Suárez, F - Introduccion A La Sociología de Las Organizaciones
Suárez, F - Introduccion A La Sociología de Las Organizaciones
Suárez, F - Introduccion A La Sociología de Las Organizaciones
F. Suárez
Introducción al estudio de la
sociología de la organización
—1975—
Primera parte
Suele ser tedioso el intentar definir los límites y significados de una especialidad o
sub-especialidad del saber humano. Más importante es sin lugar a dudas comenzar
a hablar sobre las cosas a que se refiere ese saber; no solo más importante sino
que mucho más interesante y quizás más ilustrativo de lo que es el alcance de la
disciplina que se quiere estudiar.
Pero varios años del dictado de la materia me han resignado y convencido que, a
pesar de lo afirmado anteriormente, no es fácil obviar un intento de delimitación
si se quiere evitar confusiones iniciales.
La segunda, Renate Mayntz plantea que los rasgos comunes que estas entidades
tienen efectivamente son: 1ro «ser formaciones sociales, totalidades articuladas,
con un círculo previsible de miembros y una diferenciación interna de funciones».
En 2do lugar el estar orientada de una manera consciente hacia fines y objetivos
específicos. En 3ro lugar tienen en común el estar configuradas racionalmente, al
menos en su intención con vistas al logro de estos fines u objetivos (ser antes
organizados, estructurados).
La infinidad de las organizaciones, el papel que ellas juegan como mediadoras entre
los individuos y los valores que intentan institucionalizar y su papel de agentes
u oponentes del cambio les han asignado tal importancia que han sido objeto de
estudio por parte de diferentes científicos sociales entre ellos la Sociología.
Desde el punto de vista del individuo, los problemas objeto de atención son prin-
cipalmente aquellos referidos al tipo y grado de participación y pertenencia en y a
diversas organizaciones. Las motivaciones que lo llevan a participar, permanecer
y ascender dentro de ellas. Su comportamiento y reacciones, etc.
Tanto como la influencia del medio ambiente sobre la organización como el condi-
cionamiento puesto por la acción de los individuos.
Segunda parte
Enfoque de la materia: crítico, contextual y comparativo
Este enfoque contextual se opone a una visión racionalista voluntarista, que su-
pone que lo que sucede dentro de las organizaciones y el logro de sus fines es sólo
el producto de su sabio diseño y una hábil conducción.
Para este tipo de análisis recurriremos a las experiencias locales, cuando ellas se
hubieses desarrollado suficientemente en nuestro medio. También apelaremos a
experiencias vigentes en otros contextos, para poder inferir tendencias posibles
en los procesos de transformación social en naciones con problemáticas afines o
proyectos sociopolíticos convergentes. En otras ocasiones el contraste de formas
organizativas en países con problemáticas y/o proyectos sociopolíticos opuestos
permite también brindar luz sobre la dinámica organizativa.
El enfoque central del curso será crítico de la naturaleza y el origen de los cono-
cimientos en uso en las disciplinas administrativas y especialmente de la literatura
existente en la sociología de las organizaciones.
Tercera parte
Este trabajo pretende ser una guía para orientar la reflexión crítica a realizarse en
los cursos de la cátedra de sociología de la organización y los prolegómenos de un
futuro artículo sobre el tema. La literatura sobre el tema es de tal manera extensa
y heterogénea, que obliga a una selección cuidadosa de las escuelas y enfoques,
que pueda contribuir a esclarecer los elementos subyacentes no explicitados de los
principales enfoques organizacionales. Ante esta situación he optado por recurrir
a las fuentes de las cuales emergen posteriores pensamientos, que se presenta
quizás en forma más compleja y formalizada. Es decir, he optado por referirme
fundamentalmente a los clásicos. De los supuestos y elementos de análisis, he
seleccionado aquellos que puedan ayudar a entender en su globalidad a esta es-
pecialidad sociológica y permitan no sólo desentreñar sus aspectos ideológicos,
sino también su modo de aproximarse a la realidad.
Como estilo, deliberadamente, he elegido aquel que pueda ser más polémico
y presentar de forma más exagerada los rasgos que considero más significativos, a
los efectos de que estos queden más a la vista, sabiendo que con ello se pierde pre-
cisión descriptiva y justicia evaluativa. Otra finalidad es resaltar los vacíos notorios.
Por otro lado, parto del supuesto de que el alumno conoce las teorías o enfoques
a los cuales haré referencia, por haberlos estudiado en otras materias de la carrera
de administración.
