Rodriguez Lopez 2009 El Asalto Al Olimpo La Gigantomaquia
Rodriguez Lopez 2009 El Asalto Al Olimpo La Gigantomaquia
Rodriguez Lopez 2009 El Asalto Al Olimpo La Gigantomaquia
ISSN: 1696-0319
RESUMEN: La Gigantomaquia ha sido un asunto predilecto de las artes plásticas; por ser el más elevado de los
temas épicos ha sido recreado desde el arte griego del período arcaico hasta la Edad Contemporánea. Pinturas, escultu-
ras y otras artes han evocado esta contienda entre dioses y hombres, cuyo significado, como veremos, adquirió diversos
tintes a lo largo de la Historia, en la mayoría de los casos con sentido propagandístico o alegórico. Este trabajo ofrece un
panorama iconográfico de gran alcance temporal, con el que hemos pretendido reflexionar sobre el tema, atendiendo a
fórmulas ideológicas, soluciones plásticas y medios expresivos.
Palabras clave: Iconografía Clásica, Mitología Clásica, gigantes, Gigantomaquia, dioses olímpicos.
RIASSUNTO: La Gigantomachia è stato uno degli argomenti prediletti dalle Arti Plastiche, il più elevato tra i temi
epici, e per questo ricreato e rappresentato sin dal periodo arcaico, del arte greca, fino ai giorni odierni. Pitture, sculture
e altre manifestazioni artistiche hanno evocato questa contenda tra gli dei e gli uomini, il cui significato, come vedremo,
acquistò diverse vesti lungo la Storia, la maggior parte delle volte con un marcato senso propagandistico o allegorico.
Questo lavoro offre un panorama iconografico di grande portata temporale, attraverso il quale abbiamo voluto riflettere
su questo tema, dando spazio alle formule ideologiche, soluzioni plastiche e mezzi espressivi.
Parola chiave: Iconografia Classica, Mitologia Classica, Giganti, Gigantomachia, Dei olimpici.
7
M. I. RODRÍGUEZ El asalto al Olimpo: La Gigantomaquia
trabón), en Palene (Tracia). Homero y va- al combate la ofrece Píndaro (518-430 a.C.
rios escritores tardíos los sitúan en zonas ¿?) en una de sus Odas Nemeas9.
volcánicas, por lo que parece probable que
Apolodoro es el mitógrafo que nos
el origen de la historia de los gigantes esté
brinda la versión más amplia y detallada de
relacionado con una explicación sobrenatu-
la contienda en su Biblioteca Mitológica 10 .
ral de determinados fenómenos físicos de la
Dicho texto narra cómo Gea, uniéndose a
naturaleza, asociados con fenómenos
Urano concibe a los Gigantes, seres “insu-
volcánicos.
perables por la magnitud de sus cuerpos e
La literatura antigua insiste en el invencibles por su potencia física”, provis-
gran tamaño de sus cuerpos y en su inven- tos de espesa cabellera y extremidades de
cible poder 4 . Ovidio 5 los describe como dragón. Señala el citado autor que las tradi-
monstruos furiosos que intentaron escalar ciones con respecto a su nacimiento son
el Olimpo y sobre los que recayó la cólera diversas, ya que según unos habían nacido
de Zeus. Algunos autores hablan de sus en Flegra, mientras que otras versiones
extremidades serpentiformes, de su cabelle- sitúan el lugar del alumbramiento en Pale-
ra formada por ofidios y de sus numerosas ne. Sea como fuere, estos invencibles y colé-
manos6. Las descripciones literarias hacen ricos seres “arrojaban contra el cielo rocas y
de ellos seres formidables, de invencible encinas ardientes”. De todos ellos, Porfirio
fuerza y aspecto terrorífico. Sus nombres y Alcioneo eran los más fuertes, inmortal el
están en relación con su naturaleza y evo- segundo mientras permaneciera en contac-
can fuerza, bravura, celeridad, impetuosi- to con la tierra madre. Sigue Apolodoro
dad, salvajismo, aspectos que definen su relatando que los dioses conocían un vati-
terrible personalidad7. cinio según el cual los gigantes no perecer-
ían si un mortal no combatía junto a ellos y
La Gigantomaquia es un mito en
que Gea intentó evitarlo fabricando un bre-
pleno sentido del término, ya que su desa-
baje, destruido finalmente por Zeus. Fue el
rrollo afecta a un cambio en el orden uni-
padre de los dioses quien llamó a Heracles
versal8. Tras este episodio comenzaba una
para que ayudara a los Olímpicos. Iniciada
nueva era para la humanidad, regida por
la liza, el héroe disparó sus flechas contra
los hijos de Crono y Rea, que tras haberse
Alcioneo, que recobraba el aliento y el vigor
repartido el dominio del Universo estable-
cada vez que caía a la tierra, hasta que por
cieron, como es bien sabido, su residencia
recomendación de la astuta Atenea, lo
en el Olimpo. La primera referencia textual
arrastró lejos de Palene para poder vencer-
lo. La suerte de Porfirio fue bien distinta: se
enfrentó a Hera, y sintiendo por ella un
■
4 gran deseo amoroso trató de arrancarle el
DIODORO SÍCULO, Biblioteca Histórica, IV, 21, 5;
APOLODORO, Biblioteca Mitológica, 1.34. peplo para violarla; la diosa pidió ayuda y
5 el gigante fue exterminado por Heracles y
OVIDIO, Metamorfosis, I.
