Symploke EGN3

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 73

Symploké estudios de género

ISSN 2468-9777

Año 2021 Número 3

1
Symploké estudios de género

La Revista
Integrantes de la Revista

Saavedra, Lucía D. :: Directora


Fernández Romeral, Juliana :: Directora
Fabbio, Rocío P. :: Directora
Kreis, Manuela :: Cordinadora
Saavedra, Jimena V. :: Correctora
Mauri, Evangelina M. :: Comunicación
Cisneros, Evelyn :: Collage digital de tapa

 
Comité científico Consejo científico externo
 
Alvarez Broz, Mariana :: Dra. en Sociología Barrancos, Dora :: Profesora Consulta (UBA).
por la Universidad Nacional de San Martín Investigadora Principal (CONICET)

Arango, Catalina :: Mg. en Sociología Eco- Benno de Keijzer :: Dr. en Salud Mental Co-
nómica por la Universidad Nacional de San munitaria (UNAM/Universidad Veracruzana)
Martín
Bleschter, Facundo :: Magister en Clínica
Cassouto, Gisela :: Lic. en Psicología por la Psicoanalítica (UCSF, UCSE)
Universidad de Buenos Aires
Butler, Judith :: University of California,
Fernández Vázquez, Sandra S. :: Mg. en Berkeley
Ciencia Política por la Universitat Autónoma
de Barcelona Fabbri, Luciano :: Dr. en Ciencias Sociales
por la Universidad de Buenos Aires
Lenta, María Malena :: Mg. en Psicología
Social Comunitaria por la Universidad de Sanchez, Ariel :: Lic. en Ciencias de la Co-
Buenos Aires municación (UNLP/Instituto Masculinidades
y Cambio Social)
Marentes, Maximiliano :: Lic. en Sociología
por la Universidad Nacional de San Martín Tajer, Débora :: Dra. en Psicología por la Uni-
versidad de Buenos Aires
Moreno, Aluminé :: MSc in Gender and So-
cial Policy (London School of Economics and Tarducci, Mónica :: Dra. en Antropología por
Political Science la Universidad de Buenos Aires

Moreno, María Luz :: Prof. de enseñanza me-


dia y superior en Filosofía por la Universidad
de Buenos Aires

Perla, Laura Mariel :: Lic. en Psicología por


la Universidad de Buenos Aires

Pierri, Carla :: Mg. en Epidemiología Gestión


y Políticas de Salud por la Universidad Na-
cional de Lanús

Reid, Graciela :: Mg. en Psicoanálisis por la


AEAPG/UNLaM

Scaserra, José Ignacio :: Prof. de Enseñanza


superior y media en Filosofía en la Universi-
dad de Buenos Aires

Testa, SaSa :: Mg. en Estudios y Políticas de Revista Symploké


Género por la Universidad Nacional de Tres ISSN: 2468-9777
de Febrero. Becarix doctoral CONICET [email protected]
Año 2021 Número 3

www.revistasymploke.com
Tortosa, Paula Inés :: Lic. y Prof. en Psicolo- Pacheco 2558
gía por la Universidad de Buenos Aires CP 1431
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Argentina

2
Índice
Nota de las Directoras
Lucía Saavedra - Juliana Fernández Romeral - Rocío Fabbio 4

Amor libre: potencias de una utopía


Michelle Evangelina Mauri 5

La construcción fílmica de lo femenino: del cine clásico argentino al documental feminista


Elizabeth Ormart 12

La ruta crítica en situaciones de trata con fines de explotación sexual


Milena Sapey 21

Reflexiones éticas en torno a la gestación subrogada. (Des)encuentros entre derechos reproductivos


y mandatos sociales
Florencia Noelia Collado Aulestriarte 35

Danzar las memorias sobre el Terrorismo de Estado: reflexiones sobre la propuesta del Hedor de
América
Paula Tortosa 50

De masculinidades en contextos de encierro


Lorena Barale y María Eugenia Flores 63

Reseña del libro “El derecho al aborto en la formación Psi, Tensiones – demandas y desafíos”
María Milagros Argañaraz 70

3
Symploké estudios de género

Nota
de las
Directoras
Estimadxs lectorxs y autorxs, una vez más nos encontramos entre ideas y reflexiones sobre temas
de actualidad que recorren el vasto campo de los Estudios de Géneros.

En un mundo signado por los avatares de la crisis socio-político-sanitaria, habilitar un espacio-tiem-


po para pensar, estar y narrar es un compromiso que asumimos con entusiasmo y responsabilidad.

Es nuestro deseo que los artículos aquí presentes contribuyan a ampliar nuestra mirada sobre los
fenómenos que nos atraviesan.

Agradecemos profundamente a las personas que participaron de la escritura y que han confiado en
nuestra revista para su publicación.

Les invitamos a leer este número, esperando que sea un punto de partida que abra nuevos sentidos,
discursos y reflexiones.

Lucía Saavedra
Juliana Fernández Romeral
Rocío Fabbio
Directoras
Año 2021 Número 3

4
Amor libre: potencias de
Symploké estudios de género

una utopía
Michelle Evangelina Mauri
Psicología - UBA

Recibido: 20/08/2021
Aceptado: 07/09/2021

Resumen

Este artículo aborda la temática sobre los contratos dentro del espectro de la sexualidad conce-
bidos como amor libre, desde la perspectiva de géneros y basándose en la hipótesis de si es posible
dar lugar a una novedad y a una potencia o si, por el contrario, se reproduce lo mismo que se proble-
matiza con tan sólo un cambio de terminología. Para ello, se considera crucial la elucidación crítica
para no patologizar o estigmatizar aquello que es, en realidad, resultado de construcciones sociales y
epocales, efecto de contextos particulares que regulan la circulación, así como la subjetivación de los
distintos géneros, y la obligatoriedad de la heterosexualidad en tiempos neoliberales.

Palabras clave: Amor libre – Contratos – Género – Ética afectiva – Subjetividad

Abstract

This article addresses the issues of contracts within the spectrum of sexuality usually conceived as
free love from a gender perspective. It’s based on the hypothesis of whether it is possible to give rise
to a novelty and a potency, or if, on the contrary, it reproduces the same thing that is problematized
with just a change of terminology. To answer this, critical elucidation is crucial in order to not patho-
logize nor stigmatize what is, in reality, the result of social and epochal constructions, as much as an
effect of particular contexts that regulate circulation and the subjectivation of the different genders; a
consequence, as well, of compulsory heterosexuality in neoliberal times.

Keywords: Free love – Contracts – Gender – Affective ethics – Subjectivity


Año 2021 Número 3

5
Symploké estudios de género

Introducción

El presente artículo trata sobre las concepciones del llamado “amor libre”, intentando reconocer
sus potencialidades, alcances, propuestas, puntos de fuga, así como sus límites, carencias y ficciones;
comenzándolo a concebir, en principio, desde una utopía, debido a su imposible realización plena en
un mundo asimétrico y desigual.
Estas cuestiones nos llevan a realizar un análisis histórico que permita deconstruir concepciones
naturalizadas con respecto a lo que se entiende socialmente como pareja, amor, matrimonio, sexua-
lidad, monogamia, entre otras. Estas últimas categorías dan cuenta de una norma que es usada como
medida naturalizada y obligatoria para el resto de las relaciones amorosas o sexual-afectivas, y que
a su vez serán el preámbulo para comprender a posteriori una diferencia en los modos de vincularse
desde el movimiento conocido como amor libre. Dicho entendimiento es necesario para recuperar
sus concepciones y prácticas, que comienzan sus desarrollos mucho tiempo antes de que la temática
del amor libre se pusiese en voga en la actualidad: aproximadamente unos 150 años, de la mano del
anarquismo y su apuesta política de poner en primer plano la crítica a los valores e instituciones tra-
dicionales de la modernidad capitalista y patriarcal. La desigualdad que existe entre feminidad y mas-
culinidad desde lo social, económico y político y su legalidad en las parejas a través del matrimonio
es cuestionada con fuerza y se establecieron nociones de compañerismo, camaradería afectiva, amor
y “educación sentimental” (Baigorria, 2006).
Por lo antes mencionado, es posible enmarcar un binarismo conceptual sobre el cual analizar esta
temática: por un lado, existe la reproducción de lo dado en el amor romántico moderno y monógamo;
por otro, pensar en las nuevas formas de relacionarse sexo-afectivamente conlleva también diferen-
ciarse de un consumo de los cuerpos. Es menester hacerse la pregunta entonces sobre si podrían desa-
rrollarse las condiciones de posibilidad para romper con lo binario mencionado, y que acontezca así
una “terceridad”, una opción donde existan otras potencialidades; una propuesta superadora que sea
capaz de tomar el amor y la libertad sin caer en lo romántico moderno (polo femenino) o en lo libre
individualista (polo masculino). O, por lo menos, plantear esta utopía para no naturalizar e invisibili-
zar los problemas que contienen.
Es importante realizar una aclaración sobre la elección del concepto de amor libre por sobre el de
poliamor para referirnos en este trabajo. El término poliamor deja de lado la propuesta política por la
libertad, a la vez que concibe una ilusión de igualdad con respecto al sentimiento de amor o al tipo de
relación que se tiene con todos los vínculos; así como también deja el acento puesto en lo cuantitativo
y, además, en el posible consumo de estas relaciones (Alberich Nistal, 2019). Con respecto al amor
libre, da cuenta de orígenes y desarrollos provenientes del anarquismo, dando una crítica principal-
mente a los modos instituidos de relación amorosa (como el matrimonio, en primera instancia); pero
también a las formas liberales (y no libres) que pueden adoptar.
Por último, resulta menester aclarar la intención de no invisibilizar a la comunidad LGBTTTI-
QPA+, y es por ello que, en principio, se hace mención a los polos femenino y masculino y no a
significantes como “mujer” y “hombre”. Sin embargo, esta primera clasificación es también binaria,
pero se debe a que se parte de las construcciones sociales en torno a los imaginarios y las formas
naturalizadas de pareja, en una cultura patriarcal y polar que piensa desde la heterosexualidad cise-
xista y obligatoria. Como tal, estos atravesamientos forman parte de todas las personas, produciendo
subjetividad, al decir de Silvia Bleichmar (citada en Tajer, 2009), y de esta manera será la norma la
que se pondrá bajo el ojo crítico de cuestionamientos y no a lo que se sale de ella. Así, que el amor
libre intente ir más allá de todo binarismo es también plantear posibilidades y potencialidades de re-
laciones y no quedarse en la fijeza, independientemente de las particularidades que adquirirán dichos
vínculos y la advertencia de no generalizarlos.
Año 2021 Número 3

Amor

Comenzando con este concepto, es menester destacar la fuerza que cobra la construcción de mitos

6
Symploké estudios de género

en torno al mismo en el mundo de las relaciones. En especial, consignar el mito del amor romántico
como aquello que es fomentado desde la propagandística social a través de revistas, novelas, pelícu-
las, canciones, etcétera; las cuales son el material utilizado para el análisis de las características de las
relaciones amorosas, como lo hacen M. L. Esteban (2011), E. Illouz (2012), A. De Miguel (2015) y
T. Tenenbaum (2019).
Este mito en específico da cuenta de un público particular hacia el que están dirigidas esas produc-
ciones literarias, apareciendo con fuerza en la modernidad, y que son las mujeres. Es así que forma
parte de uno de los tres mitos de la feminidad, junto con el de la Mujer=Madre y la pasivización eró-
tica femenina (Fernández, 1993). Antes de referir más sus particularidades, es importante remarcar
la pregnancia y la apropiación que se hace del mito en general, dado que produce consensos en una
sociedad “generando los anclajes económicos, sociales, políticos, simbólicos, pero también eróticos y
subjetivos de los actores sociales en las instituciones, haciendo posible el disciplinamiento” (Fernán-
dez, 1993, p. 247). Estas cuestiones se naturalizan y pasan a ser considerados esencialismos, creando
ideas sobre “la naturaleza femenina”, en este caso, como sentimental, y que aquello sea un objetivo
y necesidad para ser mujer. Ahora, si se examina en específico al amor romántico, puede distinguirse
la existencia de lo que conlleva en su contenido: las “almas gemelas”, la “media naranja”, siempre
dos; desde la monogamia, en una propuesta de heteronorma establecida entre hombre y mujer, y que
define el destino del polo femenino; la idea de protección y del “príncipe azul”; estando separado de
lo sexual como alonormado, por pensarse lo sentimental-tierno predominante en la feminidad. Así,
pensada la mujer (cis) como portadora de una subjetividad organizada en clave sentimental, depen-
diente de un hombre que le da sentido y la confirma, cuando en realidad los hombres se reconocen
sólo entre sí como semejantes, desde una dimensión ética de la diferencia. Envuelta ella así en su
deseo de reconocimiento más que en el reconocimiento del deseo (Fernández, 1993).
Para la reproducción de los dispositivos de poder no sólo tienen que existir leyes y normativas,
sino también llamar o invitar a las pasiones (emblemas, rituales, mitos) que provoque que se enlacen
los deseos al poder, se anuden. El imaginario social opera en las emociones, las voluntades, los sen-
timientos, y “sus rituales promueven las formas que adquirirán los comportamientos de agresión, de
temor, de amor, de seducción que son las formas como el deseo se anuda al poder” (Fernández, 1993,
p. 241). Los deseos que no se anudan al poder son aquellos que C. Castoriadis llama como imaginario
social instituyente, aquellos nuevos organizadores de sentido que generan desorden social. Organiza-
dores de sentido que marcan los límites sociales, de lo permitido, lo moral, lo estético, lo correcto, y
su contracara: lo incorrecto, lo inmoral, lo Otro, una vez más. En esta línea se intenta inscribir tam-
bién el amor libre, sus ideales y prácticas que se diferencian de lo instituido, y que destacaría al amor
en su potencia y no como empobrecimiento, por sus rupturas con lo que los/as sujetos han apropiado
como tal.

Libertad

Conceptualizar la idea sobre la libertad conlleva ver sus determinaciones políticas, sociales e his-
tóricas según las cuales quedará definida. Entre las posturas posibles que podrían tomarse frente a ella,
consideramos a J. P. Sartre (1973):

Si Dios no existiera, todo estaría permitido. Este es el punto de partida del existencialismo.
En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en consecuencia, el hombre está abando-
nado, porque no encuentra ni en sí ni fuera de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra
ante todo excusas. Si, en efecto, la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar
la referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo,
Año 2021 Número 3

el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte, Dios no existe, no encontramos
frente a nosotros valores u órdenes que legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni de-
trás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas.
Estamos solos, sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a

7
Symploké estudios de género

ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre,
porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace. (p. 5)

Esto nos permite concebir a una naturaleza dejada de lado en el caso humano, no existiendo una
verdad absoluta a la cual aferrarse para obtener respuestas, sino teniendo que crear ese sentido para
una existencia ya dada. Se vuelve pertinente, entonces, pensar en un malestar en la cultura desde S.
Freud (1930), en el que es el orden social mismo el que instaura las reglas y limita aquellas liberta-
des, siendo esa la responsabilidad elegida para hacerse cargo, y en realidad no “de todo lo que hace”.
Aquel malestar no será igual para todos/as, si pensamos en las tres dimensiones de análisis antes cita-
das, ya que hay desigualdades y asimetrías por las relaciones de poder, de saber y éticas.
A su vez, entrelazando a la libertad como concepto con sus propias cadenas culturales, políticas e
históricas, podemos pensar que, como nos refiere E. Illouz (2012), “la libertad es la marca registrada
de la modernidad por antonomasia, es la reivindicación suprema de los grupos oprimidos, la gloria
de las democracias, el orgullo de los sistemas económicos capitalistas y el motivo de reproche contra
los regímenes autoritarios” (p.86). Pero también, esos hechos históricos significativos que han alzado
tales banderas, se logran vaciar de historia y dan lugar a un discurso de la libertad que ha servido para
otros fines, para una tecnología del poder siempre perfeccionada, como concebiría Foucault (1975).
En su marca actual, es la idea individualista que corresponde al neoliberalismo, que hace un uso de
los/as sujetos como objetos, un consumo de los mismos (Bauman, 2005) y sus cuerpos, y las lógicas
de propiedad que allí se ponen en juego desde una subjetivación capitalista (De Miguel, 2015). Si
pensamos en el apartado anterior donde se describe al amor, esta postura sobre la libertad podría ser
su contracara, más cercano a lo sexual despojado de todo compromiso.
El sentido de lo puramente corporal-sexual alonormado, y el alejamiento de lo afectivo, también
daría cuenta de las construcciones que subjetivan a la masculinidad desde lo más tradicional (Tajer,
2009), y que este consumismo que pretende ser “libre”, se habilita principalmente para los cisvaro-
nes. E. Illouz (2012) sostendrá que los hombres en la actualidad logran seguir ejerciendo un poder
jerárquico, debido a que han perdido espacios de dominio en el mundo laboral, social y público en
general ocupado por las mujeres en los últimos tiempos. Retomando la autora a Bourdieu, habla de
la “dominación emocional” como la ejercida por la parte que tiene un mayor desapego y control en la
interacción. Desde el lado contrario, el polo opuesto y socialmente complementario en lo femenino
es el depositario de los sentimientos y el amor, como se ve en el mito del amor romántico antes ex-
plicado, y que esto conforma la identidad femenina, el centro de la vida, pero no así la masculina (De
Miguel, 2015, p.13). Esto genera sufrimiento en las mujeres ante un trato indiferente y despojado del
romance que tanto se idealiza, al no mostrar un verdadero interés en ellas más allá de lo sexual. Sin
embargo, sería posible pensar en ésta una libertad restringida, puesto que, ¿cómo existiría lo libre en
las relaciones si hay que reprimir/suprimir lo afectivo?
Para E. Illouz (2012), también es necesario pensar que, pese a que prescindir de cuestiones de
apego e involucramiento afectivo sea una consecuencia de este tipo de libertad en la actualidad, tal
vez no sea lo único de lo cual se “libran” con esto, ya que aparece un alto costo a pagar cuando “la
libertad se transforma en una aporía, pues en su forma concreta genera la incapacidad o la falta de
deseo para ejercer la elección” (p.146), incluso en el campo sexual.
Será un desafío posible para el amor libre también evitar esta desunión, este desapego.

Historizar el matrimonio

Ver a la institución matrimonial como producto acabado y separado de sus orígenes dio lugar
a la naturalizada idea de que en ella se da una relación de igualdad entre dos personas libres para
Año 2021 Número 3

elegir, con un pacto de amor, y con los mismos derechos; invisibilizando las asimetrías de poder en
lo político, social, económico y sexual. Con respecto a este último, y en palabras textuales de A. M.
Fernández (1993):

8
Symploké estudios de género
La conyugalidad, más allá de las diversas características que ha adoptado a lo largo de la
historia de Occidente, ha sido secularmente la forma instituida del control de la sexualidad
de las mujeres. No sólo -como señaló Engels- para controlar su descendencia legítima, sino
para introducir su propia percepción de inferioridad. Una pieza clave en la gestión de sus
fragilidades ha sido la pasivización de su erotismo. Debe pensarse que el matrimonio mono-
gámico -esto es el derecho exclusivo del marido sobre la sexualidad de la esposa- sólo puede
sostenerse a través de un proceso histórico-social de producción de una particular forma de
subjetividad por la cual la mujer se aliena de la propiedad y exploración de su cuerpo, regis-
tro de sus deseos, búsqueda activa de sus placeres, etcétera. (p. 188-189)

Este control sobre la sexualidad de las mujeres, además del mundo sentimental, tiene una impor-
tancia capital para comprender el ejercicio del poder que anteriormente se ha mencionado en relación
con la “libertad” de los varones cis, y que dan cuenta de que “a pesar de los avances hacia la igualdad,
el sistema patriarcal está profundamente anclado en la estructura social y, como ha mostrado recu-
rrentemente la historia, puede transformarse para no desaparecer” (De Miguel, 2015, p. 33). Para en-
tender estas representaciones actuales es necesario marcar los hitos históricos anteriores. En especial,
la modernidad: aquel momento de “cambio del viejo mundo al nuevo mundo, uno simboliza la reli-
gión, la comunidad, el orden y la estabilidad, y el otro equivale al cambio arrollador, la secularidad,
la disolución de los lazos comunales, la reivindicación sobre la igualdad” (Illouz, 2012, p. 17). Y que,
dentro de la misma, existirán también transformaciones significativas con respecto al matrimonio.
En este sentido, para B. Vasallo (2018), la monogamia en sí misma constituye una estructura de
poder y dominación sobre el polo femenino en el sentido de que, como sostiene también T. Tenen-
baum (2019), la exclusividad no es tal para ambas partes de la pareja. El varón cis ha contado con
diversos y distintos privilegios en los diferentes contextos históricamente, y este no es una excepción:
se acepta su infidelidad socialmente, aludiendo a explicaciones hasta biologicistas para ello. El pro-
blema en sí mismo refleja el hecho de mantener un compromiso en donde el dominio sea sobre la vida
sexual de las, históricamente, mujeres cis. Mencionadas en la historia como mujeres, pero contem-
plando todo lo Otro de las identidades de género -comunidad travesti/trans, no binarie, identidades
intersex, género fluído, entre otras- que quedan por fuera del Hombre cis, medida de todas las cosas.

Ética afectiva

Un aporte fundamental para el entendimiento y desarrollo del concepto de ética es el concebido


por Silvia Bleichmar (citada en Tajer, 2009), quien la piensa como la dimensión del semejante. Este
miramiento por esos/as otros/as puede ser de dos maneras: el o la semejante es toda la humanidad,
o lo es de forma acotada o de baja intensidad (círculo cercano, camaradería de varones cis, clase
social, entre otras posibles). Históricamente, todo lo que queda por fuera de la representación del
Hombre=humanidad (Fernández, 1993) es lo Otro, lo alternativo, y comprende a todas las minorías
de género, sexuales, de raza, etnia, y otras interseccionalidades. El desafío, entonces, será construir
aquel/a semejante rompiendo con la diferencia desigualada para alcanzar una verdadera ética afectiva
en el amor libre.
Pensando en estas referencias, se propone hacer un cambio de concepción, y no tan sólo de ter-
minología, para hablar de ética afectiva. Pero ¿por qué es problemático hablar de “responsabilidad”
afectiva? La palabra conlleva serios problemas, y puede observarse este hecho en otro campo: el
psicoanálisis. En esta corriente es usual la utilización del término de responsabilidad subjetiva que,
como explicita Alfredo Eidelsztien (2015), refiere a la culpabilización del sujeto al exigirle ese “ha-
cerse cargo de”. De todas formas, también este autor aclara que ni Freud, ni Lacan han hablado de
Año 2021 Número 3

ello en tales términos o palabras, sino que proviene de otro ámbito, el jurídico, y desde allí el análisis
etimológico remite a que responsabilidad es responder, asumir un compromiso, una obligación con
otros/as. Incluso, sostiene el autor, sería responder por lo que es imposible de “hacerse cargo”, como
lo es el determinismo inconsciente. Es decir, la responsabilidad proviene de una moral individualista

9
Symploké estudios de género

que lejos está de una ética posible y de una posición/postura desde dónde los/as sujetos/as se sostie-
nen, y pueden co-construir sus vinculaciones. Considerando lo anteriormente dicho, Caserola (2013)
explicita: “Una Ética se opone a la moral. Ética, siguiendo a Spinoza y a Deleuze, es la disciplina
de lo bueno para mi cuerpo, es decir aquello que estimula e incrementa mis pasiones alegres y mis
potencias, aquello que me compone con más cuerpos y en más afinidades y alegrías” (p. 3).
De este modo, puede pensarse que, allí donde uno/a otro/a se muestra expuesto/a en su vulnerabili-
dad, elegir no ejercer un poder es un acto ético. Y ese ejercicio de poder puede tomar muchas formas,
tanto desde la violencia física, así como de otro tipo, pudiendo ser manipulaciones, silencios, donde
se expone la asimetría sin ningún intento de generar acuerdos a través de la palabra. En referencia a
estos acuerdos, existe la noción de contrato en el amor libre como herramienta posible para establecer
acuerdos. Estos acuerdos serían la posibilidad de poner en palabras los contratos sociales obligatorios
que ya existen de forma implícita, y que culturalmente la expectativa es cumplirlos, se esté de acuer-
do con los mismos o no. En esa misma lógica entran tanto la heteronorma, así como la cisnorma y la
alonorma, en conjunto con la mononorma pensada como régimen político obligatorio, en el decir de
Vasallo (2018). Establecer contratos compartidos con otros/as y hacerlo de forma particularizada, y
no desde la universalidad, brinda un mayor grado de libertad.

Límites y líneas de fuga

El amor libre nos lleva a pensar en reglas, en puntos de fuga, en deconstrucción y construcción ri-
zomática, en el sentido de Deleuze y Guattari (1985). Implica creaciones y cambios, pero también es
cierto que estas ambiciones no deben llevar a la idea de una perfección o idealización de este tipo de
vínculos como única posibilidad. Como se ha mencionado anteriormente sobre anarquismo, el amor
libre intenta no hacer lo que sí ha hecho la monogamia: establecerse como obligatoriedad y no como
opción. Es así que también merece nombrar que:

De la definición teórica y de la práctica concreta del poliamor, también deducimos que “el
poliamor va de la mano del feminismo, inseparablemente”. No se entiende uno sin el otro,
ya que asume radicalmente y como punto de partida la igualdad de derechos entre todas las
personas. Desde esta perspectiva el planteamiento del poliamor es feminista, pero esto no
supone que el feminismo sea poliamoroso. (Alberich Nistal, 2019, p. 106)

Sin embargo, también se requiere entonces preguntarse: ¿Cómo puede hablarse de igualdad frente
a la asimetría económica y la social existiendo una diferencia desigualada? Diferencia desigualada
que pone por encima a lo masculino por sobre lo femenino y las diversidades. Cuestiones aún a con-
siderar, a trabajar y repensar en un sistema estructural patriarcal, colonial y capitalista.
Con respecto a la fidelidad y la lealtad, se piensa al deseo como diverso y cambiante, no fijo, cir-
culante. Estas implicaciones son cruciales para pensar en conformar una relación o vínculo con otros/
as. Así, se llega a la idea de “red de relaciones”, como co-construcciones que no dejen aislados/as
a las personas como sucede con las relaciones monogámicas con respecto al resto de sus relaciones
(amistades, familiares); y también no concentrar todas las expectativas en una sola persona (Alberich
Nistal, 2019). En la misma línea de pensamiento, Vasallo (2018) establece superar ese “nosotros de
a dos” en que queda encerrada la pareja. Esto no quiere decir que deban negarse sentimientos que
pensamos “superados” o complicados, como los celos o las inseguridades, que existen, y darles lugar
y ponerles nombre permite reconocerlos y trabajar sobre ellos, dejando de lado también la utopía de
que las relaciones libres no tienen conflictivas de este tipo.
Modificar y reapropiar estas construcciones, sin embargo, no es tarea fácil. Se destaca lo nuevo
Año 2021 Número 3

en sí mismo como temática a tratar, que da cuenta de un rechazo de los problemas de la dominación,
pero abre los de la libertad, con sus distintos modos de amor, de erotismo, de vinculación. La utopía
aún está en demasía, pero también, da ese costado de motor. Motor del cambio que puede generar las
condiciones de posibilidad (Fernández, 1993) para repensarnos, (re)construirnos, liberarnos, amar-

10
Symploké estudios de género

nos, y sentirnos, en la experiencia, en el cuerpo; en lo singular, pero también en una intersubjetividad


que vaya de la mano del reconocimiento mutuo y no del dominio. Siendo habitados/as aún por la
historia, pero no necesariamente determinados en su totalidad por ella. Será siempre, entonces, un
no-todo a poner en juego, una apuesta de confianza donde se dé lugar a nuevas prácticas, más igualita-
rias y desde el afecto, y no como imposiciones y totalidades cerradas que cristalicen a las identidades
en géneros binarios y de manera jerárquica, estableciendo una sola forma de relacionarse entre los
mismos. Darle lugar a lo vivencial a través del análisis crítico y la deconstrucción de lo dado será
entonces ese primer paso para, al menos, desde la negativa, saber qué no se quiere repetir, y desde lo
positivo, la potencia de la co-construcción de ir hacia un más allá del amor y la libertad.

Referencias bibliográficas

Alberich Nistal, T. (2019). ¿Poliamor, amor libre o en libertad? Potencialidades y dificultades. MLS
Psychology Research 2 (1), 99-116 doi: 10.33000/mlspr.v2i1.212
Baigorria, O. (comp.) (2006) Amor libre. Eros y Anarquía. Buenos Aires, Argentina: Editorial Uto-
pía Libertaria.
Bauman, Z. (2005). Amor Líquido. Buenos Aires, Argentina: FCE
Deleuze, G. y Guattari, F. (1985) El anti-Edipo. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
De Miguel, A. (2015). Neoliberalismo sexual. Madrid, España: Ediciones Cátedra.
Caserola, M. (2013). LUDDISMO SEXXXUALES: Ética amatoria del deseo libertario. Buenos
Aires, Argentina: Colección (im)pensados.
Eidelsztien, A. (2015). La “responsabilidad subjetiva” en psicoanálisis. El rey está desnudo, 8(8),
1-15.
Esteban, M. L. (2011). Crítica del pensamiento amoroso. Barcelona, España: Edicions Ballesteras.
Fernández, A. M. (1993). La mujer de la ilusión. Buenos Aires, Argentina: Paidós.
Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión. Buenos Aires, Argentina: Siglo
XXI.
Freud, S. (1930). El malestar en la cultura. Obras Completas: Sigmund Freud . Tomo XXI. Buenos
Aires, Argentina: Amorrortu.
Illouz, E. (2012). Por qué duele el amor. Buenos Aires, Argentina: Katz Editores.
Sartre, J.P. (1973). El existencialismo es un humanismo. Buenos Aires, Argentina: Sur.
Tajer, D. (2009). Modos de subjetivación: modos de vivir, de enfermar y de morir. En Heridos Co-
razones. Vulnerabilidad Coronaria en Varones y Mujeres (pp 47 – 68). Buenos Aires, Argentina:
Paidós.
Tajer, D. (8 de junio de 2019). Descubrir la pólvora: les feministes menos pensades. Latfem . Recu-
perado de http://www.latfem.org
Tenenbaum, T. (2019). El fin del amor. Buenos Aires, Argentina: Editorial Ariel.
Vasallo, B. (2018). Pensamiento monógamo, terror poliamoroso. Madrid, España: La oveja roja.
Año 2021 Número 3

11
La construcción fílmica de
Symploké estudios de género

lo femenino: del cine clási-


co argentino al documen-
tal feminista
Elizabeth Ormart
Universidad de Buenos Aires

Recibido:18/04/2021
Aceptado: 06/06/2021

El soldado viejo posee la verdad de la experiencia


y el soldado joven la verdad de la ficción. Nunca son idénticas pero,
aunque sean de orden diferente, a veces pueden no ser contradictorias-dice Pichón.
(Saer, 2005, p. 146)

Resumen

En el presente escrito se manifiesta la evolución del cine argentino, desde el modelo de mujer-ma-
dre al modelo de mujer empoderada y trabajadora por fuera del hogar. Dicho pasaje se explora en la
tensión entre las películas de principios del cine clásico al cine documental feminista de María Luisa
Bemberg. Los documentales de Bemberg resultan una denuncia a los estereotipos de género, son
concebidos desde la lucha activa contra el patriarcado. Podemos pensar que constituyen un esfuerzo
superador del relato homogéneo y naturalizado sobre lo femenino que el cine clásico ha sabido mos-
trar como lo esperable y lo moralmente bueno.

Palabras clave: feminismo - ética - ideales - representaciones sociales - cine

Abstract

In this writing, the evolution of Argentine cinema is manifested, from the model of a woman-mo-
ther to the model of an empowered and working woman outside the home. Said passage is explored
in the tension between Bemberg’s early classical cinema films to feminist documentary cinema. Bem-
berg’s documentaries are a denunciation of gender stereotypes, they are conceived from the active
struggle against patriarchy. We can think that they constitute an effort to overcome the homogeneous
and naturalized narrative about the feminine that classical cinema has shown as the expected and the
morally good.
Año 2021 Número 3

Keywords: feminism - ethics - ideals - social representations - movie

12
Symploké estudios de género

1. Introducción

En el presente trabajo me gustaría tomar dos momentos en el análisis de la representación de lo


femenino. Un primer momento, el de las películas argentinas de la época de oro del cine nacional,
desde fines de los años 30 a principios de los años 50. Y un segundo momento, que está marcado por
los comienzos del cine documental realizado por una mujer y en torno a la cuestión del feminismo.
Estos dos momentos demandan un análisis de la posición epistemológica del carácter ficcional del
documental y el afán realista del cine clásico. Será necesario detenerse en una propedéutica analítica
de algunos conceptos centrales como verdad, ficción, verosimilitud, relato, representación, construc-
ción en el cine y en el documental.
En ese abanico de sentidos intentaremos delinear lo que llamaremos un realismo ingenuo (Ormart
& Bunetti, 2005), organizado en un relato homogéneo en torno a ciertos ideales colectivos, que pue-
den ser leídos a posteriori como esfuerzos de una industria naciente y un aparato político que adopta
el cine como una herramienta de adoctrinamiento social. Por otro lado, el movimiento feminista
encarnado en la cámara de María Luisa Bemberg busca plasmar su reclamo contra el patriarcado que
necesita también de un relato unificado. Pero en este esfuerzo de epopeya libertadora, no podemos
dejar de señalar que el afán emancipatorio de los documentales de Bemberg son también construc-
ciones sociales sesgadas por el afán del activismo feminista. Haciéndose necesaria una posición ter-
cera, de superación, propuesta por Judith Butler. Se presentan entonces dos discursos A y no A en la
lógica binaria de enfrentamiento entre la propuesta de lo femenino delineado por el cine popular y lo
femenino postulado por el feminismo contra el relato previo. Ambos paradigmas (Barthes, 2004) se
sostienen en una lucha continua de polos opuestos inasimilables. Se trata de pares de oposición de la
mujer oprimida a la empoderada, de la mujer atada a sus hijos a la mujer independiente. Se trata de
marcar las diferencias entre los géneros y al interior del género femenino.

