Apunte Contemplación y Aplicacion Sentidos

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¿QUÉ SIGNIFICA EL "CONOCIMIENTO INTERNO" QUE IGNACIO PONE EN

LAS PETICIONES?

Una clave de los Ejercicios.


Es en los Ejercicios Espirituales donde Ignacio presenta el método que su propia
experiencia le había enseñado, que era útil para el cultivo de un conocimiento profundo de
Dios y de toda la realidad. Y, naturalmente, brota en seguida la pregunta de en qué lugar
exacto de los Ejercicios se encuentra mencionado este conocimiento. La respuesta más
sencilla y más común consiste en indicar una línea que se halla al comienzo del libro de los
Ejercicios donde habla de "el sentir y gustar de las cosas internamente "(EE.2).
Esta respuesta es correcta, pero no tan útil como podría esperarse, debido a la
dificultad que existe para determinar su significado, especialmente cuando se traduce a otro
idioma. La afirmación de Ignacio suele entenderse como si pretendiera distinguir entre mera
información y auténtica comprensión. Y es ésta una distinción válida e importante; pero
Ignacio quiere decir bastante más. ¿Cuál es su mensaje completo?
Se ha escrito mucho recientemente acerca del sentir, que se considera una palabra
inequívocamente Ignaciana. Se ha indicado que, en los idiomas modernos derivados del latín,
dicha palabra posee un sentido más rico que en el original, y que el propio Ignacio enriqueció
aún más su connotación. Y se ha intentado explicar detalladamente todo su significado,
aunque sin resultados plenamente satisfactorios.
Por lo que se refiere al otro verbo -gustar-, la verdad es que no se le ha prestado
demasiada atención; pero el propio Ignacio emplea la palabra gustar para expresar lo que
encierra otra palabra latina intraducible: sapere. Sabemos que Ignacio daba mucha
importancia a la consolación y también, por consiguiente, al recto sapere, que es
precisamente aquella tan profunda y delicada sensibilidad por la que sentía tanto interés. Pero
tuvo el mismo problema que nosotros experimentamos con su sentir: es intraducible.
A riesgo de parecer pedantes, vamos a fijarnos ahora en la palabra que califica a
ambos verbos (sentir y gustar): el adverbio internamente. Este adverbio alude a una cierta
profundidad, y hay otras palabras semejantes que aparecen repetidas veces y que apuntan a
algo que Ignacio llevaba muy dentro: interiormente o interno siguen apareciendo en el
original, aunque frecuentemente no se ven en las traducciones. Pero son las que proporcionan
a todo el resto el característico toque ignaciano. Por otra parte, tenemos la expresión
conocimiento interno que aparece tres veces en el texto, y siempre en un lugar clave, hasta el
punto de que de sus tres respectivos contextos podemos sacar una idea bastante aproximada
de lo que Ignacio quiere decir y de su operatividad a lo largo de los Ejercicios. Conocimiento
interno es una expresión fácil de manejar en cualquier idioma y proporciona la pista para
entender la dinámica del retiro ignaciano. Concluiremos haciendo un esfuerzo por establecer
su exacto significado.
Conocimiento interno es lo que hoy llamaríamos conocimiento personal, la clase de
conocimiento a la que queremos aludir cuando decimos que conocemos a alguien, que es
distinto de conocer acerca de alguien. Cuando el que es personalmente conocido es Dios,
entonces el conocimiento interno significa "fe", en el más rico sentido de la palabra.
Conocer a una persona es, efectivamente, una forma de conocimiento; pero es un
conocimiento que va más allá de la pura información o la comprehensión; se trata de una
relación que viene precedida de algún tipo de introducción, de ser introducido a otra persona,
y que origina toda clase de obligaciones mutuas. Por supuesto que la relación personal sólo
puede darse entre personas; pero puede también afectar a la relación con las cosas; puede
condicionar, sin distorsionarla necesariamente, nuestra comprensión de la realidad. Así, por
ejemplo, una fecha del calendario adquiere para mí un especial significado si resulta que es
el cumpleaños de alguien a quien yo quiero; no dejará de ser la fecha que era pero ahora se
ha hecho operativa en mi vida. Cuanto más profunda y absorbente sea la relación personal,
tanto más influirá en todas las demás relaciones y es de esperar que las enriquezca.
Tal comprensión seguramente afectará e irá transformando gradualmente la propia
vida. Pero hay una transformación mas profunda y significativa operada en nosotros por el
conocimiento interno. Al tratarse de una relación personal, el conocimiento interno
constituye también un compromiso que no puede dejar de tener su influjo en toda nuestra
existencia.

