A.M Homes - Una Muñeca de Carne y Hueso

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 22

A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.

htm

| índice | índex | Irvine Welsh | Ben Marcus | Jason Starr | Rosario Górriz Fons | Enric Casassas | Breves críticas (en inglés)
|Ediciones anteriores |

English Original | Entrevista con A.M. Homes

UNA MUÑECA DE CARNE Y


HUESO
por A.M. Homes
___________________

dibujo: Helen, 8 años

Estoy saliendo con Barbie. Tres tardes por


semana, mientras mi hermana está en clase de
ballet, se la quito a Ken. Hago prácticas para el día
de mañana.

Al principio entraba en la habitación de mi


hermana y me quedaba mirando a Barbie, que
vivía con Ken en el tapete del tocador.

La miraba sin mirarla. Hasta que, de repente, me di cuenta de que era


ella quien no me quitaba los ojos de encima.

Estaba sentada al lado de Ken, y él, como quien no quiere la cosa, le


acariciaba la pierna desnuda con su muslo enfundado en tela caqui. Él la
acariciaba, pero ella no me quitaba los ojos de encima.

--Hola --me dijo.

--¿Qué tal? --contesté.

--Me llamo Barbie --se presentó, y Ken dejó de acariciarle la pierna.

--Ya lo sé.

--Y tú eres el hermano de Jenny.

Asentí. La cabeza me iba arriba y abajo como a una marioneta.

--Tu hermana me cae muy bien --dijo Barbie--. Es muy cariñosa. Y


muy buena chica. Además, últimamente va siempre tan mona... Hasta ha

1 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

empezado a pintarse las uñas.

No sé si Barbie se había dado cuenta de que Miss Maravillas se


mordía las uñas, y de que, cuando sonreía, descubría unos incisivos
manchados de laca de uñas violeta. No sé si sabía que Jennifer
disimulaba los mordiscos con rotulador violeta, y que a veces, como se
chupaba los dedos, no sólo se manchaba los dientes, sino que tenía la
lengua de un tono violeta de lo más raro.

--Oye --le dije--. ¿Te apetece salir un rato? ¿Tomar un poco el fresco,
darte un garbeo por el jardín?

--Ya lo creo --aceptó.

La cogí por los pies. Así dicho suena raro, pero estaba tan azorado
que no me atreví a cogerla por la cintura. Le sujeté los tobillos y me la
llevé más tiesa que el palo de una piruleta.

Nada más salir al jardín, en cuanto nos sentamos en el porche de lo


que yo solía denominar mi fuerte pero que mi hermana y mis padres
llamaban la casa de juguete, me dio el telele. De repente me di cuenta de
que había salido con Barbie. No sabía qué decir.

--¿Y tú qué clase de Barbie eres?

--¿Perdón?

--Bueno, por lo que cuenta Jennifer, hay una Barbie Día y Noche, una
Barbie Flexibilidad, una Barbie Regalos, una Barbie Tropical, Mi
Primera Barbie, y no sé cuántas más.

--Yo soy Tropical --dijo. Tropical, dicho con la misma naturalidad con
la que alguien se declararía católico o judío--. Venía con un bañador de
una pieza, un cepillo y un coletero multiuso --chirrió.

Chirrió, sí, en serio. Resultó que tenía ese defecto de nacimiento. Yo


hice como si nada.

Hubo unos momentos de silencio. Entonces vi que una hoja más


grande que Barbie se desprendía del arce que crecía al lado del fuerte, y
la intercepté antes de que se le cayera encima. Casi me esperaba otro
chirrido: «;Me has salvado la vida. Soy tuya. Para siempre.» Pero no,
Barbie reaccionó con una voz de lo más normal:

--¡Caray, menudo pedazo de hoja!

La miré y me di cuenta de que tenía los ojos de un azul centelleante,


el color del océano un día de calma. La miré y me di cuenta enseguida de

2 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

que llevaba el mundo entero, el cosmos, dibujado con maquillaje


alrededor de los ojos. Toda una galaxia, con sus nubes, sus estrellas, su
sol y su mar pintados en la cara. Amarillo, azul, rosa y un millón de
destellos plateados.

Nos sentamos sin dejar de mirarnos. Nos miramos, hablamos,


dejamos de hablar, volvimos a mirarnos. Fue un comienzo entrecortado.
Los dos dijimos un montón de cosas que no deberíamos haber dicho,
cosas al azar, que enseguida nos arrepentimos de haber dicho.

Estaba claro que Barbie no confiaba en mí. Le pregunté si le apetecía


beber algo.

--Una coca-cola light --me contestó. ¿Quién me mandaba a mí


preguntar?

Entré en casa, subí al cuarto de baño de mis padres, abrí el botiquín,


arramblé con un par de valiums y me tragué uno sin más. Pensé que, si
conseguía aparecer tranquilo y sereno, Barbie se daría cuenta de que no
tenía intención de causarle ningún daño. Rompí el segundo comprimido
en mil añicos, añadí unas esquirlas a la coca-cola light de Barbie, y batí
bien la mezcla. Supuse que, si podíamos estar tranquilos y serenos al
mismo tiempo, Barbie tardaría menos en confiar en mí. Me estaba
enamorando de una forma que no tenía nada que ver con el amor.

--Oye, y lo tuyo con Ken, ¿qué? --le pregunté más tarde, cuando ya
nos habíamos relajado. Ella iba por la segunda ronda de coca-cola light y
yo ya había hecho una segunda expedición al botiquín.

Barbie se rió.

--No, sólo somos buenos amigos.

--Pero ese Ken, ¿de qué va? A mí me lo puedes contar. El tío... ¿sí o
no?

--¿El dío o la día? --dijo Barbie despacito, arrastrando las palabras.


Estaba tan colocada que creo que, si hubiéramos tenido un alcoholímetro
para valiums, lo habría fundido de un soplido.