6
NONNUS, Dionysiaca, 1,18; 25, 85 y ss. 25, 206 y ss; Zeus que acudieron en su auxilio. El texto
48,6. nos informa, también, de cómo Apolo atra-
7
F. VIAN, La Guerre des géants. Le mythe avant
vesó con una de sus flechas el ojo izquierdo
l´epoque hellénistique, París, 1952, p.227. Para el trata-
miento general del tema véase también F. VIAN, Réper‐ de Efialtes y Heracles el derecho; Dioniso
toire des Gigantomachies figurées dans l´art grec et romaine, exterminó a Éurito con el tirso, mientras
París, 1951 y E KUHNER, «Die Giganten in der Kunst»,
en Roscher, Lexicon, II, 1653-1673, 1965.
8 P. GRIMAL, Diccionario de Mitología griega y roma‐ ■
9
na, Barcelona, 1984 [1ª ed. París, 1951] (Introducción, PÍNDARO, Nemea, I, 67.
10
XV y ss.). APOLODORO, Biblioteca Mitológica, I, 6,1-2.
que Hécate mató a Clito con antorchas y Hefesto, Afrodita, Eros, Posidón… y todos
Hefesto a Mimante “arrojando contra él los olímpicos.
hierros al rojo”. Encélado intentó darse a la
fuga, pero fue vencido por Atenea, que ICONOGRAFÍA
lanzó sobre él la isla de Sicilia. Polibotes fue
En opinión de algunos especialistas14
perseguido por Posidón en el mar y venci-
la Gigantomaquia es un tema sublime, el
do por el dios, quien arrojó contra el gigan-
más grande de la Épica, ya que en él se
te el islote de Nísiro. El invisible Hermes,
ensamblan para formar un todo, las histo-
que vestía “el casco de Hades durante la
rias de los dioses y las batallas. Con tales
batalla, mató a Hipólito y Ártemis a Gra-
ingredientes, no es extraño que el asunto se
tión. Las Moiras que combatían con mazas
convirtiera, desde el siglo VI a.C., en un
de bronce, a Agrio y Toante; al resto los
motivo predilecto de los artistas griegos,
exterminó Zeus fulminándolos con rayos; a
que vieron en sus imágenes un medio efec-
todos los agonizantes los alcanzó Heracles
tivo para expresar, en la mayoría de los
con sus flechas”11.
casos, ideas relacionadas con la convivencia
Algunos autores12 han señalado que ciudadana, la religiosidad o los asuntos de
el mito debió estar constituido en la Hélade la más alta política.
en torno al siglo VIII a.C. y que la fuente de
inspiración del mismo puede haber tenido GRECIA ARCAICA
su origen en algunos relatos muy antiguos,
La Gigantomaquia comenzó a tomar
procedentes del mundo oriental, especial-
forma en las artes plásticas a partir del 550
mente en el combate entre el dios hitita de
a.C., siendo ceramistas y escultores los en-
la tempestad y el dragón Illuyanka, episo- cargados de plasmar el mito a través de sus
dio en el que el dios solicita la ayuda de iconos. Las más antiguas representaciones
otros dioses y del héroe (un mortal)
que han llegado hasta nosotros proceden de
Hupashiya. los repertorios ceramográficos áticos y co-
El escenario de tan crucial batalla se rintios, que muestran, ya desde mediados
sitúa, generalmente, en la península de del siglo VI a.C., diferentes momentos de la
Palene, en Tracia, aunque una tradición confrontación. Dichas imágenes son ante-
local señala que el choque tuvo lugar en riores a las Nemeas de Píndaro, por lo que
Arcadia, en las riberas del Alfeo 13 . Los parece probable que pudiera haber existido
adversarios más activos de los gigantes otra referencia literaria griega que estimula-
fueron Zeus y Atenea; Heracles ofreció su ra tan amplio florecimiento del tema en el
apoyo en la lucha, pero el héroe asiste al arte arcaico. Delgado Linacero ha puesto de
combate con prudencia, situado a cierta relieve una interesante relación entre las
distancia y disparando sus flechas apostado ideas y los valores predominantes en las
en el carro de Zeus. A medida que la leyen- poleis griegas del Arcaísmo con una posible
da se fue enriqueciendo, como veremos, lectura simbólica del tema que nos ocupa.
intervienen en la lucha Dioniso, Ares, Señala la citada autora que en este momen-
to de formación de las ciudades, el ideal
político de isonomía que ansiaba la mode-
■
ración como virtud, la victoria de los olím-
11
APOLODORO, Biblioteca Mitológica, I, 6,1-2.
