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CONTEXTOS EDUCATIVOS, 28 (2021), 291-305. http://doi.org/10.18172/con.

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LA EDUCACIÓN PARA LA SALUD COMO RECURSO PARA AFRONTAR LA


COVID-19

Carmen Vizoso-Gómez
Universidad de León

RESUMEN: La educación para la salud se presenta como un recurso para


la promoción de hábitos de conducta que permiten resolver los problemas
de salud, desarrollar el bienestar y prevenir la aparición y el contagio de
enfermedades. Por su parte, la alfabetización en salud implica tanto la habilidad
para entender cuestiones relacionadas con la salud como la motivación para
actuar de forma consciente y responsable en beneficio de la salud propia y la
colectiva. El objetivo principal de este artículo es analizar diversas iniciativas
de educación para la salud en las que se trata de enseñar a afrontar la situación
actual provocada por la COVID-19 a personas de diferentes edades. Para ello,
se ha empleado una metodología exploratoria, descriptiva y explicativa. Los
resultados de los estudios analizados permiten extraer algunas orientaciones
para planificar estrategias de promoción de la salud. Se concluye que se deben
realizar campañas de alfabetización en salud, utilizando diversos medios de
comunicación, para informar y motivar a toda la población sobre la importancia
de adoptar comportamientos para la prevención del contagio de la COVID-19
y de mantener hábitos de vida saludables.
PALABRAS CLAVE: educación para la salud, alfabetización en salud,
promoción de la salud, covid-19.

HEALTH EDUCATION AS A RESOURCE TO COPE WITH COVID-19

ABSTRACT: Health education is presented as a resource for the promotion


of behavioral habits that allow dealing with health problems, developing
well-being and preventing the appearance and spread of diseases. Besides,
health literacy implies both the ability to understand health-related issues and
the motivation to act consciously and responsibly for the benefit of personal
and collective health. The objective of this article is to analyze various health
education initiatives in which the aim is to teach people of different ages to
face the current situation caused by the COVID-19. An exploratory, descriptive
and explicative methodology was followed. In addition, some guidelines are

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proposed for health promotion before, during and after a pandemic. The results
of the analyzed studies allow to extract some guidelines for planning health
promotion strategies. It is concluded that health literacy campaigns should be
carried out, using various media, to inform and motivate the entire population
about the importance of adopting behaviors for the prevention of the spread of
COVID-19 and maintaining healthy lifestyle habits.
KEYWORDS: Health education, health literacy, health promotion, covid-19.

Recibido: 31/07/2020
Aceptado: 12/02/2021

Correspondencia: Carmen Vizoso Gómez, Facultad de Educación, Universidad de


León, Campus de Vegazana, 24071 León. Email: [email protected]

1. Introducción
1.1. Promoción, educación y alfabetización en salud
La educación para la salud se presenta como una estrategia o un recurso para la
enseñanza y aprendizaje de conceptos relacionados con la salud (y la enfermedad) y
de habilidades que permiten el desarrollo del bienestar tanto individual como comu-
nitario (Salvador y Suelves, 2009). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS),
mediante la educación para la salud se trata de instruir a las personas para que sean
capaces de identificar y afrontar sus problemas de salud y sus necesidades con sus pro-
pios recursos y/o, si es necesario, con ayuda externa, desarrollando así una vida sana y,
en definitiva, el bienestar de toda la sociedad (OMS, 1989, 2016). Por su parte, Perea
(2009) destaca que la educación para la salud ha de ser un proceso de formación per-
manente, continuo, desarrollado a lo largo de todo el ciclo vital, lo que permite que las
personas adquieran hábitos de vida saludables y participen en el progreso de la salud
colectiva, yendo más allá del simple objetivo de evitar la aparición de enfermedades.
Así pues, la educación para la salud es un recurso indispensable para el desarrollo
o promoción de la salud en la ciudadanía. En este sentido, la OMS postula, en la Car-
ta de Ottawa, que la promoción de la salud es un proceso mediante el cual se aportan
los recursos para mejorar la salud de las personas y para que, en última instancia,
éstas puedan controlarla, incrementarla y fomentarla (OMS, 1986, 2016). De este
modo, los proyectos de promoción de la salud, mediante la educación para la salud y
el desarrollo de políticas públicas saludables, deben adaptarse a las características de
cada grupo social en el que se vayan a implementar y de las necesidades específicas
que presente en cada momento histórico (Bodkin y Hakimi, 2020).
Con el fin de obtener los mejores resultados, la educación para la salud se debería
llevar a cabo por profesionales que traten de promover la salud a cualquier nivel (co-
munitario, grupal o individual), entre los que se puede destacar especialmente a los
educadores, pedagogos, psicólogos, biólogos, trabajadores sociales y a los sanitarios
(Pérez-González et al., 2020).