Me arrepentí de haberle preparado la tercera coca-cola. Sobre todo


porque, si la palmaba de una sobredosis, Jennifer se lo contaría a papá y
a mamá.

--O sea, que es marica...

Barbie se echó a reír. Sentí ganas de darle un sopapo. Luego me miró

3 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

a los ojos.

--Se muere de ganas de estar conmigo --dijo--. Cuando vuelvo a casa


por la noche, sé que me estará esperando. Oye, ¿sabes que no lleva ropa
interior? ¿Verdad que es rarísimo que no tenga ropa interior? Bueno, no
es que no tenga, es que no la fabrican. Oí que Jennifer se le contaba a
una amiga suya. En fin, que siempre me está esperando, y mira que yo le
insisto: «;Ken, somos amigos, ¿vale? Amigos y nada más.» No sé si te
habrás fijado alguna vez, pero tiene el pelo de plástico duro, pegado a la
cabeza, de una sola pieza. ¿Te imaginas salir con un tipo así? Además,
no creo que estuviera a la altura, tú ya me entiendes. Ken no está lo que
se dice muy bien dotado... Sólo tiene un bultito de plástico, una especie
de chepa. Ya me dirás qué demonios tiene una que hacer con eso.

Barbie me estaba contando cosas que yo no tenía por qué saber, pero
cada vez me acercaba más a ella, como si la cercanía fuera a soltarle aún
más la lengua. Capturaba cada una de sus palabras y las saboreaba
durante un instante, les daba vueltas en mi cabeza como si me estuviera
hablando en una lengua extraña. Barbie seguía y seguía. Yo desconecté
al cabo de un rato.

El sol se puso tras la casa de juguete. Barbie sintió un escalofrío,


pidió disculpas y echó a correr para vomitar en la parte de atrás. Cuando
le pregunté si se encontraba bien, me dijo que sí, que sólo estaba un poco
cansada. Igual había pillado la gripe o algo así. Le di un chicle y la llevé
de vuelta a casa.

Mientras íbamos hacia el cuarto de Jennifer hice algo que Barbie


estuvo a punto de no perdonarme. Algo que no sólo rompió el encanto de
aquel momento, sino que casi dio al traste con cualquier posibilidad de
un futuro en común para los dos.

Al llegar al rellano que había entre las escaleras y la habitación de mi


hermana, me metí la cabeza de Barbie en la boca, como los domadores
del circo, como los monstruos de las películas.

La cabeza entera. No contaba con que el pelo se le separaría hebra por


hebra como un espumillón navideño y se me pegaría a la garganta hasta
casi asfixiarme. Noté el sabor de varias capas de maquillaje: Revlon,
Max Factor y Maybelline. Cerré la boca y sentí su aliento en el mío. Oí
resonar sus gritos en mi garganta. Su televisiva dentadura Profidén se
ensañó con mi lengua y con el interior de mis mejillas. Fue como si me
hubiera mordido yo solo sin querer. Luego hice presa en su cuello y la
sostuve en los aires mientras ella forcejeaba inútilmente.

Antes de soltarla, le clavé los dientes en el cuello. Barbie describió


aquellas marcas superficiales como secuelas de una violación. A mí me

4 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

parecieron cuentas de un collar new age de amor.

--Nunca... ¡nunca me habían tratado con tanta desconsideración!


--protestó tan pronto como me la saqué de la boca.

Mentía. Yo sabía que a veces Jennifer le hacía cosas. Pero no quise


recordarle que una vez la había visto colgada del ventilador que había en
el techo del cuarto de Jennifer, describiendo grandes círculos en el aire
cual émulo de Superman.

--Siento haberte asustado.

--¿Asustado? --chirrió.

Y así durante un rato. El chirrido de Barbie era un cruce entre el ruido


que hace un globo al desincharse y el de una alarma de incendios con las
pilas gastadas. Mientras Barbie chirriaba, empezó a darme vueltas por la
cabeza la frase Más vale cabeza en boca que ciento volando. Sabía que
la había oído en otro contexto, a propósito de otra cosa, pero no me la
podía quitar de la cabeza. Más vale cabeza en boca que ciento volando.
Así una y otra vez, como el eco de un chiste verde.

--Asustado. Asustado. ¡Asustado! --Barbie chirrió y chirrió cada vez


más fuerte hasta que volví a prestarle atención--. ¿Has estado alguna vez
atrapado en la oscura caverna del cuerpo de otro?

No. Qué bien le había quedado la frase.

--Típico --dijo--. Típica reacción machista. No me lo puedo creer.

Durante un instante me sentí orgulloso de mí mismo.

--¿Por qué tenéis que hacer cosas que sabéis que no debéis hacer?
Peor aún: ¿por qué las hacéis con ese brillo en los ojos, como si el
hacerlas os proporcionara un extraño placer que sólo podéis compartir
con vuestros congéneres? Sois todos iguales --me espetó--. Réplicas de
Jack Nicholson.

Me negué a devolverla al cuarto de Jennifer si antes no me


perdonaba, si no comprendía que yo había actuado movido por un
sentimiento sincero y sin intención alguna de hacerle daño.

--Sabes de sobra que me interesas de verdad --le dije.

--Lo mismo digo --replicó, y me llevó unos instantes decidir si se


refería al interés que yo sentía por ella o al que ella podía sentir por sí
misma.

5 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

--Esto habrá que repetirlo --sugerí. Barbie asintió.

Me incliné para besarla. Me la podría haber acercado a los labios,


pero no me pareció correcto. Por eso me incliné para besarla. Entonces
me encontré con su nariz en la boca. Me sentí como un San Bernardo.

Por más delicado que intentara ser, siempre acababa lamiéndole la


cara. Y no me refiero a meterle la lengua en la oreja o en la garganta;
quiero decir que tenía que hacer auténticos esfuerzos para no asfixiarla.
La besé dando la espalda a Ken. Luego me volví y la dejé sobre el tapete,
a su lado. Tuve la tentación de dejarla caer en su regazo, de aplastarla
contra él, pero me contuve.

