Modelos de Equilibrio General

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MODELOS DE EQUILIBRIO GENERAL: UNA VISTA GENERAL

Rómulo A. Chumacero Central


Bank of Chile and Universidad de Chile
Klaus Schmidt-Hebbel
Central Bank of Chile
El desarrollo de los modelos de equilibrio general (MEG) tiene sus raíces en la economía desde
hace mucho tiempo, tanto a nivel teórico como como herramienta para el análisis empírico. La
teoría y modelado del equilibrio general han demostrado ser relevantes y útiles para comprender las
interacciones económicas entre los mercados y los agentes en economías modernas complejas y la
determinación de precios y cantidades como resultado de estas interacciones. Los MEG aplicados se
han desarrollado y utilizado para abordar una amplia gama de preguntas teóricas y cuestiones
empíricas/políticas, en campos como la macroeconomía, el comercio internacional, las finanzas
públicas y el análisis ambiental, entre otros. Los MEG se utilizan para diversos fines, incluida la
simulación de cambios de política y respuestas a choques exógenos, así como la previsión de
variables (principalmente macroeconómicas).
Siguiendo la experiencia internacional, el análisis y modelado de equilibrio general se aplican cada
vez más como herramientas que ayudan a comprender mejor la economía chilena. Los MEG se
desarrollan y utilizan en Chile en una amplia gama de preguntas y áreas de política, incluyendo la
macroeconomía, el comercio, el medio ambiente y la política fiscal. El propósito de este libro, el
primero de su tipo en Chile, es publicar una colección representativa de investigaciones recientes
sobre MEG y aplicaciones que ilustren la utilidad y relevancia de las herramientas de vanguardia de
equilibrio general para comprender mejor la estructura agregada y la respuesta política de la
economía chilena. Deberían ser de interés para académicos y responsables políticos en Chile y en
otros lugares, por varias razones.
En primer lugar, Chile es conocido por implementar políticas económicas audaces e innovadoras.
Los organismos políticos de Chile, sus líderes y su sociedad en general, han considerado seriamente
las reformas políticas propuestas por los economistas. La profesión ha correspondido a esta
confianza proporcionando evaluaciones cuidadosas de las políticas, formalizando y cuantificando
sus posibles efectos utilizando los tipos de modelos presentados en este libro.
En segundo lugar, este volumen publica una variedad de elecciones metodológicas disponibles para
abordar cuestiones clave. La cuidadosa combinación de consideraciones empíricas y teóricas
informa al usuario sobre las fortalezas y debilidades del modelo y los tipos de preguntas que pueden
abordar.
Tercero, este volumen también presenta algunas contribuciones metodológicas novedosas a la
literatura empírica y teórica sobre modelos de equilibrio general. Temas como cómo caracterizar
mejor las interacciones dinámicas entre agentes o cómo combinar modelos teóricos y
econométricos, junto con una presentación de las limitaciones de algunas de las elecciones de
modelado disponibles, son de interés para una amplia audiencia con intereses académicos y
aplicados.
Finalmente, al reunir una amplia muestra de investigación y aplicaciones de vanguardia de MEG en
cuestiones de política, esperamos motivar futuras investigaciones sobre estos temas y nuevas áreas
de política, así como preguntas que no se hayan sometido previamente a modelado de equilibrio
general.
¿Qué es un MEG y dónde están los límites entre un MEG y un modelo que no es de equilibrio
general? Limitamos nuestra revisión a modelos que tratan las interacciones entre las decisiones
económicas de diferentes agregaciones de agentes y en diferentes mercados, representando una
parte dominante de una economía. Sin embargo, estos límites son difusos en la práctica, por lo que
nuestras decisiones sobre la inclusión o exclusión de modelos particulares en esta revisión pueden
ser objeto de debate.
La siguiente sección proporciona una breve visión general del desarrollo y la aplicación de tres
familias de MEG que son relevantes para este libro. Luego, hacemos referencia selectivamente a los
MEG desarrollados previamente para Chile. En este contexto histórico, resumimos el alcance y los
principales resultados de los MEG presentados en cada uno de los capítulos de este libro.
Concluimos con observaciones finales.
1. MODELADO DE EQUILIBRIO GENERAL
El análisis de equilibrio general marca una antigua tradición en la economía que comenzó en el
siglo XIX. El modelado de equilibrio general se desarrolló en el período de entreguerras y fue
impulsado por avances matemáticos y computacionales desde la década de 1960. A continuación,
describiremos el desarrollo internacional de tres familias importantes de modelos: los MEG
macroeconómicos, los modelos de equilibrio general computable (CGE) y los modelos de
generaciones superpuestas (OLG). También señalamos que los límites entre las familias de modelos
y nuestra decisión de incluir o excluir modelos particulares pueden ser arbitrarios.
1.1 MEG Macroeconómicos
El análisis de fenómenos económicos agregados desde una perspectiva de equilibrio general
comenzó con la publicación de "Eléments" de Walras a finales del siglo XIX (Walras, 1874). Sin
embargo, no fue hasta la "Teoría General" de Keynes que el análisis de equilibrio general se
desarrolló por primera vez para comprender las fluctuaciones macroeconómicas en general y la
Gran Depresión en particular (Keynes, [1936] 1964). La modelización de los mercados de bienes,
financieros y laborales permitió un tratamiento unificado de los efectos a corto y medio plazo de las
políticas macroeconómicas sobre la producción, lo que proporcionó un pilar fundamental para el
debate en curso entre diferentes corrientes del pensamiento macroeconómico.
El marco cualitativo de Keynes desencadenó una nueva generación de ideas y literatura que tenía
como objetivo proporcionar estructura y formalidad al análisis macroeconómico de equilibrio
general. Hicks (1936) realizó una importante contribución al especificar un sistema de ecuaciones
simultáneas para diferentes mercados. El primer tratamiento del análisis de equilibrio general
dinámico se puede rastrear hasta el trabajo posterior de Hicks (1939), así como al estudio de La
Volpe (1936), en el cual el comportamiento actual está influenciado por expectativas hacia atrás y
hacia adelante. Arrow y Debreu (1954) lograron avances significativos en el tratamiento de la
incertidumbre en el análisis de equilibrio general al modelar reclamaciones de activos contingentes
necesarios para la completación del mercado.