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Hay que mencionar, además, que a través de la educación para la salud se preten-
de conseguir la alfabetización en salud (ver figura 1). En concreto, la alfabetización
en salud “conlleva el conocimiento, la motivación y las competencias para acceder,
comprender y emplear la información, para hacer valoraciones y tomar decisiones
sobre temas cotidianos de salud, prevención de enfermedades y fomento de la salud”
(Sørensenn et al., 2015, p. 1). Por lo tanto, esta alfabetización implica un proceso más
complejo que la mera habilidad para entender cuestiones relacionadas con la salud
porque supone también el compromiso de actuar de forma consciente y responsable
en beneficio de la salud propia y la colectiva. Para conseguir la alfabetización en sa-
lud, Gavidia et al. (2019) consideran que desde la educación para la salud se debería
trabajar una competencia general de salud que implica la capacidad y la disposición
para emplear los recursos personales (conocimientos, actitudes, habilidades, etc.)
que permiten afrontar los problemas de salud y crear un entorno saludable. En defi-
nitiva, se podría establecer que la finalidad última de la educación para la salud y de
la alfabetización en salud consistiría en mejorar o al menos mantener la calidad de
vida y el bienestar de las personas (Juvinyà-Canal et al., 2018).

Figura 1. Relación entre promoción, educación y alfabetización en salud

Promoción Educación Alfabetización


de la salud para la salud en salud

aportar recursos para formar en temas de comprender la


mejorar la salud salud a toda la información y actuar
comunitaria ciudadanía de forma saludable

En términos generales, en el desarrollo de programas de educación y alfabetización


en salud se deberían emplear estrategias dialógicas y participativas para potenciar el
desarrollo de valores tan esenciales como el respeto a la dignidad de la persona, la
responsabilidad y la solidaridad con los demás y con las futuras generaciones (Bodkin y
Hakimi, 2020; Escámez, 2001). En esta línea, Nutbeam (2015, 2019) establece que las
estrategias de alfabetización en salud deben guiarse por la utilización de una comuni-
cación que propicie la interacción, la participación y el análisis crítico, especialmente
en las iniciativas que abordan la educación para la salud en las escuelas.

1.2. Educación para la salud en contextos educativos


En España, la educación para la salud y el desarrollo de hábitos de vida saludables
están amparados por la legislación educativa desde la aparición de la Ley Orgáni-
ca 1/1990 de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) hasta la vigente

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Ley Orgánica 8/2013 para la mejora de la calidad educativa (LOMCE). En líneas


generales, desde las diferentes leyes se establece que los escolares que cursan las
etapas educativas obligatorias deben alcanzar un desarrollo adecuado que favorez-
ca el logro de una vida activa, saludable y autónoma. En concreto, actualmente se
defiende que el alumnado debe desarrollar una serie competencias saludables que
le permitirían resolver los problemas de salud en diferentes ámbitos (Ayuso et al.,
2019; Gavidia et al., 2019; OMS, 2016). Las principales competencias a desarrollar
se describen en la tabla 1.