--Me he divertido mucho --dijo Barbie. Jennifer acababa de poner los


pies en el recibidor.

--Hasta luego --me despedí.

Jennifer entró en la habitación y se me quedó mirando.

--¿Qué pasa? --pregunté.

--Que estás en mi habitación --contestó.

--Es que había una abeja. He entrado para matarla.

--¿Una abeja? Soy alérgica a las abejas. ¡Mamá, mamá! gritó--. ¡Hay
una abeja!

--Mamá no está. Y ya he matado la abeja.

--¿Y si hay otra?

--Pues me avisas y la mato.

--Pero si me pica podría morirme. --Me encogí de hombros y me fui.


Noté que Barbie me seguía con la mirada.

Al viernes siguiente me tomé un valium veinte minutos antes de pasar


a buscarla. Para cuando entré en el cuarto de Jennifer, todo me parecía
más fácil.

--¿Qué hay? --dije al llegar junto al tocador.

Barbie estaba en el tapete, con Ken. Estaban sentados espalda contra


espalda, apoyados el uno en el otro, con las piernas estiradas sobre el
mueble.

6 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

Ken no se dignó mirarme. Peor para él.

--¿Lista para salir? --pregunté. Barbie asintió--. He pensado que igual


tenías sed. --Le pasé la coca-cola light que le había preparado.

Había llegado a la conclusión de que el límite de Barbie era la octava


parte de un valium. A partir de ahí empezaba a chochear. De hecho, lo
que utilizaba eran migas de valium, porque no había manera humana de
dividir la pastilla en porciones tan pequeñas.

Barbie cogió la coca-cola y se la bebió delante de Ken. Yo esperaba


que él me dedicara una de esas miradas que significan «;sé lo que te traes
entre manos y no me gusta un pelo», una mirada como las que me dedica
mi padre cuando entra en mi habitación sin llamar y se da cuenta de que
me ha sobresaltado.

Ken, en cambio, se comportó como si no se hubiera percatado de mi


presencia. No lo tragaba.

--Esta tarde no puedo andar mucho --dijo Barbie.

Asentí. No me pareció que fuera un gran impedimento porque, de


todas formas, era yo quien la llevaba de acá para allá.

--Tengo los pies hechos polvo --me explicó.

Yo seguía pensando en Ken.

--¿No tienes otros zapatos?

En mi familia lo de los zapatos era una obsesión. Para solucionar


cualquier problema, mi padre siempre sugería un cambio de zapatos.
Creía que para el calzado, igual que para los neumáticos, había que
seguir un sistema de rotación.

--El problema no son los zapatos --dijo--, sino los dedos.

--¿Te los has aplastado sin querer? --El valium no estaba surtiendo
efecto. Me costaba horrores darle conversación. Necesitaba otra dosis.

--Jennifer me los muerde.

--¿Qué?

--Que me muerde los dedos de los pies.

--¿Y tú se lo consientes?

7 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

No entendía lo que quería decirme. Seguía pensando en mi bloqueo,


en que necesitaba otro valium o tal vez dos, un par de caramelos Pez
amarillos y no autorizados para menores.

--¿Te gusta? --pregunté.

--Me hinca los dientes en los pies como si fueran falda de ternera
--dijo Barbie--. Ojalá me los arrancara de un mordisco y acabáramos de
una vez. Si no, esto puede durar eternamente. Muerde que te muerde.
Cualquiera diría que me quiere roer.

--No volverá a pasar. Le compraré chicle, o tabaco, o lo que sea. Un


lápiz que pueda mordisquear.

--No, no le digas nada, por favor. No te lo hubiera dicho si...

--Pero te está haciendo daño.

--Es un asunto entre ella y yo.

--¿Hasta dónde crees que puede llegar?

--No más allá del empeine, espero. Cuando llegue al hueso y se dé


cuenta de que ya ha mordido la parte blanda, lo dejará.

--¿Y cómo te las arreglarás para andar sin dedos?

--Tengo los pies muy largos.

Me senté al borde de la cama de mi hermana, con la cabeza entre las


manos. Mi hermana se estaba comiendo a mordiscos los pies de Barbie y
a Barbie parecía no importarle. No le guardaba rencor. En cierto modo,
me gustaba que así fuera. Me gustaba el hecho de que entendiera que
todos tenemos costumbres secretas que a nosotros nos parecen normales
pero que nos guardamos muy mucho de confesar en voz alta. ¿Y a mí?
¿Hasta dónde me dejaría llegar?

--Sácame de aquí --me pidió. Le quité los zapatos y vi que,


efectivamente, alguien había estado royéndole los dedos. Los del pie
izquierdo estaban a punto de desprenderse, y la mitad de los del derecho
ya brillaban por su ausencia. Tenía señales de mordiscos hasta en los
tobillos.

--No hablemos más del tema --dijo.

Cuando la cogí, Ken se cayó de espaldas, y ella me obligó a


enderezarlo antes de salir.

8 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

--Saber que sólo tiene un bulto no te autoriza a maltratarlo --me


reprendió en voz baja.

Coloqué a Ken en su sitio y recorrí el trecho de pasillo que separaba


la habitación de mi hermana y la mía. Una vez en mi cuarto, levanté a
Barbie hacia el techo, eché la cabeza atrás y me metí sus pies en la boca.
Me sentí como un joven tragasables practicando antes de su debut. Me
metí los pies y las piernas de Barbie en la boca y se las empecé a chupar.
Olían a Jennifer, a polvo y a plástico. Le chupé los muñones, y ella me
dijo que le gustaba.

--Eres mejor que un baño caliente --dijo Barbie. La dejé sobre la


almohada y bajé a preparar las bebidas.

