El Secreto Del Rosario
El Secreto Del Rosario
El Secreto Del Rosario
DEL
SANTÍSIMO ROSARIO
LICENCIA DE LA ORDEN
IMPRIMI POTEST
LICENCIA ECLESIÁSTICA
NIHIL OBSTAT
EL CENSOR,
Lic. Fortián Solá Moreta Pbro.
IMPRÍMASE
SANTÍSIMO ROSARIO
POR
REVISADO I ANOTADO
FUNDACIÓN MONTFORT
SOCIEDAD GRIGNION DE MONTFORT
C/. Jonqueres nº18, 8º C
Telf. y Fax 93 318 08 29
08003 - Barcelona (España)
EMAIL: [email protected]
www.sgmontfort.org
ISBN: 978-84-9825-381-8
Depósito legal B-39.271-2008
Imprime: Índice, S.L.,
Fluvià, 81 08019 Barcelona
P. Francisco de P. Solá, S. J.
Director de la Sociedad Grignion de Montfort
PRÓLOGO
Por el avemaría
el pecado se destruirá,
Por el avemaría
toda gracia nos vendrá.
PRÓLOGO
DE LA EDICIÓN CASTELLANA
ROSA BLANCA
A LOS SACERDOTES
ROSA ENCARNADA
A LOS PECADORES
ROSAL MÍSTICO
CAPULLO DE ROSA
A LOS NIÑOS
PRIMERA DECENA
Primera Rosa
Segunda Rosa
Tercera Rosa
Cuarta Rosa
Quinta Rosa
Sexta Rosa
EL SALTERIO DE MARÍA
4. Eclo., 19, 1.
38
Séptima Rosa
Octava Rosa
Novena Rosa
Décima Rosa
SEGUNDA DECENA
Undécima Rosa
Duodécima Rosa
Decimatercera Rosa
de los bienaventurados.
Que estás. Por esta palabra admiramos la in-
mensidad, la grandeza y la plenitud de la esencia
de Dios, que se llama con verdad «El que es»: es
decir, que existe esencialmente, necesariamente y
eternamente, que es el Ser de los seres, la causa
de todos los seres; que encierra eminentemente
en Sí mismo las perfecciones de todos los seres;
que está en todos por su esencia, presencia y
potencia, sin estar encerrado en ellos. Honramos
su sublimidad, su gloria y majestad en estas pala-
bras: que estás en el cielo, es decir, como sentado
en vuestro trono, ejerciendo vuestra justicia sobre
todos los hombres.
Adoramos su santidad deseando que su nom-
bre sea santificado. Reconocemos su soberanía y
la justicia de sus leyes ansiando la llegada de su
reino y que le obedezcan los hombres en la tierra
como lo hacen los ángeles en el cielo. Creemos en
su Providencia rogándole que nos dé nuestro pan
de cada día. Invocamos su clemencia pidiéndole
el perdón de nuestros pecados. Reconocemos su
poder al rogarle que no nos deje caer en la tenta-
ción. Nos confiamos a su bondad esperando que
nos librará del mal. El Hijo de Dios, que glorificó
siempre a su Padre por sus obras, ha venido al
mundo para que le glorifiquen los hombres y les
enseñó la manera de honrarle con esta oración
que Él mismo se dignó dictarles. Debemos, pues,
rezarla con frecuencia, con atención y con el
mismo espíritu que Él la compuso.
Decimacuarta Rosa
Decimasexta Rosa
Decimaséptima Rosa
4. Los jansenistas.
71
Decimaoctava Rosa
Decimanona Rosa
FELIZ PERMUTA
Vigésima Rosa
2. Lm 1, 12.
3. Lm 3, 19.
87
7. Jn 17, 3.
100
Trigésima Rosa
UN ALBIGENSE POSESO
SIMÓN DE MONTFORT,
ALANO DE LANVALLAY, OTERO
(Beato Alano, II p., c. XVII)
EL CARDENAL PEDRO
(Beato Alano, IV p., c. LXX)
UN MONASTERIO,
TRANSFORMADO POR EL ROSARIO
Cuadragésima Rosa
QUINTA DECENA
PUREZA DE ALMA
Cuadragésimatercera Rosa
Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por
nosotros, pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén.
Os costará trabajo al principio hacer estas
paradas por la mala costumbre contraída de
rezar precipitadamente, pero un decenario dicho
con pausa os será más meritorio que miles de
Rosarios sin detención, sin reflexionar.
