Cuadernillo PDF (Segunda Parte) Cuarto

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 25

Cuadernillo 4to año (Segunda parte)

La consolidación del Estado Argentino y el Modelo Agroexportador

Entre 1862 y 1880 hubo tres presidentes en la Argentina unificada: Bartolomé Mitre entre 1862 y
1868, Domingo Faustino Sarmiento entre 1868 y 1874, y Nicolás Avellaneda entre 1874 y 1880. Estas
presidencias son conocidas como “el período de la organización nacional” o “presidencias fundacionales”.
Sin embargo, aún en estos años, luego de la incorporación de la provincia de Buenos Aires, todavía faltaba
la incorporación de la Patagonia al territorio nacional. Esta incorporación se produjo recién en el año 1880
luego de que el General Julio Argentino Roca culminara el avance del Ejército Argentino sobre las tierras
patagónicas. Este episodio, conocido como la “campaña del desierto”, incluyó el asesinato de cerca de 30
mil indígenas que vivían allí, solo por el hecho de ser indígenas.
Junto con la inclusión de la Patagonia en 1880 se produjo otro hecho que marcó el proceso de
conformación del territorio nacional tal como lo conocemos hoy. Este episodio fue la “capitalización de la
ciudad de Buenos Aires” que, desde este año, se convirtió en un territorio separado de la provincia de Buenos
Aries. Esta decisión solucionó un problema que había desde 1862 y que tenía que ver con el gobierno de la
ciudad de Buenos Aires. En la ciudad había tres gobiernos: el nacional, el provincial y el de la ciudad. Desde
1880, el gobierno de la provincia se trasladó a una nueva ciudad, la ciudad de La Plata, fundada en 1882
para ser la capital de la provincia, y en Buenos Aires quedó el gobierno nacional. La “capitalización de
Buenos Aires” hizo que la ciudad sea, como sucede hoy, un distrito separado de la provincia y que pasar a
ese territorio sea hoy como trasladarse a otra provincia. De hecho, la ciudad, a pesar de ser un territorio muy
chiquito, tiene diputados y senadores propios, tal como las otras provincias.
Por último, 1880 nos parece un año central porque fue el momento del surgimiento de un grupo que
podríamos denominar como “oligarquía terrateniente” o “generación del ‘80”, un sector de la sociedad que
dominó la vida política y económica argentina durante más de treinta años casi sin oposición. El primer
gran representante de este grupo fue el propio Julio Argentino Roca que, después de la “Campaña del
desierto”, fue elegido presidente de la Nación y gobernó entre 1880 y 1886, luego de lo cual fue elegido
nuevamente entre 1898 y 1904. Este grupo estaba constituido por cerca de 300 familias que eran, al
mismo tiempo, las dueñas de las tierras productivas de las regiones en las que se producían bienes
exportables y las familias de las que formaban parte los principales dirigentes políticos de la Argentina. La
oligarquía era entonces un grupo de empresarios y políticos que se enriquecían con el Modelo
Agroexportador y que manejaban la política argentina. Esto último fue posible porque el sistema político
argentino en 1880 y hasta 1916 era un sistema en el que solo podían votar los sectores más ricos de la
sociedad.

Entre las décadas de 1870 y 1880 Argentina ingresó en la división internacional del trabajo como
proveedora de materias primas a los mercados centrales, principalmente el británico, con una economía
centrada en la explotación de bienes de origen primario, en particular la cría de ganado vacuno y el cultivo
de cereales. A cambio, importaba desde los centros mundiales bienes manufacturados y capitales a modo
de inversiones y empréstitos. Este vínculo comercial de la Argentina con el mundo era, esencialmente,
desigual, dado que se encontraba sustentado en el intercambio de bienes con escaso valor agregado por
productos elaborados. Asimismo, la fuerte especialización de la producción y de las exportaciones en unos
pocos bienes primarios de baja elaboración profundizó la vulnerabilidad de la economía argentina ante los
cambios en el mercado mundial, como una caída de la demanda o de los precios de los bienes de
exportación.
La específica configuración de la actividad agropecuaria en la región pampeana y extrapampeana
estuvo íntimamente relacionada con los procesos de expansión de la frontera agrícola y la propiedad
latifundista de la tierra. Por medio de sucesivas “campañas al desierto” y la expropiación de tierras a la
población indígena fueron incorporadas los territorios más fértiles de la pampa húmeda a la explotación
privada, mientras el carácter latifundista de la propiedad de la tierra permitió concentrar extensas superficies
en manos de un sector muy poderoso: la oligarquía terrateniente. Estas dos condiciones, las extraordinarias
cualidades de los suelos en la pampa húmeda y la concentración de la propiedad de la tierra, generaban
una renta diferencial que fue ampliamente aprovechada por los terratenientes argentinos.
El incremento en la demanda mundial de alimentos a fines del siglo XIX incentivó la especialización
productiva local en torno a la actividad ganadera y posteriormente también la agrícola. La oligarquía
terrateniente aprovechó las condiciones de acumulación más rentables que le presentaba el mercado
internacional por medio de la explotación de las “ventajas comparativas naturales” asociadas a la explotación

1
de la tierra, aunque reproduciendo el vínculo subordinado y dependiente de la economía local con el
mercado mundial
La actividad primaria pasó a organizarse bajo el sistema de estancia mixta, grandes unidades
productivas en las que se combinaba la ganadería como actividad dominante y, de modo subordinado,
aunque progresivamente más relevante, la agricultura. El desarrollo de las actividades ganadera y agrícola
al interior de la estancia mixta incluyó diversas modalidades de explotación de la mano de obra. En el caso
de la ganadería, el peso de las tareas recaía de modo directo sobre el obrero rural (o peón de estancia). En
el caso de la agricultura, cuando la actividad resultaba excesivamente riesgosa y el terrateniente la
tercerizaba, la explotación se producía indirectamente sobre los pequeños productores, por medio del
arrendamiento de tierras o el sistema de aparcería.
Mediante la institución del arrendamiento de tierras, con contratos establecidos de palabra, la
oligarquía terrateniente subordinaba y explotaba a los pequeños y medianos productores arrendatarios,
mayoritariamente inmigrantes. En el sistema de aparcería, el productor directo ofrecía su mano de obra para
labores agrícolas a cambio de casa, animales e insumos de producción –semillas, instrumentos
rudimentarios- y, fundamentalmente tierra, provisto por el terrateniente.
La disponibilidad de tierras con grandes potencialidades “naturales” contrastaba con la relativa
carencia de capital y trabajo, escasez que fue suplida a través del ingreso de inversiones extranjeras, el
endeudamiento externo y un estímulo a la inmigración. El capital extranjero ocupó un rol fundamental en el
desenvolvimiento económico del MAE desde sus inicios, favoreciendo el desarrollo de infraestructura básica
y de la industria frigorífica. Seducido por la rentabilidad potencial de una economía en expansión y los bajos
costos de las materias primas y la mano de obra, a fines del siglo XIX el capital extranjero de origen británico
y, posteriormente también, norteamericano, ingresó masivamente a la Argentina.
De modo directo a través de sus inversiones o financiando vía empréstitos actividades emprendidas
por parte del Estado, el capital extranjero participó en la expansión de la red ferroviaria, el desarrollo urbano
(por medio de la construcción de obras públicas portuarias y sanitarias así como viviendas), la instalación
de empresas de servicios públicos y otras actividades emergentes como la inversión en bancos y compañías
de seguros y la compra de tierras y explotaciones agropecuarias, entre otras.
Otro proceso decisivo de este período fue la afluencia de inmigrantes europeos. Aquejados por la
fuerte depresión económica que atravesaba Europa durante la década de 1880 y 1890 y seducidos por las
oportunidades vinculadas a un país con grandes extensiones de tierra y transitando un proceso de expansión
económica, en el último cuarto del siglo XIX se aceleraron las corrientes inmigratorias transoceánicas,
provenientes principalmente de los países del sur de Europa, y específicamente de Italia y España.
Las bajas o nulas oportunidades de acceso a la tierra y capitalización evaporaron rápidamente las
expectativas de los inmigrantes que se incorporaron como trabajadores agrícolas a la vida rural, ya sea
como obreros de estancia, por medio del arriendo de tierras y las distintas modalidades de aparcería.
Posteriormente, las mayores dificultades para acceder a la tierra y la demanda creciente de un sector urbano
en expansión como resultado del desarrollo de la infraestructura, las actividades terciarias y de
abastecimiento a un mercado interno en expansión reorientaron los flujos inmigratorios hacia las ciudades.
De modo progresivo los inmigrantes se incorporaron a la vida urbana y engrosaron las filas de la clase obrera
ligada a la expansión de los servicios y la incipiente industria.
En la segunda y tercera década del siglo el escenario internacional comenzó a modificarse, lo que
repercutió profundamente sobre la economía local. Vinculados, por un lado, al estallido de la Primera Guerra
Mundial entre 1914 y 1918 y, por otro, a las transformaciones experimentadas por el capitalismo a escala
mundial, los cambios en el escenario internacional pusieron de manifiesto la gran vulnerabilidad externa de
la Argentina.

Actividad
¿Por qué 1880 fue un año importante para la historia argentina?
¿En qué consistió el Modelo Agroexportador? ¿Qué papel cumplía Argentina en el mercado mundial?
¿Qué significa que oligarquía terrateniente aprovechó las ventajas comparativas argentinas para
incorporarse al mercado mundial? (las ventajas son ventajas frente a otros países para producir lo mismo)
¿¿De qué modo se solucionó la escasez de capitales necesaria para el desarrollo del modelo económico?
¿Cómo se solucionó la escasez de mano de obra? ¿Qué destino tuvieron los inmigrantes?
¿Qué ventajas y desventajas encontrás en este modelo económico?

Régimen Oligárquico (1880- 1916)

2
El Partido Autonomista Nacional (PAN), el partido más importante de la Argentina de esa época y el que
representaba a la oligarquía (los ricos y muchas veces descendientes de los primeros españoles llegados a
estas tierras), gobernó al país hasta 1916, solamente atendiendo a los intereses de ese grupo de
empresarios de la tierra (terratenientes) que dominaron la política y la economía entre fines del siglo XIX y
principios del siglo XX.
Junto a Roca, el otro líder político importante de la Argentina de 1880 era Bartolomé Mitre, un porteño
que ya había sido presidente de la nación entre 1862 y 1868. Este dirigente no solo tenía influencia política
sino también económica puesto que era un hacendado muy poderoso y uno de los principales defensores
del modelo agroexportador. Como empresario, Mitre fundó en 1870 el diario La Nación, un diario que existe
en la actualidad, y que tuvo y tiene todavía hoy mucha influencia en la vida política nacional. De todas formas,
si bien era una figura central de la oligarquía, a diferencia de Roca, Mitre era más grande y en la década de
1880 comenzaba a perder la centralidad que había tenido en las décadas anteriores.
Cuando se estaba por cumplir el mandato de Roca, era necesario decidir quién sería el nuevo
candidato a presidente que, como las elecciones siempre las ganaba el PAN, sería efectivamente elegido
como nuevo presidente en 1886. Los dos principales líderes intentaron sostener su capacidad de influir
dentro del partido y de la política nacional. Mitre pretendía ser nombrado como candidato y ocupar
nuevamente el lugar que ya había ocupado en 1862, mientras que Roca intentó mantener parte del poder
que tenía como presidente y nombrar como candidato a su cuñado Miguel Juárez Celman, un abogado que
había sido gobernador de la provincia de Córdoba entre 1880 y 1883, y senador nacional entre 1883 y 1886.
Finalmente, Roca logró imponer sus intereses sobre Mitre y el PAN eligió a Juarez Celman como candidato
para las elecciones de 1886.
Como se esperaba, Juárez Celman ganó las elecciones y asumió como presidente de la nación el
día 12 de octubre de 1886. Sin embargo, a pesar de las intenciones de Roca de sostener cierta capacidad
de influencia sobre su cuñado, inmediatamente después de asumir Juárez Celman rompió su relación con
el expresidente y comenzó un camino propio que lo alejó de los principales líderes del PAN. Este alejamiento
de Juarez Celman con respecto a los líderes de su partido se conoce generalmente como “unicato”. De esta
manera, el presidente que, desde el comienzo no tenía el apoyo de Mitre, perdió también el apoyo de Roca
y de su vicepresidente Carlos Pellegrini, quienes no estaban de acuerdo con la decisión de gobernar sin
consultar a los líderes del partido. Por este motivo el gobierno de Juárez Celman fue uno de los momentos
en los que se produjo un quiebre en la unidad que caracterizó a la oligarquía terrateniente entre 1880 y 1912.
Por otra parte, también podríamos decir que, en cierto sentido, lo que hizo el presidente fue engañar a los
dos principales líderes políticos de la época e intentó construir un espacio político con sus colaboradores
más cercanos.
Bajo la presidencia de Celman comenzaron a aparecer una serie de problemas económicos que
estallaron finalmente en 1890. El texto de la actividad de la clase de hoy habla sobre esos problemas
vinculados a la toma de préstamos en el exterior y a la caída de los precios de los productos que Argentina
vendía en el marco del modeloagroexportador. Pero, más allá de las causas que condujeron a la crisis, en
esta parte de la clase me interesa que nos centremos en las consecuencias políticas de la crisis.
En julio de 1890 Mitre y Leandro N. Alem, dos de los dirigentes que habían perdido capacidad de
influencia dentro del PAN y de la oligarquía, fundaron la Unión Cívica (UC), un nuevo partido político que
surgió para colocarse en la oposición al gobierno del presidente Juarez Celman. En el marco de la crisis
económica, los seguidores de la UC identificaban en el gobierno de Celman el símbolo del fraude electoral,
y de la corrupción administrativa, por lo cual los objetivos centrales del nuevo partido eran garantizar la
libertad del sufragio, las autonomías de las provincias y la imposición de una nueva moral administrativa.
Para alcanzar estos objetivos, la clave era lograr la renuncia del presidente Juarez Celman y abrir el sistema
político a la participación de una cantidad mayor de ciudadanos. Como vamos a ver en dos o tres clases, en
la Argentina de fines del siglo XIX solo estaban habilitados para votar aquellas personas que eran varones,
sabían leer y escribir, tenían una profesión y podían demostrar una cierta cantidad de ingresos. El resto de
los ciudadanos no tenían derechos políticos.
La UC ganó reconocimiento gracias a la denominada “Revolución del Parque”, un episodio que se
produjo entre el 26 y el 29 de julio de 1890 y que fue muy conocido en la época. En ese momento la UC
intentó llevar adelante una revolución para destituir al presidente Juarez Celman, al estilo de la revolución
rusa de la que hablamos en clases anteriores, y formar un nuevo gobierno que estuviera en línea con sus
objetivos políticos. Los dirigentes la UC lograron el apoyo de algunos sectores minoritarios del ejército y, en
la mañana del sábado 26, iniciaron el ataque sobre el ejército y la policía de la ciudad de Buenos Aires con
la intención de ingresar a la Casa de gobierno. Los cívicos, identificados con boinas blancas, un símbolo
que luego sería uno de los rasgos identitarios de la Unión Cívica Radical a lo largo del siglo XX, comenzaron
los ataques desde el parque de artillería de la ciudad de Buenos Aires, zona en la que hoy están los
3
tribunales y que se encuentra a pocas cuadras del Obelisco y del Teatro Colón. La intención de los rebeldes
era arrestar al presidente, al vicepresidente Carlos Pellegrini y al expresidente Roca que, en ese momento,
era el presidente de la cámara de senadores del Congreso Nacional. Sin embargo, a pesar de que como
dijimos Celman no tenía el apoyo de los principales dirigentes de su partido, Roca y Pellegrini condujeron al
ejército para la defensa del presidente y lograron derrotar a los rebeldes luego de cuatro días de
enfrentamientos que dejaron entre 150 y 300 muertes.
De todas formas, si bien los “cívicos” no lograron su objetivo de encarcelar al presidente y a los
principales dirigentes políticos del PAN, del que también formaban parte hasta hacía poco tiempo Mitre y
Alem, el día 6 de agosto Juarez Celman renunció a su cargo. El presidente, sin el apoyo de Roca y de Mitre
que, como habíamos dicho al principio de la clase, eran las dos figuras centrales de la política argentina en
la década de 1880, no pudo enfrentar la crisis política que se sumó a la terrible crisis económica que vivía
el país. La crisis económica y política de 1890 marcó entonces los límites del “unicato” y de la posibilidad de
formar un gobierno que no responda a los intereses de los principales dirigentes de la oligarquía.
Luego de la renuncia de Celman, Pellegrini se hizo cargo del gobierno con el apoyo de Roca y de
Mitre. Esto último, el apoyo de Mitre, fue un problema para la recientemente formada UC, puesto que Alem
y otros dirigentes que luego ganaron reconocimiento como Hipólito Yrigoyen y Aristóbulo del Valle, la
renuncia de Celman solo era el primer paso hacia una mayor democratización de la vida política nacional.
Para Mitre, en cambio, solo con la renuncia de Celman, quien lo había excluido de la centralidad política que
él creía que le correspondía, alcanzaba para cumplir los objetivos de la UC. Por ese motivo, en julio de 1891
la UC se dividió en dos. Por un lado se fundó la Unión Cívica Nacional (UCN), dirigida por Mitre, y por otro
la Unión Cívica Radical (UCR), cuyos principales dirigentes eran Alem, del Valle e Yrigoyen.
A partir de 1891, por lo tanto, Roca y Mitre volvieron a la centralidad que tenían en 1880 como
miembros de la oligarquía. Roca dentro del PAN y Mitre con la UCN, partido que poco tiempo después dejó
de existir. Por otra parte, a partir de ese año se profundizó la oposición de la UCR a la oligarquía. Bajo la
dirección de Alem y, sobre todo, de Yrigoyen la UCR se convirtió en el principal partido de oposición al PAN
en la Argentina y en uno de los principales promotores del sufragio universal en la primera década del siglo
XX. Como vamos a ver en dos o tres clases, Yrigoyen fue el primer presidente electo luego de la ampliación
del sistema político con la llamada Ley Sáenz Peña.