¿QUÉ ES CONTEMPLAR UNA ESCENA BÍBLICA A LA MANERA IGNACIANA?

En la vida ordinaria, contemplar es quedarse, sin decir nada, mirando, escuchando y


dejándose afectar (por una obra de arte, un paisaje, el rumor del agua, el movimiento de las
olas). Gustar, admirar, dejarse conmover por lo que produce en nosotros la vista o la escucha
de las cosas. Aquí trataremos de contemplar a Cristo mismo, su vida, sus palabras. Aunque
hay método de ayuda a ello, más que una manera de orar es una manera de estar con Cristo.

Un modo de hacerlo.

Este modo de orar se adapta bien a escenas bíblicas en las que hay personajes que
podemos ver o escuchar.
Los preámbulos habituales tienen aquí un mayor sentido:
 Recordar brevemente la historia. Este pasaje de la historia evangélica no es una
imagen pía, sino el eco de una realidad vivida y releída: el Señor en la historia de los
hombres.
 Fijar la atención en el lugar geográfico o simbólico (montaña, mar) o en el clima
humano (la Cena, la fiesta de pascua) donde tiene lugar el episodio.
 La gracia que pedimos puede ser formulada en el sentido de: "conocimiento interno
del Señor para que más le ame y le siga ".
Más tarde: "Ver las personas, oír lo que hablan, mirar lo que hacen y sacar
provecho".
Consiste en un triple acercamiento a la escena para saborearla más profundamente, y
así, conocer mejor al Señor.
Ver las personas
Escuchar o considerar Lo Que Hablan
Considerar o mirar Lo Que Hacen
...y en cada etapa Reflexionar Para Sacar Provecho

a) Las personas de la escena.

Tratar de ver quienes son (tienen nombre, una historia, un temperamento, un


sufrimiento, o una súplica, una intención... hombres y mujeres como nosotros hoy!)
Contemplarlos, no como una colección de estampas piadosas, o una historia un tanto
imaginaria, sino como una aventura de hombres y mujeres. Tratar de comprender, sentir y
conocer internamente, como Juan que dirá: “lo que vieron nuestros ojos, y palparon nuestras
manos sobre el Verbo de Vida, es lo que os anunciamos". Impregnarse de la escena para
saborear un poco su misterio. Dejar que se refleje en mí.
Atreverse a meterse en la escena: entrar en la barca, en el pesebre, en la piel de este
paralítico, para ver mejor lo que debieron sentir ante Jesús, lo que tienen dentro, para
escuchar mejor...

b) Las palabras (y los silencios)

Tratar de escucharlos como si yo estuviese presente, o fuesen dirigidas a mí


personalmente, o las pronunciase yo. Sentir el tono, la intención.
Ponderar su alcance, dichas por tal persona, lo que revelan de él o de ella.

c) Lo que hacen

Los gestos, actitudes, acciones, reacciones (verbos). Estas son acciones de Dios, o del
hombre (por lo tanto mías) para con Dios.
Puedo constatar su sentido, o algo mío, de mi deseo, de mi rechazo o descubrir ahí
todo un rostro de Dios. Lo toco con el dedo en lugar de hacer de ello una teoría!.
Tal vez haga míos estos gestos: "Extiende tu mano seca..." y me descubriré seco, con
un gran deseo de curación, paralizado o dando saltos, alrededor de "Jesús agotado del
camino, sentado al borde del pozo", con María que se inclina: "Aquí está la esclava del
Señor".

d) Reflexionar sobre mí mismo y sacar provecho. "Reflectir para sacar provecho", dice
Ignacio.

Cuando algo me impacta; pararme, quedarme ahí, saborear, dejar que resuene.

Reflexionar para sacar provecho: después de cada una dc las etapas, o al final, tomar
conciencia de lo que la visión de las personas, la escucha de las palabras o la atención a sus
gestos haya producido en mí: sacar provecho.
Reflexionar como ante un espejo: algo del misterio queda grabado, en mí, deja una
"impresión", un gusto, un sentimiento espiritual por lo que comprendo o conozco algo de
Dios, de su manera de actuar, o del hombre o dc mí mismo, ante Él.
Es posible que este "eco", este "reflejo" tenga lugar sin palabras por el momento, y
que sólo en cl diálogo final con cl Señor, o en la relectura, lo formularé con palabras.
Al final me entretengo con el Señor o con alguna de las personas.
Es posible que al re-tomar, al repetir un pasaje del texto, sienta paz al vivir la escena
de cerca, hasta cl punto que la contemple, no sólo gracias a la vista y al oído, sino también al
tacto, al olfato, al gusto. Todos mis sentidos oran, señal de que mi oración se ha simplificado,
unificado, que mi Cuerpo y mi ser dejan que la Palabra de Dios les hable.