Patinkin (1956) formalizó aún más los modelos macroeconómicos de equilibrio general, al derivar
explícitamente ecuaciones de oferta y demanda a partir de fundamentos microeconómicos,
incorporando teoría del valor y de la firma, respectivamente. La construcción de modelos pioneros
de Tinbergen (1939), que se extendió desde la década de 1930 hasta la de 1960, y el apoyo de la
Cowles Commission a la modelización, contribuyeron enormemente a los avances en el desarrollo
de modelos macroeconométricos aplicados para pronósticos y análisis de políticas. El progreso
paralelo en la potencia informática llevó a la construcción y uso de modelos macroeconómicos de
ecuaciones simultáneas a gran escala, que a menudo comprendían cientos de ecuaciones. Un
ejemplo destacado es el modelo Federal Reserve Bank-MIT-Penn para Estados Unidos (Zellner,
1969). Esta clase de modelos keynesianos, que vivieron su apogeo en las décadas de 1960 y 1970,
se utilizó ampliamente para el análisis y las proyecciones macroeconómicas.
Los modelos de dos brechas para economías en desarrollo representan otra vertiente de los modelos
keynesianos que generalizan el modelo de crecimiento Harrod-Domar. Bajo precios fijos, una
restricción de recursos extranjeros vinculante limita el crecimiento a través de la inversión o las
importaciones (Chenery y Bruno, 1962; McKinnon, 1964; Chenery y Strout, 1966). Un gran
número de modelos macroeconométricos y modelos de planificación multisectorial construidos para
países en desarrollo desde la década de 1960 hasta la de 1980 tenían al modelo de dos brechas en su
núcleo.
Una vertiente extrema de modelado macroeconómico keynesiano basada en rigideces de precios y
desempleo son los MEG de desequilibrio de mercado (Barro y Grossman, 1971; Benassy, 1982).
Esta literatura, en su mayoría teórica y en gran parte abandonada, lleva la rigidez de precios al
límite, derivando los efectos de desequilibrio que se producen en un mercado y se propagan a otros
en un marco multi-mercado walrasiano. Los modelos de programación financiera desarrollados en
el FMI en la década de 1960 representan un enfoque bastante diferente para la modelización del
equilibrio general macroeconómico. El núcleo de estos modelos está compuesto por restricciones
presupuestarias de flujo para el gobierno y el sector externo (la restricción de la balanza de pagos),
una condición de equilibrio en los mercados de bienes (ahorro-inversión), una ecuación de oferta
monetaria y algunas ecuaciones de comportamiento. Los modelos de programación financiera
todavía se aplican en la actualidad para fines de programación presupuestaria y monetaria en
algunos países y en el trabajo a nivel de país en el FMI.
Las familias de modelos macroeconómicos keynesianos, y también los modelos de programación
financiera, generalmente carecían de fundamentos microeconómicos, no eran consistentes con
restricciones presupuestarias intra e intertemporales, no trataban las expectativas de manera
satisfactoria y no tenían un equilibrio de estado estacionario bien definido. Con el beneficio de la
retrospectiva, fueron severamente afectados por la crítica de Lucas (1976), que implicaba que su
especificación no era útil para analizar los efectos de cambios en políticas, ya que los agentes con
visión de futuro modificarían su comportamiento en respuesta a ellos.
Un cambio paradigmático en la macroeconomía, y por lo tanto en el modelado de equilibrio general
macroeconómico, se produjo con la revolución de las expectativas racionales. Basados en la
perspicaz pero durante mucho tiempo ignorada idea de Muth (1961), Lucas (1972) y Sargent (1973)
enfatizaron que en entornos dinámicos con agentes que miran hacia el futuro, el mecanismo a través
del cual se forman las expectativas debe ser explícitamente declarado. La crítica de Lucas (1976) a
la evaluación de políticas econometrías y el manifiesto de Lucas y Sargent (1981) sellaron el
destino de los una vez poderosos modelos macroeconómicos macroeconómetros a gran escala en
favor de modelos macroeconómicos internamente consistentes y basados en fundamentos
microeconómicos. Estos avances fomentaron la investigación sobre herramientas teóricas necesarias
para comprender y caracterizar los resultados de equilibrio de los nuevos modelos y para desarrollar
técnicas numéricas necesarias para resolver, simular y estimarlos. El progreso tecnológico y la
accesibilidad de métodos computacionales más baratos y rápidos también han desempeñado un
papel importante en la caracterización de propiedades clave de estructuras cada vez más complejas.
La consideración de un entorno estocástico, fundamentos microeconómicos y expectativas
racionales dio lugar a la nueva literatura sobre modelos de ciclo económico real (RBC), iniciada por
Kydland y Prescott (1982) y Long y Plosser (1983). Los modelos RBC desarrollaron explicaciones
para las fluctuaciones a corto plazo impulsadas en gran medida por choques tecnológicos.
La literatura del Nuevo Keynesianismo incorporó expectativas racionales en modelos
macroeconómicos con rigideces nominales, como contratos de salarios escalonados (Taylor, 1981),
precios escalonados (Calvo, 1983), costos de menú (Mankiw, 1985), salarios eficientes (Shapiro y
Stiglitz, 1984) u otras rigideces reales para explicar las desviaciones a corto plazo del pleno empleo
(Clarida, Galí y Gertler, 1999).
El modelo Redux de Obstfeld y Rogoff (1995) abrió el camino para el rápido desarrollo de modelos
microfundados de expectativas racionales para economías abiertas, lo que llegó a conocerse como la
nueva macroeconomía de la economía abierta (Lane, 2001).
