Cuadernillo PDF (Segunda Parte) Cuarto
Cuadernillo PDF (Segunda Parte) Cuarto
Cuadernillo PDF (Segunda Parte) Cuarto
Entre 1862 y 1880 hubo tres presidentes en la Argentina unificada: Bartolomé Mitre entre 1862 y
1868, Domingo Faustino Sarmiento entre 1868 y 1874, y Nicolás Avellaneda entre 1874 y 1880. Estas
presidencias son conocidas como “el período de la organización nacional” o “presidencias fundacionales”.
Sin embargo, aún en estos años, luego de la incorporación de la provincia de Buenos Aires, todavía faltaba
la incorporación de la Patagonia al territorio nacional. Esta incorporación se produjo recién en el año 1880
luego de que el General Julio Argentino Roca culminara el avance del Ejército Argentino sobre las tierras
patagónicas. Este episodio, conocido como la “campaña del desierto”, incluyó el asesinato de cerca de 30
mil indígenas que vivían allí, solo por el hecho de ser indígenas.
Junto con la inclusión de la Patagonia en 1880 se produjo otro hecho que marcó el proceso de
conformación del territorio nacional tal como lo conocemos hoy. Este episodio fue la “capitalización de la
ciudad de Buenos Aires” que, desde este año, se convirtió en un territorio separado de la provincia de Buenos
Aries. Esta decisión solucionó un problema que había desde 1862 y que tenía que ver con el gobierno de la
ciudad de Buenos Aires. En la ciudad había tres gobiernos: el nacional, el provincial y el de la ciudad. Desde
1880, el gobierno de la provincia se trasladó a una nueva ciudad, la ciudad de La Plata, fundada en 1882
para ser la capital de la provincia, y en Buenos Aires quedó el gobierno nacional. La “capitalización de
Buenos Aires” hizo que la ciudad sea, como sucede hoy, un distrito separado de la provincia y que pasar a
ese territorio sea hoy como trasladarse a otra provincia. De hecho, la ciudad, a pesar de ser un territorio muy
chiquito, tiene diputados y senadores propios, tal como las otras provincias.
Por último, 1880 nos parece un año central porque fue el momento del surgimiento de un grupo que
podríamos denominar como “oligarquía terrateniente” o “generación del ‘80”, un sector de la sociedad que
dominó la vida política y económica argentina durante más de treinta años casi sin oposición. El primer
gran representante de este grupo fue el propio Julio Argentino Roca que, después de la “Campaña del
desierto”, fue elegido presidente de la Nación y gobernó entre 1880 y 1886, luego de lo cual fue elegido
nuevamente entre 1898 y 1904. Este grupo estaba constituido por cerca de 300 familias que eran, al
mismo tiempo, las dueñas de las tierras productivas de las regiones en las que se producían bienes
exportables y las familias de las que formaban parte los principales dirigentes políticos de la Argentina. La
oligarquía era entonces un grupo de empresarios y políticos que se enriquecían con el Modelo
Agroexportador y que manejaban la política argentina. Esto último fue posible porque el sistema político
argentino en 1880 y hasta 1916 era un sistema en el que solo podían votar los sectores más ricos de la
sociedad.
Entre las décadas de 1870 y 1880 Argentina ingresó en la división internacional del trabajo como
proveedora de materias primas a los mercados centrales, principalmente el británico, con una economía
centrada en la explotación de bienes de origen primario, en particular la cría de ganado vacuno y el cultivo
de cereales. A cambio, importaba desde los centros mundiales bienes manufacturados y capitales a modo
de inversiones y empréstitos. Este vínculo comercial de la Argentina con el mundo era, esencialmente,
desigual, dado que se encontraba sustentado en el intercambio de bienes con escaso valor agregado por
productos elaborados. Asimismo, la fuerte especialización de la producción y de las exportaciones en unos
pocos bienes primarios de baja elaboración profundizó la vulnerabilidad de la economía argentina ante los
cambios en el mercado mundial, como una caída de la demanda o de los precios de los bienes de
exportación.
La específica configuración de la actividad agropecuaria en la región pampeana y extrapampeana
estuvo íntimamente relacionada con los procesos de expansión de la frontera agrícola y la propiedad
latifundista de la tierra. Por medio de sucesivas “campañas al desierto” y la expropiación de tierras a la
población indígena fueron incorporadas los territorios más fértiles de la pampa húmeda a la explotación
privada, mientras el carácter latifundista de la propiedad de la tierra permitió concentrar extensas superficies
en manos de un sector muy poderoso: la oligarquía terrateniente. Estas dos condiciones, las extraordinarias
cualidades de los suelos en la pampa húmeda y la concentración de la propiedad de la tierra, generaban
una renta diferencial que fue ampliamente aprovechada por los terratenientes argentinos.
El incremento en la demanda mundial de alimentos a fines del siglo XIX incentivó la especialización
productiva local en torno a la actividad ganadera y posteriormente también la agrícola. La oligarquía
terrateniente aprovechó las condiciones de acumulación más rentables que le presentaba el mercado
internacional por medio de la explotación de las “ventajas comparativas naturales” asociadas a la explotación
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de la tierra, aunque reproduciendo el vínculo subordinado y dependiente de la economía local con el
mercado mundial
La actividad primaria pasó a organizarse bajo el sistema de estancia mixta, grandes unidades
productivas en las que se combinaba la ganadería como actividad dominante y, de modo subordinado,
aunque progresivamente más relevante, la agricultura. El desarrollo de las actividades ganadera y agrícola
al interior de la estancia mixta incluyó diversas modalidades de explotación de la mano de obra. En el caso
de la ganadería, el peso de las tareas recaía de modo directo sobre el obrero rural (o peón de estancia). En
el caso de la agricultura, cuando la actividad resultaba excesivamente riesgosa y el terrateniente la
tercerizaba, la explotación se producía indirectamente sobre los pequeños productores, por medio del
arrendamiento de tierras o el sistema de aparcería.
Mediante la institución del arrendamiento de tierras, con contratos establecidos de palabra, la
oligarquía terrateniente subordinaba y explotaba a los pequeños y medianos productores arrendatarios,
mayoritariamente inmigrantes. En el sistema de aparcería, el productor directo ofrecía su mano de obra para
labores agrícolas a cambio de casa, animales e insumos de producción –semillas, instrumentos
rudimentarios- y, fundamentalmente tierra, provisto por el terrateniente.
La disponibilidad de tierras con grandes potencialidades “naturales” contrastaba con la relativa
carencia de capital y trabajo, escasez que fue suplida a través del ingreso de inversiones extranjeras, el
endeudamiento externo y un estímulo a la inmigración. El capital extranjero ocupó un rol fundamental en el
desenvolvimiento económico del MAE desde sus inicios, favoreciendo el desarrollo de infraestructura básica
y de la industria frigorífica. Seducido por la rentabilidad potencial de una economía en expansión y los bajos
costos de las materias primas y la mano de obra, a fines del siglo XIX el capital extranjero de origen británico
y, posteriormente también, norteamericano, ingresó masivamente a la Argentina.
De modo directo a través de sus inversiones o financiando vía empréstitos actividades emprendidas
por parte del Estado, el capital extranjero participó en la expansión de la red ferroviaria, el desarrollo urbano
(por medio de la construcción de obras públicas portuarias y sanitarias así como viviendas), la instalación
de empresas de servicios públicos y otras actividades emergentes como la inversión en bancos y compañías
de seguros y la compra de tierras y explotaciones agropecuarias, entre otras.
Otro proceso decisivo de este período fue la afluencia de inmigrantes europeos. Aquejados por la
fuerte depresión económica que atravesaba Europa durante la década de 1880 y 1890 y seducidos por las
oportunidades vinculadas a un país con grandes extensiones de tierra y transitando un proceso de expansión
económica, en el último cuarto del siglo XIX se aceleraron las corrientes inmigratorias transoceánicas,
provenientes principalmente de los países del sur de Europa, y específicamente de Italia y España.
Las bajas o nulas oportunidades de acceso a la tierra y capitalización evaporaron rápidamente las
expectativas de los inmigrantes que se incorporaron como trabajadores agrícolas a la vida rural, ya sea
como obreros de estancia, por medio del arriendo de tierras y las distintas modalidades de aparcería.
Posteriormente, las mayores dificultades para acceder a la tierra y la demanda creciente de un sector urbano
en expansión como resultado del desarrollo de la infraestructura, las actividades terciarias y de
abastecimiento a un mercado interno en expansión reorientaron los flujos inmigratorios hacia las ciudades.
De modo progresivo los inmigrantes se incorporaron a la vida urbana y engrosaron las filas de la clase obrera
ligada a la expansión de los servicios y la incipiente industria.