Luego nos echamos en la cama, acurrucados, entrelazados, ella en la


almohada y yo de costado, mirándola. Barbie hablaba de los hombres, y
yo intentaba ser todo lo que ella quería. Dijo que no le gustaban los
hombres que tenían miedo de sí mismos, e intenté ser valiente, parecer
audaz y aplomado, ladear la cabeza de un modo especial. Al parecer, no
lo hice del todo mal. Luego dijo que no le gustaban los hombres que
tenían miedo de la feminidad, y me hice un lío.

--Los hombres siempre tienen que demostrar lo machos que son


--dijo.

Pensé en Jennifer y en cómo se esforzaba por parecer femenina, en


sus vestidos, sus uñas pintadas, su maquillaje, y en ese sujetador cuyo
uso no iba a poder justificar hasta al cabo de al menos cincuenta años.

--Te ríes de Ken porque él se muestra tal como es. No esconde nada.

--En su caso no hay mucho que esconder --dije--. Tiene el pelo de


plástico duro y un bulto en lugar de pene.

--No debería haberte contado lo del bulto.

Me acosté boca arriba. Barbie se volvió hacia mí y cambió la


almohada por mi pecho. Su cuerpo era tan largo como el espacio
comprendido entre mi pezón y mi ombligo. Sentí el cosquilleo de sus
manos sobre mi piel.

--Barbie --dije.

--¿Mmm?

--¿Qué sientes por mí?

9 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

Barbie tardó un instante en responder.

--No te preocupes por eso --dijo, e introdujo su mano entre dos


botones de mi camisa.

Sus dedos eran como palillos afilados en manos de un antiguo


torturador, pasos de una danza matriarcal de la muerte ejecutada sobre
mi pecho. Barbie reptaba como un insecto atiborrado de Raid.

Bajo la ropa, debajo de la superficie, me estaba volviendo loco. Entre


otras cosas, porque los calzoncillos me estaban jugando una mala pasada
y no sabía cómo solucionar el problema sin llamar demasiado la
atención.

Con Barbie aún aferrada a mi camisa, me di la vuelta como un


transbordador espacial durante una maniobra de acoplamiento. Me puse
boca abajo, y Barbie quedó atrapada entre mi estómago y la sábana. Con
toda la lentitud y la discreción de que fui capaz, fue descansando todo mi
peso sobre el colchón. Al principio, con la esperanza de que el desajuste
se arreglara solo; luego compulsivamente, atrapado en una espiral de
dolor y placer.

--¿Es una cama de agua? --preguntó Barbie.

Le puse la mano sobre el pecho. O, mejor dicho, el dedo índice.


Barbie ahogó un grito, un chirrido invertido. Chirrió al revés y luego
guardó silencio. Yo me quedé tal como estaba, con la mano sobre su
pecho, y me puse a pensar por qué estaba siempre cruzando las fronteras
que separan a los ricos de los desposeídos, los buenos de los malos, los
hombres de las fieras, sin poder hacer nada por evitarlo.

Barbie se había sentado en mi paquete, con las piernas dobladas hacia


atrás en una postura inhumana.

Y llegó un momento en que no pude más. El pene se me había puesto


azul; de puro asfixiado, que conste. Nada más hacer los honores, el
bueno de Richard salió disparado como un preso fugado de una cárcel de
máxima seguridad.

--Nunca había visto nada tan grande --exclamó Barbie. ¿Qué hombre
no ha soñado con oír esa frase? Por desgracia, teniendo en cuenta la
clase de gente que frecuentaba Barbie, y me refiero concretamente a Don
Bulto, el comentario no me sorprendió demasiado.

Barbie se puso de pie junto a mi pene erecto y hundió sus pies


descalzos en mi vello púbico. Richard era casi tan alto como ella. Bueno,

10 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

tal vez exagero, pero no mucho. Y el tamaño no era el único atributo que
compartían; también tenían la misma expresión de sorpresa dibujada en
el rostro.

Viéndola sobre mí, no pude contener el deseo de penetrarla. La puse


boca arriba sobre el colchón y me coloqué encima de ella,
completamente ajeno al hecho de que podía estar poniendo su vida en
peligro. Barbie me clavó las manos en el estómago hasta hacer que me
sintiera como un paciente sometido a una apendicectomía.

Estaba encima de ella, tratando de abrirme paso entre sus piernas,


dispuesto a partirla en dos. Pero allí no había nada, nada donde meter
excepto una línea que separaba simbólicamente sus nalgas.

Me concentré en esa línea, le acaricié la parte posterior de los muslos


y también la entrepierna. Y la coloqué de espaldas a mí para poder
hacerlo sin verle la cara.

Me corrí enseguida. Encima de Barbie, de su cuerpo y de su cabello.


Me corrí sobre ella, y fue la experiencia más traumática de mi vida.
Porque no se le quedó pegada. La leche no se adhiere al plástico. Me
sentí acabado. Tenía entre las manos una Barbie cubierta de semen y
estaba poniendo cara de no haber roto nunca un plato.

--No pares --dijo Barbie, aunque puede que sólo me lo pareciera


porque había leído una escena similar en alguna parte. Ya no lo sé. No
tenía valor para escucharla. Ni siquiera para mirarla. Me limpié con un
calcetín, me vestí y llevé a Barbie al cuarto de baño.

Durante la cena me di cuenta de que Jennifer alternaba los bocados de


pasta y atún con fragmentos de sus cutículas. Le pregunté si le estaban
saliendo los dientes. Entonces le dio un ataque de tos y se atragantó, no
sé si por culpa de una uña, de una patata frita mal masticada, o de un
trocito de pie de Barbie que se le hubiera pegado a los dientes. Mi madre
le preguntó si se encontraba bien.

--Me he tragado algo que pincha --dijo Jennifer entre toses, con un
estilo que delataba claramente la influencia de las clases de arte
dramático recibidas durante el verano anterior.

--¿Te pasa algo? --insistí.

--Deja en paz a tu hermana --me advirtió mi madre.