Un modo de ser y de estar con Cristo.


Contemplar a Cristo es algo más que un modo de proceder, es una manera de "ser
con" Cristo y de hacerse presente a su misterio. Un día Dios tomó cuerpo para tocarme y su
Espíritu, hoy en mí, me hace volverme un contemporáneo de esta historia y de su gracia.
La contemplación evangélica se caracteriza, en efecto, por los puntos siguientes:

 Una capacidad de contemplar al otro: desembarazándose de mi mismo.


 Un pasar del exterior al interior del misterio; y de la cabeza a un "conocimiento
interno".
 Una contemplación en la fe de la Iglesia. Veo porque creo, no al revés; y en el
discernimiento eclesial es donde recibo de modo correcto este misterio y su luz sobre mi
vida o sus llamadas.
 Dios está vivo hoy. Lo mismo que a Moisés, Dios afirma ser "el Dios de Abraham,
de Isaac, de Jacob", afirma: "Soy, hoy día, ese Dios de Moisés, de Zaqueo, de Juan
Bautista..." que tú contemplas...; te está sucediendo lo que les sucedió a ellos, estoy
pasando por tu vida como por la suya". Él que es el puente entre ellos y yo, él me injerta
en el interminable linaje de esta Historia Sagrada.
 Obra del Espíritu Santo. El Espíritu Santo que estaba actuando en el misterio
contemplado está ahora dentro de mí y me lo hace conocer.
 El verbo hecho carne, palabra única y definitiva de Dios; único camino de unión con
Dios. Esta palabra toma carne en mi vida hoy, en su cuerpo que es la Iglesia y por mi
cuerpo que le contempla; me habla (“a" mí y “de" mí).
 Contemplar a Cristo me da forma desde el interior a imagen suya. Haciendo míos
poco a poco sus sentimientos, su manera de ser, viviré, no los mismos acontecimientos,
sino en el mismo Espíritu. "Nos volvemos como aquél que contemplamos", dice un
proverbio. ¡Contemplemos, pues, a Cristo!

Algunos escollos y consejos.

No creer que la contemplación evangélica esté reservada a los “profesionales” de la


oración.
No confundir la contemplación evangélica presentada aquí con una oración unitiva,
mística, aunque puede ser un camino para llegar a ellas.
No clasificarlas según una jerarquía de valores: meditar, orar sobre la respiración son
también importantes.
No pretender "vivir cosas espirituales"; lo que nos ayudará no es el ansia, sino la
sencillez en el descentrarse de sí mismo. Sencillamente "ver, escuchar".
Demoramos, dar el tiempo necesario sin querer verlo todo o barrer toda la escena.
No separar a la fuerza el "ver", y el "escuchar" si tienden a ir juntos. Las etapas están
allí para ayudar, no para encerramos.
Ni demasiado alto: quedarnos en meras consideraciones bíblicas o teológicas.
Ni demasiado bajo: quedarnos en sentimientos píos o tiernos rayando en el
sentimentalismo. (el niño Jesús del pesebre.., es ¡Dios Salvador!).

En este modo de orar por los sentidos nuestra inteligencia, nuestra intuición teológica
y la fe de la Iglesia ofrecen buenas garantías en el uso de la imaginación.
Estar preocupado por cuestiones personales puede impedir la contemplación del
Señor. En ese caso sería mejor orar sobre mi vida o meditar un texto, en vez de orar "al
margen" de los problemas que me preocupan.

APLICACIÓN DE SENTIDOS

PREAMBULOS Y PUNTOS:

"Después de la oración preparatoria y de los tres preámbulos aprovecha el pasar de los


cinco sentidos de la imaginación por la primera y segunda contemplación, de la manera
siguiente.

El primer punto es ver las personas con la vista imaginativa, meditando y contemplando en
particular sus circunstancias, y sacando algún provecho de la vista.

El segundo: oír con el oído lo que hablan o pueden hablar; y reflictiendo en sí mismo, sacar
dello algún provecho.

El tercero: oler y gustar con el olfato y con el gusto la infinita suavidad y dulzura de la
divinidad del ánima y de sus virtudes y de todo, según fuere la persona que se contempla,
reflictiendo en sí mismo y sacando provecho dello.

El cuarto: tocar con el tacto, así como abrazar y besar los lugares donde las tales personas
pisan y se asientan; siempre procurando de sacar provecho dello.