En la segunda y tercera década del siglo el escenario internacional comenzó a modificarse, lo que
repercutió profundamente sobre la economía local. Vinculados, por un lado, al estallido de la Primera Guerra
Mundial entre 1914 y 1918 y, por otro, a las transformaciones experimentadas por el capitalismo a escala
mundial, los cambios en el escenario internacional pusieron de manifiesto la gran vulnerabilidad externa de
la Argentina.
Actividad
¿Por qué 1880 fue un año importante para la historia argentina?
¿En qué consistió el Modelo Agroexportador? ¿Qué papel cumplía Argentina en el mercado mundial?
¿Qué significa que oligarquía terrateniente aprovechó las ventajas comparativas argentinas para
incorporarse al mercado mundial? (las ventajas son ventajas frente a otros países para producir lo mismo)
¿¿De qué modo se solucionó la escasez de capitales necesaria para el desarrollo del modelo económico?
¿Cómo se solucionó la escasez de mano de obra? ¿Qué destino tuvieron los inmigrantes?
¿Qué ventajas y desventajas encontrás en este modelo económico?
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El Partido Autonomista Nacional (PAN), el partido más importante de la Argentina de esa época y el que
representaba a la oligarquía (los ricos y muchas veces descendientes de los primeros españoles llegados a
estas tierras), gobernó al país hasta 1916, solamente atendiendo a los intereses de ese grupo de
empresarios de la tierra (terratenientes) que dominaron la política y la economía entre fines del siglo XIX y
principios del siglo XX.
Junto a Roca, el otro líder político importante de la Argentina de 1880 era Bartolomé Mitre, un porteño
que ya había sido presidente de la nación entre 1862 y 1868. Este dirigente no solo tenía influencia política
sino también económica puesto que era un hacendado muy poderoso y uno de los principales defensores
del modelo agroexportador. Como empresario, Mitre fundó en 1870 el diario La Nación, un diario que existe
en la actualidad, y que tuvo y tiene todavía hoy mucha influencia en la vida política nacional. De todas formas,
si bien era una figura central de la oligarquía, a diferencia de Roca, Mitre era más grande y en la década de
1880 comenzaba a perder la centralidad que había tenido en las décadas anteriores.
Cuando se estaba por cumplir el mandato de Roca, era necesario decidir quién sería el nuevo
candidato a presidente que, como las elecciones siempre las ganaba el PAN, sería efectivamente elegido
como nuevo presidente en 1886. Los dos principales líderes intentaron sostener su capacidad de influir
dentro del partido y de la política nacional. Mitre pretendía ser nombrado como candidato y ocupar
nuevamente el lugar que ya había ocupado en 1862, mientras que Roca intentó mantener parte del poder
que tenía como presidente y nombrar como candidato a su cuñado Miguel Juárez Celman, un abogado que
había sido gobernador de la provincia de Córdoba entre 1880 y 1883, y senador nacional entre 1883 y 1886.
Finalmente, Roca logró imponer sus intereses sobre Mitre y el PAN eligió a Juarez Celman como candidato
para las elecciones de 1886.
Como se esperaba, Juárez Celman ganó las elecciones y asumió como presidente de la nación el
día 12 de octubre de 1886. Sin embargo, a pesar de las intenciones de Roca de sostener cierta capacidad
de influencia sobre su cuñado, inmediatamente después de asumir Juárez Celman rompió su relación con
el expresidente y comenzó un camino propio que lo alejó de los principales líderes del PAN. Este alejamiento
de Juarez Celman con respecto a los líderes de su partido se conoce generalmente como “unicato”. De esta
manera, el presidente que, desde el comienzo no tenía el apoyo de Mitre, perdió también el apoyo de Roca
y de su vicepresidente Carlos Pellegrini, quienes no estaban de acuerdo con la decisión de gobernar sin
consultar a los líderes del partido. Por este motivo el gobierno de Juárez Celman fue uno de los momentos
en los que se produjo un quiebre en la unidad que caracterizó a la oligarquía terrateniente entre 1880 y 1912.
Por otra parte, también podríamos decir que, en cierto sentido, lo que hizo el presidente fue engañar a los
dos principales líderes políticos de la época e intentó construir un espacio político con sus colaboradores
más cercanos.
Bajo la presidencia de Celman comenzaron a aparecer una serie de problemas económicos que
estallaron finalmente en 1890. El texto de la actividad de la clase de hoy habla sobre esos problemas
vinculados a la toma de préstamos en el exterior y a la caída de los precios de los productos que Argentina
vendía en el marco del modeloagroexportador. Pero, más allá de las causas que condujeron a la crisis, en
esta parte de la clase me interesa que nos centremos en las consecuencias políticas de la crisis.
En julio de 1890 Mitre y Leandro N. Alem, dos de los dirigentes que habían perdido capacidad de
influencia dentro del PAN y de la oligarquía, fundaron la Unión Cívica (UC), un nuevo partido político que
surgió para colocarse en la oposición al gobierno del presidente Juarez Celman. En el marco de la crisis
económica, los seguidores de la UC identificaban en el gobierno de Celman el símbolo del fraude electoral,
y de la corrupción administrativa, por lo cual los objetivos centrales del nuevo partido eran garantizar la
libertad del sufragio, las autonomías de las provincias y la imposición de una nueva moral administrativa.
Para alcanzar estos objetivos, la clave era lograr la renuncia del presidente Juarez Celman y abrir el sistema
político a la participación de una cantidad mayor de ciudadanos. Como vamos a ver en dos o tres clases, en
la Argentina de fines del siglo XIX solo estaban habilitados para votar aquellas personas que eran varones,
sabían leer y escribir, tenían una profesión y podían demostrar una cierta cantidad de ingresos. El resto de
los ciudadanos no tenían derechos políticos.
La UC ganó reconocimiento gracias a la denominada “Revolución del Parque”, un episodio que se
produjo entre el 26 y el 29 de julio de 1890 y que fue muy conocido en la época. En ese momento la UC
intentó llevar adelante una revolución para destituir al presidente Juarez Celman, al estilo de la revolución
rusa de la que hablamos en clases anteriores, y formar un nuevo gobierno que estuviera en línea con sus
objetivos políticos. Los dirigentes la UC lograron el apoyo de algunos sectores minoritarios del ejército y, en
la mañana del sábado 26, iniciaron el ataque sobre el ejército y la policía de la ciudad de Buenos Aires con
la intención de ingresar a la Casa de gobierno. Los cívicos, identificados con boinas blancas, un símbolo
que luego sería uno de los rasgos identitarios de la Unión Cívica Radical a lo largo del siglo XX, comenzaron
los ataques desde el parque de artillería de la ciudad de Buenos Aires, zona en la que hoy están los
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tribunales y que se encuentra a pocas cuadras del Obelisco y del Teatro Colón. La intención de los rebeldes
era arrestar al presidente, al vicepresidente Carlos Pellegrini y al expresidente Roca que, en ese momento,
era el presidente de la cámara de senadores del Congreso Nacional. Sin embargo, a pesar de que como
dijimos Celman no tenía el apoyo de los principales dirigentes de su partido, Roca y Pellegrini condujeron al
ejército para la defensa del presidente y lograron derrotar a los rebeldes luego de cuatro días de
enfrentamientos que dejaron entre 150 y 300 muertes.
De todas formas, si bien los “cívicos” no lograron su objetivo de encarcelar al presidente y a los
principales dirigentes políticos del PAN, del que también formaban parte hasta hacía poco tiempo Mitre y
Alem, el día 6 de agosto Juarez Celman renunció a su cargo. El presidente, sin el apoyo de Roca y de Mitre
que, como habíamos dicho al principio de la clase, eran las dos figuras centrales de la política argentina en
la década de 1880, no pudo enfrentar la crisis política que se sumó a la terrible crisis económica que vivía
el país. La crisis económica y política de 1890 marcó entonces los límites del “unicato” y de la posibilidad de
formar un gobierno que no responda a los intereses de los principales dirigentes de la oligarquía.
Luego de la renuncia de Celman, Pellegrini se hizo cargo del gobierno con el apoyo de Roca y de
Mitre. Esto último, el apoyo de Mitre, fue un problema para la recientemente formada UC, puesto que Alem
y otros dirigentes que luego ganaron reconocimiento como Hipólito Yrigoyen y Aristóbulo del Valle, la
renuncia de Celman solo era el primer paso hacia una mayor democratización de la vida política nacional.
Para Mitre, en cambio, solo con la renuncia de Celman, quien lo había excluido de la centralidad política que
él creía que le correspondía, alcanzaba para cumplir los objetivos de la UC. Por ese motivo, en julio de 1891
la UC se dividió en dos. Por un lado se fundó la Unión Cívica Nacional (UCN), dirigida por Mitre, y por otro
la Unión Cívica Radical (UCR), cuyos principales dirigentes eran Alem, del Valle e Yrigoyen.
