Renacimiento Comercial y Social de Las Ciudades - Cain, Ian Alexis

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Cain, Ian Alexis

El Renacimiento comercial y social de las ciudades


Recordando lo expuesto en el trabajo sobre el feudalismo, habíamos
mencionado un renacimiento comercial gracias a la apertura de rutas
comerciales alternas y la vuelta de la circulación del oro por parte de los
árabes.
Ahora bien, dicho fenómeno trajo consigo una nueva clase de individuos que,
en su mayoría pertenecientes a la clase de la plebe o del campesinado,
encontraron en esta situación una oportunidad para romper con la monotonía
impuesta por el feudalismo: Los comerciantes.
Esta nueva clase, cuya aparición estimada podemos situar en el siglo XI d. C.,
representaría el inicio del fin del feudalismo, puesto que, poco a poco, fueron
creciendo en riqueza y, por consiguiente, en poder. ¿En que sentido?
Evidentemente no hablamos del poder de gobernar una nación o de dirigir un
ejército, pero si el de lograr imponerse ante ciertas autoridades por medio de la
costumbre, y lograr así hacer respetar sus negocios y su persona. Los
comerciantes se asentaron alrededor de las ciudades, puesto que ofrecían
protección a sus mercaderías gracias a las murallas. No es sorpresa alguna
que estas ciudades empezaran a ser un punto de encuentro para todos
aquellos pertenecientes a esta clase. Los nobles aborrecían a estos
“burgueses”, quienes se enriquecían en las ciudades, ajenos de todo conflicto o
trabajo estrictamente manual, su desprecio fue tal éstos se recluyeron en sus
terrenos en el campo, junto con sus vasallos y servidumbre.

He mencionado anteriormente que los comerciantes lograron imponerse por


medio de la costumbre, es en este punto en donde quisiera añadir un pequeño,
aunque importantísimo dato. A lo largo de la edad media, el sistema jurídico no
fue, ni de cerca, acorde a lo visto durante el imperio romano. La principal fuente
de derecho era la costumbre, esto permitió y avalo el hecho de que la ciudad
se convirtiese poco a poco en un lugar que, al transitar un año y un día, hacia
libre a cualquier súbdito de su señor feudal.
Fue debido a esto, que las ciudades empezaron a tomar un papel importante
como centro económico. Estas ciudades vieron nacer las famosas “comunas”,
asociaciones entre individuos con el fin de garantizarse la protección y libertad
entre sí. Dichas comunas, de manera paulatina, empezaron a ganar el control
dentro de las ciudades. Sin embargo, debido a la tendencia a la libertad y a la
herencia de las instituciones romanas, esto ya estaba ocurriendo en Italia
desde el siglo IX d. C., haciendo especial mención a Venecia, con sus
sociedades mercantiles.
La entrada en juego de esta nueva forma de hacer riqueza fue vista como una
ventaja no solo para estos comerciantes, sino también para los monarcas y
príncipes vieron en dicha manera de enriquecerse, un medio para imponerse
ante los señores feudales en materia de poder y dominación. Es gracias a esto,
que los comerciantes muchas veces fueron defendidos en contra de los nobles

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y de algunos agentes del clero que, (es menester mencionar que este estrato
fue un tanto ambivalente con respecto a este tema en particular) desaprobaban
sus actividades ¿Cómo lo hicieron? Gracias a su dominación en el aspecto de
la ley, dichos monarcas y/o príncipes siempre tenían la última palabra.
El siglo XI y XII vio nacer un grandes movimientos comerciales entre las cuales
podemos destacar las ferias de Champagne, en los dominios de los condes de
Champaña, esta feria se extendía a lo largo de todo el año, puesto que rotaba
entre distintas localidades.