2. La realidad hecha ficción: los comienzos del cine nacional y la narrativa de lo femenino

La industria cinematográfica argentina que comenzó erráticamente en la década del 30 y se fue


afianzando los veinte años siguientes, fue amasando un relato en sus producciones que a posteriori
leemos con cierta homogeneidad. Podemos comenzar estableciendo que el dialogo intertextual (en-
tre filmes) es diálogo entre textos, es analizar los textos “como si” dialogaran entre sí. Estos relatos
intertextuales nos ofrecen la construcción fílmica de lo femenino epocal. No podemos decir que un
film refleje la realidad, podríamos sostener que las películas nos brindan una impresión de realidad,
sostenida en el intertexto pero también en los recursos fílmicos a los que recurre el cine del senti-
miento. Tampoco podemos calificar a un film como que refleja la verdad de la época o la sociedad.
Pero sí que logra verosimilitud. Según Stam, (2001) “La exactitud representativa de los detalles
importaba menos que su papel como creadores de una ilusión óptica de verdad. Al borrar los signos
de la producción, el cine dominante persuadía a los espectadores de que tomasen lo que no era sino
efectos recreados como representación transparente de lo real” (p. 172). La verosimilitud consiste
en la construcción de ciertas categorías o personajes que el observador, en un pacto tácito con el
realizador, acepta como verdaderas porque son similares a las vistas en otras películas (textos). Las
películas del cine del sentimiento (entre los años 30 y 50) dialogan entre sí construyendo categorías
y representaciones homogéneas, se trata de un relato y de una forma de filmar que el cine nacional
emula del hollywodense.
Según Pardo (2017)

La uniformización y estandarización caracterizaron a esas producciones, así como el borra-


Año 2021 Número 3

do del corte y el uso de la fragmentación al servicio del relato. Entre las características del
cine clásico hollywoodense se encuentran, además, la frontalidad, la utilización de diversas
clases de raccord, la reversibilidad del espacio -campo y fuera de campo no son fijos-, los
movimientos de cámara en función de la diégesis y, en términos generales, la creación de un

13
Symploké estudios de género

espacio que no existe en la realidad. Sánchez-Biosca advierte entonces que el lenguaje del
cine clásico, que muchas veces fue considerado una suerte de lenguaje “natural”, no es sino
un constructo de carácter discursivo.” (p. 76)

Los valores de la familia, la amistad, el trabajo y los roles de género, se encontraban simplificados
en un relato unificado, que se podía trasmitir a las grandes masas populares. Ese relato naturalizado
de contenidos morales –lo bueno para todos- se vuelve un factor de cohesión y adoctrinamiento so-
cial. El eje de ese relato socio político, que propongo llamar “hacer patria” supone un llamado a cada
uno a su manera a responder al modelo que se va gestando como diálogo abierto entre el realizador
y la sociedad. Modelo de mujer, de trabajador, modelo de hombre, de madre, etc. Hacer patria es
hacer sacrificios en pos del ideal. Hacer sacrificios por la familia, como veíamos en el último paya-
dor, la abnegada mujer del payador que perdona la infidelidad de su marido o en Cándida millonaria,
cuando ella sacrifica sus joyas por su deseo de hacer feliz a su familia, o en Los árboles mueren de pie,
cuando todos los personajes a su manera, hasta la abuela engañada terminan sacrificando hasta la ino-
cencia por amor a sus seres queridos. A los personajes se les demanda un amor eterno, no hay nada
que lo destruya, ni la infidelidad (el último payador), ni el paso del tiempo (la barra de la esquina),
ni la pobreza (las aguas bajan turbias), ni la distancia (la vida es un tango), ni los celos (los isleños),
ni las sospechas de inmoralidad (besos brujos). Este amor es irreal, pero es una propuesta idealizada
del amor. Y claramente, el cine del sentimiento propone lo ideal por sobre lo real.
“El modo de representación institucional del cine realista clásico estaba constituido por un con-
junto de parámetros formales que incluyen prácticas de montaje, usos de la cámara y del sonido que
suscitan la apariencia de continuidad espacial y temporal. Dicha continuidad se obtenía en el cine
clásico de Hoollywood, mediante protocolos en la presentación de nuevas escenas (la progresión
coreografiada desde un plano de conjunto a un plano medio o primer plano), dispositivos conven-
cionales para evocar el paso del tiempo (fundidos, efectos iris), técnicas de montaje para suavizar la
transición entre plano y plano (la regla de los 30 grados, el raccord de posición, el raccord de direc-
ción, el raccord de movimiento, los insertos para cubrir discontinuidades inevitables) y dispositivos
que sugieren la subjetividad (el monólogo interior, los planos subjetivos, el raccord de miradas, la
música empática). El cine clásico realista era “transparente” porque pretendía borrar todos los rastros
del “trabajo del filme”, presentándolo como algo natural. El cine clásico realista también recurría a lo
que Roland Barthes (2004) denominó efectos de realidad, es decir la orquestación artística de detalles
aparentemente superfluos como garantes de la autenticidad.

La caracterización de lo femenino en el cine clásico

En esta co-construcción de relatos verosímiles, la categoría femenino es una de las representadas


por las películas de esta época. Vamos a tomar algunos rasgos de lo femenino que se van delineando
en el cine de los comienzos.

2.1. La mujer que espera

La barra de la esquina (1950), La vida es un tango (1939), El último payador (1950), Besos bru-
jos (1937). En todas las películas hay un denominador común, la buena mujer espera al hombre que
ama. La Marga de Besos brujos es secuestrada y alejada de su verdadero amor y es capaz de negarlo,
para salvarle la vida, pero no lo olvida y sólo anhela su felicidad. Al cantor de La vida es un tango
es el amor de Elisa el que lo cura y le devuelve la capacidad para cantar. Lo que no logró el amor de
María en El último payador, lo logra Elisa en La vida es un tango. Sin embargo, María le perdona la
Año 2021 Número 3

infidelidad y el desdén de Betinotti. Elisa espera a su amor por veinte años en la misma ventana que
Alberto la dejo. Las películas de esta serie terminan con el abrazo entre el cantante y la mujer amada.
En Besos brujos, es la cantante y el hombre amado, pero finaliza de la misma manera.

14
Symploké estudios de género

2.2. La mujer atrás del hombre

Si bien encontramos películas en el que el personaje central es una mujer, como lo son las pelícu-
las de Nini Marshal, Libertad Lamarque o Tita Merello, en el que el renombre de las actrices le da
un estilo a la película en el que el relato gira en torno a la figura central. La cómica Niní; la cantante,
Lamarque, o la mujer fuerte, Tita han sido recreadas desde un personaje que anticipa su lugar en la
película. El film es construido a la medida del personaje. Finalmente, la figura central encuentra su
final feliz cuando un hombre la elige y la convierte en su mujer adoptando una posición de cierta
sumisión al mismo.
De Niní tomamos las películas Educando a Nini (1940), Cándida Millonaria (1941), Divorcio en
Montevideo (1939) y Casamiento en Buenos Aires (1940), la mujer que cumple su destino de ser
esposa está claro. En esta última película, Nini y Sabina Olmos serán las mujeres que necesitan de
un hombre que las quiera y respete como esposas, y abandonen sus salidas nocturnas con otras malas
mujeres. El esfuerzo heroico de las buenas mujeres está encaminado a casar a Nini con un hombre
presto a seguir a la mujer que se le cruza en el camino. Y la lucha de la buena mujer, encarnada en
Sabina Olmos en conservar su marido, contra la mala mujer que quiere arrebatarlo. El recurso al que
apelan las mujeres desesperadas por conservar a sus maridos es quedar embarazadas. Los hijos se
presentan como la garantía de estabilidad matrimonial. Tita Merello, encarna en Filomena Marturano
(Mottura, 1950) a una mujer humilde que se sacrifica para mantener con dignidad a sus tres hijos “sin
padre”. Esta mujer convive con un hombre a quien ella, Filomena, presiona para casarse. A lo largo
de todo el relato, Filomena acciona para presionar de diferentes formas a este hombre para que se
case y la forma que encuentra es no decirle cuál de sus tres hijos es de él, de modo que acepte ser el
padre de todos.

2.3. El destino de esposa y madre

Podríamos preguntarnos ¿por qué tantos esfuerzos y sacrificios por casarse con un hombre que no
tiene voluntad de hacerlo? o ¿por qué el engaño es una buena herramienta de presión para mantener
el matrimonio a toda costa? En los años cuarenta y cincuenta, el matrimonio era considerado el hito
fundacional de la familia, en la medida que otorgaba legitimidad a los hijos, funcionaba como patrón
regulativo de las relaciones de consanguinidad, sellaba las formas de trasmisión del patrimonio y
demarcaba las formas de respetabilidad familiar (Cocce, 2006). Según Calzón Flores, Tita Merello
en su vida personal no encarnada el destino de mujer de casa. Sin embargo, en el cine sus papeles
estaban performados a la medida de los ideales de la mujer su época. Tita Merello se mostrará como
una mujer de fuerte carácter, como describimos en Filomena Marturano o en la carancha de Los Is-
leros, y por estar desajustada al modelo de mujer sumisa será domesticada a cintazos por su marido.
Un hombre para demostrar su hombría tiene que dejar bien claro quién es el que manda, quien es el
que da las órdenes, quien es el que comanda el barco familiar. Luego, la carancha se encauza con la
llegada del hijo y su instinto maternal es tan grande que daría la vida por él. En el Mercado de Abasto
su mal genio es domesticado por el matrimonio con un mal hombre, que escapa cuando es descubier-
to como bígamo. Entonces ella necesitará de otro hombre que la ayude en la crianza de su hijo y allí
estará presente Pepe Arias encarnando al bonachón que cargará con la mujer abandonada.
Esposa último modelo (Carlos Schlieper, 1950) es una película cargada de estereotipos de género,
en los que lo positivo de una mujer es que sea ama de casa y si no lo hace se aleja del parámetro de
lo esperable y esto la lleva a la cárcel. Los impulsos femeninos son irracionales si no se encaminan
en las tareas domésticas son peligrosos para la sociedad. El matrimonio se vislumbra como un orga-
nizador social y un dispositivo de disciplinamiento de las mujeres.
Año 2021 Número 3

3. La ficción hecha realidad: los primeros documentales de Bemberg

Se cree que el documental es más real que el cine de ficción. Hasta ahora hemos delineado un cine

15
Symploké estudios de género

filmado por hombres en el que se -muestra una representación de lo femenino naturalizada, homogé-
nea y culturalmente avalada.
Mendoza (2015) con impecable lucidez, cuestiona el carácter real del documental:

La capacidad que tienen las cámaras fotográficas, cinematográficas y de video de replicar


fielmente aquello que registran —lo mismo que los equipos que graban sonido— consigue
crear en el espectador la ilusión de realidad. Desde la postura más simple, se suele entender
dicha capacidad de réplica como una forma de capturar la “realidad”; no obstante, es obvio
que la realidad es inaprensible y que estos aparatos de filmación o de grabación únicamente
son capaces de registrar aspectos parciales de sucesos determinados. (p. 115)

Bill Nichols plantea que el vínculo entre eso a lo que podemos llamar imagen documental y mundo
fáctico es prácticamente nulo. Bill Nichols agrega: “el nexo entre imagen y objeto no certificará el
estatus histórico del objeto ni la credibilidad de un argumento” (p. 31) Todas estas observaciones son
tan válidas para el cine documental supuesto defensor de la “verdad tal cual es” y obviamente del cine
del sentimiento, en el que parece aún más evidente su carácter de construcción social.
El escepticismo de Nichols se basa en dos afirmaciones: las cámaras de cine no captan la realidad
por más que sean capaces de replicar lo que registran, y la imagen no puede exponer su significado e
implicaciones. Hermosa imagen que Platón relató tan bien en su alegoría. La creencia que las copias
de los objetos proyectados en el interior de la caverna son la realidad no las hace verdaderas.
El platónico Nichols señala que

El cine nos presenta imágenes de cosas. Las imágenes son distracciones miméticas y falsi-
ficaciones; no pueden ocupar nuestra razón ni saciar nuestra hambre de verdad. Si nos de-
cantamos por el documental, la respuesta puede resultar menos evidente pero al final sigue
siendo «no». […] Las imágenes son imitaciones misteriosas de aquellas mismas cosas que el
lenguaje escrito puede desentrañar, convertir en artículos de conocimiento y tornar aprove-
chables para propósitos productivos. En el mejor de los casos las imágenes pueden ilustrar
una cuestión que a la larga tendrá que recurrir a las palabras para exponer su significado e
implicaciones. (p. 31-32)

Esta vuelta a Platón nos recuerda las advertencias que él mismo nos hacía sobre la pseudo realidad
del interior de la caverna. Su carácter más nocivo consiste en presentarse como la realidad. Las imá-
genes de archivo no parecen ser sospechosas de falsedad, sin embargo tampoco pueden ser definidas
como la realidad.
Según Mendoza (2015), aunque

existen indicios de que Dziga Vertov utilizaba imágenes filmadas por otros en sus propios
trabajos, no obstante, todo parece indicar que fue Esfir Shub quien produjo la primera pe-
lícula basada en imágenes filmadas por otros, cuando realizó la película La caída de la di-
nastía Romanov (1927). La figura de Shub es digna de ser destacada, puesto que fue una de
las primeras mujeres que se dedicaron al cine documental, fue pionera en la realización de
filmes basados en imagen de archivo, así como en la creación de acervos cinematográficos.
(p. 126-127)

A partir de aquí, quisiera introducir al debate sobre el estatuto ficcional del documental y la mirada
de lo femenino que supo documentar una de las primeras directoras mujeres: María Luisa Bemberg.
Año 2021 Número 3

4. La crítica feminista a los estereotipos de género en Bemberg

Según nos cuenta Paulo Pecora se suele ubicar a Emilia Saleny como la primera mujer cineasta y

16
Symploké estudios de género

también la primera profesora de actores de cine de América del Sur, lamentablemente la única de sus
películas -mudas- que sobrevive es El pañuelo de Clarita, filmada entre 1917 y 1918. Desde aquella
fecha, a principios del siglo pasado hasta 1980, solo hubo 10 estrenos dirigidos por mujeres en el cine
nacional. Es más, luego de los films mudos las salas locales no volvieron a tener una directora hasta
1960, cuando Vlasta Lah -la única mujer cineasta en América Latina en la década- presentó “Las fu-
rias” durante el auge del cine independiente.
En esta breve historia del cine filmado por mujeres, tienen un lugar central los cortos de María
Luisa Bemberg. Por ser filmados desde la mirada de una mujer militante del feminismo, y por ser los
primeros que inauguran un nuevo género de lo fílmico. Según nos cuenta Candela Carreño (2018)
“Corría el año 1972 en Argentina, y en la Sociedad Rural se organiza una exposición dedicada a la
mujer: “Femimundo ´72. Exposición Internacional de la mujer y su mundo” (http://marialuisabem-
berg.com/elmundodelamujer.html). Varios tópicos recorrían la línea general del evento, que pueden
resumirse en el consumo dedicado a la imagen corporal heteronormativa de las mujeres, la temática
del ahorro y el consumo y la relación madre-hijo. Frente a semejante evento, las miembras de UFA
decidieron realizar acciones concretas en relación a esta mega exposición. Además de las integran-
tes entregando volantes en el predio de La Rural –como se puede observar en el mismo documen-
tal– alentaron a Bemberg, parte del equipo, a realizar un cortometraje de 17´ donde cuestionan todo
aquello que discutían previamente en los encuentros de concientización de la agrupación. El panfleto
que se repartió en el evento decía:

La discriminación sexual y salarial, la marginación política, la patria potestad, la subordi-


nación económica, la dependencia marital, los quehaceres domésticos no remunerados, la
esclavitud de estos quehaceres no compartidos con el varón sumados a un trabajo fuera
del hogar, el embarazo no deseado, la erotización comercializada de la mujer, una moral
diferente para cada sexo. Estas son alguna de las notorias diferencias. Mientras subsistan es
imposible que la mujer se considere y sea considerada un ser humano completo. Nos han he-
chos rivales. Nosotras nos descubrimos hermanas. Hacemos un llamado a todas las mujeres
sin discriminación social, política, cultural o generacional para que se solidaricen con este
movimiento que tiene como primer objetivo crear una conciencia NUEVA.

Los documentales de María Luisa Bemberg “El mundo de la mujer” y “Juguetes” logran hablar,
mostrar, localizar algo de la violencia institucionalizada, aceptada, mantenida y sostenida socialmen-
te. La violencia que no repugna, que no rechazamos, a la que nos habituamos. Para mostrar esta vio-
lencia no hacen falta escenas de sangre y horror. Mediante un horno y una plancha, con unos juegos y
canciones, con sonidos y animaciones Bemberg desentraña la forma de escenificar aquello de lo que
no se habla. Los documentales de Bemberg deconstruyen lo que el cine clásico se ha esforzado en
naturalizar. Son una invitación Platónica a la salida de la caverna, a la salida de la prisión del hogar.
El valor instrumental de la mujer al servicio del hombre se vislumbra en esos “deberes” que fun-
cionan del exterior al interior y que por la habitualidad se terminan haciendo carne. La canción de
fondo que “Debe ser” es el decálogo de los imperativos femeninos los que se ve sometida la mujer
desde pequeña.
El cuento de Cenicienta que comienza en el documental “Juguetes” termina en “El mundo de la
mujer” en una cárcel en la que la protagonista por hacer bien su papel de mujer, ha quedado inmersa.
Esa sensación de prisión, de encierro que tan bellamente ha desplegado Alfonsina Storni en su poema
“El león” al hablar de su jaula: “Como tú contra aquélla mil veces he saltado, Mil veces, impotente,
volvime a acurrucar. ¡Cárcel de los sentidos que las cosas me han dado! Ah, yo del universo no me
puedo escapar.” Y dirá Platón “Allí desde su infancia, los hombres estarán encadenados por el cuello
Año 2021 Número 3

y por las piernas, de suerte que permanecerán inmóviles y solo pueden ver los objetos que tienen de-
lante porque las cadenas les impiden volver la cabeza” (p. 384). Esta cárcel de Alfonsina y de Platón
será una prisión creada y construida para las mujeres por el cine del sentimiento, que es expresión de
una cultura más amplia en la que ellas se encuentran inmersas desde su nacimiento. Este relato social

17
Symploké estudios de género

de la dicha que la mujer encuentra dentro de su casa, con sus electrodomésticos de lujo y sus hijos. La
lógica del mercado ofrece un cine para consumir desde la infancia que la entretiene y le hace olvidar
que se encuentra encadenada en la caverna de los ideales sociales. La lógica del mercado la vende
como objeto sexualizado de consumo para los hombres, y la coloca como compradora de todos los
bienes materiales que harán más confortable su prisión permanente.
Mientras “Juguetes” deja abierta la esperanza con la pequeña Bárbara, el documental de Femimun-
do nos entrega la acongojada certeza del Arroz con leche, el destino escrito en el cuerpo femenino ser
esposa y madre que hunde sus raíces en la Virgen Madre bíblica (Ormart, 2020). Estar al servicio del
hombre, la inferioridad de la mujer, su lugar de “propiedad” del varón son algunos de los mensajes
que con tonos alegres transmite la canción. Las reflexiones de importantes pensadores se escuchan
como voz en off y dejan sus palabras resonando en torno a la mujer que naturalmente está marcada
para ser lenta, poco inteligente y lo más importante, que sea bella.
Al decálogo de deberes le sigue la letanía de los saberes femeninos. Se escucha el canto infantil
“que sepa…”. Los saberes de la mujer están centrados en ser una virgen (casta) y luego una puta (que
sepa excitar); una mucama que limpie la casa y una vampiresa, que conozca los trucos para atraer, una
cocinera y una modelo, que cuide su peso. Mientras que los niños desde pequeños están alfabetiza-
dos en la creatividad, el ingenio, la fuerza, el poder. Las niñas son las encargadas de llevarlos al altar,
cocinarles, ser esposas y madres.
La violencia logra ser representada en el montaje que va del maniquí a la mujer, del juguete infan-
til (las pistolas) a la imagen de la segunda guerra mundial. La voz en off del locutor que vende un
producto al compás de las mujeres que desfilan. Cuando las mujeres pagan, comprando productos en
espejo, el mensaje es que ellas son las que se venden como producto para los hombres. Quisiera con-
cluir mostrando este pasaje con un breve fragmento de Cortázar, del relato “Preámbulo a las instruc-
ciones para dar cuerda a un reloj”: “No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el
cumpleaños del reloj.” Del mismo modo no es la mujer la que compra, la que consume los bienes del
mercado, sino que ella es la mercancía que se compra y vende en el mercado dominado por hombres.
La violencia es representada con las canciones infantiles con un mensaje claramente machista.
Con las encuestas realizadas a los niños y niñas, ellos y ellas son hablados por el imperativo cultural
de “querer ser” lo que han sido condicionados a “ser”.

5. Reflexiones finales

Los documentales de Bemberg resultan una denuncia a los estereotipos de género, son concebidos
desde la lucha activa contra el patriarcado. Podemos pensar que constituyen un esfuerzo superador
del relato homogéneo y naturalizado sobre lo femenino que el cine clásico ha sabido mostrar como lo
esperable y lo moralmente bueno. Se trata de pares de oposición de la mujer oprimida a la empode-
rada, de la mujer atada a sus hijos a la mujer independiente. Se trata de marcar las diferencias entre
los géneros. Pero en este esfuerzo de epopeya libertadora no podemos dejar de señalar que el afán
emancipatorio de los documentales de Bemberg son también construcciones sociales. No confunda-
mos el documental con la realidad y recordemos, como señala Nichols, que las cámaras de cine no
captan la realidad.
Como anticipaba en la introducción las películas del cine clásico retratan un ideal de lo femenino
que se impone y performa, al decir de Butler, a las niñas desde su infancia. Lo esperable se vuelve
lo moralmente correcto y es naturalizado como mensaje homogéneo para las niñas. Así también los
varones serán educados en estos estereotipos de género que cristalizan lo esperable socialmente de
cada género.
La comprometida cámara de Bemberg mostrará el carácter ilusorio de la simplificada imagen mer-
Año 2021 Número 3

cantilizada de la mujer ama de casa y madre.


Ambas miradas constituyen lo que Barthes llama el paradigma. Un paradigma es para Barthes la
oposición de dos términos que se presentan en una disyunción exclusiva (A o -A). Este enunciado
lógico nos confronta con la polarización: o lo uno o lo otro pero no ambos. La oposición binaria es

18
Symploké estudios de género

ejemplificada por Barthes de múltiples formas que se nos presenta en este escrito como el discurso del
patriarcado versus el discurso del feminismo. Todo discurso unificado supone una forma de violencia
a lo diverso, a lo que no se encuadra, a lo que queda por fuera. Tendremos que transitar varias décadas
de cine nacional para poder encontrar alguna producción que desbarate el paradigma. Lo neutro será
para Barthes aquello que se presenta “como campo polimorfo de esquives del paradigma” (Barthes,
1977, p. 51-52). El cine muestra la tensión el movimiento, funciona como catalizador de que circula
como discurso política o moralmente correcto. Sostener lo neutro, es ir más allá de los binomios, re-
sulta incómodo pero supone un abrirse a la diversidad.

Referencias bibliográficas

Filmografía

Educando a Nini (1940).


Candida Millonaria (1941)
Divorcio en Montevideo (1939)
La ley que olvidaron (1937)
Mercado de Abasto (1955)
Filomena Marturano. (1950)
La barra de la esquina (1950),
La vida es un tango (1939),
El último payador (1950),
Besos brujos (1937)
Los isleños (Demare, 1951)
Cándida millonaria (Luis Bayón, 1941)
Las aguas bajan turbias (Hugo del Carril, 1952)
Los árboles mueren de pie (Carlos Schlieper, 1951)
Esposa último modelo (Carlos Schlieper, 1950)
Femimundo (Bemberg, 1972)
Juguetes (Bemberg, 1978)

Bibliografía

Berardi, M. (2006). La vida imaginada. Vida cotidiana y cine argentino 1933-1970, Buenos Aires,
Ediciones del Jilgero.
Barthes, R (2004) Lo neutro. Buenos Aires: Siglo XXI. Prólogo de Nicolás Rosa
Butler, J (1993) Cuerpos que importan. Paidós, Buenos Aires: 2002.
Calzón Flores, F (2013) “El sistema de estrellas en Argentina durante los cuarenta y cincuenta: el
caso de Tita Merello”. Revista Montajes. Número 002 ENERO-JUNIO DE 2013, p. 53-73.
http://www.revistamontajes.org/?p=947
Carreño, C (2018).” La vigencia de María Luisa Bemberg”. Registro documental. https://registrodo-
cumental.com.ar/la-vigencia-de-maria-luisa-bemberg/
Cortázar, J (1962) Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj. En Historia de Crono-
pios y de fama. En línea: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/preambulo_a_las_ins-
trucciones_julio_cortazar.pdf
Cosse, I. (2006). Estigmas de nacimiento. Peronismo y orden familiar 1946-1955, Buenos Aires,
Año 2021 Número 3

Fondo de Cultura Económica.


Conde, M (2009) Tesis de doctorado. Martes, día de damas. Mujeres y cine en la Argentina, 1933-
1955 http://lanic.utexas.edu/project/laoap/iigg/tesis7.pdf
Fernández Parmo, G (2010) “La representación de la mujer en el cine argentino”. La máquina

19
Symploké estudios de género

retórica. Recuperado: http://lamaquinaretorica.blogspot.com/2010/07/cine-clasico-argentino-la.


html
Mendoza (2015) La invención de la verdad. Universidad Autónoma de México.
Ormart, E & Brunetti, J (2005) “Más allá del sujeto epistémico”. Revista del Instituto de Investi-
gaciones de Psicología Año 10 Nº 1. Págs. 97-115. Recuperada: http://www.psi.uba.ar/inves-
tigaciones.php?var=investigaciones/revistas/investigaciones/indice/resumen.php&id=73&a-
nio=10&vol=1
Ormart, E (2020) “Tensiones entre lo femenino y la maternidad en torno a las técnicas de reproduc-
ción asistida”. Premio Facultad de Psicología. UBA. Pp. 1 – 13. Recuperado en: http://www.
psi.uba.ar/institucional/premio/2020/trabajos/omart.pdf
Pardo, S. (2017). Cine clásico argentino: espacio, mirada y autorreflexividad. Los casos de La tram-
pa y Cosas de mujer. Dixit, (26), 74-83. https://doi.org/10.22235/d.v0i26.1339
Platón. (1986) La república. Eudeba.
Sánchez-Biosca, V. (1991). Teoría del montaje cinematográfico. Valencia, España: Filmoteca de la
Generalitat Valenciana. http://www.panoramadelarte.com.ar/hamal/textos/Sanchez%20Bios-
ca%20teoria%20del%20montaje%20cinematografico.pdf
Storni, A. (1979) Antología poética. Losada.
Stam, Robert (2001) Teorías del cine. Una introducción. Barcelona: Paidós.
Pecora, P(2009) «Un asunto de mujeres. El rol protagónico de la mujer en el cine argentino », Ciné-
mas d’Amérique latine [En ligne], 17 | 2009, mis en ligne le 06 novembre 2015, consulté le 19
février 2021. URL: http://journals.openedition.org/cinelatino/1614; DOI:https://doi.org/10.4000/
cinelatino.1614.

Año 2021 Número 3

20
La ruta crítica en situacio-
Symploké estudios de género

nes de trata con fines de


explotación sexual
Milena Sapey
Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires

Recibido: 19/05/2021
Aceptado: 19/08/2021

Resumen

La trata de personas con fines de explotación sexual es una de las expresiones más extremas de
violencia de género a nivel mundial. En Argentina, existen normativas que sancionan la trata de per-
sonas, sin embargo, se configuran una serie de limitaciones para el efectivo fin de la problemática y
la restitución de derechos. El presente artículo anali-za los obstáculos y los facilitadores de las rutas
críticas de mujeres víctimas de trata desde la perspectiva de informantes clave participantes de pro-
gramas sociales y organizaciones anti-trata dentro del Área Metropolitana de Buenos Aires en los
procesos de restablecimiento de derechos.

Palabras clave: Ruta crítica - Explotación sexual - Trata de personas - Género - Psicolo-gía Comuni-
taria

Abstract

Human trafficking for sexual exploitation is one of the most extreme expressions of gender violen-
ce worldwide. In Argentina, some regulations punish human trafficking, however, there are a series
of limitations for its effective end and the restitution of rights. This article analyzes the obstacles
and facilitators encountered by women, victims of sexual trafficking along the critical routes. This
research is carried out from the perspective of key informants participating in social programs and an-
ti-trafficking organizations working to restore rights located in the Metropolitan Area of Buenos Aires.

