1) El desarrollo del cerebro humano es más plástico durante los primeros años de vida, lo que permite una gran capacidad de aprendizaje.
2) Los estímulos en los sentidos durante esta etapa temprana ayudan a crear circuitos neuronales que sientan las bases para el desarrollo de habilidades mentales de por vida.
3) La estimulación temprana es importante para el desarrollo cognitivo, socioemocional y físico del niño.
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1) El desarrollo del cerebro humano es más plástico durante los primeros años de vida, lo que permite una gran capacidad de aprendizaje.
2) Los estímulos en los sentidos durante esta etapa temprana ayudan a crear circuitos neuronales que sientan las bases para el desarrollo de habilidades mentales de por vida.
3) La estimulación temprana es importante para el desarrollo cognitivo, socioemocional y físico del niño.
1) El desarrollo del cerebro humano es más plástico durante los primeros años de vida, lo que permite una gran capacidad de aprendizaje.
2) Los estímulos en los sentidos durante esta etapa temprana ayudan a crear circuitos neuronales que sientan las bases para el desarrollo de habilidades mentales de por vida.
3) La estimulación temprana es importante para el desarrollo cognitivo, socioemocional y físico del niño.
1) El desarrollo del cerebro humano es más plástico durante los primeros años de vida, lo que permite una gran capacidad de aprendizaje.
2) Los estímulos en los sentidos durante esta etapa temprana ayudan a crear circuitos neuronales que sientan las bases para el desarrollo de habilidades mentales de por vida.
3) La estimulación temprana es importante para el desarrollo cognitivo, socioemocional y físico del niño.
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Fundamentos anatómicos, fisiológicos y psicológicos: A diferencia de los
animales, el ser humano nace completamente indefenso para la vida y requiere
un tiempo mayor de protección, alimentación y cuidados de parte de sus padres en los primeros momentos de su vida. Por otra parte, ya dispone de la herencia de los mamíferos, de una relación más estrecha con sus madres a través del amamantamiento, el primer sistema de alimentación en su existencia. Pero esta indefensión inicial del bebé humano es precisamente la ventaja del humano sobre las demás especies. Esto posibilita que el sistema nervioso central sea más adaptable mientras más joven sea. Precisamente, en el primer año de vida es cuando su cerebro tiene una mayor plasticidad. Esa característica le permite una inconmensurable capacidad de aprendizaje, adaptación e invención (Morin, 2001). El sistema nervioso se hace más y más complejo con el tiempo, pues se estructura recibiendo impulsos y produciendo respuestas. Estos estímulos constituyen la actividad eléctrica de las neuronas y, gracias a ella, se incrementa la biosíntesis de proteínas. Esto significa que el aprendizaje implica cambios en la estructura, función y composición de las neuronas proteínas (Campos, 2020). En un período fundamental que va desde que el niño se encuentra en el útero, hasta aproximadamente los ocho años, los estímulos a través de los cinco sentidos tienen consecuencias positivas en las conexiones entre las neuronas, contribuyendo así al desarrollo del cerebro. Es posible que, en los primeros momentos, el cerebro no comprenda los olores agradables, la música que escucha o las caricias y la voz de su madre, pero sus neuronas reaccionan creando circuitos que canalizan esas informaciones. El período al que nos referimos es clave, pues es entonces que se desarrolla el 80% del cerebro. El crecimiento del cerebro es rápido. Aumentan exponencialmente las conexiones neuronales y el aprendizaje tiene un extraordinario rendimiento. De modo, que esos estímulos constituyen la base del desarrollo de las habilidades mentales de los individuos para el resto de su vida. Es entonces que la estimulación temprana cumple su cometido de producir el mayor número posible de conexiones neuronales, y favorecer la regeneración y el funcionamiento de esos circuitos. Después de los ocho años, por supuesto, que pueden seguir perfeccionándose las conexiones entre neuronas y el establecimiento de sus circuitos, pero resultará más difícil, crear