A partir de 1891, por lo tanto, Roca y Mitre volvieron a la centralidad que tenían en 1880 como
miembros de la oligarquía. Roca dentro del PAN y Mitre con la UCN, partido que poco tiempo después dejó
de existir. Por otra parte, a partir de ese año se profundizó la oposición de la UCR a la oligarquía. Bajo la
dirección de Alem y, sobre todo, de Yrigoyen la UCR se convirtió en el principal partido de oposición al PAN
en la Argentina y en uno de los principales promotores del sufragio universal en la primera década del siglo
XX. Como vamos a ver en dos o tres clases, Yrigoyen fue el primer presidente electo luego de la ampliación
del sistema político con la llamada Ley Sáenz Peña.
Actividad
¿Qué objetivos tenía la Unión Cívica?
¿Por qué pensás que se dividió la Unión Cívica después de 1890?
Después de leer el texto “1890: de la crisis económica...”
Dar tres causas que expliquen la prosperidad económica del país en la década de 1880
¿Cuándo comienzan los problemas en la balanza comercial del país? Describir los problemas
¿A quiénes les convenía la inflación y la devaluación de la moneda nacional? ¿Por qué?
¿Cuáles son las consecuencias políticas de la crisis económica? ¿Quiénes fueron los dirigentes
beneficiados por los sucesos de julio de 1890?
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Por último, junto con el tema de la inmigración, aparece la pregunta sobre el destino de los
inmigrantes. Las oficinas de inmigración que instaló el gobierno argentino en Europa les prometieron a los
futuros inmigrantes la posibilidad de conseguir tierras si venían a la Argentina. Para estos jóvenes la clave
pasaba por cambiar la desocupación en Europa por ser propietarios en Argentina. Sin embargo, lo que se
puede ver es que no fue este precisamente el destino de los inmigrantes. Por el contrario, la mayoría de
los llegados de Europa terminaron viviendo en las ciudades y en condiciones de pobreza iguales o peores
que las que tenían en Europa. El gran símbolo de esta situación fueron los “conventillos”, una suerte de
hoteles con cocinas y baños compartidos en los que los inmigrantes podían alquilar habitaciones
compartidas con desconocidos.
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algunos casos también argentinos, podían alojarse en una habitación compartida con gente desconocida.
En las habitaciones de los conventillos vivían en algunos casos hasta veinte personas.
La situación de hacinamiento constituyó un gran problema no solo por los propios habitantes de los
conventillos, sino también para el resto de la población de la ciudad, puesto que estas viviendas eran un
espacio para la propagación de enfermedades. Una sola persona contagiada que ingresaba a su habitación
casi seguramente contagiaba a todos sus compañeros de habitación y, potencialmente, constituía un riesgo
para la salud del resto de la población. Demás está imaginarse el desastre que podría haber significado una
pandemia como la que vivimos actualmente en los conventillos de Buenos Aires entre fines del siglo XIX y
principios del siglo XX.
Otro de los problemas que apareció con el crecimiento demográfico de la ciudad de Buenos Aires
fue el problema del delito. Este tema, una constante preocupación en las grandes ciudades, es un problema
que no tiene nada que ver con una sociedad en particular, sino que es propio de cualquier ciudad moderna
del mundo. Delito existe en Buenos Aires, en Tigre y en Hurlingham en el año 2022, pero también lo hubo
en las mismas zonas en el año 1905, o en París, Nueva York y en la ciudad que quieran pensar, en cualquier
momento de la historia en los últimos 150 años. Lo que sí se puede medir es la intensidad del problema, es
decir la cantidad y la violencia de los delitos. En cualquier caso, lo cierto es que con 230 mil habitantes en
1875 los ciudadanos de Buenos Aires no sufrían el delito como lo hacían con 1,6 millones en 1914.
Uno de los episodios que muestran algo de la intensidad de la cuestión social en la Argentina fue la
epidemia de fiebre amarilla de 1871, una epidemia que se produjo unos años antes de la fecha en la que
arrancamos con la clase. Luego de la guerra del Paraguay, muchos de los soldados argentinos que
regresaron al país lo hicieron contagiados de la enfermedad. A esto se sumó el problema de la llegada de
muchos obreros marítimos y navegantes, también contagiados, al puerto de la ciudad. La enfermedad
avanzó rápidamente en el verano de 1871 por la falta de agua potable, el clima cálido y la contaminación
del Riachuelo, rio que marca el límite de la ciudad de Buenos Aires en la zona sur, y por las condiciones de
hacinamiento en las que vivían los sectores más pobres en la zona de La Boca.La epidemia se extendió
hasta el comienzo del frío, previo al invierno, a mediados del mes de abril. En esos meses llegó a haber una
cantidad cercana a los 400 muertos por día, una cifra altísima si tenemos en cuenta que la población de la
ciudad apenas superaba los 200 mil habitantes. La catástrofe mostró que Buenos Aires no estaba preparada
para el crecimiento de la población: no había hospitales ni médicos para tratar la enfermedad. Tampoco
había condiciones para hacer un seguimiento de los contagiados y para aislarlos del resto de los habitantes.
Por otra parte, también significó un cambio radical en la organización territorial de la ciudad: los sectores
más ricos de la sociedad porteña que vivían en enormes casas en la zona sur, cerca del puerto, comenzaron
a trasladarse a la zona norte por temor a contagiarse. Esta situación dio lugar a dos fenómenos. Por un lado,
el abandono de grandes casas en la zona sur. Estas casas, con muchas habitaciones conectadas por
grandes patios y pasillos, fueron usadas más adelante como conventillos. Por otra parte, el movimiento de
la clase alta a la zona norte dio lugar al surgimiento de los barrios históricamente reconocidos como más
ricos: Barrio Norte, Palermo y Recoleta. Aquí a la izquierda les comparto el cuadro “Un episodio de la fiebre
amarilla en Buenos Aires”, un cuadro que muestra la tragedia que fue la epidemia para las clases altas
porteñas.
Actividad:
Después de leer la parte 1:
1. ¿De qué origen eran los inmigrantes que llegaron a la Argentina?
2. ¿En qué momentos llegaron al país?
3. ¿Cómo vivían los inmigrantes?
4. ¿Qué opinión tenés del eurocentrismo? ¿Existe algo parecido en la actualidad? Explicar.
Después de leer la parte 2:
5. Resumir las características de la “cuestión social”
6. ¿Por qué la cuestión social puede ser un problema incluso para las clases altas?
7. ¿Cómo reaccionaron los trabajadores y el gobierno frente a la cuestión social?
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8. Establecer una breve comparación entre la epidemia de fiebre amarilla y la expansión del
coronavirus.
Así es como a través de la crisis, de los grandes robos sin castigo, de las revoluciones, de los fraudes
y de las quiebras bancarias que se han tragado los modestos ahorros del pueblo, el país ha llegado al
momento actual en que una opinión verdadera y genuinamente popular empieza a manifestarse.
Fundamentalmente distinto de los otros partidos, el Partido Socialista Obrero no dice luchar por puro
patriotismo, sino por sus intereses legítimos; no pretende representar los intereses de todo el mundo,
sino los del pueblo trabajador, contra la clase capitalista opresora y parásita; no hace creer al pueblo
que puede llegar el bienestar y la libertad de un momento a otro, pero le asegura el triunfo si se decide
a una lucha perseverante y tenaz; no espera nada del fraude ni de la violencia, pero todo de la
inteligencia y de la educación populares. (La Vanguardia, febrero de 1896.)
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estos sectores fueran más altos para prevenir huelgas y problemas salariales. Los ferroviarios y algunos
trabajadores portuarios eran considerados como la “aristocracia obrera”.
Yrigoyen intentó modificar esta actitud del Estado. En lugar de la prescindencia y la represión, el
nuevo gobierno impulsó la negociación y el arbitraje. Entre 1916 y 1922, salvo en dos ocasiones que más
adelante vamos a contar, en cada conflicto más o menos importante que se daba en la Argentina el
presidente enviaba a un representante, generalmente el jefe de la policía local o algún secretario de los
ministerios, para negociar con los empresarios y los trabajadores, y para actuar como árbitro. Así, durante
estos años, y también en los siguientes gobiernos hasta 1930, los conflictos sociales se resolvían en general
favoreciendo a los trabajadores porque el gobierno actuaba como mediador frente a las pretensiones de los
empresarios. Esto hizo que la UCR gane el apoyo de un sector del sindicalismo argentino que hasta ese
momento era minoritario: los “sindicalistas revolucionarios”. Este grupo siempre se había enfrentado al
anarquismo y al socialismo en el plano sindical; cuando Yrigoyen se acercó a ellos logró que ganen peso
dentro de los sindicatos. El objetivo del gobierno era, obvia y claramente, mantener el favor de los sectores
trabajadores que lo habían llevado al poder en las elecciones de 1916.