Keywords: Critical route - Sexual exploitation - Human Trafficking - Gender - Com-munity Psycho-
logy
Año 2021 Número 3

21
Symploké estudios de género

Introducción

La trata se constituye como una manifestación de la violencia de género sostenida en un complejo


entramado social al ser un crimen que afecta a las mujeres de manera específica y desproporcionada
(Wilson, 2013; Torres Falcón, 2016). A nivel mundial, mujeres y niñas representan más del 70% de
las víctimas de trata, independientemente de los fines de explotación (UNODC, 2018) y dentro de la
explotación sexual el porcentaje aumenta al 99% (OIT, 2017).
En Argentina existen normativas que sancionan la trata de personas, como la Ley 26.842. El 2°
artículo de dicha ley define a la trata de personas como “el ofrecimiento, la captación, el traslado, la
recepción o acogida de personas con fines de explotación, ya sea dentro del territorio nacional, como
desde o hacia otros países”. A su vez, existen programas gubernamentales que trabajan sobre la erra-
dicación de la trata, sin embargo, existen limitaciones para el efectivo fin de la trata y la restitución
de derechos a las personas explotadas. Estas limitaciones se ven reflejadas en las falencias de imple-
mentación de los programas anti-trata, la falta de estadísticas estandarizadas a nivel nacional, como
también en la invisibilización de la población LGBTTTIQ+ en la problemática y la obsolescencia de
las políticas reglamentadas (Flamtermesky, 2014; Sommer, 2017; Zaldúa et. al, 2014).
La trata de personas es comúnmente analizada desde diversas posturas teóricas: criminal, dere-
chos humanos, seguridad humana, feminismo, teorías de la globalización y estudios culturales (Nieto,
Becerra Barbosa, López Rodríguez y Quintero, 2011). Dentro del feminismo, la trata se encuentra
implicada en el debate en torno a la prostitución donde el regulacionismo establece una distinción
entre trata y trabajo sexual (Varela, 2012) mientras que el abolicionismo postula que la prostitución
siempre es una forma de trata, situando la responsabilidad principalemente en la demanda (Ziáurriz,
2011). A pesar de las diferentes posturas de análisis, existe entre ellas un punto común: el reconoci-
miento de la vulneración, daño y trauma de las personas en situación de trata con fines de explotación
sexual como también los condicionantes estructurales que favorecen su afectación: las inequidades
sociales, económicas, culturales y de desarrollo (Valdés, 2014). En este sentido, existen patrones de
conducta sociales que reproducen modelos de desigualdad donde la feminización de la pobreza, la
brecha laboral y educativa empujan a las mujeres a escenarios de vulnerabilidad que favorecen la
captación por parte de redes y organizaciones de trata, en muchos casos para la explotación sexual
(Ibáñez y Carmona, 2017). Estas condiciones implican procesos de vulnerabilización social (Fernán-
dez y López, 2015) que configuran un grupo social expuesto a ciertos riesgos y daños, en este caso, la
trata. Dichos procesos de vulnerabilización despliegan estrategias biopolíticas (Foucault, 1978) que
operan sobre la vida de las personas, sus cuerpos, emociones y voluntades (op. cit, 2015).
Los datos presentados muestran que el grupo social expuesto implica particularmente a niñas y
mujeres. De este modo, la trata se constituye como una manifestación extrema de violencia de género
entendida como aquella violencia basada en la construcción histórica del género y, por tanto, con
raíces e incidencias sociales (Lamas, 2002). A su vez, abarca prácticas y actos mediante los cuales
se discrimina, ignora, somete y subordina a las mujeres y diversidades sexuales en los diferentes as-
pectos de su existencia. En el marco de la explotación sexual, como en otras facetas de la violencia
de género, se configura un poder sustentado en el control de los cuerpos donde la dominación sexual
tie-ne como rasgo conjurar el control físico y/o moral de las víctimas y sus asociados (Sega-to, 2008).
La violencia que implica una situación de explotación sexual impacta directamente en la subjeti-
vidad contribuyendo a la instalación de sentimientos de indefensión, culpabilidad, responsabilidad,
desconfianza, desarraigo y quiebre vital (Zaldúa et al, 2014). Estas múltiples violencias producen
angustias traumatizantes, reproducen la eficacia sintomática del terror (Zaldúa, 2011) y dan lugar al
trauma psicosocial, aquel cuyas raíces no se encuentran en el individuo, sino en la sociedad (Baró,
1992).
Año 2021 Número 3

Ante esta situación se visibiliza la necesidad de establecer prácticas subjetivantes que impulsen
procesos de fortalecimiento y autonomía. En este terreno aparecen los escenarios de intervención
donde accionar sobre la cuestión social en contextos de vulnerabilidad. Esto implica generar nuevas
formas de inscripción social donde se intenta recuperar la dimensión sociohistórica del sujeto (Car-

22
Symploké estudios de género

balleda, 2008). Sin embargo, muchas alternativas de “inclusión” propician una participación pasiva
dentro de un entramado asistencial de amplia extensión y se inscriben simbólicamente desde la lógica
del déficit (Di Iorio, 2014). De esta forma es importante, también, problematizar la distancia entre
el abordaje planteado desde las políticas públicas y la realización de las mismas, donde la estrategia
rescatista termina centrándose en las sujeto-víctimas y suplantando al sujeto de derechos (Gutiérrez,
2015).
Así es como aquellas personas oprimidas y explotadas sexualmente se enfrentan con circuitos
intrincados tanto objetiva como subjetivamente para poder salir de la situación en la que se encuen-
tran: las rutas críticas (Lenta, 2016). La constitución de las rutas críticas tiene lugar en la dialéctica
existente entre los procesos de vulnerabilización y su ruptura hacia las prácticas subjetivantes, donde
se presentan diversos obstáculos materiales, institucionales y subjetivos. El concepto de ruta crítica
constituye un operador teórico que da cuenta de los caminos que toman las mujeres para salir de una
situación de violencia de género (Carcedo, 2000). La ruta comienza con la decisión de las mujeres
de apropiarse de sus vidas, los factores que motorizan la decisión, los obstáculos encontrados para
su realización, las percepciones sobre las respuestas institucionales recibidas y las representaciones
sociales sobre la violencia de género existente dentro de las instituciones que deben dar respuestas a
esta problemática. En muchos casos, la ruta crítica también incluye las frustraciones y resignaciones
que las llevan otra vez a la situación de violencia (op. cit., 2000). En contraposición, pueden aparecer
otros caminos: el espontáneo y el de la integralidad (Tajer, 2007). El camino espontáneo refiere a
las rutas construidas por las personas excluidas a los fines de encontrar respuestas a sus necesidades
y funciona como bisagra hacia el camino de la integralidad que se logrará mediante la creación de
caminos de comunicación recíprocos, que permitan contemplar a las personas como ciudadanos/as,
evitando los desgastes producidos por los procesos de reificación de los/as usuarios/as, de los/as efec-
tores y de las instituciones (op. cit. 2007).

Metodología

En función del problema planteado se diseñó una investigación exploratoria descriptiva con enfo-
que metodológico cualitativo que dio lugar a la tesis “La ruta crítica en situaciones de trata con fines
de explotación sexual” para obtener título de grado en Licenciatura en Psicología de la Universidad
de Buenos Aires.
Se implementaron entrevistas en profundidad a ocho informantes claves seleccionadas de manera
intencional no probabilística. De modo tal que participaron personas vinculadas a organizaciones
civiles y gubernamentales de la Ciudad de Buenos Aires.
Se trabajó con un consentimiento informado en el que se comunicó a las personas participantes el
objetivo y contexto de la investigación, como también el carácter voluntario y anónimo de la partici-
pación solicitada.
Para el análisis de datos procedentes de las entrevistas se llevó a cabo una sistematización foca-
lizada en el perfil sociodemográfico de las víctimas de trata, la caracterización de las redes de trata
y los tres tiempos de la ruta crítica: inicio, desarrollo y fin, aunque en este artículo se enfatizará en
el último aspecto planteado en función del objetivo indicado. Dentro de cada categoría temporal de
la ruta crítica se tuvieron en cuenta las siguientes subcategorías: obstáculos materiales y simbólicos,
facilitadores materiales y simbólicos, redes vinculares y relación con las instituciones.

Resultados

Las rutas críticas están conformadas por las acciones y decisiones adoptadas por quienes buscan
Año 2021 Número 3

romper con la situación de violencia en la que se encuentran. Además, estos caminos son determina-
dos por las respuestas con las que se encuentran desde las instituciones y la sociedad. En este sentido,
cada tramo de la ruta estará definido por la presencia de determinados facilitadores y obstáculos de
carácter simbólico y material. Existen obstáculos y facilitadores propios de cada momento de las ru-

23
Symploké estudios de género

tas críticas, sin embargo, algunos prevalecen. Las rutas críticas no siempre culminan, muchas veces
devienen cíclicas o estancas. Los momentos de las rutas son enteramente subjetivos y no siempre
coinciden con los tiempos establecidos por las instituciones que trabajan en el restablecimiento de
derechos de las víctimas de las redes de trata. Por esta razón es importante analizarlas, seguirlas y
repensarlas.
De este modo, a partir de las insistencias emergentes en las entrevistas realizadas, se configuraron
20 obstáculos y 15 facilitadores –ambos materiales y simbólicos– que aparecen a lo largo de la ruta
crítica.

1. Inicio de la ruta crítica

En cuanto a los obstáculos materiales identificados en el inicio se identificaron cuatro tipos princi-
pales: 1. Necesidad de sostenimiento económico; 2. Necesidad de vivienda; 3. Situación de irregula-
ridad en la documentación; y, 4. Vínculo de dependencia con el explotador
En cuanto a los obstáculos simbólicos al inicio de la ruta crítica se identificaron ocho tipos princi-
pales: 1. No reconocer la situación de explotación; 2. Desconfianza en el estado y sus instituciones;
3. Sentimientos de indefensión; 4. Desconocimiento de sus derechos; 5. Sostenimiento del status quo
como un lugar posible; 6. Sentimientos de culpabilidad; 7. Ausencia de lazos comunitarios; 8. Discri-
minación social profundizada en mujeres trans y migrantes internacionales
Los obstáculos de ambas esferas se encuentran interrelacionados y, en muchos casos, se potencian.
Los obstáculos materiales se sostienen principalmente en la necesidad económica incluyendo la ne-
cesidad de vivienda y, particularmente en el caso de migrantes internacionales, en irregularidades en
la documentación: “Lo cierto es que la explotación aparece como una oportunidad económica, hacer
dinero en poco tiempo y lo ven como una oportunidad y después se encuentran con un infierno, pero
a veces está encubierto de eso” (Informante clave 1, programa gubernamental).
En este marco, la trata blanda opera sobre la necesidad de sostenimiento económico, el cual ge-
neralmente no se corresponde con un sostenimiento individual, sino que incluye una familia a cargo:
“Tiene que ver con el endeudamiento inducido, la necesidad y el vínculo de la subsistencia económica
básica que se genera entre explotador y explotado” (Informante clave 2, programa gubernamental).
Las narrativas de informantes clave describen en reiteradas ocasiones la instauración de un vínculo de
dependencia económica hacia la parte explotadora, quienes suelen configurar una situación de deuda:
“Hay un aprovechamiento de esta situación por parte de los y las proxenetas de generarles prés-ta-
mos o presentarles médicos cirujanos que les hagan las operaciones y que después las mujeres trans
quedan endeudadas con la proxeneta que le facilitó todo esto y seguramente le cobró mucho más de
lo que sale una cirugía común” (Informante clave 3, programa gubernamental).
En otros casos, el vínculo de dependencia aparece al darle un rol o un cargo particular a las muje-
res, una responsabilidad simbólica que conlleva sentimientos de culpa o dudas al momento de buscar
salir de la situación de explotación. Por otro lado, los sentimientos de culpa aparecen anudados a una
creencia de ilegalidad y penalización, a un desconocimiento de sus derechos. Esta creencia suele ser
instalada por los explotadores generando temor e incertidumbre. El sostenimiento de la situación de
explotación también se apuntala en los sentimientos de indefensión que tienen su raíz en la vulne-
rabilidad socio-económica y la falta de apoyo social que caracteriza a las víctimas de trata con fines
de explotación sexual. Fernández y López (2005) establecen que los procesos de vulnerabilización
se traducen no solo en la reproducción de desigualdad, sino también en procesos de destitución sub-
jetiva caracterizados por profundos sentimientos de apatía, culpa, indefensión y paralización de la
capacidad de iniciativa. Este hecho se profundiza con la manipulación y el menoscabo subjetivo por
parte de los explotadores. Esta situación instala la creencia de que no hay otro camino; posicionando
Año 2021 Número 3

la situación de explotación como una oportunidad o un lugar posible. En este sentido, la situación
de explotación sexual se configura como obstáculo, una indefensión de género, conceptualizada por
Vegas Javier (2012) como el estado psicológico de desesperanza, desmotivación y depresión como
una consecuencia de la pérdida de control provocada por la socialización de género, sobre los acon-

24
Symploké estudios de género

tecimientos y sobre sus vidas. Las narrativas hacen hincapié en que la mayoría de las mujeres e
identidades feminizadas no visibilizan la situación de explotación en la que se encuentran, hecho que
deriva principalmente de los obstáculos previamente descritos. En este contexto, las respuestas esta-
tales no ofrecen una proyección real de un futuro distinto y la ruptura del status quo por un proyecto
plagado de incertidumbre no resulta sostenible: “Hay una explotación detrás de eso que la piensan
como ‘bueno, es lo que me tocó, es la salida que tengo, es un ingreso’ porque recibían algo de dinero
(...) siempre en todos los casos había explotación, siempre se les retiene un porcentaje, no sabían
sus derechos ni sabían que la prostitución no está penalizada y que cada persona puede prostituirse
siempre que no haya un tercero que se quede con esa parte de recaudación y muchas veces las ame-
nazas que reciben para no salir del circuito era que ellas estaban infringiendo una norma o una ley
y podrían ir presas, muchas veces era visibilizar eso, que ellas podían hacer lo que quisieran con su
cuerpo, pero que había otras personas quedándose con parte de ese dinero y se trabajaba todo eso
y nos encontrábamos con muchas situaciones donde las personas no quieren ser ‘rescatadas’ porque
ese era su ingreso económico y porque con esa plata giran dinero a sus hijos o a su familia y el pro-
blema era que el estado no les ofrecía algo a cambio para salir de la situación” (Informante clave 4,
programa gubernamental).
La desconfianza en el estado no se construye únicamente por la falta de soluciones concretas,
sino que se origina por la complicidad visible de las instituciones gubernamentales y las redes de
explotación. La complicidad policial y de otras instituciones gubernamentales aparece como una in-
sistencia en las narrativas y se corresponde con lo establecido por Schnabel (2009) y Sommer (2017)
quienes remarcan el sostenimiento del delito de trata por la complicidad estatal tanto por participa-
ción directa como por omisión del cumplimiento de las medidas dispuestas para combatir la trata
de personas: “Tienen una muy mala relación con el proceso penal, por varias cuestiones, primero
porque el siste-ma en general las persigue, o sea, la poli en la puerta de tu casa es medio loco que
las vaya a cuidar como una custodia en vez de pensar que les está persiguiendo” (Informante clave
5, programa gubernamental). De este modo, este hecho se configura como un fuerte obstáculo para
poder romper con la situación de explotación al encontrarse los mismos actores del lado del problema
y de la solución. Butler (2020, p. 217) expresa que “<< Subordinarse o morir >> puede sonar como
un imperativo exagerado, pero es el mensaje que muchas mujeres sienten que se les da. Este poder
para aterrorizar, con mucha frecuencia, está incentivado, apoyado y fortalecido por la policía y los
tribunales”. El mensaje delimitado por Butler de subordinación y ruptura de la autonomía coincide
con los términos del homo sacer de Agamben (2000) en cuanto al sujeto matable en tanto despojado
de su ciudadanía y potencialidad. En consecuencia, la imagen estatal y la desconfianza que conlleva
se traslada a los programas de asistencia sosteniendo el lugar de indefensión y la creencia de que no
hay otra vía posible.
La posibilidad de romper con la situación de explotación por fuera de la asistencia estatal aparece
obstaculizada por la ausencia de lazos sociales y comunitarios, situación que se profundiza en el caso
de haber traslado. Este hecho dificulta la construcción de otros caminos posibles, ya que limita el al-
cance y el conocimiento acerca de los recursos con los que podrían contar para salir de una situación
de explotación. Asimismo, otro factor adverso se constituye en la discriminación social principalmen-
te ejercida hacia mujeres trans y migrantes internacionales: “Son mujeres que están en condiciones de
vulnerabilidad, son mujeres o cuerpos feminizados pobres, sin recursos socioeconómicos, con pocas
redes, que han agotado instancias. La diferencia entre las trans y las cis, es que las cis posiblemente
agotaron otras instancias de trabajos precarizados, informales y que no le alcanzan ni para la canas-
ta básica. Las mujeres trans, como te decía, es como si fuera la primera opción que tienen porque lo
que viven es una discriminación muy grande” (Informante clave 3, programa gubernamental).
En relación a los procesos de exclusión y discriminación social como obstáculos para romper
Año 2021 Número 3

con una situación de violencia, Segato (2018) plantea cómo la repetición de la violencia produce un
efecto de normalización de la crueldad que promueve en las personas bajos umbrales de empatía a
nivel individual, social e institucional. Este efecto de normalización desestima las pedagogías de la
crueldad, concepto de Segato (2018) que sigue la línea de lo postulado por Agamben (2000) y Butler

25
Symploké estudios de género

(2020), las mismas son comprendidas como todos los actos y prácticas que enseñan, habitúan y pro-
graman a los sujetos a transmutar lo vivo y su vitalidad en cosas, una muerte des-ritualizada, donde
la trata con fines de explotación sexual se constituye como extremo.
En cuanto a los facilitadores materiales que aparecen al inicio de la ruta crítica se identificaron
cinco tipos principales: 1. Posibilidad de resguardo en instituciones estatales; 2. Líneas telefónicas de
asistencia; 3. Tramitación de documentación; 4. Posibilidad de tramitar planes sociales; 5. Informa-
ción sobre derechos y programas de asistencia.
Por otro lado, en relación a los facilitadores simbólicos iniciales se identificaron dos tipos princi-
pales: 1. Carácter voluntario de la asistencia; 2. Presencia de un equipo técnico en el allanamiento.
La situación de explotación se presenta como un lugar posible para poder sostenerse económi-
camente ante una situación de vulnerabilidad que aplasta a la subjetividad. De este modo, ante una
necesidad de sostenimiento económico constituida como el principal obstáculo material para iniciar
un proceso de salida de la situación de explotación, se configuran determinados facilitadores mate-
riales que intentan contrarrestar la situación. Uno de los facilitadores materiales más concretos que
aparecen es la posibilidad de acceder a los refugios estatales como solución temporal a la vivienda y,
a su vez, cubriendo las necesidades básicas durante el tiempo transitado en la institución.
Por otro lado, aparece la información como punto clave dentro de los facilitadores tanto para la
tramitación de planes de ayuda económica gubernamentales como de documentación y asesoría legal.
Esta información puede proveerse de manera presencial durante un procedimiento de rescate ordena-
do por la justicia o en la línea de atención telefónica 145 contra la trata. Además, informantes clave
manifestaron facilitar líneas telefónicas más directas durante los allanamientos: “La posibilidad de
ofrecer recursos en la entrevista donde uno pueda asesorar sobre recursos del estado u otros temas,
documentación, violencia doméstica, cuestiones donde podamos asesorar. Pero sí, siempre se ofrece
el contacto telefónico, muchas víctimas se han contactado en un segundo tiempo” (Informante clave
6, programa gubernamental).
El esclarecimiento de los derechos no es un facilitador menor, ya que la falta de información en
la materia configura varios de los obstáculos simbólicos que tienen un impacto directo en la subje-
tividad y en el sostenimiento de la situación de explotación. Sin embargo, el obstáculo que la infor-
mación no puede sortear es la desconfianza hacia el estado y sus instituciones. De forma tal que los
facilitadores relacionados se presentan como inestables ante la desconfianza en un aparato estatal
cómplice de la situación de explotación. Para hacer frente a este hecho, aparecen dos facilitadores
simbólicos: la voluntariedad de la asistencia y la presencia de un equipo técnico en los allanamientos.
La presencia del equipo técnico en los allanamientos busca contrarrestar la desconfianza en la policía,
presentada por informantes clave como representante estatal, cliente y cómplice de la situación de
explotación, de forma tal que los mismos no tengan contacto con las mujeres: “Lo que me parece
interesante es que sean profesionales psicólogas y trabajadores sociales quienes entrevisten a las
mujeres y no el personal policial que esa es la diferencia, este programa fue único en el mundo, el
incorporar profesionales y que la policía no tenga contacto con las mujeres.” (Informante clave 4,
programa gubernamental). Por otro lado, la posibilidad de acceder a la asistencia o desestimarla y el
hecho de poder hacerlo en cualquier momento devuelve poder de decisión e interpela la subjetividad.
La importancia de los facilitadores mencionados radica en poner el foco sobre las fortalezas y la
autonomía de las mujeres, especialmente con la voluntariedad y la generación de conocimiento acer-
ca de los propios derechos, como también al facilitar de algún modo el acceso a los mismos. Estos
aspectos coinciden con la noción de fortalecimiento impulsada por la Psicología Socio-Comunitaria
como una de las vías fundamentales para alcanzar el desarrollo y la transformación de las comunida-
des (Montero, 2004).
Año 2021 Número 3

2. Desarrollo de la ruta crítica

El desarrollo de la ruta crítica puede darse transitando los dispositivos de asistencia estatales o por
fuera de ellos. Dentro de los dispositivos estatales, el desarrollo de la ruta se da principalmente en

26
Symploké estudios de género

refugios y casas de medio camino, sin embargo, el recorrido personal puede darse de manera inde-
pendiente. Este tiempo de la ruta se caracteriza por desarmar vivencias y creencias relacionadas a la
explotación, por la restitución de derechos y por transitar un proceso hacia un rearmado subjetivo con
la proyección de un proyecto vital.
En el desarrollo de la ruta crítica se identifican seis obstáculos materiales dentro de los cuales
se sostienen: 1. Necesidad de sostenimiento económico 2. Necesidad de vivienda; pero aparecen
nuevos: 3. Trabas burocráticas; 4. Restricciones institucionales; 5. Desarticulación institucional; 6.
Obstaculización del empleo.
Por otro lado, se identifican nueve obstáculos simbólicos entre los cuales se sostienen: 1. Ausencia
de lazos comunitarios; 2. Desconfianza en el estado y sus instituciones; 3. Sentimientos de indefen-
sión; 4. Sentimientos de culpabilidad; 5. Discriminación social; y aparecen nuevos: 6. Arrasamiento
subjetivo; 7. Dificultad de visualización de un nuevo proyecto vital; 8. Revictimización institucional;
9. Facilitadores inestables.
El segundo tiempo de la ruta arrastra obstáculos del inicio ligados mayormente a cuestiones es-
tructurales -dentro de los obstáculos materiales- y al impacto subjetivo que tiene la explotación –en
relación a los obstáculos simbólicos–.
Ligado al tránsito por dispositivos estatales, aparecían en un primer momento los refugios como
solución temporal a la necesidad de vivienda. Sin embargo, en muchos casos se rechaza o se resiente
el acceso a los mismos por ser a puertas cerradas y contar con determinadas reglas a seguir que se per-
ciben como altamente restrictivas. A su vez, el hecho de ser una institución a puertas cerradas limita la
autonomía de las mujeres y, a pesar de proveerse alimento y vivienda, limita completamente la posi-
bilidad de nuevos horizontes dentro del ámbito laboral, profundizando la necesidad de sostenimiento
económico y de vivienda como barrera troncal en el proceso de salida: “Venir a nuestro refugio les
implicaba salir de su actividad que es lo único que les generaba algún recurso y que además la situa-
ción en la que se encuentra la mayoría ven con mucha dificultad la posibilidad de tener un empleo
formal que las dignifique” (Informante clave 3, programa gubernamental). Las narrativas insisten en
que determinadas prácticas de cuidado y seguridad aparecen bordeando prácticas violentas o invasi-
vas. Este modelo de asistencia posiciona a la ‘víctima’ en un lugar pasivo, anulando su subjetividad,
la cual debería ser fortalecida en esta instancia.
En relación a este aspecto, Di Iorio (2014) establece cómo muchas alternativas de “inclusión”
propician una participación pasiva dentro de un entramado asistencial de amplia extensión y cómo
de este modo se inscriben simbólicamente desde la lógica del déficit. En este obstáculo se refleja el
estancamiento de las políticas públicas en relación a los cambios efectuados por las redes de trata y
la falta de interpretación a nivel institucional sobre quiénes son las víctimas de trata. Por otro lado,
los programas de asistencia en muchos casos reproducen modos de accionar vivenciados por las
víctimas dentro del circuito de explotación y llevan a una revictimización. Se visibiliza dentro de las
narrativas en la reproducción de un sistema transaccional: se provee de determinada asistencia, pero
se les exigen determinadas cuestiones dentro del proceso judicial: “Si la forma de socializarse de las
personas que están en situación de prostitución es la transacción nosotros no podemos, nosotros es-
tado, no podemos reproducir esa lógica, venís al juicio entonces te asisto, no venís al juicio entonces
no te asisto, te portas bien con la trabajadora social, con la psicóloga para el ingreso al programa
y entonces tenés que estar agradecida, te quejas porque es una miseria el programa, bueno al final
a vos no te gusta nada. Entonces, si yo sigo construyendo el vínculo desde la transacción. Yo creo
que ahí hay que elegir, yo creo que está mal, y si lo voy a construir desde lo transaccional entonces
no puedo tener fallas, porque lo que estoy demandando es tan alto, tan costoso para esa persona
que tengo que poder sostener y resolver el colchón que tiene que fungir de respaldo cuando ella no
de más por lo que vivió, pero además por lo que le vuelvo a de-mandar” (Informante clave 5, pro-
Año 2021 Número 3

grama gubernamental). A pesar de no ser el objetivo del equipo técnico dentro de los programas de
asistencia, a nivel institucional se asiste con un interés: la declaración testimonial. En este sentido,
se sanciona una postura de derechos humanos que busca la reparación integral del daño causado y el
restablecimiento total de los derechos, sin embargo, en la realidad el abordaje muchas veces queda

27
Symploké estudios de género

reducido a una perspectiva criminal con el foco en la pena y no en las víctimas.


La perspectiva criminal descrita por Nieto, Becerra Barbosa, López Rodríguez y Quintero (2011)
considera la trata como una vulneración del orden público y de la dignidad de las personas que tiene
que ser sancionada por el derecho penal, y en ello radica su prioridad. De este modo, se posiciona
a la víctima como una persona indefensa, conduciendo a la revictimización y además, dándole un
carácter secundario. Este hecho también es resaltado por Sommer (2017) quien denuncia la falta de
concreción de las políticas establecidas en el Protocolo Nacional de Asistencia.
Ante una situación donde el bienestar subjetivo y la salud integral no aparecen como el objetivo
primordial, la percepción de este interés anudado a la desconfianza estatal, las propuestas inciertas
y los sentimientos de indefensión conducen inevitablemente al rechazo. Otro hecho revictimizante
que desemboca en esta reacción aparece con la segmentación institucional y las exigencias que se
presentan en encrucijadas burocráticas que implica la repetición de testimonios sobre la situación de
explotación en cada etapa, cómo se manifiesta en las narrativas: las víctimas “se pierden”, “caen en
las grietas de la burocracia”. El carácter transaccional deviene en el pasaje del vínculo de dependen-
cia con la parte explotadora a un vínculo de dependencia con la justicia. El carácter transaccional y la
dependencia que este configura, aparece en las entrevistas con una advertencia “si lo voy a construir
desde lo transaccional entonces no puedo tener fallas”.
En este sentido, Butler (2020) establece que: “Uno es vulnerable a la estructura social de la que
depende así que, si la estructura fracasa, uno queda expuesto a una situación precaria” (p. 62). En
el marco de esta relación, se exige que sean víctimas según las características que sirve a la causa,
mayormente ligadas a un imaginario de víctima que no se condice con la realidad y que choca inevi-
tablemente con una experiencia subjetiva muy distinta. Una asistencia que apunta a que las mujeres
puedan dar la declaración testimonial que se necesita, no prioriza desde lo protocolar a la subjetividad
y su tránsito, no prioriza la salud mental. Lo cual no implica que quienes trabajen en los dispositivos
no lo antepongan, sin embargo, este factor constituye una nueva inestabilidad en los facilitadores que
se presentan: “Constituye un delito federal y a veces se quedan en esta cuestión del delito, de quién
es la persona, el proxeneta, el fiolo, la organización y hay algo del acompañamiento que queda”
(Informante clave 7, programa gubernamental). Las narrativas mencionan trabajos autogestivos en
el actuar, en la capacitación, en el entretejer y buscar soluciones; siempre aclarando que ese accionar
está por fuera de lo que se establece a nivel institucional, sin embargo, son aquellas acciones autoges-
tivas, de buscar nuevas soluciones posibles, las que realmente impactan en las mujeres que buscan
otro camino posible.
Ante un contexto que exige y no provee soluciones reales, se suman los efectos psicológicos que
conlleva el proceso de salida, el rearmado subjetivo y vital. Aparece como insistencia en las entre-
vistas a informantes clave, el impacto de volver a percibirse como ser, un reencuentro con la propia
subjetividad: “Todo eso genera un montón de movi-mientos internos, psíquicos que ponen ahí un
derecho que no estaba o ponen ahí un verse a sí mismas que antes no tenían, qué no construyeron y
que lo hacen ahora y todo eso no es sin conmoción” (Informante clave 3, programa gubernamental
). Estos efectos en muchos casos se traducen en síntomas que pueden expresarse en lo corporal, en
angustia, ansiedad o depresión. El arrasamiento subjetivo producto de la situación de explotación,
junto con los sentimientos de culpabilidad e indefensión, configuran un fuerte obstáculo de carácter
simbólico para llevar adelante el reposicionamiento subjetivo: “Es muy difícil, padecen de eso, de
angustias y vos te das cuenta que literalmente parece que se desarma y hay algo del contacto con lo
emocional que es muy difícil el armar un vínculo de confianza” (Informante clave 7, programa guber-
namental). Las narrativas evidencian cómo la explotación se pronuncia como violencia y opera como
un ataque a la estructura del ser. Velasquez (2006) enlaza la situación de indefensión con la dificultad
de enfrentar una salida de la situación de explotación, la autora explica cómo el impacto emocional
Año 2021 Número 3

y psicológico producto de la explotación sexual interfiere con los recursos de afrontamiento. Los
obstáculos simbólicos mencionados se ven reflejados en lo establecido por Velasquez (2006) quien
establece como principales consecuencias de impacto psicológico a los sentimientos de culpabilidad
y responsabilidad, las sensaciones de desconfianza, el desarraigo y quiebre vital, como así también

28
Symploké estudios de género

los múltiples posibles trastornos en relación a una experiencia traumática.


El desarrollo de la ruta se configura en un contexto de crisis vital donde rearmar un proyecto de
vida con la urgencia del sostenimiento económico aparece como el obstáculo más difícil de sortear,
tanto dentro de los dispositivos estatales como fuera de ellos. Atravesar el camino de salida de la
situación de explotación por fuera de los dispositivos de asistencia estatales se dificulta sin lazos
comunitarios y sociales establecidos para hacer frente a los procesos de exclusión social. El transitar
de la ruta crítica devela cómo el cuerpo está definido invariablemente por las relaciones sociales que
pesan sobre su persistencia, sustentabilidad y su desarrollo; y cómo siempre hay condiciones para
la persistencia del cuerpo, sin embargo, cuando esas condiciones para la persistencia corporal no se
cumplen, la persistencia se ve amenazada (Butler, 2020).
En el desarrollo de la ruta crítica se identifican nueve facilitadores materiales de los cuales algunos
se sostienen: 1. Posibilidad de resguardo en instituciones estatales; 2. Líneas telefónicas de asistencia;
3. Tramitación de documentación; 4. Posibilidad de tramitar planes sociales; y aparecen nuevos: 5.
Rastreo de la red de origen; 6. Articulación con escuelas; 7. Acompañamiento en la cotidianeidad; 8.
Recursos alimentarios; 9. Atención hospitalaria.
En relación a los facilitadores simbólicos, se identifican cuatro en total, de los cuales uno se sos-
tiene: 1. Carácter voluntario de la asistencia; y aparecen nuevos: 2. Acompañamiento psicológico; 3.
Sensación de resguardo; 4. Contención comunitaria
Para contrarrestar con los múltiples obstáculos se sostienen ciertos facilitadores como la posibi-
lidad de alojarse en dispositivos de resguardo estatales que, más allá de sus limitaciones, ofrecen un
lugar de vivienda temporal, cubren las necesidades básicas y ofrecen un acompañamiento permanen-
te de operadoras y equipo técnico. Además, una vez realizada la declaración testimonial se egresa
del refugio y, en el caso del AMBA, existe la posibilidad de alojarse en casas de medio camino que
permiten un mayor despliegue de la autonomía. Por otro lado, por fuera de los espacios de resguardo
se sostiene el apoyo telefónico para proveer información como también la asistencia en la tramitación
de documentación y planes sociales. A su vez, se ofrecen recursos en caso de existir la necesidad de
acompañamiento psicológico o de asistir a una consulta médica: “Las asistimos telefónicamente o
las acompañamos a algún hospital o a que registren su nueva identidad a las chicas trans o hagan su
nuevo DNI, pero la mayoría de las veces es un acompañamiento del programa más externo y no des-
de adentro, esto significa que no vienen al refugio” (Informante clave 3, programa gubernamental).
Estos aspectos pueden darse a través de las vías gubernamentales o por medio de ONGs u organiza-
ciones sociales que también pueden proveer información, acompañamiento y alimentación aunque
con una mayor limitación de recursos y acceso.
Dentro de los dispositivos de resguardo estatales, se realiza por protocolo un chequeo médico
completo dadas las consecuencias en la salud producto de la explotación. En las entrevistas se men-
cionan como principales problemáticas de salud las infecciones de transmisión sexual, el consumo
problemático de sustancias, los ataques de pánico, la necesidad de acceder a la interrupción legal del
embarazo y el abatimiento físico, junto con los altos montos de angustia y casos de depresión men-
cionados previamente.
Por otro lado, dentro de dichos dispositivos se busca articular con instituciones educativas para
que tanto las mujeres como sus hijos/as puedan acceder y culminar sus estudios. El retorno a la es-
colaridad para muchas moviliza aspectos del proyecto vital y del propio deseo, funcionando de este
modo como facilitador en la visualización de nuevos camino: “Tratamos de abordar lo que es iniciar
el proyecto de vida, ponerlos en la escolaridad, en la escuela que tiene que ver muchas veces con res-
catar un deseo de aprender” (Informante clave 1, programa gubernamental). A su vez, la realización
de talleres y otras actividades que despierten interés pueden funcionar como lugares de apertura para
el despliegue subjetivo, modos de generar lazos sociales y fortalecer los vínculos socio-comunitarios.
Año 2021 Número 3

La apertura de nuevos espacios y el acompañamiento tanto cotidiano como psicológico resulta un


facilitador esencial durante el desarrollo de la ruta, ya que busca sostener a las mujeres en la reinter-
pretación de lo vivido, generar una situación de resguardo, posibilitar la proyección a futuro y proveer
ciertos recursos para su realización. En este terreno aparecen los escenarios de intervención donde ac-

29
Symploké estudios de género

cionar sobre la cuestión social en contextos de vulnerabilidad implica generar nuevas formas de ins-
cripción social donde se intenta recuperar la dimensión socio-histórica del sujeto (Carballeda, 2008).
El tránsito de la ruta crítica se posiciona como un momento de visualización de los aspectos de la
explotación, de su impacto, de la necesidad de reposicionarse subjetivamente para poder salir de la
casilla de ‘víctima’ y poder construir otro lugar posible. En este momento la contención comunitaria
resulta esencial: “La idea es encontrar por una vuelta que interpreten lo que vivieron, no directa-
mente (...) nosotros tratamos que la persona no quede identificada al lugar de víctima porque es
imposible o casi imposible construir una vida desde ese lugar (...) de ser un objeto de abuso de un
otro a ser un objeto de amor, es un cambio, esa es nuestra apuesta” (Informante clave 1, programa
gubernamental). Las narrativas reflejan que, ante los sentimientos de indefensión profundizados por
la revictimización y las grietas burocráticas y sociales, tener un sostén socio-comunitario puede rom-
per muchas barreras.