Una gran desventaja de muchos modelos estructurales empíricos basados únicamente en
fundamentos microeconómicos, reflejada en una especificación escasa que evita la inclusión ad hoc
de variables, es su escaso seguimiento de las dinámicas a corto plazo y su capacidad predictiva
insatisfactoria a corto plazo. Esto (y la crítica de Sims en 1980 a los modelos macroeconómicos
macroeconómetros a gran escala) ha llevado al desarrollo de modelos de vectores autorregresivos
no estructurales (y semiestructurales), basados en relaciones dinámicas observadas estadísticamente
entre un pequeño número de variables macroeconómicas clave. Los VAR se utilizan popularmente
para generar respuestas de impulso a choques temporales, descomposiciones de varianza y
proyecciones a corto plazo, pero debido a que carecen de estructura de comportamiento, no son
útiles para comprender relaciones estructurales, generar proyecciones a largo plazo o simular
cambios permanentes en variables predeterminadas. Por lo tanto, los VAR son útiles desde el punto
de vista empírico, pero no son más que herramientas complementarias para los modelos
estructurales de equilibrio general en el análisis empírico.
Los avances recientes en el modelado de equilibrio general macroeconómico se representan
mediante modelos de economía abierta de tamaño mediano que combinan una estructura estocástica
rica con expectativas racionales y fundamentos microeconómicos. Algunos de ellos también
incluyen competencia imperfecta en los mercados de bienes, trabajo, activos y financieros, con
rigideces nominales o reales (o ambas) a corto plazo. Ejemplos de esta llamada nueva síntesis
neoclásica con elementos keynesianos incluyen Smets y Wouters (2003) y Laxton y Pesenti (2003).
1.2 Modelos de Equilibrio General Computable (CGE)
Más allá de la macroeconomía, una familia de modelos denominados modelos de equilibrio general
computable (CGE) se centra en cuestiones relacionadas con la asignación de recursos en diferentes
sectores de oferta, precios relativos de bienes y factores de producción, y niveles de bienestar de
diferentes grupos de ingresos. Los modelos de planificación a nivel de toda la economía,
desarrollados entre las décadas de 1950 y 1970, fueron precursores de los modelos CGE. Los
modelos de planificación, utilizados en países con un gran papel gubernamental en la determinación
de los precios y cantidades del sector, combinaban análisis de políticas macroeconómicas (y en
particular fiscales) con presupuestos y planificación agregados y a nivel de sectores. Los modelos
de planificación multisectorial se basaban en matrices de contabilidad social, que integraban las
cuentas fiscales, de balanza de pagos y nacionales. Muchos modelos de planificación para países en
desarrollo incorporaban modelos de dos brechas para una restricción de recursos extranjeros
vinculante. Por lo general, estos modelos carecían de fundamentos microeconómicos a nivel de
agentes económicos y de determinación de precios endógenos, pero algunos se basaban en la
optimización explícita de una función objetivo de planificación central.
Los modelos CGE con precios endógenos surgieron de los modelos de planificación multisectorial
de la década de 1960. Johansen (1960) desarrolló el primer modelo empírico con una estructura de
varios sectores y precios endógenos para analizar el crecimiento económico en Noruega. Harberger
(1962) hizo lo propio, proporcionando la primera aplicación numérica para el análisis de políticas
fiscales en un modelo de dos sectores. Scarf (1967) contribuyó con avances en el desarrollo de
algoritmos para resolver modelos cada vez más complejos. Desde entonces, el desarrollo de
modelos CGE ha crecido exponencialmente. Sus campos de aplicación incluyen política fiscal y
tributación óptima (por ejemplo, Slemrod, 1983), política comercial (Devarajan y Rodrik, 1989),
distribución del ingreso (Bandara, 1991), desarrollo sectorial (como Robinson y otros, 1993, para la
agricultura) y cuestiones ambientales (Kokoski y Smith, 1987).
Los modelos CGE más recientes en cuestiones comerciales han proporcionado mediciones de los
efectos de la reducción de aranceles bilaterales y multilaterales derivados de acuerdos de libre
comercio regionales, particularmente dentro de la Unión Europea. Estos modelos permiten la
evaluación no solo de los efectos comerciales agregados, de productividad y de producción de la
integración comercial, sino también de los efectos en el bienestar, las transferencias y la movilidad
laboral, tanto entre sectores como entre trabajadores con diferentes habilidades (por ejemplo, Rollo
y Smith, 1993; Keuschnigg y Kohler, 2000). Los CGE en cuestiones medioambientales incluyen
mediciones de los efectos intergeneracionales y multisectoriales de políticas como la reducción de
los niveles permitidos de emisiones tóxicas toleradas, el aumento de los impuestos ambientales
(verdes) y la imposición de la extracción minera (Bohringer y Rutherford, 1996; Rutherford, 2000;
Jensen, 2000).
Los modelos estándar de Equilibrio General Computable (CGE, por sus siglas en inglés) se
desagregan por sectores de oferta, industrias, regiones y países, proporcionando un sistema de
ecuaciones de demanda y oferta de sectores. Las condiciones de equilibrio del sector, con un
tratamiento adecuado de la interdependencia y la consistencia agregada, determinan el equilibrio
general de la economía. Una vez que se encuentra y se determina numéricamente una solución base,
se pueden evaluar los efectos de cambios específicos de políticas en los precios y cantidades de
equilibrio, así como en los niveles de bienestar de diferentes grupos de población. Al igual que en el
caso de todas las familias de Modelos de Equilibrio General (GEM, por sus siglas en inglés), los
modelos CGE han progresado significativamente en sus fundamentos teóricos y complejidad
computacional en las últimas tres décadas. El comportamiento basado en fundamentos
microeconómicos se ha incorporado en los sistemas de ecuaciones de oferta y demanda de los CGE
desde finales de la década de 1970. Esta caracterización walrasiana de una economía que considera
interacciones basadas en fundamentos microeconómicos de mercados de bienes y factores se
remonta a contribuciones como la aplicación de De Melo (1977) al análisis de políticas comerciales.