1890: De la crisis económica a la crisis política

La década del 80 fue un período de acelerada expansión económica en la Argentina. El volumen de


las inversiones de capital sobre pasó en esos años al de todos los anteriores, especialmente en lo que
respecta a los capitales británicos. […] en 1889 Argentina absorbió entre el 40 y el 50% de todas las
inversiones británicas hechas fuera del Reino Unido. […]
Parece ser que la dificultad [para Francia y Alemania] de competir con Gran Bretaña se debió a que
la expansión de sus exportaciones a la Argentina durante los años 80 fue el resultado […] de una
combinación de cuatro factores principales: capacidad de suministrar artículos que se adaptaban en su
aspecto técnico a las necesidades existentes; capacidad de otorgar créditos a corto plazo y de invertir en
cantidad suficiente a largo plazo; capacidad para organizar nuevas empresas y dirigir eficazmente las
existentes; capacidad para evitar conflictos políticos con la Argentina y mantener una actitud imparcial
respecto de las fuerzas políticas internas del país. […]
Alrededor de un 65/70 % de todo el capital británico invertido en la Argentina durante los años
prósperos de 1886 a 1889 se empleó para financiar ferrocarriles, en forma directa por compañías o de modo
indirecto a través de los empréstitos al gobierno. […]
Este flujo de capitales […] impulsó durante este período la actividad económica en la Argentina y
estimuló vigorosamente el desarrollo agrícola del país. La formidable expansión iniciada a partir de los años
80 no hubiera sido posible sin una coyuntura mundial favorable. La economía argentina también se benefició
por la caída de los precios del transporte por mar [por los barcos de vapor…]. Esta caída de los precios de
los fletes marítimos de cereales se produjo en el preciso momento en que las exportaciones de cereales
argentinos comenzaron a aumentar en forma acelerada.
Dadas estas condiciones, los precios de los productos de exportación argentinos aumentaron
constantemente. Esta momentánea prosperidad, que alentó la ilusión de su mantenimiento por tiempo
indefinido, fue acompañada por un progresivo endeudamiento como consecuencia del abuso del crédito
externo. […]La afluencia de capitales extranjeros se intensificó a partir de 1885. […] Una gran parte de ese
dinero circulante, producto del auge comercial y de los empréstitos contratados, fue canalizada hacia una
especulación desmedida. De pronto, a partir de 1888, los precios de los productos de exportación
comenzaron a bajar rápidamente. […]
4
Mientras los precios de estas materias primas bajaban, los de los productos elaborados importados
subían o se mantenían constantes; entonces comenzó a notarse que no había suficiente dinero para pagar
lo que se compraba al extranjero, ni tampoco lo había para amortizar [pagar] las deudas contraídas. [Que
además tenían un interés muy alto pagadero en oro o libras esterlinas.]
Otra consecuencia de los empréstitos fue que, conjuntamente con el incremento de la inmigración,
produjeron efectos en las importaciones de bienes de consumo. El gasto interno recibió mayor impulso por
la continua emisión de papel moneda [la ley permitía que cualquier persona o sociedad pudiera fundar un
banco que era autorizado a emitir papel moneda…]. [Así, cuando Inglaterra dejó de prestar, y el valor de los
productos agropecuarios se estancó, sobrevino la devaluación y la crisis.]
Los primeros síntomas de la misma surgieron a mediados de 1888; para fines de 1889 ya no eran
síntomas sino una tendencia que se acentuaba día a día, no manifestándose todavía en el área de la
producción sino en las finanzas. Luego, al paralizarse algunas de las grandes obras públicas por causa de
la crisis financiera, se afectó el proceso de desarrollo general del país, reduciéndose entonces el ritmo de
crecimiento y la capacidad de consumo. La moneda comenzó a desvalorizarse […] el valor de la tierra se
redujo a la mitad.
El país compraba más de lo que vendía y de lo que podía pagar. Por otra parte, vendía barato y
compraba caro. Un gran saldo en contra se fue acumulando en la balanza comercial. Hasta que se cortaron
los préstamos, el país siguió endeudándose, tratando de resolver el déficit de la balanza contrayendo más
deudas. La crisis de 1890/91 no interrumpió el movimiento de colonización ni el desarrollo agropecuario sino
que, por el contrario, ayudó en cierta medida, puesto que detuvo brevemente el ascenso del valor de la
tierra. [La inflación y devaluación benefició a los ganaderos y a los exportadores, que pagaban sus gastos
en moneda local depreciada y recibían oro por sus exportaciones.]
Todo esto no libera, por supuesto, de responsabilidad a la administración del presidente Juárez
Celman […]. El excesivo emisionismo y la especulación generalizada constituyeron factores agravantes. El
mismo Juárez Celman reconoció el desastre que causaba esta última: “El crédito se encarece por demanda
de capitales para el juego; no hay dinero para el comercio y la industria, todo el dinero, todos los capitales
de la República son atraídos por la vorágine de la Bolsa”.
Pero él, fiel al liberalismo económico, continuó su política de apertura económica. […]A todo esto se
agregaba la corrupción. A tanto había llegado el descrédito del gobierno, que hubo de producirse la crisis
política. El 26 de julio se inició la revolución. Participaba de ella la recientemente creada Unión Cívica, que
concentraba elementos dispares y motivados por razones diferentes. […] Alem, Hipólito Yrigoyen y del Valle.
También el general Mitre y el general Manuel Campos, de quien se sospechó que había entregado la
revolución. Después de tres días de cruentos combates, los revolucionarios fueron vencidos. La dirección
de la represión estuvo a cargo de los generales Levalle, Pellegrini y Roca; vale decir, el círculo desplazado
del poder por el Unicato de Celman.
Roca y Pellegrini, contrarios a la revolución, sacaron réditos de la insurrección vencida e hicieron
saber al presidente que su gobierno carecía de sustentación. Ambos comprendían que la única manera de
salvar el sistema era dejar hundir al ahora discutido primer mandatario. Luego de ofrecer alguna resistencia,
Juárez Celman renunció el 6 de agosto […].”

Actividad
¿Qué objetivos tenía la Unión Cívica?
¿Por qué pensás que se dividió la Unión Cívica después de 1890?
Después de leer el texto “1890: de la crisis económica...”
Dar tres causas que expliquen la prosperidad económica del país en la década de 1880
¿Cuándo comienzan los problemas en la balanza comercial del país? Describir los problemas
¿A quiénes les convenía la inflación y la devaluación de la moneda nacional? ¿Por qué?
¿Cuáles son las consecuencias políticas de la crisis económica? ¿Quiénes fueron los dirigentes
beneficiados por los sucesos de julio de 1890?

La Reforma Electoral (1912)


La crisis de 1890 fue el momento en el que surgió la Unión Cívica, un nuevo partido cuya primera
acción fue impulsar la llamada Revolución del Parque. Este partido, como vimos, se dividió 1891 y dio lugar
a la aparición de la Unión Cívica Radical (UCR), un nuevo partido dirigido por Leandro Alem, Aristóbulo del
Valle e Hipólito Yrigoyen. El otro partido, la Unión Cívica Nacional, dirigido por Bartolomé Mitre, no nos
interesa tanto (o nada en realidad) en esta clase.
Luego de la renuncia de Juárez Celman y de la división de la Unión Cívica, la nueva UCR decidió
continuar con su oposición hacia los gobiernos de la oligarquía para reclamar una transformación del sistema
5
político argentino. Primero se opusieron a Carlos Pellegrini, quien gobernó entre 1890 y 1892, luego a Luis
Sáenz Peña (el padre de Roque) quien estuvo en la presidencia entre 1892 y 1895, año en el que renunció
al cargo, a José Evaristo Uriburu que reemplazó Sáenz Peña entre 1895 y 1898, y, nuevamente, a Julio
Argentino Roca durante su segunda presidencia entre 1898 y 1904. Ya que estamos acá, les cuento que
luego de Roca la Argentina fue gobernada por Manuel Quintana entre 1904 y 1906, año en el que falleció
siendo presidente, por José Figueroa Alcorta entre 1906 y 1910, por el ya mencionado Roque Sáenz Peña
entre 1910 y 1914, quien también falleció mientras ejercía el cargo de presidente, y por Victorino de la Plaza
entre 1914 y 1916. En 1916 terminaron los gobiernos de la oligarquía, y empezó otra historia que ahora
vamos a tratar de ver.
Durante estos años, la UCR, como les contaba, se opuso a los gobiernos de la oligarquía. Una de
las cosas que más criticaban los miembros y los seguidores de la UCR era el funcionamiento del sistema
electoral. En este sistema el voto era cantado y no había un padrón único confeccionado por el Estado. En
el día de las elecciones cada ciudadano que iba a votar tenía que ir con alguna documentación al colegio o
a la Iglesia habilitados para la elección y contar a qué candidato iban a votar. El presidente de la mesa
anotaba el nombre y la decisión del votante, y a partir de esa lista se contaban los votos. Obviamente para
el votante esto era un gran peligro porque el Partido Autonomista Nacional (PAN) disponía de recursos
económicos (era el partido de la oligarquía terrateniente) para pagar seguridad privada para amenazar a los
votantes y obligarlos a votar a los candidatos del partido.
Por otra parte, el sistema se prestaba claramente para el fraude porque el presidente de mesa era
colocado por el propio gobierno y, como el voto era cantado, podía anotar lo que quería sin que nadie
corrobore los datos. Los radicales (así les decían y les dicen a los miembros y seguidores de la UCR)
denunciaron más de una vez esta situación y otras como que favorecían el fraude como el voto múltiple de
personas que ingresaban varias veces con distintos documentos a la sala de votación. Estas denuncias no
solo eran hechas por los radicales sino también por los miembros del Partido Socialista, partido del que
hablamos en la clase pasada, que en la ciudad de Buenos Aires siempre tenían la esperanza de obtener
algún diputado para colocar en el Congreso Nacional.
Por último, el gran problema del sistema electoral antes de 1912 era que solo un número muy
pequeño de ciudadanos estaba habilitado para votar. Para ejercer el derecho al voto era preciso demostrar
ser dueño de alguna propiedad, tener una profesión, y saber leer y escribir. Estas condiciones solo eran
cumplidas por un porcentaje de la población que no superaba el 5 % del total de los habitantes. A esto es
preciso sumar el hecho de que solo los varones estaban habilitados, mientras que las mujeres quedaban
excluidas del derecho a elegir y a ser elegidas. Solo hubo un caso de una mujer que fue habilitada para
votar. Esta mujer era Julieta Lanteri, una médica argentina que se presentó a la justicia porque cumplía con
los requisitos de saber leer y escribir y tener una profesión, y fue habilitada para votar en 1911. Más allá de
este caso particular, la política, en esta época, era un tema y una preocupación de los varones de las elites,
de los sectores más ricos de la sociedad. Por eso es que hablamos de una época denominada “oligarquía”,
porque en la definición del filósofo Aristóteles, una oligarquía es “el gobierno de unos pocos”. En este caso,
esos “pocos” eran los dueños de las tierras más productivas y los miembros del PAN.
Ante este sistema, los radicales y también los socialistas, pretendían cambiar el sistema de voto
cantado y también ampliar la cantidad de gente habilitada para votar. En el caso de los radicales, la oposición
intentó seguir las líneas de la Revolución del Parque de 1890. En 1892, antes de las elecciones en las que
resultó elegido Luis Sáez Peña, los radicales liderados por Alem intentaron una revolución para forzar la
renuncia de Pellegrini (que había asumido luego de la renuncia de Juárez Celman). El presidente encarceló
a Alem y prohibió que la UCR se presente a las elecciones. Un año más tarde, bajo el gobierno de Luis
Sáenz Peña, la UCR intentó una nueva revolución. En este intento, conocido como Revolución de 1803, los
radicales comenzaron en el mes de julio con intentos de derrocar a los gobernadores de San Luis, Santa Fe
y Buenos Aires. Si bien el intento de Buenos Aires, liderado por Yrigoyen, logró algunos resultados puesto
que fue apoyado por muchos trabajadores, este primer intento terminó fracasando. Meses más tarde, en
septiembre, Alem logró el derrocamiento del gobernador de Corrientes, pero nuevamente el intento fue
derrotado ante la amenaza de Roca de bombardear la ciudad desde el rio Paraná si los radicales no se
rendían. Como consecuencia de este episodio, Alem estuvo preso por seis meses. Finalmente, luego del
suicidio de Alem en 1896, la UCR, bajo el mando de Bernardo de Irigoyen aceptó el funcionamiento del
sistema político y dejó de mostrar oposición al PAN.
En 1903, Yrigoyen (Hipólito, no Bernardo, y con Y griega, no con I latina) reorganizó el partido y volvió
a intentar una nueva revolución en el año 1905. Entre el 4 y el 8 de febrero de ese año los radicales intentaron
derrocar a distintos gobiernos provinciales en Córdoba, Mendoza y Buenos Aires, pero esta vez buscaron el
apoyo de los militares en Campo de Mayo, Bahía Blanca y la ciudad de Buenos Aires. Si bien fracasaron, la
revolución de 1905 mostró que la UCR, a diferencia de lo que pasaba desde 1897, se encontraba en una
6
firme oposición al PAN y al funcionamiento del sistema político, y que en cualquier momento podrían intentar
una nueva revolución para tratar de tomar el poder.
Por otra parte, junto con la oposición de la UCR, era cada vez más fuerte la capacidad de movilización
y de protesta de los anarquistas y de los socialistas entre los trabajadores. Los socialistas, al igual que los
radicales, eran un partido político y, por eso, querían que el sistema sea más amplio para que los
trabajadores pobres pudieran votar. En cambio, los anarquistas no eran un partido político porque no creían
en la política de partidos ni en la democracia (ni en nada básicamente). Para los anarquistas lo único que
valía la pena era intentar una revolución, pero no para cambiar un gobierno, sino para terminar con todo tipo
de opresión y de desigualdad. En el fondo, los anarquistas no creían en la necesidad de que exista un
gobierno sino en la igualdad absoluta entre todos los miembros de la comunidad. Tampoco creían en la
nacionalidad, por eso los inmigrantes anarquistas no se nacionalizaban y, también por eso, cuando lograron
ganar las elecciones en la Federación Obrera Argentina (FOA), le cambiaron el nombre y le pusieron
Federación Obrera Regional Argentina (FORA). La palabra “regional” la usaban para mostrar que no creían
en la existencia de un país, sino que este lugar era una región.
Como podrán imaginar, con la pelea de los radicales, los socialistas y los anarquistas, con el
crecimiento de la cuestión social y el número de huelgas y protestas callejeras, a lo que se sumaban los
problemas de las epidemias y el delito, la Argentina no era precisamente un lugar tranquilo. Los gobiernos
del PAN no tenían muy en claro qué hacer frente a todos estos problemas: había reclamos políticos,
reclamos económicos, reclamos sociales y, en el caso de los anarquistas, la idea de hacer una revolución
que terminara con toda desigualdad, es decir que terminara con el dominio económico de la propia
oligarquía.