3. ¿Fin de la ruta crítica?

En el momento donde la ruta debería llegar a su fin, aparece como insistencia en las entrevistas
la reincidencia de casos como norma y los casos exitosos se presentan como la excepción. Aquellas
excepciones dan cuenta de un trabajo estatal y comunitario capaz de dar lugar al restablecimiento de
derechos, pero que, sin embargo, no sucede con regularidad. En aquellas excepciones se ubica un
pasaje subjetivo de víctima a combatiente. A su vez, informantes clave identifican el trabajo sexual
autónomo como una posible ruptura con la situación de explotación sexual, camino que no deja de
encontrarse obstaculizado.
En este momento de la ruta crítica se identifican cinco principales obstáculos materiales que se
sostienen de etapas previas y, en muchos casos, se profundizan: 1. Necesidad de sostenimiento eco-
nómico; 2. Necesidad de vivienda; 3. Trabas burocráticas; 4. Desarticulación institucional; 5. Obsta-
culización del empleo
A su vez, se registran cuatro principales obstáculos simbólicos que se sostienen de etapas previas y,
en muchos casos, también se profundizan: 1. Discriminación social; 2. Sentimientos de indefensión;
3. Dificultad de generar un proyecto de vida nuevo; 4. Facilitadores inestables.
En lo que debería ser el último tramo de la ruta crítica, se sostienen y profundizan los obstáculos
previos. Tanto la necesidad de sostenimiento económico y vivienda permanecen como obstáculos
configurados de modo estructural, son obstáculos que aparecen incluso en las causas de captación por
parte de las mafias. A pesar de los facilitadores que aparecen a lo largo del proceso de salida, estos
factores constituyen una deuda en la restitución de derechos. Este aspecto coincide en gran parte con
la investigación “Violencias de género: actoras, prácticas y dispositivos de prevención y asistencia”
de Lenta et al (2016) donde los principales obstáculos para la autonomía de las mujeres que se identi-
ficaron fueron el problema de la vivienda y el acceso a un trabajo digno: “Las mujeres que sí quieren
salir de la situación vienen al hogar, están bien en el refugio, a veces no se quieren ir porque en
general son mujeres muy solas que no tienen a nadie y es difícil armar esa red y terminan en general
en un hogar convivencial porque no hay un programa de vivienda para víctimas” (Informante clave
4, programa gubernamental).
La inestabilidad e ineficacia de muchos facilitadores también se refleja en la dificultad de concretar
la proyección de un proyecto vital que evite el retorno a la situación de explotación. En las narrativas
este retorno es expresado discursivamente no como un retroceso sino como “caer a un abismo”. In-
formantes clave mencionan la construcción de un camino de salida con el llamado rescate, la asisten-
cia posterior y un abrupto final donde la falta de articulación y soluciones reales constituye una grieta
inevitable: “El estado dice que rescato a miles de pibas ¿y dónde están?, las mayorías las sacan de
Año 2021 Número 3

ahí, dicen “las rescatamos” y las tiran y las pibas qué hacen, vuelven a caer en la prostitución (...)
Es estar en la nada misma, en la nada, no hay proyecto, no hay posibilidad de sostén, lo que la orga-
nización puede dar es inestable” (Informante 8, organización social comunitaria).
De este modo, resulta paradójico que una política basada en la restitución de derechos para las

30
Symploké estudios de género

víctimas de trata con fines de explotación sexual culmine en fortalecer el circuito de explotación que
se busca desmantelar. Uno de los factores esenciales en el déficit de los dispositivos es la falta de
capacitación y asistencia en búsqueda de empleo, restitución indicada en la ley 26.842. A la falta de
facilitadores en materia laboral, se anuda la obstaculización del empleo dada por no haber culminado
la escolarización formal, el tiempo en situación de explotación y la estigmatización social en muchos
casos profundizada por cuestiones de género, etnia y clase social. Este rechazo alimenta la creencia
de que “no sirven para nada más” sosteniendo sentimientos de indefensión que necesitan desarmar-
se: “Hay muchas, por ejemplo, que relataban que consideraban que era para lo único que servían,
en esos términos lo han planteado, que tal vez en otro tipo de actividad no se ve. No se consideran
capacitadas y es muy difícil porque se juega la contradicción de ‘bueno, a través de esto yo tenía un
mango en el bolsillo y le mandaba plata a mis hijes, pero a la vez no quiero esto para mí ” (Infor-
mante clave 7, programa gubernamental). Por otro lado, en caso de buscar una salida a la situación de
explotación por medio del ejercicio del trabajo sexual autónomo, como indican algunas entrevistas,
este hecho se ve obstaculizado por la estigmatización social y la corrupción interna instalada donde
redes, proxenetas, policías y otros organismos cómplices se involucran impidiendo un real ejercicio
autónomo.
La desarticulación institucional, el trabajo segmentado y estanco también configuran el abismo
donde las víctimas se pierden al no haber un seguimiento ni un plan integral de cara a la salida de la
situación de explotación: “Donde una articulación falló, esa víctima no está recibiendo la asistencia
y después, por otro lado, existe una atomización de la asistencia que hace imposible cierto segui-
miento real de la víctima” (Informante clave 2, programa gubernamental). Se vislumbra un objetivo
estatal puesto en el delito federal y en el rescate, que en muchos casos es contrarrestado por el per-
sonal que asiste con otra visión, sin embargo, la misma no se encuentra oficializada y se ve limitada
por los alcances institucionales. Informantes clave expresan que la falta de articulación no se limita
al ámbito interno estatal, sino que se extiende a su nula articulación con organismos externos que
podrían asistir en alguno de los ámbitos en los cuales el estado falla o se percibe inestable. En algunos
casos esta articulación se da por voluntades y autogestión, es en esos casos donde se vislumbra la
excepción. De este modo, transitar una ruta plagada de obstáculos y de esfuerzo subjetivo llega a una
encrucijada donde, ante la falta de alternativas y emergencia económica, la explotación vuelve a ser
una opción de dinero rápido para seguir sosteniendo su existencia y, en muchos casos, la de su familia.
Las frustraciones y resignaciones que las llevan otra vez a la situación de violencia también forman
parte de la ruta crítica (Carcedo, 2000), por esta razón, es importante contrastar las acciones propias
del camino espontáneo, entendido como las rutas construidas por las mujeres para encontrar respues-
tas a sus necesidades, y el camino de la integralidad, el cual debería darse con las respuestas a estas
necesidades de forma tal que se contemple la autonomía de las mujeres y se eviten los procesos de
reificación (Tájer, 2007). En este caso, el camino de la integralidad logra darse en determinadas cir-
cunstancias, sin embargo, termina flaqueando y constituyendo el retorno a la situación de explotación.
En el final de la ruta crítica se identifican cinco principales facilitadores materiales que se sostie-
nen de momentos previos: 1. Tramitación de planes sociales; 2. Articulación con escuelas; 3. Rastreo
de la red de origen; 4. Atención Hospitalaria; 5. Recursos alimentarios. Y se identifica un principal
facilitador simbólico: 1. Contención comunitaria:
Mientras los obstáculos se profundizan, no se visualizan nuevos facilitadores para lograr establecer
un fin real de la ruta. Se sostienen los facilitadores de los momentos anteriores, hecho que da cuenta
una vez más de la mirada sobre el delito federal y el proceso judicial, que pone el fin en la finaliza-
ción de dichos procesos sin contemplar el fin subjetivo y real potenciando, así, la vuelta al circuito de
explotación. Se resalta dentro de los facilitadores materiales el rastreo de la red de origen, en caso de
existir, e impulsar el establecimiento de nuevos lazos sociales que constituyan un resguardo social al
Año 2021 Número 3

salir de los dispositivos de asistencia. En la misma línea, se sostiene la contención comunitaria como
principal facilitador, como espacios que permiten desplegar potencia y la constante necesidad de ar-
ticulación. La contención comunitaria no se limita a espacios por fuera de los dispositivos estatales,
sino a un modo de accionar y articular que también se hace presente en quienes desempeñan roles

31
Symploké estudios de género

dentro del aparato gubernamental, pero que, sin embargo, se constituyen como un factor azaroso al
no estar institucionalizado. De este modo, en las narrativas aparece el generar redes que tejan alter-
nativas posibles en un intercambio constante y una construcción de soluciones a nivel colectivo: “Al
planteo de las redes de trata, de estas redes oscuras y atrapantes hay que poder construir redes lu-
minosas (...) son redes luminosas de organizaciones, organismos, personas (...) No hay un organismo
solo que pueda, no hay una organización sola que pueda no hay un grupo de compañeras solas que
puedan, es suturar y suturar y suturar todo el tiempo” (Informante clave 5, programa gubernamen-
tal). En esa línea, Segato (2018) resalta la necesidad de implementar contra-pedagogías alineadas a
las prácticas subjetivantes y facilitadoras de autonomía que implican una concientización acerca de
que solo un mundo vincular y comunitario pone límites a la cosificación de la vida. Esta perspectiva
ligada a los fundamentos de la Psicología Socio-Comunitaria, apunta a lograr la realización del cami-
no de la integralidad y el fin de la ruta crítica.

Conclusiones

La presente investigación pretende aportar una mirada acerca de la trata con fines de explotación
sexual que contemple a quienes buscan romper con esta situación como seres activos en el proceso.
Actualmente existen políticas de combate y de atención a ‘víctimas’ que dan lugar a una práctica asis-
tencialista con connotaciones neo-coloniales generando unas víctimas imaginadas muy alejadas de la
experiencia, las necesidades y las prioridades de las víctimas reales (Flamtermesky, 2014).
Con el fin de analizar la construcción de las rutas críticas que atraviesan las víctimas de trata con
fines de explotación sexual para salir de esta situación, se realizó un recorrido a lo largo de tres etapas
esquemáticas: inicio, desarrollo y final, lo que permitió sistematizar los obstáculos y facilitadores
característicos de cada una. Se determinó que la ruta crítica presenta más obstáculos que facilitadores,
muchos de los cuales podrían fortalecerse desde una perspectiva socio-comunitaria que contemple los
modos de accionar que tienen las redes de trata en la actualidad, anclados particularmente a contextos
de vulnerabilidad y exclusión social; que identifique la necesidad de repensar la asistencia y ponga el
foco en la autonomía subjetiva y la articulación comunitaria. Se requieren escenarios de intervención
que contemplen la complejidad de la problemática, donde se accione detectando las potencialidades
psicosociales y estimulándolas.
Finalmente, el presente artículo podría ampliarse con un trabajo de campo que incluya a las voces
protagonistas dentro de la trata con fines de explotación sexual y, también, con un análisis en profun-
didad sobre la situación de los colectivos trans y travesti dentro de la problemática.

Referencias bibliográficas

Agamben, G. (2000). Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. En Homo Sacer III. Va-
lencia: Pre-textos.
Bourdieu, P. (2000). La dominación masculina. Barcelona: Anagrama.
Butler, J. (2020). La fuerza de la no violencia. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Pai-dós.
Carballeda, A. (2008). Los cuerpos fragmentados en lo social en los escenarios de la exclusión y el
desencanto. Buenos Aires: Paidós.
Cortés Nieto, J. del P., Becerra Barbosa, G. A., López Rodríguez, L. S. y Quintero, R. L. (2011).
¿Cuál es el problema de la trata de personas? Revisión de las posturas teóricas desde las que se
aborda la trata. Nova et Vetera 20 (64), pp. 105-12.
De Lauretis, T. (1992). La tecnología del género. C. Ramos (Comp.) El género en perspectiva.
México: Universidad Autónoma de México.
Año 2021 Número 3

Di Iorio, J. (2014). Procesos de vulnerabilidad social: diferencias económicas, desigualdad jurídica


y desafiliación social. Ficha de cátedra Psicología Social I, Facultad de Psi-cología, UBA (inédi-
to).
Duschatzky, S. y Corea, C. (2004). Escenarios de expulsión y subjetividad. En Chicos en banda.

32
Symploké estudios de género

Los cambios de la subjetividad en el declive de las instituciones (pp. 17-22) Buenos Aires:
Paidós.
Fernández, A. y López M. (2005). Vulnerabilización de los jóvenes en Argentina: política y subjeti-
vidad. Revista Nómadas, (23), 132-139.
Flamtermesky, H. (2014). Mujer frontera. Experiencia de investigación acción participativa feminis-
ta (IAPF) con mujeres víctimas de la trata de personas. Athenea Digital. Revista de Pensamien-
to e Investigación Social 14(4), 389-400.
Foucault, M. (1978). Historia de la sexualidad, La voluntad de saber. Buenos Aires: Siglo XXI.
Gutiérrez Gómez, J. (2015). El papel de la confesión y la verdad en los dispositivos de rescate a
víctimas de trata explotación sexual en Argentina. Publicado en actas de la XI Reunión de An-
tropología del MERCOSUR.
Ibáñez, R. A y Carmona Abril, M. A. (2017). La trata de seres humanos con fines de explotación
sexual: una forma de violencia de género. Dilemata (24), 247-266.
Lamas, M. (2002) Cuerpo, diferencia sexual y género. México: Taurus
Lenta, M.; Zaldúa, G.; Longo, R. (2016). Violencias de género: actoras, prácticas y dispositivos de
prevención y asistencia. Anuario de investigaciones 23, 151-161.
Martín Baró, I. (1986). Hacia una Psicología social de la liberación. Boletín de Psicología U.C.A.
5(22), 219-231.
Martín Baró, I. (1992). La Violencia Política y la Guerra como Causas del Trauma Psicosocial en El
Salvador. San Salvador: UCA Editores.
Miller, A. (2004). Sexuality, violence against women, and human rights: women make demands and
ladies get protection. Health and Human Rights, 7 ( 2), pp. 16-48.
Ministerio Público Fiscal (2014). ¿Cómo funcionan las redes de trata? Visitado en: https://www.
fiscales.gob.ar/trata/como-funcionan-las-redes-de-trata/
Montero, M. (1982). Psicología Comunitaria: Orígenes, principios y fundamentos teóricos. Boletín
AVEPSO, V(1), pp. 15-22.
Montero, M. (2004). Introducción a la Psicología Comunitaria. Desarrollo, conceptos y procesos.
Buenos Aires: Paidós.
Montero, M. (2006). Teoría y práctica de la Psicología Comunitaria. Buenos Aires: Paidós
OPS/OMS (2005). Renovación de la Atención Primaria de la Salud en las Américas. Recuperado
de: https://www.paho.org/hq/dmdocuments/2010/Renovacion_Atencion_Primaria_Salud_Ame-
ricas-OPS.pdf
ONU (2012). Informe mundial sobre la trata de personas. Resumen ejecutivo.
Schnabel, R. (2009). Historia de la trata de personas en Argentina como persistencia de la esclavi-
tud. La Plata: Ministerio de Justicia y Seguridad de la Provincia de Buenos Aires.
Segato, R. (2008). La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Debate
feminista, 37 (19), 78-102.
Segato, R. (2018). Contra-pedagogías de la crueldad. Ciudad de Buenos Aires: Prometeo Libros.
Sommer, C. (2017). Trata de personas en Argentina. Sus recientes implicancias de persecución y
asistencia a víctimas. Boletín Mexicano de Derecho Comparado, 50 (148), 394-425.
Tájer, D. (2009). Ruta crítica de la salud de las mujeres: integralidad y equidad de género en las
prácticas de salud de las mujeres en la Ciudad de Buenos Aires- 3ra parte. Anuario de investiga-
ciones, 16, 349-353.
Valdés, C.E.R. (2014). La trata de personas y su comprensión desde la violencia de género. Chile,
cuaderno de trabajo social, 6, (77).
Varela, C. (2012). Del tráfico de las mujeres al tráfico de las políticas. Apuntes para una historia del
movimiento anti-trata en la Argentina (1998-2008). Antropología y Ciencias Sociales, 12, pp.
Año 2021 Número 3

35-64.
Velázquez, S. (2006). Violencias cotidianas, violencia de género. Escuchar, comprender, ayudar.
Buenos Aires: Paidós Psicología Psiquiatría Psicoterapia.
Wilson, M. S. (2013). Recorrido histórico sobre la trata de personas. Revista de PADH. Recuperado

33
Symploké estudios de género

de: http://www.uasb.edu.ec/UserFiles/369/File/PDF/CentrodeReferencia/Temasdeanalisis2/vi
olenciasyderechoshumanos/staff.pdf
Zaldúa, G. (2011). Políticas sociales, ciudadanía y subjetividades. En G. Zaldúa (ed.) Epistemes y
Prácticas de Psicología Preventiva, pp. 43-78. Buenos Aires: Eudeba
Zaldúa, G; Longo, R; Sopransi, M; Lenta, M. (2014). Exigibilidad de derechos de personas en
situación de prostitución y dispositivos comunitarios en CABA. Anuario de Investigaciones, 21,
193-204
Ziáurriz, T. (2011). La prostitución, una de las expresiones más arcaicas y violentas del patriarcado
contra las mujeres. Pensamiento iberoamericano, 9, 293-312. Recuperado de: https://dialnet.
unirioja.es/servlet/autor?codigo=2952830
Žizek, S. (2013). Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales. Buenos Aires: Paidós.

Año 2021 Número 3

34
Reflexiones éticas en tor-
Symploké estudios de género

no a la gestación subroga-
da. (Des)encuentros entre
derechos reproductivos y
mandatos sociales
Florencia Noelia Collado Aulestiarte
Facultad de Psicología, UBA

Recibido: 20/08/2021
Aceptado: 09/09/2021

Resumen

El presente trabajo aborda el avance de la tecnociencia en materia de Técnicas de Reproducción


Humana Asistida y de cómo impactan en la subjetividad de las personas usuarias. Se realiza un aná-
lisis de la Gestación Subrogada tanto a nivel nacional como internacional. Se propone examinar y
explorar cómo dicha técnica es retratada en artículos periodísticos siguiendo los lineamientos del
método interpretativo. El objetivo es desarrollar interrogantes y puntos de tensión con respecto a las
implicancias que los desarrollos científicos tienen a nivel simbólico, social y singular, a partir de un
enfoque de derechos con perspectiva de género.

Palabras Clave: Técnicas de reproducción humana asistida (TRHA) - Gestación subrogada - Pers-
pectiva de género - Subjetividad - Ética

Abstract

This paper addresses the progress of technoscience in the field of Assisted Human Reproduction
Techniques and how they impact on the subjectivity of the users. An analysis of surrogacy is made
both at national and international level. It is proposed to examine and explore how this technique is
portrayed in journalistic articles following the guidelines of the interpretative method. The objective
is to develop questions and points of tension regarding the implications that scientific developments
have at a symbolic, social and singular level, from a rights-based approach with a gender perspective.

Key Words: Assisted Human Reproduction Techniques (AHRT) - Surrogacy - Gender Perspective -
Año 2021 Número 3

Subjectivity - Ethics

35
Symploké estudios de género

Introducción

En el siglo XX, las tecnologías en general han producido grandes cambios en la vida de los seres
humanos: la innovación tecnológica amplía los campos de lo posible y modifica los sistemas de
creencias de los usuarios produciendo nuevos valores que se definen en la sociedad actual (Ormart,
2008). En tal sentido, los avances producidos en materia de técnicas de reproducción humana asistida
(TRHA en adelante) en las últimas décadas han puesto en jaque el modelo tradicional de familia, ya
que permite a muchas personas acceder a la maternidad y la paternidad a pesar de sus limitaciones
biológicas.
Los desarrollos de las tecnologías biomédicas han producido transformaciones sociales, legales,
subjetivas y reproductivas desde su aparición, ya que se le otorga a las mujeres la posibilidad de con-
trolar sus cuerpos, no solo en lo que respecta al uso de los nuevos métodos de anticoncepción, mayor
planificación del embarazo y maternidad, sino que también les permite la posibilidad de tener hijos/
as a aquellas personas que presentan limitaciones biológicas, ya sea por cuestiones de esterilidad o
infertilidad. El primer término se puede definir como la imposibilidad que se produzca la fecundación
del óvulo por parte del espermatozoide, mientras que el segundo, hay fecundación, pero el embrión
no alcanza la implantación o el embarazo no llega a su término (González, 2020). Actualmente, las
TRHA suponen un aumento cuantitativo en las posibilidades de planificar la maternidad. En lo que
respecta a la gestación, se trata de un proceso que se pueda alcanzar rápidamente debido a la gran
cantidad de opciones que el mercado ofrece, por lo que suele generarse un efecto de omnipotencia. Es
decir, las TRHA fomentan la ilusión de que el deseo del hijo/a es alcanzable desde ensayos clínicos.
Sin embargo, estas modalidades son muy complejas y no siempre logran concretarse en los primeros
intentos. En la posmodernidad, surge la ilusión de la maternidad, bajo el slogan del “todo es posible”
(Reid, 2019).
En el presente artículo nos remitiremos a una de las TRHA que más controversia ha generado,
no solo en el ámbito académico sino también a nivel social: la gestación subrogada. A continuación
abordaremos las implicancias de esta técnica a partir de diversas dimensiones de análisis, a saber:
configuración histórica y epistémica del rol de la mujer en la sociedad, el entramado político como
productor de subjetividad, consideraciones éticas en torno a la práctica, campo subjetivo y singulari-
dad de cada caso. En tal sentido, es nuestra intención abrir interrogantes y exponer puntos de tensión
con respecto a las implicancias que los desarrollos científico-tecnológicos en materia de Técnicas
de Reproducción Humana Asistida (TRHA) tienen a nivel simbólico, social y singular, a partir de
un enfoque de derechos sostenido en una ética con perspectiva de género. Es nuestro propósito aquí
exponer el sesgo de género a partir del análisis de artículos periodísticos de reciente publicación, ya
que dan cuenta de la vigencia de esta temática en el ámbito social y en la agenda política. Asimismo,
dicho sesgo se encuentra en disciplinas involucradas en lo atinente a la gestación subrogada, como el
Derecho, la medicina y la psicología, por lo que proponemos problematizarlo desde una perspectiva
ética feminista, con la finalidad de “analizar y criticar cualquier forma de injusticia de género y poner
fin a la discriminación, desigualdad, exclusión y opresión de las mujeres” (Ortiz Millán, 2014, p. 71).
Adoptamos este posicionamiento porque tiene en su fundamento el reconocimiento de los derechos
humanos y, en relación con el tema que nos ocupa, la protección de la libertad reproductiva y la auto-
determinación para decidir cuándo y cuántos hijos/as tener, o no tener hijos/as.

Aspectos metodológicos

El objetivo general de este trabajo es analizar las representaciones sociales respecto del géne-
ro femenino y la maternidad, fundamentalmente en relación con la realización de la técnica de gesta-
Año 2021 Número 3

ción subrogada. Entre los objetivos específicos, se propone examinar las tensiones y controversias
sobre la gestación subrogada en el ámbito académico; y explorar cómo es retratada esta cuestión en
un medio masivo de comunicación, del cual es posible extraer indicadores en relación con estereoti-
pos de género, valores e ideales en torno al rol social de la mujer y su vinculación con la maternidad.

36
Symploké estudios de género

Los lineamientos metodológicos que sigue el presente escrito son aquellos postulados por la in-
vestigación interpretativa: “En este tipo de investigaciones no se apunta a la mera descripción de los
hechos, ni a su explicación causal, sino a la interpretación o comprensión de los fenómenos” (Ynoub,
2011, p. 97). Se estudiarán producciones culturales (artículos periodísticos) a los fines de comprender
e interpretar la temática aquí presentada, interpretando los sentidos que las mismas pueden adquirir.
Se aborda el objeto a estudiar como un mensaje o código a descifrar, cuya interpretación se hace por
referencia al contexto histórico o institucional de ese objeto cultural, o vinculado a la producción de
ese objeto. Es importante señalar que el investigador, en este caso, no participa en el contexto de
producción del material interpretado (Ynoub, 2011).
Las unidades de análisis seleccionadas son artículos periodísticos publicados en el período com-
prendido entre enero-junio de 2021 en portales digitales internacionales, a saber: ABC (España), Cla-
rín (Argentina), El Español (España), Europa Press (España), Infobae (Argentina) y La Razón (Espa-
ña) y el sitio web especializado en la materia www.maternidadsubrogada.com.ar (Argentina).
El corpus analizado se conformó en virtud de la selección de notas periodísticas en español, pu-
blicadas en el período enero-julio de 2021, que abordaran explícitamente la temática de la gestación
subrogada (n=10). Se excluyeron aquellos materiales publicados en redes sociales, blogs, portales ju-
diciales y otras plataformas de difusión; así como también aquellos artículos que reseñan produccio-
nes artísticas (libros o películas) sobre la temática, por exceder los límites planteados en el presente
estudio.
Se procedió a su análisis a partir del establecimiento de categorías y ejes conceptuales definidos
previamente: 1) Marco normativo y jurisprudencia; 2) Representaciones sociales en torno a la mater-
nidad y el rol social de la mujer; 3) Dimensión epistémica y construcción del rol social de la mujer;
4) Dimensión subjetiva.
A continuación se mencionarán aquellos que consideramos más relevantes en relación con los ejes
de análisis seleccionados.

Desarrollo

Los avances tecno-científicos: transformación del cuerpo y la familia

Respecto a la decisión de maternar y/o paternar, se puede plantear que muchas personas quieren
tener hijos/as y al no poder, recurren a las nuevas tecnologías en tanto suplen las limitaciones bio-
lógicas con las que cargan las personas que quieren tener hijos/as. Según Lima y Ormart (2014), se
busca la reparación del cuerpo biológico y es el médico quien acude ante esta demanda para arreglar
lo que no funciona.
Las TRHA están compuestas por diversas técnicas y tratamientos médicos mediante los cuales se
trata de aproximar en forma artificial los gametos femeninos y masculinos, y es a partir de ello que se
puede lograr el embarazo. Las mismas se clasifican en técnicas de baja y alta complejidad. En primer
lugar, las de baja complejidad se pueden definir como la unión entre óvulo y espermatozoide dentro
del cuerpo de la mujer, es decir en las trompas de Falopio. Tal es el caso de coito programado, que
consiste en programar el momento adecuado para tener relaciones sexuales, y la inseminación intrau-
terina que se define como el depósito de espermatozoides (no de forma natural) en el tracto reproduc-
tivo de la mujer, en el momento próximo a la ovulación, con la finalidad de conseguir un embarazo
(González, 2020). En segundo lugar, las técnicas de alta complejidad constan de la realización de
dicha unión en medios artificiales, es decir en laboratorios, lo cual implica la extracción de los óvulos
del organismo de la mujer. Este tipo de técnicas difieren en el método a utilizar y en el momento y
lugar de la transferencia de gametos y/ o embriones. Entre ellas se destaca la Fertilización In Vitro
Año 2021 Número 3

(FIV), la cual se caracteriza como “la madre” de estos tipos de tratamientos, y fue desarrollada ini-
cialmente para el tratamiento de la infertilidad causada por obstrucción de las trompas. En el proceso
de fertilización se colocan muchos espermatozoides alrededor del óvulo para formar los embriones,
que son mantenidos en laboratorios por unos días y luego se transfieren a la cavidad uterina (Gonzá-

37
Symploké estudios de género

lez, 2020). A su vez, se puede nombrar a la Inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI)


que consta en la inyección de un único espermatozoide en el interior del óvulo. Por otro lado, para
obtener un gran número de óvulos y embriones, los procedimientos de reproducción asistida suelen
efectuarse con una hiperestimulación ovárica controlada. En los casos en que hay más embriones de
los deseados para transferir, se pueden almacenar por medio de la técnica de criopreservación, que
consiste en mantener los embriones a muy bajas temperaturas, por lo que todas las funciones celula-
res se detienen pudiendo conservarse en este estado durante muchos años. La donación de gametos
o embriones es un proceso que consiste en la fecundación a través de la donación de los gametos de
donantes anónimos, con el semen y/o óvulos, obteniendo embriones en el laboratorio y transfirién-
dolos al útero. Se utiliza cuando el problema es de esterilidad en la mujer, infertilidad, o esterilidad
en el hombre. Por último, la gestación subrogada o gestación por sustitución es una técnica de re-
producción humana de alta complejidad que aún no cuenta con una regulación jurídica en Argentina.
La misma consiste en la transferencia de un embrión conformado a partir del material genético de
donantes al útero de un cuerpo gestante (González, 2020).
Esta última técnica es la que ha generado mayor controversia. Fue definida por primera vez
en el Informe Warnock (Reino Unido) como la práctica mediante la cual una mujer gesta o lleva en
su vientre un bebé para otra mujer1, con la intención de entregarlo una vez nacido (Warnock, 1985).
Esta técnica supone un tipo de procedimiento complejo que involucra la fecundación in vitro primero
-ya sea con material genético de la pareja o no-, y la implantación en el útero de una mujer que lleva
a cabo el embarazo para entregar al bebé en el momento del parto. Existen dos tipos de subrogación,
la conocida como “tradicional” y la llamada “gestacional”. La primera tiene lugar cuando la persona
subrogada es inseminada artificialmente con el esperma del hombre que desea ser padre o de un do-
nante anónimo y es ella quien aporta su propio óvulo, es decir, una parte del material genético. Esta
modalidad era utilizada en los inicios de la práctica de subrogación; pero en la actualidad preferente-
mente no se utiliza debido al vínculo genético con la persona gestante. Por este motivo la subrogación
gestacional suele ser la más habitual, ya que el vínculo genético con el bebé no existe: Si se trata de
una pareja heterosexual, se utilizan óvulos fecundados provistos por la madre y el padre de intención,
aportando el material genético en su totalidad. Los embriones resultantes son transferidos al útero
de la persona que llevará a cabo el embarazo. De esta modalidad existe una variante, en la interviene
también una donante de óvulos, en aquellos casos en que se trata de una pareja de hombres que opta
por la subrogación o cuando la madre de intención no puede aportar el material genético (Morero
Beltrán, 2013).
Cabe destacar que las TRHA, y la gestación subrogada en particular, ponen en cuestión la idea
de reproducción como algo “natural”, así como también se amplía y modifica el significado de la fa-
milia. En tal sentido, en el discurso legal se incorporó una tercera fuente filial, ya que hasta hace unos
pocos años la filiación por naturaleza y la surgida de la adopción eran las únicas fuentes reconocidas
(Kletnicki, 2014). Sin embargo, debido a la intervención de la ciencia en la vida, se promovió la inclu-
sión de una tercera fuente originada en el uso de las TRHA. Dichos cambios en el sistema de filiación,
junto con los avances de la ciencia, permiten el reconocimiento de otras conformaciones familiares,
con la consecuente modificación de la noción de maternidad y paternidad, que históricamente estaban
centradas en la heteronormatividad.
Es menester señalar que la primera implicación de las técnicas de reproducción asistida es la se-
paración de la gestación y la maternidad genética y que específicamente la subrogación desafía los
ideales heteronormativos alrededor de la maternidad entendida de forma tradicional y delimitada por
las barreras de lo “natural”. La mujer/persona gestante que actúa como subrogada rechaza la mater-
nidad social, dejando el cuidado del bebé a otra/s persona/s, lo cual implica cierto distanciamiento de
Año 2021 Número 3

1 Si bien aquí presentamos la definición tal cual como ha sido formulada en el mencionado informe, es preciso poner de
relieve que, desde una mirada no binaria y contemplativa de la pluralidad de géneros y posiciones sexuadas, la persona
gestante no necesariamente es una mujer (ya que un varón trans tiene capacidad de gestar) ni tampoco quienes solicitan
la subrogación son mujeres en todos los casos (parejas homosexuales masculinas, varón cis/trans soltero, etc.)

38
Symploké estudios de género

los ideales atravesados por una lectura patriarcal que sitúa a las mujeres como cuidadoras primarias
(Teman, 2008).