Tabla 1. Competencias saludables para cada ámbito de salud

Ámbito Competencia saludable


Promoción de la Capacidad y predisposición para controlar los factores que
salud intervienen en la salud personal y social
Capacidad para desarrollar y mantener pautas de higiene diaria que
Higiene prevengan la aparición de enfermedades y mejoren la calidad de
vida
Alimentación Capacidad para llevar una alimentación saludable
Actividad física Capacidad para desarrollar una actividad física adecuada
Descanso Capacidad para desarrollar pautas de descanso y sueño saludables
Adicción Capacidad para detectar y prevenir conductas adictivas
Capacidad para desarrollar una conducta sexual placentera y
Afectivo-sexual
saludable
Capacidad para detectar y combatir situaciones que generen
Mental y emocional ansiedad, estrés o depresión y capacidad para gestionar las
emociones
Capacidad para establecer y desarrollar relaciones sociales
Social
saludables
Capacidad para prevenir los riesgos y para evitar o reducir los
Seguridad
accidentes
Ambiental Capacidad para contribuir a la creación de un ambiente saludable
Fuente: Ayuso et al., 2019; Gavidia et al., 2019

Por tanto, los centros educativos se presentan como un contexto propicio para la
promoción de la salud mediante la educación para la salud que debería comprender
todos los contenidos de las disciplinas del currículo desde una perspectiva transver-
sal, dada su relevancia para el bien social (Monsalve, 2014). De este modo, al incluir
la educación para la salud en el currículo, se propicia la difusión de información,
la formación, la prevención y la promoción de actitudes y habilidades saludables
en el alumnado (Manjón y Carrasco, 2007; Ayuso et al., 2019). Al mismo tiempo,
para poder fomentar el desarrollo de estas escuelas promotoras de salud, es nece-
sario realizar una adecuada formación del profesorado, considerando el diseño de
actividades didácticas, la preparación de recursos educativos y la elaboración de las
programaciones pertinentes, contando siempre con la colaboración de otros agentes
socializadores como las familias y los profesionales sanitarios (Talavera y Gavidia,
2013). Además, el hecho de incorporar enfermerías escolares en los centros educati-

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vos permite llevar a cabo intervenciones que implican a personal de enfermería para
promover el desarrollo de competencias en salud en toda la comunidad educativa
(Álvarez et al., 2018).
En los últimos años se han propuesto múltiples programas enfocados a la edu-
cación para la salud en las etapas de Educación Infantil y Primaria desarrollados en
escuelas españolas, aunque en la mayoría de los casos se orientan a la prevención
de enfermedades más que a fomentar la salud (Guerrero-Ramos, 2014). También en
la etapa de Educación Secundaria se ha abordado la educación para la salud con el
objetivo de promover conductas saludables en los adolescentes (Azorín, 2016; Vega
et al., 2015). No obstante, a pesar de estas iniciativas programadas para promocionar
la salud, es necesario diseñar nuevas propuestas de competencias en salud que su-
plan los déficits que presenta actualmente el currículo prescriptivo de la educación
obligatoria (Ayuso et al., 2019; Gavidia et al., 2019).
Por último, Torres-García y Santana-Hernández (2017) defienden que también en
los grados y másteres de los ámbitos de la Educación Superior se debe contemplar
una formación adecuada en promoción y educación para la salud, siguiendo las
directrices del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Asimismo, Llorent-
Bedmar y Cobano-Delgado (2019) proponen que la formación del profesorado debe
incluir una educación para la salud apropiada, integral y obligatoria en los curricula
de los grados universitarios, donde se aborde la promoción de hábitos de vida salu-
dables que fomentan el equilibrio entre los aspectos físicos, mentales y sociales que
engloban la salud. De este modo, los docentes que reciban la formación oportuna
podrán educar en salud a sus alumnos y convertir los centros educativos en escuelas
promotoras de salud, lo que se traducirá en una mejora en la calidad de vida de los
ciudadanos (OMS, 2018).