Otra novedad interesante del gobierno de Yrigoyen fue el impulso que le dio a la Reforma
Universitaria en 1918. Esta reforma, por la que lucharon estudiantes y profesores, y que tuvo su origen en
la Universidad Nacional de Córdoba, estableció la autonomía de las universidades en relación a los
gobiernos provinciales y nacionales. Con esta reforma, cada universidad nacional comenzó a
autogobernarse y a manejar libremente el presupuesto del que disponía. Así, como sucede hoy, cada
universidad elige a sus autoridades a partir del voto de los estudiantes, los profesores y los trabajadores no
docentes, y el gobierno elegido es el que decide cómo y en qué se gastan los recursos disponibles. Por
ejemplo, cada universidad decide qué carreras ofrece y qué investigaciones se pueden realizar.
Un tercer elemento interesante del primer gobierno de Yrigoyen fue la creación de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (YPF), una empresa estatal dedicada exclusivamente a la exploración y a la extracción
de petróleo, y a la producción de energía. El antecedente principal de la creación de YPF fue el
descubrimiento de reservas de petróleo en la zona de la ciudad de Comodoro Rivadavia, en la provincia de
Santa Cruz. Con este dato, Yrigoyen intentó avanzar en la exploración de petróleo en la región patagónica
y se puso como objetivo fundar una empresa estatal para realizar esta tarea. Finalmente, YPF fue creada
en junio de 1922, poco antes de que terminara el primer gobierno de Yrigoyen. Unos días después de la
asunción del nuevo presidente Marcelo Torcuato de Alvear YPF comenzó a funcionar bajo la dirección de
Enrique Mosconi.
Junto con estas medidas, los años de Yrigoyen fueron un momento en el que sucedieron una serie
de cosas que muestran cierta ambigüedad. En primer lugar, influenciados por la Revolución Rusa de 1917,
los grupos de derecha argentinos, no solo el PAN y la oligarquía, sino también la Iglesia católica y los
militares, comenzaron a plantear que el acercamiento del gobierno a los trabajadores en las negociaciones
laborales era algo similar a lo que había y estaba haciendo Vladimir Lenin en Rusia luego de la revolución
comunista. Esta actitud estaba muy lejos de las posturas de Yrigoyen, pero el temor al avance de los
trabajadores y del comunismo en la Argentina comenzaron a estar presentes de un modo similar a lo que
sucedió en todo occidente. Sobre esto podemos recordar los temores que aparecieron en Italia, en donde
surgió el fascismo, y en Alemania, en donde surgió el nazismo.
En el caso argentino las consecuencias de este temor al comunismo -o a la izquierda más en general-
fueron dos. Por un lado, los militares comenzaron a presionar al gobierno y a pensar en la posibilidad de
destituirlo si continuaba acercándose a los trabajadores. Gracias a esto se convirtieron en un actor político,
algo que se vería mucho más claramente desde 1930. Por otra parte, como consecuencia de este temor al
avance del comunismo apareció en la Argentina un grupo de extrema derecha llamado Liga Patriótica
Argentina. Este grupo, constituido por jóvenes de clase alta formados en el pensamiento nacionalista
violento, tenía ideas muy similares a las de los fascistas en Italia y a los nazis en Alemania: eran
anticomunistas, antisemitas y de derecha. A diferencia de los miembros del Partido Autonomistas Nacional,
que creían en la democracia, pero no estaban de acuerdo con que voten los trabajadores, los jóvenes de la
Liga Patriótica eran directamente antidemocráticos y pensaban que la mejor opción era un golpe de Estado.
La presión de los militares y de la Liga Patriótica modificó en parte las posturas del gobierno de
Yrigoyen frente a los conflictos sindicales. Hubo dos episodios que muestran este cambio. El primero fue la
“Semana Trágica” de 1919. En diciembre de 1918 los trabajadores de unos talleres metalúrgicos llamados
“Talleres Vasena” comenzaron una serie de huelgas para mejorar sus salarios y sus condiciones de trabajo.
A fines de diciembre dos obreros fueron asesinados por rompehuelgas vinculados a la Liga Patriótica. El 7
de enero un grupo de 100 policías, junto con rompehuelgas y uno de los dueños de los talleres, atacaron
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con armas de fuego los conventillos de la zona de la fábrica para asustar a los obreros que estaban en
huelga. Como resultado de este episodio murieron entre 15 y 20 vecinos del barrio. Al día siguiente y el día
9 de enero los conflictos se generalizaron: se armó un cortejo fúnebre desde el barrio de Pompeya hasta el
cementerio de la Chacarita en el que participaron miles de obreros de toda la ciudad. La policía y los
rompehuelgas aprovecharon para atacar el cortejo y produjeron entre 50 y 80 muertos. Esto hizo que los
anarquistas de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) convocaran a una huelga general en todo
el país.
Luego de estos episodios, que se mantuvieron hasta el día 14 de enero, el ejército y grupos de la
oligarquía denunciaron un intento de formar un soviet como los que marcaron el comienzo de la Revolución
Rusa, pero en la ciudad de Buenos Aires. Para evitar esta situación, el ejército encarceló a dirigentes
sindicales y a trabajadores de distintas zonas de la ciudad. Al mismo tiempo, los miembros de la Liga
Patriótica realizaron progromos (ataques sistemáticos) contra locales comerciales de distintas zonas
asociadas con la comunidad judía como el barrio del Once. El resultado de estas dos semanas fue un total
de más de 200 muertos y miles de detenidos acusados de ser comunistas. Claramente lejos estaba esta
actitud del Estado argentino de la idea de una negociación. Las fotos que les comparto son dos escenas de
la huelga y las protestas de los obreros, y la última es una imagen de la Liga Patriótica patrullando las calles
de la ciudad de Buenos Aires con armas de fuego.
El otro episodio central que marca la ambigüedad del gobierno fue el episodio conocido como
“Patagonia Trágica” y que dio origen a un libro y a una película llamados “La Patagonia rebelde”. Este
episodio comenzó en 1920 cuando un grupo de trabajadores del campo impulsaron distintas protestas po r
las condiciones de trabajo que tenían en el territorio nacional de Santa Cruz, territorio que todavía no era
considerado como una provincia. Estos obreros no cobraban un sueldo por su trabajo, sino que les pagaban
con “vales” que solo podían ser usados en el almacén que los dueños de las tierras tenían en sus campos.
Esto era un problema porque no solo estos almacenes vendían los productos a precios mucho más altos
que los reales, sino que los trabajadores estaban obligados a quedarse en esos campos porque no podían
ir a otro lugar y pagar con esos “vales”. La primera huelga se produjo en noviembre de 1920 y se solucionó
parcialmente gracias a una negociación impulsada por el gobierno nacional a principios de 1921. Sin
embargo, en octubre de 1921 se produjo una segunda huelga. En este caso el gobierno decidió no negociar
y envío al jefe del ejército Héctor Benigno Varela para reprimir. El resultado fue el asesinato de entre 300 y
1500 obreros sin que la situación de los trabajadores que sobrevivieron cambiara radicalmente.
En 1922, Yrigoyen no tenía posibilidad de presentarse nuevamente como candidato. Por eso la UCR
eligió como candidato a Marcelo Torcuato de Alvear. En las elecciones, realizadas el 2 de abril, Alvear obtuvo
la victoria con el 49 % de los votos sobre Norberto Piñero del Partido Conservador (el continuador del PAN)
que obtuvo el 23,9 %. El nuevo presidente asumió el cargo el día 12 de octubre y marcó el comienzo del
segundo gobierno radical y del segundo gobierno surgido de la Ley Sáenz Peña.
Homenaje de la Liga Patriótica al fusilador de obreros de la Patagonia, coronel Varela. Nota Caras y
caretas 3 de febrero 1923
Fuentes
La Unión Cívica Radical
-Teniendo en cuenta el carácter general y los objetivos del radicalismo, puede decirse que no se diferenciaba
de otros movimientos conservadores populares de América latina. El partido perseguía como meta
perpetuarse en el poder con el fin de alcanzar un sistema estable, mediante el cual pudiera conceder
14
beneficios simultáneamente a diversos grupos sociales. Su razón de ser giraba en torno de problemas
distributivos más que en torno de la reforma o del cambio social. [...]
Análogamente sus lazos con los consumidores de la clase media le impidieron promover la industrialización,
por lo menos hasta que la cuestión del petróleo adquirió prominencia, a fines de la década del veinte.
Finalmente debido a sus conexiones con los terratenientes (que nunca desaparecieron) tampoco abogó por
la reforma agraria. En lo esencial su objetivo era incrementar la tasa de crecimiento económico y utilizar el
sistema político para distribuir una cierta proporción del excedente, con vistas a una comunidad orgánica.
[...]
Este común apoyo al Libre Cambio, que otorgaba a la industria nacional un papel apenas secundario, se vio
fortalecido en períodos de crecimiento económico, cuando los sectores dominantes de la clase media
tuvieron acceso al excedente económico gracias a su penetración en la burocracia y en las profesiones
liberales urbanas. Pero si en esas épocas el radicalismo florecía, se marchitaba y decaía velozmente en
períodos de estancamiento o depresión. Entonces la elite no podía ganarse a los grupos de clase media
permitiendo un aumento del gasto público. (David Rock, El radicalismo argentino, 1972.)