La inmigración, la cuestión social y la Ley Sáenz Peña


Parte 1: La inmigración
Para empezar, vamos a tratar de situarnos nuevamente en la Argentina de 1880. Ese año fue muy
importante para el país porque se empezó a poner en marcha el modelo económico Agroexportador. Con
este modelo, Argentina comenzó a producir carnes y cereales para vender en el mercado europeo,
principalmente en Inglaterra. El modelo funcionó bien porque el país se convirtió en uno de los diez más
ricos del mundo entre 1910 y 1912. Sin embargo, la riqueza que entraba no se repartía entre todos los
habitantes del país, sino que quedaba en manos de un sector llamado “oligarquía terrateniente”. Este grupo
eran los empresarios dueños de las tierras en las que se producían las carnes y los cereales. Por eso, la
desigualdad era muy grande. A veces hay países ricos en los que la gente es pobre. Pienso en India,
Emiratos Árabes, Qatar. Son países con mucho dinero, pero el dinero está en pocas manos.
El relativo éxito del modelo agroexportador hizo que muchos europeos que no conseguían trabajo en
sus países de origen comenzara a pensar en la posibilidad de mudarse a la Argentina, a Estados Unidos o
a Australia para mejorar sus condiciones de vida. Esta situación dio origen, también en 1880 al proceso
inmigratorio. El proceso inmigratorio se extendió entre 1880 y 1914. Los dos años seguramente nos resultan
conocidos. 1880 porque marcó el comienzo de lo que conocemos como la Argentina moderna, y 1914 porque
fue el año en el que comenzó la primera guerra mundial. En esos treinta y cuatro años llegaron al país un
total de 4,2 millones de inmigrantes. Para tener una idea del impacto que generó este número, les cuento
que la población argentina en 1875 era de un total de 3,5 millones habitantes y que en 1914 era de 8,5
millones. Por eso, el proceso inmigratorio hizo que prácticamente se duplicara la población en poco más de
treinta años.
La inmensa mayoría de los inmigrantes que ingresaron al país entre 1880 y 1914 eran de origen
europeo. Del total de ellos, 2 millones eran de origen italiano, 1,6 millones eran españoles, 150 mil rusos,
otro tanto eran alemanes y luego había ciudadanos de distinto origen como franceses, Sirio-libaneses, y de
países limítrofes. De estos últimos, fue particularmente importante la inmigración uruguaya y brasileña en la
ciudad de Buenos Aires, la de chilenos en Mendoza y San Juan, y la de ciudadanos paraguayos y bolivianos
en el norte del país. En este último caso, los inmigrantes ingresaban a la Argentina en general solo para
trabajar en forma temporaria.
Los inmigrantes europeos que arribaron al puerto de Buenos Aires entre 1880 y 1914 eran en general
jóvenes de entre 15 y 40 años, en su mayoría varones solos, que venían a Sudamérica con el objetivo
mejorar su situación personal y la de sus familias en Europa. Como muchos de ustedes sabrán, a lo largo
del siglo XIX Europa y Estados Unidos vivieron la segunda etapa de la Revolución Industrial. Esto hizo que
7
muchos trabajos que se realizaban de forma manual fueran reemplazados por máquinas y que muchos
obreros y artesanos no encontraran sitio para insertarse laboralmente. Para estos desempleados pobres, la
chance de emigrar a otro continente era más que posible y aceptable entre fines del siglo XIX y el comienzo
de la primera guerra mundial. Esto se puede ver en el hecho de que la llegada de inmigrantes a Argentina
no fue un fenómeno aislado ni mucho menos. A Estados Unidos llegaron más de 30 millones de inmigrantes
procedentes de Inglaterra, Irlanda, Alemania, Italia y otros países. También Australia y Nueva Zelanda fueron
el destino de muchos inmigrantes europeos que no encontraban en sus países la posibilidad de sobrevivir.
Estos ciudadanos europeos, expulsados de sus tierras, aprovecharon dos grandes fenómenos
tecnológicos desarrollados a lo largo de siglo XIX. El primero fue la aplicación de la tecnología del vapor a
la navegación. La utilización de barcos con motores de vapor permitió reducir los tiempos de viaje y acercar
distancias que parecían inabarcables como la que hay entre América y Europa. La reducción de los tiempos
de viaje tenía que ver con el hecho de que los barcos con motor podían avanzar en una dirección
determinada sin depender de la dirección del viento. El otro gran avance fue la extensión del ferrocarril o,
mejor dicho, del tendido ferroviario, es decir de las vías. Esto permitió no solamente que los inmigrantes se
trasladen de una punta a otra del mundo, sino también que puedan avanzar en el territorio interno de cada
país al que llegaban. Este tema fue particularmente importante en los Estados Unidos, en donde la distancia
entre la costa del océano atlántico, en donde se encuentran ciudades como Nueva York o Miami, y la del
océano pacífico, en la que están las ciudades de Los Ángeles y San Francisco, tiene más de 4000 kilómetros.
Volviendo al caso argentino, la llegada de los más de 4 millones de inmigrantes se produjo en dos
grandes momentos que se llaman oleadas. La primera de las oleadas se extendió entre 1880 y 1890. En
ese momento llegaron al país 2 millones de inmigrantes. Luego de 1890, en el marco de la crisis económica
y política de la que hablamos en la clase pasada, el proceso inmigratorio se detuvo y volvió a crecer a partir
del año 1900. La segunda oleada, entonces, se produjo entre 1900 y 1914. En esos años ingresaron poco
menos de 2,2 millones de inmigrantes.
La llegada de inmigrantes no solo fue un fenómeno global, sino que la Argentina intentó fomentar
ese proceso a partir de una serie de ideas y de políticas. El gobierno argentino instaló oficinas inmigratorias
en Europa con el objetivo de promover la llegada de cada vez más inmigrantes. Entre esas ayudas, más allá
de las promesas de obtener tierras en la Argentina, se encontraban la posibilidad de vivir en el Hotel de
Inmigrantes que se encontraba cerca de la estación Retiro durante unos días hasta conseguir un trabajo, y
la posibilidad de disponer de un boleto de tren para dirigirse a alguna ciudad del interior del país para trabajar
en ese destino. Esta última fue la opción más utilizada por los inmigrantes al comienzo del proceso. Luego,
cuando las posibilidades de trabajo y de comprar tierras en el interior se fueron haciendo cada vez más
difíciles, los inmigrantes preferían aprovechar la posibilidad de vivir unos días en el hotel hasta conseguir
trabajo en la ciudad de Buenos Aires. Para los gobiernos de la oligarquía el crecimiento de la población era
una necesidad y un modo de fortalecer al modelo Agroexportador: más número de trabajadores significaba
más cantidad de producción para exportar y más ganancias para acumular.
De todas formas, más allá de las condiciones internacionales y de las decisiones de los gobiernos
argentinos, el proceso inmigratorio tuvo una dinámica propia que, en muchos casos, chocó con las ideas
que tenían los propios gobiernos. Por eso, el peso de la inmigración en la sociedad argentina del siglo XX
fue, como planteamos al principio de la clase, central. Esto hizo que muchos historiadores se plantearan
algunas preguntas sobre el tema. Una de las preguntas sobre este tema tiene que ver con el problema de
la lógica del proceso mirada desde la oligarquía terrateniente. Incluso desde antes de 1880 los dirigentes
políticos argentinos decidieron que era necesario fomentar la inmigración. Pero, ¿para qué? ¿Cuál era el
proyecto inmigratorio de la oligarquía? En mi lectura, que es la de muchos historiadores, el objetivo de la
oligarquía era doble: conseguir mano de obra barata y generar las condiciones para que los trabajadores
argentinos copien las actitudes de los trabajadores europeos. En el fondo, lo que había aquí era una mirada
de la oligarquía que apuntaba a pensar que Europa era el modelo a seguir. Esto, como algunos de ustedes
recordaran de la primera parte del año (cuando hablamos del imperialismo), se llamaba y se llama
“eurocentrismo”.
Otra de esas preguntas tiene que ver con el impacto que tuvo este proceso mirando hacia el futuro:
¿los inmigrantes se adaptaron al a sociedad argentina existente o, por el contrario, formaron una sociedad
nueva? Por otra parte, si formaron una sociedad nueva: ¿todos los inmigrantes se integraron sin conflictos
o surgieron enfrentamientos entre las distintas nacionalidades? Este debate, del que vamos a hablar en el
trabajo de la clase de hoy, es el debate entre las ideas de “crisol de razas” y “mosaico de razas”.

8
Por último, junto con el tema de la inmigración, aparece la pregunta sobre el destino de los
inmigrantes. Las oficinas de inmigración que instaló el gobierno argentino en Europa les prometieron a los
futuros inmigrantes la posibilidad de conseguir tierras si venían a la Argentina. Para estos jóvenes la clave
pasaba por cambiar la desocupación en Europa por ser propietarios en Argentina. Sin embargo, lo que se
puede ver es que no fue este precisamente el destino de los inmigrantes. Por el contrario, la mayoría de
los llegados de Europa terminaron viviendo en las ciudades y en condiciones de pobreza iguales o peores
que las que tenían en Europa. El gran símbolo de esta situación fueron los “conventillos”, una suerte de
hoteles con cocinas y baños compartidos en los que los inmigrantes podían alquilar habitaciones
compartidas con desconocidos.

