Manifestacion de La Moral Leccion 4
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Derecho
1. La objeción de conciencia
“La objeción de conciencia se materializa en una desobediencia al Derecho causada por la
exigencia de la conciencia individual. Esta exigencia requiere que los actos de objeción de
conciencia se realicen individualmente, por la propia persona a la que la norma o política resulta
agresiva e irreconciliable con su conciencia, sin que medie organización ni estrategia alguna.”
Frente al conflicto que puede plantearse entre el mandato jurídico general y las convicciones
morales individuales del sujeto, que le obligaría a quebrar éstas si obedece a aquél, el
ordenamiento jurídico provee instrumentos que permitan salvar la contradicción sin lesionar la
moral individual y la dignidad de la persona; estos instrumentos se orientan a permitir al sujeto la
desobediencia a un tipo concreto de mandato normativo sin que ello conlleve una sanción
jurídica.
En estos casos no se cumple en todos sus términos el imperativo hipotético propio de las reglas
jurídicas (si es A, debe ser B) porque concurre una causa de justificación que excluye la
antijuridicidad; esa causa es la objeción de conciencia, articulada como un derecho fundamental
(en la estructura de un derecho subjetivo) cuyo titular es el sujeto individual y cuyo válido
ejercicio queda condicionado a que se den los supuestos y requisitos establecidos por la norma
que lo regula. (art.º 30.2 CE)
Regulación internacional
Jurisprudencia internacional
COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS NU: Recomendación de1993,en el caso Sahli Vera, se
reconoce que el derecho a la objeción de conciencia al servicio militar “ puede derivarse del
artículo 18, en la medida en que la obligación de utilizar la fuerza mortífera puede entrar en grave
conflicto con la libertad de conciencia y el derecho a manifestar y expresar creencias religiosas u
otras creencias
TJUE: Lo ha admitido también de forma casuística en alguna ocasión en relación con la función
pública comunitaria.
Y dentro de las personas físicas conviene precisar que el derecho a la objeción de conciencia se
reconoce al sujeto individual como ser humano, no en cuanto integrante o encarnación de un
órgano del Estado, de manera tal que no puede amparar las actuaciones de desobediencia del
individuo que actúa en el ejercicio de sus funciones públicas como aplicador de la ley
“Por tanto, si uno de los rasgos distintivos de la posición de los miembros de la Carrera Judicial,
en tanto ejercen la potestad jurisdiccional o aquellas otras funciones que el artículo 117.4 de la
Constitución autoriza al legislador a encomendarles, es su sumisión única a la legalidad en el
doble sentido que se ha dicho, está claro que no pueden dejar de cumplir los deberes que
emanan de la misma a falta de previsión expresa que se lo autorice. En caso contrario, se
resentiría esencialmente la configuración del Poder Judicial y la función de garantía del
ordenamiento jurídico y de los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos que el
constituyente le ha confiado…”
Frente a ello, carecen de trascendencia otros aspectos que se han mencionado. En efecto, no
se trata de que sea posible o no sustituir al encargado del Registro Civil en un caso concreto, ni
de que haya formas de evitar perjuicios a terceros, sino del principio que somete al juez a la Ley
en cualquiera de los cometidos que tiene atribuidos y convierte su intervención, precisamente
por esa sumisión y por los otros rasgos que le caracterizan - independencia, imparcialidad,
responsabilidad-- en garantía de los derechos e intereses legítimos de todos. Principio
fundamental que se vería en cuestión desde el momento en que se subordinara a
consideraciones de conciencia el cumplimiento de las funciones judiciales
STC 145/2015
“…este Tribunal no había tenido ocasión de resolver sobre la problemática constitucional que
suscita el demandante; esto es, el juicio de ponderación entre el invocado derecho a la objeción
de conciencia, como manifestación del derecho fundamental a la libertad ideológica reconocida
en el art. 16.1 CE, y la obligación de disponer del mínimo de existencias del citado medicamento
que le impone la normativa sectorial, para así poderlo dispensar a quienes lo soliciten.”
“En segundo término, hemos de añadir que en las actuaciones no figura dato alguno a través del
cual se infiera el riesgo de que la dispensación “de la píldora del día después” se viera
obstaculizada, pues amén de que la farmacia regentada por el demandante se ubica en el centro
urbano de la ciudad de Sevilla, dato este del que se deduce la disponibilidad de otras oficinas
de farmacia relativamente cercanas, ninguna otra circunstancia permite colegir que el derecho
de la mujer a acceder a los medicamentos anticonceptivos autorizados por el ordenamiento
jurídico vigente fuera puesto en peligro.”
“ existe y puede ser ejercido con independencia de que se haya dictado o no tal regulación, la
objeción de conciencia forma parte del contenido del derecho fundamental a la libertad
ideológica y religiosa contenido en el artículo 16.1 de la Constitución y, como ha indicado este
Tribunal en diversas ocasiones, la Constitución es directamente aplicable, especialmente en
materia de derechos fundamentales”
Límite objetivo
Opera sobre el derecho a la objeción de conciencia un límite que podríamos definir como
objetivo o estructural, que aparece cuando con su ejercicio se pone en peligro la propia
existencia del ordenamiento, lo que ocurriría si se proyecta sobre elementos esenciales para la
propia existencia del grupo social; como sucedería, por ejemplo, con el reconocimiento de la
objeción de conciencia frente a obligaciones tributarias.