Marco normativo

A nivel internacional, en el derecho comparado se encuentran tres posturas en relación con la ges-
tación subrogada: 1) prohibición de la gestación por sustitución; 2) admisión, solo cuando es altruista
y bajo ciertos requisitos y condiciones; 3) admisión amplia. En primer lugar, en muchos países como
Francia, Italia, España, Alemania, Suecia, o Austria se encuentra prohibida la gestación por sustitu-
ción. Como consecuencia de ello, se genera el turismo reproductivo y con ello problemas legales en
cuanto a la inscripción de los bebés en el país de origen. En segundo lugar, aquellos Estados en que
se establecen condiciones para la admisión de dicha técnica pueden subdividirse en dos: por un lado,
un grupo que regula el proceso de pre-adopción de gestación por sustitución, mediante el cual se
deberá presentar un arreglo entre las partes intervinientes ante un organismo legal para ser aprobado
antes de realizar el tratamiento. Por otro lado, el segundo grupo, cuya regulación insta a realizar un
procedimiento para que los/las comitentes obtengan la paternidad legal del niño/a como resultado de
un acuerdo de gestación por sustitución. En este sentido, el foco de atención se encontrará en la trans-
ferencia de filiación post-parto. Algunos países que establecen este tipo de condiciones son Reino
Unido, Brasil, Canadá, Grecia, México, Australia, Sudáfrica, Nueva Zelanda, entre otros. Por último,
en la admisión amplia la gestación subrogada es la única opción que tiene una pareja homosexual
compuesta por dos varones, los cuales podrían tener un genéticamente un hijo/a propio/a (al menos
uno de ellos). Entonces conforme a los principios de igualdad, libertad y no discriminación, se con-
vierte en un argumento para la legalización y regulación. Tal es el caso de Ucrania, Georgia, Rusia,
India, y la mayoría de los estados de los Estados Unidos (Ormart, 2018).
A propósito del marco normativo, quisiéramos destacar la vigencia que tiene esta temática en la
agenda política y social a nivel internacional: por un lado, en febrero del corriente año el estado de
Nueva York (Estados Unidos) permitió la gestación subrogada remunerada, práctica descriminaliza-
da en la mayoría de los estados del país. La normativa que entró en vigor establece un marco legal
para la realización de la técnica, permitiendo acuerdos para que “una mujer pueda alquilar su vientre
para gestar el hijo/la hija de una persona o pareja con la que no tiene relación biológica a cambio de
una compensación”, otorgando certidumbre respecto al parentesco legal de los/as niños/as nacidos/
as por subrogación. Asimismo, la ley contempla el otorgamiento de seguros de vida y médicos para
“las madres que alquilen su vientre”2 financiado por los padres de intención (Nueva York legaliza la
gestación subrogada remunerada, 2021).
Por otro lado, en España en el mes de junio se ha presentado en el parlamento de Madrid una
moción que solicitaba instar al gobierno de la Nación “impulsar de manera inmediata una Ley de
regulación de Gestación Subrogada”. Debemos señalar que dicho asunto ya se había planteado ante-
riormente en 2017 y 2019, siendo rechazada por el resto de los partidos que componen el claustro. En
esta ocasión tampoco se obtuvo la aprobación de los otros grupos municipales con representación en
el Consistorio; no obstante, el debate se ha instalado en las calles y en las redes sociales (Cs se queda
solo en Cibeles al defender la gestación subrogada, 2021).
Más recientemente, a mediados de julio el Tribunal Supremo israelí ha dictaminado que las leyes
que vetaban la maternidad subrogada a parejas del mismo sexo y a hombres solteros son ilegales, por
lo que ha ordenado al Parlamento legislar al respecto en un plazo máximo de seis meses. Durante más
de once años tuvieron vigencia leyes que limitaban la maternidad subrogada a parejas heterosexuales
y a mujeres con vínculo genético con el bebé. Previamente, en febrero de 2020 el Tribunal Supremo
había derogado una ley al respecto y otorgaba al Parlamento un año de plazo para promulgar una nue-
Año 2021 Número 3

va norma, aludiendo que dicha ley violaba “de forma desproporcionada el derecho a la igualdad y el

2 Quisiéramos destacar en los pasajes extraídos del artículo periodístico la utilización de términos tales como “madre”
para refereirse a la gestante y “alquiler de vientre”, punto sobre el cual nos detendremos a continuación...

39
Symploké estudios de género

derecho a la paternidad de estos grupos y por tanto es ilegal”. En esta oportunidad el Gobierno israelí
solicitó que el Supremo se pronunciase, por considerar inviable una modificación de la cuestionada
ley en la situación política actual, lo cual tuvo como resultado esta sentencia que reduce aún más el
plazo debido a que “la falta de viabilidad política no puede justificar la grave violación de derechos
básicos”, según la presidenta del Tribunal (El Supremo de Israel declara ilegal prohibir la gestación
subrogada a parejas homosexuales, 2021).
En el ámbito local, en materia de técnicas de reproducción humana asistida en Argentina se cuenta
con una norma que regula uno de los tantos aspectos de esta práctica como lo es la cobertura médica
(Ley 26.862/2013). La misma establece que toda persona mayor de edad, tenga obra social, prepaga
o se atienda en el sistema público de salud, puede acceder de forma gratuita a las técnicas y procedi-
mientos realizados con asistencia médica para lograr el embarazo. Es decir, la ley tiene como objetivo
garantizar el acceso a los procedimientos y técnicas médicas de reproducción asistida, cualquiera sea
la cobertura que posea la persona. Por lo que se puede plantear que tener un/a hijo/a pasa a ser un
derecho, garantizado por ley (Lima & Ormart, 2014). Debemos precisar que dicha normativa permite
el acceso integral a los procedimientos y técnicas médico-asistenciales de reproducción medicamente
asistida a parejas de igual o distinto sexo, y también para hombres o mujeres que no conforman pareja,
tengan o no problemas de fertilidad, es decir, se les reconoce a todas ellas el empleo de técnicas de
baja o alta complejidad. De este modo, el concepto de familia tiene una resignifi­cación, como conse-
cuencia de su carácter cultural y dinámico. Asimismo, la misma regula que se pueden acceder hasta
cuatro tratamientos de baja complejidad, y hasta tres de alta complejidad cuando no se logre la pro-
creación o consecución del embarazo, y se destaca que las mismas deben realizarse con un intervalo
de tres meses (Iturburu, 2017). Si bien dicha ley está destinada a regular la cobertura, la misma no se
refiere ni comprende a la gestación subrogada.

Sucede que tanto la ley como la reglamentación siguen lo prescripto por la Organización
Mundial de la Salud en cuanto a la «cobertura integral e interdisciplinaria del abordaje, el
diagnóstico, los medicamentos y las terapias de apoyo y los procedimientos y las técnicas de
reproducción médicamente asistida», por lo tanto, he aquí una exclusión consciente, ya que
la definición de dicho organismo menciona de manera expresa al «útero subrogado», lo que
no hace ni la ley ni por ende, su reglamentación. (Lamm, 2013, p. 102-103)

La gestación subrogada aún no se encuentra regulada, a pesar de que el Anteproyecto de Reforma


del Código Civil y Comercial, antecedente directo del Código Civil y Comercial (CCyC) vigente
desde 2015, receptaba la gestación por sustitución (art. 562 del Anteproyecto) como un supuesto
especial de TRHA. Allí se establecía que requería, dada su complejidad, un proceso judicial previo a
los fines de homologar los consentimientos de todas las partes intervinientes y determinar la filiación
del niño/a nacido/a con los comitentes. No obstante, si bien no fue incorporado en el texto definitivo
del Código Civil y Comercial, se presentan -y cada vez más- diferentes planteos judiciales que invo-
lucran este tipo de TRHA. En este sentido, uno de los fundamentos de la postura reguladora radica
en que en la realidad esta técnica es practicada efectivamente. De hecho, las personas que cuentan
con recursos económicos suficientes viajan a países en los que es lícito (lo cual se denomina “turismo
reproductivo”); gran cantidad de niños/as ya nacieron, y su interés superior no permite que se niegue
jurídicamente la existencia de un vínculo con quien o quienes han tenido la voluntad de ser padres/
madres (Lamm, 2017).
Por otra parte, debemos tener presente que la gestación subrogada, en tanto procedimiento médico
reconocido por la Organización Mundial de la Salud, permite que aquellas personas que quieren for-
mar una familia y no pueden hacerlo por su imposibilidad de gestar y/o llevar a término un embarazo
Año 2021 Número 3

por razones de salud (infertilidad) o social (infertilidad estructural), no vean cercenados sus derechos
a la paternidad/maternidad y el derecho a formar una familia, en íntima conexión con el derecho a la
salud y el derecho a beneficiarse de los avances científicos, reconocidos por la Constitución Nacional
y los Tratados Internacionales de rango Constitucional. Queremos destacar que es insoslayable la

40
Symploké estudios de género

articulación entre los derechos mencionados y la Ley de Matrimonio Igualitario (26.618/2010) en


tanto allí se incorpora la posibilidad de la filiación y el consecuente registro de hijos/as de personas
del mismo sexo y, tal como ya hemos mencionado, la técnica de subrogación es la única que permite
a dos varones tener descendencia con material genético de al menos uno de ellos.

Configuraciones históricas y epistémicas sobre el rol de la mujer

Consideramos de suma importancia tomar como punto de partida para el análisis sobre la ges-
tación subrogada la construcción histórica y epistémica en torno a la diferencia entre los géneros.
Según Fernández (1993), la dimensión epistémica elucida las categorías lógicas desde las cuales se
piensa la diferencia y por las cuales se establecen las ecuaciones Hombre=hombre y diferente=infe-
rior, es decir se homologa lo genérico humano con lo masculino y lo diferente como inferior. Dichos
axiomas constituyen un ordenamiento que se basa en la exclusión, segregación, y jerarquización de la
alteridad inferior. A raíz de esto, se puede ver cómo se establecen las categorías donde se estructuran
las diferencias bajo una lógica binaria, jerárquica y atributiva. En primer lugar, binaria porque se trata
de dos polos -uno verdadero y otro falso-; atributiva, ya que se atribuye al sexo masculino el modelo
humano; y jerárquica en tanto transforma al otro término como inferior y/o suplemento (Fernández,
1993). Fernández (1993) plantea que lo epistémico es también político ya que, mediante el estableci-
miento del hombre como Uno, se configura a la mujer como lo Otro, como reverso y marginal.
La consideración de estas configuraciones históricas y epistémicas resulta fundamental al momen-
to de abordar las producciones académicas sobre gestación subrogada, partiendo de una lectura crítica
y atenta a los argumentos atributivos que subyacen en muchas ocasiones a los posicionamientos taxa-
tivos en favor o en contra de la técnica. En tal sentido, conviene recuperar aquello postulado por Ortiz
Millán (2014), quien advierte que la Ética, en tanto disciplina, ha estado históricamente dominada por
teorías hechas por hombres y no por mujeres, reflejando explícitamente el punto de vista y los valores
masculinos. Puede decirse que más recientemente esto se ha matizado y hallamos que la perspectiva
masculina se encuentra implícita y se presenta como universal y neutra en términos de género.

El entramado político como productor de subjetividad

Según lo planteado previamente por Fernández (1993), la dimensión política también responde a
una lógica binaria. Tempranamente De Beauvoir (1962) se preguntaba ¿qué es la mujer?, en tanto se
la definía como el reverso y negativo de lo que el hombre representa como positivo. A su vez, si nos
remitimos a la historia de la sexualidad veremos que, si bien actualmente “entendemos la sexualidad
como una característica positiva, distintiva y constitutiva de la personalidad humana, como la base
caracterológica de los actos, deseos y placeres sexuales de un individuo, la fuente determinada de
la cual procede toda expresión sexual” (Halperin, 2000, p. 23) esto no siempre ha sido así, sino que
según Padgug:

La cópula, el parentesco, la familia y el género, no formaban parte de nada parecido a un


campo de la sexualidad. Más bien, cada grupo de actos sexuales estaba directa o indirecta-
mente conectado con [...] patrones de instituciones y pensamiento que tendemos a ver con
carácter político, económico o social, y las conexiones iban en contra de nuestra idea de
sexualidad como una cosa, separable de otras, y como una esfera separada de la existencia
privada. (Citado en Halperin, 2000, p. 24)

Desde esta perspectiva, es posible pensar que la diferencia entre los géneros instituye una des-
Año 2021 Número 3

igualdad en donde se organiza la división de un mundo público y racionalizado al que acceden los
hombres, en oposición a un mundo privado y sentimentalizado en donde se encuentran las mujeres
(Fernández, 1993). En cada época se delimita lo propio de cada sexo, mediante el imaginario social
en tanto universo de significaciones imaginarias que constituyen la subjetividad de las personas y

41
Symploké estudios de género

justamente se da forma narrativa a diversos mitos, en tanto se los define como creencias que operan
en forma de organizadores sociales (Fernández, 1993). En relación con lo planteado anteriormente,
la autora propone tres mitos enlazados que giran en torno a la mujer: el mito mujer=madre, el de la
pasividad erótica femenina y el del amor romántico. Dichos mitos dan forma al universo de signi-
ficaciones imaginarias que instituyen a la familia y que inventan lo femenino y lo masculino de la
modernidad. El primero plantea que la maternidad es la función de la mujer y a través de ella se
alcanza su realización y adultez. El mito de la pasividad erótica femenina, el cual es instituido por el
discurso médico hegemónico, caracteriza a la mujer como frágil, emotiva y dependiente. Esta divi-
sión activo-pasivo, remite a la división dominante-dominado, por lo que la mujer quedaría del lado
de la subordinación y dominación. Por último, el mito del amor romántico que plantea una dicotomía,
un ordenamiento del mundo considerado público donde se encuentra el hombre trabajando y, por otro
lado, el mundo privado el cual está reservado para la mujer, encargada del cuidado de los/as niños/as
y del hogar (Fernández, 1993).
Dichas significaciones imaginarias sostenidas históricamente impactan de manera directa en la
conformación de las subjetividades sexuadas. Ello puede articularse con los modos de subjetivación
planteados por Bleichmar (2005), que consisten en la relación entre las representaciones que cada
sociedad instituye para la conformación de personas y las formas en que cada sujeto constituye su sin-
gularidad (citado en Tajer, 2009). En este sentido, las relaciones de poder asimétricas entre varones
y mujeres ocasionan determinadas formas de desarrollo de los afectos y deseos, a partir de los cuales
los sujetos constituyen su identidad.
Siguiendo con estos desarrollos, Tajer (2009) propone diferentes modos específicos de subjetiva-
ción de género masculino y femenino, a partir de las variaciones históricas en los sistemas de relacio-
nes de género. Respecto al género femenino, el modo tradicional de se corresponde con una tipología
femenina relacionada con el sostenimiento de la división sexual del trabajo, así como es el caso de las
mujeres-madres que se encargan de cuidar el espacio doméstico por amor, mientras que los varones
se encuentran en el espacio público como trabajadores asalariados. Las mujeres tienen ideales con-
formados por la maternidad y la conyugalidad, los cuales se basan en los valores de la fidelidad y la
honra femenina. Respecto a lo laboral, solo en casos excepcionales, las mujeres trabajan de manera
rentada. En cuanto a la sensualidad, ésta se expresa de forma pasiva y reprimida, dado que una “buena
mujer” no debe expresar abiertamente su deseo sexual. A su vez, la representación de su cuerpo está
ligada a ideales de juventud y belleza, en tanto se trata de un cuerpo para gustarle a los demás. Cabe
destacar que la condición de la mujer es ser madre no solo por estas cualidades, sino también por la
ilusión de la naturalidad, es decir que es natural que la mujer sea madre, así como también la noción
de la atemporalidad que acentúa esto mismo (Fernández, 1993).
En segundo lugar, a mediados del siglo XX con los cambios producidos en el mercado laboral,
surge el modo transicional de subjetivación. El mismo se caracteriza por el ingreso masivo de las
mujeres al ámbito público, obteniendo de esta manera acceso al mercado laboral y a la educación
formal. No obstante, el ideal de la mujer continúa basándose en la maternidad y conyugalidad, es
decir, se conserva en el interior el modelo tradicional, al cual se le adiciona la inserción laboral y
profesional. Los vínculos de pareja que han desarrollado se basan en la expectativa de que el varón
sea el principal proveedor económico, por lo que se prioriza su desarrollo, y queda en un lugar secun-
dario la realización personal de la mujer (Tajer, 2009). De este modo, presentan contradicciones en el
ámbito conyugal, en tanto sobreestiman y envidian al varón por su posición sociolaboral privilegiada.
Asimismo, se presta menor atención al ideal de belleza, y tanto el erotismo como el disfrute sexual
son importantes dentro del vínculo conyugal.
Por último, los modos innovadores de subjetivación, se caracterizan por una diversidad de modali-
dades posibles. La maternidad y la conyugalidad se plantean como opción más que como un mandato,
Año 2021 Número 3

y la inclusión laboral es una condición para el autosustento y autonomía. Es decir, en lo referente


a los valores en los cuales basan su autoestima, el ideal del trabajo coexiste con la maternidad. Sin
embargo, las tareas domésticas continúan perteneciéndoles a las mujeres, lo cual genera una sobre-
exigencia. Respecto a la imagen de su cuerpo, alcanzan una mayor apropiación como fuente de placer

42
Symploké estudios de género

(Tajer, 2009).

Consideraciones éticas sobre la gestación subrogada

En primer lugar, cabe precisar a qué nos referimos cuando hablamos de ética. Siguiendo a Malian-
di (1991), ésta es una de las formas en que el ser humano se autoobserva, una operación consistente
en dirigir la atención hacia operaciones propias y cuya particularidad consiste en que la reflexión que
ella ejerce es también constitutiva del objeto de tal reflexión, del ethos:

El ethos mismo no es indiferente a que se lo observe o no, sino que consiste él mismo, al me-
nos parcialmente, en su observación, su tematización, su reflexión. […] El ethos (o fenóme-
no de la moralidad) comprende también todo esfuerzo por esclarecerlo, lo cual da lugar a la
paradoja de que la ética, en cuanto tematización del ethos, resulta ser, a la vez, tematización
de sí misma (Maliandi, 1991, p. 11)

El ethos en tanto fenómeno cultural se define como al conjunto de actitudes, convicciones, creen-
cias morales y formas de conducta, ya sea a nivel individual, social, étnico, etc. El autor ubica allí
la dificultad de la ética, en tanto su objeto de estudio es demasiado cercano, no se puede salir de él.
El ethos, en su carácter de facticidad normativa, remite siempre a determinados códigos de normas,
sistemas de valores, ciertos tipos de concepciones sobre lo que es moral y lo que no lo es. De la plu-
ralidad de dichos códigos o sistemas se deriva cierto “relativismo ético”, producto de una confusión
entre la vigencia y la validez de las normas o principios.

Cuando se advierte que no todos opinan unánimemente sobre lo que “se debe hacer”, surge
la duda, la pregunta básica acerca de qué se debe hacer, y -en caso de que se obtenga para
ello alguna respuesta- la de por qué se lo debe hacer. Con ese tipo de preguntas se inicia
entonces la ética filosófica, que representa la continuación sistemática de la tematización es-
pontánea: en ella se procura explicitar (“reconstruir”) los principios que rigen la vida moral,
es decir, se intenta fundamentar las normas. (Maliandi, 1991, p. 17)

Nuestro propósito aquí no radica, precisamente, en concluir sobre lo que se debe hacer en
materia de gestación subrogada, sino analizar los diversos argumentos que se han presentado sobre
la cuestión. Debemos, entonces, remitirnos a la etimología del verbo analizar, a saber “soltar, desatar”,
puesto que nuestro interés es evidenciar las redes de sentido que se imbrican en torno a esta práctica
tan controvertida, con miras a dilucidar las configuraciones sociohistóricas y políticas que las sostie-
nen. Por lo tanto, explicitaremos que nuestra perspectiva se asienta en la consideración de que “[...] la
pauta moral se corresponde con los sistemas particulares -culturales, históricos, de grupo-, mientras
que el horizonte ético, si bien puede soportarse en tales imaginarios, siempre los excede” (Michel
Fariña, 2002, p. 54).
Hemos partido de ciertas precisiones con respecto a la figura de la mujer-madre para poder
enfocarnos en las particularidades que se ponen en juego en la figura de la mujer-gestante. En primer
lugar, debe tenerse en cuenta que el proceso de la gestación es complejo, ya que se llevan a cabo im-
portantes cambios en la mujer a nivel fisiológico y social. Este período debe ser considerado como
un proceso de suma importancia, ya que todos los sentimientos y emociones desencadenados son
capaces de afectar no solo a la mujer, sino también al niño/a (Díaz et al, 2013). Al mismo tiempo, el
puerperio -período comprendido entre el tiempo posterior al nacimiento y los cuarenta días siguien-
tes- debe ser considerado como una etapa de muchos riesgos, tanto para la madre como para el bebé
Año 2021 Número 3

recién nacido. Dicho momento posterior al parto se caracteriza por dudas, miedos y desconocimiento
de la evolución habitual en la madre y el desarrollo esperable del niño/a; así como la vulnerabilidad
ante múltiples factores de riesgo que pueden desencadenar complicaciones que comprometen la salud
y la vida (Laza Vásquez y Puerto Lozano, 2011). Sin desconocer dichas implicancias tanto a nivel

43
Symploké estudios de género

fisiológico como psíquico para la persona gestante, resulta interesante el aporte que realiza Lamm
(2017), quien propone desmitificar el romanticismo que rodea a la gestación:

Gestar es un proceso biológico al que habría que liberarlo de la carga emocional, “especial”
o sentimental que no siempre tiene ni se siente por parte de quien lo vive. Y que precisa-
mente se potencia socialmente para sostener lo descripto previamente: el rol materno y sus
consecuencias. (p. 12)

Según la autora, la gestación subrogada abre la posibilidad de poner en cuestión estos mitos en
torno a la gestación, ya que se presenta como liberadora de las construcciones controladoras de los
cuerpos de las mujeres y los mitos románticos que se le asocian. En la misma línea, Maffía y Gómez
(2019) sitúan que esta técnica hace estallar el concepto de maternidad, al separar y distinguir:

a) la madre biológica como la persona que aporta el óvulo;


b) la madre gestante como la persona que aporta su cuerpo para el embarazo;
c) la madre comitente como la persona que aporta la voluntad procreacional, que puede
estar en pareja con otra mujer y así da por tierra una de las piedras basales del Código Civil:
mater semper certa est (la madre siempre es una sola) (p. 167)

Si tenemos en consideración el modo en que la temática es tratada por los medios de comunica-
ción, considerándolos discursos atravesados por la subjetividad de la época, una mirada aguda sobre
ellos permite echar luz sobre los ideales estereotípicos sobre las maternidades que allí se refuerzan,
negando y no reconociendo las experiencias diversas vividas por muchas mujeres/personas gestantes.
¿Resulta tan inconcebible pensar que alguien puede parir un bebé y entregarlo a otra/s persona/s sin
reparos ni dudas? ¿Y si acaso la persona implicada no se proyecta como madre?
En este sentido, la subrogación se presenta como la antítesis de la construcción heteronormativa
tradicional, que es aquella que está asociada al cuidado materno (Winddance-Twinne, 2011). Dar a
luz a un bebé con el objetivo de renunciar a él, desafía la concepción asumida socialmente que iden-
tifica el embarazo con el compromiso de madre biológica con el subsiguiente proyecto de maternidad
social posterior (Morero Beltrán, 2013). A propósito, ya hemos hecho un señalamiento con respecto
a cómo los medios de comunicación -y, en muchos casos, también las producciones académicas- se
refieren (¿tendenciosamente?) a la persona gestante como “madre de alquiler”, lo cual da cuenta de la
coagulación de sentidos en torno al rol que se otorga a la mujer, o la cosificación de la que es objeto
cuando se la reduce a un “vientre de alquiler”. Sobre esta cuestión resulta interesante tomar los dichos
de la vicealcaldesa española Begoña Villacís, en el marco del debate parlamentario por la reglamen-
tación de la gestación subrogada: “Hablamos de una mujer, esto es importante. Es una mujer, no un
vientre. No estoy dispuesta a aceptar que se cosifique a la mujer. No se puede cobrar por una gestación
subrogada, no hay alquiler porque no hay contraprestación” (Cs se queda solo en Cibeles al defender
la gestación subrogada, 2021).
En numerosas ocasiones se esgrime como argumento en contra de la práctica de la subrogación la
supuesta duda que podría invadir a la persona gestante en los momentos previos o posteriores a dar
a luz, lo cual va en la línea de las representaciones sociales dominantes en las culturas occidentales
que asumen un vínculo indisoluble entre madre y bebé. Entonces, debemos destacar que no se trata
de una maternidad subrogada, ya que siguiendo el concepto de voluntad procreacional no se subroga
la maternidad sino la gestación del embrión. La subrogación desafía de esta manera la ideología de
la maternidad normativa, ya que muestra que la creencia en la maternidad como lo natural y como
objetivo deseado y último de todas las mujeres “normales” es socialmente construida (Teman, 2008).
Año 2021 Número 3

Por otra parte, retomando lo planteado anteriormente, podemos pensar que se introduce aquí su-
brepticiamente la idea de que la gestante se encontraría presa de cierta emocionalidad que no le
permitiría tomar decisiones fundadas en su juicio, por lo que otros (¿varones?) tendrían lucidez para
arbitrar sobre la cuestión. Nuevamente, los dichos de Begoña Villacís resultan contundentes: “Si soy

44
Symploké estudios de género

la que para y decide, ninguno de ustedes son para decidir por mí. ¿Quiénes son ustedes para decidir
por mí?”, a la vez que solicita que se respete a las mujeres que quieran gestar, ya que es “totalmente
voluntario” (Cs se queda solo en Cibeles al defender la gestación subrogada, 2021).
Se introducen de este modo dos cuestiones centrales en la discusión: la autonomía de la gestante y
el principio de justicia3. Al interior de los movimientos feministas existe cierta ambivalencia sobre el
carácter de transacción comercial que comporta la gestación subrogada, ya que en países como Esta-
dos Unidos o Ucrania este procedimiento se realiza mediante un contrato y el correspondiente pago
a la gestante. Si bien se trata de una técnica que permite que una multiplicidad de configuraciones
familiares pueda advenir, brindando la posibilidad de que personas solteras, identidades trans y no
binaries y parejas homosexuales puedan acceder a la paternidad, también es notable que en algunos
países se haya hecho un negocio en torno a esto. Algunos/as autores/as abordan la comercialización
del cuerpo de la mujer en tanto lesiva de sus derechos, siendo la gestación por sustitución contraria
a la dignidad humana puesto que el cuerpo y las funciones reproductivas se utilizan como materia
prima (Albert, 2017). Asimismo, se señala particularmente el caso de las mujeres vulnerables en los
países en desarrollo, que se ofrecen como gestantes por la compensación económica que supone (co-
nocido es el caso de la India en tal sentido). Al respecto, García Capilla y Cayuela Sánchez (2020)
indican que la gestación subrogada comercial:

va unida en muchos casos a la explotación de mujeres que proceden de zonas económica-


mente deprimidas o de sectores desfavorecidos, en situación de vulnerabilidad y en las que
el patriarcado y la subordinación son evidentes, lo que hace dudar de las condiciones idó-
neas que aseguren la acción autónoma y libre de las gestantes (p. 43)

Puede establecerse un diálogo entre aquel argumento y la regulación y legitimación de la gestación


por sustitución como trabajo reproductivo4, al poner en duda su carácter “altruista y solidario”. En
sintonía con los debates que se han dado en torno al aporte económico del trabajo reproductivo en su
conjunto (Lerussi, 2020), se puede poner en cuestión el velo moral según el cual ciertas esferas de
la vida íntima que no deben mezclarse con el intercambio de dinero (Zelizer, 2009 citado en Cutuli,
2021). Al respecto Cutuli (2021) señala que el hecho de no regular el intercambio de dinero y sí el
intercambio del servicio, se presenta como un elemento legitimador de la práctica, que no modifica
su intercambio económico. Incluso podría afirmarse que lo expone a mayor vulnerabilidad, ya que el
intercambio de dinero no desaparece por el mero hecho de no nombrarlo.
En este punto es menester poner de relieve aquello que Butler (2000) ubica en relación con la
opresión, la cual no se ejerce simplemente a través de actos de abierta prohibición, sino de modo
encubierto, “a través de la constitución de sujetos viables y de la correspondiente constitución de un
dominio de (in)sujetos inviables - abjetos, podríamos llamarlos- quienes no son nombrados ni pro-
ducidos dentro de la economía de la ley” (p. 97). Podríamos pensar que si se quita a las gestantes su
condición de sujetos, reduciéndolas meramente al órgano reproductivo, se las priva de su humanidad.

La contracara de las TRHA

A continuación abordaremos la intersección entre los desarrollos científicos de las técnicas y el


campo de la subjetividad, ya que es importante destacar el impacto que producen estas nuevas tec-
nologías reproductivas en las funciones psicológicas de las personas que acceden a estas tecnologías.
Consideramos que debe tenerse presente que los procedimientos que implican las técnicas de repro-
ducción asistida son algo más que una simple tecnología, porque están profundamente arraigados
Año 2021 Número 3

3 El análisis pormenorizado de los principios bioéticos aquí mencionados excede los alcances del presente trabajo.
4 Entendemos aquí por trabajo reproductivo lo que Lerussi (2020) define como “el conjunto de labores (sean remuneradas,
sean no remuneradas) asociadas a tres aspectos de la vida humana: a. creación biológica de seres humanos o reproducción
humana; b. cuidados de seres humanos; c. mantenimiento de la vida diaria” (p. 68).

45
Symploké estudios de género

a las estructuras sociales existentes y a las relaciones de poder. La importancia de la maternidad, la


paternidad y la descendencia biológica, así como el estigma social relacionado con la infertilidad en
algunos contextos, unido al imperativo de las sociedades de consumo de poder alcanzar prácticamen-
te cualquier cosa si se poseen los recursos económicos suficientes, son en gran parte responsables de
la escalada de tecnologías reproductivas y de la industria de la fertilidad (Sama, 2010).
Es innegable que a partir de los desarrollos científicos que han permitido la procreación huma-
na sin reproducción sexual, ya sea en forma individual o en parejas, se ha avanzado en materia de
derechos reproductivos puesto que las personas pueden elegir tiempo, lugar y contexto para tener
descendencia -lo cual en el caso de las mujeres permite la postergación de la maternidad; en parejas
homosexuales, la capacidad de tener un hijo/a biológico/a (de al menos uno) y también la decisión de
tener un hijo/a de forma individual-. Ahora bien, cabe preguntarnos si por el mero hecho de encon-
trarse disponible la técnica su uso favorece el ejercicio de derechos y, en términos de subjetividad, el
despliegue simbólico ligado a la puesta en acto de un deseo. ¿Pueden, acaso, las TRHA constituir un
instrumento al servicio del mandato de la reproducción que largamente ha pesado sobre las mujeres
y que ahora empuja los límites de la biología gracias al discurso científico-capitalista? ¿Qué impli-
cancias tiene sustraerse de la elección/decisión de tener descendencia cuando la ciencia se arroga el
poder de eliminar cualquier obstáculo? No es nuestra intención tomar un posicionamiento a favor o
en contra de las TRHA, sino analizar y problematizar su utilización, a sabiendas de que dependerán
de las coordenadas de cada caso los efectos subjetivos que las mismas comporten: A pesar de que la
medicina de la procreación logra dar respuesta a la demanda “quiero/queremos tener un hijo/a”, poco
se investiga más allá de la voluntad declarada, lo cual deja oculto, invisible y desconocido el deseo y
la fantasía inconsciente que subyacen a este pedido (Colacci y Musa, 2016).
En relación con lo previamente planteado, las tecnologías de reproducción asistida colocan al ser
humano como producto y objeto de intercambio. Por lo que se puede establecer que tecnología y
mercado se encuentran unidos de manera inexorable desde la modernidad y en este caso el producto
es el ser humano, cuyos tratamientos recaen en el cuerpo femenino. En muchos casos, el anhelo de
maternidad se convierte en un sometimiento prolongado a prácticas que en ocasiones tienen un carác-
ter experimental. En consonancia con lo anterior, cabe plantear los siguientes interrogantes ¿Cuál es
el costo subjetivo para las mujeres que acceden a las TRHA? ¿Qué deseo alienta a una mujer a tener
un hijo/a? ¿Se trata de la persistencia de un deseo o de un mandato social que lleva a las mujeres a
ser madres?
Ello se relaciona íntimamente con la dimensión subjetiva, en tanto el deseo y la imposibilidad
son parte de la misma. La condición de tener un hijo/a, debe dar cuenta que el “tener” no suprima la
dimensión del sujeto, ya que, si se lo piensa de ese modo, interviene la lógica de los logros, por lo
que se coloca en una serie de logros o mandatos sociales a cumplir, produciéndose un aplastamiento
subjetivo del ser (Lima y Ormart, 2014).
En esta línea, en el ámbito local hallamos una noticia periodística del presente año sobre una mu-
jer de cuarenta años, que luego de varios intentos y de perder tres embarazos, recurrió a la gestación
subrogada a partir de la voluntad de su prima de ser la gestante. En mayo de 2020, el Tribunal Nro. 2
de La Carlota (Provincia de Córdoba) autorizó a la pareja a tener su hijo/a mediante la técnica de ges-
tación subrogada. Cabe recordar que en nuestro país, es la justicia la que debe dar la conformidad para
llevar a cabo este procedimiento puesto que no se encuentra regulada la práctica. La pareja acudió
a un centro de reproducción asistida donde realizaron la fecundación in vitro con material genético
de la pareja. Desde 2018 hicieron de todo para poder concretar su sueño, debiendo sobrepasar varios
obstáculos y acudir a la justicia, hasta que finalmente el tribunal falló a favor. Sin embargo, luego
comenzaron los procedimientos médicos y con ello el reto económico. En palabras de la comitente
“el primer intento de transferencia no salió, pero apostamos al siguiente, no bajamos los brazos jamás”
Año 2021 Número 3

(Hernández Otaño, 2021).