Parte 2: La cuestión social


Como vemos, la inmigración generó un crecimiento muy grande de la población de la ciudad de
Buenos Aires. Y con ello un crecimiento de los problemas sociales o de lo que muchos historiadores llaman
la “cuestión social”. Les cuento que cuestión social es un término que se usa para definir los problemas
sociales típicos que enfrentan los habitantes de cualquier ciudad moderna en la que viven millones de
personas. Esos problemas tienen que ver con la escasez de alimentos, la falta de trabajo, el hacinamiento
(mucha gente viviendo en espacios muy pequeños), el transporte, la pobreza, la desigualdad, las dificultades
para el acceso a la salud y a la educación, y el delito, entre otros. Estos problemas son los que vivimos hoy
en los alrededores de la ciudad de Buenos Aires, pero también en la propia Capital y en cualquier ciudad
grande de la Argentina como Rosario y Córdoba, y del mundo. En Nueva York, Montevideo, París, Santiago
de Chile, Madrid o la ciudad en la que piensen, de una u otra manera, y en mayor o menor medida, aparecen
los problemas que se denominan generalmente como cuestión social.
En el caso de la historia argentina, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX la cuestión social
apareció al mismo tiempo que el proceso inmigratorio. De hecho, podríamos pensar que es una
consecuencia de ese proceso. Esto es así porque en pocos años ingresaron al país una gran cantidad de
ciudadanos de distintos orígenes que, a pesar de lo que se les había prometido (que iban a vivir en alguna
provincia del interior y que iban a ser propietarios de tierras), terminaron en su mayoría viviendo en la ciudad
de Buenos Aires. Para que tengamos una idea, entre 1880 y 1916 la población creció en forma explosiva: si
en 1875 la ciudad tenía cerca de 230 mil habitantes, en 1914 ese número llegó a 1,6 millones. Un detalle
importantísimo: la clave no es de ninguna manera pensar en que la inmigración genera problemas. Por el
contrario, los problemas aparecieron por la despreocupación del Estado argentino, de los distintos gobiernos
que hubo entre 1880 y 1916, por ocuparse de los temas sociales que surgieron en el país pero que también
existían en otros países del mundo.
Los problemas sociales que aparecieron en la ciudad de Buenos Aires fueron diversos. Uno de ellos
fue la dificultad de los trabajadores, en su mayoría inmigrantes, de conseguir trabajo de manera estable. Se
conseguía trabajo relativamente rápido, pero los trabajos eran muy inestables. Por eso la rotación era muy
amplia y siempre había muchos trabajadores desocupados que, inmediatamente, conseguían trabajo, pero
eran reemplazados en su sitio de desocupados por otros trabajadores que perdían el trabajo que habían
conseguido unos meses atrás. En definitiva, el trabajo era poco, pero la sensación de muchos trabajadores
era que se podía volver a trabajar rápidamente.
Otro problema era la escasez de hospitales y escuelas. No había en la ciudad de Buenos Aires un
sistema amplio de salud y de educación gratuitos para que los trabajadores y sus hijos pudieran tra tar sus
enfermedades y estudiar. Tampoco había sistemas de seguridad social que les permitiera a los trabajadores
tener algún ingreso en caso de accidente en el trabajo o en caso de enfermedad. También eran grandes
inconvenientes el acceso al agua potable, un problema central en todas las ciudades grandes del mundo, y
el transporte. Esto último hizo que los trabajadores intentaran vivir cerca del centro de la ciudad y, en
particular, del puerto, lugar en el que se conseguían los trabajos más duros, pero mejor pagados.
El problema de la vivienda y del hacinamiento fue uno de los inconvenientes centrales en la Argentina
del cambio de siglo. El Hotel de Inmigrantes no alcanzaba a cubrir la demanda de los recién llegados y
tampoco brindaba los servicios necesarios. Por eso, muchos inmigrantes decidían no quedarse en el hotel
y buscar otras viviendas cerca del puerto en la zona del barrio de La Boca. Como consecuencia de esta
necesidad se desarrollaron los conventillos, unas viviendas compartidas en las que los inmigrantes y en

9
algunos casos también argentinos, podían alojarse en una habitación compartida con gente desconocida.
En las habitaciones de los conventillos vivían en algunos casos hasta veinte personas.
La situación de hacinamiento constituyó un gran problema no solo por los propios habitantes de los
conventillos, sino también para el resto de la población de la ciudad, puesto que estas viviendas eran un
espacio para la propagación de enfermedades. Una sola persona contagiada que ingresaba a su habitación
casi seguramente contagiaba a todos sus compañeros de habitación y, potencialmente, constituía un riesgo
para la salud del resto de la población. Demás está imaginarse el desastre que podría haber significado una
pandemia como la que vivimos actualmente en los conventillos de Buenos Aires entre fines del siglo XIX y
principios del siglo XX.
Otro de los problemas que apareció con el crecimiento demográfico de la ciudad de Buenos Aires
fue el problema del delito. Este tema, una constante preocupación en las grandes ciudades, es un problema
que no tiene nada que ver con una sociedad en particular, sino que es propio de cualquier ciudad moderna
del mundo. Delito existe en Buenos Aires, en Tigre y en Hurlingham en el año 2022, pero también lo hubo
en las mismas zonas en el año 1905, o en París, Nueva York y en la ciudad que quieran pensar, en cualquier
momento de la historia en los últimos 150 años. Lo que sí se puede medir es la intensidad del problema, es
decir la cantidad y la violencia de los delitos. En cualquier caso, lo cierto es que con 230 mil habitantes en
1875 los ciudadanos de Buenos Aires no sufrían el delito como lo hacían con 1,6 millones en 1914.
Uno de los episodios que muestran algo de la intensidad de la cuestión social en la Argentina fue la
epidemia de fiebre amarilla de 1871, una epidemia que se produjo unos años antes de la fecha en la que
arrancamos con la clase. Luego de la guerra del Paraguay, muchos de los soldados argentinos que
regresaron al país lo hicieron contagiados de la enfermedad. A esto se sumó el problema de la llegada de
muchos obreros marítimos y navegantes, también contagiados, al puerto de la ciudad. La enfermedad
avanzó rápidamente en el verano de 1871 por la falta de agua potable, el clima cálido y la contaminación
del Riachuelo, rio que marca el límite de la ciudad de Buenos Aires en la zona sur, y por las condiciones de
hacinamiento en las que vivían los sectores más pobres en la zona de La Boca.La epidemia se extendió
hasta el comienzo del frío, previo al invierno, a mediados del mes de abril. En esos meses llegó a haber una
cantidad cercana a los 400 muertos por día, una cifra altísima si tenemos en cuenta que la población de la
ciudad apenas superaba los 200 mil habitantes. La catástrofe mostró que Buenos Aires no estaba preparada
para el crecimiento de la población: no había hospitales ni médicos para tratar la enfermedad. Tampoco
había condiciones para hacer un seguimiento de los contagiados y para aislarlos del resto de los habitantes.
Por otra parte, también significó un cambio radical en la organización territorial de la ciudad: los sectores
más ricos de la sociedad porteña que vivían en enormes casas en la zona sur, cerca del puerto, comenzaron
a trasladarse a la zona norte por temor a contagiarse. Esta situación dio lugar a dos fenómenos. Por un lado,
el abandono de grandes casas en la zona sur. Estas casas, con muchas habitaciones conectadas por
grandes patios y pasillos, fueron usadas más adelante como conventillos. Por otra parte, el movimiento de
la clase alta a la zona norte dio lugar al surgimiento de los barrios históricamente reconocidos como más
ricos: Barrio Norte, Palermo y Recoleta. Aquí a la izquierda les comparto el cuadro “Un episodio de la fiebre
amarilla en Buenos Aires”, un cuadro que muestra la tragedia que fue la epidemia para las clases altas
porteñas.

Actividad:
Después de leer la parte 1:
1. ¿De qué origen eran los inmigrantes que llegaron a la Argentina?
2. ¿En qué momentos llegaron al país?
3. ¿Cómo vivían los inmigrantes?
4. ¿Qué opinión tenés del eurocentrismo? ¿Existe algo parecido en la actualidad? Explicar.
Después de leer la parte 2:
5. Resumir las características de la “cuestión social”
6. ¿Por qué la cuestión social puede ser un problema incluso para las clases altas?
7. ¿Cómo reaccionaron los trabajadores y el gobierno frente a la cuestión social?
10
8. Establecer una breve comparación entre la epidemia de fiebre amarilla y la expansión del
coronavirus.

Anarquismo y socialismo (1880 – 1914)


Si bien el Partido Socialista se definía como obrero, la mayoría de sus cuadros provenían de los
sectores medios urbanos. Eran médicos, abogados, trabajadores especializados. Confiaban en la acción
parlamentaria y privilegiaban la actuación política sobre la sindical. A lo largo de su historia cumplieron un
papel fundamental en la lucha por la dignidad de los trabajadores a través de innovadoras propuestas de
legislación obrera.
Los socialistas argentinos eran moderados. Influidos más por el liberalismo que por el marxismo,
apuntaban más a la distribución de los ingresos que a la distribución de la riqueza; propiciaban la creación
de cooperativas de consumo y de construcción de viviendas. En su afán de luchar por la reducción de los
precios de los artículos de primera necesidad llegaron a defender la libre entrada de productos importados.
Apoyaron la separación de la Iglesia y el Estado y el reemplazo de un ejército permanente por una milicia
civil. Fueron pioneros en la defensa del voto femenino. Luchan contra la trata de blancas, a favor de la
legalización del divorcio, el aumento del presupuesto educativo y la jornada de ocho horas. Sin embargo, en
los primeros años del siglo XX su acción proselitista tuvo poca recepción entre la masa inmigratoria
imposibilitada de participar en política por su condición de extranjera.
Estos sectores fueron captados por la corriente anarquista que a partir de 1897 se expresó a través
del periódico la Protesta Humana. Esta corriente se oponía a toda forma de gobierno y de organización
partidaria. No reconocían fronteras y veían en el patriotismo una amenaza para la paz. Escribía Rafael Barret
"El patriotismo se cree amor y no lo es. Es una extensión del egoísmo; es una apariencia de amor. Sería
muy natural amar a los más próximos, a los más semejantes de nuestros hermanos, a la tierra que nos
sustenta y al cielo que nos cobija. Pero eso no es patriotismo, es humanidad. El amor irradia hasta el infinito,
como la luz, mientras el patriotismo cesa del otro lado de un monte, de un río. De una raya sobre el p apel.
El amor une; el patriotismo separa. Un patriotismo que no odiara al extranjero sería amor; un amor que se
detiene en la frontera, no es más que odio." Los anarquistas se enfrentaban con los socialistas porque
opinaban que las reformas graduales y la acción parlamentaria eran una traición a la clase obrera. Para ellos
no era necesario crear un partido político de la clase obrera para tomar el poder político e instaurar otra
sociedad de "productores libres asociados", puesto que el cambio no debía ser gradual sino revolucionario.
Dentro del anarquismo se fueron definiendo dos tendencias que se diferenciaron respecto a cómo
impulsar la acción para concretar sus ideales de una sociedad " sin dios, sin patria y sin amo". Una se
denominó individualista y otra organizadora. Los individualistas consideraban que cualquier tipo de
organización de los seres humanos limitaba la libertad individual, por lo que no impulsaban la formación de
sindicatos. Pensaban que la lucha por las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores (aumento salarial,
limitación de la jornada laboral etc.) implicaba reclamar reformas que pretendían que el obrero viviera mejor
dentro del capitalismo y le hacían perder de vista la gran lucha contra el sistema opresor y por la
emancipación universal.
Los organizadores, en cambio, consideraron que debían participar activamente con los trabajadores
en los sindicatos, pues la explotación no era suficiente para que los explotados tomaran conciencia de su
situación y se plantearan luchar para salir de esa situación. Propusieron que era necesario organizarlos y
ayudarlos a tomar conciencia de esa explotación y que el lugar apropiado para ello era el sindicato. Los
individualistas predominaron en el anarquismo hasta mediados de los años 1890 y editaron el periódico "El
Perseguido" (1890-1897) lo que debilitó la presencia anarquista en los primeros sindicatos, aunque su
influencia en el terreno de las ideas fue significativa entre los panaderos y carpinteros.
En la cultura popular, vestigios de la influencia anarquista perduran hasta hoy. Los panaderos, en su
mayoría anarquistas, bautizaron a las facturas con ironía: "cañoncitos", "bombas de crema", "sacramentos",
"vigilantes" y las "bolas de fraile". Pero la prosperidad no llegó a los sectores populares que sufrían
condiciones de trabajo y vivienda infrahumanas y percibían bajísimos salarios. A principios del siglo XX era
alarmante la cantidad de niños que trabajaban desde muy pequeños en tareas riesgosas como la fabricación
del vidrio sin las menores condiciones de seguridad. Las jornadas se extendían por 12 o 14 horas y al obrero
se le imponían penas que iban desde el descuento salarial hasta los castigos físicos. En obrajes, ingenios y
yerbatales los trabajadores cobraban sus jornales en vales que sólo podían canjear en el almacén de la
propia empresa. Esta situación de injusticia y descontento incrementó la acción sindical y condujo a la
creación de la primera central obrera.
En Mayo de 1901 anarquistas y socialistas fundaron la Federación Obrera Argentina (FOA) que
reunía a los principales gremios del país. El gobierno de Roca, preocupado por este clima de efervescencia
11
social, sancionó la Ley 4144, llamada de residencia que facultaba al poder ejecutivo a expulsar del país a
los que pasaban de ser los "hombres de buena voluntad que quieran habitar el suelo argentino" a ser
"extranjeros indeseables". La agitación obrera creció, y en 1902 se produjo la primera huelga general
propiciada por los gremios anarquistas. Los socialistas, en desacuerdo con esta metodología abandonaron
la Federación Obrera Argentina y crearon su propia central obrera, la Unión General de Trabajadores (UGT).
La primera década del siglo estuvo jalonada por la acción sindical anarquista y la acción política del
socialismo. Hasta el centenario, e incluso hasta el primer gobierno radical, fue notable el crecimiento de la
difusión de los periódicos anarcosindicalistas, la fundación de las "Escuelas Modernas" que refutaban los
conceptos y los contenidos de la educación oficial y capitalista, las huelgas generales y las grandes
movilizaciones obreras. Luego de la llegada de Yrigoyen, el peso de los socialistas en la política y de los
anarquistas en los sindicatos fueron decayendo paulatinamente.
Fragmentos del primer manifiesto electoral del Partido Socialista Obrero de la Argentina
Hasta ahora la clase rica o burguesía ha tenido en sus manos el gobierno del país. Roquistas,
mitristas, irigoyenistas y alemistas son todos lo mismo. Si se pelean entre ellos es por apetitos de
mando, por motivo de odio o de simpatía personal, por ambiciones mezquinas e inconfesables, no por
un programa ni por una idea. Bien lo demuestra en cada una de esas agrupaciones el triste cuadro de
sus disensiones internas.
Si el pueblo entra todavía por algo en esa farsa política, lo hace ofuscado por las frases de
charlatanes de oficio, o vendiendo vergonzosamente su voto por una miserable paga.
Todos los partidos de la clase rica son uno solo cuando se trata de aumentar los beneficios del capital
a costa del pueblo trabajador, aunque sea estúpidamente, y comprometiendo el desarrollo general del
país. [...].

Así es como a través de la crisis, de los grandes robos sin castigo, de las revoluciones, de los fraudes
y de las quiebras bancarias que se han tragado los modestos ahorros del pueblo, el país ha llegado al
momento actual en que una opinión verdadera y genuinamente popular empieza a manifestarse.
Fundamentalmente distinto de los otros partidos, el Partido Socialista Obrero no dice luchar por puro
patriotismo, sino por sus intereses legítimos; no pretende representar los intereses de todo el mundo,
sino los del pueblo trabajador, contra la clase capitalista opresora y parásita; no hace creer al pueblo
que puede llegar el bienestar y la libertad de un momento a otro, pero le asegura el triunfo si se decide
a una lucha perseverante y tenaz; no espera nada del fraude ni de la violencia, pero todo de la
inteligencia y de la educación populares. (La Vanguardia, febrero de 1896.)