12 ■
C. DELGADO LINACERO, «La Gigantomaquia, símbolo
14
socio-político en la concepción de la polis griega», Espacio, D.C. INNES, «Gigantomachy and Natural Phi-
Tiempo y Forma, Historia Antigua (12), 107-127, p.109. losophy», The Classical Quarterly New Series, vol.21, n.1
13
PAUSANIAS, Descripción de Grecia, VIII, 29,1.l. (1979), pp. 165-171.
picos podría interpretarse como un nuevo enemigos de la polis, incluso hasta los más
orden. Gracias a ese orden, la razón se ma- brutales y terroríficos.
nifestaba en una sociedad, donde, a partir
Por los mismos años se levantó, en el
de este momento, habría de imponerse la
témenos del Santuario de Apolo en Delfos,
descendencia patrilineal sobre el matriar-
el Tesoro de los Sifnios17. El relieve conti-
cado15.
nuo de su friso norte, en la Antigüedad
Como es sabido, la ciudad de Atenas animado por vivos colores, representa la
fue uno de los centros políticos más influ- confrontación entre los dioses y los gigantes
yentes de aquel tiempo; allí se remodeló, en y la lucha entre griegos y troyanos, pro-
torno al 525 a.C., bajo el mandato de los grama iconográfico que no deja lugar a
Pisistrátidas el “viejo templo” de la diosa dudas sobre la intencionalidad política del
Políada, en la Acrópolis. Dicho templo fue asunto elegido18. Las figuras de los rivales
construido en piedra hacia el 625 a.C. y se mezclan en una compleja y hermosa
estuvo rodeado por un pórtico de columnas sucesión de planos, que trasmiten el fragor
de madera. Sustituyó a otro santuario ante- de la batalla con notable dinamismo. Sin
rior, edificado éste sobre los restos de un apenas armamento, los olímpicos hacen
palacio micénico. No parece casual que en frente a los hijos de Gea que aparecen
la decoración de uno de sus frontones se prácticamente ocultos tras el armamento
representara una colosal Gigantomaquia, característico del hoplita griego arcaico
de la que hoy se conservan algunas figuras (provistos de yelmo, coraza, grebas, escudo,
-en estado muy fragmentario- en el Museo espada y lanza), según los describe Hesíodo
de la Acrópolis16. Atenea, protectora de la en la Teogonía. En el bando de los dioses
ciudad y de sus enemigos, es una figura pueden distinguirse, en virtud de sus fiso-
formidable, caracterizada como una Kore nomías y atributos, a Apolo y Ártemis,
por su peinado e indumentaria, pero con- Cibeles, Heracles y Atenea, mientras que
venientemente armada con la égida; la dio- los gigantes, seres genéricos, no se diferen-
sa aparece en actitud dinámica y victoriosa, cian entre sí (fig.1). Como apuntó Vian, el
como Atenea Gigantophonos, mientras que asunto fue muy apreciado por los artistas y
sus oponentes desnudos y sin armamento, se representó también en el frontón del
prácticamente abatidos, yacen heridos en la Tesoro de Megara, en Olimpia, en el
tierra. En el marco de la mentalidad ate- frontón oeste del Templo de los Alcmeóni-
niense del momento, y dada la sacralidad das, en el friso del Tesoro de Marsella y en
del emplazamiento del “viejo templo”, el
asunto se concebiría, probablemente, como ■
tema propagandístico con el que ensalzar la 17 L.V. WATROUS, «The Sculptural Program of the
el frontón occidental del Tesoro de los Ate- trabajos de Francis Vian 21 y de Mary B.
nienses, en Delfos19 . Moore22 han propuesto una posible recons-
trucción del conjunto, en virtud de los
Las metopas del llamado Templo F
fragmentos conservados en el Museo de la
de Selinunte (Sicilia), consagrado a Atenea,
Acrópolis23. El desarrollo de la batalla apa-
estuvieron decoradas, asimismo, con una
rece ante nuestros ojos como el verdadero
Gigantomaquia, cuyos restos se conservan
punto de partida para el desarrollo ico-
hoy en el Museo Arqueológico de Paler-
nográfico del tema que abordamos; Hefes-
mo 20 . Fechados hacia el 530-525 a.C., los
to, Afrodita, Dioniso, Hermes, Hera, Zeus,
relieves que han llegado hasta nosotros
Atenea, Ares, Posidón y Heracles combaten
representan a Atenea combatiendo con
frente a frente, contra sus enemigos, atavia-
Encélado y a Dioniso frente a otro gigante.
dos éstos últimos como hoplitas. Algunos
Todas las obras citadas muestran a los gi-
gigantes yacen vencidos en el suelo, mien-
gantes como seres de fisonomía humana, en
tras que muchos de ellos permanecen to-
unos casos desnudos (aludiendo, como se
davía erguidos ante sus poderosos rivales.
ha señalado, a su primitivismo o bien para
indicar que se trata de seres de estirpe divi- En ocasiones, los vasos áticos se em-
na) y en otras ocasiones ataviados como bellecen con episodios aislados de la con-
fuertes guerreros completamente guarneci- tienda, en un intento de simplificación y
dos por su armamento, en el que predomi- evolución plástica, acaso influenciada por el
na el casco de tipo corintio. estilo tendente al naturalismo iniciado por
Exequias. El campo decorativo proporcio-
Las representaciones pictóricas de los
nado por los recipientes cerámicos resulta-
vasos cerámicos recrearon el asunto, desde
ba muy apto para la representación del
mediados del siglo VI a.C., en composicio-
enfrentamiento de parejas y el choque entre
nes colmadas de dinamismo. A modo de
dos figuras proporcionaba un medio de
friso continuo, la narración mítica suele
experimentación con el que los pintores
ocupar los “hombros” de las vasijas; los
podían expresar la contraposición de fuer-
dioses portan escudos y lanzas y ostentan
zas encontradas, buscando en ello el equili-
sus atributos de poder (tirso, tridente, rayo,
brio. Entre las piezas más antiguas de este
caduceo…), mientras que sus adversarios
patrón iconográfico 24 , destaca una ánfora
aparecen, como ya se ha señalado, comple-
ática de cuello, fechable en torno al 540-530
tamente protegidos y sosteniendo piedras o
a.C 25 , cuya decoración muestra la lucha,
ramas de árboles –a modo de armas arroja-
cuerpo a cuerpo, entre Posidón y Polibotes,
dizas– en sus manos. El ejemplo más anti-
un tema llamado a tener larga vida en la
guo de los vasos pintados que han llegado
cerámica griega. El dios marino sostiene en
hasta nosotros es un dinos de figuras negras
alto una enorme roca (el islote de Nísiros)
firmado por Lydos, que fue dedicado en la
Acrópolis ateniense. El vaso presenta un
estado de conservación muy fragmentario y ■
21
sin embargo, constituye uno de los ejem- F. VIAN, Op. Cit. (1952), pp. 95-101.