128. El Beato Alano de la Roche y otros
autores, entre ellos Belarmino, cuentan que un
buen sacerdote aconsejó a tres hermanas, peni-
tentes suyas, que rezasen diaria y devotamente el
Rosario, durante un año, sin faltar ningún día,
para tejer un hermoso vestido de gloria a la
Santísima Virgen; y que éste era un secreto que el
cielo le había comunicado. Las tres hermanas lo
hicieron así durante un año, y el día de la
Purificación, al atardecer, cuando ya estaban reti-
radas, entró en su habitación la Santísima
Virgen, acompañada de Santa Catalina y de Santa
Inés, llevando la Santísima Virgen un vestido res-
plandeciente de luz, sobre el cual se leía, escrito
por todas partes con caracteres de oro: «Ave
Maria, gratia plena.» La Santísima Virgen aproxi-
móse a la cama de la primogénita y le dijo: «Yo te
saludo, hija mía, que tan bien y tan frecuente-
mente me saludaste. Vengo a agradecerte los her-
mosos vestidos que me hiciste.»
Diéronle también las gracias las dos santas
vírgenes que la acompañaban y las tres desa-
144
parecieron.
Una hora después, la Santísima Virgen volvió
con sus dos compañeras a la misma habitación,
vestida con un traje verde, pero sin oro y sin lumi-
nosidad, se acercó al lecho de la segunda herma-
na y le dio gracias por el traje que le había hecho
rezando su Rosario; pero como ella había visto a
la Santísima Virgen aparecerse a su hermana
mayor con mucha mayor brillantez, pidióle la
razón de ello. «Es –respondió María– que me hizo
mejor vestido, rezando el Rosario mejor que tú.»
Una hora más tarde, aproximadamente, apa-
recióse la Santísima Virgen por tercera vez a la
más joven de las hermanas, vestida con un hara-
po sucio y roto, diciéndole: «¡Oh hija mía!, así me
vestiste; yo te lo agradezco.»
La joven, cubierta de confusión, exclamó:
«¡Oh Señora mía! Perdón os pido por haberos
vestido tan mal, dadme tiempo para haceros un
hermoso traje rezando bien el Rosario.»
Desaparecida la visión, contó la afligida joven a
su confesor cuánto le había ocurrido, y éste la
animó a rezar durante un año el Rosario con más
perfección que nunca, cosa que ella hizo. Al cabo
del año, el mismo día de la Purificación, la
Santísima Virgen, también acompañada de Santa
Catalina y Santa Inés, que llevaban coronas, y
vestida con hermosísimo traje, se les apareció al
atardecer y les dijo: «Estad seguras, hijas mías,
del reino de los cielos, donde entraréis mañana
con gran alegría.» A lo que respondieron las tres:
145
NECESIDAD DE LA ORACIÓN
2. 1 R 10, 8.
3. Sal 84 (83), 5.
4. Mc 11, 24.
158
Quincuagésima Rosa
MÉTODOS DEVOTOS
PRIMER MÉTODO1
OFRECIMIENTO PARTICULAR
DE LAS DECENAS
Misterios gozosos
Misterios dolorosos
Misterios gloriosos
PRIMERA PARTE
II
III
IV
VI
VII
VIII
IX
XI
XII
XIII
XIV
A LOS MORIBUNDOS
54. Indulgencia plenaria, aplicada por un
sacerdote, según la fórmula común, aun fuera de la
confesión, si el moribundo tenía la costumbre de
rezar el Rosario durante la semana. (Inocencio VIII,
13-10-1483; S. C. Indulgencias, Decreto 10-8-1899.)
55. Indulgencia plenaria si mueren teniendo
en la mano la vela bendita del Santísimo Rosario,
con tal que por lo menos una vez en la vida hayan
rezado el Rosario entero. (Adriano VI, Illius qui,
1-4-1523.)
56. Indulgencia plenaria si reciben los sa-
cramentos de la Penitencia y la Eucaristía. (San
Pío V, Consueverunt, 17-9-1569.)
57. Indulgencia plenaria si, contritos, invocan
el Santísimo Nombre de Jesús al menos de cora-
zón si no pueden de boca. (León XIII, Rescr. S. C.
Indulgencias, 10-8-1899.)
199
XV
SEGUNDA PARTE
APÉNDICE
ADICIÓN IMPORTANTE
AL CATÁLOGO DE INDULGENCIAS
A.M.D.G.
207
NOTA EDITORIAL
ÍNDICE
Primera decena
Segunda decena
Tercera decena
Cuarta decena
Quinta decena
PRIMERA PARTE
SEGUNDA PARTE
APÉNDICE
ÍNDICE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209