Junto con estos movimientos surgen también las primeras “gildes” de


comerciantes y de artesanos, las primeras dedicadas al comercio, mientras que
las segundas a la producción de productos y bienes de lujo. Los conflictos entre
ambas fueron de lo mas común, los comerciantes solían presionar a los
artesanos para bajar los salarios y así abaratar costes, mientras que los
artesanos solían ver en los comerciantes una amenaza para su prosperidad.
Estos conflictos solían darse en el consejo municipal, una nueva institución
dentro de cada ciudad en donde tenia como objetivo principal garantizar el
orden y la paz, así también como la defensa de las finanzas, obras públicas, el
mercado, etc. En dichos consejos solían estar las cartas en donde se
especificaba el modo de proceder ante asuntos judiciales, dicha carta solía ser
confirmada de manera rutinaria ante el soberano; Sin embargo en algunas
ocasiones dichos conflictos solían escalar hasta llegar a la violencia física, por
lo que los monarcas solían intervenir y sacar provecho de esto al apoyar a una
u otra facción e imponer sus propios funcionarios en reemplazo de los
relacionados al consejo. Ejemplos de casos así los mencionaré más adelante,
puesto que son típicos del siglo XIV.
En este periodo (XII d. C.) también se llevó a cabo una considerable expansión
de las fronteras a expensas de los bosques, pantanos y hasta inclusive el mar.
En estos nuevos territorios, tanto patricios (hombres de gran relevancia,
resultados de la fusión entre la clase mercader y noble en las ciudades
italianas), como nobles solían invertir en la construcción de granjas privadas,
aunque también se vieron nacer nuevas villas a partir de la agrupación de
pequeñas propiedades, todo esto supervisado por los señores feudales.
Los nobles, por su parte, decidieron rentabilizar sus terrenos, puesto que
resultaba óptimo alquilar, que pagar mano asalariada para cultivar sus
territorios. Los nuevos jornaleros serian responsables de sus cultivos. Lo
mismo ocurrió con los monasterios, quienes vieron inútil la posesión de tantas
tierras, en su lugar decidieron deshacerse de buena parte de estas a cambio de
dinero, el cual reinvertían en cultivos de lujo, como los viñedos, señal de
ostentación y posición.

Para el siglo XIII d. C., gracias a la expansión territorial y la revitalización


consecuente a la aparición del comercio a niveles significativos, la demografía

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europea había alcanzado un nivel de crecimiento superior, si se lo compara con


siglos anteriores. También cabe resaltar que el comercio se volcó hacia el
interior del continente, ya no se centraba específicamente en el mediterráneo.
Resultaba muy provechoso aprovechar los cursos de los ríos que conectaban
la península itálica con las ferias de champagne. Lo mismo ocurrió con
Flandes, región especializada en la producción de paños de excelentísima
calidad.
En Italia, particularmente en Florencia en el año 1252 d. C. se vio nacer la
primer gran acuñación de monedas de oro, el florín y, con esto, se dio inicio a
una nueva etapa dentro de la historia de los mercaderes italianos. Estos
empezaron a invertir en tierras y a desarrollar negocios sedentarios, basados
en compañías mercantiles. Junto con estas compañías se implementaron las
primeras operaciones de crédito, y se vio nacer a los primeros banqueros de
renombre, quienes trabajaban como cambistas y prestadores de dinero.
Italia fue pionera en todo este arte, destacando el uso del libro mayor, la
transmisión de conocimientos asociados a la profesión de banquero de padres
a hijos, la implementación de instituciones dedicadas a la educación de
próximas profesiones (hecho de gran relevancia puesto que reemplazaba a la
iglesia como fuente principal de educación), etc.
Entre los siglos XII y XIII se experimentaron lo primeros efectos de la demanda,
puesto que la población empezó a exigir productos derivados del ganado, por
lo que los nuevos territorios fueron destinados a la cría de estos, a costa de las
actividades agrícolas. Lo que traería serias consecuencias en la capacidad de
alimentar de las ciudades, esto a su vez lleva a otro punto, una especialización
de las mismas en diversas actividades artesanales y/o comerciales, ya no se
buscaba producir para abastecer, sino producir para exportar y luego importar
lo necesario para la subsistencia.
Sin embargo aunque la situación marchaba bien, el comercio empezó a
estancarse, debido al exceso de competencia desmedida, trayendo consigo un
declive en la calidad de vida de los competidores. Dichas competencias
también causaron ruina y decadencia, destacando la caída en desgracia de las
ferias de Champagne, ante la supremacía de los italianos, quienes en 1309 d.
C., en alianza con la corona de Aragón, se hicieron con el estrecho de
Gibraltar, permitiéndoles acceder, por medio del Atlántico, a las costas
francesas, holandesas e inglesas sin tener que pagar impuestos.
Llegado el siglo XIV d. C., la situación dio un giro drástico ante la aparición de
hambrunas, debido a la ineficiencia tecnológica de aquellos tiempos, sumado a
reveses climáticos; la peste negra, llegada a las costas italianas desde Crimea
en el año 1348 d. C. alcanzando el norte de Inglaterra en el año 1350 d. C.; y la
guerra, destacando la guerra de los cien años, la cual dio inicio en el año 1337
d. C., causando caos por todo el territorio francés, antes prospero territorio para
el comercio, ahora reemplazado definitivamente por el mar del norte, territorio
de la liga Hanseática, constituida en el año 1356 d. C. por ciudades ubicadas