Las presidencias radicales, 1916-1930


Como recordarán, la Ley Sáenz Peña dada en nuestro país en 1912 significó una reforma electoral que
modificó y amplió el sistema político argentino: el voto pasó a ser secreto, obligatorio y universal masculino.
Todo esto hizo que mucha más gente pudiera participar de las elecciones y cerró los caminos del fraude
electoral. La ley se aplicó por primera vez en 1912 y, en las primeras elecciones presidenciales, en 1916,
la victoria fue para Hipólito Yrigoyen, candidato de la Unión Cívica Radical (UCR) y uno de los principales
impulsores del cambio en el sistema político. En la clase de hoy vamos a tratar de ver cómo funcionó el
gobierno radical. Creo que la palabra clave que define esta clase y al primer gobierno de Yrigoyen (porque
tuvo un segundo mandato en 1928) es la ambigüedad.
Luego de su victoria, Yrigoyen asumió la presidencia el 12 de octubre de 1916. Como saben fue el
primer presidente que no era del Partido Autonomista Nacional y que no respondía a la oligarquía desde
1862, es decir prácticamente desde la fundación de la Argentina. El nuevo primer mandatario avanzó
rápidamente en algunas decisiones interesantes que apuntaron a favorecer a los sectores que lo habían
colocado en el gobierno. Por eso, una de las primeras medidas que tomó, fue modificar la relación entre el
Estado y el movimiento obrero. Antes de Yrigoyen, cada vez que había un conflicto, los gobiernos del PAN
tenían dos actitudes: prescindencia y represión. Si el conflicto era en algún sector marginal de la economía
(panaderos, textiles, talleres pequeños, etc.), los gobiernos prescindían de actuar y dejaban que el problema
se resuelva solo. Esto favorecía, en general, a los sectores más poderosos. En cambio, cuando el conflicto
era en el ferrocarril o en el puerto, dos espacios centrales para el desarrollo del Modelo Agroexportador, los
gobiernos reprimían para solucionar el problema rápidamente. En general, esto hacía que los sueldos en

12
estos sectores fueran más altos para prevenir huelgas y problemas salariales. Los ferroviarios y algunos
trabajadores portuarios eran considerados como la “aristocracia obrera”.
Yrigoyen intentó modificar esta actitud del Estado. En lugar de la prescindencia y la represión, el
nuevo gobierno impulsó la negociación y el arbitraje. Entre 1916 y 1922, salvo en dos ocasiones que más
adelante vamos a contar, en cada conflicto más o menos importante que se daba en la Argentina el
presidente enviaba a un representante, generalmente el jefe de la policía local o algún secretario de los
ministerios, para negociar con los empresarios y los trabajadores, y para actuar como árbitro. Así, durante
estos años, y también en los siguientes gobiernos hasta 1930, los conflictos sociales se resolvían en general
favoreciendo a los trabajadores porque el gobierno actuaba como mediador frente a las pretensiones de los
empresarios. Esto hizo que la UCR gane el apoyo de un sector del sindicalismo argentino que hasta ese
momento era minoritario: los “sindicalistas revolucionarios”. Este grupo siempre se había enfrentado al
anarquismo y al socialismo en el plano sindical; cuando Yrigoyen se acercó a ellos logró que ganen peso
dentro de los sindicatos. El objetivo del gobierno era, obvia y claramente, mantener el favor de los sectores
trabajadores que lo habían llevado al poder en las elecciones de 1916.
Otra novedad interesante del gobierno de Yrigoyen fue el impulso que le dio a la Reforma
Universitaria en 1918. Esta reforma, por la que lucharon estudiantes y profesores, y que tuvo su origen en
la Universidad Nacional de Córdoba, estableció la autonomía de las universidades en relación a los
gobiernos provinciales y nacionales. Con esta reforma, cada universidad nacional comenzó a
autogobernarse y a manejar libremente el presupuesto del que disponía. Así, como sucede hoy, cada
universidad elige a sus autoridades a partir del voto de los estudiantes, los profesores y los trabajadores no
docentes, y el gobierno elegido es el que decide cómo y en qué se gastan los recursos disponibles. Por
ejemplo, cada universidad decide qué carreras ofrece y qué investigaciones se pueden realizar.
Un tercer elemento interesante del primer gobierno de Yrigoyen fue la creación de Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (YPF), una empresa estatal dedicada exclusivamente a la exploración y a la extracción
de petróleo, y a la producción de energía. El antecedente principal de la creación de YPF fue el
descubrimiento de reservas de petróleo en la zona de la ciudad de Comodoro Rivadavia, en la provincia de
Santa Cruz. Con este dato, Yrigoyen intentó avanzar en la exploración de petróleo en la región patagónica
y se puso como objetivo fundar una empresa estatal para realizar esta tarea. Finalmente, YPF fue creada
en junio de 1922, poco antes de que terminara el primer gobierno de Yrigoyen. Unos días después de la
asunción del nuevo presidente Marcelo Torcuato de Alvear YPF comenzó a funcionar bajo la dirección de
Enrique Mosconi.
Junto con estas medidas, los años de Yrigoyen fueron un momento en el que sucedieron una serie
de cosas que muestran cierta ambigüedad. En primer lugar, influenciados por la Revolución Rusa de 1917,
los grupos de derecha argentinos, no solo el PAN y la oligarquía, sino también la Iglesia católica y los
militares, comenzaron a plantear que el acercamiento del gobierno a los trabajadores en las negociaciones
laborales era algo similar a lo que había y estaba haciendo Vladimir Lenin en Rusia luego de la revolución
comunista. Esta actitud estaba muy lejos de las posturas de Yrigoyen, pero el temor al avance de los
trabajadores y del comunismo en la Argentina comenzaron a estar presentes de un modo similar a lo que
sucedió en todo occidente. Sobre esto podemos recordar los temores que aparecieron en Italia, en donde
surgió el fascismo, y en Alemania, en donde surgió el nazismo.
En el caso argentino las consecuencias de este temor al comunismo -o a la izquierda más en general-
fueron dos. Por un lado, los militares comenzaron a presionar al gobierno y a pensar en la posibilidad de
destituirlo si continuaba acercándose a los trabajadores. Gracias a esto se convirtieron en un actor político,
algo que se vería mucho más claramente desde 1930. Por otra parte, como consecuencia de este temor al
avance del comunismo apareció en la Argentina un grupo de extrema derecha llamado Liga Patriótica
Argentina. Este grupo, constituido por jóvenes de clase alta formados en el pensamiento nacionalista
violento, tenía ideas muy similares a las de los fascistas en Italia y a los nazis en Alemania: eran
anticomunistas, antisemitas y de derecha. A diferencia de los miembros del Partido Autonomistas Nacional,
que creían en la democracia, pero no estaban de acuerdo con que voten los trabajadores, los jóvenes de la
Liga Patriótica eran directamente antidemocráticos y pensaban que la mejor opción era un golpe de Estado.
La presión de los militares y de la Liga Patriótica modificó en parte las posturas del gobierno de
Yrigoyen frente a los conflictos sindicales. Hubo dos episodios que muestran este cambio. El primero fue la
“Semana Trágica” de 1919. En diciembre de 1918 los trabajadores de unos talleres metalúrgicos llamados
“Talleres Vasena” comenzaron una serie de huelgas para mejorar sus salarios y sus condiciones de trabajo.
A fines de diciembre dos obreros fueron asesinados por rompehuelgas vinculados a la Liga Patriótica. El 7
de enero un grupo de 100 policías, junto con rompehuelgas y uno de los dueños de los talleres, atacaron
13
con armas de fuego los conventillos de la zona de la fábrica para asustar a los obreros que estaban en
huelga. Como resultado de este episodio murieron entre 15 y 20 vecinos del barrio. Al día siguiente y el día
9 de enero los conflictos se generalizaron: se armó un cortejo fúnebre desde el barrio de Pompeya hasta el
cementerio de la Chacarita en el que participaron miles de obreros de toda la ciudad. La policía y los
rompehuelgas aprovecharon para atacar el cortejo y produjeron entre 50 y 80 muertos. Esto hizo que los
anarquistas de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) convocaran a una huelga general en todo
el país.
Luego de estos episodios, que se mantuvieron hasta el día 14 de enero, el ejército y grupos de la
oligarquía denunciaron un intento de formar un soviet como los que marcaron el comienzo de la Revolución
Rusa, pero en la ciudad de Buenos Aires. Para evitar esta situación, el ejército encarceló a dirigentes
sindicales y a trabajadores de distintas zonas de la ciudad. Al mismo tiempo, los miembros de la Liga
Patriótica realizaron progromos (ataques sistemáticos) contra locales comerciales de distintas zonas
asociadas con la comunidad judía como el barrio del Once. El resultado de estas dos semanas fue un total
de más de 200 muertos y miles de detenidos acusados de ser comunistas. Claramente lejos estaba esta
actitud del Estado argentino de la idea de una negociación. Las fotos que les comparto son dos escenas de
la huelga y las protestas de los obreros, y la última es una imagen de la Liga Patriótica patrullando las calles
de la ciudad de Buenos Aires con armas de fuego.
El otro episodio central que marca la ambigüedad del gobierno fue el episodio conocido como
“Patagonia Trágica” y que dio origen a un libro y a una película llamados “La Patagonia rebelde”. Este
episodio comenzó en 1920 cuando un grupo de trabajadores del campo impulsaron distintas protestas po r
las condiciones de trabajo que tenían en el territorio nacional de Santa Cruz, territorio que todavía no era
considerado como una provincia. Estos obreros no cobraban un sueldo por su trabajo, sino que les pagaban
con “vales” que solo podían ser usados en el almacén que los dueños de las tierras tenían en sus campos.
Esto era un problema porque no solo estos almacenes vendían los productos a precios mucho más altos
que los reales, sino que los trabajadores estaban obligados a quedarse en esos campos porque no podían
ir a otro lugar y pagar con esos “vales”. La primera huelga se produjo en noviembre de 1920 y se solucionó
parcialmente gracias a una negociación impulsada por el gobierno nacional a principios de 1921. Sin
embargo, en octubre de 1921 se produjo una segunda huelga. En este caso el gobierno decidió no negociar
y envío al jefe del ejército Héctor Benigno Varela para reprimir. El resultado fue el asesinato de entre 300 y
1500 obreros sin que la situación de los trabajadores que sobrevivieron cambiara radicalmente.
En 1922, Yrigoyen no tenía posibilidad de presentarse nuevamente como candidato. Por eso la UCR
eligió como candidato a Marcelo Torcuato de Alvear. En las elecciones, realizadas el 2 de abril, Alvear obtuvo
la victoria con el 49 % de los votos sobre Norberto Piñero del Partido Conservador (el continuador del PAN)
que obtuvo el 23,9 %. El nuevo presidente asumió el cargo el día 12 de octubre y marcó el comienzo del
segundo gobierno radical y del segundo gobierno surgido de la Ley Sáenz Peña.

Homenaje de la Liga Patriótica al fusilador de obreros de la Patagonia, coronel Varela. Nota Caras y
caretas 3 de febrero 1923

Fuentes
La Unión Cívica Radical
-Teniendo en cuenta el carácter general y los objetivos del radicalismo, puede decirse que no se diferenciaba
de otros movimientos conservadores populares de América latina. El partido perseguía como meta
perpetuarse en el poder con el fin de alcanzar un sistema estable, mediante el cual pudiera conceder

14
beneficios simultáneamente a diversos grupos sociales. Su razón de ser giraba en torno de problemas
distributivos más que en torno de la reforma o del cambio social. [...]
Análogamente sus lazos con los consumidores de la clase media le impidieron promover la industrialización,
por lo menos hasta que la cuestión del petróleo adquirió prominencia, a fines de la década del veinte.
Finalmente debido a sus conexiones con los terratenientes (que nunca desaparecieron) tampoco abogó por
la reforma agraria. En lo esencial su objetivo era incrementar la tasa de crecimiento económico y utilizar el
sistema político para distribuir una cierta proporción del excedente, con vistas a una comunidad orgánica.
[...]
Este común apoyo al Libre Cambio, que otorgaba a la industria nacional un papel apenas secundario, se vio
fortalecido en períodos de crecimiento económico, cuando los sectores dominantes de la clase media
tuvieron acceso al excedente económico gracias a su penetración en la burocracia y en las profesiones
liberales urbanas. Pero si en esas épocas el radicalismo florecía, se marchitaba y decaía velozmente en
períodos de estancamiento o depresión. Entonces la elite no podía ganarse a los grupos de clase media
permitiendo un aumento del gasto público. (David Rock, El radicalismo argentino, 1972.)

-Comentario de Mariano Bosch, legislador por el Partido Conservador, sobre el Congreso Nacional, donde
los radicales eran mayoría
"[...] el Congreso estaba lleno de chusmas y guarangos inauditos. Se había cambiado el lenguaje
parlamentario usual, por el habla soez de los suburbios y los comités radicales. Las palabras que soltaban
de sus bocas esos animales, no habrían podido ser dichas nunca ni en una Asamblea salvaje del África o
del Asia. En el Congreso ya no se pronunciaban solamente discursos, sino que se rebuznaba."M. Bosch:
"Historias del radicalismo". Citado en: Eggers-Brass, T., Historia Argentina. Buenos Aires, Maipue, 2007

-La Argentina en la división internacional del trabajo.


La economía argentina sufrió duramente las consecuencias de la Primera Guerra Mundial. Hacia 1917,
comenzó a recuperarse gracias al incremento de las exportaciones de carnes y al aumento de la
producción industrial.
Pero la reactivación de la economía a partir de 1917 no se tradujo en beneficios para todos. Los
trabajadores, aunque contaron con más ofertas de empleo, sufrieron un deterioro en sus ingresos, ya que
sus salarios estancados eran licuados por una persistente inflación. Esta situación y las expectativas
generadas por la llegada al gobierno del partido radical alentaron la agremiación y las luchas de los
trabajadores. Entre 1917 y 1919, se desató una ola de huelgas que involucró a una gran cantidad de
obreros. El movimiento se extendió a la mayoría de las actividades pero golpeó con singular fuerza a los
capitales extranjeros en sus principales baluartes: ferrocarriles, frigoríficos y puertos.

Adaptado de De Sagastizábal, L. y otros, Argentina 1880-1943. Sociedad y Estado, Aproximaciones a su


estudio, Buenos Aires, C.E.L., 1997.

EL IMPACTO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL EN LA ECONOMÍA ARGENTINA.