nuevas conexiones. La información navegará por los circuitos creados, pero no se generarán otros nuevos. Los primeros años son claves para el desarrollo intelectual de una persona, pues depende en gran medida de los circuitos establecidos durante la etapa primera de su vida. Se por ello que cumplen los objetivos de reducir los efectos de una posible deficiencia sobre el desarrollo global del niño, optimizar el curso del desarrollo del niño, introducir mecanismos de compensación, evitar o reducir la aparición de efectos o déficits secundarios, atender las necesidades de la familia y el entorno en el que vive el niño y considerar al niño como un sujeto activo de la intervención. A mayor estimulación temprana que reciban los niños y niñas de 2 a 3 años, mayor es la capacidad motora perceptiva-Cognitiva-Lenguaje y Social que poseerán a lo largo del resto de su vida. Desde un punto de vista psicológico, los bebés necesitan, además de leche y alimentos, abrigo y paz, miradas, voces y caricias. Todos esos objetos deben estar envueltos en libido, concepto que en teoría psicoanalítica implica, sobre todo, el amor. Si desde este punto de vista, todo sujeto está escindido entre su conciencia y su inconsciente, este último se forma por los objetos que inscriben marcas del Otro. En el caso de los bebés, el Otro son sus padres. Es por ello, que no se puede aplicar programas de estimulación temprana sin hacer participar a sus padres. Es necesario jugar a transferir a los padres esta función de inscripción del inconsciente para promover la salud mental futura (Coriat, 2000). Además del aspecto cognitivo y socioafectivo, en el cual la participación de los padres es fundamental, la estimulación en edades tempranas tiene un impacto favorable en el desarrollo físico del niño. El proceso de estimulación psicomotriz, propicia que el niño adquiera un adecuado desarrollo del tono muscular, de la postura y de aquellos movimientos que aseguran el equilibrio y estabilidad corporal, favorece la organización del espacio, la gestión de la atención, así como de la agudeza de la percepción visual y auditiva, de la Memoria visual, de habilidades motrices y de la adaptación al tiempo, se favorece de manera importante la regulación de conductas adaptativa en su entorno y del razonamiento progresivo (Ruiz, Cortes, & Gómez, 2014). El proceso de estimulación potencia los períodos sensitivos de los primeros años de vida, lo cual posibilita que los niños se involucren intensamente en lo que les interesa (Campos Bravo & Bustamante Parraquez, 2011). Esto supone que, en la aplicación de los programas de estimulación, hay que respetar los ritmos de los mismos niños al desarrollar sus actividades, sin horarios. En esto es clave la repetición continua, con amplificaciones. Es posible que esos períodos críticos pasen sin que el ambiente sea propicio y se presenten dificultades para desarrollo. Por ello, los programas de estimulación deben verse desde la concepción integral del desarrollo en lo biológico, lo psicológico y lo social (Romero Galisteo, Barajas, & Galvez Ruiz, Perspectivas actuales de evaluación e intervención en Atención Temprana, 2015). El área sensorio-motriz, posee una íntima relación con los sistemas sensoriales y movimientos del niño, los cuales interactúan en su relación con el medio en que se desarrolla. Los movimientos reflejos, a medida que avanza la evolución del niño, se armonizan e integran a los esquemas de movimiento más complejos. En el primer año de vida, se requiere de un proceso de estimulación a nivel integral, que logrea la armonía y la coordinación en el funcionamiento corporal. Por ello es necesario, partir de un diagnóstico previo que de la posibilidad de identificar no solo las limitaciones sino las potencialidades del niño, considerando su predisposición genética y la influencia del medio en su desarrollo integral. (Guillén, Rojas Valladares, A, Contreras, & Estevez, 2019). 