1.3. Educación para la salud en adultos


Cabe destacar la importancia de la educación y alfabetización en materia de sa-
lud como parte de la educación permanente de adultos. En este sentido, Lopes y
McKay (2020) establecen que la educación y la alfabetización en salud se deben pro-
mover, no solo durante los años de escolarización obligatoria o de estudios reglados
superiores, sino a lo largo de todo el ciclo vital, involucrando especialmente a las
personas que tienen mayores dificultades para acceder al sistema sanitario. Por con-
siguiente, la educación para la salud debería abarcar la educación formal, no formal
e informal. Esto propiciaría que la ciudadanía adquiriese y actualizase los conoci-
mientos y habilidades necesarios para llevar a cabo las conductas más adecuadas en
cada situación, lo que les permitiría estar protegidos y proteger al resto de la sociedad
frente a posibles riesgos sanitarios.
En los últimos años, las principales iniciativas que se han desarrollado para fo-
mentar la promoción y la alfabetización en salud se han llevado a cabo a través de las
Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), lo que ha recibido el nombre
de alfabetización electrónica en salud o alfabetización en e-salud (Norman, 2011).
Así, se ha comprobado que este tipo de alfabetización puede ser eficaz en personas
de cualquier edad, desde jóvenes hasta ancianos (Xie, 2011). La educación para la
salud mediante esta nueva vía permite que la información sobre salud se actualice

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continuamente, esté siempre accesible y pueda difundirse rápidamente. No obstante,


es necesario controlar que la información transmitida sea veraz ya que, en caso con-
trario, se puede fomentar la aparición de teorías ficticias y conspiratorias que incitan
a las personas a adoptar patrones de conducta inadecuados y peligrosos al aceptar
como válidos los contenidos erróneos (Chong et al., 2020).
Por lo tanto, resulta de suma importancia elaborar políticas y estrategias nacio-
nales e institucionales para la promoción de la alfabetización en salud (Trezona et
al., 2018). En este sentido, desde la Unión Europea se han establecido iniciativas
para fomentar esta alfabetización, entre los que destaca la labor desempeñada en
ciertos países como España, Italia y Portugal, donde se han descrito políticas que se
implementan a nivel nacional, regional y local (Heijmans et al., 2015). A modo de
ejemplo, en España se podría destacar la Estrategia de promoción de la salud y pre-
vención en el Sistema Nacional de Salud (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e
Igualdad, 2014), que ha dado lugar a la creación de la web Estilos de vida saludable.
En suma, la educación para la salud supone un recurso para fomentar la promo-
ción y alfabetización en cuanto a salud se refiere mediante programas dirigidos a
personas de todas las edades, propiciando el bienestar de cada individuo y, en defi-
nitiva, de la sociedad.

2. La pandemia de la COVID-19
2.1. Descripción de la COVID-19
Uno de los mayores problemas de salud en la historia reciente es la denomi-
nada coronavirus disease 2019 (COVID-19), provocada por el virus SARS-CoV-2 y
declarada pandemia a nivel mundial por la OMS el día 11 de marzo de 2020 tras
comprobar los altos niveles de gravedad y propagación de esta enfermedad (OMS,
2020). Actualmente, a 30 de julio de 2020, según informa el Ministerio de Sanidad,
Consumo y Bienestar Social en su página web (www.mscbs.gob.es), el número de
personas contagiadas por COVID-19 es de 16.523.815 en el mundo, de las cuales
3.068.576 se han registrado en Europa y, más concretamente 282.641 son los casos
registrados en España.
La infección por COVID-19, tras un período de unos 5 días de incubación, puede
conllevar una serie de síntomas entre los que destacan los siguientes: fiebre, tos seca,
dificultad para respirar y fatiga (Rothan y Byrareddy, 2020). Además, las personas que
sufren esta enfermedad pueden presentar otros síntomas menos frecuentes, como son
la disnea, producción de esputo, hemoptisis, dolor de cabeza, diarrea y linfopenia.
Si los síntomas persisten y se agravan, la enfermedad puede causar la muerte del pa-
ciente, lo que suele ocurrir tras una media de 14 días después de la aparición de las
primeras manifestaciones (Wang et al., 2020).
Las personas con mayor riesgo de fallecer tras contraer la enfermedad son aquellas
que antes del contagio presentaban ciertas patologías, como por ejemplo hiperten-
sión arterial, enfermedades cardiovasculares, enfermedad respiratoria crónica, diabe-
tes mellitus o algún tipo de cáncer (Zhou et al., 2020). Además, se ha constatado que
la edad tiene un efecto determinante sobre la mortalidad, registrándose una especial
vulnerabilidad a partir de los 60 años (Bonanad et al., 2020).