-Comentario de Mariano Bosch, legislador por el Partido Conservador, sobre el Congreso Nacional, donde
los radicales eran mayoría
"[...] el Congreso estaba lleno de chusmas y guarangos inauditos. Se había cambiado el lenguaje
parlamentario usual, por el habla soez de los suburbios y los comités radicales. Las palabras que soltaban
de sus bocas esos animales, no habrían podido ser dichas nunca ni en una Asamblea salvaje del África o
del Asia. En el Congreso ya no se pronunciaban solamente discursos, sino que se rebuznaba."M. Bosch:
"Historias del radicalismo". Citado en: Eggers-Brass, T., Historia Argentina. Buenos Aires, Maipue, 2007
15
Standard Oil estadounidense contaba con el 45, 8% de las cuotas de explotación, la Shell, británica, con el
27,6% e YPF, con el 14,6%.
Paulatinamente, el petróleo se convirtió en una cuestión política. La nacionalización del petróleo, es
decir, la exclusión de las empresas extranjeras, fue un proyecto defendido por Yrigoyen durante la
campaña para su segunda presidencia (1928).
Consumidores e Industrias Una argumentación que podríamos denominar la “tesis del consumidor
incipiente” (el no acostumbrado a consumir productos nacionales) atribuía al esnobismo las preferencias
de los consumidores por los bienes extranjeros en vez de los nacionales. Antes de 1930 los industriales
argentinos con frecuencia rotulaban sus productos de modo que parecieran importados (Hasta el tango
tuvo que triunfar primero en Paris para que se le franqueara la entrada a los hogares de clase media y alta
en Argentina). Diaz, Alejandro, Ensayos sobre la historia económica argentina, pág.296
Actividad
-Describe el impacto de la Primera Guerra Mundial en la economía argentina. Elabora una conclusión al
respecto.
-¿Qué significado tenía en términos económicos la política de neutralidad mantenida por el gobierno de
Yrigoyen?
-Describe la política de sustitución de importaciones propuesta desde el gobierno. ¿Prosperó es actitud?
¿Por qué?
La presidencia de Alvear
Para las elecciones presidenciales de 1922, Yrigoyen impuso a su candidato en la Convención
Nacional del partido. Era el aristocrático Marcelo Torcuato de Alvear quien hasta ese momento se
desempeñaba como embajador en París. La falta de participación de Alvear en las luchas internas del partido
y la idea de que su figura calmaría a los conservadores son algunas de las explicaciones que dan los
historiadores para explicar la enigmática elección de Yrigoyen. Las elecciones se realizaron en abril, y en
ellas se impuso el radicalismo con más votos que los que había obtenido en 1916. Alvear asumió el 12 de
octubre. De acuerdo con sus objetivos, Alvear cuidó las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Poder
Legislativo. A diferencia de Yrigoyen, concurrió a la inauguración de las sesiones del Congreso, respondió
a los pedidos de interpelaciones y no abusó de las intervenciones a las provincias. Por otra parte, atendió
los reclamos de los conservadores acerca de la disminución del gasto público. Principalmente, dicha
demanda apuntaba a exigir al gobierno que no se desviaran los fondos públicos para satisfacer los
compromisos políticos del radicalismo con sus adherentes mediante la expansión del empleo público.
A pesar de que durante su gestión se produjeron huelgas, los conflictos no generaron grandes
tensiones. Su presidencia se desarrolló en un ambiente político tranquilo, y su administración fue eficaz y
ordenada. Todos los indicadores eran favorables: la moneda nacional era sólida, el índice de desempleo
bajo, la construcción estaba en auge y el flujo de capitales extranjeros e inmigrantes se había reactivado.
La división del radicalismo: personalistas y antipersonalistas
El radicalismo surgió como una expresión política policlasista, ya que lo conformaban hombres
procedentes de todos los sectores sociales. De hecho, además de la preponderante clase media, muchos
dirigentes pertenecían, por su extracción social, por sus actividades económicas o profesionales a la llamada
“elite tradicional”. Durante la gestión de Alvear se profundizó el distanciamiento entre el grupo azul, que lo
apoyaba, y los seguidores de Yrigoyen, y los seguidores de Yrigoyen, que constituían la mayoría del partido,
integrado especialmente por miembros de la clase media. Los yrigoyenistas llamaban “galeritas” a los
defensores de Alvear porque entre sus dirigentes se encontraban miembros de familias adineradas, y
denunciaban que se estaban alejando de los ideales democráticos. El grupo azul o antipersonalista, por su
parte, criticaba la adhesión incondicional de los seguidores a su líder, Yrigoyen. En agosto de 1925 surgió
la Unión Cívica Radical Antipersonalista, que se enfrentó al movimiento yrigoyenista o personalista.
A partir de entonces, los diputados yrigoyenistas, que eran mayoría en el Congreso, complicaron la
labor gubernativa. Para enfrentar esta situación dentro del Parlamento, los radicales antipersonalistas se
aliaron con sectores conservadores, provinciales y socialistas. Esta alianza fue bautizada por Yrigoyen con
el nombre de “contubernio”, que él entendía como una nueva versión de la vieja política del acuerdo. Para
16
el viejo caudillo, esta unión era ilegítima y su único objetivo era acabar con los avances sociales y políticos
que había logrado el radicalismo yrigoyenista.
“Comprar a quien nos compra”
Se produjo un cambio de importancia en el comercio exterior de nuestro país. La Argentina comenzó
a importar productos manufacturados de Estados Unidos (especialmente automóviles y máquinas
industriales) y disminuyeron las importaciones inglesas. Se instalaron en el país numerosas empresas
estadounidenses como General Motors (automotriz) y Química Bayer (farmacéutica). Distinto que con
Inglaterra, con EE.UU. no existía una reciprocidad comercial, pues nuestro país importaba sus productos
industriales, pero no podía venderle los cereales y la carne porque la producción nacional era similar a la
estadounidense e incluso existía competencia por el mercado europeo. En 1927, desde la Sociedad Rural
comenzó a extenderse la consigna: “comprar a quien nos compra”. Esta postura reflejaba la preocupación
por mantener la relación comercial con Gran Bretaña, para evitar que esta disminuyera sus compras de
carne a la Argentina.
Actividad:
1. ¿Qué actitud tuvieron los gobiernos argentinos frente a los conflictos sindicales entre 1880 y 1930?
2. ¿Por qué el gobierno de Yrigoyen tuvo una relación “ambigua” con los trabajadores?
3. Como leyeron en la clase, el gobierno de Yrigoyen fue presionado por tanto por “izquierda” como por
“derecha” ¿Cómo?
4. Mencionar un aspecto que consideres positivo y un aspecto que consideres negativo de la primera
presidencia de Yrigoyen (1916-1922) Después de leer el texto para la actividad:
5. ¿Por qué se dividió la UCR bajo el gobierno de Alvear?
6. ¿Por qué la relación comercial con Estados Unidos podía ser un problema para la economía
argentina?
Más allá de esas divisiones dadas en la UCR, Yrigoyen fue elegido nuevamente como presidente en
1928. Sin embargo, su mandato concluyó en septiembre de 1930 luego de que un golpe de Estado liderado
por los militares y apoyado por empresarios, intelectuales, católicos y dirigentes de partidos políticos
(incluidos los radicales que seguían a Alvear) lo destituyera. Con este dato en la mente, en la clase de hoy
vamos a tratar de ver algunos de los grandes cambios económicos, sociales y políticos que se produjeron
en la Argentina desde el año 1930.
El primer gran cambio que se produjo en la década de 1930 fue la transformación del modelo
económico. Entre 1880 y 1930 la Argentina impulsó el denominado Modelo Agroexportadora (MAE), un
modelo en el que el país tenía como principal actividad la producción de bienes primarios, en particular
carnes y cereales, para comercializar en el mercado mundial, básicamente en el mercado británico. Este
modelo generó mucha riqueza, pero escasa distribución: la Argentina era un país relativamente rico pero
con mucha pobreza porque la riqueza quedaba en pocas manos; en las manos de los productores que
podían vender su producción en el marcado inglés. En la actualidad circulan en la web textos y cuadros que
comparan la situación de la Argentina agroexportadora con la Argentina actual, y apuntan a destacar la
superioridad de la primera sobre la segunda. Es verdad, en 1910 y al menos hasta 1914 Argentina era una
de las diez economías más ricas del planeta. Pero solo treinta de las economías tenía estadísticas para
medir el Producto Bruto, las economías del sudeste asiático no habían explotado como lo hicieron en la
segunda mitad del siglo XX con el proceso de mundialización, tampoco lo habían hecho países como México,
Colombia y Brasil, los países africanos eran colonias europeas y no tenían ningún tipo de autonomía, en la
Argentina solo había, en 1914, 7,5 millones de habitantes y, por último, el modelo económico era sumamente
dependiente como no lo es en ninguna de las veinte economías más importantes del mundo en la actualidad.