3. Acercamientos desde la pedagogía La denominación “estimulación temprana” ha sido últimamente adoptada en su generalidad, pero ha tenido una evolución en el marco de la comunidad pedagógica y psicológica. Una de las primeras formulaciones, desde la psicología, fue la de “estimulación precoz”. Pero de inmediato fue objeto de críticas, puesto que considerar que algo es “precoz” implica que esta precocidad es una propiedad inherente de la estimulación. Cuando se plantea una estimulación precoz, se está aceptando que ello implica adelantarse al momento en que la estimulación es apropiada. El termino hoy más difundido es el de “estimulación temprana”, más apropiado, por referirse al período de desarrollo en el cual actúa un determinado sistema de influencias educativas, organizado de manera sistemática para propiciar el desarrollo del niño y la niña correspondiente a ese momento. Sin embargo, este término también tiene sus críticos, por considerar que el problema principal no es proporcionar la estimulación en un momento dado, sino en la oportunidad en la que esta estimulación se imparta. De ahí se deriva un término definido por los neoconductistas principalmente, que es el de la “estimulación oportuna”, a veces llamado “adecuada”. Por estimación oportuna entienden no el tiempo absoluto en que una estimulación se imparta, sino un tiempo relativo que implica no solamente considerar al niño sujeto de la estimulación, sino también al que promueve o estimula el desarrollo, el adulto, como las condiciones bajo las cuales el desarrollo que se promueve es funcional desde el punto de vista social. Este concepto conductista se ha limitado en el definir terminológico a la “oportunidad” de la estimulación, es decir, considerar no solo el momento en que esta se aplique, sino que sea "adecuada", no tomando en cuenta realmente lo que implicaba el término para aquellos que lo acuñaron, los neoconductistas. De ahí que a veces se hable de “estimulación adecuada”, para indicar el momento y la oportunidad. Más allá de la discusión o el consenso semántico de las comunidades de la psicología o la pedagogía, lo que sí ha de quedar claro es que la estimulación temprana es para la consecución de los logros en todos los niños, e implica técnicamente no solo la estimulación sensorial, afectiva y motriz, sino todos los demás aspectos que implica el desarrollo multilateral y armónico de los niños. Por otra parte, cualquier acción preventiva reclama de una didáctica especial y al conocimiento de las razones de la misma, y no de la aplicación rígida de técnicas inventariadas. Por ello, un factor metodológico de gran relevancia en un programa de estimulación temprana, es considerar la diversidad cultural, las particularidades del grupo especial de niños y niñas a los que se ha de aplicar, y a la aplicación creadora de técnicas, sin moldes y operaciones que no admitan variación del procedimiento. El lineamiento general debe ser la adecuación a las características de su grupo de alumnos, a las condiciones locales, en fin, realizar una programación. Estas actividades van a depender de diversos factores, entre los que se encuentran la maduración del equipo sensoriomotor y de los mecanismos reguladores, la información dada por el medio físico y social y, por supuesto, la actitud espontánea del niño, lo cual hay que relacionar con el agente mediador que imparte la estimulación (Martínez Mendoza, 1998) Los aspectos que un programa de estimulación ha de tener en cuenta, son: • los niveles de reactividad del niño o niña a quien se estimula; • las características cualitativas de su comportamiento en un momento determinado; y • la disposición del sujeto que imparte la estimulación, del tipo de estímulo que sea necesario para producir el cambio en el desarrollo, tomando, por supuesto, las particularidades de la cultura dada. El niño ha de ser siempre el eje central del programa, posibilitándole por sí mismo la búsqueda de las relaciones esenciales, la autoconstrucción de sus estructuras, la consecución de los logros mediante su propia actividad. De la calidad de la relación de la madre, y otros adultos que establecen relación con el niño en el medio familiar, y de cómo organizan sus interacciones, depende mucho la calidad de las destrezas del niño, comunicativas, cognoscitivas y sociales. La comunicación con los padres sienta las bases para la formación de comportamientos, conocimientos, hábitos y habilidades sociales, emocionales, intelectuales, que, a su vez, posteriormente incidirán en su conjunto en la formación de normas y valores. Este potencial