Desde el punto de vista económico, el primer gobierno de Yrigoyen debió enfrentar los problemas
derivados de la Primera Guerra Mundial. Su política fue mantener la neutralidad, que implicaba en
términos económicos continuar con el abastecimiento a los aliados, clientes tradicionales. Las naciones en
guerra demandaban alimentos baratos (como la carne enlatada) y algunos artículos industriales (como
frazadas). Se estancaron, en cambio, las exportaciones de maíz y carne refrigerada (de mejor calidad que
la enlatada).
La sustitución de importaciones.
La guerra también significó la paralización de las importaciones de bienes industriales y de capitales que
Europa no podía proveer. El gobierno procuró entonces proteger la industria, con el fin de favorecer el
proceso de sustitución de importaciones y otorgar facilidades para extraer materias primas locales. Como
resultado, hubo un relativo desarrollo industrial que estuvo vinculado en gran medida a la elaboración de
productos alimenticios y, en menor proporción, a labores textiles y mecánicas. Una vez finalizada la
guerra, se reanudó la intensa corriente de importaciones y el desarrollo de una industria nacional quedó
relegado. La imposibilidad de importar combustible actuó también como un estímulo para la explotación
petrolera, cuya producción casi se triplicó. En 1922, con el objetivo de lograr el autoabastecimiento de
petróleo, el gobierno de Yrigoyen creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Aunque la producción
aumentó considerablemente, la mayor parte provenía de compañías extranjeras radicadas en el país: la

15
Standard Oil estadounidense contaba con el 45, 8% de las cuotas de explotación, la Shell, británica, con el
27,6% e YPF, con el 14,6%.
Paulatinamente, el petróleo se convirtió en una cuestión política. La nacionalización del petróleo, es
decir, la exclusión de las empresas extranjeras, fue un proyecto defendido por Yrigoyen durante la
campaña para su segunda presidencia (1928).

Consumidores e Industrias Una argumentación que podríamos denominar la “tesis del consumidor
incipiente” (el no acostumbrado a consumir productos nacionales) atribuía al esnobismo las preferencias
de los consumidores por los bienes extranjeros en vez de los nacionales. Antes de 1930 los industriales
argentinos con frecuencia rotulaban sus productos de modo que parecieran importados (Hasta el tango
tuvo que triunfar primero en Paris para que se le franqueara la entrada a los hogares de clase media y alta
en Argentina). Diaz, Alejandro, Ensayos sobre la historia económica argentina, pág.296

Actividad
-Describe el impacto de la Primera Guerra Mundial en la economía argentina. Elabora una conclusión al
respecto.
-¿Qué significado tenía en términos económicos la política de neutralidad mantenida por el gobierno de
Yrigoyen?
-Describe la política de sustitución de importaciones propuesta desde el gobierno. ¿Prosperó es actitud?
¿Por qué?

La presidencia de Alvear
Para las elecciones presidenciales de 1922, Yrigoyen impuso a su candidato en la Convención
Nacional del partido. Era el aristocrático Marcelo Torcuato de Alvear quien hasta ese momento se
desempeñaba como embajador en París. La falta de participación de Alvear en las luchas internas del partido
y la idea de que su figura calmaría a los conservadores son algunas de las explicaciones que dan los
historiadores para explicar la enigmática elección de Yrigoyen. Las elecciones se realizaron en abril, y en
ellas se impuso el radicalismo con más votos que los que había obtenido en 1916. Alvear asumió el 12 de
octubre. De acuerdo con sus objetivos, Alvear cuidó las relaciones entre el Poder Ejecutivo y el Poder
Legislativo. A diferencia de Yrigoyen, concurrió a la inauguración de las sesiones del Congreso, respondió
a los pedidos de interpelaciones y no abusó de las intervenciones a las provincias. Por otra parte, atendió
los reclamos de los conservadores acerca de la disminución del gasto público. Principalmente, dicha
demanda apuntaba a exigir al gobierno que no se desviaran los fondos públicos para satisfacer los
compromisos políticos del radicalismo con sus adherentes mediante la expansión del empleo público.
A pesar de que durante su gestión se produjeron huelgas, los conflictos no generaron grandes
tensiones. Su presidencia se desarrolló en un ambiente político tranquilo, y su administración fue eficaz y
ordenada. Todos los indicadores eran favorables: la moneda nacional era sólida, el índice de desempleo
bajo, la construcción estaba en auge y el flujo de capitales extranjeros e inmigrantes se había reactivado.
La división del radicalismo: personalistas y antipersonalistas
El radicalismo surgió como una expresión política policlasista, ya que lo conformaban hombres
procedentes de todos los sectores sociales. De hecho, además de la preponderante clase media, muchos
dirigentes pertenecían, por su extracción social, por sus actividades económicas o profesionales a la llamada
“elite tradicional”. Durante la gestión de Alvear se profundizó el distanciamiento entre el grupo azul, que lo
apoyaba, y los seguidores de Yrigoyen, y los seguidores de Yrigoyen, que constituían la mayoría del partido,
integrado especialmente por miembros de la clase media. Los yrigoyenistas llamaban “galeritas” a los
defensores de Alvear porque entre sus dirigentes se encontraban miembros de familias adineradas, y
denunciaban que se estaban alejando de los ideales democráticos. El grupo azul o antipersonalista, por su
parte, criticaba la adhesión incondicional de los seguidores a su líder, Yrigoyen. En agosto de 1925 surgió
la Unión Cívica Radical Antipersonalista, que se enfrentó al movimiento yrigoyenista o personalista.
A partir de entonces, los diputados yrigoyenistas, que eran mayoría en el Congreso, complicaron la
labor gubernativa. Para enfrentar esta situación dentro del Parlamento, los radicales antipersonalistas se
aliaron con sectores conservadores, provinciales y socialistas. Esta alianza fue bautizada por Yrigoyen con
el nombre de “contubernio”, que él entendía como una nueva versión de la vieja política del acuerdo. Para

16
el viejo caudillo, esta unión era ilegítima y su único objetivo era acabar con los avances sociales y políticos
que había logrado el radicalismo yrigoyenista.
“Comprar a quien nos compra”
Se produjo un cambio de importancia en el comercio exterior de nuestro país. La Argentina comenzó
a importar productos manufacturados de Estados Unidos (especialmente automóviles y máquinas
industriales) y disminuyeron las importaciones inglesas. Se instalaron en el país numerosas empresas
estadounidenses como General Motors (automotriz) y Química Bayer (farmacéutica). Distinto que con
Inglaterra, con EE.UU. no existía una reciprocidad comercial, pues nuestro país importaba sus productos
industriales, pero no podía venderle los cereales y la carne porque la producción nacional era similar a la
estadounidense e incluso existía competencia por el mercado europeo. En 1927, desde la Sociedad Rural
comenzó a extenderse la consigna: “comprar a quien nos compra”. Esta postura reflejaba la preocupación
por mantener la relación comercial con Gran Bretaña, para evitar que esta disminuyera sus compras de
carne a la Argentina.

Actividad:
1. ¿Qué actitud tuvieron los gobiernos argentinos frente a los conflictos sindicales entre 1880 y 1930?
2. ¿Por qué el gobierno de Yrigoyen tuvo una relación “ambigua” con los trabajadores?
3. Como leyeron en la clase, el gobierno de Yrigoyen fue presionado por tanto por “izquierda” como por
“derecha” ¿Cómo?
4. Mencionar un aspecto que consideres positivo y un aspecto que consideres negativo de la primera
presidencia de Yrigoyen (1916-1922) Después de leer el texto para la actividad:
5. ¿Por qué se dividió la UCR bajo el gobierno de Alvear?
6. ¿Por qué la relación comercial con Estados Unidos podía ser un problema para la economía
argentina?

Los cambios políticos, económicos y sociales en la década del ‘30

Más allá de esas divisiones dadas en la UCR, Yrigoyen fue elegido nuevamente como presidente en
1928. Sin embargo, su mandato concluyó en septiembre de 1930 luego de que un golpe de Estado liderado
por los militares y apoyado por empresarios, intelectuales, católicos y dirigentes de partidos políticos
(incluidos los radicales que seguían a Alvear) lo destituyera. Con este dato en la mente, en la clase de hoy
vamos a tratar de ver algunos de los grandes cambios económicos, sociales y políticos que se produjeron
en la Argentina desde el año 1930.
El primer gran cambio que se produjo en la década de 1930 fue la transformación del modelo
económico. Entre 1880 y 1930 la Argentina impulsó el denominado Modelo Agroexportadora (MAE), un
modelo en el que el país tenía como principal actividad la producción de bienes primarios, en particular
carnes y cereales, para comercializar en el mercado mundial, básicamente en el mercado británico. Este
modelo generó mucha riqueza, pero escasa distribución: la Argentina era un país relativamente rico pero
con mucha pobreza porque la riqueza quedaba en pocas manos; en las manos de los productores que
podían vender su producción en el marcado inglés. En la actualidad circulan en la web textos y cuadros que
comparan la situación de la Argentina agroexportadora con la Argentina actual, y apuntan a destacar la
superioridad de la primera sobre la segunda. Es verdad, en 1910 y al menos hasta 1914 Argentina era una
de las diez economías más ricas del planeta. Pero solo treinta de las economías tenía estadísticas para
medir el Producto Bruto, las economías del sudeste asiático no habían explotado como lo hicieron en la
segunda mitad del siglo XX con el proceso de mundialización, tampoco lo habían hecho países como México,
Colombia y Brasil, los países africanos eran colonias europeas y no tenían ningún tipo de autonomía, en la
Argentina solo había, en 1914, 7,5 millones de habitantes y, por último, el modelo económico era sumamente
dependiente como no lo es en ninguna de las veinte economías más importantes del mundo en la actualidad.
Por otra parte, ocupar el puesto 10 entre 30 países no está muy lejos de ocupar el puesto 40/45 que ocupa
la Argentina en el día de hoy en comparación a los 210 países que publican sus estadísticas en el Banco
Mundial y en el Fondo Monetario Internacional. De tal manera, creemos que carece absolutamente de
sentido comparar la situación nacional de principios del siglo XX con la de principios del siglo XXI.
En 1930 la situación económica de la Argentina se modificó en forma radical. La crisis económica
mundial, que comenzó con la sobreproducción y la caída de la bolsa de valores de Nueva York en 1929, se
extendió rápidamente a todo el mundo y afectó fuertemente a los países latinoamericanos y europeos. Por
17
ejemplo, esta crisis generó las condiciones para el acceso de los nazis al poder en Alemania. En el caso
argentino la crisis modificó el contexto internacional en el que el MAE podía funcionar: Gran Bretaña dejó
de comprar carnes y cereales y Argentina no tenía a quién venderle su producción. Como consecuencia de
esta nueva situación internacional, y de la dependencia del modelo económico, el país tuvo que modificar el
modelo económico por uno que le permitiera generar riquezas en una situación de crisis. De esta manera,
a partir de 1930, se impuso el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones o Modelo ISI.
Este nuevo modelo, que funcionó hasta 1976 cuando la última dictadura lo modificó, convirtió a la Argentina
en un país industrial en el que se producían muchos de los bienes que antes se compraban en Gran Bretaña
o en Estados Unidos. El desarrollo industrial se produjo particularmente en la industria textil, la de pequeños
electrodomésticos y de repuestos de grandes maquinarias industriales.Los cambios económicos generaron
rápidamente grandes cambios sociales. El modelo ISI generó el crecimiento de tres grandes ciudades:
Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Como consecuencia de esto, mucha gente que vivía en las provincias del
interior y que se dedicaba al trabajo rural durante el MAE, comenzó a trasladarse a las grandes ciudades
industriales para trabajar en las nuevas fábricas. Este proceso se conoce generalmente como “migraciones
internas” y dio lugar a la conformación del espacio urbano que conocemos hoy: grandes ciudades con
grandes cordones industriales y suburbios que, a medida que pasa el tiempo, se alejan cada vez más del
centro de la propia ciudad. La llegada de los nuevos obreros que venían del interior fue uno de los fenómenos
centrales de la conformación de lo que los historiadores llamamos “nueva clase obrera” o “clase trabajadora
moderna”, fenómeno que explica, en gran medida, el surgimiento del peronismo en 1945.
Por último, a partir de 1930 se produjeron grandes cambios políticos. En particular, en septiembre de
1930, luego de casi 70 años de continuidad legal ininterrumpida, se produjo un golpe de Estado que fue, por
otra parte, el primer golpe militar de los cinco que se produjeron en el siglo XX. El golpe fue apoyado por
partidos políticos que perdían en las elecciones, por la Iglesia católica y por intelectuales que desconfiaban
de la democracia. Podemos pensar el Golpe Cívico Militar como una ofensiva de la élite y de los sectores
económicamente poderosos que le “temían” a la democracia y querían regresar al poder político que tuvieron
entre 1880 y 1916 durante el llamado “Régimen Oligárquico”. Liderados por el general José Félix Uriburu,
los militares impulsaron un regreso a la democracia conservadora con una característica central: la
utilización del fraude electoral para garantizar la victoria de los continuadores del golpe. Este proceso, que
tenía como objetivo central prohibir que los candidatos de la Unión Cívica Radical, el partido de Hipólito
Yrigoyen, el presidente derrocado en 1930 y uno de los impulsores de la Ley Sáenz Peña en 1912, ganen
las elecciones, se mantuvo hasta 1943 y fue conocido como “década infame”.