Por otra parte, ocupar el puesto 10 entre 30 países no está muy lejos de ocupar el puesto 40/45 que ocupa
la Argentina en el día de hoy en comparación a los 210 países que publican sus estadísticas en el Banco
Mundial y en el Fondo Monetario Internacional. De tal manera, creemos que carece absolutamente de
sentido comparar la situación nacional de principios del siglo XX con la de principios del siglo XXI.
En 1930 la situación económica de la Argentina se modificó en forma radical. La crisis económica
mundial, que comenzó con la sobreproducción y la caída de la bolsa de valores de Nueva York en 1929, se
extendió rápidamente a todo el mundo y afectó fuertemente a los países latinoamericanos y europeos. Por
17
ejemplo, esta crisis generó las condiciones para el acceso de los nazis al poder en Alemania. En el caso
argentino la crisis modificó el contexto internacional en el que el MAE podía funcionar: Gran Bretaña dejó
de comprar carnes y cereales y Argentina no tenía a quién venderle su producción. Como consecuencia de
esta nueva situación internacional, y de la dependencia del modelo económico, el país tuvo que modificar el
modelo económico por uno que le permitiera generar riquezas en una situación de crisis. De esta manera,
a partir de 1930, se impuso el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones o Modelo ISI.
Este nuevo modelo, que funcionó hasta 1976 cuando la última dictadura lo modificó, convirtió a la Argentina
en un país industrial en el que se producían muchos de los bienes que antes se compraban en Gran Bretaña
o en Estados Unidos. El desarrollo industrial se produjo particularmente en la industria textil, la de pequeños
electrodomésticos y de repuestos de grandes maquinarias industriales.Los cambios económicos generaron
rápidamente grandes cambios sociales. El modelo ISI generó el crecimiento de tres grandes ciudades:
Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Como consecuencia de esto, mucha gente que vivía en las provincias del
interior y que se dedicaba al trabajo rural durante el MAE, comenzó a trasladarse a las grandes ciudades
industriales para trabajar en las nuevas fábricas. Este proceso se conoce generalmente como “migraciones
internas” y dio lugar a la conformación del espacio urbano que conocemos hoy: grandes ciudades con
grandes cordones industriales y suburbios que, a medida que pasa el tiempo, se alejan cada vez más del
centro de la propia ciudad. La llegada de los nuevos obreros que venían del interior fue uno de los fenómenos
centrales de la conformación de lo que los historiadores llamamos “nueva clase obrera” o “clase trabajadora
moderna”, fenómeno que explica, en gran medida, el surgimiento del peronismo en 1945.
Por último, a partir de 1930 se produjeron grandes cambios políticos. En particular, en septiembre de
1930, luego de casi 70 años de continuidad legal ininterrumpida, se produjo un golpe de Estado que fue, por
otra parte, el primer golpe militar de los cinco que se produjeron en el siglo XX. El golpe fue apoyado por
partidos políticos que perdían en las elecciones, por la Iglesia católica y por intelectuales que desconfiaban
de la democracia. Podemos pensar el Golpe Cívico Militar como una ofensiva de la élite y de los sectores
económicamente poderosos que le “temían” a la democracia y querían regresar al poder político que tuvieron
entre 1880 y 1916 durante el llamado “Régimen Oligárquico”. Liderados por el general José Félix Uriburu,
los militares impulsaron un regreso a la democracia conservadora con una característica central: la
utilización del fraude electoral para garantizar la victoria de los continuadores del golpe. Este proceso, que
tenía como objetivo central prohibir que los candidatos de la Unión Cívica Radical, el partido de Hipólito
Yrigoyen, el presidente derrocado en 1930 y uno de los impulsores de la Ley Sáenz Peña en 1912, ganen
las elecciones, se mantuvo hasta 1943 y fue conocido como “década infame”.
El 6 de septiembre de 1930, Uriburu dio un golpe de Estado. La casa de Yrigoyen fue saqueada y el
presidente detenido y trasladado a la Isla Martín García. La idea de Uriburu era instalar un modelo altamente
represivo, con ley marcial y tribunales militares para juzgar a civiles que se opusieran al gobierno de facto.
No dudó, más tarde, en darle carácter oficial a un grupo parapolicial (Legión Cívica, quienes desfilaron junto
18
al ejército regular). Contó con el apoyo inicial de una gran parte de los sectores civiles, los eternos
perdedores en las urnas.
Los militares nacionalistas liderados por Uriburu fueron los que sirvieron de punta de lanza para el
golpe, pero luego serían despojados de todo por el sector más liberal del ejército. Uriburu intentó ser el
representante del nacionalismo oligárquico. Su idea era instalar un régimen fascista al estilo de Mussolini.
Sin embargo, los planes del sector liberal del ejército liderado por Agustín P. Justo eran mucho más
ambiciosos: disfrazar el régimen de fraude con el traje de una democracia “formal” para evitar la
izquierdización de los sectores populares. Para lograrlo, Justo contaba con el apoyo de los radicales
antipersonalistas, los socialistas independientes y el conservadurismo.
El plan de Uriburu era modificar la constitución, eliminar el sufragio universal y reemplazarlo por el
voto calificado. Para ello convocaría a elecciones escalonadas de modo experimental. La primera elección
fue en la Provincia de Buenos Aires, en abril de 1931, pero para sorpresa de Uriburu, el triunfador fue el
radicalismo. Con la derrota en las urnas el gobierno de Uriburu no tardó en caer. El dictador anuló las
elecciones debido al triunfo radical, y convocó a nuevos comicios para fin de año.
Debido al fraude que ya empezaba a reinar, la U.C.R. decidió abstenerse de participar en las
elecciones, lo que dejó el camino libre a los conservadores, quienes junto a los radicales antiyrigoyenistas
(antipersonalistas) y socialistas independientes dieron forma a lo que se llamó la "Concordancia". Alvear
diseñó una “abstención” que en ese momento era totalmente funcional al fraude. La abstención solo valía si
se adoptaban formas de resistencia revolucionaria. Pero en cambio, Alvear dejaba así el camino libre a los
conservadores. Yrigoyen en cambio reclamaba concurrir con cualquier candidato: personalista o
antipersonalista. Para él la cosa era participar, porque era evidente que el pueblo seguía siendo radical y se
podía obtener la victoria. Sin embargo, Alvear tomo como postura oficial abstenerse de participar en las
elecciones.
La "Concordancia" llevó como candidato presidencial al general Agustín P. Justo. Frente a ellos se
presentó la Alianza Civil (demócratas progresistas y socialistas) con la fórmula Lisandro de la Torre - Nicolás
Repetto. El fraude ya estaba en marcha. El resultado no sorprendió a nadie: Justo ganó cómodamente.
La maquinaria del fraude
Las trampas electorales recibirían el nombre de “fraude patriótico”, porque evitaba la llegada de los
radicales al poder. Los conservadores disfrazaban de patriotismo una corrupción antidemocrática. El fraude
tenía sus variantes: por un lado estaba el viejo recurso de apretar a los votantes que se sabían que eran
adversarios de los conservadores. Esto se hacía en plena calle o en cercanías de las mesas, revólver en
mano. Pero había otro método: cambiar los votos. Esto se hacía en el correo central, que era adonde iban
las urnas. Allí los empleados sacaban los votos de las urnas y los reemplazaban por boletas de los
conservadores. Falta mencionar el “acaparamiento de libretas”. Los patrones de estancia les quitaban sus
libretas de enrolamiento a los peones y empleados del campo, se los llevaban y hacían firmar en las mesas
electorales, todos esos votos iban para los conservadores. De allí viene el famoso “ya votaste”, cuando
alguien se presentaba a votar y se le comunicaba que su voto ya había sido emitido por él. La "sucesión
presidencial" y el fin de la década infame"
Justo gobernó entre 1932 y 1938. Llegó el tiempo de la "sucesión" y Justo pensaba en retornar en 1944,
entonces quería dejar a alguien que le cuidara el sillón. De manera que mediante el fraude fue elegida la
fórmula Roberto M. Ortiz - Ramón Castillo. Ortiz era un radical antipersonalista que había ocupado un cargo
en el gobierno de Alvear. Castillo, por su parte, era conservador. La candidatura de Ortiz fue lanzada en la
Cámara de Comercio Británica, lo que daba una idea de los intereses que respaldaban a los gobernantes
durante este fraudulento período. En 1938 Ortiz llegó a la presidencia.
En este contexto, el radicalismo se encontraba frente a una oportunidad para cambiar su postura de
abstención. En 1936, el radicalismo disidente de Córdoba levantó el abstencionismo y se adjudicó las
elecciones de gobernador. Estas no fueron suspendidas por el gobierno central, y la conducción nacional
de UCR se vio en la necesidad de modificar su postura. El abstencionismo fue levantado a partir de 1938.