educativo de los padres puede ser reforzado por la colaboración directa de los educadores y otros profesionales, y de esta manera organizar multidisciplinariamente un programa de estimulación temprana, que pueda aplicarse en las condiciones del hogar (Whitebread & Basilio, 2012). En la planificación del programa de estimulación, se debe partir de la consideración de líneas directrices, que marcarán la pauta dentro de un período más restringido de tiempo, como sucede en el caso del primer año de vida. Estas líneas directrices se ubican en cada trimestre, algunas están presentes desde el mismo momento del nacimiento, otras surgen en los meses posteriores, y señalan así el curso del desarrollo. Una línea directriz puede abarcar todo el período etario en cuestión y, por lo tanto, lo que hace es señalar dentro del determinante los distintos aspectos a los que sucesivamente hay que prestar la mayor atención. De esta manera, dentro de este mismo primer año de vida, en el determinante de la consecución de la marcha independiente, a lo largo de los cuatro trimestres se observan cuatro líneas directrices consecutivas: ejercitación de los músculos gruesos, movimientos preparatorios del gateo, desarrollo del gateo y premisas de la marcha independiente, consecución de la marcha independiente (generalmente aún incoordinada). Esto reafirma un aserto previamente establecido: “toda cualidad o función física o psíquica tiene sus premisas en el nivel anterior de desarrollo, integrándola en sí misma como una subestructura, al surgir la nueva estructura” (Martínez Mendoza, 1998). 4. Áreas del desarrollo infantil y estimulación temprana El desarrollo infantil es un proceso dinámico, sumamente complejo, que se sustenta en la evolución biológica, psicológica y social. Los primeros años de vida constituyen una etapa de la existencia especialmente crítica, ya que en ella se van a configurar las habilidades perceptivas, motrices, cognitivas, lingüísticas y sociales que posibilitarán una equilibrada interacción con el mundo circundante. Ha sido estudiado como proceso por la Pediatría, la Neurología, la Psicología, la Pedagogía, la Lingüística y la Logopedia y Foniatría entre otras (Romero Galisteo, Barajas, & Galvez Ruiz, Actividades de lenguaje para niños, 2015). El desarrollo infantil temprano se puede dividir en cinco áreas, las cuales son: 1. Motricidad gruesa y fina: sus objetivos están orientados para que el niño pueda tener mayor control de sus músculos y por ende mayor libertad en sus movimientos. 2. Lenguaje: se encamina a lograr la comprensión del lenguaje, para que pueda expresarse a través del mismo. 3. Cognición: le permite la integración intelectual. 4. Personal: se ocupa de que el niño sea más independiente en sus actividades básicas cotidianas (vestirse, alimentarse e higiene). 5. Social: proporciona los elementos necesarios para adaptarse al medio ambiente en donde se desarrolla (Medina Salas, 2002). Por su parte, la estimulación temprana se enfoca en cuatro áreas: • Área cognitiva: Uso del pensamiento e interacción directa con los objetos del mundo que los rodea, permitiendo la comprensión, la capacidad de relacionar y adaptarse a nuevas situaciones. Para ellos, los niños necesitan experiencias para poder desarrollar los niveles de pensamiento, su capacidad de razonar, poner atención, seguir instrucciones y reaccionar de forma rápida. • Área motriz: Habilidad de moverse, desplazarse, coordinar entre lo que ven y lo que tocan y de esta manera pueden tomar los objetos con los dedos para pintar, dibujar, etc., Para desarrollar esta área los niños y las niñas debe tocar, manipular e incluso llevarse objetos hacia la boca, todo esto para explorar, pero con los respectivos límites y supervisión. • Área socio-emocional: Se refiere a las experiencias afectivas y a la socialización, que le permite sentirse seguro y querido relacionándose con los demás. La participación de los padres y madres es muy importante, ya que son los primeros en brindarle seguridad, cuidado, atención, amor y sirven de ejemplo en la relación con otras personas; pues les enseñan valores y reglas de la familia y la sociedad. • Área del lenguaje: Habilidades para comunicarse con su entorno. Abarca tres aspectos: capacidad