22
plos más significativos de la lucha entre M.B. MOORE, «Lydos and the Gigantomachy»,
American Journal of Archaeology, Vol. 83, n. 1, 1979, pp.
dioses y gigantes del arcaísmo griego. Los
79-99.
23
Acrópolis 607.
24
Este modelo iconográfico habría de generalizar-
■ se en los talleres áticos a partir del 520 a.C.
19 25
F. VIAN, Op. Cit., 1952, p. 115. Louvre F226. http://www.mlahanas.de/Greeks/
20
M. SANTANGELLO, Selinunte, Roma, 1953; V. Mytholo-
TUSA, La scultura in pietra di Selinunte, Palermo, 1984. gy/PoseidonAndPolybotes%20LouvreF226.html.
con una de sus manos, mientras ataca a su Motivo decorativo de estos vasos de
rival con el tridente. En claro ademán de elite, la Gigantomaquia se hacía eco de las
huída, el gigante hinca su rodilla en el sue- ideas predominantes y las trasladaba al
lo, según el conocido procedimiento arcaico ámbito doméstico e íntimo. Sin embargo, en
de la llamada “carrera de rodilla” y protege ocasiones el asunto que nos ocupa fue utili-
su cuerpo con un gran escudo de tipo beo- zado para la decoración de vasos de natura-
cio. leza funeraria, los lécitoi, siendo en estos
casos su lectura e interpretación bien distin-
A juzgar por el elevado número de
ta, asociada a la inevitable adversidad del
representaciones pictóricas que han llegado
destino humano. Como cualquier otra bata-
hasta nosotros, el enfrentamiento más céle-
lla, la Gigantomaquia se asociaba a la muer-
bre fue el habido entre Atenea y Encélado,
te, por lo que su presencia resultaba deco-
asunto muy repetido en los vasos arcaicos,
rosa para el ornato de vasos de uso funera-
a partir del 520 a.C. En nuestra opinión, su
rio.
difusión podría relacionarse con la supre-
macía de Atenas y de su diosa tutelar sobre GRECIA CLÁSICA
otras poleis. Con ligeras variantes, el patrón
iconográfico resulta canónico, mostrando a Es sabido que tras la destrucción de
la diosa completamente armada y protegi- la Acrópolis ateniense en el transcurso de
do su pecho con la égida, en actitud de las Guerras Médicas, Pericles emprendió un
ataque; su oponente (desnudo o ataviado programa propagandístico que incluía la
como hoplita) está a punto de sucumbir por reconstrucción de los monumentos más
las heridas, tal y como vemos, por ejemplo, emblemáticos de la ciudad29. Dentro de este
en el fondo de un plato ático del Museo del proyecto ideológico se construyó, entre el
Louvre o en una ánfora procedente de Vul- 447 y el 432 a.C., el Partenón, sobre los ci-
ci, hoy en el Museo de Antigüedades del mientos del pre-partenón de época Pisistrá-
Estado de Munich (fig.2)26. Otros ejemplos tida. El programa iconográfico del edificio
muestran diversos episodios de la contien- fue concebido para ensalzar la gloria de
da, como el enfrenamiento habido entre Atenas y exhibía, exteriormente, imágenes
Dioniso y Éuritos que muestra un Kyathos propagandísticas de la ciudad: el nacimien-
ático de figuras rojas del Pintor de Oinop- to de su diosa titular (frontón oriental) la
hile (Museo de Berlín27) en una imagen en disputa de ésta y Posidón (frontón occiden-
la que las sierpes aparecen ya asociadas al tal), la celebración de las Grandes Panate-
gigante28. neas (friso) y diversas maquías o luchas
célebres de la mitología: Centauromaquia
(lado sur), Amazonomaquia (lado oeste),
Iliupersis (lado norte) y Gigantomaquia
■
26
(lado este) 30, escenas susceptibles de lectura
Inv: 1612; BEAZLEY, Beazley Archive , ABV 484, 7.
27
Antikenmuseen, Berlín, F2321.