Acabarse con un coloquio, como en la primera y segundo contemplación, y con un Pater


noster.” (EE. 121-126)

LA “APLICACIÓN DE LOS SENTIDOS”

En la contemplación evangélica, nos acercamos a la escena y al misterio en ella


relatado por medio dc los sentidos de la vista y del oído (ver las personas, oír lo que hablan).
La aplicación de los otros sentidos tendrá lugar conforme volvamos sucesivamente a
la escena, por medio de repeticiones que nos ayuden a pasar desde lo global a lo particular,
dcl exterior al interior, dc la inteligencia al cuerpo y al corazón.
En efecto, por medio de los cinco sentidos, pasamos de lo más lejano a lo más
cercano: vemos lo que todavía no llegamos a escuchar (una persona a lo lejos, sin ruido de
pasos), escuchamos lo que todavía no llegamos a oler, olemos antes de poder tocar (una flor,
un plato) y el saborear nos hace estar más cerca todavía que el tocar. Vamos pasando de lo
más exterior a lo más íntimo.
Lo mismo se diga de los sentidos interiores al contemplar las realidades espirituales.
Esta comprensión interior e intuitiva del misterio contemplado, hecha en la fe y gracia
del Espíritu, se apoya en el trabajo (de la imaginación, de los sentidos) y en la pasividad
(recibo lo que está oculto-revelado en la escena). El misterio toma cuerpo.
Modo de proceder:

 Preparar mi tiempo de oración; sobre un texto ya contemplado. La mirada sobre las


personas, la escucha de sus palabras o el sentir internamente me han introducido ya al interior
de la escena.
 Entrar en la oración de manera habitual: imaginar el lugar por el que deseo entrar y
seguir una vez más el camino que va de lo más exterior a lo más interior.
 Entro en lo que veo, y lo que veo entra en mí.
 Dejo que lleguen a mis oídos interiores las palabras, el silencio. Trato con paz de
acercarme cada vez más a la interioridad del misterio a través de los aspectos concretos de la
escena.
 Siento, toco, saboreo como si estuviere presente: los objetos, la atmósfera, la "infinita
suavidad y dulzura" de la divinidad, según la persona que contemplo.
 Me demoro en este conocimiento interior, a veces sensible, pero respetuoso del Señor.
"Tocar con el tacto, así como abrazar y besar los lugares donde las tales personas pisan y
se asientan, siempre procurando de sacar provecho dello" (EE. 125).
 Puedo permanecer, gratuitamente, en esta relación profunda y sencilla con el misterio
de Dios que se entrega a mí en esta escena. Saboreando lo que me es concedido, disponible
y abierto, sin echar mano al don.
 Recojo por medio de los sentidos lo que aflora de esta escena.
 Termino concretamente: una expresión personal al Señor, una acción de gracias o una
oración de la Iglesia.

Como dice san Juan de la Cruz, hablando de la contemplación en relación a la meditación:

"La diferencia que hay entre ir obrando y gozar ya de la obra hecha,


y la que hay entre ir recibiendo y aprovechándose ya del recibo,
o la que hay entre el trabajo de ir caminando y el descanso y quietud que hay en el
término;
que es también como estar guisando la comida o estar comiéndola y gustándola ya
guisada"

Algunos puntos importantes:

 No se trata de buscar sensaciones, sino de buscar al Señor y de sacar provecho.


 La oración contemplativa está llamada a dar frutos en la vida cotidiana: éstos son
prueba de autenticidad de mi oración. Si mis gustos de Dios me llevan a evadirme del camino
de la Iglesia y del mundo, ¿no habré confundido los efectos de mi sensibilidad con la verdad
divina?
 La imaginación espiritual recibe, pero no violenta. No se deja llevar de lo imaginario.
En cl corazón dc la oración contemplativa se vive una cierta castidad y desprendimiento.
Estar siempre “puramente ordenado en servicio y alabanza de su divina majestad...”
 El conocimiento interno que obtengo en ella queda verificado y autentificado por el
que ha sido revelado por el Señor a la Iglesia y que profesamos en la fe.

¿Por qué aplicar nuestros sentidos a una escena bíblica?


Orar con los sentidos sobre una escena bíblica tiene su fundamento en la fe:

 El Verbo ha tomado carne y cuerpo. Su palabra viva no puede llegar hasta nosotros
fuera de nuestras facultades humanas, incluso corporales, a través de las cuales captamos las
realidades espirituales.
 La aplicación de sentidos es señal de una oración simplificada, que ha llegado al
corazón. Si es verdadera, nos dará paz, humildad y sencillez; si forzada, nos cansará y se
desviará.
 Las repeticiones y la aplicación de sentidos nos unifican poco a poco. La persona
entera se recoge hacia lo esencial y coge un fruto maduro.
 Dios responde a ella a la petición de la gracia: "conocimiento interno del Señor, para
que más le ame y le siga".

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