comprensiva, expresiva y gestual. La capacidad comprensiva se desarrolla desde el nacimiento, ya que el niño y la niña pueden comprender ciertas palabras antes de poder pronunciarlas, por eso es importante hablarle constantemente para que relacione la actividad que realiza y designe los objetos que manipule. De esta manera, reconocerá los sonidos o palabras y tratará de imitarlos. El término de psicomotricidad está formado por el prefijo “psico”, significa mente y “motricidad”, movimientos corporales; la psicomotricidad es la existencia directa entre la mente y el movimiento. El desarrollo psicomotor termina a los dos años con la aparición del pensamiento (funcionamiento simbólico). Se trata del momento en que el niño tiene un modelo mental del mundo, lo suficientemente detallado para buscar diferente manera de buscar una misma meta. Lo clave para ello es el movimiento, pues el desarrollo del niño es el resultado del impedimento y sustitución de agilidades. La psicomotricidad está asociada a diversas facultades sensorias motrices, emocionales y cognitivas de la persona que le permiten desempeñarse con éxito dentro de un contexto. La psicomotricidad se refiere al control del propio cuerpo, bien al control de piernas, brazos, cabeza y tronco (motricidad gruesa) o al control de manos y dedos (motricidad fina). Son medios que propician la puesta en contacto del sujeto con su propio cuerpo, con sus particularidades de funcionamiento, sus organizaciones o desorganizaciones tónicas y emocionales (Barreno Macías, 2015, pág. 24) El desarrollo de las habilidades de psicomotricidad fina es decisivo para el niño. Sus logros en este campo abren la puerta a la experimentación y al aprendizaje sobre su entorno y, como consecuencia, la psicomotricidad fina juega un papel fundamental en el desarrollo de la inteligencia. EI desarrollo de la motricidad fina es muy importante para experimentar con el entorno y está muy relacionada con el incremento de inteligencia. Al igual que la motricidad gruesa se desarrolla en orden progresivo, las habilidades de la motricidad fina también. A veces los avances son rápidos, en otras ocasiones los retrasos o escasos avances llegan a ser frustrantes, pero inocuos. A menudo, las dificultades con determinadas habilidades relativas a la motricidad fina son temporales y no son indicativos de problemas realmente preocupantes (Pérez, 2017). En diversos estudios empíricos se ha demostrado la eficacia para incrementar significativamente el desarrollo psicomotor, de actividades de estimulación aplicados a niños de entre 0 a 3 años, tales como: masajes (técnica Shantala), técnicas de lenguaje, dinámicas de juegos con material didáctico, musicoterapia, danza vivencial y la estimulación acuática. Estos eventos de estimulación perseguían impactar las áreas de: a) desarrollo motor grueso, b) desarrollo motor fino, c) desarrollo perceptual-cognitivo, d) desarrollo del lenguaje y, e) desarrollo de habilidades de adaptación personal-social. En todos estos aspectos, se han registrado un gran éxito en la adquisición de conductas psicomotoras en niños estimulados en comparación con sus pares sin estimulación temprana (Flores Aguilar, 2013). En caso de un diagnóstico, hecho por un test, de bajo nivel de estructuración corporal y dificultades relacionadas con el mundo de los objetos y el mundo de los demás, en niños institucionalizados, debidos a insuficiencia de posibilidades (material y personal), carencia de relaciones afectivas, pobreza educativa y de estimulación del medio, pobreza extrema de vocabulario en el reconocimiento de su cuerpo, mala pronunciación, y estancamiento en la etapa del garabato no correspondiente para su edad cronológica (4 y 5 años), se aplicó un programa de estimulación por medio de la estrategia grafo plástica. Son procesos lógicos y racionales de habilidades y destrezas artísticas en el cual el talento de la estética, belleza, colorido, ritmo, armonía, son plasmados en diferentes técnicas grafo plásticas con procedimientos sistematizados en su teoría y aplicación práctica que tiene como fin fundamental desarrollar el potencial creativo de los niños y niñas desde temprana edad. Estas técnicas son: dibujo, pintura, recorte y collage, modelaje, dáctilo pintura entre