28
La serpiente es un animal ctónico, unido a la
■
Tierra a la que encarna. Hijos de Gea, los Gigantes,
serpiente: el triunfo de la tierra velado bajo la aparente
fueron concebidos en la iconografía como seres aso-
muerte del ofidio», De Arte, 5, 2006, pp.5-14.
ciados a los ofidios, expresión del poder telúrico te- 29
J. M. BARRINGER, J. M. HURWIT, J.J. POLLITT,
rrestre y en muchos casos incorporaron a su fisonomía
Periklean Athens and its legacy: problems and perspectives,
algunos rasgos propios de éstos (escamas, cabezas de
Austin, 2005.
serpiente) o se representan a su lado. Sobre la icono- 30
grafía de la serpiente como animal ctónico Véase D. Estudios monográficos del conjunto puede en-
RODRÍGUEZ PÉREZ, Serpientes, dioses y héroes. El combate contrarse en I. JENKINS, The Parthenon Sculptures, Har-
contra el monstruo en el arte y la literatura griega antigua, vard, 2007; J. BOARDMAN; D FINN, The Parthenon and its
León, 2008 y D. RODRÍGUEZ PÉREZ, «El combate contra la sculptures, Londres, 1985.
diosa, que ya no era únicamente patrona de piernas del salvaje, animal ctónico, que
la ciudad, sino de toda la Liga Délica; la como ya hemos señalado, está asociado a la
parte correspondiente a cada aliado en los iconografía de los gigantes. Muy significa-
sacrificios estaba regulada por decretos34. tiva resulta, asimismo, la consecución de los
escorzos y la tridimensionalidad espacial,
El sagrado peplo ofrendado a la dio-
así como el equilibrio compositivo que pro-
sa tutelar de la ciudad estaba bordado, no
duce el vacío generado entre las figuras y
por casualidad, con escenas de la Giganto-
las posturas complementarias y al mismo
maquia; el acontecimiento mítico, al igual
tiempo antagónicas de éstas.
que la pintura del interior del escudo de la
estatua de Atenea Parthenos, traía a la me- El mismo equilibrio de masas y com-
moria de los atenienses sus ideales cívicos. pensación de fuerzas plásticas se percibe en
Plinio, en su Historia Natural 35 describe el el fondo de un Kylix firmado por Erginos
escudo de la estatua, donde se plasmaba, (ceramista) y Aristófanes (pintor) (Berlín,
con todo fragor, el ataque al cielo de los Antiken Museen) 37 , fechado en el último
hijos de Gea y la airada respuesta de los decenio del siglo V a.C. La presencia de
olímpicos36. El culto de Atenea, diosa de la Gea emergiendo de su elemento, en actitud
guerra y diosa de la inteligencia, divinidad de suplicar clemencia para su hijo, no im-
de la prudencia y del raciocinio estuvo in- pide que un Posidón victorioso (completa-
disolublemente unido, como demuestran mente desnudo y coronado de laurel) hun-
tanto los templos a ella dedicados como los da su tridente en la coraza (un linothorax
rituales folklóricos en su honor, con esa clásico) de Polibotes (fig.4). El exterior de la
idea de la defensa del orden cívico, micro- citada copa está decorado con una Gigan-
cosmos en el que se proyectaba el orden tomaquia de friso continuo, en la que parti-
universal conseguido tras la victoria de los cipan seis olímpicos frente a sus correspon-
olímpicos sobre las fuerzas titánicas. dientes rivales: en un lado combaten Zeus y
Porfirión, Atenea y Encélado y Hécate y
Durante la primera mitad del siglo V
Clitio, mientras en el lado opuesto rivalizan
a.C., los pintores de vasos continuaron in-
Ares contra Mimón, Apolo con Efialtes y
corporando en sus obras diversos episodios
Hera con Foitos. Las diosas visten peplo de
de la contienda, tratados ahora con toda
fino plegado, los dioses están desnudos y
sobriedad y sencillez, buscando el equili-
los gigantes (a excepción de Polibotes, cuya
brio de masas y vacíos tan característico del
indumentaria ya se ha comentado) están
estilo clásico. Ejemplo canónico de la icono-
desnudos, pero armados con piedras, yel-
grafía de este período es un pélice ático
mos, espadas y grandes escudos circulares.
(Louvre G434) en el que Dioniso armado
Su naturaleza ctónica queda evidenciada
con su tirso y coronado de pámpanos, so-
por la serpiente que se enrosca entre las
mete (pisoteándole) a un gigante que trata
piernas de Clitio, el rival de Hécate.
de resistirse frente a su adversario (fig. 3).
Resulta interesante señalar la presencia de En los últimos años del siglo V a.C.
una sierpe que se enrosca en una de las se produjo un cambio en la iconografía de
los vasos pintados. Desde este momento,
■
los pintores plasman la batalla situando a
34
M.C. HOWATSON, Diccionario de la literatura clási‐
las figuras en dos planos bien diferencia-
ca, Barcelona, 1991.
35
PLINIO, Historia Natural, XXXVI, 5,4.
36
VON SALIS, «Die Gigantomachie am Schilde der
Athena Parthenos», Jahrbuch des Deutschen ■
37
Archäologischen Instituts (JdI) 55,1940, pp. 90-169. Berlín F2531; Beazley Archive n. 220533.