La victoria de Ortiz le daba al radicalismo la posibilidad de participar en las elecciones. Sin embargo, Ortiz
enfermó gravemente y en 1940 prácticamente ya había delegado el poder en Castillo. Cuando este asumió,
las prácticas fraudulentas retornaron a escena. Esta situación dejó a la UCR en un callejón sin salida, puesto
que, al cambiar su posición de abstención, se quedó sin armas para luchar contra el fraude.
El descontento general por la situación económica y el fraude político hizo que el sector nacionalista
del ejército temiera un "avance" comunista debido a las protestas y reclamos. Finalmente, al acercarse las
fechas de elecciones, se supo que era intención del régimen postular al industrial salteño Robustiano Patrón
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Costas. Ante esto, el sector nacionalista del ejército que temía una acentuación del descontento social y una
intervención en la guerra se decidió al golpe, el 4 de junio de 1943.
IMÁGENES
-Los cuatro mandatarios del período: Uriburu, Justo, Ortiz y Castillo.
- Militares marchando por las calles de Buenos Aires el 6 de septiembre durante el golpe.
Actividad:
1- Resumir los cambios que se produjeron en los años ’30 en la Argentina
2- Leer el siguiente fragmento de un discurso del escritor argentino Leopoldo Lugones. Fue pronunciado
en 1924, en conmemoración del centenario de la batalla de Ayacucho, ante la plana mayor de las
Fuerzas Armadas en Lima (Perú). Este discurso es conocido como “El discurso de Ayacucho” o “La
hora de la espada”. Lugones fue uno intelectuales más destacados del pensamiento nacionalista de
derecha en la Argentina en las décadas de 1920 y 1930.
“La hora de la espada (fragmento) “El único remedio está en acabar con la política. Adoptar un decenio de
vacaciones políticas. (…)Ha sonado otra vez para bien del mundo, la hora de la espada. (…) (esta) hará el
orden necesario, implantará la jerarquía indispensable que la democracia ha malogrado hasta hoy,
fatalmente derivada (…) hacia la demagogia o el socialismo. Pacifismo, colectivismo, democracia, son
sinónimos de la misma vacante que el destino ofrece al jefe predestinado; es decir, al hombre que manda
por su derecho de mejor, con o sin ley (…). El sistema constitucional del siglo XX está caduco. El ejército
es la última aristocracia; vale decir, la última posibilidad de organización jerárquica que nos resta entre la
disolución demagógica. (…)El Estado nada tiene que ver con la libertad. Su objeto es el orden.” (Leopoldo
Lugones, “El payador y antología de poesía y prosa”. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1979)
Resolver a partir de la fuente citada:
a- ¿A qué se refiere para vos la frase “el único remedio está en acabar con la política”? ¿Quiénes deberían
hacerlo según él?
b- ¿A qué te parece que parece temerle Lugones teniendo en cuenta el contexto de la época?
21
Al mismo tiempo que se iba definiendo el apoyo de los trabajadores al gobierno, también iba creciendo la
resistencia de los sectores patronales a su política social. Los sectores oligárquicos que se beneficiaban del
modelo agrario exportador comenzaban a agrupar sus fuerzas para resistir la política de reformas sociales.
También se convertiría en el germen de otro bloque social y político, que agrupó a los terratenientes, grandes
empresarios y a los sectores medios. En junio de 1945, 321 entidades empresarias de todo el país,
representativas de la industria y del comercio, elevaban un memorándum al Presidente y publicaban un
Manifiesto del sector. Señalaban la alarma producida por el proyecto salarial mínimo, vital y móvil, aumento
de salarios y participación en las ganancias; preocupadas también por "la intranquilidad creciente de un
ambiente de agitación social, que venía a malograr la disciplina y pujante eficiencia del esfuerzo productor
y cuya gravedad hallaba origen en el constante impulso que se deparaba desde dependencias oficiales".
Este documento significaba una virtual declaración de guerra contra el gobierno y, en particular, contra Perón
y la Secretaría de Trabajo y Previsión. A esta ofensiva, se sumarían vastos sectores de la clase media,
principalmente estudiantes y profesionales; las organizaciones sindicales aún controladas por socialistas y
comunistas, partidos políticos; casi toda la prensa; sectores del Poder Judicial y de las Fuerzas Armadas y,
finalmente, desempeñando un activo papel en la coordinación de todos estos elementos, el recién llegado
embajador norteamericano Spruille Braden.
Actividad 1:
¿Cuáles fueron las medidas que tomó Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión y a qué sector
estaban dirigidas esas medidas?
¿Qué ventajas te parece qué podría tener Perón creando nuevos sindicatos, y teniendo buenas relaciones
con ellos?
¿Qué sectores se vieron perjudicados finalmente con estas medidas y como reaccionaron los mismos?
22
empresarios se consideraban democráticos y comenzaron a criticar al gobierno militar al que consideraban
antidemocráticos.
Estas críticas se profundizaron después de que Alemania fuera derrotada por la Unión Soviética y por
Estados Unidos en mayo de 1945. En ese contexto, el día 19 de septiembre de 1945 se produjo una
movilización en la que participaron dirigentes políticos, intelectuales y empresarios para pedir dos grandes
cosas: el retorno de la democracia y la destitución de Perón. La marcha, conocida como “Marcha por la
Constitución y la Libertad”, en la que participaron cerca de 200 mil personas, generó una fuerte presión en
el gobierno militar puesto que no era normal en la Argentina que se produzcan movilizaciones tan
importantes. Por ese motivo, el presidente Farrell decidió acceder a los dos pedidos expresados en la
manifestación. En primer lugar convocó a elecciones para el mes de febrero de 1946 y, en segundo lugar,
no solo destituyó a Perón de su cargo de Secretario de Trabajo y Previsión, sino que también lo encarceló
el día 12 de octubre. El ex Secretario fue llevado rápidamente a la cárcel de la Isla Martín García y, desde
allí, veía que su carrera política parecía terminada.
Frente a esta nueva situación, se produjo una reacción por parte de los sectores trabajadores que habían
sido beneficiados por Perón desde la Secretaría de Trabajo en los años anteriores. Para principios de
octubre los sindicatos comenzaron a pensar en la necesidad de convocar a una huelga general para solicitar
al gobierno la libertad de Perón. Sin embargo, la decisión de la huelga se retrasó y, el día 17 de octubre, los
trabajadores decidieron desde las fábricas, y en forma autónoma de la dirigencia de los sindicatos, que era
necesario movilizarse a la Plaza de Mayo para pedir decididamente por la libertad de Perón y por la
restitución de su cargo como Secretario de Trabajo y Previsión.
La movilización fue en gran medida espontánea y también convocó a cerca de 200 mil personas. Como
consecuencia de esto, luego de que los manifestantes pasaran la noche del 17 en la plaza, el día 18 de
octubre el gobierno de Farrell decidió liberar a Perón y convocarlo a la Casa de Gobierno para que le hable
a los manifestantes desde el balcón. La movilización del 17 de octubre generó una novedad que hasta ese
momento no se había vivido: los trabajadores a los que Perón se había acercado desde 1943 sin recibir
respuesta, el día 17 de octubre se acercaron a la plaza para colocarlo en el lugar de líder político que hasta
ese momento no había tenido. El 17 de octubre fue el primer contacto directo entre Perón y la clase
trabajadora argentina y marcó, de esta forma, el nacimiento del movimiento peronista.
Luego de su liberación Perón decidió no volver a ocupar su cargo en la STyP y, en cambio, lanzó su
candidatura para las elecciones de febrero de 1946. En esas elecciones, Perón obtuvo la victoria con el 52,8
% de los votos sobre José Tamborini, el candidato de una coalición de partidos llamada Unión Democrática,
que obtuvo el 42,9% de los votos. De esta manera, luego de la movilización del 17 de octubre, en pocos
meses Perón pasó de ser un simple Secretario del Estado a estar preso y, finalmente, a ser presidente de
la Nación y figura central de la política argentina. Este lugar, el de figura central de la política, lo ocupó
incluso después de su destitución en septiembre de 1955.
23
pero vamos a tratar de explicarlo. La industria pesada produce bienes de consumo durables. Se llaman así
las cosas que se producen y tienen como objetivo mantenerse útiles por mucho tiempo. Por ejemplo un
tractor, una maquina para la industria, una máquina o un vagón para un ferrocarril, un camión o un colectivo.
Estos bienes se producen con el objetivo de durar varios años. Nadie cambia de tractor de un día para el
otro porque salió un nuevo tractor de otro color o porque no le gusta la forma que tiene el que compró ayer.