Más recientemente, el desarrollo de los CGE ha pasado de modelos estáticos tradicionales a
modelos verdaderamente dinámicos consistentes con la optimización intertemporal (por ejemplo,
Harrison y otros, 2000; Dixon y Rimmer, 2002; Bell, Devarajan y Gersbach, 2003).
1.3 Modelos de Generaciones Superpuestas
Otra familia de Modelos de Equilibrio General (GEM) incluye los modelos de Generaciones
Superpuestas (OLG, por sus siglas en inglés), que analizan las propiedades de equilibrio general y
la dinámica de crecimiento de las economías habitadas por cohortes de población finita que difieren
en edad. Los modelos OLG comenzaron con el trabajo teórico pionero de dos cohortes de OLG de
Samuelson (1958) y Diamond (1965). Feldstein (1974) proporcionó valiosos conocimientos sobre
política fiscal al analizar transferencias intergeneracionales y los efectos a largo plazo de políticas
fiscales alternativas en su marco simplificado. Auerbach y Kotlikoff (1987) extendieron el marco
básico de OLG para considerar un entorno realista con cincuenta y cinco generaciones superpuestas
anuales y una especificación más desarrollada de preferencias y tecnología.
Este modelo de OLG y sus extensiones siguen siendo la herramienta preferida para cuantificar los
efectos macroeconómicos dinámicos de la política fiscal, el cambio demográfico y los sistemas de
pensiones. En el ámbito de la política fiscal, una aplicación importante de los modelos de OLG es la
contabilidad generacional, una variante de OLG utilizada para evaluar la sostenibilidad fiscal y los
efectos intergeneracionales en ingresos y bienestar de diferentes programas gubernamentales.
Siguiendo el trabajo inicial de Auerbach, Gokhale y Kotlikoff (1994), la contabilidad generacional
se ha aplicado para evaluar políticas fiscales en un gran número de países (Kotlikoff y
Raffelhüschen, 1999). Desde la década de 1990, se han desarrollado aplicaciones de OLG para
evaluar los efectos dinámicos de los sistemas de pensiones y reformas en numerosos países (por
ejemplo, Huang, Imrohoroglu y Sargent, 1997). El importante progreso en el desarrollo de software
y la capacidad computacional ha facilitado la aplicación de modelos de país OLG cada vez más
complejos.
1.4 Los GEM Hoy y en el Futuro
Los modelos de equilibrio general dinámico de hoy en día proporcionan una poderosa herramienta
para analizar el impacto de diferentes políticas en representaciones cada vez más complejas de las
economías del mundo real. La amplia gama de modelos disponibles hoy en día ofrece diferentes
combinaciones de características deseables clave, que incluyen el tratamiento de la dinámica,
generaciones superpuestas, agentes heterogéneos, múltiples sectores y un tratamiento adecuado de
la incertidumbre y las expectativas. El campo todavía tiene mucho espacio para progresar, por
ejemplo, en lo que respecta a la formación de expectativas, los mecanismos de aprendizaje y el
tratamiento de modelos mal especificados.
El enorme progreso teórico y tecnológico en la teoría del equilibrio general y sus aplicaciones desde
mediados del siglo XX ha proporcionado ideas clave que no hubieran sido posibles de comprender
mediante modelos más simples y su tratamiento limitado de la dinámica, la heterogeneidad de
agentes, la incertidumbre, las expectativas, la complejidad del sector y las múltiples generaciones.
Los GEM han proporcionado un marco para llevar a cabo una rica discusión intelectual sobre los
peligros y potenciales no evidentes de las reformas políticas y parecen ser la herramienta
indispensable del siglo XXI para evaluar, cuantificar y decidir alternativas de políticas económicas.
En la década de 1960, comenzó la modelización macroeconómica en Chile, aunque su enfoque era
casi exclusivamente la preocupación histórica de política macroeconómica del país: la alta
inflación. Las mentes más destacadas de la época se centraron en explicar la inflación como un
fenómeno estructural o monetario, o de manera ecléctica, como resultado de factores estructurales,
de costos y de demanda combinados. La mayoría de los estudios empíricos se centraron en una sola
ecuación en forma reducida para la inflación o en un sistema de ecuaciones para la inflación
agregada, medidas de inflación sectorial y determinantes cercanos de la inflación, pero no eran
modelos de equilibrio general (véase, por ejemplo, Harberger, 1963; García, 1964; Lüders, 1968;
Cauas, 1970; Behrman, 1973).
Vittorio Corbo y Jere Behrman desarrollaron dos modelos macroeconométricos importantes en la
tradición Keynes-Tinbergen-Klein alrededor de 1970.
El estudio econométrico de Corbo sobre la inflación chilena representa un importante modelo
macroeconométrico de equilibrio general para Chile (Corbo, 1971, 1974). Su modelo de 70
ecuaciones, estimado con datos trimestrales de la década de 1960, incluye ecuaciones de oferta y
demanda agregadas para los mercados de bienes, trabajo y dinero, así como condiciones e
identidades auxiliares. El modelo completo se utilizó para simular los efectos macroeconómicos de
políticas salariales, monetarias e de inversión contrarias a los hechos durante la década de 1960.
La participación de Behrman en Chile durante las décadas de 1960 y 1970 se reflejó en muchas
publicaciones sobre modelos multi-sectoriales y macroeconométricos.5 Su modelo
macroeconométrico de 172 ecuaciones para Chile incluye nueve sectores de producción,
componentes de demanda agregada, dinero endógeno e inflación, así como instrumentos de política
fiscal, monetaria y comercial. El modelo, estimado con datos de 1945-1965, se utilizó para simular
los efectos de políticas fiscales, monetarias, del sector exterior y de ingresos y trabajo (Behrman,
1976, 1977).