Para comenzar, diré, que un elemento común a toda la teoría de las organizacio-
nes es su carácter notoriamente formalista. En este sentido, el deseo de elaborar
No se puede negar que las relaciones sociales y las organizaciones pueden tener
características formales relativamente universales, como el hecho de que todas
tienen estatuidos y reales, cierta forma de división del trabajo vertical y horizontal,
tecnologías de ciertos tipos al servicios de fines generales o parciales, que todas
deben reclutar miembros, que deben ser entrenados y son socializados, y que
se integran de modos diferentes participando en distintos niveles, con distinta
intensidad y dentro de estructuras de comunicación, decisión y distribución de
las recompensas de las más variadas. Que en todas se dan procesos de conflicto,
cambio, cooperación, competencia, estructuras de poder, etc.
Pero esto, si bien nos permite entender un aspecto de la realidad nos oculta otro
no menos importante; eso es la historicidad y articulación global dentro de un todo
mucho más comprensivo y rico en elementos significativos.
Así también, resultaría muy difícil entender la estructura, fines, tecnologías, con-
flictos dentro de los hospitales mentales, sin entender el desarrollo y concepción
de la psicología y psiquiatría en los últimos años, su inserción en nuestro medio,
los fenómenos de clase social asociados a la psicoterapia, etc. Muchas veces este
formulismo nos conduce a la elaboración de lo obvio.
Otra de las características bastantes comunes a las así llamadas teorías de las
organizaciones administrativas es su origen de querer transformar un folklore de
naturaleza prescriptivo proverbial (traducido en un conjunto de recomendaciones
referidas a cómo lograr una administración exitosa, con prácticas gerenciales que
supuestamente maximizan beneficios, eficiencias, relaciones sociales armoniosas,
etc.) en un conocimiento de tipo científico universal, sistemático y encapsulado en
formalizaciones de suma precisión y aparente rigor.
Uno de los elementos débiles de las así llamadas teorías administrativas, organiza-
tivas, es casualmente su pretensión de ser teorías. Pero en la mayoría de los casos
son solo marcos referenciales, es decir, un conjunto de conceptos y categorías útiles
(a veces) como esquemas clasificatorios, otras como orientaciones generales, que
plantean campos de fenómenos significativos para interpretar ciertos aspectos de
la realidad. En otros casos, solo un conjunto de generalizaciones empíricas, inco-
nexas entre sí, inferidas de experiencias muy particulares realizadas probablemente
por un objetivo exitoso y que tienen el valor de la genialidad o simpleza intuitiva
del que desea transmitir sus experiencias.
En este caso se está postulando que todas las partes se interrelacionan entre sí,
intercambiándose aquello por lo cual cada uno de los elementos que componen ese
sistema fue construido. Se da como supuesto cierto grado de equilibrio dinámico.
Otros de los elementos que subyacen a casi todas las escuelas, con excepción de la
escuela marxista, es suponer una concepción de sociedad en la que lo normal es la
armonía de intereses y que los conflictos son elementos patológicos producto de
alguna teoría conspiracionista que atribuye a agentes externos a la organización,
la subversión de un orden natural de mutuo beneficio. La visualización de los res-
ponsables de turno de los conflictos, varía según las situaciones históricas (a veces
los sindicatos o partidos políticos, o las ideologías importadas por los intelectuales)
pero nunca se la conceptualiza como producto de contradicciones internas, que
reflejan intereses dispares entre los integrantes que ocuparan posiciones diversas
dentro de las organizaciones. Otra manera muy común de interpretar los conflictos
es visualizarlos como producto de ruidos en el proceso de comunicación. En este
caso, el conflicto es visualizado como semántico, como aparente y por lo tanto
como algo fácilmente controlable, en base a técnicas de relaciones humanas (tema
que volveremos a tocar cuando hablemos de esta escuela).
Desde aquí, luego de haber visto algunos de los supuestos y orientaciones que
engloban la mayor parte de la producción de conocimientos en este campo de
la sociología y de las disciplinas administrativas, veremos aquellos supuestos,
aproximaciones y orientaciones metodológicas que diferencian a algunas de las
principales escuelas. Otra de las características de casi todas las escuelas es la au-
sencia de los fenómenos de poder, entendiéndose las relaciones de superordinación
y subordinación como fenómenos de coordinación e las tareas, producto de la divi-
sión del trabajo. Coordinación que a lo sumo se traduce en problemas de autoridad
y liderazgo, es decir, solo poder legítimo y carismático. Nunca poder ilegítimo, es
decir, visualizado como opresión de guante blando o duro.
En las primeras (teorías gerenciales) ubican a autores como Henry Fayol, Lyndall
Urwick, Lutther Gulick, James Mooney y Frederick Taylor. Según Hall, estos autores
tienen en común proponer un conjunto de prescripciones de cómo las organizacio-
Las teorías estructuralistas según Hall buscan estudiar qué es lo que produce
la diferencia entre las estructuras de las diversas organizaciones. Dentro de esta
teoría se agrupan autores como M. Weber, T. Burn, G. M. Stalker, P. Lawrence
y J. Lorach, etc.