Entre estos bienes de consumo durables se incluye, entonces, las maquinarias, el transporte y también la
producción de energía: un reactor nuclear, una refinadora de petróleo para hacer nafta, entre otras. Los
bienes de consumo no durables que produce la industria liviana, en cambio, son bienes destinados a ser
consumidos muy rápidamente. Entre ellos se destacan los alimentos, los textiles (la ropa), los pequeños
electrodomésticos y la industria del juguete, entre otras. Estos bienes se gastan rápido y se vuelven a
consumir constantemente: la ropa se cambia en cuestión de meses y la comida se consume todos los días,
mientras que los juguetes y los electrodomésticos pequeños tienden a romperse con el paso del tiempo, lo
cual hace indispensable su reposición.
La industria pesada y la industria liviana tenían en la época en que Perón llegó a la presidencia de la Nación
algunas ventajas y algunos problemas. La industria pesada era claramente la más deseable para el
desarrollo del país. Si un país puede producir maquinarias, tractores, energía y transporte, no necesita de
otros para su desarrollo. Sin embargo, este tipo de industria tenía grandes dificultades en su implementación,
es decir para comenzar a funcionar: requería mucha inversión, necesitaba poca mano de obra, requería que
esa mano de obra sea muy calificada (es decir que esté muy capacitada. No es fácil desarrollar un tractor o
manejar un reactor nuclear) y sus resultados se verían a un muy largo plazo no menor a los 20 años. Este
tipo de industria hubiera permitido que el país venda sus productos en el exterior, lo cual resultaba
interesante para el desarrollo económico posterior por el ingreso de divisas (básicamente dólares) a la
economía nacional.
La industria liviana, en cambio, necesitaba de maquinarias, energía y transporte comprados en el exterior,
por lo cual comenzar por este tipo de industria era un problema para el desarrollo del país. Pero en cambio
tenía una gran ventaja: requería poca inversión inicial, generaba mucho trabajo, no requería mano de obra
calificada (era más fácil cortar una tela para hacer una remera que manejar un reactor nuclear) y sus
resultados se podrían ver rápidamente reflejados en el nivel de empleo, de consumo y de actividad
económica. Con este tipo de industria en pocos meses el desempleo cae y es posible para los trabajadores
acceder a alimentos y textiles en el mercado interno. Este tipo de industria difícilmente podía ser colocada
en el mercado internacional por lo cual el destino de la producción era el propio mercado interno y no se
generaba ingreso de divisas.
En ese contexto, dada la situación política nacional, Perón decidió comenzar por la industria liviana. Para el
líder del justicialismo no era posible proponerle a los trabajadores que lo habían votado continuar en la
miseria por veinte años hasta que la economía se desarrolle. Por otra parte, no había en la Argentina
suficiente mano de obra calificada como para poner en marcha una industria pesada. De tal manera, la
propuesta económica del peronismo fue un modelo de industrialización por sustitución de importaciones
centrado en la industria liviana y con un mercado interno fuerte. Para esto era necesario mantener el
consumo de los trabajadores con salarios altos, puesto que sin consumo no habría producción, y buscar
fuentes de financiamiento, es decir divisas (o dólares como mencionamos antes) para el desarrollo de una
industria que no podía vender su producción en el exterior. Para solucionar este problema, el gobierno
peronista puso en marcha una serie de mecanismos de “transferencia intersectorial” que tenían por objetivo
redistribuir el ingreso de divisas desde la producción agraria hacia la producción industrial. Los dos
mecanismos más importantes, y sobre los que hablaremos en la clase que viene, fueron el Instituto Argentino
para la Promoción del Intercambio (IAPI) y el Banco de Crédito Industrial.
Economía y primer mandato de Perón (1946-1952)
Durante los gobiernos peronistas (1946-1952 y 1952-1955) el proceso de industrialización iniciado en el
decenio precedente cobró nuevo impulso. A diferencia de la experiencia previa en la que el desarrollo
manufacturero fue el resultado de políticas tendientes a atenuar el impacto de los factores externos sobre
la economía local, durante los gobiernos Peronistas el fomento al proceso de industrialización se constituyó
en una política de Estado. El proyecto peronista contemplaba, por un lado, que la industrialización debía
ocupar un rol central y estratégico en la configuración del desarrollo económico nacional, al que se
consideraba indispensable garantía de soberanía. Para ello se requería de un fuerte intervencionismo estatal
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que diseñara, promoviera y regulara la estrategia de crecimiento puesta en marcha. A su vez, este proceso
debía reposar en el liderazgo de la burguesía nacional y la participación de los trabajadores asalariados en
la riqueza nacional a través de una política de redistribución progresiva de los ingresos.
El uso intensivo de mano de obra en las actividades industriales pujantes y el destino mercado-internista de
los bienes producidos imprimió un carácter peculiar a esta fase de la industrialización: la expansión de la
actividad industrial derivaba en un aumento del empleo y un incremento de los salarios. A su vez, una
distribución progresiva de los ingresos en favor de los trabajadores apuntalaba el mercado interno de
consumo y estimulaba la producción industrial. La articulación entre desarrollo industrial, actividad
económica interna, empleo y salarios dibujaba un ciclo virtuoso en el proceso de acumulación.
Materializada en el “Primer Plan Quinquenal” (1947-1951), la estrategia peronista promovía el desarrollo
industrial como motor del crecimiento económico a partir de la expansión de la producción de bienes de
consumo no durables tales como alimentos, bebidas y tabaco, textiles y confecciones y, en menor medida,
metalmecánicas livianas, ensamblado de vehículos y productos químicos, cuyo destino era abastecer al
mercado interno. Estas actividades vinculadas a la industria liviana se caracterizaban por una alta demanda
de empleo y escasos requerimientos tecnológicos.
El intervencionismo estatal contemplado en la estrategia peronista debía fomentar la primera etapa de la
industrialización por sustitución de importaciones, concentrada en las industrias livianas, a través de
estímulos directos e indirectos a la producción por medio de la extensión del gasto de inversión en obras
públicas, la provisión de bienes y servicios y la protección, promoción y regulación de las actividades (vía
aranceles a la importación, la prohibición al ingreso de productos cuya producción local se estimulaba, el
otorgamiento de subsidios, desgravaciones impositivas, etcétera).
Asimismo, como forma de estimular la producción industrial se implementaron una serie de mecanismos de
transferencia intersectorial de recursos para financiar el desarrollo manufacturero con ingresos generados
en el sector agropecuario: en particular, se crearon el Banco de Crédito Industrial y el Instituto Argentino de
Promoción del Intercambio (IAPI), este último de gran relevancia. A través del IAPI el Estado controlaba de
modo exclusivo la compra, comercialización y distribución de los bienes agropecuarios, adquiriendo la
producción agropecuaria en el mercado local a precios fijados por el Estado, quien abastecía el mercado
interno con alimentos e insumos de producción baratos y destinaba el excedente no consumido a las
exportaciones, lo que le reportaba divisas a la economía y constituía una importante fuente de recursos
fiscales.
El estímulo a la demanda interna vía redistribución progresiva del ingreso se tradujo en políticas tendientes
a incrementar el empleo (vía fomento de la actividad pública y privada con impacto en la demanda de mano
de obra) y el incremento de los ingresos laborales: el salario directo (instauración del salario mínimo, vital y
móvil, sistema jubilatorio, implementación de aguinaldo e indemnizaciones por despidos o accidentes de
trabajo) y el salario indirecto, a través de la mejora en las condiciones de vida de la población trabajadora
(ampliación y fortalecimiento de la legislación laboral, gasto público en el desarrollo de infraestructura
urbana y planes de vivienda, expansión de la salud y educación públicas, etcétera). Otra forma importante
de intervención estatal fue el estímulo a la sindicalización, y el establecimiento de una nueva estructura
sindical en Argentina estrechamente vinculada al Estado, verticalista y centralizada en sindicatos únicos por
actividad bajo la conducción de la Confederación General del Trabajo. El crecimiento exponencial de la clase
trabajadora durante los gobiernos peronistas, en particular de la industrial y el incremento notable de la
sindicalización, permitieron a los trabajadores una mayor organización y peso relativo para demandar y
defender sus derechos laborales, lo cual tendría consecuencias no sólo en este período, sino también en
décadas posteriores.
Finalmente, a través de la nacionalización de empresas extranjeras, en especial, en el área de servicios
públicos, el Estado buscaba recuperar soberanía sobre áreas estratégicas para incentivar la inversión
privada o regular los precios de los servicios para promover un incremento en la capacidad adquisitiva de
los salarios y estimular el consumo interno. Junto al rescate de la deuda externa, la nacionalización
contribuía con el objetivo de otorgar mayor autonomía al desarrollo local. Luego de una etapa inicial conocida
como la “época de oro del modelo peronista”, beneficiada por la disponibilidad de reservas provenientes de
la Segunda Guerra Mundial y extendida hasta fines de la década de 1940 y los primeros años de la de 1950,
cambios en las condiciones internacionales y la maduración de factores locales ocasionaron en una crisis
en el sector externo que interrumpió la tendencia expansiva registrada en la economía interna.
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