--Si hay que hacerle alguna pregunta, ya se la haremos nosotros

11 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

--apostilló mi padre.

--¿Va todo bien? --preguntó mi madre a Jennifer. Mi hermana


asintió--. Me parece que ya es hora de comprarte otros vaqueros
--añadió--. Te estás quedando sin ropa de batalla.

--¿Cambiar de tema? --dije mientras trataba de encontrar la manera de


evitar que Jennifer se comiera viva a Barbie--. Dios me libre.

--Yo no llevo pantalones --protestó Jennifer--. Los pantalones son


para los chicos.

--Tu abuela lleva pantalones --la informó mi padre.

--La abuela no es ninguna chica.

Mi padre se rió entre dientes. Así es, entre dientes. Mi padre es la


única persona que he conocido jamás capaz de reírse entre dientes.

--Guárdale el secreto --se carcajeó.

--No le veo la gracia --dije yo.

--Además, la abuela los lleva elásticos --insistió Jennifer--. Sin


bragueta. Para llevar bragueta hace falta tener pene.

--Jennifer --intervino mi madre--, basta ya.

Decidí comprar un regalo para Barbie. Había alcanzado ese extraño


punto de la relación en que me sentía capaz de hacer cualquier cosa por
ella. Tuve que coger dos autobuses y andar más de un kilómetro y medio
para llegar a Toys 'R' Us.

La sección Barbie ocupaba el pasillo 14C. Yo estaba hecho polvo. Me


imaginé rodeado de un millón de Barbies y obligado a tirármelas a todas.
Me imaginé follando con una, dejándola de lado, escogiendo otra,
tirándomela y añadiéndola al número creciente de Barbies usadas que se
iban acumulando en un rincón de mi habitación. Ímproba tarea donde las
hubiera. Me vi convertido en un esclavo de Barbie. ¿Cuántas Barbies
Tropical debían de fabricarse cada año? Estuve a punto de desmayarme.

Había estanterías y más estanterías repletas de Barbies, Kens y


Skippers. Barbie Diversión, Ken Tesoro Secreto, Barbie Baila el Rock
Ritmo A Tope... Vi que también había varios ejemplares de Barbie
Flexibilidad, y me sorprendí a mí mismo examinándolos de cerca con
aire seductor, preguntándome si sabrían abrirse de piernas. «;Dale al
interruptor y verás cómo se mueve», decía en la caja. Barbie me guiñó
un ojo mientras leía.

12 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

Lo único tropical que encontré fue un Ken Tropical de raza negra.


Aunque a simple vista nunca habría dicho que era negro. Negro en el
sentido en que lo son los negros, quiero decir. Ken Tropical era de color
pasa, pasa aplastada y sin arrugas. Llevaba una especie de peinado afro
muy corto que más que un peinado parecía un casco, una peluca que
hubiera aterrizado sobre su cabeza por casualidad y ya no se le hubiera
despegado. ¿Sería aquel Ken negro un Ken blanco cubierto por una
gruesa capa de pintura de color pasa?

Cogí ocho Kens negros de una estantería y los coloqué en fila. A


través de su ventana de celofán Ken Tropical me dijo que su ambición
era llegar a ser dentista. Los ocho hablaban a la vez. Por suerte, decían lo
mismo y al mismo tiempo. Decían que les gustaban mucho los dientes.
Ken sonrió. Tenía la misma sonrisa dentífrica y televisiva que Barbie y
su Ken blanco. Eso me hizo pensar que toda la familia Mattel debía de
cuidarse mucho. Tal vez fueran los únicos americanos que aún se
cepillaban los dientes después de cada comida y antes de acostarse.

No sabía qué regalo escoger. Ken Tropical me recomendó una prenda


de vestir, un abrigo de piel, por ejemplo. Yo quería algo realmente
especial. Un regalo maravilloso que nos hiciera sentir el uno muy cerca
del otro.

Consideré la posibilidad de comprarle un set de terraza y piscina, pero


el riesgo de provocarle un ataque de nostalgia me hizo desistir. ¿Y un
equipo completo de vacaciones alpinas, con refugio, chimenea,
motonieve y trineo incluidos? ¿Y si utilizaba nuestro nido de amor para
invitar a Ken a pasar el fin de semana? El plató de telediario también era
bonito, pero dada la tendencia de Barbie a emitir chirridos, su porvenir
como presentadora me parecía limitado. Un gimnasio, un sofá cama con
mesita auxiliar, un balneario, un dormitorio... Al final me decidí por el
piano de cola. Costaba trece dólares. Siempre había ido con cuidado de
no gastarme más de diez dólares en nadie, pero, teniendo en cuenta las
circunstancias, valía la pena tirar la casa por la ventana. Al fin y al cabo,
uno no compra un piano de cola todos los días.

--Para regalo --dije en la caja.

Desde la ventana de mi cuarto se veía el jardín. Jennifer, ataviada con


su tutú, daba brincos de un lado a otro de la terraza. Era muy arriesgado
colarse en su habitación y coger a Barbie, pero no podía soportar la idea
de tener un piano de cola escondido en el armario y no contárselo a
nadie.

13 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

--Empiezo a creer que te gusto de verdad --dijo Barbie después de


desenvolver el regalo.

Asentí. Barbie llevaba puesto un equipo completo de esquí.


Estábamos a finales de agosto, y en el exterior la temperatura era de 26
grados centígrados. Barbie se sentó rápidamente en la banqueta y se puso
a tocar «;Chopsticks».

Eché un vistazo por la ventana. Jennifer estaba cogiendo carrerilla


para subirse de un salto a lo alto de la barandilla. Después volvería a la
posición inicial, muy parecida a la de esos caballos voladores de color
rojos que aún se ven en las viejas gasolineras Mobil. La primera vez le
salió bien. La segunda tropezó con la barandilla y fue a parar de bruces
al otro lado. Al cabo de un momento reapareció cojeando en una
esquina, con el tutú sucio y rasgado y sendos tomates en las rodillas de
sus mallas rosa. Arranqué a Barbie del piano y la devolví a toda prisa a
la habitación de Jennifer.