Bajo el rubro de teorías del individuo se incluyen autores tales como C. Argyris,
Maslow, March y Simon. La preocupación central de esta escuela se centra en el
individuo, sus predisposiciones y los incentivos y recompensas capaces de movilizar
su comportamiento en la línea deseada por los que detentan el poder o la auto-
ridad. Hall ubica dentro de esta corriente a March y Simon, pues ellos consideran
a la organización como un conjunto de individuos embarcados en un proceso de
toma de decisiones y, aunque reconozcan condicionamientos organizacionales, su
marco de referencia está construido alrededor de las motivaciones individuales.
mayoría de las escuelas, que según estos autores han privilegiado en exceso psi-
cosociológicas. Ellos plantean que los factores económicos tienen una anterioridad
a los otros en tanto que actúan como factores de supervivencia.
Por último, en los teóricos del poder Hall ubica a autores como Etzioni y Crozier.
Ponen en evidencia el fenómeno del poder, como el otro gran ausente de las teorías
organizacionales.
Como se puede observar, este esquema clasificatorio adolece de todas las incon-
gruencias mencionadas anteriormente, aportando muy poca luz sobre la proble-
mática en cuestión. Sólo sirve para mostrarnos cuan compartimentalizada por re-
giones geográficas y grupos ideológicos se encuentra la temática organizacional.
En este enfoque se omiten autores, escuelas, etc. de la mayor importancia, tales
como los aportes de la escuela francesa, con autores como G. Friedman, P. Naville,
A. Touraine, S. Mallet, A. Gortz, etc.
A modo de guía, muy tentativa, sugerimos los siguientes aspectos, para analizar lo
que generalmente no se explicita y subyace en la mayoría de las teorías.
3.ro Cuáles son las unidades de análisis, es decir, de quién se está predican-
do determinadas características, En este sentido, las unidades de análisis pueden
ser individuos, grupos, organizaciones, etc. El tener en claro este aspecto ayuda
a obviar el caer en la falacia del nivel equivocado en la explicación de distintos
fenómenos. Es decir, apelar a un nivel orgánico para explicar un nivel social, o a
un nivel psicológico para explicar un nivel cultural de naturaleza superestructural.
En el fondo, este tipo de transposición puede ser útil como elemento mediador
interpretativo, pero difícilmente explicativo sin caer en un reduccionismo simplista.
6.to Qué concepción del hombre subyace a las formulaciones teóricas. O plan-
teado de otra manera, qué modelo psicológico, no explícitamente planteado, puede
encontrarse como substracto de los diferentes enfoques. A título ilustrativo podría-
mos distinguir un esquema estímulo-respuesta propio de una psicología conduc-
tista en cualquiera de sus variantes, que siempre supone un hombre condicionado
por estímulos. Estos se presentan como castigos o recompensas que refuerzan o
inhiben ciertos comportamientos y que operan sobre la base orgánico-biológica
del individuo. En este esquema de hombre no existe mediación mental de ningún
tipo que interprete o defina los estímulos y situaciones desde una interioridad. Casi
se postula universalidad de percepción de estímulos, dada la universalidad orgáni-
co-biológica. Por ende, se supone la igualdad de respuesta ante estímulos similares.
En este caso, las relaciones de poder son sustituidas por relaciones de coordinación
y autoridad cuya función principal es la de persuadir e ilustrar sobre la conveniencia
de adoptar la solución que es la única y mejor de acuerdo a los supuestos de
optimización. El supuesto subyacente ene muchas de estas elaboraciones es el de
la distribución diferencial de la racionalidad en la organización. Los participantes
mayores son los que poseen una racionalidad instrumental plena y los participantes
menores la poseen en una escasa medida, suponiendo que son propensos a un
comportamiento emocional-afectivo, que les dificulta ver el bien común, explici-
tado en el «único y mejor modo de hacer las cosas» (obstaculizado por bloques
afectivos o semánticos). Por lo tanto, lo que se debería estudiar son los problemas
de liderazgo y participación.
El modelo racional o estrategia de sistema cerrado, en función del cual han emer-
gido la mayoría de los enfoques clásicos, supone que es relevante lo que surge
por un acto racional e intencional, producto del diseño más apto para el logro del
máximo de eficiencia y efectividad organizacional. Todos los recursos y elementos
que poseen las organizaciones son los adecuados para la obtención de resultados
predictibles. Los elementos externos al sistema son considerados irrelevantes, a
excepción de aquellos que son incorporados en forma deliberada a la organización
y por lo tanto se encuentran bajo control (es decir, sin que puedan producir dis-
rupción alguna al plan original).
Las distintas escuelas oscilan en sus formulaciones entre las distintas alternativas
polares, planteadas en los ocho aspectos señalados a título indicativo de algunos
temas que consideramos de mayor importancia para una captación de los trasfon-
dos no explicitados y que, por lo tanto, dificultan su verdadera captación.