Lira (1975a, 1975b) desarrolló un modelo macroeconómico de dos sectores (cobre y no cobre) para
los componentes de la demanda agregada, la producción, el dinero y la inflación. El modelo se
aplicó para simular cambios contrarios a los hechos en las condiciones del mercado del cobre y las
políticas internas en Chile durante 1956-1968.
Schmidt-Hebbel (1978) desarrolló un modelo de dos sectores (bienes comercializados y bienes no
comerciados) basado en el modelo de economía dependiente de Salter-Swan-Corden, con precios
lentos en los bienes no comerciados. El modelo se estimó con datos de 1928-1932 para explicar el
comportamiento de la producción y los precios relativos de los bienes durante la Gran Depresión en
Chile.
Vial (1981) derivó un modelo macroeconométrico para una economía cerrada, con especificación
de componentes de la demanda agregada, oferta y demanda de trabajo, producción, inflación y
salarios, y se estimó con datos de 1960-1976. El modelo se utilizó para simular políticas fiscales,
monetarias y cambiarias contrarias a los hechos durante 1965-1970. El modelo fue extendido por
Vial en varias direcciones, incluyendo una versión de economía abierta, y se utilizó con fines de
pronóstico como parte del Proyecto Link en la Universidad de Pensilvania. Las propiedades y los
resultados de simulación de varias variantes de este modelo para Chile se compararon con modelos
similares desarrollados para otros países (Foxley y Vial, 1986; Vial, 1988; Adams y Vial, 1991). En
la tradición de los modelos de dos brechas, Vial y Le Fort (1986) estimaron modelos pequeños para
el crecimiento de la producción y los componentes de la demanda agregada para Chile y otros
países de América Latina y los utilizaron para simular las restricciones al crecimiento futuro de
1985-1990 impuestas por las restricciones vinculantes de recursos extranjeros.
Corbo (1985) desarrolló un modelo compacto basado en una estructura de economía dependiente de
dos sectores con margen de beneficio keynesiano, una curva de Philips aumentada por la inflación y
desviaciones de la paridad del poder adquisitivo (PPP) de los precios de los bienes transables,
extendiendo el modelo escandinavo. El modelo se centra en la dinámica de precios y salarios en
Chile.
Se hizo un progreso adicional en la década de 1990 hacia el desarrollo de modelos
macroeconómicos de equilibrio general para Chile y su aplicación en preguntas relevantes para la
política. Servén y Solimano (1991) desarrollaron un modelo macroeconométrico empírico para
Chile, con restricciones presupuestarias coherentes y condiciones de equilibrio para los mercados de
bienes y trabajo, que simulan la trayectoria dinámica de la inflación, la tasa de cambio real y la
deuda nacional y extranjera en respuesta a varios choques. Corbo y Solimano (1991) desarrollaron
un modelo macroeconométrico similar y lo aplicaron para simular políticas reales y contrarias a los
hechos, incluyendo la estabilización basada en dinero a mediados de la década de 1970, la
estabilización basada en la tasa de cambio en 1978-82 y la depreciación de la tasa de cambio a
mediados de la década de 1980.
Quiroz (1991), uno de los primeros modelos de equilibrio general estocástico dinámico (DSGE) de
economía abierta publicados en todo el mundo, desarrolló un modelo multisectorial con costos de
ajuste en el mercado laboral para tener en cuenta las propiedades dinámicas de la tasa de cambio
real de Chile. Modelos DSGE posteriores incluyen Quiroz y otros (1991) y Bergoeing y otros
(2002). Schmidt-Hebbel y Servén (1995, 1996) derivaron un modelo de equilibrio general dinámico
determinista basado en la optimización intertemporal y rigideces salariales y de precios a corto
plazo, que utilizaron para simular los efectos macroeconómicos dinámicos de cambios en la política
monetaria y fiscal.
El modelo estructural del Banco Central, denominado MEP (Modelo Estructural de Proyecciones),
es la herramienta actual del Banco para las proyecciones macroeconómicas (Banco Central de
Chile, 2003). Este modelo trimestral proporciona una estructura dinámica rica para los mercados de
bienes, trabajo y financiamiento, incluyendo una función de reacción de política monetaria y la
integración de Chile en los mercados mundiales de bienes y financieros. El modelo está en la
tradición de los modelos neokeynesianos de política monetaria al estilo de Clarida, Galí y Gertler
(1999), con rigideces en los mercados de bienes y trabajo que permiten tener en cuenta desviaciones
a corto y mediano plazo de la capacidad de empleo y producción plena. Sin embargo, carece de
bases microeconómicas, relaciones consistentes entre flujos y stocks y un estado estacionario
endógeno.
2.2 Modelos de Equilibrio General Computable (CGE)
La Oficina de Planificación Nacional de Chile (Odeplan) y el Centro de Estudios Internacionales
del MIT llevaron a cabo de 1968 a 1970 un proyecto conjunto de investigación orientada a políticas.
Gran parte de este proyecto se centró en el desarrollo de un modelo de programación lineal
multisectorial para Chile, basado en la matriz insumo-producto de Chile y las cuentas nacionales. El
modelo es estático y los precios son exógenos. Se caracteriza por diferentes combinaciones de
restricciones vinculantes de divisas, ahorro interno e inversión extranjera (en la tradición de los
modelos de brecha) y se resuelve mediante la maximización de la programación lineal del consumo
privado o el PIB. El modelo se desarrolló en Odeplan y posteriormente en Ceplan y Cieplan en
varias variantes y se utilizó con fines de evaluación y proyección de políticas. Clark y Foxley
(1970a, 1970b, 1973), Clark, Foxley y Jul (1973) y Foxley (1970, 1972, 1975) presentaron y
utilizaron el modelo de programación multisectorial. Las aplicaciones incluyeron la derivación de
trayectorias óptimas de crecimiento, la simulación de estrategias alternativas de desarrollo y
comercio, la simulación de la redistribución de ingresos y consumo, la proyección macroeconómica
y la evaluación de proyectos de inversión.