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No obstante, algunas de las personas infectadas por este coronavirus son asinto-
máticas, es decir, no presentan síntoma alguno, y esto puede hacer que contagien a
otros individuos sin siquiera ser conscientes de estar enfermas, ya que la COVID-19
se transmite fundamentalmente por contacto directo entre personas (Rothan y Byra-
reddy, 2020).
Por otra parte, la percepción de amenaza de contagio que conlleva la COVID-19
puede afectar a la salud mental y al estado emocional de las personas que no han
sido contagiadas. Así, se ha evidenciado que, en España, durante el confinamiento
decretado por el gobierno, las personas que sentían una mayor amenaza de ser con-
tagiadas presentaban estados de ánimo negativos y signos emocionales de tristeza,
depresión, ansiedad y hostilidad o enojo (Pérez-Fuentes et al., 2020).
Además, las medidas de seguridad recomendadas por las autoridades, como
mantener la distancia física, evitar el contacto con otras personas y, sobre todo, el
confinamiento, pueden llevar unidas serias consecuencias para el bienestar de la
población porque en muchas ocasiones se asocian a la soledad, al aislamiento y a
carencias en el apoyo social que derivan en un deterioro de la salud física, mental y
social (Saltzman et al., 2020).
Teniendo en cuenta los aspectos descritos, se hace evidente la necesidad de em-
prender acciones de educación para la salud para prevenir la propagación de la
enfermedad y evitar el deterioro de la salud y el bienestar físico, emocional y social
de los ciudadanos.

2.2. Prevención del contagio de la COVID-19


Con el fin de frenar el avance de la pandemia, el Gobierno de España, a través de
la página web del Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, mantiene un
canal de información sobre la COVID-19 dirigido al conjunto de la ciudadanía. Se
puede destacar, en este caso, las indicaciones que se presentan para tratar de frenar
la transmisión de la enfermedad (Secretaría General de Sanidad, 2020): utilizar una
mascarilla que cubra boca y nariz; utilizar pañuelos desechables y lavar las manos
inmediatamente después; cubrir la boca y la nariz con el codo flexionado al toser y al
estornudar; lavar las manos frecuentemente con agua y jabón o soluciones alcohóli-
cas; evitar tocar los ojos, la boca y la nariz con las manos para evitar la transmisión
si las manos no están desinfectadas; mantener siempre limpias y desinfectadas las
superficies que más se tocan, y guardar una distancia física de seguridad de al menos
un metro y medio con respecto a las demás personas. Además, en cuanto aparezca
alguno de los síntomas asociados a la enfermedad (fiebre o tos), lo indicado es aislar-
se en el domicilio y contactar telefónicamente con los servicios de salud.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que para educar, concienciar y motivar a
la población para que realice los comportamientos saludables adecuados ante una
emergencia tan grave como la actual es imprescindible difundir información veraz
y contrastada, pero esto puede no ser suficiente. También es importante identificar
y desmentir la información falsa que se pueda transmitir desde ciertos medios. En
este sentido, se advierte que, junto a la pandemia generada por el coronavirus, ha
aparecido una infodemia, es decir, una propagación acelerada de noticias falsas, in-
formación engañosa y bulos a través de medios de comunicación electrónicos, espe-