Texto: El golpe de Estado de 1930

El 6 de septiembre de 1930, Uriburu dio un golpe de Estado. La casa de Yrigoyen fue saqueada y el
presidente detenido y trasladado a la Isla Martín García. La idea de Uriburu era instalar un modelo altamente
represivo, con ley marcial y tribunales militares para juzgar a civiles que se opusieran al gobierno de facto.
No dudó, más tarde, en darle carácter oficial a un grupo parapolicial (Legión Cívica, quienes desfilaron junto

18
al ejército regular). Contó con el apoyo inicial de una gran parte de los sectores civiles, los eternos
perdedores en las urnas.
Los militares nacionalistas liderados por Uriburu fueron los que sirvieron de punta de lanza para el
golpe, pero luego serían despojados de todo por el sector más liberal del ejército. Uriburu intentó ser el
representante del nacionalismo oligárquico. Su idea era instalar un régimen fascista al estilo de Mussolini.
Sin embargo, los planes del sector liberal del ejército liderado por Agustín P. Justo eran mucho más
ambiciosos: disfrazar el régimen de fraude con el traje de una democracia “formal” para evitar la
izquierdización de los sectores populares. Para lograrlo, Justo contaba con el apoyo de los radicales
antipersonalistas, los socialistas independientes y el conservadurismo.
El plan de Uriburu era modificar la constitución, eliminar el sufragio universal y reemplazarlo por el
voto calificado. Para ello convocaría a elecciones escalonadas de modo experimental. La primera elección
fue en la Provincia de Buenos Aires, en abril de 1931, pero para sorpresa de Uriburu, el triunfador fue el
radicalismo. Con la derrota en las urnas el gobierno de Uriburu no tardó en caer. El dictador anuló las
elecciones debido al triunfo radical, y convocó a nuevos comicios para fin de año.
Debido al fraude que ya empezaba a reinar, la U.C.R. decidió abstenerse de participar en las
elecciones, lo que dejó el camino libre a los conservadores, quienes junto a los radicales antiyrigoyenistas
(antipersonalistas) y socialistas independientes dieron forma a lo que se llamó la "Concordancia". Alvear
diseñó una “abstención” que en ese momento era totalmente funcional al fraude. La abstención solo valía si
se adoptaban formas de resistencia revolucionaria. Pero en cambio, Alvear dejaba así el camino libre a los
conservadores. Yrigoyen en cambio reclamaba concurrir con cualquier candidato: personalista o
antipersonalista. Para él la cosa era participar, porque era evidente que el pueblo seguía siendo radical y se
podía obtener la victoria. Sin embargo, Alvear tomo como postura oficial abstenerse de participar en las
elecciones.
La "Concordancia" llevó como candidato presidencial al general Agustín P. Justo. Frente a ellos se
presentó la Alianza Civil (demócratas progresistas y socialistas) con la fórmula Lisandro de la Torre - Nicolás
Repetto. El fraude ya estaba en marcha. El resultado no sorprendió a nadie: Justo ganó cómodamente.
La maquinaria del fraude
Las trampas electorales recibirían el nombre de “fraude patriótico”, porque evitaba la llegada de los
radicales al poder. Los conservadores disfrazaban de patriotismo una corrupción antidemocrática. El fraude
tenía sus variantes: por un lado estaba el viejo recurso de apretar a los votantes que se sabían que eran
adversarios de los conservadores. Esto se hacía en plena calle o en cercanías de las mesas, revólver en
mano. Pero había otro método: cambiar los votos. Esto se hacía en el correo central, que era adonde iban
las urnas. Allí los empleados sacaban los votos de las urnas y los reemplazaban por boletas de los
conservadores. Falta mencionar el “acaparamiento de libretas”. Los patrones de estancia les quitaban sus
libretas de enrolamiento a los peones y empleados del campo, se los llevaban y hacían firmar en las mesas
electorales, todos esos votos iban para los conservadores. De allí viene el famoso “ya votaste”, cuando
alguien se presentaba a votar y se le comunicaba que su voto ya había sido emitido por él. La "sucesión
presidencial" y el fin de la década infame"
Justo gobernó entre 1932 y 1938. Llegó el tiempo de la "sucesión" y Justo pensaba en retornar en 1944,
entonces quería dejar a alguien que le cuidara el sillón. De manera que mediante el fraude fue elegida la
fórmula Roberto M. Ortiz - Ramón Castillo. Ortiz era un radical antipersonalista que había ocupado un cargo
en el gobierno de Alvear. Castillo, por su parte, era conservador. La candidatura de Ortiz fue lanzada en la
Cámara de Comercio Británica, lo que daba una idea de los intereses que respaldaban a los gobernantes
durante este fraudulento período. En 1938 Ortiz llegó a la presidencia.
En este contexto, el radicalismo se encontraba frente a una oportunidad para cambiar su postura de
abstención. En 1936, el radicalismo disidente de Córdoba levantó el abstencionismo y se adjudicó las
elecciones de gobernador. Estas no fueron suspendidas por el gobierno central, y la conducción nacional
de UCR se vio en la necesidad de modificar su postura. El abstencionismo fue levantado a partir de 1938.
La victoria de Ortiz le daba al radicalismo la posibilidad de participar en las elecciones. Sin embargo, Ortiz
enfermó gravemente y en 1940 prácticamente ya había delegado el poder en Castillo. Cuando este asumió,
las prácticas fraudulentas retornaron a escena. Esta situación dejó a la UCR en un callejón sin salida, puesto
que, al cambiar su posición de abstención, se quedó sin armas para luchar contra el fraude.
El descontento general por la situación económica y el fraude político hizo que el sector nacionalista
del ejército temiera un "avance" comunista debido a las protestas y reclamos. Finalmente, al acercarse las
fechas de elecciones, se supo que era intención del régimen postular al industrial salteño Robustiano Patrón

19
Costas. Ante esto, el sector nacionalista del ejército que temía una acentuación del descontento social y una
intervención en la guerra se decidió al golpe, el 4 de junio de 1943.

IMÁGENES
-Los cuatro mandatarios del período: Uriburu, Justo, Ortiz y Castillo.
- Militares marchando por las calles de Buenos Aires el 6 de septiembre durante el golpe.

Actividad:
1- Resumir los cambios que se produjeron en los años ’30 en la Argentina
2- Leer el siguiente fragmento de un discurso del escritor argentino Leopoldo Lugones. Fue pronunciado
en 1924, en conmemoración del centenario de la batalla de Ayacucho, ante la plana mayor de las
Fuerzas Armadas en Lima (Perú). Este discurso es conocido como “El discurso de Ayacucho” o “La
hora de la espada”. Lugones fue uno intelectuales más destacados del pensamiento nacionalista de
derecha en la Argentina en las décadas de 1920 y 1930.

“La hora de la espada (fragmento) “El único remedio está en acabar con la política. Adoptar un decenio de
vacaciones políticas. (…)Ha sonado otra vez para bien del mundo, la hora de la espada. (…) (esta) hará el
orden necesario, implantará la jerarquía indispensable que la democracia ha malogrado hasta hoy,
fatalmente derivada (…) hacia la demagogia o el socialismo. Pacifismo, colectivismo, democracia, son
sinónimos de la misma vacante que el destino ofrece al jefe predestinado; es decir, al hombre que manda
por su derecho de mejor, con o sin ley (…). El sistema constitucional del siglo XX está caduco. El ejército
es la última aristocracia; vale decir, la última posibilidad de organización jerárquica que nos resta entre la
disolución demagógica. (…)El Estado nada tiene que ver con la libertad. Su objeto es el orden.” (Leopoldo
Lugones, “El payador y antología de poesía y prosa”. Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1979)
Resolver a partir de la fuente citada:

a- ¿A qué se refiere para vos la frase “el único remedio está en acabar con la política”? ¿Quiénes deberían
hacerlo según él?

b- ¿A qué te parece que parece temerle Lugones teniendo en cuenta el contexto de la época?

3- ¿Qué divisiones había entre los militares argentinos?


4- ¿Qué es lo que se proponía Uriburu luego del golpe y por qué se debilitó a mediados de 1931? ¿Qué
propuesta tenía Justo?
5- ¿Qué actitud adoptó la UCR frente a las elecciones a partir de 1931? (Ten en cuenta que pensaba
cada sector dentro del partido)
6- ¿Cómo se desarrolló el fraude electoral en la década de 1930?
20
1943
La vida política del país se modificó nuevamente en 1943 cuando un nuevo golpe de Estado, esta vez
impulsado en soledad por los militares, marcó el final de la “década infame”. La clave que explica el golpe
de junio de 1943 es la decisión de Robustiano Patrón Costas, candidato a presidente del Partido
Conservador, el partido que gobernaba gracias al fraude, para las elecciones de 1944, de modificar el papel
de Argentina en la Segunda Guerra Mundial. Patrón Costas quería terminar con la neutralidad argentina y
colocar al país en el bando de EEUU, Francia y Gran Bretaña. Como había fraude, los militares sabían que
Patrón Costas iba a ganar las elecciones, pero no querían que se modificara el rol de Argentina en la guerra.
Por ese motivo, para garantizar la neutralidad, en junio de 1943 impulsaron un golpe militar y tomaron el
poder.
El nuevo gobierno militar tenía una tendencia claramente antidemocrática, anticomunista, de derecha y ultra
católica. En 1943 el gobierno decidió que la religión católica sea una materia obligatoria en las escuelas
estatales, rompiendo así la laicidad de la escuela pública argentina que había impuesto la Ley 1420 en 1884.
Más allá de estas ideas, el gobierno militar tenía un gran problema: no tenía una política social para contener
las demandas y los problemas de la nueva clase trabajadora que, llegada desde el campo en la década del
’30, no encontraba en las ciudades y en las nuevas fábricas una mejora sustancial en su calidad de vida.
Sobre este tema, el problema social, hizo su trabajo político inicial Juan Perón.
Perón participó del golpe de 1943 como una figura de segundo orden. Inmediatamente después del golpe
fue convocado por el presidente Pedro Pablo Ramírez para ocupar el cargo de director del Departamento
Nacional del Trabajo. El cargo era menor y no tenía ninguna relevancia política, pero Perón aceptó la
propuesta. En el mes de noviembre de 1943 el por entonces coronel le solicitó al presidente que el
Departamento de Trabajo se convierta en Secretaría de Trabajo. Esto significaba subir un escalón en la
administración del Estado: una Secretaría maneja más presupuesto, tienen más capacidad de intervenir en
la sociedad y le da a su titular una mayor autonomía en su acción política. Como director de la Secretaría
de Trabajo, entre 1943 y 1945, Perón construyó su figura política y logró, en esos pocos meses, convertirse
en la figura central de la política argentina.
Vamos a ver en lo siguiente la labor de Perón en la Secretaría de Trabajo y Previsión, el primer cargo político
de relativa importancia que ocupó el por entonces coronel y, también, el sitio desde el que cual logró
ascender a una posición central en la vida política nacional. Posición que, de una u otra manera, ocupó
hasta su muerte en 1974.

Perón en la Secretaría de Trabajo


Perón, que ocupaba la Secretaría del Ministerio de Guerra desde junio de 1943, siguió escalando posiciones
hasta ser nombrado vicepresidente en julio de 1944. De esta manera, se convirtió en el hombre fuerte del
régimen militar, ya que, además de esos dos cargos, retuvo también la cartera de Trabajo y Previsión, a la
que había sido promovido en noviembre de 1943. Fue, justamente, desde este cargo, donde Perón
desarrolló una activa política destinada al ámbito gremial, iniciándose un período que cambiaría las formas
organizativas del movimiento obrero y la relación de éste con el Estado. Desde la Secretaría del Trabajo se
impulsó, asimismo, la creación de sindicatos nuevos y se amplió la legislación laboral, haciéndose cumplir
la que, hasta ese momento, existía sólo en los papeles.
Perón produjo cambios fundamentales respecto de los gobiernos anteriores, tendientes a establecer una
relación más fluida con el movimiento obrero. Para lograr tal objetivo se sancionaron una serie de reformas
en la legislación laboral. Las principales medidas fueron el Estatuto del Peón, que estableció un salario
mínimo y procuró mejorar las condiciones de alimentación, vivienda y trabajo de los trabajadores rurales, el
establecimiento del seguro social y la jubilación que benefició a 2 millones de personas, la creación de
Tribunales de Trabajo, cuyas sentencias, en líneas generales, resultaron favorables a las demandas
obreras, la fijación de mejoras salariales y el establecimiento del aguinaldo para todos los trabajadores, y el
reconocimiento de la asociaciones profesionales, con lo cual el sindicalismo obtuvo una mejora sustancial
de su posición en el plano jurídico. El 1° de mayo de 1945, Perón reseñaba la tarea realizada por la
Secretaría de Trabajo y Previsión en el último año: 29 decretos; 319 convenios y 174 gestiones conciliatorias
que habían beneficiado a más de 2.580.000 trabajadores.

21
Al mismo tiempo que se iba definiendo el apoyo de los trabajadores al gobierno, también iba creciendo la
resistencia de los sectores patronales a su política social. Los sectores oligárquicos que se beneficiaban del
modelo agrario exportador comenzaban a agrupar sus fuerzas para resistir la política de reformas sociales.
También se convertiría en el germen de otro bloque social y político, que agrupó a los terratenientes, grandes
empresarios y a los sectores medios. En junio de 1945, 321 entidades empresarias de todo el país,
representativas de la industria y del comercio, elevaban un memorándum al Presidente y publicaban un
Manifiesto del sector. Señalaban la alarma producida por el proyecto salarial mínimo, vital y móvil, aumento
de salarios y participación en las ganancias; preocupadas también por "la intranquilidad creciente de un
ambiente de agitación social, que venía a malograr la disciplina y pujante eficiencia del esfuerzo productor
y cuya gravedad hallaba origen en el constante impulso que se deparaba desde dependencias oficiales".
Este documento significaba una virtual declaración de guerra contra el gobierno y, en particular, contra Perón
y la Secretaría de Trabajo y Previsión. A esta ofensiva, se sumarían vastos sectores de la clase media,
principalmente estudiantes y profesionales; las organizaciones sindicales aún controladas por socialistas y
comunistas, partidos políticos; casi toda la prensa; sectores del Poder Judicial y de las Fuerzas Armadas y,
finalmente, desempeñando un activo papel en la coordinación de todos estos elementos, el recién llegado
embajador norteamericano Spruille Braden.

Actividad 1:
¿Cuáles fueron las medidas que tomó Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión y a qué sector
estaban dirigidas esas medidas?
¿Qué ventajas te parece qué podría tener Perón creando nuevos sindicatos, y teniendo buenas relaciones
con ellos?
¿Qué sectores se vieron perjudicados finalmente con estas medidas y como reaccionaron los mismos?

