. Consideraciones epistemológicas”, en


Rev. Concilium nº 331, junio 2009, pp. 123-129.

FRANCISCO, Carta Encíclica Laudato Si’. Sobre el cuidado de la casa común, Roma,
2015. https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-
francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html

–“Exhortación Apostólica Postsinodal. Querida Amazonía, Roma, 2020.


https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-
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