“De la anterior doctrina claramente se infieren dos consecuencias, aplicables al presente caso.
De un lado, que la objeción de conciencia, en cuanto derecho constituido por una excepción a
un concreto deber (el del art. 30 CE, de prestar el servicio militar, sustituyéndolo, en su caso, por
una prestación social sustitutoria), no puede ser extendida subjetivamente, por razón de las
propias creencias, más allá del ámbito objetivo del deber general que la Constitución establece.
Por lo que no cabe invocar la objeción de conciencia como excepción al deber general previsto
en el art. 31 C , por carecer tal pretensión de fundamento constitucional y no estar, además,
prevista en el ordenamiento tributario. De otro lado, que no cabe ampararse en la libertad
ideológica del art. 16 CE para pretender de este Tribunal, con base en este derecho, ni que s e
reconozca una excepción al cumplimiento del deber general de contribuir al sostenimiento de
los gastos públicos (art. 31.1 CE), ni la adopción de formas alternativas de este deber, como
parece haber sostenido el recurrente ante la Administración Tributaria.”
Límite sustancial
La objeción de conciencia no confiere un derecho frente a la molestia o a favor del capricho. El
supuesto de hecho viene configurado por la existencia de una discrepancia sustancial entre el
mandato jurídico y las convicciones morales profundas del individuo; por lo tanto, como en todo
proceso, las circunstancias fácticas han de ser debidamente acreditadas para que se genere la
consecuencia jurídica (en este caso, que se declare procedente la objeción)
Si recibimos una orden administrativa para formar parte de una mesa electoral o una resolución
judicial para integrar la constitución de un jurado, por mucho que nos disgusten tales funciones
o por grandes que sean las molestias que nos ocasionen, no vamos a poder eximirnos de su
cumplimiento con una mera alegación de que tenemos razones de conciencia personal
contrarias, como por ejemplo, una ideología libertaria o anarquista que repudia cualquier forma
de autoridad.
Características del derecho a la objeción de
conciencia
2. La desobediencia debida
Abordamos ahora un supuesto en que no es que el derecho permita la desobediencia a la
norma por razones morales, sino que incluso impone la desobediencia frente a determinados
mandatos jurídicos formalmente válidos, pero que suponen una clara infracción de normas
jurídicas que encarnan valores morales superiores. Es la llamada desobediencia debida.
Limitación de la eximente
La evolución de la proyección de la moral sobre el derecho y la constatación empírica de que la
cláusula de obediencia debida generaba zonas de impunidad injustificables frente a actuaciones
aberrantes de las autoridades de determinadas organizaciones o Estados, se comenzó a limitar
la eficacia eximente de la misma -sometiéndola a estrictos requisitos- hasta llegar a proclamar,
en supuestos muy señalados- la obligación jurídica de desobedecer una orden ilegal.
Del carácter eminentemente moral del ordenamiento jurídico de un Estado democrático, que es
lo que lo diferencia de un Estado autoritario en el que la cláusula de obediencia debida se aplica
sin limitación.
Es justamente la incorporación al derecho de valores morales superiores (como sucede en todos
los ordenamientos democráticos) lo que dota a estos de un criterio de contraste material, de
contenido ético, para justificar no solo la desobediencia a las órdenes ilegales, sino el deber de
su desobediencia.
3. La desobediencia civil
Cuando un grupo determinado de la sociedad adopta la decisión de desobedecer expresamente
a normas específicas del ordenamiento o incluso a éste en su conjunto, pretendiendo su
derogación o modificación, nos encontramos ante un fenómeno de desobediencia civil.
“Dad vuestro voto completo, no una simple tira de papel; comprometed toda vuestra influencia.
Una minoría es impotente sólo cuando se aviene a los dictados de la mayoría; no es, entonces,
siquiera minoría. Pero es irresistible cuando detiene el curso de los eventos oponiéndoles su
peso. Si un millar de personas rehusaran satisfacer sus impuestos este año, la medida no sería
ni sangrienta ni violenta, como sí, en cambio, el proceder contrario, que le permitiría al Estado el
continuar perpetrando acciones violentas con derramamiento de sangre inocente. Y esa es, de
hecho, la definición de revolución pacífica, si tal es posible”.
Cuando es un solo sujeto el que decide desobedecer la norma sin que dicha actitud pueda ser
amparada por el derecho a la objeción de conciencia, nos encontraremos ante un supuesto de
insumisión.
“Un sistema político ilustrado debe reaccionar con templanza ante estas situaciones y abrir un
debate sobre las causas de la desobediencia y afrontar, en su caso, las reformas políticas y
jurídicas que, dentro del respeto a la Constitución y al poder soberano, permitan su
desaparición”.