otros. Este programa logró una elevación significativa en la estructuración del esquema corporal de los niños institucionalizados (Jiménez Tintaya, 2015). Vale destacar que está demostrado que los niños pequeños quieren, pueden y deberían aprender a leer. Las investigaciones han mostrado que es inmensamente más sencillo enseñar a leer a un niño cuando éste tiene tres años (o incluso menos) que, en cualquier etapa posterior, mediante una herramienta innovadora denominada bits de lectura, que ha funcionado en más de 50 países en más de 20 idiomas, incluso con niños con deficiencias graves, habiéndose obtenido extraordinarios resultados tanto en niños sanos como en niños especiales. El juego de los Bits se puede utilizar con provecho en todos los niveles educativos. Un ejemplo en Ecuador es el del Centro de Estimulación Temprana Baby Gym de la ciudad de Ambato, que ha aplicado por diez años esta herramienta con los niños desde 2 a 4 años de edad, cuyo personal docente puede ser testigo de las bondades y beneficios de los bits de Lectura (Camino Cepedda, 2015). Existen innumerables formas de estimular el desarrollo del lenguaje lo primero y más importante es hablarle y responderle siempre que intente comunicarse mientras que se realice esta comunicación de le debe mirar buscando centrar su atención (Calle Poveda, 2019). El desarrollo del lenguaje a través de la estimulación temprana contempla las siguientes áreas: • Lenguaje receptivo. - Permite comprender el lenguaje y adquirir el significado de las palabras. Es decir, es la interpretación adecuada del mensaje • Lenguaje expresivo. -Permite al niño y a la niña expresarse por medio de gestos, señas o palabras. • Lenguaje articulado. -Es la habilidad para emitir sonidos, combinarlos y formar sílabas, palabras, frases y oraciones que expresen ideas. La estimulación en estas áreas del lenguajes, debe considerar en su programación componentes del lenguaje tales como: la sintaxis, es decir, las reglas que orientan la construcción adecuada de las oraciones, por tanto, estudia las formas en que se combinan las palabras para formar una expresión oral coherente., la morfología que estudia la estructura interna de las palabras, las cuales se descompones en partes más pequeñas llamadas afijos: prefijos y sufijos; la fonología que se refiere a la organización de los sonidos en las palabras; la semántica, que aborda el significado, el sentido o la interpretación de las palabras, las expresiones, oraciones o discursos. Los significados de las palabras se ajustan a las experiencias, pues niños y niñas de la misma edad que se encuentran en diferentes medios o entornos tienen repertorio semántico diferente en lo que se refiere a lo cualitativo y cuantitativo del vocabulario; y la pragmática que se centra en el uso práctico del lenguaje para comunicarse con los otros en diversos contextos sociales. Es decir, se interesa por el funcionamiento o modo en que el contexto influye en la interpretación e intencionalidad del significado. También, el lenguaje se refiere a la entonación que son las variaciones en el tono de voz cuando se habla, que pueden llegar a ser significativas. Los programas de estimulación pueden solventar el retraso del lenguaje en aspectos como la ausencia del lenguaje, la aparición tardía de éste o la permanencia de patrones lingüísticos pertenecientes a un Estado evolutivo inferior al que correspondería al niño o niña por su edad cronológica. Afecta sobre todo a la producción en sus componentes (forma, contenido y uso) y en menor grado también se observa dificultades en la comprensión, especialmente cuando el discurso es largo. Igualmente se atenderían los diversos trastornos en el habla, que pueden ser por la articulación (dislalia, disartria o déficit fonológico), la fluidez del habla (disfemia, taquifemia o tartamudez). La estimulación temprana puede atender igualmente una amplia variedad de trastornos del lenguaje oral como la ausencia del habla, el retraso, las disfasias y las afasias. En otras etapas del niño, y atendiendo a sus especificidades, se observan y superan los trastornos del lenguaje escrito, tales como la dislexia, la disgrafía, la disortografía. Así mismo, trastornos del lenguaje receptivo o dificultad para comprender el