Taylor (1973a), también como parte del proyecto Odeplan-MIT, desarrolló el primer modelo CGE
para Chile, con dos sectores de producción, tres sectores de consumo, dos tipos de capital y trabajo,
y una restricción vinculante de recursos extranjeros. El modelo, basado en preferencias y tecnología
estáticas, se utiliza para simular la respuesta dinámica (30 años) de la economía chilena a la reforma
comercial y la relajación de las restricciones de recursos extranjeros. Utilizando una variante del
modelo CGE anterior, Taylor (1973b) proyectó las necesidades de divisas de Chile.
Juan E. Coeymans desarrolló a mediados de la década de 1970 un extenso modelo CGE para Chile,
con dieciocho sectores de producción y mercados laborales. Entre otras aplicaciones, el modelo se
utilizó para evaluar los efectos de las reformas comerciales y de pensiones en la asignación de
recursos, los precios relativos y el empleo (Coeymans, 1978, 1980). Schmidt-Hebbel (1988)
desarrolló un modelo CGE de cuatro sectores para una economía dependiente para analizar los
efectos de equilibrio general de los choques en los términos de intercambio bajo una restricción
vinculante de recursos extranjeros en Chile. Coeymans y Mundlak (1993) desarrollaron un modelo
CGE de cinco sectores con mercados de bienes y factores para analizar el crecimiento sectorial en
Chile durante 1962-1982 y su sensibilidad a cambios en las políticas y condiciones externas.
Coeymans y Larraín (1994) utilizaron un modelo CGE para simular los efectos de crecimiento de
un posible acuerdo de libre comercio con los Estados Unidos.
El primer modelo OLG para Chile fue desarrollado por Arrau (1991), uno de los primeros modelos
OLG empíricos para evaluar la reforma de pensiones en cualquier país del mundo. Siguiendo a
Auerbach y Kotlikoff (1987), Arrau incorporó ecuaciones con fundamentos microeconómicos,
optimización del consumo intertemporal y un equilibrio de estado estacionario bien definido para
cincuenta y cinco cohortes. Calibró el modelo para Chile y luego lo utilizó para analizar los efectos
dinámicos de la reforma de pensiones de Chile en la producción y el bienestar.
Cifuentes (1994) utilizó el modelo de Auerbach-Kotlikoff, calibrado para Chile, para estimar los
efectos de redistribución intergeneracional de la reforma paramétrica de 1979 (aumento de las
edades de jubilación y cambios en la financiación) del sistema de pensiones de reparto entonces
existente. Posteriormente, Cifuentes (1995), también utilizando el modelo de Auerbach-Kotlikoff,
simuló los efectos macroeconómicos y de bienestar dinámicos y de estado estacionario de
implementar el sistema de reparto en Chile y su posterior reemplazo por el nuevo esquema
totalmente financiado.
3. RESUMEN DE LOS CAPÍTULOS DEL LIBRO
Este volumen recopila doce Modelos de Equilibrio General (GEM, por sus siglas en inglés) para
Chile, desarrollados y aplicados en una variedad de cuestiones y campos. Siete capítulos evalúan
cambios en políticas macroeconómicas y choques externos utilizando GEMs macroeconómicos. De
estos, los dos primeros capítulos desarrollan modelos macroeconométricos lo suficientemente
flexibles como para caracterizar dinámicas a corto y mediano plazo. Los cinco capítulos siguientes
introducen GEMs dinámicos (determinísticos o estocásticos) basados en fundamentos
microeconómicos.
Los tres capítulos siguientes desarrollan modelos CGE (Modelos de Equilibrio General
Computables) multi-sectoriales. De estos, los dos primeros evalúan cambios en la política comercial
y el tercero analiza un aumento en el impuesto a los combustibles. Los dos últimos capítulos del
libro evalúan los efectos de equilibrio general de la tributación laboral (basada en un GEM
dinámico) y de incentivos fiscales para el ahorro voluntario de jubilación (utilizando un modelo
OLG, por sus siglas en inglés).
3.1 GEMs Macroeconómicos
Corbo y Tessada desarrollan un modelo macroeconométrico de pequeña economía abierta para la
brecha de producción, la tasa de política monetaria, la inflación y la tasa de cambio real. El modelo,
estimado con datos trimestrales, se utiliza para simular la respuesta dinámica de variables
endógenas a choques externos y choques de inflación. Los resultados muestran que los choques
adversos en la producción extranjera y en las entradas de capital extranjero tienen efectos negativos
en la producción interna y la inflación, siendo mucho más fuertes en el caso del shock de entrada de
capital; estos efectos se compensan en parte con la flexibilización monetaria endógena del banco
central. Un shock positivo de inflación, que desencadena una respuesta monetaria contractiva, es
más persistente y tiene mayores costos en la producción cuanto mayor (o menor) sea la raíz de
inflación de mirada atrás (mirada adelante).
García, García, Magendzo y Restrepo desarrollan un modelo macroeconométrico de pronóstico de
setenta y dos ecuaciones que amplía el modelo MEP (Modelo Estructural de Proyecciones) del
Banco Central de Chile (Banco Central de Chile, 2003). Su marco comprende una especificación
detallada de los mercados de bienes (que incluye componentes individuales de demanda y oferta
agregada, así como componentes de inflación), mercados financieros y monetarios (que incluyen
una regla de política monetaria), mercados laborales y ecuaciones e identidades auxiliares. El
modelo incluye condiciones de equilibrio estacionario y se estima con datos trimestrales. El capítulo
también analiza los principales hechos estilizados de la economía chilena y los mecanismos de
transmisión de la política monetaria reflejados en el modelo. Se aplican simulaciones del modelo
para reportar la respuesta dinámica de las principales variables macroeconómicas a un shock
monetario temporal, que se comparan con las respuestas impulsivas de un modelo VAR. El capítulo
también presenta simulaciones de la respuesta dinámica a shocks permanentes en el gasto
gubernamental y los precios internacionales.