--Sólo estaba entrando en calor --dijo--. Sé tocar mucho mejor.

Jennifer subía las escaleras llorando.

--Viene Jennifer --dije antes de dejar a Barbie sobre el tocador.


Entonces me di cuenta de que Ken no estaba.

--¿Dónde está Ken? --pregunté.

--Ha salido con Jennifer --respondió Barbie.

Salí a recibir a mi hermana.

--¿Estás bien? --le pregunté, y empezó a berrear aún más fuerte--. He


visto cómo te caías.

--¿Y por qué no has hecho algo? --protestó.

--¿Para evitar que te cayeras?

Jennifer asintió y me mostró las rodillas.

--Una vez has perdido el equilibrio ya no había nada que hacer. --Me
di cuenta de que llevaba a Ken sujeto a la cinturilla del tutú.

--Excepto cogerme en el aire --dijo Jennifer.

Estuve a punto de decirle que era peligroso ir por ahí dando saltos con
un Ken sujeto a la falda, pero no se puede reñir a alguien que ya está

14 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

llorando.

La acompañé al cuarto de baño y busqué el agua oxigenada. Yo era un


experto en primeros auxilios. La clase de tío que va por la calle
esperando que a alguien le dé un ataque al corazón para poder practicar
la maniobra de resucitación cardiopulmonar.

--Siéntate --le dije.

Jennifer se sentó en el inodoro sin bajar la tapa. Ken se le clavaba por


todas partes, pero, en vez de sacárselo de encima, mi hermana se
revolvía buscando una postura cómoda, como si no hubiera otra
solución. Así pues, tuve que ser yo quien se lo quitara. Jennifer me miró
cómo si acabara de practicarle una operación quirúrgica.

--Es mío --dijo.

--Quítate los leotardos --le ordené.

--No.

--¿No ves que están hechos trizas? Quítatelos.

Jennifer se quitó las zapatillas de ballet y las mallas. Llevaba unos


calzoncillos que habían sido míos. Bajo el tutú deshilachado, asomaba
un estampado poblado de superhéroes como Spiderman, Superman y
Batman. Opté por mantener la boca cerrada, pero resultaba de lo más
curioso ver unos calzoncillos sin paquete debajo. Ésa debía de ser la
razón de que los fabricantes de Ken no se tomaran la molestia de hacerle
ropa interior: de todas formas, iba a resultar demasiado raro.

Rocié las rodillas ensangrentadas de agua oxigenada. Jennifer me


chilló al oído. Luego se agachó para examinar la herida y se tocó la piel
desgarrada con sus dedos color violeta. El tutú se levantó de repente y le
arañó la cara. Yo me dediqué a limpiarle la herida de guijarros y briznas
de hierba.

Jennifer se echó a llorar otra vez.

--No es nada --la tranquilicé--. De ésta no te vas a morir. --Jennifer ni


se inmutó--. ¿Quieres que te traiga algo? --le pregunté en un ataque de
amabilidad.

--A Barbie --contestó.

Era la primera vez que una tercera persona nos veía juntos. La cogí
como si fuera una perfecta desconocida y se la di a Jennifer. Ella la
agarró por el pelo. Estuve a punto de protestar, pero no lo hice. Barbie

15 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

me miró y se encogió de hombros. Entonces bajé a preparar un coca-cola


light especial para Jennifer.

--Tómate esto --le dije. Mi hermana apuró la bebida en cuatro tragos.


Inmediatamente sentí remordimientos por haber utilizado un valium
entero.

--¿Por qué no le das un sorbo a tu Barbie? --sugerí--. Seguro que


también tiene sed.

Cuando Barbie me guiñó un ojo, tuve que reprimir el impulso de


asesinarla. ¿Cómo se le ocurría hacerlo delante de Jennifer? ¿Y a qué
venía hacerlo porque sí?

Volví a mi cuarto y escondí el piano. Mientras lo guardara en su caja


de cartón --supuse--, no había por qué preocuparse. En caso de ser
descubierto, siempre podía decir que lo había comprado para regalárselo
a mi hermana.

El miércoles Ken y Barbie aparecieron con las cabezas


intercambiadas. Cuando entré a recoger a Barbie, encontré a los dos
híbridos sobre el tocador: el cuerpo de Ken coronado por la cabeza de
Barbie y viceversa. Al principio creí que se trataba de una alucinación.

--Hola --me saludó la cabeza de Barbie.

No me salían las palabras de la boca. Barbie tenía el cuerpo de Ken, y


eso me hizo ver a Ken con otros ojos.

Cuando fui a coger el cuerpo de Ken con cabeza de Barbie, la cabeza


de Barbie se desprendió, rodó por el tocador, atravesó el tapete, sorteó la
colección de gatitos de cerámica de Jennifer y ¡pum! cayó al suelo. Vi
cómo la cabeza de Barbie se desprendía del cuerpo, rodaba, se acercaba
al borde del tocador y, finalmente, caía al vacío, pero fui incapaz de
hacer nada por evitarlo: estaba petrificado, paralizado. Mi mano
izquierda sostenía el cuerpo acéfalo de Ken.

En el suelo, la cabeza de Barbie reposaba sobre sus cabellos


desordenados como lo habría hecho sobre las alas de un ángel
desplegadas en la nieve. Habrá sangre --me dije--, un gran charco, o al
menos un reguerillo saliéndole de la oreja, la nariz o la boca. Pero no. Al
bajar la vista sólo encontré unos ojos cósmicos que me miraban
fijamente. Creí que Barbie había muerto.

--¡Menudo porrazo! --exclamó entonces--. Sólo me faltaba esto. ¡Con

16 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

el dolor de cabeza que me dan estos pendientes!

Barbie llevaba unos botones en el lóbulo de las orejas.