situados al norte de los Montes Tauro, ordenación misma del Cosmos: los Olímpi-
según nos informa Polibio42. Con su suce- cos, encabezados por Zeus y Atenea
sor, Eumenes II (197-159 a.C.), el reino de (acompañados de Heracles) se sitúan en el
los Atálidas alcanzó la cúspide de su poder, friso oriental, mientras que el lado norte
convertido en el más fuerte de los estados está habitado por los dioses de las sombras
de Asia Menor, después de hacerse con los y de las aguas y en el lado sur se disponen
territorios de Frigia, Lidia y Panfilia. Para los dioses de la luz y de la tierra. El discur-
conmemorar uno de los acontecimientos so iconográfico se desarrolla en un friso
militares más importantes de su reinado, su continuo donde los dioses luchan con fogo-
victoria definitiva sobre los gálatas de Tra- sa energía para reducir a sus poderosos
cia, Eumenes II mandó levantar un colosal rivales, mostrando un repertorio de inigua-
altar en la acrópolis de su capital, dedicado lable variedad compositiva y elevadísima
a Zeus Soter y a Atenea Nicéforos, que fue calidad artística. Aunque dominados por el
construido entre el 164 y el 156 a.C43. dinamismo que impone la batalla, los dio-
ses están inspirados en prototipos clasicis-
El programa iconográfico que se de-
tas y son figuras de belleza sobrehumana
sarrolla en los relieves externos del conjun-
que muestran infinidad de actitudes y pos-
to (reconstruidos hoy en el Museo de
turas, así como una notable variedad en sus
Pérgamo, en Berlín) es una magnífica Gi-
atributos e indumentaria.
gantomaquia, la más impresionante de las
que se conocen; su finalidad no fue otra que Los Gigantes, sin embargo, obedecen
ensalzar las victoriosas gestas de la monar- a postulados estéticos bien diferentes, como
quía atálida, identificada simbólicamente paradigmas del más apasionado barroco
con la genealogía de los olímpicos, frente a helenístico (fig.5). Sus musculosos cuerpos
sus adversarios bárbaros, encarnados en las se retuercen en inverosímiles posturas que
figuras de los gigantes44. La imagen artística llegan hasta el delirio y sus rostros ofrecen
prestaba a la monarquía pergamena un un muestrario del más intenso pathos. Son
marco propagandístico incomparable, del figuras dolientes cuya apariencia es muy
mismo modo que lo hiciera, siglos atrás, heterogénea: algunos gozan todavía de la
cuando Pericles desarrolló su vasto pro- juventud, como Alcioneo (que lucha con
grama de reformas en Atenas. Atenea, mientras su madre implora la cle-
mencia de la diosa), Oto (el rival de Árte-
En este marco de prestigio y repre-
mis), o el poderoso espécimen que sucumbe
sentación, los relieves que componen la
ante la llamada “diosa del león” (fig.6).
Gigantomaquia de Pérgamo obedecen a
Otras figuras son, en cambio, de avanzada
una disposición jerárquica, coligada a la
edad. Pero todos son seres plenos de fuer-
za, dotados de hermosa y abundante cabe-
■ llera; unos alados, otros con extremidades
42 inferiores serpentiformes, algunos con ga-
POLIBIO, Historia, IV, 48.
43
E. V HANSEN, The Attalids of Pergamon, Nueva rras de león o escamas, cuernos de toro y
York-Londres, 1971; E. KOSMETATOU, «The Attalids of otros rasgos animales que desvelan su po-
Pergamon», en A Companion to the Hellenistic World,
tencia primigenia.
Oxford, 2003. pp. 159–174.
44
D THIMME, «The Master of the Pergamon Gigan-
Los grupos de oponentes se disponen
tomachy», American Journal of Archaeology, Vol. 50, n. 3
1946, pp. 345-357; E.M SMITH, The Great Altar of Perga‐ en composiciones muy complejas, definidas
mum, Leipzig, 1962; C. DELGADO LINACERO, «El gran- por el cruce de diagonales y el retorcimien-
dioso altar de Pérgamo: emblemática obra del mundo to de los cuerpos, que llega al paroxismo.
helenístico», Cuadernos de Filología Clásica, vol.12, 2002,
La posición de los dioses es siempre eleva-
pp. 329-344.
da, y su gesto airoso, para indicar su victo- de Nápoles47 (fig.7). Verdadera obra maes-
ria; en cambio, los hijos de Gea están, en tra en su género, y firmado por un tal At‐
muchos casos, semitendidos, unidos a la henion, la joya muestra a Júpiter montado
tierra, ya a punto de sucumbir ante el poder en una cuadriga de rápidos corceles, em-
divino. Tanto el tratamiento de los plega- puñando en la mano los atributos de poder
dos de las indumentarias de los dioses, de que le identifican: el cetro y el rayo. En el
surcos profundos, como la palpitante mus- suelo yace un gigante, mientras que otro,
culatura de las figuras (muy particularmen- todavía en pie, trata de oponer resistencia
te la de los gigantes), ofrecen un repertorio al tonante. Los gigantes son seres de pode-
técnico extraordinario con el que los escul- rosa musculatura y poseen las extremida-
tores pergamenos exhibieron lo mejor de su des inferiores escamosas, rematadas en
arte. El claroscuro y el movimiento, prota- prótomos de serpiente. El prototipo de
gonistas de la batalla, son procedimientos Zeus es, asimismo, el distintivo del período
efectivos para expresar el pathos, bien per- helenístico, con abundante barba y cabelle-
ceptibles en cabellos, anatomías, indumen- ra ondulada, extraordinaria musculatura y
tarias, actitudes y composiciones. Por todas rostro expresivo.