Gallego, Schmidt-Hebbel y Servén desarrollan un modelo macroeconométrico dinámico y
determinista de economía abierta para simular los efectos de shocks externos y cambios en la
política. El modelo se basa en la optimización intertemporal del consumo y la producción, cinco
tipos de activos (incluyendo dinero), consumidores y empresas heterogéneos, rigideces de precios y
salarios nominales a corto plazo que permiten el desempleo a corto plazo, y un equilibrio
estacionario de pleno empleo endógeno. El modelo de treinta y dos ecuaciones se calibra con
valores plausibles de los parámetros y estimaciones econométricas basadas en datos trimestrales.
Los resultados de las simulaciones informan sobre la respuesta dinámica de las variables endógenas
a la combinación de shocks externos adversos, política fiscal expansiva y política monetaria
contractiva observada en 1997-99, que contribuyó a la recesión de Chile en 1998-99.
Chumacero y Fuentes combinan modelos de series temporales y modelos DSGE (Dynamic
Stochastic General Equilibrium) para evaluar los determinantes del proceso de crecimiento de Chile
desde 1960. Su modelo DSGE incorpora el precio relativo de la inversión con respecto a los bienes
de consumo, los términos de intercambio y los impuestos distorsionantes, y lo utilizan para replicar
las funciones de respuesta a impulsos encontradas en los datos. En particular, sus simulaciones
sugieren que las políticas fiscales distorsionantes pueden contrarrestar los beneficios de mejoras en
la calidad del capital y aumentar la volatilidad de la economía.
Duncan desarrolla un modelo DSGE para replicar varias características de la economía chilena
desde 1986. El modelo de economía abierta se basa en la optimización intertemporal por agentes
representativos, con dinero incluido como argumento en la utilidad de los hogares. La calibración
del modelo se basa en valores plausibles de parámetros y estimaciones de series temporales
macroeconómicas. El modelo se utiliza para proporcionar una explicación de lo que se ha
denominado el "puzzle de los precios", es decir, la co-movilidad positiva entre la tasa de interés y la
inflación. Las simulaciones, que respaldan el puzzle de los precios, sugieren que esta relación se
debe a la dominancia del efecto Fisher, fortalecido por la presencia de una regla de Taylor que
depende positivamente de las desviaciones de la inflación. Las respuestas impulsivas de un VAR
coinciden razonablemente con las simulaciones basadas en el modelo estructural DSGE.
Bergoeing y Soto consideran varios modelos DSGE y evalúan la relevancia empírica de las
rigideces nominales y las políticas macroeconómicas para el comportamiento del consumo, la
inversión, la inflación y los precios de los factores. Los modelos comparten varias características,
incluida la optimización intertemporal por agentes representativos en una economía cerrada.
Difieren en la magnitud de los choques tecnológicos, la existencia de rigideces reales (es decir,
rigideces en el mercado laboral y el gasto gubernamental), la inclusión de dinero (a través de una
restricción de efectivo por adelantado) y la existencia de rigideces nominales. Los autores comparan
la capacidad de los modelos para coincidir con las características del ciclo económico de la
economía chilena: la economía con gasto gubernamental e indivisibilidad laboral se ajusta mejor a
los datos.
Chumacero presenta un modelo DSGE de una economía pequeña que se puede utilizar para evaluar
los efectos de políticas monetarias y fiscales alternativas. Se presenta una metodología constructiva
para comparar modelos teóricos alternativos, y se eligen los parámetros del modelo de manera que
se reproduzcan las estimaciones de un modelo VAR identificado para la economía chilena. Se
discuten varios aspectos metodológicos novedosos relacionados con la conexión entre la
modelización teórica y empírica. El artículo también muestra que las funciones de respuesta a
impulsos obtenidas con VAR pueden ser engañosas. Una característica distintiva de este modelo es
que introduce explícitamente a inversores extranjeros y resuelve su problema de optimización.
Harrison, Rutherford y Tarr desarrollan un modelo CGE de veinticuatro sectores y once regiones
para la economía mundial, en la que se incluye a Chile y sus diez principales socios comerciales.
Este modelo se basa en un modelo CGE mundial previo de estructura similar, pero sin Chile como
una de las regiones mundiales (Harrison, Rutherford y Tarr, 1997). Las ecuaciones del modelo se
derivan de la optimización estática del consumidor y del productor. El modelo se calibra con datos
mundiales de 1996 del Proyecto de Análisis del Comercio Global (GTAP), pero permite diferentes
valores para la elasticidad de sustitución entre las importaciones de Chile y otros países. El modelo
se utiliza para cuantificar los cambios en el bienestar del consumidor causados por una gran
cantidad de reformas comerciales en Chile, a nivel regional y mundial. Los cálculos se basan en
ganancias de creación de comercio, pérdidas por desviación comercial y (en el caso de acuerdos
comerciales) ganancias de acceso al mercado, con diferentes impuestos de reemplazo. Los
resultados muestran que la estrategia de regionalismo aditivo de Chile (en la que entra en sucesivos
acuerdos comerciales regionales y de libre comercio) domina la apertura comercial unilateral, que
unirse a Nafta domina unirse a Mercosur y que las pérdidas de unirse a Mercosur con aranceles
uniformes moderados se convierten en pequeñas ganancias con un arancel uniforme más bajo.