Si bien no es nuestra intención aquí abordar este material al modo de caso clínico, ni se pretende
una generalización con respecto a las implicancias subjetivas de recurrir a este tipo de técnica, cabe
destacar la necesidad de reflexionar sobre el impacto que tienen las TRHA en las mujeres –y familias–

46
Symploké estudios de género

ya que, en muchos casos, se evidencia cierto descuido de los factores psicológicos al atravesar estos
procesos y la falta de acompañamiento idóneo. Entre los aspectos a tener en cuenta se encuentran:
las angustias frente a la espera, las presiones sociales, frustraciones, vivencias y deseos singulares de
cada mujer, que se pueden volver tan facilitadores como obstaculizadores (Pesino, 2020).
Se trata de un asunto particularmente complejo, puesto que la infertilidad y/o imposibilidad de
gestar son tratadas como una disrupción en la historia vital, ya que impactan en la subjetividad en tan-
to planificación y expectativas. Volviendo sobre la cuestión del acompañamiento psicológico, cabe
preguntarse acerca del rol de los/as profesionales de la salud mental, así como también de sus com-
petencias y el lugar que ocupan en los equipos interdisciplinarios de salud reproductiva en el ámbito
de las TRHA. En primer lugar, se puede plantear que el/la psicólogo/a es un nexo entre la ciencia
médica y las emociones que surgen en los tratamientos. Su rol es acompañar, resguardar el bienestar
y la salud tanto física como mental de las personas y la protección de los derechos en los tratamien-
tos (González, 2020). También brinda apoyo emocional a las personas para que puedan transitar de
la mejor manera posible la infertilidad, por lo que se trata de optimizar los recursos psíquicos para
elaborar la misma (Aguas y Navés, 2020). Resulta fundamental que el/la profesional de la Psicología
pueda trabajar con los deseos, fantasías y anhelos de los consultantes, sus estados de ansiedad, dudas
e interrogantes acerca de la maternidad y la paternidad (Lima, Ormart y Navés, 2018), especialmente
a los fines de desanudar y/o advertir las redes de significados que subyacen a la decisión de tener un
hijo/a a través de una técnica como la gestación subrogada.

Reflexiones finales

A lo largo de estas páginas hemos pretendido exponer y analizar algunas categorías históricamente
jerárquicas y atributivas con respecto al rol de la mujer en la sociedad y, específicamente, en torno a
la figura de la mujer como gestante. Tal como desarrolla Fernández (1993), transformar estas lógicas
que invisibilizan diferencias y ponen al diferente en lugar de inferior, supone un arduo y constante
trabajo de deconstrucción. Para ello, hemos recurrido al discurso social reflejado en artículos perio-
dísticos de reciente aparición como unidades de análisis, ya que entendemos que allí se plasma el
imaginario social de la época a la vez que se visibiliza la agenda política y social de nuestros tiempos.
Las tecnologías de reproducción humana asistida constituyen un enorme avance con respecto al
ejercicio de derechos y la libertad reproductiva, ya que permiten la concepción sin relación sexual
heterosexual, la gestación sin maternidad y la filiación registral directa basada en la voluntad de pro-
crear independiente del aporte de material genético. Esto tiene un claro impacto en el modo en que
entendemos las configuraciones familiares, ya que largamente ha sido la mujer la que ha cargado con
el peso de la reproducción como base del sistema de producción social y permite el advenimiento de
nuevas formas de parentalidad.
Nuestro análisis no pretende proveer una conclusión moral que se detenga en un posicionamiento
“a favor” o “en contra” de determinada práctica social, en un mandato “para todos/as”, sino que permi-
te interrogarnos una y otra vez sobre nuestra práctica como profesionales de la salud, para cada caso.
En tanto tales, nuestra posición no debe ser la de juzgar si dichas técnicas son buenas o malas, sino
que nuestra intervención debiera habilitar el espacio hacia la pregunta sobre cuál es el verdadero de-
seo que habita a estas parejas o personas, qué lugar se le va a brindar y de qué manera se va a alojar al
sujeto por venir. Igual importancia debe otorgarse a la persona gestante, en su doble carácter de sujeto
de derecho y sujeto deseante, ofertando una escucha que contemple la complejidad de su posición y
pueda prestar las ayudas para que se involucre como parte activa en las decisiones sobre su cuerpo y
pueda ejercer su rol en el proceso con la debida información y cabal entendimiento.
Sin dudas, las TRHA convocan a múltiples interrogantes y a dilemas éticos con los que la praxis
Año 2021 Número 3

nos encuentra, por lo que se requiere la adaptación al ámbito cambiante de la tecno-ciencia, las di-
versas demandas sociales y los avatares subjetivos. En tanto sujetos de la época tenemos el desafío
de desarmar aquellos mitos y mandatos histórica y culturalmente construidos en torno a los géneros,
advirtiendo los estereotipos y cualidades atribuidas que operan en los debates acerca de la gestación

47
Symploké estudios de género

subrogada. Solo a partir de la reflexión comprometida y la mirada atenta será posible transformar las
prácticas con miras a la protección de los derechos reproductivos de todas las personas implicadas y
la consecuente equidad de los géneros; hacia allí se dirige nuestra apuesta.

Referencias bibliográficas

Aguas, N., Navés, F. (2020). La tarea del psicólogo en gestación por sustitución. En E. Ormart y A.
Wagner. Abordajes psicológicos en reproducción médicamente asistida. Editorial NEU.
Albert, M. (2017). La explotación reproductiva de mujeres y el mito de la subrogación altruista:
Una mirada global al fenómeno de la gestación por sustitución. Cuadernos de bioética, 28(2),
177-195.
Butler, J. (2000). Imitación e insubordinación de género. En Grafías de Eros. Edelp.
Colacci, R; Musa, L (2016). Tratamientos de Fertilización Asistida. Una mirada en intervención ha-
cia la construcción de la identidad en A. Trimboli y E. Grande (comp.) Los límites de la Clínica
(pp. 353-355). Serie Conexiones, AASM.
Cs se queda solo en Cibeles al defender la gestación subrogada: Dejemos disfrutar a las familias
(2021, 29 de junio). https://www.europapress.es/madrid/noticia-cs-queda-solo-cibeles-defen-
der-gestacion-subrogada-dejemos-disfrutar-familias-20210629140057.html
De Beauvoir, S. (1962). Introducción. En De Beauvoir, S. El segundo sexo Tomo I. Siglo Veintiuno.
Diaz M, Amato R, Chávez J, Ramirez M, Rangel S, Rivera L, et al (2013). Depresión y Ansiedad en
Embarazadas. Salus, 17(2), 25-30.
El Supremo de Israel declara ilegal prohibir la gestación subrogada a parejas homosexuales. (2021,
12 de julio). https://www.abc.es/sociedad/abci-supremo-israel-declara-ilegal-prohibir-gesta-
cion-subrogada-parejas-homosexuales-202107120124_noticia.html?ref=https%3A%2F%-
2Fwww.abc.es%2Fsociedad%2Fabci-supremo-israel-declara-ilegal-prohibir-gestacion-subroga-
da-parejas-homosexuales-202107120124_noticia.html
Fernández, A. M. (1993). La bella diferencia y Hombres públicos-mujeres privadas. En A.M. Fer-
nández. La Mujer de la Ilusión (pp. 27 – 58, 133 – 158 y 159 - 184). Paidós.
García Capilla, D. y Cayuela Sánchez, S. (2020). Aspectos bioéticos de la gestación subrogada co-
mercial en relación con la madre portadora: el conflicto entre los principios de justicia y autono-
mía. Revista de Filosofía, 45(1), 27-46.
González, N. (2020). El lugar del Psicólogue en el equipo interdisciplinario de salud reproductiva.
En E. Ormart y A. Wagner Abordajes psicológicos en reproducción médicamente asistida. Edi-
torial NEU.
Halperin, D. (2000). ¿Hay una historia de la sexualidad? En Grafías de Eros. Edelp.
Hernández Otaño, C. (2021, 5 de junio). Perdió tres embarazos y no podía adoptar, ahora su prima
le prestará el vientre como gestante pero les falta dinero para pagar el tratamiento.https://www.
infobae.com/sociedad/2021/06/05/perdio-tres-embarazos-y-no-podia-adoptar-ahora-su-pri-
ma-le-prestara-el-vientre-como-gestante-pero-les-falta-dinero-para-pagar-el-tratamiento/
Iturburu, M., Salituri Amezcua, M. M., y Vázquez Acatto, M. (2017). La regulación de la filiación
derivada de las técnicas de reproducción asistida en la Argentina: voluntad procreacional y con-
sentimiento informado. Revista IUS, 11(39). Recuperado de: http://www.scielo.org.mx/scielo.
php?script=sci_arttext&pid=S1870-21472017000100005.
Kletnicki, A. (2014). El embrión como objeto extracorpóreo. En Memorias del VI Congreso de In-
vestigación y práctica profesional de la Psicología. Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires.
Recuperado de: https://www.aacademica.org/000-035/34.
Año 2021 Número 3

Lamm, E. (2013). Gestación por sustitución. Ni maternidad subrogada ni alquiler de vientres. Pu-
blicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona.
Lamm, E. (2017). Repensando la gestación por sustitución desde el feminismo. Autonomía y pro-
tección de derechos. Revista Redbioética UNESCO, año 8, 2, (16).

48
Symploké estudios de género

Laza Vásquez C. y Puerto Lozano M. (2011). Cuidados genéricos para restablecer el equilibrio
durante el puerperio. Rev Cubana de Enfermer, 27(1): 88-97.
Ley N° 26.862. Ley Nacional de Fertilización Humana Asistida. Buenos Aires, Argentina, 5 de
Junio de 2013.
Ley N° 26.618. Ley Nacional de matrimonio igualitario. Buenos Aires, Argentina, 15 de Julio de
2010.
Lima, N. y Ormart, E. (2014). El cuerpo femenino: entre las demandas sociales y la racionalidad
tecnocientífica. Anuario de investigaciones. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos
Aires.
Lima, N; Ormart, E; Naves, F. (2018). El saber-hacer con la complejidad en el ámbito de las TRHA.
En E. Ormart (comp.). Cuerpos y familias transformados por las técnicas de reproducción asis-
tida. Editorial Letra Viva.
Maffía, D. y Gómez, P. L. (2019). Apuntes feministas acerca de la gestación subrogada. Derecho de
Familia, Revista Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia, (89), 167-173.
Maliandi, R. (1991). Ética: conceptos y problemas. Biblos.
Maternidad subrogada en Argentina. (1 de septiembre de 2021). https://www.maternidadsubrogada.
com.ar/
Michel Fariña, J.J. (2002). Lo universal-singular. En Ética. Un horizonte en quiebra. Eudeba.
Morero Beltrán, A. (2013). Maternidad subrogada: subversiones y dilemas. Libro de Actas del XI
Congreso Español de Sociología “Crisis y cambio: Propuestas desde la Sociología”, Vol. I.
Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. Universidad Complutense de Madrid. 10 al 12 de
julio de 2013.
Nueva York legaliza la gestación subrogada remunerada y sólo quedan 2 estados que la persiguen
(2021, 15 de febrero). https://www.elespanol.com/mundo/america/20210215/nueva-york-legali-
za-gestacion-subrogada-remunerada-persiguen/559195343_0.html
Ormart, E. (2008). Cuando el producto tecnológico tiene rostro humano: problemas éticos en el uso
de tecnologías reproductivas. Revista Hologramática – Facultad de Ciencias Sociales, Universi-
dad Nacional de Lomas de Zamora. Año V, 8(6), 97‐ 107.
Ormart, E. (2018). Cuerpos y familias transformados por las técnicas de reproducción asistida.
Editorial Letra Viva.
Ortiz Millán, G. (2014). Ética feminista, ética femenina y aborto. Revista Debate Feminista, (49),
nro. C, abril 2014, 70-93.
Pesino, C. (2020) Cuerpos femeninos A-TRHA-VESADOS. En E. Ormart y A. Wagner. Abordajes
psicológicos en reproducción médicamente asistida. Editorial NEU.
Reid, G. (2019). En tiempos de des(e)obediencias. Versiones de una clínica contemporánea (pp. 71-
97). Noveduc.
Sama - Resource Group for Women and Health (2010). Unravelling the Fertility INdustry Challen-
ges and Strategies for Movement Building. International Consultation on Commercial, Eco-
nomic and Ethical Aspects of Assisted Reproductive Technologies (ARTs). New Delhi: 22-24
January 2010.
Tajer, D. (2009). Modos de subjetivación: modos de vivir, de enfermar y morir. En Heridos Corazo-
nes: Vulnerabilidad coronaria en varones y mujeres. Paidós.
Teman, E. (2008). The social construction of surrogacy research: An anthropological critique of the
psychosocial scholarship on surrogate motherhood. Social Science and Medicine, (67), 1104-
1112.
Warnock, M. (1985). A question of life. The Warnock Report. Human Fertilisation and Embriology.
Basil Blackwell.
Año 2021 Número 3

Winddance-Twine, F. (2011). Outsourcing the womb. Race, class and gestational surrogacy in a
global market. Routledge.

49
Danzar las memorias so-
Symploké estudios de género

bre el Terrorismo de Es-


tado: reflexiones sobre la
propuesta del Hedor de
América.
Paula Tortosa
Facultad de Psicología, UBA

Recibido: 30/09/2021
Aceptado: 30/10/2021

Resumen

El objetivo del presente trabajo es reflexionar sobre la intervención performática realizada por
el colectivo el Hedor de América para el día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en
Argentina. Se abordará cómo algunos linajes de las luchas por los Derechos Humanos y de reivin-
dicaciones populares desde la perspectiva de género se intersectan en esta intervención. Se propone
indagar: ¿Cómo el dispositivo estético realizado por el Hedor de América funciona en la construcción
de memorias sobre el Terrorismo de Estado? ¿Cómo se articula la intervención con las narrativas
corporales del pasado reciente en el contexto actual?

Palabras clave: Artes performáticas - Estudios de género - Feminismos - Memoria - Terrorismo de


Estado

Abstract

The aim of this paper is to discuss the performative intervention carried out by the group Hedor de
América for the National Day of Memory, Truth and Justice in Argentina. It will address how some
Human Rights and popular demands from the gender perspective intersect this intervention. The pur-
pose is to investigate: How does the aesthetic device developed by el Hedor de América work with
the construction of memories about State Terrorism? How is the intervention articulated with the
body narratives of the recent past in the current context?
Año 2021 Número 3

Key words: Performing arts - Gender studies - Feminism - Memory - State Terrorism

50
Symploké estudios de género

Introducción

En la última década se visibiliza en América Latina y en varios países del mundo la emergencia,
ebullición y visibilización masiva del movimiento feminista, de mujeres y de personas LGTTBIQ+
(Bacci, 2020). En Argentina se destacan algunos hitos como en 2015 el primer “Ni una menos” que
fue sucedido por asambleas feministas; el “Paro internacional de mujeres, lesbianas, travestis y trans”
en 2016 y 2017; y en 2018 por la “Marea Verde” que inundó las calles reclamando “Aborto legal, se-
guro y gratuito” (Gago, 2019). Desde ya, es necesario señalar que no se constituye en un movimiento
uniforme y libre de controversias y disputas, por el contrario, es un espacio heterogéneo en el que
participan diversas organizaciones, grupos y personas con diversas agendas políticas que por mo-
mentos convergen en demandas compartidas. Estas demandas han alcanzado a diversos movimientos
sociales, instituciones, sindicatos y colectivos. En ese sentido, se observa el atravesamiento en los
colectivos de Derechos Humanos (DDHH) que trabajan temáticas referidas al Terrorismo de Estado,
dialogando y generando entrecruzamientos que se expresan en forma singular en cada espacio. Al
respecto, se destaca que diversos colectivos históricos del campo de los DDHH que luchan por la
Memoria, Verdad y Justicia han adherido a las diversas causas y consignas del colectivo de mujeres
y LGBTIQ+, como así también han surgido grupos nuevos a partir del “Ni una menos” y la “Marea
Verde”, tal es el caso de Hijas La Plata y Nietxs, que tempranamente en su consolidación se reconocen
dentro de las luchas transfeministas (Bacci, 2020). Asimismo, en los últimos seis años se advierte la
emergencia de diversos grupos feministas que incluyen en sus acciones explícitamente cuestiones
relativas a la memoria sobre el Terrorismo de Estado. Por supuesto, es necesario señalar que existen
diálogos e interconexiones entre el movimiento de DDHH y el movimiento feminista mucho anterio-
res y han sido recuperados por investigaciones académicas y también por diversos grupos activistas
(Bacci, 2020). Además de puntos de encuentro entre las diferentes agendas de lucha, también ha
habido tensiones y desacuerdos.
Entonces, desde este entramado dialógico en el que se visibiliza una mirada de género sobre las
memorias del Terrorismo de Estado en Argentina, en el presente trabajo me interesa pensar cómo los
diversos linajes de las luchas por los DDHH y de reivindicaciones populares desde una mirada trasn-
feminista se intersectan en intervenciones artísticas performáticas contemporáneas. Me propongo ha-
cer una reflexión respecto al campo de investigación en el que estoy comenzando indagar que articula
los ejes: Terrorismo de Estado, memoria, artivismo y género. Particularmente voy a hacer referencia
a las acciones realizadas por el grupo el Hedor de América el 24 de marzo.
Al respecto de esta intervención me interesa problematizar: ¿Cómo funciona el dispositivo estético
realizado por el Hedor de América en la construcción de memorias sobre el Terrorismo de Estado?
¿Cómo se articula el arte performativo con las narrativas corporales del pasado reciente en el contexto
actual? En ese sentido me pregunto ¿qué posicionamientos se sostienen en la propuesta?
Las preguntas aquí planteadas exceden el marco de este trabajo. No obstante, intentaré acercar-
me a los nudos críticos y para comenzar este recorrido es necesario puntualizar algunas cuestiones
teórico- conceptuales respecto a la perspectiva de abordaje desde los Estudios de Género, Estudios
de performance y Epistemologías críticas feministas decoloniales. Luego, intentaré esbozar algunas
reflexiones preliminares que articulan la temática de la política, la estética y los afectos ensayando
algunas hipótesis de lectura.

Género y arte performático

En este apartado me interesa destacar algunas cuestiones que atañen a un lectura del arte en clave
feminista, lo cual no es lo mismo que referirnos a arte feminista (Pollok, 2013). Entonces, siguiendo
Año 2021 Número 3

a Alejandra Oberti (2010) que se pregunta y desarrolla “¿qué le hace el género a la memoria?” y
teniendo en cuenta los trabajos de Elizabeth Jelin (2017), me surge la pregunta: ¿qué le hace el gé-
nero al arte? Como señala María Laura Rosa (2008), se advierte que a partir de una revisión crítica
de la Historia del Arte que comienza por los años 70 que las mujeres han sido omitidas y excluidas

51
Symploké estudios de género

del discurso hegemónico dentro de este campo. El atributo de artista como “genio” ha sido asignado
históricamente a los varones, relegando a las mujeres a un lugar invisibilizado y reducidas a ser toma-
das como objeto de inspiración cual “musas”. Esta construcción androcéntrica del arte se consolida
también mediante los discursos de la ciencia moderna que, desde ya, se sustenta en el orden social
patriarcal y capitalista. Se instituye la diferencia sexual que circunscribe a las mujeres al espacio de lo
privado, lo doméstico, destinado a la reproducción social y tareas de cuidado; mientras los varones se
pueden dedicar a tareas productivas y pueden gozar del espacio público en tanto se constituyen como
ciudadanos del Estado Moderno (Maffía, 2019). En este entramado social se consolidan los procesos
de domestificación de las mujeres (Mies, 2016) y la diferencia anatómica se inscribe en un proceso de
naturalización del género basado en un determinismo biológico, binario y cis-hetero-normado.
Desde los estudios de género y feministas se propone pensar al género como una construcción
que se inscribe en un devenir socio histórico (Mattio, 2012). Una de las referentes indispensables
es la filósofa francesa Simone de Beauvoir que en 1949 publica su célebre frase “no se nace mujer,
se llega a serlo” (citada en Mattio, 2012, p. 87). Este enunciado y el sustento teórico que desarrolla,
constituye un punto de inflexión que invita a pensar al género como una construcción social1. Ha ha-
bido diversos análisis, interpretaciones y devenires al respecto en los estudios de género y feministas
que sostienen la perspectiva constructivista y la teoría de la performatividad de género. Judith Butler
(2007) es quien introduce la dimensión performativa del género y retoma los postulados de Simone
de Beauvoir con aportes del psicoanálisis, la filosofía y autorxs como Foucault y Monique Wittig,
entre otrxs. Entre estos enunciados con los que dialoga y discute, cobran particular relevancia los del
filósofo John Austin que ha desarrollado la teoría de los actos de habla que distingue en: locutivos,
ilocutivos y perlocutivos. Estos dos últimos los considera performativos en tanto enuncian una acción.
Butler se nutre de este linaje para pensar el género como algo que “se hace” y se actúa. De esta pers-
pectiva considera que el género se construye en una reiteración (iteración) de actos performativizados
en un cuerpo, esas reiteraciones van construyendo las normas de sexo-género. No hay determinismo,
existen agenciamientos de sujetxs que rompen, o no, con la norma o regla. También cuestiona las
naturalizaciones y esencializaciones que propone el sistema binario sexo-genérico y, sin desconocer
la existencia material de los cuerpos, propone pensar al sexo también como una construcción.
Entonces, el género es una categoría de análisis privilegiada (Scott, 2008) que permite dar cuenta
de las relaciones de poder que se establecen entre lxs sujetxs sexo-generizados y se inscriben en una
matriz cisheteropatriarcal (Wittig, 2006) que instituye un orden social en el que los varones cisgénero,
heterosexuales que detentan una masculinidad hegemónica se jerarquizan por sobre otrxs sujetxs.
Estas teorías consideran al género como performativo y cuestionan el determinismo anatómico y
la producción de conocimiento de la ciencia moderna que se basa en el modelo biomédico hegemóni-
co. La epistemología crítica ha señalado que la producción de conocimiento se encuentra inevitable-
mente atravesada por el contexto social en el cual se encuentra inmersa. Dentro de esta perspectiva,
la epistemología feminista señala el carácter sexista de esta producción que se inscribe en un sistema
social, que es definido por la teoría feminista como patriarcal. En ese sentido, nos invita a revisar las
prácticas y discursos que se han ocupado de reducir a esta categoría de género a un aspecto “natural”
de los seres humanos y ha legitimado formas de dominación y hegemonía de unxs sujetxs sobre otrxs.
Desde ya, es necesario señalar otras cuestiones que intervienen en la construcción de subjetividad
y el vínculo entre hegemonía y subalternidad/subalternización entre sujetxs como la raza, la clase
social, la edad, la cultura y lo que puede un cuerpo (Butler, 2007). Resulta pertinente retomar el le-
gado de la autora india Gayatri Spivak (1998) y su reconocido texto “¿Puede el subalterno hablar?”
en el que se reconoce la violencia epistémica que se ha ejercido desde los lugares académicos de
poder no solo inscriptos en el orden patriarcal, sino también colonial y racial. Entonces, desde este
intento de producción de conocimiento situado en nuestros contextos latinoamericanos resulta de
Año 2021 Número 3

suma relevancia retomar los aportes de la mirada crítica de la interseccionalidad y los feminismos

1 Muchas feministas de lo que en el norte global se denominó como “segunda ola” tomaron los postulados de Beauvoir y
allí leyeron una distinción del género como construcción social y el sexo como atributo biológico (Matti, 2012).

52
Symploké estudios de género

comunitarios de Abya Yala2. Este abordaje cuestiona los mecanismos de dominación que articulan
sexo-género-raza-clase social. Esta epistemología dialoga críticamente con otras tradiciones acadé-
micas y de militancia como el feminismo negro, las luchas populares, las teorías de la liberación y los
estudios de la experiencia colonial como destaca Yuderkis Espinosa Miñoso (2014). La autora duda
fuertemente de las epistemologías feministas hegemónicas ya que se ha producido en un contexto de
lo que denomina “privilegio epistémico” basado en sus posiciones de raza y clase, mayoritariamente
en el norte global. Propone cuestionar el sistema instituido a través de la empresa colonizadora y una
“desobediencia epistémica” que pueda visibilizar una interpretación del mundo que habilite procesos
descolonizadores y recupere los saberes relegados de las tradiciones de Abya Yala.
A su vez creo necesario puntualizar algunos acercamientos al concepto de lo que popularmente se
conoce como performance. En primer lugar, resulta necesario aclarar la diferencia entre lo que plan-
tea Butler en relación al género en términos performativo y la performance artística que se encuentra
ligada a acciones directas puestas en el cuerpo. Por su parte, Antonio Prieto Stambaugh (2009) pro-
blematiza las definiciones de teatralidad y performance y lo que denomina como “fricción discursiva”
entre los debates de cuál de estos conceptos sería más pertinente. Según el autor, apelando a una
mirada latinoamericana, la performance remite en nuestro idioma a “actuación” y también podría
entenderse como “acción”. Entonces, en una performance se trabaja con el cuerpo para realizar una
acción significativa. Este concepto ha sido trabajado por diversxs autorxs, entre lxs que se destacan
los aportes de Diana Taylor (2012), quien también retoma los postulados de Austin, y la problematiza
como una práctica signada por la multiplicidad de lenguajes artísticos en los que se desdibujan los
límites de la escena teatral, se cuestiona lo instituido y se transforman los sentidos (Taylor & Fuentes,
2011). En ese sentido, Prieto Stambaugh (2009) destaca que “los estudios del performance pueden
aportar a la teatrología un entendimiento del cuerpo en sus dimensiones identitarias y políticas, así
como de una nueva epistemología de saberes corporizados” (p. 27). Dentro de este vasto campo que
puede incluir las teatralidades expandidas y el arte performance, se destacan como formas de trans-
misión y de intervenir en el mundo (Prieto Stambaugh, 2009; Taylor, 2012).
Entonces, para pensar el objeto de este trabajo tomaremos la definición operativa de intervención
performática que incluye esta diversidad de expresiones expuestas. A su vez, deviene relevante in-
cluir los aportes del concepto de “memoria performativa” trabajado por Maximiliano De la Puente
(2015) quien basándose en Austin y Taylor plantea que las “performances operan como actos vitales
de transferencia, transmitiendo el saber social, la memoria y el sentido de identidad a partir de ac-
ciones reiteradas” (De la Puente, 2015, p. 85). Estas acciones performáticas permiten visibilizar la
construcción de conocimientos no verbales mediante el cuerpo.
Por lo tanto, para abordar memorias performativas referidas al Terrorismo de Estado en Argentina
es importante reflexionar respecto a las posibilidades y límites de los dispositivos estéticos. En ese
sentido cabe preguntarse: ¿cómo se escenifica algo del horror sin caer en lo siniestro? ¿Es posible
construir memorias sobre el pasado reciente desde pasiones alegres que no banalicen la violencia?
Estos debates nos invitan a reflexionar desde perspectivas que se vinculan con la dimensión ética.
Esta dimensión desencializa también, en alguna medida, las connotaciones en torno a lo artístico
como dotado de cierta neutralidad y lo sitúa en un entramado político de aparición de los cuerpos
colectivos en la escena pública.

Lo que pueden los cuerpos en las calles

Butler (2019) plantea que desde 2010 con el hito de la masiva ocupación en Egipto de la plaza
Tahrir ha habido un particular interés de investigadorxs y activistas por las formas y efectos de las
Año 2021 Número 3

2 Los feminismos comunitarios de Abya Yala se proponen recuperar los saberes ancestrales que han sido deslegitimados
por la maquinaria colonial (Maffía, 2019). De hecho eligen nombrase en y desde el “Abya Yala” haciendo referencia a
la primera denominación conocida de lo que luego se consolidó como el continente “americano” formulada por el pueblo
Kuna/Guna Yala que habita en un vasto archipiélago en el Mar Caribe que se encuentra cercano a Panamá y Colombia.

53
Symploké estudios de género

reuniones públicas y asambleas. El desarrollo que realiza la autora es por demás interesante y articula
cuestiones teóricas de gran relevancia. No obstante, es menester señalar desde una construcción de
conocimiento situado, que las ocupaciones públicas masivas no son una novedad en estas latitudes
del cono sur y constituyen un capital simbólico de nuestro pueblo. Ahora bien, habiendo hecho este
señalamiento, me interesa destacar en Butler algunas cuestiones de interés. Por un lado lo proble-
mático de lo que se define como “el pueblo” ya que no es algo establecido y su significación varía
enormemente según las connotaciones, contextos y los límites se vuelven difusos.
Butler al referirse a las asambleas o formas de reunión transitorias con lo que denomina “carácter
crítico” señala que “que los cuerpos se reúnan, y que estos ponen en juego significantes políticos más
allá del discurso” (p. 14). Estos significantes que se ponen en juego en las formas de reclamo implican
una performatividad corporizada de carácter plural, y estos elementos los considera esenciales para
poder acercarnos a una comprensión de “el pueblo”, aunque señala que esta siempre es necesaria-
mente parcial.
La performatividad corporal que se pone en juego opera en acciones colectivas coordinadas que
se construyen entre los vínculos de las personas y tienen como objetivo prácticas de resistencia y la
reconfiguración de la agencia. De este modo, los cuerpos en acción conjunta cuestionan al poder po-
lítico dominante y toman en algunos casos la precariedad como impulso.
Surgen entonces algunas inquietudes en base a la lectura de Judith Butler y junto con las reflexio-
nes que plantea Moira Pérez (2018): ¿cuáles son los cuerpos que tienen condiciones de posibilidad
de aparecer en el espacio público? ¿Qué sucede con las diversidades funcionales, las personas con
discapacidad y otras corporalidades que no pueden aparecer? ¿Se trata de un mandato de “poner el
cuerpo” como forma de expresión política? Estas preguntas quedan resonando e invitan a pensar en
los cuerpos que se ven invisibilizados en las distintas formas de aparecer.
Entonces, si bien se podría hacer una genealogía interesante sobre las ocupaciones del espacio pú-
blico, tanto como forma de protesta como de expresión colectiva, y también de las luchas feministas,
me interesa particularmente señalar tres momentos significativos para el recorte en el territorio local
y pensar algunos diálogos, “prestaciones” y deslizamientos en la intervención performática del Hedor
de América. El primero corresponde al período dictatorial en el que se destaca la lucha de diversos
colectivos y se instituye el emblema de las Madres de Plaza de Mayo en su ritual que es la ronda de
los jueves. Se delimita de este modo una peculiar forma de reclamo de un grupo de mujeres en el es-
pacio público. El segundo, hacia principios del 2000 con el estallido de la crisis socio-económica, los
piquetes y revueltas populares que tuvieron su expresión más notoria en diciembre del 2001. Se con-
tinuaron en la conformación de asambleas barriales, cooperativas, fábricas recuperadas, movimientos
sociales, entre otras formas de organización comunitaria. En este contexto de crisis social se destaca
el visible papel al frente de las ollas populares y los movimientos de trabajadores desocupados en lo
que es enunciado como un proceso de feminización de la protesta social (Longo, 2016). El tercero,
que se nutre de las trayectorias anteriores, fue señalado al principio del texto y se refiere a la avanzada
transfeminista a partir del 2015 hasta la actualidad (Gago, 2019).
Estos tres hitos o momentos, y desde ya varios otros, los pensaré como escenas que se entrelazan
y reactualizan en la coyuntura actual del 2021 atravesada por la pandemia en la intervención perfor-
mática del Hedor de América. En el escenario presente, si bien se han conquistado algunas luchas,
como los procesos judiciales por el accionar represivo del Estado en la última dictadura y la reciente
aprobación de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) a fines de 2020; otras aún siguen
en pugna como el juicio y cárcel común a todos los responsables por los delitos de Lesa Humanidad,
los feminicidios y violencias hacia las mujeres que fueron recrudecidas durante la cuarentena, y la
pronta y correcta aplicación de la ley de IVE. También se suman otras problemáticas que han cobrado
mayor visibilidad recientemente como los efectos del devastamiento climático en nuestros territorios
Año 2021 Número 3

generados por las lógicas extractivas, entre otras cuestiones. El Hedor de América en su intervención
performática se hace eco de estos reclamos que están vigentes en la agenda y suman otros diálogos,
como el de los pueblos originarios, de personas racializadas, de las disidencias sexo-genérico-afecti-
vas, que complejizan las miradas y las construcciones de memoria.