las características señaladas, el gran friso de
Pérgamo con su Gigantomaquia, constituye ETRURIA
una de las cimas estéticas del barroco
La influencia de la iconografía de la
helenístico, y la mejor expresión simbólica
cerámica griega, tan admirada por los
del poder de los reyes atálidas frente a sus
etruscos, penetró pronto en el ámbito tirre-
enemigos. En Priene (Asia Menor), el tema
no. Los obradores locales reinterpretaron
que ornaba los casetones del techo del tem-
asuntos y patrones llegados de la Hélade,
plo de Atenea Polias, fue también la Gigan-
especialmente los modelos áticos; y lo hicie-
tomaquia, acaso porque simbólicamente
ron de acuerdo con su particular visión
expresaba la afinidad de los habitantes de
estética. El tema de la Gigantomaquia
Priene con Atenas, ciudad que se consideró
irrumpió en los vasos pintados etruscos a
siempre su sagrado modelo45. En torno al
finales del siglo VI a.C. con un tratamiento
150 a.C. se edificó en dicha ciudad un altar
inusual y ecléctico. Así lo demuestra una
dedicado a Atenea, que estuvo notablemen-
ánfora de figuras negras (Walker Art Center,
te influenciado por el modelo pergameno.
Minnesota), obra donde la reinterpretación
En sus relieves se representó, asimismo,
del modelo resulta ser una combinación
una Gigantomaquia, pero a diferencia de
peculiar y poco ortodoxa de los patrones
Pérgamo, el asunto no se desarrolló como
áticos. Heracles y Atenea se enfrentan a dos
un friso continuo, sino ocupando las meto-
rivales armados con enormes piedras, de-
pas del conjunto46.
ntro de un espacio marcado por el innato
Así mismo, en las llamadas artes me- decorativismo propio del arte etrusco 48 .
nores, el asunto que nos ocupa fue motivo Creemos que el eclecticismo y la desacos-
recreado ampliamente por los artistas tumbrada forma de tratar el tema se debe a
helenísticos. Entre los más sobresalientes que éste carecía de sentido profundo en
ejemplos de ello, destaca un camafeo de la Etruria, donde había pasado a ser un moti-
Colección Orsini, hoy en el Museo Nacional
■
47
Inv. 25848. S. DE CARO, The National Archaeologi‐
■ cal Museum of Naples, Nápoles, 1996, p. 346.
45 48
I. JENKINS, Op. Cit. 2006, cap 10, p. 244. R OLSEN CARLUCCI, «An etruscan black-figure
46
J.C. CARTER, The sculpture of the Sanctuary of Gigantomachy in Minneapolis», American Journal of
Athena Polias at Priene, Londres, 1984. Archaeology, Vol. 92, n. 4 ,1978, pp. 545-549. Figs. 1 y 2.
técnicos utilizados por el artista y el domi- ser una alusión a la victoria de Carlos V
nio de la perspectiva convierten el conjunto sobre los franceses, en memoria de la visita
en un asombroso e insólito ejemplo de la que el emperador (Señor de Federico II
temática de la Antigüedad. Gonzaga) había realizado a Mantua poco
tiempo atrás62.
Las imágenes parecen seguir el texto
de las Metamorfosis de Ovidio 61 . Sentados El asunto que abordamos fue muy
sobre las nubes, en lo alto del espacio de la del gusto de los manieristas italianos, ya
cúpula celeste (que se convierte en espacio que les permitía hacer alarde de sus cono-
ficticio y real al mismo tiempo), los olímpi- cimientos perspectivos y representar cuer-
cos contemplan la caída de sus oponentes; pos convulsos y expresiones delirantes.
entretanto Zeus, turbado y furioso, empuña Quizás por ello, el tema fue tratado en di-
el rayo en la diestra, provocando el pánico versas ocasiones, entre las que destaca, la
de sus adversarios. En el centro de la cúpu- bóveda pintada al fresco en el Palazzo Barbe‐
la aparece el águila, símbolo del Imperio, en ran‐Porto, en Vicenza, por Domenico Brusa-
torno a la cual rotan las figuras de los dio- sorzi (1516-1567). Los grabados de las nu-
ses olímpicos. Con su impetuoso soplo, los merosas ediciones de las Metamorfosis de
cuatro vientos personificados en las pechi- Ovidio que vieron la luz en el último cuarto
nas, contribuyen también a turbar el am- del siglo XVI, presentan también el tema
biente y a la definitiva caída de los hijos de con los dos planos bien diferenciados: el
Gea. Las paredes de la sala, muestran cómo celestial, presidido por el omnipotente
los descomunales gigantes se desploman en Zeus, y el terrenal, donde las figuras de los
un vertiginoso descenso hacia su elemento gigantes levantan inmensas piedras para
nutricio. Un templo jónico que se derrumba atacar su divino objetivo. En nuestra opi-
en uno de los laterales de la estancia, una nión, serían las composiciones de estos
representación espacial convulsa que, grabados las que influirían en la represen-
simbólicamente, parece expresar la pérdida tación ulterior del asunto.
de la armonía inherente al Manierismo.