lenguaje de los demás, debido a dificultades en la percepción, la discriminación y la memoria auditiva, por lo que él no obedece instrucciones porque no las entiende. Otros trastornos se refieren al lenguaje expresivo, por los cuales el niño presenta dificultad del uso del lenguaje para expresar lo que piensa o necesita (Paredes Ayala, 2011). El desarrollo del lenguaje en el niño se realiza de forma ininterrumpida. Desde el nacimiento y durante el primer año, se forman las bases de la comunicación por medio de las interacciones que realiza con la familia y en las cuales son muy importantes la mímica facial, la entonación, la prosodia, el balbuceo, la coordinación sonido-vista, etc.; todo ello relacionado con el contexto y dentro de las denominadas funciones de comunicación. En esta etapa prelingüística, la comunicación se da mediante señas, gestos y ruidos. Las emisiones del niño no son reconocidas como palabras que emplean los adultos. Además, durante esta época desarrolla la percepción auditiva y las habilidades fonológicas, y empieza a adquirir el lenguaje de su entorno, con aspectos específicos en el ámbito comunicativo y gramatical. Hasta los dos años aproximadamente, las emisiones del niño son reconocidas por los adultos como una palabra o aproximaciones a palabras empleadas por los adultos. Los adultos encuentran relación siempre entre la palabra que interpretan y la situación en la que el niño la produce. Seguidamente, el niño entra en una etapa llamada “telegráfica”, cuando sus emisiones son generalmente de dos o más palabras o aproximaciones. Sin embargo, aún no son reconocidas como oraciones. A pesar de que sus emisiones empiezan a ser más largas, no siempre son comprensibles, ya que emplea lo que comúnmente llamamos jerga, que se refiere al lenguaje que utilizan los niños cuando los padres hablan como si fueran de otro planeta. Emplea palabras de contenido (sustantivos y verbos) y no palabras de función (conectivos). Se produce un desarrollo muy importante entre los 2 y los 3 años. Entran los niños entonces en una etapa de frases y oraciones simples (de dos años seis meses a tres años seis meses de edad). Sus emisiones son breves y algunas dependen del contexto, pero estas ya son reconocidas por el adulto como frases u oraciones. Existen funciones de sujeto y predicado. Luego viene la etapa de oraciones complejas (de los tres- cuatro años en adelante), cuando su comunicación verbal es más fluida; sus emisiones son más largas y libres de contexto. Sus oraciones complejas se forman de la unión de varias oraciones simples. Los avances posteriores son poco perceptibles. Desde el punto de vista fonológico, se observa que, a la edad de tres a tres años y medio, los niños han adquirido los sonidos m, ch, ñ, k, t, y, p, n, l, f, y los diptongos ua y ue. Entre los cuatro y los cuatro años y medio, adquieren r, b, g, pl, bl, y el diptongo ie. Entre los cinco y los cinco años y medio, los niños de este estudio adquirieron los grupos kl, br, fl, kr, gr y los diptongos au y ei. Por último, entre los seis y los seis años y medio, se observa la adquisición de los fonemas s, rr, de los grupos pr, gl, fr, tr y del diptongo eo. Debe concebirse el desarrollo del lenguaje como un proceso de aprendizaje socio fisiológico único e indivisible (Edupeques, 2014). Es necesario distinguir, aunque no tajantemente, entre el crecimiento, que es el aumento de las dimensiones de la masa corporal, motivada por el aumento, así como por el incremento de la sustancia intercelular, del desarrollo, que es un proceso de maduración progresiva de las estructuras y funciones unidas al cambio de tamaño. Es importante para el desarrollo, poder contar con un espacio y ambiente adecuados con la ayuda de las personas asignadas para el cuidado. Como podemos observar, el desarrollo tiene múltiples factores y para que éstos se den lo ideal es que se faciliten los mismos en el momento indicado y durante el tiempo adecuado; por eso es tan importante el concepto de la estimulación adecuada y no la estimulación temprana la cual tuvo un auge hace unos años siendo este concepto revaluado posteriormente. Proporcionarle al niño un ambiente adecuado y rico en estímulos favorecerá el desarrollo de habilidades propias de un aprendizaje.