54
Symploké estudios de género

Metodología

Se trata de un estudio cualitativo exploratorio- descriptivo con elementos de la Investigación Ac-


ción Participativa (Fals Borda, 1985; Montero, 2006; Zaldúa, 2016) que se inscribe en un proceso de
investigación mayor de la tesis de Doctorado en Ciencias Sociales que incipientemente estoy comen-
zando. Para este trabajo se utilizaron fuentes secundarias como archivos fílmicos y fotográficos de ac-
ceso libre y también fuentes primarias. En 2019 he comenzado un trabajo de campo en el que utilicé
diversos instrumentos de producción de datos. En primer lugar, realicé una observación participante
con registro fotográfico y fílmico propio durante una intervención el 24 de marzo de 2019 en la vía
pública en la calle Diagonal Norte del centro de Buenos Aires. A partir de ese momento, partiendo
de una perspectiva implicada, que propone la construcción de conocimiento con y desde el cuerpo,
me propuse participar activamente de las intervenciones. Por ende, en febrero y marzo de 2020, me
involucré en los ensayos del Hedor de América como bailarina/performer y realicé un registro de la
experiencia. En 2021 participé de encuentros virtuales vía la plataforma zoom para la planificación
de la intervención, dos ensayos y la performance realizada el 24 de marzo en Parque Los Andes. Tam-
bién se realizaron 2 entrevistas en profundidad a miembrxs del grupo.
Se tuvo en cuenta el consentimiento informado de quienes formaron parte de la propuesta vi-
sibilizando desde un primer momento con todo el colectivo que asistió a los ensayos mi rol como
participante e interés como investigadora. Desde la dimensión ética me interesa poder desplegar una
construcción de conocimiento que no apele a un extractivismo académico con beneficios individuales.
Como señala Claudia Korol (2015), refiriéndose a la perspectiva de la educación popular, la apuesta
de “la creación colectiva de conocimientos es un modo de valorar los saberes acumulados por los
pueblos en sus luchas y de recuperarlos, no como punto de llegada sino como punto de partida” (p.
139). En ese sentido, plantea la importancia de (re) jerarquizar esos otros espacios de producción de
conocimiento en la vida cotidiana, por dentro y fuera de las academias, no sólo en espacios de lucha
sino también de encuentros y afectos. Por lo tanto, en adhesión a este posicionamiento me interesa
destacar mi implicación no sólo en las reflexiones teóricas sino también en la dimensión corporal y
afectiva en el proceso investigativo.

El Hedor de América

La conformación del Hedor de América se podría remitir a partir de que distintas personas que par-
ticipaban en prácticas de folklore decidieron en 2017 armar un grupo de estudio a la luz de las lecturas
de Rodolfo Kusch, a quien también hace alusión su nombre. De allí surgió la necesidad de comenzar
a desplegar acciones en el espacio público. La primera es en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
(CABA) en el día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia junto al Frente Cultural 24 de
marzo que se encuentra conformado por diversos colectivos artísticos: La 24 -Música Andina, Colec-
tivo Canto con Caja, Cien Volando, El Hedor de América, Ensamble de Bombos Legüeros-, Latido
de la Tierra, Mujeres del Folklore, Los Tambores No Callan, Colectivo de Música de Raíz Samba
Reggae y Samba Afro. Desde el año de su conformación, en 2016, realizan sus intervenciones en la
calle Diagonal Norte en el extremo que va desde la avenida 9 de Julio hasta el que culmina en la Plaza
de Mayo el día 24 de marzo.
El Hedor de América ha participado de distintas intervenciones en la CABA: en 2018 en la marcha
del 24 de marzo, el 12 de octubre, Día del Respeto a la Diversidad Cultural, en la marcha de los pue-
blos originarios y en septiembre de la semana de lucha contra la trata de personas. En 2019 además
de los eventos mencionados se sumó el 1° de agosto día de la Pachamama en Parque Los Andes en
el barrio porteño de Chacarita.
Año 2021 Número 3

La propuesta del Hedor de América es un interjuego entre danzas nativas del territorio de nues-
tramérica3, elementos escénicos/performáticos y música folklórica. En sus redes virtuales enuncian

3 Este término remite a la obra del filósofo cubano José Martí que trabaja las formas de dependencia cultural y designa

55
Symploké estudios de género

“Nos proponemos hablar desde el cuerpo. Porque nuestros cuerpos portan la huella imborrable de la
injusticia” (Hedor de América, s/f), haciendo alusión al proceso de colonización de nuestros territo-
rios. En ese aspecto, proponen una continuidad entre el genocidio4 ocurrido a partir de 1492 en Abya
Yala y el del Terrorismo de Estado en Argentina.
En 2020 se realizaron cuatro ensayos para la intervención del 24 de marzo, que no pudo ser lleva-
da a cabo por la situación de pandemia y resolución presidencial de Aislamiento Social Preventivo y
Obligatorio (ASPO). En esa oportunidad se decidió filmar el último ensayo y compartirlo por redes
sociales5.
En 2021 se realizó una intervención presencial en Parque Los Andes, con una convocatoria más
acotada y menos difusión en redes que en otras oportunidades para evitar la conglomeración de mu-
chas personas. En el mismo espacio también participó con su intervención el colectivo Mujeres del
Folklore.
La intervención del Hedor de América consiste en una coreografía con elementos performáticos
que incluyen: música, danzas folklóricas y cuestiones que se ligan a la expresión corporal y se acer-
can a la teatralidad. La música es principalmente con bombos y cajas copleras que forman parte de la
puesta en escena. Hay roles asignados de quienes tocan los instrumentos y quienes bailan/performan.
El vestuario consta de ropas negras con la estampa del Hedor y una whipala que en la acción del 2021
se ve resaltada en los barbijos.
En un primer momento comenzamos bailando el “paso Hedor”, distintivo del grupo. Luego se
realiza un pasaje a una cueca en parejas. De allí se lentifica hasta detenerse la escena. Hay un ruido
estridente producido por un bombo. Lxs participantes se dividen entre quienes “buscan” con sus pa-
ñuelos blancos y quienes son “buscadxs”. Estxs últimos se agachan, acercándose al piso y cubriendo
sus rostros. Aparecen dos compañeras que danzan la “cueca sola”. Cuando finalizan nos colocamos
en fila quienes tenemos pañuelo blanco y comenzamos a enunciar nombres de personas desapareci-
das. Luego se produce un encuentro con la pareja y se conforma una ronda entre todxs, junto con lxs
músicxs y se canta una copla de Susy Shock6. Se gritan los presentes por las personas desaparecidas
y se danza una chacarera. La intervención termina con los puños en alto.
En este trabajo haré específicamente referencia a las intervenciones del Hedor de América en el
marco del 24 de marzo, deteniéndome en la última del 2021. En ese sentido cabe destacar, que me
interesa pensar estas intervenciones en su proceso y construcción, no como un producto acabado.
Sin embargo, en el marco de este trabajo me detendré en algunos recortes puntuales para poder re-
flexionar acerca de la propuesta estética y políticas de memoria en diálogo con las luchas feministas
y decoloniales.

Haciendo memoria con el cuerpo

La consigna “lo personal es político” atraviesa diversos linajes en los movimientos sociales y en
la vida cotidiana de las mujeres y disidencias sexo-genéricas a nivel singular. Colectivizar los padeci-
mientos, ocupar las calles y subvertir las lógicas hegemónicas de lo público como espacio masculini-
zado u ocupado tradicionalmente por varones aparece en las luchas feministas desde sus comienzos.
Estas han sido en la calle con una cualidad performática, como las sufragistas norteamericanas de
principio del siglo pasado. En nuestros territorios, lo observamos (no exclusivamente) en los tres
momentos señalados anteriormente: en las luchas de las Madres de Plaza de Mayo, en las piqueteras

una forma de pensamiento situado e implicado en nuestra realidad latinoamericana que interpela las lógicas coloniales
impuestas.
4 Debe advertirse que la noción de “genocidio” para nombrar lo acontecido durante el terrorismo de Estado en Argentina
Año 2021 Número 3

ha sido objeto de debate y controversias en el ámbito académico y de militancia. En este trabajo no me detendré sobre
este punto y tomaré la noción que expresan desde el colectivo el Hedor de América..
5 Enlace ara ver el video en la página de Facebook: https://fb.watch/5LM8_ZgU32/
6 Se reconoce como una “artista trans sudaca”. Ha escrito libros, canciones, poemas y se expresa mediante diversos len-
guajes artísticos que combinan la musicalidad y las artes performáticas.

56
Symploké estudios de género

y trabajadoras de la economía popular y en las movilizaciones feministas de los últimos años. En es-
tas escenas, las mujeres estuvieron en el espacio público, en las calles resistiendo y haciendo oír sus
reclamos, de distintas maneras. La intervención del Hedor de América se hace cuerpo de estos linajes
y los problematiza en sus movimientos, gestos y musicalidad.
En la acción del Frente Cultural 24 de marzo en 2019, observo en la Av. Roque Sáenz Peña de la
Ciudad de Buenos Aires, también conocida como Diagonal Norte, una alteración en el tradicional
escenario de marcha. En la avenida hay un largo recorrido de corporalidades, movimientos, colores,
sonidos que se aglutinan en el centro de la calle. Tambores, bombos, redoblantes y copleras suenan
con distintos ritmos que por momentos parecieran competir entre sí. Corporalidades diversas, femini-
zadas, racializadas, que aparecen en este espacio público con protagonismo poniendo en acto danzas
coreográficas que se acercan al folklore, candombe, murga, diversos bailes afro y probablemente
muchas más que no sé distinguir. Cuerpos agrupados, juntos, sintiéndose bien cerca. Puños en alto,
círculos, muchas circularidades de diferentes tamaños. whipalas, pañuelos verdes, pañuelos blancos.
Un mapa de América Latina que aparece “invertido” respecto a la tradicional representación carto-
gráfica en las remeras del Hedor de América. Todo aparece junto y al mismo tiempo, ahí en la calle.
En ese contexto me pregunto ¿qué tiene que ver esta diversidad de expresiones con el Terrorismo
de Estado en Argentina? ¿Qué narrativas se sostienen en estas acciones que habilitan transitar un 24
de marzo poniendo el cuerpo a través de otros lenguajes que no son el de caminar en la emblemática
marcha? En ese espacio me encontré con una multiplicidad de sentidos a ser explorados. Algunos
que remiten a memorias invisibilizadas como la de los migrantes y personas racializadas, otras que
devinieron silenciadas como la de los pueblos originarios y también memorias feministas que reivin-
dican no solo la lucha de Madres y Abuelas, sino también de las mujeres guerrilleras y se sienten parte
de ese linaje. Esta experiencia en tanto observadora/espectadora me interpeló e incitó a sumarme
al Hedor de América y explorar desde el cuerpo qué acontece en la puesta en acto de las memorias
performativas.
El conocimiento está anclado a su forma de producción. En ese sentido, en la experiencia de inter-
vención del Hedor de América en las acciones de 2020 y 2021, en tanto investigadora y participante
del colectivo me vi atravesada en diversas dimensiones ligadas con el cuerpo y los afectos.
En la intervención del 2020, que consistió sólo en los ensayos realizados en el patio de una escuela
en el barrio de Villa Crespo, la consigna para una parte de la acción consistía en seleccionar a alguien
que estuviera desaparecidx y con quien encontremos algún punto de conexión para mencionar su
nombre. Una compañera elige a una maestra desaparecida por el Terrorismo de Estado, porque ella
es docente. Otra compañera elige a una chica desaparecida por las redes de trata actualmente. Por mi
parte, elijo a Beatriz Perosio, psicóloga como yo, desaparecida por el Terrorismo de Estado en 1977.
Conocí su historia a través de su Baldosa x la Memoria7, colocada cerca de mi casa en el barrio de
Almagro. Mi compañera/pareja en la performance también es psicóloga, ella me preguntó si yo podía
ser la que busque porque ella no se animaba. Yo la entendí, ese transitar me conectaba con afectos
dolorosos y tristes. De hecho, me hubiera gustado también buscar a mi tía abuela desaparecida por
el Terrorismo de Estado, pero no me atreví. Me pareció que era demasiado, ya que me inundaría el
cuerpo de una manera que interferiría con mi accionar en el resto de la intervención. Tal vez algo del
horror de lo inefable sigue insistiendo y circulando en este no poder buscar, no poder nombrar. Estas
son algunas de las secuelas que han dejado los procesos desubjetivantes sostenidos por el accionar
represivo y el plan sistemático de exterminio (Tortosa, 2020).
Al final del último ensayo en marzo de 2020, luego de haber realizado la grabación de la interven-

7 Es una iniciativa de Barrios x la Memoria y Justicia que consiste en construir baldosas de cemento para recordar a las
personas desaparecidas en los lugares donde vivieron, trabajaron, militaron o fueron secuestradxs. En el caso de Beatriz
Año 2021 Número 3

Perosio (desaparecida el 8 de agosto de 1978, fecha que fue establecida como día del Psicólogo Víctima del Terrorismo de
Estado), su baldosa fue colocada donde funcionaba la sede de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, la cual pre-
sidió. Diversos testimonios de sobrevivientes dan cuenta del particular ensañamiento que habían tenido los torturadores
para con Beatriz Perosio en el ex Centro Clandestino de Detención conocido como “el Vesubio” donde estuvo detenida
cuando fue secuestrada..

57
Symploké estudios de género

ción, y sin saber que nuestros cuerpos no se encontrarían en el mismo espacio por mucho tiempo, se
generó espontáneamente, la necesidad de compartir. Nos contamos a quiénes todavía estamos bus-
cando y a quiénes recordamos. Ahí entre todxs pudimos nombrarlxs y dar juntxs sus presentes. Fue
un espacio íntimo y necesario. Conocimos nuestras historias de búsquedas desde otros lugares. Ahí
entendí que en el Hedor de América danzamos por lxs desaparecidxs de ayer y de hoy, pero también
por nosotrxs y por lxs otrxs.
En la intervención del 2021 el escenario cambió dramáticamente. Nos veníamos encontrando por
zoom, pero debido a las posibilidades de la situación sanitaria pudimos encontrarnos a ensayar en el
Parque “Los Andes” dos veces. Los cuidados por el Covid-19 demarcaban los límites del encuentro
grupal luego de tanto tiempo y la planificación de la intervención. Estábamos ansiosxs de vernos y
de accionar juntxs el 24 de marzo, el deseo circulaba por ese nuevo escenario que construimos como
territorio compartido para performativizar nuestras memorias. En este espacio, tan particular en su
historia, me animé a “buscarla” y fue un acontecimiento muy movilizante para mí. Pude decir su
nombre, “Czury Edith Lamy”, y también gritamos bien fuerte los nombres de quienes pugnan por
aparecer. Nuevamente, también denunciamos las redes de trata, la impunidad del aparato represor
del Estado que sigue desapareciendo(nos). Con esta acción nos acercamos e interpelamos al público/
espectador/participante y lxs hacemos parte de nuestra búsqueda. Los gritos se superponen, solapan y
los nombres se escuchan cada vez más alto. En el centro hay cuerpos inmóviles, con la cabeza tapada,
que esperan ser encontrados.
Hacemos del cuerpo un lugar de resistencia al olvido, al miedo y a las lógicas patriarcales que sos-
tienen el consumo y exterminio de los cuerpos feminizados y disidentes. La circulación de los afectos
en esta escena cobra una intensidad impredecible. Es uno de los momentos más complejos de transitar
dentro de la performance, deseo que pase lo más rápido posible.
Luego el encuentro entre quienes “buscamos” y quienes son “buscadxs” es lento, tierno, cuidado.
Quienes están cerca del piso se levantan y se produce ahí un vínculo, motorizado por los pañuelos.
Nos agarramos de ellos, se suman lxs músicxs, y comenzamos a caminar juntxs alrededor del espacio.
Insisten los pañuelos y el dispositivo circular que remite a la ronda de las Madres de Plaza de Mayo.
Esa valiente forma que han tenido de poner el cuerpo, aún durante los períodos más represivos dic-
tatoriales, forma parte del legado de lucha que se pone en acto en las intervenciones. Por un lado en
términos de homenaje, y por otro, en términos de apropiación colectiva de esa pedagogía del ejemplo
(Korol, 2007). Esta ronda entona el canto de la copla La Soledad de Susy Shock:

La soledad es cosa rara con tanta gente tan sola. Si los solos se juntaran, la soledad queda
sola - La soledad es cosa rara con tanta gente tan sola. Si las solas se juntaran, la soledad
queda sola - La soledad es cosa rara con tanta gente tan sola. Si les soles se juntaran, la so-
ledad queda sola.

Las palabras de Susy Shock ponen en el centro la producción de soledades que en nuestros días
se impone desde las propuestas neoliberales y también se vieron reforzadas por algunos discursos
vinculados a la prevención del Covid-19. Sin embargo, la apuesta de la agenda transfeminista, del
movimiento de mujeres y del colectivo LGTTBIQ+ ha cuestionado las lógicas individualistas de
afrontamiento de la crisis socio-sanitaria por la pandemia. Particularmente los sectores populares
que se dedican a la economía informal y tareas de cuidado se vieron especialmente afectados eco-
nómicamente por las medidas de ASPO, y desplegaron en algunos territorios formas de resistencia y
supervivencia vinculadas a las ollas populares y acompañamiento comunitario. También se emplea-
ron estrategias para hacer frente a las violencias machistas y del sistema capitalista. Estas formas de
invención colectiva de lo que podría denominarse público- no estatal (Fernández, 2008) remiten a la
Año 2021 Número 3

agencia de los pueblos frente a las problemáticas sociales. En alguna medida, podría vincularse con
las prácticas desplegadas a partir de las formas de organización luego de la crisis del 2001.
Retomando la acción realizada, de alguna forma se colectiviza la búsqueda y el dolor individual y
se transforma en esa ronda en una lucha colectiva que culmina con el grito de “presente” de “30 mil

58
Symploké estudios de género

compañeras, compañeros y compañeres desaparacides”.


A continuación, los cuerpos se ven nuevamente en ronda, pero esta vez bailando la chacarera fi-
nal, en el que indistintamente de su autopercepción sexo-genérica-afectiva, algunxs zapatean y otrxs
zarandeamos, cuestionando los estereotipos del folklore que delimita las acciones diferenciadas para
las mujeres y para los varones. Esta última parte, aparece como algo efusivo que podría ligarse con lo
festivo. Por último, levantamos nuestros puños en alto mirando hacia afuera del círculo.
La intervención se repite en dos ocasiones. Esta reiteración, no obstante, genera efectos diferen-
tes y otras afectaciones. Apenas finalizó la primera se generó una suerte de alivio, descontractura e
intensidad. En la segunda, nuestros cuerpos terminaron más atravesadxs por un afecto más alegre y
potente. El cuerpo es una ficción transicional en ese territorio compartido que demarca la existencia
colectiva. Con el agenciamiento maquínico de los cuerpos que generan máquinas deseantes que se
acoplan y desacoplan, y por momentos fugan (Deleuze y Guattari, 2000).
Se trazaron cartografiados afectivos en el que las fronteras del cuerpo devienen difusas. Este com-
partir de superficies e intensidades recupera las potencias de las pasiones tristes y tensionan con lo
que pueden los cuerpos. Estos duelos colectivos generan otras formas de recordarnos y acompañar-
nos en la construcción de memorias. Los afectos que circulan entre los cuerpos (Ahmed, 2004) vehi-
culizan estas posibilidades subjetivantes de poder ponerle palabra, gesto, acción al dolor.
Esta experiencia de memoria en movimiento habilita lo colectivo en este día especial en un contex-
to aún pandémico. Desprivatiza las memorias y el sufrimiento, generando una “comunidad del dolor”
(Dieguez, 2018). El duelo por quienes no están y las secuelas del horror se hacen cuerpo circularmen-
te, que nos remite a las incansables rondas de las Madres, ¿Quién hubiera imaginado que caminar en
círculos ha podido llevarnos tan lejos? Como plantea el colectivo “Cueca Sola”8 (Gallardo y Medalla,
2019), retomando a Dieguez (2018), es un pasaje del dolor a “comunidad del deseo”. Deseo, no en
tanto falta, sino como motor, como potencia, como acto de resistencia corporal frente al olvido (De-
leuze y Guattari, 2000). La afectividad se pone en juego no sólo desde la precariedad que nos habita,
sino también desde la ira, el dolor, el enojo y el deseo.

Reflexiones sobre la estética

Entonces surgen preguntas en relación a ¿podríamos pensar la intervención del Hedor de América
desde una estética feminista decolonial? ¿Cómo se define? ¿Se reduce acaso a: la aparición de pañue-
los verdes que reclaman por el derecho al aborto? ¿A la presencia de Whipalas? ¿A la presencia de
mujeres y personas racializadas? ¿O tal vez estará dada por la selección de danzas folklóricas? Re-
tomando los aportes de las teorías de la performatividad de Judith Butler para comprender el género,
nos invita a problematizar algunos elementos que aparecen cristalizados. En definitiva, nos propone
pensar en esas naturalizaciones de sentido que, por momentos, parecen verse representadas en dispo-
sitivos estéticos estáticos. Es decir, los elementos mencionados en las preguntas pueden dar alguna
suerte de pista de lo que allí sucede, pero hay algo del orden de la inmanencia y del acontecimiento
colectivo de lo que se pone en acto y se performativiza. También, es necesario revisar el posiciona-
miento desde el cual se enuncia y se interviene.
En el Hedor de América las construcciones de memorias se realizan desde un presente con una
perspectiva crítica que se materializan en narrativas corporales colectivas que albergan la singulari-
dad que imprimen sus participantes sin diluirla. Estas acciones que se despliegan en este espacio dan
cuenta de un modo de ser-habitar implicado que se diferencia de otras prácticas dramáticas/escénicas
que suponen una “interpretación” o “representación” de un personaje. Hay una intencionalidad de
acción política mediante el arte, particularmente desde el cuerpo.
La danza conocida como “La cueca” cruza la Cordillera de los Andes y viaja hasta la Ciudad de
Año 2021 Número 3

Buenos Aires para habitar nuestros cuerpos y recordar a lxs desaparecidxs de nuestros pueblos. La
“cueca sola” era una danza llevada a cabo por mujeres en busca de sus compañerxs, hijxs y familiares

8 https://www.facebook.com/cuecasola/

59
Symploké estudios de género

desaparecidxs por la dictadura chilena. La primera aparición pública fue realizada en 1978 en Chile
por el Conjunto Folclórico de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos en el Teatro
Caupolicán de Santiago (Gallardo y Medalla, 2019). La “cueca sola” podría ser considerado un baile
“subversivo” en tanto intentó ser captado por la dictadura de Pinochet que se vio desafiado como gesto
corporal de denuncia. Fue normatizado, estandarizado e instituido como baile nacional, intentando
borrar las luchas por la memoria. No obstante desde 1978 hasta la actualidad la “cueca sola” sigue
resistiendo e insistiendo más recientemente de la mano del colectivo “Cueca Sola” de Chile que los
11 de septiembre9 sigue evocando esta forma de lucha y de memoria, o como dice el colectivo chileno
”rexistiendo”10 (Gallardo y Medalla, 2019).
En la acción del Hedor de América la tradición familiarista aquí excede el linaje sanguíneo y lxs
bailarinxs/performers ponemos nuestro cuerpo a disposición para seguir transitando esas búsquedas
en el presente tomadas de esta forma de “rexistencia” trasandina que hermana nuestras luchas y la
memoria frente al Plan Condor11. También se entrecruza con otros pasos folklóricos que subvierten
las tradiciones hegemónicas que normativizan el accionar de los géneros. En ese sentido, estos pasos
funcionan como punto de partida que sostiene una lógica visual y estética que problematiza lo insti-
tuido en el canon de las danzas folklóricas.
El posicionamiento político en la propuesta del Hedor recupera los saberes y tradiciones de Abya
Yala en su discurso y en sus producciones. En ese sentido, además de denunciar la violencia esta-
tal acontecida durante el Terrorismo de Estado en Argentina, recupera el reclamo por el genocidio
acontecido desde 1492 en el territorio de Abya Yala, latinoamericano, desde el aparato colonizador.
Asimismo, invita a reflexionar sobre el extractivismo a los pueblos originarios y al medio ambiente.
A diferencia de otros colectivos, trae memorias silenciadas y que tradicionalmente en las memorias
hegemónicas poco se vinculan con el Terrorismo de Estado.
En la actualidad la colonialidad sigue atravesándonos en la invisibilización, persecución y em-
pobrecimiento material de los pueblos originarios, en la discriminación de inmigrantes de países
limítrofes y personas racializadas, en los aparatos de dominación del cuerpo de las mujeres que son
secuestradas para ser explotadas sexualmente, en las formas de violentación sobre nuestros territorios
que propone el modelo extractivista. Cuerpo y territorio aparecen como una continuidad que el trau-
ma colonial ha intentado separar.
En la intervención performática la dimensión ética entra en juego planteando un posicionamiento
comprometido con la memoria y con el cuidado que se materializa relacionalmente en los vínculos
entre lxs participantes. Dando y dándonos lugar a compartir, resonar y disonar con lxs otrxs. Es una
ética como política de cuidado, del acoplamiento colectivo, que no se reduce a una estetización del
horror sino que aparece como potencia, construcción colectiva, resistencia performativa. Es un acto
de reconocimiento del horror y de denuncia social. Y también, de algún modo, de encuentro alegre
que potencia las futuras luchas.
La propuesta del Hedor de América pone en tensión nuevas articulaciones entre afectaciones, arte,
política y territorio que se materializan en formas de resistencias colectivas frente a los discursos
tecnocráticos de dominación sexo-genérico-raciales. La puesta en acto de sonoridades, imágenes y
corporalidades diversas traza nuevas memorias desde una cartografía afectiva que se despliega en los
territorios performativos.
Año 2021 Número 3

9 El 11 de septiembre de 1973 se produce el golpe de Estado en Chile al gobierno de Salvador Allende..


10 Recuperado de una presentación/taller que hizo el colectivo “Cueca Sola” en el marco del Programa de actualización
en arte y política en Latinoamérica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en agosto de 2021.
11 Este plan fue un operativo respaldado por Estados Unidos que impulsó, financió y acompañó a las dictaduras Suda-
mérica mediante un plan sistemático.

60
Symploké estudios de género

Referencias bibliográficas

Ahmed, S. (2004). The Cultural Politics of Emotion. New York: Routledge.


Bacci, C. A. (2020). Ahora que estamos juntas: memorias, políticas y emociones feministas. Revista
Estudos Feministas, 28.
Butler, J. (2007). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona:
Paidós.
Butler, J. (2019). Cuerpos aliados y lucha política. Buenos Aires: Paidós.
Deleuze, G. y Guattari, F. (2000). Mil mesetas. Valencia: Pretextos.
De la Puente, M. I. (2015). Memorias performativas en el teatro político contemporáneo. Aura. Re-
vista de Historia y Teoría del Arte, (3), 84-102.
Diéguez, I. (2018). Cuerpos sin duelo. Iconografías y teatralidades del dolor. Documento/Escénicas
Ediciones.
Espinosa-Miñoso, Y. (2014). Una crítica descolonial a la epistemología feminista crítica. El cotidia-
no, (184), 7-12.
Fals Borda, O. (1985). Conocimiento y poder popular. Lecciones con campesinos de Nicaragua,
México y Colombia. Colombia: Siglo XXI.
Fernández, A. M. (2008). Política y subjetividad: asambleas barriales y fábricas recuperadas. Edi-
torial Biblos.
Gago, V. (2019). La potencia feminista: o el deseo de cambiarlo todo. Buenos Aires: Tinta Limón
Ediciones.
Gallardo, M., & Medalla, T. (2019). Para una política de la insistencia: trayectorias y desplazamien-
tos de la Cueca Sola en Chile (1978-2019). Índex, revista de arte contemporáneo, (8), 192-200.
Hedor de América. (s/f). El Hedor de América [página de Facebook]. Facebook.
Consultado el 25 de noviembre de 2019. https://www.facebook.com/elhedordeamerica
Jelin, E. (2017). La conformación de un campo de investigación. Estudios sobre memoria y género
en las ciencias sociales latinoamericanas. En Jelin, E. La lucha por el pasado. Buenos Aires:
Siglo XXI.
Korol, C. (2007). Hacia una pedagogía feminista: géneros y educación popular. Buenos Aires: Edi-
torial El Colectivo, América Libre.
Korol, C. (2015). La educación popular como creación colectiva de saberes y de haceres. Polifonías
Revista de Educación, IV, 7, 132-153
Longo, R. (2016). Afecciones contemporáneas y exigibilidad de derechos en mujeres jóvenes que
participan en movimientos sociales de Argentina. Jóvenes en movimiento en el mundo globali-
zado, 299.
Maffía, D. (2019). Disidencia sexual y epistemología de la resistencia. Avatares Filosóficos, [S.l.], n.
5, 103-116.
Mattio, E. (2012). ¿De qué hablamos cuando hablamos de género? En Sexualidades, desigualdades
y derechos. Córdoba: Ciencia, Derecho y Sociedad Editorial.
Mies, M. (2016). Origens sociais da divisão sexual do trabalho. A busca pelas origens sob uma pers-
pectiva feminista. Revista Direito e Práxis, 7(15), 838-873.
Montero, M. (2006). La investigación acción participativa: orígenes, definición y fundamentación
epistemológica y teórica, En Hacer para Transformar. El método en la psicología comunitaria
(pp. 121-158). Buenos Aires, Argentina: Paidós.
Oberti, A. (2010). ¿Qué le hace el género a la memoria? En: Pedro, J.; Wolff, C.. Gênero, feminis-
mos e ditaduras no Cone Sul. Florianópolis: Ed. Mulheres
Pérez, M. (2019). Violencia epistémica: reflexiones entre lo invisible y lo ignorable. El lugar sin
Año 2021 Número 3

límites. Revista de Estudios y Políticas de Género, 1(1), 81-98.


Pollock, G. (2013). Intervenciones feministas en las historias del arte. Una introducción en Griselda
Pollock: Visión y diferencia. Feminismo, feminidad e historias del arte, Buenos Aires: Fiordo,
pp. 19-50.

61
Symploké estudios de género

Prieto Stambaugh, A. (2009). ¡Lucha libre! Actuaciones de teatralidad y performance. Actualidad


de las artes escénicas. Perspectiva latinoamericana, 116-143.
Rosa, M.L. (2008). La cuestión del género en Elena Oliveras (ed.): Cuestiones de Arte Contemporá-
neo. Hacia un nuevo espectador del Siglo XXI, Buenos Aires: Emecé Arte, pp. 153-174.
Scott, J. (2008). Género e historia. Fondo de Cultura Económica Universidad Autónoma de la Ciu-
dad de México.
Spivak, G. (1998) ¿Puede hablar el sujeto subalterno? Orbis Tertius, 3(6).
Taylor, D., & Fuentes, M. (2011). Estudios avanzados de performance (pp. 7-30). México.
Taylor, D. (2012). Acciones de memoria: Performance, historia y trauma. Fondo Editorial de la
Asamblea Nacional de Rectores.
Tortosa, P. I. (2020). 24 de marzo: intervenciones performáticas y artivismo en contexto de aisla-
miento. En XII Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología.
XXVII Jornadas de Investigación. XVI Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCO-
SUR. II Encuentro de Investigación de Terapia Ocupacional. II Encuentro de Musicoterapia.
Facultad de Psicología-Universidad de Buenos Aires.
Wittig, M. (2006). El pensamiento heterosexual. El pensamiento heterosexual y otros ensayos, 45-
57.
Zaldúa, G. (Comp.). (2016). Intervenciones en Psicología Social Comunitaria. Territorios, actores y
políticas sociales. Buenos Aires: Teseo.

Año 2021 Número 3

62
De masculinidades en con-
Symploké estudios de género

textos de encierro1
Lorena Barale
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación-Red de Psicólogxs Feministas.
[email protected]

María Eugenia Flores


Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación-Facultad de Psicología, UBA
[email protected]

Recibido: 01/07/2021
Aceptado: 30/08/2021

Resumen

El presente artículo reconstruye una experiencia de trabajo grupal con varones jóvenes adultos
privados de su libertad en un complejo penitenciario ubicado en la Provincia de Buenos Aires, lleva-
do adelante por profesionales psicólogas pertenecientes a un área de género y contextos de encierro
dentro de una Política Pública. En el desarrollo del escrito se reflexiona sobre los modos en que la
masculinidad tradicional se agudiza en contextos de encierro, develando así la estructura patriarcal
de la institución penitenciaria, en donde la violencia es central en la socialización. La búsqueda de un
dispositivo de trabajo grupal es lo que motiva la escritura de este texto.