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cialmente de las plataformas de redes sociales (Chong et al., 2020; García-Marín,


2020). Por todo ello, se hace evidente la relevancia de la educación para la salud y la
alfabetización como herramientas fundamentales e imprescindibles con el objetivo
de reducir los efectos de la pandemia y de la infodemia en la salud de los ciudadanos
y conseguir que éstos accedan a información de calidad y muestren la responsabili-
dad y la intención de llevar a la práctica inequívocamente las conductas oportunas
para reducir la transmisión de la enfermedad.

3. Educación, alfabetización y promoción de la salud frente a la


COVID-19
3.1. Educación para la salud frente a la COVID-19 en centros educativos
Como ya se ha reflejado con anterioridad, la educación para la salud ha de per-
mitir la alfabetización y la promoción de la salud en toda la población para mejorar
el bienestar y la calidad de vida de cada individuo particular y de la sociedad en
general. La educación para la salud, impartida a través de contextos propiamente
educativos, como son las escuelas, permite que se transmita información fiable y
objetiva a los educandos y, por consiguiente, se evita que sean víctimas de la desin-
formación. En particular, Guan et al. (2020) justifican la educación y promoción de
la salud entre los estudiantes en edad escolar, en defensa de su derecho a una vida
sana y activa. Así, se refieren a la relevancia de promover iniciativas relacionadas con
el desarrollo de hábitos de vida saludables que implican a múltiples agentes: edu-
cadores, profesores, progenitores, cuidadores, profesionales de la salud, medios de
comunicación y al propio alumnado. Además, establecen que los gobiernos deberían
promover comportamientos saludables a través de mensajes públicos contando con
la participación de personajes de prestigio para el alumnado.
En este sentido, Gray et al. (2020) proponen la elaboración de una intervención
dirigida a escolares para implementar en los centros educativos. Estos autores descri-
ben el valor de los vídeos de dibujos animados, de las películas y de los programas
de televisión a la hora de transmitir información en los proyectos de educación para
la salud porque suponen una vía que capta la atención de los pequeños. En concreto,
la propuesta incluye la realización de varias tareas: la visualización de un video de
dibujos animados, el desarrollo de debates en el aula para analizar la información
transmitida y la programación de concursos de dibujo y ensayo sobre el tema trata-
do. Estas tareas tendrían el objetivo de abordar la importancia de la higiene y de las
principales conductas de prevención, que en este caso serían el lavado de manos, la
precaución al toser y estornudar, el uso de pañuelos desechables y el mantenimiento
de la distancia física respecto a otras personas. Con este tipo de intervenciones, los
autores consideran que se puede ayudar a minimizar el miedo y la ansiedad ante la
COVID-19, especialmente en los niños de menor edad.
En la misma línea, Álvarez (2020) reflexiona sobre los efectos del confinamiento
en los estudiantes que no han podido asistir a los centros educativos y plantea que,
cuando se retomen las clases presenciales en los centros escolares, se deberían llevar
a cabo una serie de intervenciones socioeducativas para tratar de mejorar su bienes-
tar. Así, entre las actuaciones que propone este autor se puede destacar las dirigidas