--Es que me atraviesan el cráneo, ¿sabes? Supongo que es cuestión de


acostumbrarse --se resignó.

Sobre el tocador, al lado del híbrido con cuerpo de Barbie y cabeza de


Ken, reconocí el acerico de mi madre. Tenía clavados cientos de
alfileres: algunos plateados y con la cabeza plana, y otros rematados por
bolitas rojas, amarillas y azules.

--¡Llevas dos alfileres clavados! --le dije a la cabeza de Barbie, que


seguía en el suelo.

--Como autor de piropos, dejas mucho que desear.

Barbie empezaba a caerme gorda. Yo me expresaba con una claridad


diáfana y ella no se enteraba de nada.

Volví la vista hacia Ken. Lo tenía en la mano izquierda, agarrado por


la cintura. Al mirarlo me di cuenta de que le estaba tocando el bulto con
el pulgar. De que le estaba tocando la bragueta con el pulgar. Y nada más
pensarlo se me puso dura. Fue una de esas erecciones con las que uno se
encuentra de repente, sin saber de dónde han salido. Empecé a acariciarle
el bulto. Mi pulgar parecía salido de una película porno proyectada en
pantalla gigante.

--¿A qué esperas? --preguntó la cabeza de Barbie--. Levántame del


suelo. Ayúdame.

Deslicé el dedo bajo el traje de baño de Ken y seguí acariciándole el


bulto. O la chepa. Estaba en la habitación de mi hermana, de pie, con los
pantalones bajados.

--¿Es que no piensas ayudarme? --insistió Barbie--. ¿Es que no


piensas ayudarme?

Un segundo antes de correrme, coloqué el hueco correspondiente al


cuello de Ken frente a mí, cabeza abajo, justo encima de mi pene, y me
corrí en su interior como nunca había podido hacer con Barbie.

Me corrí dentro del cuerpo de Ken, y tan pronto como terminé sentí
ganas de volverlo a hacer. Quería llenarlo y después colocar la cabeza en
su sitio, como si fuera el tapón de un frasco de perfume. Deseaba que
Ken fuera el recipiente de mi secreto. Me corrí dentro de Ken, y entonces
me acordé de que no era mío. Lo llevé enseguida al cuarto de baño y lo

17 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

sumergí en una mezcla de agua caliente y líquido desinfectante. Luego lo


limpié bien por dentro con el cepillo de dientes de Jennifer y lo dejé un
rato en remojo en agua fría.

--¿Pero es que no piensas ayudarme? --insistió Barbie.

El accidente debía de haberle causado daños irreparables en el


cerebro. Recogí la cabeza del suelo.

--¿Por qué has tardado tanto? --preguntó.

--Tenía que ocuparme de Ken.

--¿Se encuentra bien?

--Se recuperará. Lo he dejado en remojo en el cuarto de baño. --Tenía


en la mano la cabeza de Barbie.

--¿Qué piensas hacer?

--¿Qué quieres decir? --pregunté.

¿Debía interpretar que aquel pequeño incidente, aquel momento de


intimidad con Ken, me obligaba a tomar una decisión inmediata sobre mi
futuro como objeto de deseo de los homosexuales?

--Esta tarde. ¿Adónde iremos? ¿Qué haremos? Te echo mucho de


menos cuando no te veo --dijo.

--Pero si me ves todos los días.

--En realidad, no. Sólo te veo pasar de lejos desde el tocador. Vamos a
tu cuarto.

Volví al baño, aclaré a Ken, lo sequé con el secador de mi madre, y


me puse a jugar con él otra vez. Cosas de chicos. Al fin y al cabo, eso es
lo que éramos. Consideré la posibilidad de jugar algún partido con él, de
salir los dos sin Barbie.

--Los he visto más rápidos --dijo Barbie cuando regresé a la


habitación.

Dejé a Ken en el tocador, recogí el cuerpo de Barbie, le arranqué la


cabeza de Ken y, sin ningún miramiento, coloqué la de Barbie en su
lugar.

--No quiero pelearme contigo --dijo Barbie mientras la llevaba a mi


cuarto--. No podemos desperdiciar el poco tiempo que tenemos en

18 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

peleas. Follemos --propuso.

No me apetecía. Seguía pensando en follar con Ken y en que Ken era


un chico. Seguía pensando en Barbie y en que Barbie era una chica. En
Jennifer, que cambiaba las cabezas de sitio, se comía los pies de Barbie,
la colgaba del ventilador del techo y Dios sabe cuántas cosas más.

--Follemos --repitió.

Le arranqué la ropa. Jennifer le había pintado un triángulo invertido


de vello púbico entre las piernas. Se lo había dibujado del revés, de
manera que parecía más un surtidor que cualquier otra cosa. Lancé un
certero escupitajo y utilicé el pulgar y el dedo índice para borrar la
mancha de tinta por simple fricción. Barbie soltó un gemido.

--¿Por qué dejas que te haga estas cosas?

--Jennifer es mi dueña --gimió.

Jennifer es mi dueña. Y lo decía así, como si nada, casi con gusto.


Sentí celos de mi hermana. Jennifer era la dueña de Barbie y eso me
ponía furioso. Estaba claro que era una de esas relaciones que sólo
pueden darse entre mujeres. Jennifer podía ser la dueña de Barbie porque
eso no importaba. Jennifer no la deseaba. Jennifer la poseía.

--Eres perfecta.

--Me estoy poniendo como una foca --dijo ella.

Se movía sobre mí como un reptil. ¿Sabía Jennifer que Barbie era


ninfómana? ¿Sabía Jennifer qué clase de ninfómana era Barbie?

--No deberías andar entre niñas pequeñas --dije.

Barbie hizo caso omiso de mis palabras.

Tenía arañazos en el pecho y en el abdomen, pero, como ella no hizo


ningún comentario al respecto, al principio fingí que no lo había notado.
Al acariciarla me di cuenta de que eran cortes profundos, tajos de
contorno irregular que detenían el avance de los dedos. Imposible no
sentir curiosidad.