O’Ryan, De Miguel y Miller aplican su modelo CGE (llamado Ecogem) para evaluar los efectos
agregados y sectoriales de aumentar los impuestos sobre los combustibles. Ecogem (O’Ryan, Miller
y De Miguel, 2003) es un modelo multisectorial basado en la optimización estática de hogares y
empresas, con consumidores heterogéneos divididos en clases de ingresos, fuerza laboral
heterogénea, producción compleja, varios impuestos y transferencias, y comercio exterior
endógeno. El modelo también considera los daños ambientales (contaminación del aire) derivados
de la emisión de diversos contaminantes por parte de los sectores de producción que utilizan energía
(sin efecto en la utilidad de los hogares). La versión de Ecogem utilizada aquí, basada en la matriz
de contabilidad social de Chile de 1996, comprende diecisiete sectores de producción, dos clases de
trabajadores y cinco sectores de hogares. Los autores utilizan el modelo para simular los efectos de
una política ambiental en forma de impuestos más altos sobre los combustibles, con los ingresos
gubernamentales adicionales financiando una inversión más alta o reduciendo los aranceles
comerciales. Los resultados muestran una gran reducción en la contaminación del aire en Santiago;
una reducción en el PIB, el ingreso y el bienestar de todos los hogares; y cambios en la asignación
de recursos y la distribución de ingresos de los hogares. Estos efectos se atenúan cuando los
mayores ingresos fiscales se compensan con aranceles comerciales más bajos.
Holland, Figueroa, Álvarez y Gilbert desarrollan un modelo CGE para cuantificar los efectos
agregados y sectoriales de la eliminación de los precios bandas y los aranceles sobre los productos
agrícolas. Este modelo multisectorial se basa en la optimización estática de hogares y empresas.
Hay diferencias entre los hogares urbanos y rurales y niveles de desempleo que dan lugar a la
migración urbano-rural en condiciones de movilidad laboral imperfecta. El modelo utilizado aquí
abarca cincuenta sectores de producción y se calibra según la base de datos GTAP4 internacional
(versión de 1995) y la Encuesta Casen de Chile de 1996. El modelo se aplica para simular los
efectos de eliminar las bandas de precios de trigo, azúcar y aceites (que protegen la producción
nacional de estos productos) y la eliminación completa de los aranceles agrícolas. La eliminación de
las tres bandas de precios se muestra como un pequeño aumento en el bienestar y cambios
importantes en la producción y las importaciones de los tres sectores afectados. Sin embargo, según
su modelo, la eliminación de todos los aranceles agrícolas conduce a un menor bienestar, lo que
refleja la influencia negativa de las distorsiones no eliminables (como el desempleo urbano y la
movilidad laboral imperfecta), que superan con creces las ganancias de eficiencia de la reducción de
aranceles.
Bergoeing, Morandé y Piguillem desarrollan un GEM dinámico determinista para explicar los
cambios en las contribuciones del capital, el trabajo y la productividad total de los factores (PTF) al
crecimiento observados en 1981–2002, con un enfoque en el período reciente de 1998–2002. El
modelo se basa en un agente representativo con optimización intertemporal del consumo y el ocio
(anidando la maximización estática de beneficios por una empresa representativa) en una economía
cerrada de pleno empleo con impuestos al trabajo y al capital. La calibración del modelo se basa en
datos históricos y valores plausibles para los parámetros fundamentales. El artículo informa cinco
ejercicios de simulación, basados en diferentes combinaciones de tasas impositivas al trabajo y al
capital y tasas de crecimiento de la PTF. Un aumento en los impuestos al trabajo, interpretado como
la combinación de salarios mínimos más altos y costos de contratación anticipados más grandes, se
ajusta mejor a las contribuciones de los determinantes del crecimiento, especialmente el empleo, al
crecimiento en 1998–2002.
Conclusiones Finales
Finalmente, Cifuentes desarrolla un modelo OLG para evaluar los efectos de equilibrio general de
los incentivos fiscales de Chile para el ahorro voluntario para la jubilación, que han estado en vigor
desde 1981 pero se extendieron en 2002. Su modelo, basado en Cifuentes y Valdés-Prieto (1997),
amplía el marco estándar de Auerbach y Kotlikoff (1987) mediante la introducción de sesenta
cohortes superpuestas, hogares heterogéneos que difieren en tasas de descuento subjetivas y niveles
de educación (y, por lo tanto, ingresos) y diferencias en tasas marginales de impuestos sobre la
renta, que son todas características clave para evaluar de manera realista el ahorro voluntario para la
jubilación. La calibración del modelo se basa en datos relevantes de bases de datos
macroeconómicas y microeconómicas y estudios previos. Se informan resultados de equilibrio
parcial, equilibrio general de estado estacionario y equilibrio general de transición dinámica para
diferentes elecciones de calibración del modelo. Se muestra que el ahorro voluntario para la
jubilación aumenta el ahorro voluntario (y obligatorio) de fondos de pensiones, el capital, los
ingresos y el bienestar en el nuevo estado estacionario (es decir, a muy largo plazo). Los resultados
de la simulación de la transición dinámica también muestran que el ahorro voluntario para la
jubilación provoca un aumento monótono del ahorro para la jubilación y el capital. Sin embargo,
dado que se requieren impuestos al valor agregado más altos para compensar los impuestos más
bajos sobre la renta en las primeras décadas, el bienestar de las cohortes de transición,
especialmente los grupos de bajos ingresos que no se benefician del ahorro voluntario para la
jubilación, disminuye.
El amplio alcance de los temas cubiertos y el amplio espectro de opciones metodológicas
presentadas en este volumen muestran cuán activa está la profesión en la caracterización más
precisa de la economía chilena y la evaluación de reformas políticas. El contraste vigoroso de
diferentes perspectivas y el riguroso debate académico de estos temas son invaluables para tomar
decisiones políticas más informadas. Los modelos son útiles si pueden describir con precisión el
problema en cuestión y si pueden explicar por qué las variables de interés responden de una manera
determinada a una perturbación. Los modelos puramente empíricos a veces proporcionan una buena
caracterización estadística de los datos, pero suelen ser silenciosos en lo que respecta a la estructura
económica que rige los procesos de datos. Por otro lado, los modelos teóricos estilizados pueden ser
ricos en estructura pero deficientes para acomodar el comportamiento observado. Creemos que el
uso de GEMs que combinen ambas dimensiones es importante. La profesión requiere herramientas
que no solo se ajusten a los datos, sino que también sean capaces de explicar las relaciones causales
detrás de los datos. Este volumen muestra una muestra de las mejores herramientas disponibles en
la actualidad.

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