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a fomentar la educación para la salud, haciendo incidencia en abordar el miedo y la


ansiedad ante la pandemia, en tratar las posibles fobias que se hayan podido desa-
rrollar y en superar los efectos del duelo por haber perdido a algún ser querido. En
definitiva, se trataría de orientar a los niños y adolescentes para que puedan afrontar
esta nueva situación vital de forma adaptativa.
Por último, Andrews et al. (2020) inciden en la importancia que supone concien-
ciar a los jóvenes en el mantenimiento de la distancia personal para prevenir los con-
tagios entre ellos y, posteriormente, entre otras personas de su entorno. Bien es sabido
que durante la adolescencia y la juventud se suele experimentar una alta necesidad
de interacción social con los pares, que se tiende a asumir riesgos y llevar a cabo
conductas imprudentes y, además, se suele buscar el reconocimiento y la aprobación
de los amigos. No obstante, los autores apuntan que este último factor, el efecto de la
influencia de los pares, podría aprovecharse para que las pandillas asumiesen en gru-
po las medidas de distancia social, utilizando las redes sociales. Además, esta medida
podría ser más eficaz si se involucrase a los personajes influyentes o ‘influencers’ en
la promoción de conductas saludables como el distanciamiento físico.

3.2. Educación para la salud frente a la COVID-19 más allá del contexto educativo
Es preciso tener presente que la educación para la salud debe ir dirigida a per-
sonas de todas las edades y en diferentes contextos, no solamente se ha de impartir
en las escuelas, para lograr alfabetizar en salud a buena parte de la sociedad (Lopes
y McKay, 2020). En este sentido, Nutbean (2019) defiende que la promoción de la
salud actualmente se ha de construir a partir del acceso universal a una educación sa-
nitaria íntegra y permanente. Además, Harnett (2020) sentencia que la alfabetización
en salud debe representar una de las principales estrategias puestas en marcha desde
los servicios públicos como respuesta a la planificación de desastres en general y
como intervención durante la situación de emergencia sanitaria ligada a la pandemia
por coronavirus en particular.
Tradicionalmente, siguiendo las recomendaciones de la OMS (1989, 2016, 2018)
en los programas de educación para la salud se han utilizado múltiples métodos y
medios para transmitir la información, como por ejemplo el estudio de casos, los
debates sobre salud, los carteles, las películas, las noticias en medios de comunica-
ción, etc. No obstante, en los últimos años, tras la aparición de las TIC, buena parte
de la información sobre salud se difunde a través de internet. Teniendo en cuenta
que durante los peores momentos de la pandemia buena parte de la población fue
confinada en sus hogares, el uso de internet en general y de las redes sociales en
particular se generalizó para relacionarse con otras personas y también para obtener
información sobre temas relacionados con la salud y con el coronavirus (Harnett,
2020). Por ello, ahora se hace indispensable la alfabetización electrónica/digital en
salud o alfabetización en e-salud (Norman, 2011). En concreto, esta alfabetización
se asocia con la adquisición, el análisis y la aplicación de la información, y conlleva
un cambio en los conocimientos, las actitudes y los comportamientos (Truman et al.,
2020). Esto implica que los ciudadanos que desarrollen una completa alfabetización
en salud serán capaces de aprehender la información y utilizarla para proceder de
forma apropiada y oportuna.