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en lo que hoy son los Países Bajos, el norte de Alemania, Suecia, Polonia,
Letonia y Estonia.

Las consecuencias de estas catástrofes fueron las siguientes:


Despoblamiento del campo hacia las ciudades en búsqueda de mejores
salarios antes de la peste, conllevó a un aglomeramiento de personas, lo que a
su vez produjo cuantiosas pérdidas en épocas de peste y hambrunas; Subida
de salarios debido a la disminución de personal disponible, así también como la
gestación de varios movimientos de campesinos en contra de los nobles, entre
las cuales podemos destacar la Jackerie en el año 1358 d. C.; El reemplazo de
la caballería por mercenarios, debido a la incapacidad de los nobles para
reponer la filas de los ejércitos ante bajas cuantiosas, como las que se dieron
en la guerra de los cien años y la incompetencia de estos ante los nuevos
avances tecnológicos como la ballesta, capaz de perforar armaduras con un
mínimo de instrucción y la pólvora, causante de estragos en las filas de
cualquier ejercito compacto; inseguridad, bandidos y descontrol de los nobles.
Es recién a partir del año 1380 d. C. que el crecimiento demográfico vuelve a
ser estable, pero no tan abrupto como se dio apenas un siglo atrás. El
descenso de la demografía trajo consecuencias positivas para los asalariados,
tal y como se mencionó anteriormente, así también como una mejor capacidad
de las ciudades y estados para poder alimentar a su población. Simple y
llanamente había menos bocas que alimentar.

Por su parte, los monarcas empezaron a tomar posición en los diversos


levantamientos en los que se solicitaba su auxilio, haciéndose con el poder de
las ciudades involucradas por medio de sus funcionarios. Dichos
levantamientos fueron los que mencionamos con anterioridad, aquellos que
involucraban a las gildes de artesanos y comerciantes.

Estos monarcas y/o príncipes establecen así monopolios y normas que


fomentan un status quo y así evitar conflictos, estos cambios fueron
bienvenidos por las ciudades, quienes favorecían el orden y la prosperidad
para sus habitantes por sobre las preferencias de los particulares. Entre las
reformas que se establecieron se destacan la protección de la industria local
por medio de impuestos u aranceles, así también como impuestos exclusivos a
extranjeros, lo que irremediablemente generó un sentimiento de xenofobia,
producto de la concepción de que el extranjero era una amenaza a la
prosperidad, y un nacionalismo cada vez más pronunciado.
Se puede afirmar que los siglos XIV y XV vieron renacer la monopolización del
poder, así también como la constitución del estado moderno bajo la imagen de
monarquías absolutas, que llegaron a su pleno auge en el siglo XVI. Dicho

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estado gozaría de una burocracia, un sistema de justicia general y un ejército


permanente.
Por último, cabe resaltar el cambio de eje del comercio del mediterráneo al
océano Atlántico, gracias a los descubrimientos portugueses de los siglos XV y
XVI. Esto supuso un renacimiento comercial para España, Portugal e
Inglaterra, frente a Francia, el sur de Alemania y Lombardia, las cuales no
repuntaron tanto en materia comercial debido a su poco acceso al mar y su
poder naval decreciente, sin embargo, estas regiones lograron prosperar de
todas maneras gracias a la proliferación de nuevas industrias y tecnologías
prometedoras.

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