--¿Jennifer? --adiviné mientras le lamía las heridas como si mi


lengua, a modo de papel de lija, pudiera borrar las marcas. Barbie
asintió.

Confieso que la posibilidad de usar papel de lija me pasó por la


imaginación. Lo difícil era encontrar la manera de explicárselo a ella:

19 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

estáte quieta mientras yo te froto muy fuerte con esta especie de toalla
empapada en cemento. A lo mejor hasta le gustaba que la esposara y
convirtiera aquello en una sesión de sadomaso.

Le lamí las esquirlas, las palabras copyright 1966 Mattel Inc. que
llevaba tatuadas en la espalda. Ella se puso como loca. Dijo no sé qué de
la hipersensibilidad y las cicatrices.

Barbie se aferraba a mí, me hacía sentir sus heridas sobre mi piel. Yo


pensaba en Jennifer y en que mi hermana era muy capaz de matar a
Barbie. Sin querer, cualquier día podía pasarse de la raya. No sabía si
Barbie se daría cuenta a tiempo, ni si, llegado el caso, trataría de
detenerla.

Y follamos. Ésa es la palabra que yo utilizaba, follar. Al principio,


Barbie decía que no le gustaba, y por eso precisamente a mí me gustaba
todavía más. Ella la encontraba demasiado fuerte, demasiado sonora, y
decía que no estábamos follando sino haciendo el amor. Yo le decía que
debía de estar de guasa.

--Follemos --dijo, y aquella tarde me di cuenta de que el fin estaba


cerca--. Follemos --dijo. No me gustó cómo sonaba la palabra.

El viernes, cuando entré en la habitación de Jennifer, noté algo


extraño en el ambiente. El aire olía a laboratorio, a fuego, a experimento
fracasado.

Barbie llevaba un vestido de noche amarillo con escote palabra de


honor, y el pelo recogido en un moño alto que parecía más un pastel de
boda que algo salido de la batidora de Betty Crooker. Sobre su cabeza
había un torbellino imaginario de fibras de algodón. Llevaba sendos
alfileres amarillos clavados en las orejas y unos zapatos dorados de
pelandusca a juego con el cinturón. Durante un instante me concentré en
el cinturón e imaginé otras maneras de utilizarlo; pero no precisamente
para maniatarla: prefería atarle el cinturón alrededor de la cabeza,
amordazarla.

Al mirarla de nuevo me di cuenta de que le asomaba una mancha


grande y oscura, como una cicatriz, por encima del escote. La cogí y le
bajé la parte delantera del vestido.

--¿Qué pasa, grandullón? --me dijo--. ¿No vas a decirme hola


primero?

Alguien le había cortado los pechos con un cuchillo. Un cuchillo que,


a juzgar por las decenas de cicatrices, podría haber tenido cinco hileras
de dientes, igual que la boca de un tiburón. Y, por si eso fuera poco, la

20 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

habían derretido. Había estado en contacto con llamas azules y amarillas


hasta fundirse, hasta convertirse en el mismo fuego que la consumía. El
plástico derretido había sido trabajado posteriormente con la punta de un
lápiz o de un bolígrafo. Al enfriarse, la carne fundida de Barbie había
vuelto a endurecerse, y el plástico formaba espirales negras y rosas en el
cráter que Jennifer había excavado en sus pechos.

La examiné de cerca, como habría hecho un científico, un patólogo,


un forense. Estudié las quemaduras, la zona rebajada, como si la cercanía
pudiera proporcionarme una explicación, una salida.

Noté un sabor desagradable, como si me hubiera metido una pila en la


boca. Fue algo que me subió al paladar desde el estómago y que luego
regresó a él, dejándome en la boca el sabor amargo y metálico de la
saliva agria. Tosí y me eché un escupitajo en la manga de la camisa.
Luego me remangué para esconder la mancha de humedad.

Toqué el borde del cráter con el dedo índice. Lo rocé, apenas. Al


contacto de mi piel, sin embargo, la parte exterior de la cicatriz se
desprendió. Tuve que hacer un esfuerzo para no soltarla.

--No es más que una reducción --dijo Barbie--. Ahora Jennifer y yo


estamos empatadas.

Barbie sonreía. Su cara tenía la misma expresión que me había


enamorado el primer día. La misma expresión de siempre. Aquello era
insoportable. Sonreía, y estaba carbonizada. Sonreía, y estaba
destrozada. Le coloqué bien el vestido para que no se le viera la cicatriz.
Luego la dejé con cuidado sobre el tapete del tocador e hice ademán de
salir.

--¿Qué pasa? --dijo Barbie--. ¿Hoy no vamos a jugar?

© 1990 A. M. Homes

Traducción: Mercè López Arnabat


Esta historia no puede ser archivada ni distribuida sin el permiso expreso
del autor. Rogamos lean las condiciones de uso.

"A Real Doll" (Una muñeca de carne y hueso) es una publcación de The
Barcelona Review con el permiso de The Wylie Agency, Inc.

"A Real Doll" (Una muñeca de carne y hueso) apareció en la


antologíaThe Safety of Objects, publicada por Daedalus Books, US,
1990; reeditado por Vintage Books, 1991, ISBN 0-679-73629-8.

21 de 22 14/11/20 3:31 p. m.
A.M Homes: Una muñeca.. http://www.barcelonareview.com/cas/eng4t4.htm

En el Reino Unido, The Safety of Objects fue publicado por Transworld.


También ha sido tracucida al francés (Julliard), alemán (Kiepenheuer),
holandés (Contact), e italiano (Guanda).

| índice | índex | Irvine Welsh | Ben Marcus | Jason Starr | Rosario Górriz Fons | Enric Casassas | Breves críticas (en inglés)
|Ediciones anteriores |

22 de 22 14/11/20 3:31 p. m.

También podría gustarte