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En esta línea, Vandormael et al. (2020) propusieron una intervención para la pro-
moción y educación para la salud de personas adultas basada en el visionado de un
video que está disponible en internet y que fue ideado para mejorar los hábitos de
higiene saludables durante la crisis generada por la Covid-19. Las conductas plan-
teadas son el lavado de manos, el respeto de la distancia interpersonal, la limpieza
de superficies en el hogar, el uso intransferible de utensilios para comer o beber y
el control del impulso de acumular productos de primera necesidad. El objetivo de
dicha intervención fue ampliar los conocimientos de la población sobre higiene rela-
cionados con el virus y, además, tratar de incrementar la intención de reproducir las
conductas higiénicas en situaciones de la vida cotidiana.
Una iniciativa similar, orientada a personas mayores de 65 años, se centra en la
promoción de hábitos saludables durante la pandemia (Aung et al., 2020). En este
caso, se presenta la difusión de un video, que podría ser descargado en tabletas o
en los teléfonos móviles, para potenciar la realización de ejercicio físico en el hogar.
Además, se propone la alternativa de repartir DVDs o pósteres en los servicios de
atención primaria para aquellos mayores que no pudiesen acceder a la información
a través de otras vías.
Por otra parte, Vaz de Almeida y Veiga (2020) exponen que los Centros de Día se
presentan como contextos idóneos para la promoción de la educación y la alfabetiza-
ción en salud destinada a las personas de mayor edad. Así, las autoras defienden que
en estos centros sociales se suelen organizar actividades que estimulan la vida activa
y el establecimiento de relaciones sociales saludables entre los mayores que las visi-
tan a diario, lo que incrementa su calidad de vida y su bienestar. De esta forma, du-
rante la situación de crisis sanitaria provocada por la COVID-19 sería especialmente
beneficioso que se ofertasen programas de educación para la salud dirigidos a estas
personas, involucrando a los cuidadores que trabajan en estos centros.
En definitiva, la educación para la salud se hace ahora imprescindible para afron-
tar la pandemia desencadenada por la COVID-19 y, por lo tanto, debe estar destinada
a todos los ciudadanos, independientemente de su edad, y debe desarrollarse en
todos los contextos posibles y utilizando todos los canales disponibles, contando con
la colaboración de profesionales de diferentes ámbitos que estén interesados en la
promoción de la salud.

4. Consideraciones finales y conclusiones


Teniendo en cuenta lo expuesto, se concluye que la educación para la salud es in-
dispensable para la promoción de la salud y la alfabetización en contenidos de salud,
la prevención de enfermedades y el mantenimiento del bienestar y la calidad de vida
en toda la población. La importancia de este tipo de educación se hace más patente,
si cabe, en los momentos históricos en los que se afrontan crisis sanitarias mundiales
como la relacionada con la actual pandemia de la COVID-19.
En la mayoría de los países se están desarrollando iniciativas y programas con el
fin de prevenir el contagio de la enfermedad y de mantener los hábitos de vida salu-
dables. No obstante, el número de personas contagiadas sigue creciendo día tras día.
En este sentido, se debe tener en cuenta que muchas personas, a pesar de percibir una

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considerable alarma social, no muestran una preocupación personal proporcional y


esto puede afectar al control de la pandemia y a la llegada de nuevas olas (de la Vega
et al., 2020). Por lo tanto, urge conseguir la alfabetización en salud de los ciudadanos,
es decir, lograr que accedan a la información, la comprendan y, sobre todo, actúen en
consecuencia, con responsabilidad y en beneficio de la salud propia y la colectiva.
Así pues, a partir de la información revisada, se plantean una serie de conside-
raciones que se deberían tener en cuenta a la hora de implementar programas de
educación para la salud como recurso para afrontar la COVID-19. En primer lugar,
los gobiernos y las administraciones deberían promover políticas y campañas para
fomentar la educación y alfabetización en salud y en e-salud. Se debe hacer uso de
todos los medios de comunicación para transmitir información veraz sobre las me-
didas de prevención, utilizando mensajes directos, concisos y comprensibles para
toda la ciudadanía. Además, las campañas de información y educación serían más
eficaces si se implicase a personas prestigiosas e influyentes.
Respecto a las instituciones y organizaciones, como los centros educativos, cen-
tros sanitarios, centros de día, etc., deben implementar programas de educación para
la salud dirigidos a personas de todas las edades, contando con el trabajo coordinado
de profesionales de diferentes ámbitos. Dichos programas deben incluir contenidos
que aborden la prevención del contagio de la COVID-19, los riesgos de mantener
comportamientos inadecuados y la recuperación física y emocional de las personas
que han padecido la enfermedad. Además, se debe velar por el desarrollo de compe-
tencias y hábitos de vida saludables en toda la ciudadanía.
En definitiva, en el momento actual se debe impulsar la educación para salud, que
debe ser considerada como un recurso indispensable durante y después de la pande-
mia para tratar de promover y recuperar el bienestar físico, mental y social, además
de intentar evitar la propagación de la COVID-19.

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