En torno a 1637, Guido Reni realizó
Los gigantes poseen hercúleas ana- un gran cuadro con el tema de la Giganto-
tomías y se disponen, dolientes y expresi- maquia, acaso un boceto para la decoración
vos, entre las rocas y los edificios caídos. de un techo de una residencia privada,
Sus rostros parecen emitir gritos de inmen- como sugiere la acentuación forzada de la
so dolor. Desde el punto de vista composi- perspectiva. En esta obra, la compostura
tivo, todas las escenas tienen su nexo de típica del maestro boloñés cede su lugar a
unión en el río, cuyo curso se desarrolla en una composición de movimientos vigoro-
las cuatro paredes de la estancia, sin solu- sos y de trazos violentos, destinada a evo-
ción de continuidad, llevando la mirada del car el encuentro mítico entre las divinida-
espectador hacia una dimensión tranquila, des olímpicas y los espeluznantes hijos de
ajena al tremendo fragor de la “caída”, tras la tierra. Subyugados por la ira de Zeus,
la cual algunos de los gigantes quedan representado junto al águila y a su rayo
aplastados por las rocas, y definitivamente fulminador, los gigantes caen entremezcla-
sepultados en la tierra. Este extraordinario dos entre enormes masas pétreas.
conjunto fue pintado entre 1532 y 1535 y,
De todas las representaciones barro-
según han señalado algunos autores, podría
cas de los gigantes y su aniquilación, la más
■ ■
61 62
OVIDIO, Metamorfosis, I, 515 y ss. K. OBERHUBER, Op. Cit. pp. 364-374.
expresiva y elocuente, a nuestro juicio, es la conocidos por las antiguas fábulas. Desde
que realizara el escultor francés Garspard entonces, los artistas han recreado el asunto
Marsy, para el Versalles de Luis XIV, cono- sólo en contadas ocasiones, como mera
cida como el Estanque de Encélado (fig.12). reminiscencia de un antiguo mito cos-
El vencido rival de Atenea emite un doloro- mogónico, pero exento ya de significación
so lamento, mientras trata de liberar su política, propagandística, religiosa o fune-
cuerpo de la lava del Etna, donde se está raria. Y esa carencia de significado hizo que
anegando lentamente. Todavía tiene aliento el tema se fuera desvaneciendo paulatina-
el vencido para elevar su torso y su cabeza, mente en la memoria de los artistas, ya que
rebelándose contra el cielo, mientras sostie- había perdido su verdadera razón de ser.
ne, con amenazadora actitud, una piedra en
Como hemos podido comprobar a lo
su mano. Resulta magistral el contraste
largo de estas líneas, la rebelión de los gi-
barroco entre las texturas de la lava y la
gantes y su sometimiento fueron iconos
dorada figura del gigante, que simula un
utilizados para transmitir mensajes intelec-
auténtico “tableu vivant”. En el contexto de
tuales, en muchos casos dotados de una
la iconografía versallesca, la caída del gi-
poderosa carga política, claramente vincu-
gante debe entenderse como un mensaje
lada con la soberanía ateniense. Su utiliza-
susceptible de lectura política: la imagen
ción en edificios públicos representativos,
del vencido enemigo ante el omnípodo
se remonta al ámbito griego del siglo VI
poder de Luis XIV63.
a.C., llegando a su cenit en el arte pergame-
Durante el siglo XVIII, también pin- no; y desde los contextos públicos, cívicos o
tores y grabadores representaron ocasio- religiosos, pasó también la esfera de lo
nalmente el asalto al Olimpo, aunque en doméstico y lo funerario. Etruria utilizó la
composiciones menos magnificentes que las Gigantomaquia como tema heredado del
que les habían precedido. Francisco Bayeu mundo griego, pero en esta cultura las imá-
repite el tema, por ejemplo, entre las alegor- genes fueron sometidas a una interesante
ías referidas al Triunfo de la monarquía espa‐ contaminatio que refleja, en la mayoría de
ñola en uno de los techos del Palacio Real los casos, la vacuidad de su significación.
de Madrid, en 1764. Y desde las grandes Con el imperio romano, la rebelión de los
estancias pintadas al fresco, el asunto pasó gigantes y su consiguiente caída recobraba
también a las artes menores (con sentido toda su actualidad, como símbolo y alegor-
puramente ornamental), siendo reproduci- ía del vencido, siendo Zeus (equiparado
do en porcelanas y biscuits, que dejan ver con el Cesar) el dios más prodigado en las
con toda nitidez el protagonismo a Zeus, representaciones romanas.
cuyo sólo rayo es capaz de exterminar a
Los artistas de la Edad Media des-
todos los gigantes.
atendieron el asalto al Olimpo y sus conse-
Los grandes programas iconográficos cuencias, hasta que los frescos de los ma-
del Romanticismo, demuestran cómo la nieristas florentinos lo hicieran resurgir con
Gigantomaquia había perdido su actuali- vehemencia. Para éstos, la Gigantomaquia
dad, ya que la pintura de historia y la re- no sólo fue un medio simbólico de expre-
presentación de las batallas de los hombres sión del poder principesco, sino también un
pasaron a suplantar a los enfrentamientos vehículo de experimentación formal muy
adecuado a sus preceptos estéticos. Las
■ convulsas figuras de los gigantes caídos
63
En relación con la iconografía versallesca y la sirvieron también para formular la metáfo-
imagen del poder real de Luis XIV, Véase P. BURKE, La
ra de la quiebra de la armonía del Universo
fabricación de Luis XIV, Madrid, 1995 [1ª ed. 1992].
y tal vez, la de la propia pintura. Como que, a la postre, hubo de enterrar a sus
punto final de esta larga andadura icónica, vástagos. Allí rugen sepultadas para siem-
los artistas barrocos y muy en particular los pre esas bestiales fuerzas primigenias de la
escultores, trataron el tema con gran realis- Naturaleza, desde que fueran borradas de
mo, percibiendo la intensidad del antiguo la memoria de los artistas, a mediados del
pathos helenístico o fingiendo en sus crea- siglo XIX.
ciones las texturas de la tierra volcánica