El surgimiento del peronismo: el 17 de octubre de 1945


Como vamos a ver a continuación, el surgimiento del movimiento peronista se produjo en el marco
de la movilización del 17 octubre de 1945, un episodio que promovió a Juan Domingo Perón a un sitio central
en la política argentina. Desde ese lugar ganó las elecciones de febrero de 1946 se convirtió en Presidente
de la Nación, cargo que ocuparía hasta el momento en el que fue derrocado por un golpe militar en
septiembre de 1955.
Para comprender el surgimiento del peronismo es preciso retroceder unos años hasta el golpe de 1943 y
hasta el momento en el que Perón ocupó la Secretaría de Trabajo y Previsión (STyP). Como muchos de
ustedes han podido ver en el trabajo anterior, en los años en los que estuvo a cargo de la STyP, Perón
impulsó una alianza con algunos de los principales sindicatos. Gracias a esa alianza, la STyP sancionó
algunas leyes revolucionarias para la Argentina de la época. También se produjo un aumento importante del
salario real y un fuerte crecimiento de la afiliación sindical de los trabajadores que, hasta ese momento, no
contaban con la protección de los sindicatos.
El rol en la STyP le generó a Perón una serie de problemas importantes. En primer lugar los sectores
empresariales no estaban de acuerdo con las medidas tomadas por la STyP. Los cambios económicos
impulsados tenían que ser financiados por los propios empresarios que, naturalmente, no querían perder
parte de sus ganancias. Sumado a esto, dentro del gobierno militar los generales no veían con agrado el
hecho de que Perón, que hasta ese momento solo era solo un coronel, tuviera un lugar central en la vida
pública. Para gran parte de la sociedad Perón era más conocido que el propio presidente Farrell. Por último,
los dirigentes de los partidos políticos y los intelectuales liberales veían en Perón y en el gobierno militar dos
expresiones contrarias a la democracia.
En ese contexto se produjeron una serie de cambios en el contexto internacional que marcaron nuevos
posicionamientos en la política nacional. Cuando la comenzó la Segunda Guerra Mundial los nazis parecían
capaces de derrotar a Gran Bretaña y a Francia. En ese contexto aparecieron muchos grupos
antidemocráticos a lo largo de todo el mundo. Cuando esta tendencia inicial cambió porque Estados Unidos,
Gran Bretaña y la Unión Soviética, los países considerados “democráticos”, comenzaron a avanzar sobre el
territorio alemán, aparecieron en todo el mundo distintos sectores que criticaron fuertemente las posturas
consideradas antidemocráticas. En el caso argentino, los partidos políticos, los intelectuales y los

22
empresarios se consideraban democráticos y comenzaron a criticar al gobierno militar al que consideraban
antidemocráticos.
Estas críticas se profundizaron después de que Alemania fuera derrotada por la Unión Soviética y por
Estados Unidos en mayo de 1945. En ese contexto, el día 19 de septiembre de 1945 se produjo una
movilización en la que participaron dirigentes políticos, intelectuales y empresarios para pedir dos grandes
cosas: el retorno de la democracia y la destitución de Perón. La marcha, conocida como “Marcha por la
Constitución y la Libertad”, en la que participaron cerca de 200 mil personas, generó una fuerte presión en
el gobierno militar puesto que no era normal en la Argentina que se produzcan movilizaciones tan
importantes. Por ese motivo, el presidente Farrell decidió acceder a los dos pedidos expresados en la
manifestación. En primer lugar convocó a elecciones para el mes de febrero de 1946 y, en segundo lugar,
no solo destituyó a Perón de su cargo de Secretario de Trabajo y Previsión, sino que también lo encarceló
el día 12 de octubre. El ex Secretario fue llevado rápidamente a la cárcel de la Isla Martín García y, desde
allí, veía que su carrera política parecía terminada.
Frente a esta nueva situación, se produjo una reacción por parte de los sectores trabajadores que habían
sido beneficiados por Perón desde la Secretaría de Trabajo en los años anteriores. Para principios de
octubre los sindicatos comenzaron a pensar en la necesidad de convocar a una huelga general para solicitar
al gobierno la libertad de Perón. Sin embargo, la decisión de la huelga se retrasó y, el día 17 de octubre, los
trabajadores decidieron desde las fábricas, y en forma autónoma de la dirigencia de los sindicatos, que era
necesario movilizarse a la Plaza de Mayo para pedir decididamente por la libertad de Perón y por la
restitución de su cargo como Secretario de Trabajo y Previsión.
La movilización fue en gran medida espontánea y también convocó a cerca de 200 mil personas. Como
consecuencia de esto, luego de que los manifestantes pasaran la noche del 17 en la plaza, el día 18 de
octubre el gobierno de Farrell decidió liberar a Perón y convocarlo a la Casa de Gobierno para que le hable
a los manifestantes desde el balcón. La movilización del 17 de octubre generó una novedad que hasta ese
momento no se había vivido: los trabajadores a los que Perón se había acercado desde 1943 sin recibir
respuesta, el día 17 de octubre se acercaron a la plaza para colocarlo en el lugar de líder político que hasta
ese momento no había tenido. El 17 de octubre fue el primer contacto directo entre Perón y la clase
trabajadora argentina y marcó, de esta forma, el nacimiento del movimiento peronista.
Luego de su liberación Perón decidió no volver a ocupar su cargo en la STyP y, en cambio, lanzó su
candidatura para las elecciones de febrero de 1946. En esas elecciones, Perón obtuvo la victoria con el 52,8
% de los votos sobre José Tamborini, el candidato de una coalición de partidos llamada Unión Democrática,
que obtuvo el 42,9% de los votos. De esta manera, luego de la movilización del 17 de octubre, en pocos
meses Perón pasó de ser un simple Secretario del Estado a estar preso y, finalmente, a ser presidente de
la Nación y figura central de la política argentina. Este lugar, el de figura central de la política, lo ocupó
incluso después de su destitución en septiembre de 1955.

La economía durante los años peronistas. Parte 1: 1946-1952


Vamos a tratar de explicar ahora las políticas económicas del gobierno peronista entre 1946 y 1952.
Perón asumió la presidencia el 4 de junio de 1946. Una vez en el poder se enfrentó con un gran problema:
¿qué hacer con la economía argentina? Sobre este tema había una serie de debates políticos e intelectuales
que era preciso resolver. En primer lugar, un debate era si Argentina debía volver al Modelo Agroexportador
o debía profundizar el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones impulsado luego de
1930. En este debate había entre las distintas fuerzas políticas un acuerdo bastante importante. Tanto los
peronistas como los partidos e intelectuales que estaban en contra de Perón estaban de acuerdo en que la
mejor opción para la Argentina era profundizar la industrialización. Por ese motivo, cuando Perón asumió la
presidencia no dudó en avanzar con la industria y dejar de lado la idea de volver a un modelo agroexportador
como el que existía hasta 1930.
El segundo debate que había en relación a las políticas económicas tenía que ver con el tipo de industria a
desarrollar. Aquí la discusión era si Argentina debía impulsar una industria pesada que apuntara a
exportación de bienes de consumo durables o si en cambio era mejor apuntar al desarrollo de una industria
liviana que produjera bienes de consumo no durables para abastecer al mercado interno. Parece complicado

23
pero vamos a tratar de explicarlo. La industria pesada produce bienes de consumo durables. Se llaman así
las cosas que se producen y tienen como objetivo mantenerse útiles por mucho tiempo. Por ejemplo un
tractor, una maquina para la industria, una máquina o un vagón para un ferrocarril, un camión o un colectivo.
Estos bienes se producen con el objetivo de durar varios años. Nadie cambia de tractor de un día para el
otro porque salió un nuevo tractor de otro color o porque no le gusta la forma que tiene el que compró ayer.
Entre estos bienes de consumo durables se incluye, entonces, las maquinarias, el transporte y también la
producción de energía: un reactor nuclear, una refinadora de petróleo para hacer nafta, entre otras. Los
bienes de consumo no durables que produce la industria liviana, en cambio, son bienes destinados a ser
consumidos muy rápidamente. Entre ellos se destacan los alimentos, los textiles (la ropa), los pequeños
electrodomésticos y la industria del juguete, entre otras. Estos bienes se gastan rápido y se vuelven a
consumir constantemente: la ropa se cambia en cuestión de meses y la comida se consume todos los días,
mientras que los juguetes y los electrodomésticos pequeños tienden a romperse con el paso del tiempo, lo
cual hace indispensable su reposición.
La industria pesada y la industria liviana tenían en la época en que Perón llegó a la presidencia de la Nación
algunas ventajas y algunos problemas. La industria pesada era claramente la más deseable para el
desarrollo del país. Si un país puede producir maquinarias, tractores, energía y transporte, no necesita de
otros para su desarrollo. Sin embargo, este tipo de industria tenía grandes dificultades en su implementación,
es decir para comenzar a funcionar: requería mucha inversión, necesitaba poca mano de obra, requería que
esa mano de obra sea muy calificada (es decir que esté muy capacitada. No es fácil desarrollar un tractor o
manejar un reactor nuclear) y sus resultados se verían a un muy largo plazo no menor a los 20 años. Este
tipo de industria hubiera permitido que el país venda sus productos en el exterior, lo cual resultaba
interesante para el desarrollo económico posterior por el ingreso de divisas (básicamente dólares) a la
economía nacional.
La industria liviana, en cambio, necesitaba de maquinarias, energía y transporte comprados en el exterior,
por lo cual comenzar por este tipo de industria era un problema para el desarrollo del país. Pero en cambio
tenía una gran ventaja: requería poca inversión inicial, generaba mucho trabajo, no requería mano de obra
calificada (era más fácil cortar una tela para hacer una remera que manejar un reactor nuclear) y sus
resultados se podrían ver rápidamente reflejados en el nivel de empleo, de consumo y de actividad
económica. Con este tipo de industria en pocos meses el desempleo cae y es posible para los trabajadores
acceder a alimentos y textiles en el mercado interno. Este tipo de industria difícilmente podía ser colocada
en el mercado internacional por lo cual el destino de la producción era el propio mercado interno y no se
generaba ingreso de divisas.
En ese contexto, dada la situación política nacional, Perón decidió comenzar por la industria liviana. Para el
líder del justicialismo no era posible proponerle a los trabajadores que lo habían votado continuar en la
miseria por veinte años hasta que la economía se desarrolle. Por otra parte, no había en la Argentina
suficiente mano de obra calificada como para poner en marcha una industria pesada. De tal manera, la
propuesta económica del peronismo fue un modelo de industrialización por sustitución de importaciones
centrado en la industria liviana y con un mercado interno fuerte. Para esto era necesario mantener el
consumo de los trabajadores con salarios altos, puesto que sin consumo no habría producción, y buscar
fuentes de financiamiento, es decir divisas (o dólares como mencionamos antes) para el desarrollo de una
industria que no podía vender su producción en el exterior. Para solucionar este problema, el gobierno
peronista puso en marcha una serie de mecanismos de “transferencia intersectorial” que tenían por objetivo
redistribuir el ingreso de divisas desde la producción agraria hacia la producción industrial. Los dos
mecanismos más importantes, y sobre los que hablaremos en la clase que viene, fueron el Instituto Argentino
para la Promoción del Intercambio (IAPI) y el Banco de Crédito Industrial.
Economía y primer mandato de Perón (1946-1952)
Durante los gobiernos peronistas (1946-1952 y 1952-1955) el proceso de industrialización iniciado en el
decenio precedente cobró nuevo impulso. A diferencia de la experiencia previa en la que el desarrollo
manufacturero fue el resultado de políticas tendientes a atenuar el impacto de los factores externos sobre
la economía local, durante los gobiernos Peronistas el fomento al proceso de industrialización se constituyó
en una política de Estado. El proyecto peronista contemplaba, por un lado, que la industrialización debía
ocupar un rol central y estratégico en la configuración del desarrollo económico nacional, al que se
consideraba indispensable garantía de soberanía. Para ello se requería de un fuerte intervencionismo estatal

24
que diseñara, promoviera y regulara la estrategia de crecimiento puesta en marcha. A su vez, este proceso
debía reposar en el liderazgo de la burguesía nacional y la participación de los trabajadores asalariados en
la riqueza nacional a través de una política de redistribución progresiva de los ingresos.
El uso intensivo de mano de obra en las actividades industriales pujantes y el destino mercado-internista de
los bienes producidos imprimió un carácter peculiar a esta fase de la industrialización: la expansión de la
actividad industrial derivaba en un aumento del empleo y un incremento de los salarios. A su vez, una
distribución progresiva de los ingresos en favor de los trabajadores apuntalaba el mercado interno de
consumo y estimulaba la producción industrial. La articulación entre desarrollo industrial, actividad
económica interna, empleo y salarios dibujaba un ciclo virtuoso en el proceso de acumulación.
Materializada en el “Primer Plan Quinquenal” (1947-1951), la estrategia peronista promovía el desarrollo
industrial como motor del crecimiento económico a partir de la expansión de la producción de bienes de
consumo no durables tales como alimentos, bebidas y tabaco, textiles y confecciones y, en menor medida,
metalmecánicas livianas, ensamblado de vehículos y productos químicos, cuyo destino era abastecer al
mercado interno. Estas actividades vinculadas a la industria liviana se caracterizaban por una alta demanda
de empleo y escasos requerimientos tecnológicos.
El intervencionismo estatal contemplado en la estrategia peronista debía fomentar la primera etapa de la
industrialización por sustitución de importaciones, concentrada en las industrias livianas, a través de
estímulos directos e indirectos a la producción por medio de la extensión del gasto de inversión en obras
públicas, la provisión de bienes y servicios y la protección, promoción y regulación de las actividades (vía
aranceles a la importación, la prohibición al ingreso de productos cuya producción local se estimulaba, el
otorgamiento de subsidios, desgravaciones impositivas, etcétera).
Asimismo, como forma de estimular la producción industrial se implementaron una serie de mecanismos de
transferencia intersectorial de recursos para financiar el desarrollo manufacturero con ingresos generados
en el sector agropecuario: en particular, se crearon el Banco de Crédito Industrial y el Instituto Argentino de
Promoción del Intercambio (IAPI), este último de gran relevancia. A través del IAPI el Estado controlaba de
modo exclusivo la compra, comercialización y distribución de los bienes agropecuarios, adquiriendo la
producción agropecuaria en el mercado local a precios fijados por el Estado, quien abastecía el mercado
interno con alimentos e insumos de producción baratos y destinaba el excedente no consumido a las
exportaciones, lo que le reportaba divisas a la economía y constituía una importante fuente de recursos
fiscales.
El estímulo a la demanda interna vía redistribución progresiva del ingreso se tradujo en políticas tendientes
a incrementar el empleo (vía fomento de la actividad pública y privada con impacto en la demanda de mano
de obra) y el incremento de los ingresos laborales: el salario directo (instauración del salario mínimo, vital y
móvil, sistema jubilatorio, implementación de aguinaldo e indemnizaciones por despidos o accidentes de
trabajo) y el salario indirecto, a través de la mejora en las condiciones de vida de la población trabajadora
(ampliación y fortalecimiento de la legislación laboral, gasto público en el desarrollo de infraestructura
urbana y planes de vivienda, expansión de la salud y educación públicas, etcétera). Otra forma importante
de intervención estatal fue el estímulo a la sindicalización, y el establecimiento de una nueva estructura
sindical en Argentina estrechamente vinculada al Estado, verticalista y centralizada en sindicatos únicos por
actividad bajo la conducción de la Confederación General del Trabajo. El crecimiento exponencial de la clase
trabajadora durante los gobiernos peronistas, en particular de la industrial y el incremento notable de la
sindicalización, permitieron a los trabajadores una mayor organización y peso relativo para demandar y
defender sus derechos laborales, lo cual tendría consecuencias no sólo en este período, sino también en
décadas posteriores.
Finalmente, a través de la nacionalización de empresas extranjeras, en especial, en el área de servicios
públicos, el Estado buscaba recuperar soberanía sobre áreas estratégicas para incentivar la inversión
privada o regular los precios de los servicios para promover un incremento en la capacidad adquisitiva de
los salarios y estimular el consumo interno. Junto al rescate de la deuda externa, la nacionalización
contribuía con el objetivo de otorgar mayor autonomía al desarrollo local. Luego de una etapa inicial conocida
como la “época de oro del modelo peronista”, beneficiada por la disponibilidad de reservas provenientes de
la Segunda Guerra Mundial y extendida hasta fines de la década de 1940 y los primeros años de la de 1950,
cambios en las condiciones internacionales y la maduración de factores locales ocasionaron en una crisis
en el sector externo que interrumpió la tendencia expansiva registrada en la economía interna.

25

También podría gustarte