Palabras claves: Masculinidades- Institución penitenciaria - Dispositivo grupal - Psicodrama

Abstract

This article reconstructs an experience of group work with male young adult deprived of their
liberty in a penitentiary complex located in the Province of Buenos Aires, carried out by professional
psychologists belonging to an area of gender and confinement contexts within a Public Policy. In the
development of the writing it is reflected on the ways in which traditional masculinity is sharpened
in confinement contexts, thus revealing the patriarchal structure of the penitentiary institution, where
violence is central in socialization. The search for a group work device is what motivates the writing
of this text.

Keywords: Masculinities- Penitentiary institution- Group device -Psychodrama


Año 2021 Número 3

1 Este trabajo retoma ideas que fueron presentadas en las Jornadas “30 años de la Cátedra Introducción a los Estudios
de Género. Pasado, presente y futuro de la perspectiva de género en la formación en Psicología”, Facultad de Psicología,
Universidad de Buenos Aires, 27 de abril de 2019.

63
Symploké estudios de género

1. Por qué en las cárceles y por qué con varones: La búsqueda de un dispositivo de abordaje.

Este artículo relata –y por lo tanto reconstruye– una experiencia de trabajo grupal con varones
jóvenes adultos privados de su libertad en un complejo penitenciario de la provincia de Buenos Aires,
en el marco de un ciclo de encuentros sobre “Género y Masculinidades” que llevamos adelante profe-
sionales psicólogas pertenecientes a un área de género y contextos de encierro dentro de una Política
Pública. Esta experiencia a su vez se enmarca en una historia de trabajo conjunto entre nosotras, dos
psicólogas, quienes nos identificamos como feministas, como psicólogas con perspectiva de género y
como trabajadoras del Estado.
En esas intersecciones y posicionamientos escribir nos significa la posibilidad de mirarnos y re-
pensar nuestras propias prácticas. Interpeladas respecto a cómo las lógicas carcelarias reproducen
múltiples violencias y desigualdades, nos preguntamos de qué manera la construcción de la mascu-
linidad tradicional se afianza, se cristaliza y se expresa en tal institución; asimismo nos preguntamos
de qué manera podríamos comenzar a trabajar con varones en dispositivos que abrieran la posibilidad
de generar preguntas sobre la propia masculinidad, en una institución que jerarquiza prácticas, iden-
tidades, valores y modalidades ligadas a las masculinidades dominantes.
Entonces: ¿Cómo abordar la construcción de la masculinidad en un ámbito institucional que re-
produce y acentúa relaciones de poder patriarcales? ¿Cómo se expresan, producen y reproducen las
masculinidades allí?
Estas preguntas nos movilizaron a imaginar algunos modos posibles y a construir algunas coor-
denadas de abordaje. En primer lugar, nos propusimos observar la disponibilidad, predisposición y
apertura de los jóvenes. Qué iba a ser lo posible de abrir, más allá de los objetivos que nos habíamos
propuesto para los talleres. En esta experiencia pudimos sostener el dispositivo con el mismo grupo
de jóvenes que asistía voluntariamente.
Algunos de los objetivos que nos propusimos para los encuentros estuvieron orientados a la identi-
ficación de estereotipos de género, su impacto en la propia identidad, las configuraciones que la mas-
culinidad hegemónica genera en la construcción de vínculos (intra y extra muros) y la prevención de
la violencia de género. Es decir, abordar la construcción de la masculinidad a partir de las trayectorias
y ámbitos de socialización. ¿Cómo y dónde se reproducen? ¿Qué implica y cuál es la consecuencia/
efecto en la salud de los varones?
Dimensionar el cuerpo como territorio de intervención-acción-afectación (el cuerpo de todas y de
todos en el dispositivo) fue una de las coordenadas que elegimos. Cuerpo que lleva las marcas de la
construcción histórica de las subjetivaciones de género y al mismo tiempo es multiplicidad.
Y aquí tomamos la problematización de la noción del grupo como dispositivo que propone Osval-
do Saidón (1987): “el dispositivo sería aquel instrumento que nosotros colocamos para ver dónde es
que la máquina se descompone, para hacer de la descomposición y de la crisis no un drama sino un
productor de nuevos acontecimientos” (p. 124).
De esta manera fuimos trabajando diferentes escenas –situaciones reales, posibles o imaginadas-
mediante el uso de técnicas psicodramáticas y también a partir de otros recursos como publicidades,
videos, dibujos e imágenes a construir, para problematizar así estereotipos de género que se constitu-
yen como “verdades”.
La técnica psicodramática representó una llave de contacto con el propio cuerpo para que, desde
otras lógicas, se intentara escapar a la repetición de lo mismo, huir del registro de lo meramente racio-
nal o de la lógica del pensamiento instituido; intentar resistir a “lo políticamente correcto” y resistir, a
su vez, lo mortífero de la cárcel. El psicodrama y el dispositivo grupal como marco posibilitador para
mirar-mirarse, registrar-vivenciar y nombrar situaciones.
Año 2021 Número 3

2. Masculinidades e institución penitenciaria.

En la misma línea y tomando como referencia diferentes autores que, desde los llamados estudios
de la masculinidad, produjeron categorías analíticas para entender comportamientos, prácticas y con-

64
Symploké estudios de género

figuraciones vinculares –y por lo tanto relaciones sociales- es que nos propusimos en primer término
organizar actividades que tengan como línea rectora trabajar con el modelo social de la masculinidad
tradicional hegemónica, tal como, por ejemplo, lo define Luis Bonino (2002). Este autor expone que
los valores matrices que constituyen las masculinidad tradicional -autosuficiencia, belicosidad heroi-
ca, autoridad sobre las mujeres y valoración de la jerarquía- hacen que las vidas de los hombres están
marcadas principalmente por el control de sí y de los y las demás, así como por conductas de riesgo,
competitividad y mandatos de dominación.
En el campo que nos ocupa entendemos que los muros penitenciarios -objetivos y simbólicos-
configuran vínculos y relaciones que reproducen, cristalizan o acentúan construcciones históricas de
género. No podría ser de otra manera si asumimos teórica e ideológicamente que el patriarcado como
sistema de dominación de género estructura asimismo las relaciones sociales y se expresa en todas las
instituciones y órdenes de la vida (jurídicos, económicos, laborales, educativos, políticos, religiosos,
sexuales y afectivos).
A su vez, y si bien hay acuerdo en tomar a las cárceles como uno de los paradigmas de las institu-
ciones totales (Goffman, 2001) y como uno de los ámbitos en donde la violencia institucional cobra
dimensiones abrumadoras, la incorporación de la perspectiva de género echa luz en cómo las trayec-
torias del delito, la ejecución de la pena, el acceso a la justicia, los tipos de violencias e incluso las
propias cárceles reproducen las desigualdades de género.
Por ejemplo, si nos detenemos en los procesos de institucionalización expresados en las organiza-
ciones de espacios, tiempos y prácticas, existen importantes estudios en nuestro país (CE.L.S., Mi-
nisterio Público de la Defensa, Procuración Penitenciaria de la Nación, 2008; Kalinsky, 2016; Ojeda,
2013; Malacalza, 2012) que en clave de género, dan cuenta de cómo las prisiones –su construcción, su
proyecto, sus alcances y características- fueron diseñadas exclusivamente para recluir a la población
masculina. Los ámbitos de encierro para las mujeres consideradas socialmente delincuentes eran, en
sus inicios, principalmente instituciones religiosas. Estas huellas llegan hasta la actualidad, en donde
la mayoría de los penales destinados a mujeres “cargan” aún con la denominación de “correccionales”
con nombres católicos: el deber de corregir moralmente a las mujeres.
Pero también se ha podido visualizar cómo el rol/posición de cuidadoras y de sostén afectivo que
históricamente se ha asignado y demandado a las mujeres como si fuesen características naturales de
su destino como mujer (Fernández, 2014), se reproduce en las lógicas del “adentro/afuera” alrededor
de las personas privadas de la libertad y sus vínculos intra y extramuros, en tanto son las madres,
parejas, abuelas, amigas, amantes, tías, incluso aquellas mujeres que se encuentran alojadas en otro
penal las que sostienen no sólo afectivamente a los varones sino también económicamente.
La desigualdad de género se profundiza aún más con el colectivo travesti/trans: el sistema peniten-
ciario es parte final –o inicial– de procesos de criminalización y exclusión. Los penales no responden
a las necesidades específicas del colectivo, atraviesan situaciones de mayor vulnerabilidad en cuanto
a padecimientos de diferentes tipos de violencias, situaciones de requisa, acceso o continuidad a tra-
tamientos médicos específicos.
La perspectiva de género en el análisis de la construcción de las masculinidades en cárceles
(Oleastro, 2017) también ha echado luz sobre que las trayectorias delictivas de los varones están
principalmente asociadas a conductas de alto riesgo, al ejercicio de la violencia y a delitos asociados
(homicidios, robos en banda, femicidios, violencia sexual), es decir, a modos de socialización ligados
a la masculinidad tradicional. Pero también la situación de encierro afianza el modelo hegemónico de
masculinidad, e incluso, que estas producciones sociales de masculinidad dominante, estos “valores”,
se vuelven eje de supervivencia allí dentro: debiéndose mostrar fuertes, seguros y sin debilidades
frente a otros hombres y frente al servicio penitenciario. Las lógicas carcelarias, tal cual están ins-
tituidas, acentúan el modelo de masculinidad dominante. El “afuera” se agudiza en el “adentro” en
Año 2021 Número 3

nombre de la supervivencia.

65
Symploké estudios de género

3. Ese baile es también cosa de varones

Por todo lo dicho hasta aquí, nos parece importante compartir las siguientes escenas que fueron
representadas2 y elegidas como problemáticas a trabajar con los jóvenes, a partir de reiterados emer-
gentes en el grupo, como chistes recurrentes entre ellos durante los encuentros: “el hombre está para
dar y la mujer para recibir”; “vos sos un pollerudo” y en donde también aparecía la homosexualidad
como debilidad y “traición” a la masculinidad.

Dramatización 1: “Un varón cuenta a sus amigos que se quiere anotar en un taller de baile. A sus
amigos no les cae bien, se lo hacen saber y el joven tiene que definir qué quiere hacer”.
La dramatización comienza con mucha fluidez, en un momento congelamos la escena y se le pre-
gunta al protagonista cómo se siente, qué le pasa al personaje, y dice: “no lo apoyan con lo que quiere
hacer, siente decepción por sus amigos de crianza”. Se les pregunta a quienes representaban a los
amigos qué pensaba el personaje que estaban representando: “que ese baile es cosa de mujeres”; “que
mejor vaya a jugar al fútbol”. La escena continúa, uno de ellos le dice a otro: “mientras no lo veamos
de la mano con otro chabón, está todo bien”.
En otro de los encuentros surgió el tema de cómo son los varones y mujeres dentro del penal. Lla-
ma la atención que las mujeres se muestran de la mano y los varones no. ¿Por qué será? Los jóvenes
responden: “porque acá no dá”; “quedás servido”.
Se expresa así, tal como dice Soria (2011), cómo el sistema de creencias homofóbico constituye
uno de los principales estructurantes de la cultura patriarcal, constituyéndose la misoginia y la homo-
fobia en mecanismos reguladores de la identidad masculina.
Las respuestas de los jóvenes dan cuenta de cómo en aquella institución los modos de circular, de
estar y de relación con otros están vinculados a demostrar su hegemonía masculina, y es “más macho”
y tiene mayor jerarquía y trato diferencial ahí adentro, aquel que muestre mayor fidelidad a aquellos
valores, negando incluso las relaciones sexo afectivas entre ellos. En esta estructura los varones gays
sufren diferentes tipos de castigos por parte del servicio penitenciario, como de los internos. Es por
eso que en una cárcel federal se abrió un pabellón exclusivo para ellos, ya que se reconoce que la
vulnerabilidad es mayor. En referencia a esto último, en uno de los talleres, uno de ellos dice: “para
ser hombre hay que hacerse los machos”.

Dramatización 2: “Una mujer cuenta a sus hermanos varones que está mal porque su novio es
muy celoso: le revisa el celular, no quiere que salga con sus amigas y se enoja cuando se viste de una
manera que no le gusta. La mujer les pide un consejo porque no sabe qué hacer”.
La situación se representa de la siguiente manera: la mujer (Wendy) se encuentra con sus hermanos
(Juan, Claudio, Pablo, Cacho) en la vereda, y les cuenta sobre lo que le estaba pasando. Los hermanos
escuchan atentos, a algunos se los ve enojados y preocupados, algunas de las opiniones o consejos
que le dieron fueron: “decile que la corte y listo”; “no sé qué decirte”, “déjalo”; “hablá con él y si no
entiende le echas fly”; “cómo te va a tratar así, está loco”. Una de las coordinadoras congela la escena
y le pregunta a quien estaba representando a Wendy cómo se sentía desde el personaje y qué opinaba
sobre lo que le decían sus hermanos: “no me siento muy contenida, todos dicen cualquier cosa, al
único que le creí fue al que dijo que no sabía qué decir”.
La dramatización continúa y le pedimos ingresar a la escena a un miembro del otro grupo con el fin
de que represente al novio de Wendy (el resto del grupo que estaba representando la escena no sabe
que va a ingresar un tercero). En este momento la escena toma un giro totalmente diferente, salien-
do de lo políticamente correcto: el novio irrumpe, genera desconcierto en Wendy. De un modo casi
automático, los hermanos lo saludan, le dan la mano, algunos le dan un abrazo, otros hacen chistes.
Año 2021 Número 3

Todos los varones comienzan a hablar entre ellos como si nada de lo que les contó su hermana hubiese

2 Los nombres propios y la elección de los roles fueron elegidos entre los jóvenes y el conflicto presentado en cada escena
fue propuesto por las coordinadoras, en virtud del proceso grupal y de los emergentes del momento.

66
Symploké estudios de género

sucedido. Wendy no dice nada, se la ve perpleja. Acto seguido cortamos la escena y les preguntamos
qué creían que había pasado. Silencio. Quien hacía el personaje de Wendy dice: “me dejaron total-
mente sola”.
Entra en tensión aquello que nombramos como lo políticamente correcto, e irrumpe como escena
la cofradía masculina, aquel pacto de silencio y de lealtad que describe Segato (2010). Nadie le dice
nada, nadie la defiende de forma implícita. Y es ahí cuando se puede trabajar con lo que efectivamente
hay sobre la mesa. El cambio de roles, el soliloquio, la dramatización en espejo, las observaciones
de situaciones que pueden generar identificación, rechazo e incluso empatía, abren la posibilidad a
salir del ámbito meramente racional del pensamiento (tan cristalizado en la socialización masculina).
Esta representación generó distintas reflexiones y contrapuntos entre ellos: relatos de su propia
vida, expresiones de afectos y, también, varios interrogantes. Crianzas con padres violentos, madres
violentadas por esos padres, historias de femicidios cercanos, experiencias con mujeres en donde
ellos eran “como el novio de Wendy”.
Nos encontramos con preguntas e interrogantes sobre el lugar de la mujer en esas relaciones y mu-
cha dificultad para poder cuestionar al varón en ellas. En ese sentido nuestras intervenciones tenían
que ver con abrir preguntas: ¿En qué lugar aprende un varón a actuar así? ¿Por qué se ve como algo
natural? ¿Por qué cuesta ver a un par como violento?
La violencia y la impulsividad imperan en el escenario de la masculinidad dominante no dando
lugar a la angustia, ni al llanto como modo posible de expresión de las emociones. Al respecto Tajer
(2009) refiere que los varones

(...) suelen tapar o negar la existencia de conflictos afectivos pues tienen dificultades para
resolverlos y para poder expresar lo que sienten pues no han adquirido herramientas para
resolverlos en su modo de subjetivación. Presentan muchas situaciones de rivalidad, se eno-
jan mucho, y muy frecuentemente, como efecto de la subjetivación para el dominio. (p. 60)

Se retoman algunos dibujos que les propusimos hacer en pequeños grupos durante los primeros
encuentros, sobre la imagen de “una mujer ideal” en donde aparecían estas frases: “que me mire sólo
a mí”; “que me espere en la casa y no salga”; “que la mujer se quede cuidando a los chicos y lo deje
salir al marido”.
Vuelven los relatos por los lazos familiares y las situaciones de violencia en el ámbito doméstico,
también preguntas directamente hacia nosotras. Uno de los jóvenes pregunta: “¿cómo se hace fuerte
una mujer?”.

4. Algunas reflexiones finales sobre el abordaje de las masculinidades

En toda esta experiencia nos fue necesario visualizar cómo se ponían en juego nuestros propios
atravesamientos de género, así como nuestras posiciones con el servicio penitenciario, quienes conti-
nuamente ponían obstáculos para la continuidad de las actividades. Esto último, muchas veces, volvía
al equipo como frustración y hacia los jóvenes como castigo.
Asumimos como sostén del dispositivo la convicción de que no hay posibilidad de trabajar con
varones en miras de generar alguna pregunta sobre la propia masculinidad, sin la creencia –aunque
sea ideológica, aunque sea en contra de la filosofía del determinismo social– de que es posible que se
genere algún interrogante genuino. Y que para ello era necesario imaginar modos de trabajo específi-
cos, con interrogantes concretos y analizar los alcances, límites y posibilidades del dispositivo.
Otra línea de trabajo fue volcar la mirada sobre la dimensión institucional en su vertiente más
vertical para ver cómo se podían expresar en el espacio grupal las relaciones de poder/dominación/
Año 2021 Número 3

castigo entre los varones a través de las lógicas patriarcales instituidas en la cárcel, en tensión con la
expresión de aquellas fuerzas más instituyentes en donde el decir, el hacer y el sentir, podían produ-
cirse o aparecer de otros modos más sorpresivos o novedosos. Nuestro horizonte fue resistir a lo “po-
líticamente correcto” sin ubicarnos en el lugar de decirles lo que debían hacer o lo que debían pensar;

67
Symploké estudios de género

dar lugar a las múltiples líneas - expresiones - producciones de la corporalidad.

El psicodrama, también, al abrir el juego del “como sí”, permite transformar en móvil, aquello que
en caso contrario podría quedar encerrado en situaciones defensivas difíciles de abordar tanto para el
grupo como para la coordinación (Martínez Bouquet, Moccio, Pavlovsky, 2000).
Estos ciclos no pudieron ser continuados en ese penal pero fueron motor para continuar trabajando
con varones en otros ámbitos; es por ello que quisimos dejar este registro, este mirar hacia atrás que
hace a historias y a procesos de quienes están entre esas paredes y a todas aquellas personas que están
por fuera pero están de algún modo adentro, en esas barreras a veces tan reales y a veces tan irreales.
Y también porque creemos en un campo disciplinar interferido que nos interpela, que nos permita
interrogarnos sobre nuestras prácticas y sobre las problemáticas con las que (nos) trabajamos.
Allí donde lo mortífero amenaza nuestra praxis, cuando los muros se vuelven a veces impenetra-
bles, uno de los jóvenes expresa: “parece que al final nosotros siempre somos los malos y las mujeres
las buenas”, un compañero le contesta: “vos no entendiste nada”. Tal como dice Connell (1995) la
masculinidad que ocupa la posición hegemónica es una posición siempre disputable y es una posición
a ser disputada. Esa es nuestra apuesta también en la Psicología.

Referencias bibliográficas

Bonino, L. (2002). Masculinidad, salud y sistema sanitario -el caso de la violencia masculina- .
Artículo publicado en “ Seminario sobre Mainstreaming de género en las políticas de salud en
Europa”. Instituto de la mujer-España/OMS, y actualizado en Ruiz.
Jarabo C. y Blanco, P (Comp) (2004). La violencia contra las mujeres. Prevención y detección.
Madrid: Díaz de Santos.
CELS, Ministerio Público de la Defensa de la Nación, Procuración Penitenciaria de la Nación
(2011). Mujeres en prisión: los alcances del castigo. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
Connell, R. (2003). La organización social de la masculinidad, en Masculinidades. México: Univer-
sidad Nacional Autónoma de México.
Fernández, A.M. (2014). La mujer de la ilusión. Pactos y contratos entre hombres y mujeres. Bue-
nos Aires: Paidós.
Goffman, E. (2001). Internados, ensayos de la situación social de los enfermos mentales.
Buenos Aires: Amorrortu ediciones.
Kalinsky, B. (2016). La cárcel hoy. Un estudio de caso en Argentina. Revista de Historia de las
Prisiones, 3, 19-34.
Malacalza, L. (2012). Mujeres en prisión: las violencias invisibilizadas. Question, 1, 59-68.
En https://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/question/article/view/1666.
Martinez Bouquet, C., Moccio, F., Pavlovsky, E. (2000): Psicodrama ¿cuándo y por qué dramati-
zar?. Buenos Aires: Galerna.
Ojeda, N. (2013). La cárcel y sus paradojas: los sentidos del encierro en una cárcel de mujeres.
Tesis doctoral en Antropología Social, Universidad Nacional de San Martín. En http://ri.unsam.
edu.ar/tesis/IDAES/DAS/TDOC-IDAES-2013-ONS.pdf
Oleastro, I. (2017). Masculinidades tumberas. Un estudio de género en cárceles de varones de la
Provincia de Buenos Aires. Tesis de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.
memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1469/te.1469.pdf
Saidón, O. (1987). Modernidad inconsciente y grupos. En Lo Grupal 4 (pp.119-125).
Buenos Aires: Ediciones Búsqueda.
Año 2021 Número 3

Segato, R. (2010). Las estructuras elementales de la violencia: ensayos sobre género entre la antro-
pología, el psicoanálisis y los derechos humanos. Buenos Aires: Prometeo Libros.
Soria, N. (2011). Construcción y ejercicio de las masculinidades: su impacto en la salud de varones
urbanos de Córdoba, Argentina. Tesis de Maestría. FLACSO. Argentina.

68
Symploké estudios de género

Tajer, D. (2009). Heridos corazones: Vulnerabilidad coronaria en varones y mujeres. Buenos Aires:
Paidós ediciones.
Wacqant, L. (2010). Las cárceles de la miseria. Buenos Aires: Ediciones Manantial.

Año 2021 Número 3

69
Reseña del libro “El dere-
Symploké estudios de género

cho al aborto en la forma-


ción Psi, Tensiones – de-
mandas y desafíos”
Catedra Libre por el Aborto Legal seguro y Gratuito de la Facultad de Psicología de la
Universidad Nacional de Buenos Aires. Año, 2020 – Editorial Teseo.
María Milagros Argañaraz
Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Tucumán- CONICET
[email protected]

Recibido:24/04/2021
Aceptado: 19/08/2021

Este escrito tiene por objetivo presentar y comentar un libro, a mi entender necesario, que salió en
2020, año fuertemente marcado por el COVID19, cuarentenas, home office y múltiples transforma-
ciones tanto sociales como personales. Es decir, en un contexto altamente desafiante a todo nivel, se
produjo este libro llamado “El derecho al aborto en la formación Psi, Tensiones – demandas y desa-
fíos”. Se trata de una composición colectiva de la Cátedra Libre por el Aborto Legal seguro y Gra-
tuito de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Buenos Aires, de Editorial Tesseo.
Desde el título mismo del libro comienzan a perfilarse una serie de aspectos que van a estar pre-
sentes durante la lectura del mismo de forma muy clara y ordenada. La articulación entre categorías
conceptuales, que muchas veces se presentan aisladas o estancas, como Salud Mental, Derechos hu-
manos, aborto, el campo psi, y feminismos, quedan claramente anudadas a lo largo de las páginas con
rigurosidad teórica y metodológica y, a su vez, con un estilo amigable a la lectura. Como si se tratara
de un mapa o un estado de la cuestión de estos temas en la provincia de Buenos Aires.
El libro está organizado en tres partes. La primera, “Coordenadas para pensar el campo del pro-
blema del derecho al aborto”, donde nos encontramos con cinco capítulos breves, escritos por refe-
rentes del campo de la salud mental. Ellas son: Martha Rosemberg, Débora Tajer, Elsa Schvartzman,
Nina Burgo y Graciela Zaldúa. Los artículos que componen esta sección, nos invitan a pensar e in-
cluir las decisiones de interrupciones de embarazos por parte de mujeres y personas gestantes dentro
del campo de los Derechos Humanos. Cabe aquí resaltar que estos cruces conceptuales no surgen de
un momento para otro, no son azarosos ni mucho menos caprichosos, sino que responden a teoriza-
ciones y condiciones de posibilidad que se vienen trabajando en nuestro país desde la vuelta de la
Año 2021 Número 3

democracia, después de la última dictadura militar. Justamente esta primera parte es una necesaria
introducción donde las autoras recuperan diferentes momentos históricos a modo de una cartografía y
una reconstrucción genealógica sobre cómo se fue configurando esta problemática del aborto legal, y
cómo desde aquellos años, ya algunas colegas del campo psi venían pensando la articulación de estas

70
Symploké estudios de género

temáticas con nuestra práctica específica de salud mental. Por supuesto que esto no fue un progreso
lineal ni escalonado, sino un campo en tensión, en disputa, de idas y vueltas, que ha ido tomando dis-
tintas formas de expresión, a nivel social, a nivel académico y a nivel de salud pública.
A su vez, estos primeros artículos tienen la particularidad de entrelazar los recorridos personales
de las autoras, como psicólogas, psicoanalistas, activistas, feministas y/o académicas, con sus produc-
ciones teóricas. Así, las autoras van historizando cómo se fue gestando La Campaña Nacional por el
Derecho al Aborto, van recuperando también sus experiencias personales como fundadoras y parte de
esa campaña, sus recorridos por los Encuentros Nacionales de Mujeres, entre otros aspectos. Es decir,
van dándonos pistas, a modo de coordenadas, de cómo es necesario pensar la salud mental en el mar-
co de derechos humanos, incluyendo allí la perspectiva de géneros. Tomo palabras de una de las au-
toras, Graciela Zaldúa, quien plantea que el derecho al aborto es una deuda de la democracia, en tanto
resulta una interpelación al mundo dicotómico público-privado, a la sexualidad heteronormativa, a la
reproducción como destino único y como fin de toda relación sexual, a los imaginarios dominantes
de mujer=madre, a los mitos y estereotipos de género, a las violencias visibles e invisibilizadas, a las
inequidades de género, clase social, raza, edades y territorios (Zaldúa, 2020).
El último capítulo de este primer apartado pone el foco en el asunto de la formación psi en los
estudios de grado y posgrado, en temáticas como el aborto y la perspectiva de género. De esta forma,
se constituye como el capítulo bisagra para ir introduciéndonos en la segunda parte del libro denomi-
nada “Algunas puntualizaciones sobre la formación y la práctica en torno al aborto”. En esta sección
encontramos dos capítulos, el primero da cuenta de los resultados de una investigación realizada en
el año 2017 para identificar el abordaje de la cuestión del aborto en la formación de grado y conocer
los posicionamientos de la comunidad de la Facultad de Psicología de la UBA en relación a este tema.
Se trata de una invitación a repensar el asunto de las currículas. Los programas académicos, no son
hechos naturales, sino que responden a procesos de construcción históricos que se van transformando
con el tiempo, por lo que se torna necesario que estén a tono a los discursos y necesidades de la época.
Es en este segundo apartado, que cobran sentido las palabras “demandas y tensiones” que apare-
cen en el título, porque hoy los y las profesionales psi nos encontramos en la clínica privada, en el
hospital, en la escuela, en el gabinete de justicia, o en diversos ámbitos, con demandas en torno a inte-
rrupciones de embarazos, abusos sexuales, violencias de género, entre múltiples otras cuestiones que
nos interpelan y que requieren de formación permanente y de re-pensar nuestras prácticas y nuestro
posicionamiento ético.
En esta línea, el segundo capítulo es el relato de una experiencia práctica en un hospital1 y la
función de profesionales psi como parte de equipo interdisciplinarios de ILE (interrupción legal del
embarazo). En este escrito se hace referencia a la Ley de Salud Mental nº 26.657 que, junto con otras
normativas, nos brinda un marco de ejercicio profesional, de incumbencias y una concepción de sa-
lud mental amplia, integral que comprende también la dimensión social, cultural, histórica y pública.
Sobre este eje de coordenadas las autoras ubican la función psi, con una noción de salud integral, en-
tendiendo a lo mental como parte de la salud pública, y que esto no implica dejar de lado la dimensión
singular, propia de nuestra práctica.
Así, las autoras expresan que ampliar las oportunidades educativas hacia la incorporación de pers-
pectivas como la interdisciplina, la salud pública y el enfoque de género tendría sus efectos en las
prácticas profesionales “psi”. El abordaje singular del deseo y la responsabilidad subjetiva en el tra-
tamiento del caso por caso podría complementarse con la consideración de la salud como un derecho
con susceptibilidad de ser exigido, que se relaciona con el campo más amplio de las políticas sociales
(Benetti, 2020).
El acento está puesto en la especificidad de escuchar al sujeto en su relato. Escuchar, por ejemplo,
Año 2021 Número 3

a una mujer de alta montaña cursando un embarazo no intencional, escuchar a una joven estudiante
que dice que no querer ser madre en este momento, escuchar a una mujer pobre de 35 años madre de

1 Red de Equipos de Salud Sexual y Reproductiva del Área Programática del Hospital General de Agudos “Dr. J. M.
Penna”.

71
Symploké estudios de género

seis niños y cursando nuevamente un embarazo. Escuchar las dudas, las contradicciones, los proyec-
tos de vida, las continuidades y las interrupciones. Porque la posibilidad de “hacer algo con lo que me
está pasando” es lo que da lugar a que la subjetividad pueda manifestarse. Aquello que queda en lo
oculto, en lo clandestino, y finalmente lo que “no se dice” termina enmudeciendo al sujeto, sin posibi-
lidad de tramitación o elaboración de ese malestar que muchas veces adquiere otras formas o retorna
o se repite de forma muda. Para ello también es necesario alguien que escuche, no que de respuestas o
dirija, sino que aloje y de un lugar a la posibilidad. La decisión de interrumpir un embarazo responde
a múltiples motivos y solo cobran significación en el contexto del proyecto de vida de cada mujer y
su historia, que es única y singular. La lucha por la legalización, habilita nombrar lo que ya existe,
darle un lugar, inscribirlo en la trama social, no ya desde lo clandestino y oculto, que trae aparejado
lo silencioso, lo criminal. El efecto siniestro de este silenciamiento social y subjetivo son las mujeres
muertas por abortos inseguros, presas por decidir o asumiendo maternidades forzadas.
Martha Rosemberg (2020), plantea que el acto de decidir sobre el propio cuerpo y el proyecto de
vida es en muchas ocasiones un re-posicionamiento subjetivo. Interrumpe con todo aquello que anuda
lo femenino a la reproducción, las mujeres tenemos la capacidad de concebir, pero ser madres va más
allá de gestar y parir, es una función que implica poner en juego el deseo.
Por último, el tercer apartado del libro denominado “La marea verde y las producciones desde la
formación en psicología de la UBA” es, a mi entender, una apuesta y reapertura, al estilo del juego
del Carretel que tira, vuelve y re-lanza. Se trata de cinco reseñas de tesis de grado producidas en la
Licenciatura en Psicología de la UBA, realizadas por estudiantes para culminar sus carreras. Estas
tesis convergen en poner el centro en temáticas relativas al derecho al aborto, ocupando un área de
vacancia en la producción de conocimientos de la Psicología. Las tesis entrecruzan diversos campos,
centralmente la Psicología, la Perspectiva de Derechos Humanos y la Salud Colectiva. Así, este úl-
timo apartado más que un cierre es una nueva apertura, es la materialización de la palabra “desafío”
que aparece en el título del libro, son las estudiantes jóvenes que toman la palabra, se ocupan y pro-
ponen nuevos textos y lecturas posibles. A lo largo de la historia el rol de las/los estudiantes fue clave
para sostener y defender una universidad pública, gratuita, laica y ahora también feminista.2
Finalmente, el libro no ofrece respuestas cerradas sino que va abriendo nuevas preguntas, con-
densa los recorridos históricos, las teorizaciones que se viene haciendo y apuesta a generar otras
preguntas desde marcos teóricos firmes y metodologías de investigación sólidas. Como lo dicen las
autoras, el libro no agota la cuestión del lugar del aborto en la formación “psi” pero esa “falta” no es
una imposibilidad, sino que es la condición necesaria para seguir construyendo sentidos en torno a
la formación que necesitamos y al desarrollo de prácticas respetuosas de nuestros cuerpos y nuestros
deseos.

Referencias bibliográficas

Benetti, C. (2020). La cuestión del derecho al aborto y la formación “psi”: entre el derecho, el deseo
y la lógica clínica. En El derecho al aborto en la formación Psi, Tensiones – demandas y desa-
fíos. (Comp) p. 65-85. Buenos Aires: Teseo.
Rosenberg, M. (2020). Del aborto y otras interrupciones: Mujeres, psicoanálisis y política. Bs. As:
Milena Caserola.
Zaldúa, G. (2020). Irrupciones feministas y demandas de ciudadanía. En El derecho al aborto en la
formación Psi, Tensiones – demandas y desafíos. (Comp) p. 35-41. Buenos Aires: Teseo.
Año 2021 Número 3

72
Symploké estudios de género

Año 2021 Número 3

73

También podría gustarte